Planeación, Planificación y Programación

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1 Diócesis de Texcoco Vicaría de Pastoral Planeación, Planificación y Programación

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Diócesis de Texcoco

Vicaría de Pastoral

Planeación, Planificación y Programación

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Corrección, Diseño y Composición

Comisión Diocesana de Pastoral de la Comunicación Social e Informática.

Elaboración Equipo Diocesano de Animación Pastoral

Vicaría de Pastoral

© Diócesis de Texcoco

Fray Pedro de Gante No. 2, Centro, Texcoco, Méx. C.P. 56100

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Introducción

Hablar de la operatividad del Plan Diocesano de Pastoral, en el presente tema, es ser conscientes

de la urgencia de hacer vida el Reino, querer de Dios, y transformar la realidad que nos oprime, que nos duele y nos lastima. Entre estos dos puntos se presenta el itinerario que queremos seguir

para favorecer un proceso evangelizador comunitario articulado, global, orgánico, gradual y

permanente.

Para hacer vida este querer de Dios nuestros obispos han creído que estas tres herramientas facilitan el caminar:

• La sagrada escritura y el magisterio post conciliar, que fundamentan la necesidad y urgencia de un plan pastoral evangelizador.

• La espiritualidad de comunión, estilo de vida que queremos asumir y que evidencia la

puesta en marcha del plan evangelizador.

• La metodología prospectiva, herramienta que da luz en el itinerario a seguir para facilitar la

experiencia evangelizadora y de comunión, en los diferentes espacios comunitarios.

La operatividad del Plan Diocesano es tarea de cada parroquia si queremos hacer experiencia de

la Fraternidad, don distintivo de la segunda fase, en la 1ª etapa. El presente Curso–Taller tiene la finalidad de fortalecer y potencializar la labor evangelizadora en nuestra Iglesia Particular de

Texcoco, hecho que será posible a partir del conocimiento y aplicación del propio plan, la

planificación y la programación en cada comunidad parroquial. Estos tres elementos componen el modelo operativo:

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• El Plan: tiene la característica de ser a largo plazo y ha sido diseñado por el EDAP a nivel

diocesano, consta de tres etapas con una totalidad de 9 fases.

• La Planificación: se cumple en el mediano plazo y la realizan los cinco niveles de pastoral a

partir de la meta de la fase, sus justificaciones, los cinco criterios que guiarán toda acción pastoral, sus fundamentos y la conversión que exigen. Los niveles aterrizan esta

planificación con acciones subsidiarias para sus destinatarios: agentes de pastoral y fieles

de los sectores.

• La Programación: se realiza en el corto plazo, anualmente, y es responsabilidad de cada

una de las parroquias. Cada acción responde a lo inmediato y concreto del qué hacer pastoral en la tarea de alcanzar la meta anual. En esta primera etapa, la finalidad de las

acciones es promover e impulsar las experiencias de fraternidad en las familias y sectores.

Cada sector parroquial es el espacio de comunión por excelencia donde se viven las relaciones

interpersonales sólidas, sanas y auténticas, a través de experiencias sencillas en las que la fe se manifiesta y se descubre la presencia de Cristo ahí, en medio de la comunidad.

A medida que nuestro conocimiento teórico-práctico vaya creciendo, nos daremos cuenta que este

plan diocesano solo será posible si hacemos experiencia de esta espiritualidad de comunión, si

aprendemos a construir comunidad desde la diversidad, de manera organizada e inclusiva, generando la participación de todas las diferencias, de todos los dones y carismas.

Se requiere de corresponsabilidad, laicos y párrocos, para empeñarnos juntos, de manera única y diferenciada, en esta noble tarea de hacer operativo el querer de Dios.

Operatividad del Plan Diocesano de Pastoral

El plan diocesano de pastoral, es el Plan Global de la Parroquia y el Sector

El Modelo Operativo es la anticipación de las etapas a recorrer entre la situación diagnosticada y el objetivo surgido de la configuración prospectiva (nuestro Ideal). Es el enunciado de cómo hay que

operar sobre las variables de la realidad para obtener el resultado previamente deseado y objetivado. El modelo operacional es el modelo de la acción. Determinar este modelo es el objeto

de:

La planeación,

La planificación y

La programación prospectiva.

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Este cuadro nos ayuda a la comprensión de lo que estamos diciendo.

Estas tres instancias de elaboración de un plan: planeación, planificación y programación, son una

misma realidad pero en tres aspectos distintos; se refieren a una misma tarea la elaboración de un plan.

Planeación

La planeación o plan global es una tarea de orientación (indicativa). Consiste en definir los grandes lineamentos donde se perfilan los fines y se explicitan los objetivos y las metas con los

grandes pasos de su posible realización.

Por ser general y orientativo, normalmente es a largo plazo. Específicamente comporta tres

elementos: las etapas o itinerario; los niveles o planos de acción y los criterios para la acción o reglas del juego para que toda la acción conduzca al logro de los objetivos.

Planificación

La planificación consiste, a la luz de los fines en:

• Jerarquizar los objetivos,

• Determinar los medios para su logro, • Evaluar los recursos,

• Ordenar los procesos y

• Configurar los organismos de actuación.

Se trata de estructurar la acción en secuencia temporal según prioridades.

