Patente de corso y La zona fantasma: estrategias argumentativas y (des)cortesía instrumental

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    CARLA PRESTIGIACOMOPATENTE

    DE CORSO Y LA ZONA FANTASMA:

    ESTRATEGIAS ARGUMENTATIVAS Y(DES)CORTESA INSTRUMENTALUniversit di Palermo

    Resumen

    En este trabajo proponemos una reflexin sobre las estrategias pragmtico-lingsticas a las que recurrenconstantemente los enunciadores (o enunciadores-locutores) Javier Maras (La zona fantasma) y Arturo Prez

    Reverte (Patente de corso). En concreto, despus de una breve introduccin sobre el discurso argumentativo

    y las columnas de autor, se analizarn la figura del enunciador y la actitud que este demuestra con respecto al

    destinatario, directo e indirecto. Cada elemento (modalidad, formaciones neolgicas, enunciados imperativos e

    interrogativos), incluso la descortesa instrumental(o el tono irnico), se ver como recurso estratgico al servicio

    del objetivo persuasivo que genera este tipo de discurso.

    palabras clave: argumentacin, persuasin, locutor, interlocutor, (des)cortesa

    Abstract

    This study deals with the pragmatic-linguistic strategies used by enunciators (or enunciators-locutors), Javier Maras

    (La zona fantasma) and Arturo Prez Reverte (Patente de corso). After a brief introduction on argumentative discourse

    and the opinion columns, the role of the enunciator and their attitude toward the direct and indirect addressee is

    analysed in detail. More precisely, the article will demonstrate how elements, including mode; neologisms; imperative;

    interrogative sentences and also the instrumental (im)politeness(or ironic tone) support persuasive objective that

    this kind of discourse pursues.

    keywords: argumentation, persuasion, speaker, interlocutor, (im)politeness

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    . Introduccin

    Casi la totalidad de nuestras actividades cotidianas se realiza o completa medianteactos lingsticos ms o menos elaborados. Cada vez que formulamos unenunciado1, adems de establecer, y mantener, un contacto con un interlocutor,pretendemos, entre otras cosas, describir una realidad, afirmar una verdad oexpresar una opinin. Sin que nos demos cuenta, nuestra existencia se realiza yfluye a travs de las palabras y, segn el contexto discursivo en el que actuemos,emitimos un mensaje que depende directamente de la situacin comunicativa ydel objetivo que nos hayamos planteado. De ah que siempre enlacemos nuestrasideas de forma lgica y coherente, apoyndolas y defendindolas con todos losrecursos lingsticos, pragmticos y culturales de los que disponemos; en sntesis,cuando elaboramos un discurso, por sencillo que pueda parecer, argumentamos

    con el objetivo de apoyar una tesis y de persuadir de su validez a nuestro interlocutor(Anscombre, Ducrot 1994). En otras palabras, realizamos una operacin que seapoya sobre un enunciado asegurado (aceptado) el argumento para llegar a unenunciado menos asegurado (menos aceptable) la conclusin. Argumentar esdirigir a un interlocutor un argumento, es decir, una buena razn para hacerleadmitir una conclusin e incitarlo a adoptar los comportamientos adecuados(Plantin 2002: 39). En este sentido, cuando argumentamos cumplimos unmacro-acto lingstico que se articula en otros dos actos: manifestamos nuestras

    ideas o intenciones (acto ilocutivo) y, al mismo tiempo, provocamos en el receptoruna determinada reaccin (acto perlocutivo)2. Con este objetivo (declarado uoculto) construimos nuestros enunciados, eligiendo las formas discursivas msadecuadas, manifestndonos en el texto, interviniendo en el orden secuencial,manipulando el lenguaje e involucrando de manera explcita al interlocutor.Y con este, finalmente, entablamos una relacin respetuosa de las normas decortesa o, por el contrario, si lo consideramos pragmticamente conveniente o

    1 Hay que distinguir la enunciacin tanto de la asercin, acto mediante el cual el enunciadorpresenta un hecho como verdadero, asumiendo la responsabilidad de lo que afirma, como de lamodalidad, es decir, la actitud que adopta el hablante respecto a cuanto afirma. Cfr. Fuentes Ro-drguez (2004).

    2 Desde el punto de vista comunicativo, para Lo Cascio (2009: 65) Argomentare per convinceresignifica, dunque, fare un atto illocutivo per spingere un parlante, un interlocutore, ideale o reale, afare un atto perlocutivo, cio accettare o respingere, lopinione o la tesi che gli viene presentata at-traverso latto linguistico stesso. Largomentazione, essendo formata da almeno due frasi esprimentila tesi, implicita o esplicita, e un argomento a favore di essa, e quindi formata da due atti linguistici,

    pu essere definita, appunto come un macro-atto linguistico volto a convincere.

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    relevante, provocamos un conflicto, mostrndonos abiertamente descorteses o,incluso, agresivos3.

    . Las columnas de autor

    Dicho esto, es fcil deducir que un discurso persuasivo puede alcanzar un nivelde complejidad notable, sobre todo si salimos del mbito de nuestras actividadescomunicativas cotidianas y nos adentramos en formas discursivas codificadas, des-tinadas por su misma naturaleza a obtener tanto la adhesin, como una reaccin/accin concreta del antagonista (Lo Cascio 1991: 53) o interlocutor. Es el caso detextos o superestructuras especializadas, como pueden ser los anuncios publicita-rios, los discursos polticos, las columnas4o artculos de opinin, Un gnero pe-

    riodstico que interpreta los sucesos de una comunidad concreta y que destaca laimportancia de stos dentro del momento histrico, a la vez que las posibles con-secuencias econmicas, sociales y polticas que pueden derivarse. Se escribe conla intencin de crear opinin en el pblico [], es el periodista el que interpretalos acontecimientos, expresando su punto de vista, y puede incluso solicitar uncomportamiento concreto por parte del pblico (Moreno Espinosa 2001: 107).

    Puesto que se configuran como la expresin directa de un sujeto argumentante,un locutor que normalmente coincide con el enunciador y el sujeto emprico

    (excepto, en la secuencias polifnicas, como es natural), resulta especialmentearduo encasillar estos textos en un esquema fijo con caractersticas predefinidas; alcontrario, un elemento constante es precisamente la absoluta libertad estructuraly expresiva (diferentes esquemas argumentativos y enorme variedad de registros,por ejemplo), si bien determinados autores tienden a seguir un patrn ms omenos constante que los hace casi inmediatamente reconocibles.

    Entrando en detalle, podemos definir la columna como un gnero que secaracteriza por un objetivo pragmtico principal5,esto es, orientar al lector hacia

    3 Sobre este tema volveremos en el apartado 2.2.2.

    4 En concreto, las columnas se diferenciaran de los artculos de opinin por sus autores, articulistasy columnistas. Los primeros escriben de forma ms o menos ocasional y con una periodicidadvariable; los segundos, por el contrario, estn estrictamente vinculados a un determinado peridicoy son fcilmente identificables (Casals Carro 2004: 47). Los dos tipos ms frecuentes son: 1) Lacolumna, normalmente semanal, firmada por autores conocidos; 2) La tribuna libre, que se publicadiariamente y que est firmada por un autor distinto (Escribano 2008: 67).

