Renoir en el prado

28
1 Renoir en el prado

description

Renoir en el Prado

Transcript of Renoir en el prado

Page 1: Renoir en el prado

1

Renoir en el prado

Page 2: Renoir en el prado

2

EL PRADO ACOGE EL CLASICISMO Y LA

MODERNIDAD DE RENOIR

La exposición del museo madrileño repasa todos los géneros que cultivó el

artista francés: el retrato, la figura femenina, el desnudo, el paisaje, la

naturaleza muerta y las flores

El Museo del Prado acoge la primera monográfica en España dedicada al

maestro impresionista francés: reúne 31 obras procedentes de la colección

del Clark Art Institute (Massachusetts). La mayoría de estas obras nunca se

han visto en nuestro país.

Este otoño, los museos e instituciones artísticas de nuestro país apuestan fuerte en sus

programaciones por mostrar fondos de renombradas colecciones internacionales, tanto

públicas como privadas, en lugar de exposiciones de producción propia. Crisis obliga.

Así, el Guggenheim de Bilbao reúne fondos del Städel Museum de Fráncfort; la Fundación

Mapfre, de la Phillips Collection de Washington... Pero el mayor desembarco lo ha hecho el

Clark Art Institute de Williamstown (Massachusetts), que abrió sus puertas en 1955 con la

colección que atesoraron Sterling y Francine Clark. Entre sus tesoros, obras de Piero della

Francesca, Ghirlandaio, Homer, Sargent, Jérôme... Por un lado, ha prestado importantes obras

de Degas, que se miden estos días con Picasso en el museo del artista español en Barcelona.

Por otro, ha vaciado sus salas de Renoir para la primera monográfica que se dedica al maestro

impresionista francés en España, concretamente en el Prado.

No es una completa retrospectiva de Renoir, como la que recientemente ha organizado el

Grand Palais de París (y que después se ha visto en Los Ángeles y Filadelfia), con dos

centenares de pinturas. Una lástima que el Prado no coorganizara esa exposición. Hay que

conformarse, pues, con esta pequeña gran muestra de 31 obras —casi toda la colección de

Renoir del Clark Art Institute—, en su mayoría de su primera etapa creativa.

Tan generoso préstamo ha sido posible gracias a un acuerdo de colaboración entre el Prado y

la institución norteamericana. Como contrapartida, el museo español cederá un puñado de

obras maestras (desnudos) en 2014, cuando se inaugure la ampliación del Clark Art Institute,

proyectada por Tadao Ando.

Todos los géneros del pintor

Patrocinada por la Fundación BBVA, la exposición del Prado repasa —en una sala anexa a la

galería central— todos los géneros que cultivó el artista francés: el retrato, la figura femenina,

el desnudo, el paisaje, la naturaleza muerta y las flores.

Está Renoir en muy buena compañía, junto a maestros como Velázquez y Tiziano, a los que

tuvo oportunidad de admirar en su visita al Prado en 1892.

Page 3: Renoir en el prado

3

«En este museo —comenta su director, Miguel Zugaza— se puede entender el clasicismo

refinado de Renoir». Zugaza compara la pasión coleccionista de Sterling Clark por Renoir con

la que tuvieron monarcas españoles por otros artistas: Felipe IV por Velázquez y Rubens;

Felipe II por El Bosco... « ¿Es una buena idea exponer estas obras de Renoir en el Prado?», le

preguntó Michael Conforti, director del Clark, a Zugaza. No lo tenía muy claro. Pero confiesa

que, una vez vista la muestra, cree que es un acierto: «Se ve aquí a Renoir con ojos nuevos».

De la mano de los comisarios —Javier Barón y Richard Brand— recorremos las principales

obras de Renoir, que Sterling Clark adquirió a lo largo de cuatro décadas, entre 1916 y 1952,

cuando compra «Muchacha cosiendo» y «Frutero con manzanas», respectivamente. En las

paredes del Prado cuelgan sus «Cebollas», cuadro favorito de Clark y un «tour de force» del

artista por su textura, color...

También sus célebres bañistas desnudas, que pinta tras su primer viaje a Italia en 1881, donde

descubre a Rafael, Rubens, Tiziano... Especialmente exquisito por su dibujo, «Bañista

peinándose». No faltan sus floreros —tema que fascina al pintor—, ni sus paisajes —destaca

«La barca-lavadero de Bas Meudon»—. Pero, por encima de todo, fue un maestro del retrato

y un amante de la figura femenina.

En la muestra hay ejemplos soberbios. La joya de la colección es «Palco en el teatro», una de

las obras más importantes de Renoir. También lo son el «Retrato de Madame Monet» y uno

de los dos autorretratos presentes en la exposición, de 1875. Pintor de museos, Renoir

derrocha sensualidad a raudales en esta treintena de bellísimas pinturas y preconiza una nueva

modernidad, de la que más tarde tomarían el testigo Picasso y Matisse.

Dos muchachas leyendo en el jardín, 1890. Óleo sobre lienzo 46 x 55 cm.

Esta obra no forma parte de la colección, pero es un adelanto de los que nos espera por ver

Page 4: Renoir en el prado

4

Retrato de una joven (L’ingénue) - 1876

Óleo sobre lienzo, 55,7 x 46,4 cm.

La joven, de busto y vestida a la moda de

la época, aparece ante un fondo de

suaves tonos verdes y azules. Esta falta

de definición sugiere que se encuentra en

un exterior. Las capas de pintura son

finas y hechas a base de amplias

pinceladas, al tiempo que aplicaciones de

color más espesas conforman el pañuelo

y el gorro, y pequeños toques más sutiles

definen los principales aspectos de la

composición, como el rostro y la mano

izquierda.

El gesto de esta mano, la mirada franca y

el escenario al aire libre, invitan a pensar

en una interpretación anecdótica o

romántica.

- 1 -

Madame Claude Monet leyendo – 1872

Óleo sobre lienzo, 61,6 x 50,3 cm.

Renoir retrató a Camille Doncieux

(casada con Monet en 1870) la pintura

suele fecharse en 1872. Su pequeño

tamaño, la pincelada fragmentada y el

colorido combinado hacen pensar a los

expertos que seguramente fue realizado

en una fecha posterior. Además, Renoir

trabajaba entonces con Monet en

Argenteuil, al noroeste de París. La

colección Calouste Gulbenkian de

Lisboa posee uno de ellos, Madame

Monet recostada en un sofá (1874), en

el que la dama lleva el mismo vestido:

una especie de caftán turco que entronca

con el gusto por la decoración y los

efectos exóticos inspirados en Japón,

tan del gusto de Monet. ―Por el acento

en el carácter decorativo que domina la

composición, este cuadro parece

anticipar las obras de Vuillard en la

última década del siglo y explica

también la fascinación de Matisse por

Renoir‖.

