Ser de… estar en … pasar por … El arte y la ciudad. Juan Carlos Pérgolis

7/31/2019 Ser de… estar en … pasar por … El arte y la ciudad. Juan Carlos Pérgolis

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SER DE… ESTAR EN… PASAR POR…

EL ARTE Y LA CIUDAD

Juan Carlos Pérgolis

La ciudad fue –y aún decimos que es- el territorio de los arraigos. Nació por la

localización de grupos nómadas, familiares (gens ) en territorios que les permitían

la supervivencia1. Primero fueron la siembra y los cultivos que hicieron posible el

arraigo a un lugar; luego, la división del trabajo y la especialización entre los

miembros de esos grupos arraigados dieron lugar a la vida urbana, al concepto de

ciudad.

De esta manera, la ciudad que hoy vemos como territorio de nomadismos diversos

nació como respuesta a la vida sedentaria, a las ideas de lugar y de arraigo. Por eso,

tradicionalmente se definió a la ciudad como un agregado poblacional localizado en

un agregado territorial , es decir, una sociedad organizada en un territorio. Sin

embargo, a menudo definimos a la ciudad actual como inestable, móvil, ocasional,

múltiple, efímera, fragmentada, monótona, simultánea , todos adjetivos que la

califican y que, hasta hace poco, cuando ciudad y estabilidad eran palabras afines

hubiera sido impensado utilizarlos. La expresión “”ciudad del desarraigo” era una

contradicción casi inadmisible 2.

Miremos ese sentido de desarraigo en la ciudad colombiana actual. Muchas

veces, en defensa de “lo propio”, los valores individuales se anteponen a lo

colectivo (y lo colectivo es la ciudad), es el caso de la llamada “salida individual”

ante dificultades comunes en sectores de la sociedad o de vecinos que cierran

calles y barrios, privatizan para su uso espacios públicos aduciendo “seguridad”

1Darcy Ribeiro (1976) plantea el proceso civilizatorio a través de una serie de revoluciones tecnológicas, la

primera de ellas, la revolución agraria permitió a los grupos familiares nómadas, el paso al sedentarismo

luego; como consecuencia de la conformación de los grupos multifamiliares asentados y de la división del

trabajo se consolidaron esos asentamientos dando lugar a la revolución urbana.2

Véase J..C. Pérgolis y D. Moreno: “Ciudad 2007, escenarios y preguntas”, informe de avance de

investigación en revista Barrio Taller. Bogotá. 2007



ante el al temor al otro, al diferente (sin ver que la heterogeneidad es la esencia de

la ciudad). Sin dudas, esta segregación voluntaria respaldada por la palabra

“seguridad”, se contrapone a la idea de ciudad como lugar de la sociedad toda. Finalmente consideremos una experiencia desarrollada hace unos años sobre

imaginarios urbanos en niños de familias desplazadas por la violencia hacia la

ciudad de Montería, un ejemplo de las muchas investigaciones que se han

realizado sobre el tema.

En esa experiencia, se le pedía a los niños que elaboraran relatos y dibujos sobre

la ciudad. Notablemente, en esos dibujos la ciudad no aparecía como un colectivo

social orgánico; el espacio existencial que dibujaron y llamaron “ciudad” era la

casa individual. Para esos niños, la palabra ciudad identificaba el lugar para lavida, puede ser Montería o Medellín, Barranquilla o Bogotá, cualquiera, porque el

imaginario, una vez abandonado el territorio propio, parece no concebir el campo

ni el monte, que se han convertido en espacios sin identidad; por el contrario, el

imaginario concibe nombres.

Estas diferentes experiencias: la salida individual, la segregación voluntaria y el

imaginario urbano en niños de familias desplazadas muestran diferentes puntos

del espectro social del país y nos permiten ver la validez de una hipótesis que

formulamos años atrás3, Si las nuevas generaciones desarraigadas se refieren

al aislamiento, al deseo de soledad y al miedo al otro, resultará imposible la

existencia de la ciudad, al menos en los términos en que la conocemos. La

ciudad será insostenible 4 como tal.

