Escritos Sobre Ciudad y Arquitectura, Juan Carlos Pérgolis

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Escritos sobre ciudad y arquitectura

Juan Carlos Prgolis 1997

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NDICEPROLOGO INTRODUCCION ESCRITOS SOBRE LA CIUDAD 1. ELEMENTOS DE SIGNIFICACION EN LAS CIUDADES LATINOAMERICANAS Ponencia presentada al 45 Encuentro de Americanistas, publicada en el libro Arte y Arquitectura Latinoamericana, Ed. U.N. 1985 y en la revista Der Architekt, No.6 Bonn, RFA. 2. LA ENSEANZA DE LA ARQUITECTURA Y LA CIUDAD Publicado en la revista Escala No. 132, 1986 y base para la ponencia presentada al III Encuentro de Arquitectura Latinoamericana, Manizales, 1987. 3. LA MODA DE LA CIUDAD Publicado en la revista Hito No. 14, resumen de la ponencia presentada en el encuentro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, Medelln. 1987. 4. COMO CRECEN LAS CIUDADES? Publicado en revista Umbral-90 No. 6, 1990 5. CAMPUS UNIVERSITARIO O UNIVERSIDAD DISPERSA? Publicado en revista Escala No. 129, 1985. 6. CIUDAD COLOMBIANA, EXPOSICION ITINERANTE Publicado en Magazn Dominical de El Espectador No. 278, 1988. 7. COLOMBIA EN LA TRIENAL DE MILAN Publicado en Magazn Dominical de El Espectador No. 282, 1988; en el libro-catlogo de la XVII Triennale di Milano, Electa editrice 1988 y en el catlogo de la seccin Colombia de esa exposicin. 8. VIVIR EN EL MARCO DE LA PLAZA

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Publicado en Magazn Dominical de El Espectador No. 330, 1989. 9. LA AMERICANIDAD DE LAS PLAZAS MAYORES ESPAOLAS Publicado en revista Va Pblica No. 12, 1992. 10. SEALES COLECTIVAS EN EL PATRIMONIO CULTURAL URBANO Ponencia presentada en el Seminario-Taller La Ciudad como Bien Cultural Colcultura, publicada en el Magazn Dominical de El Espectador No. 382, 1990 y en libro del mismo nombre del seminario, que rene las ponencias del mismo. 11.LOS PEQUEOS EDIFICIOS DE APARTAMENTOS EN BOGOTA Publicado en revista Umbral-90 No. 4, 1990.

ESCRITOS SOBRE LA ARQUITECTURA EN LA CIUDAD 12.CENTRO COMERCIAL HACIENDA SANTA BARBARA Publicado en revista Umbrl-90 No. 7, 1991. 13.EL EDIFICIO DE LA CARRERA NOVENA CON CALLE CIEN Publicado en revista Umbral-90 No. 11, 1991

ENTREVISTAS SOBRE LA CIUDAD Y LA ARQUITECTURA 14. ENTREVISTA CON CARLOS SAMBRICIO Publicada en revista Umbral-90 No. 3, 1990. 15. ENTREVISTA CON GIORGIO LOMBARDI Publicada en revista Umbral-90 No. 3, 1990. 16. ENTREVISTA CON HERMANN HENSELMANN Publicada en revista Umbral-90 No. 8, 1991.

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ESCRITOS SOBRE LA ARQUITECTURA 17. IDEOLOGIA Y FORMA EN LA ARQUITECTURA MODERNA Publicado en el libro Aspectos de la cultura del siglo xx, que rene las conferencias del ciclo del mismo nombre. CIDAR, UN, 1983. 18. ART DECO: ARQUITECTURA, ORNAMENTO Y MODA Publicado en Magazn Domunical de El Espectador No. 42, 1984. 19. LA ARQUITECTURA, LAS INTENCIONES Y LAS POSIBILIDADES: LAS IGLESIAS RUPESTRES DE CAPADOCIA. Publicado en Magazn Dominical de El Espectador No. 44, 1984. 20. LA ARQUITECTURA, EL PODER Y LAS CLASES SOCIALES Publicado en Magazn Dominical de El Espctador NO. 43, 1984. 21. LA ARQUITECTURA, LA CIUDAD Y LA GRAMATICA Publicado en Magazn Dominicla de El Espectador No. 45, 1984. 22. SOBRE EL SIGNIFICADO Y LA FORMA DE LOS EDIFICIOS Publicado en Revista Umbral-90 No. 3, 1990 23. LAS FORMAS Y EL SIGNIFICADO DE CIUDAD Publicado en revista Umbral-90 No.5, 1990. Corresponde a apartes del captulo 3 del libro Las otras ciudades. 24.LA STALINALLEE, UNA AVENIDA CON FUTURO Publicado en revista Umbral-90 No. 8, 1991. 25. ARQUITECTURA EN INGLATERRA, 1960-1970 Publicado en revista Umbral-90 No. 5 1990.

PRLOGORECORRIDOS TEORICOS POR LAS CALLES DE LA ARQUITECTURA.

