La profecía del ángel

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  • LA PROFECA DEL NGEL

    PATRICIA BERNAL

    Saga ngeles CadosLibro I

  • ARGUMENTO

    Supongo que habris odo hablar de la guerra entre ngeles y demonios, y todas las versiones han sido contadas desde el punto de vista de los ngeles.

    En medio de la eterna batalla que se libra en la Tierra desde hace milenios, los ngeles cados han sido sealados por el cielo para ser eliminados. Lillith, la protagonista, relata la historia desde su punto de vista, como ngel, y como cado, hasta que Castiel, su compaero del pasado, es designado para acabar con ella y reclutar a un humano, Joel, para convertirse en Malak, un mensajero de los ngeles. Pero es hora de tomar partido y ms que nunca los humanos estn a punto de vivir el Apocalipsis que cita la Biblia.

  • 4PATRICIA BERNAL EDICIONES FRUTILLA

    NDICE

    Prlogo............................................................................... 7

    Captulo 1.............................................................................. 9

    Captulo 2......................................................................... 13

    Interludio I...................................... 23

    Captulo 3...................................................................... 26

    Interludio II................................................................... 37

    Captulo 4...................................................................... 44

    Interludio III.................................................................... 61

    Captulo 5...................................................................... 65

    Interludio IV................................................................. 76

    Captulo 6..................................................................... 87

    Interludio V................................................................. 101

    Captulo 7.................................................................... 103

    Interludio VI................................................................ 119

    Captulo 8.................................................................... 122

    Interludio VII.............................................................. 135

    Captulo 9.................................................................... 137

  • 5PATRICIA BERNAL EDICIONES FRUTILLA

    Interludio VIII..............................................................151

    Captulo 10.................................................................. 154

    Interludio IX............................................................... 168

    Interludio X................................................................. 172

    Captulo 11................................................................... 174

    Interludio XI................................................................... 191

    Captulo 12.................................................................. 194

    Interludio XII............................................................. 206

    Captulo 13.................................................................. 210

    Interludio XIII............................................................ 230

    Captulo 14.................................................................. 233

    Interludio XIV............................................................ 243

  • 6PATRICIA BERNAL EDICIONES FRUTILLA

    Las almas de todos los hombres son inmortales,

    las de los justos, son inmortales y divinas.

    Scrates

  • 7PATRICIA BERNAL EDICIONES FRUTILLA

    PRLOGO

    Yo soy Miguel. El Prncipe del Cielo, gran comandante de las huestes celestiales. El gran Arcngel, siempre fiel a mi Padre, al Altsimo, aquel que todo lo sabe y nunca se equivoca. Porque he de pensar que no puede cometer errores, o que son errores premeditados, quiz para amenizar nuestra existencia eterna. Y los humanos son eso, un error. Sus imperfecciones sin lmite destruyen lo que tocan, dejan caos y destruccin a su paso. Peores que los demonios, esos seres inmundos a los que damos caza. Pero la culpa de que los humanos sean as no la tienen ellos. Son dbiles, se dejan influenciar por los seres de la oscuridad. No saben mantenerse en el camino de la

    virtud cuando los tientan con posesiones, con favores carnales, o con cualquier minucia con la que suean.

    Mi hermano, el que un da fue el ngel ms bello de la creacin, nos traicion. Quiso ser Dios, pero solo puede haber un nico Dios. En mi opinin su castigo no fue proporcionado a su pecado. Desterrarlo a la Tierra fue demasiado benvolo, pues aun as l y su escoria pueden disfrutar de momentos de alegra entre el tormento eterno, injustamente merecido. Solo es cuestin de tiempo que cometan un error. Mi ejrcito crece por minutos, impartir la justicia que este mundo tanto necesita. Mi Padre, el padre de todo, se ha sumido en un letargo del que no sabemos cundo despertar, y es mi deber llevar a cabo la limpieza de su creacin. El fuego de mi espada arrasar la tierra, las aguas del mar enfriarn las cenizas, y comenzaremos de nuevo. Dos mil millones de aos son un parpadeo para los seres como nosotros. El mundo recobrar el esplendor con el que fue creado, los animales volvern a poblar los bosques, selvas y desiertos, el orden natural recobrar su equilibrio.

    Se acerca el da en el que mi hermano y yo nos enfrentemos en la lucha definitiva, decisiva en la suerte de nuestro mundo. Solo hay dos bandos. La luz contra la

    oscuridad. O estn con la luz o contra ella. No hay punto medio. En cualquier caso, los humanos pierden. Esta empresa es superior a ellos, no tienen voz ni voto. Solo se decide la supremaca, instaurar el equilibrio, o el caos, la destruccin, el dolor y bsicamente convertirlo en una extensin del infierno.

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    Los Cados y demonios, aquellos que eligieron el camino del mal, rechazando la gracia infinita de Dios, recibirn su castigo. Ah est ella. Me oblig a hacer algo que

    no quera, pero ella se lo busc. Ahora no tendr piedad. Cuando regrese de nuevo a terminar mi cometido, ella ser la primera a la que abatir con mi espada.

    Yo soy Miguel. Arrepentos, o morid.

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    CAPTULO I

    Supongo que habris odo hablar de la guerra entre ngeles y demonios, de la gran batalla entre el bien y el mal, la eterna lucha entre el cielo y el infierno. Y todas las versiones han sido contadas desde el mismo punto de vista. El de los ngeles. El primero en contar su versin fue Gabriel, tambin lo hicieron Uriel y Rafael. El ltimo fue Miguel. Pero no todo lo que hay en el cielo son arcngeles, ni todo lo que hay en el infierno son demonios. Tambin existen las Arpas, las Mnades, y los ngeles cados.

    Los Oscuros. Mi nombre es Lillith, y soy un Cado.

    Las huestes del cielo se estn organizando. Dios ha enviado a la Tierra un ejrcito de sus mejores ngeles, con su general, Miguel, al mando. El motivo? El Mal est ganando la batalla. Hasta ahora las fuerzas de ambos bandos han estado igualadas, ganando pequeos asaltos. Pero el bando del Bien se est viendo mermado. Os contar el motivo. Hace muchos siglos atrs, fui un ngel, con grandes alas de plumas doradas en mi espalda. Era uno de los favoritos de Dios, uno de los pocos que tenan su favor incondicional. Mi padre nos cont una vez, que cada ngel tiene una tentacin, que era el precio a pagar por la perfeccin, y que debamos superarla para seguir siendo puros. Nunca nos dijo a qu clase de tentacin se refera. En mi caso, mi tentacin se llamaba Lysander. Era un demonio, el guardin del Averno. Cuanto mayor es tu rango, mayor es el rango del demonio que se te est asignado.

    A m me toc uno de los gordos. Pero Dios tampoco nos dijo cmo luchar contra la tentacin. As, con el primer beso, me alej del cielo para siempre. Perd mis alas, y fui empujada al abismo. Pero ese es el motivo de mi cada, no de por qu el Bien est perdiendo. Tiene su relacin. Los ngeles ramos las creaciones de Dios, seres perfectos sin taras, sin defectos. Pero pap trajo un nuevo hermanito a casa, los humanos. Los amaba con todo su corazn, y tambin lo hicimos nosotros. Se convirtieron en su ojito derecho, pero muchos de los nuestros no lo soportaron, pensaban que los humanos eran una abominacin, seres imperfectos y grotescos, y bajaron a la Tierra. Ellos fueron los primeros Oscuros. Con ese primer paso, muchos fueron los ngeles que se pasaron al bando contrario. Por si no lo sabais, hay una diferencia entre los ngeles cados y los demonios.

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    Los demonios nunca han sido ngeles, nunca han sido buenos, ni han sufrido ninguna cada, fueron creados a imagen y semejanza de Lucifer, al igual que nosotros fuimos creados a imagen de Dios, pero ellos tienen el poder de entrar en la mente de los mortales, corrompindolos. Sin embargo, los Oscuros, ah, son muy diferentes. Conservamos los mismos poderes que cuando ramos ngeles, que son prcticamente ilimitados, pero corremos con el riesgo de convertirnos en demonios. Si un Cado se hace con un alma pura, se convertir en demonio. As de simple.

    Los humanos sois muy aprensivos hacia la palabra demonio. Es escucharla, y enseguida os ponis nerviosos y os imaginis una escena grotesca al estilo de El Bosco. O peor an, al estilo de Dante y su estpida mierda del Inferno. Por favor. Llamas, almas torturadas y todo el mundo gimiendo. Eso no es nada comparado. En realidad, los demonios se ven a s mismos como entrenadores del libre albedro, todo gira en torno a la influencia. Y por supuesto, no tienen alma. La fe, la esperanza y el amorla

    prudencia, la templanza, la justicia y el valortodos esos trastos intiles simplemente atestan de demasiada maldita moralidad al corazn humano, obstruyendo el camino del innato deseo del alma por la maldad. Esto lo aprend de un demonio.

    El asunto es que las cualidades del alma no son muy distintas de los componentes del cuerpo humano. La forma corprea tiene cierta cantidad de partes rudimentarias, como el apndice, la muela del juicio, y el coxis todas las cuales son en el mejor de los casos innecesarias, y en el peor capaces de comprometer el funcionamiento de todo el conjunto.

    Los demonios no pueden soportar perder, sencillamente no es una opcin que se planteen siquiera. Ellos no pierden y por eso no les preocupa.

    Miguel y sus ngeles se preparan para bajar a la Tierra. Este es nuestro campo de batalla. Llevo incontables siglos lejos de mis hermanos, y se acerca el da en que debamos formar parte de esta batalla. He experimentado las emociones humanas: odio, ira, alegra, sorpresa. Los ngeles estbamos equivocados. Los humanos son los seres perfectos, no nosotros. Se equivocan, es cierto, cometen errores, pero creen en el perdn. A los ngeles les pierde su prepotencia. Muchos de ellos no ven con buenos ojos a los humanos. A Miguel no le importar llevarse por delante a meros peones; como buen general, solo piensa en ganar. Tampoco siente demasiado aprecio por ellos. Pero no cuenta con que los humanos lucharan. Esta guerra ya no concierne a ngeles y demonios, tambin a los humanos.

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    Os explicar por qu tenemos alas. Los ngeles son seres alados, ya sean de plumas doradas o de plumas negras como las de los cuervos. Es as porque en nuestro estado inmaterial, siendo simplemente esencia, nos resultaba ms fcil convertirnos en seres alados para tomar forma material. Los ngeles son insoportablemente bellos y perfectos. As nos cre Dios. Los humanos nos dedicaron templos, nos tomaban por dioses hermosos y omnipotentes. Y vosotros pensareis, Venga ya, los ngeles no son dioses y nunca pretendieron serlo. Pues os equivocis. Si estudiis la mitologa de cualquier pueblo, de cualquier poca o cultura, encontrareis relatos de guerras, disputas o batallas entre dioses benvolos y dioses caticos. Bajo distintos nombres, bajo distintos aspectos, siempre fuimos nosotros. ngeles y demonios enzarzados en una guerra eterna que los humanos no comprenden. Pero nunca ha visto nadie a Dios, ni los ngeles que supuestamente fuimos castigados por l, ni los que dicen ser sus mensajeros, ni los demonios. Nadie. Desde el principio de los tiempos.