Con este marco de referencia, llevemos la mirada al papel del arte:

3 Olga A. Rebolledo, Juan C. Pérgolis: “La investigación y la narrativa, métodos para mirar la ciudad

colombiana”. El espectador, septiembre 1998. 4

La expresión sostenibilidad aquí se refiere al mantenimiento de una sociedad en un territorio, o en otras

palabras a la capacidad de la ciudad como entidad para mantener la cohesión de la sociedad y la relación y

reconocimiento de ésta en su territorio.



Arte y ciudad recorrieron –aún recorren y recorrerán- juntos un camino que les es

común. En principio el arte mostró aspectos de la superestructura de la sociedad

urbana: la magia y más tarde la religión, lo jurídico administrativo y lo defensivo

militar; en las grandes sociedades de la antigüedad la ciudad exaltó el arte; en el

Renacimiento y el Humanismo el arte exaltó la ciudad. En el Siglo XIX, en las

ciudades de las migraciones y la industria, ciudades para el arraigo, el arte de la

estatuaria creó hitos, imágenes para la memoria, ornamentos para la identidad

urbana y para los lugares de permanencia; su ámbito fueron las plazas, los

parques y los encuentros entre las vías, allí donde la visibilidad permitía las

referencias monumentales.

Hoy en nuestra ciudad del desarraigo, ciudad sin lugares, el acontecimiento 5 es

la manifestación artística, porque el acontecimiento permite la satisfacción

momentánea de un deseo , por lo tanto es efímero, transitorio y cargado de

significaciones de ese momento; es un simulacro, como lo define Baudrillard

(1978): un gesto que reproduce la realidad con el objetivo de fascinar 6. Ante la no-

ciudad dejemos que el gesto nos fascine, no importa que tan vacío sea ese gesto;

ante la falta de signo encantémonos con las presencias. La ciudad de la plaza fue

la ciudad de los signos y esta otra es la ciudad de las calles, de las presencias, de

los seres y las situaciones casi intangibles, es la ciudad de los signos arbitrarios.

Un lugar y un momento. El lugar se convierte en el marco para un momento y esa

es la diferencia con el arte de la ciudad del arraigo, en la que el arte era la

referencia que relacionaba el lugar con la instancia sin tiempo de la memoria. Se

puede sintetizar en la frase de Maurice Hallbach7 (1992): “recordar juntos es hacer

memoria colectiva ”.

5 Las propiedades del acontecimiento , define Lyotard en La condición posmoderna (Red EditorialIberoamericana, Buenos Aires: 1991 son más bien procesos para enfrentarse al olvido, como una barricada oel chorrito de alguna fuente, como un destello.6 Jean Baudrillard, ”A la sombra de las mayorías silenciosas” (1978) en Cultura y simulacro . Kairós.Barcelona,19817 Halbwachs, Maurice, On collective memory. The University of Chicago. 1992.



Históricamente, la sostenibilidad 8 o capacidad de la ciudad para mantener la

cohesión de la sociedad y la relación y reconocimiento de ésta en su

territorio se basó en la estabilidad y estabilidad era sinónimo de memoria.

El arte es el responsable de la sostenibilidad de la ciudad. Porque a través de él

se generan las prácticas y de él surgen las significancias9, es decir, los

significados más profundos, eso que está más allá de las formas que permiten el

reconocimiento de la ciudad, es decir: el sentido de la vida en la ciudad, aquello

que no se explica desde la razón, donde lo real es inalcanzable; porque en el

inconsciente no hay palabras que permitan juegos semióticos conducentes a

significados10, solamente hay cosas que no tienen presentaciones verbales. En

otras palabras: el arte asume el sentido de la vida en la ciudad.