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A pesar de la preocupacin -que ya cumple varias dcadas- entre algunos profesores de urbanismo, historia o teora, ms unos pocos tcnicos de la urbanstica, por comprender la ciudad contempornea, su arquitectura y sus formas de produccin, el resultado efectivo que vemos y sufrimos es deplorable y cuasisalvaje. Si se ha reflexionado un poco sobre la estructura urbana y la manera como la arquitectura construye la ciudad, sobre las condiciones en que ella se produce y se controla, as como sus significados y cmo el habitante los percibe, en realidad an hace falta desarrollar mucho ms la reflexin. Y sobre todo hacerla

conocer, para que esos propsitos se clarifiquen y se vuelvan operativos, de manera tal que lleguen a incrustarse en los anhelos comunitarios y que los conceptos hagan parte de los instrumentos de quienes en realidad manejan la ciudad. O sea entre las autoridades, los polticos, los inversionistas, los constructores, y el pblico en general. Pensar la arquitectura y la ciudad no es pues una mera especulacin, ms o menos erudita, sino una necesidad social y cultural de la mayor urgencia. Y an ms hacerlo desde la realidad latinoamericana, tercermundista, reciente y superpoblada, poco industrializada, de poblacin campesina y con altas tasas de desempleo, con extensa subnormalidad y en permanente reelaboracin -como en un estado craso de transitoriedad-, pero con una actividad y energas de vrtigo. Todo esto nos exige concentrarnos en nuestra condicin urbana particular, y casi olvidarnos de las ciudades del mundo desarrollado, para producir nuevas categoras tericas capaces de dar cuenta de nuestros problemas concretos al surgir de la observacin y elaboracin de ellos. Por tal razn los escritos de los pensadores urbanos de nuestro medio bien pueden adquirir el carcter de trabajos seminales y de propuestas fundacionales del urbanismo latinoamericano.

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Nuestros particulares fenmenos y su dimensin no pueden llevarnos ni a la desesperanza sin programa, ni a un harakiri intelectual ante la

complejidad o la urgencia de los problemas; como tampoco al desconocimiento de la historia de la arquitectura o de la ciudad occidental, pues entre otras cosas el germen de la cultura actual y de nuestras ciudades histricas proviene de all, para germinar luego en este territorio especfico. Los parmetros arquitectnicos que nos rigen provienen en gran medida de la arquitectura moderna y racionalista, como tambin las concepciones urbanas corrientes deben mucho a los postulados de la urbanstica del siglo XX. Por eso no podemos ignorar las historias y creaciones de otras latitudes, ya que ellas, bien asimiladas y contextualizadas, conforman una base de partida para el estudio de nuestras realidades. Y esa doble tarea se han impuesto -con variados enfoques, calidades y resultados- nuestros pensadores: darnos a conocer la historia y comentar los principales paradigmas del exterior, e intentar elaboraciones sobre nuestra propia condicin. De ah que como documentado aporte al debate, en su ya madura preocupacin por la arquitectura y la ciudad, es bienvenida la recopilacin de los escritos del profesor Juan Carlos Prgolis y su mayor difusin en este libro.

Del idealismo modernista a una crtica visin de la realidad propia podra simplificarse el camino que busca seguir lo mejor de la crtica latinoamericana. Y esto sera aplicable tanto a la dimensin arquitectnica como a la urbana, del edificio aislado al edificio comunitario que es la ciudad; no como dimensiones separables, sino tan solo como estrategia epistemolgica, pues son en la realidad entidades mutuamente correspondientes.

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La arquitectura moderna, en su afn antihistoricista, cay en un abstraccionismo del cual slo saldr, en los respectivos campos, mediante estudios histricos y anlisis culturales que le proporcionen una especificidad y una raz que ni tuvo ni quiso tener en su afn de universalismo. O de ubicuidad, para ser ms precisos. Los diversos postulados que han regido su produccin o su discurso histrico, ya sea el orden, el decoro, la razn, la tcnica o el lenguaje, deben ser diseccionados, si queremos comprender la evolucin del oficio, de la enseanza o de la relacin entre teora y proyecto. Como tambin lo referente al significado y la comunicacin. Pues un campo en el que la arquitectura perdi mucho asidero entre el pblico corriente fue en la desnudez de sus formas, por lo cual las consideraciones sobre el significado en la arquitectura representan un aspecto importante; en la medida en que se busque reencontrar la comunicacin con los usuarios, sin necesidad de recursos banales o de repostera como sucede en los gestos posmodernistas de Jencks y sus secuaces, o las populistas remembranzas utilizadas por varios

folklorismos y nacionalismos superficiales. Con la rigurosidad pues de mantenerse dentro de los lmites de la disciplina arquitectnica. No podemos evadir tampoco la discusin sobre el ornamento, hecho de gran aceptacin en los medios populares y no profesionales; o sobre la monumentalidad, que pareciera una necesidad a las expresiones del poder; ni sobre la moda, factor crucial en cuestiones de gusto y aceptacin. Siendo muy positivo el viraje de algunos analistas inclinados al enfoque semitico, de ir ms all de la bsqueda de significados, o del juego significante/significado, hacia la comprensin de los sentidos que adquieren los hechos construidos merced a una cultura, una tradicin y

