Número 42 – Octubre 2011

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Transcript of Número 42 – Octubre 2011

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    Octubre 2011 No. 42

    RRREEEVVVIIISSSTTTAAA DDDEEE TTTEEEMMMAAASSS NNNIIICCCAAARRRAAAGGGEEENNNSSSEEESSS dedicada a la investigacin sobre Nicaragua

    Editor: Jos Meja Lacayo [email protected]

    Sitio Web: www.temasnicas.net Correo: [email protected] y [email protected]

    Octubre 2011. Todos los derechos reservados - Se prohbe la republicacin del contenido en forma total o parcial - Se prohbe extraer los artculos individuales del documento .pdf de la re-vista.- Se autoriza hacer una copia impresa para uso personal - El editor no es responsable del

    contenido de los artculos. October 2011. All rights reserved - Total or partial republication is prohibited - Extraction of any article from the .pdf magazine document is prohibited. - Making one printed copy for per-

    sonal use is authorized. The editor is not responsible for the articles content. .

    Diseo de portada: Flavio Rivera Montealegre

    Autores en esta edicin

    Rger Araica Salas Jorge Eduardo Arellano

    Vicente Baca Lagos Norman Caldera Cardenal Sergio Castelln Barreto

    [Francisco Contreras] Jean-Jacques Dubois

    Esteban Duque Estrada S. Jairo Gmez Leiva

    Aldo A. Guerra Duarte Eddy Kuhl

    Esteban Llaguno Thomas Francisco-Ernesto Martnez

    Jos Meja Lacayo Guillermo Nffal Zepeda Flavio Rivera Montealegre

    Erwin Silva Luis Vega Miranda

    Miguel Ernesto Vijil Ycaza Eduardo Zepeda-Henrquez

    mailto:[email protected]://www.temasnicas.net/mailto:[email protected]:[email protected]

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    Contenido

    NUESTRA PORTADA - Nuestros zopilotes .............................................................................4 DE NUESTROS LECTORES .....................................................................................................................14 DEL ESCRITORIO DEL EDITOR...........................................................................................................16 SECCIN BIBLIOGRFICA

    La unidad en la diversidad: La Filosofa de la mediacin de Alejandro Serrano Caldera, por Vicente Baca Lagos .................................................................................................. 17

    Carlos Tnnermann Bernheim: La Universidad del futuro Innovacin y visin de la Universidad por Erwin Silva ............................................................................................ 31

    LITERATURA Caso y Fracaso del Pichelero por Eduardo Zepeda-Henrquez .....................................37

    ECONOMA Y POBLACIN El Crecimiento Econmico de Nicaragua por Guillermo Nffal Zepeda......................39

    El Dr. Carlos Sandoval Garca: un costarricense de referencia internacional para el anlisis de la migracin de Nicaragua por Francisco-Ernesto Martnez .......................53

    BIOGRAFA El Gral. Jos Trinidad Muoz por Jos Meja Lacayo ....................................................62

    Descendencia del Gral. Jos Trinidad Muoz por Esteban Duque Estrada S...............67

    Ruben Dario: Su Vida y su Obra por Francisco Contreras, edicin corregida y aumentada por Flavio Rivera Montealegre .....................................................................70

    DIPLOMACIA Irn y Nicaragua: revoluciones y alianzas (in)deseadas por Esteban Llaguno T. .........86

    HISTORIA Moncada, las elecciones supervigiladas de 1928 y la inmediata visita de Hoover a Corinto por Jorge Eduardo Arellano................................................................................97

    Mes a mes hacemos el esfuerzo de poner en la pantalla de sus computadoras documen-tos que creemos importantes para el conocimiento de nuestra historia o algn otro tema nicara-gense. Los artculos no necesariamente son inditos, pero si raros para el no especialista, como suponemos son la gran mayora de nuestros lectores.

    El contenido de la revista tambin contiene hiperenlaces que facilitan al lector llegar al artculo que le interesa. Estos hiperenlaces no estn subrayados.

    A lo largo de la revista hemos creado decenas de hiperenlaces (en letras azules subraya-das) que llevarn al lector a las fuentes de los documentos citados. Estos hiperenlaces se en-cuentran tanto dentro del texto como en las notas al calce. De esta manera no solo ofrecemos los artculos originales de la revista, sino que tambin el acceso fcil a muchos documentos y manuscritos que se encuentran desperdigados en bibliotecas virtuales, y que tienen relacin di-recta con los artculos o sus ilustraciones.

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    Los Hijos de la Misin, Segunda Parte: La Institucionalizacion de la Obra por Rger Araica Salas .....................................................................................................................110

    Fundacin de Estel y creacin del departamento por Jairo Gmez Leiva .................. 138

    Colon y la Costa Caribe Nicaragense por Luis Vega Miranda ....................................141

    ANTROPOLOGA La revolucin sandinista: una revitalizacin religiosa y nativista tolteca: Anlisis del proceso y del discurso de la revolucin por Jean-Jacques Dubois................................ 144

    GEOGRAFA Jinotega y su Caf por Eddy Kuhl ................................................................................. 158

    GENEALOGA Los Duque de Estrada en America por Esteban Duque Estrada S. ............................. 168

    La Familia De Jos Cstulo Gurdin Sevilla por Norman Caldera Cardenal, Sergio Castelln Barreto y Miguel Ernesto Vijil Ycaza ............................................................ 190

    LIBRO DEL MES Un Alto, en el Camino Dibujo, poemas, bocetos y crticas recopilado por Aldo A. Guerra Duarte ................................................................................................................ 204

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    NUESTRA PORTADA Nuestros zopilotes

    De acuerdo con Martnez-Snchez1 en Nicaragua tenemos cuatro especies de zopilotes: el negro (Coragyps atratus), el cabecirojo (Cathartes aura), el cabecigualdo (Cathartes burrovianus) y el zopi-lote real (Sarcoramphus papa); que pertenecen a tres gnero diferentes de la familia Cathartidae: Cora-gyps, Cathartes, y Sarcoramphus. Nuestros zopilotes son buitres, queson aves rapaces del orden Falconi-formes que suelen alimentarse nicamente de animales muertos, aunque a falta de estos, son capaces de cazar presas vivas. Los buitres se encuentran en todos los continentes, excepto la Antrtida y Oceana. Los buitres del Nuevo Mundo (Amrica) pertenecen a la familia Cathartidae, mientras que los del Viejo Mundo son de la familia Accipitridae; sus semejanzas se deben a que estn adaptados a un mismo nicho ecolgico, no a que compartan un antepasado comn.

    1 Martnez-Snchez, Juan Carlos, Lista Patrn de las Aves de Nicaragua, 32 pginas, descargado de Internet el 31 de agosto de 2011.

    Hemos cedido la portada a un joven artista leons quien nos ha enviado sus dibujos como contribucin a la revista. Marco Corts nos envi tres dibujos individuales, y dos pro-puestas de portada; los dibujos de las cabezas los hemos incluido en el texto, y las propuestas de portada las usamos como portada y contraportada. Es la primera vez que incluimos una contra-portada que solo muestra tres zopilotes, falta la cabeza del zopilote cabecigualdo, Cathartes burro-vianus. El editor considera que la revista debe promover los valores nicaragenses, aunque no sean escritores. Con esta colaboracin de Marco Antonio abrimos las puertas de la revista a otros valores jvenes que quieran enviar sus colaboraciones para su publicacin. Dibujos, pintu-ras, esculturas, fotos, son bienvenidos.

    El mensaje de Marcos Antonio Corts Zeledn dice:

    Soy Marco Corts, de Len-Nicaragua. Es para m un honor poner a disposicin mi creatividad e innovacin, que vaya en beneficio de los lectores de la Revista de Temas Nica-ragenses. Contribuyo de esta manera con algo que realmente me apasiona, como es el dibu-jo artstico. Tengo 27 aos de edad y soy un profesional en las artes grficas y diseo digital. Me considero amante de los buenos valores culturales; y pienso que en esta era digital es importante no olvidar nuestras races y cultura.

    Creemos debemos ayudar a este joven valor. Pueden comunicarse con Marco Corts en: Supermercado Salman 1.c al norte, Len Nicaragua, o en Villa Sn. Ramn 200 mts al oes-te, Diriamba Nicaragua; celular.: (505) 8651-1122; correos [email protected] [email protected]

    mailto:[email protected]:[email protected]

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    En la zona de influencia nahuatl, llamamos zopilotes a nuestros buitres, palabra que segn la RAE proviene del nahua tzoplotl. Basta viajar a Sixaola, Panam para que darse cuenta que es cono-cido como gallinazo. La primare vez que vi un zopilote en Sixaola caus la risa de los panameos que se congregaron a mi alrededor y rindose me pedan que repitiera el nombre zopilote. En Vene-zuela le dicen zamuro; en Per, gallinazo cabeza negra; en Mxico, carroero comn; y desde Gua-temala hasta Costa Rica, zopilote negro.

    Nuestro zopilote negro entr en nuestro folclore nacional con el corrido El Zopilote, que Meja Snchez2 recopil en Granada. El Zopilote es el tipo de corrido que no tiene una lnea fija de narrativa, que le permite al cantante improvisar variaciones burlescas sobre personajes de la locali-dad.

    2 Romances y Corrido, introduccin y notas de Ernesto Meja Snchez, Revista Conservadora del Pensamien-to Centroamericano, 74: 41, Noviembre 1966

    Zopilotes en vuelo. A la izquierda, zopilotes negro (Coragyps atratus); a la derecha, el cabecirojo (Cathartes aura), aunque el color rojo de la ca-

    beza es apenas perceptible en la foto.

    Zopilote cabecigualdo (Cathartes burrovianus), izquierda; y el zopilote rey (Sarcoramphus papa), derecha, volando. Compare el color de las alas

    y la forma y color de la cola.

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    Zopilote, de onde vienes Con el pico amarillando? Vengo de un solar de mierta, Que me estaba regalando

    Ya el zopilote muri En medio de un palomar, A don Emilio le deja Las alitas para volar.

    Ya el zopilote muri Ya lo llevan a enterrar, chele un puito de tierra No vaya a resucitar

    Ta el zopilote muri Y muri de repente Y a don Pedro le deja Lo pelado de la frente.