    5 En el caso que aqu nos interesa, tampoco podemos olvidarnos de quin firma estos artculos, es

    decir, que siempre tenemos que considerar, adems de la intencin especficamente persuasiva, una

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    determinados puntos de vista para persuadirlo de la validez de la tesis expuesta.En cuanto a su macroestructura, el esquema bsico6 del texto argumentativo(tesis + argumentos o, viceversa, argumentos + tesis, y conclusin7) se enriquecemediante la introduccin de secuencias de naturaleza diferente (polidiscursividad),atribuibles tanto al locutor como a fuentes diversas (polifona); el propsitopersuasivo, finalmente, se refuerza mediante un uso estratgico de la modalidad,del registro, del lxico, as como de los conectores y operadores argumentativos.

    .La zona fantasma y Patente de corso

    Javier Maras y Arturo Prez Reverte desde hace ya muchos aos firman unacolumna dominical8, publicada previamente en el suplemento de El Pas(La zonafantasma) y en XLSemanal (Patente de corso) y, pocas horas ms tarde, en susrespectivos blog y pgina web personal.

    Aunque pueda parecer osado proponer un estudio paralelo de estos dosescritores, tan diferentes en la expresin de su tarea de novelistas, hemosconsiderado oportuno reunirlos en estas lneas, por sus pginas, que constituyenejemplos prototpicos de columnas de autor. Por otra parte, no deja de serinteresante para nuestro objetivo la coincidencia de temas o la alusin directaa textos o a episodios reales y que involucran a ambos (son sin duda ms

    frecuentes las referencias a Maras). Evidentemente, las divergencias discursivas yexpresivas son enormes, como, por ejemplo, la huella que ha dejado la actividadde reportero muy a menudo fuente de recuerdos y secuencias narrativas enla escritura del autor de Cartagena, que esgrime de manera casi constante un

    dimensin literaria o, por lo menos, expresiva. Al objetivo pragmtico principal se pueden aadir,por lo tanto, otros secundarios que, sin embargo, pueden funcionar de apoyo argumentativo, en

    funcin de la tesis y del modelo de interlocutor al que se dirigen.

    6 Para un estudio detallado del esquema del texto argumentativo, remito tanto a Lo Cascio (1991y 2009) como a Fuentes Rodrguez y Alcaide Lara (2002).

    7 No siempre se explicita la conclusin, sino que se prefiere dejar que la deduzca el receptor. Paraque esto suceda, es necesario que el discurso contenga los indicios suficientes y oriente claramenteal destinatario. En cuanto a las marcas lingsticas que desempean esta funcin en nuestro corpus,sin duda las ms frecuentes son los reguladores fticos y algunos apelativos exhortativos como, porejemplo, imagine/n. Sobre este tema volveremos ms adelante.

    8 En realidad, en algunos casos, las columnas de Prez Reverte han aparecido en das distintos.

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    registro extremadamente coloquial9, y sirvindose para ello del sarcasmo, de lainvectiva (sobre todo en contra de determinadas actitudes que caracterizaran aEspaa) y del insulto. Asimismo, son propios de las columnas de Javier Maras elrecuerdo de su padre y las alusiones a la dictadura franquista, sin olvidar el sutiltono irnico que impregna sus palabras.

    Por lo que atae a los temas, adems de la narracin de batallitas10o episodiosde las guerras ms recientes, habituales en las columnas de Prez Reverte, y de lasinvectivas contra el grupo o el personaje poltico de turno, el corpus que hemosconsultado contiene artculos dedicados a temas de actualidad social (por ejemplo,crisis econmica y paro) y literarios, a la cultura y a los medios de comunicacin(como, por ejemplo, los peligros de las nuevas tecnologas), al deporte, a los viajes.

    . Anlisis de los textos11

    Para este trabajo se han analizado previamente todos los artculos12que vieron

    9 No obstante,nos equivocaramos en considerar este el estilo ms propio de don Arturo, plumaque se adecua magistralmente al tema tratado. Con este propsito, es suficiente recordar aquellostextos con unaestructura sintctica fragmentaria, casi sincopada, que parecen evocar la transmisinde los boletines de las zonas de guerra.

    10 En muchas ocasiones, tambin las columnas de carcter histrico constituyen un medio paraexpresar duras crticas a la Espaa actual. En Una tragedia espaola, por ejemplo se evoca el desastrede Annual como una herida voluntariamente olvidada: Hoy toca batallita, de las que fueronborradas de los libros de texto espaoles, o casi, porque contar eso a los jvenes es propio, dicen, decarcamales y de fascistas. Por estas mismas fechas, en Waterloo, se conmemora el 196 aniversario dela derrota de Napolen ante Wellington; y el campo de batalla, muy bien conservado, se convierteen excepcional espectculo para escolares, aficionados y turistas. [] Sin embargo, hay fechasaciagas que ni siquiera as se recuerdan. Si la tragedia de un campo de batalla es siempre una leccinsobre los pueblos y su naturaleza, la que este 23 de julio cumple 90 aos exactos dice mucho sobreEspaa y quienes la habitamos (A. P. R. 18/7/2011) El escritor mismo explica a sus lectores la clavede lectura de la historia: Como saben, me gusta recordar viejos episodios de nuestra Historia. Sobre

    todo si causan respeto por lo que algunos paisanos nuestros fueron capaces de hacer. O intentar.Situaciones con posible lectura paralela, de aplicacin al tiempo en que vivimos. Les aseguro que esun ejercicio casi analgsico; sobre todo esos das funestos, cuando creo que la nica solucin serantoneladas de napalm seguidas por una repoblacin de parejas mixtas compuestas, por ejemplo, desuecos y africanos (A.P.R., 16/7/2012).

    11 La totalidad del corpus se puede visionar en Internet. En concreto, La zona fantasma en http://javiermariasblog.wordpress.com/; Patente de corso en http://www.perezreverte.com/prensa/patentes-corso/. Cada vez que se cite un ejemplo, por comodidad se pondrn las iniciales del autor seguidasde la fecha de publicacin.

    12 El corpus est constituido por 201 columnas. En concreto, 96 pertenecen a La zona fantasma

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    la luz entre el 2/1/2011 (Maras,Mirar lo inadvertido) y el 31/1/2012 (PrezReverte, La fragata Mercedes y el ARQUA). En una segunda fase, se hanseleccionado aquellos textos especialmente significativos para el objetivo quenos hemos planteado en este estudio, descartando la mayora de las columnas decontenido estrictamente histrico o personal y aquellas puramente descriptivas,por constituir muestras de otro tipo discursivo. Por obvias razones, aqu solo setraer a colacin una mnima parte de los fragmentos pragmticamente relevantespara nuestro estudio. En concreto, trataremos solamente algunas de las estrategiasque caracterizan la escritura de estos dos autores, esto es, la actitud del locutor/ enunciador (modalidad y lxico), su relacin con el interlocutor (reguladoresfticos, formas imperativas e interrogativas,) as como el recurso tanto a la (des)cortesa como a la irona.

    .El enunciador/locutor

    Los textos de los que nos ocupamos en este estudio, como se ha dicho, se distinguenpor la evidencia del sujeto argumentante; de hecho, si normalmente la figuradel responsable de la enunciacin desempea una funcin determinante, puestoque es l el nico artfice de la elaboracin del entramado argumental, en lascolumnas, la identidad misma de quien las firma adquiere fuerza argumentativa

    o, lo que es lo mismo, se configura como argumento de autoridad. De hecho, amenos que no se busque voluntariamente un conflicto, el destinatario de algunamanera asume de antemano una actitud positiva, puesto que se identifica con unlector familiarizado tanto con el peridico como con los autores de las columnas.Estos, sujetos empricos, enunciadores y locutores13, producen un discurso quese ajusta a la tesis que exponen, utilizando todos los expedientes que orienten laopinin del lector hacia una misma conclusin, no siempre expresada de formaexplcita en el texto.

