MenaSegarra-Palomeque - Historia Ed Uru

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CAPÍTULO 1 EL URUGUAY INDÍGENA 1- Los pobladores nativos radicados en el actual territorio nacio- naJ a la llegada del conquistador europeo suelen ser agrupados bajo la denominación genérica de "charrúas", olvidándose frecuentemente la existencia de otras etnias menores como los chaná-timbúes y especial- mente Jos guaraníes, que en su expansión habían llegado a la zona del bajo Uruguay y costa norte del Río de la Plata alrededor de los siglos XIV y XV. Bien es verdad que los chanaes habían desaparecido a prin- cipios del siglo XIX diezmados por los ataques de los charrúas y sobre todo por la trasmisión de las enfermedades europeas -en primer lugar la viruela- contra las que cm·ecían de defensas biológicas. Este último fac- tor motivó también, mucho antes, la temprana extinción de los guaraníes pre-misioncros. En cambio el aislamiento relativo de los chan·úas, cau- sado por su propio género de vida, permitió su precaria supervivencia. Limitándonos en consecuencia a estos últimos, el nivel cultural en que se hallaban era el de cazadores recolectores superiores, lo cual los obligaba aJ nomadismo para obtener el sustento. Por taJ razón puede calcularse que su mayor volumen poblacional poco superaría los 5.0 individuos. Debe destacarse que los conocimientos actuales más o menos sólidos sobre nuestros indígenas son sumamente escasos. Mientras mantuvieron sus características culturales originales nunca fueron objeto de observaciones científicas, siendo muchas infonnaciones de la época harto discutibles, por lo que se les ha atJibuido erróneamente rasgos pro- pios de otros grupos -sobre todo los guaraníes-, en un falso saber que se implantó durante mucho tiempo en los textos educativos elementales. 11

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Historia del Uruguay

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  • CAPTULO 1

    EL URUGUAY INDGENA

    1- Los pobladores nativos radicados en el actual territorio nacionaJ a la llegada del conquistador europeo suelen ser agrupados bajo la denominacin genrica de "charras", olvidndose frecuentemente la existencia de otras etnias menores como los chan-timbes y especialmente Jos guaranes, que en su expansin haban llegado a la zona del bajo Uruguay y costa norte del Ro de la Plata alrededor de los siglos XIV y XV. Bien es verdad que los chanaes haban desaparecido a principios del siglo XIX diezmados por los ataques de los charras y sobre todo por la trasmisin de las enfermedades europeas -en primer lugar la viruela- contra las que cmecan de defensas biolgicas. Este ltimo factor motiv tambin, mucho antes, la temprana extincin de los guaranes pre-misioncros. En cambio el aislamiento relativo de los chanas, causado por su propio gnero de vida, permiti su precaria supervivencia.

    Limitndonos en consecuencia a estos ltimos, el nivel cultural en que se hallaban era el de cazadores recolectores superiores, lo cual los obligaba aJ nomadismo para obtener el sustento. Por taJ razn puede calcularse que su mayor volumen poblacional poco superara los 5.000 individuos.

    Debe destacarse que los conocimientos actuales ms o menos slidos sobre nuestros indgenas son sumamente escasos. Mientras mantuvieron sus caractersticas culturales originales nunca fueron objeto de observaciones cientficas, siendo muchas infonnaciones de la poca harto discutibles, por lo que se les ha atJibui.do errneamente rasgos propios de otros grupos -sobre todo los guaranes-, en un falso saber que se implant durante mucho tiempo en los textos educativos elementales.

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  • Cuando testigos espaoles del siglo XVIII tan calificados como Azara redactaron sus impresiones sobre los charras, stos haban sufrido una intensa trasculturacin, provocada por la introduccin del ganado y diversos elementos europeos que modificaron irreversiblemente su gnero de vida.

    Prcticamente nada se conoce sobre su vida espiritual, incluyendo su concepcin del mundo y las leyendas y mitos que sin duda tuvieron. Existen datos sobre sus lites funerarios, pero ignoramos en qu creencias se basaban. Respecto a la educacin -la trasmisin a las generaciones jvenes de los saberes y destrezas alcanzados por esa etnia- slo cabe por lo tanto razonar por similitud con lo que se conoce de otros gmpos humanos de nivel cultural, econmico y social comparable.

    La adquisicin de las tcnicas de subsistencia, caza y pesca, y tambin las de combate, seguramente se obtena a travs de la experiencia imitativa de lo que se vea practicar a los mayores, y lo mismo cabe decir en cuanto a las tareas de recoleccin de vegetales y moluscos reservadas a las mujeres. La enseanza de la manufactura de armas y otros objetos, as como l a trasmisin de mitos y pautas de conducta, muy probablemente corra por cuenta de los abuelos, que al perder sus aptitudes de agilidad y fuerza necesarias para la cacera conservaban sin embargo, una funcin econmica de importancia al suministrar a los guerreros las herramientas indispensables para su actividad.

    Ms adelante los guaranes cristianizados -los "tapes", de relevante importancia en la formacin de la sociedad hispano-criolla- recibieron una educacin impartida por los misioneros y basada en ideas y mtodos europeos, aunque fuera eventualmente dictada en idioma vernculo.

    Por ltimo es necesario dejar establecido, a fin de aventar invenciones histricas muy difundidas recientemente, que el legado cultural recibido de las etnias indgenas por nuestro pueblo es muy modesto, y en el caso de los charras insignificante. El idioma guaran, hablado habitualmente en nuestra campaa hasta mediados del siglo XIX, slo subsiste en parte de la toponimia y en la designacin de numerosas especies botnicas y zoolgicas autctonas. No cabe decir lo mismo de la herencia biolgica, pues un porcentaje apreciable de nuestra poblacin proviene indudablemente del mestizaje de los europeos (y tambin africanos) con elementos indgenas.

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    EL PERODO COLONIAL

    El ganado

    1- En toda la Amrica espaola, fue la sociedad oriental la ltima en formarse; por eso un autor peninsular del siglo XX apod al Uruguay "el benjamn de Espaa". Tal circunstancia es slo una de las varias que configuran la singularidad histrica del Uruguay. Otra de ellas fue que la implantacin del ganado europeo precedi a la presencia permanente del hombre europeo. En efecto, las fundaciones de poblados a lo largo del siglo XVI fracasaron por la carencia de bases econmicas en que sustentarse y por los ataques de los indgenas, por lo cual aquellos precarios ncleos fueron abandonados.

    Cuando, en 1611 y 1617, el gobernador de Asuncin Hernando Arias de Saavedra introdujo un centenar de cabezas de ganado vacuno, suministr a la "banda de los charras", como se llamaba a esta parte del Ro de la Plata, lo que hasta entonces le haba faltado para hacer posible una poblacin asentada y permanente: una riqueza explotable. No se haban descubierto en nuestro territorio yacimientos mineros que sustentaran una sociedad de explotadores de metales preciosos trabajados por masas de esclavos o semi-esclavos, como en Mxico o Per, ni las condiciones geogrficas y climticas eran adecuadas para las grandes plantaciones tropicales de caf o caa de azcar, que tambin requeran una mano de obra semejante. Pero exista una pradera rica en pastos, apta para alimentar vacas -que se reprodujeron rpidamente hasta alcanzar cifras millonarias-, caballos y ovejas. As se marc para esta tierra un destino pecuario que en algunas etapas de su historia le otorgara una envidiable prosperidad.

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  • La frontera

    2- Otros factores incidiran en la configuracin histrica del Uruguay. Su ubicacin geogrfica, a la entrada y salida del vasto sistema fluvial de los ros Paran y Uruguay que forman el Ro de la Plata, otorgaba a quien tuviera su control una gran ventaja estratgica. AJ fonnarse en suelo sudamericano los imperios coloniales espaol y portugus, era inevitable que chocaran cuando los pusieran en contacto sus expansiones respectivas. Ese choque no poda producirse en el largufsimo lmite selvtico de una Amazonia por entonces inhabitable, sino en aqueUas comarcas donde era posible la creacin de cenuos civilizados permanentes: la regin misionera y la Banda Oriental.

    Podemos llamar regin misionera al este del Paraguay, la provincia argentina de Misiones y el oeste de Rio Grande del Sur, segn la divisin poltica actual. Desde comienzos del siglo XVll estuvo all el escenario de la conquista esplitual emprendida por la Iglesia y especialmente por la Compaa de Jess. Las misiones jesuticas representaron, por una parte, un audaz intento de infundir la civilizacin occidental a los indgenas guaranes, catequizndolos e instruyndolos en las ciencias, anes y tcnicas de Europa, pero respetando su idioma nativo; por otra fueron un bastin del imperio espaol, enfrentado a las pe1manentes in.cursiones de los "bandeirantes" o "mamelucos" mestizos de San Pablo, que con o sin la anuencia de las autoridades coloniales portuguesas atacaban las misiones con el fm de capturar indgenas para reducirlos a la esclavitud. En 1641 las milicias indgenas organizadas, armadas y dirigidas por los jesuitas derrotaron a los bandeirantes en la batalla de Mboror, una de las ms impo1tantes y ms olvidadas que se hayan librado en tierras platenses. Gracias a ella las Mjsiones gozaron de un siglo de paz, hasta el funesto tratado de lmites de 1750.

    Montevideo

    3- El aventureiismo inegular de los bandeantes fue apenas una faceta de un deliberado y planificado expansionismo portugus, que desde muy temprano se propuso no respetar los lmites establecidos por el tratado de Tordesillas de 1494, el cual dejaba en su poder solamente la esquina noreste del continente sudamericano. Portugal lleg a concebir que los supuestos "limites naturales" del Brasil llegaban hasta el Ro de la Plata, lo cual dejara a la Banda Oriental bajo su soberana.

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  • En cumplimiento de esa detcnninacin, en 1680 el gobernador de Rio de Janeiro, Manuel de Lobo, fund en nuestras orillas la Colonia del Sacramento. El avance tenitorial se vera complementado con la adquisicin de la riqueza ganadera de la Banda y con el establecimiento de una fructfera base de contrabando de mercaderas inglesas ubicada frente a Buenos Aires. No debe olvidarse que Portugal mantena una relacin de dependencia respecto a [nglaterra, situacin que se consolidara con el tratado de Methuen ( 1703).

    Desde su fundacin la nueva ciudad se constituira en objeto de permanente disputa entre Portugal y Espaa, y hace mucho tiempo que los historiadores se han admirado de cmo lo que adquiran las armas espaolas en el campo de batalla se perda despus en la mesa de negociaciones diplomticas. No es nuestro propsito historiar estas alternativas, sino indicar sus principales consecuencias.

    La reaccin espaola ante las usurpaciones lusitanas implic, aos ms tarde, la creacin de un establecimiento militar destinado a bloquearlas, lo que tuvo como prlogo la expulsin de los portugueses recin instalados en la baha de Montevideo. Al ao siguiente (1724), comenz el proceso de fundacin de lo que en un principio no sera ms que una plaza fuerte, segn las rdenes del rey Felipe V enviadas al gobernador de Buenos Aires, Bruno Mauricio de Zabala. Pero dos aos despus empezaron a arribar familias espaolas -sobre todo de las islas Canarias-, con lo que se inici el desarrollo de un poblamiento civil. El ncleo poblado adquiri la categora formal de ciudad con la fundacin del Cabildo, el 1 o de enero de 1730, fecha en que puede darse por concluido el proceso fundacional de Montevideo.

    Por debajo del Gobernador, que desde 1750 ejerca la suprema autoridad, era el Cabildo la institucin de mayor relevancia y la nica que poda pretender una relativa representatividad. Sus nueve miembros (cada uno con ttulo y funcin especficos) eran elegidos por cooptacin: los salientes el 1 o de enero elegan a los entrantes. En aquellos tiempos en que no se conoca la divisin de poderes, el Cabildo ejerca facultades judiciales en lo civil y criminal, ejecutivas en materia policial en ciudad y campaa, legislativas y ejecutivas como autoridad municipal: limpieza, abastecimientos, obras pblicas, ordenamiento urbano, etc.

