Revista Desafío n° 86

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ABUNDANCIA De la Escasez a la Abundancia ... ¿Dónde pongo la mirada?

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De la escasez a la Abundancia

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ABUNDANCIADe la Escasez a la Abundancia ...

¿Dónde pongo la mirada?

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Ser Familia¿Pueden las creencias de los padres limitar a los hijos?

Tema CentralDe la escasez a la abundancia

DestacamosEntrevista a Dasho Karma Tshiteem, Ministro de Felicidad de Bután.

EntrevistaRodrigo Jordan en su segunda ascensión al Everest

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Comité editorial: Eliana Aguilera, Pedro Arellano, Luis Carrasco, María José Calvimontes, Denis Gallet, Adolfo Gana, M. José Lopez, Rafael Meiss, Mariella Rossi, Juan Vera, Andrés Wiche. ediCión general: Mariella Rossi. Producción: MRW Comunicaciones. diseño: Julia Salazar. diagramaCión: Catalina Navarrete, Valentina Fuenzalida. Periodistas: Macarena Figueroa, Francisca Gálvez, Erika Ortega, Patricia Sirebrenik. FotograFía: Nicolás Amaro, Michael Navarro, Shutterstock, Denisse Tala, Producciones Fotográficas El Pajarito. Humor: Orlando Lagos. ilustraCión: Sandra Conejeros. ilustraCión Visión: shutterstock/Rashevska Nataliia, shutterstock/paprika, shutterstock/olies, shutterstock/KROMKRATHOGCorreCCión de textos: Miguel Ortiz. imPresión: Quad/Graphics. direCCión editorial: Sánchez Fontecilla 1246, Las Condes, Santiago de Chile. teléFono: 207 8746. www.desafío.cl

REViSTA Nº 86 JuLiO 2012

Historias que Transforman Caroline Ward“Lo mío es acompañar la transformación de las personas” 16

Despertar¿Cómo es mi relación con el dinero? 22

Nuestro MundoHuertos urbanos para todos 34

SolidaridadEl cambio de paradigma de la Comunidad de Organizaciones Solidarias 52

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Editorial

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Pedro Alberto Arellano Marín

Quiero contar una experiencia personal que, a mi juicio, refleja claramente el contenido de este número

de la revista. Una experiencia simple, pero que muestra cuán limitante puede ser una creencia, versus las

infinitas posibilidades que se ofrecen cuando nos abrimos a vivir en abundancia y generosidad

Hemos tenido, con mi mujer, el regalo inimaginado de pasar cinco días con toda nuestra familia (éramos

doce) en Isla de Pascua. Y digo inimaginado, pues este viaje era para nosotros dos y el día que comenté a

una de mis hijas que nos íbamos, ella entendió que toda la familia estaba incluida en la aventura.... Luego

de su entusiasmo inicial, vino la decepción, cuando le dije que ellos no estaban contemplados en este viaje

soñado... Y me detengo aquí, pues mi respuesta automática fue la que muchas veces me surge ante algo

que me saca de lo “razonable”, de lo “comprensible”, de lo “común”. Mi “imposible” venia de esa creencia

que un viaje de esa envergadura implicaba una inversión fuera de lugar para nuestra realidad y por lo tanto

la idea estaba descartada.

Mi hija me mostró que es posible salirse de “lo habitual”. Ella insistió y frente a su insistencia surgieron

dentro de mi algunas preguntas como: ¿Por qué cerrarme a esa idea?...¿Y si todo fuera posible?...¿De dónde

viene esa limitación?...¿Por qué mi “no” surge tan automático?

Fue entonces cuando apareció -como muchas veces lo he experimentado anteriormente- la posibilidad de

un camino no transitado, el atrevimiento de un sueño loco, los deseos de una experiencia única. Apareció

una nueva mirada, la mirada desde la abundancia, la de un espacio abierto versus la del espacio cerrado y

limitado. Esos patrones repetitivos y aprendidos en una cultura de limites e imposibles, dieron paso a la

creatividad, al entusiasmo, al sueño, a los recuerdos e imágenes de un antiguo viaje familiar que, de forma

igualmente impensada, nos permitió tener otra experiencia única, hacen más de cinco años.

Entonces todo empezó a ordenarse tras el deseo: aparecieron más millas acumuladas de las que habíamos

pensado; surgieron los datos de alojamiento; de picadas; contactos con lugareños, etc. Así, los días pasa-

dos en Isla de Pascua fueron un regalo inimaginado para todos. Pero más allá de la preciosa experiencia,

fue increíble volver a constatar que habitualmente el freno, el impedimento, la negativa, viene de un pen-

samiento tan poderoso que nos limita. Pero así de poderoso es también su contrario; el pensamiento del

atreverse, del soñar, del dejarse mover, salir de los limites del cuadrado, lo que nos ofrece la posibilidad de

vivir experiencias nuevas y fundantes.

Hoy, cuando me descubro frenado por viejos paradigmas, patrones enquistados y creencias que me limi-

tan, recurro al baúl de los bellos recuerdos, dejo que mi imaginación se despierte y me abro a los nuevos

regalos que la vida busca ofrecerme por el sólo hecho de disponerme a creer, a crear, a crecer.

Traspasar las creencias que nos limitan

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Abundancia y escasez coexisten como caras de una misma moneda, sin embargo, pareciera que nosotros proyectamos en cuál de estas dos realidades decidimos vivir. Existen ciertas leyes que nos hacen mirar una u otra cara de esta moneda, en este artículo mostramos cómo ellas operan.

Por Mariella Rossi W.

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De la escasez a la abundancia

¿Dónde pongo la mirada?

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Mil millones de habitantes del mun-do se acuestan diariamente con hambre.

Todos los días se extinguen 150 espe-cies de animales en la tierra. La temperatura del planeta ha subido cerca de un grado, lo que trae como consecuencia desastres na-turales y un calentamiento global.

El año 2025, 1,8 millones de personas vivirán en países con una escasez de agua absoluta. Mientras, en el 2050, nos habre-mos convertido en un planeta de viejos, ya que serán más de 2 mil millones las perso-nas que tengan sobre 60 años.

Las reservas del petróleo están a punto de colapsar y el mundo pronto se quedará sin energía, lo que arrasará con la economía de muchas naciones.

El mundo se está agotando, la tierra es escasa, no tenemos suficiente…

Pero, no todas son tan malas noticias: si tomamos los últimos 100 años de his-toria como humanidad observamos que la expectativa de vida se multiplicó por 2, el ingreso per cápita real por 3 y la mortalidad infantil descendió por un factor de 10.

Algo similar ocurrió con el costo de alimentación, que descendió por un factor de 10, mientras el costo de electricidad por un factor de 20, el de transporte por un factor de 100 y el de comunicación por un factor de 1.000.

El alfabetismo mundial pasó de un 25 a un 80 por ciento y la muerte por enfer-medades de diverso tipo disminuyó verti-ginosamente. Hay menos guerras civiles hoy de las que habido durante la mayor

parte del siglo pasado. En nuestro tiempo de vida probablemente vamos a acabar con las peores formas de pobreza. En 1960, 20 millones de niños morían antes de cumplir los cinco años, hoy ocho millo-nes de niños mueren antes de esa edad.

Los derechos humanos son respeta-dos en gran parte de los países, y cuan-do no es así en general hay voces que se alzan para defenderlos. Las dictaduras son condenadas abiertamente. Nunca ha habido tanto interés de las personas por encontrar sentido a su vida, razón por la cual se alzan todo tipo de herramientas para lograrlo y los libros de autoayuda son best seller en el mundo entero.

Estas cifras no nos hablan del fin, no nos conectan con lo escaso de nuestros recursos, no nos dicen que la tierra no nos alcanza ya. ¿Son cifras reales? Sí, totalmente reales, pero por qué nunca las escuchamos y no reflexionamos en ellas, ¿por qué no las vemos?

Está comprobado que el ser huma-no pone más atención a las situaciones negativas que le generan miedo, porque como especie estamos preparados para defendernos y por eso asimilamos aque-llo que constituye una amenaza. Tenemos grabada esa memoria ancestral que usa-ba el miedo para poder escapar del peli-gro …El hombre primitivo estaba alerta a todas esas señales que le advertían que algo malo podía ocurrir y las amplificaba de forma tal de poder salvarse y salvar a su prole. Esto está grabado en la memoria

La realidad que nos rodea está

influida decisivamente por lo que

internamente vivenciamos.

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colectiva del hombre y es parte de la so-brevivencia de la especie.

Esta tesis es defendida por Peter H Diamandis, reconocido a nivel internacio-nal como el hombre que hizo posible los viajes turísticos al espacio, además es director de la Fundación X Prize y cofun-dador y director de la Universidad «Singu-larity» en Sillicon Valley. Este hombre, de reconocido prestigio mundial, tiene una mirada que vale la pena explorar sobre la abundancia y la escasez, porque abre nue-vos supuestos y paradigmas que no son considerados habitualmente.

Diamandis dice que la gente que ve sólo escasez no está tomando en cuenta que el progreso lleva un ritmo tan acelera-do que estamos destinados a crear más innovación en las próximas décadas, que en los 200 años previos, logrando así re-solver aquellos problemas más emble-máticos que ponen a la humanidad en el escenario de la escasez. Podemos generar abundancia, cree Diamandis, aún cuando no niega que existen dificultades como la crisis climática, extinción de especies, fal-ta del agua y energía. La clave está en que podemos superarlas porque hay recursos suficientes en el planeta para hacerlo.

La falta de energía, por ejemplo, es una muestra de ello. El petróleo es limi-tado y ya nadie pone en duda que esta-mos próximos a agotarlo totalmente. Sin embargo, Diamandis sostiene que si pu-diéramos convertir la cantidad de luz solar que recibe la tierra al año en electricidad, tendríamos como resultado 50 veces más electricidad que la que requerimos para hacer funcionar el mundo.

El problema es que aún no tenemos

La escasez y eL dinero

Bernard Lietaer es un economista de reconocido prestigio. Cocreador del euro, ex presidente del Banco Central de Bélgica, autor del libro “El Futuro del dinero” y, actualmente, profesor de la Universidad de Berkeley y también de la Universidad de Finanzas de Moscú.Lietaer le asigna al dinero gran responsabilidad en el modelo de escasez que hemos implementado y, por tanto, en los crush económicos que se vienen sucediendo hace tiempo en el mundo. Acuna el término “abundancia sustentable”, como la posibilidad de brindarle a la humanidad la opción de crecer en el plano material, emocional y espiritual. Un “crecimiento sabio” lo llama. Para que eso suceda, hay que tomar conciencia de qué es y qué representa hoy el dinero. Según él lo señala, el dinero ha sido creado –desde que se desarticularon los controles financieros y cambiarios creados tras la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial– casi exclusivamente por los bancos privados y el Estado sólo opera, regulando el ritmo de creación de este espiral monetaria mediante la tasa de interés que fija el Banco Central. El resultado es un sistema mundial anclado al dólar y marcado por burbujas inmobiliarias y espejismos bursátiles que crecen y explotan. Entonces, combinando su experiencia como economista con elementos extraídos de mitología, filología y antropología, Lietaer cree que para superar esta crisis es-tructural es necesario recurrir a las monedas complementarias dentro de las co-munidades y organizaciones en las cuales nos movemos. Actualmente existen a lo menos 3.000 programas de este tipo funcionando en diversas partes del planeta y como Lietaer lo ha señalado, “la primera democratización del dinero en la historia es una posibilidad hoy”. Este sistema, distinto de la moneda oficial, generalmente escasa, permitiría a su juicio aprovechar la mano de obra y la capacidad ociosa. Un ejemplo de ello es el caso japonés, donde un joven que se ofrece a cuidar un anciano puede canjear ese tiempo por: bienes y servicios en ciertas cooperativas; usarlo como cotización de salud en el sistema público; o transfiriéndolas como un derecho de atención a un pariente también anciano que reside en otra parte del país. Junto con estas monedas complementarias, Lietaer trabaja en proyecto “terra”, que consiste en la creación de una moneda supranacional que podría eventualmente articular los intercambios comerciales internacionales, en caso de que el dólar deje de cumplir esa función.

Ver más enhttp://www.youtube.com/watch?v=vXrSBzwEe48&feature=related

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una tecnología para lograrlo, y eso se debe, en parte, a que hemos puesto todo el énfasis en la tecnología para sacar del petróleo la energía, siendo éste un recur-so que se termina. Hemos puesto toda nuestra inteligencia al servicio de utilizar un bien escaso, mientras la luz solar es inagotable.

El agua es el otro gran problema de la humanidad, de hecho hay muchos países que no tienen agua, pero el tema no es la escasez de agua, porque la tierra está compuesta en un 70% por ella, el tema es que esta gran cantidad de agua es sala-da o está muy contaminada. La luz del sol nos puede proporcionar suficiente energía para limpiar el agua y hacerla potable.

Diamandis, entonces, ha dedicado gran parte de su vida a encontrar y financiar las tecnologías que realmente hagan un cambio en el mundo. En su libro La Abun-dancia –escrito junto a Steven Kotler– lue-go de investigar y entrevistar a los más destacados científicos e innovadores del mundo, explica que ese futuro abundante que ellos vislumbran está sostenido en algunas cosas como: el crecimiento tec-nológico exponencial, la nueva tendencia del tecnofilántropo, personas millonarios de la tecnología (Mark Zuckerberg, Bill Gates, Elyton Musk, etc.) que no están dispuestos a que sus dineros descansen en una bóveda cuando pueden ser apro-vechados para resolver los problemas del mundo. Otro factor que toman en cuenta los autores el Rising Billion, que lo usan para mostrar el momento en que mil mi-llones de personas saldrán de la pobreza.

Diamandis explica cómo se va a ver el mundo en los próximos 50 años y su en-

foque no es precisamente la escasez. Son muchos los que podrán estar en desacuer-do con esta tesis, pero no es trivial lo que Diamandis sostiene, sobre todo teniendo en consideración su prestigio intelectual y sus grandes contribuciones al mundo.

Poner en este artículo su pensamiento y algunos de las constataciones plasmadas en su libro no tiene más que el propósito de ayudarnos a salir de nuestra clásica mirada, ayudarnos a romper un paradigma y abrir-nos a la posibilidad de un nuevo discurso.

Siguiendo esta idea, imaginémonos que, gracias a Internet, en los próximos años, 5 mil millones de personas podrán estar conectadas y podrán compartir lo que quieran, en forma directa y sin inter-mediarios, ¿será un mundo centrado en la escasez?, ¿podremos retener la informa-ción?, ¿cobrar por lo que hoy cobramos?, ¿acumular lo que hoy no necesitamos?

Lo que es adentro también es afueraSon pocos los que sostienen, desde una mirada más científica como Diamandis, que el mundo es abundante y por ese sólo motivo es atingente reflexionar so-bre lo que él propone. Más allá de estar de acuerdo o en desacuerdo con sus pos-tulados, lo importante es admitir que hay diferentes miradas y que probablemente ellas condicionan nuestra vida e incluso nuestros actos.

Pero, ¿es el mundo de Diamandis más abundante que el de cualquier ciudadano? La realidad que nos rodea está influida decisivamente por lo que internamente vivenciamos. Cuando nos centramos en la escasez sentimos que nuestra vida está llena de carencias, cuando nos concentra-mos en la abundancia vemos todos los re-galos que día a día recibimos.

Sin embargo, tendemos a ver más el

El ser humano pone más atención a las situaciones negativas que le generan miedo,

porque como especie estamos preparados para defendernos y por eso asimilamos

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materiales, ya lo decían Aristóteles y Pla-tón, cuando señalaban que los hombres más poderosos eran los que podían ser felices con lo mínimo.

La abundancia es un sentimiento más que un pensamiento o una posesión, es el sentimiento de lograr lo que queremos y un poco más, ese poco más es como que nos sobrara, por lo tanto podemos repartirlo. Entonces un indicador fundamental para saber si vivimos en la abundancia es tener la sensación de que podemos repartir algo, si la sensación es de retener o acumular, entonces aunque tengamos aparentemen-te mucho vivimos en la escasez.

Últimamente han surgido muchas técnicas que nos prometen abundancia, dinero, prosperidad, pero la verdad es que la abundancia en nuestras vidas no se genera por decreto o por poner un papelito frente al espejo que se lee todas las mañanas, ni por repetirnos muchas veces internamente una frase triunfadora. Daniel Taroppio es claro en esta materia: “Existe una ten-dencia presente en varias concepciones, como por ejemplo la “New Age”, que se ca-racteriza por tomar profundas intuiciones, provenientes de las grandes tradiciones espirituales de la humanidad y convertirlas (o rebajarlas a) simples consejos utilitarios, efectivistas y superficiales. Basada en este “materialismo espiritual” la concepción de moda sobre la abundancia viene a reforzar nuestra enfermiza sociedad de consumo desenfrenado. Confundimos entonces vivir en la “conciencia de abundancia” con de-rrochar, y esto está trayendo terribles con-secuencias, sobre todo para el ecosistema, que es el que termina pagando los platos rotos de esta confusión”.

lado carente porque nuestro ego nos lle-va a cada rato hacia allá. Daniel Taroppio, sicólogo y escritor de varios libros, lo expli-ca de esta manera: “El ego tiene la orden ancestral, genética y cultural de preservar la vida, de acumular, de prever. Ego es si-nónimo de angustia, de preocupación por el futuro y sus contingencias siempre im-predecibles. Nuestro inconsciente guarda memorias celulares muy antiguas de ham-brunas, epidemias, desastres naturales, guerras. Somos herederos de mucho mie-do. Desde allí tendemos a temer al futuro, y el miedo nos vuelve egoístas: no se trata de maldad sino de temor”.

