Suena Punk: una aproximación etnográfica a las prácticas juveniles en torno al circuito musical...
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X Congreso Argentino de Antropología Social – Facultad de Filosofía y Letras – UBA – Buenos Aires, Argentina 1
X Congreso Argentino de Antropología Social
Buenos Aires, 29 de Noviembre al 02 de Diciembre del 2011
Grupo de Trabajo:
GT 05.- La dimensión etaria desde la antropología: configuraciones de niñez, niñas/os, juventud y jóvenes
Título de la Trabajo:
Suena Punk: una aproximación etnográfica a las prácticas juveniles en torno al circuito musical punk
Nombre y Apellido. Institución de pertenencia
Elena Bergé
Lic. en Antropología (FCNyM-UNLP). Doctoranda en Ciencias Sociales (FAHCE-
UNLP). Becaria de Perfeccionamiento de la Universidad Nacional de La Plata. Grupo de Estudios en Juventudes (Núcleo de Estudios Socioculturales - Facultad de
Trabajo Social - UNLP)
Claves de lectura En este trabajo intentaremos abordar el análisis de ciertas prácticas juveniles en
torno al circuito musical punk en la ciudad de La Plata (Provincia de Buenos Aires).
En particular, nos centraremos en los distintos espacios donde se desarrolla la
"escena" punk musical en la ciudad, analizando prácticas, actores y tiempos y
espacios. La pesquisa más general que sustenta este trabajo se inscribe en el
desarrollo de una investigación sobre estilos culturales juveniles en la ciudad de La
Plata, que constituye la base de mi plan de tesis para el Doctorado en Ciencias
Sociales (FAHCE - UNLP).
Las observaciones, las notas de campo y los intercambios no estructurados con
jóvenes que participan de las bandas, de la producción de recitales y aquellos/as
que se establecen en “asistentes” a los mismos, constituyen el corpus a partir de
cual se intenta abordar la dimensión estético-corporal-afectiva que se pone en juego
en estos espacios, poniendo el énfasis en aquellos elementos que desde los propios
actores construyen un tipo particular de recital: el punk. Abordaremos entonces
secuencial -y simultáneamente- la “escena” (Peterson y Bennett, 2004; Bennet,
2006), estrategia analítica que permite abarcar un amplio rango de prácticas no
limitadas solamente al espacio donde efectivamente sucede el recital sino que
incluye una multiplicidad de prácticas, tiempos y espacios que se desarrollan antes,
durante y con posterioridad al evento en sí.
Nos proponemos entonces construir un aproximación en torno al circuito musical
punk y a las actividades focales que se desarrollan, teniendo en cuenta la
intersección entre elementos de tipo descriptivo y aquellos más analíticos. En
relación a esto último, buscaremos también problematizar el vínculo entre los
distintos sujetos así como también su participación en el estilo cultural juvenil.
Algunas pocas palabras sobre algunas pocas categorías De qué hablamos cuando hablamos de punk es algo que debemos aclarar, así como
también ciertas nociones acerca de categorías utilizadas en este trabajo
principalmente en relación a “estilos culturales” y demás planteos de los
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investigadores del Centre for Contemporary Cultural Studies (CCCS) de Birmingham
y posteriores aportes y revisiones. Comencemos entonces.
A mediados de los setentas, la situación de los jóvenes de Europa y EEUU, y
particularmente de Inglaterra, estaba marcada por una fuerte crisis económica y
financiera. Esto se manifestaba en la carestía, inflación, desempleo para miles de
jóvenes de la “clase trabajadora” y clase media de la época. Esta situación
repercutía sobre las garantías sociales que brindaba el Estado de Bienestar,
afectando directamente a la juventud. Crecían los barrios pobres, no había empleo,
la inflación aumentaba, mientras que las instituciones tradicionales de cohesión
social, como la familia, la Iglesia y el sistema educativo, entraban en conflicto. La
juventud de la clase obrera fue la primera en perder todo tipo de credibilidad en el
sistema. Las estructuras sociales entraban en decadencia y por parte del Estado no
había respuestas. (Restrepo Restrepo, 2005)
En este contexto, los jóvenes ingleses, en particular, desarrollan un estilo estético,
musical y político de expresión de la insatisfacción. Centrado particularmente en un
particular género musical, el punk: sonido áspero, lleno de interferencias y breve que
combina sonido/imagen con dramatizaciones del momento/sentimiento que llaman a
la destrucción y al no future. El punk sintetiza el ruido urbano, se mimetiza en el
asfalto, en las calles, reproduciendo con el cuerpo y la música el salvajismo de la
ciudad y la crisis social. La música cobija el complejo de la vida, su engranaje es
visceral, revive las emociones, dispara los sentidos. El estilo punk llega al extremo
desde los extremos, el mínimo lenguaje verbal y escrito, leído como el “arma de
defensa” más efectiva y afectiva para hacer frente a la violencia social y cultural en la
que se encontraban insertos estos jóvenes (Britto García, 1996:171).
