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XI Congreso (Extraordinario)

del PCPETesis y Resolución Política

Madrid, mayo de 2018Partido Comunista de los Pueblos de España

www.partido-comunista.es

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Tesis del XI Congreso (Extraordinario) del PCPE

¡Por un país para la clase obrera, fortalezcamos el PCPE!

Prólogo

En el 100 Aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre

El XI Congreso del PCPE sesiona en un momento de especial relevan-cia para el movimiento comunista internacional, del que nuestro Partido forma parte. Hace cien años la clase obrera tomó el cielo por asalto y creó el primer Estado socialista. Bajo dirección de Lenin y del Partido Bolchevique el proletariado ruso rompió el hielo y, con la toma del po-der, marcó el camino a seguir.

Durante décadas la Unión Soviética fue el faro que orientó la lucha revolucionaria de la clase obrera mundial. En marzo de 1919, bajo el impulso de la Gran Revolución Socialista de Octubre, se fundó la Inter-nacional Comunista. El movimiento obrero español respondió al llama-miento de la Internacional. En abril de 1920 se fundó el primer Partido Comunista en nuestro país y el 14 de noviembre de 1921, hace ahora 96 años, nació la Sección Española de la Internacional Comunista.

ÍndiceTesis del XI Congreso (Extraordinario) del PCPE Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

Capítulo I. El sistema imperialista internacional . . . . . . . . . . . . . . 7

Capítulo II. España en el sistema imperialista . . . . . . . . . . . . . . 11

Capítulo III. La reorganización del sistema político burgués . . . . 14

Capítulo IV. Situación de la clase obrera y de las fuerzas populares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22

Capítulo V. Por un país para la clase obrera, por el socialismo-comunismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26

Capítulo VI. El Partido heredero de la lucha comunista en España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29

Capítulo VII. El Partido de la clase obrera . . . . . . . . . . . . . . . . . 32

Capítulo VIII. Un Partido centralizado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38

Capítulo IX. Un Partido con un estilo de trabajo bolchevique . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

Capítulo X. Una política de comunicación contemporánea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

Capítulo XI. Los Centros Obreros y Populares y el trabajo del Partido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

Resolución Política del XI Congreso (Extraordinario) del PCPE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51

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Capítulo I

El sistema imperialista internacional

Tras el triunfo temporal de la contrarrevolución en la Unión Soviética y en la mayor parte del campo socialista, las relaciones capitalistas de producción son absolutamente hegemónicas a escala mundial. Vivimos en el imperialismo, fase superior y última del capitalismo en la que ope-ra un inexorable proceso de concentración y centralización del capital, de monopolización de la economía, de agonía, parasitismo y descom-posición, que acentúa la explotación de la clase obrera y el saqueo de los pueblos con el único objetivo de maximizar las ganancias de los monopolios.

En nuestros días se expresa una clara tendencia al reordenamiento entre las diferentes economías capitalistas, fruto de la ley del desarrollo político y económico desigual que rige en el imperialismo. Al mismo tiempo que se profundiza y se vuelve más estrecho el entrelazamiento y la interdependencia desigual de las economías capitalistas, se intensifi-can con fuerza las contradicciones interimperialistas.

En condiciones de desaceleración de la economía capitalista mun-dial, se continúa debilitando la posición de los Estados Unidos y de la Unión Europea en favor de otras potencias capitalistas.

Estados Unidos continúa ocupando el primer puesto en la pirámide imperialista desde el punto de vista de su fuerza económica, política y militar. Sin embargo, el fortalecimiento de la República Popular China, en la que han primado las relaciones capitalistas de producción, es una clara amenaza para los monopolios estadounidenses. A su vez, Rusia se ha convertido en un gran país capitalista que pugna por mejorar su posición en el sistema imperialista internacional, afianzándose como la segunda potencia mundial desde el punto de vista de su capacidad mili-

El PCPE, destacamento organizado de vanguardia de la clase obrera española, se proclama heredero y continuador de la Gran Revolución Socialista de Octubre y de la heroica lucha de los hombres y mujeres que combatieron en nuestro país bajo la bandera del comunismo.

Vivimos en la época de la transición revolucionaria del capitalismo al socialismo, en la que todos nuestros esfuerzos se dirigen a la toma del poder por la clase obrera y a la construcción del socialismo-comunismo. El siglo XXI será el siglo de toda una serie de revoluciones proletarias victoriosas.

Para el triunfo de la clase obrera española es imprescindible superar definitivamente la tendencia liquidacionista iniciada con el triunfo del eurocomunismo, y las desviaciones que se impusieron tras el triunfo de la contrarrevolución en la Unión Soviética y en otros países que cons-truían el socialismo-comunismo.

El PCPE afronta con optimismo los inmensos retos que la clase obre-ra de nuestro país tiene por delante, siguiendo el impulso histórico de la Gran Revolución Socialista de Octubre, continuando la obra de los hom-bres y mujeres que dieron su vida para que nuestra clase obrera contase con un gran Partido Comunista.

Celebramos el XI Congreso tras haber vivido una seria crisis que se ha saldado con un deslinde de campos definitivo con las desviaciones representadas por quienes, de nuevo, decidieron encaminarse al pan-tano. La militancia comunista se atrevió a decir ¡basta! y fruto de los acuerdos adoptados por las organizaciones del Partido en la Conferen-cia Central, celebrada en Madrid el 20 de mayo de 2017, se convocó el XI Congreso con carácter extraordinario, apelando a la militancia para trazar el camino a seguir tras el duro golpe liquidacionista, sentando democráticamente las bases que conduzcan a fortalecer el Partido.

El XI Congreso, tras varias décadas de lucha, es el Congreso de la recuperación de la senda leninista en España. Ha llegado el momento de seguir el camino señalado por la Gran Revolución Socialista de Octubre y de forjar el Partido que conduzca a nuestra clase obrera al poder.

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son utilizadas para extender el racismo y la xenofobia, facilitando el avance de la extrema derecha.

Se intensifica la tendencia a la reacción en todos los terrenos que caracteriza a la fase imperialista del capitalismo y sus tendencias des-tructivas. El sistema imperialista camina de forma acelerada hacia la destrucción de nuestros ecosistemas, reduciendo la biodiversidad del planeta. Muchos de los conflictos y guerras imperialistas esconden una decidida lucha por el control de los recursos naturales. La lógica de la ganancia y la anarquía que caracterizan a la producción capitalista con-ducen a la destrucción del medioambiente.

Se están generando las condiciones para una nueva crisis económica mundial, que se caracterizará por su intensidad y por su sincronización. Mientras se fortalece la tendencia a la pauperización absoluta y relativa de la clase obrera, y se incrementa el nivel de explotación y la agudiza-ción de las contradicciones sociales, se refuerza la corriente burguesa del nacionalismo y su expresión económica proteccionista, intensifican-do los antagonismos, la rivalidad imperialista y la confrontación inter-burguesa dentro de cada Estado.

El imperialismo sitúa de nuevo a la Humanidad ante el riesgo de una guerra imperialista generalizada, ante el riesgo de una nueva guerra mundial. El Movimiento Comunista Internacional y cada partido comu-nista en su país tienen el deber de prepararse para responder a este esce-nario desde los principios del internacionalismo proletario, guiando su actuación y la lucha de la clase obrera en la perspectiva revolucionaria de la toma del poder. La clase obrera internacional no tiene nada que ganar con el fortalecimiento de tal o cual potencia imperialista.

El Movimiento Comunista Internacional continúa atravesado por una grave crisis. En su seno se manifiestan posiciones político-ideológicas antagónicas. El Partido debe continuar participando activamente en todas las instancias internacionales de las que forma parte, al mismo tiempo en que se refuerzan las relaciones bilaterales y multilaterales con otros partidos hermanos.

El Partido debe intensificar sus esfuerzos para que el Movimiento Comunista Internacional avance en la definición de una estrategia revo-lucionaria contemporánea, basada en la centralidad de la clase obrera mundial en el proceso revolucionario, en los aprendizajes de las expe-riencias de construcción del socialismo durante el siglo XX, en las leyes

tar. En el seno de la Unión Europea se expresa un incremento de las di-vergencias entre los intereses de las burguesías de los Estados miembros y se debilita progresivamente su cohesión, alterándose los equilibrios en que se asentó la construcción de esta alianza interestatal imperialista en décadas pasadas.

La intensificación de las contradicciones interimperialistas implica una constante reconfiguración de las alianzas entre Estados capitalis-tas, cada vez más flexibles y caracterizadas por una gran movilidad. Se comprueba que la tendencia a la internacionalización del capital no anula el impacto de la ley del desarrollo desigual, ni el hecho de que la reproducción ampliada del capital continúe realizándose principalmente en el marco del Estado nacional, que sigue siendo el órgano principal de salvaguarda del dominio de los monopolios y de la concentración y centralización capitalista.

Se está intensificando la lucha por el control de los mercados, de los recursos energéticos y de las rutas de transporte. En esa competen-cia, cada burguesía trata de aumentar su poder estableciendo alianzas políticas y militares. La OTAN continúa siendo la alianza militar más fuerte, aunque crecen las contradicciones en su seno, mientras surgen otras alianzas político-militares, como la Organización de Cooperación de Shanghái o el Pacto Colectivo de Seguridad, y se fortalece la coopera-ción militar en el seno de la Unión Europea.

Está aumentando el gasto militar y se ha desatado una nueva carrera armamentista entre las distintas potencias imperialistas, que recurren en muchos casos al empleo de ejércitos mercenarios, de empresas militares privadas que permiten desarrollar la denominada “guerra no convencio-nal”, al margen del derecho internacional vigente y del ordenamiento jurídico de los países que recurren a este tipo de prácticas.

En paralelo a los preparativos de guerra, cada burguesía fortalece los mecanismos para reprimir al movimiento obrero en el interior de sus respectivos países, recurriendo a pretextos como la “lucha contra el terrorismo”. Un terrorismo fomentado por las políticas de guerra impe-rialista en Oriente Medio, que conducen al desarrollo de organizaciones reaccionarias como el Estado Islámico, que ha llevado a cabo brutales atentados en países europeos (Londres, Berlín, Niza, Barcelona…) y en otras partes del mundo; provocando migraciones masivas que, a su vez,

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Capítulo II

España en el sistema imperialista internacional

La intensa crisis de sobreproducción y sobreacumulación de capital que atravesó durante la última década la economía española conllevó para España una pérdida de posiciones en la pirámide imperialista, si-tuándose hoy como la 14ª potencia económica mundial por PIB, per-diendo seis posiciones durante la última crisis capitalista.

España, como potencia situada en el tramo medio-alto de la pirámide imperialista, lleva más de una década formando parte del G-20 en cali-dad de invitado especial permanente. Desde el punto de vista militar, su inserción fundamental en la cadena imperialista se lleva a cabo a través de la OTAN, formando parte también de la Coalición Internacional con-tra el Estado Islámico, liderada por Estados Unidos.

En el marco de la Unión Europea, España se mantiene como el 4º Estado más importante, participando activamente en proyectos estra-tégicos como la Ruta para el Comercio Sostenible de Electricidad entre Marruecos y la Unión Europea. A su vez, junto a Francia, Alemania e Italia, es uno de los cuatro países promotores de una colaboración mili-tar más estrecha en el marco de la UE.

El incremento de las tensiones interimperialistas conlleva serios ries-gos para el capitalismo español. Por una parte, el Brexit, que supone una reducción considerable del tamaño del mercado interior europeo, afecta con particular intensidad al capitalismo español, ya que los vínculos de interdependencia con el Reino Unido son superiores a los de otros paí-ses europeos, al ser el principal receptor de Inversión Extranjera Directa española y el cuarto inversor en España.

Las políticas proteccionistas de la nueva Administración de los Es-tados Unidos tampoco favorecen los intereses del capital español, en la

que rigen la construcción socialista y en su incompatibilidad con las relaciones mercantiles.

Defendemos un Movimiento Comunista Internacional basado en el marxismo-leninismo y en el internacionalismo proletario, que desarrolle niveles superiores de coordinación y avance hacia el reagrupamiento y la formulación de una estrategia marxista-leninista, lo que implica una colaboración bilateral y multilateral reforzada con todos aquellos parti-dos que comparten con el PCPE una misma posición político-ideológica.

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rica y contra la pertenencia a la OTAN. En el próximo periodo, la lucha contra la implicación de España en la guerra imperialista, contra las bases militares extranjeras en nuestro país y contra su uso en planes de agresión imperialista, bajo la consigna de ¡Ni tierra, ni mar, ni aire para los imperialistas!, debe cobrar especial relevancia.

