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su Taller de Histriones estrenaron su versión, su mimodrama. 1 En esta ocasión, y con la dramatur- gia y dirección de Rosa Luisa Márquez y la coreo- grafía de Jeanne d’Arc Casas y el elenco, se revisita, se rememora y se re-escribe este clásico en otro registro, con otros lenguajes y vocabularios. ¿Por qué Hij@s de La Bernarda ahora, en Puerto Rico? ¿Y por qué no? El contexto es breve y senci- llo, emotivo y complejo. Justamente un año antes, Rosa Luisa Márquez lleva a Jeanne d’Arc Casas a la égida donde estaba viviendo la Navarra para que le bailara flamenco y bailes españoles, los géneros primeros que cultiva Gilda en su larga carrera. Exi- gente como fue ella, preguntó si le iba a gustar y a los pocos minutos de comenzar Jeanne a bailar, Gilda asintió y dijo “me fascina”. No era de extra- ñarse pues ya conocíamos la excelencia de Jeanne d’Arc y la fuerza de su presencia, así fuera en un tablao pequeñito como el que transporta consigo. 1 Gilda Navarra fue bailarina, fundadora de Ballets de San Juan, coreógrafa, directora de Taller de Histriones, inven- tora del mimodrama (quizás lo único realmente original que se ha desarrollado en el teatro y la danza en Puerto Rico), actriz, profesora de pantomima en la Universidad de Puerto Rico y autora de tres libros, entre ellos Polimnia. Taller de Histriones 1971-1985, publicado en 1988. La cali- dad de su trabajo como creadora, directora y profesora ha dejado una profunda huella en la danza y el teatro puertorriqueños. A fines de febrero, se estrenó en San Juan de Puerto Rico Hij@s de La Bernarda, una inter- pretación libre, un diálogo, con La casa de Bernarda Alba y Ocho mujeres . Hace ochenta años, Lorca terminó esa obra dos meses antes de que lo asesinaran y hace cuarenta años, Gilda Navarra y DE LA BERNARDA EN PUERTO RICO Susan Homar Foto: Ricardo Alcaraz

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su Taller de Histriones estrenaron su versión, su mimodrama.1 En esta ocasión, y con la dramatur-gia y dirección de Rosa Luisa Márquez y la coreo-grafía de Jeanne d’Arc Casas y el elenco, se revisita, se rememora y se re-escribe este clásico en otro registro, con otros lenguajes y vocabularios.

¿Por qué Hij@s de La Bernarda ahora, en Puerto Rico? ¿Y por qué no? El contexto es breve y senci-llo, emotivo y complejo. Justamente un año antes, Rosa Luisa Márquez lleva a Jeanne d’Arc Casas a la égida donde estaba viviendo la Navarra para que le bailara flamenco y bailes españoles, los géneros primeros que cultiva Gilda en su larga carrera. Exi-gente como fue ella, preguntó si le iba a gustar y a los pocos minutos de comenzar Jeanne a bailar, Gilda asintió y dijo “me fascina”. No era de extra-ñarse pues ya conocíamos la excelencia de Jeanne d’Arc y la fuerza de su presencia, así fuera en un tablao pequeñito como el que transporta consigo.

1 Gilda Navarra fue bailarina, fundadora de Ballets de San Juan, coreógrafa, directora de Taller de Histriones, inven-tora del mimodrama (quizás lo único realmente original que se ha desarrollado en el teatro y la danza en Puerto Rico), actriz, profesora de pantomima en la Universidad de Puerto Rico y autora de tres libros, entre ellos Polimnia. Taller de Histriones 1971-1985, publicado en 1988. La cali-dad de su trabajo como creadora, directora y profesora ha dejado una profunda huella en la danza y el teatro puertorriqueños.