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una estructura sociopoltica, desde donde los habitantes perciben, viven y valoran sus construcciones. Otro aspecto del abstraccionismo adolecido por la arquitectura moderna, ya en la dimensin urbana, es la zonificacin racionalista que suprime la superposicin de actividades y plantea 4 funciones segregadas que anulan la multifuncionalidad propiciadora de dinmica urbana. Esa separacin ha llevado a la prdida de la urbanidad en las horas que no corresponden al horario respectivo: viviendas dormitorio sin vida comunitaria, centros dedicados al terciario y convertidos en desiertos peligrosos en los das feriados, periferias sin equipamentos ni monumentos que cohesionen la vida comunitaria; esquematismos abstractos, ordenamientos congeladores... As se ha perdido la integracin vertical y horizontal de las funciones que tena la ciudad tradicional, y que debemos replantear en la urbe contempornea; sin avalar el desorden seudoliberal que quisieran quienes se aprovechan del mismo en su propio beneficio. Y, junto a la zonificacin ocurri la prdida de la forma urbana consumada en la destruccin de la calle-corredor, o sea el abandono del espacio urbano definido y por lo tanto perceptible. Lo cual no se soluciona tan slo con aorar la forma tradicional, sino que falta concebir las modalidades en que debe articularse la compleja estructura que corresponde a los inmensidad de las metrpolis actuales. Sobre todo de nuestros conglomerados del subdesarrollo. Si es cierto que los elementos que conforman la ciudad como forma son los monumentos, el tejido residencial y el espacio pblico, que se articulan en la estructura de calles ms plazas, adquieren una significacin en los usos urbanos, y son apropiados mediante las acciones de la vida social; tambin es cierto que poco hemos adelantado

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en estudiar cmo estos elementos universales se concretan y articulan en la realidad factual de nuestras ciudades y dentro de la peculiaridad antropolgica de sus residentes. Consecuencia de este desconocimiento es, por ejemplo, lo que sucede con la mayora de los proyectos que han tratado de introducir el problema de la ciudad en los cursos de taller de las facultades de arquitectura: terminan por ser simples ejercicios grficos, de tramas de tinta negra, que colisionan o se intregran con la red existente. Y si, en el mejor de los casos, s se piensa la ciudad como forma tridimensional, resultan meras divagaciones formales, pues en ningn momento se la piensa como lo que realmente es: como un hecho construdo. Pero construdo por una sociedad especfica y unas fuerzas econmicas, para una gente que lo compra y habita desde una cultura y unos valores establecidos, con unos servicios y requerimientos que condicionan las elucubraciones formales ideadas por los proyectistas, y dentro de una simultaneidad de intereses, pulsiones, intercambios y actividades variadas. Por supuesto que un estudiante no puede dominar todos esos aspectos, pero si bien debe mantenerse dentro de su disciplina debe tambin considerar y comprender las condiciones en las cuales su proyecto se concreta y utiliza. Lo cual se dificulta por la falta de conocimiento del problema urbano y la poca claridad sobre lo que es la arquitectura de la ciudad, proveniente de la ausencia de anlisis de nuestras ciudades como hechos construdos. An ms, el desarrollo de la reflexin llega ahora a dudar del afn

meramente formalista, y quizs de aoranza, pero no para aceptar con pesimismo cnico la inevitabilidad de la disolucin de la morfologa

urbana, sino para dar mayor importancia a las modalidades y posibilidades de habitar los espacios sociales. Por supuesto desde los

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lmites de la disciplina, o sea definir, disponer y construir los lugares, y su previa proyeccin. Hasta ahora estos aspectos de la forma urbana los hemos explicado ya sea concentrados en la ciudad tradicional, o a travs de abstracciones generalizantes, o desde ilusiones nostlgicas. Con propuestas para un peatn medieval -o en nuestros caso colonial-, o de grandes construcciones con tecnologas de avanzada, o reduciendo el problema a la prestacin de servicios, la financiacin de la vivienda, el manejo del suelo, la adecuacin del transporte, u otros factores importantes pero no suficientes. La accin del Estado, el papel de los grandes inversionistas, las infinitas y menores construcciones de pequeos empresarios y constructores de sus propias necesidades, la extensa ciudad informal y la ciudad que queremos, son aspectos que an estamos lejos de tener claros. Debemos determinar la manera como el Estado puede y debe desarrollar proyectos que jalonen u ordenen la ciudad, y definir los medios de controlar los desafueros cotidianos de un pblico que ni entiende ni persigue una ciudad caminable, bien servida y equilibrada. Es crear conciencia de comunidad como nica va de desarrollo, para afrontar la decadencia del centro histrico y la desolacin de la periferia, para reestructurar y densificar la ciudad de manera justa sin llegar a la promiscuidad sobresaturada, ni ocupar las areas de reserva forestal, con peligro de arrasar el ambiente circundante. Se requiere la invencin de nuevas tcticas de diseo y gestin, as como crear los mecanismos polticos en que prime el inters pblico, pero sobre todo que este se rija por un proyecto urbano sencillo y claro al cual se atengan todas las acciones. No ese plan abstracto de los planificadores de antao, llenos de estadsticas, manchas y buenas intenciones; sino un

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proyecto de calles, servicios, equipamentos, volmenes y perfiles. Un proyecto de arquitectura. Pero lo suficientemente general como para permitir la coordinacin de los diversos servicios y la concrecin de unas fuerzas que no pueden predeterminarse porque se las ahoga. Se trata sin duda de una nueva ciudad, donde tendremos que considerar la fragmentacin inherente a la nueva extensin de la urbe, a la complejidad de la megalpolis y su vasta conurbacin, a las grandes fuerzas inversionistas, al abigarramiento de la pobreza y, por qu no?, a la nueva condicin de esta sociedad mediatizada, pragmtica y apoltica. Pero de todas maneras requerir cierta coordinacin entre sectores -o fragmentos-; ya no tras una armona formal de ciudad ilustrada o cortesana, pero s una articulacin de partes diversas, con permeabilidad y fluidez, con adecuados servicios y transporte, con espacios vivibles. O sea una infraestructura que permita el desarrollo de la sociedad, de su historia y sus culturas. Por eso se puede estar de acuerdo o no con los textos aqu presentados, o estarlo de modo parcial o con matices, pero por el hecho de contribuir al debate y considerar nuestras crudas realidades merecen una lectura atenta y una crtica recepcin. Para esto se publican, para continuar el estudio de la ciudad latinoamericana, y acercarnos en la mayor medida posible a entender su arquitectura, para lograr un habitat mejor y ms justo, con espacios sociales que puedan ser percibidos, apropiados y vividos. O sea para ser capaces de un proyecto ms adecuado, social y ojal otra vez bello; as se trate de una nueva belleza. Bogot, Febrero 11 de 1995. CARLOS NIO MURCIA, Arquitecto.