La primera manifestación del sentido de la vida en la ciudad es la identidad: el

sentido de pertenencia, el ser de, sentir que la ciudad es parte de uno y uno es

parte de la ciudad. Quiero traer dos frases de Estambul 11, la novela de Orhan

Pamuk, el escritor y premio nobel turco: “…lo que a mí me ha determinado ha sido

permanecer ligado a la misma casa, a la misma calle, al mismo paisaje, a la

misma ciudad. Esa dependencia de Estambul significa que el destino de la ciudad

era el mío porque es ella quien ha formado mi carácter…”

Ese sentido de pertenencia da sentido a su vida; a mí me asombra, tal vez porque

yo no puedo decir lo mismo, porque mi vida se desarrolló entre muchas ciudades y

hoy mi ciudad es la síntesis de todas esas por las que pasó mi vida. Mi destino –a

8 Véase la nota 5, donde se define capacidad de la ciudad como entidad para sostener (mantener) la cohesiónde la sociedad y la relación y reconocimiento de ésta como tal y en su territorio.9 El concepto de significancia , que propone Kristeva, no está determinado por el lenguaje sino por laspulsiones, a diferencia de los significados que surgen del mundo de la razón. Las palabras no determinan ellenguaje, ni el lenguaje define la estructura gramatical, señala la autora, porque la significancia determina el sentido , entendiendo por sentido algo más amplio y vívido que la referencia objetiva de los elementos dellenguaje.10 Kristeva, Julia, Semiótica (1969). Espiral, Madrid, 197811 Pamuk, Orhan. Estambul.Ciudad y recuerdos . Mondadori, Bogotá. 2006



diferencia del de Pamuk- no es el de mi ciudad de La Plata, o quizás sí… no lo sé,

porque los destinos, como las paralelas se encuentran en el infinito.

Pero mi ciudad, esa que tengo interiorizada se construyó sobre el plano de La

Plata, con canales, puentes y una gran plaza articulada con una piazzeta donde

llegan las embarcaciones; con edificios neoclásicos con frontones y columnas; con

montañas oscuras y una sabana color verde fresco; con caños con mercado,

gritos y música; con playas de arenas ardientes y playas de aguas heladas, con

rascacielos y casas bajas. Pero más allá de los lugares y las formas, mi ciudad se

construyó con momentos en los que cada lugar tuvo una emoción; se construyó

con acontecimientos que dieron sentido a cada lugar, a cada momento. Ese es el

papel del arte ante el ser de : dar sentido a cada contexto, convertir los lugares ylos momentos en acontecimientos, ir más allá del significado de la razón, entrar en

el mundo sin razón de las emociones.

En otra parte de la novela Estambul , Pamuk dice: Todo el que siente curiosidad

por darle un significado a la vida se ha preguntado al menos una vez por el sentido

del lugar y el momento en que ha nacido . Creo que la respuesta a esa pregunta la

puede dar el arte, porque solamente el arte puede explicar la vida en un lugar y un

momento. La Plata de los años sesenta: moda y Beatles, happenings y arte pop,

interpretación de un mundo político y económico, una lectura particular de una

sociedad en un momento y en un lugar. Hagamos el ejercicio con nuestras

ciudades, analicemos las prácticas que hemos desarrollado con ellas y veremos

que en todas está presente el arte. Las prácticas con la ciudad están permeadas

por el arte, porque desde él hacemos las lecturas.

Hace tiempo ya, cuando terminé la investigación que llevó al libro Bogotá

fragmentada , me pidieron que anteponga al texto una frase introductoria, una

especie de dedicatoria; propuse una frase de Lawrence Durrell que dice “una

ciudad es u n mundo cuando se ama a uno de sus habitantes” , pese a la

subjetividad que sugiere esa frase, ese trabajo intentó ser -y creo que fue- una



profunda mirada a la realidad de esa ciudad, porque la realidad existe en la

medida de nuestras pasiones, nuestras emociones.

No hay lenguaje sin engaño , concluye Italo Calvino (1989) en uno de sus relatos

de las Ciudades Invisibles 12 y allá en el inconsciente, territorio de deseos, donde

atesoramos las pasiones y las emociones no hay palabras, no hay lenguajes que

puedan ser engañosos. Freud (1937) señaló que el intelecto se equivoca muy

fácilmente ante la escogencia de la verdad sin que lo sospechemos y que nada es

creído con más fe que aquello que viene al encuentro de nuestros deseos 13. La

honestidad es la base de la propuesta para lograr la sostenibilidad de la ciudad a

través del arte.