    Sus habilidades planeadoras son admiradas por todos. Se suele decir que planean el crculo porque han avistado su alimento y se preparan a alimentarse. No s como surgi este contrasentido; deberamos preguntarnos como es que sigue planeando si ya encontr su alimento. Navarro y Bentez nos explican que El planeo en tierra es uno de los vuelos ms econmicos porque ahorra energa muscular. Es propio de las aves con alas anchas como los zopilotes y las guilas, y en l se aprovecha al mximo la fuerza de las corrientes ascendentes de aire caliente generadas por con-veccin en la atmsfera o el cho-que de las corrientes de aire con los riscos o montaas. El ala ancha tiene una gran rea que atrapa la mayor cantidad de aire ascendente posible logrando que el ave se eleve sin tener que realizar aleteos frecuentes, de manera similar a como lo hace un papalote. Para reconocer este tipo de vuelo basta observar a los zopilotes y guilas volando en crculos, siguiendo las bolsas de aire caliente que suben del suelo o en las cercanas de las montaas, adquiriendo altura sin mayor esfuerzo.3

    Las posicin de las alas del zopilote cuado planea depende de la apertura de las puntas de las alas. El zopilote planea de dos maneras; cuando lo hace en crculos aprovechando las corrientes tr-micas o las de obstruccin, abre la punta de las alas como muestra la figura. Cuando planea en vuelo

    3 Navarro, Adolfo y Hesiquio Bentez, Cmo se desplazan las aves? Acceso a la Internet el 4 de septiembre de 2011.

    Planeando en crculos aprovechando las corrientes as-cendentes de aire caliente o las corrientes de obstruc-cin, as llamadas porque el aire es desviado por mon-taas, edificios altos, acantilados dando por resultado una corriente ascendente. Fuente: Soaring Flight of

    Land Birds

    http://www.paulnoll.com/Oregon/Birds/flight-soaring-land.htmlhttp://www.paulnoll.com/Oregon/Birds/flight-soaring-land.html

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    horizontal, ya sea en busca de alimento, o para desplazarse entre una y otra corriente de aire, reduce la envergadura de las alas cerrando las puntas.4

    Todos los zopilotes tienen el hbito de la urohidrosis que consiste en orinar / defecar sobre sus patas para enfriarlas por evaporacin. Todas las aves defecan y orinan por el mismo conducto llamado cloaca.

    Martnez-Snchez dice que En Nicaragua contamos con varias aves carroeras que cumplen la importantsima funcin de iniciar rpidamente la descomposicin de cualquier vertebrado muerto. El Zopilote Real Sarcoramphus papa, el Zopilote Negro Coragyps atratus y el Zopilote Cabecirrojo Cat-hartes aura realizan esta labor de forma complementaria, ya que consumen partes diferentes de los cadveres. Si el Zopilote Real desapareciera, como de hecho ya est sucediendo en gran parte de Ni-caragua, el Zopilote Negro puede realizar su funcin, tal vez menos eficientemente ya que no tiene la misma fuerza ni las preferencias alimenticias del Zopilote Real. Pero si se produce una desaparicin de las otras dos especies de zopilotes, nos encontraramos ante un verdadero problema epidemiol-gico, ya que muchas de estas carcasas comenzaran a descomponerse en condiciones que favorecer-an la multiplicacin de agentes patgenos.5

    A continuacin presentamos una breve descripcin de las caractersticas de cada uno de nuestros zopilotes.

    4 Newman, B.G., Soaring and gliding flight of the black vulture, Journal of Experimental Biology, 35: 280-285, June 1958. 5 Martnez-Snches, Juan Carlos et al., Biodiversidad zoolgica en Nicaragua, pgina 10, 1 ed Managua: MARENA/PNUD, 2001

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    El Zopilote Negro6, Coragyps atratus es una ave de presa bastante grande, mide entre 56 y 68 cm (22 a 27 pulgadas) de largo; con las alas extendidas mide entre 1.37 y 1.67 metros (4.5 a 5.5 pies);

    su peso est entre 1.6 y 2.75 kg (3.5 a 6 libras). Es un excelente pla-neador, hacindolo en crculos bien alto sobre la presa. Su plumaje es negro brillante. La cabeza y el cuello no tienen plumas, y la piel all es negra griscea y arrugada. El iris de los ojos es caf y tiene una sola hilera incompleta de pestaas en el prpado superior y dos hileras en el inferior. Las patas son blanco grisceas; los dos dedos al frente de sus patas son largos y tienen una membrana pequea en su base. Las patas son planas, relativamente dbiles, y estn pobremente adaptadas para agarrar, los talones tampoco estn diseados para agarrar porque son relativamente romos.

    Las ventanas de la nariz no estn divididas por un tabique, estn perforados y desde el lado uno puede ver a travs del pico. Las alas son anchas y relativamente cortas. Las bases de las plumas prima-

    rias son blancas, produciendo un parche blanco debajo del borde de las alas, que es visible durante el vuelo. La cola es corta y cuadrada, raramente alcanzando el borde de las alas plegadas. Las subespe-

    cies difieren en tamao, de acuerdo con la regla que dice (regla de Bergmann) que las especies ms grandes se encuentran en los hbitat ms fros, y las de menor tamao en los ms calientes, y difieren tambin en la coloracin blanca bajo las alas.

    Hay tres subspecies de zopilote negro. La que reside en Nicaragua es la Coragyps atratus brasi-liensis que es ms pequea que las otras dos subespecies (Coragyps atratus atratus y Coragyps atratus foe-

    6 Wikipedia, Black Vulture, ledo el 31 de agosto de 2011

    Zopilote negro, Coragyps atratus: ilustracin tomada de Ferguson-Lees, James y David A. Christie, Gua de identificacin rapaces del mundo, ilustrado por Kim Franklin, Da-

    vid Mead y Filip Burton, Editorial Omega, 2004

    Dibujo de Marco Corts

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    tens). La marca blanca debajo de las plumas primarias es tambin ms grande. Su hbitat se extiende a Amrica Central al norte de Sudamrica.

    El zopilote negro se alimenta de carroa, pero tambin come huevos y mata animales recin nacidos. En las zonas pobladas por seres humanos, como desper-dicios. Encuentra su alimento usando su vista, siguiendo a otros zopilotes, y con su fino sentido del olfato. Como no posee siringe (el rgano vocal

    de las aves), solo puede emitir gruidos y bufidos de bajo tono. Pone sus huevos en cuevas, agujeros en rboles, o en el suelo del bosque, y generalmente cra dos polluelos por ao.

    El Zopilote Cabecirrojo, Cathartes aura, es conocido en Norteamrica como zopilote pavo. CATIE le llama sonchiche7. Es residente, pero tambin emigra hacia Norteamrica donde cra. El adul-to mide entre 66 y 81 cm (2632 pulgadas) de largo con una envergadura entre 173183 cm (6872 pulgadas) y un peso de 1.4 kg (3.1 lb). Su dimorfismo sexual es mnimo; los sexos son idnticos en plumaje y en coloracin, aunque la hembra es ligeramente ms grande. Las plumas del cuerpo son negras con tinte caf, pero las plumas de vuelo en las alas parecen ser gris plateadas por debajo, que

    contrastan con el forro de las alas ms oscuro. La cabeza del adulto es pequea en proporcin a su cuerpo, y es de color rojo con pocas o ningunas plumas. Tambin tiene un pico relativamente corto, ganchudo, color marfil. El iris de sus ojos es gris caf; las patas y dedos tienen la piel rosada, aunque

    7 Centro Agronmico Tropical de Investigacin y Enseanza (CATIE), Estrategias para el Desarrollo y la Conservacin del Estero Real, Nicaragua, Turrialba, Costa Rica: CATIE / IDR, 2000

    A la izquierda, dibujo de Marco Corts Zeledn. A la derecha, nido de zopilote cabecirojo. Fuente: Reed, Chester A., The Bird Book, pgina 200, NewYork: Dou-

    bleday, Page & Company, 1915

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    tpicamente teida de blanco. El ojo tiene una simple hilera de pestaas en el prpado superior y dos hileras en el inferior.

    Los dedos delanteros de las patas son largos y tienen una membrana pequea en sus bases. Las patas son planas, relativamente dbiles, y pobremente adaptadas para agarrar; los talones tampo-co estn diseados para agarrar porque son relativamente romos. En vuelo, la cola es larga y delgada en contraste con el zopilote negro.

    Las ventanas de la nariz no estn divididas por un tabique, estn perforados y desde el lado uno puede ver a travs del pico. Muda las plumas entre el final del invierno y el comienzo de la pri-mavera. Es una muda gradual que progresa hasta el principio del otoo. Las aves inmaduras tienen la cabeza gris con l apunta del pico negro; los colores cambian a los de los adultos. No s sabe cuanto pueden vivir los zopilotes cabecirrojos en cautividad. Se cree generalmente que 21 aos es la edad mxima, aunque se conoce un adulto de 34 aos. El zopilote cabecirrojo silvestre cazado tena de 16 aos.

    Hay cinco subespecies de zopilotes cabecirrojos: Cathartes aura aura que se encuentra desde Mxico hacia el sur hasta Sudam-

    rica y las Grandes Antillas. Es l ams pequea de las subespecies, pero casi no se puede distinguir del Cathartes aura por el color. Cathartes aura jota es el zopilote de Chile. Cathartes aura ruficollis se encuen-

    Zopilote cabecirrojo o gallipavo, Cathartes aura: ilustracin tomada de Ferguson-Lees, James y David A. Christie, Gua de identificacin rapaces del mundo, ilustrado

    por Kim Franklin, David Mead y Filip Burton, Editorial Omega, 2004

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    tra desde Panm hasta Uruguay y Argentina. Cathartes aura meridionalis es el zopilote pavo occidental que cra en algunas provincias de Canad, Baja California, centro de Arizona y Texas. Cathartes aura septentrionalis es el zopilote pavo oriental que se extiende desde el sureste de Canada hacia el sur hasta el este de Estados Unidos.

    Se alimenta casi exclusivamente de carroa. Es el ms abundante de los zopilotes. Se encuen-tra en lugares relativamente abiertos, generalmente evitando los bosques. Es una ave gregaria agru-pada en comunidades grandes. Busca su alimento por el olfato, volando suficientemente bajo para detectar el olor del etil mercaptano que es el compuesto que emiten los cuerpos de animales que comienzan a descomponerse. Evita los cuerpos ya putrefactos. Se reproduce entre marzo y mayo.

    El Zopilote Cabecigualdo8, Cathartes burrovianus mide entre 5366 cm (2126 in) en longi-tud, con una envergadura de 150165 cm (5965 in) y un largo de cola de 1924 cm (7.59.4 in). Su

    peso vara entre 0.95 y 1.55 kg (2.1 a 3.4 lb). su plumaje es negro con un brillo verdoso. Su garganta y los lados de su cabeza no tienen plumas. La cabeza y el cuello son pelados, y la piel es amarilla, con una frente y la nuca rojiza y la corona azul griscea. El iris de los ojos es rojo, sus piernas son blan-cas, y su pico color carne. El ojo tiene una sola hilera incompleta de pestaas en el prpado superior

    8 Wikipedia, Lesser Yellow-headed Vulture, artculo visitado el 8 de septiembre de 2011

    Zopilote cabecigualdo, Cathartes burrovianus: La ilustracin ha sido tomada de Ferguson-Lees, James y David A. Christie, Gua de identificacin rapaces del mun-do, ilustrado por Kim Franklin, David Mead y Filip Burton, Editorial Omega, 2004

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    y dos hileras en el inferior. La cola es redondeada y relativamente corta para un zopilote, la punta de las alas cerradas se extiende ms all de su cola. Los zopilotes cabecigualdos inmaduros tienen un plumaje ms caf, una cabeza oscura, y una nuca blanca.