    Veris, segn la versin de Dios, los demonios nacieron de un ngel al que l mismo desterr, su ojo derecho, Luzbel, El Lucero Matutino, al intentar sublevarse contra l y querer tomar el mando del Paraso. Recuerdo vagamente cuando el ser humano no exista. El mundo era bello y estaba lleno de vida, los ngeles nos esforzbamos por conservarla y los demonios se empeaban en destruirla. Fue en esa poca cuando aparecieron las espadas. Miguel y Lucifer ya batallaban por el control del mundo. Pero como he dicho antes, con la aparicin de los humanos, muchos ngeles decidieron colgar las alas y se movieron entre ellos como inmortales. El da que me conden a m misma, fue el da que Dios me envi a la Tierra. Mi misin era matar a un demonio, Lysander. Todo ngel y todo demonio, estn condenados a enzarzarse en una lucha a muerte, y ninguno de los dos sabe nada del otro. Yo no saba nada de l.

    Pero yo crea en la redencin, y quera entender por qu hacan lo que hacan, por qu los demonios destruan la belleza que nosotros veamos en el mundo. Trat de explicarme que era parte de su esencia, su forma de ser. Y yo lo comprend. Que Dios me perdone, pero lo entend. En el fondo de mi corazn, quera creer que haba algo ms que lucha. Quera creer que entre ngeles y demonios poda existir una convivencia pacfica.

    Que podamos elegir. Me equivocaba. Lysander necesitaba hacerse con un alma pura, el alma de un ngel, y se lo puse en bandeja. Le cre. Cre lo que me dijo, y fue cuando perd cualquier contacto con el cielo. Mis alas nunca ms volvieron a ser doradas, nunca pude volver a hablar con mis hermanos, y qued atrapada en la tierra como un ser inmortal. Miguel, el Prncipe de los ngeles, y Lucifer, el Seor de los Demonios, librarn muy pronto la ltima batalla, y muchos de los mos caern, ya sean ngeles u oscuros. Creo

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    que fui el primer Oscuro que llor por la muerte de un ngel. Los Cados y los demonios matan ngeles por diversin, por venganza o por aburrimiento.

    No importa el nombre ni la condicin. Ya no soy capaz de levantar la espada contra los que fueron mis hermanos. Algunos han cado bajo mi mano, pero solo cuando se trataba de vida o muerte. Yo nunca he sido la primera en atacar. Ahora el cielo ha puesto un precio muy alto por mi cabeza. Por qu? Cul es mi pecado? Solo ser un Cado. Solo dejarme llevar por mi corazn, que me llev a un callejn sin salida. No estoy dispuesta a morir an. No he pasado por tanto durante tanto tiempo para darme por vencida sin ms. Si un ngel intenta matarme, lo siento, pero luchar por mi vida. Ms le vale al cielo que no enve a su mejor mensajero, porque lo perder. El egosmo es innato, tambin la supervivencia. Supongo que tendr que desempolvar mi espada.

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    CAPTULO II

    La Cada. Es lo primero que recuerdo de mi llegada a la Tierra. En mi cabeza resuenan voces lejanas, las voces de mis hermanos. Solo poda preguntarme, qu ha sido de ellos? Pero la verdadera pregunta es, qu ha sido de m? Mis ojos seguan siendo de esa mezcla de azul, verde, dorado y lavanda, caracterstica de los ngeles. En la Tierra no haba luz, esa luz que haba en el cielo. No poda ver mis alas. Saba que ya no eran doradas, saba que ya no irradiaban luz, pero no poda verlas. Fui marcada como un Oscuro, desde ese da, la marca, el smbolo del pecado, una serpiente de color negro con ojos rojos, mancha mi impecable piel blanca. La oculto con mi largo cabello dorado, que procuro llevar suelto para no mostrar la parte de la espalda que me delata como un Cado.

    Lo primero que sent fue dolor. Un dolor intenso en el alma, como si me hubieran arrancado una parte de m. Los sentimientos humanos nunca me haban afectado, pero el dolor, la tristeza, el miedo, me invadieron y colapsaron mis sentidos. Cre que me encontraba en la Tierra, y as era, pero una voz que ya conoca me gui a travs de un rido desierto de tierra roja hasta la misma puerta del Infierno. No tena ninguna

    otra opcin, no tena ningn lugar para m en la Tierra, y vea aquel destino como un castigo que me mereca. Fueron soportables los primeros doscientos aos, pero decir que aguant dos siglos en el Infierno es prcticamente un rcord. Nadie que entra all

    vuelve a ser el mismo. El tiempo no transcurre de la misma manera en el cielo, la tierra y el infierno.

    Me llamo Lillith. En realidad, mi nombre es Amatiel, la Saeta Dorada, era el nombre que me dio Dios, pero eso es parte del pasado. Me referir a m misma como Lillith, pues fui bautizada as por los Cados, que como yo, abandonamos el cielo. Lilith fue la primera mujer de Adn. Segn la tradicin popular, ella fue el primer demonio sobre la Tierra, y se la conoce como la Concubina del Infierno. No s si sentirme halagada,

    pero me guste o no, esto es lo que soy ahora. De todas formas, tampoco se sabe lo que pas con ella. Se dice que se suicid al darse cuenta de su error, pero era demasiado tarde, y los demonios ya caminaban por la tierra. Cuando era un ngel, mi trabajo era entrenar a los ngeles menores, y tena una espada, una de fuego.

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    Cada ngel, sea bueno, cado, incluso los demonios, tienen una espada. Son de diferentes colores, pero eso se debe solo a su esencia. La ma, era blanca. Cuando ca, se volvi de un color rojo oscuro. Eso no es importante ahora, supongo. Los humanos no pueden vernos a menos que nosotros queramos que as sea. Hay excepciones, por supuesto, algunas personas pueden vernos y sentirnos, aunque la mayora de las veces nos gusta exponernos, y mostramos nuestro aspecto como comunes mortales. Amaba este mundo cuando lo contemplaba desde arriba, y lo sigo amando. Todos los ngeles no son guapsimos y estn como un tren, pero todos, absolutamente todos, tienen una especie de magnetismo, carisma, o sex appeal, podis llamarlo como queris. El de los demonios es mucho mayor. Es as como conquistan a los humanos. Esa es la razn de que una persona escuche antes a un demonio que a un ngel.

    Podris comprobar que a menudo los demonios y los Cados estn relacionados como si fueran lo mismo. Antes os he explicado la diferencia, pero en esencia, somos prcticamente lo mismo. Eso se debe a que la gran mayora de los Cados, se han pasado al bando del Mal, y por eso actan como los demonios. A veces yo misma me comporto como uno. El papel de un demonio es ayudar a la gente a ver y a expresar su verdad interior sin que se vea confundida por toda esa tonta y engaosa humanidad. Mientras la gente se mantenga fiel a su esencia, las cosas irn en la direccin correcta. Porque s,

    es cierto, todos tenemos un lado oscuro.

    Os comentar un poco ms acerca de los arcngeles. Originariamente eran diez. Ahora solo quedan siete. Uriel es el guardin de las puertas del paraso, para desgracia de Adn y Eva. Miguel es el general de las huestes del cielo, un gran militar. Gabriel tiene fama de ser amable, no obstante, es el portador de buenas noticias. Es el mediador entre el Cielo y los humanos. Rafael es el encargado de entrenar a las legiones, los ngeles menores y se le atribuye el poder de la curacin. Raguel es el que imparte justicia, su misin es que el equilibrio entre ngeles y mortales se mantenga, y es el que castiga a los que no cumplen las normas. Remeiel y Zerachiel no tienen una funcin definida, pero se

    podra decir que se encargan bsicamente de alabar a Dios.

    A simple vista no podrais distinguir a un ngel de un demonio. Un demonio puede darte el mejor de los consejos con la mejor de las intenciones, un ngel puede perjudicarte si con eso cree que salvar la creacin. Y el mayor de los psicpatas puede ser un mortal corriente. Es complicado. No me convert en Cado por voluntad propia, pero no tengo otro remedio, no puedo volver al cielo, as que no hay motivo para seguir comportndome como un ngel. Si os dijera que no disfruto controlando a algn que

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    otro humano, estara mintiendo. Ser malo es mucho ms fcil que ser bueno.

    Los primeros aos que pas en la Tierra, fue muy duro mantener las plegarias de la gente a raya. Las oa en mi cabeza, pero con el tiempo aprend a ignorarlas, y ahora apenas las escucho. Mi misin ya no es protegerlos. Durante ms de veinte aos, busqu a Dios desesperadamente. Lo busqu en los templos y lugares sagrados de todas las religiones, en sinagogas, iglesias, mezquitas, catedralesalzaba la cabeza y cerraba los ojos buscando cualquier rastro de esencia divina, pero nunca lo encontr. Lleg un momento en que me cans de buscar. Y perd la fe. Siempre fui fiel a mi padre, y

    perdonadme si no puedo asumir que me equivoqu. Pero un padre perdona a su hijo cuando se equivoca. Yo no he sido perdonada.

    As que, estoy sentada en uno de esos ruidosos bares humanos, esperando pacientemente en una mesa en una de las zonas con menos iluminacin, a que llegue Dunia. Ella es un demonio. Pocos son los Cados que yo conozca que no sean demonios. Pero Dunia nunca ha sido un ngel.

    Lillith?

    Le sonro abiertamente, y me doy cuenta que un par de personas se fijan en m

    porque mis dientes son bastante resplandecientes.

    Llegas tarde.

    Dunia siempre llega tarde. La puntualidad no es su fuerte. Supongo que estar pensando en lo mucho que he cambiado, en qu habr hecho en este tiempo, blablabl. He desaparecido durante unos meses, tena asuntos que resolver, pero he vuelto. Mi pelo est ms largo que la ltima que nos vimos, pero sigue igual de rubio, mis ojos igual de sobrenaturales, que intento ocultar con lentillas, y en fin, que sigo estando viva. Me

    levanto de la silla para darle un abrazo a modo de saludo, y ella ocupa el sitio enfrente del mo.

    Siempre eliges los peores antros.

    S, como comprobareis, Dunia es muy maja. Y no lo digo literalmente. Sino ms bien en tono irnico.

    No me apeteca buscar.

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    Estoy cansada de buscar. Dunia sigue teniendo el pelo castao oscuro, a la altura de los hombros, con unas ondas bastantes monas. Usa lentillas verdes para ocultar sus ojos. A pesar de lo que pueda aparecer por su aspecto, Dunia es un demonio antiguo, cruel y despiadado. No te gustara tenerla como enemiga.

    Me han llegado rumores, Lillith. Rumores sobre Miguel.

    Qu clase de rumores?

    Yo ya estoy informada de los planes del cielo, no os dir cmo lo s, pero no pienso interferir. Dunia se enciende un cigarrillo y pide una copa.

    Dicen que Miguel se est preparando, que el cielo est listo para atracar.

    Miguel est listo para atacar desde que fue creado.