Pero quisiera concluir esta reflexión sobre el ser de con otra frase de Calvino que

nos advierte sobre una particularidad, un requisito que debe cumplir el arte para

lograr ese objetivo: no se debe confundir a la ciudad con el discurso que la narra

porque la mentira no está en las cosas sino en el discurso que las describe.

Existen dos maneras de relacionarse con los espacios de la ciudad: permanecer

en ellos (estar en ) o recorrerlos (pasar por ). Ambas maneras de relacionarse dan

sentido a la vida en la ciudad y cada una de ellas tiene una expresión espacial

propia: las permanencias son inherentes a las plazas y los parques, los recorridos

a las calles. Por las calles se pasa, en las plazas se está.

La plaza expresa el significado de un ámbito contenedor; las calles encauzan los

recorridos. Desde la semiótica de las formas podemos analizar la estructura axial

de las calles o la radial de las plazas; también desde la semiótica observamos la

12 Calvino, Italo: Seis propuestas para el próximo milenio. Siruela. Madrid. 1989. 13 Freud Sigmund. Moisés y la religión monoteísta (1937). Alianza. Madrid, 1976.



relación entre formas, usos y significados en ambos tipos de espacio. Pero en

unos y otros, el arte tiene manifestaciones propias.

La plaza y el parque son estructuras fundamentales en la ciudad tradicional, la de

los arraigos, la que quiere mantener las identidades y los significados que le

dieron reconocimiento y consolidaron una sociedad fuertemente ligada a su

territorio. Se puede ver en Medellín, en su historia y en las intenciones de las

recientes intervenciones urbanas. En los fantásticos parques construidos en los

últimos años se conjugan el espacio urbano y el arte para la sostenibilidad de la

ciudad; juntos, arte y espacio enfatizan la estabilidad –rasgo de la ciudad

tradicional- y dan sentido a la vida a través de la satisfacción del deseo de la

comunidad, porque más allá de los acontecimientos en los nuevos lugares, seconsolida la identidad de la ciudad y de su gente.

El sentido de la Plaza de Bolívar de Bogotá, fue tema de una larga investigación

sobre los acontecimientos que ocurren en ella, la conclusión confirmó la hipótesis

que propone que el sentido se concreta cuando se satisface un deseo: en este

caso, el deseo de fusión entre el habitante y la ciudad. En esa investigación – que

se llamó Estación Plaza de Bolívar - se intentó seguir de cerca los textos de Julia

Kristeva, en particular un pequeño escrito llamado Lo Vreal 14 en el que se sugiere

que un signo es la huella de una faltante, algo que no tenemos pero vemos

objetivado en el exterior; es decir que para conocer lo real es necesario objetivarlo,

sacarlo de nuestro interior, del yo-sujeto y verlo como un objeto. Signo y deseo se

confunden en esta definición de Kristeva que evidencia de que en todo signo

subyace un deseo .

Imaginemos por un momento, las múltiples redes que interactúan en la ciudad ylos ciudadanos participando en ellas desde sus intereses. Un nodo es un punto

donde se cruzan las redes, donde los ciudadanos intercambian información, se

14 Kristeva, Julia, Lo Vreal, en Seminario “Verdad y verosimilitud del texto psicótico”, hospital de la CiudadUniversitaria. París. 1976-77



encuentran, satisfacen deseos. Un nodo es un lugar para el arte, allí se manifiesta

y su presencia convierte el punto virtual de la red –el nodo- en un lugar. En la

ciudad actual, ciudad de desplazamientos, de nómadas, el arte transforma la

virtualidad de un punto en la estabilidad de un lugar; crea un ámbito de encuentro,

de emociones y de esa manera favorece la sostenibilidad de la ciudad. El nodo,

punto insustancial, inestable deviene plaza por acción del arte que crea los

acontecimientos que dan sentido a la vida en la ciudad.