    El pico es grueso, redondeado y ganchudo en la punta. Los dedos del pie del frente son lar-gos con una pequea membrana en sus bases y no estn adaptados para agarrar. La apertura de las fosas nasales no tienen tabique. Como todos los buitres del Nuevo Mundo, el zopilote cabecigualdo no tiene siringe, y por lo tanto es incapaz de hace cualquier sonido que no sea un bufido bajo.

    Difiere en apariencia del gran zopilote cabeza amarilla, Cathartes melambrotus, tambin conoci-do como el buitre del bosque de varias maneras. El nuestro es ms pequeo y tiene una cola ms corta de rala que el Cathartes melambrotus, que no se encuentra en Nicaragua.

    Este zopilote cabecigualdo vuela solitario, con sus alas formando ngulo. Planea a baja altura sobre humedales mientras busca alimento, y se posa en postes de cercas o en otros sitios bajos. Cuando vuela, viaja solo y raramente se le encuentra en grupos. Se cre que este zopilote es algo migratorio en respuesta a cambios de nivel de las aguas donde vive.

    Se alimenta de carroa, pero tambin caza para alimentarse, es-pecialmente pequeos animales acuticos en los pantanos. Prefiere la carne fresca, pero no suele ser el primero en comer de la carcasa de un

    animal grande porque el pico no es suficientemente fuerte para romper la piel. Tampoco come cuando la carne est en descomposi-cin total, cuando ya est contaminada con toxinas mi-crobianas.

    El Zopilote Real9, Sarcoramphus papa, rey de los zopilotes es el buitre ms grande del Nuevo Mundo, si excluimos los cndores. Su longitud total est entre 6781 centmetros (2732 in) y su envergadura es de 1.22 metros (46.6 ft). Su peso vara entre 2.74.5 kilogramos (610 lb). El rey de los zopilotes adulto es un ave impresionante, con un plumaje predominan-temente blanco, el cual tiene un algo de amarillo rosado.

    En contraste, la cobertura de las alas, las plumas de vuelo y la cola son gris oscuro a negras, como tambin es el grueso collar. La cabeza y el cuello estn desprovistas de plumas, el color de la piel va-ria entre rojo y prpura en la cabeza, naranja vivo en el cuello, y amarillo en la garganta. En su cabe-za, la piel es arrugada y plegada, y tiene una cresta dorada notablemente irregular en el oprculo so-bre el pico anaranjado y negro. Esta carnosidad no se forma sino hasta que el ave tiene cuatro aos.

    El rey de los zopilotes tiene el crneo y caja del cerebro ms grande, y el pico ms fuerte de todos los buitres del Nuevo Mundo. El pico tiene la punta ganchuda y un borde cortante afilado. 9 Wikipedia, King Vulture, artculo visitado el 8 de septiembre de 2011

    Zopilete rey, dibujo de Marco Corts

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    Esta ave tiene alas amplias y una cola corta, ancha y cuadrada. El iris de sus ojos es blanco, bordeado por una esclertica roja. A diferencia de algunos buitres del Nuevo Mundo, el rey de los zopilotes tiene pestaas. Tambin tiene patas grises, y garras gruesas y largas.

    Los zopilotes hembras y machos tienen poca dife-rencia en el plumaje y en el tamao. Los zopilotes juveniles tienen el pico y los ojos negros, y un cuello velloso gris que pronto comienza a volverse al naranja del adulto. Los jve-nes son gris pizarra, y aunque lucen iguales a los adultos al tercer ao, no comienzan a mudar al plumaje adulto hasta que tienen cinco o seis aos. Los zopilotes en cautividad cambian sus plumas ventrales a blanco en el segundo ao, y continan cambiando despus las plumas de las alas, hasta que el plumaje adulto se produce. En las ltimas etapas de inmadurez hay unas pocas plumas negras diseminadas en las plumas menores blancas.

    La cabeza del zopilote tiene la cabeza y cuello pelados como una adaptacin higinica para prevenir que las bacterias de la carroa que come arruinen sus plumas y expongan su piel al efecto

    esterilizante del sol. Aunque pelada, este zopilote tiene cerdas negras en partes de su cabeza. El plu-maje oscuro de los jvenes inmaduros de Sarcoramphus papa tienen el cuello y las patas largas que permite reconocerla desde lejos.

    Zopilote rey, Sarcoramphus papa. La ilustracin ha sido tomada de Ferguson-Lees, James y David A. Christie, Gua de identificacin rapaces del mundo, ilustrado por Kim Franklin,

    David Mead y Filip Burton, Editorial Omega, 2004

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    DE NUESTROS LECTORES

    Subject: RE: Cambios al envo por correo de la Revista de Temas Nicaragenses

    Date: Wed, 31 Aug 2011 14:18:44 +0200

    From: Claire Pailler

    To: 'Temas Nicas'

    Estimados amigos,

    Deseo que sigan mandndome la revista, muy interesante, y a veces propicia para discrepancias o discusiones.

    Gracias pues por todo, y un cordial saludo de

    Claire Pailler

    Subject: Re: Fwd: Cambios al envo por correo de la Revista de Temas Nicaragenses

    Date: Tue, 23 Aug 2011 04:16:29 +0100 (BST)

    From: Gerardo Antonio Bonilla Rueda

    To: Temas Nicas

    Hola mis estimados amigos de la revista Temas Nicaragenses. Ante todo mil gracias por haberme honrado para recibir tan excelente revista. CLARO, que estoy encantadsimo de recibirla y los moti-vo a seguir adelante, pues es triste el enorme desconocimiento, principalmente de las nuevas genera-ciones, sobre la enorme riqueza cultural de nuestro pais. Gracias y confirmo que recib la figura y no he optado por reenvirsela a mis amigos pero les enviar una lista de personas a las que estoy seguro les ser muy til.

    Subject: Re: Cambios al envo por correo de la Revista de Temas Nicaragenses

    Date: Sat, 20 Aug 2011 00:36:02 -0600

    From: Joaqun Alberto Fernndez

    To: Temas Nicas

    Desde luego me interesa mucho seguir recibiendo esta importante publicacin.

    Subject: Re: Jose F. TERAN

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    Date: Mon, 15 Aug 2011 16:51:06 -0400 (EDT) From: [email protected] To: [email protected] Definitivamente quiero seguir recibiendo tu excelente publicacion, lo mejor que se publica sobre Ni-caragua y a la altura de las mejores publicaciones que yo conozco. Espero pronto enviarte otra serie de articulos para que los consideres. Saludos, Jose Francisco TERAN C. Subject: FW: Revista de Temas Nicaragenses

    Date: Fri, 12 Aug 2011 16:57:24 +0000

    From: LUIS ANTONIO RIVAS

    To:

    El Salvador, 12 de agosto del 2011.- Estimados seores editores de "temas nicas"- Estimados seores. Gracias por la oportunidad que me dan para poder externar rev. A temas nicas, me parece que es una informacion de mucho valor, ya que por la misma he podido enterarme de situaciones muy im-portantes, he sido viajero frecuente a republica de nicaragua, en vista que le he dado servicios de ase-soria de compras de cuero fresco, salado y wet blue (curtido) a empresas adoc,.s.a. de c.v. division teneria con sede en el salvador. Y me ha sido constructivo tener acceso a temas nicas. Muy bueno y sigan adelante. Atentamente. Lic. Luis Antono Rivas

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    DEL ESCRITORIO DEL EDITOR

    En la medida que la revista crece, su carga administrativa crece y se complica. Todava esta-mos batallando con el problema de las listas de correo, sin encontrr una manera satisfactoria de re-solver el problema de envo y de administracin de la lista.

    Las listas son muy importantes porque es una manera de recordar a los lectores que hay un nuevo nmero de la revista disponible. Y la circulacin depende, casi a partes iguales de los envos por correo, las descargas directas desde el sitio Web, y de los reenvos que hacen muchos lectores a sus amigos y aun a sus propias listas de correo como lo hace la Asociacin de Amistad Hispano-Nicaragense que renva la revista a unas 400 personas; y an particulares como Francisco-Ernesto Martnez que la reenva a cerca de 380, aprovechando sus contactos en Facebook; y la Asociacin de Profesionales de la Universidad Centroamericana (Aprouca) con 175.

    Tratamos de evitar pagar a una empresa para que maneje los envos por correo. No es tanto su costo, ya que hay empresas que lo hacen por tan poco como $90 al ao, y an Aldo Guerra ha ofrecido pagar su costo. La meta es editar y distribuir la revista sin costo alguno; el asunto es que no hay muchos profesionales de informtica que conozcan el manejo de envos de correos a ms de 1,500 destinatarios, aquellos que hemos consultado no han sido de gran ayuda.

    Como solucin provisional, la edicin No. 42 la distribuiremos desde cinco cuentas de co-rreos Gmail, enviado cinco mensajes a unos 300 destinatarios, quizs separados por intervalos de algunas horas, o hasta un da. No queremos que nuestros mensajes sean clasificados como spam.

    Por otro lado, la edicin de la revista se ha vuelto ms fcil porque hay ms colaboradores nuevos y resulta ms fcil completar el nmero de artculos (pginas) sin tener que recurrir a traduc-ciones, o artculos de Revista Conservadora. Y con esta edicin No. 42, hasta incluimos dibujos ori-ginales de zopilotes hechos por Marco Corts, un diseador grfico de Len.

    Creemos que es muy importante reproducir artculos de Revista Conservadora y hacer tra-ducciones para hacer estos documentos accesibles a los lectores. Muchos de ellos quizs no visiten las bibliotecas. La verdad es que se puede acceder a muchsmos libros y documentos digitales con ventaja, porque las versiones electrnicas no necesitan de ndice, que nunca son completos, solamen-te nombres y palabras importantes son las que entran en los ndices, mientras que en la versin digi-tal todas las palabras estn al alcance de nuestros dedos.

    No vamos cambiar ninguna de nuestras polticas, pero es importante que todos conozcan cual es el desarrollo de la revista y los problemas que encontramos en el camino.

    http://www.asochispanonica.es/http://www.asochispanonica.es/http://aproucablog.wordpress.com/http://aproucablog.wordpress.com/

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    La unidad en la diversidad: La Filosofa de la mediacin, de Alejandro Serrano Caldera

    Presentacin de Serrano Caldera, Alejandro (2011). Obras. Volumen III. Amrica Latina ante la ra-zn filosfica. Escritos sobre el pensamiento, la poltica y la cultura nicaragense. Managua, Ed. Hispamer CNU, 1 ed. 640 pp.

    Dr. Vicente Baca Lagos, Universidad Complutense de Madrid.

    Instituto Nicaragense de Cultura Hispnica (INCH),

    Managua, 18 de agosto de 2011

    PAUTA METODOLGICA

    Para comentar este Volumen III de las Obras del Dr. Alejandro Serrano Caldera, voy a recu-rrir a una de las referencias magistrales de la filosofa que se ha pensado y escrito en nuestra lengua. Voy a tomar prestado un concepto del pensamiento de Jos Ortega y Gasset, que utilizar como pauta metodolgica de esta exposicin: la perspectiva como dimensin constitutiva de la realidad.