    Eso es una verdad como un templo. Yo lo s mejor que nadie. Conoca bien a Miguel, a Raguel, a Gabriel, y a muchos otros ngeles. Hay muchos. Los ms famosos son siete, como he dicho, los ms poderosos, pero hay muchos. Y a modo de curiosidad, Uriel es una mujer. Eso de que los ngeles no tienen sexo es una chorrada como una casa. Sabis qu? En el cielo nunca nos explicaron cmo sera estar aqu abajo. Y a veces es una puta mierda. Alguna vez habis sentido miedo? Pues yo no, hasta que llegu a vuestro mundo.

    Dunia se re de pronto, y me saca de mis cavilaciones.

    El infierno tambin est listo. Hemos ganado muchas batallas, ganaremos la

    guerra.

    Dudo mucho que Dunia quiera que acabe esta guerra. Ella disfruta matando ngeles. No la condeno. Hemos sido programados para la lucha, lo llevamos en la sangre, esto no acabar. Pero si la guerra acaba, uno de los bandos ser el perdedor, y Dios mont todo esto de tal manera para que nadie ganara, por eso siempre han estado igualados los bandos.

    No importa esa estpida guerra. Estoy harta de la maldita batalla.

    Le doy un trago a mi bebida, un Martini con ginebra, y desvo mi mirada por un momento entre la gente del bar. Los humanos son tan felices en su ignorancia. Ninguno

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    sabe lo que se est cociendo fuera de su entendimiento, y siguen con sus vidas. A veces los envidio.

    Muy bien, qu te est rondando por esa cabeza? dice sin demasiado inters.

    A pesar de ser un demonio, es una buena amiga. Dudo un momento antes de contarle lo que de verdad pienso.

    Estos meses, bueno, he estado pensando. Llevo muchos siglos en la Tierra, y yo nunca suspiro. Quiero dormir.

    Dunia alza las cejas con confusin.

    Eso lo haces casi todas las noches. Un estremecimiento recorre mi espalda al pensar en los momentos que paso dndole vueltas a mi cabeza mientras la luna sigue en lo ms alto.

    No, idiota, no me refiero a eso. Quiero decir, dormir de verdad. Como los

    humanos. Nosotras nos acostamos sin poder dormir. No tenemos sueos.

    Yo s tengo sueos. Y me las arreglo para alcanzarlos.

    La miro frunciendo el entrecejo.

    Es un deseo un tanto curioso, lo s, soy consciente. Pero yo no puedo dormir. Tampoco necesito comer, ni nada de eso. Solo quiero saber qu se siente. Soar y ser trasportado a ese lugar en tu mente en el que no tienes que preocuparte por nada. Lo he olvidado.

    De todas formas, eso es estpido. Por qu quieres ser dbil como ellos? Quieres que te manipulen?

    Ya me manipulan, y es peor cuando eres consciente.

    Los humanos tienen cosas buenas. Nunca te has preguntado cmo sera ser igual que ellos?

    Dunia me mira como si hubiera perdido la cabeza. Ya s que ella nunca ha querido nada de eso. Es feliz siendo un demonio. Tiene suerte.

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    No. Y t tampoco deberas preguntrtelo, no es una buena poca para ellos. Termina tu copa, Lysander nos est esperando.

    Oh, s, haba olvidado esa parte. Lysander se hizo con mi alma pura, pero l era lo nico que tena en la Tierra. S perfectamente que todos sus actos son por beneficio

    propio, pero ya que estoy condenada de por vida, l es el nico referente que me queda. No suelo pagar las copas muy a menudo, pero esta vez dejo unos billetes sobre la mesa y abandono el bar con discrecin. En menos de un segundo nos materializamos en la enorme casaaunque debera decir palacioque Lysander tiene en Londres. Lysander no es como imaginis. La primera vez que lo vi, sent un calor en el estmago que no haba sentido nunca. Una sensacin de fro mezclada con calor recorri mi columna como una corriente elctrica. Era su poder. Un poder que lo hace mil veces ms atractivo, y eso puede percibirlo tanto un ngel como un humano. Su pelo es negro como la noche, y su piel plida, aunque no tanto como la ma. Nunca usa lentillas, y luce sus ojos negros con el borde del mismo color que el fuego del infierno. Sus labios incitan al pecado, su cuerpo

    surcado de perfectos msculos tiene un brillo tentador y sobrenatural. Entendis ahora por qu me corromp?

    Pero Lysander es un milln de veces peor que Dunia, o que cualquier demonio que haya conocido. Es uno de los Seores Oscuros, el equivalente a los arcngeles. Fue ese poder demonaco lo que me ceg. S, Lysander era un ejemplar indescriptible, pero tambin haba conocido antes a otros ngeles ms atractivos. Pero nunca sentir ningn tipo de emocin por l. Una cosa es que l fuera el culpable de que perdiera mis alas doradas, otra muy distinta, era que perdiera lo poco que quedaba de ngel en m. Nunca me convertira en demonio, y eso lo cumplira. Intent luchar con todas mis fuerzas contra el deseo que sent por Lysander, pero l era ms fuerte que yo, y bueno, ya conocis el resto de la historia.

    Lillith, mi diosa de azufre, ests de vuelta.

    Odio que me llame as. Siempre que lo hace le contesto con un gruido.

    Para qu queras verme?

    Lysander me mira con esos ojos cargados de odio que son capaces de congelar el fuego.

    Cuando yo te llamo, vienes. Y no vuelvas a usar ese tono conmigo.

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    La mano de Lysander golpea contra mi mejilla, y siento un ligero hormigueo all donde ha impactado. l es de los que creen que a los nios malcriados hay que educarlos. As que yo debo pedir perdn.

    Perdona.

    Su orgullo es algo que valora en demasa, pero aunque yo sea un Cado, el castigo que puede infringirme es inimaginable. He visto a otros antes sucumbir a su ira, el veneno de demonio te recorre las venas y te quema como cido y el dolor se prolonga tanto como quiera. Ya lo he desafiado otras veces, y no quiero recordar las

    consecuencias. He aprendido a bajar la cabeza, a no cuestionarle, no por cobarda, sino porque quinientos aos de castigo continuo ensean a cualquiera. Pido perdn pero no bajo la mirada. l roza con la punta de su dedo mi mejilla y sonre.

    Eso est mejor. Llevo meses sin saber de ti.

    Con un movimiento de su cabeza, Dunia desaparece obedientemente y nos quedamos solos en la enorme sala de mrmol y alabastro oscuro que me devuelve mi reflejo.

    Crea que tu radar demonaco siempre saba dnde estaba.

    Cuando sonre de esa manera es an ms terrorfico. Yo no retrocedo, me

    mantengo firme. Soy sumisa, pero no estpida.

    Intento no ser un dueo demasiado asfixiante, pero me gusta saber dnde

    estn mis pupilos. Su sentido del humor macabro puede llegar a ser desconcertante. Has sido inteligente en volver antes de que tuviera que ir a buscarte. Ahora que ya ests aqu podemos volver a los negocios.

    As es cmo l llama a sus ocupaciones demonacas. Le he dejado claro mil veces que no quiero participar, siempre encuentra la manera de hacerme chantaje. Al fin y al cabo, es un demonio.

    Qu me pedirs esta vez?

    Tengo algo que solo t puedes hacer. Un Malak.

    Abro los ojos con asombro. Los Malak son los mensajeros de los ngeles, algo

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    as como sirvientes angelicales que protegen a los humanos de manera ms directa. Lysander brilla de emocin.

    Un Malak? Quieres que lo mate?

    Um...pocas veces consigo sorprenderte. El Gran Seor lo quiere. Vivo.

    Lucifer pocas veces se interesaba por un humano. Los Malak son inofensivos, se dedican a llevar los mensajes que se les asigna y no interfieren en el equilibrio. Nadie

    merece tanto su atencin como para reclamarlo. Hasta los demonios ms peligrosos le teman. El propio Dios le tema, por eso lo expuls del cielo. Segn la versin de los demonios, claro.

    Y qu pinto yo en todo eso?

    An no ha sido reclamado por los ngeles, pero lo harn pronto, en cuanto sus poderes despierten. Tu deber es convertirlo en Cado.

    Ahora s que me siento confundida. No me convertir en demonio siempre y cuando no me haga con el alma de un humano, pero Lysander tampoco quiere que lo sea. Disfruta ms de esta manera, ordenndome y obligndome a obedecer, como un demonio no le sera tan til. Ningn Malak puede suponer una amenaza para el infierno, por lo que no entiendo nada.

    No es un ngel, no puede caer.

    Ah es dnde entras t. Sedcelo, ensale las ventajas de pertenecer al Mal, el nico bando ganador. No supondr un gran esfuerzo para ti. Tienes armas de sobra.

    Soy consciente de ello. El cuerpo de un ngel, al igual que el de un demonio, est hecho para atraer. El magnetismo del que os hablaba. No tengo eleccin. Es el humano, o yo, y siento que mis sentimientos egostas estn tan presentes, pero no tengo intencin de morir a manos de un demonio. En otros tiempos me habra parecido una muerte digna y gloriosa, ya no lucho por lo mismo que antes.

    Si lo hacesLysander prosigueretirar aos a tu condena.

    Me quedo sin aliento. Cuando un ngel se corrompe por culpa de un demonio, como en mi caso, ests condenado a servir a ese demonio de por vida, a no ser que ste

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    te deje libre. Yo no tengo la suerte de ser libre, por lo que veis, no tengo eleccin. Sueo desde hace mucho con ser plenamente libre.

    Bajo la mirada. Lysander sabe que no puedo negarme a nada cuando se trata de rebajar mi condena, y lo usa en mi contra cada vez que quiere. Rompe la distancia que nos separa y me besa. Sus besos no significan nada para m, pues sin quererlo me

    convert en una concubina del infierno, no me aparto de l, pero tampoco correspondo

    a su beso.

    Eres una buena servidora, Lillith.

    Eso me llena de pesar. Una servidora, del Mal. En esta enorme sala, miles de estatuas nos miran desde todos los ngulos. Rplicas exactas de estatuas anglicas de todo el mundo. Hay ngeles completamente dorados, otros son de mrmol, otras de piedra, copias perfectas de monumentos. Hay una que no puedo dejar de mirar.

    La estatua del ngel Cado.

    Una rplica de la misma estatua que adorna el parque de El Retiro de Madrid. Creo que es la nica ciudad del mundo que dedica una estatua a Lucifer. La mano que cincel dicha escultura, lo represent como un hombre joven, musculoso, e indudablemente guapo. Una vez lo conoc, hace mucho tiempo, y al menos en eso coincide. Una serpiente se enrosca sobre su cuerpo, atndolo al mundo. No puedo saber si su expresin es de horror, o miedo, o tal vez de desafo. No puedo dejar de pensar que l tambin amaba a Dios, y que despus cay. Hay muchas cosas que no puedo entender. Los humanos hablan de Dios como un ser compasivo, que es capaz de perdonarlos del ms horrible de los pecados si se arrepienten sinceramente. An no comprendo por qu lo que hice disgust tanto a Dios. De todas maneras, es una estatua hermosa.

    Siempre miras esa escultura de mi Padre. Casi hay veneracin en ti cuando lo haces.

    Lysander lo llama padre. No dudo que lo sea, pero dudo que ese padre al que describe alguna vez haya tenido una expresin tan humana. l prefiere la escultura que

    se encuentra justo enfrente. La llama El ngel de la Perversin. Mand hacer una igual despus de que la viera en un cementerio y all est, mirndote con esos ojos cargados de significado. Una esplndida estatua de un ngel gloriosamente desnudo con las alas

    extendidas, y mirada desafiante. Se ha hablado mucho de los tormentos del infierno,

    podis leer a Dante para ms detalles, pero puedo aseguraros que no existe nada parecido

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    al averno. NADA.