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INTRODUCCIONCuando la Universidad Piloto de Colombia me propuso reunir en un libro algunos de mis escritos producidos en la dcada de 1980, perodo en el que dictaba para esa institucin la materia Historia de la Arquitectura y el Urbanismo Contemporneos, me enfrent con una difcil tarea de seleccin que condujo a la reunin de estos veinticinco textos, ordenados ms por correlacin temtica que por una rigurosa cronologa. El criterio para la escogencia se bas en la respuesta que cada uno de estos artculos, ponencias a diferentes eventos y ensayos cortos encontraron entre los estudiantes, su articuclacin al debate acadmico y su proyeccin a los trabajos que ellos adelantaban en los talleres. De esta manera, seleccion algunos escritos referidos a aspectos de la historia, el lenguaje y la significacin de la arquitectura, que tuvieron repercusin directa en el ejercicio de mi docencia; pero el nfasis en la escogencia recay en la relacin arquitectura-ciudad, base del discurso terico de esa dcada. A los primeros los llamamos escritos sobre arquitectura y a los segundos, escritos sobre ciudad, aunque en la realidad es imposible separar ambos aspectos ya que, hacer arquitectura es hacer ciudad, algo que la enseanza, matizada por el pensamiento moderno pareci olvidar al separar arquitectura y urbanismo como disciplinas independientes. En medio de esos dos grandes bloques se intercalaron los anlisis de dos ejemplos de la arquitectura en la ciudad (Hacienda Santa Brbara y el edificio de la calle 100 con carrera 9) y tres entrevistas con tericos europeos que reflexionan sobre la ciudad: el historiador espaol Carlos Sambricio, el arquitecto italiano Giorgio Lombardi y el arquitecto berlins Hermann Henselmann.

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En mayor o menor grado, estos veinticinco textos participaron en la formacin del pensamiento de los estudiantes, llevando la reflexin hacia la ciudad como el mbito de la sociedad; no como la sumatoria de hechos arquitectnicos sino como la integracin de la arquitectura con la vida cotidiana, es decir, la relacin entre las formas, sus usos y sus significaciones comunitarias. En todos estos textos parecera librarse una batalla contra el individualismo de la arquitectura en favor del colectivismo de la ciudad, justamente en una dcada que se caracteriz por el inicio de un desenfrenado nfasis en la individualidad como modo de vida, actitud que sin dudas, llev a la degradacin de las ciudades como espacios comunitarios y a la dificultad que hoy da encontramos en la vida urbana. Los escritos que aqu se reunieron fueron publicados en diferentes medios; algunos aparecieron en las memorias de seminarios y congresos en Colombia o en el exterior, otros en revistas colombianas de arquitectura (Escala, Hito, Umbral) y en algunas publicaciones

extranjeras; finalmente, muchos de ellos en esa gran tribuna cultural, que todos los domingos ofrece el Magazn del diario El Espectador. De cada artculo se relaciona su procedencia, el encuentro de todos en un nico libro permite ver un aspecto del pensamiento en la teora y la enseanza de la arquitectura que participamos e impulsamos muchos profesores de las universidades colombianas en los aos ochenta desde las ctedras, conferencias y escritos. Apenas unos pocos aos despus, al inicio de la siguiente dcada, vemos que la reflexin sobre las ciudades sigue vigente porque cada da es ms difcil y spera la vida en ellas, quizs, porque cada da es mayor el choque entre el individualismo a que nos conduce el pensamiento

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actual y la intencin de continuar habitando en espacios sociales. Por ese motivo, el discurso hoy, debera ir ms all de la bsqueda de significados (tarea del mbito de la semitica) e introducirse en la bsqueda del sentido de la ciudad y la vida en ella; mirar ms los acontecimientos que las formas (que son sus escenarios) y de ese modo, la secuencia formas, usos y significaciones dara lugar a una nueva reflexin, la que ahora se expresa a travs de la secuencia formas, juicios estticos, sentido.JUAN CARLOS PRGOLISSantaf de Bogot, 1995

ESCRITOS SOBRE LA CIUDAD1-ELEMENTOS DE SIGNIFICACION EN LAS CIUDADES LATINOAMERICANASPonencia presentada al 45 Encuentro de Americanistas, publicada en el libro Arte y Arquitectura Latinoamericana, ed. UN y en la revista Der Architek, Bonn. RFA. 1985.