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La planificación se refiere a un tramo relativamente breve del camino a recorrer (Etapa – Fase –

Objetivo del Nivel de acción pastoral). Constituye la estrategia concreta para superar los obstáculos y alcanzar los objetivos próximos. Es el plan propiamente tal que incluye los planes específicos

correspondientes a los diversos campos de acción. Es el plan a mediano plazo.

Programación

La programación explicita los pasos inmediatos a lograr en un lapso breve de tiempo. Corto plazo.

Se refiere a lo concreto de la acción a realizar para alcanzar el ideal (meta anual). Se realiza año

con año. Es la puesta en marcha de la planificación.

La programación prospectiva exige la puesta en juego de la imaginación creativa para definir mensajes, pedagogías y procedimientos aptos para el logro de la meta.

¿Para qué o por qué programar?

¿Quiénes programan?

En la diversidad de organismos: niveles, comisiones y dimensiones, estructuras y espacios de

acción pastoral, todos los agentes, discípulos-misioneros, con la cualidad de comprometidos, viven la experiencia de la programación pastoral.

Los espacios de comunión en los que se realizan las acciones programadas son: el sector, la parroquia, el decanato, la vicaría y la diócesis.

¿Cuándo se programa?

Se definió programar anualmente con base en el siguiente calendario:

Mes de agosto: EDAP. Mes de septiembre: Comisiones y dimensiones.

Mes de octubre: Vicarios, Decanos y EVAP´s.

Mes de noviembre: Comunidades Parroquiales y sectores.

¿Qué necesitamos para programar?

• Meta diocesana del año.

• Justificaciones de la meta.

• Indicadores de logro de la meta.

Cuando programa alguna área de pastoral específica deberá contemplarse lo correspondiente:

• Meta del área pastoral específica. • Justificaciones de la meta del área específica.

• Indicadores de logro de la meta del área específica.

• Programaciones diocesanas, vicariales o decanales.

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¿Cómo programar?

Elaboración del cuadro de programación de acciones

1. Se realiza un listado de acciones, las que sean necesarias, tratando de responder a la meta anual:

• Proceso Evangelizador,

• Sectorización, y

• Estructuras Pastorales.

2. Por cada acción de la lista, se utiliza un cuadro de programación de acciones.

En toda acción a programar se tratará de vivir implícitamente el primer criterio, ya que estas, deben propiciar un “encuentro personal con Cristo”, consigo mismo y con los hermanos.

Ya sea que la acción sea de tipo religioso, social o cultural, favorecerá un espacio en el que la

persona es evangelizada y evangelizadora.

• Se escribe la acción a realizar.

• Se coloca su fecha de realización.

3. Se coloca el Don de la meta anual (2020-2021): “relaciones interpersonales sólidas, sanas

y auténticas” y las actitudes que ayudaran a vivir ese don.

Este Don se vive a lo largo del desarrollo -convocación, preparación, ejecución y evaluación-,

de todas las acciones que se programan; a través de actitudes concretas para suscitar un estilo de vida personal más evangélico que se testifique en la comunidad.

Derivado del Don, se especifican un promedio de tres actitudes o gestos concretos, para

vivir desde lo sencillo y poco a poco, el don de las relaciones interpersonales sólidas,

sanas y auténticas

Se elaboran pancartas o pendones para tenerlos presentes antes, durante y posterior a la acción.

4. La programación de cada acción contempla cuatro momentos:

1. La Convocación.

2. La Preparación.

3. La Ejecución.

4. La Evaluación.

Los encontraremos en una primera columna los “elementos” a programar.

Estos cuatro elementos, a su vez, pueden exigir:

• La definición de contenidos que se habrán de entregar y del método que se utilizará para

entregarlos;

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• La determinación de las pedagogías o actividades pedagógicas necesarias para el logro de

la meta;

• La determinación de los procedimientos que sean convenientes para el desarrollo ordenado

del conjunto de acciones.

En la Convocación se aplica el segundo criterio “llegar a todos los destinatarios de la

acción” y para ello se agotan, creativamente, todos los medios de invitación posible.

En la Preparación se aplica el tercer criterio: la Misión Compartida como camino de Santidad

integral, “todos los bautizados y personas de buena voluntad según sus dones, carismas y ministerios, son el sujeto de la acción”, aquí se busca, de manera dialogada, la

participación corresponsable de todos, de tal manera que muchos hagan poco. Toda la preparación antecede al momento de la ejecución.

En la Ejecución se aplica el cuarto criterio: “concientización, confrontación entre vida y Evangelio” creatividad de la caridad, de esta manera los contenidos que se reflexionen y el modo

en que cada persona presente viva los valores y actitudes durante el desarrollo de la acción darán testimonio de un estilo de vida más cristiano, según la espiritualidad de comunión.

Se coloca el minuto a minuto de la acción que se realiza, servicio “Caridad en acción”.

En la Evaluación, los participantes (agentes y fieles) dan sus aportes, a través de un breve

cuestionario o consulta diseñado por el equipo; la estructura la realiza en sus reuniones ordinarias y con la programación en mano valoran:

• ¿Qué tanto se alcanzaron los indicadores de logro?

• ¿En qué medida se vivieron los valores y actitudes?

La evaluación debe ser objetiva e impulsar a buscar creativamente nuevas y mejores estrategias para vivir la caridad, la participación, la solidaridad y la corresponsabilidad, cada vez en mayor

grado.

5. A cada uno de esos “elementos” se le definen:

• Cómo: corresponde a la forma o manera en la realizaremos cada elemento de

convocación, preparación, ejecución y evaluación. Conviene utilizar verbos. Aquí se aplica

la suficiente creatividad para agotar todos los medios de convocación y llegar a todos.