A partir de todo un entramado de signos, muchos jóvenes comenzaron a gestar no
sólo una forma musical contestataria, sino un modo de vida antiautoritario y un
sistema socioestético (ropa rota, crestas, marcas corporales), retórico y de
producción cultural (fanzines1, grabaciones caseras, recitales, gigs2) originales y de
ruptura con la normatividad imperante. Cuerpo e imagen se reivindicaron como
1 Los fanzines son publicaciones no profesionales producidas a bajo costo, de tipo amateur 2 Conciertos, en inglés.
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espacios propios en los que se podía ser consecuente con el libre albedrío
proclamado: hazlo tu mismo, tu ropa, tu imagen, tu música, tu fanzine.
En este contexto, la irrupción espectacularizada del punk fue leída desde las
ciencias sociales británicas como una práctica cultural juvenil particular enmarcada
en lo que los miembros de la denominada Escuela de Birmingham denominaron
“estilos subculturales juveniles”. Ellos estaban especialmente interesados en
comprender cómo los elementos de clase y los elementos generacionales
interactuaban juntos para la producción de estilos grupales distintivos y cómo los
materiales disponibles en el grupo eran construidos y apropiados en las formas de
respuestas culturales visiblemente organizadas (Clarke y otros, 2000).
El estilo se propuso como constituyendo un aspecto de auto identificación a partir de
procesos internos del grupo que lo compartía y en relación a otros agrupamientos,
estableciéndose como una dimensión de identidad. En particular, fue Dick Hebdige
(2004) quien se interesó por desentrañar analíticamente las posibilidades
explicativas del estilo retomando a noción de bricolaje (tomada de Levi-Strauss),
considerando al estilo como homología y como práctica significante. La posibilidad
de combinar objetos, rompiendo los contextos “naturales” de uso y pertenencia para
reintroducirlos en otros heterogéneos y densamente simbólicos, es característico de
este estilo cultural. Ver al estilo desde la homología permite pensar la estructura
interna del punk donde cada parte se relaciona orgánicamente con el resto y su
correspondencia sirve a su vez para interpretar el mundo: “los imperdibles3 y las
bolsas de basura significaron una relativa pobreza material vivida directamente y
exagerada o bien asumida con simpatía, y que a su vez tenía como significado la
depauperación espiritual de la vida cotidiana. (Hebdige, 2004:160).
El punk se convierte así en un sistema de comunicación, formas de expresión y
representación que resultan de la construcción y deconstrucción del significado;
prácticas significantes, que en este caso se centran en el desajuste, en el rechazo a
cohesionarse en torno a una ciertas pautas sociales hegemónicas. Así, la ruptura
3 Alfileres de gancho
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recreada en el estilo punk intentaba representar la experiencia de la contradicción en
sí; se expresaba a sí misma a través de la ruptura.
El desafío de los setentas en adelante fue y es imaginar qué transformaciones ha
atravesado este estilo desde sus inicios allá lejos en el tiempo y en el espacio, luego
de que pasa a exhibirse en las vidrieras, haciéndose “apto” para su consumo
masivo. Pocos años después del surgimiento punk en Inglaterra y EEUU, y
paralelamente al crecimiento exponencial del mercado para jóvenes, el punk parece
ser absorbido por la tendencia hacia su mercantilización y banalización,
convirtiéndose en un producto más a ser comercializado. El “estilo” pasa a ser visto
como una posibilidad de diferenciación-distinción que se oferta como si el hecho de
apropiarse a cierto tipo de productos implicara acceder a un modo particular de
experimentar el mundo. La tendencia homogeneizadora del mercado tiende a
cooptar lo distinto para hacerlo masivo, generando una dinámica de tensiones-
distinciones-diferenciaciones que se encuentran en el centro de las apuestas
estético-estilísticas los jóvenes.
En este camino, desde hace unos años en Europa se han comenzado a desarrollar
posturas teóricas que, reconociendo la herencia de los estudios culturales, pero
reactualizando conceptos y categorías en las nuevas manifestaciones y realidades
culturales, proponen abordajes desde lo que algunos denominan “estudios
postculturales” (post cultural studies). Partiendo de la categoría de “estilo subcultural”
(y no de “subcultura”, como lo hacían los investigadores del CCCS) se proponen
estudiar aquellos elementos del estilo que dotan de un sentido de individualidad y de
identificación a los sujetos, teniendo en cuenta los intereses personales y biografías
de cada integrante (Bennet y Kahn-Harris; 2004, Muggleton, 2000).
