Psicoanálisis y delirio 2 freud -la histeria

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PSICOANÁLISIS Y DELIRIO DE LA HISTERIA A LAS FANTASÍAS: DE 1906 A 1908

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PSICOANÁLISIS Y DELIRIO

DE LA HISTERIA A LAS FANTASÍAS: DE 1906 A

1908

“El delirio y los sueños en la Gradiva de W. Jensen” (1906-1908)

Con este texto Freud separa al delirio de las histerias y retoma lo que hasta ahora había

planteado. El delirio contiene algo de verdad y va a agregar: eso verdadero que estuvo

por largo tiempo reprimido va a conseguir abrirse paso hasta la conciencia y llegará en

forma desfigurada, lo acompaña un gran sentimiento de convencimiento, a lo que

añade: la función de este sustituto desfigurado es proteger al yo de cualquier crítica.

A lo que apunta Freud es al carácter de equivocidad

que se encuentra en la formación del sueño y del delirio. Solamente un proceso

donde se juegue la verdad, es posible

que presente equivocaciones.

Freud resalta dos características principales en el delirio.

Una es la expresión de tal estado patológico en lo anímico y

no en lo corporal y la otra es el lugar en el que las fantasías alcanzan su poder

supremo convirtiéndose en creencias

inamovibles. Tales fantasías influyen en el actuar de

los enfermos. En el caso del cuento de W. Jensen, Freud dice que de lo que se trata es

de fantasías delirantes. Fantasías que son

resultado de un compromiso entre dos estados anímicos.

Es a partir de aquí que Freud plantea a las fantasías como precursoras del delirio, es

decir, la fantasía ya no es la delirante. Ellas son sustitutas de recuerdos reprimidos en

los que una vez que la censura cede, éstos llegan a la conciencia de manera

desfigurada. Estos recuerdos devienen en fantasías y después en delirios. Freud

vuelve al punto: el delirio tiene relación con recuerdos infantiles reprimidos.

En “Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad” (1908)

Freud va a añadir que la base de las formaciones delirantes de los

paranoicos son componentes sadomasoquistas de la pulsión sexual,

al igual que en las fantasías inconscientes de los histéricos.

Es decir, por un lado equipara las fantasías de los histéricos con las

fantasías de los delirantes paranoicos y por otro agrega un nuevo componente al delirio:

la pulsión sexual.