Este miedo ancestral hace que mu-chas personas acumulen más de lo que alguna vez usarán porque temen quedarse sin nada. Cuando esto sucede se detiene el flujo, algo se tranca, queda empantana-do y afecta a todos. Para ilustrarlo, la si-guiente imagen es concluyente: Es como

que cayera agua de una enorme cascada a un gran pozón y en ese pozón la gente se bañara, y bebiera, pero dejara que el agua siguiera su curso hacia un río. Ese río sería entonces el flujo necesario para convertir en tierras fértiles valles y colinas. Pero, ¿qué pasaría si alguien cerrara el paso de esa agua y eliminara el río? Sin duda que el agua empantanada del pozón se pudri-ría y se secarían todas las zonas aledañas. Quien retiene el flujo de la vida al final se daña a sí mismo y al mundo.

Entonces el miedo es la emoción que nos genera escasez, tengo miedo por eso retengo, tengo miedo por eso acumulo, tengo miedo por eso no confío en que el mundo es abundante y tendré lo suficien-te. En el otro extremo, la abundancia está concadenada con la confianza, con la cer-teza de que hay una fuente, que alcanza para todos. No es un tema de riqueza o pobreza, no es un tema de dinero o bienes

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“La prosperidad material constituye un valor obviamente legítimo, así como el progreso y el desarrollo económico per-sonal y social –continua Taroppio– porque todos tenemos derecho a vivir de la mejor manera posible, como personas y como sociedades. El tema es de prioridades. Se trata de contemplar cómo organizamos nuestras necesidades. Desde mi mirada, la prosperidad, la abundancia, son la con-secuencia natural de una vida ordenada, armónica. ‘Buscad el Reino de Dios por sobre todas cosas y el resto os será dado por añadidura`.Cuando esto está claro, la abundancia florece y es auténtica. Pues no se trata de la abundancia de tener o hacer sino de ser. Y cuando la abundancia de ser florece, se manifiesta el amor. Ésta es la única abundancia auténtica, la del corazón. Mientras un solo niño muera de desnutri-ción; un solo anciano duerma en la calle o un solo hombre o mujer sean explotados, hablar de abundancia constituye una false-dad, una hipocresía, una ilusión para ocultar nuestro egoísmo. En esto consiste la belle-za de la conciencia de abundancia”, enfatiza.

La verdadera abundanciaLa auténtica conciencia de abundancia pasa por un lugar muy distinto, como lo explica Daniel Taroppio, implica estar conectados al flujo de la vida comprender muy íntima-mente aquello de que “quien beba de esta agua no tendrá más sed”. Es decir, vivir sintiendo que hay una fuente, que nosotros somos los canales o los ríos a través de los cuales circula esa agua, que si la retene-mos corremos el peligro de que se pudra, que si la entregamos tendremos el espacio suficiente para llenarnos de nuevo.

Entonces no hay que confundirnos porque cuando hablamos de abundancia no nos estamos refiriendo al deseo de llenarnos de bienes. Como lo explica Ta-roppio, los grandes maestros de la huma-nidad que se refirieron a la abundancia, lo hicieron en términos espirituales, no ma-teriales. “Se refirieron a la conciencia de pertenencia al Todo, desde la cual florece en abundancia la comprensión del otro, pues implica reconocer que somos uno. Y desde esta comprensión se despliegan el amor, la solidaridad, la grandeza de miras, la compasión, la percepción de la belleza en todo lo que existe”.

Y cuando todo esto sucede, cuando nos damos cuenta de que estamos co-nectados, que nuestras acciones afec-tan a los otros, que pertenecemos a una misma fuente inagotable y nos paramos en la confianza que jamás se extinguirá, entonces, probablemente en nuestra vida empiecen a surgir algunas señales con-cretas y externas de que nada nos va a faltar, pero es una consecuencia no bus-

cada, es la “añadidura”. Por tanto, para te-ner conciencia de abundancia no hay que centrarse en los resultados externos que ésta traiga, sino que es necesario experi-mentar en lo profundo de nuestro corazón sus consecuencias interiores.

Ya lo dijimos, no se da por un decre-to, se da cuándo de verdad entendemos ciertas leyes naturales que están pre-sentes en toda nuestra existencia, pero que nos cuesta reparar en ellas. Son simples, están ancladas en la naturaleza del hombre, pero muchas veces las pa-samos por encima.

¿Cuáles son estas leyes o estados de conciencia y energía que hacen surgir la sensación o abundancia en la vida? Lo primero es la conexión con la fuente. No importa si concebimos a ésta como la Conciencia Universal, El Padre Celestial o La Madre Divina, eso pasa por cada uno, lo importante es trascender la mirada del pequeño ego aislado y temeroso que sólo percibe escasez.

Luego la otra ley necesaria es recono-cer que tenemos todo, que nuestra rique-za es fundamental y que cuando estamos confundidos, alterados, enrabiados, nece-sitados, es como si algunas nubes ocul-taran temporalmente el sol, pero nuestro brillo y calidez permanecen inalterados. Pema Chodrón, monje budista y autora de diversas publicaciones, lo dice de esta forma: “Es como si fuéramos pobres y estuviéramos sin hogar, hambrientos y pasando frío y, sin saberlo, justo bajo el suelo donde dormimos cada noche hubie-ra un caldero de oro… Nuestra confusión y padecimiento tienen su origen en el des-conocimiento de que el oro ya está aquí,

Cuando nos centramos en la escasez sentimos que nuestra vida está llena de carencias,

cuando nos concentramos en la abundancia vemos todos los regalos que recibimos.

La auténtica conciencia de abundancia

implica estar conectados al flujo de la

vida comprender muy íntimamente

aquello de que

“quien beba de

esta agua no

tendrá más

sed”

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y en el hecho de que siempre lo estamos buscando en otro lugar”.

Entonces nuestra esencia es abundan-te, tanto y como lo es la naturaleza y todo lo viviente. “¡Miren cómo crecen las flo-res del campo! No trabajan ni tejen, pero yo les aseguro que ni Salomón en el es-plendor de su gloria se vistió como una de esas flores”, decía Jesús. La preocupación por el futuro, la falta de confianza, la impo-sibilidad de vivir el presente es lo que nos resta energía para estar en la abundancia.

Otra de las cuestiones básicas que es importante revisar cuando uno se quiere comenzar a parar en el paradigma de la abundancia son las creencias. No es la falta de lo suficiente, ni la acumulación de lo sobrante lo que nos lleva a la abundan-cia o a la escasez, sino que las historias

que nos contamos a nosotros mismos. Si sientes que tienes mucho en tu vida, au-tomáticamente harás elecciones para ti que reflejen abundancia, si hay un miedo de que tus necesidades no se satisfagan harás elecciones que reflejen ese temor y te muestren la escasez. Lo que llevas den-tro se expresa afuera.

Y lo que llevas dentro está relaciona-do fuertemente con lo que tú crees del mundo, con aquellas creencias transmiti-das, por la familia, la cultura, la sociedad. Para entrar en la abundancia es necesario revisar esas creencias, aquellos mandatos que hemos interiorizado como nuestros y que de verdad no nos pertenecen y mu-chas veces tampoco nos sirven. Por ejem-plo, si de niños hemos escuchado frases como: “En el mundo no hay suficiente para todos”, “los ricos son todos unos la-drones”, “hay que ahorrar por si luego fal-ta”, “tener mucho es pecado”, “hay que tra-bajar duro para vivir bien”, lo más probable es que nuestro ser interno esté parado en el miedo, en la escasez, en la pobreza. Es necesario movernos de ahí porque esos mandatos van totalmente en contra de la confianza, única posibilidad para vivir en la conciencia de abundancia.

Otra de las leyes o principios que nos ayudan a despertar esa conciencia es ce-lebrar y agradecer toda la abundancia que encontremos en el mundo. Cuando nos centramos en el paradigma de la escasez, la lógica del pensamiento es que como no hay suficiente, cualquier gesto de abun-dancia afuera nos produce miedo, porque nos lleva a pensar que nos va a faltar, es como si repartiéramos una torta; si uno se come un pedazo muy grande, otro se

Es importante aprender a recibir,

porque dar y recibir son finalmente

lo mismo, quienes no son capaces de

recibir son incapaces de dar

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quedará sin probarla. Sin embargo, si pen-samos que hay suficiente para todos, ce-lebraremos toda la alegría del otro, todo su resplandor, toda su vida.

Avanzar hacia el paradigma de la abun-dancia implica también hacer un ejercicio que pudiera no parecer pertinente, pero que tiene mucha relación con ella. El ejer-cicio es aprender a recibir, porque dar y recibir son finalmente lo mismo, quienes no son capaces de recibir son incapaces de dar. Deeprak Chopra lo dice en su libro “Cómo crear abundancia”: “Dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de ener-gía en el universo”, esto quiere decir que para ser canales de esta abundancia si no sabemos recibir, cortamos el ciclo.

Saber agradecer es otra de las leyes

básicas de la conciencia de abundancia. Y agradecer por todo lo que se nos da, no importa cuán pequeño sea. Vimos al prin-cipio del artículo que estamos programa-dos para concentrarnos la mayor parte del tiempo en la escasez, por eso es necesa-rio estar atentos a todas y cada una de las manifestaciones de abundancia en nues-tra vida. Para hacerlo, hay una idea simple, que es desarrollada por varios autores, quienes recomiendan tener un diario de la abundancia. Tal Ben- Shahar, experto en sicología positiva, propone crear un diario o cuaderno donde tengamos un registro diario de todas las cosas por las cuales tenemos que agradecer. En lo práctico to-dos los días antes de acostarnos debemos recordar y anotar al menos 5 cosas por las

cuales necesitamos agradecer, no tienen por qué ser grande acontecimientos, pue-den ser cosas simples como: el calor de nuestra casa en un día de frío, o una rica comida, una palabra, un gesto… Al hacer este ejercicio diariamente la mente co-mienza a cambiar y a concentrarse mucho más en la abundancia que la escasez y puede ir venciendo, de a poco, esos pa-trones que nos condicionan a centrarnos en la escasez.

Finalmente, las tradiciones espiritua-les y religiosas y las diversas corrientes sicológicas dicen que sea cual fuere el ob-jetivo en el que se concentra nuestra men-te ese mismo se manifiesta en la vida. Es-tamos invitados a reflexionar, a hacernos cargo de que la vida puede ser vivida en total ignorancia o en la responsabilidad de que nosotros somos finalmente quienes la creamos de determinada manera. Esta-mos invitados a recorrer nuevos caminos, a deshacer antiguas creencias que nos li-mitan. Estamos invitados a transitar por un sendero distinto, en el cual no operamos en el piloto automático, sino que despier-tos, tomando opciones que nos llevarán a una vida abundante. Agradecer, valorar lo recibido, dar y recibir, celebrar la abundan-cia del mundo, deshacernos de algunas creencias, son algunas de las claves. Op-tar por ellas a cada momento es, de alguna manera, la posibilidad de cambiar el guión que quizás hemos representado antes, en el cual la victimización, la insatisfacción, el miedo, el sentir que nada es suficiente ha marcado nuestra historia. “Donde está tu tesoro, ahí está tu corazón”, decía Jesús… y la pregunta final es simplemente, ¿dón-de está el tuyo?

La preocupación por el futuro, la falta de confianza, la

imposibilidad de vivir el presente es lo que nos resta

energía para estar en la abundancia.

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Abundancia que fluyeHemos querido destacar la

labor de estas tres mujeres,

quienes han decidido hacer fluir

la abundancia de conocimientos

y recursos que poseen para

llegar a otros que lo necesitan.

Su compromiso y dedicación

fluyen libremente, sin importar

las barreras sociales, la edad o la

discapacidad

Camila Mora

María Teresa Calderón

Naiomi Valladares

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Abundancia que fluye

“Soy egresada de Derecho, y distribuyo mi tiempo entre estudiar para el examen de grado y ser voluntaria en la Fundación Pro Bono. Aquí mi labor es evaluar los casos que nos llegan para derivarlos a los estudios de abogados con los que tenemos convenio y que ofrecen una atención gratuita. Son prioridad aquellos de mayor vulnerabilidad social. Yo atiendo consultas telefónicas, y trato de resolver todas las dudas posibles a través de ese medio, con la mayor empatía, porque las personas que llaman, a veces están muy aproble-madas. Algo que me ayuda en el día a día es que en la universidad trabajé muchos años como voluntaria de un consultorio jurídico que entregaba asesoría gratuita a una población de Estación Central.Siento que mi labor aquí ayuda a disminuir la brecha de la inequidad en el acceso a la buena asesoría jurídi-ca. Los casos pro bono son un cable a tierra para los abogados, para que no olviden cuál es el rol primordial de la justicia. Eso es lo que me motiva para ser voluntaria y trabajar en esto.No es un trabajo fácil. Las personas que atiendo se sinceran conmigo y me cuentan cosas muy íntimas relacionadas con violencia, muertes, violaciones; historias muy fuertes donde uno tiene que mantenerse firme, aunque cueste. Cada día hago un esfuerzo para pensar con la mayor claridad posible y poder entregar la mejor solución a esa persona que lo necesita. En Pro Bono se efectúa un trabajo muy serio, se hacen estudios de los casos y se dejan precedentes. Cuando sea profesional quiero seguir viendo casos pro bono, pienso que es y debe ser un complemento en el trabajo de un abogado, ya que uno se realiza como profesional y sobre todo como persona al hacerlo. Puedo dar fe de ello”.

Si quieres ser parte de la Fundación Pro Bono, visita: www.probono.cl

Camila Mora, voluntaria de Fundación Pro Bono

“Los casos pro bono son un cable a tierra para los abogados”

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Testigos de esperanza

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“Mis papás tienen una empresa que administra un refugio de educación ambiental y turismo. Cuando yo tenía 15 años me di cuenta de que los baños de ese lugar tenían rampas y baranda, y tuve una idea loca: Pensé que allí se podían desarrollar programas especiales para personas con discapacidad. Yo había sido voluntaria de la Teletón, donde hice muchas amigas y me acordé de ellas y de su falta de oportunidades. Creí que un proyecto así podría tener gran impacto. Se lo conté a mis papás y ellos me apoyaron; llamamos al proyecto Biota Integra. Han pasado 6 años y hoy Biota Integra es un parque que ha sido creado para personas que tienen disca-pacidad, y también para estudiantes de ecoturismo y turismo aventura que quieran aprender a trabajar en terreno con personas con capacidades diferentes (visuales, auditivas, físicas, mentales, etc.).Pienso que para todas las personas es importante y necesario tener acceso a lugares naturales, porque el ambiente de la ciudad es muy estresante. El tema es que no todos los parques o reservas están adaptados para personas con capacidades diferentes, aun cuando ellos también necesitan ese tipo de experiencias. Las personas con discapacidad son muy discriminadas día a día y sienten que sólo es deber de ellos inte-grarse; sin embargo, también es deber de la sociedad poner de su parte. ¿Qué puede ser más lindo que integrarnos todos en un ambiente natural, armónico y alegre?Esto partió como un hobby, pero ahora es mi vida. Siempre quise ser bióloga como mis papás, sin embar-go, este proyecto cambió completamente mi percepción de mundo, así que decidí estudiar kinesiología. Cuando me titule quiero trabajar con personas con discapacidad y aportar desde lo profesional. Pienso que se le puede sacar mucho provecho a este proyecto y mejorarlo aún más”

Si quieres conocer más sobre Biota Integra, ingresa a: www.biotaintegra.cl

Naiomi Valladares, Directora de Biota Integra

“Las personas con discapacidad también necesitan acceder a lugares naturales”

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Testigos de esperanza

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“Trabajé como voluntaria de Conin por 14 años, porque me encantan los niños. Sin embargo, con el tiempo se empezó a hacer muy desgastante esa labor, ya que era un trabajo muy físico y yo tenía mis años. Fue entonces cuando descubrí la Fundación Amanoz, dedicada al adulto mayor. Allí me acogieron muy bien y me capacitaron para ser monitora. Esto fue hace tres años y desde entonces hago un taller semanal junto a una amiga en el hogar Santa Luisa de Marillac, el cual acoge a mujeres adultas mayores autovalentes y semivalentes. La mayoría de ellas fueron asesoras del hogar o auxiliares. Allí hacemos diferentes dinámicas donde reforzamos valores, practicamos un poco de gimnasia pasiva, y a veces leemos refranes y adivinan-zas. Antes que nosotras empezáramos los talleres, las adultas mayores ni siquiera se conocían entre sí, en cambio ahora tienen vínculos de amistad y cariño. Una vez, en un taller, una de las participantes nos dijo que sabía cantar, entonces cantó y lo hizo precioso. Fue una sorpresa para todos.Siempre que estoy en el taller siento que me llega una iluminación y me pongo a improvisar con diferentes cosas. La recompensa más grande que recibo es ver lo felices que se ponen con nuestras actividades. Siempre nos esperan con alegría, te preguntan cómo estás y si tienes un problema, se preocupan por ti. Yo he tenido una vida muy privilegiada y por eso siento que debo retribuir las cosas que he recibido. En este voluntariado yo entrego y también recibo. Para ser voluntario no importa la edad o los impedimentos que uno pueda tener; si uno quiere, puede. Cada vez que llego a mi casa después de un taller me siento muy bien y feliz”.