La Conquista y colonizacin de Amrica signific uno de los mayores esfuerzos de fundacin de ciudades que haya conocido la Historia. Junto con todo lo que llega de Europa a Amrica -bueno y malo- en esos aos, llega principalmente el modo de vida urbano: la ciudad como sitio y centro de la comunidad social, poltica, econmica y religiosa. Comparando la gensis de las ciudades americanas y europeas, se observa que en Amrica las estructuras polticas preceden a las econmicas en la formacin de los asentamientos; a diferencia de las ciudades mercantiles europeas, los asentamientos americanos fueron

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principalmente colonizadores. Si la ciudad europea puede considerarse como centrpeta por atraer haca s las fuentes econmicas de la regin, la ciudad americana funciona como centrfuga, por ser centro colonizador del territorio que la circunda(1). Es mucho lo que se ha escrito sobre la fundacin de ciudades en Amrica, anteriores a las Leyes de Indias; sobre las normas de la Corona Espaola que se anticipan a las fundaciones, codificando las alternativas de los conquistadores y sobre los recursos de stos ante las situaciones inditas que el Nuevo Mundo les planteaba. Sin embargo, a efectos del desarrollo del tema que nos interesa, vale la pena sealar que en ambas situaciones (fundaciones segn normas de las Leyes de Indias o segn criterios del conquistador) el significado de ciudad ha sido consecuente con dos aspectos fundamentales: La clara definicin del espacio pblico como espacio de la comunidad y centro del asentamiento, expresado a travs de la plaza y, a partir de ella las calles conformando la cuadrcula urbana. La presencia del edificio-monumento formando un todo espacial con el principal espacio pblico, a la vez que punto generador de la ciudad (la plaza). El edificio-monumento se convierte en smbolo de la comunidad en tanto representa las estructuras que la cohesionan y, en hito urbano o smbolo tambin de la ciudad. Ms all de estos dos aspectos bsicos, la trama urbana se define por medio del tejido de viviendas, alineadas sobre las calles, pegadas unas a otras, conformando las grandes estructuras continuas: las cuadras. Al respecto, en las Ordenanzas de Nueva Poblacin, que promulga Felipe II en 1573, podemos observar: ... empezando por la plaza mayor, sacando las calles a puertas principales, dejando espacio previsto para el crecimiento.. las calles

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anchas en los lugares fros y angostas en los de clima caliente...se ubicar la Casa Real, la Casa del Consejo, Cabildo y Aduana cerca de la Iglesia... Estos prrafos constituyen una bsica referencia a la estructuracin de la ciudad a partir de la plaza como espacio comunitario y a la importancia de la localizacin de los edificios-monumento. Referido estrictamente al tema de la plaza, en otro aparte podemos leer: La plaza mayor, de donde se ha de comenzar la poblacin, sea su forma en cuadro, que tenga por lo menos un largo equivalente a vez y media su ancho, porque de esta manera es mejor para las fiestas de a caballo... la grandeza de la plaza debe ser proporcionada con la cantidad de vecinos y con lo que la poblacin pueda crecer... En cuanto a las calles, las mismas Ordenanzas proponen: Las calles se prosiguen desde la plaza mayor, de modo que aunque la poblacin crezca no se afee lo ya edificado o se perjudique la defensa y comodidad (de la ciudad)... A trechos se irn conformando plazas menores, donde se han de edificar los templos parroquiales, repartidos en buena proporcin para la Doctrina... De este modo, la Norma estructur un trazado urbano basado en la cuadrcula geomtrica, flexibilizada por la geografa y adaptada a las diversas situaciones, pero apoyado siempre en el espacio pblico definido por la plaza principal, las calles y las plazas menores, conformando un sistema espacial integrado, continuo y jerarquizado, en el cual los edificios- monumento se localizan en los puntos de mayor interaccin entre el espacio y la comunidad: las plazas.

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Sobre la espacialidad de este trazado, el lenguaje de la arquitectura fue configurando la imagen de las ciudades latinoamericanas a travs de las grandes estructuras continuas que conforman las cuadras. Estas estructuras estn a su vez definidas por edificios pegados unos a otros sin discontinuidades, sin interrupciones. Esto lo podemos observar tanto a nivel de la vivienda como ante la presencia de monumentos. La arquitectura de las ciudades latinoamericanas no es una arquitectura de edificios aislados, de casas sueltas. Es una arquitectura de ciudad, de largos paramentos continuos que definen los espacios de las calles y las plazas, el marco arquitectnico para el espacio pblico. Cada construccin vale en s misma, pero vale mucho ms como parte integrante de la continuidad urbana. Lo individual se subordina al todo y, lo privado (y an el edificio-monumento) se subordina a lo pblico. Perfectamente definidas por los paramentos de la arquitectura, las calles se convierten en el espacio para participar en movimiento, recorrindolas; en tanto que las plazas constituyen los lugares para permanecer, para participar interiores. Ambos tipos de espacios, estn ligados no solamente a particularidades de la sociedad en sus modos de participacin y apropiacin psicolgica del medio, sino tambin al manejo y uso de la dimensin temporal. La calle y la plaza definieron el marco para el acontecer social a travs de las ms diversas actividades. Como espacios para el comercio, la calle defini el alineamiento comercial, mientras que la plaza constituy el mbito del mercado; el primero como comercio especializado, peridico u ocasional, en cierta forma, el comercio jerarquizado. El mercado signific el comercio masivo, de primera necesidad, el comercio de estticamente o mediante pequeos desplazamientos

