Los Zapatos de Ninguna Parte Capítulo 4

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 24 LOS ZAPATOS DE NINGUNA PARTE Capítulo 4 O se a que nos encontramos con Tiburcio , sentado en un banco del parque, allí donde había perdido sus zapatos viejos, pensando… ¿y ahora qué hago yo? Mientras pensaba no se dio cuenta de que se acercaba por el paseo una señora con dos niños. La señora, la mamá sin duda, i ba regañando a los pequeños.: “Les tiene que dar vergüenza sacar esas malas calificaciones.

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En los cuentos de patojos y patojas, chavalas y chavalos les seguimos presentando el capítulo 4 de la serieLOS ZAPATOS DE NINGUNA PARTE

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    LOS ZAPATOS DENINGUNA PARTE

    Captulo 4O sea que nos encontramos con Tiburcio,sentado en un banco del parque, all dondehaba perdido sus zapatos viejos, pensandoy ahora qu hago yo?

    Mientras pensaba no se dio cuenta de que seacercaba por el paseo una seora con dosnios. La seora, la mam sin duda, ibaregaando a los pequeos.: Les tiene quedar vergenza sacar esas malas calificaciones.

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    Yo cuando era pequea tena muy buenasnotas.- Pero mam, si t nos dijiste que de

    pequea, en tu aldea no haba escuela nimaestroLa mam se mordi los labios

    - Bueno no haba escuela, pero cuando fuimayor aprend a leer y a hacer cuentas, yahora en el mercado no me engaa nadiecuando compro.

    - Los pequeos se quedaron un pocoavergonzados. La maestra haba dicho a lamam que sus hijos lean muy mal y as nopodran estudiar bien.

    - Ahora - sigui diciendo la mam - en vezde jugar se van a sentar ustedes en esebanco y van a ponerse a leer.

    - Tiburcio segua sentado en el banco,pensativo, cuando sinti que alguien sesentaba encima de l.

    - Aaaay mam que no me puedo sentar! grit uno de los hermanos saltando

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    fuera del banco,- aqu hay un fantasma ono s qu!

    - Naturalmente, en ese momento Tiburciotambin se levant rpidamente y se pusodetrs de un rbol.

    - Nio no digas payasadas - le rega lamam-, ven aqu a sentarte. Claro, yaestaba el terreno libre. Se sent la mamen el banco e hizo sentarse a lospequeos, que lo hicieron con muchaprecaucin, aunque ya no haba nadieocupando el lugar.

    - Tiburcio no quiso saber ms de lospequeos estudiantes y con cuidado parano tropezar con nadie, sigui caminandopor la calle. A los pocos pasos encontruna zapatera: ZAPATOS LOS INVENCIBLES.Cmo? -pens Tiburcio- ahinvencibles! no invisibles Entonces sedecidi a entrar con cuidado, a ver quencontraba.

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    - En una estantera a la izquierda habamuchos pares de zapatos. Todos tenanuna etiqueta con el nmero del tamao yel precio. All haba varios pares delnmero cuarenta. El precio 120 pesos.Ms caros que los invisibles y la verdad nole gustaban mucho, pero no estaba paraelegir. Mir hacia los lados. Nadie sefijaba en aquella estantera. Entoncesrpidamente agarr los zapatos y dej ensu lugar los 120 pesos. Luego rpidamentesali a la calle. Vern que Tiburcio segua

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    siendo persona honrada y no seaprovechaba de su invisibilidad para nopagar. Qu ejemplo para la humanidad!S, era honrado, pero un poco torpe,porque al salir deprisa, roz su codo conun jarrn que haba de adorno junto a la

    puerta y zs! o mejor: cras, cric, chinc!Porque se hizo mil pedazos, o por lomenos novecientos noventa y nueve. Notuvo tiempo de contarlos. Sali a la calle yrespir.

    - Slo le faltaba ahora a nuestro amigocambiarse de zapatos para visibilizarse, osea, no andar por la vida invisible.

    - Le fue fcil volver al jardn de antes. Allsegua la mam dando sermones a losnios. Pues el hombre invisible se fuedetrs de unos rosales y se cambi los

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    nuevos zapatos por los todava msnuevos. Ya visible tom el camino de sucasa.Al llegar entr haciendo ruido para quetodos lo viesen.: -Hola, buenas tardes.

    - Hola dijo la mam - ya compraste loszapatos?.Se qued mirndole los pies, mientras lzapateaba para que todos se fijasen en sucalzado. Pero la hermanita curiosa se fijque llevaba en la mano otros y empez elconflicto:

    - Mira mam, si lleva otros en la mano! Yson ms bonitos.

    - Tiburcio se puso nervioso; enrojeci. No, no, estos no son, bueno, s son perono Los voy a devolver, porque no sirven,claro que s sirven pero Se dio la vueltay se meti deprisa en su habitacin. Cerrla puerta y empez a buscar dndeesconder los misteriosos zapatosinvisivilizadores.

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    - Tena miedo de que su traviesa hermanase metiera en su recmara y se losencontrase. Menudo problema si se lesvolva invisible la pequea. No se leocurri otra cosa a Tiburcio que volverse aponer los zapatos conflictivos. Se lospuso, se qued otra vez invisible, yempez a pasear por el cuarto mientraspensaba: Pues a ver qu puedo hacer yoahora para esconder esto. Aqu en casano es seguro. En menudo lo me hemetido. Me gustara estar lejos, para nocomplicarme la vida Me gustara estarahora en la India. En la India y zas!.En ese mismo instante Tiburcio sinti quesu casa desapareca.Se encontr en un paisaje diferente.Escuch un sonido como de una trompeta.Mir para atrs y all, a dos pasoslevantaba su trompa un hermosoelefante.

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    Pues en su tierra no existan esosanimales, as que Tiburcio estaba endonde l haba dicho:

    - En la mismsima India!((Aqu nos quedamos, porque esto se ponecomplicado. El prximo jueves sabremos qupasa con esos zapatos misteriosos que,adems de hacer a la gente invisible,tambin parecen una agencia de viajesgratuitos. Hasta el prximo captulo, en laIndia))