Si te interesa saber más sobre la Fundación Amanoz, visita: www.amanoz.cl

María Teresa Calderón,voluntaria de Fundación Amanoz

“Para ser voluntario no importa la edad; si uno quiere, puede”

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Opinión

La naturaleza es un milagro en sí misma, y el cuerpo humano quizás una de sus versiones más sorprendentes. Para que una per-sona exista, deben darse una infinidad de condiciones, a tal punto que la vida es un suceso estadísticamente improbable. Y si a la viabilidad biológica le sumamos el sentido de trascendencia, sin duda eso debiera bastar para emocionarnos cada día y agradecer el regalo de simplemente ser consciente de dicha vitalidad. Sin em-bargo, la especie humana ha desarrollado ciertas capacidades aje-nas al comportamiento animal, e incluso cuestionables en la lógica del sentido de supervivencia. Mientras millones de personas en el mundo continúan sufriendo los embates de la hambruna, hoy en día son aún más los que sufren de obesidad. Es impresionante que muchas veces nos cueste tanto detener la ingesta de un alimento a pesar de estar satisfechos y desde luego no requerir hibernar. La especie humana se está enfrentando actualmente a una profunda adicción a la sal común (cloruro de sodio) y a los azúcares; dos elementos tan frecuentes como abundantes, pero que en exceso generan algunas de las principales patologías de la era moderna (entre ellas la diabetes y la hipertensión).

Nuestro paladar parece no haber evolucionado a la velocidad que lo ha hecho la ciencia de los alimentos, y hoy somos capaces de engullir comidas que sabemos nos pueden causar daño. La ima-gen de un pastel o de un trozo de pizza inmediatamente activa en nuestro sistema neurológico procesos que estaban diseñados para momentos de escasez, quizás para cuando éramos una especie fundamentalmente cazadora y debíamos aprender a conservar los nutrientes, incluso en forma de grasa corporal.

Hoy no es esa la realidad, y este desfase genético nos está provocando daños individuales y colectivos. Qué bueno sería que como humanidad adquiriéramos la conciencia simple de que parte

del problema tiene que ver con la distribución. En ciertos lugares sobra y en otros falta, a pesar de que la suma alcanza para todos.

La propuesta es dejar de operar bajo el paradigma de la esca-sez, y asumir que podemos ser inmensamente felices cubriendo nuestras necesidades y compartiendo aquello que realmente no necesitamos. Creo que así como la sal y el azúcar aparecen como

dos adicciones a las que se les puede encontrar explicación evoluti-va, existe una tercera adicción de abundancia: la adicción al dinero. Ésta probablemente es más compleja de desentramar, pero las fre-cuentes crisis financieras no hacen más que dejar en evidencia que el problema no es de escasez, sino que de cómo algunos logran ambicionar de forma ilimitada, mientras otros deben sobrevivir con muy poco o nada.

Adicciones de abundancia

Qué bueno sería que como humanidad

adquiriéramos la conciencia simple de que parte

del problema tiene que ver con la distribución. En

ciertos lugares sobra y en otros falta, a pesar de

que la suma alcanza para todos.

La propuesta es dejar de operar bajo el

paradigma de la escasez, y asumir que podemos

ser inmensamente felices cubriendo nuestras

necesidades y compartiendo aquello que

realmente no necesitamos.

Gonzalo Muñoz

Por Gonzalo Muñoz, Socio de TriCiclos

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V I S I Ó NV I S I Ó N

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AbundanciaCuando sientes gratitud el miedo desaparece y la abundancia aparece. Anthony Robbins

Somos suficientemente divinos para pedir y lo suficientemente importantes para recibir. Wayne Dyer

Todo lo que el espíritu desea, el espíritu alcanza. Kahlil Gibrán

No es lo que tenemos sino lo que disfrutamos lo que constituye nuestra abundancia. Epicuro

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Historias que transforman

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Caroline Ward

“Lo mío es acompañar la transformación de las personas”

Esta es una verdadera historia de amor. De amor

romántico, de amor espiritual. Una historia que

dan ganas de contar… No se trata de una heroína

de cuentos de hadas, sino que de una mujer que

sencillamente fue trasformada por el amor de

un hombre y, a través de él, llegó a encontrarse

con el Dios que había abandonado totalmente

durante su adolescencia.

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Historias que transforman

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Caroline es australiana, su acento la delata. Tiene aún dificultad para hablar español de corrido, pero ella la vence mil veces; se corrige a sí misma, pregunta si se dice así, cambia el tiempo verbal, aco-moda las palabras, en fin, sigue adelante con su discurso, aun cuando su cabeza pa-rece cansada, ella no se da por vencida, y lo sigue intentando.

Así ha sido también su vida; con

errores, con correcciones, con caminos equivocados, con senderos enmendados. Nació en Sydney, hija de un padre irlandés muy estricto y una madre escocesa muy creativa, de quien -sin duda- heredó sus dotes artísticos y su interés por el drama.

“Yo quería ser actriz, no tenía duda de ello, pero mi padre fue muy tajante, él no quería ese destino para mí y recuerdo muy claramente cuando me dijo: “Son muchos

los llamados y pocos los elegidos, mejor anda y trabaja en un banco”. Y así lo hice, salí del colegio y me metí a trabajar en un banco y me sentí terrible, totalmente fuera de lugar”.

Esa sensación no era nueva para Caro-line, quien durante toda su infancia sintió que algo no encajaba. “Siempre experi-menté una sensación muy extraña, como que estaba en el lugar equivocado, que no pertenecía a este mundo”. A pesar de su sentimiento de desasosiego interno y de gran confusión, ella tenía claro un par de cosas desde muy pequeña, aunque no sabe por qué, pero para Caroline eran ver-dades totalmente incuestionables y tras-cendentes. “Yo tenía la claridad absoluta de que a los 27 años, más o menos, toda mi vida iba a mejorar. Yo sabía que iba a encontrar al amor de mi vida, al hombre de mis sueños, aunque extrañamente te-nía, al mismo tiempo, la seguridad de que no iba a tener hijos y que iba a vivir sola”.

No sabe muy bien de dónde provenían esas certezas, pero resultaron todas ser absolutamente reales. A los 25 años entró a un estudio de grabación, escuchó una voz, vio la silueta de un hombre proyecta-da en la sombra y se dijo a sí misma: “Este es el hombre con quien quiero compartir mi vida”. Tenía 25 años y de inmediato ini-ció una relación con él que terminó pron-tamente a los 3 meses de ese hallazgo. Sin embargo, no todo estaría dicho en ese sentido y lo mejor, y también lo peor, es-taría por venir.

Caroline Ward

“Lo mío es acompañar la transformación de las personas”

“Siento que nada me

impactaba suficiente,

nada me motivaba del

todo, nada me hacia

sentir embarcada

totalmente por una

causa. La sensación era

como estar afuera de mí

misma”

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En busca de su vocaciónSiguiendo su intuición y tirando por la bor-da los consejos de su padre, renunció al banco y se puso a estudiar teatro en la universidad, “pero nada cambió tan radi-calmente como a mí me hubiera gustado. No terminé de estudiar, pero trabajé en varias oportunidades de actriz, hice diver-sas obras de teatro, también incursioné en televisión en un par de papeles menores. El aplauso me complacía, me tranquiliza-ba, pero sin duda que no llenaba para nada el inmenso vacío que yo seguía sintiendo”.

Según lo describe Caroline, eran tiem-pos difíciles y turbulentos para su alma que no encontraba paz y que probaba en distintas cosas como calmar su gran va-cío. “Hice muchas cosas, el ambiente me impulsaba también a hacerlas: Consumí drogas, alcohol y llevé una vida bohemia”.

“Siento que nada me impactaba lo su-ficiente, nada me motivaba del todo, nada me hacia sentir embarcada totalmente por una causa. La sensación era como estar afuera de mí misma. Sentía una tremenda falta de conexión conmigo. Era un drama para mí no vivir desde adentro. Yo parecía fuerte, parecía decidida, pero era demasia-do frágil”.

Caroline comenta que ella, como tan-tas personas en el mundo, tenía el síndro-me del impostor, que tiene que ver con mostrar hacia fuera seguridad y aparentar que uno sabe muchas cosas, pero vivir con la sensación interna y el miedo de ser descubierta en la ignorancia total, como si alguien fuera a desenmascararla en algún momento y evidenciara que todo lo suyo era falso.

“Me casé con Michael, sabiendo que el camino que recorreríamos juntos sería

muy doloroso, pero lo sorprendente es que fue un camino glorioso”

Sin embargo, sentía la convicción de que en algún momento todo podía cam-biar, que en algún instante todo se podía transformar y ser muy diferente. Y fue justo a los 27 años cuando una persona la llamó y la invitó a trabajar en una agencia de gestión de actores. Ese fue su primer salto hacia la transformación. “Fue enton-ces cuando empezaron a aparecer mis ta-lentos personales. Negociaba contratos, acompañaba a los artistas, los acogía, los escuchaba y ayudaba a que todas sus po-tencialidades aparecieran”.

Recién en ese momento Caroline sin-tió que estaba encajada en la vida, que de verdad estaba haciendo algo que coincidía con sus talentos, que la hacía sentir en-tusiasmada, motivada… Ella había nacido para acompañar a las personas, para des-pertar procesos, para descubrir talentos, para mostrarlos y sostenerlos. Así, en un año hizo que la empresa que la había contratado aumentara en un 50 % sus ganancias, y fue así como empezó a ser extremadamente conocida y valorada en ese medio, demostrando que cuando las personas se alinean con lo que son, en-tonces empieza la abundancia en su vida.

El encuentro del amorCon un trabajo que la entusiasmaba ya su vida empezaba a mejorar. Sin embargo, aún faltaba parte importante de lo que terminaría por transformar definitivamente esa vida muchas veces vacía y sin rumbo. “Fui a un evento de los actores a los que representaba y de pronto sentí la voz del mismo hombre que había escuchado ha-blar cuatro años atrás: era Michael. Él se

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me acercó y sin más preámbulo me dijo que debíamos estar juntos, que debíamos pasar nuestra vida más cerca. Yo lo único que le propuse en ese instante fue que contratara a mi agencia para que negociara sus contratos. El resultado de esa conver-sación fue que yo gané un negocio, pero mucho más, gané la posibilidad de vivir el amor”.

Desde ese día nunca más se separa-ron. Sin embargo, su miedo al compro-miso no le permitía decir la palabra amor, ni confesar que estaba enamorada, hasta que un día -inspirada en el trabajo de un taller sobre el tema-, se decidió y tocó el timbre de la casa de Michael. “Cuando él abrió, yo no sabía de verdad qué estaba haciendo allí, pero sin darme más vueltas le expresé a lo que iba: ‘vine a decirte que te amo’, le dije, pensando que se iba a ti-rar a mis brazos. Sin embargo, él sólo me preguntó: ‘¿Qué significa para ti amar? ’... en ese momento entendí que una decla-ración debe ir siempre unida a un com-promiso y luego de un rato le dije: ‘estoy decidida a hacer de ésta la mejor relación del mundo’”.

“Me casé con Michael, sabiendo que el camino que recorreríamos juntos sería muy doloroso, pero lo sorprendente es que fue un camino glorioso. A los 5 meses de estar juntos lo desahuciaron, un cáncer terminaría con su vida en pocos meses”. Buscando acogida, auxilio, consuelo, jun-tos comenzaron a descubrir nuevos cami-nos. Cambiaron su vida totalmente, desde su alimentación, hasta sus costumbres cotidianas, se acercaron a la meditación y a la medicina antroposófica.

“Entendí que una declaración debe ir siempre unida a un compromiso”

En ese momento pasó algo

transformador, yo sentí que ya

había soltado todo y que Dios

se hacía cargo y me llenaba con

una cascada de amor que nunca

antes había percibido”

“Un día el médico, en el cual yo con-fiaba mucho, me dijo ‘Caroline, ya no hay nada que hacer quedan pocos días’. Yo me desesperé a tal punto que salí corriendo de la casa, me fui donde una amiga y me derrumbé llorando, parecía que todo el mundo se me venía abajo. Ella me dejó sola y en un momento yo le grité a Dios: ‘No tengo ninguna idea de quién eres, ni de qué haces, pero no puedo hacer nada más y me entrego a ti, no puedo más…’. En ese momento pasó algo transformador, yo sentí que ya había soltado todo y que Dios se hacía cargo y me llenaba con una cascada de amor que nunca antes había percibido. En ese instante sentí la certeza de que debía vivir con alegría cada mo-mento, cada instante de los que quedaban y ayudar a Michael en este tránsito hacia otro lugar. Con esa total certeza volvía a casa y todo cambió”.

A los diez días Michael murió, pero fue una muerte en una paz absoluta. Cada momento parecía para ellos un año, era

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como si de pronto hubieran descubierto la fórmula para vivir el presente. “Un día le dije a Michael, ‘aquí hay un camino que tiene una bifurcación; el camino nos conduce la mismo lugar. Si tú vives y te quedas conmigo, nuestra vida juntos va a ser bella. Si tú tomas la bifurcación, te vas con dignidad, paz y amor, y yo voy a tener recuerdos maravillosos por el resto de mi vida. Para lograrlo, necesitamos encontrar la alegría en cada momento’”.

El día que Michael se fue, en nuestra habitación había una luz hermosa, se res-piraba tanto amor y tanta paz como nunca antes yo había sentido. Me di cuenta de que era el final y me acosté junto a él en la cama, lo abracé por detrás y de repen-te percibí que ese era su último respiro, y así fue, no volvió a respirar. A los pocos segundos percibí que me inundaba todo el agradecimiento de Michael en mi corazón y que su presencia me invadía totalmente. Luego sentí cómo se iba retirando y dejan-do de lado su cuerpo en total paz”.

El amor divino“Después de esta experiencia mi vida nunca volvió a ser igual, yo tuve la certeza de que lo mío era acompañar la transfor-mación de las personas. Fue así como me fui acercando al mundo del coach, comen-cé a trabajar con mujeres y lideré el Pro-yecto Las 4 Caras de la Mujer, en más de 40 países, él que pronto se convertiría en un libro. Finalmente terminé formando una empresa, “About People”, en la cual hice procesos de acompañamiento a muchas organizaciones y ejecutivos. Mientras, me iba acercando cada vez más a mi ser espiri-tual, estudié con Brahma Kumaris, el lugar

que había descubierto con Michael cuando decidimos empezar a meditar y cada vez mi compromiso con esta organización se fue acrecentando. Yo a los 16 años decidí abandonar mi fe y mi religión y después de muchos años me volví a encontrar con ese Dios que echaba tanto de menos, pero ahora era diferente. El año 2004 viajé a la India y sentí la intuición de salirme de la empresa y empacar mis cosas para estar lista y dispuesta para algo.

Caroline finalmente decidió consagrar-se al espíritu y entregó su vida a lo divino, a la transformación de nuestro mundo, asumiendo el celibato y haciéndose parte de los cuatro principios que inspiran su ca-mino espiritual: estudiar, meditar, practicar y servir.

“Hoy estoy en Chile y creo que es por puro producto de la casualidad, sin embar-go cuando me levanto y veo esa cordillera nevada y el sol que brilla fuertemente des-pués de una gran lluvia, siento que no po-dría haber un mejor lugar para mí. Es aquí donde ahora quiero estar, entregándome al servicio de otros que quieren recorrer este camino que yo he iniciado”.

Caroline vive en la sede de Santiago de Brahma Kumaris enseñando meditación y acompañando a quienes buscan sentido

a sus vidas. En este trabajo ya no tiene los ingresos económicos que le otorgaba ser coach de grandes organizaciones. Hoy quiere seguir trabajando en la facilitación de los procesos de personas y empresas, pero su motivación no tiene que ver con juntar dinero para ella, sino que entregar-lo a la comunidad que forma parte. “Yo siento total confianza en que siempre va a haber y así ha sido, de hecho nosotros en Brahma Kumaris nunca cobramos por nuestras actividades, simplemente damos y los que quieren nos dan algo a cambio. Lo curioso es que cada vez que hemos es-tado preocupados o estresados por nues-tro futuro económico, sucede algo y todo empieza a fallar, en cambio, cuando esta-mos en la confianza, entonces todo fluye y no hay ningún problema”.

Hoy Caroline ya no siente más esa sensación de estar desencajada, de estar desadaptada. Hoy ya no se siente más fuera del mundo; por el contrario, irradia una paz y una alegría propias de los que de verdad han encontrado un verdadero sentido a lo que hacen. Ella lo resume de la siguiente manera: “Mi padre alguna vez me dijo `los llamados son muchos los ele-gidos son pocos’, hoy él me repite cons-tantemente: `Caroline, tú fuiste elegida’ ”.

¿Qué es BraHma kumaris?

Es una organización mundial espiritual, que tiene como fin acompañar a las personas en su proceso de despertar espiritual de diferentes maneras.Esta organización no gubernamental internacional tiene sede en Mt. Abu, Rajasthan, India, y más de 8.500 centros en 100 países del mundo. Como comunidad de apren-dizaje tiene alrededor de 82.500 estudiantes regulares que buscan fortalecer su capacidad para vivir su propia naturaleza elevada y mejorar su contribución a la sociedad a través de una educación espiritual y prácticas de reflexión. Todo esto en un contexto distinto, dependiendo de cada cultura. Las actividades que realiza BKM son sin costo, se sostienen con contribuciones voluntarias y están abiertas a la comunidad.