• Quién: nombre y/o cargo de la persona o las personas que serán responsables de

convocar, preparar, ejecutar y evaluar.

• Cuándo: la fecha en que se va a hacer la convocación, preparación, ejecución y evaluación

• Dónde: el lugar donde se convocará, preparará, ejecutará y evaluará.

• Con qué: diversos recursos o materiales que se utilizarán (económicos y humanos) para la

convocación, preparación, ejecución y evaluación.

• Indicadores de logro: Son instrumentos que proporcionan información cuantitativa y

cualitativa sobre el desenvolvimiento y el logro de la meta; además de permitir medir el avance logrado en orden a la convocación, preparación, ejecución y evaluación. Se redacta

en presente e indica porcentajes de lo logrado en cada elemento.

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Al momento de desarrollar los cómo, quiénes, cuándo, dónde y los con qué, las estructuras y

los equipos buscarán aplicar el quinto criterio, a través de las comisiones implementadas, “poner

a todos los bautizados en condiciones reales de participación, diálogo y corresponsabilidad”, actitudes que se valorarán cuando se evalué.

6. En el apartado de observaciones se colocan algunas puntualizaciones que se crean necesarias.

Se designa un coordinador general de la acción, sólo para esa acción. Su función será verificar que todas las comisiones se realicen plenamente y en la fecha señalada.

Esta tarea la puede realizar cualquier integrante del equipo.

Cuadro de Programación de Acciones

Acción:

Fecha:

Don (de acuerdo a la meta) Actitudes (de acuerdo al valor de la meta)

“Relaciones interpersonales sólidas, sanas y

auténticas”

Método

Elementos Cómo Quién Cuándo Dónde Con qué Indicadores

de logro

Convocación

Preparación

Ejecución

Evaluación

Observaciones

Coordinación:

Para la evaluación se considera qué tanto se alcanzó:

• Los indicadores de logro.

• Don.

• Actitudes.

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¿Cómo propiciar la armonía de las acciones programadas en los diferentes espacios de

comunión?

Para favorecer la armonía de las acciones programadas, durante los fines de semana de cada

mes, existe el siguiente acuerdo entre la Estructura de Conducción.

• La Parroquia programa que sus acciones se realicen: el primero, segundo y quinto fin

de semana del mes.

o Los Sectores programan a fin de la agenda parroquial.

• La Vicaría y el Decanato programa que sus acciones se realicen: el tercer fin de semana

del mes.

• La Diócesis programa que sus acciones se realicen: el cuarto fin de semana del mes.

El Plan Operativo es flexible y dinámico, siempre está abierto a acontecimientos, coyunturas y

actividades extraordinarias que justifiquen y requieran un modo de programar distinto al acuerdo, solamente en su grado de excepción.

¿Para qué sirve un Cronograma de Acciones?

• Se trata de la organización de las acciones según la fecha de su realización.

• Es el resultado de la programación.

• Permite organizar el calendario de manera que las diversas acciones respecto de la

sectorización, evangelización y estructuras pastorales no se crucen o empalmen.

¿Por qué es oportuno, conveniente y vital evaluar?

• Porque sin evaluación no hay crecimiento.

• Porque necesitamos ser conscientes de la presencia de Dios en las acciones que realizamos.

• Porque es grato a Dios, reconocer y agradecer su paso por la comunidad,

• Porque se requiere aprender de la experiencia, mejorar, crecer, medir los alcances, y proyectar las mismas, otras y/o nuevas acciones (emprender nuevos vuelos), a partir de

las necesidades y de los resultados obtenidos.

La evaluación valora los datos objetivos, cuantitativos y cualitativos, que sea posible obtener de la

acción programada. También partiendo de ciertos resultados que se arrojen en coherencia con los mecanismos, instrumentos o formatos utilizados.

Estos datos, interactúan, mediante un abierto, sencillo, sincero, cálido y acogedor diálogo, que en la búsqueda de la verdad en la caridad, nos dispone a hacer un alto en el camino para analizar,

reflexionar y discernir acerca del proceso de renovación pastoral, de acuerdo a las acciones realizadas o no realizadas, de acuerdo con los indicadores de logro a alcanzar, sus dificultades,

sus necesidades, etc.

La valoración de toda la experiencia evaluativa, es un momento fuerte de contemplación, donde el

aprendizaje obtenido debemos dejarlo descansar en la oración, incluso en la celebración, para

ofrecer a Dios los beneficios recibidos, agradecer los logros en la instauración de su Reino, pedir

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perdón por lo que no fue posible realizar, por las fallas y omisiones que cometimos en la

construcción del Reino, y para pedir su ayuda ante las dificultades que nos limitan o las

oposiciones que encontramos en la misión y/o comisión que se nos ha encomendado.

Es la valoración final del proceso de evaluación integral, el motor de nuestras nuevas programaciones.

¿Cuándo se evalúa?

• Se evalúa al terminar una etapa o una fase; si los indicadores de logro de la meta se han

alcanzado en un 85% es posible pasar a la siguiente etapa o fase, trabajando aún ese 15% que quedo pendiente.

• Se evalúa la acción programada, una vez que ha concluido, a través de sus indicadores de

logro, don y actitudes vividas.

¿Quiénes evalúan?