Igualmente, en el próximo periodo, será de suma importancia la con-solidación y desarrollo de la Iniciativa Europea de Partidos Comunistas y Obreros, así como proseguir la actividad bilateral y multilateral con otros partidos europeos, impulsando la lucha contra la Unión Europea y contra la implicación de nuestros respectivos países en la guerra im-perialista.

medida en que pueden suponer un freno al comercio internacional, al desestabilizar la demanda mundial y amenazar con nuevas dificultades crediticias.

Ante tales riesgos, y en condiciones de estancamiento de la economía mundial y de intensificación de las contradicciones interimperialistas, es previsible que la burguesía española redoble sus esfuerzos por asegurar sus intereses en el marco de la Unión Europea, tratando de aprovechar el proteccionismo estadounidense para ejercer el liderazgo de la Unión Europea hacia América Latina y renovando la apuesta por incrementar las relaciones económicas con China, mientras algunos sectores de la burguesía tratan de incrementar sus vínculos con Rusia, a pesar del apoyo del Gobierno español a las sanciones adoptadas tras la anexión de Crimea.

El capitalismo español juega la baza de la posición geoestratégica de España en el ámbito militar, tanto en lo referente al área del Mediterrá-neo como en lo relacionado con el continente africano, utilizando para ello las bases militares peninsulares de Rota, Morón y Zaragoza, y las bases militares en territorio canario (Base Aérea de Gando y Puerto de la Luz y el Campo de Tiro de Pájara).

Su implicación creciente en misiones imperialistas en terceros países se combina con el despliegue del sistema antimisiles en la Base Militar de Rota, siendo previsible un incremento progresivo del gasto militar en los próximos años, tanto para acercar al 2% del PIB su contribución a la OTAN como para acceder al Plan de Acción de Defensa Europea, realizando un esfuerzo de integración entre el sector público y el sec-tor privado militar exigido por la Comisión Europea. España continúa siendo uno de los principales países exportadores de armamento (11ª posición en el año 2016).

En el plano militar, el papel jugado por el imperialismo español supo-ne un serio riesgo para nuestro pueblo, al situar al país en el centro de las guerras imperialistas que hoy se libran en nombre de los monopolios en un momento en que existe un serio riesgo de generalización de la guerra, con una intervención española directa y/o con el uso intensivo del territorio español en su desarrollo.

En estas condiciones es necesario intensificar la lucha contra la per-tenencia de España a la Unión Europea, al Plan de Acción de Defensa Europea, contra los acuerdos militares con los Estados Unidos de Amé-

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Se abrió una dura disputa por la dirección que debían seguir las lu-chas obreras y populares. El 15M, con las masivas movilizaciones inicia-das en la Puerta del Sol, significó el inicio de una etapa de predominio de posiciones pequeñoburguesas que, con el apoyo de la aristocracia obrera, golpearon con intensidad la conciencia de clase y modificaron profundamente la correlación de fuerzas.

La clase obrera enfrentó la crisis capitalista supeditándose a un pro-grama político ajeno, caracterizado por la pretensión de la pequeña bur-guesía y de la aristocracia obrera de no perder posiciones en la pirámide social a través una serie de reformas democráticas del sistema político burgués.

A pesar de lo acertado de la estrategia revolucionaria aprobada por el IX Congreso del PCPE, celebrado en diciembre de 2010, el Partido no se encontraba en condiciones de responder adecuadamente, tanto por sus problemas internos como por su escaso desarrollo organizativo. Si bien la estrategia aprobada era correcta, en su concreción táctica se incurrió en todo tipo de desviaciones e incoherencias. Los sectores más atrasados del Partido, enfrentados desde un inicio a los acuerdos del IX Congreso, impidieron que se desarrollase en cada frente la táctica revolucionaria que se correspondía con las condiciones de lucha marcadas por la crisis capitalista y con la estrategia aprobada. La clase obrera no contó con un destacamento de vanguardia en condiciones de dirigir eficazmente y en una perspectiva revolucionaria la lucha de clases.

La burguesía percibió desde el inicio de la crisis económica el riesgo de que ésta se transformase en una crisis política y adoptó las medidas necesarias para evitar que el poder de los monopolios se viese amenaza-do. Por un lado, puso en marcha un duro ataque contra el sindicalismo, tratando de evitar toda posibilidad de respuesta y reorganización del movimiento obrero y sindical; y, por otro, frente al papel central de la clase obrera, puesto de manifiesto en las huelgas generales, recurrió a diferentes resortes para favorecer la primacía de las formas de lucha y del programa defendido por la pequeña burguesía y por la aristocracia obrera; cuyas reivindicaciones resultan perfectamente integrables por el poder burgués.

Los sucesivos gobiernos capitalistas emprendieron un proceso de re-organización del sistema político. Se procedió a renovar la monarquía en junio de 2014 y los partidos políticos burgueses adoptaron algunos

Capítulo III

La reorganización del sistema político burgués en España

Durante el periodo 2008-2014 el capitalismo español atravesó la más larga e intensa crisis de sobreproducción y sobreacumulación de capital desde el periodo de posguerra. La burguesía desató una guerra sin cuar-tel contra la clase obrera, intensificando la explotación y aniquilando los derechos conquistados durante décadas por el movimiento obrero y popular.

El desarrollo de la crisis económica erosionó profundamente la con-fianza de la clase obrera y del pueblo trabajador en las instituciones capitalistas. Este fenómeno se expresó con particular intensidad desde el año 2010, en que comenzó un claro declive del apoyo electoral al bi-partidismo, que se intensificaría en los años siguientes.

La clase obrera respondió a las medidas adoptadas por el Gobierno y por los capitalistas con una intensa lucha defensiva, empresa a empresa y sector a sector, que condujo a la convocatoria de tres huelgas genera-les, entre los años 2010 y 2012, y a la convocatoria de varias huelgas en Euskadi y Galicia. Sin embargo, la primacía de posiciones oportunistas y socialdemócratas en la dirección del movimiento obrero y sindical, su escaso desarrollo, su falta de adecuación a los cambios producidos en la estructura productiva y la débil influencia comunista, impidieron que la lucha se generalizase, al carecer de una dirección coherente y eficaz.

Durante la crisis capitalista la pequeña burguesía sufrió un duro pro-ceso de proletarización que contribuyó a extender el descontento popu-lar. Frente a las tradiciones de lucha del movimiento obrero y sus formas organizativas fundamentales —partido y sindicato—, se fortaleció una corriente política pequeñoburguesa sumamente hostil al movimiento obrero, a sus tradiciones combativas y a sus formas de lucha.

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interna que se ha saldado, por ahora, con la elección como Secretario General de Pedro Sánchez en las primarias.

Las amplias movilizaciones populares del periodo precedente fueron reconducidas a la vía parlamentaria, asimilando a sectores de la clase obrera y de los sectores populares con un programa de reforma de la democracia burguesa.

Como consecuencia del proceso de reorganización, aún en curso, la burguesía cuenta con una capacidad superior para ejercer su domina-ción, atrapando a las masas obreras y populares en el falso dilema de elegir bando dentro de las dos opciones principales de gestión capitalis-ta (liberal y socialdemócrata), centrando el debate político en aquellas medidas que puedan ayudar a perfeccionar y modernizar el sistema político.

En el plano económico, el capitalismo español ha superado la crisis. El hecho de que la clase obrera y los sectores populares cuenten con peores condiciones de vida y trabajo no niega la anterior afirmación, pues el capitalismo sólo puede remontar sus crisis incrementando la explotación de la clase obrera.

Sin embargo, la burguesía se encontrará con nuevas dificultades en la esfera económica, fruto de las contradicciones propias del capitalis-mo y del carácter cíclico de las crisis económicas. La clase obrera no debe depositar ninguna confianza en que la recuperación económica capitalista se refleje en una mejora de sus condiciones de vida y traba-jo. La burguesía tratará de continuar sus políticas de incremento de la explotación, pues la recuperación económica tan sólo lo es en términos capitalistas.

No habrá mejora de las condiciones de vida y trabajo para la cla-se obrera y los sectores populares sin nuevas conquistas, y no habrá nuevas conquistas si no se intensifica la lucha de clases en un sentido revolucionario.

Otro de los factores que tensionó y tensiona la superestructura esta-tal fue el inicio del proceso independentista en Cataluña, donde una par-te de la burguesía media catalana y amplios sectores pequeñoburgueses, que vieron amenazadas sus posiciones de clase ante la intensificación del proceso de concentración capitalista, optaron por utilizar la cuestión nacional como muro de contención frente a los grandes monopolios.

cambios en su funcionamiento y liderazgo. Parte del programa de refor-mas democráticas surgido del 15M fue integrado en el discurso de los partidos burgueses, que adoptaron algunas medidas formales dirigidas a generar la apariencia de que se estaba luchando contra la corrupción, de que se estaba modernizando y democratizando el funcionamiento del Estado.

El proceso de reorganización del sistema político se apoyó en el sur-gimiento de nuevas fuerzas políticas, facilitado por las condiciones crea-das por la crisis capitalista. Por un lado, Ciudadanos nació en las par-ticulares condiciones creadas en Cataluña a partir del año 2003, como una alternativa dirigida a amplios sectores no catalanistas que tradi-cionalmente apoyaban al PSC, extendiéndose posteriormente al resto de España —tras liquidar en la práctica la experiencia de UPyD— bajo el impulso del profundo malestar existente en sectores enfrentados a las políticas del Partido Popular, pretendiendo una modernización de las políticas dirigidas a defender los intereses empresariales a través de una nueva fuerza política que, en determinadas condiciones, pudiera convertirse en una alternativa al Partido Popular. Por otro, de la amplia movilización de la pequeña burguesía, que arrastró tras de sí a la aristo-cracia obrera y a amplios sectores populares, nace Podemos.

El bipartidismo tradicional se amplía, conformándose un eje centro-derecha, representado por PP y Ciudadanos, que encarna una propuesta de gestión liberal del capitalismo; y un eje centroizquierda, representado por PSOE, Podemos e Izquierda Unida, que encarna una propuesta de gestión socialdemócrata de la crisis.

La socialdemocracia tradicional representada por el PSOE, tras dé-cadas de gestión del capitalismo español, no estaba en condiciones de contener por sí sola la movilización obrera y popular, máxime teniendo presente que fue un Gobierno del PSOE el encargado de gestionar la pri-mera y más intensa fase de la crisis. Las fuerzas oportunistas agrupadas en Izquierda Unida, cómplices en muchos casos de las políticas puestas en marcha por el PSOE en gobiernos autonómicos y locales, tampoco contaba con la fuerza necesaria para jugar ese papel.

Se inicia entonces un proceso de configuración de una nueva social-democracia, representada por Podemos, que cuenta con la fuerza y los apoyos necesarios para supeditar a Izquierda Unida y para competir con en el Partido Socialista Obrero Español, profundizando una crisis

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nario que implante en España el poder obrero —la dictadura del pro-letariado—, que adoptará la forma de República Socialista y basará su funcionamiento en los principios del centralismo democrático. Un poder de clase único —no compartido— que se conjuga con el reconocimiento del derecho de autodeterminación, en el que se concretan los principios internacionalistas proletarios de la clase obrera, siendo la base del futu-ro Estado socialista la unión fraternal y voluntaria de nuestros pueblos.

En el proceso de lucha revolucionaria por el derrocamiento del capi-talismo español, el Partido Comunista trabaja políticamente por la uni-dad de la clase obrera de los pueblos de España. Ese trabajo se dirige, en los marcos territoriales en que existe una fuerte presencia naciona-lista, por la paciente explicación sobre la necesidad de unidad con la clase obrera de todos los pueblos de España y por el enfrentamiento directo con las posiciones nacionalistas que tratan de penetrar en la clase obrera. En los marcos territoriales en que prima el nacionalismo español, la lucha por la unidad de la clase debe expresarse en la defensa del derecho de los pueblos a la autodeterminación, en la lucha por el respeto a los derechos lingüísticos y nacionales y en el llamamiento a la solidaridad frente a cualquier atropello de esos derechos. En uno y otro caso, el combate contra el nacionalismo es un combate político-ideoló-gico frontal, destacando nuestra percepción de que no habrá derecho de autodeterminación en el marco del capitalismo español.

