Suplemento Cultural 28-05-2011

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Ludin López Viaje al espacio interior Una idea original de Rosauro Carmín Q. Suplemento Cultural Página 2 Guatemala, 28 de mayo de 2011 Leonora Carrington, la última surrealista Página 4 Roberto Sosa, el poeta y la muerte Página 5 Céline, 50 años después Página s 6 y 7 El hombre rebelde, de Albert Camús Página 8

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Suplemento Cultural 28-05-2011

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Page 1: Suplemento Cultural 28-05-2011

Ludin López Viaje al espacio interior

Una idea original de Rosauro Carmín Q.Una idea original de Rosauro Carmín Q.

Suplemento Cultural

Página 2

Guatemala, 28 de mayo de 2011

Leonora Carrington,

la última surrealistaPágina 4

Roberto Sosa,

el poeta y la muertePágina 5

Céline, 50 años

despuésPáginas 6 y 7

El hombre rebelde, de

Albert CamúsPágina 8

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E n una época en la que los medios de información ponen el mundo a la distancia de una computadora y a una edad en la que lo normal es dejarse deslumbrar por las mo-das artísticas que se derivan de la

tecnología del momento, Ludin López (Guatemala, 1983) decidió completar por su cuenta la formación académica que recibió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas con una amplia cultura humanística y, a partir de allí, pensando por sí mismo, extraer su obra de su propia interioridad, esa que se ha venido formando como sedimento de su existencia como ser humano y como artista en este preciso lugar lla-mado ciudad de Guatemala, con los atenuantes y agravantes propios de su historia política y social y tradición artística y de las circunstan-cias de su actualidad y su contexto glo-balizado.

Eso explica no sólo la orientación in-trospectiva que en general guía su trabajo sino también el carácter de visión que tie-nen sus imágenes inquietantes y tortura-das, y que se originan tanto en el penoso proceso interno de su creación en solita-rio como en las circunstancias externas y objetivas que sofocan su sensibilidad de ser humano y su expresión de artis-ta joven. Y explica, además, la auten-ticidad de sus hallazgos expresivos y su encuentro, muy en el fondo de sí mismo, con la tradición crítica, por lla-marla de alguna manera, del arte local, que en su desarrollo histórico, desde la época de los paisajistas, no ha cesado de incorporar nuevos territorios de la realidad a la conciencia de lo guatemalteco.

Si para acercarnos a la obra de Ludin López mantenemos la metáfora de un viaje al espacio in-terior, tiene sentido que del lado del proceso interno de creación en solitario lo primero que encuentre sean sus propios demonios en el espacio alucinado —lúcido— de una visión o una pesadilla. En este punto el ofi cio académico funciona como método para identifi car, defi nir y, en parte, controlar a esos

demonios, y elaborar con el lenguaje simbólico que los describe, una composición artística que en ese mismo momento deja de ser compulsiva e irracio-nal para convertirse no en una liberación de lo in-consciente, como pretendían los surrealistas, sino propiamente en la introspección metódica, rigurosa y atrevida que descubre las “impurezas” en la con-ciencia artística de nuestro tiempo, en el análisis del espejo irónico (para seguir con la otra metáfora) que en vez de refl ejar fi elmente lo externo proyecta imágenes que provienen del espesor existencial de un artista desencantado. Así también el denso sim-bolismo de su lenguaje plástico no se presta para trasnochadas interpretaciones psicoanalíticas pues lo que expresa no es una patología individual sino más bien la sana y punzante ironía del que descubre

el doble o triple fondo de las verdades artísticas que rigen en la co-munidad artística.

Obviamente no se trata de la proyección autobiográfi-ca del desencanto del artista. Otra vez el aspecto técnico bien dominado y la preocupa-ción por la elaboración de una composición signifi cativa hace que el trabajo de Ludin López no se quede al nivel de un sim-ple desahogo emotivo sino que adquiera la dignidad y el senti-do objetivo de “obra”. Y en este punto el desencanto del artista puesto en obra conduce a la pre-gunta de fondo —la fundamen-tal—, la que no sólo inquieta sino que verdaderamente angustia en

lo más profundo de la conciencia a todo artista que quiere ser consecuente con su tiempo y su gente: ¿Cuál es el lugar y el papel del artista en una socie-dad como la nuestra?

Como cualquier espectador puede deducir, reali-zada desde un espacio interior que las presiones ex-ternas ha vuelto sofocante, la obra de Ludin López es un esfuerzo por restablecer el diálogo entre la realidad y la conciencia, entre el arte y la realidad.

Artista introspectivo y riguroso, Ludin López pone en duda la teoría de la conciencia como espejo y el arte como refl ejo; en todo caso, pareciera decirnos, la re-

lación que existe entre la conciencia y el arte —que es un asunto de esencias— no es la misma que existe en-tre el espejo y el refl ejo —que es un juego de aparien-cias en el que la seriedad del trabajo artístico deviene

en gratuita ostentación de habilidades técnicas o de fantasías imaginativas. Es más, en su obra arte y con-

ciencia se identifi can y sus cuadros son propiamente un acto de conciencia, un acto artístico de conciencia.

POR JUAN B. JUÁREZ

Galería de artistas

LUDIN LÓPEZ: VIAJE AL ESPACIO INTERIOR

2 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 28 de mayo de 2011 Suplemento Cultural 3Nueva Guatemala de la Asunción, 28 de mayo de 2011

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2 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 28 de mayo de 2011 Suplemento Cultural 3Nueva Guatemala de la Asunción, 28 de mayo de 2011

L os te léfonos celulares encie-rran en su lili-putiense geo-metría el cam-bio de los tiem-

pos, de sus signos y de sus caras. Y en esa transformación vemos la envoltura de la para-doja. Porque lo que se inventó para juntar, resulta que aleja o aísla. Las contestadoras auto-máticas, por ejemplo, frustran un porcentaje hasta el momen-to imprecisable de todos los in-tentos de sintonizar una comu-nicación telefónica. Detrás de la voz inapelable que le dice a todos por igual que usted se ha comunicado con… -con quién en verdad- y que ahora no lo podemos atender, enseguida lo llamaremos, se amuralla de vez en cuando el egoísmo o en el escurridizo cumplimien-to de deberes y funciones. Muchos todavía esperamos la promesa de que nos llamen en cuanto puedan los que dejaron sus silencios parapetados tras un ciérrate sésamo de plástico y negatividad.

Cuántos años de soledad nos traerán los celulares y las contestadoras; cuánta sordera generará el negarse oír con la disculpa de que ya lo llamare-mos. Sordera y mudez. Y por tanto distancia y categoría. Por supuesto, la técnica es la técni-ca, como diría un predicador callejero. Sin embargo, siendo justos –nadie piense que soy un habitante de las cavernas-, los artilugios de avanzada no deben merecer que en su fi-cha técnica se les acuse de ser culpables de, en lugar de acer-carnos gracias a su capacidad de zancajear por el espacio a velocidades supersónicas, nos distancien y justifi quen nues-tra excusa de que aunque no te veo, puedo llamarte cuando me acuerde… Si me acuerdo.

A lo mejor exagero la im-presión. Pero uno se va sin-tiendo solitario en la multitud. Ahorita desaparecerá el piropo encimado al compás de las ca-deras o los ojos femeninos, y se extinguirá el intercambio de un par de pronósticos en-tre desconocidos sobre cómo está la cosa, o de lamentos por el calor. El mensaje de texto o el correo electrónico servirán para lo más urgente, barato y banal, mientras olvidamos la letra azul o negra o la voz húmeda de las personas más queridas. ¿No derivarán las calles hacia una condición

Tal vez los accidentes del tránsito se hayan agravado mundi-almente de acuerdo con el aumento de los teléfonos celula-res, que suelen temblar en los bolsillos de cualquier receptor cuando usted ocupa posiciones y ubicaciones menos apro-piadas para hablar. Y posiblemente a esos medios también le debamos que nos crucemos con caras cada vez menos proclives a mirar al transeúnte, al vecino o al subordinado con una expresión de cordialidad o simpatía.POR LUIS SEXTO*

Tómelo con filosofía

LA COMUNICABLE INCOMUNICACIÓN

menos humana y masiva, y caminaremos ensimismados como dentro un container de psicofármacos? De acuerdo con esos datos, adelantaremos regresando hacia un primiti-vismo tecnológico.

Hasta la música se restrin-ge como privilegio mío, úni-co, renuente a compartirse con discreción. No me atrevo a enumerar cuantos caminan con los oídos hermetizados por audífonos unipersonales, como clones cultivados sobre un fragmento de autoerotismo mental. Si escucharan a Mo-zart, a Silvio o a Bocelli, por ejemplo, uno quizás quisiera arrimar la oreja, pero si fuese un reguetón… Sigan, por fa-vor, en su bartolina musical.