Los que vivieron la acción, agentes y fieles, al concluir la ejecución de la acción.

La estructura o equipo pastoral que realizó la programación, en sus reuniones ordinarias, con la programación y las evaluaciones de quienes vivieron la acción.

Tomemos en cuenta que en el momento de la evaluación, habrá agentes que tendrán más experiencia que otros, tiempos distintos de participar, y distinto grado de integración,

involucramiento y compromiso.

Tanto en la programación y evaluación, y para evitar desalientos y desgastes, es necesaria una

buena coordinación y moderación, para que todos los agentes de pastoral se sientan tomados en cuenta, participen con su aporte, puedan dar alguna palabra, sean escuchados y obtengan el

crecimiento, enriquecimiento y trascendencia, frutos de esta tarea pastoral.

“Solos no, en equipo sí”

Corresponsabilidad operativa en el Plan Pastoral y su repercusión en la Vicaría,

Decanato, Parroquia y Sector

Los planes pastorales convocan, integran e involucran a los agentes de pastoral en sus distintos

momentos de su estudio, análisis, elaboración, difusión, ejecución y evaluación.

Las virtudes de nuestro Plan Diocesano de Renovación/Evangelización (PDR/E), son su método,

pedagogía y didáctica de realización, el cual siempre, ineludiblemente, exige un procedimiento comunitario y de campo, jamás individualista y de escritorio, y a la luz del Evangelio, del

Magisterio episcopal y la Tradición eclesial.

Por designación de los Consejos Pastorales (diocesano y parroquial), y en representatividad de

toda la Iglesia del territorio diocesano, los Equipos de Animación Pastoral (diocesanos, vicariales y parroquiales), son los responsables de la propuesta de elaboración del plan, no como una autoría

particular o corporativa, sino como experiencia eclesial.

Se ha explicado que las estructuras pastorales, entre ellas los Consejos y sus equipos de

animación pastoral (equipo técnico permanente), son todos de servicio, comunión y participación; con el deber de recoger, revisar, sintetizar, redactar y documentar los contenidos, que desde la

experiencia de fe, en la docilidad, impulso y aliento del Espíritu del Señor, son vida de Iglesia. Por

lo tanto, los contenidos del Plan de Pastoral emanan de la visión, diálogo y consensos de la

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comunidad eclesial.

Los grandes aspectos constitutivos del Plan: Ideal, etapa, fase, objetivos de nivel pastoral y meta anual, son los fundamentos del Plan Diocesano, y posterior a su divulgación, deberán ser

visualizados, asumidos y adoptados (y adaptados), mediante el discernimiento personal y comunitario, tanto por la Pastoral Funcional: Niveles, Comisiones, Dimensiones pastorales; como

por la Pastoral Territorial: Vicaría, Decanato, Parroquia y Sectores.

El Plan Diocesano es a la vez brújula y timón, que busca llevar a buen puerto (también

alegóricamente, hacia prados frescos y verdes), al conjunto de acciones pastorales en comunión y

participación eclesial, en el acuerdo y compromiso del itinerario único de proceso de Misión y Evangelización, con etapas, fases, objetivos y metas, en torno a un Ideal, bien definido, claro y

concreto.

Es necesario precisar que el Plan consiste en la integración de los tres elementos ya mencionados:

a) planeación, b) planificación (que actúan en el orden diocesano: niveles, con incidencia en el conjunto de la pastoral territorial) y c) programación, actuante en la acción pastoral vicarial-

decanal, desde su principio de “estructura intermedia”, hasta llegar de manera plena, concreta y realizable a la comunidad parroquial y sectorial.

El actuar de las Estructuras de Conducción: Criterios y orientaciones generales

“En fin, vivan todos unidos, compartan las preocupaciones de los demás, ámense como hermanos,

sean misericordiosos y humildes” (1Pe 3, 8).

La 2a Fase de la primera Etapa del Plan de Pastoral, invita a los pastores a vivir de manera intensa y exponencialmente el propósito de la Fraternidad.

Cada experiencia, cada encuentro, cada diálogo, cada acción, de parte de los pastores, debe ser un momento fraterno, significativo, entre quienes participan en la Estructura de Conducción:

Obispo

Vicarios Episcopales

Decanos Párrocos

Coordinadora o Coordinador de Sector.

Y con sus más cercanos colaboradores, los agentes de pastoral religiosos y laicos; y con la

feligresía y personas de buena voluntad.

Más que un título o cargo, al pastor se le encomienda un determinado servicio, y entre sus más

altas responsabilidades se encuentra el cuidado pastoral de la Iglesia y la atención de la porción del Pueblo a que se le llamó a servir (Cfr. Lumen Gentium No. 28).

Ideal de los Agentes de Pastoral

- El Obispo de la Diócesis de Texcoco es reconocido sucesor de los Apóstoles, Cabeza de la Iglesia Particular, que con su amor y fidelidad a Cristo, pastorea esta Iglesia, a ejemplo del

Buen Pastor con la ayuda del Presbiterio, como principio y fundamento visible de unidad en su Iglesia particular, reúne al Pueblo de Dios por medio del Evangelio y de la Eucaristía en el

Espíritu Santo y convoca a todos en forma permanente y sistemática a ser y hacer Iglesia. El

obispo escucha, esté cerca, se ocupa de las necesidades de los suyos, guía, busca, está atento, siendo solidario y condescendiente.