    Los cargos capitulares solan ser ocupados por patricios, y cuando

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  • la magnitud de un problema exiga un consenso ms amplio se convocaba a Cabildo abierto para consultar la opinin de un conjunto de vecinos selectos, que concurran por invitacin. Pese a cuanto se ha dicho, es difcil encontrar aqu un germen de democracia destinado a desarrollarse en el futuro.

    En las dcadas sucesivas fue incrementndose la funcin de la ciudad como puerto de mar y beneficiaria de las favorables consecuencias de las reformas implantadas por la nueva dinasta borbnica. La eliminacin en 1740 del antiguo sistema mercantil de las flotas y galeones y su reemplazo por el mucho ms flexible de los navos de registro, permiti que Montevideo conociera una progresiva expansin comercial por la va martima. La Real Cdula de Libre Comercio de 1778, que inclua a Montevideo en la nmina de 24 puertos americanos habilitados para comerciar entre s y con 14 de Espaa, reforz el efecto de medidas previas que lo beneficiaban: su designacin como puerto de correo ( 1767) y como escala obligatoria para los barcos dirigidos al Callao (1770 y 1776). Ms tarde, la instalacin de una Aduana ( 1779 y 1789), la autorizacin para comerciar cueros con puertos extranjeros ( 1 782) y el monopolio de introduccin de esclavos africanos para el Ro de la Plata y Chile ( 179 1 ), fortalecieron la posicin de Montevideo como puerto e incrementaron la riqueza de su clase comerciante. Los barcos mercantes de propietarios residentes en Montevideo recorrieron Jos mares dedicados al comercio, incluyendo la trata de esclavos.

    Pero de ninguna manera la importancia portuaria de esta ciudad se limit al aspecto mercantil. Aqu entra a jugar su valor estratgico, factor que permanece a travs de los tiempos puesto que se basa en caracteres invariables. En primer lugar, su posicin geogrfica. Si bien desde Buenos Aires se puede controlar mejor la entrada y salida de los grandes ros Uruguay y Paran que conforman la Cuenca del Plata, Montevideo constituye la llave de la entrada al propio Plata. Posee una baha capaz de albergar a gran nmero de naves, y junto a las costas de la Banda Oriental corre el canal ms profundo del ro. En cambio, Buenos Aires no existe como puerto natural, y en aquella poca las naves deban anclar a vatios kilmetros de su orilla.

    Pero adems Espaa necesitaba disponer de una base naval para custodiar sus posesiones en el Atlntico sur, y la nica disponible era Montevideo (las costas del Brasil eran portuguesas y Patagonia todava

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  • estaba sin colonizar y poblada por indgenas hostiles). Desde su creacin el Real Apostadero Naval ejerci mltiples funciones en defensa de la soberana de la Corona: combatir el contrabando, controlar la pesca clandestina, impedir establecimientos extranjeros en las costas patagnicas y en las Malvinas (islas que dependan de esta institucin montevideana), dar apoyo martimo a la defensa de la frontera norte de la Banda Oriental. No est de ms recordar que las islas africanas de Annobn y Fernando Poo, adquiridas por Espaa a raz del tratado de San Ildefonso, fueron ocupadas por tropas y naves del Apostadero.

    La campaa. Poblamiento y propiedad

    4- La campaa 01iental fue poblndose espontneamente desde fines del siglo xvn, cuando comenzaron a llegar diversas gentes que procuraban vivir del ganado cimatTn. Hombres de campo de Buenos Aires y otras provincias, desertores portugueses de la Colonia, mamelucos provenientes del Brasil, vaqueros tapes llegados de las Misiones, mantuvieron en las vastas praderas un gnero de vida errante y libre. As fue elaborndose el tipo humano del gaucho, identificado por ese modo de subsistir ms que por sus caractersticas tnicas, en las cuales predominaba el mestizo, producto del cruzamiento con mujeres indgenas. Tras la ruina de las Misiones jesuticas parece baberse incrementado la penetracin de indgenas misioneros que huan de la tirana de los administradores portugueses. Su idioma guaran, segn estudios actuales, se habl en nuestra campaa hasta mediados del siglo XIX, hecho cultural de inocultable importancia

    La explotacin del ganado se practic por medio de las llamadas "vaqueras", expediciones de captura de ganado autolizadas por los cabildos en sus respectivas jurisdicciones, en especial el de Buenos Aires. El principal rubro era el cuero, extrado en el mismo lugar de la matanza, mientras en otros casos las reses eran arreadas para repoblar los campos de Buenos Aires y l.a Mesopotamia afectados por la faena excesiva. Para participar en la actividad de vaquera era necesario recabar determinados permisos y abonar como impuesto un tercio de los cueros obtenidos. Pero esto lgicamente concerna slo a las vaqueras legales y no a las clandestinas, por lo menos tan frecuentes como aqullas.

    Pronto se observ la necesidad de establecimientos permanentes

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  • que strvteran como base de estas actividades y para depsito de los cueros obtenidos. As se crearon las primeras estancias en los actuales departamentos de Colonia y S01iano.

    El ordenamiento jurdico vigente consideraba las tierras americanas no pobladas por indgenas agricultores (era el caso de la Banda Oriental), como propiedad de la Corona y prevea tres procedimientos para su adquisicin legal por particulares: el repartimientO, la merced y la denuncia. El primero beneficiaba a los vecinos fundadores de una ciudad (el caso principal en nuestro tenitorio fue, por supuesto, Montevideo), quienes reciban gratuitamente un solar dentro de las murallas para edificar su vivienda, una chacra en las afueras y una "suerte de estancia" en la campaa, llamndose as a una medida de media legua por legua y media de campo. Dadas las condiciones econmicas, estas estancias resultaron pequeas y poco aprovechables. La merced era concedida por el rey o sus representantes (virrey, gobernador, etc.), como recompensa por servicios prestados (el Estado espaol siempre andaba escaso de dinero) o en muchos casos por simple favoritismo. La denuncia consista en la adquisicin de tierras comprndolas a la Corona al fmal de un proceso muy largo y costoso, solo al alcance de los ricos.

    La merced y la denuncia tuvieron como consecuencia la aparicin de vastos latifundios, lo que por otra parte resultaba inevitable si se tiene en cuenta la ecuacin de mucha tierra y poqusima gente para poblarla. La omisin de Jos procedimientos legales ocasion que muchos campos fueran simplemente ocupados sin ttulo de propiedad, debiendo distinguirse entre los grandes ocupantes (sea que no hubieran terminado sus trmites de denuncia o que se extendieran ms all de sus propiedades legtimas) y los pequeos ocupantes (gente de nivel mediano o pobre, que se instalaban para explotar una escasa cantidad de ganado en aquellos campos casi vacos, sin tener cmo saber si eran bienes fiscales o reclamados como suyos por algn particular).

    Al finazar el perodo colonial, las propiedades rurales todava no estaban bien delimitadas ni slidamente establecidas desde el punto de vista jurdico; tampoco merecan el respeto at1ibuido a las cosas que no se discuten porque estn consagradas por el paso de un largo tiempo. Adems, vastas extensiones de campos an no haban salido del dominio estatal.

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  • Cuando Montevideo estuvo bien asentado, se convirti en centro de irradiacin hacia el resto de la Banda, con las fundaciones sucesivas de Maldonado, Paysand, Salto, San Carlos, San Jos, Minas, Mercedes y otros pueblos, hasta un total de 28 que existan en 1 8 1 l . Fue este un poblamiento ms o menos planificado, que se agreg al espontneo verificado anteriormente.

    La incoherente divisin administrativa

    5- Desde que Montevideo se instituy como gobernacin ( 1749), el territorio de la Banda Oriental qued repartido en tres jurisdicciones separadas. La gobemacin de Montevideo tena como lmites el arroyo Cufr, la cuchilla Grande y las sierras de Maldonado; aJ norte del ro Negro se extenda una regin que correspondi a las Misiones jesuticas y despus de la expulsin de la Orden en 1767 form pane de la gobernacin de Yapey; el resto, desde las costas del bajo Uruguay hasta Rocha, dependa de la gobernacin de Buenos Aires. Entre Ros Yi y Negro (el actual departamento de Durazno) estaba en disputa.

    En otras palabras, la unidad geogrfica y econmica natural que era l a Banda Oriental, se encontraba segmentada por el rutinarismo del sistema colonial en tres secciones distintas, lo que redundaba en trabas burocrticas permanentes, disputas interinslitucionales e ineficiencia gubernativa. La unificacin de la Banda en una sola jurisdiccin con capital en Montevideo fue una constante aspiracin del patriciado dirigente, pero ella no se concret hasta los aos finales del rgimen hispnico.

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  • CAPTULO 111

    EL RGIMEN COLONIAL

    La sociedad montevideana

    1- A di_ferencia de otras sociedades hispanoamericanas ms antiguas, la poblacin 01iental no estuvo integrada originariamente por conquistadores, sino por colonos, gente pacfica y trabajadora que busc en estas tierras la oportunidad de prosperar que la suya les negaba. Por ms que a los vecinos fundadores de Montevideo se les asignara el rango honorfico de "Jzijosdalgo de solar conocido ", no existieron aqu pretensiones nobiliarias ni una excesiva diferenciacin social, si exceptuamos la situacin de los esclavos. Las condiciones econmicas y la estructura de la sociedad no impedan el ascenso dentro de ella. Inconscientemente se fue desarrollando un sentimiento de igualdad que hasta ahora llama la atencin de los extranjeros que nos visitan (y por cierto que esos extranjeros son sobre todo los latinoamericanos).

    Como clase superior encontramos al patriciado, segn la designacin que puso en circulacin Carlos Real de Aza para denominar a un nivel social superior que no es exactamente ni aristocracia ni burguesa. En su mayora descendientes de los vecinos fundadores de Montevideo, poseedores de tierras y ganados, muchos de ellos eran adems comerciantes de exp01tacin e importacin. Los ms privilegiados, por disponer de un mercado seguro para la colocacin de sus productos, eran los que se haban instalado como representantes de grandes empresas comerciales espaolas, sobre todo de Cdiz. A partir de 1 7 8 1 , cuando se i_nici la industria saladeril estimulada por la Real Cdula de Libre Comercio de 1778, la exportacin de tasajo con destino a las reas esclavistas (Cuba, la costa del Per, tambin e l Brasil portugus), se sum al comercio de cueros que a travs de Espaa surta a toda Europa.

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  • A la primaca econmica y la preeminencia social, sumaban los patricios el monopolio de los cargos del Cabildo y la posibilidad de acceder a la educacin superior que se brindaba en las universidades de Crdoba y de Charcas (o Chuquisaca, hoy Sucre, en el Alto Per), en busca del ttulo de abogado. Existieron algunos casos de jvenes montevideanos que cursaron estudios en Espaa. Con todo esto, debe notarse que el estilo de vida del patriciado era sencillo y desprovisto de lujos, por otra parte poco accesibles en una modesta ciudad que apenas contaba con unos 15.000 habitantes al comenzar el siglo XIX.

    Aunque admitamos que existi una clase media, cosa que niegan varios historiadores, no cabe duda de que ella fue escasa e inestable. Estaba compuesta por los pequeos comerciantes, los artesanos dueos de sus talleres y los empleados de menor nivel. Por debajo los trabajadores manuales, muchos de eiios inmigrantes peninsulares recin llegados y tambin hombres de mu que abandonaban sus barcos para dedicarse a algn trabajo ms o menos estable. Llamaba la atencin de los observadores de la poca que a diferencia de otras ciudades hispanoamericanas, Montevideo albergaba cierta cantidad de extranjeros (portugueses, franceses, sardos, genoveses, ingleses), provenientes sobre todo de las tripulaciones de naves europeas que comenzaron a frecuentar nuestro puerto despus de 1 778.