- 2 -

Page 5: Renoir en el prado

5

La barca-lavadero de Bas-Meudon, 1874.

Óleo sobre lienzo, 50 x 61 cm.

Realizado a mediados de la década de

1870, éste es uno de los paisajes más

experimentales e inesperados de Renoir

y así lo señala el profesor John House

en las completas fichas realizadas para

el catálogo del Prado. ―Del primer

momento impresionista, es también uno

de los paisajes más característicos por la

riqueza del color, cuya luminosidad

destaca sobre una ligera imprimación

blanca y por la suavidad de su

ejecución. La pintura muestra el

afluente del Sena a su paso por Meudon.

La barca-lavadero, que utilizaban las

clases humildes para lavar la ropa,

ocupa el lugar central, aunque todas las

formas se tratan con la misma pincelada

ligera y suave, y en la composición no

hay un foco de atención particular. Pero

el asunto y el tratamiento de la pintura

la convierten en ejemplo paradigmático

de paisaje impresionista.

- 3 -

El puente de Chatou, 1875.

Óleo sobre lienzo 51,1 x 65,4 cm.

Renoir empezó a pintar en el restaurante

Fournaise, en el pueblo de Chatou, hacia

1875. Este lienzo representa el pueblo visto

desde ese enclave, con el puente que por

entonces atravesaba el río (el actual está

más al sur y las casas han desaparecido).

Escribe el profesor House que “estamos

ante uno de los paisajes de Renoir que

menor atención presta a la naturaleza”. En

realidad El puente de Chatou se parece

muchísimo a las vistas del puente de

Argenteuil que había pintado Monet el año

anterior (probablemente siguió su ejemplo

de manera deliberada) y así lo reitera

Javier Barón: “Aunque obra del periodo

más impresionista de Renoir, aquel en el

que su pintura estuvo más próxima a la de

Monet, la peculiaridad de su estilo se

muestra en el carácter de su ejecución,

más disuelta en manchas y menos regular

en su pincelada, y de su colorido, en el que

destacan los profundos azules”.

- 4 -

Page 6: Renoir en el prado

6

Autorretrato, 1875.

Óleo sobre lienzo, 39,1 x 31,7 cm.

Pequeño y de ejecución informal e

improvisada, Renoir se retrata

elegantemente vestido pero con

cabellos, y barba, desaliñados y la

expresión alerta, incluso nerviosa, con

la mirada fija en la distancia, más allá

del espectador. ―De excepcional

intensidad, este autorretrato muestra una

de las pinturas de mayor expresividad

del artista, con una ejecución muy

vigorosa, de una modernidad franca y

directa‖, comenta Barón.

De hecho, es una pintura muy diferente

al estilo suave y delicado que Renoir

suele emplear en sus retratos.

Considerada una de las obras maestras

del pintor francés. En la muestra se

puede ver otro Autorretrato, ya de

mayor, pintado en 1899.

- 5 -

Muchacha haciendo ganchillo – 1875

Óleo sobre lienzo, 73,5 x 60,3 cm.

El lienzo representa a una joven en un

interior doméstico.

La chimenea, el vaso y el jarrón parecen

sugerir una residencia de clase media,

aunque la sencillez de la ropa de la

muchacha indica que podría tratarse de

una sirvienta.

El cuadro ocupa un lugar especial en la

colección de obras de Renoir que reunió

Clark, pues es la primera pintura del

artista que adquirió.

La compró en 1916, a pesar de tener

dudas sobre ella. Al final no sólo la

retuvo, sino que ejemplificaría los gustos

del coleccionista durante los siguientes

cuarenta años.

- 6 -

Page 7: Renoir en el prado

7

Père Fournaise - 1875.

Óleo sobre lienzo, 59 x 47 cm.

Alphonse Fournaise es el personaje de

este retrato, de gran calidez de su

periodo impresionista, en el que su

ejecución con una pincelada amplia que

acaricia las superficies está en

consonancia con la afabilidad del

personaje representado. Entre 1875 y

1881 Renoir eligió el establecimiento de

Fournaise como escenario de varias de

sus pinturas, como El almuerzo de los

remeros. Allí realizó este retrato donde

el propietario del restaurante posa

fumando una pipa, con el codo sobre la

mesa y dos vasos de cerveza ante él.

Una pintura claramente relacionada con

el lienzo de Manet Le Bon Bock. Para

el profesor House, ―la referencia es tan

clara que hubo de ser deliberadamente

buscada por parte de Renoir‖. Aunque

la gama de tonos y colores es lo que

más diferencia a los dos retratos:

mientras en Renoir la paleta es fresca y

luminosa, con azules y blancos, Manet

opta por tonalidades más oscuras.

- 7 -

Tama, el perro japonés – 1876

Óleo sobre lienzo, 38,2 x 46,2 cm.

Tama, un perro japonés, perteneció al

célebre coleccionista Henri Cernuschi.

Los orígenes del perro japonés son

oscuros, pero durante siglos fue una de

las razas favoritas de la familia imperial

japonesa.

El nombre del perro aparece escrito en el

extremo superior del lienzo. Renoir situó

a Tama ante un fondo de ocres y azules

ejecutado con una pincelada muy suelta,

lo que podría evocar alguna pieza de

mobiliario, más que la decoración de un

pavimento.

El trazo rosa en el cuello de Tama,

probablemente una cinta, vincula al

animal con los tonos cálidos del fondo.

- 8 -

Page 8: Renoir en el prado

8

Muchacha con abanico - 1879-1880.

Óleo sobre lienzo 65,4 x 54 cm.

Las pinturas coleccionadas por Sterling

y Francine Clark permiten recorrer

algunas de las etapas más destacadas de

la trayectoria de Renoir entre 1874 y

1900.

Se trata de un retrato de Jeanne Samary,

célebre actriz de la Comèdie Française,

aunque los rasgos del rostro son tan

genéricos que recuerdan, a los de otras

jóvenes pintadas por Renoir. El abanico

que lleva refleja el interés de la época

por el arte japonés, que se puso de moda

tras las Exposiciones Universales de

Paris de 1867 y 1878. La asimetría de la

composición responde también a esa

atracción por lo oriental, a pesar de que

Renoir aseguraría posteriormente que

no le gustaba el arte japonés.

- 9 -

Thérèse Berard – 1879

Óleo sobre lienzo, 55,9 x 46,8 cm.

Thérèse Berard, de trece años, hija del

banquero y diplomático Paul Berard, se

vuelve hacia el espectador verstida con

blusa blanca, gran lazo azul y cuello de

encaje. La modelo baja recatadamente

la mirada y lleva la larga melena

cuidadosamente peinada con raya al

medio. Según su hijo a Thérèse nunca le

gusto el retrato, pues la blusa que solían

vestir los niños en el campo, le parecía

poco elegante. Sin embargo a Sterling

Clark le agradaba mucho y lo describió

en su diario como ‗uno de los mejores

retratos que he visto nunca de Renoir‘.