Es un hombre que da ejemplo de servicio, amor al prójimo, ocupado de sus Presbíteros, confía

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en ellos, los promueve, es amigo cálido, dialogante, transparente, acepta a los olvidados,

generoso, amigo de todos, hombre de Dios que transparenta en su vida el amor de Dios; que

confía en Dios, hombre de oración, hombre santo y principio de unidad.

- El presbítero de la Diócesis de Texcoco, se configura con Cristo Maestro y Buen Pastor, es un hombre maduro, integro, equilibrado e instruido en las ciencias humanas, filosóficas, teológicas

y pastorales. Guiado por la fe vive santamente en la realidad del mundo de hoy un proceso de

conversión, alimentado por la Palabra de Dios, la Eucaristía y la oración.

Como ministro de la misericordia, en comunión con su Obispo y los demás Presbíteros,

evangeliza al Pueblo de Dios, preferencialmente a los pobres. Hace la comunión respetando la diversidad, asumiendo las estructuras pastorales idóneas en la evangelización de su pueblo y

de la transformación social.

Es sencillo en su trato, humilde, pastor con espíritu crítico que interpreta los signos de los

tiempos. Vive comprometido con su pueblo; es libre, veraz, hombre de esperanza, con madurez afectiva, actualizado, abierto, profeta, maestro, santo.

- El Diácono de la diócesis de Texcoco, se siente llamado a vivir en comunión con el Presbítero y

con el Obispo, lo que se manifiesta en su plena disposición para desempeñar en la comunidad

correspondiente, las actividades propias de su ministerio. Tiene clara su identidad y es consciente de sus deberes, principalmente en la dimensión social, coordinando los servicios de

la caridad.

Los Diáconos permanentes son casados, esposos y padres ejemplares; modelos en la

dedicación al hogar y al cuidado de sus hijos. Cada uno es competente en su profesión civil. Económicamente, se sostienen de su trabajo y así pueden ejercer libremente su ministerio.

En su apostolado tienen una larga experiencia de servicio y son reconocidos por la comunidad, especialmente, en la dimensión misionera y en la coordinación y animación de los distintos

sectores territoriales de la Parroquia en la que viven y en la que desempeñan su ministerio. Por lo que se les facilita el ministerio de la coordinación, descubriendo a las personas más

dispuestas y delegando las funciones correspondientes con alegría y humildad. Se ocupan de su

formación permanente para afrontar los retos actuales.

Los que son Diáconos Transitorios, ejercen su ministerio en las parroquias que favorecen más su formación y su gradual incorporación al presbiterio diocesano; por ser originarios de la

diócesis y haberse formado en el propio seminario, han tenido contacto con la cultura y la

realidad pastoral de cada parroquia y de la Diócesis.

Habiendo madurado humanamente y con una sólida formación espiritual y teológica, viven en

plena disponibilidad de su persona y de su tiempo el ministerio que se les encomienda, ejercido siempre en corresponsabilidad. Paso a paso, se han ido alimentando de la Eucaristía y en ella

van configurando su identidad sacerdotal.

- Los consagrados y consagradas de la Diócesis de Texcoco, expresan fielmente su propio

carisma. Están abiertos a los dones y carismas de otros consagrados; se encuentran integrados y al servicio de la Diócesis. Han definido su vocación con madurez, tienen pasión por Cristo y

por su Iglesia. Su servicio es alegre y generoso; son mujeres y hombres de oración, con una fuerte espiritualidad eclesial, que los lleva al compromiso de vivir su carisma en plena

comunión y armonía con el obispo y las instituciones diocesanas.

En cuanto a su formación están actualizados espiritual y humanamente y viven su consagración

como testimonio de caridad y de comunidad, que ejerce un fuerte atractivo para todo el pueblo

de Dios.

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Los religiosos y religiosas que asumen el cargo pastoral de alguna parroquia o de alguna

comisión diocesana atienden este ministerio con fidelidad a su carisma peculiar y al del ministerio de la unidad, que exige vivir en orden a la comunidad eclesial, teniendo siempre

como referencia el plan diocesano de pastoral.

- Los laicos comprometidos de la Diócesis de Texcoco, se desempeñan en distintos ministerios

de coordinación o animación pastoral, están abiertos a los programas y acciones diocesanas y parroquiales; son verdaderos imitadores de Cristo; son signo de comunión por la obediencia y

corresponsabilidad con sus pastores y con la misión de la Iglesia.

Los que pertenecen a diversos grupos, movimientos, asociaciones e instituciones apostólicas.

Se integran siempre a la unidad y coordinación presidida por el Obispo, los Presbíteros y Diáconos y contribuyen así al dinamismo apostólico de la Diócesis.

Cuentan con las estructuras que responden a las necesidades pastorales de su comunidad parroquial o diocesana. Como coordinadores tienen una excelente formación con espíritu

eclesial.

El criterio por excelencia en la tarea del Pastor, en el desempeño de su ministerio ordenado, en

todos los organismos y espacios de actuación de la Estructura de Conducción, es el servicio, generoso, disponible y de entrega, a imagen y semejanza del Señor Jesús que vino al mundo a

servir (Cfr. Mc 10, 45), siendo y haciéndose Camino, Verdad y Vida (Cfr. Jn 14, 6).

Así como lo llevó a término el Señor, hasta el final de su Obra redentora, el Pastor hace vida las

siguientes tres “A”: Amar, Animar, Acompañar, en una entrega total, hasta el rescate de todo el Pueblo de Dios (Cfr. Lc 15, 1-7).