Las naciones se forman históricamente en la época del capitalismo ascensional. En el caso español dicha construcción se produjo de forma tardía, en comparación con otros países del entorno europeo, a través de un largo y complejo proceso que dio lugar a un Estado plurinacional. Ese proceso no se ha interrumpido, sino que, en las condiciones presen-tes, constatamos que las burguesías nacionales de Euskadi y Cataluña se han transformado mayoritariamente en burguesía nacional española.

Tales cambios en la base económica del país, y en su estructura de clases, se están intensificando en condiciones de fuerte pugna interim-perialista, en las que la burguesía necesita consolidar la unidad de mer-cado y fortalecer los mecanismos estatales para defender los intereses de los monopolios en el plano internacional. De ahí que se produzca un fenómeno de centralización política que choca con las manifestaciones ideológicas, culturales y de sentimiento de pertenencia nacional de dife-rentes sectores sociales, fruto de la relativa autonomía de los fenómenos

El desarrollo de los acontecimientos en Cataluña ha demostrado lo certero de los análisis sobre la estructura de clases en España realizado en el IX Congreso del Partido. Particularmente, la afirmación de que el bloque burgués se muestra unido en términos nacionales y clasistas, y en él se integra la burguesía catalana, cuyos monopolios ejercen su acti-vidad bajo el amparo del Estado, manifestándose como clase dominante española y cerrando el paso al ejercicio del derecho de autodetermina-ción.

Al igual que el 15M supuso una válvula de escape del malestar popu-lar, conducido bajo las banderas de la pequeña burguesía; en Cataluña el descontento popular se canalizó también por la vía nacionalista, cuyo contenido de clase, marcado por las capas medias de la burguesía y por la pequeña burguesía, determinó un programa caracterizado por la defensa de una República catalana, capitalista y aliada a otros Estados en la Unión Europea. Una ensoñación pequeñoburguesa utilizada como trinchera en el marco de la competencia interburguesa, que bajo las ban-deras del nacionalismo logró arrastrar a importantes sectores populares; a lo que contribuyó la confusión reinante en el seno del movimiento comunista catalán, que se manifestó dubitativo y falto de firmeza dado el carácter netamente revisionista del PCC y del PSUC, y el eclecticismo existente en la dirección del PCPC.

Se subestimó profundamente la capacidad del bloque burgués de afrontar este tipo de situaciones, se realizaron análisis fuera de los már-genes del materialismo histórico, del carácter de nuestra época y de su contenido esencial. La clase obrera se supeditó a posiciones ajenas, tanto en España como en Cataluña, convirtiéndose la ideología naciona-lista, una vez más, en obstáculo para la unidad del movimiento obrero y para su desarrollo en un sentido revolucionario.

El único programa ausente en el debate sobre la cuestión nacional surgido en Cataluña fue el de la clase obrera, fue el programa comunista, que debe caracterizarse por el enfrentamiento político e ideológico con todo tipo de nacionalismo. El proyecto revolucionario del PCPE parte de la lucha por la unidad entre la clase obrera de los distintos pueblos de España, con independencia de sus sentimientos de pertenencia nacio-nal. Nuestro proyecto se basa en el entendimiento de que la clase obrera de los pueblos de España está unida por sus intereses de clase frente a la burguesía, cuyo Estado debe ser derrocado en un proceso revolucio-

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Por todo lo expuesto, afirmamos que no cabe derecho de autode-terminación en la España capitalista, en el sentido formulado en otras condiciones históricas. Situar a la clase obrera tras un programa inde-pendentista o de reconocimiento de derechos imposibles en el marco capitalista supone un claro error estratégico.

Bajo ningún concepto se debe, hoy, situar a la clase obrera ante el ob-jetivo de una República catalana —capitalista—, como etapa intermedia de avance hacia la Revolución Socialista. Sólo la lucha por la revolución creará las bases para que la futura República Socialista se base en la unión libre y fraternal de nuestros pueblos, asentada en su completa igualdad, en concebir la plurinacionalidad del Estado como patrimonio común de una patria de trabajadores ajena a la explotación de unos se-res humanos por otros y enfrentada a cualquier tipo de discriminación nacional.

En el caso de Cataluña, el Partido Comunista enfrentará políticamen-te cualquier salida reaccionaria que pueda adoptar el Estado español y, al mismo tiempo, se realizará un esfuerzo de esclarecimiento que aleje a la clase obrera tanto del nacionalismo español como del catalán, in-tensificando la lucha unitaria contra el enemigo de clase común, pues la patria de la clase obrera nada tiene que ver con la patria del capital.

A pesar de los avances cosechados en la clarificación de la posición comunista ante la complejidad de la cuestión nacional en España, sigue siendo necesario que el Partido perfeccione sus análisis y precise su táctica al respecto. A lo largo del próximo mandato, el Comité Central deberá planificar un debate monográfico al respecto.

superestructurales respecto a los cambios que operan en la base econó-mica de la sociedad.

En estas condiciones, en que las burguesías nacionales periféricas se convierten en clase dominante española, beneficiándose del marco estatal de reproducción capitalista y de la protección del Estado español en el despliegue de sus intereses de clase en la pugna interimperialista, las otrora naciones que, junto a la española, se integraban en un Estado plurinacional, pierden progresivamente sus características nacionales. En términos utilizados por Stalin, “han llegado tarde” y, progresiva-mente, caminan hacia su extinción, provocando intensas resistencias en algunos sectores que pueden generar temporalmente una apariencia contraria. Pero, en el marco capitalista, el proceso resulta imparable, revistiendo las características reaccionarias propias de la época del capi-talismo en descomposición, propias de la etapa reaccionaria que repre-senta la fase imperialista del capitalismo, que implica procesos más o menos violentos de asimilación nacional.

Por tanto, reivindicar un capitalismo democrático, que venga a reco-nocer el derecho a la autodeterminación, se transforma en una reivin-dicación utópica, que separa artificialmente la política de la economía. Los procesos de Quebec o de Escocia son diferentes del caso español, y, en todo, caso, tampoco se han saldado con la separación política. El caso de las ex repúblicas soviéticas se produce en un marco contrarrevo-lucionario, de cambio de clase en el poder, que no se produce en el caso español. En el caso de Kósovo no cabe hablar de autodeterminación, pues no se ha constituido ningún Estado nación, sino un “protectorado” nacido de las bombas imperialistas que destruyeron la República Fede-rativa Socialista de Yugoslavia en la fase final de la contrarrevolución.

La clase dominante no está interesada en ninguna independencia y, además, tiene en sus manos el monopolio de la violencia estatal al que por ahora no se opone ningún poder siquiera mínimamente comparable. Soñar con una reacción democrática de otras potencias capitalistas a favor de la independencia catalana es no comprender las leyes que rigen el desarrollo del capitalismo, es no comprender la tendencia a la reac-ción y, en última instancia, blanquear la dictadura capitalista sembran-do en los pueblos la falsa ilusión de un posible desarrollo democrático del capitalismo.

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via. Hijos e hijas de la clase obrera y también sectores procedentes del proceso de proletarización masiva de la pequeña burguesía vivido du-rante la crisis, sobre los que se descargó una intensa campaña ideológica dirigida a debilitar aún más su conciencia de clase, a debilitar la orga-nización y la lucha en los centros de trabajo, en un país caracterizado por unos escasísimos niveles de sindicalización, en el que retrocedió gravemente la negociación colectiva y se intensificó el proceso de indi-vidualización de las relaciones laborales.

El predominio del oportunismo en las direcciones sindicales, que durante décadas practicaron una dinámica de presión-negociación, asu-miendo las posiciones de la colaboración de clases y del pacto social, reduciendo el marco de la lucha obrera a la negociación de las condi-ciones de vida y trabajo en el seno del capitalismo, restó eficacia a las movilizaciones y favoreció el desprestigio del movimiento sindical. Du-rante la crisis capitalista, los sindicatos y el movimiento sindical en su conjunto resultaron debilitados.

En el plano de la lucha social, el movimiento 15M cambió radical-mente el escenario. Las expresiones de lucha que durante décadas fue levantando el movimiento popular en los diferentes ámbitos (vecinal, juvenil, mujer, solidaridad internacional, etc.) fueron mayoritariamente sustituidas por los nuevos espacios generados por el movimiento de los indignados que, una vez que entró en reflujo, dejó niveles de desarticu-lación del movimiento popular muy superiores a los existentes antes del estallido de la crisis.

En el plano político, el descontento fue canalizado a la vía parlamen-taria a través de Podemos, a lo que contribuyó la integración de Izquier-da Unida en Unidos Podemos con el apoyo del Partido Comunista de España. La clase obrera se situó nuevamente bajo el pabellón ajeno de la pequeña burguesía y de la aristocracia obrera que, en condiciones de crisis capitalista, condensaron sus pretensiones de mantener su posición social a través de un programa de reformas democráticas del sistema político burgués. El PCPE no fue capaz de jugar el papel que le corres-pondía. Si bien la política aprobada por el IX Congreso marcaba con toda claridad el camino a seguir, el todavía escaso desarrollo del Partido y su propia configuración interna abortaron la posibilidad de aplicar con éxito la política aprobada.

Capítulo IV

Situación de la clase obrera y de las fuerzas populares

La clase obrera española fue duramente golpeada desde el inicio de la crisis capitalista. Crecieron los niveles de explotación en todos los sectores, retrocedieron los salarios y su capacidad adquisitiva, retroce-dieron los derechos sociales y, muy especialmente, los derechos labora-les; sufriendo niveles de desempleo sólo comparables en Europa a los soportados por la clase obrera griega, lo que obligó a amplios sectores de la clase obrera a emigrar.

Las medidas adoptadas en contra de la clase obrera se intensificaron durante la crisis, aunque su diseño se había realizado años atrás en el marco de la Unión Europea, tras la victoria de la contrarrevolución en la URSS, dando comienzo con el Tratado de Maastricht y con el Libro Blanco sobre Crecimiento Competitividad y Empleo en el año 1993, que tuvieron continuidad con el Tratado de Lisboa y, posteriormente, con la Estrategia Europea 2020, aprobada en 2010.

La salida de la crisis capitalista llevó aparejada una intensificación extrema de la explotación sufrida por la clase obrera, que hoy llega a tal punto en que se generalizan progresivamente niveles salariales que ni siquiera permiten reproducir la fuerza de trabajo, creciendo la margina-lidad, la exclusión social y la pobreza.

Durante el desarrollo de la crisis fueron desplazados de la produc-ción los sectores obreros que contaban con mejores condiciones labora-les —a través de la aplicación masiva de Expedientes de Regulación de Empleo— y con una mayor tradición sindical, al haber protagonizado importantes luchas obreras en décadas anteriores.

Vinieron a ocupar su lugar nuevas promociones de trabajadores en peores condiciones laborales y con una escasa experiencia de lucha pre-

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de extracción obrera y popular. El papel de la militancia juvenil comu-nista en la organización y desarrollo del Frente de Estudiantes, demos-tró que es posible organizar y levantar importantes frentes de masas, a condición de tener clara la estrategia revolucionaria, de aplicar una táctica consecuente con ella, de tomar en cuenta las condiciones en que se actúa y de emplear un estilo de trabajo correcto.

El próximo periodo vendrá marcado por nuevas agresiones capita-listas contra la clase obrera. Con la justificación de superar de manera definitiva la crisis económica y de proseguir con el ciclo de crecimiento, el Gobierno del Partido Popular emprenderá nuevos ataques en los ám-bitos educativo, fiscal, en materia de pensiones y, seguramente, también en la regulación del mercado laboral; contará previsiblemente con el apoyo de la burguesía vasca y catalana, además de con el apoyo de Ciudadanos y del PSOE, en los aspectos fundamentales que garantizan el desarrollo capitalista.

La socialdemocracia tratará de erigirse en alternativa al Gobierno del Partido Popular, en condiciones de disputa entre el PSOE y Podemos por el liderazgo de la izquierda capitalista, de erosión del prestigio de la nue-va socialdemocracia y de declive absoluto del oportunismo tradicional que representó Izquierda Unida.

En estas condiciones, en las que se prepara el estallido de una nueva crisis capitalista de dimensiones superiores a la anterior, nuestros es-fuerzos deben dirigirse a quebrar la hegemonía de la socialdemocracia en el seno de la clase obrera, agrupando nuevas fuerzas obreras en po-siciones revolucionarias y combatiendo con firmeza toda posibilidad de avance de fuerzas políticas reaccionarias.