- 10 –

Page 9: Renoir en el prado

9

Estudio para ‘Escena de Tannhäuser – Tercer

Acto’ – 1879

Óleo sobre lienzo, 54,8 x 65,7

Esta pintura forma parte de una pareja de

lienzos sobre la ópera de Wagner,

Tannhäuser, encargados a Renoir por el

psiquiatra Emile Blanche.

Tannhäuser cuenta la historia de un

compositor e intérprete que, al tiempo

que gana un torneo de trovadores,

conquista el mor de una joven.

El estudio muestra la figura desnuda de

Venus, enamorada de Tannhäuser, al

comienzo de la ópera.

En el grupo de figuras de la derecha

aparece el propio héroe tendiendo los

brazos hacia la diosa.

El vigoroso estudio de Renoir capta algo

de energía teatral de una representación

Operística.

- 11 -

Puesta de sol – 1879

Óleo sobre lienzo, 45,7 x 61 cm.

A diferencia de muchos paisajes de

Renoir, Puesta de sol es un bosquejo

rápido de un efecto lumínico dramático.

Estamos ante un punto de vista elevado,

probablemente un acantilado; sólo la

pequeña barca da idea de la escala y

constituye un indicio de presencia

humana.

El mar ha sido muy trabajado con capas

superpuestas de color que producen un

efecto líquido.

En cambio el cielo está pintado mediante

amplias y rápidas franjas.

A pesar de la diferencia en la pincelada,

Renoir logró dotar a la pintura de una

armonía de conjunto gracias al uso del

color.

- 12 -

Page 10: Renoir en el prado

10

Palco en el teatro (En el concierto) - 1880.

Óleo sobre lienzo 99,4 x 80,7 cm.

Este Palco es el último lienzo de una de

las series más ambiciosas de Renoir,

todas con el teatro como escenario y

con los espectadores de la ópera como

protagonistas. Para Javier Barón, ―el

gusto del artista por la representación de

hermosas muchachas, que pintó con

delicada sensualidad, encuentra aquí

uno de sus más destacados ejemplos,

enriquecido en su cromatismo y sus

calidades por la presencia de las flores y

de las telas‖. Además, la historia que

hay detrás del lienzo no deja de ser

curiosa: el análisis de rayos X muestra

una figura masculina en el extremo

superior derecho. Probablemente era el

retrato de Edmond Turquet, el entonces

subsecretario de Estado de Bellas Artes,

a quien parece ser que Renoir pintó

junto a sus hijas. La pintura no le gustó

y el interior doméstico se convirtió en el

palco de teatro, y así, el retrato familiar

en pintura de género.

- 13 -

Muchacha dormida – 1880

Óleo sobre lienzo, 120,3 x 91,9 cm.

La modelo ha sido identificada como

una joven de Montmartre conocida por

sus muchos amantes y la expresividad

de su argot. A pesar de que Renoir

podría haberla representado

simplemente cansada tras una larga

noche, optó por un género bien

conocido, el de la modelo femenina

sorprendida en una pose informal. Los

toques eróticos invaden la pintura: las

piernas abiertas, el hombro desnudo, el

gato en el regazo. La hábil pincelada del

artista hace de esta obra un ejemplo

especialmente exquisito de su arte.

- 14 -

Page 11: Renoir en el prado

11

Peonías - 1880.

Óleo sobre lienzo, 54,3 x 65,7 cm.

Este cuadro está considerado como una de

las mejores composiciones de flores de

Renoir, “no sólo por la frescura y vivacidad

con que están pintadas las flores -explica el

comisario-, sino por su movimiento,

acentuado por el brío de la pincelada que

dinamiza las masas de color y acentúa la

sensación de expansión del motivo, cortado

por los bordes del lienzo”.

De hecho, esta pintura ejemplifica el modo

en que Renoir llenaba el lienzo, llegando

hasta los márgenes y evitando así todo

espacio abierto o vacío. Para John House,

esta obra es también comparable a las

pinturas de flores que realizó Monet en la

década de 1880, aunque esta obra crea un

efecto aún más fluido y exuberante que el

de Monet.

“Pintar flores me relaja. No tengo la misma

tensión que cuando estoy cara a cara con

un modelo”, dijo Renoir.

- 15 -

Bocetos de cabezas (Los niños Bérard) – 1881

Óleo sobre lienzo, 62,6 x 81,9 cm.

Entre 1879 y 1884, Renoir pintó varios

lienzos para el diplomático y banquero

Paul Berard.

Satisfecho con un retrato que había

hecho de su hija mayor, Paul invitó al

artista a su residencia dispuesto a

encargarle nuevos lienzos, y el pintor se

convirtió en un buen amigo de la familia

y en un huésped habitual de la residencia

que tenía en el campo, a las afueras de

Dieppe.

En este lienzo, Renoir pinta los rostros de

los niños desee varios ángulos: leyendo,

sentados con la espalda erguida mientras

posan, o durmiendo.

- 16 -

Page 12: Renoir en el prado

12

Palacio Ducal de Venecia – 1881

Óleo sobre lienzo, 54,5 x 65,7 cm.

Esta vista típica de Venecia representa

el Palacio Ducal, el campanile de San

Marcos y la plaza de San Marcos.

Renoir viajó por Italia entre 1881 y

1882, con la intención de perfeccionar

el dibujo mediante el estudio

pormenorizado de las obras de los

maestros antiguos. En Venecia, Palacio

Ducal, el pintor aúna la precisión

topográfica con la pincelada

impresionista, empleando manchas de

color claro que sugieren los perfiles de

los edificios y el reflejo de la luz del sol

en el agua.

- 17 -

Bahía de Nápoles al atardecer – 1881

Óleo sobre lienzo, 57,9 x 80,8 cm.

Para esta vista de la bahía de Nápoles,

Renoir optó por una pincelada más

sosegada, en comparación con la

enérgica ejecución de Venecia, Palacio

Ducal, pintada un mes antes.

El artista solía recurrir a distintas

técnicas en lienzos realizados en el

mismo periodo.

Y aunque el bullicioso tráfico de la

calzada recuerda a sus escenas de los

muelles y bulevares de Paris, los

detalles son inconfundiblemente

napolitanos, como la mujer del extremo

inferior derecho con un fardo sobre la

cabeza o la figura que, corriendo junto

al carruaje, acarrea agua a la espalda.

- 18 -

Page 13: Renoir en el prado

13

Cebollas – 1881

Óleo sobre lienzo, 39,1 x 60,6 cm.