La creciente de incomuni-cación es reductible por ahora a una ecuación: celular más contestadora por mp3: igual a echar de menos los sonidos solidarios, las visitas inespe-radas y el “Oigo” compul-sado del que –salvo dejarlo sonar arriesgándose a perder, quizás la noticia o el premio de su vida- no tiene más op-ción que levantar el auricular a cualquier hora y atender la voz que quizás nos importuna para acompañarnos o acom-pañarse… O para exigirnos, caray, por los asuntos que nos tocan por tal o cual cargo o función, aunque más antiguas que los celulares y las contes-tadoras, las secretarias o sus versiones masculinas, son a

veces centrales digitales inter-medias cuya voz nos advierte que el teléfono y sus derivados no funcionan cuando uno no quiere.

* Nació en 1945, en General Ca-rrillo, Villa Clara, Cuba. Durante 35 años ha sido periodista de diarios como Trabajadores, la Agencia Prensa Latina, la revista Bohemia, el periódico Juventud Rebelde; además en la radio, compartiendo la práctica pe-riodística con la docencia en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y el Instituto Internacional de Perio-dismo José Martí.

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S osa realizó es-tudios de maes-tría en Artes en la universidad estadounidense de Cincinnati.

Dirigió numerosas revistas literarias y galerías de arte, y fue catedrático de español en la Universidad Nacional Autónoma. También fungió como profesor de literatura y escritor residente en el Upper Montclair College de Nueva Jersey.

En 1968 recibió el premio Adonáis de Poesía de Espa-ña por su obra “Los pobres”, convirtiéndose de esa manera en el primer latinoamericano en obtener el galardón. Su libro “Un mundo para todos divididos” re-cibió en 1971 el premio Casa de las Américas de Cuba y, en 1990, Francia le otorgó el grado de Ca-ballero en la Orden de las Artes y las Letras.

Entre su prolífi ca obra fi guran “Caligramas”, “Muros” (1966), “Mar interior” (1967), “Prosa ar-mada” (1981), “Secreto militar” (1985), “Hasta el sol de hoy” (1987), “Obra completa” y “Anto-logía personal” (1990), “Máscara suelta” (1994) y “El llanto de las cosas” (1995), traducidas al ale-mán, chino, francés, inglés, italia-no, japonés y ruso.

A continuación, presentamos algunos poemas de su obra.

TEGUCIGALPA

Vivo en un paisajedonde el tiempo no existe

y el oro es manso.Aquí siempre se es triste sin

saberlo.Nadie conoce el mar

ni la amistad del ángel.Sí, yo vivo aquí, o más bien

muero.Aquí donde la sombra purísima del

niñocae en el polvo de la angosta calle.El vuelo detenido y arriba un cielo

que huye.A veces la esperanza

(cada vez más distante)abre sus largos ramos en el viento,

y cuando te pienso de colores, desteñi-da ciudad,

siento imposibles ritmosque giran y giran

en el pequeño círculo de mi rosa se-gura.

Pero tú eres distinta:el dolor hace signos desde todos los

picos,en cada puente pasa la gente hacia

la naday el silbo del pino trae un eco de gol-

pes.Tegucigalpa,Tegucigalpa,

duro nombre que fl uyedulce sólo en los labios.

***

LOS PERROSTodos los días mi perro viene a mi en-cuentro. Si algo me desespera, su cola -la angustia- baila como una fuerza.Durante las estaciones de lluvia y

hambre se acerca su tibieza en sucesi-vas olas y de sus ojos caen monedas y

monedas. Yo fumo y sueño.Repetidas veces ascendemos por la

escala de los estanques desde la cual contemplamos, bajo la luz de las abe-

jas, sociedades amorosas.Todo ello ocurre con admirable na-

turalidad mientras la gente aparece y desaparece sin percibirnos siquiera, porque, no hay duda, en medio de la transparencia derrumbada se cree

que somos perros.

***

DESPUÉS DE LOS ENCUENTROSSobrevivo y envejezco.

Respiroel aire quieto de las fotografías.

Cruzo puentes tendidos sobre dos oquedades.Tropiezo

y caigo envueltoen repentinos lazos

dispuestospor algunos abogados de mirada

podrida.

(Los rostros aumentano desaparecen

con absoluta falta de misterio).

Hablo con campesinos,con ocultos banqueros,

con mujeres rubias inclinadas en las fl ores.

Con poetas ya vencidospor el vino y la noche

que cortan de un tajo la Luna.

Veo en la ciudad un cuadro vacío.Y adviertolentamente

que se llena de plomo mi esqueleto.

***

Muere poeta Roberto Sosa en Honduras

El laureado poeta hondureño Roberto Sosa (1930-2011) murió esta semana a los 82 años a causa de un infarto

cardíaco, informó su familia.

4 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 28 de mayo de 2011 Suplemento Cultural 5Nueva Guatemala de la Asunción, 28 de mayo de 2011

CARRINGTON: “TODOS TENEMOS MIEDO A LAMUERTE Y NO CONOZCO A NADIE QUE NO MUERA”

La pintora y escritora de origen inglés Leonora Carrington, considerada la última surrealista original viva, falleció esta semana en la ciudad de México a los 94 años.POR MARIO DE LA ROSA

C arrington murió lue-go de permanecer algunos días hospi-talizada. Nacida el 6 de abril de 1917 en Lancanshire, In-

glaterra, la también escultora se instaló desde 1942 en México, donde hizo su vida y continuó su obra que la llevó a ser considerada por varios como una “leyenda” del surrealismo.

Contra los deseos de sus padres, Carrington decidió estudiar arte y en la década de 1930 conoció a Max Ernst, parte del movimiento surrealista y con quien se fue a vi-vir a París.

Durante la Segunda Guerra Mun-dial, Ernst fue encarcelado y Ca-rrington huyó de Europa de la per-secución nazi con ayuda del escritor y diplomático mexicano Renato Le-duc, con quien se casa en España y viaja a Nueva York.

Tras mudarse a México, Carring-ton se divorcia de Leduc y años después contrae matrimonio con el fotógrafo húngaro Chiki Weisz, con quien tuvo dos hijos, que le sobrevi-ven a la artista.

A continuación, presentamos una parte de la entrevista que le hiciera Mario de la Rosa en 2004 para la cadena televisiva CNN.

- Pregunta: ¿Cómo es el lugar donde nació?

- Respuesta: Chorley es una ciudad más bien de negocios, de textiles, en el norte de Inglaterra, una peque-ña ciudad. No vivimos adentro del pueblo, vivimos en una casa afuera, Westood se llama, es como campo en Inglaterra, árboles, hierba, ¿qué más le puedo decir?, no sé.

No viví mucho ahí, después mi familia se movió a otro lugar más al norte, cerca de Lancashire, que es otra pequeña ciudad muy antigua, que tiene un castillo muy grande al que iban turistas… ¡pero yo no vivía en el castillo!

- P.: Hablando de castillos, hay una casa en Xilitla, San Luis Potosí, a la que ahora llaman así. Fue propiedad de Edward James, amigo suyo que creó en Las Pozas un paraíso surrealis-ta, ¿no?

- R.: Yo fui sólo una vez.

- P.: ¿Sólo una vez? Porque ahí todo el mundo presume que usted estuvo y que pintó y no sé cuántas cosas más…

- R.: No es cierto. Edward James era un buen amigo y él vivía ahí a veces, viajó mucho. Yo lo visité ahí una vez, él vino mucho a la Ciudad de México.

- P.: Ha vivido en casi una dece-na de países. ¿Cuál considera el mejor lugar para vivir?

- R.: Yo creo que uno tarda en acostumbrarse a un lugar y uno vive mucho con las costumbres de uno, hay una persona a la que le gusta mucho comer chile, a otro que no le gusta, otro al que le hace daño al estómago, así es todo.

Para mí, mientras las cosas van bien, donde esté, estoy bien.

- P.: ¿Qué aprendió en la acade-mia Ozenfant, de Londres?

Estudiar el dibujo era lo más im-portante, con el maestro Ozenfant y otros estudiantes. - R.: Yo creo que hay que tener habilidad en todo, hay que estudiar, hay que practicar, tener técnica y una habilidad por lo que uno está haciendo, si yo fuera por ejemplo fotógrafa, necesitaría la habilidad de tomar fotos, también es una técnica.

- P.: ¿Cómo fue su vida en Pa-rís?

- R.: Pues bien. Bien es estar con buena salud, tener un lugar donde vivir y hacer mi trabajo, el que me gusta.

- P.: ¿Le gustan las playas eu-ropeas?

