28085859 Navidad Peronista en El Microcentro

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Navidad peronista en el Microcentro

Por Juan Terranova

Buenos Aires, 2010.Año del Bicentenario de la Patria.

Un poema power point dedicado a Alfred Jaramillo,

el poeta desperdiciado, por los buenos momentos que pasé leyéndolo.

En los comienzos, el pesebre argentino era como un grupo de

rock.

Juan Domingo, el manager astuto, Eva, la estrella virgen que muere joven, También felicidad, promesas, bestias de carga y luces en el cielo.

Mientras tanto en la noche, la masa obrera renacía como el Gran Baterista. El hijo del carpintero, el artesano talentoso, El niño-industrial, dado a luz en un establo.

Los Reyes Magos eran tres. El negro que venía de Cuba para hacer sonar la retro-percusión revolucionaria del Caribe.

Barba Blanca, el de Moscú, Que traía la palanca y la bibliografía obligatoria.

Y el hijo de Mussolini, con un caballo africano Y un mega-remix de El Príncipe de

Maquiavelo, abajo del brazo izquierdo.

Y había otro más, el místico, Que había sido policía y cantaba la gloria telepática.

Y en vez del buey dormido llegó el Lobo, Que más tarde usó todos los canales

celestiales de la consola sindical para regrabar su carrera solista y terminó muy mal, tocando el arpa eléctrica.

Los primeros discos sonaban primitivos, Con hambre de comerse el mundo, Potencia y electro-rock campesino.

Y entonces la banda se hizo un lugar en la historia Cuando en un concierto a beneficio de las Víctimas Políticas del Tercer Mundo regaló una bicicleta sexual y una muñeca inflable Con la cara de María Magdalena.

De la infancia del domador, De la adolescencia de Jesús, nuestro líder, no sabemos nada.

Y cuando terminó la Gran Gira de los Excesos, el grupo partió al exilio separado, y les hizo llegar por correo a sus fans mensajes satánicos en casettes de cromo.

Diecisiete años después, la vuelta fue con cesionistas fríos, un tecladista sonámbulo, y una vocalista nueva que no convencía a

nadie.

Las discográficas evangelistas habían copado el mercado, Y el gran regreso del Mesías Gaucho resultó apenas un tiroteo carnicero en Ezeiza.

Ahora son las seis de la tarde de un jueves 24. Es diciembre y el Microcentro está vacío. Quedan algunos oficinistas cansados Que bajan las escaleras del subte A, Estación Piedras o Perú.

Los mozos cierran los cafetines de la calle Suipacha antes de viajar al sur o al oeste, Donde se prepara el fuego del asado ritual Y se llenarán los vasos con el vino de la reconciliación.

Hay televisores encendidos en la señal de ajuste,

O pasando películas de la picaresca militar. Y los viandantes, sentados en las mesas de la 9 de julio, Celebran tarde la independencia.

Y toman la quinta esencia estival, Esperando la misma liturgia de todos los años.

Buenos Aires, febrero del 2010.-