Retomando algunos de los planteos de los miembros del CCCS, discutiendo en
parte con ellos y sumando al debate la perspectiva local, se fue construyendo un
camino iberoamericano, pequeño -en comparación con las producciones
anglosajonas- pero fructífero y cada vez más creciente, hacia la comprensión de las
particularidades de la construcción de estilos culturales juveniles en nuestra región,
entre ellos el punk (Benitez, 2003; Chaves, 2005 y 2010; Delgado Ruiz, 2002;
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Elbaum, 1997; Feixa, 1998; Reguillo, 1995 y 2000; Urteaga, 1998; Valenzuela Arce,
2002).
Desde acá (o cómo precisar el tema en cuestión) Después de las disquisiones obligadas y necesarias sobre algunos temas que hacen
al trasfondo de este trabajo, vayamos ahora a lo que nos convoca: el circuito
musical punk en general y el recital en particular, situándonos en La Plata y
alrededores.
Retomando lo planteado más arriba acerca del intento de abordaje de la diacronía y
la sincronía (imposible pero deseada) del relato, organizaremos el texto siguiendo
una suerte de cronología en donde se estructuran lo que fuimos señalando como
“etapas” del antes (“la previa”), el durante (“la fecha”) y el después del recital (“la
vuelta”), rescatando a su vez las variadas dimensiones que se articulan en cada
“momento”, vinculándolas además con dos tipos de situaciones que llamaremos el
“recital corriente” y el “evento especial”.
En torno a esto último, convenimos en nominar “recital corriente” a aquel que tiene
lugar a lo largo del año, con cierta regularidad, que sucede en más de una ocasión,
en los diferentes espacios destinados a la realización de eventos musicales, y que
usualmente son utilizados por las bandas para brindar sus conciertos (funcionan no
sólo en el momento del recital sino que cumplen otras funciones, tales como bar,
lugar de encuentro, etc.). Suele haber una cierta recurrencia temporal en el uso de
estos espacios, aunque a lo largo de los años tiendan a cambiar de nombre,
reconvertirse hacia otros fines, trasladarse e inclusive no ser nodos exclusivos del
circuito punk. Sin embargo, los que participan de recitales punk suelen identificarlos
e incluso “caer” al lugar sin estar muy seguros de qué banda tocará o si habrá algún
evento4.
Por otro lado, decidimos llamar “evento especial” a aquel recital que tiene lugar con
algún motivo particular y específico, aquel ocurre de manera ocasional y esporádica.
4 Para este trabajo tomaremos el circuito de una serie de bares en los que usualmente se
llevan a cabo “fechas” punks, tales como Mi pasado me condena (ex Viejo Varieté) y el Centro
Cultural Favero, localizados ambos en la ciudad de La Plata.
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En este caso, el lugar donde suele desarrollarse el recital suele no ser un bar o salón
preparado para la realización de espectáculos musicales, sino más bien un espacio
re-acondicionado para el desarrollo del evento (ej. una plaza, el patio de una casa,
etc.). Para este trabajo, tomamos uno en particular: el recital de “El día internacional
de los Ramones5” que se llevó a cabo el 15 de abril de este año, en conmemoración
de los 10 años de la muerte de uno de los líderes de la banda (Joey Ramone,
fallecido el 15 de abril de 2001).
La previa
Me preparo para ir a hacer trabajo de campo. Se viene el día internacional de Los Ramones y un grupo de pibes, los Convictos6 están armando una movida para ir a la fecha que se armó en
Lomas de Zamora. La invitación viene por el facebook. Allí desde hace un mes se viene planeando el evento. Es gratis, el bondi que dale desde La Plata es gratis. Solo me piden que ponga unas birras
para colaborar. El requisito esencial para participar es llevar tu remera de los Ramones. Voy a conseguirla. Me acerco hasta el local de la ciudad que se promociona a sí mismo como
"el templo del rock", algo como el rock te viste, te da de fumar, te divierte, te estetiza y dale que va. Jason es el local, aludiendo en su logo al asesino serial de películas con atuendo de jugador de hockey sobre hielo. Paso por alllí. Entro. Nada. Nadie se me acerca, nadie me asesora. Busco y
reviso entre las hileras de buzos, pantalones, camperas y remeras de los variados estilos. Nada. No hay nada de los Ramones. El punk parece estar representando (en versión femenina, aunque no veo
tampoco remeras de los Ramones para varones) por una linda remera larga amarilla que señala "never mind the bollocks, here are the sex pistols". Otro clásico setentoso y de vieja data.