    He querido acudir a Ortega y Gasset porque, adems de su pertinencia metodolgica, varios aspectos de su obra y de su vida acadmica y ciudadana en la Espaa y Europa de su tiempo me re-cuerdan a nuestro filsofo nicaragense; tambin, porque yo descubr al gran maestro espaol gra-cias a los comentarios del Dr. Alejandro Serrano Caldera al artculo Misin de la Universidad (1997), en el contexto de los debates sobre la reforma universitaria en Nicaragua, a los que yo asista exul-tante como un estudiante recin ingresado a la UNAN-Len en los primeros aos 70; aquella uni-versidad fue para mi generacin el descubrimiento de un nuevo mundo de ciencia, cultura, ciudada-na y libertad: fue nuestra Alma Mater (et Magistra) y no solamente la institucin que nos extendi un ttulo profesional. El Dr. Carlos Tnnermann Bernheim era el Rector de aquella Universidad y el Dr. Alejandro Serrano Caldera era su Secretario General.

    Mi perspectiva de anlisis de las Obras del Dr. Serrano Caldera

    Ortega y Gasset (1987) dice que cuando nos ocupamos de un objeto de estudio siempre lo hacemos desde un punto de vista determinado. Esta tesis implica varias conclusiones importantes, que ahora solo tenemos tiempo para indicarlas:

    Primera: Es imposible conocer un objeto desde un no lugar. Podramos traducir esta ex-traa expresin diciendo que es imposible un conocimiento del objeto, al margen de todo sujeto cognoscente. Kant nos ense que el conocimiento es siempre una relacin, es el resultado de la ac-

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    tividad cognoscitiva de un sujeto sobre un objeto, de modo que no hay sujeto cognoscente sin obje-to de conocimiento, y viceversa1.

    Segunda: Desde distintos puntos de vista, dos sujetos cognoscentes pueden ocuparse de un mismo objeto de estudio, sin embargo, no descubrirn lo mismo, porque cada perspectiva nos ofre-ce solamente el conocimiento de UNA de las mltiples dimensiones del objeto2. En consecuencia, supuestas todas las precauciones metodolgicas en la investigacin, la divergencia de los conoci-mientos entre estos sujetos no implica la falsedad de uno de ellos, porque cada uno est estudiando un aspecto distinto de la realidad. Esta divergencia no es contradiccin, sino complemento.

    Una realidad que, vista desde cualquier punto, resultase siempre idntica es un concepto ab-surdo. Si tal cosa ocurriera, nos advierte Ortega y Gasset, sera una prueba de que tal realidad es una ilusin, no existira con independencia de los sujetos.

    Tercera: Las perspectivas para estudiar la realidad pueden ser infinitas. Es imposible para un sujeto conocer un objeto desde todos los puntos de vista posibles. Esta es una limitacin ontolgica y epistemolgica de nuestra condicin humana, imposible de superar. Cuando decimos que Dios es eterno, omnipresente y omnisciente, que est en todas partes y todo lo sabe, estamos designando a un ser supremo que lo sabe todo de todos los objetos de conocimiento que han existido y no existie-ron, de los que existen y no existen, de los que existirn y no existirn, desde todos los puntos de vista posibles, en todos los momentos de la existencia de dichos objetos, que son cambiantes, y de sus mltiples relaciones, por toda la eternidad. Esta capacidad ilimitada est fuera del alcance de nuestra pobre condicin humana, aunque algunas veces suframos la tentacin de llegar a ser como dioses mordiendo una sabrosa manzana o tengamos la fortuna de encontrarnos pasmados ante un Aleph borgiano.

    Cuarta: [Si las perspectivas de estudio pueden ser infinitas...] Ninguna perspectiva agota todo el conocimiento sobre un objeto de estudio, por rica y potente que sea. La verdad sobre el objeto, su conocimiento completo es el resultado de la articulacin de los diversos puntos de vista, lo que signi-fica que la verdad siempre est en construccin a lo largo de la historia humana y, necesariamente, tiene un carcter colectivo.

    Finalmente: La perspectiva, el punto de vista que adoptamos frente a un objeto de estudio determinado, lejos de ser su deformacin, es su organizacin. La perspectiva es un componente de la realidad, dice Ortega y Gasset.

    Y subraya: La sola perspectiva falsa es aquella que pretende ser la nica.

    1 El estudio de la dialctica entre sujetoobjeto, entre razn y ser, ser una de las obras portentosas de

    Hegel; el Dr. Serrano Caldera (2008) es un gua excepcional para internarse en estos problemas de la filo-sofa hegeliana. Vase el captulo dedicado a Hegel, en Obras. Volumen I. Escritos filosficos y polticos I. Pp. 139-162.

    2 La filosofa medieval distingua entre objeto material (materialiter acceptum: aquello sobre lo que recae la actividad de conocer, con todos sus rasgos) y objeto formal (formaliter acceptum: el punto de vista que adopta el investigador para seleccionar la dimensin del objeto que efectivamente se conoce).

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    Resumiendo, cuando nos enfrentamos a la realidad para conocerla siempre adoptamos un punto de vista determinado frente a otros posibles, aunque seamos inconscientes de nuestra actitud. Desde luego, cuando se hace filosofa y ciencia es fundamental tener esa auto-conciencia desde el principio de nuestro trabajo.

    En el estudio de la obra filosfica del Dr. Alejandro Serrano Caldera se ha recurrido a dife-rentes puntos de vista, entre los que ahora destaco: el anlisis sistemtico de sus temas e ideas fun-damentales (Kraudy, P., 2008); su lugar entre las corrientes filosficas latinoamericanas (Demencho-nok, E., 1988; Guadarrama, P., Prez, G., y Rojas Gmez, M., 1993; David Snchez Rubio, 1999). Tambin hay que destacar el estudio del profesor Prez Baltodano, A. (1999) sobre la contribucin del Dr. Alejandro Serrano Caldera al pensamiento poltico y al anlisis de la realidad poltica de Nica-ragua.

    En esta ocasin, me voy a referir a la contribucin de nuestro filsofo al estudio de las me-diaciones sociales, un punto de vista de inters epistemolgico para las Ciencias Sociales, que se sita en el contexto general de la reflexin sobre las relaciones entre la Filosofa y las Ciencias Sociales y, especialmente, de la pertinencia de estas relaciones para perfeccionar los recursos tericos y metodo-lgicos con los que tratamos de entender el complejo mundo globalizado en el que vivimos; o los escenarios a los que se enfrenta Nuestra Amrica en este nuevo tiempo, que nos ofrece una oportu-nidad para ocupar una posicin significativa en el mundo; o las bsquedas del pueblo de Nicaragua para salir de su histrico laberinto.

    Debo confesar que en la eleccin de este punto de vista tengo un cierto inters corporativo, puesto que dirijo una revista acadmica de la Universidad Complutense de Madrid, en el mbito de las Ciencias Sociales y de la Comunicacin, que se ocupa de este campo especfico de investigacin y ejercicio profesional. La revista Mediaciones Sociales (http:www.ucm.es/info/mediars/) se publica semestralmente y, segn los organismos espaoles de control de la calidad de las revistas acadmicas, tiene un alto ndice de internacionalidad, por su difusin, el origen de los autores que publican en ella y su directorio; en nuestro Consejo Asesor Internacional tenemos el honor de contar con el apo-yo y el prestigio del Dr. Alejandro Serrano Caldera.

    Hace justamente un ao, en el n 6 de nuestra revista, publicamos el estudio introductorio de Pablo Kraudy (2008) a los dos primeros volmenes de las Obras del Dr. Serrano Caldera. En esa ocasin me dirig a la red internacional de investigadores que participan en nuestro proyecto cientfi-co y editorial para decirles:

    En nuestra seccin Biblioteca, rendimos homenaje y gratitud al trabajo de dos ilustres maestros del pensamiento en Amrica Latina: Alejandro Serrano Caldera (miembro de nuestro Con-sejo Asesor Internacional), en el campo de la filosofa, y Jess Martn Barbero, en el campo de los estudios de la comunicacin y la cultura.

    Y continuaba:

    Aprecio en Alejandro Serrano Caldera una constante aplicacin de la categora de la media-cin en su produccin filosfica, procedente en buena medida de la dialctica de Hegel y de Marx, y de su despliegue en la filosofa de la praxis de los autores que han continuado esta lnea de pensa-miento.

    http:www.ucm.es/info/mediars/

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    Para Serrano Caldera la principal tarea de la Filosofa es ofrecernos una interpretacin (me-diacin cognitiva) de la realidad de nuestro tiempo, pero tambin de las vicisitudes de nuestra histo-ria y de los horizontes de una sociedad ms humana (utopa); interpretaciones que permiten la inter-vencin racional de los actores en el curso de la historia social. Ms an, Serrano Caldera entiende que la Filosofa debe reflexionar sobre las propias condiciones histricas y epistemolgicas de la ra-zn filosfica y sus productos para situar los temas tradicionalmente considerados locales en una dimensin universal; de este modo, la Filosofa Latinoamericana, por ejemplo, ms que una referen-cia territorial, sera una perspectiva para enfocar los problemas universales de la humanidad de nues-tro tiempo. Una universalidad que no es homogeneidad cultural ni unidad indiferenciada (lo que uniforma no une, somete. Lo que une respeta las diferencias y las diversidades); su modelo media-dor para pensar lo especfico y lo universal de las sociedades humanas lo denomina La unidad en la diversidad, que dio ttulo a uno de sus libros y a su Leccin Inaugural en el VII Congreso Interna-cional de Filosofa Intercultural (Buenos Aires, 20-22 de septiembre, 2007).

    En realidad, este modelo se ha constituido en su proyecto filosfico, como puede verse en sus estudios de la Filosofa (o de la Historia de la Filosofa, como lo explic Hegel), con sus mlti-ples escuelas o doctrinas, diferentes, contradictorias y hasta excluyentes. La verdad filosfica no es una verdad absoluta sino un proceso en el que se produce la integracin, la complementariedad y la sntesis de verdades parciales e histricas, por lo que la filosofa debe ser el esfuerzo terico y prc-tico de Unidad en la Diversidad, dice Serrano Caldera. No se trata de relativismo eclctico en el que cabe todo, sino de un principio dialctico de interpretacin de la historia de las ideas filosficas.

    Esta concepcin de la Filosofa como mediacin ha tenido una consecuencia en la vida de Serrano Caldera en tanto ciudadano, al ejercer con perseverancia como mediador social en su propio pas, liderando desde la universidad un proceso tico, poltico y terico, denominado La Nicaragua Posible, que consiste en asumir a Nicaragua como proyecto de Nacin, proceso en el que han parti-cipado los representantes de todos los sectores sociales de un pas que vive sumido en una crisis so-cial que se repite en un bucle agnico. En las circunstancias histricas de esa nacin centroamerica-na, parece evidente que la unidad en la diversidad, la mediacin social, la concertacin y el acuerdo social, se reclamen como requisitos fundamentales de la convivencia democrtica y de la transforma-cin de la cultura poltica tradicional (basada en el caudillismo, el espritu sectario y la confronta-cin).

    Hasta aqu lo que escrib en la presentacin de la edicin n 6 de nuestra revista, hace un ao.