El trabajo comunista debe tener como objetivo principal extender la influencia y organización del Partido en el seno de la clase obrera, hacer bandera de la independencia de clase y conectar la lucha por la defensa de las condiciones de vida y trabajo con la lucha por el derrocamiento del capitalismo y por la construcción de la nueva sociedad socialista-co-munista.

Por tanto, la clase obrera no contó con un Partido Comunista en condiciones de orientar la lucha en las difíciles condiciones creadas por la crisis capitalista, en las que la clase dominante desataba una guerra total de clases en el frente económico, político e ideológico.

Sin embargo, la política aprobada por el IX Congreso forma parte del patrimonio político-ideológico de nuestra clase obrera y, aun habiendo sido boicoteada desde el interior del Partido y duramente atacada desde el exterior, permitió alcanzar una serie de objetivos que, por un lado, demostraron su carácter certero y, por otro y con ello, marcaron el ca-mino a seguir.

La correcta y oportuna caracterización del 15M alertó a la clase obre-ra y supuso un foco de resistencia revolucionaria frente a la tormen-ta pequeñoburguesa que se estaba desatando, convirtiéndose en una trinchera desde la que defender la independencia de la clase obrera. Sin embargo, el Partido equivocó su análisis sobre las Marchas de la Dignidad, que marcaron el punto álgido de la respuesta social a la crisis capitalista. A diferencia del movimiento 15M, representante de las más variadas corrientes ideológicas posmodernas, las Marchas de la Digni-dad permitían una intervención directa de la militancia comunista que dotase de contenido y de dirección a tan importantes movilizaciones, en las que participaron activamente amplios sectores obreros y populares.

La defensa de la unidad combativa de la clase obrera frente a la di-visión y la dispersión sindical, que trataron de representar los Comités para la Unidad Obrera, se demostró esencialmente correcta. El Partido demostró en distintas luchas obreras, muy especialmente en la lucha minera del periodo 2012-2016, que era posible dirigir la lucha proletaria con objetivos superiores y con un papel abierto y destacado del Partido Comunista.

Desde el mismo nacimiento de Podemos, abrimos un importante frente ideológico contra la nueva socialdemocracia; un reto asumido en exclusiva por las fuerzas del PCPE, que levantó una trinchera ideo-lógica contra la penetración en el movimiento obrero y popular de las posiciones capitalistas, una trinchera levantada contra la integración de sectores obreros en luchas bajo bandera ajena.

En el plano juvenil, en el que los CJC aplicaron con rigor la política aprobada por el IX Congreso, la Juventud Comunista continuó fortale-ciéndose, convirtiéndose en una referencia para el movimiento juvenil

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cación, y, en general, en todos los problemas obreros y populares. Las fuerzas comunistas deben conectar cada lucha con la necesidad del de-rrocamiento del capitalismo, señalando que sólo en la sociedad socialis-ta estará garantizada la satisfacción de las necesidades contemporáneas de la clase obrera y el pueblo.

En cada lucha en que intervienen, las fuerzas comunistas tratan de agrupar y organizar nuevas fuerzas conscientes, nuevas fuerzas revolu-cionarias, que deben ser arrebatadas a la influencia de la socialdemocra-cia y del oportunismo en sus más variadas expresiones y formas. Para ello, el Partido debe intensificar su trabajo entre las masas, entendiendo por tales al conjunto de los trabajadores y de los sectores sociales explo-tados por el capital.

En el frente político, en Partido debe situarse en condiciones de des-velar ante la clase obrera y el pueblo los intereses de clase que se es-conden detrás de los planes que aplican los Gobiernos capitalistas y de las propuestas que defiende cada fuerza política, desde el Estado hasta la Administración local, en defensa de los intereses de los monopolios; denunciar esos planes, desvelar su carácter de clase y combatirlos po-líticamente, conectando a través de la acción política la defensa de las condiciones de vida de la clase obrera y el pueblo con la necesidad de construir la sociedad socialista-comunista.

En el frente ideológico el Partido debe combatir las diferentes expre-siones de la ideología burguesa, que han calado profundamente en am-plias capas del pueblo. Desde los planeamientos más reaccionarios, aso-ciados al anticomunismo, al antisovietismo o directamente a posiciones nazi-fascistas, hasta cualquier giro reaccionario propio de las posiciones proteccionistas y nacionalistas que comienzan a defender con intensi-dad algunos sectores de las clases dominantes. Con la misma intensi-dad, el Partido debe mantener y reforzar el frente contra el cosmopolitis-mo del capital y su falso progresismo, que refleja en el plano ideológico los intereses de fracciones burguesas interesadas en acelerar el proceso de internacionalización capitalista y una de cuyas expresiones son las posiciones socialdemócratas y del izquierdismo pequeñoburgués.

Las alianzas de la clase obrera se basan en la coincidencia parcial de intereses con otras capas del pueblo enfrentadas objetivamente a los monopolios. Hablamos de los trabajadores autónomos, de los profesio-nales, de los pequeños productores del campo y de la ciudad. Sectores,

Capítulo V

Por un país para la clase obrera, por el socialismo-comunismo

El principal legado de todo el periodo de lucha comunista anterior fue la comprensión e interiorización, por parte de la militancia comu-nista, de que vivimos en la época de la transición revolucionaria del capitalismo al socialismo; de que España es un país imperialista en el que la única revolución pendiente es la revolución socialista-comunis-ta, lo que supone un cambio radical en todos los planos de trabajo del Partido Comunista.

El Partido, partiendo de la centralidad de la clase obrera, debe situar-se en condiciones de organizar a amplios sectores obreros conscientes de la necesidad de superar el camino de la lucha reformista, el camino del mal menor y de la simple resistencia.

Luchamos por un país para la clase obrera, lo que significa que todos nuestros esfuerzos se dirigen a preparar las condiciones para el asalto al poder, para implantar en España la dictadura del proletariado, lo que implica el derrocamiento y la destrucción del Estado burgués. El trabajo comunista en todos los frentes, sin exclusión, se orienta en esa direc-ción.

El primer deber del Partido Comunista es forjar la unidad combativa de la clase obrera y la constitución del proletariado en clase consciente, asumiendo la dirección de la lucha por el derrocamiento del capitalismo y por la construcción de la nueva sociedad. El Partido trabaja para con-centrar fuerzas obreras y populares en esa dirección estratégica.

Ese objetivo superior exige un intenso y multifacético desarrollo de la lucha de clases, interviniendo activamente en la lucha política e ideo-lógica, en la lucha por los salarios, las pensiones, la sanidad, la edu-

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Capítulo VI

El Partido heredero de la lucha comunista en España

El movimiento comunista español ha atravesado distintas etapas des-de 1920 hasta el presente. Hasta la legalización del Partido Comunista de España, el 9 de abril de 1977, la militancia comunista vivió y tuvo que trabajar principalmente en condiciones de clandestinidad. Durante el periodo 1920 – 1977, se emplearon distintas formas de lucha: el tra-bajo clandestino, la lucha armada, la lucha guerrillera y la lucha parla-mentaria, sin olvidar la breve experiencia en el Gobierno Republicano durante la Guerra Nacional Revolucionaria.

En 1977 se inicia un largo periodo de lucha en condiciones de lega-lidad, que abarca ya cuatro décadas y que se ha saldado con un fuerte retroceso de las posiciones comunistas. La política de “Reconciliación Nacional” formulada en junio de 1956, bajo el influjo de los resultados del XX Congreso del PCUS, marcó el inicio de un proceso en el que el Partido fue perdiendo progresivamente sus características revoluciona-rias.

Tras el VI Congreso del PCE, reunido en Praga en enero de 1960, Santiago Carrillo y su camarilla se hicieron con el control absoluto del Partido. Se intensificó el proceso de mutación del PCE en la organiza-ción de tipo socialdemócrata en que se convirtió definitivamente en el IX Congreso, celebrado en 1978, donde se aprueba el abandono formal del marxismo-leninismo, imponiéndose las tesis revisionistas del euro-comunismo y la completa socialdemocratización del PCE.

El Partido había sido liquidado, pero a lo largo de ese proceso dife-

rentes destacamentos marxistas-leninistas lograron resistir, dando lugar al nacimiento del Partido Comunista (PC) en el Congreso de Unidad de

todos ellos, que ven amenazada su posición por el imparable proceso de concentración y centralización capitalista y cuyos intereses pueden y deben ser integrados en el proceso de lucha contra el capitalismo mo-nopolista.

En cada lucha, en cada frente de trabajo, es necesario construir una alianza social entre la clase obrera y los sectores populares. En esa alian-za la clase obrera juega el papel central y dirigente, a través de la acción del Partido Comunista. La alianza social tiene como objetivo repeler las agresiones capitalistas y defender las condiciones de vida y trabajo del pueblo, orientando su actividad al derrocamiento del capitalismo, a la toma del poder y a la construcción del socialismo-comunismo en España.

No es posible prever el momento ni la forma en que pueda presen-tarse una situación revolucionaria, lo determinante es la preparación del factor subjetivo y de la correlación de fuerzas que permita convertir esa situación revolucionaria en crisis revolucionaria, convertir la alianza so-cial de la clase obrera con los sectores populares oprimidos en un frente obrero y popular que, en condiciones revolucionarias, guíe la lucha re-volucionaria hacia la toma del poder.

La construcción del socialismo en España partirá de la toma del poder y de la organización de la dictadura del proletariado, de la so-cialización de los sectores económicos altamente concentrados y de la planificación central de la economía para la creciente satisfacción de las necesidades obreras y populares. El IX Congreso del PCPE describió los rasgos fundamentales de la sociedad socialista-comunista en España. Sin embargo, el Partido debe fortalecer y desarrollar sus elaboraciones al respecto durante el próximo periodo.

El movimiento comunista en España necesita dotarse de un nuevo Manifiesto-Programa que parta del estudio científico de la estructura de clases en nuestro país, de su base económica y del aprendizaje crítico de las experiencias de construcción socialista en el siglo XX, señalando el camino hacia el poder y las bases programáticas sobre las que se cons-truirá el socialismo-comunismo en España.

El Comité Central elegido en el XI Congreso tiene como tarea plani-ficar el trabajo de elaboración del Manifiesto-Programa, con la máxima participación del conjunto del Partido, de la Juventud Comunista y de nuestra clase obrera.

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hoy resulta imprescindible para extraer las conclusiones científicas que permitan afrontar con rigor una nueva etapa a la ofensiva.

El Comité Central del Partido debe emprender los trabajos de inves-tigación y análisis de la historia de nuestro movimiento comunista, en paralelo y como parte inseparable de la elaboración de nuevo Manifies-to-Programa, vinculando dicho estudio al del desarrollo del capitalismo español.

los Comunistas, celebrado en enero de 1984. El nacimiento del PC, que adoptó en 1986 la denominación de PCPE, permitió que en España se mantuviese una organización marxista-leninista. Sin embargo, ese pro-ceso no estuvo exento de dificultades; tanto internas, dadas las particu-laridades del proceso de reagrupamiento del que nace el Partido; como externas, dadas las posiciones revisionistas que se iban imponiendo en los Partidos Comunistas que estaban en el poder, muy significativamen-te en el PCUS, que a la postre serían el factor determinante del triunfo de la contrarrevolución.

Por tanto, el Partido nace y se desarrolla sin completar un proce-so de clarificación y unificación ideológica, adoptando acríticamente las posiciones defendidas por las secciones del Movimiento Comunis-ta Internacional por aquel entonces enfrentadas al eurocomunismo. Se asumió acríticamente la estrategia etapista, se asumieron los análisis hegemónicos desde el XX Congreso del PCUS sobre la pluralidad de vías de transición hacia el socialismo; se asumieron las posiciones sobre la coexistencia pacífica en las relaciones internacionales y se hizo apolo-gía de las políticas puestas en marcha por el PCUS, que, poco después, conducirían al triunfo de la contrarrevolución y al restablecimiento del capitalismo en la Unión Soviética.

La victoria contrarrevolucionaria en la URSS y el desmantelamiento del sistema socialista sumieron al Partido y al conjunto del movimiento comunista español en una nueva fase de la profunda crisis que atrave-saba desde décadas atrás. A la falta de una estrategia revolucionaria y a la penetración de posiciones ajenas al marxismo-leninismo, se unieron nuevas desviaciones procedentes de la denominada “Nueva Izquierda”, que se extendieron en el seno del movimiento obrero durante la década de los 90 del siglo XX, y algunas posiciones propias del posmodernismo durante la primera década del siglo XXI.