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alimentos; el contacto -an hoy- entre el campo productor y la ciudad consumidora. Polticamente, la plaza fue -y es- el sitio de encuentro: la concentracin; la calle como recorrido, gener la manifestacin-. En lo cultural y recreativo, la calle es el lugar de paseo, en tanto que la plaza es el sitio para los actos. Pero mucho ms all de estos aspectos referidos al funcionamiento de la comunidad, el espacio pblico expresado a travs de recorrido (calles)y lugar (plazas) ha determinado aspectos de la ciudad que posibilitan la orientacin y los significados urbanos de la sociedad. La espacialidad del sistema calles-plazas, definido por el paramento continuo de los edificios como estructura de la ciudad se identifica mediante situaciones de simetra; no como simples instancias de reflejo de formas, sino como pauta ordenadora de la imagen de la ciudad: el orden subyacente bajo el aparente caos urbano. As como el hombre necesita definir los lmites de su entorno por una razn psicolgica de seguridad, cuando la sociedad alcanza un punto de madurez en que controla e interpreta el mundo fenomnico que la rodea, sus estructuras espaciales van ms all de las abstracciones

geomtricas: aparecen aspectos de connotacin orgnica -en este caso la simetra- expresados abiertamente o subyacentes en sus estructuras ordenadoras(2). Una simetra, en nuestro caso latinoamericano, entendida en los trminos en que la definiera Vitruvio: un acuerdo uniforme entre los miembros de una misma obra y una correspondencia de cada uno de esos elementos con la estructura entera.(3)

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Alrededor de una plaza puede haber puntos singulares que produzcan diferentes tensiones, pero el implcito esquema radial (simtrico) las rene en una totalidad legible que nos da la tranquilidad de la presencia de una estructura ordenadora. Las fachadas sobre una calle pueden ser completamente distintas entre s, pero unificadas perceptivamente en la paramentacin axial (simtrica) que hace al significado de la calle como espacio direccional, contenido en sus limites y recorrible. Este juego de tensiones lo vemos claramente en las ciudades latinoamericanas, desde su fundacin hasta la introduccin de la arquitectura del Estilo Internacional en la dcada de los aos cincuenta. As ocurri en la ciudad colonial, ms tarde en el perodo republicano y an en los primeros aos del Movimiento Moderno, es decir mientras se mantuvo la paramentacin en torno a los espacios pblicos, definindose las tensiones a lo largo de las calles y alrededor de las plazas, en una ptima relacin de escala entre el tamao del espacio y la altura de las fachadas. Este hecho fue definitorio en la conformacin del zcalo urbano, ese aspecto de tanta significacin en la imagen de la ciudad. La simetra como pauta estructural en las ciudades latinoamericanas es complementaria e inherente a la presencia del edificio-monumento. Los edificios pblicos de nuestras ciudades han sido histricamente la sede de los organismos que cohesionan la sociedad. Son sus monumentos (y las nuevas obras en este sentido debieran intentar serlo), permitiendo a la comunidad entenderse y asumirse como tal, recordar e interpretar su historia, no en una actitud fascista o de exaltacin del poder, como el Movimiento Moderno nos ense a ver la

monumentalidad, sino en el dilogo constante con la historia, cuya presencia en los puntos de mayor significacin urbana (por lo tanto, comunitaria) hace inevitable.

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En las ciudades latinoamericanas, la monumentalidad no es cuestin de tamao, ya que podramos enumerar una larga lista de edificios muy grandes cuya imagen no traduce monumentalidad y, recprocamente observamos pequeos edificios que se han convertido en hitos urbanos. La monumentalidad es algo ms complejo que la simple referencia volumtrica. Es una relacin entre la obra y su entorno, entre la obra y la escala humana; es tambin, algo propio del lenguaje de la arquitectura y, una particularidad de la obra que permite su identidad en relacin a la ciudad que la contiene, de la cual se vuelve paradigma. El monumento se convierte, segn estos trminos, en algo referencial y estructural de la ciudad. Podramos mencionar aqu, una extenssima lista de obras monumentales en la arquitectura latinoamericana. En muchas de ellas encontraramos referencias formales al lenguaje clsico (pilastras, columnas, frontones, etc.) ya sea expresado francamente o mediante reducciones lingsticas que sugieren los ritmos y las secuencias de esa tradicin. Pero ms que el lenguaje formal, resulta clsica la actitud ante el manejo del espacio a travs del proyecto: una actitud orgnica (como tambin lo es la simetra ordenadora del espacio pblico) ajena a cualquier abstraccin, en la que el hombre como individuo y como sociedad est siempre presente(4). Al no existir en esos ejemplos, intenciones de geometra abstracta en el diseo del espacio, tampoco encontramos las codificaciones de tipo geomtrico(5), que el Movimiento Moderno nos mostr como base de su espacialidad. Encontramos cdigos orgnicos, cuyos mensajes incluyen al hombre y a sus sentimientos: cdigos de lectura abierta, capaces de transmitir varios significados simultneos y en todos los casos, permitiendo al hombre-observador completar el mensaje con sus propias

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significaciones; son finalmente, cdigos de alto valor sgnico que rebasan la obra en s y alcanzan el espacio urbano. Esta trascendencia de los significados al espacio urbano, est estableciendo un comn denominador, un signo colectivo que permite entender la relacin obra-ciudad; por eso incluye los significados de la comunidad, por eso tambin, son cdigos percibibles por toda la sociedad y es justamente en esa actitud, donde reside la monumentalidad de estas obras. Estos aspectos de simetra estructural en la definicin del espacio pblico y de monumentalidad en la identidad de los hitos urbanos, se ha manifestado a lo largo de la historia de las ciudades latinoamericanas a travs del criterio de la fachada como parte integrante de un paramento continuo, esas grandes estructuras que anteriormente definimos como cuadras. Pero esta situacin de continuidad en ningn caso signific prdida de la articulacin del espacio, tanto en profundidad (articulacin del plano vertical) como en altura (articulacin del plano horizontal), resultando de ello la riqueza espacial del paisaje urbano. Paramentos retrocedidos o avanzados, balcones y volmenes conforman el juego de los planos verticales en tanto que los desniveles del piso, escalinatas y ms arriba los aleros, definen la articulacin de los planos en altura. Pero a nivel urbano, la base de la articulacin espacial surge de la definicin de un zcalo continuo a la vez que articulado en s mismo; esa parte de la ciudad que est en relacin directa con el hombre que la recorre, la parte tocable de la ciudad, el nivel donde se generan los significados ms inmediatos; el alineamiento de vitrinas en las reas de comercio, la secuencia de puertas, ventanas y muro en los sectores residenciales, el ensanche del espacio pblico por delante de los