Sigo de largo, hago unos trámites. Recuerdo la gran multinacional (podríamos decir la multiprovincial, más bien) del merchandising rockero Lee-Chi (cuyo dueño entrevisté hace tiempo y cuya entrevista perdí en una de esas catástrofes de la informática) y hacia allí me encamino. Mala
suerte, Lee-chi aburguesado duerme la siesta. No atiende en este horario. Miro a través del vidrio. No veo nada. Me bajoneo… ¿qué hago? El viernes volveré al centro y puede que LeeChi esté abierto y
puede que tenga mi remera de los Ramones. A esta altura no importa el talle ni la moda. Ya fue. Estoy por desistir… por asociación libre recuerdo que tal vez pueda haber un local de venta de
remeras en el subsuelo de Galería San Martín. Las chicas que entrevisté me han contado que se consiguen lindos cinturones de tachas por ahí. Ahí además, hacen tatoos, ponen aros y hay locales
de ropa y sex-shops. Recorro la galería. Nada. Me desilusiono. Solo me queda apostar a volver el viernes y probar suerte en Lee-Chi. Subo las escaleras de la Galería subterránea, le doy una última mirada a las vidrieras y por casualidad capto un local que se llama "Jamaica" y vende remeras con
inscripciones. Nada en la vidriera me dice que efectivamente encontraré algo vinculado a Los Ramones pero lo intento.
Entro al local, le digo al pibe: ¿tenés una remera de los ramones, de esas con el círculo y los nombres7? (Le estoy referenciando casi el logo mercantilizado de la banda, no hay opciones, lo
predispongo a que reconozca el signo… es que yo quiero “esa”, esta vez no quiero ser diferente, quiero ser parte de lo que yo creo que sería una media dentro del grupo. Iré a lo clásico, no quiero
sobresalir, solo ser parte). Me dice "Claro" y empieza a buscar. Revisa una pila de remeras, después
5 Banda de punk neoyorquina que influenció la escena local y mundial, proponiendo una
estética y sonidos particulares dentro del género. 6 Una banda punk de Ensenada 7 Ver imagen 1 del anexo fotográfico.
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otra… me impaciento, ¡no puede ser! Me dice: “lo que pasa es que esas salen mucho, se agotan!” Esto me da para pensar dos cosas: o que los Ramones están más vivos que nunca o que está de moda usar sus remeras (y ahí empieza la pregunta por la cuestión de qué sentidos comunica usar
una remera de los Ramones, ¿no?). Busca y al final encuentra una. Me la llevo. 39 pesos. Barata y de mala calidad, dos tipos distintos de negro... Claro, no podía ser de otra manera.
Llego a casa. Viene el proceso de hacerla mía. Me siento un poco punk. Tengo que intervenirla, afearla, volverla callejera, sucia y desprolija. Con un par de tijeras le corto las mangas y
el cuello. Me la pruebo. Ya está…Consiguiendo al remera de los Ramones me vuelvo también un poquito punk.
(Fragmentos del diario de campo)
Podríamos empezar señalando que el recital no es sólo “el recital”. Y con esto no
estamos buscando proponer un antagonismo retórico, ni un juego de palabras, ni
mucho menos, sino solo darle profundidad temporal y espacial al evento situado y
específico que sucede en el encuentro entre banda y público (sólo para nombrar dos
de los protagonistas principales). Y parte de este ejercicio es dar cuenta de lo que
llamamos simplificadamente “la previa”, señalando todo aquello que sucede “antes”
del recital, que no es poco, considerando que abarca una serie de actividades,
puesta de circulación de información, organización y preparativos fundamentales
para la consecución del evento. En este sentido, iremos hilvanando en el relato las
particularidades y similitudes entre las dos modalidades que mencionamos
anteriormente, ya sea el recital corriente o el evento especial.
1.
Desde la perspectiva de quienes están del lado de la producción de la música -las
bandas- la previa comienza desde la mismísima organización del recital. La logística
implica desde cuestiones tan materiales como conseguir el lugar8, gestionar el
arreglo con el dueño del local, buscar cómo sustentar económicamente el recital,
definir el día del evento, hacer el diseño del afiche, crear el “evento” en facebook9 y
8 En general, los lugares donde se desarrollan los recitales de punk son pequeños bares y
salones, modestos, con infraestructura edilicia sencilla – a veces en malas condiciones - y accesibles
desde el punto de vista económico (tanto para el consumo como para el alquiler). 9 La práctica de “crear el evento el Facebook” se ha ido popularizando y haciendo casi una
actividad “obligada” para las bandas en los últimos años, cosa que no ocurría cuando comencé a
investigar el circuito donde algunos grupos usaban en fotolog y muchos otros difundían las fechas
con afiches y de boca en boca.