    (47 publicadas en 2011 y 49 en 2012) y 105 a Patente de corso (52 de 2011 y 53 de 2012).

    13 Se trata de un caso en el que coinciden las tres categoras establecidas por Ducrot (1984), por lomenos en lo que podramos denominar la secuencia argumentativa principal; la situacin cambiacuando, estratgicamente, el locutor refiere o finge reproducir - el discurso de otros enunciadores

    o recurre a la irona.

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    ..La modalidad

    Analizar la figura del sujeto argumentante significa, por lo tanto, considerar enprimer lugar la modalidad, es decir, la actitud que asume respecto al dictumyla manera de presentarlo al interlocutor14. De hecho, en funcin de variosfactores, pero sobre todo de la imagen que quiera proyectar, el sujeto manifiestala manera de asumir lo que dice, confiriendo o, por el contrario, restando, fuerzaargumentativa a su enunciado.

    En este sentido, puede resultar determinante la modalidad epistmica, estoes, el grado de conocimiento del mundo enunciado. Reforzando o atenuando suasercin, el locutor puede o no asumir la responsabilidad de lo afirmado. En estecaso, la marca lingstica puede coincidir con elyodel enunciador:

    Y estoy convencido de que, en ese territorio sin reglas ni cnones absolutos, tan til

    o interesante puede ser una conversacin entre Hans Castorp y Settembrini en LaMontaa mgica como los silencios del capitn MacWhirr en Tifn, la muerte dePorthos en el Bragelonneo la tortura de que es objeto Bond, desnudo y atado a unasilla, en Casino Royale. (A. P. R., 1/10/2012)

    A m no me cabe duda de que sus pasados triunfos han sido a pesar de l, por labondad de los futbolistas o por casualidad (del mismo modo que fue una casualidad

    que Grecia ganara una Eurocopa, hace no demasiados aos, prueba irrefutable de queel azar tambin interviene en este juego, como en todos) (J. M., 5/2/2012).

    El grado de certeza y, por ende, la fuerza argumentativa de un segmento, puedeser intensificada empleando operadores modales, como los elementos de reafir-macin desde luego(Fuentes Rodrguez 2009b: 104) y obviamente, evaluativo deevidencia que expresa algo sabido por todos (id.: 242). Los reguladores fticos delcontacto (ojo) y los enunciados interrogativos, que involucran directamente al

    interlocutor, pueden desempear la misma funcin; sobra recordar, adems, quepueden acentuar el tono irnico del locutor:

    Por otra parte, la impaciencia del PP lo est llevando ya, con antelacin, a mostrarse

    una vez ms como es, a travs de sus monaguillos mediticos, desde luego, pero

    tambin de sus dirigentes: como una jaura ansiosa y neofranquista, lo cual horripila

    a cuantos no son como ellos (J. M., 1/5/2011).

    14 Volveremos sobre las modalidades de la enunciacin en el apartado 2.2 dedicado a la figura del

    interlocutor.

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    La poblacin de Vic tampoco estuvo presente ni se esperaba que estuviera, porque un

    asunto de guardias civiles, obviamente, no iba con la honrada y laboriosa Catalua

    (A. P. R., 27/6/2011).

    Y ojo. Insisto en que no se trata de religin, sino de cultura (A. P. R., 4/4/2011).

    Incluso una actitud contraria, que marque un absoluto desconocimiento del tematratado, en el contexto ms amplio de la columna puede desempear una funcinrealizante, sobre todo si, como en el ejemplo siguiente, su carcter estratgico esreforzado por el tono irnico del inciso y por el contraste que crea la afirmacintajante expresada mediante el enunciadoy s lo que digo:

    Lo cierto es que sobre el uso y abuso de la expresin la Rojano tengo opinin formada.Ignoro si se trata de simple contagio meditico se pone de moda una idiotez y todos

    nos abalanzamos entusiasmados sobre ella, olvidando cualquier alternativa, o deinstrucciones recibidas por los asalariados correspondientes en su momento lo fui,

    y s lo que digo para que, en materia de ftbol, las palabras nacionaly Espaa, tanequvocas y molestas, se utilicen lo menos posible (A. P. R., 14/11/2011).

    Lo mismo sucede con expresiones que presentan cierto grado de incertidumbre,duda, posibilidad o suposiciones, que, como en el caso que acabamos de ver,pueden ser empleadas con un tono irnico con el fin de reforzar la tesis. En

    el fragmento que sigue, el operador enunciativo que yo sepa, aunque atene laexpresin, introduce un enunciado coorientado a la idea de fondo de la columna(la corrupcin y los sueldos despropositados de determinados dirigentes ypolticos). En otras palabras, hace que el argumento antiorientado (artistas yfutboleros tambin ganan demasiado) resulte insuficiente:

    Que yo sepa, ni Messi ni Cristiano ni Shakira ni Pitt reciben dinero de los

    contribuyentes para sus actividades, ni obligan a nadie a tomar asiento para admirar

    sus talentos (J. M., 30/10/2011).

    En sntesis, expresar una reserva y asumir una actitud humilde pueden conferiral discurso mayor credibilidad y, en otra perspectiva, demostrar un talante cortshacia el interlocutor.

    En otras ocasiones, el locutor puede adoptar cierta distancia enunciativarecurriendo a construcciones impersonales para marcar un grado de conocimientode mayor o menor evidencia. ambin en estos casos, se trata de una estratagema

    que permite aadir fuerza a un segmento argumentativo. En el ejemplo siguiente,

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    es cierto introduce dos segmentos antiorientados, pero insuficientes, comodemuestra la presencia del conector de oposicin sin embargo (id.: 319), queintroduce un enunciado de mayor fuerza argumentativa:

    Es cierto que, en materia de latrocinio y poca vergenza, la Junta de Andaluca y sus

    paniaguados a sueldo, que son varios, no van ms all de otros gobiernos autonmicos

    trufados de golfos y maleantes. ambin es cierto que en todas partes cuecen siglas

    partidarias; y que, saqueadores aparte, un elevado nmero de tontos del ciruelo por

    metro cuadrado, con corbata y coche oficial o como simple infantera, no es exclusivo

    de ninguna autonoma de esta Espaa discutida y discutible. Sin embargo, respecto

    al porcentaje de sinvergenzas y de tontos -incluida la variedad mixta de tontos

    sinvergenzas-, el rgimen que desde hace tres dcadas gobierna Andaluca queda

    muy bien situado en el palmars nacional (A. P. R., 6/2/2012).

    Otra caracterstica de este tipo discursivo es el empleo frecuente de expresionesque marcan la modalidad dentica; inscribiendo el comportamiento que hay queadoptar frente al tema tratado dentro de lo considerado obligatorio (hay que),prohibido (est prohibida) o facultativo (si quieren), el enunciador puede impulsarel lector a una reaccin concreta. En el ltimo caso, tanto la construccincondicional, como el empleo del verbo querer, atenan la carga descorts del actode habla impositivo de la modalidad imperativa (declrensey empadrnense):

    Claro que, pese a las presuposiciones antes mencionadas, la polica democrtica puede

    cometer injusticias, abusar y avasallar. Pero hay que partir de la idea de que se tratar

    de excepciones porque si no estaramos ante una polica propia de una dictadura y

    de que, llegado el caso, pagar por ello (J. M., 31/7/2011).