En un corte en la investigación Estación Plaza de Bolívar concluíamos: Ya no miro

las formas de la Plaza de Bolívar, no hago el levantamiento de sus fachadas, no

miro la historia en cada una de sus pilastras, en cada una de sus cornisas: la

plaza-nodo que amarra mis redes con las de la ciudad es un punto de sentido en Bogotá y en mi vida 15 .

“ Estar en” ya no se refiere solamente a los espacios físicos de la ciudad

tradicional, estar en , en la ciudad actual se refiere a la presencia y participación en

redes, a los encuentros virtuales, a una nueva estabilidad no referida a las formas

sino a los acontecimientos y el arte es el vehículo que lo permite y evidencia, que

da sentido a la vida en la nueva ciudad.

Sin embargo, es en el movimiento, en los desplazamientos, donde el arte adquiere

su mayor relevancia en la ciudad actual: el arte se incorpora a los recorridos, los

evidencia, crea orientaciones y direcciones, constituye momentos y genera

sentidos.

Cuando vayas a Ítaca pide que el camino sea largo y rico en aventuras. Lo hemos

citado infinidad de veces: es el inicio del poema Ítaca de Constantino Cavafis16;

más adelante, el poeta narra los acontecimientos que se pueden encontrar en el

viaje y concluye diciendo que si Ítaca te decepciona, no importa, Ítaca fue el

15Pérgolis J.C. Ciudad deseada. Nobuko. Buenos Aires. 2006

16 Cavafis Constantinos. “Itaca” en Cavafis:Obra completa



motivo para hacer el viaje y al igual que en la vida, la experiencia la da el

recorrido. Por ese motivo, concluyo esta mirada a la ciudad y el arte con la idea de

“pasar por”; tal vez la experiencia urbana más importante en la ciudad actual que

hemos definido como nómada, de acontecimientos efímeros y desarraigos.

La plaza fue el lugar de la ciudad, miramos su historia y sus significados, los

acontecimientos de la vida cotidiana y la interpretación que de ellos hace el arte.

Quisiera hacer lo mismo con la calle, el espacio para los recorridos y así como me

sumergí en las emociones del ámbito estable de la Plaza de Bolívar, debería

meterme en el dinamismo y la inestabilidad de las calles, de la Carrera Séptima,

la antigua Calle Mayor. En el último capítulo de Estación Plaza de Bolívar 17 pude

concluir reconociendo que si a través de la plaza, que es el símbolo del arraigo, de lo establecido y de la ciudad tradicional, pude exteriorizar mis aspectos más

estables y mis afectos por el lugar, la calle me permitirá una mirada a mis deseos

nómadas, a mis desarraigos y a mis pérdidas, todo aquello de lo que muchas

veces temo hablar, porque sé que allí están mis inseguridades.

Pero es curioso ese temor a mirar la inestabilidad del movimiento, del recorrido

arbitrario, porque en el fondo, no podemos olvidar que la primera experiencia fuera

de nuestro propio cuerpo fueron los reconocimientos táctiles sobre el cuerpo

materno: texturas y rincones, calor, alimento y cariño. Sin dudas esa debe ser la

intención del recorrido urbano, la emoción casi táctil de la piel de la ciudad, como

descubrir el sentido de la vida en la piel de la mujer deseada… en la piel de la

ciudad.

Pero no podemos terminar esta mirada sin reconocer las manifestaciones del arte

en los recorridos: el arte que avanza por la calle, el desfile, la fiesta y el arte que

nos espera y encontramos en nuestros recorridos y sabemos que no volveremos a

encontrar, porque el arte de la calle es efímero y transitorio, solamente un

17Pérgolis, J.C. Estación Plaza de Bolívar Alcaldía Mayor de Bogotá. 2001



momento, algo que nos emocionó y dio sentido al “pasar por ” que quedará en la

memoria de cada uno, en la memoria de la ciudad, el arte que hace sostenible la

ciudad, porque hace sostenible la vida en ella.

Bibliografía referencial

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