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monumentos con su zcalo particularmente rtmico; dando lugar en todos los casos a la lectura simultnea de la individualidad de cada edificio dentro de la totalidad de la estructura mayor que la continuidad produce (la cuadra). Las ciudades latinoamericanas nunca han sido ciudades de casas aisladas, como vemos en las ciudades de las reas de colonizacin britnica o, en general, anglosajonas. Por ese motivo, la distorsin que en los ltimos cuarenta aos produjo la arquitectura moderna en nuestras ciudades, es altamente preocupante. El Movimiento Moderno -y ms tarde el Estilo Internacional- rechazaron la simetra en funcin de otros parmetros de estructuracin del espacio: aspectos funcionales que llevaron a la idea de zonificacin de la ciudad. El ordenamiento urbano apareci entonces consecuente con la organizacin funcional y la especializacin de cada sector segn actividades determinadas. Ante este planteamiento es obvio que la simetra ni cabe, ni tiene razn de existir; sencillamente es incompatible con los nuevos principios ordenadores. Esta actitud va a producir una nueva urbanstica, cuyo resultado ser la unidad o bloque aislado, el edificio exento, solo o en grupos integrando sectores especializados: conjuntos de viviendas, reas administrativas, etc. Es una urbanstica que an hoy se sigue produciendo bajo el pretexto de los planes masivos, que agrandan nuestras ciudades creando verdaderas tierras de nadie, ajenas a la trama y al tejido urbano existentes y distorsionando cada da ms la tradicional imagen de las ciudades latinoamericanas, aquellas ciudades basadas en el espacio pblico y pensadas como sitio de encuentro y participacin de la comunidad.

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Como vimos en textos anteriores, la dispersin de estos planteamientos modernos tiene su origen en los criterios de la psicologa fenomenolgica alemana, en la Escuela de Graz y la Gestalt resultante de considerar el proceso de la percepcin como una secuencia de imgenes aisladas y estructuradas en s mismas. Nada puede resultar ms contradictorio con la espacialidad de los asentamientos latinoamericanos que ese concepto gestltico de la percepcin, ya que como vimos, stas ciudades definen su imagen a travs de grandes estructuras continuas que resultan de la articulacin de edificios pegados unos a otros y bsicamente se perciben mediante la secuencia continua de los recorridos, donde el tempo, entre los acontecimientos es tan importante como el acontecimiento mismo. Esa actitud produjo la prdida de la continuidad de los paramentos, la dispersin volumtrica y la aparicin de pequeos espacios que aislan los edificios unos de otros. Estos espacios de carcter privado y ajenos al tradicional sistema de plazas y calles no pueden ser considerados como aportes al espacio pblico, pero tampoco logran conformar espacios de uso privado por su apertura a lo pblico... desafortunadamente, se han convertido en remanentes espaciales, muchas veces cercados con verjas, otras descuidados y deteriorados; pero fundamentalmente han cumplido el triste rol de desintegradores de la imagen urbana... Tambin el Estilo Internacional de los aos de la Segunda Postguerra nos mostr a la monumentalidad como una expresin del poder autoritario y centralizado, contrario a la democrtica dispersin de la ciudad. Fue una clara alusin a las arquitecturas nazi y fascista y posteriormente, en los aos de la Guerra Fra, una reaccin contra la arquitectura sovitica. De este modo, en un acto ms poltico que arquitectnico, el Estilo Internacional (vale decir el Movimiento Moderno convertido en bandera de

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la Democracia Occidental) propici la desintegracin del espacio urbano a travs de su fra y funcional geometra, de su asepsia lingstica y de su pretendida universalidad que arras con las particularidades locales. En esta nueva arquitectura la comunidad qued hurfana de sus smbolos espaciales representativos, pudiendo dar cabida a otros niveles de simbolizacin, como las expresiones de la sociedad de consumo, cuya expansin evit en Estados Unidos la crisis de desempleo por la mano de obra vacante de la industria blica, dio una nueva herramienta de dominacin hegemnica y acompa al reordenamiento poltico territorial de la Segunda Postguerra. Hoy, la sociedad de consumo unifica globalmente los cdigos del nuevo poder, destruyendo las particularidades locales expresadas

tradicionalmente -en arquitectura- a nivel de los monumentos. Pero los nuevos smbolos no constituyen nuevos monumentos en reemplazo de los tradicionales: dejan un vaco significacional que se traduce en la desarticulacin y despersonalizacin que podemos observar en las ciudades. Particularmente, en el caso de Latinoamrica, este dao es muchas veces irreversible, gran parte de esa arquitectura se podr demoler, las actividades que generaron se podrn reencauzar y reubicar, pero la distorsin significacional que la prdida del smbolo de monumento produjo en la poblacin, es algo cuya recuperacin puede llevar muchsimo tiempo... El despersonalizado y anodino lenguaje de los edificios del Estilo Internacional, es el ltimo factor -luego de la prdida del espacio urbanoque intervino en el deterioro de los significados de la ciudad. En muchos edificios es difcil comprender an su propio destino funcional: conjuntos de vivienda que podran entenderse como centros administrativos u