    Conspiramos, hablamos de nuestras cosas -est prohibida la poltica- y evocamos el

    recuerdo de tantos compaeros acadmicos que frecuentaron aquellos salones (A. P.

    R., 30/7/2012).

    Y una vez hecho eso, si quieren dar un toque maestro a la operacin, declrense

    insolventes por la cara y empadrnense en una caja de cartn de las que abundan en

    los accesos al aparcamiento de la Plaza Mayor de Madrid, meca del turismo europeo.

    Entonces, s. En tal caso ya podrn hacerle cortes de mangas a cualquiera, e incluso

    majarlo a hostias. Lo ms que harn con ustedes es confiscarles el tetrabrik de Don

    Simn (A. P. R., 23/7/2012).

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    ..El lxico

    En un gnero discursivoextremadamente subjetivo como son las columnas, sinduda las modalidades afectiva y apreciativa son las que mejor revelan la acti-tud del enunciador, tanto ante el tema tratado como hacia su interlocutor (y, enocasiones, hacia el blanco de las crticas o elogios). En concreto, el empleo deadjetivos y adverbios15relacionados con sentimientos eufricos o disfricos, unlxico marcado (neologismos, voces malsonantes y argticas), el uso de la onoma-topeya16, de exclamaciones17, de interjecciones, de formas de insulto, de desprecioo elogio del interlocutor18o, finalmente, el empleo de un registro coloquial, todoello se configura como estrategias argumentativas muy efectivas.

    Este aspecto merecera seguramente un anlisis pormenorizado19,sin embar-go, en esta ocasin nos limitaremos a proponer algunos casos de formaciones

    neolgicas. El primer fragmento pertenece a un artculo en el que Maras criticade forma exacerbada la actuacin de la Presidenta de la Comunidad de Madrid.La irona se concentra en unos sustantivos singulares (Gatotn, Cerdetn, Periqui-totn), a su vez inspirados por un neologismo (Perrotn). En el segundo ejemplo,en cambio, mediante la nueva formacin (grtelea) alude a la corrupcin poltica:

    15 En el siguiente fragmento, el adverbio constituye un acusacin (claramente descorts) a la orga-

    nizacin de la visita del Papa a la capital; en un contexto argumentativo, es evidente que este desem-pea una funcin realizante: Las dos arterias principales, vedadas al trfico; las lneas de autobs,imbcilmente suprimidas o desviadas cuando ms se las necesitaba, dado que haban llegado degolpe un milln de peregrinos, segn los organizadores de las Jornadas Mundiales de la Juventudpapal, quienes han invadido y tomado Madrid. En el metro, por tanto, no poda ni entrarse: los quese aventuraban salan planchados como om y Jerry o sucumban a lipotimias (J. M., 4/9/2011).

    16 Este recurso puede llegar a caracterizar enteras secuencias narrativas: Y en eso, lancha neumticaque llega con fuerzas especiales espaolas. atatachn. Los malos se lan a tiros. Bang, bang, bang.Por parte de los buenos, tiroteo de precisin, impecable. Ms bang. Vuelca el esquife, rehn cae al

    agua. Chof (A. P. R., 14/11/2011).

    17 Ah, qu delicia no escuchar ms sandeces impuestas, ni verse interrumpido por musiquillas yrugidos imbciles en los restaurantes ni en los cines, todos sin dinero para pagar las facturas (J.M., 8/7/2012).

    18 Sobre estas caractersticas volveremos en el apartado 2.2 dedicado a la figura del interlocutor y,especialmente, a la (des)cortesa 2.2.2.

    19 Sera oportuno, por ejemplo, analizar la presencia del lenguaje figurado (expresiones metafricas,modismos, refranes a secas o refranes modificados) o de la derivacin apreciativa, siempre emplea-

    dos con un claro objetivo pragmtico (adems de estilstico, obviamente).

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    Lejos de eso, se aaden ms eventos incomprensibles: el ltimo, el Perrotn (s,

    a alguien se le ha ocurrido ese trmino y ha quedado impune), consistente en cortar

    una vez ms el centro para que los dueos de perros corran por all con ellos, todos

    juntos, con premio a la pareja perro-amo ms feliz (sic). eniendo al lado el Retiro,esas felices parejas han exigido trotar por donde hay transentes y coches. Imagino

    que pronto vendrn el Gatotn, el Cerdotn y el Periquitotn, para no caer en

    discriminaciones (J. M., 4/11/2012).

    Las medidas del PP ya las conocemos, por cmo privatiza, recorta y grtelea en lascomunidades bajo su control (J. M., 20/11/2011).

    Uno de los temas que ocupan con ms frecuencia las pginas de Prez Reverte esel decaimiento de la sociedad espaola, a menudo atribuido a la ineptitud y la

    ignorancia de la clase poltica. De ah que uno de los trminos ms recurrentes sea,sin lugar a dudas, el adjetivo analfabeto. De cualquier manera, como las palabrasa veces resultan demasiado manidas y, por ende, insuficientes, el autor consideranecesario recurrir a la forma neolgica analfabestia:

    Y sin embargo, el aspecto ms decisivo en nuestras vidas, la actividad poltica que

    determina el presente y condiciona el futuro, puede caer en manos de cualquiera.

    A veces, quizs, de individuos excepcionalmente preparados; pero tambin, y eso ya

    resulta menos excepcional, de cualquier analfabestia incompetente, varn o hembra,incapaz de articular sujeto, verbo y predicado, cuyo nico mrito, o aval, es compartir

    ideologa o intereses -a menudo una y otros van ntimamente relacionados- con un

    partido poltico concreto (A. P. R., 13/8/2012).

    Sin embargo, es seguramente la defensa del llamado Informe Bosque20,redactadocomo reaccin institucional a las numerosas guas de lenguaje no sexista editadaspor universidades, comunidades autnomas, sindicatos y ayuntamientos, lo que

    se convierte en aliciente para la creatividad y el sarcasmo de Prez Reverte, quellega a redactar textos21enteramente construidos con un lxico presuntamenteno sexista. La actitud del escritor, a veces ms que satrica, raya con la burla y ladescortesa (o, incluso, el insulto). En efecto, adems de trminos socialmente

    20 Se indica brevemente con este ttulo el informe publicado por la RAE (Sexismo lingstico yvisibilidad de la mujer). Las reacciones suscitadas han llenado pginas, columnas y publicaciones detodo tipo. En cuanto acadmicos, tanto Maras como Prez Reverte han adoptado las posiciones dela Academia; aunque esto no les impida burlarse de ellas en sus columnas.

    21 Valga como ejemplo Caperucita y el lobo machista(A. P. R., 31/5/2010).

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    correctos (cantanta, taxisto), o creados a partir de una sigla (elegetebefbica)acua algunos que revelan su rechazo frente algunos fenmenos sociales(psicopedagogilipollas,feminaziy ultrafeminazi):

    Imaginen qu ocurrir cuando, por ejemplo, un empresario publique un anuncio

    pidiendo un cantante, y al inspector/a de rabajo de su pueblo se le ocurra ley en

    mano, porque le da la gana y para chulo l, que el anuncio debe aadir o cantanta;y, si hay disponible una plaza de taxista, se especificar tambin o taxisto, so pena deinspeccin laboral y multa (A. P. R., 28/2/2011).