    En una ciudad de crecimiento bastante rpido, la construccin de viviendas, con todos los oficios anexos, brindaba oportunidades de trabajo que se agregaban a los derivados de la actividad po1tuaria (carga y descarga de buques, servicio de botes y lanchas, etc.), a la indust1ia saladeril y a las escasas manufacturas (ladrilleras, fabricacin de velas y jabones, por ejemplo). A causa de la escasez de mano de obra, los jornales eran relativamenre elevados.

    Los niveles ms humildes de la sociedad urbana estaban integrados sobre todo por gentes de diferentes grados de mestizacin entre blancos y negros, con escasa participacin de indgenas. Por debajo de todos se hallaban los esclavos trados de frica y sus descendientes, sobre quienes recaan las tareas ms pesadas, el servicio domstico y tambin el comerco ambulante por cuenta de sus amos. El trfico de esclavos constituy una de las fuentes de riqueza ms impmtantes del patriciado, sobre lodo cuando desde 1791 Montevideo fue puetto nico para su introduccin, como se ha dicho antes. Desde el punto de vista demogrfico, puede

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  • afirmarse que, en determinados perodos, ms o menos un tercio de la poblacin de esta ciudad estaba compuesto por negros.

    Como "plaza fuerte y puerto de mar", Montevideo contaba adems con sectores de poblacin que no se hallaban integrados plenamente en su sociedad: los mil itares y los marinos, guarniciones que estaban de paso en este destino. De hecho, la mayor parte de las unidades militares permanentes del virreinato se encontraban en la Banda Oriental. A su vez, las naves del Apostadero contaban con numerosas tripulaciones.

    Los oficiales de ambas armas alternaban en los salones del patriciado y en ocasiones contraan matdmonio en la ciudad; la soldadesca y la marinera mantenan contacto con las capas montevideana

  • Sin mantener un vnculo de dependencia laboral como el que tenan los peones, encontramos un tipo humano cspecialsimo, cuyo modo de vida dependi de circunstancias transitorias y excepcionales: el gaucho. Solamente en una pradera l ibre y sin cercados, provista de un abundante ganado prcticamente sin dueo, fue posible que vivieran numerosos individuos errantes sin sujetarse a la obediencia de autoridad alguna, ni la de un patrn porque no lo necesitaban, ni la de las autoridades pblicas porque brillaban por su ausencia. Nada posean fuera de su caballo y sus armas; pero eso les bastaba para obtener su subsistencia diaria y los cueros que iran despus a vender en la pulpera a cambio de yerba, bebida y diversiones. Es as que se dio en nuestra sociedad otra de las caractersticas paradojales que la singularizaron: lo que en Europa eran lujos de aristcratas, andar a caballo y comer came, aqu estaba al alcance de los ltimos desheredados del campo. Ni la Banda Oriental rural ni la urbana conocieron nunca el azote de las hambrunas.

    El culto del coraje, un sentido anrquico de la l ibertad, la indiferencia ante el dinero, lgica en quienes practicaban una economa pre-monetaria, la fidelidad con los amigos, configuraban entre otros una escala de valores que se trasmitiran idealizados hasta generaciones que ya no conocieron al gaucho, desaparecido como estilo de vida a par6r del ltimo cuarto del siglo XIX. Pero tambin deben entrar en la cuenta la carencia de hbitos de trabajo sostenido y el poco aprecio de la vida propia o ajena.

    En ese ambiente surgi una forma de liderazgo propio de las sociedades ganaderas: los caudillos. Solan ser personalidades poderosas dotadas de cualidades que los hombres comunes reconocan como superiores, trabndose un pacto tcito de dependencia y fidelidad de la masa respecto al caudillo, quien a su vez asuma un rol de protector y de gua. No siempre eran estancieros ricos, pero s deban ser "hombres de a caballo", expertos en la vida del campo. Gran parte de la existencia histrica del Uruguay -hasta la guerra civil de 1904- se vertebrar en torno a ellos.

    No toda la poblacin de la campaa se dedicaba directamente a la explotacin del ganado. En los parajes ms frecuentados fueron apareciendo las pulperas, establecimientos que cumpliran variadas y necesarias funciones en el medio rural. Comercio de "ramos generales" -como se dira ms tarde-, barraca donde se acopiaban cueros comprados a los

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    gauchos y se centralizaban las actividades del contrabando, pnmlttvo banco que prestaba dinero a los estancieros locales con la garanta de su produccin, la pulpera era tambin el nico centro de sociabilidad como despacho de bebidas y escenario de los juegos de naipes y taba, de las carreras cuadreras y de las rias de gallos. En algunos casos, detrs del mostrador se formaron grandes fortunas, cuyos propietatios las invirtieron en la compra de tierras para convertirse en hacendados, Jo cual era socialmente ms prestigioso.

    La agricultura no estaba ausente, pero se practicaba sobre todo en las chacras ubicadas en los aledaos de las ciudades y en la zona que hoy forma e l departamento de Canelones. Los chacareros solan ser inmigrantes que muchas veces provenan de las islas Canarias y traan consigo los hbitos del campesino europeo, pacfico, empeoso, ahonativo hasta la tacaera. Gente de a pie, eran despreciados por los paisanos y gauchos, hombres acostumbrados a contemplar el mundo desde lo alto del caballo.

    Antes de la revolucic)n

    3- Cuando en 1 8 1 O estalla la revolucin en Buenos Aires, el virreinato del Ro de la Plata llevaba apenas 34 aos de fundado, mientras que los de Mxico y Per contaban ya con casi dos siglos y tres cuartos. No hubo pues tiempo para implantar slidas estructuras administrativas ni menos para dar algn grado de cohesin a comarcas muy dismiles por sus rasgos geogrticos, econmicos y tnicos, que se hallaban separadas por vastas extensiones casi despobladas.

    La sociedad oriental, gestada como se ya dijo en el siglo XVIII, fue contempornea de una poca que la marc de modo indeleble. poca de crisis ideolgica con el surgimiento en Europa de las "nuevas ideas" que ambientaran e l liberalismo moderno; poca de crisis religiosa, con el debilitamiento de las creencias en amplios sectores intelectuales, mientras la organizacin de la Iglesia se vea vulnerada con la disolucin de la Compaa de Jess y el intervencionismo creciente del Estado en sus actividades (en Espaa y su imperio, el "regalismo" de Carlos III); poca de crisis sociaJ con el ascenso indetenible de la burguesa que tomaba por asalto las posiciones privilegiadas de nobleza y clero; poca, en fin, de crisis politica generalizada a raz de la Revolucin Francesa y su difusin, bajo una forma u otra, por toda Europa.

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  • Desde este punto de vista, puede afirmarse que el Uruguay tuvo un 01igen "liberal". Su sociedad no estuvo dividida en estamentos infranqueables y sufri escasas constricciones que la limitaran; su Iglesia no practic la persecucin inquisitorial, fue dbil y relativamente pobre; con algunas excepciones, los gobernadores de Montevideo no ejercieron un autoritarismo desptico.

    Como ha ocurrido frecuentemente en la historia, su personalidad colectiva fue forjndose por contraposicin con las de sus vecinos. Contra los luso-brasileos, aunque vinculados por la oscura complicidad del contrabando, pesaba toda una tradicin de disputa fronteriza cuyo ltimo captulo haba sido la usurpacin de 1 80 1 , cuando un sbito ataque haba arrancado a esta Banda las Misiones Orientales, como repercusin americana de un caprichoso conflicto europeo. Contra los bonaerenses se mantena una spera rivalidad comercial, la "lucha de puertos" de nuestros historiadores clsicos, cuyas races se hallaban en los primeros aos de existencia de Montevideo.

    Aproximadamente entre 1778 y 1 794 se verific el apogeo del movimiento econmico de Montevideo y la Banda. En esta ltima fecha se estableci por Real Cdula el Consulado de Buenos Aires, institucin provista de competencias administrativas y judiciales en materia econmica. Aunque con autoridad estatal, su integracin era de origen privado, por cuanto era elegido entre los comerciantes y hacendados de la capital virTeinal. Su gestin tuvo desde el primer momento el propsito de recuperar para Buenos Aires la primaca comercial, valindose de la jurisdiccin que ejerca tambin sobre Montevideo, pese a que esta ciudad para nada intervena en su eleccin y slo era sede de una delegacin subordinada (la "Diputacin del Consulado"). Fue as que, a travs de variados hechos que enconaron las relaciones entre ambos puertos, descendi la importancia relativa de la ciudad oriental con respecto a su vecina y rivaL

    De todos modos, ya estaba consolidada para largo tiempo la ecuacin econmica que era uno de los factores de unidad de la Banda: la campaa produca y Montevideo exportaba. No significaba esto que las relaciones campo-ciudad carecieran de roces. El Montevideo espaol se contrapona al interior criollo, como se vera dramticamente en los sucesos revolucionarios de 1 8 1 1 . Segn se expuso antes, los medianos y pequeos productores rurales se consideraban marginados y explotados

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    por la ciudad comerciante que les fijaba precios y condiciones, mientras el elemento gauchesco miraba con resemim1eoto a la sede gubernativa de donde partan los intentos de reprimirlo.

    Tampoco debe entenderse, ni mucho menos, que el comercio oriental se limitara a los parmetros legales. La economa informal construida en torno al contrabando lleg a ser componente indisoluble e imponantsimo de la actividad econmica global. El producto de las vaqueras clandestinas se encaminaba hacia el Brasil a cambio de mercaderas como tabaco, bebidas y telas, cuando no era comprado ocultamente por los comerciantes montevideanos que luego lo incluan en sus exportaciones. Nada de esto habra sido posible sin la frecuente complicidad de autoridades civiles y militares.

    El comercio ilcito puede interpretarse como una reaccin contra las limitaciones y trabas impuestas por el ordenamiento jurdico a la expansin de las posibilidades productivas locales y a la satisfaccin de sus necesidades de consumo. No debe olvidarse que el monopolio peninsular subsista y que la expresin "comercio libre" de la Real Cdula de 1778 se entenda dentro de la jurisdiccin de la Corona, salvo excepciones limitadas. La aspiracin de las sociedades hispanoamericanas de acceder directament.e a los grandes mercados del mundo (o sea en los hechos al de Gran Bretaa) ser un factor determinante en el ciclo revolucionario que concluir en la independencia.

    La desorganizacin de la campaa redundaba en varios aspectos perjudiciales para el propio rgimen vigente. El fiscal en primer tJmino, pues no era posible cobrar impuestos sobre propiedades mal definidas y actividades econmicas irregulares ejercidas por una poblacin precariamente asentada o directamente errante. La seguridad, adems, estaba comprometida por las correras de matreros y de indios charras. La frontera misma, por ltimo, era puramente terica en cuanto no estaba respaldada del lado espaol por una presencia permanente de la fuerza del Estado ni por una poblacin civil estable que se opusieran a la paciente infiltracin portuguesa. No debe pasarse por alto un factor importante para las ideas de la poca: la escassima presencia de prcticas religiosas organizadas, lo que inclua sacramentos como el matrimonio y el bautismo.

    Por tales razones a partir de 1786 se formularon diversos planes de "arreglo de los campos", como se les llam. Se propona en ellos la

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  • confiscacin sin indemnizacin de tietTas tomadas de los latifundios de extensin excesiva para distribuirlas entre los pobres de la campaa con la finalidad de aJTaigarlos; el otorgamiento de ttulos de propiedad que terminaran con los conflictos entre propietarios y ocupantes; el poblamiento de la zona fronteriza, con obligacin de prestar servicio armado para vigilarla; instalacin de templos y capillas como centros religiosos para evangelizar la campaa y moralizar las costumbres.