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Opinión

Es que yo soy muy autoexigente, por eso exijo

Esta es una frase que he escuchado repetidamente en es-tos años de coach y he aprendido que detrás de ella hay mucho sufrimiento, existe castigo y frustración. Ser autoexigente podría parecer que nos pone en un camino de perfección y que justifica el sacrificio y el acorralar a otros para que también ellos consigan esa perfección que los seres humanos hemos venido a lograr en la vida.

“Yo soy autoexigente, por eso no me puedo permitir el des-canso ni la celebración hasta que no obtenga los resultados que me propongo”. ”Tengo una vara muy alta. ¿Puede ser malo buscar la excelencia?”. Yo sería feliz si no me importaran las cosas, pero como soy tan autoexigente...”.

Es en ese momento que producimos la trampa en el lenguaje. La excelencia y la perfección son distinciones diferentes. Exigir es poner el foco en lo que falta, por eso nos causa sufrimiento. La excelencia pone la luz en lo que abunda y nos produce satisfacción. No requerimos el resultado perfecto, ni postergar la celebración a ese momento inalcanzable de lo perfecto.

La perfección es un resultado utópico, la excelencia es un pro-ceso intencional de avanzar en hacer las cosas mejor, se convierte en una filosofía que pone su canto en la abundancia, vivida como una construcción.

Ahora bien, esta distinción es relevante porque detrás de ella se puede encontrar un drama o el alegre flujo de vivir y crecer. Es decisivo entender que uno de los principales problemas de los seres humanos radica justamente en creerse insuficiente, en te-ner insuficiente o en hacer insuficiente. Y cuando este drama lo tratamos de vencer desde la autoexigencia estamos bordeando el mismo abismo.

En mis talleres suelo poner una lámina que recoge lo que Tho-mas Alba Edison respondió a un periodista que quería saber cómo había logrado tener la perseverancia para continuar su investigación después de haber tenido casi mil intentos en su búsqueda para descubrir la ampolleta. “¿Cómo pudo superar tantos fracasos?”, le

preguntó y Edison respondió: “No son fracasos, hemos aprendido más de mil maneras de cómo no se debe hacer una ampolleta”. Y yo escucho en su respuesta si hubiera vivido el proceso como un fracaso, no habría podido mantener mi ánimo, habría sucumbido al desaliento. Por eso que detrás de la exigencia hay tanta frustración y tantas personas que abandonan y terminan amargamente deses-peranzados o lamentándose.

Es decisivo entender que uno de los

principales problemas de los seres

humanos radica justamente en creerse

insuficiente, en tener insuficiente o en

hacer insuficiente. Y cuando este drama lo

tratamos de vencer desde la autoexigencia

estamos bordeando el mismo abismo.

Mis amigas Silvia Guarneri y Miriam Ortiz de Zárate, en su libro “No es lo mismo” aportan un enfoque convergente al plantear en uno de sus capítulos “En el camino de la excelencia los errores son parte natural de la acción y pueden ser vistos como una oportuni-dad (…) En el camino de la exigencia, sin embargo, el error es visto como un enorme fracaso. Algo muy difícil de aceptar y de digerir”.

Una vez más nos encontramos dos conversaciones que reco-rren la historia de las personas y nos llevan a tener vidas diferentes: La escasez que nos lleva a pelear y competir versus la mirada de lo abundante que nos impulsa a compartir y celebrar con alegría. Dos formas de entender la vida, dos posibilidades diferentes, ante las que podemos elegir.

Juan Vera

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Dicen que lo gratis no se valora y esto encierra cierta verdad. Nos cuesta hablar del dinero, pero, sin embargo, está presente en gran parte de nuestras deci-siones y atraviesa nuestra vida en todos sus sentidos. Conlleva una energía invisi-ble que puede despertar las luces y som-bras de los seres humanos.

¿Recuerdas lo que escuchabas siendo niño sobre el dinero? ¿Qué decían tus padres y tus mayores? ¿Cómo actuaban en relación con el dinero? Estas simples preguntas forman parte de la pedagogía de autoanálisis con que el centro de desarrollo humano, PRH Chile, aborda el tema de la relación personal con el dinero y los bienes materiales. Las preguntas facilitan a cada uno ir entrando en su interior para darse cuenta en qué medida sus acciones y elec-ciones en este sentido son influidas por preconcepciones y una determinada men-talidad que se va forjando desde su educa-ción y sus experiencias de vida.

El Dinero

¿Cómo es mi relación con el dinero?

¿Qué pensamos sobre el

dinero? ¿Qué nos produce?

¿Lo vivimos como

un medio o como un

fin? ¿Lo enfrentamos

desde la escasez o

desde la abundancia?

Son preguntas que

no nos hacemos

frecuentemente, porque

hablar de dinero es

algo mal visto, pero

es necesario mirar las

creencias que tenemos

asociadas a él para poder

entender su energía

y cuál es la verdadera

dimensión que ocupa en

nuestra vida.

Por Francisca Gálvez

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“El dinero es una manifestación concreta de las

decisiones que tomamos, y nuestras decisiones son una

expresión de quiénes somos y de nuestros valores”

Pero, ¿qué tan importante es la rela-ción con el dinero y los bienes materiales? Graciela Okimoto, profesora de Ciencias Sociales y facilitadora de talleres en PRH, dice que mucho. “La relación con el dine-ro y los bienes materiales forma parte de nuestra vida cotidiana, de nuestro creci-miento personal. El dinero es una mani-festación concreta de las decisiones que tomamos, y nuestras decisiones son una expresión de quiénes somos y de nues-tros valores”, dice. Por tanto, es necesario –y vale la pena– detenerse en el modo cómo vivimos numerosos aspectos de nuestro día a día en relación con el dinero y el mundo material.

La culpa no es del dineroLa relación con el dinero es en general mal vivida en nuestra sociedad. Tenemos muchas ideas preconcebidas y paradig-mas que nos impiden una vida más plena. “Suele suceder que el dinero y los bienes sean causa de dificultades de relación entre cónyuges, con los hijos, entre her-manos, en el trabajo. El dinero provoca mucha discordia. Interrumpe la vida, los lazos y las relaciones. Basta con ver lo que ocurre muchas veces dentro de una mis-ma familia cuando algún pariente deja una herencia, las verdaderas guerras que se ar-man. El dinero puede llegar a sacar lo peor de las personas e impedir el crecimiento personal –dice Graciela Okimoto– y, sin embargo, dirigir una mirada a este campo es casi tabú para algunos”.

Es necesario superar ese tabú, que se ha convertido en tal por todo un conjunto de creencias sociales y culturales en torno a él. “El dinero se ha estigmatizado como

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Para llegar a comprender nuestra rela-ción con el dinero se necesita de un espa-cio de reflexión, en que uno pueda mirar en perspectiva su vida y sus actitudes. El taller de PRH apunta a ser una ayuda en este sentido, al iniciar un trabajo personal de análisis que se basa en la propia experien-cia de las personas y en las sensaciones corporales que puedan experimentar frente a determinados temas o preguntas. ¿Qué sientes al tener que tomar decisiones que involucran dinero? ¿Cómo reaccionas ante la necesidad de hacer una compra impor-tante? “Muchas veces la persona piensa una cosa, trata de seguir ciertos principios o creencias, pero siente otra. La reacción física, es lo que da la clave de cómo es esa relación”, dice Graciela Okimoto.

La relación personal con el dinero se va forjando también en las decisiones de consumo, hábitos de vida y creencias. En la visión de Matías Petersen, sin duda in-fluye la educación de los padres. “Factores como el premio-castigo: ‘si te portas bien, te compro tal cosa’, empieza a generar un comportamiento condicionado a una mo-tivación extrínseca. Frases como ‘la plata no crece en los árboles’, ‘si no estudias tal cosa, no eres nadie’ o ‘el dinero es sucio’ van creando, sin darnos cuenta, un para-digma de abundancia o de escasez”.

Para Gabriela Rodríguez la mayor in-fluencia es familiar. “La manera en que una persona se acerca al dinero está in-fluida por el lugar que ocupa en la familia y lo querida que se haya sentido por sus padres. Quien se ha sentido querido sabrá valorarse y hacerse pagar como corres-ponde. Si no, siempre estará viviendo con un sentimiento de carencia que se trasla-da a lo económico”.

dinero, en sí mismo, no es el problema. La pregunta es: ¿Cómo es mi relación con el dinero? ¿En qué rango está el dinero entre mis prioridades? ¿En qué medida el dinero está siendo un medio que me permite aspirar a los bienes más altos, o está siendo el fin de mi vida, a lo que subordino todo lo demás? Diversos estudios económicos y sicológicos han demostrado errada la creencia de que el dinero es proporcional al bienestar de las personas; hay gente que a pesar de tener una muy buena situación econó-mica, siente un gran vacío interior y una sensación de angustia y sin sentido. A su vez hay personas que con muy poco son sumamente felices. “Eso evidencia que el estado mental es determinante. No es lo que tienes, sino cómo lo tie-nes”, plantea el ingeniero comercial y magíster en finanzas y filosofía Matías Petersen.

“El dinero tiene una cualidad total-mente emocional –explica Gabriela Ro-dríguez–. Cada persona lleva en sus bol-sillos un dinero diferente que está car-gado de historias familiares”. Por lo tanto la relación que cada uno posee con el dinero tiene que ver con las creencias y con la historia económica familiar.

algo negativo desde una moral religiosa y social que le ha dado una categoría de mal-dad y de suciedad, lo cual es una contra-dicción esencial porque al mismo tiempo el sistema estimula el consumo y la rique-za, e incluso desde el interior de la familia se empuja a los hijos a ganar mucho dine-ro a costa de su felicidad y desarrollo per-sonal”, dice Gabriela Rodríguez, discípula y representante de Alejandro Jodorowsky en Chile, quien dicta un taller de dinero y emocionalidad.

Para desmitificarlo hay que transfor-marlo en dinero consciente, dice Gabriela. “Explorar lo que se vive frente él porque eso nos permitirá conocernos mejor y avanzar para que nuestro color personal se exprese en todo su potencial”, agrega Graciela Okimoto.

Nuestra particular relación con el dineroLo primero en este pro-ceso es aclarar que el

“El dinero se ha estigmatizado como algo negativo

desde una moral religiosa y social que le ha dado una

categoría de maldad y de suciedad”

¿Cómo es mi relación con el dinero? ¿En qué rango está el dinero entre mis prioridades?

¿En qué medida el dinero está siendo un medio que me permite aspirar a los bienes más

altos, o está siendo el fin de mi vida, a lo que subordino todo lo demás?

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Es cierto que la gente mata por dinero, roba por dinero, miente por dinero, pero esa es la mirada negativa, como Murphy lo explica: “Un hombre le puede dar a otro varios miles de pesos para matar a al-guien; empleando el dinero con un propó-sito destructivo. Asimismo, se puede usar la electricidad para matar a alguien o para iluminar el hogar…”.

Asimismo, cuando las personas sien-ten que la pobreza es sinónimo de bon-dad, se debe a un patrón subconsciente que puede estar arraigado en la educación

recibida. “Lo cierto es que no existe vir-tud en la pobreza. Cuando estás enfermo sabes que hay algo que no funciona bien en tu cuerpo y buscas ayuda para solu-cionarlo. Si no hay dinero circulando en tu vida, piensa que hay algo que no estás haciendo o pensando bien, y soluciónalo. Tu vida debería ser abundante en todos los sentidos, y el dinero es una expresión de la abundancia de la vida”, asegura Murphy.

Cuando uno se hace consciente de todo esto, es posible cambiar. “El primer paso es saber dónde estoy parada. Acla-rar las ideas, nociones y sensaciones que tenemos frente al dinero, esto nos llevará a darnos cuenta de que el problema está en uno y no en los otros”, dice Patricia Hol-man, asistente al taller de PRH. “Mi mayor aprendizaje fue entender que la relación con lo material tiene mucho que ver con la autovaloración y el amor propio. El taller fue un viaje interior, en el que fui descu-briendo mi relación conmigo misma y des-de ahí, con el dinero y los bienes”.

Joseph Murphy concluye con una ob-servación sensata y tranquilizadora: “El hombre que conoce el funcionamiento de la mente subconsciente nunca está preocupado por la situación económica, el pánico del mercado de valores o la de-valuación o la inflación de la moneda, ya que se atiene a la conciencia de la eterna Providencia… Contempla la aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni guardan la cosecha en graneros, y el Creador las ali-menta. ¿Por qué tendríamos que preocu-parnos nosotros?”.

Más informaciónwww.prhchile.cl/www.psicomagia.cl/sitio/

Cambiando el paradigmaUna persona que enfrenta dificultades con el dinero suele tener una imagen desvalo-rizada de sí misma, la idea de que no es lo suficientemente buena como para que le vaya bien en lo económico. Esas concep-ciones actúan como mandatos interiores que le impiden vivir exitosamente el mun-do material. Algo que, bajo las premisas de Alejandro Jodorowsky, se puede solu-cionar con actos simbólicos. “Por ejemplo, si una persona creció con el paradigma de que el dinero es sucio, puede sanar esa relación haciendo ejercicios como lavar el dinero que llegue a sus manos, ponerle un buen olor, embellecerlo…”, dice Gabriela Rodríguez.

¿Dinero bueno o dinero malo?En su libro “Cómo atraer el dinero”, Joseph Murphy enumera dos razones fundamen-tales por las que una persona no logra tener el dinero que necesita. La primera es que abierta o veladamente lo condena sintiendo que es producto de todos los males. La segunda razón es porque tiene una sensación subconsciente de que hay virtud en la pobreza.

“El dinero tiene una cualidad

totalmente emocional. Cada

persona lleva en sus bolsillos un

dinero diferente que está cargado

de historias familiares”.

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Proyecto Huerto:

Huertos urbanos para todos

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Claudia Barriga y Pablo Sepúlveda estudiaron agronomía en la Universidad Católica y, como jóvenes idealistas, querían ayudar. Buscar maneras de asistir a la gente con menos recursos, y ser un aporte para la comunidad y el país. Pero de alguna manera les frus-traba que las actividades en que como alumnos podían involucrar-se –construir mediaguas o visitar hogares de niños y ancianos–, aunque de por sí muy valiosas, no guardaban relación con los te-mas que ellos estaban estudiando. “Teníamos ganas de cooperar desde nuestra especialidad, poder aplicar todo lo que estábamos aprendiendo, y compartir ese conocimiento en proyectos concre-tos que sirvieran a otros”, cuenta Pablo.

Con eso en mente, empezaron visitando algunas comunida-des, para conocerlas de cerca y tener una mejor idea de sus nece-sidades y problemáticas. Siempre desde la perspectiva de su área de estudio, una cosa se les hizo evidente: en los sectores pobres, las áreas verdes eran –son– casi inexistentes. De esta constata-ción surgió en ellos la convicción de que era posible buscar mane-ras de embellecer esos entornos trabajando junto a sus mismos

Esta es la historia de dos estudiantes universitarios que creyeron en la abundancia de la naturaleza y quisieron romper con un paradigma, ayudando a mejorar la calidad de vida de las personas desde lo más básico: la tierra.

Por Francisca Gálvez V.

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habitantes y traspasándoles conocimientos sobre el manejo de la tierra; un esfuerzo que redundaría en la calidad de vida de estas co-munidades y ayudaría en la superación de la pobreza. “¿Por qué no se puede tener un huerto en la ciudad? ¿Por qué no puedo tener una lechuga, una zanahoria, al alcance de mi mano?”, se pregunta-ban estos jóvenes emprendedores. Querían romper el paradigma de que la agricultura es para el campo.

“El trabajo de la tierra ha estado durante toda la historia cerca de las personas, hasta que la rápida urbanización y el crecimiento de las ciudades desplazó la agricultura hacia lugares alejados”, dice Pablo. Buscaron iniciativas que demostraran que esto podía rever-tirse, y en su investigación fueron descubriendo que su visión no era nueva ni tampoco tan creativa; existe actualmente lo que pue-de llamarse una tendencia mundial en torno a los huertos urbanos, que si bien respondió en sus orígenes a la necesidad –por ejemplo en el caso de la Europa postsegunda guerra mundial– donde el cierre de fronteras hizo perentoria la producción local de alimentos; hoy, el concepto está instalado como estilo de vida y cada vez más personas tienen sus propias huertas, o bien participan de huertos urbanos comunitarios. Los agrónomos se dieron cuenta de que era algo posible. Podía hacerse. Tenía que hacerse.

Plantando un nuevo paradigmaMaría Sepúlveda no tenía en su casa ninguna planta. Ni una sola flor. Vive en la comunidad Amancay, en Renca, donde como due-ña de casa pasaba casi todo el día encerrada, sin apenas salir al exterior. Pero a fines de 2011 las cosas cambiaron: su jardín y su comunidad se volvieron más activos. Más verdes. También su es-tilo de vida cambió para mejor cuando ella y otros vecinos comen-zaron a trabajar sus propias huertas en sus casas, con la ayuda de Proyecto Huerto.