    De manera que, seoras y caballeros, ha nacido otra estrella. Segn la gua

    valenciana, usted y yo deberemos decir en adelante, so pena de ser llamados fascistas

    homfobos, Da del orgullo LGTB pronunciado elegeteb, ojo, comunidad

    LGTB y LGTBfobia. El puntazo, sin embargo, viene al final, cuando la gua serefiere a condenables expresiones heterosexistes com ara donar per cul.Lo que significaque, a partir de ahora, tampoco podremos utilizar la grfica, rotunda y siempre til

    especialmente en Espaa expresin vete a tomar por culo. Por elegetebefbica (A.P. R., 7/2/2011).

    Si perteneciese a alguna minora marginada o con tirn meditico en plan okupa,

    perroflauta22, indignado del 15-M, feminazi furiosa porque el agredido no usa la

    coletilla ciudadanos y ciudadanas navarros y navarras, la cosa no ira ms all (A. P.R., 23/7/2012).

    Nada comparable a una ultrafeminazi andaluza dndole vueltas al magn para justificar

    las subvenciones que trinca o espera trincar, con un poltico cerca, en plan compadre y

    dispuesto a ponerle a tiro el Boletn Oficial (A. P. R., 6/2/2012).

    .El destinatario/alocutario

    La naturaleza perlocutiva de determinados textos hace que el interlocutor seconvierta en punto focal, es decir, en el elemento alrededor del cual se elabora eldiscurso. Si, adems, el intercambio es unidireccional, como en la comunicacinpublicitaria o en las columnas que aqu nos ocupan, es fcil deducir por qu, parala realizacin de su objetivo persuasivo, el enunciador recurre a todos aquellosexpedientes que involucren directamente al antagonista. En otras palabras, la

    22 Se trata de un neologismo ya establemente asentado en el lenguaje periodstico.

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    funcin ftica y apelativa del lenguaje (enunciados imperativos e interrogativos,sobre todo) y la relacin que se entabla con el destinatario/alocutario adquierenuna relevancia fundamental. Por esta razn, al contrario de lo que se ha dichoa propsito de la figura del sujeto argumentante, en el que convergen sujetoemprico, enunciador y locutor, en lo referente a la figura del destinatario, convienerecordar la clsica triparticin de Ducrot (1984: 134-140) relativa a la figura delinterlocutor (destinatario, alocutario y auditor), sobre todo cuando se detecta lapresencia de un destinatario concreto. En funcin de su identidad y del efectopragmtico que se quiera imprimir al discurso, el locutor entabla relacionesdiferentes y, por consiguiente, tiende a emplear las estrategias persuasivas queconsidere ms adecuadas.

    ..Recursos fticos y apelativos

    Si entramos en detalle, podemos afirmar que en nuestro corpus se dan casos dife-rentes. En primer lugar, como es lgico esperar, es posible que el enunciador nose dirija a nadie en concreto; en estos casos, la figura del destinatario no se con-creta lingsticamente en el texto. Sin embargo, la tendencia general es sin dudaidentificar al destinatario directo lector genrico. En estos casos, su presencia sedetecta tanto por el uso de la frmula de tratamiento usted (ms a menudo, uste-

    des), como por una serie de recursos fticos y apelativos que no sirven solo pararegular el contacto, sino tambin para exhortar al interlocutor a que realice algntipo de accin. Ambos escritores, cuando se dirigen a sus lectores, normalmentelo hacen de forma ms bien corts, incluso cuando, como en los ejemplos quesiguen, asistimos a formas de peticin. Estas, descortesesper se, resultan neutrali-zadas encontextos con alto grado de familiaridad (Fuentes Rodrguez 2010: 77)o en gneros discursivos, cuya naturaleza persuasiva y perlocutiva justifica el usoestratgico del imperativo (pinsese, por ejemplo, en los anuncios publicitarios).

    En los fragmentos que proponemos a continuacin, las formas cranme, disculpeny tengan en cuenta desempean una clara funcin argumentativa; las primeras dosinducen al interlocutor a adoptar una actitud positiva con respecto al locutor (enel primer ejemplo, adems, la presencia del conector de adicin es ms introduceun argumento de mayor fuerza con respecto al primer enunciado); la tercera, encambio, lo invita a enfocar su atencin en el argumento expuesto. En el tercerejemplo, finalmente, la secuencia cierren los ojos, e imaginen, recalcando las fr-mulas de los anuncios de televenta (Prestigiacomo 2012: 803-4), adquiere una

    funcin realizante, coorientada a la aceptacin de la tesis.

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    Cranme si les digo que no tengo inters en convertir esta columna en una montona

    crtica al Gobierno del PP. Es ms, la perspectiva me aburre, luego supongo que a

    ustedes tambin (J. M., 23/9/2012).

    engan en cuenta que en materia de cine, y disculpen la chulera de un sexagenario,

    el mundo actual se divide entre quienes vimos estrenar Ben-Hur, Del infierno aTexas, Duelo en el AtlnticooMisin de Audacesese pauelo de la chica en el cuellode John Wayne, antes de volar el puente, y quienes no [...]. As que tomen nota de

    mi lista, si les apetece, y ustedes vern. O no vern (A. P. R., 4/6/2012).

    Ahora cierren los ojos, e imaginen. Porfa. No me digan que no es trendy (A. P. R.,

    5/3/2012).

    La modalidad imperativa puede llegar a constituir secuencias instructivas. Elfragmento que proponemos a continuacin tiene una funcin metadiscursiva,puesto que Prez Reverte desvela los mecanismos de su argumentacin orientandoa su interlocutor hacia una correcta interpretacin de su columna:

    No s si consigo explicarme. Consideren lo que el Titanicsimboliza hoy. Las tripas delasunto. Dejen de lado la parte sentimental, si pueden. [] Cambien la fiesta a bordo,

    los pasajeros de lujo con sus copas de champaa, los de tercera clase soando con la

    vida mejor que poda aguardarles en Amrica, por todos nosotros, nuestros crditosfciles sobre sueldos que no podan sostenerlos, nuestro derroche, nuestra estupidez

    suicida, nuestro mirar hacia otro lado a las primeras seales de hielo en el mar. Metan

    todo eso en un ordenador, oigan. Denle a la tecla enter y saldr nuestra foto exacta,

    saludando sonrientes desde la cubierta del barco insumergible, encantados de habernos

    conocido. Felices de estar ah. Observen sobre todo nuestra cara de idiotas. Cien aos

    ya, desde el Titanic, y no hemos aprendido nada (A. P. R., 2/4/2012).

    Como se puede notar, en el ejemplo que acabamos de proponer, el locutorrecurre al nosotros inclusivopara aludir a la situacin de la Espaa actual. Estaestrategia no crea solo una situacin de complicidad, sino que pretende involucraremotivamente al interlocutor. Puede ser empleada tambin con acentuadotono crtico que, en Prez Reverte, puede llegar a rozar la vulgaridad23. Los

    23 El mismo escritor aclara la funcin argumentativa que desempean en sus columnas el registrocoloquial, los tacosy las invectivas: No soy mal hablado. Al contrario. [] Rara vez se me escapauna palabra gruesa en el transcurso de una conversacin civilizada, y lo mismo puedo decir de mis

    novelas. Otra cosa es esta pgina pecadora y semanal, donde quien se expresa no es el arriba firman-

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    dos fragmentos de La zona fantasma, con respecto a la cita de Patente de corso,demuestran actitudes diferentes. A la irnica amargura de Maras, convertida enirritacin24por la poltica econmica del gobierno, se opone la invectiva de PrezReverte, desencadenada por las ya recordadas guas de lenguaje no sexista.