En contraste con las elaboradas pinturas

de flores, como Peonías, Cebollas

presenta una imagen relajada e

informal. Fue realizado en Nápoles,

durante la estancia del pintor en Italia, a

finales de 1881. Cebollas muestra un

gran parecido con Frutas del Midi del

Art Institute de Chicago, también de

1881. Ambos lienzos de Renoir son

comparables a otros bodegones de

Claude Monet, como Bodegón con

manzanas y uvas, de 1880, y bien

distintos de los trabajos que Cézanne

realizaba en aquellos años, menos

informales y más rigurosamente

estructurados. Dos años después, en

cambio, en Frutero con manzanas

(1883), que también se puede ver en la

exposición, el ejemplo de Cézanne sería

determinante.

- 19 -

Bañista rubia – 1881

Óleo sobre lienzo, 81,6 x 65,4 cm.

Cuando se mostró por primera esta

pintura en Francia, se comprobó

inmediatamente que la técnica marcaba

un cambio en la carrera del artista. ―El

conocimiento de los grandes maestros

del Renacimiento italiano, en su viaje a

Italia 1881, le llevó al motivo femenino,

que trató con una sensualidad ligera y

aérea que evoca a los maestros

franceses del siglo XVIII‖. Tanto en la

pose como en la amplitud de las formas

femeninas hay ecos de las deidades

femeninas de la decoración de los

frescos de la Villa Farnesina de Rafael;

de la Betsabé de Rembrandt que Renoir

había conocido en el Louvre y, de

manera más genérica, de las distintas

versiones de Tiziano de Venus del

espejo. La sencilla forma piramidal de

la Bañista rubia le otorga

monumentalidad, un aire aparentemente

más eterno: una imagen icónica de la

feminidad.

- 20 -

Page 14: Renoir en el prado

14

Niña con un ave (mademoiselle Fleury

vestida de argelina – 1882

Óleo sobre lienzo, 126,49 x 78,1 cm.

Renoir hizo esta pintura de una niña

europea vestida de argelina en su

segunda visita a Argelia en 1882.

La identidad de la modelo no está clara;

el lienzo podría ser un retrato o una

fantasía de contenido exótico. Las

pinturas orientalistas estaban de moda

en la Europa de la época.

Con todo, a pesar de la indumentaria de

la figura y el marco en el que se

desenvuelve la escena, la pintura está

firmemente enraizada en una tradición

europea, al modo de los muchos lienzos

frívolos y coquetos en los que se

representan mujeres con aves de

compañía.

- 21 -

Marie-Thérèse Durand-Ruel cosiendo – 1882

Óleo sobre lienzo, 64,9 x 54 cm.

La modelo, representada aquí con

catorce años, era la hija del perspicaz

marchante francés Paul Durand-Ruel,

que impulsó la carrera de los pintores

impresionistas a través de sus galerías

de Paris, Londres y Nueva York.

Parte del lienzo (el cabello y el vestido

de la muchacha, el follaje del fondo y

las flores del extremo inferior izqdo.),

está tratado con la pincelada suelta

propia del estilo impresionista,

sumariamente modelada mediante

toques de brillo o colorido.

En 1937, Sterling Clark anotó en su

diario que la obra producía una gran

impresión.

- 22 -

Page 15: Renoir en el prado

15

Marea baja, Yport – 1883

Óleo sobre lienzo, 54 x 65 cm.

A pesar de que Yport, en la costa de

Normandía, adquirió popularidad

gracias a su casino, la pintura de Renoir

elude su condición de lugar turístico.

En cambio incluye a los pescadores

locales, con su pequeña barca y las

sumarias figuras sobre las rocas.

El principal foco de interés son las

propias rocas y el paisaje iluminado por

el sol de la bahía más alla.

Las rocas y el mar en primer plano está

sugeridos mediante pinceladas sueltas y

paralelas; mientras que el color y la

textura dan vida a los reflejos de la luz

del sol.

- 23 -

Vista de Guernsey – 1883

Óleo sobre lienzo, 46 x 55,7 cm.

Guernsey es una de las islas del Canal

de la Mancha, cercana a Normandía.

Todos los lienzos que Renoir realizó allí

representan la bahía de Moulin Huet.

Esta vista muestra el panorama de la

bahía desde un lugar situado a mitad del

camino e incluye Cradle Rock, uno de

los puntos característicos del paisaje.

Detrás, al final de un lejano

promontorio, hay un grupo de rocas

conocido como los Pea Stacks.

Aparte del camino brevemente sugerio,

no hay signo de presencia humana y la

atención se centra en el juego de luz y

color a través del follaje, las rocas y el

cielo

- 24 -

Page 16: Renoir en el prado

16

Frutero con manzanas – 1883

Óleo sobre lienzo, 54,1 x 65,3 cm.

En este bodegón el tema se presenta de

manera directa: las manzanas maduras y

las aún verdes han sido cuidadosamente

apiladas en un gran frutero, cuyas

formas se distinguen de los rosas pastel

y de las lavandas de la pared.

Sobre la mesa hay otras que resultan

menos visibles debido al dibujo del

mantel.

Mientras que la mayor parte de la fruta

está fresca y en perfecto estado, la

manzana del primer término muestra

indudables signos de putrefacción, algo

inusual en la obra de Renoir, que más

bien suele celebrar la vida y la belleza.

- 25 -

Bañista peinándose – 1885

Óleo sobre lienzo, 91,9 x 73 cm.

Una pintura de J.Auguste-Dominique

Ingres (La Bañista de Valpinçon) tenía

Renoir en mente cuando pintó esta obra,

dentro de la serie de desnudos

femeninos sentados y vistos de

espaldas. Es una de sus figuras de

perfiles más precisos y duros que el

artista pintó durante el período de

experimentación técnica de mediados de

la década de 1880. Junto con Bañistas, ,

constituye el punto culminante de su

rechazo a la técnica impresionista por la

que las figuras se ven absorbidas por el

entorno y el ambiente en que se

encuentran. El lienzo es distinto de los

precedentes por la síntesis que lleva a

cabo de una figura marcadamente

perfilada y por el entorno luminoso,

escasamente contrastado. ―La evocación

de mediterraneidad, la nitidez y

compacidad de las formas parece

anticipar -comenta Javier Barón- los

movimientos novecentistas, entre ellos a

Picasso‖.

- 26 -

Page 17: Renoir en el prado

17

Bañista de pie – 1887

Óleo sobre lienzo, 43,2 x 27,3 cm.

Bañista de pie es uno de los pocos

desnudos femeninos al aire libre que

hizo Renoir a mediados de la década de

1880, cuando tras viajar a Italia a

principios de dicha década, se replanteo

su técnica pictórica.

La pose de la figura puede ser vista

como una fusión entre una Venus

púdica que oculta su desnudez y una

ninfa sorprendida.

La pequeña escala del lienzo induce a

pensar que fue un estudio preparatorio

para y una pintura de mayor tamaño y

más ambiciosa, aunque no hay pruebas

de que Renoir llegase a hacerla.