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arreglar qué instrumentos pone cada banda, hasta elementos de índole no material
tales como definir qué bandas invitar (cuestiones que hacen a la reciprocidad –
“devolver fechas”, “invitar a una banda para luego ser invitado por ella”-, la afinidad
electiva – “nos gusta el sonido de tal o cual banda”- y la afectividad – “los de tal
banda son amigos nuestros”-) y qué temas tocar (“si hacemos temas tributo a alguna
banda”, “si tocamos temas nuevos o principalmente aquellos que ya todos conocen”,
etc.), entre otras cosas.
La escala y el peso que cada una de las decisiones que se deben tomar para
organizar el recital vienen dadas principalmente por la magnitud de “la fecha”
(relacionada principalmente con el número de bandas que tocarán y el tamaño del
lugar donde se desarrollará el recital), el acceso a los diferentes recursos materiales
y simbólicos (si el dueño del lugar es un conocido, si presta el lugar o lo cobra, si
disponen de transporte para los instrumentos, si hay amigos/conocidos/fans que
puedan contribuir en la organización, si queda muy lejos, etc.) así como también la
particularidad del evento (si la banda presenta nuevo disco, si es una fecha especial
a conmemorar, etc.). En este sentido, la gran diferencia entre el “recital corriente” y
el “evento especial” es, desde una mirada pragmática, la magnitud (medida en
tiempo, espacio y cantidad de actores involucrados) con la que se plantea la
organización de cada uno de ellos; mientras que desde una mirada semántica, los
dos tipos de recitales se presentan como diferencialmente significados por los
actores, teniendo en cuenta las características de excepcionalidad y la carga
afectivo-emotiva que adquiere el evento especial en relación al recital corriente.
La previa para los que asisten al recital comienza con el acceso a la información
acerca las coordenadas y las especificaciones de la realización del mismo. Varios
son los caminos que conducen al “enterarse” de tal o cual recital. En entrevistas con
jóvenes que participan de la escena punk de la ciudad, se señala principalmente que
una de las formas en que circula la información acerca de las fechas es a partir del
“boca en boca”, esto es, varios son amigos o conocidos de algunos de los miembros
de las bandas o de sus allegados y de esta manera saben de antemano cuando y
donde tocan. Este circuito se complementa y amplia con los “eventos” que la red
social facebook permite crear a personas o grupos que se registran como usuario de
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sus servicios (“eventos” donde se “invita a asistir” a los “amigos” de facebook a
determinada cita, reunión o similar), así como también por los “posteos” que las
bandas y los bares/lugares para tocar realizan en sus páginas (facebook, fotolog y
otras, ver imagen 2 del anexo fotográfico) y los afiches/fotos que suben a estos
espacios (ver imágenes 3 y 4 del anexo fotográfico). Estas vías de acceso a la
información implican de alguna manera un conocimiento previo del circuito, y una
trayectoria en el mismo (real - haber asistido a una recital de X banda, conocer que
en un determinado bar se realizan recitales de punk, por ejemplo - o virtual – como
puede ser haber escuchado a la banda por internet y haber solicitado su “amistad”
en facebook o fotolog, por ejemplo).
A medida que la banda es más lejana espacial y temporalmente (a la par que es más
difícil el vínculo cara a cara) a las vías de acceso a la información acerca de recitales
que mencionamos recién, se le suman otras como las radios (principalmente radios
en internet, independientes, hechas por jóvenes que participan del circuito que
cuentan programación especial acerca de la escena punk capitalina y bonaerense,
como el programa de radio "Punk Rock Elite" en Fm Wilde y Fm La Porteña o el
programa de radio/tv "Punk & Rockers" en Matanza Radio Net), los fanzines (en
papel o en formato digital) y los afiches callejeros. La difusión de los recitales
corrientes se realiza con menor inversión de tiempo y costo (dinero y organización)
que aquellos que se consideran eventos especiales, donde las implicancias
materiales y simbólicas exigen ampliar el alcance y la llegada de la información a
mayor cantidad de posibles interesados.
2.
Una vez concertado el recital, comienza el período de preparación para el mismo,
que constará de la resolución de dilemas de diversa índole. Los operativos, se
vinculan con resolver una serie de cuestiones prácticas que hacen a averiguar dónde
queda el lugar (si es desconocido, cosa que a veces sucede con los recitales
especiales), cómo llegar al evento (a través de qué medio de transporte – la mayoría
accede a través del transporte público o caminando -si las distancias lo permiten-,
mientras que otros -la minoría- llega a partir de auto/moto propio o prestado) y con
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cuánto dinero se dispone para la salida (las entradas suelen ser gratuitas o de precio
muy accesible, el gasto mayor que demanda la salida se encuentra relacionado con
el transporte y sobre todo con los consumos –alcohol, comida, drogas- antes,
durante y después del recital). Demás está señalar que, ocasionalmente, los
participantes del circuito señalan la necesidad de gestionar una suerte “permiso”
para poder asistir, dado que varios trabajan y/o estudian y por lo tanto buscan “pedir
salir más temprano” o “faltar el sábado o lunes (si el recital es un viernes o domingo)”
para poder concurrir.