    El virrey Sobremonte, en el Real Acuerdo de 1 805, pretendi llevar a cabo estos propsitos, pero se vio frustrado por la cerrada oposicin del Gremio de Hacendados de Montevideo que entendi que la reforma iba en su perjuicio. De modo que al cerrarse la etapa colonial, poco ms se haba hecho que la creacin del Cuerpo de Blandengues de la Frontera de Montevideo, dispuesta por el virrey Melo a fines de 1796.

    La crisis del imperio hispnico y la Banda Oriental

    4- La convulsin general de Europa a raz de la Revolucin Francesa tuvo trascendentales repercusiones en los dominios americanos de la Corona espaola, que a mediano plazo llevaran a la emancipacin. Entre tanto, y con menor espectacularidad, se vena procesando aproximadamente desde 1760 una de las mayores transformaciones que ha experimentado la humanidad, la Revolucin Industrial, que entre otras innumerables consecuencias modificara las relaciones entre las economas nacionales.

    El perodo de hostil idad entre Espaa e Inglaterra, dominadora de los mares, alter el tlujo comercial regular y llev a intentonas agresivas del poder britnico sobre los dominios espaoles. La ms importante tuvo lugar en el Ro de la Plata, con las Invasiones Inglesas de 1 806-1 807 . De un hecho fueron muy conscientes los rioplatenses: la resistencia contra los invasores y su expulsin se llevaron a cabo por las solas fuerzas locales sin que la metrpoli hubiera aportado ningn apoyo eficaz. La inuoduccin masiva de mercancas britnicas baratas en Montevideo hizo posibles negocios pinges y demostr prcticamente los perjuicios que causaba el monopolio vigente. La institucionalidad colonial qued insanablemente vulnerada cuando en Buenos Aires el virrey Sobremonte fue depuesto y sustituido por Liniers a consecuencia de un Cabildo abierto.

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  • Pero no solo eso: la relacin entre Buenos Aires y Montevideo, lejos de experimentar un mayor hermanamiento, se deterior an ms debido a las disputas por los mritos respectivos en la Reconquista y por el destino de las mercaderas dejadas por los comerciantes ingleses en la plaza de Montevideo. Gran Bretaa, por su parte, extrajo una leccin de su fracaso en el intento de dominio directo de estas regiones: el control pacfico de la economa era mucho ms eficaz.

    Los acontecimientos europeos de 1 807-1 808 alteraran irreversiblemente el escenario americano. La invasin francesa de Portugal y el consecuente traslado de la corte lusitana a Rio de Janeiro significaron la instalacin en Amrica de un poder que, de inmediato, inaugur una poltica expansionista propia, no sin desconfianza de la potencia britnica que lo sostena. La ocupacin del territorio de Espaa por los ejrcitos de Napolen, el motn de Aranjuez, el inicio de la resistencia con el alzamiento madrileo del 2 de mayo, la forzada abdicacin de la dinasta borbnica en Bayona y el otorgamiento de la corona de Espaa e Indias a Jos Bonaparte, suscitaron en los reinos americanos una reaccin contra la dominacin francesa que en el Ro de la Plata adquiri caracteres propios.

    El virrey Liniers, francs de nacimiento, haba mantenido indiscretos contactos con Napolen cuando Espaa y Francia eran todava aliadas. Tales actitudes deban hacerlo sospechoso a ojos de los espaolistas ms intransigentes, que encontraron un lder en el gobernador de Montevideo, Francisco Javier de Elo, quien haba conquistado gran popularidad entre sus gobernados por las medidas de fomento que adopt y el entusiasmo con que abraz la causa montevideana en la rivalidad con la capital del virreinato cuyos intereses representaba Liniers. La enemistad personal entre ambos fue un nuevo factor que encon el conflicto.

    Cuando llegaron al Plata las noticias de los sucesos de Espaa, surgieron nuevas divergencias, agudizadas por las intrigas portuguesas, en cuanto al reconocimiento y jura de Fernando VII. Ante la destitucin de Elo pronunciada por Liniers, Montevideo se moviliz en defensa de su gobernador. Las manifestaciones populares exigan "Junta como en Espaa ".

    Aqu debe explicarse que la resistencia de los espaoles contra Napolen haba revestido la forma institucional de Juntas, primero

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  • locales, luego unificadas. Su justificacin doctrinaria parra de una base terica generalmente aceptada: la soberana del Estado era compartida entre el rey y e l pueblo. Al no haber rey legtimo (el que lo era, Fernando VII, estaba "prisionero" en Francia e impedido por lo tanto de ejercer su autoridad, y el intruso Jos Bonaparte no era legtimo), la totalidad de la soberana reverta al pueblo, quien la ejercera por medio de Juntas conservndola para Fernando hasta que recuperara su l ibertad. Por ser jurdicamente iguales los espaoles peninsulares y los criollos americanos, el mismo derecho a formar Juntas asista a ambos pueblos.

    La Junta de Momevideo, creada en el Cabildo abierto del 2 1 de setiembre de 1 808 y presidida por Elo, aunaba dos sentimientos colectivos: la lealtad a la Corona y el autonomismo frente a la autoridad bonaerense. Confumando un mando concedido a Elo desde antes, logr el control de toda la Banda Oriental, lo que satisfaca un antiguo anhelo del patriciado. Su gestin de gobierno incluy la apertura del comercio con los ingleses y en algn grado con el Brasil.

    La Junta se disolvi a mediados de 1 809 con la llegada deJ nuevo virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, designado por la Junta Central Gubernativa espaola, la que luego orden el regreso a Espaiia de Liniers y Elo. Cisneros nunca lleg a ejercer la pl.enitud de su autoridad que, como percibi de inmediato, de hecho estaba en manos de los jefes militares criollos de Buenos Aires.

    El rgimen colonial viva su ltimos das.

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  • CAPTULO 1

    LA IGLESIA Y EL ESTADO ESPAOL

    1- Para Methol Fcrr, la Iglesia Catlica ha sabido suscitar, en diferentes mbitos territoriales, respuestas a cada nueva circunstancia. "Con la Orden Benedictina, en la formacin de Europa, en un mbito agrario recorrido por bandas guerreras, escribe, afirm la estabilidad pacfica ( ... ,) la vida fraterna, sobria, en comtn, trabajando y orando ( . . . ) Luego en el siglo XIII, con la irrupcin de las burguesas, el comercio y su gran revolucin intelectual y universitaria, surgieron las rdenes mendicantes. Los dominicos predicadores de la inteligencia: su lema es 'Ve ritas'; los franciscanos contra el naciente fetichismo del dinero, afirmaron. la 'pobreza ' y la simplicidad de la caridad. Con los mendicantes, los claustros se abren al mundo. Pero los jesuitas darn otro paso: suprimirn el claustro, el coro, para introducirse totalmente en el fragor del mundo " . 1

    TRES PRINCfPIOS DE LA EDUCACIN CRISTIANA

    "lA pedagogfa cristiana [fue] la primera corriente educativa en el Nuevo Mundo. ( ... ) Cifrase la filosofa de la educacin cristiana en tres principios. El primero toca el fin del proceso formativo: educar debe ser redimir la naturaleza /rumana degenerada por el pecado origina tomando como modelo (educacin cristocntrica) la figura de Cristo. lA consideracin del educando constituye el segundo principio, teolgico en lo sustanciaL El nio nace lastrado por aquella culpa originaria, pero, gracias al bautismo, quedan depositados en l los grmenes de todas las virtudes. El tercer principio, de base metafsica, postula el ms decidido optimismo. LA inmortalidad del alma y la existencia de Dios hacen posible un destino sobrenatural del educando mediante el libre albedrfo auxiliado por la gracia."

    Francisco Larroyo, 1965, p. 185.

    1 Methol, 1968, p. 86.

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  • A travs de su intensa y sistemtica actividad proselitista de enseanza del evangelio, la Iglesia catlica difundi en gran parte de Amrica el idioma espaol, dio homogeneidad comunicacional a grupos humanos aislados y diferentes y los introdujo a la vez en las pautas bsicas de su cultura.

    El hecho inicialmente ms sintomtico quizs lo sea la decisin de la Corona de autorizar a los franciscanos a traer 2.000 cartillas a Amrica (Cdula Real de 15 12). Ese fue el principio de una modalidad de homogeneizacin pedaggica, precursora de la educacin masiva y uniforme de los sistemas educativos modernos (Adriana Puiggros, Qu Pas en la Educacin Argentina, 2003, Bs. As., Ed. Galerna, pgs. 29-30).

    DOBLE FUNCIN DE LA LENGUA ESPAOLA

    "En un mundo de tanta di1'ersidad tnica y lingstica como el de lndoamrica, la lengua espatola cumplir, en un proceso secular, una doble funcin: por tma parte, servir de vehculo de expresin comn a las comunidades nuevas de todas las comarcas del vasto continente, desde Califomia a Tiura de Fuego; y por la otra, imprimir un conjunto de notas y significaciones cullurales de raigambre hispnica en el ms hondo substrato de la mentalidad colectiva de twestros pueblos ( ... ) Pero esta principala esencial de espaol como lengua viva y el hondo arraigo de lo hispnico en nuestra Amrica ( ... )fue el fruto de la accin evangelizadora."

    Reyes Abadie-Vzquez Romero, 1995, t. l, pgs. 229-230).

    La Iglesia Catlica tuvo una singular relacin con el Estado espaol. Iglesia y Estado tenan una particular imbricacin. Constituan, por as decirlo, un nico ente que fusionaba en s la unidad con la diversidad. El Estado "tena /a singular condicin de ser un poder que, por doctrina y accin, tena como fundamento y objetivos de su obra en Indias, La tarea misiona/".2

    Uno de los aspectos ms singulares de esa interrelacin institucional era el denominado "Patronato ", conjunto de poderes o privilegios de los reyes de Espaa otorgados por el Papa en nombre de la Iglesia mediante el derecho cannico, que los habilitaba para mandar sobre asuntos de naturaleza eclesistica. La Corona pudo delimitar las dicesis, administrar ciertos diezmos, enviar misioneros, fundar templos, proponer "personas aptas para todos los beneficios eclesisticos", etc.

    En cada acta del Cabildo montevideano se aprecia esta correspondencia, sea en las continuas referencias a la divinidad, sea en la (rase que encontramos sistemticamen-

    2 Reyes Abadie-Vzquez Romero, 1995, t. 1, p. 230; Reyes Abadie-Prez Santarcieri, 1992, pgs. 121-122.

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  • Le repelida durante la administracin espaola: "[el Ayunlamicnto se rene para] rrmar cosas tocallles al mejor servicio de Dios y bien del pblico."

    La figura histrica del fraile represent en cielta medida la conjuncin Iglesia-Estado: para Salvador de Madatiaga, "en su esencia no difiere del conquistador (. .. ) Viene a ser como un conquistador a lo divino, ya que, segn este autor, hubo muchos conquistadores que terminaron en fraile. [Bartolom de] Las Casas fue primero conquistador; luego encomendero, ms tarde clrigo y por ltimo fraile ". 3

    CATECISMOS EN LENGUA ABORrGEN

    "Los dilatados espacios de la Amrica meridional estuvieron al principio bajo la jurisdiccin del virreinato del Per. Y es desde este centro que se forjarn las pautas de la evangelizacin sudamericana ( ... ). Con el l/1 Concilio provincial de Lima (1582-83) ( .. .) los obispos renuevan el ttulo de Protectores de los Indios ( ... ) Si primero se evangeliza con mmica y luego con intrpretes, finalmente se aprenden las mltiples lenguas, se elaboran sus diccionarios y gramticas, aparecen los catecismos en quechua, aymar, etc. Y respecto al Ro de lfl Plata ser esencia./ la obra de/franciscano Luis de Bolaos, ntimo del primer gobemfldor criollo Hernamlarias y que traduce el catecismo al guaran. El primer snodo ha.blo e11 el Rlo de la Plata, realizado en Asu11cin, aprobar el catecismo de Fray Bolfl11os, y esa ser la base de la evangelizacin de las Misiones Jesuticas".