Claudia y Pablo habían logrado dar forma a su visión. En 2010 obtuvieron un fondo del SIDEPLAN para comenzar un proyecto pi-loto de asesoría, capacitación y acompañamiento en la creación de un huerto para la comunidad Antumalal, en Renca. Fue el impulso inicial para la creación de Proyecto Huerto, un emprendimiento que no sólo rompe un paradigma sino que planta uno nuevo: es posible reutilizar espacios de la ciudad para convertirlos en áreas verdes productivas, que además de cambiar la cara de una comu-nidad, mejoran su calidad de vida y generan beneficios sociales,

Es posible reutilizar espacios de la

ciudad para convertirlos en áreas

verdes productivas, que además de

cambiar la cara de una comunidad,

mejoran su calidad de vida y generan

beneficios sociales.

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Durante el 2011 Proyecto Huerto obtuvo el premio JO-VEN EMPRESARIO, otorgado por la Confederación de Jóvenes Empresarios de Chile. También fue ganador del concurso DESAFÍO CLAVE de emprendimiento social, gestionado por el Ministerio de Desarrollo Social a tra-vés del Instituto Nacional de la Juventud (INJUV) y Un Techo Para Chile.

económicos y alimentarios para las personas involucradas. Algo tan simple como un huerto puede abrir espacios de aprendizaje, encuentro y recreación, reforzando el vínculo de las comunidades con la naturaleza. “Este primer proyecto de agricultura urbana en Santiago me permitió entender lo que era la sustentabilidad, un concepto que había aprendido en la universidad, sin llegar a com-prender profundamente hasta que lo vi en acción”, cuenta Pablo.

Al problema de las escasas áreas verdes en los sectores más pobres de la ciudad se suma el aumento del precio de los alimen-tos, afectando sobre todo a la población de menos recursos, don-de ya es baja la ingesta de frutas y verduras, según dio a conocer la Encuesta Nacional de Salud 2010 y la Encuesta de Consumo Ali-mentario 2011. Proyecto Huerto ofrece soluciones en este sentido: “Es una invitación a la gente a cultivar de cualquier forma, en su patio, en una botella, en envases de yogur”, dice Claudia.

Llegaron en 2011 a la comunidad Amancay, de María Sepúlve-da. Les enseñaron a plantar, regar, y todo lo que implica el trabajo de la tierra y el cuidado de las plantas. “Para mí esto fue un des-cubrimiento, algo totalmente nuevo”. En su jardín –que antes era tierra y malezas– plantó hierbas medicinales, acelga, ciboulette y

tomates. “No hay nada más rico que cosechar la plantita que has cuidado y visto crecer, con tus propias manos, y hacer por ejemplo una tortilla o una ensalada fresca. Se siente muy bien”, dice María. Para ella lo más importante, en un principio, fue que esta actividad la ayudó a conectarse socialmente con su comunidad. “Me sacó de la casa, estoy más activa. Tengo más contacto con los vecinos y nos hemos hecho amigos”, cuenta. Actualmente están armando un huerto comunitario en la sede vecinal, donde trabajarán por turnos, y se repartirán la producción. Tendrán también lombricultura y un invernadero, y a futuro pretenden comercializar los frutos de su tra-bajo. María está optimista: “Yo sola en mi huerto coseché más de un kilo de tomates este verano, y estaba recién aprendiendo”, dice. El jardín de su casa está hoy lleno de flores, y ella que pensaba que no tenía mano para las plantas.

Un huerto en crecimientoAl igual que las hortalizas y hierbas en las comunidades Antumalal y Amancay, Proyecto Huerto ha seguido creciendo. Partieron los dos socios creadores y hoy son cinco los que conforman la empre-sa, además de cerca de veinte comprometidos voluntarios. Gran parte de los proyectos han sido desarrollados junto a fundaciones y comunidades en riesgo social, porque se trata precisamente de una herramienta de integración comunitaria y mejoramiento de la calidad de vida de las personas más vulnerables. Hoy trabajan en conjunto con Un Techo Para Chile y CompostChile, entre otras or-ganizaciones sociales. “El proyecto ha despertado un gran interés tanto en privados como en empresas y fundaciones; también desde organismos públicos como el Ministerio del Medio Ambiente, que recientemente nos ofreció su patrocinio”, cuenta Pablo.

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reses distintos: hay algunas especializadas en lombrices, otras en hierbas, otras en almácigos, etc.”. Actualmente están comenzando la etapa de comercialización con algunas de estas comunidades. “La idea es formar una red de productores urbanos que gestione sus propios recursos, comercialicen sus productos y sean auto-sustentables. Que funcionen como un círculo sostenible y que no dependan de nosotros en el futuro”.

Uno de los huertos más visibles en los que se han involucrado es el de Matucana 100, donde se está desarrollando un proyecto de educación ambiental de puertas abiertas para mostrar el con-cepto de la agricultura urbana. A Pablo Sepúlveda le gustaría ir más lejos: llegar a intervenir espacios públicos de alta visibilidad como el Parque O’Higgins o el Bicentenario, instalando huertos urbanos. Incluso: “¿Por qué no tener un huerto en el Palacio de la Moneda?”.

La oficina de Proyecto Huerto está repleta de libros sobre agricultura: “The New Self Sufficient Gardener”, “I Garden: Urban Style”, “Growing Fruit”, entre varios otros títulos en diferentes idio-mas. Sus coloridas tapas están tan llenas de frutas y hortalizas como los seis huertos sociales -–y otros tantos terapéuticos– en los que están hoy trabajando. Una cosa es segura: hay mucha tie-rra, y muchas –muchas– semillas para seguir plantando.

Para más información:[email protected]

Además de los huertos sociales, Proyecto Huerto tiene un programa para la realización de huertos privados, y un programa de voluntariado corporativo, en donde se conecta a una comuni-dad determinada con una empresa para que ésta la apoye en la construcción y/o gestión de su huerto como parte de una labor de responsabilidad social empresarial.

También trabaja en huertos terapéuticos, como el del club de adultos mayores Paz y Amor, de la comuna de Pudahuel, con quie-nes comenzaron a trabajar a fines de 2011. Hoy tienen un huerto con betarragas, lechugas, cilantro, acelga, cebolla, brócoli y hier-bas aromáticas, en torno al cual se reúnen a trabajar una vez a la semana, con el apoyo de los voluntarios de Proyecto Huerto. “Los abuelitos están muy contentos con su nueva actividad, que para ellos representa una terapia y una oportunidad para entrete-nerse, conversar y compartir conocimientos”, cuenta la presidenta del club, Rosa Lamilla. “Muchos vienen del campo y para ellos es como volver a la infancia, revivir nociones que tenían dormidas y renovar su conexión con la tierra”. En un tiempo más, quieren llegar a convertirse en una microempresa para la venta de maceteros con plantas hechas por ellos mismos.

Según explica Pablo Sepúlveda, la gracia de estos proyectos sociales es que son diseñados por las mismas comunidades. “No-sotros no les decimos qué hacer. Les enseñamos lo básico para que ellos decidan, los vamos guiando. Cada comunidad tiene inte-

“La idea es formar una red de productores urbanos que gestione sus

propios recursos, comercialicen sus productos y sean autosustentables.”

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V I S I Ó NV I S I Ó N

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EquilibrioSólo el equilibrio deshace la fuerza. Simone Weil

No hay ningún secreto en el equilibrio. Lo único que necesitas es sentir las olas. Frank Herbert

Todo en la vida es equilibrio, y el centro de soporte eres tu. Suzet

Vivir es como andar en bicicleta: es necesario estar en constante movimientos para no perder el equilibrio.

Albert Einstein

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Opinión

La conversación sobre ciudadanía y el rol de los ciudadanos ha ido disminuyendo en los últimos cincuenta años. Creemos que es una de las grandes pérdidas de nuestra sociedad y es crucial, tanto para nosotros como para nuestras comunidades, explorar y responder las siguientes preguntas: ¿cuál es el papel de los ciuda-danos? ¿Cómo podemos recuperar la vitalidad, la responsabilidad y el poder de nuestra ciudadanía?

En la antigua Atenas, por ejemplo, los derechos de los ciuda-danos eran tan específicos que, por ley, cualquier ciudadano que no pudiera tomar parte en las decisiones fundamentales perdía su pertenencia a la «polis». Los ciudadanos que descuidaban sus de-beres cívicos eran etiquetados como “idions,” el término del cual deriva la palabra moderna “idiota”1. La educación se vinculó a la ciudadanía en la era moderna, pues se pensaba que la verdadera participación como ciudadano requería de un pensamiento crítico y de habilidades participativas. La educación era más que un sim-ple entrenamiento para ganarse la vida, era la preparación para una buena vida y para la participación en la sociedad; era la preparación para ejercer la ciudadanía.

Si prestamos atención a los cambios producidos por el flujo de la historia más reciente, los valores de los ciudadanos compi-ten ahora con otros valores y tendencias dominantes en nuestra cultura, entre ellos: el consumismo, el crecimiento económico, las empresas con fines de lucro y la concentración de la riqueza en una pequeña elite.

El surgimiento de la “sociedad de consumo” lleva a la gente a elegir un mayor consumo inmediato, llegando a comportarse sólo como consumidores y no como ciudadanos. En los valores de los consumidores, la democracia se convierte en una formalidad y la preocupación fundamental es lo que el país hace por cada uno. El relato del consumidor sin ciudadanía es el relato del “yo”. Este consumismo va de la mano del crecimiento económico, respaldado en el siguiente argumento: “Necesitamos que nuestra economía crezca para tener puestos de trabajo (y por lo tanto justicia social) y

una economía en crecimiento requiere un mayor consumo, por lo tanto, el aumento del consumo es bueno y necesario”.

Compite también con los valores ciudadanos, la centralización de la riqueza en manos de unos pocos, ya que sugiere el surgimien-to de la plutocracia, una estructura de la sociedad donde el poder está en manos de unos pocos que dirigen los asuntos de acuerdo a su propio interés. El gobernante quiere subordinados y el plutócrata quiere consumidores, no ciudadanos. Es un hecho interesante de constatar que las naciones que tienen una distribución más equita-tiva de la riqueza tienen también mayor participación de los votan-tes y mejores estadísticas de salud física y mental.

Otra realidad que se levanta en contra del valor de la ciudada-nía, son las unidades económicas con fines de lucro. Éstas son el instrumento de quienes poseen la riqueza, para establecer su poder sobre la base de una población de consumidores. Los accionistas de las empresas están, en gran medida, unidos sólo en su preocu-pación por las ganancias y no por asuntos que les conciernen en su calidad de ciudadanos. Además los empresarios ricos giran che-ques de varios millones de dólares para los candidatos políticos que apoyan sus intereses. En Washington DC, por ejemplo, hay veinti-cinco mil lobistas que presionan por los intereses de sus clientes. Considerando que la empresa fue inventada originalmente para fi-nes públicos, hoy vemos cómo está centrada en producir ganancias en beneficio de los accionistas, impulsada por los asuntos a corto plazo para obtener resultados inmediatos con el fin de proteger los precios de las acciones.

Todo esto conduce a que nuestros valores sociales pasen a ser valores de mercado. Lo interesante es que podemos perfectamen-te ser ciudadanos y consumidores al mismo tiempo. En nuestro rol como consumidores, debemos darnos cuenta que, así como un pla-neta finito no puede apoyar el consumo infinito, también debemos tener claro que tener una buena calidad de vida no está determinado por nuestra capacidad de consumo. Las investigaciones muestran que una mayor riqueza no produce más felicidad luego que las ne-

Por Julio Olalla y Robert Dunham

Despertando al Ciudadano

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Opinión

cesidades básicas han sido cubiertas y, de hecho, tiende a correla-cionarse con los niveles más altos de los problemas mentales y de salud2. Una buena calidad de vida tiene otras necesidades que van más allá de la riqueza. Parafraseando al filósofo Séneca: “El pobre no es quien tiene poco sino es quien desea más”. Debemos basar nuestros valores sobre todo en aquello que nos producirá un sentido y una buena calidad de vida para nosotros mismos y para el futuro que compartimos con los demás, no sólo con elecciones a corto pla-zo, egoístas o sin evaluar. Debemos darnos a nosotros mismos la opción de elegir una buena calidad de vida, en lugar de invalidarnos constantemente porque siempre estamos exigiendo una vida mejor. Debemos responder por nosotros mismos como individuos y como sociedad “¿cuándo será suficiente?” y “¿cuándo vamos a estar sa-tisfechos?”. La pregunta “¿qué es una buena calidad de vida?” se ha ido perdiendo en la corriente cultural desde hace algún tiempo y ya es momento de reflexionar seriamente sobre esto y tal vez agrade-cer los regalos que siempre están a nuestro alrededor. ¿Podemos crear una economía sobre la base de una “buena calidad de vida” en lugar de una economía de “crecimiento”?

La democracia y la comunidad requieren cuidados y atenciones compartidos. Como ciudadanos debemos preocuparnos por la comu-nidad y los efectos de las decisiones acerca de lo que es común. El beneficio de unos pocos no es suficiente para ser un ciudadano que vive dentro de una comunidad. Para ser un ciudadano responsable debemos dar valor -no a la riqueza, al consumo o a nosotros mismos- sino que debemos tener una visión a largo plazo de las consecuen-cias de nuestras decisiones y del cuidado de las generaciones futuras.

Creemos que la conversación que debemos tener es para de-terminar lo que nos importa más allá de sólo beneficiar el creci-miento y el consumo. Debemos tener una base de principios. Hay un lugar para las ganancias, el consumo e, incluso, para el enri-quecimiento, pero debemos preguntarnos “¿por el bien de qué?” ¿Cómo vamos a definir nuestros objetivos, el significado y la visión de una buena calidad de vida, de la comunidad y del futuro? Tener

estos diálogos, participar en nuestras comunidades, tomar decisio-nes sobre nuestro futuro común es, en nuestra opinión, el deber y la tarea de un ciudadano.

Por ejemplo, el Presidente de Uruguay, José Mujica, puso en palabras diferentes valores frente a la cumbre de Río 20+ en junio de 2012, hablando por la preocupación de la vida. Él preguntó cuál es la finalidad de la economía si sólo produce que la gente esté abrumada para pagar sus deudas y señaló: “se nos dio la vida para ser felices porque la vida es transitoria, es muy corta. La vida es algo fundamental... El desarrollo no puede ir en contra de la feli-cidad, debe promover la felicidad humana, el amor, las relaciones humanas, las relaciones entre padres e hijos, los amigos. La vida es el tesoro más importante que tenemos y cuando luchamos por el medio ambiente, el primer elemento del medio ambiente es la felicidad humana”3.

Como ciudadanos debemos preocuparnos del “yo”, pero sobre todo del “nosotros.” Tenemos muchos desafíos que el mundo nos presenta para nuestra vida en común. Debemos, más allá de las soluciones, buscar en nosotros mismos las interpretaciones, los va-lores y los hábitos que forman parte de los desafíos. Cuando mire-mos hacia ese lugar, veremos nuevas opciones, también veremos nuestra capacidad de unirnos para crear un futuro mejor, una buena vida y un mundo sano.

Julio Olalla es fundador de Newfield Network, una escuela líder de coaching en el mundo, y es considerado uno de los mejores coaches del mundo. Es autor del libro Del Conocimiento a la Sabiduría.Robert Dunham es fundador del Instituto para el Liderazgo Genera-tivo y ofrece programas sobre liderazgo en todo el mundo. Es coautor del libro El Camino del Innovador. 1 Referencia al ciudadano ateniense de http://www.oesel.ee/civics/school/defin.htm2 Deep Economy, Bill McKibben, 20073 Esta traducción del Presidente Mujica fue tomada del sitio Web Pro-jectavalon.net

Es un hecho interesante de constatar que las naciones que

tienen una distribución más equitativa de la riqueza tienen

también mayor participación de los votantes y mejores

estadísticas de salud física y mental.

Julio Olalla junto a su familia

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¿Pueden las creencias de los padres limitar a los hijos?

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Ser padres es una tarea compleja, que implica una constante actualización, redefinición y adaptación, según el cre-cimiento de los hijos y las circunstancias que impone la vida. Y uno de los elemen-tos que se relacionan directamente con la crianza y la educación son las creencias que se transmiten de padres a hijos. Las creencias son las certezas sobre las que se sostiene nuestra existencia, aquello que no cuestionamos, porque lo conside-ramos cierto y verdadero. “Nuestra vida está llena de creencias. Tú crees que pue-des ser profesional, por eso estudias en la universidad. Tú crees que puedes ser un buen trabajador, por eso postulas a un de-terminado puesto laboral”, señala el coach y consultor Andrés Wiche. “Las creencias generan una coherencia en el comporta-miento de las personas. Las cosas que hacemos finalmente dependen de lo que creemos, y eso es lo que nos va configu-rando como individuos. Las creencias tie-

Es inevitable que en la crianza de padres a hijos se deslicen convicciones y certezas sobre las formas más adecuadas y exitosas de enfrentar la vida. “Hay que trabajar duro para que te vaya bien”; “la vida es difícil”; “si no te esfuerzas, no lo logras”; “todo tiene su precio”, son algunas frases que encierran ciertas creencias que se transmiten a los hijos y van creando, sin darnos cuenta, una forma de habitar y actuar en el mundo.

Por Macarena Figueroa

nen distintos niveles de alcance; algunas son universales, ya que las compartimos todos, en cambio otras son más locales”.