    Pero hasta ahora no haba habido irritacin ni fastidio que hubieran hecho variar mi

    opinin: el pago de impuestos es necesario (amn de obligatorio), justo y beneficioso.

    No slo no debemos quejarnos, sino que hemos de abonar lo que nos corresponda

    pese a todo con conformidad como mnimo (J. M., 17/6/2012).

    No somos ms gilipollas porque no podemos. Sin duda. La prueba es que en cuanto

    se presenta una ocasin, y podemos, somos ms gilipollas todava. Ustedes, yo.

    odos nosotros. Unos por activa y otros por pasiva. Unos por ejercer de gilipollas

    compactos y rotundos en todo nuestro esplendor, y otros por quedarnos callados para

    evitar problemas, consentir con mueca sumisa y tragar como borregos cmplices

    necesarios[] (A. P. R., 24/9/2012).

    La relacin con el lector puede ser tan estrecha que el locutor llega incluso aidentificarse con l. Para ello, Prez Reverte, en toda la columna, adems deuna serie de elementos lingstico-discursivos y expedientes narrativos, empleael pronombre de segunda persona.Conviene aclarar que, adems de la funcin

    impersonal que muchas veces tiene el pronombre t, como veremos en elsiguiente fragmento, la implicacin con el locutor se ve reforzada con la presencia

    te, sino un personaje literario, o algo por el estilo, situado a medias entre el novelista que soy, el re-portero que fui y el ciudadano de barra de bar inclinado a ajustar cuentas con mtodos y expresionesque buscan la eficacia; sobre todo considerando que estos artculos se publican en un pas de autistasvoluntarios, donde nadie se da por aludido a menos que `permtanme esta contradiccin perifrs-tica que refuerza lo que pretendo decir le pateen directamente los huevos (A. P. R., 7/11/2011).

    24 El tono se hace ms duro en el prrafo sucesivo, como demuestran, adems del sustantivocabreo, el conector sin embargoy la acumulacin de enunciados antiorientados introducidos por eloperador argumentativo ni(Fuentes Rodrguez 2010: 226): Este ao, sin embargo, por primeravez en mi vida, la notificacin de la cantidad que me toca pagar me ha producido no ya irritacin,sino un profundo cabreo. Porque salta a la vista que el dinero no va a destinarse a las cosas que a m,como a la mayora de los espaoles, nos merecen la pena: ni a la sanidad ni a la educacin (vctimasde indecentes recortes); ni a amparar a las personas dependientes que no se pueden valer por ssolas en su vejez o en su enfermedad; ni a los pensionistas, que ven mermado su poder adquisitivo odisminuidos sus pequeos ahorros por estafas varias de bancos y cajas; ni a los parados sin remedio,que cada vez son ms y reciben prestaciones menores; ni a la mejora de hospitales y escuelas, ni a la

    reactivacin del comercio ni a la ciencia ni a los jvenes en precario (J. M., 17/6/2012).

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    del nosotros inclusivo. ambin en este caso se puede apreciar una crtica a laincapacidad de reaccin ante determinadas situaciones:

    Por un momento sientes el impulso de levantar la voz, como todos, para decir: enis

    una sanidad pblica que no os merecis, tontos del culo. Que no nos merecemos.

    Una sanidad fantstica. Gracias deberamos dar por que esto todava aguante. Que a

    saber cunto dura. En vuestra puta vida, en la nuestra, podramos pagarlo de nuestro

    bolsillo. Quin os habis credo que somos?. Es lo que te pide el cuerpo decir. Pero

    no lo haces, claro. En vez de eso, cierras el pico y te apoyas en la pared bajo los carteles

    donde se advierte a quienes insulten o golpeen a mdicos y enfermeras. Luego abres

    el libro que traas, haciendo como que lees; mientras, en efecto, se te cae la cara de

    vergenza (A. P. R., 11/6/2012).

    ..(Des)cortesa instrumental e irona

    Si consideramos la cortesa una categora pragmalingstica cuya funcin consisteen minimizar la fuerza ilocutiva de los actos de habla y el papel de los participantesde la enunciacin con el fin de lograr la meta prevista [] (Briz 2007: 11-2) ,podemos deducir que, en situaciones comunicativas ms complejas, como en lascolumnas, el locutor puede optar por la estrategia opuesta, esto es, plantear un

    enfrentamiento con su antagonista y mostrarse abiertamente descorts hacia elreceptor o el personaje objeto de sus crticas. Claro est, siempre con el objetivode convencer a su interlocutor de la validez de su tesis. En este sentido, pues, ladescortesa sera un medio de argumentacin, una estructura o procedimientoargumentativo (Fuentes Rodrguez 2009a: 11) y asumira, por lo tanto, un valorinstrumental25.

    25 El concepto de descortesa merecera seguramente ms espacio, sin embargo, nos alejaramos

    del propsito principal de este trabajo. Para un panorama completo (si bien carente por lo que serefiere al mundo hispnico) sobre los estudios sobre descortesa remitimos a Culpeper (2011) que,en su trabajo, despus de un anlisis de los diferentes enfoques que se han sucedido en los ltimosaos, propone una revisin de su anterior definicin de descortesa, reconociendo, sin embargo, quetampoco se puede considerar definitiva: Impoliteness is a negative attitude towards specific beha-viours occurring in specific contexts. It is sustained by expectations, desires and/or beliefs aboutsocial organisation, including, in particular, how one persons or groups identities are mediated byothers in interaction. Situated behaviours are viewed negatively considered impolite whenthey conflict with how one expects them to be, how one wants them to be and/or how one thinksthey ought to be. Such behaviours always have or are presumed to have emotional consequences for

    at least one participant, that is, they cause or are presumed to cause offence. Te degree of offence,

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    Como hemos visto hasta ahora, ambos autores tienden a entablar con suslectores una relacin ms bien corts. Sin embargo, el objetivo persuasivo puedeimponer un cambio de actitud en el sujeto argumentante. Un caso muy interesantees el constituido por No compres ese perro. Recalcando el discurso publicitario, yen concreto una campaa de concienciacin de hace unos aos (l no lo haranunca), Prez Reverte se dirige a un t genrico con una forma de descortesaclaramente estratgica, con el objetivo de invitar a su interlocutor a optar porotro regalo de Reyes. Los insultos, si bien en forma de imperativo negativo, y eltono amenazante constituyen un claro ataque a la imagen del alocutario:

    No seas imbcil. Ni desaprensivo. No hagas posible que dentro de unos meses algunos

    te mentemos a la madre al cruzarnos con el resultado de tu indiferencia y tu estupidez.

    Pinsalo mucho antes de dar el paso irreversible; de complicarte una vida que luego

    pretenders solucionar por el camino ms fcil. An puedes evitarlo. Impedir que te

    despreciemos, e incluso despreciarte a ti mismo cuando te mires en el espejo. []

    Resumiendo: intenta no convertirte, innecesariamente, en un hijo de la gran puta (A.