La mayor parte de las veces la resolución a estos dilemas operativos se remedia de
manera individual o considerando el grupo de amigos cercanos que participarán del
evento. Sin embargo, en ocasiones donde la movilización de personas y elementos
se entrecruza con la lejanía o dificultad para el acceso al lugar, se requiere gestionar
mayor organización y se ponen en juego otros recursos y redes sociales que
permiten participar del recital. Tal fue el caso, por ejemplo, de la organización local
que se montó para asistir al recital del “Día Internacional de los Ramones”, donde el
miembro de una de las bandas que tocaba, gestionó un colectivo ante la
Municipalidad de Ensenada que trasladó de manera gratuita a los participantes del
recital hasta Lomas de Zamora, donde se llevaría cabo el evento.
Otra serie de cuestiones a resolver tienen que ver con procurarse de una serie de
elementos que harían sentirse y reconocerse como miembros del circuito, así como
también aquellos que permitirían entrar en el “clima” de la propuesta estético-
musical. En este sentido, los participantes señalan que el día del recital y en los días
previos, existe una suerte de “preparación” que incluye entre otras cosas, escuchar
las canciones una y otra vez de las bandas que se van a ir a ver (“para refrescar las
letras y melodías”) y organizar con otros asistentes los puntos de encuentro y la
manera de llegar. Tanto varones como mujeres remarcan además la necesidad de
gestionarse de ciertos elementos estéticos particulares, pero son las chicas sobre
todo las que señalan la realización de ciertas prácticas como: ir al centro a
comprarse determinados accesorios (muñequeras, mochilas con inscripciones, pins,
cinturones), alguna remera nueva para usar el día del recital, coser un parche más a
la campera o la mochila, teñirse el pelo de algún color o hacerse un peinado o corte
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especial (una cresta, raparse un costado de la cabeza, hacerse el “flequillo
ramonero”)10. Parte de la preparación incluirá además la provisión de las drogas
(marihuana y cocaína, principalmente) a consumir en el recital y en menor medida
alcohol (sobre todo cerveza y vino), dado que éste suele conseguirse en los kioscos
cercanos al lugar. El objetivo es matizar la espera e ir entrando en clima, mientras
nos acercamos al tiempo y espacio del evento.
La fecha Mientras vamos llegando a Lomas le avisan a Aye Punkee (ese es su nombre de facebook)
que le acaban de robar al pibe que organizaba la fecha, le robaron la guita y los equipos de sonido de la puerta de "la Eskina Under"11. Bajón. No se sabe que va a pasar, peligra la fecha. Llegamos al
lugar y nos piden que nos quedemos en el bondi. Que es "peligroso". El lugar está desolado. Es una calle de mano y contra mano, en pleno conurbano. Pasan colectivos de línea pero todo parece
desierto. Construcciones bajas, luces naranjas. La "eskina under" es de hecho un lavadero de autos, que al fondo cuenta con un "escenario". Apenas entrás, pasando un espacio descubierto (donde
deben lavar los autos) hay un espacio techado, ahí hay una ventana (donde se expenden bebidas, precios re baratos) y hacia la derecha, el baño. Por un pasillo, hacia el fondo hay una suerte de playón que hace de escenario (a mano izquierda), está separado del resto del espacio por una
baranda a la altura de la cadera. Hacia la derecha una estructura simil loft. Escalera y arriba. Vuelvo al barrio. Se ven casas, nadie en la calle. Son las 9 de la noche aproximadamente.
Algunos baldíos. A la vuelta, una especie de kiosco-almacén que permanecerá abierto toda la noche. En la puerta del lugar hay un grupo de gente. El tema parece ser ¿qué hacer? Se baja Aye (manager o algo por el estilo de Convictos y novia de uno de los pibes de la banda) y mientras algunos bajan a hacer pis, a chusmear. Después de un rato, nos bajamos nosotros del bondi y entramos al lugar que
estaba prácticamente desierto. Sin embargo no tarda mucho en caer más gente. Nos compramos una cerveza, la compartimos con diego y el pelado, su amigo, mientras esperamos que vayan cayendo
las otras bandas. El recital se hace nomás.