    No es veneracin, y lo sabes.

    T ya no eres un ngel. Olvida toda la mierda que te han hecho creer, ahora sabes la verdad sobre Dios, que no le importa el mundo, ni sus preciados ngeles. Asmelo de una vez.

    Quiero decirle que no es cierto, pero lo es. Se les acusa de mentirosos, pero la verdad es que los demonios no mienten; saben cmo sacar provecho de todo.

    No tienes que seguir mis rdenes, pero si lo haces, estars un poco ms cerca de la libertad. T decides.

    Maldito libre albedro. Sonre con frialdad porque sabe que aceptar. Lo repito, maldito libre albedro.

    Dnde encontrar a ese humano?

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    INTERLUDIO I

    Desde el cielo, un ngel contempla con atencin el mundo de los humanos. Puede distinguir a los demonios y a los cados moverse entre ellos, pasando desapercibidos, caminando como despreocupados mortales, como si nada. Castiel registra a travs de sus ojos dorados los movimientos de un grupo de humanos. Entre ellos se encuentra el humano que est llamado a ser un Malak. Sabe que los demonios se han puesto en marcha para ganar su alma, pero Castiel ha sido designado el encargado de evitar que eso suceda. Rafael le ha encargado la muerte de un Cado llamado Lillith. No sabe nada sobre ella, salvo su nombre, y que es una de las concubinas del infierno.

    Dicen de ella que su aspecto es como el de un ngel, sin duda uno de los muchos disfraces que usa para seducir a los hombres. Quien yace con ella, se condena para siempre. Un cado menos no supone una gran diferencia, pero an puede salvar muchas vidas si es eliminada. Su misin es matarla, y su espada est lista. Se acerca la hora de bajar a la Tierra. Cuando toque el suelo, sus alas se ocultarn, y los humanos lo vern como otro de ellos. Los demonios podrn captar su presencia, pero los abatir con su espada. Su mejor amiga, su hermana, Ahriel, se acerca a la nube para despedirlo. De todos los ngeles a los que ha conocido, Ahriel era con diferencia su favorita. Ella ocupara su lugar mientras estuviera en la Tierra.

    Tienes suerte.

    Castiel mira con sorpresa al encantador ngel. Su pelo negro ondula a su espalda en ligeros mechones.

    Por qu?

    Por tener la oportunidad de bajar a la Tierra. Es tan hermosa

    Ahriel nunca ha sido designada a ninguna misin en la tierra, su misin es la de guiar a los mortales, pero cuando stos la llaman, no puede tocar nada, no es ms que un espectro, sin ser vista, sin poder ser tocada.

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    Tengo la sensacin de que he estado antes.

    Y no es una sensacin extraa. Ha observado tanto las costumbres humanas que se siente como si ya lo conociera todo de ellos. Se despide de Ahriel y se deja caer, extendiendo las alas y planeando.

    Al tocar el suelo, su tnica blanca se transforma en un elegante traje blanco. Su pelo color caramelo ligeramente ondulado se mueve por la fresca brisa. Cierra los ojos un momento, y estos adquieren un color azul, para confundirse con el de los humanos. Se detiene a leer un cartel. Londres, all es donde ha cado. La ciudad en la que vive el Malak.

    Primero deber observarlo, esperar el momento adecuado para revelarle su destino. Castiel conoce el problema, desde lo ms profundo de su ser lo sabe: en la Tierra se est jugando un partido, donde los equipos rivales son los ngeles y los demonios, y Dios no es ms que un espectador de tal espectculo, no es juez ni verdugo, y eso es lo que ms le duele. Demasiadas pelotas cadas. Demasiados tiempos muertos. Demasiados empates que haban conducido a demasiadas prorrogas de partidos sin resolver. Lo que haba empezado como una contienda apasionante evidentemente haba perdido su atractivo, y a los equipos se les haba avisado: Concluid el juego, chicos.

    Un par de mujeres humanas se giran para mirarlo y sonren. Es un hombre atractivo fsicamente, de un metro ochenta y cinco, fibroso por el arte de la batalla,

    con una elegancia propia de los ngeles. Hace aparecer en su bolsillo unas gafas de sol, unas Ray-Ban, segn indica la patilla, y se protege los ojos con ellas. La Tierra es muy diferente vista de cerca. Hace calor, y sus dedos sienten un hormigueo agradable cuando los baa la luz del sol. La gente va de un lado a otro sin preocupaciones, nios que juegan en el parque, un grupo de chicas comentan alegremente lo sucedido en una fiesta, una pareja pasea cogida de la mano. Desde su nube ha contemplado muchas veces

    cmo los humanos se besaban, cmo compartan momentos ntimos, pero nunca haba sentido la necesidad de probarlo por s mismo. Castiel era uno de los primeros ngeles, relativamente antiguo, teniendo en cuenta que los ngeles fueron creados en los albores de la Tierra, pero despus de l haban surgido muchos ngeles nuevos.

    Castiel siente curiosidad por ver la Tierra, y pasea por las calles contemplando maravillado los escaparates de las tiendas de electrnica, las curiosas vestimentas de las mujeres, enseando ms piel de la que se insina, y por un momento, ansa vivir como ellos. Sacude la cabeza y aleja esa idea. Ama su vida, est orgulloso de ella, y volver al

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    cielo cuando acabe su misin. Siempre y cuando consiga su objetivo, aunque lo que en verdad desea es poder conseguir otra prrroga para ese maravilloso planeta que tanto ama, poder seguir observando a los humanos desde lo alto de su nube, imaginarse cmo sern sus vidas, y por qu no, imaginarse cmo sera sentirse como ellos.

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    CAPTULO III

    Me cubro el rostro con unas gafas de sol oscuras. No por intentar esconder mi identidad en mi tarea de vigilancia, sino para que el sol no me impida captar todos los detalles. El humano al que debo corromper, no es ms que un adolescente de ltimo curso. Ni siquiera ha cumplido los dieciocho aos todava. Estoy observando desde el otro lado de la calle cmo sale del instituto acompaado por dos chicos ms. Deduzco que sus compaeros. Se llama Joel Green. Vive en el centro de Londres, con su madre pintora y su hermana pequea, Andrea. Es un estudiante modlico, saca sobresalientes en casi todas las materias sin ningn esfuerzo, con especial habilidad en el latn. Coincidencia? Nunca lo han operado, ni ha tenido que ir al mdico, y la nica vez que ha estado enfermo solo pill un resfriado. Sus ojos marrones se los debe a su padre, igual que el color de su pelo, castao claro. El tatuaje de un dragn que lleva en la espalda se lo hizo despus de una discusin con su madre, como un acto infantil de rebelda, pero ni siquiera le gusta.

    Est loco por una chica de su clase, llamada Eva, desde que estaban juntos en primaria, pero nunca se ha atrevido a decrselo. Es tmido, carismtico y divertido. Como veis, lo s todo sobre l. Un demonio puede conseguir toda la informacin que desee, por diversos medios, y Lysander se ha encargado concienzudamente de que conozca hasta el ms mnimo detalle de su vida. Cree que eso me har el trabajo ms fcil. Tambin s que los dos chicos con los que charla animadamente son sus mejores amigos, a los que les cuenta todos sus problemas y alegras. El chico moreno con gafas que se encuentra a su derecha se llama Brian, es el hermano de Eva, y el de la izquierda es Austin, su otro mejor amigo.

    Pdele que te acompae al baile. Brian insiste en que Joel debe declararse durante el baile de primavera.

    Al parecer eso de los bailes es una tradicin muy popular entre los adolescentes humanos. Desconozco la mecnica, no he asistido a ninguno.

    Os conocis desde que tenamos cinco aos, no te dir que no. Austin est de acuerdo con su amigo y esboza una gran sonrisa de complicidad. chale un par de narices.

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    Joel, sin embargo, parece indeciso. Alzo la mirada por encima de las gafas y me aseguro de que se encuentre con mis ojos. Me mira. Veo el inters disimulado en su mirada de corderito. Le sonro coquetamente. Joel parece mayor de lo que es en realidad, su cuerpo no parece el de un chico de su edad, y una mujer como yo puede interesarse fcilmente por l. Me giro lentamente desde la acera de enfrente, haciendo deliberadamente que mi mirada se mantenga en l, y me alejo despacio, aunque s que sigue mirndome. He mantenido el primer contacto y es muy importante para despertar la curiosidad.

    Cuando est solo, pensar en m, se preguntar quin soy, su cabeza ocupar gran parte de su tiempo componiendo una historia sobre m. La historia es siempre la misma. Chico conoce chica, piensa en ella, intenta encontrarse de nuevo, y la historia es vieja. Esta noche le har una visita en la soledad de su cuarto, sembrar el inters en su interior, y habr conseguido mi objetivo en poco menos de una semana. Me comporto como un demonio, eso es porque trato con demonios, convivo con ellos. Y casi soy uno de ellos. Casi. Decido observarlo, pero l no es consciente. Soy muy buena ocultndome, de otra manera, es posible que hubiera tenido que vrmelas con unos cuantos ngeles ms.

    Qu pasa, to?Austin mira alrededor buscando aquello que Joel mira con tanto inters.

    Nada. Me lo habr imaginado, supongo. Los dos sabemos que no ha sido una imaginacin.

    Qu te has imaginado?La chica de la que hablaba antes, Eva, se acerca a Joel con una sonrisa. La chica en cuestin es bastante mona, para ser honestos. Su pelo moreno ondulado le queda bien con sus facciones de mueca de porcelana. Supongo que es el prototipo de chica con el que suean los adolescentes.

    Hola, Eva. Puedo percibir que el corazn de Joel se acelera. Me parece un rasgo encantador de los humanos.

    Hola. Has preparado ya tu trabajo de ciencias?Eva se coloca un mechn de pelo detrs de la oreja.

    S, algo tengoporah. Es la primera vez que lo escucho mentir. Pero si necesitas ayuda con el tuyo, ya sabes

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    Decido alejarme y dejo de escuchar sus voces. Lo que tambin s, es que el chico es un Nefilim, mitad ngel y mitad humano, y eso encaja en por qu despierta

    tanto inters. Su padre era un ngel que tuvo un lo con una humana, hecho por el cual fue castigado y asesinado. De la unin de los primeros Cados y los humanos nacieron mestizos, abominaciones por las que Dios inund la Tierra y pidi a No que fabricara su famosa arca. Estos hijos fueron llamados Nefilim. Poseen los poderes de los ngeles, pero

    alma humana. Presiento que el chico an no ha desarrollado esos poderes. Dominamos todas las lenguas, incluidas la de los animales y las plantas, tenemos el poder de sanar, el de materializarnos, el de volar, entre otros muchos.

    Lysander me llama. No puedo negarme a su llamada, por lo que transcurro por una calle poco transitada y me materializo en su casa de Londres. Cuando aparezco, un hombre est al lado de Lysander. Es un demonio. Por la expresin de ambos, s para qu me ha hecho venir. Requiere de mis otros servicios. Os lo he dicho, soy una concubina del infierno, una prostituta, y los demonios acuden a Lysander para acostarse conmigo.