    Ahora quiero aprovechar esta excepcional ocasin para ampliar mi reflexin sobre esta clave de interpretacin de la obra del Dr. Serrano Caldera que ofreca a la red de investigadores interna-cionales que promueve nuestra revista.

    Qu entendemos por mediacin social?

    A todos nos resultan familiares las nociones de mediacin y mediador; las asociamos r-pidamente a diversas situaciones de conflicto cuando las partes enfrentadas recurren a un tercero para que les ayude a lograr un acuerdo pacfico y satisfactorio para sus intereses.

    Pero, la nocin mediacin tiene una extensin ms amplia que la designacin de este tipo de casos concretos. Si procedemos por abstraccin y generalizacin de las caractersticas de los innume-

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    rables casos empricos de mediacin que se producen a diario en cualquier sociedad, del mismo mo-do que lo hara, por ejemplo, un gemetra que estudia las propiedades de la figura tringulo, ponien-do entre parntesis las caractersticas concretas de las cosas u objetos que tengan forma triangular, como su materia, color, peso, tamao, posicin, lugar, etc., podemos encontrar aspectos muy intere-santes de la mediacin.

    Adelantemos los que se captan en una primera aproximacin intelectual:

    La mediacin es una prctica social, es decir, una forma recurrente de hacer ciertas cosas, determinada por las reglas sociales de una comunidad y las condiciones materiales en las que se des-empean los agentes;

    Segn el mbito en que se realiza, la mediacin puede ser privada o pblica;

    Segn el carcter del agente mediador, la mediacin puede ser individual, colectiva o insti-tucional;

    Las partes y sus conflictos, sobre los que recae la mediacin, pueden ser de cualquier natu-raleza.

    Centremos ahora nuestra atencin en el ncleo problemtico de esta prctica que denomi-namos mediacin social: es decir, su producto o resultados. En algunas lenguas, como la nuestra, existen algunos trminos ambiguos que los filsofos del lenguaje denominan procesoproducto, pues se utilizan tanto para designar la actividad como su resultado3. Tal ocurre en este caso que nos ocupa: el producto o los resultados de la mediacin social, se denominan tambin mediacin social o mediaciones sociales, que si deseamos podemos indicarlos con trminos entre comillas para dis-tinguirlos de la prctica que los origina.

    Desde un punto de vista cognitivo, podemos decir que el producto mediacin social con-siste en un sistema de reglas de operacin que se aplica a cualquier conjunto de hechos o elementos que pertenecen a planos heterogneos de la realidad para introducir un orden que las haga funciona-les o congruentes; es un orden que impone lmites a lo que puede ser dicho y hecho, y a la manera de decirlo y hacerlo (Martn Serrano, M., 2008: 71-72).

    3 El trmino ciencia pertenece a una clase de trminos bastante numerosa todos los cuales exhiben una

    ambigedad similar, una clase lo suficientemente manifiesta como para haber sido escogida por los filsofos del lenguaje, que la han denominado de manera especial: la ambigedad proceso-producto. Todos los trminos que presentan esta ambigedad (y entre ellos figuran, adems del de ciencia, trminos tan dispares como cosecha, educacin, deduccin, fabricacin, voto, etc.), son trminos que se utilizan haciendo referencia a una cierta actividad o proceso, y tambin a un resultado, acontecimiento, o producto de este proceso. En el caso de ciencia la distincin de referencia es perfectamente clara. Por un lado (como trmino que significa un proceso) se utiliza para hacer referencia a las actividades o trabajo de los cientficos o de las instituciones cientficas, a saber, experimentar, observar, razonar, leer, organizar, investigar proyectos, etc. Por otro lado, el mismo trmino se utiliza para hacer referencia al resultado de estas actividades o procesos, es decir, al producto de las actividades cientficas; esto es, un corpus de enunciados que pretenden descubrir un aspecto u otro del universo y que incorpora lo que constituye nuestro conocimiento cientfico. (Rudner, R. S., 1973: 24-25).

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    Y como ese sistema de reglas de operacin se puede representar con un modelo lgico, tam-bin podemos decir legtimamente que las mediaciones sociales son modelos que ordenan o integran un conjunto de elementos heterogneos de la realidad (contradictorios o no) en un sistema finaliza-do, es decir, orientado al logro de un fin social determinado.

    Estos modelos de integracin o de ajuste son imprescindibles para la existencia y el funcio-namiento de las sociedades, de las organizaciones e instituciones, de la vida humana, en general, y pueden ser buenos, regulares o malos, por su eficacia o ineficacia, o pueden ser evaluados como convenientes o inconvenientes, justos o injustos, pero nunca son irrelevantes o innecesarios porque estn operando en el ncleo de la produccin y la reproduccin social.

    Los modelos mediadores tienen, pues, una naturaleza normativa y su funcin de control e integracin social se realiza en la historia de las sociedades mediante diversos procesos de enculturi-zacin, para que esos modelos sean asumidos o interiorizados por cada agente social. No son, por tanto, productos naturales, como un sistema fsico, un conjunto organizado de diversos elementos fsicos (p.e., el clima del planeta) o un ecosistema fsico-biolgico (p.e., la vida en la sabana africana o en los bosques tropicales de Centroamrica), sistemas que son el resultado de las transformaciones de la naturaleza inorgnica y de la evolucin de la vida, que no requieren de la intervencin necesaria de los seres humanos.

    Aclaremos que, cuando hablamos de planos heterogneos de la realidad, nos estamos refi-riendo, por ejemplo, a los siguientes:

    La visiones del mundo y los valores de los sujetos (son objetos de naturaleza cognoscitiva);

    Los comportamientos ejecutivos del sujeto (que son de naturaleza volitiva y conativa: pro-pensin, tendencia, propsito; empeo y esfuerzo en la ejecucin de algo) y comportamientos ex-presivos (produccin, obtencin o intercambio de informacin);

    Los objetos sobre los que recae la accin del sujeto (materias naturales o transformadas por el trabajo; organismos biolgicos y energas);

    Los medios e instrumentos que utiliza (biolgicos y tecnolgicos);

    Las organizaciones a las que pertenecen los sujetos (grupos sociales e instituciones);

    Los espacios y tiempos que pueden ser ocupados.

    Despus de presentarles esta propuesta de definicin terica de la mediacin social, volva-mos de nuevo al plano concreto de los ejemplos:

    Un modelo que integra en un mismo sistema estos planos de diferente naturaleza puede ser la Constitucin Poltica de la Repblica de Nicaragua, o la del Reino de Espaa, la de Estados Uni-dos de Amrica o la de cualquier otro estado.

    Cada constitucin poltica podra estudiarse como un modelo de mediacin porque organiza, cada una a su manera:

    Una poblacin, nacin o conjunto de naciones, distribuida en unos territorios (incluyendo su espacio areo, subsuelo y mar territorial);

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    Los criterios de pertenencia a dicha organizacin (nacionales vs extranjeros);

    Un conjunto de instituciones pblicas (gobierno; cmaras legislativas; rganos judiciales; administracin de servicios), articuladas en una entidad superior, que llamamos estado, instituciones que representan y sirven a toda la poblacin;

    Unas formas de organizacin ciudadana para representar y procurar los intereses sectoria-les: econmicos, sociales, polticos o culturales;

    Unos principios y valores fundamentales que resumen la visin del mundo y de la convi-vencia de la poblacin, del funcionamiento de las instituciones y de todo el ordenamiento jurdico;

    Los bienes materiales y culturales de la nacin, sus recursos financieros;

    Los comportamientos econmicos, sociales, polticos, comunicativos y culturales de la po-blacin y de las instituciones que los representan, que se consideran adecuados para la produccin y reproduccin social;

    Las relaciones internacionales con otros estados;

    Derechos, deberes, prohibiciones y garantas de los nacionales y los extranjeros, que esta-blecen los diferentes modos de relacin entre todos los componentes del sistema;

    Unas referencias temporales: desde la promulgacin de la Constitucin hasta su reforma (presente-futuro /vs/ pasado). Aunque lo ms importante de esta coordenada temporal es su densi-dad cultural, por cuanto resume la historia o el mito de la nacin, el momento solemne de su funda-cin y la voluntad de permanecer unidos en el futuro en el concierto internacional.

    Como vemos, la Constitucin es un modelo normativo que establece un orden entre elemen-tos de diferente naturaleza, cuya finalidad es asegurar la reproduccin histrica (material, poltica y cultural) de una comunidad humana. Los criterios de pertenencia // no pertenencia de unos u otros sujetos al estado que funda esa Constitucin representan el sistema de categoras con las que construye su identidad cultural o nacional (nosotros /vs/ los otros).

    Todos los ejemplos que se utilizan para ilustrar un concepto suponen una tensin dialctica entre lo concreto (el ejemplo) y el carcter especfico o universal de los conceptos; ningn ejemplo concreto agota todo el alcance semntico de un concepto terico. Digo esto porque el ejemplo cita-do, la Constitucin Poltica, se refiere al ordenamiento jurdico supremo de un estado. Sin embargo, con ello no quiero insinuar que los modelos de mediacin se produzcan nicamente en el campo del derecho y que los juristas sean los especialistas exclusivos en su produccin e investigacin cientfica.

    El ejemplo de la Constitucin lo utilizo para subrayar que el Derecho (escrito o consuetudi-nario), con todas sus instituciones y especialistas, constituye una de las prcticas mediadoras ms an-tiguas de las sociedades y que gracias a ese enorme repertorio de modelos jurdicos de integracin de lo diverso que ha creado en todos los campos de lo divino (el derecho cannico) y lo humano (co-mercio, finanzas, propiedad, trabajo, poltica, relaciones interpersonales e internacionales, medioam-biente, patrimonio cultural, comportamientos antisociales, etc.) somos capaces de convivir civiliza-damente, en la misma medida que esos modelos se realizan en la historia de una sociedad concreta.

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    Este ejemplo me permite tambin, aunque slo sea de paso, rendir homenaje a la extraordi-naria trayectoria jurdica de nuestro filsofo, como profesor universitario, como presidente de la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua y como ejemplo de tica ciudadana, al reclamar sin desmayo, desde que le conocemos, el respeto escrupuloso de la ley, de la institucionalidad, del Estado de De-recho, como una de las condiciones indispensables para la existencia y el desarrollo de nuestro pas.

    En trminos generales, por tanto, las mediaciones sociales se encuentran y son necesarias en todos los campos de la vida humana, que se desenvuelve en diversos entornos naturales y sociales, que a su vez tienen mltiples dimensiones heterogneas, complejas o contradictorias, que requieren de constantes ajustes, como consecuencia de los cambios del entorno y de las contradicciones socia-les. Las mediaciones sociales son ahora todava ms necesarias, puesto que los enormes cambios que se estn produciendo en nuestro mundo globalizado estn demandado con urgencia toda clase de ajustes entre las visiones del mundo, las instituciones y los comportamientos de todos los actores sociales.

    Algunos autores sostienen que:

    Todas las instituciones normativas podran ser estudiadas desde el punto de vista de la teo-ra de la mediacin, en cuanto mediadoras en los procesos sociales:

    La clase social, como un instrumento de mediacin entre la estructura de produccin y las relacio-nes de produccin.