El día y la hora del recital se aproximan y las bandas y su grupo de amigos/as,
novios/as y allegados/as son los primeros que se hacen presentes en el lugar. Es
necesaria una coordinación y gestión mínima previa para garantizar un par de cosas
antes del recital, entre ellas que esté armado el sonido, se cuente con los
instrumentos, y haya alguien de alguna de las bandas que cobre las entradas
(generalmente de esto se encarga alguno/a cercano/a a la/s banda/s que organiza el
10 En este sentido va el fragmento de diario de campo que nos encuentra teniendo que
conseguir una remera de los Ramones para poder asistir al recital. De hecho, era el requisito para la
entrada al mismo y la manera de identificarnos en los puntos de encuentro que se establecieron en la
ciudad para organizar la ida colectiva. 11 El lugar donde se llevaba a cabo el recital.
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recital). Desde temprano van cayendo los partícipes del recital, la mayoría “hace la
previa” afuera mientras se toma una cerveza en la calle y se fuma algún porro
(cigarrillo de marihuana). Una imagen típica de la cuadra del ex “Viejo Varieté” -
previo a un recital del circuito punk- consistía en grupos de jóvenes de a cuatro o
cinco, reunidos y sentados en los rebordes de puertas y ventanas a lo largo de toda
la calle 49, en los escalones de los negocios con persianas cerradas, a la luz de las
farolas nocturnas, tomando cerveza y charlando.
El recital comienza cuando aumenta y se empieza a juntar el público. La hora
anunciada pocas veces coincide con la de inicio efectivo, pero eso poco importa a
los jóvenes que participan de la escena. Por charlas con los músicos, pudimos
cotejar que el momento previo al inicio del recital y la espera se hace menos
llevadera para las bandas que para el propio público. El consumo de alcohol y
drogas, la charla y el encuentro con otros pares y conocidos va creando el “clima”
que los participantes señalan como “necesario” para el recital, mientras de fondo
suena la prueba de sonido y algunos temas de música punk por los altoparlantes.
En un recital punk del tipo que definimos como “corriente” actúan un promedio de 3
bandas y la duración de mismo oscila entre 2 y 3 horas, mientras que los “eventos
especiales” congregan un número mayor de bandas y por lo tanto su extensión es
mayor también (aunque en estos casos, lo que sucede es que cada banda toca un
número mínimo de temas y da paso a la siguiente).
Los músicos en el escenario despliegan todo su arsenal estético musical, sonidos
duros, temas cortos, rápidos y furiosos. Cada banda, cada músico, con su
particularidad, pero recurriendo a ciertas poses, guiños y gestos propios -y colectivos
al mismo tiempo-, heredados en parte de una suerte de tradición punk rock que
incluye un despliegue corporal, musical y verbal específico. El público es interpelado
también desde esta herencia compartida, resignificando contextual e históricamente
los elementos que ha aprendido, consumido y reinventado en torno al recital punk. El
tema musical asoma rápido, violento y pegadizo, la batería acelera el ritmo y unos y
otros, desde más allá del escenario, comienzan a saltar, se arma el pogo12. Golpe y
12 Ver Citro (2000) para su análisis del pogo como una práctica festivo ritual.
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goce, al mismo tiempo. El colectivo se construye en esta especie de ceremonia
compartida. Cada uno tiene su espacio y su lugar. Los más exaltados al centro del
pogo, los más viejos atrás, las chicas mayormente a los costados. El cantante
también salta y se tira al piso. La canción concluye, tan dramáticamente como
comienza, y el público que hasta hace unos segundos saltaba alocadamente, de
pronto se inmoviliza, se reacomoda, ayuda al que se cayó y se prepara para el
siguiente tema. Y todo comienza de nuevo. El movimiento desenfrenado se
circunscribe a ese tiempo y espacio.
Durante todo el recital, al igual que las bandas, también rota el público. Pocas veces
hemos observado que las mismas personas se encuentren delante del escenario
durante todo el desarrollo del recital, sino que alternativamente en relación a las
preferencias musicales algunos van al frente, luego se suman al pogo, más tarde
hacen mosh13 o se retiran hacia el fondo, van a comprar cerveza, al baño o salen al
patio/afuera del lugar. En general, se observa mucha circulación de personas que
alternativamente de desplazan por el espacio, van y vienen, charlan entre sí,
consumen bebidas y drogas, entran y salen (a veces a comprar alcohol por fuera del
evento, en algún kiosco cercano, donde resulta más económico). Eventualmente se
suceden riñas menores o pequeños conflictos que rápidamente se disuelven y hasta
inclusive pasan desapercibidos (el encargado del “bar” del Centro Cultural Favero,
señala que jamás ha observado problemas de peleas entre los participantes de
fechas punk, cosa que si ha sucedido con bandas de otros estilos musicales.Él
mismo, al decir esto, da cuenta de su sorpresa).