- R.: El sol me quemó aquí (dijo mostrando una protuberancia en el rostro), me lo tienen que quitar con láser, pero de joven era la moda es-tar un poco bronceado por el sol, hace mucho daño cuando uno tiene la piel blanca, eso fue hace mucho.

Yo me iba a la playa de joven, ¡pero en lugar de ponerme broncea-da me puso roja como un camarón!

- P.: Usted llegó a la Ciudad de México en los años 50. ¿Qué re-cuerdo guarda del primer lugar en que vivió aquí, Mixcoac?

- R.: Era muy bonito, con muchos árboles. Con el tranvía era muy bo-

nito el viaje al Zócalo, luego hubo mucho tráfi co. Era muy bonito el viaje, me encantó.

- P.: Y ahora, que vive en la Co-lonia Roma, ¿qué calles le gus-tan?

- R.: Cualquier calle me gusta. A mí me gusta caminar por (la ave-nida) Álvaro Obregón, porque hay árboles

- P.: ¿Sigue yendo al Zócalo?- R.: Muy poco, hace meses que

no he ido por el tráfi co.

- P.:¿Se queda para siempre en la Colonia Roma?

- R.: Yo no soy profeta. No soy dueña de todo lo que hago.

- P.: ¿En cuál de los lugares que conoció encontró la libertad?

- R.: Nadie está libre, primera-mente, porque nacimos y con suerte vivimos más o menos bien o más o menos mal y morimos. Eso es igual tanto para las hormigas como para nosotros.

¿La falta de libertad qué es? El miedo. Entonces todos tenemos miedo a la muerte y no conozco a nadie que no muera.

- P.: ¿Algún día usted creyó que la libertad existía?

- R.: No sé, yo tengo 90 años, ¿cómo voy a saber hace 90 años lo que sentía yo? A veces bien y a ve-ces mal.

- P.: ¿No cree que es la misma persona que cuando tenía 20 años o 40?

- R.: No sé cómo yo era a esos años, soy distinta en muchas cosas distintas, y no le puedo enumerar. El tiempo es el cambio, y el cambio sí existe.

- P.: ¿El tiempo sólo se mide en cambios?

- R.: No sé si sólo, pero probable-mente, todo cambia.

- P.: Usted cambió de lugar muchas veces. ¿Pero no estamos siempre en el mismo lugar, en nuestros zapatos?

- R.: Eso no lo sé.

- P.: Fernando Pessoa decía que

la majestuosidad de China no le podía ofrecer cosas más grandes que lo que tenía dentro. ¿Está us-ted de acuerdo?

- R.: A veces sí hay cosas más importantes que uno, como los hi-jos. Así es que tampoco no es muy cierto eso.

- P.: ¿Siempre supo que tenía poderes sobrenaturales?

- R.:¿Quién? ¿Yo? No tengo nin-gún poder sobrenatural.

- P.: Ya, acéptelo…- R.: No tengo, lo siento, lo voy

a decepcionar, pero no tengo po-deres.

- P.: ¿Profesa alguna religión?- R.: No.

- P.: ¿Cree en un dios?¿Uno?

- P.: ¡O una diosa!- R.: Quizá hay de todo. Yo per-

sonalmente creo que hay muchos poderes mucho más fuertes que nosotros, pero no sé qué son. Sa-bemos poco y somos relativamente débiles.

Yo creo que sabemos muy poquito y entre toda esa gente que no sabe o que sabe muy poquito estoy yo, soy de esas personas.

- P.: Usted va por el mundo y le gritan la “gran maestra”, la “gran pintora”, la “diosa celta”, la “gran escultora”, la “gran es-critora”. ¿Alguna vez se lo ha creído?

- R.: No, yo me siento como en el momento me siento, a veces bien, a veces mal, a veces nada.

- P.: ¿No sale a la calle pensando “yo soy Leonora Carrington” y va viendo a los demás por encima del hombro?

- R.: No, ¡ahora veo sólo si alguien me va a atacar!

- P.: Es usted más guapa de lo que se ve en las fotografías…

- R.:¡Qué bueno que tiene mal gusto! Muchas gracias, pero no lo creo.

- P.: ¿Por qué rechaza todos los halagos?

En primera persona

- R.: Porque yo creo que si uno empieza a querer, por ejemplo si yo quisiera tener 60 años menos de lo que tengo, sentir eso sería muy bue-no, pero ahora me falta energía, me faltan fuerzas, uno empieza a perder la fuerza.

- P.: ¿Qué es el dinero?- R.: La abstracción que domina.

El poder.

- P.: ¿Le gustaría pintar un gra-ffi ti?

- R.: No, a mí me gusta ver el es-pacio y el graffi ti me parece una cosa muy gratuita de estropear las paredes.

- P.: ¿No cree que dentro de al-gunos años vamos a ver el graffi ti en los museos?

- R.: Probablemente sí, ¿por qué no?

- P.: ¿Usted navega en internet?- R.: Tengo un computador, que

me trajo mi hijo y un poco aprendí a mandar un e-mail, hasta ahí, pero casi nunca la uso.

- P.: ¿Le gustaría incursionar en el net-art?

- R.: No, ya me parece todo tan difícil que para qué voy a difi cul-tarlo más.

- P.: ¿Qué tal darle voz a la hie-na? (de su cuento La Debutante)

- R.: Ja, ¡eso sí!

- P.: ¿Usted es de izquierda o de derecha?

- R.: Alguna vez tuvieron ustedes un presidente llamado (Luis) Eche-verría, y dijo “ni a la derecha ni a la izquierda, sino todo lo contrario”.

- P.: Pero sí es muy enojona…- R.:¿Y quién no está enojado? To-

dos nos enojamos.

- P.: ¡Pero es muy temprano!- R.:¿En el día o en la vida? Yo creo

que uno tiene que controlar el enojo, porque creo que es muy peligroso, uno puede hacer mucho daño eno-jándose. Yo no me he enojado hoy, tengo un poco de frío, la casa está fría y no me puedo enojar por eso.

Yo no soy santa, a veces me enojo, a veces sí y a veces no.

Necrópolis

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S osa realizó es-tudios de maes-tría en Artes en la universidad estadounidense de Cincinnati.

Dirigió numerosas revistas literarias y galerías de arte, y fue catedrático de español en la Universidad Nacional Autónoma. También fungió como profesor de literatura y escritor residente en el Upper Montclair College de Nueva Jersey.

En 1968 recibió el premio Adonáis de Poesía de Espa-ña por su obra “Los pobres”, convirtiéndose de esa manera en el primer latinoamericano en obtener el galardón. Su libro “Un mundo para todos divididos” re-cibió en 1971 el premio Casa de las Américas de Cuba y, en 1990, Francia le otorgó el grado de Ca-ballero en la Orden de las Artes y las Letras.

Entre su prolífi ca obra fi guran “Caligramas”, “Muros” (1966), “Mar interior” (1967), “Prosa ar-mada” (1981), “Secreto militar” (1985), “Hasta el sol de hoy” (1987), “Obra completa” y “Anto-logía personal” (1990), “Máscara suelta” (1994) y “El llanto de las cosas” (1995), traducidas al ale-mán, chino, francés, inglés, italia-no, japonés y ruso.

A continuación, presentamos algunos poemas de su obra.

TEGUCIGALPA

Vivo en un paisajedonde el tiempo no existe

y el oro es manso.Aquí siempre se es triste sin

saberlo.Nadie conoce el mar

ni la amistad del ángel.Sí, yo vivo aquí, o más bien

muero.Aquí donde la sombra purísima del

niñocae en el polvo de la angosta calle.El vuelo detenido y arriba un cielo

que huye.A veces la esperanza

(cada vez más distante)abre sus largos ramos en el viento,

y cuando te pienso de colores, desteñi-da ciudad,

siento imposibles ritmosque giran y giran

en el pequeño círculo de mi rosa se-gura.

Pero tú eres distinta:el dolor hace signos desde todos los

picos,en cada puente pasa la gente hacia

la naday el silbo del pino trae un eco de gol-

pes.Tegucigalpa,Tegucigalpa,

duro nombre que fl uyedulce sólo en los labios.

***

LOS PERROSTodos los días mi perro viene a mi en-cuentro. Si algo me desespera, su cola -la angustia- baila como una fuerza.Durante las estaciones de lluvia y

hambre se acerca su tibieza en sucesi-vas olas y de sus ojos caen monedas y

monedas. Yo fumo y sueño.Repetidas veces ascendemos por la

escala de los estanques desde la cual contemplamos, bajo la luz de las abe-

jas, sociedades amorosas.Todo ello ocurre con admirable na-

turalidad mientras la gente aparece y desaparece sin percibirnos siquiera, porque, no hay duda, en medio de la transparencia derrumbada se cree

que somos perros.

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DESPUÉS DE LOS ENCUENTROSSobrevivo y envejezco.