    La poltica, como un instrumento de mediacin entre los recursos y las aspiraciones.

    La educacin, desde un cierto punto de vista, como un instrumento de mediacin entre los recur-sos y los comportamientos.

    La psicoterapia psicoanalista, como un instrumento de mediacin entre los instintos y la socializa-cin (Martn Serrano, M., 2008: 72).

    Otros autores, como W.S. Landecker4, proponen diversos tipos de modelos de integracin o de mediacin social, segn la naturaleza de los elementos que procuran ajustar. Por ejemplo:

    La mediacin cultural: opera sobre la contradiccin entre normas culturales.

    La mediacin normativa: orientada al ajuste entre conductas y normas.

    La mediacin comunicativa: busca el acuerdo entre personas a travs de los signos.

    La mediacin funcional: procura la concordancia entre personas por servicios mutuos.

    A estos cuatro tipos se pueden agregar otros dos:

    La mediacin estructural: que opera sobre los elementos de un sistema para ajustar sus po-siciones, que, en caso de no realizarse, pueden paralizar al sistema o hacerlo inviable; tambin puede operar sobre los elementos contradictorios o mutuamente excluyentes para conseguir su coexisten-cia. 4 Les types dintegration et leur mesure, Le vocabulaires des Sciences Sociales, Pars, Mouton, 1957-

    37/48). (Nota de Martn Serrano, M., 2008: 72).

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    La mediacin cognitiva: solventa las disonancias cognitivas de las personas. La disonancia ha sido descrita por Festinger (1957) como un estado de incomodidad o tensin producido por la concurrencia de dos elementos cognoscitivos, igualmente aceptados por el sujeto, que lleva a los [...] afectados a realizar algn esfuerzo por restablecer la consonancia.

    Un elemento cognoscitivo es cualquier opinin o creencia acerca del ambiente, de uno mis-mo o de la conducta de uno mismo.

    A y B son disonantes si uno implica la negacin del otro: por ejemplo, la tecnologa antife-cundatoria es disonante respecto a las normas catlicas de procreacin para un creyente partidario del planing familiar.

    Los esfuerzos por restablecer la consonancia pueden orientarse a modificar las actitudes, los comportamientos y las ideas de los individuos atrapados en una situacin disonante. (Nota de Mar-tn Serrano, M., 2008: 71)

    Resulta fcil identificar a los mediadores sociales que operan en todos estos campos: medios de comunicacin, polticos, padres de familia, maestros, sindicalistas, religiosos, chamanes y hasta adivinadores del futuro.

    La contribucin de las Obras del Dr. Alejandro Serrano Caldera a la teora y al anlisis de la media-cin social

    Como hemos visto las actividades de mediacin social operan SOBRE prcticas o hechos sociales en los que la conciencia, la accin, los bienes materiales y la organizacin social entran en proceso de interdependencia, de modo tal que no pueden ser disociados.

    Sin embargo, las actividades de mediacin social operan CON la informacin para elaborar o modificar los modelos de integracin, los sistemas de reglas, los cdigos que se utilizan para ordenar o ajustar esos planos heterogneos, orientarlos a un fin y hacerlos funcionales. Estos modelos (ex-presados en un producto comunicativo o en un ritual, por ejemplo) no pueden ser exclusivamente cognitivos, de comportamiento o de produccin; son modelos complejos para manejar la compleji-dad, que operan en el nivel de las categoras que utilizan los sujetos, no en el nivel de lo explcito, de la denotacin; del mismo modo en que opera el sistema de reglas de la gramtica de una lengua, en un hablante que para situarnos en el caso ms extremo no sepa leer ni escribir, ni sepa qu es la gramtica.

    Esto hace muy difcil la elaboracin de una teora de la mediacin que explique cmo fun-cionan estos fenmenos y la elaboracin de mtodos que regulen la investigacin emprica, puesto que los conocimientos necesarios para abordar un trabajo de tal envergadura se encuentran dispersos en mltiples disciplinas. Por ahora, los investigadores estn recurriendo mayoritariamente a las si-guientes: sociologa; psicologa; psicologa social; historia; praxeologa; economa; antropologa; lin-gstica; semiologa; teora de la comunicacin; ciberntica; teora matemtica de la informacin; teo-ra general de sistemas; teora de los modelos; teora de la complejidad; teora de redes. Y para la ela-boracin de mtodos y tcnicas de investigacin se recurre tanto a la estadstica como a la lgica, a la hermenutica y a la dialctica.

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    En estas condiciones, la contribucin de la Filosofa sigue siendo invaluable. La Filosofa es para las Ciencias Sociales como un padre fecundo que le transmite una valiosa herencia gentica (una teora del ser y una teora del conocimiento, por ejemplo), pero tambin es el padre acaudalado, de una sabidura milenaria y crtica, que ayuda a distinguir las ideas innovadoras de las viejas ideas que regresan en nuevos envoltorios, que ayuda a analizar y a depurar cada categora o concepto, que muestra cmo ponerlas a prueba en el estudio de la realidad, que ayuda a integrar conocimientos dispersos en sistemas coherentes y, sobre todo, que perturba la conciencia de los investigadores con sus interrogantes sobre los fines o causas sociales a las que sirve la produccin de dichos conoci-mientos.

    A mi juicio, este es, precisamente, el sentido general que podemos atribuirle a la contribucin de las Obras del Dr. Alejandro Serrano Caldera al trabajo de los cientficos sociales que se ocupan de la produccin terica en curso sobre las mediaciones sociales y de su investigacin emprica.

    Los dos primeros volmenes de sus Obras dan buena cuenta de su capacidad excepcional para bucear sin escafandra en la historia del pensamiento filosfico y descubrir aquellas categoras que pueden ayudarnos a entender mejor la realidad humana, sin sectarismo ni prejuicios fundamen-talistas, con voluntad, inteligencia y arte para la integracin dialctica. As lo vemos ocuparse de S-crates, Platn, Aristteles, Descartes, Galileo, Rousseau, Montesquieu, Kant, Hegel, Marx, Dilthey, Nietzche, Husserl, Bergson, Ortega y Gasset, Zubiri, Camus, Sartre, el Postmodernismo y los filso-fos latinoamericanos, con el maestro Leopoldo Zea a la cabeza.

    Releyendo los dos primeros volmenes de sus Obras, he recordado con emocin los prime-ros estudios del Dr. Serrano Caldera sobre la praxis, la totalidad y la enajenacin, categoras del pen-samiento dialctico sin las cuales resulta impensable investigar las mediaciones sociales. Estbamos en la mitad de los aos 70, entonces l era un joven y brillante profesor, y yo era uno de sus tantos alumnos, tambin era joven! Todava conservo ese folleto mimeografiado, que luego formara parte de su libro Dialctica y Enajenacin (1979), aunque antes ya haba llegado a nuestras manos su In-troduccin al pensamiento dialctico (1976), publicado por el Fondo de Cultura Econmica, donde descubrimos la tesis de Rousseau sobre el derecho desigual nivelador, una idea muy propia de las prcticas contemporneas de mediacin social; la Introduccin al pensamiento dialctico, junto a un estudio de Louis Althusser (1974), alentaron tambin los debates estudiantiles de la poca sobre la divisin de poderes de Montesquieu (otro modelo de mediacin en el campo del poder poltico) y su viabilidad en la organizacin de un futuro estado revolucionario. En esos das tambin discutamos sobre Dialctica de la totalidad concreta, de Karel Kosik (1967); y sobre los trabajos de sociologa del conocimiento de Jaime Labastida (1971), sobre el pensamiento de Descartes y el modo de pro-duccin capitalista, y de Michael Lowy, sobre el pensamiento del joven Marx; y la polmica ruptura epistemolgica que haba propuesto Althusser (1972) en su famosa obra La revolucin terica de Marx.

    Dejo las nostalgias juveniles y vuelvo al tema.

    El Dr. Serrano Caldera, en el Volumen III de sus Obras, nos propone que la Filosofa Lati-noamericana se reformule sobre el paradigma de la unidad en la diversidad en la escala de lo univer-sal humano; esto supone una nueva ontologa, digamos, un nuevo estudio del ser humano y del ser latinoamericano en toda su diversidad cultural, no como rasgos accidentales, sino como un modo

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    real de existencia, que no menoscaba la unidad de la condicin humana; esto supone una nueva Filo-sofa de la historia que nos ayude a reconstruir el devenir histrico de Amrica Latina (y de Nicara-gua) y de sus proyectos para enfrentar el futuro; pero, tambin, su propuesta supone una nueva epis-temologa, digamos, puesto que la Filosofa Latinoamericana debera ser, en el orden epistemolgico, una expresin, un logro de este proyecto de renovacin del pensamiento y la accin social de quie-nes vivimos la aventura y los dramas del mundo complejo de nuestro tiempo, desde la perspectiva de estas coordenadas socio-histricas que llamamos Amrica Latina.

    Pero, en este III Volumen no solo encontramos propuestas de las que est repleta el plat-nico topos uranus, encontramos tambin varios ejemplos paradigmticos de cmo se pueden anali-zar las mediaciones sociales concretas, entre los que voy a citar dos para invitarles a su atenta lectura y a la reflexin individual o colectiva:

    Primer ejemplo: Su estudio sobre los desajustes entre los modelos de democracia constitu-cional latinoamericanos y la atrasada realidad social, econmica y poltica de nuestros pueblos; su propuesta mediadora: la transformacin de la cultura poltica predominante en nuestros pases a tra-vs de la educacin poltica de los ciudadanos, entendida como praxis, es decir: unidad dialctica de pensamiento (visiones del mundo), comunicacin, accin socio-poltica y respeto de la instituciona-lidad y el Estado de Derecho (principios y valores democrticos), tanto a nivel colectivo como indi-vidual (La sociedad que yo quiero ya existe, porque yo soy un ciudadano de esa sociedad, deca Gandhi);

    Segundo ejemplo: La investigacin en la que se apoya su propuesta de La Nicaragua posible: que no es un programa poltico partidario por el que hay que votar en un proceso electoral; tampoco es un contrato de adhesin para amigos, simpatizantes o incondicionales; se trata, ms bien, en sen-tido estricto, de un programa que integra, en un modelo mediador, racional y crtico, las propuestas, debates, reparos y aspiraciones de la mayora de los representantes de los actores polticos y sociales del pas, para continuar avanzando mediante el dilogo y la concertacin hacia un nuevo contrato social que refunde Nicaragua sobre bases democrticas y justas, firmes y duraderas.

    No podramos esperar menos de esta tercera entrega de sus Obras, puesto que nuestro que-rido profesor denomina su proyecto filosfico como Unidad en la Diversidad, que es la ensea de toda investigacin y de toda prctica de las mediaciones sociales; que es el lema de los estudios lin-gstico de nuestra lengua, que se habla por millones de personas, en mltiples pases con diferentes culturas; que es el lema oficial de algunos estados multiculturales como Malasia y Sudfrica, la de Nelson Mandela; que es la idea fuerza de cualquier proyecto civilizado que se precie de respetar la libertad (derecho a la diferencia) y el dilogo entre las culturas que pueblan nuestro mundo.