La vuelta (y el día después…) Volvimos todos durmiendo en el colectivo. Era el comienzo del otoño y me morí de frio y de tortícolis,
a los cabezazos por cada bache en las calles de madrugada. El cansancio de la noche me pesaba, arrancamos a las 6 de la tarde y hacía casi 12 horas que estaba “de gira”. Había tomado unos
cuantos vasos de cerveza, picado algunas empanadas en el kiosco de la vuelta del recital, pero el trajín del viernes (y con toda la semana a cuestas) se hacía sentir.
El bondi nos dejó en la rotonda de la autopista. “voy hasta Ensenada a devolver el vehículo”, dijo el conductor, ”los dejo acá nomás”. Caminamos al amanecer por la diagonal hacia el centro, todos
callados, medio dormidos y muertos de frío, hacia alguna esquina donde pasara algún colectivo o algún taxi. En eso pasa un auto con tipos que volvían de alguna fiesta o algo así. “¡Aguante los
Ramones!” gritaron desde la ventanilla con el vidrio bajo. Las pilchas nos delataban… 13 Consiste en subirse al escenario y desde allí saltar hacia la gente que oficia del público.
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El recital termina mucho después de que hayan acabado la música. Lentamente la
gente se dispersa, varios se quedan en la puerta. Para las bandas comienza el
proceso de desarmar los instrumentos, desconectar el sonido y hacer las cuentas.
Las fechas son autogestionadas y en la mayor parte de los casos, el dinero de la
entrada alcanza justo para cubrir los gastos mínimos del sonido, el lugar y el
transporte de personas e instrumentos. Esto sucede tanto en los recitales corrientes
como en aquellos celebrados en torno a evento especiales. No se habla de dinero.
Nadie se queja de su falta ni se pavonea el que lo tiene. El que tiene dinero se
compra su bebida y al que no tiene, se le convida. El alcohol suele ser barato, lo
mismo que la entrada, y la salida en general resulta poco costosa.
La retirada se gestiona en la mayoría de los casos de manera colectiva entre los que
llegaron juntos y los que pudieron haberse sumado pasado el recital. Muchos se
marchan caminando a seguir “la noche” en bares y salones que se encuentren
abiertos y hasta en kioscos que aún vendan bebidas alcohólicas. Otros buscan algún
lugar donde comer algo rápido, barato y al paso.
Durante la semana posterior al recital, las bandas suben las fotos y comentan el
recital desde sus sitios de internet, agradecen a los otros músicos y a los que
asistieron, alaban la performance de otros grupos y comentan sobre nuevas fechas o
la excepcionalidad del recital que acaba de suceder (sea un recital corriente o un
eventos especial, respectivamente). Los que estuvieron también suman sus aportes
y “se etiquetan” y “etiquetan” a los presentes, opinando sobre el evento en general,
algún hecho particular y sus impresiones al respecto. Los que son amigos, planean
encuentros para ponerse al día y planificar próximas salidas.
Algunas consideraciones finales Al iniciar el trabajo, nos propusimos abordar la dimensión estético-corporal-afectiva
que se pone en juego en los recitales, tomándolos como actividades focales del
circuito musical punk de la ciudad de La Plata y alrededores. El desafío era poner el
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énfasis en aquellos elementos que construyen un tipo particular de recital: el punk,
tomando como punto partida para el análisis, las observaciones, las notas de campo
y los intercambios con los jóvenes que participan de la escena.
El intento de aproximarse a reconstruir la dimensión simbólica y material de esta
práctica, aquella que aparece en los relatos como atravesada por la experiencia
biográfica, estética y afectiva, es arduo y no alcanza con este trabajo para agotarlo.
La multiplicad de elementos que se condensan a partir del recital permite percibir
algunas de las dimensiones ético-políticas que significan una cierta experiencia
colectiva ligada a la grupalidad. El “estar juntos” actualiza la experiencia colectica de
cierto goce estético particular que se articula en la expresión de una determinada
musicalidad (el punk).
El vínculo cercano que se establece entre aquellos que participan del circuito, sea
cual sea su actividad en el mismo y más allá de la magnitud y el tipo de recital (una
suerte de percepción de horizontalidad que organiza los afectos y las relaciones),
recupera aquella experiencia de trayectorias compartidas y refuerza el
convencimiento de compartir un ethos común. La expresión musical no se agota en
la estética, sino que plantea una dimensión política y afectiva que organiza el
pasado, actualiza el presente y construye una suerte de futuro. Aunque sea sólo
hasta el próximo recital.
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Anexo fotográfico y de imágenes
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Imagen 2
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Imágenes 3 y 4
Imagen 5
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