- 27 -

La carta – 1895-1900

Óleo sobre lienzo, 64,9 x 81,1 cm.

Renoir pintó varios lienzos en los que

dos mujeres realizan juntas alguna

actividad.

La carta representa una escena

cotidiana. Pocos detalles aluden al

destinatario o al contenido de la misiva;

todo lo que vemos es a una mujer joven

escribiendo una carta mientras otra

mira.

Hacia 1890, Renoir había abandonado

la técnica impresionista y en este lienzo

son los contrastes de luz y sombra los

que definen la textura y el volumen de

las figuras.

Los rojos y verdes contrastan con el

blanco de la blusa de la mujer de la

derecha, al igual que el negro del

cabello, las cintas y el tintero.

- 28 -

Page 18: Renoir en el prado

18

Mujer leyendo – 1891

Óleo sobre lienzo, 41,6 x 32,7 cm.

La modelo aparece absorta en la lectura,

aparentemente ignorante de que está

siendo pintada.

Sostiene un fajo de papeles bajo la luz

de la ventana, como si estuviese

profundamente concentrada en la

lectura de una larga e íntima carta.

Aunque la pose es relajada, la

composición es tan estudiada como la

de cualquier retrato convencional.

Renoir pintó muchos lienzos de este

tipo durante la década de 1890 y es

sorprendente que Sterling Clark, a

diferencia de muchos de sus

contemporáneos, sintiera tan poco

interés por esa etapa de la carrera del

artista

- 29 -

Jacques Fray

Óleo sobre lienzo, 42,2 x 33,8 cm.

El modelo, hijo de un pintor que Renoir

conoció en Fontainebleau, representa

apenas un año.

Jacques se entretiene con unos pájaros

de juguete; sostiene uno en la mano

izquierda, mientras tiene otro sobre la

mesa, al lado de un tercero tumbado: un

detalle ingenioso que hace alusión al

limitado periodo de tiempo en que un

niño de esa edad es capaz de mantener

la atención.

Jacques Fray fue concertista de piano y

presentador de un programa de música

clásica de la radio.

- 30 -

Page 19: Renoir en el prado

19

Autorretrato 1899

Óleo sobre lienzo 41 x 33 cm.

Comparado con el autorretrato que ya poseía Sterling Clark y que se muestra en la misma

sala, en esta obra posterior el artista se representa con una expresión más pasiva, quizás

pensativa. La profunda sombra del lado derecho le da al rostro un tono elegíaco, incluso

melancólico. Las pinceladas de forma curva sugieren la textura de la barba del artista, con el

cuello blanco y el lazo atado holgadamente, así como las flores u hojas del estampado de la

pared del fondo.

Page 20: Renoir en el prado

20

Relación de obras de Pierre-Auguste Renoir

01. Retrato de una joven (L’ingénue)

Óleo sobre lienzo, 55,7 x 46,4 cm - h. 1876

02. Madame Monet (Madame Claude Monet leyendo)

Óleo sobre lienzo, 61,6 x 50,3 cm - h. 1872

03. La barca-lavadero de Bas- Meudon

Óleo sobre lienzo, 50 x 61 cm - h. 1875

04. El puente de Chatou

Óleo sobre lienzo, 51,1 x 65,4 cm - h. 1875

05. Autorretrato

Óleo sobre lienzo, 39,1 x 31,6 cm - h. 1875

06. Muchacha haciendo ganchillo

Óleo sobre lienzo, 73,5 x 60,3 cm - h. 1875

07. Père Fournaise

Óleo sobre lienzo, 56,2 x 47 cm – h. 1875

08. Tama, el perro japonés

Óleo sobre lienzo, 38,2 x 46,2 cm - h. 1876

09. Muchacha con abanico

Óleo sobre lienzo, 65,4 x 54 cm - h. 1879- 1880

10. Thérèse Berard

Óleo sobre lienzo, 55,9 x 46,8 cm – h. 1879

11. Estudio para “Escena de Tannhauser – Tercer acto

Óleo sobre lienzo, 54,8 x 65,7 cm - h. 1879

12. Puesta de sol

Óleo sobre lienzo, 45,7 x 61 cm – h. 1879

13. Palco en el teatro (En el concierto)

Óleo sobre lienzo, 99,4 x 80,7 cm – h. 1880

14. Muchacha dormida

Óleo sobre lienzo, 120,3 x 91,9 cm h. 1880

Page 21: Renoir en el prado

21

15. Peonías

Óleo sobre lienzo, 54,3 x 65,7 cm - h. 1880

16. Bocetos de cabezas (Los niños Bérard)

Óleo sobre lienzo, 62,6 x 81,9 cm – h. 1881

17. Palacio Ducal de Venecia

Óleo sobre lienzo, 54,5 x 65,7 cm – h. 1881

18. La bahía de Nápoles al atardecer

Óleo sobre lienzo, 57,9 x 80,8 cm - h. 1881

19. Cebollas

Óleo sobre lienzo, 39,1 x 60,6 cm – h.1881

20. Bañista rubia

Óleo sobre lienzo, 81,6 x 65,4 cm – h. 1881

21. Niña con un ave (Mademoiselle fleury vestida de argelina)

Óleo sobre lienzo, 126,49 x 78,1 cm h. 1882

22. Marie-Thérèse Durand-Ruel cosiendo

Óleo sobre lienzo, 64,9 x 54 cm – h. 1882

23. Marea baja, Yport

Óleo sobre lienzo, 54 x 65 cm – h. 1883

24. Vista de Guernsey

Óleo sobre lienzo, 46 x 55,7 cm – h. 1883

25. Frutero con manzanas

Óleo sobre lienzo, 54,1 x 65,3 cm – h. 1883

26. Bañista peinándose

Óleo sobre lienzo, 91,9 x 73 cm – h. 1885

27. Bañista de pie

Óleo sobre lienzo, 43,2 x 27,3 cm - h. 1887

28. La carta

Óleo sobre lienzo, 64,9 x 81,1 cm - h. 1895-1900

29. Mujer leyendo

Óleo sobre lienzo, 41,6 x 32,7 cm – h. 1891

Page 22: Renoir en el prado

22

30. Jaques Fray

Óleo sobre lienzo, 42,2 x 33,8 cm – h. 1904

31. Autorretrato

Óleo sobre lienzo, 41,09 x 32,99 cm – h. 1897

Todas estas obras pertenecen a Massachusetts, Sterling and Francine Clark Art

Institute

Personaje

Renoir, Pierre Auguste Nacionalidad: Francia

Limoges 1841 - Cagnes 1920

Pintor

Estilo: Impresionismo

Escuela:

Obras: 219

Hoy día se quiere explicar todo. Pero si se pudiera explicar un cuadro, no sería una obra de

arte. ¿Debo decirle a usted qué cualidades constituyen a mi juicio el verdadero arte? Debe ser

indescriptible e inimitable... La obra de arte debe cautivar al observador, envolverle,

arrastrarle. En ella comunica el artista su pasión; es la corriente que emite y por la que incluye

el observador en ella".