    Voy a finalizar citando unas palabras de nuestro querido profesor, dirigidas a los jvenes que se interesan por la Filosofa y la transformacin del mundo:

    La realizacin de la filosofa como quehacer humano, dilogo y compromiso solidario, exige reunificar lo disperso, respetar las identidades y proyectarlas al horizonte universal de la razn, pero de una razn historizada, que equivale a decir de una razn humanizada. Mientras haya preguntas habr filosofa. Mientras el ser humano sienta la necesidad de explorar el fondo de su conciencia y su razn, de interrogar al mundo sobre sus contradicciones y de construir y construirse una realidad

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    habitable, la filosofa estar presente ofreciendo desde diferentes ngulos y diversas perspectivas, una forma de construir la historia y de comprender y amar la vida.

    Mientras los jvenes nos interroguen y asuman la iniciativa de dialogar con otras generacio-nes sobre problemas valorados desde diferentes perspectivas, ser mayor la esperanza de abrir un camino para el pensamiento, el dilogo y la razn crtica y ser ms cercana la posibilidad de que la confluencia de diferentes puntos de vista, produzca los cambios cualitativos que se requieren para construir una sociedad ms justa y libre (Serrano Caldera, A., 14/11/2010).

    Bienvenidos a este encuentro y muchas gracias por permitirme participar en el dilogo!

    AGRADECIMIENTOS

    Agradezco al Instituto Nicaragense de Cultura Hispnica su invitacin para presentarles el III Volumen de las Obras del Dr. Alejandro Serrano Caldera, editadas cuidadosamente por el esti-mado acadmico Pablo Kraudy, con el auspicio del Consejo Nacional de Universidades de Nicara-gua. Muchas gracias, Ing. Ren Gonzlez Meja, presidente del Instituto, por sus amables palabras de bienvenida.

    Agradezco tambin la contribucin generosa a este acto de la Agencia Espaola de Coopera-cin Internacional para el Desarrollo (AECID).

    Deseo reconocer el apoyo que me ha brindado el Dr. Jess Miguel Blandn y su esposa, la profesora Miriam Palacio, como una especial deferencia a nuestra comn amistad con el Dr. Alejan-dro Serrano Caldera. Chuno (como le llamamos sus amigos y como se le conoce en todas las artes que cultiva) me ha facilitado la puntual asistencia a esta cita, en una temporada muy difcil para con-seguir cupo en algn vuelo desde Madrid a Managua; adems, como siempre, me ha ofrecido frater-nalmente su casa, su mesa y muchas horas de agradable conversacin sobre sus estudios histricos y sus estimulantes proyectos literarios.

    Es un gran honor dirigirme a ustedes en el seno de esta noble casa, acogedora como el hogar de nuestros abuelos, en la que se siguen tejiendo con hilos aborgenes, africanos, hispnicos y mesti-zos la identidad cultural con la que comparecemos en el mundo, alentada siempre por los versos lu-minosos, de gloria y esperanza, de Salutacin del Optimista, de Rubn Daro, nuestro paradigma en la creacin cultural en este estado de la globalizacin del planeta.

    Me complace mucho que nos reunamos esta noche en torno al Dr. Alejandro Serrano Calde-ra para hablar de sus Obras, puesto que, el filsofo, a pesar del retiro del mundanal ruido que le re-claman la reflexin y la redaccin metdica de su discurso, despliega su pensamiento en toda su ca-pacidad de anlisis y sntesis en la interlocucin con sus predecesores y en la interaccin comunicati-va y socio-histrica con sus contemporneos, porque lo que le ocupa y preocupa es comprender la realidad mediante la aplicacin de la razn crtica y la transformacin del mundo mediante la razn utpica (proyecto humanista) y la accin colectiva, en un mismo movimiento dialctico.

    Antes de entrar en materia, les ruego que me concedan un minuto para expresarles que, en este acto, echo de menos la presencia de nuestro querido maestro Dr. Edgardo Buitrago, fallecido el 12 de septiembre de 2009. Lo salud por ltima vez el 07 de febrero de 2007, en el paraninfo de la

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    UNAN-Len, durante la presentacin del libro colectivo La Nicaragua posible (2007), dirigido por los doctores Alejandro Serrano Caldera y Armando del Romero (de la Universidad de Alcal de Henares), libro en el que tuve el honor de colaborar con un estudio sobre cultura poltica, comunica-cin y cambio social en Nicaragua. Quienes tuvimos la gran fortuna de estudiar con el maestro Bui-trago lo llevaremos siempre con gratitud y cario en la inteligencia y el corazn; estoy seguro que su contribucin a la cultura nicaragense se apreciar cada vez ms con el paso del tiempo, pues este pas necesitaba mucho de su sabidura y de su bondad.

    Manifiesto tambin mi profundo pesar por la ausencia de nuestro amigo Carlos Chamorro Coronel, quien tambin falleci hace tres meses (el 19 de mayo de 2011). Carlos fue una personali-dad singular en la cultura nacional: telogo, filsofo, polglota, comunicador pblico, crtico literario y de arte; siempre polmico. Durante 35 aos, para m fue un amigo solcito y un tutor amable. Sit tibi terra levis! (Que la tierra te sea ligera!), amigo Carlos.

    BIBLIOGRAFA

    Althusser, Louis (1972). La revolucin terica de Marx. Mxico, Editorial Siglo XXI, 8 ed.

    Althusser, Louis (1974). Montesquieu: La Poltica y la Historia. Barcelona, Editorial Ariel, 2 ed.

    Demenchonok, Eduard (1988). La filosofa de la liberacin latinoamericana. En: Ciencias Sociales, Revista de la Academia de Ciencias de la URSS, n 1 (71), Mosc, 1988, pp. 123-140.

    Guadarrama, Pablo; Prez, Gilberto y Rojas Gmez, Miguel (1993). El humanismo en la filosofa latinoamericana de la liberacin. En: Guadarrama, Pablo (Dir.). Humanismo y filosofa de la libera-cin en Amrica Latina. Bogot, El Bho, 1993, pp. 173-199.

    Kosik, Karel (1967). Dialctica de lo Concreto. Mxico, Editorial Grijalbo.

    Kraudy, Pablo (2008). Alejandro Serrano Caldera: pensador y filsofo nicaragense. En: Serrano Caldera, Alejandro (2008). Obras. Volumen I. Escritos filosficos y polticos. Managua, Ed. Hispa-mer CNU, 1 ed. 640 pp.

    Labastida, Jaime (1971). Produccin, ciencia y sociedad: de Descartes a Marx. Mxico, Editorial Si-glo XXI, 2 ed.

    Lowy, Michael (1972). La teora de la revolucin en el joven Marx. Mxico, Editorial Siglo XXI.

    Martn Serrano, Manuel (2008). La mediacin social. Madrid, Editorial Akal.

    Ortega y Gasset, Jos (1987). El tema de nuestro tiempo. Madrid, Editorial Espasa-Calpe, 17 edi-cin.

    Ortega y Gasset, Jos (1997). Misin de la Universidad. (Y otros ensayos sobre educacin y pedago-ga). Madrid, Revista de Occidente en Alianza Editorial, segunda reimpresin de la 1 edicin.

    Prez Baltodano, Andrs (1999). El derecho a la esperanza. Nicaragua y el pensamiento de Alejan-dro Serrano Caldera. Managua, Instituto de Investigacin y Accin Social Martin Luther King.

    Rudner, Richard S. (1973). Filosofa de la Ciencia Social. Madrid, Alianza Editorial.

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    Snchez Rubio, David (1999). Filosofa, derecho y liberacin en Amrica Latina. Bilbao, Descle de Brouwer.

    Serrano Caldera, Alejandro (14/11/2010). Dilogo con la juventud. Managua, diario La Prensa, sec-cin Opinin. URL: http://www.laprensa.com.ni/2010/11/14/opinion/43552#.TlxprOtbODY

    Serrano Caldera, Alejandro (1976). Introduccin al pensamiento dialctico. Mxico, Fondo de Cultu-ra Econmica.

    Serrano Caldera, Alejandro (1979). Dialctica y enajenacin: Seis ensayos sobre el pensamiento mo-derno. Centroamrica, Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA).

    Serrano Caldera, Alejandro (2008). Obras. Volumen I. Escritos filosficos y polticos. Managua, Ed. Hispamer CNU, 1 ed. 640 pp.

    Serrano Caldera, Alejandro y Del Romero, Armando (Eds.) (2007). La Nicaragua posible. Hacia un Proyecto de Nacin. Reflexiones desde la Universidad. Managua, Universidad de Alcal de Henares, Espaa UNAN-Len, Nicaragua Hispamer.

    http://www.laprensa.com.ni/2010/11/14/opinion/43552%23.TlxprOtbODY

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    Carlos Tnnermann Bernheim: La Universidad del futuro Innovacin y visin de la Universidad

    por Erwin Silva1

    El pasado es la ruina ilustre, el monumento venerable o execrable, el presente; la angustia, el problema o los desafos de la estructura de la realidad, el futuro es la nica dimensin de la tempora-lidad que se abre a nuevas posibilidades y es quizs el mejor tiempo en el que se cumplen los proyec-tos, las reflexiones y las anticipaciones.

    En este devenir es que se sita la obra de Carlos Tnnermann Bernheim La Universidad del futuro (Hispamer, Managua, 2011). Y el escritor, que es un terico e historiador de la Univer-sidad de rango universal, nos conduce a travs de su libro con la pertinencia y la flexibilidad del ver-dadero intelectual, qu necesitamos en las urgentes tareas de las transformaciones de nuestras uni-versidades que adolecen de mucho pasado e inmovilismo, en unos casos, y en otros de partidismos

    1 Profesor Investigador del rea de Educacin para la Paz y los Derechos Humanos del Instituto de Investi-gaciones y Accin Social Martin Luther King de la Universidad Politcnica de Nicaragua. (UPOLI) .Autor de: Derechos Humanos: Historia, Fundamentos y Textos (2006) Cartas de la Naturaleza. Una Introduccin a la Educacin Ambiental (2006) y de Educacin para una Cultura de Paz (2010).

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    extemporneos as como de universidades que sin ms, se dedican a la bsqueda de la rentabilidad con menoscabo de la calidad y la pertinencia de la educacin.

    Esta obra que consta de diez partes es una recopilacin pero tiene un sentido de unidad ad-mirable porque se ocupa desde los desafos de la universidad de nuestro siglo, de cmo promover el desarrollo humano sostenible y cmo avanzamos en la sociedad del conocimiento, de los modelos educativos, la autonoma y la globalizacin hasta las tendencias actuales en el diseo curricular.

    Esta obra es realmente una visin de la Universidad del futuro, de su innovacin como con-dicin indispensable para su existencia como espacio de la reflexin, los valores y de la produccin cientfica.