Respiroel aire quieto de las fotografías.

Cruzo puentes tendidos sobre dos oquedades.Tropiezo

y caigo envueltoen repentinos lazos

dispuestospor algunos abogados de mirada

podrida.

(Los rostros aumentano desaparecen

con absoluta falta de misterio).

Hablo con campesinos,con ocultos banqueros,

con mujeres rubias inclinadas en las fl ores.

Con poetas ya vencidospor el vino y la noche

que cortan de un tajo la Luna.

Veo en la ciudad un cuadro vacío.Y adviertolentamente

que se llena de plomo mi esqueleto.

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Muere poeta Roberto Sosa en Honduras

El laureado poeta hondureño Roberto Sosa (1930-2011) murió esta semana a los 82 años a causa de un infarto

cardíaco, informó su familia.

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CARRINGTON: “TODOS TENEMOS MIEDO A LAMUERTE Y NO CONOZCO A NADIE QUE NO MUERA”

La pintora y escritora de origen inglés Leonora Carrington, considerada la última surrealista original viva, falleció esta semana en la ciudad de México a los 94 años.POR MARIO DE LA ROSA

C arrington murió lue-go de permanecer algunos días hospi-talizada. Nacida el 6 de abril de 1917 en Lancanshire, In-

glaterra, la también escultora se instaló desde 1942 en México, donde hizo su vida y continuó su obra que la llevó a ser considerada por varios como una “leyenda” del surrealismo.

Contra los deseos de sus padres, Carrington decidió estudiar arte y en la década de 1930 conoció a Max Ernst, parte del movimiento surrealista y con quien se fue a vi-vir a París.

Durante la Segunda Guerra Mun-dial, Ernst fue encarcelado y Ca-rrington huyó de Europa de la per-secución nazi con ayuda del escritor y diplomático mexicano Renato Le-duc, con quien se casa en España y viaja a Nueva York.

Tras mudarse a México, Carring-ton se divorcia de Leduc y años después contrae matrimonio con el fotógrafo húngaro Chiki Weisz, con quien tuvo dos hijos, que le sobrevi-ven a la artista.

A continuación, presentamos una parte de la entrevista que le hiciera Mario de la Rosa en 2004 para la cadena televisiva CNN.

- Pregunta: ¿Cómo es el lugar donde nació?

- Respuesta: Chorley es una ciudad más bien de negocios, de textiles, en el norte de Inglaterra, una peque-ña ciudad. No vivimos adentro del pueblo, vivimos en una casa afuera, Westood se llama, es como campo en Inglaterra, árboles, hierba, ¿qué más le puedo decir?, no sé.

No viví mucho ahí, después mi familia se movió a otro lugar más al norte, cerca de Lancashire, que es otra pequeña ciudad muy antigua, que tiene un castillo muy grande al que iban turistas… ¡pero yo no vivía en el castillo!

- P.: Hablando de castillos, hay una casa en Xilitla, San Luis Potosí, a la que ahora llaman así. Fue propiedad de Edward James, amigo suyo que creó en Las Pozas un paraíso surrealis-ta, ¿no?

- R.: Yo fui sólo una vez.

- P.: ¿Sólo una vez? Porque ahí todo el mundo presume que usted estuvo y que pintó y no sé cuántas cosas más…

- R.: No es cierto. Edward James era un buen amigo y él vivía ahí a veces, viajó mucho. Yo lo visité ahí una vez, él vino mucho a la Ciudad de México.

- P.: Ha vivido en casi una dece-na de países. ¿Cuál considera el mejor lugar para vivir?

- R.: Yo creo que uno tarda en acostumbrarse a un lugar y uno vive mucho con las costumbres de uno, hay una persona a la que le gusta mucho comer chile, a otro que no le gusta, otro al que le hace daño al estómago, así es todo.

Para mí, mientras las cosas van bien, donde esté, estoy bien.

- P.: ¿Qué aprendió en la acade-mia Ozenfant, de Londres?

Estudiar el dibujo era lo más im-portante, con el maestro Ozenfant y otros estudiantes. - R.: Yo creo que hay que tener habilidad en todo, hay que estudiar, hay que practicar, tener técnica y una habilidad por lo que uno está haciendo, si yo fuera por ejemplo fotógrafa, necesitaría la habilidad de tomar fotos, también es una técnica.

- P.: ¿Cómo fue su vida en Pa-rís?

- R.: Pues bien. Bien es estar con buena salud, tener un lugar donde vivir y hacer mi trabajo, el que me gusta.

- P.: ¿Le gustan las playas eu-ropeas?

- R.: El sol me quemó aquí (dijo mostrando una protuberancia en el rostro), me lo tienen que quitar con láser, pero de joven era la moda es-tar un poco bronceado por el sol, hace mucho daño cuando uno tiene la piel blanca, eso fue hace mucho.

Yo me iba a la playa de joven, ¡pero en lugar de ponerme broncea-da me puso roja como un camarón!

- P.: Usted llegó a la Ciudad de México en los años 50. ¿Qué re-cuerdo guarda del primer lugar en que vivió aquí, Mixcoac?

- R.: Era muy bonito, con muchos árboles. Con el tranvía era muy bo-

nito el viaje al Zócalo, luego hubo mucho tráfi co. Era muy bonito el viaje, me encantó.

- P.: Y ahora, que vive en la Co-lonia Roma, ¿qué calles le gus-tan?

- R.: Cualquier calle me gusta. A mí me gusta caminar por (la ave-nida) Álvaro Obregón, porque hay árboles

- P.: ¿Sigue yendo al Zócalo?- R.: Muy poco, hace meses que

no he ido por el tráfi co.

- P.:¿Se queda para siempre en la Colonia Roma?

- R.: Yo no soy profeta. No soy dueña de todo lo que hago.

- P.: ¿En cuál de los lugares que conoció encontró la libertad?

- R.: Nadie está libre, primera-mente, porque nacimos y con suerte vivimos más o menos bien o más o menos mal y morimos. Eso es igual tanto para las hormigas como para nosotros.

¿La falta de libertad qué es? El miedo. Entonces todos tenemos miedo a la muerte y no conozco a nadie que no muera.

- P.: ¿Algún día usted creyó que la libertad existía?

- R.: No sé, yo tengo 90 años, ¿cómo voy a saber hace 90 años lo que sentía yo? A veces bien y a ve-ces mal.

- P.: ¿No cree que es la misma persona que cuando tenía 20 años o 40?

- R.: No sé cómo yo era a esos años, soy distinta en muchas cosas distintas, y no le puedo enumerar. El tiempo es el cambio, y el cambio sí existe.

- P.: ¿El tiempo sólo se mide en cambios?

- R.: No sé si sólo, pero probable-mente, todo cambia.

- P.: Usted cambió de lugar muchas veces. ¿Pero no estamos siempre en el mismo lugar, en nuestros zapatos?

- R.: Eso no lo sé.

- P.: Fernando Pessoa decía que

la majestuosidad de China no le podía ofrecer cosas más grandes que lo que tenía dentro. ¿Está us-ted de acuerdo?

- R.: A veces sí hay cosas más importantes que uno, como los hi-jos. Así es que tampoco no es muy cierto eso.

- P.: ¿Siempre supo que tenía poderes sobrenaturales?

- R.:¿Quién? ¿Yo? No tengo nin-gún poder sobrenatural.

- P.: Ya, acéptelo…- R.: No tengo, lo siento, lo voy

a decepcionar, pero no tengo po-deres.

- P.: ¿Profesa alguna religión?- R.: No.

- P.: ¿Cree en un dios?¿Uno?

- P.: ¡O una diosa!- R.: Quizá hay de todo. Yo per-

sonalmente creo que hay muchos poderes mucho más fuertes que nosotros, pero no sé qué son. Sa-bemos poco y somos relativamente débiles.

Yo creo que sabemos muy poquito y entre toda esa gente que no sabe o que sabe muy poquito estoy yo, soy de esas personas.

- P.: Usted va por el mundo y le gritan la “gran maestra”, la “gran pintora”, la “diosa celta”, la “gran escultora”, la “gran es-critora”. ¿Alguna vez se lo ha creído?

- R.: No, yo me siento como en el momento me siento, a veces bien, a veces mal, a veces nada.

- P.: ¿No sale a la calle pensando “yo soy Leonora Carrington” y va viendo a los demás por encima del hombro?

- R.: No, ¡ahora veo sólo si alguien me va a atacar!

- P.: Es usted más guapa de lo que se ve en las fotografías…

- R.:¡Qué bueno que tiene mal gusto! Muchas gracias, pero no lo creo.

- P.: ¿Por qué rechaza todos los halagos?