De manera orientativa, los pastores asumen comprometidamente estos cuatro aspectos:

Las tareas: Evangelizar y hacer discípulos de Jesucristo; confiar y esperar en el Señor todos los días hasta que otra vez vuelva.

Los espacios: Primordialmente existenciales, donde se tenga necesidad del amor de Dios, donde falte la alegría, donde falte la esperanza, donde se tenga carencia de vida integral, donde sea que

habiten los hijos de Dios.

Los destinatarios: Los pobres, oprimidos y desamparados, el Pueblo de Dios disperso, alejado y

abandonado; todos los sufrientes a causa del pecado estructural, y a todos los que por diversos motivos y circunstancias no tienen, no pueden, no saben y no quieren, todos ellos necesitados de

la caridad, compasión y misericordia de Dios.

Los sentimientos: Los mismos que Jesucristo, Buen Pastor, Buen Samaritano, que lloró la

muerte de su amigo y llevó vida, que denunció la comercialización en el templo; que, confiando plena y totalmente en el Padre, enfrentó con su vida las consecuencias de su Obra de liberación-

salvación-redención, etc., oponiéndose a toda opresión, dominación, explotación y muerte.

Participación del laicado en las Estructuras de Conducción

Colocamos el Ideal de los agentes laicos porque muchos de ellos, con sus cualidades y

capacidades, siempre de servicio y disponibilidad eclesial, y en comunión con el Obispo y sus

Presbíteros, colaboran en la dirección, coordinación o responsabilidad de alguna tarea pastoral en las diversas instancias eclesiales.

Una figura que es muy necesario resaltar, cuya importancia es mucho más que un coordinador o

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responsable de algún servicio, tarea o equipo pastoral, asociación o movimiento, específicamente

en el ámbito de la Parroquia, es la Coordinadora o Coordinador de Sector1, quien junto con su

Equipo Coordinador de Sector, aman, animan y acompañan, las acciones pastorales, a semejanza del Pastor Propio, en el territorio del sector parroquial.

En el horizonte de la Iglesia Comunión que queremos en nuestra Iglesia diocesana de Texcoco, la

participación responsable, comprometida y colaborativa de la diversidad de agentes, es oportuna,

necesaria y edificante, en la construcción del Reino de Dios y en el proceso de la Santidad Comunitaria, hacia donde nos encaminamos.

1 Cfr. Folleto 2 del Taller de Sectorización: “La Sectorización del Territorio Pastoral”, apartado “El Coordinador

de Sector”, páginas 41-43.

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ANEXO El tema se propuso para el desarrollo de las Asambleas Parroquiales de Pastoral 2020:

Ante la 2da. Fase de la 1ra. Etapa del Plan: -Programar- Para organizar y dinamizar en comunión y participación la Vida

Pastoral de la Iglesia Iniciemos nuestra reflexión con las siguientes interrogantes:

• ¿Programar para hacer lo mismo que hacemos siempre, lo que ya sabemos hacer y porque

ahora nos obliga una nueva tendencia de hacer pastoral en la Iglesia?

• ¿Programar para la eficacia del proceso de Evangelización, que es vida para la comunidad y

hace vida la experiencia de comunión de la Iglesia?

La respuesta correcta será la que dé sentido a nuestro caminar, desde hace 20 años, hacia la

conversión, renovación e instauración del Reino de Dios, en el nivel personal, comunitario y pastoral; camino de fe en la esperanza en Cristo, por el que optó la Iglesia diocesana y parroquial.

Entonces, ¿queremos programar?... ¡Sí! Queremos, podemos y debemos. ¿Por qué?

a) Porque recibimos el llamado (Mandato) a Evangelizar, y con una mirada comprometida para ver, juzgar y actuar la Vida Pastoral de la Iglesia, así nos disponemos a programar

esta Vida, familiar, vecinal, comunal y social, con acciones pastorales, programadas de

manera orgánica, global, integral y de conjunto.

a) Programamos para Evangelizar y para caminar, todos y cada uno en comunión; juntos,

como testigos de la sinodalidad; acompañados, desde la experiencia de la procesualidad,

gradualidad, progresividad y continuidad; y bien unidos y comunicados, en torno a Cristo.

b) Programamos el proceso de Evangelización que da vida, libertad y salvación al Pueblo santo

y pecador de Dios.

c) Programamos para llegar a todos los hombres y mujeres del territorio eclesial, y a cada uno, según su edad, ocupación o condición socioeconómica; desde la perspectiva del servicio

pastoral en el ser y quehacer de la pastoral profética, litúrgica y social; y del impulso de la

vida ministerial de Iglesia, que en formación permanente, hace presente el Reino de Dios; en la acción comunitaria, de comunión y participación, de las estructuras pastorales.

d) Programan los Discípulos(as), evangelizados(as) y evangelizadores(as).

e) Programan los agentes de pastoral-evangelizadores, respondiendo con fe a su vocación-

llamado, desde la diversidad en la unidad según los dones, carismas y ministerios dados por

el Espíritu Santo, puestos en común y al servicio de la Iglesia.

¿Para qué sirve programar?

Para organizar y dinamizar la vida de la Iglesia, en acción pastoral, por lo tanto,

evangelizadora.

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Programar es…2

La programación pastoral es un termómetro para valorar el talante pastoral de una parroquia o diócesis, y todo lo que la compone y constituye, para dar orden y armonía al ser y quehacer

pastoral.