"Yo pongo ante mí el objeto tal y como yo lo quiero. Entonces empiezo y pinto como un niño.

Me gustaría que un rojo sonara como el tañido de una campana. Si no lo consigo la primera

vez, tomo más rojo y otros colores, hasta que lo tengo. No soy más listo. No tengo más reglas

ni métodos. Cualquiera puede probar el material que uso o verme mientras pinto: se dará

cuenta de que no tengo secretos".

Estas dos frases resumen de manera contundente la filosofía de Renoir, uno de los grandes

maestros del impresionismo que con sus obras ha cautivado a una legión de admiradores en

todos los museos y colecciones donde se pueden contemplar.

Page 23: Renoir en el prado

23

Pierre-Auguste Renoir nació el 25 de febrero de 1841 en la localidad francesa de Limoges.

Era el cuarto hijo de Léonard Renoir y Marguerite Morlet. Su padre era sastre y deseaba

ampliar su fortuna por lo que decidió trasladarse con toda la familia a París, en 1845,

esperando aumentar su capital, cosa que no ocurrió. El pequeño Pierre acude a las clases de

los Hermanos de las Escuelas Cristianas cuando tiene siete años, iniciándose en la lectura y la

escritura. Será en estos momentos cuando ya empiece su admiración por el dibujo, llenando

de apuntes todos sus cuadernos. También sobresale en el canto, lo que provocará que el

maestro de la capilla de Saint-Eustache se convierta en su profesor de solfeo, ingresando el

pequeño en el coro de la iglesia cuando tiene nueve años.

Léonard Renoir prefiere que Pierre se encamine hacia el dibujo ya que así podrá dedicarse a la

decoración de porcelanas, una actividad tradicional en Limoges. En efecto, en 1854 Pierre

ingresa como aprendiz en el obrador de los Lévy, pintores de porcelanas. Pronto destacará en

la decoración floral y se le encargará la ejecución del retrato de María Antonieta en las tazas

de café. Por las noches asiste a un curso en la Escuela de Dibujo y Artes Decorativas dirigido

por el escultor Callouette. Se entusiasma tanto con la pintura que en lugar de comer, al

mediodía acude al Louvre para copiar y dibujar a los grandes maestros: Tiziano, Tintoretto,

Fragonard, Boucher, Velázquez, Rubens, ...

Esta admiración por los grandes se mantendrá toda la vida y será una referencia constante en

buena parte de sus obras. Decoraba las porcelanas diez veces más rápido que sus demás

compañeros por lo que consiguió amasar una pequeña "fortuna" que le servirá de ayuda

cuando en 1854 la empresa Lévy vaya a la quiebra. Pierre tiene diecisiete años y no duda en

colaborar con su hermano mayor, Pierre-Henri, pintando abanicos, coloreando escudos o

pintando telas de iglesia para los misioneros de Ultramar, legando a recibir el encargo de

decorar un café en la rue Dauphine.

Poco a poco va ganándose la vida gracias a los ahorros y los emolumentos que percibe,

interesándose cada vez más por la pintura. Sus visitas al Louvre son cada vez más frecuentes

y se apasiona por sus maestros -"¡Cuantas veces he pintado El embarque para Citerea! Así

eran los primeros pintores con los que me familiaricé, Watteau, Lancret y Boucher.

Mejor dicho: Diana en el baño fue el primer cuadro que me impresionó, y toda la vida he

seguido queriéndolo como uno quiere a su primer amor" comentaría años después- por lo que

decide ingresar en la Escuela de Bellas Artes.

Supera el examen y el 1 de abril de 1862 se inscribe en las clases impartidas por Charles

Gleyre y Emile Signol. En estos momentos conoce a Fantin-Latour, con el que visita el

Louvre.

Pero la rigidez académica no entusiasma al joven Renoir por lo que no duda en matricularse

en el estudio privado de Gleyre, estudiando el desnudo del natural y sin someterse a la directa

presión del maestro ya que Gleyre dejaba bastante libertad a sus alumnos.En el taller de

Gleyre conocerá a tres de sus mejores amigos: Claude Monet, Alfred Sisley y Frédéric

Bazille. Los cuatro jóvenes congeniaron estupendamente y pronto empezaron a ir a trabajar

directamente en la naturaleza, "a plein air", en el bosque de Fontainebleau, de la misma

manera que hacían los maestros de la Escuela de Barbizon: Daubigny, Díaz de la Peña o

Corot.

Page 24: Renoir en el prado

24

Incluso cuando Gleyre abandonó las clases a causa de su avanzada edad, en 1864, los cuatro

jóvenes artistas continuaron trabajando juntos sin recurrir a ningún maestro directo. Pero

Renoir, igual que todos los artistas de su tiempo, deseaba alcanzar pronto el triunfo por lo que

no dudó en enviar al Salón de París una obra ese mismo año: Esmeralda bailando con su

cabra, inspirada en la novela de Victor Hugo. La obra fue admitida pero posteriormente el

propio Renoir no dudó en destruirla ya que no estaba satisfecho con el resultado, práctica

bastante habitual en él.

En estos años centrales de la década de 1860 Renoir no sólo admira a los maestros clásicos

sino que también se interesa por los creadores que han roto los esquemas en su siglo.

Delacroix y Courbet serán para el joven pintor dos referencias tremendamente importantes.

En 1865 se encontrará con el gran maestro realista en Marlotte, sintiendo una profunda

emoción. Este mismo año conocerá a Lise Trehót, amiga de la hermana de su buen amigo

Jacques Le Coeur, quien se convertirá en su modelo favorita hasta 1872.

Las ansias de triunfo en el Salón le llevaron a enviar obras tanto en 1866 como en el año

siguiente pero el jurado las rechazó tajantemente, igual que las enviadas por Manet o

Cézanne. Los jóvenes artistas protestan ante la organización y reclaman la organización de un

"Salon des Refuses" pero no consiguen sus objetivos. Estos nuevos creadores tienen su centro

de reunión en el barrio de Batignoles, concretamente en el café Guerbois, donde Manet se

erige en su líder, acudiendo a la tertulia escritores y críticos artísticos como Emile Zola, uno

de los primeros defensores de las nuevas ideas.

Renoir va recibiendo algunos encargos que le sirven para superar su desgraciada situación

económica, similar a la de sus compañeros, tal y como se recoge en estas palabras: "No

comemos todos los días, pero aún así estoy de buen humor. (...) Monet nos invitaba de vez en

cuando a comer. Y entonces nos atiborrábamos de pavo mechado, para el que había vino de

Chambertin". Monet y Renoir utilizarán como modelo, en el verano de 1869, un cabaret

flotante en la isla de la Grenouillère tomado directamente del natural, interesándose por el

cambio de tonalidades en los objetos según la luz incida en ellos o por las atmósferas creadas

por el aire alrededor de esos objetos. Estaba surgiendo el impresionismo.