En primera persona

- R.: Porque yo creo que si uno empieza a querer, por ejemplo si yo quisiera tener 60 años menos de lo que tengo, sentir eso sería muy bue-no, pero ahora me falta energía, me faltan fuerzas, uno empieza a perder la fuerza.

- P.: ¿Qué es el dinero?- R.: La abstracción que domina.

El poder.

- P.: ¿Le gustaría pintar un gra-ffi ti?

- R.: No, a mí me gusta ver el es-pacio y el graffi ti me parece una cosa muy gratuita de estropear las paredes.

- P.: ¿No cree que dentro de al-gunos años vamos a ver el graffi ti en los museos?

- R.: Probablemente sí, ¿por qué no?

- P.: ¿Usted navega en internet?- R.: Tengo un computador, que

me trajo mi hijo y un poco aprendí a mandar un e-mail, hasta ahí, pero casi nunca la uso.

- P.: ¿Le gustaría incursionar en el net-art?

- R.: No, ya me parece todo tan difícil que para qué voy a difi cul-tarlo más.

- P.: ¿Qué tal darle voz a la hie-na? (de su cuento La Debutante)

- R.: Ja, ¡eso sí!

- P.: ¿Usted es de izquierda o de derecha?

- R.: Alguna vez tuvieron ustedes un presidente llamado (Luis) Eche-verría, y dijo “ni a la derecha ni a la izquierda, sino todo lo contrario”.

- P.: Pero sí es muy enojona…- R.:¿Y quién no está enojado? To-

dos nos enojamos.

- P.: ¡Pero es muy temprano!- R.:¿En el día o en la vida? Yo creo

que uno tiene que controlar el enojo, porque creo que es muy peligroso, uno puede hacer mucho daño eno-jándose. Yo no me he enojado hoy, tengo un poco de frío, la casa está fría y no me puedo enojar por eso.

Yo no soy santa, a veces me enojo, a veces sí y a veces no.

Necrópolis

S osa realizó es-tudios de maes-tría en Artes en la universidad estadounidense de Cincinnati.

Dirigió numerosas revistas literarias y galerías de arte, y fue catedrático de español en la Universidad Nacional Autónoma. También fungió como profesor de literatura y escritor residente en el Upper Montclair College de Nueva Jersey.

En 1968 recibió el premio Adonáis de Poesía de Espa-ña por su obra “Los pobres”, convirtiéndose de esa manera en el primer latinoamericano en obtener el galardón. Su libro “Un mundo para todos divididos” re-cibió en 1971 el premio Casa de las Américas de Cuba y, en 1990, Francia le otorgó el grado de Ca-ballero en la Orden de las Artes y las Letras.

Entre su prolífi ca obra fi guran “Caligramas”, “Muros” (1966), “Mar interior” (1967), “Prosa ar-mada” (1981), “Secreto militar” (1985), “Hasta el sol de hoy” (1987), “Obra completa” y “Anto-logía personal” (1990), “Máscara suelta” (1994) y “El llanto de las cosas” (1995), traducidas al ale-mán, chino, francés, inglés, italia-no, japonés y ruso.

A continuación, presentamos algunos poemas de su obra.

TEGUCIGALPA

Vivo en un paisajedonde el tiempo no existe

y el oro es manso.Aquí siempre se es triste sin

saberlo.Nadie conoce el mar

ni la amistad del ángel.Sí, yo vivo aquí, o más bien

muero.Aquí donde la sombra purísima del

niñocae en el polvo de la angosta calle.El vuelo detenido y arriba un cielo

que huye.A veces la esperanza

(cada vez más distante)abre sus largos ramos en el viento,

y cuando te pienso de colores, desteñi-da ciudad,

siento imposibles ritmosque giran y giran

en el pequeño círculo de mi rosa se-gura.

Pero tú eres distinta:el dolor hace signos desde todos los

picos,en cada puente pasa la gente hacia

la naday el silbo del pino trae un eco de gol-

pes.Tegucigalpa,Tegucigalpa,

duro nombre que fl uyedulce sólo en los labios.

***

LOS PERROSTodos los días mi perro viene a mi en-cuentro. Si algo me desespera, su cola -la angustia- baila como una fuerza.Durante las estaciones de lluvia y

hambre se acerca su tibieza en sucesi-vas olas y de sus ojos caen monedas y

monedas. Yo fumo y sueño.Repetidas veces ascendemos por la

escala de los estanques desde la cual contemplamos, bajo la luz de las abe-

jas, sociedades amorosas.Todo ello ocurre con admirable na-

turalidad mientras la gente aparece y desaparece sin percibirnos siquiera, porque, no hay duda, en medio de la transparencia derrumbada se cree

que somos perros.

***

DESPUÉS DE LOS ENCUENTROSSobrevivo y envejezco.

Respiroel aire quieto de las fotografías.

Cruzo puentes tendidos sobre dos oquedades.Tropiezo

y caigo envueltoen repentinos lazos

dispuestospor algunos abogados de mirada

podrida.

(Los rostros aumentano desaparecen

con absoluta falta de misterio).

Hablo con campesinos,con ocultos banqueros,

con mujeres rubias inclinadas en las fl ores.

Con poetas ya vencidospor el vino y la noche

que cortan de un tajo la Luna.

Veo en la ciudad un cuadro vacío.Y adviertolentamente

que se llena de plomo mi esqueleto.

***

Muere poeta Roberto Sosa en Honduras

El laureado poeta hondureño Roberto Sosa (1930-2011) murió esta semana a los 82 años a causa de un infarto

cardíaco, informó su familia.

4 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 28 de mayo de 2011 Suplemento Cultural 5Nueva Guatemala de la Asunción, 28 de mayo de 2011

CARRINGTON: “TODOS TENEMOS MIEDO A LAMUERTE Y NO CONOZCO A NADIE QUE NO MUERA”

La pintora y escritora de origen inglés Leonora Carrington, considerada la última surrealista original viva, falleció esta semana en la ciudad de México a los 94 años.POR MARIO DE LA ROSA

C arrington murió lue-go de permanecer algunos días hospi-talizada. Nacida el 6 de abril de 1917 en Lancanshire, In-

glaterra, la también escultora se instaló desde 1942 en México, donde hizo su vida y continuó su obra que la llevó a ser considerada por varios como una “leyenda” del surrealismo.

Contra los deseos de sus padres, Carrington decidió estudiar arte y en la década de 1930 conoció a Max Ernst, parte del movimiento surrealista y con quien se fue a vi-vir a París.

Durante la Segunda Guerra Mun-dial, Ernst fue encarcelado y Ca-rrington huyó de Europa de la per-secución nazi con ayuda del escritor y diplomático mexicano Renato Le-duc, con quien se casa en España y viaja a Nueva York.

Tras mudarse a México, Carring-ton se divorcia de Leduc y años después contrae matrimonio con el fotógrafo húngaro Chiki Weisz, con quien tuvo dos hijos, que le sobrevi-ven a la artista.

A continuación, presentamos una parte de la entrevista que le hiciera Mario de la Rosa en 2004 para la cadena televisiva CNN.

- Pregunta: ¿Cómo es el lugar donde nació?

- Respuesta: Chorley es una ciudad más bien de negocios, de textiles, en el norte de Inglaterra, una peque-ña ciudad. No vivimos adentro del pueblo, vivimos en una casa afuera, Westood se llama, es como campo en Inglaterra, árboles, hierba, ¿qué más le puedo decir?, no sé.

No viví mucho ahí, después mi familia se movió a otro lugar más al norte, cerca de Lancashire, que es otra pequeña ciudad muy antigua, que tiene un castillo muy grande al que iban turistas… ¡pero yo no vivía en el castillo!

- P.: Hablando de castillos, hay una casa en Xilitla, San Luis Potosí, a la que ahora llaman así. Fue propiedad de Edward James, amigo suyo que creó en Las Pozas un paraíso surrealis-ta, ¿no?

- R.: Yo fui sólo una vez.

- P.: ¿Sólo una vez? Porque ahí todo el mundo presume que usted estuvo y que pintó y no sé cuántas cosas más…

- R.: No es cierto. Edward James era un buen amigo y él vivía ahí a veces, viajó mucho. Yo lo visité ahí una vez, él vino mucho a la Ciudad de México.

- P.: Ha vivido en casi una dece-na de países. ¿Cuál considera el mejor lugar para vivir?

- R.: Yo creo que uno tarda en acostumbrarse a un lugar y uno vive mucho con las costumbres de uno, hay una persona a la que le gusta mucho comer chile, a otro que no le gusta, otro al que le hace daño al estómago, así es todo.

Para mí, mientras las cosas van bien, donde esté, estoy bien.

- P.: ¿Qué aprendió en la acade-mia Ozenfant, de Londres?