Los padres al interior de la dinámica familiar van priorizando y eligiendo ciertas creencias por sobre otras, y es así como van creando una cultura propia. Estas creencias orientan a cada miembro sobre su rol dentro de la familia, las jerarquías que se establecen allí y las relaciones que se desarrollan entre sí. La cultura de cada familia está llena de creencias sobre las

cosas que se consideran buenas y malas, las que se deben y no se deben hacer, las que generan beneficios o perjuicios. Se-gún la psicóloga Jessica Riveri, directora de Gestor PNL y especialista en progra-mación neurolingüística, para los padres es imposible educar sin creencias, porque son la base de la crianza: “Las creencias son definiciones, generalizaciones que uno establece entre elementos de la rea-lidad. Cuando los padres educan van ins-taurando en sus hijos un modelo de vida que refleja sus propias creencias. Hay sis-temas de creencias que se transmiten por generaciones y que se replican una y otra vez. En la crianza, la formación de creen-cias ocurre de manera inconsciente; se da a través de actitudes, comportamientos, gestos y ejemplos”.

Un dicho muy sabio señala que los pri-meros veinte años de la vida uno se la pasa vistiéndose, para luego estar el resto de la vida desvistiéndose. Esto quiere decir que

¿Pueden las creencias de los padres limitar a los hijos?

Las creencias generan una coherencia

en el comportamiento de las

personas. Las cosas que hacemos

finalmente dependen de lo que

creemos, y eso es lo que nos va

configurando como individuos.

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todos hemos tenido un condicionamiento que nos han enseñado una forma de ha-cer las cosas. Una forma que no es úni-ca y que incluso puede ser cuestionable. Frases como “la vida es un valle de lágri-mas”; “nada se logra sin esfuerzo”; “nada es gratis”; “hay que sacrificarse para ser bueno”, etc., van formando creencias que marcan una forma de actuar en la vida y muchas veces lo padres las transmiten a sus hijos sin cuestionarse que, detrás de la reiteración de ellas, el hijo se va forman-do un mapa de mundo determinado.

Sin embargo, la vida se encarga de po-ner quiebres que hacen tomar conciencia y cuestionar ciertas certezas, preguntarse por creencias con las que ha vivido, pero que no necesariamente son con las que elegirá vivir el resto de la vida. Los hijos, mientras son pequeños, piensan que lo que experimentan al interior de su familia, junto a sus padres, es la única realidad que existe, pero más tarde, al llegar a la ado-lescencia, se dan cuenta de que el mundo es mucho más amplio que su hogar, sus tradiciones y su entorno. En ese proceso naturalmente se amplía su visión y son ca-paces de reconocer otros modelos, los cua-les están fundados en otras creencias, que pueden ser muy distintas a las que les han sido inculcadas y que incluso pueden hacer tambalear y hasta cambiar las propias.

La adolescencia es un proceso evolu-tivo donde todas las certezas que se han tenido por años se desordenan, y a partir de ese desorden comienza un desafío. “Es como desarmar una casa para armar otra, mirar cada ladrillo y plantearse, ¿me sirve para mi nueva casa? Ahí comienza un proceso de conciencia de lo que cada uno

es, más allá de los condicionamientos. En este proceso, las creencias inculcadas son muy determinantes en los hijos, ya que afectan su concepción del presente y fu-turo. ¿Estoy preparado para enfrentar este cambio? ¿Soy capaz de encontrar lo que realmente quiero y deseo para mi vida? Por esta razón, es interesante preguntar-se si como padres estamos entregando creencias que empoderan a nuestros hijos y les permiten desplegar sus habilidades y triunfar en la vida o si, por el contrario, los estamos llenando de temores y limi-tándolos.

Creencias que limitanEn una familia donde la creencia es que todo se gana con esfuerzo, probablemen-te los hijos sean muy responsables, pero también muy autoexigentes, lo que tarde o temprano les pasará la cuenta. En una familia donde la creencia es que “la vida es dura”, los hijos buscarán corroborar que la vida es dura a través de múltiples mane-ras, puede que se busquen un trabajo muy sacrificado, que se metan en una relación de pareja compleja, etc. Finalmente esa creencia puede estar condicionando fuer-temente la imposibilidad de llevar una vida llena de goce y abundancia.

“Una familia que viene de la pobreza y está en la conquista de una mejor posición social es muy probable que tenga la creen-cia de que ser profesional es el único pasa-porte al éxito económico, de esta forma va a propiciar que los hijos sigan carreras bien pagadas y prestigiosas. Ciertamente que un hijo de esa familia tenga inquietudes por el arte va a ser muy desestabilizador”, señala Jessica Riveri.

Es conveniente que los padres

se pregunten frecuentemente

qué tipo de creencias

transmiten a sus hijos, cuáles

son las frases más típicas que

se escuchan en la familia, cuáles

son los consejos y bajo qué

premisas del mundo se dan

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veces es responsabilidad de ellos mismos.En resumen, las creencias limitantes

son todas aquellas que impiden que el hijo emprenda su vida con libertad y de acuer-do con las cosas que lo hacen sentir pleno y feliz. Por tanto, es conveniente que los padres se pregunten frecuentemente qué tipo de creencias transmiten a sus hijos, cuáles son las frases más típicas que se escuchan en la familia, cuáles son los con-sejos y bajo qué premisas del mundo se dan. Lo interesante de todo esto es que existe el derecho a cambiar de opinión: muchas creencias que los padres transmi-ten a sus hijos les han servido para su pro-pio desarrollo y para su propia valoración; sin embargo, los tiempos cambian con tal rapidez que es bueno preguntarse si hoy todavía son útiles.

Creencias que habilitanEl desafío de los hijos es poder constituir-se como individuo, buscar su camino, de-

EjErcicio para la familia¿Qué crEEncias dEbo sacar dE mi vida?Es importante cuestionarse las propias creencias y también las que se les trasmiten a los hijos, Por eso proponemos este simple ejercicio que ayudará en este sentido:Escribe qué creencias piensas que te han limitado en la vida. Pide a tus hijos adolescentes que escriban aquellas creencias tuyas con las cuales no están de acuerdo, da ejemplos para que les quede más claro. Dales un par de días para que lo hagan.Lee luego cada una de las creencias que tus hijos escribieron, reflexiona sobre ellas y piensa si a ti también te han limitado. Por ejemplo si tus hijos escriben “la vida es dura”, reflexiona si esa frase ha marcado tu vida y cómo ha condicionado tus decisiones, actua-ciones y emociones. Revisa si sería mejor deshacerte de ella.Luego reúne a toda la familia y, en un acto simbólico, invita a que cada uno, partiendo por ti a quemar el papel donde se escribió aquella creencia que limita.Para terminar, entre todos definan una creencia, que los represente como familia, com-pártanla y guárdenla en un lugar importante de la casa.

Los padres estamos

entregando creencias que

empoderan a nuestros hijos

y les permiten desplegar sus

habilidades y triunfar en la

vida o, por el contrario, los

estamos llenando de temores

y limitándolos.

También hay creencias que están de-terminadas muchas veces por la religiosi-dad. Algunas de éstas se reflejan en fra-ses como: “Todos cargamos nuestra cruz” o “Dios te va a castigar” o “Este dolor es una prueba divina”, etc. Estas creencias que los padres trasmiten a sus hijos sin duda que los predisponen a considerar a Dios de una determinada manera. Muchas veces el resultado de esto es que los jó-venes se cuestionen incluso su propia re-ligión.

Hay otras creencias que se instalan en la dinámica familiar y que son producto de historias pasadas. Por ejemplo, un siglo atrás era frecuente que las mujeres per-dieran muchos hijos, lo que desencadena-ba una presencia de duelo muy importan-te. Esto puede definir algunas creencias como: que la vida es triste, que la vida es frágil, que la muerte está siempre presen-te. Aquellos hijos que vivieron escuchando esas frases o sintiendo esa pena, proba-blemente desarrollen mucho miedo frente a la vida y muestren un estilo depresivo de relación con el mundo. “Las creencias que se tejen en la familia van definiendo desde dónde te paras, si lo haces desde la victimización o desde la conquista”, ex-plica Riveri. Y esta simple afirmación es muy determinante: Cuando las personas se paran en la victimización, entonces su-cede que ellas no se hacen responsables de su vida y de lo que les ocurre, sino que culpan a los que los rodean de todos sus problemas. En cambio, cuando se paran desde la conquista, pueden entender que sus actos, pensamientos y emociones no son inocuos, que determinan una realidad y lo que les sucede la gran mayoría de las

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finir sus intereses y encontrar su espacio en el mundo. En esa etapa son claves las familias de creencias que patrocinan el desarrollo de la propia identidad, donde el adolescente pueda verse a sí mismo como un ser con vocaciones propias, y que debe congraciar sus lados amables y poco ama-bles. “Son fundamentales las creencias que tienen que ver con la definición de objetivos y que empoderen respecto de la consecución de metas y proyectos de vida. Fomentar la reflexión en los hijos: ¿Es posible lo que tú deseas? ¿Es apropiado lo que deseas? ¿Es ecológico tu aporte? ¿Tienes las capacidades para lograrlo? Son habilitantes las familias de creencias como “te mereces el éxito”, entendiéndolo como la posibilidad de concretizar una vocación o proyecto personal. Otras creencias vi-vificantes se expresan en simples frases como: “Si quieres, lo puedes”, “el error es un aprendizaje”, “busca y encontrarás”, etc.

Lo importante es empoderar como padres a los hijos, para que ellos se va-yan convirtiendo en personas autónomas y resolutivas. La creencia fundamental que marca la diferencia entre un niño y un adulto es “yo soy responsable de mis de-cisiones, de mis acciones y de sus conse-cuencias”. Al establecer esa creencia se va favoreciendo y ayudando a los hijos a con-vertirse en adultos”, señala Jessica Riveri.

El desafío de los padresUn hijo criado bajo creencias limitantes es-trictas puede responder a todas las expec-tativas que le han sido impuestas y cum-plir el ideal de sus padres sobre sí mismo. Sin embargo, esta identificación con algo que le ha sido impuesto desde afuera hará

que tarde o temprano su interior colapse, porque su alma luchará por salir del entie-rro y ser escuchada. El ser humano transi-ta toda su vida adulta hacia la búsqueda de su propia integralidad, incorporando sus luces y sus sombras.

“Es probable que dentro de una fa-milia con determinadas creencias nazcan hijos que de alguna manera van en contra de esas creencias. Entonces vale cuestio-narse: ¿Es mi hijo el que está mal o es mi creencia la que debe ampliarse o modifi-carse? Para que un padre pueda entregar creencias habilitantes a sus hijos debe primero cuestionarse a sí mismo: ¿Están bien mis creencias? ¿Están acorde con mis objetivos personales y familiares? El desafío no es menor, ya que lleva a cues-tionar los cimientos más profundos de una persona”, señala Andrés Wiche. Un aspec-to fundamental a tener en cuenta como

padres es que el mundo ha cambiado. An-tiguamente, los patrones de crianza esta-ban regidos por el orden, la disciplina y la autoridad, que llevaban a formar personas capaces de seguir reglas a cabalidad y ac-tuar según las instrucciones dadas por una jerarquía mayor. Hoy en día, el sistema so-cial requiere otro tipo de personas, aque-llas capaces de asumir riesgos e innovar, con iniciativa propia, liderazgo, carisma y empatía. El antiguo patrón de crianza no es funcional con los nuevos tiempos, por lo tanto los padres deben fomentar otro tipo de actitudes en sus hijos, instándolos a ser resolutivos, creativos y con aptitudes sociales.

Los padres muchas veces tensionan a los hijos sobre lo que deben ser y lograr en sus vidas, porque creen que las experien-cias y aprendizajes que han tenido duran-te su vida adulta hay que traspasárselas, imponiéndoles las cosas que son correc-tas, buenas y necesarias. Sin embargo, la vida es un constante replanteamiento, donde el hijo se va transformando según las experiencias propias que va teniendo. En este sentido, el reto de los padres es ser parte de esa transformación: “Es ne-cesaria esa apertura en los padres, aun-que no es fácil, ya que deben enfrentarse a los códigos actuales, que implican otras maneras de comunicarse, otras formas de tener amigos, otras formas de manejar la propia intimidad. Sin embargo, el desafío más importante como padre es ser capaz de abrirse a esos nuevos códigos, ya que es muy bonito acompañar a los hijos en la adolescencia, donde ellos van descubrien-do por sí mismos el misterio de su unici-dad”, concluye Jessica Riveri.

Frases como “la vida es un valle

de lágrimas”; “nada se logra

sin esfuerzo”; “nada es gratis”;

“hay que sacrificarse para ser

bueno”, etc., van formando

creencias que marcan una

forma de actuar en la vida

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C I F R A S D E E S P E R A N Z A C I F R A S D E E S P E R A N Z A

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Las cifras no siempre son negativas, mostramos algunas que nos dan esperanza

El 80% de los infractores de ley que son atendidos por el Programa Paternitas Integrado se logran reinsertar social y laboralmente de forma exitosa.

(Fuente: Fundación Paternitas)

97.000 niños y adolescentes en situación de abandono han sido acogidos

por las Aldeas Infantiles SOS en Chile y el mundo.

(Fuente: Aldeas Infantiles SOS)

14.000 atenciones pediátricas gratuitas se entregan al año a niños vulnerables en los

consultorios de salud primaria del Patronato Nacional de la Infancia.

(Fuente: Patronato Nacional de la Infancia)

El 66% de los chilenos cree que el voluntariado es una forma

de construir un país más solidario.

(Fuente: Estudio Nacional de Voluntariado 2011)

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Cifras de Esperanza

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Entrevista

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Rodrigo Jordan

Fuimos capaces de trascender nuestras diferencias

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Eran las 3:50 de la madrugada de Chile, cuando a 8.840 metros de altura, Rodrigo Jordan mandaba al mundo el si-guiente twitt: Estamos en la cumbre! #everest20años. En tiempo real, todos eran testigos de la hazaña que, por segun-da vez, realizaba este chileno junto a un grupo de 10 andinistas.

Después de 20 años de la primera vez que alcanzara la cumbre del monte más alto del mundo, este montañista se atrevió a repetir la hazaña. De las cuatro expedi-ciones al Everest que lleva en su cuerpo, dos finalizaron con éxito. Hoy, después de 10 mil horas de montaña y más de 20 de trabajo sostenido, Rodrigo Jordan tiene la claridad para reconocer exactamente cuá-les son aquellas claves que le han permi-tido alcanzar estas y otras innumerables cumbres a lo largo de su vida.

“Nosotros no alcanzamos la cumbre en dos oportunidades a pesar de habernos preparado físicamente y ser mucho más jóvenes. La cuestión es ¿por qué?... Hace 20 años, cuando logramos por primera vez la cumbre del Everest, nos preguntamos qué tuvo de diferente esta expedición con las otras dos anteriores y entendimos rápi-damente la respuesta y la resumo en una frase muy simple y trivial que expresó uno de los miembros del grupo al evaluar la ex-pedición: “Esta vez nos dijimos las weas de frente”, esto quiere decir que hubo transparencia, hubo comunicación y que trabajamos en forma colaborativa”.

Conmemorando los 20

años desde la primera vez

que tocó la cumbre del

Everest, Rodrigo Jordan

vuelve a repetir la hazaña

el pasado mes de mayo.

La presencia de Sofía, su

hija mayor; la permanente

compañía otorgada

por las redes sociales,

y la convivencia con

andinistas del Ejército,

hicieron que este Everest

fuera otro monte.

Aquí, sus reflexiones y

aprendizajes después de

lograr la cumbre.

Por Mariella Rossi W.

Me cuestioné fuertemente sobre

la cantidad de cosas que hago y

me pregunté sinceramente: ¿Qué

pasaría si fuera un simple guía

de montaña y sólo, desde allí,

pudiera generar los cambios en las

personas y en el mundo?...

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Este aprendizaje fue atesorado por el grupo y en esta expedición los acompañó cada paso del recorrido por el magnífico y gélido paisaje. A diferencia de la vez an-terior, en esta oportunidad optaron por la ruta lógica, antes habían ido por la ruta más difícil y complicada, la pared este del Ever-est, y Jordan lo recuerda de esta manera: “Éramos jóvenes, con mucho entusiasmo y con una dosis de irresponsabilidad, no medimos realmente las consecuencias. Sinceramente, tuvimos suerte porque fui-mos demasiado atrevidos, la ruta era de extrema dificultad”.

La gran diferencia de esta y la expe-dición de hace dos décadas tiene que ver -ante todo-, como lo explica Rodrigo, con una forma más reposada y madura de ver la vida: “Yo ahora tengo más de 50 años y no sólo poseo más maestría en lo que hago, sino que tengo otra mirada de las cosas. Cuando tenía sólo 30, sentía una te-rrible presión por llegar a la cumbre, como que no contaba con otra opción y si no lo lograba era un fracaso. Esta vez, en cam-bio, subí el Everest sin la mirada de la gen-te sobre mis espaldas. Si no llegábamos, no importaba, el proceso era trascenden-tal. Si lográbamos la cumbre, aún mejor. Esa sensación de relajo me hizo disfrutar todos los minutos que la montaña me regaló. En la expedición anterior sentía que tenía que ganar y la ansiedad te juega en contra”.

Todo esto hizo que Rodrigo Jordan, a pesar de tener 20 años más, se sintiera mejor que nunca en la montaña y pudiera rendir al 100 por ciento. “Llegué primero a la cima y sin sobreexigirme nada. Siempre pensamos que sería otro más joven el que

tocaría la punta del Everest, y me siento muy feliz de haber sido yo, pero sobre todo de haber podido compartir la cumbre con 10 compañeros durante más de una hora”.¿Qué es lo que busca Rodrigo Jordan en la montaña?