    P. R., 24/12/2012).

    En algunas columnas de contenido poltico, el locutor se dirige con frecuenciaa un alocutario concreto. Son casos de realizaciones discursivas cuyo tonoviolento26 sobrepasa la mera descortesa verbal. El ejemplo ms significativo es sin

    duda Sobre imbciles y malvadosen el que Prez Reverte, exponindose en primerapersona, perfila una violenta invectiva contra el ya dimisionario primer ministroZapatero. Para ello, el escritor emplea las que Blas Arroyo (2001) considera lasestrategias descorteses ms frecuentes en el discurso poltico. De hecho, ya en elprimer prrafo es posible evidenciar un ataque violento a la imagen positiva delalocutario y a la de su entorno; adems, la presencia del operador modal oiga,llamada al oyente normalmente corts (Fuentes Rodrguez 2009b: 242-3), aqufunciona como intensificador, aadiendo nfasis al propsito descorts:

    No quiero, seor presidente, que se quite de en medio sin dedicarleun recuerdo con

    and also the quality of offence (the specific negatively valenced emotion experienced), depends onthe following factors (some of which overlap): Attitudinal factors [...], Linguistic-pragmatic factors[...], Contextual and co-textual factors [...] (2011: 254).

    26 Fuentes Rodrguez y Alcaide Lara (2008: 18) distinguen la violencia de la descortesa y la agre-sividad, porque la primera da lugar a la ejecucin de un acto ilocutivo que va a daar socialmenteal interlocutor: por ejemplo, el insulto, la ridiculizacin, el empequeecimiento, la usurpacin de la

    palabra, es decir, todos aquellos actos que atentan contra la dignidad de la persona.

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    marca de la casa. En esta Espaa desmemoriada e infeliz estamos acostumbrados a que

    la gente se vaya de rositas despus del estropicio. No es su caso, pues llevan tiempo

    dicindole de todo menos guapo. Hasta sus ms conspicuos sicarios a sueldo o por

    la cara, esos golfos oportunistas gentuza vomitada por la poltica que ejerce ahora

    de tertuliana o periodista sin haberse duchado que babeaban hacindole succiones

    entusiastas, dicen si te he visto no me acuerdo mientras acuden, como suelen, en

    auxilio del vencedor, sea quien sea. Esto de hoy tambin toca esa tecla, aunque ningn

    lector habitual lo tomar por lanzada a moro muerto. Si me permite cierta chulera

    retrospectiva, seor presidente, lo mo es de mucho antes. Ya le llam imbcil en esta

    misma pgina el 23 de diciembre de 2007, en un artculo que terminaba: Ms miedo

    me da un imbcil que un malvado. Pero tampoco haca falta ser profeta, oiga. Bastaba

    con observarle la sonrisa, sabiendo que, con dedicacin y ejercicio, un imbcil puede

    convertirse en el peor de los malvados (A. P. R., 22/8/2011).

    Al contrario, si bien en las ltimas columnas se percibe una crtica cada vez msspera y directa, Javier Maras tiende a llevar a cabo sus ataques de forma ms biensesgada, adems de irnica o sarcstica en numerosas ocasiones, aunque tampocorehya el insulto, como en los siguientes fragmentos:

    La Ministra Pastor, sin embargo, o es muy cnica o es muy corta (o en fin, no son cosas

    que se excluyan) (J. M., 23/9/2012).

    El Partido Popular no aprende de sus errores del pasado, o, lo que an tiene peorremedio, est incapacitado para aprender porque a su frente hay siempre personas con

    pocos escrpulos e inteligencia mediocre (J. M., 3/6/2012).

    Una muestra muy significativa de todo esto es el ejemplo que presentamos acontinuacin. Conque congresos eh?(J. M., 12/2/2012) es una columna entera-mente dedicada al proyecto de la construccin de un casino en la Comunidadde Madrid. El ttulo mismo, un enunciado supuestamente ecoico de las decla-

    raciones de la Presidenta de la Comunidad, adems de desempear una funcincatafrica (dicho sea de paso, algo ms bien raro en Maras), anuncia ya el tonopolmico e invita al lector a una lectura correcta de su asercin irnica. Concre-tamente, el locutor persigue dos efectos: por una parte, criticar la actuacin deAguirre, poniendo en tela de juicio su credibilidad; por otra, captar, con un sutilhumorismo (Ruiz Gurillo 2012: 113-41), la adhesin del destinatario indirecto.Simtricamente, se tratara de una irona con efecto negativo (ausencia de corte-sa, +/- burla; Alvarado Ortega 2005: 43) hacia el blanco de las crticas y de irona

    con efecto positivo (por facilitar el proceso argumentativo) hacia el lector, con

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    el que, como se ha dicho, el locutor mantiene, en la mayora de los casos, unarelacin de complicidad:

    A mi parecer, Esperanza Aguirre se ha quedado corta en su fervor por crear un Las

    Vegas madrileo, no se sabe si en la propia capital o en Alcorcn. Da lo mismo que

    luego, frenada o amonestada por el Gobierno central, de su partido, haya arriado velas

    momentneamente: sus manifestaciones iniciales fueron tan escandalosas y serviles

    que no se comprende que no se la haya defenestrado al instante -como al ejemplar

    Camps-, por representar un peligro pblico para los ciudadanos de la Comunidad

    que preside y una amenaza para el conjunto de la nacin. Que alguien tan luntico

    tenga tanto poder y responsabilidades resulta inquietante. [] Pero, ya puestos, no

    entiendo por qu la Presidenta se ha quedado a medias. engo para m que los Estados

    se equivocan en su cruzada contra las drogas. [] renuncian a un verdadero aluvin

    de ingresos -ahora es todo dinero negro, el que mueve ese comercio- que podra re-

    solver o paliar la crisis si la fabricacin y distribucin de drogas pasaran a depender de

    ellos. [] Imagnense, adems, la cantidad de empleos que, al igual que los casinos

    -perdn, congresos-, creara ese negocio una vez legalizado: cultivadores, depuradores,

    transportistas, distribuidores, publicistas, empaquetadores, [] y qu s yo cuntas

    figuras ms. Y otro tanto podra decirse de la prostitucin supervisada y legal: qu

    cantidad de puestos de traba jo, qu riada de impuestos que hoy no se cobran. Ah, qu

    infinidad de congresos se celebraran en una isla en la que no slo pudiera apostarse

    a todo lo imaginable, sino comprar y consumir drogas libremente, alquilar sexo sintrabas y hasta fumar bajo techo, lo peor de lo peor ahora mismo. S, Aguirre se ha

    quedado corta en realidad (J. M., 12/2/2012).

    ..La modalidad interrogativa

    Como se ha visto hasta ahora, la relacin con el interlocutor es constante. En

    efecto, en el discurso argumentativo siempre se enfrentan dos polos: enunciadory destinatario, es decir, protagonista y antagonista. En principio, para que lacomunicacin sea exitosa, el enunciador debe buscar la adhesin del interlocutory, por lo tanto, intentar mantener un cierto equilibrio y, por ende, respetar lasnormas conversacionales y tambin sociales de la cortesa. Sin embargo, losejemplos analizados demuestran cmo, en algunos casos, una actitud descorts e,incluso, agresiva, puede resultar estratgicamente ms eficaz.

    En este juego de equilibrios y desequilibrios, tambin la modalidad interrogativa

    desempea una funcin fundamental. A pesar de que ya hayamos citado algunos

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    ejemplos, su ndice de frecuencia es tan alto que merece ser estudiada aparte.Una vez ms, la naturaleza y la funcin de estas estructuras vara en funcindel contexto (y de la tesis, es decir, del tema tratado) y del destinatario, directoo indirecto. Como veremos, pueden contribuir a la realizacin del objetivopersuasivo intensificando incluso la carga descorts del discurso.