Estudiar el dibujo era lo más im-portante, con el maestro Ozenfant y otros estudiantes. - R.: Yo creo que hay que tener habilidad en todo, hay que estudiar, hay que practicar, tener técnica y una habilidad por lo que uno está haciendo, si yo fuera por ejemplo fotógrafa, necesitaría la habilidad de tomar fotos, también es una técnica.

- P.: ¿Cómo fue su vida en Pa-rís?

- R.: Pues bien. Bien es estar con buena salud, tener un lugar donde vivir y hacer mi trabajo, el que me gusta.

- P.: ¿Le gustan las playas eu-ropeas?

- R.: El sol me quemó aquí (dijo mostrando una protuberancia en el rostro), me lo tienen que quitar con láser, pero de joven era la moda es-tar un poco bronceado por el sol, hace mucho daño cuando uno tiene la piel blanca, eso fue hace mucho.

Yo me iba a la playa de joven, ¡pero en lugar de ponerme broncea-da me puso roja como un camarón!

- P.: Usted llegó a la Ciudad de México en los años 50. ¿Qué re-cuerdo guarda del primer lugar en que vivió aquí, Mixcoac?

- R.: Era muy bonito, con muchos árboles. Con el tranvía era muy bo-

nito el viaje al Zócalo, luego hubo mucho tráfi co. Era muy bonito el viaje, me encantó.

- P.: Y ahora, que vive en la Co-lonia Roma, ¿qué calles le gus-tan?

- R.: Cualquier calle me gusta. A mí me gusta caminar por (la ave-nida) Álvaro Obregón, porque hay árboles

- P.: ¿Sigue yendo al Zócalo?- R.: Muy poco, hace meses que

no he ido por el tráfi co.

- P.:¿Se queda para siempre en la Colonia Roma?

- R.: Yo no soy profeta. No soy dueña de todo lo que hago.

- P.: ¿En cuál de los lugares que conoció encontró la libertad?

- R.: Nadie está libre, primera-mente, porque nacimos y con suerte vivimos más o menos bien o más o menos mal y morimos. Eso es igual tanto para las hormigas como para nosotros.

¿La falta de libertad qué es? El miedo. Entonces todos tenemos miedo a la muerte y no conozco a nadie que no muera.

- P.: ¿Algún día usted creyó que la libertad existía?

- R.: No sé, yo tengo 90 años, ¿cómo voy a saber hace 90 años lo que sentía yo? A veces bien y a ve-ces mal.

- P.: ¿No cree que es la misma persona que cuando tenía 20 años o 40?

- R.: No sé cómo yo era a esos años, soy distinta en muchas cosas distintas, y no le puedo enumerar. El tiempo es el cambio, y el cambio sí existe.

- P.: ¿El tiempo sólo se mide en cambios?

- R.: No sé si sólo, pero probable-mente, todo cambia.

- P.: Usted cambió de lugar muchas veces. ¿Pero no estamos siempre en el mismo lugar, en nuestros zapatos?

- R.: Eso no lo sé.

- P.: Fernando Pessoa decía que

la majestuosidad de China no le podía ofrecer cosas más grandes que lo que tenía dentro. ¿Está us-ted de acuerdo?

- R.: A veces sí hay cosas más importantes que uno, como los hi-jos. Así es que tampoco no es muy cierto eso.

- P.: ¿Siempre supo que tenía poderes sobrenaturales?

- R.:¿Quién? ¿Yo? No tengo nin-gún poder sobrenatural.

- P.: Ya, acéptelo…- R.: No tengo, lo siento, lo voy

a decepcionar, pero no tengo po-deres.

- P.: ¿Profesa alguna religión?- R.: No.

- P.: ¿Cree en un dios?¿Uno?

- P.: ¡O una diosa!- R.: Quizá hay de todo. Yo per-

sonalmente creo que hay muchos poderes mucho más fuertes que nosotros, pero no sé qué son. Sa-bemos poco y somos relativamente débiles.

Yo creo que sabemos muy poquito y entre toda esa gente que no sabe o que sabe muy poquito estoy yo, soy de esas personas.

- P.: Usted va por el mundo y le gritan la “gran maestra”, la “gran pintora”, la “diosa celta”, la “gran escultora”, la “gran es-critora”. ¿Alguna vez se lo ha creído?

- R.: No, yo me siento como en el momento me siento, a veces bien, a veces mal, a veces nada.

- P.: ¿No sale a la calle pensando “yo soy Leonora Carrington” y va viendo a los demás por encima del hombro?

- R.: No, ¡ahora veo sólo si alguien me va a atacar!

- P.: Es usted más guapa de lo que se ve en las fotografías…

- R.:¡Qué bueno que tiene mal gusto! Muchas gracias, pero no lo creo.

- P.: ¿Por qué rechaza todos los halagos?

En primera persona

- R.: Porque yo creo que si uno empieza a querer, por ejemplo si yo quisiera tener 60 años menos de lo que tengo, sentir eso sería muy bue-no, pero ahora me falta energía, me faltan fuerzas, uno empieza a perder la fuerza.

- P.: ¿Qué es el dinero?- R.: La abstracción que domina.

El poder.

- P.: ¿Le gustaría pintar un gra-ffi ti?

- R.: No, a mí me gusta ver el es-pacio y el graffi ti me parece una cosa muy gratuita de estropear las paredes.

- P.: ¿No cree que dentro de al-gunos años vamos a ver el graffi ti en los museos?

- R.: Probablemente sí, ¿por qué no?

- P.: ¿Usted navega en internet?- R.: Tengo un computador, que

me trajo mi hijo y un poco aprendí a mandar un e-mail, hasta ahí, pero casi nunca la uso.

- P.: ¿Le gustaría incursionar en el net-art?

- R.: No, ya me parece todo tan difícil que para qué voy a difi cul-tarlo más.

- P.: ¿Qué tal darle voz a la hie-na? (de su cuento La Debutante)

- R.: Ja, ¡eso sí!

- P.: ¿Usted es de izquierda o de derecha?

- R.: Alguna vez tuvieron ustedes un presidente llamado (Luis) Eche-verría, y dijo “ni a la derecha ni a la izquierda, sino todo lo contrario”.

- P.: Pero sí es muy enojona…- R.:¿Y quién no está enojado? To-

dos nos enojamos.

- P.: ¡Pero es muy temprano!- R.:¿En el día o en la vida? Yo creo

que uno tiene que controlar el enojo, porque creo que es muy peligroso, uno puede hacer mucho daño eno-jándose. Yo no me he enojado hoy, tengo un poco de frío, la casa está fría y no me puedo enojar por eso.

Yo no soy santa, a veces me enojo, a veces sí y a veces no.

Necrópolis

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6 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 28 de mayo de 2011

CÉLINE, 50 AÑOS ES POCO

Creo que todavía de-ben andar convul-sionándose las pie-dras, los tres palos, la tumba entera. ¿Qué digo? ¡Meu-

don entero debe andar virulento! Todavía debe andar por ahí entre humo de fábrica Renault y la Dé-fense, su espíritu entre los recuer-dos del Nº 25 Route des Gardes, entre las dos columnitas dóricas de la entrada. Los habitantes de Meudon lo conocían únicamen-te por el médico Destouches sin saber por qué los periodistas se descolgaban de los árboles inten-tando obtener una instantánea del monstruo de Francia. El día que esa casa y ese espíritu desaparez-can, la mediocridad, la conformi-dad habrán vencido sobre la ge-nialidad y la irreverencia.

No sólo se conforman con añadir su nombre a las ya de por sí extensas listas de escritores sacri-fi cados por el “deporte nacional francés”; no son palabras mías, cito al maestro: “Villon (ahorca-do), Rabelais (se salvó de la ho-guera por poco), Du Bellay, Vol-taire, Léon Bloy (exiliados), Ché-nier (guillotinado), Zola y Valles (exiliados también), ni los ahora monstruos sagrados se salvaron: Baudelaire, Verlaine, Rimbaud, Flaubert (condenados)”...

Todo es poco por “el buen gusto francés”, “por la higiene de los pueblos”, “por la memoria histórica”, una extensa lista en-vidia del mejor cartel taurino en plena temporada.

“Prefi ero la muerte a los me-lindres”, pobre, bien sabías que no te iban a dejar tranquilo una vez muerto, iban a hacer todo lo posi-ble por hacértelas pasar canutas a ti y a tu recuerdo, pero 50 años es demasiado hasta para ti...

