Mentoring: para las y los docentes de nuevo ingreso

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Mentoring: Para las y los docentes de nuevo ingreso. Por Jorge Leonel Otero Chambean

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Apoyo para los docnetes que se inician en la profesión

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Mentoring: Para las y los docentes de nuevo ingreso.

Por Jorge Leonel Otero Chambean

La lectura del texto sobre Mentoring provoca la reflexión en el marco de nuestra labor

educativa.

Cuando un maestro llega a laborar el primer día, acaso traiga la ilusión de iniciarse en un

trabajo maravilloso, del que ha sido tocado a través de su experiencia al paso de su

formación académica.

Acaso sepa lo que es un maestro porque ha sido sujeto de la acción magisterial a lo largo de

sus estudios.

El escenario ideal sería que de los espacios formativos a ex profeso salieran los docentes

con el ámbito pedagógico enfilado hacia la asignatura que le asignan, y entonces la

preparación estaría mejor cimentada, sin embargo, en el caso de Secundarias Técnicas, que

es la vertiente donde trabajo, la mayoría de las plazas no son ocupadas por normalistas sino

por estudiantes de nivel superior.

Por otro lado se acota que los resultados educativos no presentan diferencias significativas

entre los normalistas y los universitarios, o para usar la figura de Lozano Andrade: “entre

los técnicos y los rudos”. (Lozano, 2006).

No hemos hecho investigación relativa al punto, pero sin tener como sustento más que la

experiencia de algunos años, sostengo que hay maestros y maestras brillantes que

independientemente del campo donde abrevaron su formación, forjaron en la relación con

sus alumnos, en el trabajo creativo en el aula, los pilares de una vocación que se manifiesta

en el amor por su profesión y en el convencimiento íntimo de estar labrando el crecimiento

de otros seres humanos para que a su vez impulsen la transformaciones que requiere nuestra

nación.

Eso que no es poco, encierra la trascendencia de la profesión docente, así que

legítimamente podríamos preguntarnos, si el maestro no nace sino se hace, cómo podríamos

aportar para que más pronto y mejor floreciera ese anhelo de enseñar, ese anhelo por irse

construyendo como profesora o como profesor.

No hay evidentemente respuestas únicas, pero podríamos explorar la vía que ofrece

Mentoring.

En el Acuerdo para la Cooperación México- OCDE para mejorar la calidad de la educación

de las escuelas mexicanas, destaca en su punto 6 (OCDE 2010):

Crear periodos de inducción y prueba: Como los primeros años de práctica son clave para la calidad docente, y como existe una preocupación sobre la formación y la selección inicial docentes, es importante implementar un primer periodo formal de inducción, con apoyo sustancial para todos los docentes principiantes (incluyendo aquellos que no tienen plazas permanentes), y un segundo periodo de prueba en el que se espera que los docentes principiantes sean capaces de demostrar en la práctica que pueden favorecer realmente el aprendizaje del estudiante y hacerse cargo de otros aspectos de su papel como docentes. Esto tiene relación, porque independientemente del mérito de la propuesta o de la crítica a

los mecanismos como el examen que se aplica para la asignación de algunas plazas, quiero

centrarme en ese lapso de inducción que apuntan.

Y es que si regresamos a esa evocación, el maestro en ciernes se presenta a su centro de

trabajo, se le provee de su programa, algún libro de texto y en el mejor de los casos se le

agrega una breve charla motivacional con el Directivo o el Coordinador, para minutos

después presentarlo antes sus alumnos.

Ahí comienza la prueba, ahí estará templando su carácter para dirimir una disputa entre los

alumnos, para convencer sobre la realización de una tarea, para ganar su atención hacia el

tema, para encauzar la disciplina, para preparar sus clases siguientes, para requisitar la

documentación solicitada, para atender al padre de familia, para dar respuesta a las mil y un

exigencias que gravitan entre esas cuatro paredes, que si Juanito vio feo a Brenda, que

Miriam se peleó con Susana, que Ezequiel tiene veinte minutos que no regresa del baño,

que fulano y mengano se fueron de pinta, y otros tantos asuntos, ¡ah! y además espacio para

cumplir con las mil y un disposiciones, amén de las relaciones sindicales y el entorno de

las demandas sociales respecto de la escuela y de las que desde ese día le corresponde

cargar con una parte.