A fines de febrero, se estrenó en San Juan de Puerto Rico Hij@s de La Bernarda, una inter-pretación libre, un diálogo, con La casa de

Bernarda Alba y Ocho mujeres. Hace ochenta años, Lorca terminó esa obra dos meses antes de que lo asesinaran y hace cuarenta años, Gilda Navarra y

de La Bernardaen Puerto rico

Susan Homar

Foto: Ricardo Alcaraz

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Gilda Navarra muere tres meses después y en septiembre pasado se celebra su larga vida y su fructífera y extraordinaria carrera en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico con un espectáculo llamado Querida Gilda, que abrió con un baile de Jeanne d’Arc y en el que participaron muchos de los discípulos y colaboradores de Gilda y se recordaron aspectos de su vida y unos pocos frag-mentos de sus piezas.

Las ganas de hacer algo con y para Jeanne d’Arc hacía tiempo que aguijoneaba a Rosa Luisa y esos dos eventos le dieron forma. La idea inicial fue la de volver sobre Lorca y la Navarra, para homena-jearla, con una bailaora que podía representar a las ocho mujeres de la casa de la Bernarda. Pero Jeanne, seducida por la propuesta, responde con otra: incorporar a seis bailarines afines y poner a la Bernarda a hablar en flamenco y a las hijas y a Pepe el Romano a hablar en contemporáneo. Cogieron la bola y corrieron con ella.

Gracias a las estupendas Residencias Artísti-cas del Centro de Bellas Artes en San Juan, que han sido ingeniadas y promovidas por su actual director, Ricardo Cobián, se termina de montar el proyecto y en noviembre pasado comienzan los ensayos. La convocatoria a los bailarines incluye el trabajo coreográfico compartido de taller, característico del Taller de Histriones. Pero faltaba

a Juan Fernando Morales para el diseño de esce-nografía y luces, lo que Juanfe se cogió tan en serio que asistió a todos los ensayos, a lo largo de tres meses, imaginándose y diseñando lo suyo y además, como en la mejor tradición del Taller de Histriones, ofreciendo sabios, dulces y mesu-rados comentarios y sugerencias. Los bailarines son, además de Jeanne d’Arc: Beatriz Irizarry, Marili Pizarro, María Alejandra Castillo, Cristina Lugo, Kiani del Valle y Jesús “Pito” Miranda, de los mejores bailarines contemporáneos de nues-tro país (algunos de los cuales confesaban que les costaba actuar, cantar, hablar −aunque hay

el elemento musical y Jeanne convoca a un anti-guo y consecuente colaborador en el flamenco y en la improvisación, Enrique “Peru” Chávez, estupendo músico y percusionista, mientras Rosa Luisa convoca a otros dos colaboradores suyos: Rafael Martínez y María del Pilar “Pilli” Aponte. Para completar el junte de amigos, Márquez trae

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Kiani del Valle, Marili Pizarro, María Alejandra Castilloy Jeanne d’Arc

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pocas palabras en el montaje− y trabajar a partir de objetos, a cada rato uno diferente).

Rosa Luisa le ofreció al elenco otro regalo: las visitas de Charo Francés (la maravillosa actriz y maestra del grupo Malayerba) y de Miguel Rubio (el extraordinario director y prestidigitador del Grupo Cultural Yuyachkani), quienes pasaron una semana cada uno en Puerto Rico y le sirvieron tanto a la directora como a los actores-bailarines de entrenadores, sub-directores y cajas de reso-nancia. Había que ver a Charo Francés, metién-dose entre las bailarinas para susurrarles al oído el “Bernarda es mala pero, ¿te has preguntado por qué?” o a una de las hijas el “¿qué sientes, celos, coraje, envidia?” O a Miguel Rubio deba-tiendo con Rosa sobre la dramaturgia.2

Entonces, ¿qué hicieron del texto original y de la versión de Taller de Histriones? Hij@s de La Bernarda se compone de un presente, a partir del regreso de la Bernarda del entierro de su marido, con escenas retrospectivas y escenas imaginadas, presentadas de manera no-lineal y guiadas por la directora en rol de narradora y de la Poncia.