Para muchos el más notable fenómeno de la literatura fran-cesa después de Proust. Dice Lucette Destouches: “A Louis sólo le gustaba el último capitulo de En busca del tiempo perdido, un volumen totalmente consagrado a la caricatura de las personas que el tiempo realiza”. Al cabo de cincuenta años, el protagonista vuelve a encontrarse en una velada en casa de la princesa de Guermantes con todos los que poblaron su juventud y vacila al reconocerlos, piensa que están maquillados, luego los toma por los padres o las madres de aquellos que recuerda. ¿Qué vería Céline de

su amado Montmartre ahora? ¿Lo reconocería cincuenta años después? ¿Ha cambiado tanto Francia desde enton-ces? ¿O son los mismos perros con distinto collar?

Parecía bastante hiperbólico, fi el a su estilo, un deli-rio de su antisemitismo: “Louis XVI judío, Maurras ju-dío...”, ahora esta noticia da mucho que pensar.

Sólo un libro le bastó y sobró para llevar a la fama a Bardamu, a su visión anarquista, antimilitarista, antina-

cionalista, su mensaje de estupi-dez humana en el absurdo de una sociedad que le tritura y de la cual no comprende nada. No podemos olvidar las dos claves de su obra: el lenguaje y el antisemitismo.

No le basta con destruir la frase articulada y desplazarla por una serie de cortos enunciados separados por tres puntos o por un signo de admiración, trans-formándola en una frase-ametra-lladora. Lenguaje afectado por la búsqueda de imágenes, asocia-ciones de ideas, paralelismos... logrando un ritmo peculiar que no tiene nada de entrecortado en contra de lo que pueda pare-cer. Hay quien habla de similitud con un montaje cinematográfi co. La sintaxis nos puede recordar a Joyce en ciertos aspectos y una enorme fl uidez de vocabulario, llegando a utilizar palabras gro-seras dándoles un valor literario, llegando a protestar los regentes de la imprenta donde se com-ponía Muerte a crédito, tenien-do Céline que dejar espacios en blanco en el texto, lo mismo que Molly Bloom en su monólogo (aunque en este caso la censura venga dada mas bien por la perso-nalidad íntima de la heroína que por los tipógrafos).

Sobre todo con el Viaje al fi n de la noche es donde Céline logra una confesión épico-lírica delirante que envuelve una con-cepción optimista del hombre. El mundo —y la sociedad— es un lugar donde los seres vivos su-fren, se envilecen y mueren, entre estos seres los que más queridos nos resultan a todos somos noso-tros mismos.

Lo dramático viene cuando uno se siente condenado a muer-te desde el momento de nacer, en todos los sentidos “el Viaje” es la historia de las evasiones de Bardamu (“¿Verdad que, cuando se está en este mundo, lo mejor que se puede hacer es salir de él? Loco o no, con miedo o sin él”).

Pero la evasión celiniana nunca es destructiva: locura sí, delirio sí, pero no la droga, no el suicidio. Céline cree en la vida antes que en nada (“la verdadera amante de los hombres”). Algunas veces a los críticos y comentaristas se les escapa el hecho de que Cé-line era médico, cree en la vida antes que en nada, por lo tanto un combatiente contra la enfermedad y la muerte. Se debe insistir sobre el tema de su tesis doctoral: el mé-

Efemérides

El 1 de julio de 1961 fallece Louis Ferdinand Céline. Cincuenta años después su nombre aparece en la lista de homenajeados en un calendario de conmemoraciones nacionales de Francia. Serge Klarsfeld (presidente de la Asociación de Hijos de Judíos Deportados de Francia) y Frédéric Mitterrand (ministro de Cultura francés, sobrino de Sarkozy para más señas) deciden retirar su nombre, lo cual desata una vieja polémica en Francia entre partidarios y detractores del genial escritor francés. Su nombre aumenta en las listas de buscadores y en los suplementos culturales vuelve a hacerse oír. Para más detalles: http://witzky.org/magui-la/2011/02/cuatro.

POR JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ VALVERDE

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Suplemento Cultural 7Nueva Guatemala de la Asunción, 28 de mayo de 2011

dico húngaro Semmelweis (1818-1865) había descubier-to que la fi ebre puerperal era una enfermedad infecciosa y transmisible, obligando a sus estudiantes y las perso-nas que trabajaban a su servicio en el hospital a lavarse las manos con una solución de cloruro de calcio (desin-fectante). Semmelweis ha descubierto simbólicamente al enemigo del hombre y había luchado hasta la locura (murió suicidándose en una sala de disección) para abrir los ojos cerrados de sus contemporáneos.

Respecto al espinoso tema del antisemitismo de Céli-ne, alfa y omega de todas sus desgracias, baste decir que la mujer con la que compartió tantas penurias, Lucette Destouches, ha luchado para evitar la publicación de los panfl etos que tanto odio despertaron entre sus contem-poráneos, bajo el argumento de que “actualmente sería malsano volver a publicar la obra de Céline contra los judíos” y el autor los excluyó en la reedición de sus obras que llevó a cabo Gallimard en 1952. Destouches añadió “no es aún la hora de reeditar estos textos, que tanto daño hicieron a su autor, tal vez más tarde cuando llegue un tiempo en que no haya antisemitismo”. Los entusiastas de Céline respetaremos su decisión y nos conformare-mos con hojear alguna de las traducciones piratas que circulan, ejemplo de que el tema sigue interesando a pe-

sar de lo espinoso y de los que lo quieren hacer caer en el olvido.

Hay que entender el antisemitismo de Céline como algo que sólo puede ofender a espíritus mediocres (co-munistas, nacionalsocialistas, gente de toda clase y con-dición que ha tenido la oportunidad de leer su obra, espe-cialmente el “Viaje”, ha quedado sorprendida: unos por su calidad, otros por el revuelo que había levantado su autor, otros por su vigencia fuera de toda corriente ideo-lógica y a la vez aplicable a todas). No porque creamos que el racismo es digno de propagarse (no hay doctrina más falsa, más absurda ni más inhumana) sino porque Céline nunca fue un verdadero racista (cosa que no se puede decir de Léon Daudet, Maurras o el mismo Hitler). Toda obra de arte implica una fuerza externa a ella, den-tro de su autor, que la hace brotar: en los románticos fue la melancolía o el sentimiento de la naturaleza, en Rim-baud el desorden de todos los sentidos, en Sade la cruel-dad sexual, en Blake el misticismo, en Malcolm Lowry el alcoholismo, en Burroughs la toxicomanía. La droga de Céline fue el antisemitismo, como la de Lutero fue “la Babilonia prostituida”. Pero cuando se relee, ni siquiera en sus textos más envenenadores se encuentra ningún odio. Nos parece más bien un monólogo interior sin ju-

díos. El drama radica en que las invectivas de su pesadilla se realizaron y millones de personas fueron extermina-das por un grupo de individuos a los que no se les puede aplicar ningún califi cativo. El antisemitismo fue hasta 1939 una fuerza ideológica, como el anticlericalismo, el antimilitarismo, el anticapitalismo, transformándose en un móvil prohibido por nosotros mismos y por nuestros actos. Era tierra de cultivo en una época en la que nada hacía presagiar la barbarie que se aproximaba, hasta Umberto Eco en su última novela se hace cargo, forma parte de la personalidad del protagonista, lo ha escucha-do desde siempre, y nada raro en una época de conjuras, folletines por entregas y panfl etos a cual más incendiario e inverosímil. El problema de Céline es su actitud, no sa-bía pedir perdón como reconocen todos los que le cono-cieron, carga con todos sus errores sin claudicar un cen-tímetro, no va con su estilo la disculpa, y menos en sus últimos años, encarcelado, asediado por los periodistas, la nueva Francia, las deudas, los editores... el se lo carga todo y eso es lo que le hace grande frente a otros como Jünger, Sartre, Camus... por mucho que sus partidarios quieran hacer volar sus fi guras por el fi rmamento de las letras universales, caen en picado... no se sustentan... se desinfl an a la primera de cambio... frente al monstruo, al racista, al antijudío, al fascista, al misógino, por mucho que apeste su sombra, parece que se va a hacer sentir otros cincuenta, otros cien años, por mucho que a algu-nos les duela y quieran hacer caer en el olvido.

¿Acaso no veríamos inconcebible que el monumen-to literario que es En busca del tiempo perdido se viera asediado por las opiniones o costumbres de su autor? ¿Cuál es la diferencia entre el antisemitismo con el que se golpea a uno y la homosexualidad, el sadismo, inclu-so algunos llegaran a decir la pedofi lia en otros? ¿Es una cuestión de moda? ¿De saber reconocer dónde están las victimas y dónde los verdugos?