La programación es una herramienta, “un proyecto evangelizador de futuro, en el que se fijan y

coordinan objetivos, metas y acciones”; es un ejercicio necesario de prospección para prever el futuro de nuestra Iglesia (favoreciendo la acción del Espíritu Santo).

¿Por qué y para qué es necesario programar?

o Para hacer posible la Iglesia de comunión y corresponsabilidad: “Dime cómo programas y te diré qué modelo de Iglesia eres”.

o Desclericalizar la Iglesia y evitar “personalismos” o “reinos particulares”: el Reino es uno, y es de Dios, y que ha sido confiado a nosotros.

o Para abrirnos a otras personas y comunidades.

o Reconocer y potenciar los carismas y ministerios del Espíritu.

o Coordinar fuerzas para evangelizar en una sociedad que ya no piensa en cristiano, ya no

siente en cristiano, ni actúa en cristiano.

o Potenciar los equipos de trabajo y vida.

o Crear mentalidad de Iglesia diocesana y de Pastoral de Conjunto.

o Es un signo de los tiempos: Se programan las personas en un proyecto de vida, las familias,

las comunidades, la sociedad, las instituciones y organismos.

o Es la forma de ser efectivos y honrados, de respetarnos como personas y respetar a los

demás, y de potenciar una colaboración seria y generosa.

o Es copiar la “pedagogía de Dios”, que también ha “programado” su Historia de Salvación.

Solo la comunidad que programa:

• Sabe lo que es,

• Sabe dónde está,

• Sabe dónde quiere ir,

• Sabe cómo seguir caminando,

• Es consciente de sus retos, límites y virtudes,

• Se sabe lo penúltimo, al servicio y como mediación del Espíritu Santo y de las personas que

colaboran en el servicio pastoral.

Gracias a la programación se equilibran las cuatro dimensiones que hacen una Iglesia diocesana

2 Berzosa Martínez, Raúl. “Para comprender y vivir la Iglesia diocesana”, Burgos, 1998.

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evangelizada y evangelizadora: Koinonía (Comunión), Diakonía (Servicio), Martyría (Testimonio),

Celebración (Liturgia).

Gracias a la programación se equilibran también las cuatro dimensiones para un sano crecimiento

de las personas y comunidades:

- Anuncio del Evangelio (descubrimiento y actualización del mensaje: Kerigma).

- Personalización de la fe (conversión).

- Compromiso eclesial y social (praxis de la fe desde la experiencia del discipulado y vivencia de los carismas y ministerios).

- Inserción eclesial (vivencia comunitaria).

La programación sirve:

a) Para ser mejores discípulos del Señor haciendo experiencia vital la Espiritualidad de Comunión, de manera honesta, sincera y dispuesta. Es creer en el Señor, creer en los demás,

creer en uno mismo, en sus cualidades y valores, también como experiencia del Espíritu.

b) Para ir perfeccionando nuestro modelo de Iglesia, de Iglesia en conversión, renovación y en

Salida.

a) Para crear y asumir juntos los objetivos; diseñar y construir la pista de aterrizaje de todas y

cada una de las acciones pastorales. La programación se convertirá en nuestro termómetro para el seguimiento, acompañamiento, verificación y hasta rectificación de la acción

(evaluación). También será nuestra base de lanzamiento de nuevos proyectos

pastorales.

c) Para crecer en la confianza en el Espíritu de Jesús, quien con total obediencia llevó a cumplimiento, con fidelidad, la Voluntad del Padre. Saber reconocer, valorar y aceptar el

Querer de Dios, que se hace presente en el territorio diocesano y parroquial.

Hay muchos otros valores que se harán presentes en el esfuerzo de programar. Por ahora no cabe

señalarlas todas, porque se harán vida y experiencia de amor entre las discípulas y discípulos de Jesús en la programación pastoral.

Para favorecer la claridad del proceso de programar:

Programar es el mejor camino para que todas y cada una de las acciones pastorales adquieran la

necesaria, puntual y oportuna planificación, organización, coordinación, articulación, comunicación, evaluación, de manera orgánica, global, integral, procesual, sistemática y gradual,

para que la Diócesis y la Parroquia den vida, y vida en abundancia, así como nos enseñó Jesús, en el servicio y en el amor.

La programación deberá ir corrigiendo algunos vicios o defectos individuales y los tropiezos de los primeros intentos del trabajo en equipo, trabajo colaborativo y comunitario, donde cada uno de

los miembros, emprendan la búsqueda constante de conducirse con respeto, paciencia, tolerancia, armonía, alegría, libertad, fraternidad, solidaridad y corresponsabilidad, pero siempre juntos.

La programación aportará el espacio preciso para hacer vida la Etapa, Fase, Objetivos y Metas, del Plan Diocesano de Renovación/Evangelización pastoral.

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Por si faltaran… algunas precisiones:

o O se programa en comunión, o no se programa en la opción pastoral y en línea del Evangelio.

o O se programa con todos, o no se programa con sentido eclesial y de presencia del Reino.

o O se programa con fe, o no se programa desde el corazón y Espíritu del Señor.

o O se programa con esperanza, o no se programa desde la mirada prospectiva y en la

experiencia de la santidad.

o O se programa con caridad, justicia, solidaridad y fraternidad, o no se programa para la vida,

según el proyecto del Padre.

¿Qué justifica la tarea de programar?