El IX Congreso del PCPE supuso una ruptura con el proceso de liqui-dación iniciado cinco décadas atrás, pues por primera vez desde enton-ces las fuerzas marxistas-leninistas emprendían la tarea de definir una estrategia revolucionaria adecuada a las condiciones contemporáneas y enfrentada a toda influencia ideológica ajena al marxismo-leninismo.

Las difíciles condiciones en que se dio ese proceso, y la crisis interna desatada a continuación, no permitieron que se llevase a cabo un estu-dio sistemático de la historia del movimiento comunista español, lo que

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El giro obrero implica un trabajo metódico en el plano ideológico, dirigido a extender entre la clase obrera las posiciones del socialismo científico frente a la actual hegemonía ideológica de la burguesía, en una lucha implacable contra todas las corrientes oportunistas. Lucha-mos por la independencia ideológica de la clase, por la hegemonía en su seno del pensamiento científico del marxismo-leninismo.

El giro obrero implica un trabajo metódico en el plano político, diri-gido a desvelar el carácter de clase de cada medida gubernamental y de las diferentes propuestas del resto de fuerzas políticas, elaborando las posiciones políticas del Partido desde el punto de vista de los intereses de la clase obrera, partiendo de su realidad material y de la evidencia científica de que las necesidades del pueblo trabajador sólo pueden ser satisfechas completa y duraderamente en la sociedad socialista-comu-nista. Luchamos por la independencia política de la clase obrera, para que ésta reconozca al Partido Comunista como su partido y el programa comunista como su programa.

El giro obrero implica un trabajo metódico en el plano organizativo, dirigido a que el Partido esté presente en los centros de trabajo y en los sectores productivos determinantes. Sólo así pueden las fuerzas comu-nistas ejercer una dirección política e ideológica efectiva, haciendo de las células de centro de trabajo organizaciones de combate de la clase obrera revolucionaria, dirigiendo planes de trabajo específicos hacia las principales empresas, para lo que habrá que tomar en cuenta la impor-tancia numérica, la combatividad de su plantilla y la importancia estra-tégica del sector productivo en que se encuadre.

Esa triple perspectiva del giro obrero se completa con una política de masas que se orienta principalmente a los dos ámbitos en que se desarrolla con especial intensidad la lucha de clases: la producción y los lugares de residencia de la clase obrera. De ahí, que las organizaciones del Partido se deban organizar en los centros de trabajo y en los barrios obreros y populares, interviniendo en cada lucha en defensa de las con-diciones de vida y trabajo del pueblo trabajador.

En los centros de trabajo y sectores productivos, la militancia debe volcarse en la intervención en el movimiento sindical, organizando la lucha de la clase obrera en defensa de sus condiciones laborales y ele-vando la lucha económica a lucha política, elevando la lucha de clases espontánea a lucha de clases consciente. Para ello, el Partido no sólo

Capítulo VII

El Partido de la clase obrera

El Partido Comunista es un partido proletario, destacamento orga-nizado de vanguardia de la clase obrera de nuestro país. El carácter de clase del Partido se deriva de su posición ideológica, de los objetivos que persigue, de su composición clasista y de su capacidad para asumir la dirección práctica de la clase obrera.

Sin una presencia organizada y una amplia influencia del Partido en el seno de la clase obrera, la tarea revolucionaria se torna imposible. En el próximo periodo se debe prestar especial atención a la composición clasista del Partido y de sus órganos de dirección. El Comité Central y el Buró Político deben contar al menos con una mayoría de trabajadores asalariados, en la perspectiva de alcanzar una mayoría obrera en su seno.

La preparación de la revolución socialista implica necesariamente que las fuerzas comunistas se centren en la clase obrera, en su consti-tución en clase consciente, en clase para sí. Por tanto, todo el trabajo del Partido se orienta en esa dirección, en un proceso que denominamos giro obrero y que se articula en varias líneas de trabajo prioritarias, con-tando con una dimensión estratégica y otra táctica.

El giro obrero tiene una dimensión estratégica, en la medida en que partimos de que la clase obrera es la única clase auténticamente re-volucionaria, centro y dirección de la alianza social que pretendemos levantar frente a la clase dominante. La dimensión táctica del giro obre-ro parte del reconocimiento de la limitada influencia del Partido en el seno de la clase obrera, lo que resulta imprescindible revertir evitando cualquier dispersión de nuestras fuerzas, que deben concentrase en la intervención entre la clase obrera y en su organización.

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y de las posiciones sindicales clasistas a sectores crecientes de la clase obrera.

La propuesta aprobada por la I Conferencia de Movimiento Obrero y Sindical, siendo esencialmente correcta, no pudo ser aplicada por las numerosas resistencias internas, por las graves equivocaciones cometi-das en su aplicación y por los escasos activos sindicales con que con-taba el Partido, lo que ha llevado a que hoy no existan en la práctica los Comités para la Unidad Obrera que, en muchos casos, trataron de organizarse erróneamente desde fuera del movimiento obrero y casi con la única participación de militantes comunistas.

Que se abandone el proyecto organizativo de los CUO no significa renunciar a los análisis y a la estrategia que condujeron en su momento a su formulación, que tomaba en cuenta el grado de fraccionamiento del movimiento sindical, la correlación de fuerzas en su seno y la necesidad de poner en marcha una estrategia de unidad obrera para reconstruir el sindicalismo de clase. En todo caso, es necesario reconocer que el proyecto de los CUO nacía con una serie de carencias que no fueron su-ficientemente analizadas en su momento y que limitaron su desarrollo y actividad. Por ejemplo, la imposibilidad de concurrir a las elecciones sindicales, privando a los CUO de una presencia directa en los órganos de representación unitaria de los trabajadores y trabajadoras; o la im-posibilidad legal de este tipo de estructura para utilizar los derechos sindicales dentro de los centros de trabajo: convocatoria de asambleas, convocatorias de huelga, etc.

La dispersión y la debilidad general del movimiento sindical, dirigido desde cúpulas que han renunciado abiertamente a la lucha de clases, hacen imprescindible diseñar una estrategia que desarrolle la unidad combativa de la clase obrera, agrupando nuevas fuerzas obreras para desarrollar un sindicalismo de nuevo tipo que, además de luchar por las condiciones de vida inmediatas de la clase obrera, sea capaz de enfrentar a la clase capitalista en su conjunto, de enfrentar las políticas capitalistas y de enfrentar al poder burgués.

La debilidad actual de los sindicatos y el proceso de regeneración interna que están viviendo, especialmente Comisiones Obreras, ha ge-nerado nuevas condiciones para el trabajo, que es necesario saber apro-vechar, incrementando las fuerzas comunistas que trabajan en su seno. Durante un largo periodo será necesario trabajar en diferentes organi-

hace un trabajo en el seno de los sindicatos, sino que libra en los cen-tros de trabajo y en los sectores productivos una intensa lucha política e ideológica.

El XI Congreso mandata al Comité Central para que elabore y ponga en marcha, en la primera parte de su mandato, un plan organizativo dirigido a girar la estructura organizativa hacia los sectores productivos. El objetivo hasta el XII Congreso será la creación de organizaciones del Partido en los sectores productivos estratégicos.

El Comité Central deberá organizar en su seno un Departamento de Movimiento Obrero y Sindical al que se asignen cuadros suficientes para asegurar el cumplimiento de los acuerdos congresuales desde una pers-pectiva multidisciplinar.

Al mismo tiempo, la presencia y el trabajo sindical de la militancia comunista debe fortalecerse como tarea indispensable para ganar in-fluencia en el seno de la clase obrera y situar al Partido en condiciones de avanzar en el giro obrero. Es un deber de la militancia comunista el sindicarse y participar activamente en el movimiento sindical. El Comité Central, y bajo su dirección todos los comités intermedios, así como los órganos dirigentes de la Juventud, deben garantizar que se cumpla sin demora con ese primer objetivo.

El trabajo sindical del Partido, en lo concreto, es dirigido por las cé-lulas aplicando las orientaciones centrales. En ellas reside la capacidad de decidir la afiliación sindical y de dirigir el trabajo de su militancia en el seno de los sindicatos, según los objetivos marcados por los órga-nos de dirección. En aquellos casos en que la actividad sindical de la militancia supere el ámbito de actuación de la célula, tanto la afiliación sindical del militante, como la orientación y evaluación de su trabajo en el movimiento sindical serán competencia del comité de dirección correspondiente a su ámbito de actuación.

Dadas las condiciones generales en que se encuentra el conjunto del movimiento sindical, el Partido no tiene una única referencia. La afiliación sindical de la militancia debe priorizar el trabajo comunista en aquellos sindicatos que, por su base afiliativa, por su funcionamiento y por sus posiciones en cada centro de trabajo y sector, permitan desarro-llar con mayor eficacia la política comunista. Nuestro trabajo sindical se dirige a elevar la conciencia clasista, a unificar las luchas y, con ello, a unir a la clase obrera. Debemos agrupar bajo influencia del Partido

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Los comités intermedios deben partir de un análisis riguroso de la realidad en la que intervienen, de las fuerzas sociales y políticas pre-sentes, de los sectores productivos estratégicos, de las prioridades del Partido en la ejecución de sus planes de trabajo, impulsando la acción pegada al terreno de las células que agrupen bajo su dirección.

Las células son el vínculo esencial que fusiona la acción del Partido con la clase obrera y el pueblo. En su acción territorial, las células deben trabajar planificadamente, persiguiendo objetivos concretos y distribu-yendo correctamente las fuerzas militantes, atribuyendo a cada camara-da una función, una parcela concreta de trabajo político.

Las células deben analizar las problemáticas de la clase obrera y del pueblo trabajador en el marco territorial en que actúan y deben inter-venir en esas problemáticas. Para ello es imprescindible que partan de las necesidades reales del pueblo y que, en función de esas necesidades genuinas, se formulen las reivindicaciones que permitan movilizar a las masas y a sus organizaciones.

En el próximo periodo el Comité Central deberá prestar especial aten-ción al trabajo hacia las mujeres del campo obrero y popular. El Partido necesita finalizar el proceso de clarificación de sus posiciones y desarro-llar la táctica que conduzca a levantar un frente organizado de lucha por los derechos de la mujer trabajadora que, en el plano internacional, se vincule a la Federación Democrática Internacional de Mujeres.

El Comité Central partirá en ese trabajo del documento “La lucha comunista por la emancipación de la mujer y las tareas del PCPE” y del análisis de los artículos que se publiquen en el N.º 8 de la Revista Comunista Internacional. Con ese cometido, convocará una sesión am-pliada del Comité Central en la que se sinteticen posiciones y se discuta y apruebe la táctica a seguir.

zaciones sindicales, atendiendo a las condiciones específicas de cada centro de trabajo y/o sector productivo, y también en otras expresiones organizativas generadas al calor de las luchas (asambleas de empresas en lucha, asociaciones de parados, etc.). La militancia comunista, con independencia del sindicato en que actúa o de la expresión organizativa en que interviene, lleva a esos ámbitos unificadamente la política del Partido.

Durante el próximo periodo, fruto del trabajo sindical de la militancia comunista, será prioritario prestar una especial dedicación a aquellas estructuras o responsabilidades sindicales y a los órganos de represen-tación unitaria (delegados de personal, comités de empresa, etc.) más ligadas a los centros de trabajo, permitiendo un trabajo directo con las plantillas, persiguiendo el fortalecimiento de la línea sindical que pro-pugnamos y facilitando la organización de células del Partido en los centros de trabajo.

El XI Congreso del Partido abre una nueva etapa en la que el objetivo fundamental es incrementar la presencia y la influencia comunista en el seno del movimiento obrero y sindical. Esta etapa, de acumulación de fuerzas bajo la aplicación estricta de la política sindical acordada por el Partido, desembocará en la convocatoria por parte del Comité Central de una Conferencia de Movimiento Obrero y Sindical a celebrar en el cur-so político 2019-2020. Tras un amplio debate, esta Conferencia situará nuevos objetivos que permitan que el Partido llegue al XII Congreso ha-biéndose producido un salto cualitativo en su organización, influencia y capacidad de dirección entre la clase obrera.

La vida de la clase obrera no se agota en los centros de trabajo, la lucha de clases prosigue en los barrios obreros de nuestras ciudades y pueblos. El Partido debe estar presente en todas y cada una de las luchas que libran la clase obrera y los sectores populares. De ahí que la orga-nización del Partido deba estar presente, también, a un nivel territorial.