    Methol Ferr, 1969, pgs. 1 1-12.

    Se ha sostenido que la frrea unidad del catolicismo comenz un lento y progresivo proceso de resquebrajamiento, a partir de dos hechos concretos: el primero estuvo constituido por las llamadas Capitulaciones de los ingleses que realizaban trfico de negros esclavos; segn dicha normativa, se autorizaba que intervinieran en esa tarea, "hombres de todas las ideas religiosas, con. la nica condicin de no escandalizar a los catlicos ni lesionar sus creencias". La segunda fisura ocurri en 1 807; en el lapso de ocho meses durante los cuaJes los invasores ingleses se radicaron en estas tierras, los montevideanos presenciaron por primera vez no slo otra religin desconocida como era el protestantismo, sino su diversificacin en diversas variedades no catlicas que en InglaterTa convivan pacficamente. Es que, siguiendo el ejemplo tradicional del filsofo empirista John Locke, la tolerancia era un valor consustanciado con esas manifestaciones del cristianismo.4

    3 Cit. por Reyes Abadie-Vzquez Romero, 1995, t. 1, p. 228 y Reyes Abadie-Prez Santarcieri, 1992, p. 120. 4 Methol Ferr, 1969, pgs. 1618.

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  • CAPTULO 11

    LA CULTURA

    1- Para Kempf Mercado, la cultura que trajeron a la tierra americana los colonjzadores fue implantada, y por eso, al faltar1e un nacimiento autctono y las genuinas etapas iniciales, no cumpli su ciclo total de desenvolvimiento, como, por el contTario, lo pudo hacer en Europa. "Sobre el desierto de Amrica, dice, cay una cultura que tenia sus races en otro continente. Lo que nos lleg fue ( . . . ) lo que ya Europa haba vivido " ( . . . ) "Nuestras referencias -suelo y hombre- constituyen, pues, elementos extraos a la cultura que nos ha atravesado".5

    Seguramente esta transposicin de bienes culturales, en otras zonas de Amrica donde haba sociedades nativas muy estructuradas, algunas de ellas organizadas en fonna de imperio, produjo conflictos ms graves que en el Ro de la Plata, y especialmente en la "Banda Oriental", cuyos habitantes aboligenes no extenninados quedaron, por diversas circunstancias, absorbidos y adems marginados.

    DILOGO lMPOSffiLE

    ''La Amrica indgerza tena en sus ncleos ms avanzados, las altas culturas aztecas e inca, una distancia de unos 5.000 aos de Espaa y Europa. Asemejaban ms al Egipto antiguo. Pero esto era la excepcin; el resto de las abigarradas y dispersas etnias se escalonaba ltacia atrs, hacia la noche prehistrica. Esas gigantescas diferencias causaron la perplejidad del espafol e imposibilitaron todo 'dilogo', que supone una cierta equivalencia. ( ... ) La cuenca del Ro de la Plata

    perteneca a uno de los mbitos indgmas ms atrasados".

    Melhol Ferr, 1969, p. 5.

    La introduccin de la cultura hispnica colonial abarc a la vez lo demogrfico, el mundo de los artefactos y lo espiritual. Lo corriente es 5 Kempf Mercado, 1958, p. 28.

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  • que haya un mutuo trasvasamiento de las dos culturas que se ponen en comacto. Pero en nuestra tierra ms que en otra, a la cultura del colonizador en breve lapso someti a la muy primitiva de los aborgenes.

    UN PROCESO DE DOBLE TAMIZAMIENTO INICIAL

    "En el caso de la Banda Oriental, donde no exista 1111 significativo caudal indgena dotado de poderosos mecanismos culturales, el proceso se simplifica ( . . . ) El contingente inicial de pobladores espontneos fue el que verdaderamente puso en juego el doble tamiza miento. Es as como el gauderio ejemplifica la herencia peninsular en las artes ecuestres, la guitarra, el romancero, las armas blancas, el juego de taba y la ril7a de gallos, las creencias religiosas, el idioma espmiol, la vivienda y ropa, mientras escoge de la herencia indgena las boleadoras, el poncitO, el chirip, la vincha, el maie, algunas leyendas y voces (cuzco, pilcha, pucho, y u yo, vizcacha, totora, tiento, quincha, poroto, porongo, guampa, guasca, changa, chilca, carac, cacharpa, etc.)." Vidart - Pi Hugarte, 1969, L 11, p. 8.

    El amanzanamiento cuadrangular y sus estrictas medidas de l OO varas por cuadra, la fonna de la vivienda rural (el rancho), los instrumentos de labranza, el modo de plantar y cosechar, la indumentaria masculina, los vestidos y ornamentos femeninos, los utensilios de pesca, las prcticas de yerra y doma, los juegos, los valores sociales y familiares (principala masculina, reglas de luto, padrinazgo, las ritualidades religiosas y los das de celebracin: Semana Santa, Da de los Muertos, Navidad, etc.), constituyen otros tantos aspectos del ap011e espaol inicial a un sector territorial que se constituir en poco tiempo en un pas de inmigrames.6

    EL ESPAOL AMERlCANO

    "[El espaol de la primera hora] de Amrica, no era hablado, antes que en efla, en ninguna parte. Es la resultante tle todas las 'ariantes habladas por entonces en el territorio metropolitano, a la que las tierras nuevas 'aculturarn ' en forma incrdble. Desde luego, ser refinada entre los refiJUU!os, vulgar entre el vulgo, pero el trasplante le conferir llfl aspecto distinto del habla del otro lado del Atlntico, sea sta cortesana o nstica. Ser el espaiiol de Amrica. Al cornenwr la coloni:ttcin se aglomeran en los puertos de embarque hombres provenientes de todas las regiones de Espmia. All empieza la gestacin de esta lengua hispanoamericana. En estos lugares tle salida los lwbltmtes deben elegir, entre su repertorio lingiistico, aquel que ms facilite la comprensin de los oyentes ( ... ) Tambin incidirn en la formacin de este neo-espmiol los das transcurridos a bordo del barco ( ... ) La parla marinera se ganar en ellos, fijando grall cantidad de trminos lwbituales en el mar ( ... ) Voces tan corrientes como garra y rancho tienen ese origen ( ... ) Los siglos XVII y XV/11 servirn para acentuar la americanidad del espaol ultramarino".

    Horacio de Marsilio. El Lenguaje de los Uruguayos. Col. Nuestra Tierra N 24, Mdeo, 1969, pgs 10-11.

    6 Vidart-Pi Hugarte, t969, t. 11, pgs. 8 ss.

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  • Durante el periodo 1730-1 830, y especialmente durante las primeras dcadas, fueron escasas las manifestaciones culturales de orden autctono. Pesaron al respecto numerosos factores. En efecto, Montevideo padeci respecto de Buenos Aires, entre otras desventajas, la persistente subordinacin administrativa, el considerable rezago en la aparicin de peridicos, y la necesidad de que se completaran los estudios de sus jvenes en instituciones de educacin superior del otro lado del Plata (Colegio carolino de Buenos Aires y Universidad de Crdoba). Era una sociedad modesta.

    LA MODESTIA Y LOS SENTIMJENTOS DE IGUALDAD

    "A. Palcos, refirindose a la distribucin de la riqueza a comienzos del siglo XIX, expresaba: 'Se calcula que en 1812 no lleguen a JO los criollos poseedores de 80.000 pesos cada uno'. Esto se refiere a Buetzos Aires; e11 Montevideo, ni pmsarlo. El remate del mobiliario del ltimo virrey, Cisneros, no produjo ni cuatro mil pesos ( . . . ) La ausencia de autnticas jerarquas en el medio social rioplntense, va dejando w1 sedimento de absoluta indiferencia, casi de desdn, por superioridades que no estn fundadas en la habilidnd personal o en el talento de los individuos. Cuando ms adelante nuestra Constitucin -recogiendo la fnnula dieciochesca de las libertades individuales- va a expresar que en nuestro pas todos los hombres son iguales y que la ley no va a reconocer ms distincin que la de los talentos y virtudes, est expresando con palnbras prestadas, ull sentimiento, w1 estado de nimo ambientado en nuestro territorio ".

    Isaac Gann. Sociologa Nacional. Curso para Profesores Agregados de Enseanza Secundaria. 1945. Mdeo., Edit. Medina, P. 122.

    Hasta 1 8 1 6 no hubo biblioteca pblica, aunque hay indicios de que tanto en la congregacin franciscana como en la jesutica (cuyo acervo rondaba los 2 mil ejemplares) sus libros estuvieron disponibles para el uso de los particulares. No abundaban las l ibreras y era pobre su stock.

    En 1807, un viajero atrado por un cartel que indicaba la venta de libros en una finca particular, luego de haber buscado infructuosamente El Quijote y algn texto del padre Feijoo, cuenta lo que sigue: "la obra ms notable que descubr fue ww en lmn de los conventos. Un libro viejo en ingls litulado Essay on sennoso. Un tratado frcmcs sobre la estrucwra anatmica del cuerpo humano y tres grandes folios de teologa en espmol. Una lista de libros prohibidos por la Inquisicin. en doce volmenes en octavo. Esto puede dar idea de la literatura del lugar" (De Mara, 1976, t. [, pgs. 234-235).

    Algunos particulares sin embargo, como los padres J. M . Prez Castellano, D. A. Larraaga y J . F. Martnez, as como tambin J . O. Prego de Oliver y el padre de Jos Artigas (depositario de la biblioteca de Francisco de Ortega y Monroy) poseyeron numerosas obras de carcter cientfico, filosfico y literario.

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  • En cuanto a las expresiones de expansin colectiva, fueron durante mucho tiempo las rias de gallos, el juego de pelota vasca, las caneras de sortijas, las corridas de toros (estas ltimas entre 1776 y 1 780) y las festividades religiosas.

    Estas se celebraban con gran pompa: el 30 de abril (vspera de la fiesta patronal). con desfile del Gobernador y cabildames en trajes de etiqueta, culminando en una ceremonia solemne en el templo; el 1 o de mayo (fiesta patronal), con idntico desfile. seguido de misa y sermn, al que continuaban tres das de corridas de toros con las viviendas adornadas; la procesin del Corpus Christi (sexagsimo da despus del Domingo de Pascua de Resurreccin). precedida de una comparsa de negros bailarines, y seguida del pblico con velas encendidas. cabildantes. sacerdotes, autoridades militares y finalmente las fuerzas armadas. La celebracin de la Inmaculada Concepcin (20 de diciembre). la de San Sebastin (20 de enero). la riesta de los Reyes Magos (con la participacin de la etnia africana y su clebre candombe). y hechos singulares como la proclamacin y jura de nuevos reye!>, el pasaje por la ciudad de un virrey. la IJegada de un obispo. el nombramiento de un gobernador, daban lugar a otros tantos ceremoniales pblicos.