Voy a buscar diferentes cosas, quizá no con mucha claridad de lo que busco o de lo que quisiera encontrar. Esta vez debo confesar que volví complicado, con más preguntas de las que cuando me fui… Yo me he dedicado a tantas cosas en mi vida, estoy metido en muchas organizaciones sociales y colaboro con innumerables cau-sas para crear un mundo más equitativo y humano; sin embargo, me cuestioné fuer-temente sobre la cantidad de cosas que hago y me pregunté sinceramente: ¿Qué pasaría si fuera un simple guía de monta-ña y sólo, desde allí, pudiera generar los cambios en las personas y en el mundo?...

Esta reflexión me resonó fuertemente cuando, después del Everest pasé a Suiza y visité un museo que hay cerca del legen-dario monte Zermmat, allí hay una foto de un guía de montaña, que actualmente tie-ne 90 años, y que ha subido más de 300 veces esa montaña, al lado de ella se pue-de leer una frase que dice: “He conducido mi vida igual que como subo montañas: con paso muy lento, pero muy seguro”.¿Qué te regaló esta expedición en particular?

Si bien esta expedición era para con-memorar los 20 años de nuestro primer ascenso, fue distinta y me trajo nuevos aprendizajes.

Esta expedición me regaló el milagro de las comunicaciones. No soy asiduo de las redes sociales, de hecho no tengo ni

Pienso que el deporte es una de

las mejores maneras de fomentar

el encuentro entre dos mundos

que han estado divididos y casi

enfrentados.

Subí el Everest sin la mirada de la gente sobre mis espaldas. Si no llegábamos, no

importaba, el proceso era trascendental. Si lográbamos la cumbre, aún mejor.

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Facebook, pero no puedo negar el gran aporte de energía, optimismo y de buena onda que significaron para todos nosotros allí en medio del silencio y la majestuosi-dad de la montaña. Llegué a tener miles de seguidores, y todos con palabras de aliento, de complicidad, de alegría. Nunca tuvimos un solo twitt negativo. En las no-ches, cuando comíamos, leíamos los men-sajes y nos llenábamos de energía para el otro día. Fue de verdad como que todo el país entero estaba con nosotros en esos momentos.

En las expediciones anteriores yo lle-gaba a Katmandú y llamaba a la Pachi, mi

señora, para decirle que me iba a la mon-taña, ella tenía que esperar dos meses una nueva llamada mía. Ahora estuvimos siem-pre conectados y sabiendo lo que pasaba.¿Cómo fue la experiencia de que la única mujer de la expedición fuera tu hija?

Realmente creo que eso hizo que esta aventura tuviera otro sabor. Sofía, mi hija mayor, fue la jefa del campamento base y dirigió desde allí todo. Fue increíble verla cómo se desenvolvía perfectamente entre tantos hombres, en la expedición pasada yo la dejé cuando tenía sólo 3 años, y mi-rarla ahora grande y empoderada fue un tremendo regalo. Nuestra relación cam-

bió. Por un lapso de tiempo mi hija dejó de ser mi hija y se convirtió en un par e incluso en un couch que en momentos duros me ayudó a mirar las cosas de una manera distinta y que me amplió la visión. Para mí fue un tremendo regalo tenerla al lado porque nos sentimos muy apoyados y unidos los dos.Esta expedición tuvo otro ingrediente espe-cial, ustedes invitaron al Ejército, ¿cómo surge esta idea?

Nosotros sabíamos que el Ejército tenía muchas ganas de subir el Everest y decidimos invitarlos como un gesto de reconciliación entre civiles y militares. Yo

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pienso que lo que pasó el 73 dejó muchas heridas, pero hay personas en las Fuerzas Armadas que en ese momento ni siquiera habían nacido, por lo tanto no tienen res-ponsabilidad alguna en los hechos. Pienso que el deporte es una de las mejores ma-neras de fomentar el encuentro entre dos mundos que han estado divididos y casi enfrentados.¿Y qué resultó de esa experiencia donde se tenía que convivir con personas tan diferentes?

La experiencia sobrepasó todas nues-tras expectativas. Sin saberlo, en el grupo de andinistas iban un par de personas cu-yos padres habían sido detenidos desapa-recidos (de eso nos enteramos después de cursar esa invitación). Lo maravilloso fue que al concluir nuestra aventura una de estas personas dijo que esta expedición le había dado la posibilidad de descubrir al ser humano que hay detrás del uniforme, lo que le había posibilitado reconciliarse para siempre con el Ejército.¿Cuál fue, a tu juicio, lo fundamental para concluir con éxito esta expedición?

Lo más importante del equipo fue su condición humana. Estamos hablando de personas que no sólo son grandes monta-ñistas, sino que increíbles seres… Entre no-sotros había diferencias: veníamos de dis-tintas familias, con diferentes modelos de formación, diversas condiciones socioeco-nómicas, con ideas políticas y religiosas distintas, pero fuimos capaces de trascen-der a ellas, dejar nuestro yo y trabajar por un objetivo común, eso nos permitió volver -después de 20 años- a ondear la bandera

de Chile en la cumbre más alta del mundo.En el silencio y la soledad de la montaña, con una gran exigencia física y en condiciones ex-tremas, ¿con qué demonios internos uno se encuentra?

En este caso surgió lo mejor de cada uno, cada uno puso lo mejor de sí, cada uno salió de sí mismo para encontrarse con el otro. Hubo miles de actos de huma-nidad, de generosidad, de compañerismo que marcaron una diferencia muy impor-tante. Éramos realmente un equipo.Y mientras estás en el desafío de la cumbre, esforzándote por avanzar hacia ella, ¿dónde esta tu mente?

Realmente en esos momentos la mente no puede más que estar en el aquí y en el ahora. Es como una meditación profunda, porque la concentración debe estar en cada paso, en cada movimiento y no hay cabida para ningún pensamien-to que te saque de allí. Paradójicamente cuando vuelvo a la civilización después de una expedición como ésta me siento total-mente descansado y renovado.

Realmente en esos momentos

la mente no puede más que

estar en el aquí y en el ahora. Es

como una meditación profunda,

porque la concentración debe

estar en cada paso.

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V I S I Ó NV I S I Ó N

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ConsecuenciasEn la vida no hay premios ni castigos, sino consecuencias.

Robert Green Ingersoll

Hagas lo que hagas, hazlo bien. Abraham Lincoln

La libertad, al fin y al cabo, no es sino la capacidad de vivir con las consecuencias de las propias decisiones. James Mullen

Las decisiones de hoy son las consecuencias de mañana

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Destacamos

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Dasho Karma Tshiteem, ministro de Felicidad de Bután

Los gobiernos deben enfocarse en hacer más feliz la vida de las personasMedir la felicidad del ser humano y trabajar para que ella aumente es lo que

un pequeño y apartado país asiático está haciendo. Y lo han hecho tan bien

que están siendo mirados por el mundo entero: las Naciones Unidas ya realizó

el Primer Informe Mundial sobre Felicidad, siguiendo el modelo de Bután,

entendiendo que el PIB no refleja ciertamente el bienestar de las personas

En su reciente visita a Chile, Dasho Karma Tshiteem, ministro de Felicidad de

Bután, habló con Revista Desafío de Humanidad sobre la forma en que están

llevando a cabo esta innovadora idea.Por Erika Ortega

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Dasho Karma Tshiteem, ministro de Felicidad de Bután

Los gobiernos deben enfocarse en hacer más feliz la vida de las personas

Cuando se anunció que vendría a nuestro país el ministro secretario de la Comisión Nacional de Felicidad de Bután, muchos se preguntaron: ¿ministro de qué…? Claramente, a pesar de la glo-balización de las comunicaciones, para los chilenos oír hablar de un rango ministerial de ese rubro puede resultar tan extraño como ima-ginar a Dasho Karma Tshiteem recorriendo el mundo con un atuen-do que en Occidente despierta curiosidad, pero que este hombre menudo, de 46 años, luce con sumo orgullo.

“Se llama gho. Es la indumentaria tradicional de los hombres y forma parte de nuestra identidad cultural. Las mujeres usan algo similar que denominamos kira. Por política nacional, en cualquier ocasión formal pública o privada, todos los butanenses debemos usarlos –explica sobre esta suerte de bata cruzada y amarrada por un cinturón o kera”.

Por este motivo, para reunirse con el canciller Alfredo Moreno, quien lo recibió en La Moneda como invitado de Estado, honrando el código de indumentaria nacional, seleccionó un elegante gho rea-lizado en seda gris. Al día siguiente, en su rol de exponente titular en el Primer Encuentro de Relaciones Saludables y Felicidad, organiza-do por la Universidad Católica, se presentó con una versión más ca-sual, a cuadrillé, complementada con unos impecables mocasines negros al más puro estilo occidental.

Él voló cerca de 40 horas para llegar a Santiago con el fin de transmitir la experiencia de Bután, un lejano y pequeño reino budis-ta, enclavado en las faldas de la cordillera del Himalaya, que a pesar de sus dimensiones –no cuenta con más de 700 mil habitantes, re-partidos en 47 mil kilómetros cuadrados– lidera una verdadera revo-lución mundial al auspiciar un cambio radical en la forma de planificar el desarrollo de los países: terminar con la hegemonía del enfoque economicista, para trabajar desde una visión holística que considere y potencie el bienestar integral de hombres y mujeres.

En Bután se trabaja desde una visión

holística que considera y potencia el

bienestar de hombres y mujeres

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Porque si bien en las aritméticas más básicas 1+1 siempre es 2, la vida real la construyen a día a día seres humanos con necesi-dades concretas y otras no cuantificables en una planilla excel. En suma, la apuesta de Bután nace de un profundo cuestionamiento de la validez del Producto Interno Bruto, PIB, o valor monetario de la producción de bienes y servicios de un país en un año, como herramienta para medir y planificar el desarrollo de una nación. Bajo este prisma, los ciudadanos no sólo pueden ser considerados entes productivos, olvidando que detrás de cada rostro, de cada mirada, hay un conjunto de necesidades materiales, de la mente y del espí-ritu que no deben obviarse.

Bután, muy al contrario, las enaltece. A pesar de poseer una de las economías más pequeñas del orbe -basada en la agricultura, la energía hidráulica que provee a la India y el turismo- ha estipulado que en su territorio la felicidad es un derecho constitucional. Según establece el artículo 9.2 de su Carta Magna, aprobada en julio de 2008, “el Estado se esforzará por promover las condiciones que per-mitan la consecución de la felicidad interior bruta”.

Así se consolida el FIB o Gross National Happiness (GNH), en inglés, que más una sigla se ha convertido en el invitado infalta-ble de las principales mesas de diálogo de Naciones Unidas. Por lo pronto, en julio de 2011 la Asamblea General aprobó por unanimidad una resolución que reconoce la búsqueda de la felicidad como un “objetivo humano fundamental y universal”, instando a los Estados miembros a elaborar políticas públicas que incluyan esta meta en su apuesta por el desarrollo.

En términos concretos, a través de dicho documento la ONU llama a la comunidad internacional a reconocer “la necesidad de apli-car al crecimiento económico un enfoque más inclusivo, equitativo y equilibrado”, entendiendo que “el PIB, por naturaleza, no fue concebi-do para reflejar la felicidad de un país”.

La explicación es simple. Si bien el factor económico ayuda a alcanzar la felicidad, no es determinante ni excluye otras variables muy importantes. En ninguna parte del globo terráqueo, montañas de dólares, euros, rupias o pesos pesan más que las palabras que Simon Kuznets, Premio Nobel de Economía y creador del PIB, usó ya hace mucho tiempo para advertir sobre los peligros del endiosa-

DETRÁS DE LOS NÚMERO$Considerando que Chile participa en la agenda de la ONU, cabe preguntarse: ¿cómo andamos por casa en estas materias? De acuerdo con el primer Informe Mundial sobre la Felicidad, encar-gado por la ONU a la Universidad de Columbia y recientemente divulgado, de 1 a 10, obtenemos un 6, ubicándonos en el puesto número 43 entre 156 países estudiados. A nivel latinoamericano, en tanto, nos situamos en el lugar 12, de un total de 26, a pesar de ser uno de los alumnos aventajados de la región en cuanto a ingreso per cápita.La explicación para este aparente sinsentido es simple. Si bien el factor económico ayuda a alcanzar la felicidad, no es deter-minante ni excluye otras variables muy importantes. Cuando un país alcanza un nivel de riqueza superior a los US$ 15.000 per cápita, su nivel de felicidad no se relaciona con el incremento de los ingresos. Por ejemplo, en la evaluación de los sentimientos positivos -como entretenimiento o felicidad- nos adjudicamos el casillero 41 del ranking global. Pero en cuanto a sentimientos negativos -preocupación, tristeza, depresión y enojo-, en una escala inver-tida en la que a mayor número peor calificación, encabezada por Territorios Palestinos en la posición 156, Chile se instala en la posición 132.Resulta preocupante otro factor crucial en el que salimos muy mal evaluados: el individualismo. Un triste reflejo del alma na-cional, desnudada el 2011 en una investigación realizada por la Universidad de Sussex, Inglaterra, sobre valores culturales, en el que obtuvimos el poco honroso segundo lugar, después de Estados Unidos.

El factor económico ayuda a alcanzar

la felicidad, pero no es determinante ni

excluye otras variables importantes

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miento de su “hijo” intelectual: “Es muy difícil deducir el bienestar de una nación a partir de su renta nacional”, señaló en 1934 ante el Congreso de Estados Unidos. En 1962, volvió a alzar su voz para recordar que “hay que tener en cuenta las diferencias entre cantidad y calidad del crecimiento, entre sus costos y sus beneficios, y entre el plazo corto y el largo”.

Si Occidente siguió adelante con el PIB, Bután, al comenzar a modernizarse y a abrirse al mundo en la década del 70, lo hizo desde otra plataforma, en la que las semillas del cambio germinaron para esparcirse por los cinco continentes.

¿Podrá Chile transitar por esa ruta? Sin pretender exportar el modelo de su país como un proyecto “llave en mano”, que descono-ce las características propias de cada nación, pero sí de compartir su aprendizaje, Dasho Karma Tshiteem responde afirmativamente y entrega las claves para lograrlo.

DON’T WORRY, BE HAPPY…Al verlo sentado, transmitiendo una paz genuina, a escasos pa-sos de un gran centro comercial de Santiago que bien podría interpretarse como el símbolo opuesto a su mensaje, resulta imposible no preguntarle lo obvio: ¿Se considera feliz? Con gran aplomo, responde: “Ser feliz es tener acceso a lo que es im-portante para uno, utilizar el tiempo en lo relevante. Tengo una hermosa familia, un muy buen trabajo y la fortuna de utilizar mi tiempo en ello”.

Las realidades de nuestros países son muy diferentes. Al escucharlo hablar, pareciera que vivimos en planetas distintos. Entonces, ¿cómo podríamos implementar los principios de ustedes?

-Creo que pueden ser aplicados en todos los países. Incluso en Chile, por una razón muy simple. En Bután pensamos que en todas partes quieren ser felices. En Jamaica, Australia o Chile. Si la gen-te anhela ser feliz, es importante que los gobiernos se enfoquen en los aspectos que permitan a sus ciudadanos disfrutar una vida realmente feliz. El problema es que existen diferentes modelos de desarrollo. Algunos de ellos centrados sólo en el trabajo o el creci-miento económico.

Luego del informe sobre la felicidad de la ONU, Bután reforzó

EL FIBA partir de 9 campos cruciales (bienestar psi-cológico, salud, cantidad de tiempo libre para el ocio, vitalidad comunitaria, educación, cultura, medio ambiente, intervención en asuntos de la vida política y nivel de vida), surgen 33 indica-dores, los que a su vez dan origen a una com-pleja matriz compuesta por 124 variables que apuntan a un concepto fundamental: “Lo que medimos afecta lo que hacemos. Si nuestros in-dicadores sólo cuantifican cuánto producimos, nuestras acciones tenderán a producir más”. Por este motivo, el Centro de Estudios de Bu-tán trabajó hasta plasmar el derecho constitu-cional de la FIB en un índice que mide la feli-cidad y se traduce en un cuestionario de 180 preguntas, agrupadas en torno a los 9 campos cruciales. Algunas preguntas tipo: ¿Ha perdido mucho sueño por sus preocupaciones? ¿Ha percibido cambios en los últimos años en el di-seño arquitectónico de las casas de Bután? En su opinión, ¿cuán independientes son nuestros tribunales? En el último mes, ¿con qué frecuen-cia socializó con sus vecinos? Una vez determinado el FIB, los resultados se comparan a lo largo del tiempo. Luego se des-componen por géneros, ocupaciones, grupos de edades… hasta obtener la información de-tallada que orienta políticas públicas. La tarea es inmensa. Sin embargo, ya comien-za a rendir frutos. En un estudio realizado en 2005, el 45% de los butaneses declaró sentirse “muy feliz”, el 52% dijo sentirse “feliz” y sólo el 3% admitió no ser feliz. En el Mapamundi de la Felicidad de 2006, efectuado por la Universi-dad de Leicester, Reino Unido, Bután ocupó el octavo lugar más feliz de los 178 países ana-lizados, a pesar de su bajo ingreso per cápita. Por último, en el 2007 se alzó como la segunda economía con mayor crecimiento en el mundo, con un tasa real del 8.8%”.