Un cambio de aires en el jurado del Salón de París permitió que en los últimos años de esta

década los jóvenes creadores mostraran sus obras en la exposición oficial. Pero en julio de

1870 estalla la Guerra Franco-Prusiana y todos los artistas, en edad militar, son llamados a

filas. Algunos, como Monet, abandonan Francia pero Renoir fue destinado al 10º regimiento

de Cazadores, en Tarbes. Allí permanecerá hasta su desmovilización, el 15 de mayo del año

siguiente. Su regreso a París coincide con los días de la Comuna, que será cruelmente

sofocada por el ejército.

Las consecuencias de la derrota de Napoleón III ante Alemania afectarán también al campo

del arte ya que el nuevo jurado del Salón rechazaría sistemáticamente toda innovación, no

dudando en criticar e incluso ridiculizar las obras de los jóvenes creadores. La situación

económica, de éstos, procedente en su mayoría de familias sin grandes recursos, se hará cada

vez más asfixiante por lo que pronto surgirá la idea de fundar una asociación de artistas

encaminada a exponer sus trabajos al margen de las instituciones oficiales.

Algunos marchantes como Durand-Ruel o Ambroise Volard empezaron a interesarse por las

obras de los rebeldes y compraron sus lienzos, aun a riesgo de perder dinero.

Page 25: Renoir en el prado

25

La apuesta de los jóvenes creadores era cada vez más fuerte y en diciembre de 1873 fundan la

Sociedad anónima cooperativa de artistas pintores, escultores, grabadores. La primera

exposición de este grupo se celebró entre el 15 de abril y el 15 de mayo de 1874, exhibiendo

sus trabajos un total de 30 artistas entre los que encontramos a Boudin, Pissarro, Guillaumin,

Cézanne, Monet, Gautier, Sisley, Renoir, Morisot y Bracquemont. La muestra se llevó a cabo

en las salas cedidas por el fotógrafo Nadar, en el boulevard des Capucines. Acudieron unos

3.500 visitantes que, en su mayoría, se mofaron de lo allí expuesto.

Louis Leroy, el crítico de la revista "Chirivari" aludió peyorativamente a los miembros del

grupo llamándoles impresionistas, tomando el título de un cuadro de Monet para hacer una

irónica burla de la muestra, pero el nombre gustó a los miembros del grupo que desde ese

momento se denominaron asi. Renoir vendió tres de las obras presentadas pero su mala

situación económica le llevó a convencer a Berthe Morisot y Monet para que organizaran una

subasta pública en el Hôtel Drouot, en marzo de 1875. Las ventas serán escasas pero

conocerán a Victor Chocquet, un admirador de Delacroix que se convertirá en uno de los más

firmes defensores de la nueva pintura.

Al año siguiente los impresionistas volvieron a realizar su segunda exposición, esta vez en la

galería de Durand- Ruel. Renoir acudió con quince cuadros, entre otros Desnudo al sol. El

crítico Albert Wolff escribió en "Le Figaro": "Cinco o seis locos se han encontrado aquí,

obcecados por su aspiración de exponer sus obras. Mucha gente se destornilla de risa por estas

chapuzas" catalogando el Desnudo de Renoir como un "amasijo de carnes en

descomposición".

La respuesta del pintor ante tan graves críticas será realizar su obra maestra: Le Moulin de la

Galette, presentada junto a otras veinte a la tercera muestra impresionista, celebrada en 1877

en la rue Le Peletier. Renoir será uno de los principales organizadores pero las ventas serán

ridículas. Sin embargo, Pierre consigue recibir interesantes encargos como retratista, entre

otros los de Madame Charpentier y la actriz Jeanne Samary, una de sus modelos favoritas en

estos momentos.

La pintura de Renoir empezará a conseguir cierto éxito en los años finales de la década de

1870, momento en el que su hermano Edmond escribe un artículo favorable en la revista "Vie

Moderne", organizando su primera exposición individual. No enviará ningún trabajo a las tres

exposiciones siguientes de sus compañeros impresionistas, ya que existían desacuerdos de

carácter político entre él y algunos de sus camaradas, rechazando las ideas anarquistas y

socialistas de varios de ellos.

Gracias a los retratos Renoir consigue una estabilidad económica que le permite realizar un

viaje a Argelia, en marzo de 1881, y a Italia, en el invierno de ese año. Visitará Venecia,

Florencia, Roma, Sorrento y Capri, admirando las obras de los maestros del Renacimiento y

del Barroco, especialmente Rafael. Y es que en estos primeros años de la década de 1880 la

pintura de Renoir -al igual que algunos de sus compañeros como Monet y Pissarro- vive un

periodo de crisis. Pero mejor dejemos que sea el propio pintor quien nos cuente cómo se

sentía:

"Hacia 1883 yo había agotado el impresionismo y al final había llegado a la conclusión de que

no sabía ni pintar ni dibujar. Dicho en pocas palabras, el impresionismo llevaba a un callejón

sin salida en concreto, me di cuenta de que nuestro estilo era demasiado formalista, que era

una pintura que llevaba a uno permanentemente a compromisos consigo mismo. Al aire libre

la luz es más variada que en el estudio, donde sigue inalterable para todo propósito y tarea.

Page 26: Renoir en el prado

26

Pero justamente por esta razón la luz juega un papel excesivo al aire libre. No se tiene tiempo

para pulir una composición, uno no ve lo que hace. Recuerdo que una vez una pared blanca

proyectaba sus reflejos sobre mi lienzo mientras pintaba. Yo seleccionaba colores cada vez

más oscuros, pero sin éxito; pese a mis intentos, salía demasiado claro. Pero cuando más tarde

contemplé el cuadro en el estudio, parecía completamente negro.

Si un pintor pinta directamente del natural, en el fondo no busca sino efectos del momento.

No se esfuerza en plasmar, y pronto sus cuadros se hacen monótonos". Este momento de

crisis recibe el nombre de "periodo seco". Se interesará por la pintura de Ingres y cuidará más

su dibujo, haciendo hincapié en el modelado, al tiempo que emplea un colorido más frío y

suave.

Las bañistas que pintará en esta década serán excelentes ejemplos de esta nueva manera de

trabajar, tremendamente clasicista, aunque sin perder la frescura del impresionismo. Pero no

siempre se encontrará satisfecho con los resultados de la nueva experimentación, entrando en

épocas depresivas e incluso llegando a destruir todos sus trabajos de una temporada, como

ocurrió en octubre de 1886.