    TRES DAS DE FESTEJO EN EL MONTEVLOEO ARTIGUISTA DE 1816

    "A las siete rompi /a msica e11 la recoba donde se sirvi desde esta hora hasta el medioda un almuerzo abundante y licores en varias mesas preparadas para los concurrentes de todas clases. A Las ocho apareci e11 el mismo paraje la escuela pblica de la ciudcul con ordenado paso militar, trayendo cada 11irio en la ma110 la e11se1ia de la Libertad, que batieron al aire e11 el acto de efllonar la canci11 patritica ( . . . ) En el mismo da fueron excarcelados los presos ( ... ) Por la tarde ( ... ) aparecieron en la plazn priitcipal algunas da11zas de negros, cuyos iitstrumentos, trajes y baile eran conforme a los usos de sus respectivas naciones ( ... ) A las cinco y media sali de la casa consistorial el Ex m o. Cabildo ( ... ) acompmiado de todas las corporaciones, tribunales, la m{u lucida parte del vecindario y toda la oficialidad a asistir a las vsperas solemnes, que se celebraron e11 la Iglesia matriz ( ... ) Concluida ( . . . ) se dio un refresco muy bien servido a todos los concurrenles, y acabado ste, se dio principio a los fuegos artificiales ( ... ) La misma 11oche (transfonnada en dfa por la misma iluminacin de la ciudad) se ejecut en el coliseo la clebre tragedia modema americana, titulada El Siripo, cacique de los Timbes del Paran (. . . ) Al amanecer [del da siguiente} estuvieron formados ( ... ) los nilios de la escuela ptiblica, que se haban dirigido a este sitio marchando en columna al comps de tambor y pilo, tocados diestramente por dos de los mismos jvenes, y trayendo todos el gorro encamado, vestido cvico y ba11derita tricolor ( . . .)"

    LEI presente relato, tomado de El Pas de los Orientales, Antologa. Seleccin de Carlos Maggi, Captulo Oriental 4, Impr. Talgraf, Mdeo., 1968, contina con el desfile de los cabildantes hacia el templo en medio de descargas de fusilera y caones, lectura pblica de una proclama por el sargento mayor de la plaza, oracin en el templo, nuevo desfile del Cabildo, juramento versificado de los escolares, refresco gener.il en la casa consistorial, himnos y danzas escolares, nuevo agasajo a los nios, representacin por la noche de.l drama Roma Libre o El Bruto, fuegos artificiales, sarao en el Cabildo con 34 parejas, y cena. Al da siguiente, desfile de cabildantes para la solemne apertura de la Biblioteca Pblica y discurso inaugural del padre Dmaso Antonio Larraaga, con nuevas intervenciones de escolares.]

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  • En 1 808 un grupo de actores espaoles que haban buido de la invasin napolenica se organizaron en compaa y comenzaron a actuar los das de fiesta en un galpn al que se denomin "Casa de Comedias n, que en 1 794 haba construido un acaudalado portugus llamado Manuel Cipriano de Mello. All, dice Alfredo Castellanos, los vecinos de Montevideo pudieron disfrutar de "sainetes, comedias, dramas, tragedias, bailes y tonadillas del repertorio de poca ". No hay noticia de que en el interior hubiera podido darse este tipo de expresiones culturales.

    Los escasos intelectuales de la primera generacin legaron algunas obras literarias de inters. El cura Jos M. Prez Castellano dej su admirable descripcin de vida y costumbres montevideanas de 1787 y ms tarde, la primera obra cientfica de estas tierras: Observaciones sobre Agricultura, de 1 8 1 3. Respecto del padre Dmaso Antonio Larraaga -cuya obra ser objeto de estudio ms adelante- es ineludible la mencin del "Diario de Montevideo a Paysandz", de 1 8 1 5, pequea joya sociolgica, y de su Discurso inaugurando la Biblioteca en 1 8 1 6. Otro sacerdote, Juan Francisco Martnez, que fuera adems preceptor de primeras letras, cre en 1 808 una alegora dramtica titulada "La Lealtad ms Acendrada o Buenos Aires Vengada ", la que estrenada en la "Casa de Comedias", se constituy en nuestra primera produccin de teatro. Ornar Prego de Oliver, funcionario aduanero, escribi varias Odas, cuyos temas fueron entre otros las luchas contra los ingleses de 1 806 y 1 807, y la muerte de su amigo el Teniente de Fragata Agustn Abreu, en la toma de Maldonado. No debe olvidarse asimismo que Bartolom Hidalgo (el primero que supo recoger, dice Zum Felde, de la guitarra del pueblo la estrofa nativa dndole carta de ciudadana literaria) contribuy a difundir el artiguismo con sus Cielitos, Francisco Aracho celebr la apertura de la Biblioteca en 1 81 6, Eusebio Valdenegro compuso en 1 8 1 0 La Cancin Patritica y Carlos Yillademoros escribi en 1832 su obra de teatro Los Treinta y Tres.

    Montevideo slo conoci fugazmente una imprenta en ocasin de la ocupacin inglesa (durante la que se imprimieron ocho nmeros bilinges de "La Estrella del SurJJ), llevada con ellos al retirarse. En 1810 la princesa Carlota de Borbn don una imprenta (a la que se llam "la Carlota"), en la que se public hasta 1 8 14 una Gazeta de propaganda espaolista. Fue usada luego por las autoridades bonaerenses durante su efmera dominacin de Montevideo para editar "El Sol de Las Provincias Unidas", y a partir de 1 8 1 5 por las fuerzas artiguistas. Artigas vio frustra-

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  • do su propsito de continuar ms all del prospecto inicial, El Peridico Oriental, con el que intentaba reforzar la propagacin del ideario de la revolucin. Se imprimieron, no obstante, entre otros documentos, algunas cartillas escolares y el discurso inaugural de Lanaaga.

    Durante la dominacin luso-brasilea apareci adems la imprenta del general chileno Carrera. que luego. adquirida por Lecor, permiti. al crearse en 1821 la Sociedad Lancasreriana. imprimir pliegos de lectura para su escuela. Para entonces se incorpor otra imprenta. la de Torres. y aparecieron en 1822 y 1823 numerosos peridicos en Montevideo y uno en San Jos, que paniciparon en la polmica Brasil-Portugal. El perodo de la revolucin LavallcjisLa vio surgir tambin la de Jos de la Puente, que public en las sedes sucesivas del gobierno. San Jos y Canelones, sus decretos, resoluciones y proclamas, adems del peridico El Consriwcional. y luego El Uni1ersal (De Mara, 1976, t.ll, p. 60 SS.).

    APNDICE DOCUMENTAL

    [Las pertenencias del pobre en el Uruguay colonial]

    "Figurmonos un cuarto a la calle, de lecho bajo, con su puerta dem y su ventanilla de moromlanga a un lado ( . . . ), o bien figurmonos una casita antigua con su puertita de calle a la antigua usanza, su zaguancito de piso de piedra a la rstica, Sil salita enladrillada, con ventanita a la calle, su aposentito y cuartito de despensa con su infaltable alacenita de tres o cuatro tablas en la pared, su cocinita y corra liJo, y su barril o pipa para recoger el agua ltuediza.

    Los trasU!s en ella se reducen de ordinario a la cama de tablas sobre caballetes, o el catre de cuero, o la pobre cajita, la mesa de tijera, el arca, las sillitas de paja o algn banquito, o algo as como anaquel, el brasero, la caldera y el mate, el candelero, el yesquero, la g1wmpita y el lebrillo [vasija de boca ancha que serva para lavar los pies, ropa, etc.1 la batea, el trbede [aro con tres pies, que serva para sostener sobre el fuego un caldero, sartn, etc.L la olla, la cawelita y el asador, y dems trebejos de cocina, y si acaso el mortero. El pobre servicio de mesa, aunque sea de pltliOs de barro y cucharas de palo, si no lo hay de loza y fierro y por fin, el mantelito infaltable, la escoba de piasaba [ramas], el espejito de cartn y tres o cuatro cuadritos de santos ( . .. )

    Y los del campo? 011! De esos no hay que hablar, reducidos al ranchito, sin ms cubrepuerta que u11 cuero colgatio, el recadiJo por cama, el cuemo o el poro11go por jarro, y la cabeza de caballo, el pedazo de iiandubay o el picador por a..iento."

    De Mara, 1976, l. 11, pgs. 81-82.

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  • CAPTULO 111

    LA EDUCACIN EN AMBAS MRGENES DEL PLATA

    1 - La Historia de la Educacin en el Ro de la Plata muestra, en trminos generales, un innegable paralelismo en Jos procesos de surgimiento de ideas, valores e instituciones entre lo que hoy es Argentina (especiaJmente Buenos Aires) y Montevideo, aunque, en materia de institucionalizacin de la enseanza superior, como se ver, en esta ltima ciudad se verifica un acentuado retraso. Veamos algunos datos concretos.

    En 1 809 se cre la primera escuela para nias en Catamarca. En Montevideo, Clara ZabaJa y Eusebio Vi dal la fundaron en 1 794 a su costo. En 18 13 la Asamblea General Constituyente en Buenos Aires prohibi la pena de azotes en las escuelas (aunque cinco meses antes, efl su Reglamento para las Escuelas del Norte, Belgrano haba autorizado hasta doce azotes). En 1 809 el Cabildo de Montevideo erradic el castigo con palmeta, limitando a un mximo de seis los azotes, que luego serfan proscriptos en el proyecto de Joaqun Requena de 1838. El reglamento de la Sociedad Lancasteriana de Montevideo, ya habfa prohibido para su escuela no solo los castigos fsicos, sino tambin los afrentosos en 1 82 1 (es precisamente el ao en que se fundaron en ambas mrgenes del Plata las Sociedades Lancasterianas). En 18 14 se incluyeron los derechos del hombre en el plan de estudios de las escuelas bonaerenses. El proyecto de Constitucin Provincial a11iguista, a su vez, ya haba propuesto en 1 8 13 , junto con la obligatoriedad de la educacin para todo oriental, la enseanza de los derechos del hombre y del pacto social. En 1 8 1 6 se cre la Escuela de la Patria en San Juan. En Montevideo y en Purificacin, se cre tambin una Escuela de la Patria en el ao 1 8 15, en pleno apogeo de Artigas. En 1 8 1 7 se instituy la Direccin General de Escuelas en Buenos Aires. Los orientales designaron a Jos Catal y Codina para cargo similar por una

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  • ley dictada en San Jos en 1826 y un decreto finnado en Guadalupe de los Canelones en 1 827. En 1829 Jos Mara Paz en Crdoba autoriz la integracin de pardos y blancos en las escuelas. En Montevideo, en cambio, el Cabildo espaol de 1 809 la prohibi,7 y recin en 1 834, durante el interinato de Ana ya, se cre una escuela gratuita para nias negras libertas.

    En el mismo ao se cre la Universidad de Buenos Aires. En Uruguay el proceso se retard: recin la ley Lanaaga de 1 833 la prefigur, luego las nonnas de 1 836-37 le dieron organicidad jurdica, y finalmente el decreto de Oribe de 1838 y el de Surez de 1 849 pennitieron su configuracin definitiva. En 1 8 1 5 surgi la Academia de Jurisprudencia bonaerense. En 1 838 la fund por ley el gobierno de Oribe. En 1822 las escuelas de primeras letras de Buenos Aires pasaron a depender de la Universidad. En Montevideo, ello ocurri en 1 849.

    En 1825 se intent organizar una Escuela Normal en Buenos Aires. Lo mismo ocuni dos aos despus en villa Guadalupe, en la Provincia Oriental. En 1828 se estableci el cargo de Inspector General de Primeras Letras en Buenos Aires. Un sistema unifonne de supervisin local ya haba sido establecido en villa Guadalupe por decreto de Surez y Gir de 1 827.