No podemos dejar de reconocer la genialidad de Céli-ne, con sus pros y sus contras, con sus frases lapidarias y sus páginas aburridas, alucinadas, sus quejas y más que-jas, su afán de ser el malo de la película, de verse acosa-do, ¿pero es que el tiempo le va a dar la razón? No sabe-mos si Céline volviese la vista atrás cambiaría algo de lo dicho o escrito; yo por mi parte no lo creo, pero dejamos a modo de despedida las palabras que le dedica a otro grande (olvidada en gran parte su obra en España, cómo no, a pesar del empeño de Edhasa en los últimos años), en este caso de las letras americanas, que tuvo la suerte de leer el Viaje... antes de su publicación:

Al colega:

Me alegra poder leer su Trópico. Lo que ya he hojeado me intriga y tengo muchas ganas de conocerlo todo. Me voy a permitir una pequeña indicación en un género que conozco bastante bien. CUIDE MUCHO SU DISCRECIÓN. ¡MÁS Y MÁS DISCRECIÓN! Sepa equivocarse. El mundo está lleno de gente que tiene ra-zón, por eso DESCORAZONA.

Suyo afectísimo,

L. F. Céline.

¡Sepa equivocarse! Casado a los veinticinco con la hija del director de una escuela de medicina, ante él una brillante carrera, consulta en barrios elegantes... sin em-bargo quema las naves y huye a Ginebra, a Liverpool, es visto en Camerún, en Estados Unidos, en Canadá, en Cuba. La huida, siempre la huida, la obsesión de arrancar las raíces en cuanto empiezan a prender. Partidos de iz-quierda, soviéticos ven en él al gran escritor revoluciona-rio, al nuevo Zola, ¡sepa equivocarse! Se desembaraza de ellos de una violenta patada, le cierran el consultorio tras su vuelta de Moscú. No importa, se pone a arrojar lava contra todos y contra todo, derecha o izquierda. ¿Qué más da? Con Bagatellas termina de perder todas las sim-patías, los últimos amigos se apartan...

¡Sepa equivocarse! Para no morir abandonado, en la miseria, al margen de la sociedad y las conmemoraciones, despreciado como había previsto: “Moriré en la vergüen-za, la ignominia y la pobreza”. Pero con la envergadura de un Rabelais, pacifi sta, amigo de la música, la danza, apasionado de los animales, rebelde en su delirio verbal devastador que trocaba la risa en sarcasmo, en cólera, en juramentos maldicientes que esperemos no se vuelvan a poder silenciar dentro de otros cincuenta años.

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Suplemento Cultural 8Nueva Guatemala de la Asunción, 28 de mayo de 2011

T estigo moral de la Europa destruida por la Segunda Guerra Mundial, las obras de creación y las re-fl exiones teóricas de

Albert Camus (1913-1960) constituyen el anverso y el reverso de una única in-dagación en torno a la complejidad y la ambigüedad de la condición humana.“El hombre rebelde” es una ambiciosa exploración del mundo moderno desde la Revolución francesa a la Revolución rusa, pasando por Sade, Marx, el anar-quismo, Nietzsche, los nihilistas, el te-rrorismo y el surrealismo.Dos siglos de rebeldía, metafísica o his-tórica, se ofrecen a nuestra refl exión… sus palabras ofrecen una hipótesis que explica la desmesura de nuestro tiem-po. Yo, admirador confeso del autor, me he limitado a entresacar algunas de sus refl exiones sobre la rebeldía que parece volver a resurgir en el alma de nuestros pueblos.¿Qué es un hombre en rebeldía? Un hombre que dice no. Pero si niega, no renuncia, es también un hombre que dice sí, desde su primer movimiento. Un esclavo, que ha recibido órdenes toda su vida, de pronto juzga inacepta-ble un nuevo mandato. ¿Cuál es el con-tenido de este no?... Así, el movimiento de rebeldía se apoya, al mismo tiempo, en la negación categórica de una intru-sión juzgada intolerable y en la certeza confusa de un derecho justo, más exac-tamente en la impresión en el hombre en rebeldía de que tiene “derecho a...” La rebeldía no renuncia a la sensación de que uno mismo, en cierta medida, tiene razón.“El hombre rebelde”, L’Homme révol-té en el sentido etimológico, se vuelve. Caminaba bajo el azote del amo. Ahora planta cara. Opone lo que es preferible a lo que no lo es. Todo valor no conduce a la rebeldía, pero todo movimiento de rebeldía invoca tácitamente un valor.“La comunidad de las víctimas es la misma que la que une a la víctima con el verdugo, pero el verdugo no lo sabe”.“El esclavo se subleva por todas las existencias a un tiempo cuando juzga que, bajo este orden, se le niega algo que no le pertenece únicamente a él, sino que es un ámbito común en el que todos los hombres, incluso el que lo in-sulta y lo oprime, tienen dispuesta una comunidad”.“El hombre en rebeldía no se reserva nada, puesto que lo pone todo en juego. Exige, sin duda, el respeto a sí mismo, pero en la medida en que se identifi ca con una comunidad natural”.“La rebeldía no nace sólo en el oprimi-do, sino que puede nacer asimismo ante el espectáculo de la opresión de que otro es víctima”

“Si no se cree en nada, si nada tiene sentido y si no podemos afi rmar ningún valor, todo es posible y nada tiene importancia. Sin pros ni contras, el asesino no tiene culpa ni razón. Se pueden atizar los hornos crematorios del mismo modo que cabe dedicarse a cuidar leprosos. Maldad y virtud son, entonces, azar o capricho”. Albert Camus

Por José Carlos García Fajardo*

Revista de libros

EL HOMBRE REBELDE DE ALBERT CAMUS

“En la experiencia del absurdo, el sufri-miento es individual. A partir del movi-miento de la rebeldía, cobra conciencia de ser colectivo, es la aventura de to-dos... El mal que sufría un solo hombre se hace peste colectiva”. “Hagamos lo que hagamos, la des-mesura guardará siempre su sitio en el corazón del hombre, en lugar de la soledad. Todos llevamos en nosotros nuestros presidios, nuestros crímenes y nuestros estragos. Pero nuestra tarea no está en desatarlos por el mundo; sino en combatirlos en nosotros mismos y en los otros. La rebeldía, la secular vo-luntad de no soportar está al principio de este combate. Madre de las formas, fuente de verdadera vida, nos mantiene siempre en pie en el movimiento infor-me y furioso de la historia”. “Lo que suena para nosotros en los confi nes de esta larga aventura, no son fórmulas de optimismo, que no nos importan en el extremo de nuestra des-dicha, sino palabras de ánimo y de in-teligencia que, junto al mar, son hasta virtud”.“Se comprende entonces que la rebeldía no puede prescindir de un extraño amor. Los que no hallan reposo ni en Dios ni en la historia se condenan a vivir para los que, como ellos, no pueden vivir: para los humillados”.“Esta loca generosidad es la de la re-beldía, que da sin esperar su fuerza de amor y rechaza sin demora la injusticia. Su honor consiste en no calcular nada, en compartirlo todo en la vida presente y a sus hermanos vivos. La verdadera generosidad con el porvenir consiste en darlo todo al presente”.“Al término de estas tinieblas es inevi-table, sin embargo, una luz que ya adi-vinamos y sólo tenemos que luchar para que sea. Más allá del nihilismo, todos nosotros, entre las ruinas, preparamos un renacer. Pero pocos lo saben”.“Desesperan de la libertad de las perso-nas y sueñan con una extraña libertad de la especie; rechazan la muerte solitaria, y llaman inmortalidad a una prodigiosa agonía colectiva. Ya no creen en lo que es, en el mundo y en el hombre, vivo; el secreto de Europa está en que ya no ama la vida”.“En el mediodía del pensamiento, el re-belde rehúsa así la divinidad para com-partir las luchas y el destino comunes. Nosotros elegiremos Ítaca, la tierra fi el, el pensamiento audaz y frugal, la acción lúcida, la generosidad del hombre que sabe. En la luz, el mundo sigue siendo nuestro primero y último amor. Nues-tros hermanos respiran bajo el mismo cielo que nosotros, la justicia vive. En-tonces, nace la alegría extraña que ayu-da a vivir y a morir y que nosotros re-chazamos en adelante aplazar para más tarde. En la tierra dolorosa, ella es la

cizaña incansable, el amargo alimento, el viento duro venido de los mares, la antigua y la nueva aurora. Con ella, a lo largo de los combates, reconstruiremos el alma de este tiempo, y no Europa que no excluirá nada ni a nadie”.* Pensador social español, nació el 6 de abril de 1937. Es Doctor en Dere-cho por la Universidad Complutense (sobresaliente cum laude), Licenciado en Ciencias de la Información (UCM). Premio Nacional Fin de Carrera de Periodismo, Licenciado en Filosofía por la Universidad de Salamanca. Es Bachiller en Teología por la Pontífi cia Universidad Gregoriana de Roma, cur-só Filosofía y Literatura en la Universi-dad de París y Relaciones Públicas en el Henley College de Oxford. Realizó Estudios Iberoamericanos en la Univer-sidad de Rábida.