Las dudas acerca de su trabajo se extienden incluso a su marchante, Durand-Ruel, quien

rechaza su nuevo estilo, sumiendo al artista en nuevos periodos de depresión. A principios de

esta década de 1880 iniciará una estrecha amistad con una joven natural de Essoyes llamada

Aline Charigot, quien se convertirá en su modelo favorita en esta época. La bella joven

encandilará al ya maduro artista y el 23 de marzo de 1885 nacerá el primer hijo de la pareja.

Pierre. Renoir y Aline formalizarán su relación al contraer matrimonio civil el 14 de abril de

1890; dos hijos más nacerán de esta relación: Jean, el famoso director de cine, el 15 de

septiembre de 1894, y Claude, llamado "Coco", el 4 de agosto de 1901. Para cuidar a los

pequeños contaron con la ayuda de una prima de Aline, Gabrielle Renard, que se convertirá

en la modelo favorita del pintor hasta que ella se case en 1914.

La fama de la obra de Renoir empieza a traspasar las fronteras de Francia gracias a las

exposiciones organizadas por Durand-Ruel en Londres, Boston, Nueva York y Berlín,

después de la celebrada en París durante el mes de abril de 1883 que mostró 70 cuadros. Los

coleccionistas norteamericanos empezarán a manifestar una especie de fiebre por sus trabajos,

adquiriendo buena parte de su producción que hoy se pueden contemplar en los museos y

colecciones de la mayoría de las ciudades de los Estados Unidos. El grupo vanguardista belga

de "Les Vingt" invita a Renoir a sus exposiciones de 1886 y 1890. Todo esto nos pone de

manifiesto cómo el pintor se cotiza cada vez más y consigue escapar de los apuros

económicos, especialmente desde la gran retrospectiva celebrada en 1892, reuniendo para la

ocasión 110 cuadros. El Estado francés comprará uno de ellos para el Museo del

Luxembourg: Yvonne y Christine Lerolle al piano. El éxito le permitirá realizar un viaje muy

deseado: su destino es España, acompañado por el editor Paul Gallimard.

La colección de Velázquez, Tiziano y Goya del Museo del Prado causará una profunda

impresión en el pintor, al igual que los frescos de San Antonio de la Florida ejecutados por el

maestro aragonés. En 1896 realizará otro viaje, ahora a la localidad alemana de Bayreuth, para

conocer el festival Wagner pero le resultó muy aburrido.

Dos años más tarde será Holanda el nuevo destino, sintiéndose más interesado por la pintura

de Vermeer que por Rembrandt.

Page 27: Renoir en el prado

27

La enfermedad será la triste compañera de las tres últimas décadas de la vida de Renoir. Uno

de sus primeros ataques de reuma, que le provocará una parálisis facial, se produce en

diciembre de 1888. Para evitar que la enfermedad se radicalice, huirá del frío y buscará

lugares cálidos, dirigiéndose hacia el Mediterráneo. Al reuma debemos añadir periódicos

ataques de gota, acudiendo a los balnearios con cierta frecuencia para curarse. Las dolencias

reumáticas serán cada vez más fuertes, provocando la deformidad de sus manos y brazos. Con

vendas evitaba que las uñas crecieran dentro de la carne y para pintar se ataba los pinceles

entre los rígidos dedos -"Ya ve usted. ¡No se necesitan manos para pintar!" decía al marchante

Vollard-.

Pesaba poco más de 48 kilos en 1907 y tres años después quedó postrado en una silla de

ruedas, llegando a tener que utilizar un armazón de alambre a la hora de tumbarse en la cama

para que las sábanas no rozaran su débil cuerpo. Y aún así su capacidad de trabajo será

excepcional, haciéndose construir un caballete en el que el lienzo se podía enrollar como si se

tratara de un telar. No olvidemos que su producción alcanza las 6.000 obras, siendo superado

en número por muy pocos pintores. Incluso en estos años de grave enfermedad se dedicó a la

escultura, utilizando al escultor Ricardo Guinó, alumno de Maillol, como ayudante,

indicándole desde su silla de ruedas cómo debía modelar, llegando e entenderse sólo con

breves sonidos.

Las obras de esta etapa madura están caracterizadas por el vibrante chisporroteo del color,

combinado con un potente modelado y un acertado dibujo. El color es aplicado con pinceladas

rápidas y relajadas, recuperando el interés por la luz de sus años juveniles, destacando las

tonalidades rojizas como preferidas.

Algunas de sus obras gozan del clasicismo de Rubens al emplear contundentes modelos

desnudas dotadas de gracia y alegría -"Miro un desnudo; hay miríadas de pequeñas motas de

color. Tengo que buscar aquéllas que hagan de esa carne, sobre mi tela, algo que viva, algo

que se mueva" comentaría el propio artista-. Y lo más sorprendente es que, a pesar de su

delicado estado de salud, todas estas obras tardías están envueltas en un halo de felicidad, de

romanticismo bucólico, recordando a la mítica Arcadia.

Desde 1907 Renoir se instala en Cagnes-sur-Mer, a orillas del Mediterráneo, buscando el

clima cálido que haría más llevadero su mal. Compró una finca denominada "Les Colletes"

donde se hizo construir un taller que se convertirá en su último refugio. Los premios y

honores le llegan desde diferentes lugares, siendo nombrado en 1911 Oficial de la Legión de

Honor.

Al año siguiente se publica un artículo sobre su obra en la prestigiosa revista "Scribner´s

Magazine" de Nueva York y ese mismo año Maier-Graefe publica la primera monografía

sobre el artista. Sus obras alcanzan precios cada vez más altos en las subastas.

Pero la enfermedad le sigue castigando y él busca en la pintura su único refugio. La Primera

Guerra Mundial provoca la movilización de Pierre y Jean, recibiendo al poco tiempo diversas

heridas. Recuperados, vuelven al frente y Jean es de nuevo herido, consiguiendo recuperarse.

Sin embargo, en 1915 Renoir recibe un durísimo golpe: Aline fallece víctima de la diabetes el

27 de junio en un hospital de Niza, tras un breve periodo de tratamiento. Tenía 56 años.Pierre

continúa buscando en la pintura su vía de escape. "Todavía hago progresos" comentaba. Fue a

París en 1919 para contemplar como una de sus obras estaba expuesta junto a Las bodas de

Caná de Veronés.

Page 28: Renoir en el prado

28

El 3 de diciembre de ese año fallecía el pintor en Cagnes, tras haber pedido un lápiz para

dibujar, diciendo, según se cuenta: "Flores" antes de fallecer. Tres días más tarde era

enterrado en Essoyes junto a su esposa. En los últimos años de su vida fue frecuentemente

visitado por los jóvenes creadores, entre ellos Matisse o Modigliani, que veían en el anciano

pintor a un fuerte estímulo para continuar con sus trabajos, a pesar de que sus estilos no

tuvieran mucho en común.

El almuerzo de los canotiers