    Finalmente, fueron surgiendo en Argentina durante la segunda mitad del siglo XIX, verdaderas leyes orgnicas para la enseanza primaria, que establecieron entre otros principios, la obligatoriedad de la educacin y su gratuidad, el contralor de las escuelas privadas por el Estado, el gobierno de la educacin pblica por rganos colegiados, la asignacin de rentas especficas para financiar la educacin estatal y los requisitos de idoneidad y moralidad en los docentes: en 1 853 en Corrientes, en 1 869 en San Juan, en 1 87 1 en Catamarca, en 1 872 en Mendoza, en Tucumn, en Santiago del Estero y en San Luis, en 1 875 en Buenos Aires, as como en Corrientes y en La Rioja, en 1876 en Santa Fe, en 1877 en Salta y en 1 882 en Tucumn.8 En el Uruguay, esos principios quedaron consagrados en conjunto, en el Decreto Ley de Educacin Comn del 24 de agosto de 1 877. 7 El artculo 4 de la Reglamentacin del Cabildo montevideano obligaba al maestro a no "permitir se mezclen en la escuela los hijos de padres espaoles con los de negros o pardos". Esto no ocurri en la escuela artiguista de Purificacin {ver pg. 176). 8 No slo Domingo Faustino Sarmiento (con los antecedentes de Belgrano y Rivadavia) dio impulso a la educacin argentina durante este perodo. Tambin hicieron obra estimable Simn de lriondo y Nicasio Oroo {Santa Fe), Onsimo Leguizamn y Martn Ruiz Moreno {Entre Ros), Juan Pujo! (Corrientes), Justo Daract {San Luis), Guillermo Rawson (Mendoza), Juana Manso y Marcos Sastre (Buenos Aires), Undor B. Sotomayor (Catamarca), Delfn Jijena (Tucumn), los normalistas Jorge A. Steams, Jos Mara Torres, Adolfo Van Gelderen y Emma Caprile y los ministros de Estado Eduardo Costa y Nicols Avellaneda (Ver Jos L. Campobassi: Ley 1420, Ed. Gur, Bs.As., 1956; Manuel H. Solari: Historia de la Educacin Argentina, Ed. Paids Educador, Bs.As. 1972; Fundacin Santa Mara: Historia de la Educacin en Espaa y Amrica, Ed. Morata, Madrid, 1994, vol. 3).

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  • CAPTULO IV

    ..

    LA EDUCACION EN LA BANDA/ PROVINCIA ORIENTAL

    1 - Como se vio en otra parte de esta obra, fue debido al moroso descubrimiento de su valor econmico, que el territorio de la Banda Oriental despert un muy tardo inters del colonizador espaol, lo que condujo a un lento y negligente asentamiento poblacional.

    Ello determin un rezago cultural considerable en la poblacin de estas tierras. Es ilustrativo recordar que cuando en el resto de Amrica baca cerca de dos siglos que funcionaban universidades, recin aparecieron en Montevideo unos primeros y modestos ranchos donde se dio comienzo a la enseanza de las "primeras letras".

    MS POETAS QUE ESTIRCOL

    "A tiempo que los primeros pobladores de Montev ideo, all por 1730, destripaban a azada los terrones duros de sus solres, y no saban de nrs lectura que l de su breviario de oraciones, los claustros solemnes de ls Universidades de Mxico de Bogot, de Quito, adoctrinaban en las arduas disciplinas de l escolstica, la jurisprudencia y la ret6rica: y en la suntuosa Lima, el Virrey Castell-dos-Rius celebraba en su palacio barroco ls famosas tertulias acadmicas, con profuso concurso de eruditos y rimares ( ... );fue enorme el contingmte de letrados, te6-logos, latinistas, juristas y gramticos - en su casi totalidad clrigos de ambas cwses- que llegaron de Espatia en las primeras dcadas ( ... ); a un certamen celebrado en 1586, es decir, medio siglo despus de la Conquista -certamen presidido por siete obispos, en regional concilio- concurrieron. nada menos que trescientos poetas ( ... ); veinte Qlios despus, a. comienzos del XVII, ya dijo un cronista bilioso y mal hablado, que haba 'ms poetas que estircol'" .

    Zum Felde, 1985, t. L, pgs. 10 y 17.

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  • Hasta la misma iglesia catlica local, surgida de (y vinculada estrechameme a) este modesto medio, tuvo caracteres singularizantcs respecto del resto de la Amrica espaola.

    PARTICULARIDADES DE LA IGLESIA ORINTAL

    "Hay, no obstante, circunstancias prop ias de la Iglesia colonial uruguaya, que le imprimen una fisonoma particular con relilci11 a las otras del continente. lAs pri11cipales de esas circunstancias son: r- Brevedad del peodo de coiOtrizacil! efectiva de 11uestro suelo, que no permiti a las instituciones eclesisticas, como tampoco a las dems del sistema colo11 ial, pasar entre nosotros por un prolongado proceso de integraci11 histrica. 2- Acentuada subordinacin jerrquica en que por su dependencia provincial, nuestras institucio11es eclesisticas se mantuvieron, lo que obstaculiz enormemente su desarrollo. 3"- Ausencia de las implicaciones econmico-sociales rue en otras reeiones del continente. mediante la ezylotacin en eran escala del trabajo del indjo. tuvo la Iglesia colonial: efmeras como su permanencia entre nosotros fueron las empresas ganaderas de los jesuitas. 4"Perteael!cjn a la orden (ranciscana. casi exclusivamente de nuestro modesto clero colonial. el catolicismo uruguayo fue en sus orgmes un don de los franciscanos, quienes, estrechamente vinculados a la poblacin, trasmitieron a la vida religiosa y social de la poca las tendencias espirituales que los distinguan. Esas distintas circunstancias obraron todas en el mismo sentido: en el de eliminar o ilrltibir los ms caractersticos lastres de la Iglesia colonial."

    Arturo Ardao, 1962, Pg JOS.

    2- Las manifestaciones educacionales, en la Banda Oriental como en casi todas las otras regiones de la jurisdiccin colonial, surgieron segn una secuencia bastante lgica: primero las labores aisladas de evangelizacin y alfabetizacin por parte de algunos frailes, luego la institucionalizacin de esa tarea en escuelas; ms adelante, y superando el carcter elemental de esa enseanza, las "ctedras sueltas" de Gramtica-latinidad y Filosofa, que constitufan lo que hoy llamaramos un nivel secundario; finalmente, la organizacin de carreras propiamente universitarias, que, en la poca y en las universidades ms estructuradas, eran tres: Derecho, Medicina, Teologa.9

    No en todos los sectores intelectuales se apreciaron de igual forma los estudios universitarios. En un oficio de 1769 dirigido al Conde de Aranda, el Obispo de Buenos Aires expres drsticamente su rechazo a los estudios jurdicos: "de la ctedra de ieyes no se sacar sino mayores

    9 Las carreras profesionales aparecieron en nuestro pals recin en el siglo XIX, a partir de 1838. Hasta 1876, ao en que se fund la Facultad de Medicina, slo funcion en nuestro pas la carrera de Derecho. De nuestra Universidad oficial nunca egresaron telogos.

  • enredos". A su vez, se cuenta que el jesuita ItutTia en 1 787, con amarga irona, dijo al Director del Colegio Carolino que la instruccin de los criollos debera limitarse a "3 Facultades: las de leer, escribir y contar". 10

    Por el contrario, el Virrey Vrtiz, luego de la expulsin de los jesuitaS y dadas las dificultades para que los jvenes bonaerenses viajaran a estudiar en Crdoba. Chile o Charcas, resolvi fundar en 1783 en Buenos Aires el Colegio San Carlos o "Carolino", donde comenzaron a dictarse cursos preparatorios para los estudios profesionales. Indic que deba darse ""una ense1jan;a ,, v liba de weocuoacjones de escuelas. Este ltimo aspecto abra en cierta medida las puertas a la renovacin de la Escolstica. All estudi Dmaso Antonio Larraaga (luego de haber recibido cursos en el Colegio franciscano "San Bemanlino '' de Momcvideo), y no es aventurado pensar que sus ideas de avanzada en materia de educacin hayan tenido origen en aquella Casa de Estudios.

    La misma Corona lleg a frenar frtiles iniciativas que habran significado progresos sociales y culturales de relevancia.

    Manuel Belgrano, secretario del Consulado. propuso en 1799 crear una escuela de geometra. arquitectura. perspecjva y toda clase de dibujo; solo esta .ltima lleg a ensearse. Tambin propuso otra escuela donde se impartiran estudios de nutica con las bases dadas por Azara. y a los que no la siguieran. conocimientos apropiados al comercio. a la milicia o a cualquier otro estudio. Luego de estar funcionando las dos escuelas en el Consulado, en lugar de la aprobacin esperada de parte del Rey. lleg la orden de suprimir los dos establecimientos por considerarlos "de mero lujo". l l

    Otras veces, fueron los artificios de la burocracia los que, con increbles demoras, produjeron en los hechos los mismos efectos que el rechazo.

    UN TRMITE DE APENAS 19 AOS

    "Toda inic iativa encaminada a la difusitt de la cultura despertaba inquietud y recelo en los funcionarios y eclesisticos espaoles ... ; reconoce Altamira que, en esa poca, el elemento peninsular 'confisca o suspende la publicacin de libros sospechosos, y pone, en fin, las trabas que cree indispensables para evitar la difusin del espritu critico y reiiOiuciOtwrio que, con toda razn, consideraba peligroso para la fe catlica y l organizacin que entonces tena el Estado. Esta oposicin lomaba, a veces, el fcil camino de las dilaciones burocrJicas ( ... )As(, la tramitacin del expediente incoado a instancias de los vecinos de Buenos Aires para crear all una Universidad, dur 19 aos y lleg a promover hasta las quejas del mismo monarca quien en u11a real cdula, se lament de no ser obedecido '".

    Rafael Altamira. Historia de Espaa, lV, p.344, en Jos ingenieros. Las Direcciones Filosficas de la Cultura Argentina, Ed. Verdad SRL, Bs. As., 1963, p. 19.

    10 Acevedo, 1933, t. l, pgs. 29 ss. 1 1 Alcorta, 1916, pgs. 184 ss.

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  • Por lo dems, las dificultades de los traslados de expedientes, oficios y papeles diversos de una autoridad a otra (por medio de chasques a caballo, en carretas, en barcos, etc.), ms de una vez ocasionaron prdidas, deterioros y extravos de documentacin, algunas veces irreparables.

    LOCURA POR ROMPER EXPEOfENTES

    "En tiempos del Virrey Avils ( 1800) reclamaban por ensima vez los de Montevideo sobre el Expedieme de las Escuelas de Temporalidades. El Virrey se lo p ide al Administrador para enterarse del asunto y responder en consecuencia. El Administrador alega que no Ita llegado a sus manos y que ignora dnde se encuentra. Manda entonces el Sr. Virrey buscarle en varias oficinas y al fin le informan que para seguir su tramitacin haba pasado a manos del relator D. Manuel Jrigoyen, y que tenindolos dicho Dr. un hermano suyo dementado tomndolos en sus manos los lwbn hecho pedazos".

    Herrera, 1960, pgs. 45-46.

    l

  • CAPTULO V

    LAS MODALIDADES INSTITUCIONALES

    Las escuelas. Orden de aparicin

    1 - Existieron en nuestro territorio varias modalidades de escuela: las organizadas por congregaciones religiosas (precedidas por "reducciones"), las creadas por iniciativa privada y las de carcter oficial. Aparecieron en ese orden.12

    Se llamaba "de primeras /erras " y la conduca y diriga el denominado "preceptor". En ambos casos la denominacin resume fielmente la sustancia.

    Estas escuelas de "primeras letras " funcionaron, durante mucho tiempo, slo en Montevideo. Con el transcurso del tiempo fueron surgiendo en algunos otros centros pobladosY La campaa padeci infinitas carencias al respecto. El padre Mndez mencion en un informe de 1 766, su propsito de fundar "una escuela para la educacin de los muchachos" en Santo Domingo Soriano, pero no sabemos si pudo concretarla.