Los comités intermedios del Partido deben dotarse de la capacidad de contraponer el programa comunista a los gobiernos capitalistas en su ámbito de actuación, en el ámbito autonómico, provincial y local. Es necesario incrementar la actividad política de todos los comités, de-nunciando las políticas capitalistas, defendiendo los intereses de la clase obrera y el pueblo y haciendo avanzar el apoyo social a las posiciones comunistas.

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científicas respecto a lo sucedido en ese importante momento de nuestra historia y de las consecuencias que tuvo en el desarrollo posterior de los acontecimientos en el seno del movimiento comunista.

El carácter centralista del Partido no solo guarda relación con el ca-rácter de partido único dirigido desde un solo centro, sino con la aplica-ción y concepción centralizada de su política, que permite dirigir unifi-cadamente la acción de todas las fuerzas comunistas para alcanzar los objetivos propuestos para un determinado periodo de la lucha de clases.

Las tareas fijadas democráticamente por el Congreso son de obligado cumplimiento para todo el Partido y ejecutadas a través de planes de trabajo aprobados por el Comité Central. En los planes de trabajo se determinan las prioridades para cada periodo, se distribuyen las fuerzas militantes en función de esas prioridades y se asignan tareas concretas a las organizaciones del Partido que, a su vez, son adecuadas a las con-diciones en que actúa cada organización a través de sus propios planes de trabajo.

El cumplimiento de estos planes de trabajo está sometido al con-trol democrático del conjunto del Partido, que se instrumenta mediante procesos de rendición de cuentas del Comité Central en los que todas las organizaciones deben evaluar crítica y autocríticamente el grado de cumplimiento de los objetivos congresuales y proponer las medidas co-rrectoras que sea necesario adoptar para superar los errores y mejorar el trabajo del Partido. Los procesos de rendición de cuentas son una obligación del conjunto de comités de dirección y de células del Partido.

El XI Congreso define un modelo de Partido en el que cada nivel or-ganizativo tiene unas competencias y unas funciones delimitadas y so-metidas al control de la militancia a través de los principios de la crítica y la autocrítica, entendidos como ley del desarrollo partidario. El Partido es un sistema de organizaciones en el que cada militante cumple una función y tiene atribuidas una serie de tareas y objetivos fijados en cada nivel conforme a criterios de priorización del trabajo y de planificación centralizada, elementos imprescindibles para una dirección eficaz de la lucha de clases.

Durante el próximo periodo, el Comité Central debe prestar atención a la organización de células en la emigración y a la orientación política de las ya existentes, definiendo los objetivos concretos que debe perse-guir su trabajo político. También será necesario precisar las formas de

Capítulo VIII

Un Partido Comunista centralizado

El Partido Comunista, por definición, es una organización centraliza-da, en la que, desde el Comité Central hasta las células, pasando por los comités intermedios, cada estructura juega un papel en la aplicación y control del cumplimiento de los planes de trabajo. El carácter centraliza-do del Partido fue gravemente debilitado en todo el periodo precedente, en el que se cuestionaron los principios del centralismo democrático, que constituye la norma rectora de todo partido comunista.

El XI Congreso configura el Partido como un partido único en todo el ámbito territorial del Estado español, representando los intereses de la clase obrera del conjunto de los pueblos de España, con independencia de su pertenencia nacional. Esa unidad es la garantía de una dirección unificada de la lucha de clases, de la toma del poder y del triunfo de la dictadura del proletariado en España.

El hecho de que en 1936 se crease el PSUC como partido indepen-diente del PCE, o su participación en ciertas instancias de la Interna-cional Comunista, en ningún caso justifica hoy ese tipo de estatus. El nacimiento del PSUC encontró justificación en un momento concreto de la historia de nuestro país y de nuestro movimiento, y no en el hecho de que en un marco nacional concreto deba existir una organización comunista independiente.

El PSUC fue hijo de la consigna de “Partido Único del Proletariado”, de una concreta concepción de las alianzas con la denominada “izquier-da socialista” y de la aplicación en España de la política del Frente Popu-lar aprobada por el VII Congreso de la Internacional. En el próximo pe-riodo, en el marco de un estudio profundo de la historia del movimiento comunista español, el Partido debe ser capaz de alcanzar conclusiones

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Capítulo IX

Un Partido con un estilo de trabajo bolchevique

Hace muchos años que se comenzó a hablar en el Partido de la bol-chevización. Se trató de un fenómeno positivo, que expresaba la trasla-ción al plano organizativo de la estrategia revolucionaria que comenza-ba a perfilarse y la toma de conciencia de que era necesario preparar la organización para desarrollar las tareas prácticas que se derivaban de esa estrategia. Pero, al igual que sucedió con otros aspectos de la política aprobada, el proceso de bolchevización se convirtió en una consigna retórica.

De nuestros análisis se concluye que avanzamos hacia condiciones caracterizadas por una dura intensificación de la lucha de clases, que obligarán al Partido a prepararse para luchar en todas las condiciones y a aprender a combinar acertadamente todas las formas de lucha.

El XI Congreso acuerda iniciar un proceso de bolchevización dirigido a asegurar el funcionamiento del Partido sobre la base del centralismo democrático, desarrollando todas las características organizativas pro-pias del leninismo. Concebimos ese proceso como un incesante ataque planificado a todas las deficiencias y a todos los lastres que nos impi-den ser hoy el partido de revolucionarios profesionales que demanda el momento histórico, un partido de cuadros con capacidad para dirigir a amplias masas obreras y populares.

En el proceso de bolchevización del Partido juega un papel desta-cado e insustituible el trabajo ideológico. Es imprescindible elevar la preparación del conjunto de la militancia, extender la educación polí-tico-ideológica y la formación y especialización de cuadros, desde una concepción que parte del entendimiento de que formar los cuadros del Partido hoy es formar a los cuadros del Estado proletario de mañana. El

relación y colaboración entre nuestras organizaciones en el exterior, los partidos hermanos del país en que actúan y las organizaciones en el exterior de partidos hermanos de terceros países.

En ese modelo de Partido, anclado en los principios leninistas de organización, la Juventud Comunista - CJC, juega un destacado papel. Los CJC, como organización juvenil del Partido, son la cantera funda-mental de futuros militantes y entre sus funciones más destacadas está la de agrupar en la lucha revolucionaria a los sectores juveniles de la clase obrera y de las capas populares, difundiendo la política comunista, organizando su lucha y librando un combate ideológico frontal contra la penetración de la ideología burguesa. Al mismo tiempo, los CJC son una organización escuela, en la que deben formarse los cuadros comunistas del mañana con la ayuda, el apoyo y la dirección del Partido.

Las relaciones del Partido con los CJC se basan en la máxima aten-ción y seguimiento por parte de la estructura del Partido, a todos los niveles, para contribuir al desarrollo y fortalecimiento de la Juventud Comunista. El Partido, lejos de las prácticas que caracterizaron momen-tos anteriores, asume ante la Juventud el papel de orientación y direc-ción de su trabajo político, prestando especial atención a las opiniones políticas que traslada la Juventud, ayudando fraternalmente a los CJC a superar las deficiencias y errores que puedan existir en uno u otro mo-mento de su desarrollo, estableciendo los cauces para que la militancia juvenil se exprese ampliamente en los debates en que se fije la línea po-lítica e ideológica del Partido, que una vez acordada, vincula al conjunto de la militancia comunista.

El Comité Central del Partido trabajará con el Consejo Central de los CJC, tanto en los Congresos del Partido como de la Juventud Comu-nista, para introducir los cambios que sean necesarios para garantizar la mayor eficacia en el trabajo político conjunto, la ordenación de las promociones al Partido y, muy especialmente, la preparación ideológica de la juventud comunista.

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desterrar de una vez por todas las concepciones parlamentarias del Co-mité Central, que conciben el órgano de dirección como un mero espa-cio de deliberación y ratificación del trabajo realizado por las instancias ejecutivas o, en el peor de los casos, como un espacio para el lucimiento personal y el debate entre dirigentes.

El Comité Central debe realizar un trabajo permanente, lo que impli-ca que el conjunto de sus miembros y Secretarías deben tener asignadas tareas concretas de dirección central entre plenario y plenario. El Comité Central debe contar con un plan de trabajo general para todo el mandato congresual, que se desgrana Secretaría a Secretaría y se ejecuta median-te planes de trabajo anuales.

El grado de cumplimiento del plan general se evalúa por parte del conjunto del Partido a mitad de mandato, abriendo un proceso de ren-dición de cuentas en el que se deben pronunciar todas las células y comités del Partido que, a su vez, en el marco de ese proceso, también rinden cuentas de su propio trabajo.

En cada pleno del Comité Central se analizan el desarrollo de la vida política y los virajes de la lucha de clases, ajustando los planes de traba-jo a las condiciones existentes en cada momento, dotando al conjunto del Partido de un análisis concreto de la realidad y de las prioridades de trabajo que se derivan de ese análisis.

El Buró Político es el encargado del seguimiento de la lucha de clases entre plenos del Comité Central, del desarrollo y control político de la ejecución de los planes de trabajo, del seguimiento del trabajo de las organizaciones del Partido y del conjunto de nuestras fuerzas militantes. Al Buró Político le corresponde la preparación de las reuniones del Co-mité Central y al mismo pertenecerán cuadros políticos probados cuya dedicación militante fundamental será el trabajo de dirección central.

El Secretariado es una instancia de naturaleza ejecutiva, encargada de la ejecución de las tareas diarias de dirección, del seguimiento de la vida del Partido y de la dirección y control del aparato central. El Secre-tariado, por tanto, tiene funciones de gestión y ejecución, y su trabajo es controlado por el Buró Político y por el Comité Central, cuyas decisiones políticas ejecuta.

En el próximo periodo el Comité Central debe proceder a la orga-nización del aparato central del Partido, concebido como un organis-mo basado en el trabajo profesional del número de camaradas que sea

Comité Central debe prestar una especial atención a esta tarea durante el próximo periodo, poniendo en marcha de nuevo el Sistema de Escue-las del Partido, definiendo los diferentes niveles formativos, generando un ciclo incesante de trabajo ideológico y formativo en el que se preste especial atención a la formación de la Juventud Comunista.

En el ámbito organizativo es precisamente donde se requiere un ma-yor esfuerzo en el proceso de bolchevización, que debe comenzar por los organismos dirigentes (Secretariado, Buró Político, Comité Central y comités intermedios) y terminar por las organizaciones de base (células, colectivos y núcleos). Para ello el Comité Central deberá analizar con rigor las deficiencias que se observan en el trabajo, tanto colectivo como individual, y adoptar las medidas que permitan su superación, implan-tando un método y un estilo de dirección y trabajo unificado.

El método de trabajo del Partido parte de los principios de planifica-ción y control. Desde el Comité Central hasta la célula de más reciente creación, el Partido trabaja sobre la base de planes de trabajo articulados jerárquicamente en función de las prioridades establecidas democráti-camente por el Congreso. Así, los planes de trabajo aprobados por el Comité Central son concretados por los comités intermedios a través de planes específicos para su ámbito de actuación, que a su vez encuentran un desarrollo aún más concreto en los planes de trabajo de las células, en los que se distribuyen las fuerzas militantes y se asignan tareas con-cretas para cada militante comunista.

El complemento imprescindible de la planificación es el control del cumplimiento de los planes de trabajo. El seguimiento de la ejecución de los planes de trabajo no se limita a los procesos de rendición de cuentas, sino que se trata de un trabajo constante en el que juegan un papel fundamental los cuadros del Partido, que deben impulsar el cum-plimiento de los planes, detectar las deficiencias a tiempo y movilizar a las fuerzas militantes para que se alcancen los objetivos propuestos.

La planificación y el control del trabajo exigen una lucha sin cuartel contra toda manifestación de burocratismo. Se trata de conceptos políti-cos que implican un riguroso trabajo, alejado de todas aquellas concep-ciones que entiendan el trabajo organizativo como un mero recetario de medidas administrativas.