    Un estremecimiento recorre mi cuerpo. Los demonios son extremadamente violentos, pero nada comparado con l, y solo con pensar en lo que me espera, tiemblo.

    No. Las palabras se atascan en mi garganta. Os preguntabais que haba sido de m en todos los aos que han pasado desde que ca? Me he visto obligada a satisfacer a otros, pues de su nivel de satisfaccin depende mi futuro. Si un cliente no sale satisfecho, el castigo que me inflige Lysander es horrible y despiadado. La mano de

    Lysander agarra mi pelo y me obliga a arrodillarme sobre el duro suelo de piedra.

    Qu has dicho?

    Prometiste que no tendra que verlo ms. El demonio que est a su lado, con una sonrisa cruel, se llama Satanachia, pero a l le gusta que le llamen Sam.

    Hars lo que yo te ordene. Ahora, levntate y preprate.

    Mis ojos reflejan el miedo y el terror que siento. Lysander empuja la puerta de la

    habitacin que se me est asignada, y con paso tembloroso entro en ella. Sam me sigue y cierra la puerta con un golpe seco. Mis ojos se clavan en su sonrisa, y s que lo que me espera, es peor que el infierno.

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    Lysander haba ordenado a Ruby, uno de sus demonios, que se asegurase de que su cliente no fuera molestado por nada ni nadie. Los sonidos que procedan de detrs de la puerta horrorizaran a cualquiera, excepto a un demonio como Ruby. Peor que los sonidos de placer eran los gritos de dolor que procedan de Lillith. Aquel demonio la estaba lastimando, y estaba disfrutan del dolor que le causaba. Finalmente, despus de lo que pareci una eternidad, hubo silencio. El demonio, al que Ruby haba visto otras veces, sali de la habitacin cerrando suavemente la puerta a su paso. Ruby entr en el cuarto, para encontrar a Lillith encadenada a los postes de la cama. Solt los grilletes dejndola caer sobre el colchn. Desnuda. Herida. Uno de sus labios estaba partido, su nariz manchada de sangre, marcas de manos rojas y magulladuras formndose sobre la mayor parte de su cuerpo.

    Lysander irrumpi en la habitacin pocos minutos despus, y Ruby supo que algo andaba mal.

    Qu ha sucedido aqu?

    Cualquiera habra esperado que se pusiera furioso con el hombre que le haba hecho eso, pero su furia era para Lillith. Las cadenas tintinearon cuando la mano de Lysander aterriz en el dolorido rostro de Lillith. Ella grit, un angustioso grito de dolor.

    Qu he hecho mal?La splica de Lillith desgarrara cualquier corazn. No el de un demonio.

    Sam no ha quedado satisfecho con tu actitud. Se acaban de aadir diez aos ms a tu condena.

    Me cubro con una bata de seda en cuanto Lysander abandona la habitacin y me quedo sola. Aun con la extraordinaria habilidad que tengo para sanar, me costar unas horas que las heridas se borren de mi cuerpo. se es el problema de Lysander. Rebaja un ao de mi condena, para aadir diez ms. Por esta razn intent huir. Soy vendida como

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    un simple animal, menos que el ganado, y por culpa de mi aspecto de ngel los clientes hacen cola en la puerta de Lysander para pasar un rato conmigo. Nunca se deben creer las promesas de un demonio. sta es la parte que ms odio, y no puedo hacer nada para cambiarla. Las veces que me he negado, Lysander me ha torturado durante das, y aunque pueda parecer cobarde mi actitud, los aos terminan por ensearte, as que luchar no es una opcin.

    Dios no tiene ni idea de lo que me hizo al castigarme de sta manera. Ninguna condena es comparable con la ma. Si mis amantes no se sienten satisfechos despus de dejarme, soy golpeada por eso. Si me niego a cualquier cosa, soy golpeada. Mi supervivencia depende de mis acciones, y aunque os preguntis qu tiene de honroso vivir de esta manera os dir que nada, pero todava no puedo permitirme el lujo de morir. Tengo asuntos que resolver. Nunca he sentido el deseo humano, o al menos, ya no lo recuerdo. No soy capaz de ver lo que hay de hermoso en un hombre, porque la belleza no es ms que una fachada engaosa y superficial. Un Cado no puede sentir

    compasin por nadie, porque nadie la sentir por ti. Es la peor parte, la absoluta, fra, oscura y balda eternidad.

    Me siento en una esquina de la habitacin, y me abrazo las piernas alrededor del pecho. Cierro los ojos, y veo el cielo de nuevo, tan brillante, tan clido. All no haba dolor, no haba odio. Respeto. Es algo que no he vuelto a conocer desde que estoy en la Tierra. Me he visto sometida a tal grado de degradacin, los ngeles solo me ven como a un traidor, los demonios como un juguete de Dios con el que poder divertirse. Nunca me he sentido tan sola como en estos momentos. No tengo amigos. Soy consciente de que todos los que se acercan a m lo hacen bajo algn propsito. Dunia lo hace porque se divierte conmigo. Cuando deje de ser interesante para ella, se marchar. A Lysander solo le soy til, y no hay nadie ms.

    En el cielo, muchos eran los que estaban a mi lado. Sacudo la cabeza y miro la pared con esa expresin vaca en mis ojos. Cuando deje esta habitacin, volver a ser Lillith, la implacable. A nadie le importar lo que pueda sentir, porque se supone, que nosotros no tenemos sentimientos. Una vez fui mortal, eso lo recuerdo muy bien. Poda sentir el fro del invierno y el calor del verano, experiment el sueo, el hambre, la sed, y am. Am como nadie ha amado hasta ahora, y era correspondida de igual manera. Ha pasado tanto tiempolos ngeles fuimos creados en parejas. Estamos destinados a encontrarnos, como dos imanes, es pura fsica. Y cuando dos parejas de vida se encuentran, pueden vivir una vida mortal, una vida plena. Pero a veces podemos

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    escoger el destino. Fue lo que hice, cambi mi destino, no por mi bien, sino por el de l.

    Aparto una estpida lgrima de mi mejilla. Las lgrimas no ayudan a nadie, y no puedo permitirme dejarlas salir. As que espero a que los golpes se borren, y es entonces cuando me visto. Fuera es de noche, una noche de primavera, y abandono estas paredes para reunirme con el Nefilim. No quiero que se una al Mal, pero no quiero morir. Bueno,

    no lo s. Volver al cielo si muero? No hay nadie en esta casa. Los pasillos estn vacos. Puedo escuchar la voz de Lysander resonando en mi cabeza, pero no quiero orla. Habr empezado ya el humano a escuchar las voces de los ngeles? Antes de ganarme su confianza debo ganarme su subconsciente, hacerle ver que somos su mejor opcin,

    hacerle creer que podemos darle todo lo que desee.

    Los demonios no mienten, pero los cados s. Para eso lo har en el momento en que su mente es ms vulnerable, en sus sueos. Entrar en su casa me resulta increblemente fcil, un sencillo juego de nios. Me materializo en su habitacin y lo observo dormir. Est tan mono dormidito en su cama que casi me da pena irrumpir en sus romnticos sueos. En serio, es un encanto, est soando con Eva, un cielo. Empiezo a plantearme si tiene madera para hacer el mal. Me parece demasiado bueno. En fin, no me pagan para opinar.

    Ja! Todava conservo mi humor irnico y sarcstico. Si al menos me sirviera de algoVale, manos a la obra.

    Me proyecto a su mente, aunque estoy fsicamente sentada en la silla giratoria de su escritorio. Deliberadamente cambio el escenario, muevo algunos hilos para cambiar el rumbo de las marionetas. Pretendo llevarlo a mi terreno. Redirijo su sueo, y le hago dirigirse a un pasillo estrecho. En realidad se trata del castillo de Lysander, dejo que vea las estatuas de los ngeles mirndolo desde todos los ngulos, y me deleito un segundo con su preocupacin y su asombro.

    Dnde estoy?

    ste no es un sueo cualquiera, y es ahora cuando proyecto mi imagen en su mente. Al leer sus ojos veo lo que piensa. Nos hemos visto antes, y s que ha pensado en m. Le gusto, y eso me pone las cosas ms fciles. Es ms fcil que confe en m. En quin confiarais antes, en alguien que os atrae o en alguien que os desagrada?

    Ests en mi casa.

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    Mi casabueno, como si lo fuera. Intento ser agradable, en otras palabras, utilizo mi mscara de encanto e inocencia. Revoloteo a su alrededor y aspiro su aroma. Huele bien. Puedo saber cundo est asustado y cuando confa en m con solo olerlo.

    Y t quin eres?

    Mi nombre es Lillith. Encantada de conocerte, Joel.

    Su cara es de sorpresa. Obviamente no espera que lo conozca. Cree que es un sueo, lo es, pero puedo llegar a ser muy persuasiva.

    Cmo sabes mi nombre?

    S muchas cosas sobre ti. Intento que la expresin de mi rostro sea amistosa y le sonro. No eres fcil de leer, lo reconozco, pero creo que no me equivoco en mis averiguaciones.

    Te he visto antes. Recuerda nuestro encuentro. Qu haces en mi sueo?

    Estoy aqu para darte aquello que deseas.

    Y cmo sabes t lo que deseo?

    S ms cosas sobre ti que t mismo. Con dieciocho aos an est en esa etapa en la que se est descubriendo a s mismo y el mundo que lo rodea. Pero pronto descubrir sus poderes, pues se desarrollan con la mayora de edad. Qu tal est Eva?

    Joel entrecierra los ojos y me mira suspicaz. Por suerte o por desgracia, he tenido demasiado trato con hombres, ms del que me habra gustado, y s cmo manejarlos a mi antojo. Acerco mis labios a su odo, y le susurro.

    No me temas. Solo estoy aqu para demostrarte que puedes confiar en m.

    Pinsalo, Joel. No tienes ms que llamarme, y te dar lo que me pidas.

    Con eso, desaparezco de su sueo y Joel se despierta de golpe. Enciende la luz pero no hay nadie en su habitacin. Sin embargo, sabe que he estado all. Hay restos de mi esencia que siguen all, y aunque no sabe cmo, puede sentirlo. Decido pasear por las calles nocturnas de Londres, y de pronto un recuerdo viene a mi memoria.

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    Grecia, ao 67 antes de Cristo. Paseaba de la misma manera que hago ahora, por la plaza que se encontraba detrs del circo, mi capa ondeaba con la suave brisa, y me detuve frente al mar. Amaba sentir la brisa marina en mi piel. La gente corriente no sabe apreciar lo que le rodea, porque cree que siempre ha estado all y que seguir estndolo. En otras pocas fui feliz, enormemente feliz, en el tiempo en el que fui humana. All haba un jardn, uno rodeado de columnas donde la gente sola quedar para conversar. No puedo describir lo que senta con el tacto de la hierba bajo mis pies. Sola ocultar mis zapatos bajo la capa y caminar descalza. Recuerdo perfectamente que una nia de unos seis aos se detuvo a mi lado y me mir.