    12 Aproximadamente en 17 45, es decir unos 15 aos despus de haber sido formalmente fun dada Montevideo, comenzaron a funcionar dos escuelas, organizadas respectivamente por las rdenes religiosas de los jesuitas y de los franciscanos. Con anterioridad a 1772, hay noticia cierta de que existi por lo menos una escuela privada (la de Manuel Daz Valdez). Rnalmente, desde 1772 en adelante aunque en forma no continua, se instituy una escuela oficial, en la que los sa !arios de los preceptores pasaron a ser solventados con fondos pblicos. 13 En la villa de Guadalupe de los Canelones, antes de cumplirse una dcada de fundada -lo fue en 1782, su Cabildo, integrado por varios analfabetos, no slo se haba preocupado de construir "un rancho o casa suficiente p.a franquearla vivienda del q.e quiera ser preceptor" para la escuela de varones a establecerse, sino que adems ya tena pronto otro en que interinamente se coloque para que no haya demora (A. L. Palomeque, Bol. Ped. 6).

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  • MACHOS Y HEMHRAS PARA FABRJCAR LA ESCUELA

    "Habiendo advert ido que esta igles ia no tena sacrist a buena ni mala, defecto notable para los oficios del jueves y viemes Santo, y que 110 hay ms que u11 Aar, recurr los Jueces para ver de arreglarlo, pero hall poco 11imo en el Cabildo ( ... ) Ocurr al Pueblo y co11 u11 sermn los co11vid a que macizos y hembras me ayudiiran a dicho fbrica, asegurndoles que de lo contrario 1 emprendera yo solo. Fue tanto el fervor con que ocurriero11 ( ... ) que e11 dos du; logr 110 s61o hacer u11a Sacrista, si11o u11 cuarto para el cura, trabajando al .final hasta aquellos que se haban opuesto. Estoy ente11diendo ahora en el establecimiento de una escuela para la educacin de los muchachos".

    Constancia del P. Mndcz, en Washington Lockhart. I.A Vuta Cotidiana en la Colonia. 1- Los Pueblos. Ed. Arca. Tall. Grf. Vanguardia. La Paz, Canelones, 1967, p. 15.

    Flix de Azara conswtaba Jo siguiente en 1801: ''no hay otras parroquias que algunas por lo costa de este Ro Uruguay, y en las ciento cincuema leguas hasta Misiones. slo las del Cerro Largo y Batov, que se acaban de establecer. sin que yo sepq que hava un maestro de escuela en paae aluua ". Por ello en la clusula novena de su reglamento destinado al arreglo de la campaa. propuso "precisar a los pobladores desde el Ro Negro a Montevideo, a que edifiquen cada diecisis o veinte leguas, tma iglesia por el estilo de la de 8o10v. y a que pon an u11 maestro de escr1elq en recompensa ele darles el twlo de propiedad que no tienen ". Y agregaba: "yo he tallleado a l'arios y !te visto que condescenderan con gr/Sto ". 14

    Las Reducciones

    2- Las as denominadas constituyeron el primer paso en la evangelizacin de los aborgenes, llevada a cabo por religiosos.

    CIVILIZARLOS Y PROTEGERLOS

    "El sistema de la reduccin haba sido especialmente recomendiido en el Concilio de Lima: se trataba tle reunir a los i11dios dispersos en pueblos, para poderlos comertir y a la vez de promoverlos a una vida civilizada, al margen de todo contacto con los blancos, vidos de ma11u de obra".

    Methol Ferr, 1969, pgs. 12 ss.

    Paysand era a fines de 1770, un puesto de cueros faenados de Yapcy que se remitan a Buenos Aires. El examen de la documentacin disponible desvirta la leyenda de un "Padre (Pay) Sand". 15 En un

    14 Las Visitas Extranjeras, 10, pg 369. 1 5 Barrios Pintos, 1979, p. 15.

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  • inventario de 1786 figura una modesta capilla donde accidntalmente algn cura, de pasada por algunos das, oficiaba el servicio religioso a las 22 familias indgenas que dirigidas por un Comisionado, all habitaban. Lo curioso es que en ausencia de sacerdote estable (el primero fue Sil verio Antonio Mannez, recin nombrado en 1 805) ese inventario registra la presencia de un maestro de escuela no religioso que, por gracia, "instrua a la juvenwd en los dogmas de la fe " P6

    En 1 800 se haba reducido la poblacin a 1 3 familias y seguramente ya no exista quien educara y/o evangelizara, porque el Capitn Pacheco lleg a afirmar que el puesto de Paysand era ''la sinagoga de todos Los vicios".17

    Las reducciones franciscanas tuvieron prioridad cronolgica en Ja Banda Oriental, pero carentes de una slida estructuracin, no sobrevivieron. Solo qued la de la isla del Vizcano, que al parecer fue reinstalada en 1708 en Santo Domingo Soriano, el ms antiguo centro poblado formado en nuestro territorio.

    "En aquel apartado rincn de la Reptblica se hicieron /as primeras rolllraciones agrcolas, se ensemvn las primeras letras. se rrenzaron los primeros liemos, se cruz el primer retar. bull el primer jabn. se hizo la primera mazamorra y se oyeron rambin. en el msrico camo de Sil iglesia. las primrras melodas musicales". 18

    Arajo atribuye a fray Bemardino de Guzmn el mrito de haber sido el primer evangelizador de la Banda Oriental, precisamente en Santo Domingo Soriano. 19 Investigaciones posteriores impiden respaldar esa tradicin oral: no hay pruebas serias para poder afirmar que el mismo haya participado directamente en esa Reduccin.20 Todo hace pensar que fue fray Juan de Vergara, quien en su contacto con los indios, "Les dio a entender la sustancia de su viaje en muchas plticas que les hizo, y Los dichos indios, como era cosa tan nueva para ellos, lo fuervn oyendo y comunicando entre ellos, y en efecto vinieron a pedir el santo Bautismo ms de doscientos varones y hembras".21

    16 Barrios Pintos, 1979, p. 63. 17 Barrios Pintos, 1979, p. 68. 18 Ordoana, Conferencias Sociales y Econmicas, 1883 (Cit. por Methol , 1969, p. 13). 19 Arajo, 1911, pgs. 31 ss. 20 Dicha referencia es histricamente errnea, asi como tambin las supuestas acciones evangelizadoras de un mtico "Fray Bentos" en el origen de ese centro poblado (Barrios Pintos, 1979, pgs.1516 y 55 ss.). 21 Methol, 1969, pgs. 12-13.

    5 1

  • CAPTULO VI

    LAS ESCUELAS DE CONGREGACIONES RELIGIOSAS (1)

    Los Franciscanos

    1 - La poblacin de Montevideo mostr una temprana preocupacin por la enseanza de las primeras letras.

    En 1738 "la vecindad" de Montevideo se hizo representar por el Alfrez Cristbal Cayetano de Herrera quien solicit al Cabildo, acompaado de la flrma de trece destacados residentes, que intercediera ante el Provincial de Buenos Aires para que en lugar de enviar franciscanos "Recoletos " a Montevideo, autorizara la llegada de franciscanos "Observantes". Los primeros llevaban una vida de claustro y retiro (hecho que el Cabildo "antecesor" ignoraba cuando los haba pedido en 1735, deca el escrito); los segundos, deca el apoderado, podan dedicarse en cambio a ."ensear los primeros rudimentos de escuela y gramtica "; y expresaba a continuacin: "que necesita tanto " y constitua "el principal empeo y deseo de toda esta vecindad". 22 El Cabildo resolvi informar al Rey y aun compartiendo el criterio expuesto, posterg el "ruego" al

    '1 Provincial, dado que en 1730 (y no en 1735), el Ayuntamiento anterior haba dejado al arbitrio del Gobernador el determinar si la nueva fundacin debera ser "de la Observancia 6 de Recoletos".23

    Arajo afirma que, cuando llegaron, "los franciscanos se dedicaron a toda clase de tareas, menos la de educar a la niez ".24 22 Arajo, 1911, pags. 569-570. 23 Arajo, 1911, p. 61-62. 24 Op. cit. p. 63.

    53

  • No fue as, sin embargo. Hay una prueba documental de que por lo menos en 1743 los franciscanos comenzaron a alfabetizar (y evangelizar) a algunos alumnos, y es el Memorial del 3 de noviembre de dicho ao dirigido por el CabiJdo al Rey, en el que se expresa: "que dichos religiosos se dedican y esmeran en la enseanza y doctrina de los nios. y a todo lo dems ( . .. )". 25

    En cuanto al aula de Gramtica, se instal en el Colegio franciscano "San Bernardino" en 1768, y dur, con alguna interrupcin, ms de medio siglo, dejando de dictarse definitivamente en 1 822. El primero de sus "lectores " fue Ascencio Pealba. En trienios sucesivos ocuparon dicha ctedra hasta 181 O, los sacerdotes Juan Soto, Roque Gonzlez, Pedro Bartolom, Urbino de la Fuente, Francisco de Paula Muoz, Vicente Ortiz, Ignacio Zufriategui, Mariano Lcncinas y Francisco Somellera?6

    Al ser expulsados sus rivales los Jesuitas en 1767, "viendo el detrimento del comn en la falta de la Enseanza de los muchachos", los franciscanos se presentaron al Cabildo ofreciendo "voluntariamente poner en su Convento, dos sujetos viles en la facultad de leer, escribir, contar y larinidad, a lo que se accedi, pasndose "todos los utensilios inventariados en la Residencia, pertenecientes una y otra Escuela " (las aulas de primeras letras y de gramtica) al Convento de San Fraocisco.27

    En t 782, los franciscanos solicitaron al Cabildo les autorizara extender su sede hasta la otra manzana -que les haba sido donada- suprimiendo la calle real que las separaba, dado que "se halla oprimido su Templo", explicando que sus asistentes no tenan "donde revolverse" y que los das festivos quedaba "mucha parte de los ocurrentes fuera de su Iglesia ". El Cabildo elev dictamen favorable al Gobernador, quien accedi al pedido. Resulta de inters el informe producido por el Alguacil Mayor, que nos ilustra sobre que en ese momento la escuela tena muchos alumnos y que la enseanza era gratuita para los pobres: "solo m.e contentar con apuntar la sabia y perspicacia mente de V. S. -expresa- tienda La vista ese enjambre de nil1os ( . . . ) sin el ms mnimo gravamen de sus pobres padres ( . . . )". El aula de Gramtica, al parecer,

    25 Herrera, 1960, p. 16. 26 Herrrera, 1960, pgs. 19 y 34. 27 Arajo, 1 9 1 1 , doc. 5, p. 571. Los docentes de primeras letras fueron por su orden a partir de 1768 y hasta ms all de 1810, los franciscanos Slmen Samborain, Jos Camino, Francisco Arco y Lorenzo Blanco (Herrera, 1960, pgs. 24-25).

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  • por esa situacin de "estrechez" invocada, se haba suspendido. En su escrito expresaban los franciscanos que "la opresin ser causa de que las aulas de Gramtica. Filosofa y Teologa no las podrn ejercer", lo que implicaba la promesa de ponerlas en marcha una vez autorizada la ampliacin referida. Sin embargo, slo habilitaron de inmediato los estudios de Gramtica; los de Filosofa aparecieron recin en 1787, y duraron hasta 1 8 1 O; en ambos casos, en forma discontinua. Segn el parecer de Arturo Ardao, los de Teologa se dictaron slo durante el ao 1790.

    En 1786 el Sndico les record la promesa de establecer estudios superiores, que haban hecho al pedir el permiso para agrandar la edificacin a la manzana anexa. Ello indica que por lo menos para ese ao tambin se haba suspendido el aula de Gramtica. El Padre Guardin Jos Martfnez. al responder. solicit que se dirigieran tambin a sus Superiores para que .. fa tengan prese111e ... 28 Al ao siguiente. Mariano Chambo fue designado .. lector" de Filosofa.

    Para 1783, a dcada y media de la expulsin de los jesuitas, la comunidad franciscana contaba con 16 integrantes para dispensar el "pasto espiritua