    En primer lugar, hay que recordar que una estructura interrogativa, aunqueno implique una respuesta, puede representar una manera para involucrardirectamente al interlocutor; en el gnero analizado, al lector. En este sentido,podra resultar descorts, en cuanto ataque a la imagen negativa del destinatario;sin embargo, puede constituir al mismo tiempo un recurso para involucrardirectamente al antagonista y, por ende, convertirlo en sujeto activo en laargumentacin. Un claro ejemplo lo constituye el siguiente fragmento, enel que Maras, como en los ms clsicos anuncios de televenta, mediante una

    acumulacin de estructuras interrogativas, invita repetidas veces a sus lectores aque se imaginen los efectos positivos de la crisis:

    Por ejemplo, se imaginan un pas en el que, en vez de haber ms de un mvil

    por habitante, sean poqusimos los que se lo puedan permitir? [] Se imaginan

    tambin un pas en el que la corrupcin y el robo no estuvieran ya bien vistos? []

    Se imaginan un pas en el que se pidieran cuentas de las obras y construcciones

    arbitrarias y superfluas, en el que se forzara a explicar a un alcalde -a los tres ltimos

    de Madrid, por ejemplo- por qu tapiza su ciudad de un espantoso, rido, sucio ycaluroso granito, si no es por favorecer a empresas, tal vez de amigos, especializadas

    en l? Y as mil casos ms.

    Se imaginan un mundo en el que los nios no fueran pijos casi desde su

    nacimiento? [] Se imaginan un lugar en el que los nios, adems de nios, fueran

    tambin proyectos de adultos y como a tales se los tratara, aunque fuera a ratos? [](J. M., 8/7/2012).

    Sin embargo, las interrogativas constituyen principalmente un elemento realizante,una estrategia ms para defender la tesis propuesta por el sujeto argumentante.Por esta razn, en la mayora de los casos, encierran una postura crtica. Es el caso,como se ve en el ejemplo que proponemos a continuacin, en el que la preguntaretrica remarca la acusacin al gobierno actual:

    No se dedica este Gobierno igual que el ea Party a ensalzar a los emprendedores

    y creadores de riqueza, en detrimento de los despreciables asalariados? Parece

    que haga distinciones segn lo que se cree, y la literatura es para l ornamento y

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    entretenimiento, a diferencia de los cientficos y fundamentales casinos de Adelson

    (J. M., 14/10/2012).

    La carga argumentativa de la modalidad interrogativa probablemente encuentresu mxima expresin cuando se dirige de forma tajante a un interlocutorconcreto; en Para que servimos?, Maras vuelve al tema de la corrupcin y delos impuestos. Despus de una acumulacin de estructuras interrogativas que,ms que preguntas, encierran una afirmacin tajante, el enunciador se dirige contono casi amenazador a los polticos; los ltimos dos enunciados desempean unafuncin perlocutiva:

    Ms les vale a nuestros polticos dar un giro (y asistir al Congreso, que est vaco),

    combatir la corrupcin en serio y dar detalladas explicaciones, de Bankia y de lo

    dems. O puede estar cerca el da en que los espaoles iniciemos masivamente unainsumisin fiscal. Y entonces qu, seoras, despus de la ruina? Nos amnistiarn a

    todos, como a los graves defraudadores, o nos tocar a nosotros indultarlos a ustedes?

    (J. M., 17/6/2012)

    Para terminar este estudio, proponemos un ltimo fragmento. Como hemosdicho, uno de los temas que mayormente suscitan la suspicacia de Prez Revertees el movimiento antisexista, especialmente en sus formas ms exacerbadas,

    esto es, cuando del mbito lingstico desembocan en campos insospechablescomo, por ejemplo, en el del urbanismo. En Urbanismo de gnero (y gnera),despus de una introduccin que se configura como un ataque desaforado y,por supuesto, extremadamente descorts a la Junta de Andaluca, el escritorlleva a cabo una argumentacin marcadamente irnica, o incluso sarcstica, enla que la acumulacin de estructuras interrogativas intensifica el tono ya de pors descorts:

    El asunto es que, en el temario de las oposiciones, hallo una perla australiana: el artculo50.2 de la ley 12/2007 para la Igualdad de Gnero en Andaluca. Que reza, con dos cojones:

    Los poderes pblicos de Andaluca, en coordinacin y colaboracin con las entidades

    locales en el territorio andaluz, tendrn en cuenta la perspectiva de gnero en el

    diseo de las ciudades, en las polticas urbanas y en la definicin y ejecucin de los

    planteamientos urbansticos.

    Aparte de no saber qu relacin hay entre ser ingeniero de montes y montaas andaluz y

    tener perspectiva de gnero, las preguntas inmediatas son obvias y hasta elementales,

    querido Watson. Eso, cmo se hace? Cmo se tiene en cuenta la perspectiva de

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    gnero en el diseo de las ciudades y polticas urbanas? Consultando los arquitectos

    a las asociaciones radicales feministas antes de trazar calles y plazas, para que les den

    permiso? Procurando que los pasos de cebra no favorezcan a presuntos maltratadores?

    Disponiendo aceras paritarias, unas para hombres y otras para mujeres, u obligando

    a circular por cada va urbana al mismo nmero de ellos y ellas? Rebautizando calles

    para que por cada nombre masculino haya uno femenino? Patrullando con guardias y

    guardios que, cuando sean polica montada, cabalguen indiscriminadamente caballos

    machos y yeguas? Procurando que entre los cartones y sacos de dormir que adornan

    los soportales de la Plaza Mayor de Madrid para deleite de turistas, haya el mismo

    nmero de mendigos y mendigas?

    . Conclusin

    Los ejemplos que hemos visto a lo largo de este estudio representan solo unapequea muestra de la complejidad del tejido argumental de las columnas queconforman La zona fantasma y Patente de corso. De hecho, los dos enunciadores,aun adoptando un estilo diferente, elaboran un discurso en el que cada elementodesempea una funcin determinante al servicio de la persuasin. Adems dellxico, y especialmente de las formaciones neolgicas, particular relevancia, eneste sentido, adquieren las modalidades enunciativas. En concreto, mediante

    las modalidades del enunciado (epistmica, dentica y apreciativa), el sujetoargumentante elige la actitud ms adecuada para atenuar o intensificar su asercin,aadiendo o, por el contrario, restando fuerza a sus argumentos. La modalidad de laenunciacin, en cambio, arroja luz sobre la relacin que el enunciador entabla consu interlocutor; en efecto, la frecuencia de las formas imperativas e interrogativasse justifica porque estas se convierten en un instrumento eficaz para involucrardirectamente al antagonista. Sin embargo, se trata de estructuras que, junto alrecurso a la irona (sobre todo en las pginas de Maras), al insulto y la acusacin

    directa (tpicas en Prez Reverte), y a determinadas formas de tratamiento, puedenconfigurarse como verbalizacin de un comportamiento descorts. No obstante,como hemos visto en el contexto del discurso argumentativo, adquieren un valorinstrumental o, lo que es lo mismo, un fin argumentativo: convencer, provocaruna reaccin o, simplemente, sorprender (Fuentes Rodrguez 2009).

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