    Idikos, por qu ests descalza? Yo no pareca pobre, mis ropas eran de lo ms exquisitas, y me haba llamado idikos, el trmino griego para designar a los seores. No supe darle una respuesta que entendiera, as que le sonre y le acarici la cabeza. La sonrisa sincera que me devolvi aquella nia era una de las razones por las que amaba tanto a la humanidad. Mis recuerdos duran poco.

    Lysander me ha encontrado, y tiene esa expresin que me dice que no me va a gustar lo que est a punto de ordenarme, y eso le gusta.

    Hola, nena.

    Qu quieres? Por mucho que me golpee, que me ordene, siempre regresa como si no hubiera ocurrido nada, y sabe que yo siempre har como si no hubiera ocurrido nada.

    Los ngeles han llegado. Ya saben quin es el chico.

    Por la expresin tan tranquila que tiene deduzco que lo tena todo previsto.

    A quin han enviado?

    Si tengo que matarlo, al menos quiero saber a qu me enfrento. No me gusta llevarme sorpresas innecesarias en lo referente a mi vida. Por lo general no suelen darme batallas dignas, pero intento que al menos mueran con dignidad.

    Es un ngel menor, nada de lo que no puedas encargarte. Encuntralo y mtalo.

    Lo miro con vacilacin. S de buena tinta que a los demonios les gusta negociar,

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    y tal vez yo pueda sacar algn beneficio.

    Si lo hago

    Ests negociando? Eleva una ceja.

    Nunca olvido que eres un demonio. Si lo hago, no ver nunca ms a Sam. Jams. pronuncio la ltima palabra con nfasis. Con los siglos una aprende a tratar con demonios, aunque Lysander siempre consigue sorprenderme.

    Treme la cabeza de ese ngel, y Sam ser historia. Me acaricia la mejilla y me levanta la barbilla para que lo mire. Matara un milln de nios por verte sonrer. l siempre tan encantador.

    El ngel en cuestin est en la azotea de uno de los edificios del centro,

    aparentemente contemplando el paisaje nocturno. Lysander se ha tomado la molestia de traerme mi espada, la cual guardo debajo de mi abrigo. Matar a un ngel. Me resultar extrao cuanto menos, pero no estoy dispuesta a volver a ver a ese maldito demonio sdico. Las personas no se giran para mirarme, paso inadvertida entre ellas; normalmente suelo llevar a Dunia para evitar precisamente que alguien se fije en m, ya

    que suelen estar ms ocupadas en su escote que en mi espada. Con el sigilo del viento, llego a la azotea. El ngel est de espaldas, tiene las manos metidas en los bolsillos de un traje blanco, y el pelo ligeramente arremolinado de un color caramelo. Tiene bsicamente el aspecto de un ngel.

    Desenvaino la espada con cuidado, la empuo y es entonces cuando se da la vuelta. Por un momento me quedo paralizada y sin aliento. Esos ojos azules, sin nada particular que los distingan de cualquier otra persona, yo los reconocera entre un milln. Se encuentran con los mos unos segundos que me parecen eternos, y una antigua llama vuelve a arder dentro de mi pecho. La camisa gris con los dos primeros botones abiertos deja entrever la fuerte musculatura de su torso. Ahora es ms fuerte. El fuego de su espada brilla, listo para entrar en accin, pero no me ataca inmediatamente. Un milln de imgenes se agolpan en mi mente, imgenes que crea haber olvidado y que regresan con fuerza, arrastrando viejos sentimientos enterrados. Pero no es el mismo, y

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    yo desaparezco, huyendo de una batalla por primera vez en mi existencia.

    No puedo hacerlo. Me falta la respiracin. Cualquier ngel, cualquier otro, pero no a l. Haba credo que no volvera a ver su hermoso rostro, sus pmulos altos, sus labios salvajes, esos ojos que te acariciaban con un calor tierno y abrasador. Aparezco en el amplsimo saln de estatuas y empujo las pesadas puertas de madera que rebotan contra las paredes con un golpe seco. Lysander est sentado en su silln de terciopelo enrollndose con Ruby.

    Sabas quin era! grito, y no me importa quin est all. Lysander aparta a Ruby, quien desaparece despus de enviarme una mirada asesina. Desenvaino la espada y la acerco a su cuello. El fuego de su filo roza su piel, si se mueve, el dolor no le har

    ninguna gracia. Maldito bastardo!

    Es un ngel insignificante.

    Sabes quin es. Esta vez hablo ms calmada, con un tono fro y asesino. No voy a matarlo.

    Ni siquiera por tu libertad?

    Milibertad. La espada se resbala de mis manos. Mi libertad Aquello con lo que he soado los ltimos dos mil quinientos aos.

    Castiel.

    Ese es el nombre del ngel al que debo matar y no puedo. Os hablar de l. Yo fui quien lo entren, le ense todo lo que sabe y se convirti en un guerrero capaz de hacer sombra al mismsimo Miguel. Lo hacamos todo juntos, limpiamos la Tierra del horror durante eones, y entonces yo ca. Pero no recuerda nada sobre m, no puede hacerlo, porque su memoria fue borrada. Lo amaba. Estaba dispuesta a abandonar mi inmortalidad por l, y s que l tambin lo habra hecho por m. Pero muchas fueron las cosas que ocurrieron y nos separaron, y ahora el demonio al cual estoy atada por siempre est dispuesto a liberarme a cambio de su cabeza.

    Creis que es una decisin fcil? Al fin y al cabo han pasado aos desde nuestro

    ltimo encuentro, ni siquiera me recuerda, no tiene por qu ser difcil, pero os equivocis. En todo.

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    Nono ganar mi libertad as. Utilzame como quieras, oblgame a lo que quieras, pero no lo matar.

    Lysander me golpea en la cara y caigo al suelo. Mi espada es la nica que puede matarlo, porque es una espada anglica cuya esencia se ha invertido. Y por supuesto que Lysander puede encontrar a cualquier otro dispuesto a matar a un ngel, pero no lo disfrutar si esa no soy yo. Pagara un palco en primera fila para ver el espectculo.

    An piensas en ese angelucho? Es dbil! Te hace dbil!

    He dicho que haca cualquier cosa por no tener que sufrir sus torturas, pero esta vez estoy dispuesta a sufrir cualquier cosa, pues no tocar ni un solo pelo de Castiel.

    Mis debilidades no son asunto tuyo.

    La sonrisa de Lysander es asquerosa. No obstante, s lo que est pensando: mi castigo.

    No aprenders nunca.

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    INTERLUDIO II

    CASTIEL

    Castiel se ha quedado desconcertado. Ningn ngel, Cado o demonio huye de un combate. No est en su naturaleza. Sin embargo ella ha huido, sin ni siquiera intentar atacarlo. Y haba algo en la manera de mirarlo que le ha hecho preguntarse muchas cosas. Haba algo en esa mujer que le resulta terriblemente familiar. Haba conocido l a un Cado? Tal vez ocurriera antes de que sta se cortara las alas, pero es igualmente inverosmil. Castiel ha abandonado la azotea y ahora camina por las solitarias calles.

    No tiene ninguna duda de que ella es Lillith, su misin, pues su aspecto es el de un ngel, de eso no tiene duda. El pelo dorado como los rayos del sol, la palidez del cielo, la dulzura de las nubes, y en unos solos segundos ha encontrado en los ojos de esa mujer unos sentimientos que no comprenda. Estaba armada, sin embargo, haba sido enviada a matarlo, pero eso no le importa. Debe asegurarse de que la arpa no envenene la mente del Malak con sucios trucos de meretriz. Debe velar por l.

    La sangre del mal flua por las venas de esa mujer, por lo que no puede dejar

    que controle su mente con mentiras vacas. Lillith es su enemiga y l est por encima de cualquier artimaa que pueda usar. Ahora piensa en Ahriel. Haba pedido al Consejo Anglico que la ascendieran, estaba demasiadohechizada por el guerrero demoniaco al que no dejaba de observar desde su nube. Alejarla de tal atraccin haba sido imperativo. No puede imaginarse hiriendo a la pequea Ahriel, a la que ama como a una hermana. Otro rostro ocupa el de Ahriel. Uno de cabellos dorados y ojos azules como el ocano.

    Se imagina a s mismo sosteniendo a Lillith mientras esta duerme, sus brillantes ondas derramndose en su brazo, en su pecho, su calor filtrndose por su cuerpo, sus

    piernas rozando las suyas. No podra permitrselo jams, por supuesto, pero eso no hace nada por disminuir el poder de la visin que lo acecha. Sostenerla, protegerla, consolarla, seraagradable. Porque aquello nunca haba ocurrido. O s? Por qu tiene la sensacin de que ya lo ha hecho antes? No, sin duda esa mujer est jugando con su

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    mente. Cierra sus ojos y se concentra en encontrarla. Debe saber qu trama y detenerla.

    Se tele-transporta al lugar en el que se encuentra, sin dejarse ver. Es un dormitorio, sin muebles, solo una enorme cama en el centro. Ella est all, con la mirada fija en el suelo, vestida solo con ropa interior. Un hombre no, ms bien, un demonio

    aparece de las sombras y le pone un collar de perro? Tiene pinchos, y solo ese simple hecho le parece humillante. Lo que ve all a continuacin le hace estremecerse. l no conoca el dolor humano, sin embargo algo en la mirada de esa mujer le hace entender lo que se senta. Ella se dirige a ese hombre como Lysander, es extrao verlo, no lo habra credo de otra forma, pero ella le est suplicando. Suplica por su vida? Si no por la suya, por la vida de alguien, al menos. Eso no era propio de alguien como ella.

    En respuesta, el demonio la golpea insistentemente mientras la fuerza a abrir la boca para recibir su beso. Se le revuelve el estmago. Una parte de l siente lstima por la mujer, y otra parte siente una furia incontrolable por ese demonio. Cmo puede atreverse a daar algo tan hermoso? Su mano est muy cerca de la empuadura de su espada, y desea con todas sus fuerzas partir al demonio en dos. Entonces su parte de ngel, su parte racional, le dice que lo que all ocurra no es asunto suyo. El bienestar de un Cado no debera ser su prioridad.

    Deja de resistirte, Lillith, no te servir de nada.

    Bastardo! La mujer intenta liberarse de la sujecin del demonio, pero ste se re de una manera sombra.

    Agradceselo a tu angelito.

    Estn hablando de l? Castiel no comprende qu pinta entre estos dos. Con una dignidad inexistente en ningn demonio, la mujer levanta la cabeza y desafa al demonio con la mirada. Hay algo tan noble en ese gestoque le recuerda al cielo. Castiel tiene que abandonar la habitacin. No puede soportar seguir mirando esa escena tan grotesca. Muchas veces haba contemplado desde su nube como los humanos procreaban, y nunca se haba preguntado cmo sera, pero la suave piel de esa mujer le haca desear tocarla.

    Sera realmente tan suave como pareca? No puede evitar pensar que ya lo ha comprobado. Eso no es posible. l? Un ngel puro? La Tierra sin duda tiene maneras muy diversas de confundir los pensamientos. Los gritos de esa mujer todava resuenan en sus odos. En cualquier otro caso habra deseado que se mataran el uno al otro,

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    pero se siente impotente ante la obligada sumisin que est cumpliendo esa mujer tan arrebatadoramente hermosa. Porque eso no puede negarlo, es la mujer ms hermosa que ha contemplado, ya fuera un ngel, un demonio o una humana. Se pregunta cmo habra sido en su poca de esplendor, poseyendo unas alas doradas. Habra quitado el aliento a cualquiera. Se detiene a contemplar el amanecer en un parque. Algunos humanos hacen deporte mientras el sol aparece entre los edificios. Es el primer amanecer

    desde su llegada. An quedan unas horas para que el humano asista a clase, eso le da un margen de esparcimiento.