A fines de febrero del 2016 se estrenó la pieza en la Sala Carlos Marichal (lleva el nombre de un refugiado español radicado en Puerto Rico, artista y diseñador escenográfico, ya fallecido), en el Centro de Bellas Artes, y como se narra mayor-mente por medio de la danza y de la música, el público entra a la sala al ritmo de canciones inter-pretadas por el trío (con arreglos originales basa-dos en las versiones y composiciones de Federico García Lorca y Carlos Gardel, Rafael Hernández y Simón Díaz, Joan Manuel Serrat y otras de origen popular). Allí lo reciben las hijas, quienes están moviéndose por el espacio de su casa, frente y alrededor de una instalación escenográfica senci-lla, atemporal, que ubica al público a tres lados del escenario y permite la colocación del trío musical y también de la utilería, pues allí se ponen y se quitan muchos de los objetos de la pieza, algunos de los cuales son simbólicos o cumplen más de una función. Por ejemplo, la puerta de la casa dice “Silencio” por un lado, el que ve el público hasta que Bernarda la tira para entrar a su casa, sobre la cual taconea, la que una de las hijas escupe en 2 Debo aclarar que pude asistir a ensayos a lo largo del pro-

ceso por mi sostenida conversación a lo largo del tiempo con Rosa Luisa y con Jeanne d’Arc. Además de permitir-me estar en los ensayos, me permitieron conversar con ellas y con los participantes sobre el proceso. No tengo la distancia y objetividad del crítico que fui hace algunos años pero tuve el privilegio de ver el desarrollo del monta-je y lo quiero compartir.

señal de rechazo y desesperación y la que final-mente representa el ataúd de Adela.

Al inicio, las hijas juguetean y se entretienen pero el retorno de Bernarda del entierro, dramático e intenso, seguido por una escena en la que Adela expresa su alegría de vivir, su juventud y su hambre de futuro, y seguida por otra escena de una Ber-narda desolada, agotada pero inamovible, instala el ambiente y tono de la tiranía, la represión y el desespero (valga decir que Jeanne d’Arc interpreta tanto a Bernarda como a veces a Adela y a Angus-tias). Así lo van expresando las hijas, en sus bailes colectivos y cada una en su solo, marcados todos por la rebeldía y la sumisión, el odio y el miedo, mientras escriben desesperadas en el suelo lo que no pueden enunciar, mientras se burlan a coro con un “Bernarda, cara de leoparda; Magdalena, cara de hiena; Martirio, cara de martirio”, hasta que Adela anuncia que va a salir de la casa.

La antepenúltima escena se narra como “la noche de bodas” de Adela, para la cual la prepa-ran las hermanas con alegría, cuando todas qui-sieran ser ella porque todas desean a Pepe, quien representa la única posibilidad para escapar de Bernarda y de su casa. La escena obviamente cul-mina con la muerte de Adela.

Ya en la última escena se decreta una vez más el silencio y la única hermana que no ha bailado un solo lo ejecuta, en representación de la hija ase-sinada. Su danza expresa las consecuencias del encierro y la opresión, cualquier opresión, mientras se lleva a cabo la procesión fúnebre de Adela. La pieza cierra con la misma violencia del comienzo, con el ruido sordo de la puerta y de la lápida.

Del mimodrama Ocho mujeres quedan algunas referencias, algunas imágenes y la idea de narrar con el cuerpo, casi sin palabras. La combinación del flamenco y la danza contemporánea fue un acierto, pues ¿qué otra cosa podían hablar la una, la Bernarda, y las otras, las hij@s, cómo podían expresarse si no así?

La pieza ha sido un éxito total, todas las funcio-nes se llenaron, al punto que se añadieron fun-ciones, cosa poco usual en Puerto Rico. Incluso se les ofreció otro fin de semana (más raro aún) pero una de las bailarinas vive y trabaja fuera y se tenía que ir. Hay conversaciones para remon-tarla, dentro y fuera de Puerto Rico. Ojalá se pueda. Qué mejor homenaje a Lorca, a la Navarra y, como dice la Poncia-narradora, a Adela, “quien muere cada vez que nace la obra”, como dema-siadas otras mujeres, víctimas de la hipocresía, la opresión y la complicidad del silencio. m