“Ser feliz es tener acceso a lo que es realmente importante para uno”

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ECOS DEL PASADOEl 18 de marzo de 1968, a casi dos meses de morir asesinado, Robert Kennedy, hermano del ex presidente John Kennedy, ex-puso públicamente su opinión sobre el PIB. Integrante de la fami-lia más emblemática del “sueño americano”, pronunció entonces unas palabras que hoy cobran pleno significado: “Nuestro PIB no tiene en cuenta en sus cálculos la contami-nación atmosférica, la publicidad del tabaco y las ambulancias que recogen a los heridos de nuestras autopistas (…) Conlleva la destrucción de nuestros bosques y su sustitución por urba-nizaciones caóticas y descontroladas (…). No refleja la salud de nuestros hijos, la calidad de nuestra educación ni el grado de diversión de nuestros juegos. No mide la belleza de nuestra poesía ni la solidez de nuestros matrimonios (…). No toma en consideración nuestro valor, sabiduría o cultura. Nada dice de nuestra compasión ni de la dedicación a nuestro país. En una palabra: el PIB lo mide todo excepto lo que hace que valga la pena vivir la vida”.

su liderazgo en las reuniones realizadas por la Asamblea General en Nueva York…

- La conclusión surgida en Nueva York es que hay una necesi-dad de una nueva economía, de un nuevo paradigma económico. El actual, basado en el PIB, no es suficiente. Debemos empezar a mirar las cosas de manera diferente para que el desarrollo también signifique felicidad.

Ya han transcurrido cuatro décadas desde que Bután acuñó el concepto de FIB. ¿Cuánto han avanzado y cuánto les falta en su implementación?

- Cuando planteas la felicidad como un objetivo del desarrollo, no puedes visualizarlo en un tiempo predeterminado. Es como un viaje de gran nivel respecto de qué aspiramos en la vida. Lo más im-portante es analizar dónde el desarrollo es coherente y persistente con lo que a la gente realmente le importa.

¿Cuál es el rol de la Comisión Nacional de Felicidad que usted preside?

Debo aclarar que nuestra Comisión Nacional de la Felicidad no pone su foco en la medición del nivel de felicidad. Nuestro servicio se centra en sistematizar el estudio de indicadores que reflejan con-

diciones fuertemente correlacionadas con las personas que son fe-lices y llevan una vida que les resulta significativa. Intentamos crear las condiciones relativas a la felicidad, como salud, educación, me-dio ambiente, trabajo, bienestar sicológico, etcétera. Como servicio, tenemos información por género, ocupación y región.

¿Es verdad que una de las medidas adoptadas pro bienestar es introducir la meditación en los colegios?

-Claro, en el ámbito educativo puedes transmitir conocimientos y habilidades para que la gente sea más feliz. Hace dos años, se introdujo la meditación en cada una de nuestras escuelas. La idea detrás de este plan es incorporarla en el estilo de vida de los butane-ses desde la escuela, como una medida de salud mental. Una o dos veces al día, los niños meditan para trabajar la quietud.

Como Estado, ¿qué medidas ha adoptado Bután para mantener vivas las raíces culturales?

-Dos o tres decisiones de nuestras autoridades y reyes anterio-res han tenido gran impacto. Una, la preservación de nuestro len-guaje. El sistema educativo enseña tanto inglés como el dzongkha, idioma nativo que siempre hablaremos, siendo bilingües. Otra, el uso de los gho y kiras, para hombres y mujeres respectivamente, en cualquier ocasión formal, incluidas las actividades en las oficinas públicas, los templos y los colegios, donde los niños los usan como uniforme. Claro que si vas a bailar a una discoteca, te pones jeans.

Con todos sus viajes por el mundo, conociendo realidades tan distintas, ¿sigue pensando que el modelo de Bután es aplicable en Occidente?

-Lo primero que debe hacer cualquier nación, incluido Chile, es analizar qué aportaría el FIB a su desarrollo como sociedad. Si no se genera esa discusión, tendrán sólo crecimiento económico. Se-rán más ricos, no más felices. Ganarán en riqueza material, pero las personas cada vez contarán con menos tiempo para hacer algo con ese dinero. De hecho, estudios de varios países demuestran que el alto nivel de crecimiento económico no sólo no genera bienestar, sino que reduce la felicidad al aumentar el estrés. Por eso, insisto, al abrir el debate podrán determinar qué tipo de desarrollo desean. Lo que quieran para Chile es decisión de ustedes. El hecho de que yo haya sido invitado por su gobierno me parece un buen indicador. Es el primer paso para avanzar hacia esta nueva dirección.

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V I S I Ó NV I S I Ó N

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GratitudAgradece a la llama su luz, pero no olvides el pie del candil que,

constante y paciente, la sostiene en la sombraRabindranath Tagore

Cuando bebas agua, recuerda la fuente. Proverbio Chino

La gratitud es la memoria del corazón. Anónimo

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Salir de la soledad, del individualismo, del interés personal,

para encontrarse con otros y, con un propósito común,

construir un nosotros, ha sido el sello de la Comunidad

de Organizaciones Solidarias. Lo que ha resultado de esta

experiencia es un verdadero cambio de paradigma desde la

escasez hacia la abundancia. Aquí

revisamos algunos de los

puntos que han hecho

posible esta

transformación.

Por: Equipo Comuni-dad de Organizaciones

Solidarias

Desde el año 2007 la Comunidad Organizaciones Solidarias reúne a organi-zaciones de la sociedad civil que trabajan con personas en situación de pobreza y/o exclusión social con el fin de instalar la so-lidaridad como valor de la cultura.

Impulsada por la Fundación Desafío, en el contexto de la fuerte mercantilización de la solidaridad, reducida con frecuencia, a los aportes de dinero, nació como res-puesta al anhelo de organizaciones de tra-bajar de manera colaborativa.

La Comunidad es un espacio de traba-jo conjunto: hemos desarrollado iniciativas y obtenido importantes resultados en el ámbito de las políticas públicas, en la for-mación y capacitación de nuestras organi-zaciones, en la gestión de recursos, en la interlocución con el Estado. Sin embargo, la Comunidad es fundamentalmente un espacio de encuentro: aunque eficiente, es más bien fecunda; aunque la reúne una misión, es una forma de caminar juntos, un signo de que otro modo es posible, en el que la abundancia ha sido una experien-cia cotidiana y común.

La abundancia es el fruto propio de una comunidad, no del individuo. La comunidad es nuestra realidad huma-na básica. Todo ser humano nace en una y sólo en ella puede desarrollar y desple-

Mirar la abundancia

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gar su potencialidad. Lo que cada persona puede ser al nacer, es posible sólo en rela-ción con otros. Desde el origen de la vida, la madre, “los otros”, son indispensables para la sobrevivencia. Sin embargo, du-rante el proceso de evolución, adquirimos conciencia de nosotros mismos, de los de-más, del tiempo. Así, los “otros” aparecen como una amenaza. En los relatos del ori-gen del mal, prevalece esta percepción de amenaza y la opción por lo mío: el egoís-mo. Se rompe la experiencia fundacional de comunidad/supervivencia y se generan entonces la soledad, el aislamiento, el in-dividualismo y la escasez.

La abundancia es el fruto de una co-munidad. Porque sólo en una comunidad hay vida que es en sí misma abundante y se multiplica. En una comunidad, la expe-riencia es que el “bien común” es mayor a la suma de las partes, el resultado es más de lo que esperábamos: ha alcanzado para cada uno y ha sobrado. Por el contrario, el aislamiento y la soledad sólo generan es-casez. Ambas, abundancia y escasez, son el resultado y se transforman en un signo de lo que las genera: comunidad o sole-dad, generosidad o individualismo.

Las organizaciones sociales, todos no-sotros, podemos elegir mirar la abundan-cia y la escasez como la causa de lo que nos sucede o como el resultado de lo que somos. La Comunidad ha abierto un espa-

Mirar la abundancia

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cio para que las organizaciones solidarias puedan ayudarse mutuamente a transitar desde el paradigma de la culpa del siste-ma, al de la propia responsabilidad. Este tránsito, a veces demasiado duro para re-correrlo en soledad, es posible de la mano de la experiencia de otros que han hecho antes el camino.

Muchas comunidades se reúnen en torno al temor: ser atacados, agredidos o vulnerados en sus derechos. En la Co-munidad Organizaciones Solidarias nos reunimos desde la gratuidad: cuando nos reunimos por una misión común que no es el beneficio propio, sino la construc-ción de un país mejor para todos, en ese fin generoso y abundante el otro se hace necesario para mí y deja de ser una ame-naza. Se abren espacios de riqueza desde los cuales lo nuevo es posible.

Es la experiencia de AYUDAR, la plata-forma web de la Comunidad que permite encontrar dónde y cómo ayudar a través de más de 110 organizaciones sociales que

suben sus necesidades de ayuda. Esta ini-ciativa, posible gracias a tantos compro-metidos desde la gratuidad, favorece que la solidaridad se transforme en una acción cotidiana y fortalece a los que trabajan en el servicio directo a los más pobres. Cuan-do una organización difunde AYUDAR.cl a través de su propia página web o redes sociales, difunde no sólo su propia nece-sidad de ayuda, sino la de todas las or-ganizaciones presentes en la plataforma, generando así un espacio de abundancia en el que distribuimos según las necesida-des reales, en el que ofrecemos confianza a la ciudadanía y construimos nuestro país demostrando que juntos, no sólo es más humano, sino más eficiente y mejor.

La fragilidad es una posibilidad para la abundancia. Durante los cinco años de la Comunidad Organizaciones Solidarias, hemos descu-bierto la posibilidad que abren nuestras fragilidades. La abundancia es el fruto de la

“Ayudar.cl se ha construido con insumos no tradicionales. Y por eso nos conquistó, porque nos dimos cuenta que teníamos abundancia de cosas para aportar: apor-tamos corazón, para captar su espíritu; entregamos pasión, para entender la idea; tuvimos fe, para vencer desafíos y sencillez para compartir la alegría”.

Juan Pablo Cerda, Gte, Gral. Teco Group, que realizó del desarrollo técnico de la plataforma.

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fragilidad compartida. Cuando necesito de alguien, cuando no puedo solo, entonces se abre un espacio para las posibilidades del otro. La suma de estas posibilidades, talentos, capacidades, recursos, experien-cia, aprendizajes a partir de los fracasos, genera un pozo de riqueza común muy superior a las posibilidades limitadas de cada uno.

Nuestra Comisión de Políticas Públi-cas es una expresión de esta riqueza co-mún. La experiencia, el conocimiento téc-nico, la ponderación de las posibilidades de aplicación de la ley a la realidad, nos han permitido ser un interlocutor valioso para el Estado, proponiendo y entregando feedback en materias vinculadas a pobre-za, como la Ley 19.885 sobre Pobreza y Discapacidad que favorecerá, ente otras cosas, las donaciones mejorando los be-neficios tributarios. Hemos establecido un canal de diálogo y colaboración con el Estado y canalizado necesidades y la voz de muchas organizaciones que, sin este espacio, no tenían representatividad ni la posibilidad de aportar con su experiencia.

tienen una visión, los que son capaces de llevar a sus equipos a un lugar de in-tegridad y dignidad, del sueño vivo, que les permite enfrentar las imposiciones de formas escasas de mirar el mundo. Desde esta mirada han nacido en la Comunidad los Grupos de Formación y Desarrollo. En ellos se ha abierto un espacio en el que coaches, junto al equipo ejecutivo, acom-pañan a directores ejecutivos y ejecutivos de organizaciones, buscando un aprendi-zaje que transforme a las personas entre-gándoles herramientas que les permitan transitar desde el lugar de la escasez al de la abundancia.

La abundancia es el fruto de la generosidadLa abundancia como fruto de la comuni-dad parece no muy compatible con el mo-delo de consumismo del sistema social en el que vivimos. El malestar social de nuestro país, tan claramente expresado por el movimiento estudiantil, tiene que ver con la resistencia al modelo de con-sumismo capitalista en el que unos pocos se llevan la mayor parte. Ya uno de los primeros teóricos del capitalismo, Adam Smith, sostenía que el interés y el enri-quecimiento individual favorecen indirecta e inconscientemente el bienestar gene-ral de la sociedad. Sin embargo, este su-puesto del modelo, parece no sostenerse más. Lo propio, individual, no genera algo distinto de sí mismo, no produce bien co-mún. Por el contrario, la abundancia sólo puede dar. Nuestra experiencia es que la abundancia es fruto de la generosidad y no del chorreo. No puede ser construida desde lo que sobra, sino a partir de la elec-ción por el otro.

La abundancia no es el exceso de “bienes” sino una forma de mirar la realidad. La percepción de escasez no es necesaria-mente objetiva. Ante una misma realidad, podemos hacer distintas opciones. Ante la urgencia de personas en situación de po-breza y la falta de recursos, existen organi-zaciones que eligen no ceder a modos de financiamiento que les imponen requeri-mientos incoherentes con su misión y vo-cación. ¿Cuál es la raíz de nuestra percep-ción de escasez? ¿Es realmente el temor de tener que cerrar nuestros programas o una de nuestras sedes? Nuestro modo de financiamiento, tantas veces complacien-te con la solidaridad del vuelto, de lo que sobra, ¿nos ha permitido salir de este te-mor, de esta fragilidad?

La abundancia de recursos humanos, financieros, organizacionales, emociona-les, requiere de de un cierto coraje que resiste, por la autoridad de su coherencia, la presión de los modelos y prácticas de financiamiento no sostenibles. Para este coraje, son necesarios los líderes, los que

En www.ayudar.cl podrás encontrar dónde, cómo y a quién ayudar. Hay más de 1000 formas de ayudar: con especies y dinero, donando san-gre, siendo voluntario, reciclando, comprando servicios de las organizaciones etc.

“Valorizo enormemente la oportunidad de formar grupos de apoyo en-tre personas con ideales y desafíos semejantes, con enormes responsa-bilidades, a veces asumidas en soledad y de forma casi autodidacta en nuestro quehacer”

María Elena Riesco, Corporación Abriendo Puertas para mujeres privadas de libertad. Participante, Grupos de formación y Desarrollo

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Tiempo Libre

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Para realizar el comentario de este libro es necesario señalar que en octubre de 2011, 220 líderes sociales, empresa-riales y espirituales, provenientes de dife-rentes países, se reunieron en los Andes (Portillo) para conectarse durante tres días, establecer relaciones entre ellos, crear si-nergia y comprometerse en el desarrollo de 20 proyectos concretos para avanzar en el desafío de alcanzar una globalización más humana, solidaria e inclusiva. Esta iniciativa fue liderada por un equipo de la Fundación Desafío de Humanidad.

El Libro “Humanizar la Globalización, el desafío que nos convoca” recorre el proce-so que se vivió para llegar a la conclusión de que era necesario organizar este masivo cónclave, que se llamó Aconcagua Sum-mit; allí también se aborda su realización, y las conclusiones que surgieron a raíz de este importante suceso. En el primer ca-pítulo, El Desierto, se hace una reflexión sobre el mundo vacío y poco fecundo en el que vivimos actualmente, aquejado por los cambios en los patrones climáticos, la extensa demanda energética, la reducción de la biodiversidad, y las desigualdades en la distribución de la riqueza y los recursos, entre otros, como consecuencia de un pro-ceso de globalización está desapegado de

lo humano y del cuidado del medio ambien-te. Este capítulo habla sobre la indignación que crece en muchas personas que, cons-cientes de esta situación, no pueden que-darse de brazos cruzados viendo cómo el mundo se autodestruye en una vorágine de egoísmo y acaparamiento.

El segundo capítulo, Hilos de agua que fecundan, habla sobre esas mis-mas personas, que toman en sus manos el desafío de trabajar por un mundo más inclusivo y digno para to-dos sus habitantes, y amigable con la naturaleza. Son líderes innovadores que, de forma anónima y silenciosa, buscan impactar positivamente en sus lo-calidades, en pos de la solidaridad, la sus-tentabilidad y la equidad, desde diversos ámbitos. El capítulo final, La Montaña, re-lata la experiencia concreta del Aconcagua Summit 2011, esta gran cruzada que llevó a más de 200 emprendedores conscientes a reunirse para conocerse, trabajar y crear en conjunto. Con la metáfora de alcanzar la cumbre, se relata cómo este proceso de cambio y transformación positiva debe hacerse en conjunto y en interactividad, a través de la interacción y el traspaso de conocimientos, ideas y reflexiones entre unos y otros.

“Humanizar la globalización, el desafío que nos convoca” es un libro inspirador, lleno de esperanza y optimismo, que a tra-vés de sus historias sobre héroes anóni-mos que luchan por un mundo más acoge-dor e inclusivo, nos invita a cuestionarnos si nosotros también, en nuestro radio de acción, estamos contribuyendo con pe-queños cambios para transformar nuestro planeta en un lugar más sano y positivo para habitar.

Más informaciones, Fundación Desa-fío de Humanidad, Teléfono: 2078746

Comentario de Libro

Aconcagua Summit 2011

“Humanizar la globalización, el desafío que nos convoca”

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Humor

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DestacamosEntrevista a Dasho Karma Tshiteem, ministro de Fe-licidad de Bután:“Los go-biernos deben enfocarse en hacer más feliz la vida de las personas”

N U E S T R A S E M P R E S A S A S O C I A D A S H A C E N P O S I B L E Q U E U S T E D R E C I B A E S T A R E V I S T A

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