Ahí entonces comienza su carrera como profesor. Si estuviera instituido un programa

Mentoring. Podría contar con el apoyo de un Mentor, un consejero, un escuchador, un guía.

Alguien en quien pudiera confiar, alguien que le pudiera apoyar para ir desplegando esa

labor hermosa, para ir creciendo como humano y como profesional.

No la figura de un Supervisor, ni la del Director, que pudieran por tradición tener ánimo

sancionador, sino más bien alguien que teniendo mucha experiencia, y habiendo pasado por

esas vicisitudes, prestigiara más el consejo que el regaño, el acompañamiento, que la

inspección. Que estuviera dispuesto al diálogo, y a compartir sus saberes, sus experiencias,

a ser empático y a brindar ese apoyo emocional que requieren esos momentos de aguda

incertidumbre donde se está germinando la vocación.

Si todas esas profesoras y profesores contaran con apoyo académico para resolver dudas en

cuanto a planeación de situaciones didácticas, de desarrollo de competencias y formas de

evaluación, el camino resultaría menos pedregoso.

Si todas esas profesoras y profesores pudiesen encontrar una luz para dirimir problemas

disciplinarios y para solventar frustraciones diversas.

Si todos esos docentes en capullo pudiesen contar con el respaldo de un Mentor que les

fuera guiando, cuando menos los primeros seis meses desde su ingreso, para sortear las

angustias propias de la profesión, estoy seguro que muchas de ellas, que muchos de ellos,

encontrarían en el trabajo docente, la razón de ser de su existencia y la calidad educativa

tan perseguida en el discurso, podría tener un mejor sustento con el advenimiento de

muchos excelentes profesores.

Bibliografía y fuentes:

• Dominguez, Nora, Pineda Juan de Dios. Mentoring. Perspectivas teóricas y prácticas.

(2010). México. Edición conjunta. UNM, SEIEM, IAPEM.

• Lozano Andrade, José (2006). Normalistas Vs. Universitarios. Técnicos Vs. Rudos. (2006).

México: Plaza y Valdés.

• Acuerdo de cooperación México-OCDE para mejorar la calidad de la educación de las

escuelas mexicanas. Tomado de:

http://www.oecd.org/dataoecd/44/49/46216786.pdf

CÁPSULAS:

1. El mentoring es un proceso de aprendizaje personal por el que una persona asume la propiedad y la responsabilidad de su propio desarrollo personal y profesional.

Para ello, se establece una relación personalizada dirigida por el mentorizado a través de la cual el mentor invierte su tiempo, comparte su conocimiento y dedica su esfuerzo para que el mentorizado disponga de nuevas perspectivas, enriquezca su forma de pensar y desarrolle todo su potencial como persona y como profesional.

2. El mentoring debe su nombre a la mitología griega. Méntor era el amigo íntimo de Ulises, el protagonista de la Odisea de Homero. Antes de partir para Troya, Ulises pidió a Méntor que se encargara de preparar a su joven hijo Telémaco para sucederle como rey de Itaca. Méntor tuvo que ejercer de padre, maestro, modelo, consejero asequible y fiable, inspirador y estimulador de retos de modo que Telémaco se convirtiera en un rey sabio, bueno y prudente.

3. Con el mentoring, el mentor ayuda al profesional a desarrollar las

capacidades más acordes con su potencial y a conseguir, con sus comportamientos, aunar conocimientos y habilidades con otros colegas para satisfacer los requerimientos globales de la empresa.

Fuente:

http://wwwnew.unicomer.deusto.es/estudios/Mentoring/Qu%C3%A9eselMentoring/Default.asp#Definicion