    En el primer tema del libro, Tnnermann; aborda los desafos de la Universidad en el siglo XXI y los de la universidad del futuro no con un nimo catastrofista que vemos siempre en los futu-rlogos, sino con la seriedad del especialista en educacin superior, hacindonos notar que estamos en la global village,2 en la aldea global, una nueva organizacin social planetaria unida por los me-dios y las tecnologas de comunicacin y en lo que se denomina sociedad del conocimiento.3

    Por supuesto esta nocin proviene de Marshall Mc Luhan, concepcin que se ha vuelto rea-lidad ms extensa en nuestros das cuando vamos ms all de la foto, el fongrafo, la radio o de la televisin. En realidad, los medios son extensiones del sistema nervioso central del ser humano y segn Mc Luhan hemos llegado al tiempo de la simulacin tecnolgica de la conciencia. Presentes en la era de la automatizacin estamos ya en el tiempo del uso de las tecnologas de informacin y de comunicacin cuyas vastas redes forman una nueva esfera para el conocimiento. Hay una gestin automtica del conocimiento que supera dramticamente cualquier enseanza tradicional.

    Las tendencias principales que se advierten en el mundo actual, que Tnnermann plasma aqu, son realmente sorprendentes y tremendas cuando son pensadas a la luz de los acontecimientos de hoy que marcan un derrotero implacable de violencia y desesperacin junto a unos signos muy positivos y todos en el marco de una mundializacin cada vez ms injusta y con una distribucin desigual y mortal de la riqueza.

    A la par de un rpido desarrollo de la tercera revolucin industrial y del progreso de la globa-lizacin, se encuentra un mundo amenazado por la crisis ecolgica y por nuevas formas de violencia y de conflictos. Tambin algo emerge como un fenmeno planetario: la sociedad de la informacin, dividiendo en la prctica a quienes tienen o no acceso a las TIC.

    Pero es indudable que el trabajo de este libro del Dr. Carlos Tnnermann, traza un eje im-portantsimo para concebir la educacin superior, cuya casa es la Universidad, y es la globalizacin relacionada con el crecimiento exponencial y la complejidad del conocimiento.

    Si al menos nuestras universidades nacionales comprendieran que las economas de hoy se basan en el conocimiento, otro sera la realidad del pas o de los pases de Amrica Latina que deben dedicarse a la investigacin o a la apropiacin de los lenguajes de las TIC, sin estas mnimas condi- 2 Marshall Mc Luhan. Comprender los medios. Paids. Buenos Aires.1996.p. 3 UNESCO: Hacia las sociedades del conocimiento.2005.

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    ciones, no tendremos nunca una creacin de riqueza necesaria para la satisfaccin de las necesidades de nuestros pueblos.

    Segn Alvin y Heidi Toffler lo que debemos procurar es una inteligencia estratgica para crear nuevas riquezas. Para estos autores que conceden al conocimiento otras caractersticas tales como: 1. El conocimiento es intrnsecamente no rival 2. El conocimiento es intangible 3. El cono-cimiento no es lineal 4. El conocimiento es relacional y otros4 La riqueza es el futuro y est basada en el conocimiento.

    Para Tnnermann el conocimiento crece al interior de una disciplina mientras a los lados aparecen nuevas disciplinas y se entrecruzan para formar cuerpos interdisciplinarios o trans discipli-narios, pero lo extraordinario de esta era de posibilidades y probabilidades al decir de Ilya Prigogine, es que hay nuevas formas de conocimiento, de producirlo y diseminarlo, de tal manera que hay una globalizacin del conocimiento.

    Ahora bien, la Universidad como institucin basada en la autoridad epistemolgica tiene ochocientos aos de existencia, mas ha permanecido por siglos sin muchos cambios en una sociedad que avanza milagrosamente con nuevas tcnicas de comunicacin y educacin ,est al borde de una revolucin que sin cumplirse la llevara a un fin inexorable.

    Como he escogido de este libro de Carlos Tnnermann solo cuatro textos para comentar, contino desarrollando mi especulacin sobre el eje de la innovacin y de la accin futurible, mi conjetura es la de sostener que en el ncleo de este texto capital est la visin de la universidad del futuro que refiero y transcribo por su trascendencia en los espacios de reflexin acadmica:

    La Universidad como conciencia de la poca. Una Universidad que mantenga estrechas rela-ciones de coordinacin con el Estado, la Sociedad Civil organizada y el sector productivo y empresa-rial, que forme de un Proyecto Nacional de Desarrollo Endgeno, Humano y Sostenible. Una insti-tucin que forje de manera integral, personas y ciudadanos conscientes y responsables. Una Univer-sidad que ponga el acento en el aprendizaje de sus estudiantes y convierta a sus docentes en facilita-dores de ese aprendizaje. Un centro que contribuya a conservar y difundir los valores culturales pro-pios y se fortalezca la identidad nacional, y se promuevan la interculturalidad, la cultura de paz y la cultura ecolgica. Una Universidad globalmente competitiva, donde docencia, investigacin, transfe-rencia de conocimiento, extensin, vinculacin y servicios, se integren en un solo gran quehacer educativo. Una Universidad que promueva la integracin regional, pero que, a la vez incorpore en su enseanza una visin holstica del mundo. Una Universidad que asuma crticamente el fenmeno de la globalizacin del conocimiento. Una Universidad comprometida con las culturas de calidad y per-tenencia, que acepte la evaluacin por sus pares. Una Universidad que sepa emplear todos los recur-sos de la moderna tecnologa educativa. Una Universidad que diversifique su poblacin estudiantil y su oferta de carreras y especialidades e incorpore carreras cortas de nivel superior. Una Universidad inserta en la totalidad del sistema educativa. Una Universidad edificada sobre la base de estructuras

    4 Heidi y Alvin Tofller: La revolucin de la riqueza. Debate, 2006.pp. 219-221.

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    acadmicas y administrativas flexibles, que ofrezca currculos tambin flexibles. Una Universidad donde las ciencias, las humanidades y las artes encuentren un alero propicio.5

    Por otra parte, dado el carcter multidimensional de la globalizacin y definida por la OCDE como un sistema de produccin en el que una fraccin cada vez mayor del valor y la riqueza gene-rada y distribuida mundialmente para un conjunto de redes privadas relacionadas entre s y manejada por grandes empresas multinacionales que constituyen estructuras concertadas de oferta, aprove-chando plenamente las ventajas de la globalizacin financiera, ncleo central del proceso. Por ser esta globalizacin econmica la que determina a las dems dimensiones, tiene un impacto enorme en la educacin superior.

    Pero acorde con Carlos Tnnermann es La globalizacin de las tecnologas de la comunica-cin y la informacin las que ms impacto est teniendo sobre las transformaciones de la educacin superior. De tal manera que hoy es imposible que haya Universidades fuera de las redes acadmicas cuando se piensa que las tecnologas de informacin y comunicacin han hecho una esfera nueva del conocimiento y la educacin, una especie de noosfera segn el trmino de Teilhard du Chardin. Es-tas redes acadmicas tienen un potencial que proviene de su misma trama y la capacidad pasmosa de multiplicarse y crecer convirtindose ellas mismas en un paradigma, al fin las sociedades del cono-cimiento son sociedades en redes.

    Y esto es lo urgente, que la comunidad acadmica y cientfica de un pas pueda aprovechar la redes para mejorar la eficiencia y la innovacin por parte de los docentes, acceder a informacin va-liosa y actual , comunicarse con otros acadmicos, compartir la investigacin cientfica para el desa-rrollo y establecer relaciones de cooperacin internacional en materia de educacin.

    En sntesis Tnnermann afirma que el gran reto que imponen la globalizacin y la sociedad del conocimiento al educacin superior, podramos decir que es el desafo de forjar una educacin superior capaz de innovar, de transformarse, de participar creativamente y competir en el conoci-miento internacional.

    Sobre este eje de las TIC y la innovacin a fin de no perecer, las Universidades deben sin-cronizar con la idea de que la redes de cooperacin cientfica crean un nuevo nicho de formacin cientfica a travs de las redes mismas establecidas y que ello tiene efectos necesarios y determinantes en el currculo, en el proceso de enseanza aprendizaje y la pedagoga que tendr que repensar la imagen del ser humano como sujeto del conocimiento que ya es internacional y desde otras bases epistemolgicas del conocer y del aprender, tanto como haya avanzado la ciencia en estos estudios.

    Como siempre, el Doctor Carlos Tnnermann, atento para pensar sobre los nuevos para-digmas que surgen en el concierto de la organizacin internacional, nos deriva el concepto de desa-rrollo humano sostenible y lo relaciona con la educacin superior. Esto me parece que es la reflexin sobre este continuum.

    El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el 1994, define que el desa-rrollo humano es: un proceso continuo e integral que rene componentes y dimensiones del desa-

    5 Carlos Tnnermann: La Universidad del futuro. Managua, Hispamer, 2011.pp.83-85.

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    rrollo de las sociedades, en los que resulta central la generacin de capacidades y oportunidades de, por y para la gente, con las que la equidad se acreciente para la actuales y futuras generaciones.

    Tnnermann en la elaboracin de su texto prosigue y agrega, como en realidad ha ocurrido, el concepto de sostenibilidad y el de seguridad humana, tambin ste ltimo de una gran compren-sin que engloba seguridad alimentaria, seguridad ciudadana, jurdica, social y ambiental. Conjugados los conceptos nos encontramos con que ninguna meta como la paz o la proteccin medioambiental ser posible en ningn pas del mundo fuera del marco del desarrollo sostenible y de la seguridad humana. Siendo como es que la educacin es el vehculo de transmisin de cultura y de valores esta es ni ms ni menos el aspecto esencial del desarrollo humano.

    Es desde la UNESCO que se ha reconocido el paradigma del desarrollo humano sostenible y se entiende, por medio del Documento de Poltica para el Cambio y el Desarrollo de la Educacin Superior (1995), que las organizaciones de educacin superior con sus funciones de docencia, inves-tigacin y servicios deben comprometerse con el desarrollo humano sostenible, que es un factor ne-cesario en la ejecucin de estrategias y polticas de desarrollo.

    La pregunta que se hace nuestro autor de cmo puede la Educacin Superior promover el Desarrollo Humano, y responde desde varios ngulos. Lo esencial es que el quehacer de las Univer-sidades debe estar inspirado y orientado por el nuevo paradigma del desarrollo humano. En qu trminos? Tnnermann dice que las instituciones de educacin superior, en primer lugar, pueden aportar a la conceptualizacin a la luz de su propio contexto o regin. En lo concreto, por ejemplo, en Nicaragua seleccionaron la equidad y la vulnerabilidad como ejes fundamentales para elaborar los Informes de Desarrollo Humano que publica el PNUD.

    Por ltimo, el Doctor Tnnermann piensa que por va de los equipos interdisciplinarios puede hacerse una valiosa contribucin a los Informes de Desarrollo Humano para crear observato-rios en nuestros pases.

    Tal y como pens mi trabajo sobre este libro del Dr. Tnnermann La Universidad del Futu-ro, llamado a ser un texto de lectura y asimilacin indispensable para todos los educadores, en es-pecial de los profesores universitarios nicaragenses, no estara realizado sin pensar sobre las ten-dencias actuales del diseo curricular y su importancia en los procesos de transformacin.

    As que el texto sobre Tendencias actuale