Nuestra fuente es el Evangelio y la reflexión del Concilio Vaticano II, para Creer, Celebrar, Vivir, la

fe de la Iglesia Católica.

Un análisis de los textos conciliares3 nos lleva a resaltar principalmente que la persona cristiana se

comprende desde el misterio de Jesucristo y el misterio de la Trinidad, en la Iglesia y en el mundo. Desde esta consideración del misterio de Cristo, la espiritualidad cristiana se ilumina en

cuatro puntos nucleares:

a) El misterio de la comunión con Dios. La espiritualidad del cristiano se fundamenta en la

iniciativa de Dios que nos introduce en el misterio de su Vida por el don de la Palabra de Dios y la Liturgia (Dei verbum y Sacrosanctum concilium).

b) La llamada universal a la santidad y a la misión apostólica. Cristo introduce al cristiano en la santidad de la vida trinitaria y lo asocia a su misión (Lumen gentium y Apostolicam

actuositatem, y los documentos más específicos como Presbyterorum ordinis y Perfectae caritatis).

c) La espiritualidad en el mundo y para la transformación del mundo. El cristiano tiene la tarea de transformar el mundo y elevarlo hacia Dios, porque la caridad cristiana es

compromiso con el mundo (Gaudium et spes).

d) Una Evangelización, nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión (Evangelii

nuntiandi)

Nuestra mayor apuesta en la Iglesia y en el mundo: La Espiritualidad de Comunión

“La comunión es la manifestación del amor que surge del corazón del Padre y se derrama en

nosotros a través del Espíritu de Jesús resucitado” (cf. Rom 5,5); la comunión hace de nosotros “un solo corazón y una sola alma” (Hech 4, 32)”. La koinonía, es ante todo un Don de Dios que

debemos implorar y acoger personal y comunitariamente, como lo expresó Jesús: “Como tú,

Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Jn 17, 21).

La experiencia de comunión nos llama a ser servidores unos de otros. Servir al hermano en todas

las circunstancias; en nuestro caso específico, servir en la tarea de programar. En la Carta

Apostólica “Novo Millennio Ineunte”, el Papa san Juan Pablo II coloca la comunidad como la

3 Marti, Pablo. “La espiritualidad cristiana en el Concilio Vaticano II”, Facultad de Teología Universidad de

Navarra, 2013.

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imagen clave de la nueva evangelización: “Nuestra programación pastoral se inspirará en el

«mandamiento nuevo» que él nos dio: «Que, como yo os he amado, así os améis también

vosotros los unos a los otros» (Jn 13, 34). Otro aspecto importante en que será necesario poner un decidido empeño programático, tanto en el ámbito de la Iglesia universal como de las iglesias

particulares, es el de la comunión, que encarna y manifiesta la esencia misma del misterio de la Iglesia” (NMI 42). El Papa agregó: “Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión es el

gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al

designio de Dios y responder a las esperanzas del mundo”. Y para responder a este desafío, lo primero que el Papa señala es “promover una espiritualidad de comunión, como principio

educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano, donde se educan los

ministros del altar, las personas consagradas, los catequistas y los agentes de pastoral, y donde se construyen las familias y las comunidades” (NMI 43).

Llamados a vivir en comunión

Lo confirmaron los Obispos de América Latina y el Caribe en el Documentos de Aparecida:

- La Iglesia es comunión en el amor. Esta es su esencia y el signo por la cual está llamada a ser reconocida como seguidora de Cristo y servidora de la humanidad. El nuevo mandamiento es lo

que une a los discípulos entre sí, reconociéndose como hermanos y hermanas, obedientes al

mismo Maestro, miembros unidos a la misma Cabeza y, por ello, llamados a cuidarse los unos a los otros (1 Co 13; Col 3, 12-14). (DA 161)

- La diversidad de carismas, ministerios y servicios, abre el horizonte para el ejercicio cotidiano de la comunión, a través de la cual los dones del Espíritu son puestos a disposición de los

demás para que circule la caridad (cf. 1 Co 12, 4-12). Cada bautizado, en efecto, es portador de dones que debe desarrollar en unidad y complementariedad con los de los otros, a fin de

formar el único Cuerpo de Cristo, entregado para la vida del mundo. El reconocimiento práctico

de la unidad orgánica y la diversidad de funciones asegurará mayor vitalidad misionera y será signo e instrumento de reconciliación y paz para nuestros pueblos. Cada comunidad está

llamada a descubrir e integrar los talentos escondidos y silenciosos que el Espíritu regala a los fieles. (DA 162)

- En el Pueblo de Dios, “la comunión y la misión están profundamente unidas entre sí… La comunión es misionera y la misión es para la comunión”. En las iglesias particulares, todos los

miembros del pueblo de Dios, según sus vocaciones específicas, estamos convocados a la santidad en la comunión y la misión (DA 163)

Desde la experiencia de los discípulos de Jesús, el numeral 155 del Documento de Aparecida afirma: “Los discípulos de Jesús están llamados a vivir en comunión”, porque, numeral 156: “La

vocación al discipulado misionero es con-vocación a la comunión en su Iglesia”. Por último, en el

numeral 158, señala que: Al igual que las primeras comunidades de cristianos, hoy nos reunimos asiduamente para “escuchar la enseñanza de los apóstoles, vivir unidos (y en comunión) y

participar en la fracción del pan y en las oraciones” (Hech 2, 42).