El Comité Central debe jugar el papel de centro dirigente de la lucha revolucionaria y de la lucha comunista de todo el Partido. Es preciso

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Capítulo X

Un Partido con una política de comunicación contemporánea

En la actualidad la clase obrera y las mayorías populares soportan un auténtico bombardeo mediático, al que no es posible responder ideoló-gicamente con esquemas comunicativos diseñados para las condiciones de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

El Partido necesita dotarse de instrumentos de agitación y propa-ganda que, utilizados combinadamente, permitan responder y derrotar a la maquinaria de guerra ideológica capitalista. Y ese objetivo resulta inalcanzable sin recuperar el carácter de vanguardia de nuestra políti-ca de comunicación, desarrollando y profesionalizando nuestra acción en todos los terrenos en que hoy se libra la lucha político - ideológica. Debemos reconocer que, a diferencia de otros momentos históricos, la política comunista en materia de comunicación lleva un inmenso retra-so y durante años se han confundido los planos de la agitación, de la propaganda y del nivel más general de la política comunicativa.

El Partido debe desarrollar una política de comunicación de van-guardia y organizar los medios materiales y las fuerzas militantes que lo permitan. Se trata de una orientación que debe presidir el trabajo del Comité Central en el próximo periodo, partiendo de los instrumentos con los que hoy contamos y aspirando a dotar al Partido de nuevos medios que multipliquen nuestra capacidad de orientar a la clase y de trasmitir nuestros posicionamientos con agilidad y eficacia.

Nuestra política de comunicación debe diferenciar dos frentes: el tra-bajo hacia los medios de comunicación externos y el desarrollo de nues-tros propios medios de comunicación. Durante mucho tiempo se utilizó como pretexto para no realizar trabajo alguno hacia medios de comu-

preciso y en la organización de un conjunto de medios materiales que permitan la profesionalización del trabajo partidista. El desarrollo del Partido Comunista que nuestra clase obrera necesita implica poner fin a toda concepción voluntarista en la construcción partidista. El volun-tarismo, el espíritu artesanal y la improvisación deben ser sustituidos por la profesionalización, la especialización, la planificación y el control colectivo del trabajo.

Fijados tales objetivos como parte imprescindible del proceso de bol-chevización del Partido, es necesario organizar los medios materiales que permitan su consecución práctica. Para ello, las finanzas del Partido no pueden estar basadas en concepciones artesanales, en el volunta-rismo, en la tolerancia ante el incumplimiento y en la falta de rigor. El Partido necesita una política de finanzas a la altura de los retos que tiene planteados y, eso, significa, en primer lugar, dotar al Comité Central de cuadros en condiciones de planificar y de desarrollar unas finanzas profesionales.

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dirigidas a recuperar la Fiesta de Nuevo Rumbo, contando para ello con la implicación de todos los niveles organizativos del Partido.

Otro medio de difusión de las posiciones políticas del Partido, en este caso un medio propagandístico, es la revista política del Partido que, a finales de mandato, debería alcanzar una periodicidad trimestral y coordinar su publicación con la Revista Comunista Internacional. En ambos casos, estas publicaciones juegan un papel fundamental en la preparación política e ideológica de las fuerzas militantes del Partido, debiendo convertir su estudio en una tarea regular de la militancia por la que deben velar las células, organizando regularmente coloquios y debates sobre dichas publicaciones.

Todas nuestras publicaciones deben contar con un plan de distribu-ción, de tal forma que la adquisición y venta por parte de la militancia, que es un elemento insustituible del trabajo en el entorno de cada co-munista, se complemente con una distribución por otro tipo de cauces: bibliotecas, quioscos, librerías, etc. Con cada número de la revista po-lítica y de la Revista Comunista Internacional debe hacerse un trabajo hacia el exterior del Partido, concibiendo ese trabajo como parte del frente de lucha político-ideológica.

La web es otro medio de comunicación que debemos potenciar en el próximo periodo, buscando un funcionamiento regular y cada vez más profesionalizado, debiendo convertirse en un reflejo del trabajo del Partido. De tal forma que a los contenidos habituales vayan sumándose, además, materiales audiovisuales que tengan un mayor impacto.

Las redes sociales son un instrumento que debemos aprender a uti-lizar acertadamente, estudiando en profundidad tanto sus potenciali-dades como sus riesgos. Mucho se ha avanzado en el último periodo, pero es necesario que, como tarea urgente, el Comité Central proceda a reglamentar la utilización de las redes por parte de cada nivel organiza-tivo y de la militancia, pues en caso contrario, su mal uso puede conver-tirse en un elemento disolvente de la organicidad leninista, en fuente de horizontalismo, de liberalismo, de individualismo y, al mismo tiempo, generar un grave problema de seguridad.

En relación con la lucha ideológica, el Partido debe poner en marcha un trabajo editorial riguroso que nos permita ofrecer a la clase obrera publicaciones marxistas-leninistas, lo que incluye la edición de obras

nicación ajenos la existencia de un cerco mediático al Partido. Efecti-vamente, ese cerco existe, y su existencia deriva de la contraposición de intereses entre el comunismo y los propietarios de las empresas de la comunicación. Ahora bien, en la medida en que el Partido crezca en fuerza e influencia, el cerco mediático será roto. Y ese es, precisamente, un objetivo para la próxima etapa.

El Comité Central debe organizar una Oficina de Prensa con carácter de organismo auxiliar. Esa Oficina tendrá la función de comunicar la po-lítica del Partido, tanto a través de los medios propios como de los me-dios de comunicación externos, formando cuadros especializados en el trabajo con la prensa, contando con listados, con una red de contactos, etc. Esa Oficina estará bajo dirección de la Secretaría de Comunicación, Agitación y Propaganda del Comité Central.

En lo que se refiere a las publicaciones con que cuenta el Partido son muchos los aspectos a mejorar respecto a la etapa anterior. Al igual que en todos los campos de actividad partidista, debe imponerse la especia-lización y la profesionalización en el trabajo.

El Nuevo Rumbo es el órgano de expresión del Comité Central del Partido y su papel es insustituible. A través del periódico se expresan nuestras posiciones oficiales y se facilita a la clase obrera un contacto directo con el Partido. Dicho en otras palabras: el Nuevo Rumbo debe convertirse en un vínculo regular entre las masas obreras y populares y el Partido.

En el próximo periodo el Comité Central debe fijar la periodicidad de Nuevo Rumbo, partiendo de su carácter mensual, y fijar su política de ventas. La periodicidad del periódico disminuirá en la medida en que el Partido se fortalezca y amplíe sus capacidades, partiendo inicialmente de una periodicidad mensual que se reducirá recurriendo a la edición de números especiales, siempre que la lucha de clases así lo aconseje.

La publicación y venta de Nuevo Rumbo no está reñida con la posi-bilidad de publicar una edición digital, permitiendo una política de es-pecialización de contenidos que tenga presente a qué sectores se dirige el Partido en cada momento y la forma más conveniente de hacerlo. En la medida en que el Partido sea capaz de desarrollar un órgano de ex-presión que gane referencialidad entre sectores crecientes de las masas obreras y populares, el Comité Central deberá establecer orientaciones

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clásicas y de nuevas elaboraciones dirigidas a intensificar la polémica con otras posiciones político-ideológicas.

Debemos incrementar nuestra presencia en el frente cultural. Ese trabajo no tiene que hacerse solamente bajo bandera del Partido, pero sí bajo dirección del mismo. Medios como Bonjour Karl, en los que juegan un destacado papel cuadros comunistas, deben complementar el trabajo en este ámbito, convirtiéndose en parte del frente ideológico y cultural del Partido, que engloba además todo un conjunto de actividades que perfectamente pueden nutrir la actividad de los Centros Obreros y Popu-lares: organización de bibliotecas, círculos de lectura, exposiciones de fotografía, ciclos de cine, representaciones teatrales, etc.

Capítulo XI

Los Centros Obreros y Populares y el trabajo del Partido

En los últimos años el Partido ha atesorado una serie de experiencias en el funcionamiento de los Centros Obreros y Populares, que trascien-den el viejo concepto de sede del Partido para convertirse en un espacio en el que consolidar los vínculos comunistas con las masas, en espacios de estructuración y organización del movimiento popular y de atención a sus necesidades. El Partido debe ser motor de los Centros Obreros y Populares, pero éstos deben ser mucho más que una sede del Partido.

El objetivo, durante el próximo periodo, es que en cada Comunidad Autónoma exista, al menos, un Centro Obrero y Popular, priorizando su creación en poblaciones con mayor presencia industrial, lo que no está reñido con la existencia de otra serie de locales y sedes en las que el Partido organice su actividad.

Se trata de un objetivo político, que nos ayude a extender la influen-cia comunista en los barrios, a estructurar el movimiento popular y a crear una red social en todo el país que tenga como base los Centros Obreros y Populares organizados e impulsados por las fuerzas comu-nistas.

Con un papel protagónico y dirigente de la militancia comunista, los Centros Obreros y Populares deben sumar, en la medida de lo posible, al tejido asociativo existente en su radio de actuación, así como a com-pañeros y compañeras con los que compartamos luchas, constituyendo una asamblea y un comité de dirección de cada COP que planifique las actividades (políticas, culturales, vecinales, juveniles, clases particula-res, talleres, etc.) y organice su gestión.

El Comité Central debe trabajar con cada organización territorial para alcanzar ese objetivo, prestando la ayuda necesaria. Cada Centro

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Obrero y Popular debe partir del principio de autofinanciación. Para ello, tras un estudio detallado de las diferentes experiencias acumuladas hasta el presente, se elaborarán una serie de directrices de organización y funcionamiento de los Centros Obreros y Populares, que al mismo tiempo que unifiquen el trabajo, permitan atender con flexibilidad a las características presentes en cada lugar.

Por otra parte, el Comité Central debe realizar un seguimiento pun-tual del trabajo en el Centros Obreros y Populares, ayudando a superar dificultades y atendiendo a las experiencias positivas que puedan inspi-rar el trabajo general del Partido.

La política dirigida a la organización de los Centros Obreros y Popu-lares se combina con la necesidad de situar como objetivo la organiza-ción de una sede del Comité Central del Partido en Madrid, en la que se cuente con los medios suficientes para el desarrollo de todas las facetas del trabajo partidista y con las condiciones que permitan el desarrollo del aparato del Partido.

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Resolución Política del XI Congreso (Extraordinario) del PCPE

Las tareas de nuestro partido hasta el XII Congreso

El XI Congreso (Extraordinario) del PCPE, celebrado en el año del centenario de la Gran Revolución Socialista de Octubre, es el Congreso de la recuperación de la senda leninista en España y confirma nuestra determinación de convertir al PCPE en el Partido que conduzca a la clase obrera al poder.

El Congreso ha aprobado el Informe y las Tesis presentadas por el Co-mité Central, completadas con las aportaciones realizadas por las célu-las del Partido, los CJC y los delegados y delegadas asistentes al plenario congresual celebrado en Madrid los días 18 y 19 de noviembre.

El XI Congreso (Extraordinario) cierra definitivamente la crisis sufri-da por nuestro Partido en el período reciente. Tras la Conferencia Central del 20 de mayo, que aprobó unánimemente mandatar al Comité Central a la convocatoria de un Congreso Extraordinario, las células del Partido y los CJC han discutido y completado los materiales presentados por el CC y han fijado las tareas esenciales del PCPE para el período hasta el XII Congreso.

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que los comunistas intervenimos como tal en los sindicatos y no a la inversa.

En la segunda mitad del mandato, el Comité Central convocará una Conferencia Central de Movimiento Obrero y Sindical donde se evalua-rán los avances en este sentido y se marcarán los objetivos tácticos para la siguiente etapa de trabajo.

3) Desarrollar el trabajo hacia la mujer trabajadora, partiendo de los análisis y elaboraciones del documento aprobado por el Comité Central en 2016, con la perspectiva de incorporar al Partido a sectores femeninos de la clase, tradicionalmente alejados de la organización comunista.

El Partido debe comenzar a superar sus dificultades en este ámbito mediante la planificación de un trabajo sistemático basado en la clari-ficación de que no nos dirigimos a la mujer en general sino a la mu-jer trabajadora, que nos basamos en planteamientos clasistas y no en planteamientos ideológicos burgueses y que nos centramos en aquellas problemáticas que son específicas de la mujer trabajadora, a quien ofre-cemos una propuesta organizativa específica.

El Comité Central establecerá los criterios básicos de trabajo para que esta faceta de la lucha comunista se incorpore a los planes de tra-bajo de todos los comités y células, así como las vías de desarrollo de la organización de masas de las mujeres trabajadoras.

4) Desarrollar el trabajo hacia la juventud de extracción obrera y popular.