    Quiere volver a ver a esa mujer, Lillith. Le resulta extrao pronunciar su nombre, pero siente una curiosidad inusual por ella. Tiene la sensacin de que hay muchas cosas sobre ella que debe conocer antes de llegar a un juicio, y eso es absurdo, ningn desertor se merece ese trato de su parte. l es un ejecutor, el verdugo, no el juez. Antes quiere asegurarse que ella est sola. Se concentra en visualizar la habitacin en su mente. Ni rastro del demonio. All va. Esta vez se deja ver, refugindose en una esquina, recostado contra la pared. La mujer no parece sorprendida por su presencia.

    Mrchate de aqu. Se cierra la bata de seda que cubre escasamente su cuerpo.

    Me tienes miedo?

    Ella parece desconcertada. Se mantiene en su parte de la habitacin, al otro lado.

    Vosotros, los ngeles, siempre tan arrogantes. Creis que todas las criaturas os temen.

    A Castiel le molesta el tono que utiliza. Acaso no sabe quin es? Debera mostrar un poco ms de respeto.

    Es a ese demonio al que temes, entonces.

    No tienes ni idea de quin es.

    Su voz se vuelve oscura, nada que ver con el aspecto triste de su mirada. Castiel se pregunta si siente tristeza. No, no puede sentirla.

    Es un demonio. Castiel se encoge de hombros. Todos son iguales para l.

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    Lysander no es un demonio cualquiera. Ahora, mrchate.

    Castiel odia la arrogancia. Y ella lo llama arrogante? La mira con curiosidad. Debajo de su ojo derecho tiene una marca morada, un golpe reciente. Antes de darse cuenta, ha cerrado la distancia entre ambos, y retira la mano con la que pretenda tocarla. Ha estado muy cerca.

    Quin eres?

    Ella re con sorna ante su pregunta y se cruza de brazos.

    Que quin soy? Deberas saberlo, te han enviado a matarme, no es cierto?

    Por un momento Castiel deja de analizar la situacin. Siempre lo analiza todo desde el bando militar, tcticamente, framente. Ahora solo quiere comprender todo lo que su mente se esfuerza por encajar sin xito. En el fondo de su ser sabe que se ha encontrado antes con ella, pero no puede recordar dnde ni cundo.

    No me mataste.

    Bueno, no estaba de humor para pelear limpiamente. Podemos arreglar eso ahora. Castiel sabe que ahora est mintiendo. Una vez lo dej con vida, no tendr el valor de matarlo esta vez. Vas a matarme ya o prefieres esperar a que est vestida del

    todo?

    Castiel desva la mirada de las piernas de esa mujer. Empieza a comprender algunas cosas. l es un soldado de la nica y Verdadera Deidad. Uno de la lite Celestial, creados antes que el mismo tiempo. Con tantos milenios como los que ha vivido, ha llegado a comprender que cada uno de la lite Celestial tena una Tentacin. Una potencial cada. Como Eva con la manzana. Cuando encontraran esacosa, esa abominacin, felizmente la destruiran antes de que pudiera destruirlos a ellos. Algo le hace creer que Lillith puede ser su tentacin. Ante su silencio, la mujer vuelve a hablar.

    No has venido aqu a matarme?

    l no cuenta con tener tanta suerte. Sabe que es una digna adversaria, que no se lo pondr nada fcil, pero no quiere matarla an. Lillith cierra la distancia que hay entre ellos, y solo los separan unos escasos milmetros. Qu est haciendo esa arpa? Intenta embrujarlo?

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    No intentes seducirme. S cmo son los de tu especie.

    En serio? Y cul es mi especie? Sus ojos son increbles. Tienen un color comn, pero un brillo sobrenatural.

    Eres una servidora del mal y yo un enviado de la luz.

    Esta vez ella se re con ganas. Le parece gracioso una verdad tan cierta como que el sol quema.

    Eres realmente gracioso. Servidora del malhum Y eso te gusta?

    A qu se estaba refiriendo con esa pregunta? Gustarle? Da un paso atrs para

    crear distancia entre ellos, distancia que ella rompe avanzando un paso ms. Puede incluso oler la esencia que desprende la piel de esa mujer, y es dulce.

    Yo no soy un demonio al que puedas seducir.

    De verdad crees que lo hago a propsito? Esta vez hay una determinacin en su voz que le dice a Castiel que habla en serio. Yo no pretendo causar esa enajenacin que parece controlar a los demonios cuando se acercan a m. Lo odio, pero no puedo hacer nada para cambiarlo.

    Los ojos de Castiel se encuentran con los de Lillith, y sin comprender cmo, ella curva los brazos alrededor de su cuello y lo besa. Sus labios se encuentran y su lengua empuja en su boca. Automticamente, l se pone rgido.

    Haba visto a los humanos besarse ms veces de las que poda contar, pero nunca haba tenido muchas ganas de intentar el acto l mismo. Al igual que el sexo, pareca sucio en cada manera imaginable e innecesario. Pero cuando su lengua roza contra la suya, cuando sus manos acarician un pedazo bajo su columna, su cuerpo arde como una antorcha. Castiel cierra los puos a sus costados. No quiere tocarla, no puede tocarla o no podr resistirse. Debe detener esto de alguna manera, pero le gusta. Sentir el cuerpo femenino de esa mujer contra el suyo le gusta, y por primera vez sientetentacin.

    Tentacin.

    Esa palabra hace eco en su cabeza l se suelta de ella, y sus brazos caen a sus

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    lados, pesados como rocas. Est jadeando y sudando, cosas que nunca haba hecho incluso en medio de la batalla. Enfadado como est con ella, consigo mismo su mirada fija en la de ella brilla. Su piel est sonrojada, ms brillante que nunca. Sus

    labios estn rojos y magullados. Y l ha causado esa reaccin. Las chispas de orgullo lo toman por sorpresa.

    No deberas haber hecho eso. grue.

    T no me has detenido. No somos tan diferentes como crees.

    Sin duda esa mujer lo ha tomado por un estpido. Iguales? No hay manera de que ellos dos sean iguales.

    Eres un gilipollas. La palabra lo toma por sorpresa. Le ha insultado? Y lo que ms le molesta es la expresin de fra tranquilidad de su rostro. Lo que has sentido, se llama necesidad, deseo. No pongas esa cara de idiota, es una reaccin normal de tu cuerpo.

    Castiel se encuentra en desventaja en cuanto a sensaciones. No es que considere que el sexo es malo, es que nunca ha sentido la necesidad, y por eso las reacciones que ha despertado su beso lo tienen confundido.

    No vuelvas intentar nada parecido, o mi espada acabar contigo.

    Lo har de todas formas. Castiel hace un gesto de firme disgusto. No puede

    soportar que sea tan calmada ante la idea de la muerte. Dime tu nombre.

    Ahora se atreva a ordenarle. Esto es el colmo de la hipocresa.

    Castiel.

    Puede jurar que ella sonri. No era una sonrisa de maldad, de hecho, le pareci hermosa.

    No me recuerdas? Ni siquiera un poco?

    Una idea extraa, pero Castiel intenta recordar. No encuentra en su mente ninguna imagen que lo relacione con ella. En los ojos de Lillith brilla algo parecido a la esperanza. Quiere que la recuerde? Por qu? Qu pueden tener ellos en comn?

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    Eres Lillith, concubina del infierno. Mi deber es acabar con tu maldad.

    Ella parece decepcionada con su respuesta.

    Solo por curiosidadqu he hecho para ser digna de que te encomienden a matarme?

    Castiel no sabe qu responder.

    Hay reglas. La oscuridad y el caos se esparcen a travs de una regla rota. El cielo me ha enviado porque soy el mejor.

    Cul es esa regla que he roto por la que merezco la muerte?

    Castiel no conoce esa respuesta. Nunca cuestiona las rdenes, si Rafael lo haba enviado era por una razn. Mentir no estaba en su naturaleza, por lo que guarda silencio. Solo respira. Arriba. Abajo.

    Mrchate. No quiero matarte, vete. Por favor.

    Castiel haba tenido que ver cmo ese demonio, Lysander, obligaba a Lillith a hacer algo que no quera, ella lo ha obligado a l a besarla, pero las reacciones de ambos han sido distintas. Ahora no puede sacarse de la cabeza lo mucho que le ha gustado su beso. Aprieta los dientes con todas sus fuerzas, y desaparece del cuarto batiendo sus alas.

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    CAPTULO IV

    Castiel ha estado aqu. Y he tenido que mentirle. Si forzara la situacin en otra direccin no conseguira lo que quiero de l, y supongo que eso hara que el momento de enfrentarnos llegara antes de lo previsto. No quiero tener que luchar contra l. Tal vez ya no es el mismo hombre que conoc, pero tena la estpida esperanza de que al besarlo me recordara. No ha sido as, y me siento frustrada. Odio cuando se pone en plan guerrero salvador y lo que ms me duele es que me haya visto con Lysander. Porque s que ha estado all. No sabra cmo explicarlo, pero siempre he podido captar su esencia. Ese maldito orgullo suyome gusta. Siempre me ha gustado, esa determinada obstinacin hasta el punto de ser exasperante. Supongo que ahora es ms como era al principio. En el fondo esperaba que viniera a matarme. l tena razn, he intentado seducirlo, pero se equivoca en todo lo dems. Lysander ha tomado de m lo que quera, y yo no he hecho nada para evitarlo. Me lo he ganado a pulso. Es culpa suya, pero no lo dir en voz alta. Me somet de una manera inimaginable cuando decid dejarlo con vida.

    Ya no siento su esencia en la habitacin, y me entristece. Sus labios, conservan ese sabor salvaje que recordaba. No importa los siglos que pasen, siempre lo deseo al verlo de nuevo, y mi cuerpo reacciona de la misma manera ante l. Conozco cmo debo besarlo, y se ha puesto nervioso cuando ha notado esas sensaciones olvidadas. Odio a Dios por haberlo hecho olvidar. Las cosas seran tan distintas si nunca hubiera ocurridoTodo habra sido de una manera diferente si yo hubiera sido ms fuerte, jams deb caer en el sucio juego de Lysander. Tuvo que haber alguna manera de que supiera que l sera la causa de mi cada, pero si fue as, no lo vi venir. No puedo pensar en eso ahora. Ha sido una imprudencia aparecerse aqu. Qu habra pasado si Lysander lo hubiera encontrado?

    Su pelo estaba diferente, como la primera vez que nos vimos, cuando l no era ms que un ngel sin experiencia al que deba entrenar. Me pareci tentador entonces y me lo parece ahora. Esa actitud suya de creerse superior a todo es algo que me excita, no sabra decir por qu, pero es algo que los humanos no tienen, por muy orgullosos y narcisistas que puedan llegar a creerse. No puedo olvidar el hecho de que ahora es

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    un ngel destructor y conocindolo como lo conozco, no descansar hasta cumplir con la misin que le ha sido asignada. Dunia aparece recostada sobre mi cama y me mira fijamente.