La propuesta política del Partido Comunista es integral, es decir, va dirigida a todos los sectores de la clase obrera y el pueblo trabajador. En el caso de la juventud de extracción obrera y popular, la mayor parte del desarrollo práctico corresponde esencialmente a los Colectivos de Jóvenes Comunistas, que a todos los efectos aplicarán en su ámbito los acuerdos de este Congreso. El Partido realizará un constante trabajo de dirección política, orientación y seguimiento de las tareas de los CJC.

Analizado el contexto español de la lucha de clases, el PCPE acuerda desarrollar sus tareas en el próximo período hacia:

1) Desarrollar y profundizar el giro obrero del Partido, orientando su intervención principal hacia la clase obrera.

El PCPE priorizará el desarrollo de su estructura en los centros pro-ductivos de sectores económicos de carácter estratégico. Esto implica un cambio importante en la concepción del trabajo de extensión organiza-tiva y de la formulación de los planes de trabajo en todos los niveles de la organización. El Comité Central planteará a los Comités Intermedios un plan de desarrollo organizativo en esos sectores en el primer año de mandato para su desarrollo y seguimiento en los tres años posteriores.

Además, el PCPE deberá desarrollarse organizativamente en los ba-rrios obreros y populares, mediante la creación de células dedicadas a trabajar ante las problemáticas específicas de los mismos y a impulsar las estructuras organizativas vecinales necesarias para el desarrollo de las luchas con una perspectiva de clase.

2) Fortalecer el trabajo de los y las comunistas en los sindicatos, aprendiendo de todas las experiencias y errores del pasado y construyendo una cultura de intervención comunista en las estructuras sindicales.

Como primer paso, que tiene que desarrollarse en un período de no más de seis meses desde este Congreso, todas las células procederán a decidir y poner en marcha la afiliación sindical de aquellos militantes que no la tengan. Igualmente, evaluarán y definirán las tareas priorita-rias de aquellos camaradas que ya estén participando en las estructuras sindicales. Se fomentará también la participación de la militancia en los procesos de elecciones sindicales.

Todo este proceso debe orientarse bajo los criterios de una mayor ca-pacidad de intervención con orientación clasista en el centro de trabajo, entre la clase obrera a nivel territorial en general y bajo la consigna de

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El Nuevo Rumbo, como órgano de expresión del Comité Central, mantendrá inicialmente su carácter mensual y contará con un espacio específico en la página web central.

La web y las cuentas de redes sociales se potenciarán y se trabajará con ellas sobre la base de planes de trabajo con objetivos concretos y bajo una serie de directrices de difusión aplicables por los comités inter-medios y la militancia.

Durante el primer año de mandato, el CC celebrará una reunión am-pliada para debatir y fijar las líneas generales de trabajo de Comunica-ción: órgano de expresión, su política de ventas, web, redes sociales y trabajo comunicativo y agitativo general.

La utilización de mecanismos de comunicación actualizados no pre-supone el abandono de otro tipo de materiales como cartelería, octavi-llas o pegatinas. En tales casos, su utilización no depende sólo de su utilidad para las tareas de comunicación, sino también como expresión de trabajo militante y comunicación directa con las masas.

El Partido completará el trabajo ideológico y de comunicación con la puesta en marcha de una editorial propia.

7) Comenzar los trabajos de elaboración del Manifiesto-Programa

El Comité Central nombrará en su seno una comisión especial para la planificación y elaboración del Manifiesto-Programa del Partido, que será presentado y discutido en el XII Congreso.

Analizando el momento y las condiciones de construcción partidaria, el PCPE acuerda desarrollar sus tareas en el próximo período hacia:

8) Iniciar el proceso de bolchevización del Partido, clarificando las tareas y responsabilidades de los distintos órganos, abandonando el estilo de trabajo artesanal y superando las deficiencias internas.

El Comité Central, como máximo órgano del Partido entre Congresos, desarrollará un trabajo sistemático y organizado, tanto en sus sesiones

Para este trabajo es imprescindible la recuperación de la normalidad en las relaciones orgánicas a todos los niveles, incluidos los departa-mentos del CC, asegurándose también la presencia de la dirección cen-tral del Partido en las reuniones de los órganos centrales de los CJC, así como la presencia del Partido en las reuniones de CJC en el resto de niveles cuando sea necesario.

El Comité Central establecerá los mecanismos para la integración efectiva de las tareas de formación de los CJC en su plan de formación general.

El CC establecerá un calendario de seguimiento periódico de la inter-vención de masas y el trabajo interno de los CJC, pudiendo en su caso proponer las medidas de que considere oportunas para el pleno encua-dramiento de las tareas juveniles en la estrategia general del Partido.

Se recuperará y desarrollará el protocolo de promoción de militancia de los CJC al Partido, tanto para las promociones colectivas como para las individuales.

5) Desarrollar los COPS

El Comité Central, durante su primer año de mandato, elaborará un protocolo de promoción de Centros Obreros y Populares con el objetivo general de establecer, al menos, uno por Comunidad Autónoma y priori-zando la presencia en poblaciones con mayor presencia industrial.

Para esta tarea, se contará con la experiencia acumulada hasta el momento en los distintos COPs que existen o han existido. Se fijarán unos criterios generales de financiación, localización, gestión y difusión de tales centros.

6) Establecer un trabajo de comunicación contemporáneo y funcional a las necesidades del Partido.

El Comité Central creará una Oficina de Prensa, con carácter de or-ganismo auxiliar, para la realización de todas las tareas de información hacia el exterior y también a través de los medios de comunicación del Partido, con el objetivo de desarrollar una política de carácter profesio-nal hacia los medios de comunicación.

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centrales a su nivel y solicitar al Comité Central el desarrollo de nuevos materiales o materiales específicos en caso de que sea necesario.

El Comité Central mantendrá una constante atención al trabajo ideo-lógico, difundiendo sus análisis y posicionamientos a través de los dis-tintos medios de comunicación del Partido, especialmente a través de la revista política, donde se deberán abordar las temáticas necesarias que la militancia pueda intervenir de forma más adecuada en las luchas.

La revista política, como herramienta principal de difusión de las posiciones ideológicas del Partido, comenzará a publicarse inmediata-mente tras la celebración del Congreso.

10) Poner en marcha del aparato central es una exigencia de la lucha de clases a la que hay que destinar los medios necesarios, desarrollando unas finanzas a la altura de las necesidades de trabajo del Partido.

Para atender todas las necesidades de desarrollo interno y externo del Partido, el Comité Central sentará las bases para poder destinar a número de camaradas a las tareas del Partido de forma profesional, libe-rándolos de su actividad laboral externa.

La existencia de unas finanzas estables y profesionales es una nece-sidad perentoria para nuestro Partido. La financiación exclusivamente interna es un lastre que impide la multiplicación de nuestras capacida-des internas y externas.

No seremos capaces de contar con ningún cuadro profesional del Partido ni, por tanto, de desarrollar las capacidades del Partido, si no generamos las finanzas necesarias para las tareas de dirección a todos los niveles.

El Comité Central desarrollará varías iniciativas de financiación más allá de las cuotas, las aportaciones territoriales y el resto de vías utili-zadas hasta el momento, teniendo como objetivo no sólo duplicar las capacidades financieras actuales, sino multiplicarlas por cuatro hasta el XII Congreso.

El Comité Central, a través de la Secretaría de Finanzas, establecerá un mecanismo para el desarrollo de las iniciativas de finanzas contando con las capacidades y propuestas de los comités intermedios, así como un sistema homogéneo de liquidación de cuotas.

plenarias como a través de sus departamentos, sometido a planes de tra-bajo concretos y a una rendición de cuentas anual que permita detectar y corregir las dificultades que puedan aparecer.

El Comité Central para el desarrollo de sus funciones de dirección, prestará especial atención a la promoción de cuadros, desarrollando unos departamentos con el doble perfil político y técnico necesario para garantizar un trabajo lo más profesional posible en el cumplimiento de sus tareas.

Para las relaciones bidireccionales entre el Comité Central y los co-mités intermedios, así como entre éstos y los órganos inferiores dentro de su ámbito, se definirá y establecerá un mecanismo homogéneo y estable de comunicación interna y de rendición de cuentas, de abajo arriba y de arriba abajo, que sea claro, conciso, y que no ofrezca dudas sobre las tareas y las vías de comunicación que corresponden a cada órgano, organismo y responsable del Partido. Se establecerán también mecanismos de seguimiento y reuniones presenciales entre los comités intermedios y el CC.

9) Multiplicar el trabajo ideológico para hacer realidad la unidad ideológica interna y para intervenir mejor en la lucha de clases.

Para poder intervenir mejor entre las masas, pero también para poder hacer realidad la consigna de la unidad político-ideológica, la militancia comunista debe contar con el mayor grado posible de conocimiento del marxismo-leninismo y de las herramientas teóricas que permitan cono-cer y actuar sobre los fenómenos sociales que afectan a nuestra clase y a nuestro pueblo.

El Comité Central debe recuperar y estabilizar un plan de formación único y unificado, estructurado por niveles, así como las escuelas cen-trales y de cuadros, que deberán contar con una periodicidad y temáti-cas ajustadas en cada momento a las necesidades del Partido en la lucha de clases. El sistema de escuelas desarrollado por el Área Ideológica entre el IX y X Congresos, así como el programa formativo, constituirán la base para desarrollar el trabajo formativo hasta el XII Congreso.

Los comités intermedios y las células se encargarán de detectar las necesidades formativas de la militancia, desarrollar los planes de trabajo

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13) Desarrollar al máximo las iniciativas de colaboración y coordinación comunista internacional a todos los niveles, tanto bilaterales como multilaterales, para avanzar en el reagrupamiento comunista internacional y en la definición de una estrategia revolucionaria contemporánea marxista-leninista.

El PCPE potenciará su implicación en la Iniciativa Europea de Par-tidos Comunistas y Obreros y en la Revista Comunista Internacional, como herramientas esenciales para el avance de la coordinación a nivel político europeo y a nivel ideológico internacional.

Al mismo tiempo, mantendremos y ampliaremos nuestra participa-ción en todas las instancias que nos permitan el mantenimiento de las relaciones con amplios sectores del Movimiento Comunista Internacio-nal y con el objetivo de ir planteando los debates esenciales para la clarificación ideológica y política en su seno.

El PCPE priorizará en el desarrollo de las relaciones bilaterales a los partidos comunistas y obreros de nuestro entorno inmediato geográfico e histórico (Europa y América Latina), sin por ello abandonar toda po-sibilidad para la profundización de la relación bilateral con cualesquiera otros partidos comunistas y obreros de otras zonas. También el PCPE desarrollará su estructura en el exterior a través de los y las camaradas que residan en otros países, contando con la experiencia acumulada hasta el momento.

11) Comenzar los trabajos de investigación y análisis de la historia del Movimiento Comunista en España

En paralelo a las tareas vinculadas con el Manifiesto-Programa, el Comité Central nombrará en su seno una comisión especial para la pla-nificación del trabajo sobre la Historia del Movimiento Comunista en España, que presentará sus primeras conclusiones en la segunda mitad del mandato.

Analizado el contexto internacional de la lucha de clases y la situa-ción de crisis del Movimiento Comunista Internacional, el PCPE acuerda desarrollar sus tareas en el próximo período hacia:

12) Intensificar la lucha contra todas las alianzas imperialistas, contra la guerra imperialista y por la paz, contra la presencia de bases militares extranjeras en España, contra la participación de España en cualquier tipo de plan de agresión imperialista contra otros pueblos y por la ruptura unilateral de todos los acuerdos y tratados sobre los que se asientan.

El Partido Comunista debe estar en primera línea de la lucha por la salida de España de la Unión Europea y de la OTAN, como principales herramientas de agresión imperialista de las que nuestro país forma parte, impulsando movilizaciones de todo tipo y participando en las que persigan alguno o algunos de los objetivos por los que luchamos.

La desvinculación unilateral de España de estas alianzas sin un pro-ceso de ruptura con el capitalismo del que nacen es insuficiente desde el punto de vista clasista. Nuestra apuesta por salir de la UE y la OTAN no es para promover otro capitalismo, sino en clave de ruptura con el capitalismo.

Igualmente, el PCPE impulsará el debate ideológico con quienes par-ticipan en el movimiento antiimperialista y por la paz para avanzar en el análisis de aquellos aspectos esenciales como la concepción del impe-rialismo, la guerra imperialista y las alianzas imperialistas.

El PCPE trabajará para avanzar en la unificación organizativa de la lucha contra la guerra imperialista y por la paz bajo claves clasistas, ayudando a desarrollar y fortalecer Consejo Mundial por la Paz (CMP).

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