    Dime que no es verdad.

    No tengo ni idea de qu ests hablando. ltimamente he mejorado en lo que a mentir se refiere, pero no se lo traga.

    Ese ngel. Dime que lo has matado. Mi silencio es suficiente respuesta para

    ella. En serio? Eleva las manos como signo de indignacin pero la ignoro. Tienes que superarlo de una vez. Los ngeles estn para matarlos, no para enamorarse de ellos. chale un polvo, como mucho, y luego te lo cargas. Es muy fcil.

    Me recojo el pelo de la cara y los moratones de mi cara casi han desaparecido.

    Seguro que a ti te encanta hacerlo.

    Eres un Cado! Los ngeles son tus enemigos ahora, ya no son tu familia. No son tan benevolentes. Crees que ellos te dejaran con vida si tuvieran la ocasin? No! Te mataran sin pestaear!

    Qu es lo que quieres, Dunia? No ests aqu porque te preocupe mi seguridad.

    Por supuesto que no le importa. Si lo hiciera no sera la terrible diablesa a la que todos temen. Pone una expresin en blanco y se levanta de la cama en direccin a la puerta.

    Alexia est aqu. Lysander la ha llamado.

    Me pongo en guardia. Mi reaccin est ms que justificada, incluso Dunia se

    pone seria al hablar de ella. Alexia comanda las huestes del infierno. S, una mujer, al

    contrario de lo que todos puedan pensar. Y casualmente, Alexia le tiene muchas ganas a Miguel, quiere hacerse un bonito bolso con sus alas. Que est en Londres no significa

    nada bueno para nadie.

    Quiere vernos, verdad?

    Ya conoces a Alexia. Odia esperar.

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    S, es muy dura con la gente impuntual. Me visto lo ms rpido que puedo y estoy lista para enfrentarse a la diablica comandante del infierno. En ocasiones como

    sta me alegro de ser puntual. La disciplina era muy valorada en el cielo, y lo grab a fuego en mis costumbres.

    Alexia es de ese tipo que mujer que todos quieren poseer. Exuberante, peligrosa, de pelo oscuro largo y rizado, y con halo de oscuridad que te atrae como la miel a las moscas. Siempre hay que bajar la mirada en su presencia. El ltimo demonio que se atrevi a desafiarla an sigue en su jaula de fuego en el ltimo crculo del infierno, y

    puedo aseguraros que eso ocurri hace ya varios milenios. Es dura y nada compasiva.

    A esta reunin oscura solo estamos invitados unos pocos privilegiados. Dunia, Ruby y yo ocupamos la zona norte de la sala, detrs del demonio al que debemos obediencia, Lysander, que ocupa el lugar que le corresponde como Seor Oscuro en la parte central. Junto a l, se encuentran los otros Seores. Nergal, conocido como el seor espa, ocupa el lugar a la derecha de Lysander, tiene un aspecto algo estrafalario, pelo muy oscuro y abundante que suele llevar revuelto, y viste siempre de oscuro; Azazel, uno de los primeros Cados, que propici el diluvio universal por su pecado, un demonio muy guapo y al nico de todos estos al que no odio tanto; Satanachia, conocido como Sam, ser repugnante donde los haya, que me dedica una sonrisa que me produce una repulsin absoluta. No es que sea feo, la verdad es que tiene su punto, pero lo odio con todas mis fuerzas; Aeron, seor de los pecados capitales, aunque su favorito es la lujuria, podis imaginaros por qu, uno de los demonios ms atractivos que conozco, y Astaroth, muy muy sexy, que desprende ese aire de peligro, gran general de las legiones del infierno. Es uno de los Seores Oscuros ms poderosos que existen, si en algn

    momento de la historia alguien ha estado medio cerca de arrebatarle el trono del infierno

    a Lucifer, se es Astaroth, y casi nunca de manera limpia.

    Supongo que tenerlo aqu es un honor, al menos s que para los presentes, as es. Y Dunia babea cada vez lo que ve, algo comprensible, aunque no es mi tipo.

    Seores, estis todos convocados aqu por una razn. Alexia habla como la gran guerrera que es. Miguel ha llegado con su ejrcito de caniches voladores, decidido a poner fin a esta guerra milenaria. Pero nosotros podemos averiguar los planes de Dios

    y adelantarnos a ellos. Pronuncia esas palabras con un gesto de repugnancia, y me mira. El malak puede escuchar las rdenes de arriba.

    Pronto se unir a nuestras filas. Lysander est muy seguro de eso, lo que

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    hace que mis hombros carguen con todo el peso.

    Confas en ese Cado?

    Alexia hace un leve gesto con su barbilla para sealarme, y todos en la sala se fijan en m. Algunos con expresin lasciva, como en el caso de Sam, otros con curiosidad,

    como Aeron. Se est preguntando por qu an no se ha acostado conmigo. Es casi un milagro encontrar a alguien que no haya estado en su cama, y ni siquiera yo s cmo he podido librarme.

    Ya ha tomado el primer contacto con el chico. Sabe hacer bien su trabajo.

    Si quiere conservar su hermoso rostro intacto.

    Puedo escuchar esas palabras en mi mente como si hubieran sido pronunciadas en voz alta.

    Ese humano debe estar en nuestro bando. Es una prioridad.

    Confo en su capacidad de persuasin.

    La sangre demanda sangre. Una sonrisa oscura ensombrece su rostro. Y sangre ser lo que derramaremos.

    Se escuchan varios gritos de guerra y se levanta un murmullo de satisfaccin. Necesito salir de aqu. Necesito tomar aire. La reunin seguir sin m, y yo sobrevuelo Londres, y me materializo en el edificio ms alto de la ciudad. Han tomado mi

    desaparicin con obstinada devocin por mi seor. Estoy empezando a ver las cosas de manera diferente. No me malinterpretis, pero me cuesta creer que se tomen todas estas molestias solo para acabar con un puado de ngeles. Seguir habiendo ms en el cielo, y si fuera yo, usara esta distraccin para hacerme con la nica baza que me podra hacer negociar: el Cielo. No es una locura, con los medios adecuados los demonios podran tomar el cielo y a los ngeles como rehenes, eso los hara poseedores del control absoluto, pero claro, se supone que eso no puede pasar y nadie lo tiene en cuenta.

    El aire fro en mi cara hace que mis cabellos ondeen en mi espalda. No quiero tener nada que ver en esta estpida guerra, ni siquiera quiero que el humano tenga nada que ver con nosotros y estamos irremediablemente involucrados sin posibilidad de escapar. Castiel me est siguiendo, y sabis qu? Voy a jugar un ratito ms con l.

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    Me cuelo por las calles dejndome ver, me quito la chaqueta de cuero y me la echo al hombro, mientras me encargo de mover mis caderas deliberadamente. Creo que he sido demasiado indulgente con l en nuestro anterior encuentro, y me apetece jugar al ngel bueno, ngel malo. Me detengo en la puerta de un club nocturno, muy consciente de que Castiel no me quita el ojo de encima. Sonro al portero y me abre la puerta servicialmente.

    Una sensual cancin de rock suena en la pista y me abro camino entre la masa de cuerpos hasta situarme en un lugar desde el cual puedo ver directamente la entrada. S que Castiel est all. Intenta ocultarse entre la multitud, pero es demasiado guapo para no llamar la atencin. S muy bien cmo jugar. Muevo la cintura al ritmo de la msica, ondeando mi cuerpo como si fuera una serpiente. Soy consciente de que la mitad de ste club no puede apartar la mirada de m, pero la nica persona que quiero que me mire est justo delante, con todo el cuerpo en tensin, como si estuviera a punto de saltar. Le hago seas para que se acerque y por un momento parece hipnotizado. Cojo su mano y hago que se una a mi baile.

    Juegas con fuego, Cado.

    Nunca me ha dado miedo el riesgo. No esperaba que Castiel conociera las reglas de este juego, pero me sorprende gratamente que me siga la corriente. Creo que su subconsciente lo est haciendo ser menos cuidadoso e impulsivo, y tal vez, de la misma manera que yo, hay algo en l que no puede alejarse. No recuerdo haber bailado nunca con l, sin embargo se mueve de una manera asombrosa, como si hubiera pasado su vida en una pista de baile. Reconozco que no s cmo salir de esta. Mi cabeza acaba de irse de vacaciones, literalmente, los pensamientos racionales me han abandonado, y nunca me he sentido tan libre. Me gusta su ropa. Unos sencillos vaqueros y una camisa negra de algodn son todos los complementos que necesita.

    Yo no te he pedido que me siguieras.

    Una sonrisa de suficiencia aparece en su rostro. Se est volviendo muy engredo

    para ser un ngel. Casi tanto como lo recordaba.

    Tengo que mantenerte vigilada.

    Y le est encantando. Seguro que ninguno de sus objetivos anteriores era tan divertido como yo.

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    Reconcelo, ngel engredo, te gusta mirarme.

    Su expresin de horror me divierte. Puede estar tranquilo, no se lo dir a nadie. Ser nuestro pequeo secreto. Lo que ha empezado como un juego puede terminar teniendo graves consecuencias para los dos, y en el fondo no quiero hacer esto con l. Me alejo de l y me encamino de nuevo a la calle. Castiel me sigue.

    Quiero estar sola.

    Por qu?

    Empiezo a preferir que hubiera venido a matarme. No se me da bien la charla insustancial, no viene armado, y eso es desconcertante. Demasiado descuidado, podra haberlo matado si hubiese querido. Tiene suerte de que solo quiera desconcertarlo un poco.

    Solo acaba conmigo de una vez o lrgate. Se acabaron los juegos.

    Se espera de m que sea malvada, y si le diera muestras de que no lo soy, qu pasara? Nunca en la historia se ha visto a un Cado arrepentido.

    Intento entenderte, pero me lo pones muy difcil.

    Mala idea. Nunca trae nada bueno intentar comprender al bando contrario. Lo s por experiencia propia, y mi experiencia es ms que dilatada que la suya. Si se trata de cometer errores voy por delante de l.

    No te lo aconsejo. Yo intent entender a un demonio una vez, y no me fue bien.

    Qu pasa, tienes miedo de que lo logre? Tienes algo que esconder?

    Lo miro. Definitivamente es un engredo. Lo que l no sabe es que ya me entiende,

    lo sabe todo sobre m, desde hace mucho, mucho tiempo. Y tiene razn, una parte de m teme que logre entenderme, porque significara que me recuerda. Mi corazn se desboca

    con esa posibilidad tan remota.

    Por qu quieres hacer eso? Nadie intentara entenderme.

    Es por la expresin que vi en tus ojos.

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    Saba que haba estado observando, pude sentirlo en aquella habitacin. Odio que haya hecho eso, porque ha estado presente mientras era torturada y eso no es nada agradable. Siento vergenza.

    Y qu viste?

    Impotencia, resignacin, dolor. No eres como los demonios a los que me he enfrentado.

    En primer lugar, me giro para encararlo y una sonrisa de suficiencia se

    dibuja en su hermoso rostrono soy un demonio, y en segundo lugar, d