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hospitalarios o cualquier otra cosa... el mensaje formal que transmiten solamente da a entender la idea de modernidad. Una modernidad que en el caso Latinoamericano va matizada con economas dependientes, reducciones presupuestarias y ansias de emular (con medios restringidos) a la arquitectura de la metrpoli hegemnica... el lenguaje que intencionalmente debiera transmitir modernidad, realmente expresa pobreza arquitectnica y dependencia... una actitud muy coherente con una sociedad que no encuentra representatividad en su estructuras. Consecuentemente con estas observaciones, podemos preguntarnos -y muy difcilmente respondernos- si fueron estos espacios desarticulados de la ciudad y el lenguaje despersonalizado de los edificios que debieran expresar las fuerzas de cohesin de la sociedad, lo que llev al deterioro de la misma? o, fue el proceso de deterioro social que busc naturalmente expresarse en esos espacios? Es claro que hay una estrecha correlacin entre la identidad cultural y la identidad espacial y, la sociedad necesita integrar ambas en la imagen de sus monumentos arquitectnicos y su espacio comunitario; el espacio pblico. As, podemos decir que en la tradicin de las ciudades latinoamericanas, encontramos dos instancias referidas a las actitudes ante el manejo del espacio: una intencin orgnica que ocupa el lapso comprendido entre las fundaciones y la Segunda Postguerra y otra, referida a la introduccin del Estilo Internacional a partir de los aos cincuenta. En la primera, vemos que tanto el edificio-monumento como el espacio pblico mantienen una coherente identidad dentro del contexto de significados urbanos de la comunidad. La podemos llamar intencin

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clsica, ya que se basa en el hombre y en la sociedad. A travs de esa actitud, el espacio es paradigma de la cultura, evidenciando sus estructuras sociales y permite referenciarla a travs de cdigos orgnicos y abiertos. La actitud consecuente con las intenciones del Estilo Internacional, es anticlsica en el manejo del espacio, su mensaje -como ya sealramosse limita a la expresin de un cdigo geomtrico. Su espacialidad es abstracta (por eso, anticlsica), ajena al hombre y a sus sentimientos, ajena tambin a los significados comunitarios del espacio urbano. Para entender la particularidad del Estilo Internacional en Amrica Latina, debemos referirnos a fenmenos propios del rea en esos aos. En primer lugar, a la presencia de las oligarquas gobernantes, alineadas con la Democracia Occidental y su natural gusto por todo lo proveniente de la metrpoli hegemnica, junto a un gusto similar manifestado por las clases econmicamente altas en su afn de exclusividad de lite y su rechazo a los valores particulares del lugar en funcin de un pretendido modo de vida universal y moderno. En segundo lugar, debemos tener en cuenta que las dcadas de los aos cuarenta, cincuenta y parte de los sesenta, significaron en Amrica Latina, el gran crecimiento urbano producto -por distintos factores en cada pas- de la migracin del campo a la ciudad. Aqu debemos separar claramente dos instancias: por una parte, la herencia ideolgica del Movimiento Moderno europeo de preguerra, que permiti el crecimiento de las ciudades, dando una respuesta masiva a travs de una discreta arquitectura, que sin comprometer los valores urbanos tradicionales, se manej dentro de los parmetros

significacionales comunitarios. Por otra, la introduccin del Estilo

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Internacional, es decir el Movimiento Moderno de Postguerra, que llega va Estados Unidos a travs de la obra de los Grandes Maestros refugiados en ese pas, de sus discpulos norteamericanos (Philip Johnson, Saarinen, etc) y de las grandes firmas estadounidenses dedicadas a la arquitectura (Skidmore, Owings & Merril, etc.) El resultado de la introduccin del Estilo Internacional en Latinoamrica, lo vemos en todas las ciudades en mayor o menor grado. Es interesante observar cmo el embanderamiento poltico de este estilo acab desvirtuando las intenciones sociales del Movimiento Moderno -del cual proviene- y todo el contexto de un mundo mejor que este movimiento prevea en la dcada de los aos veinte, a travs de la arquitectura: aos de la Bauhaus y Le Corbusier, de Gropius y Mies en Europa, de rechazo a los totalitarismos y de euforia por una arquitectura que transforme al mundo, dan lugar -treinta aos despus- a una arquitectura (otra arquitectura) que arras con las particularidades locales, destroz las ciudades, acab con los espacios pblicos y los smbolos comunitarios, definiendo la imagen de un nuevo totalitarismo, el del consumo y las transnacionales y enfatizando espacialmente la nueva geopoltica entre pases hegemnicos y pases dependientes.

Notas:(1) Arqs. J. Aguilera Rojas, J. Ibez Montoya y L.J. Moreno Rexach: Urbanismo Espaol en Amrica, exposicin itinerante del Instituto de Cultura Hispnica. (2) K. Fiedler: Sobre la Pura Visibilidad, varias ediciones en espaol o, Antologa de K.Fiedler, ed. Nueva Visin. (3) B. Galiano: LArchitettura di M. Vitruvio Pollione, Stamperia Simoniana, Napoli 1758. Al respecto, puede verse tambin, R. de Fusco: Il Codice dellArchitettura, Antologa dei Trattatisti. E.S.I. Napoli. (4) K. Fiedler. Op.cit. (5) J. Piaget: Epistemologa del Espacio, varias ediciones en espaol. Vase tambin el texto: Ideologa y Forma en la Arquitectura del Siglo XX.

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2 - LA ENSEANZA DE LA ARQUITECTURA Y LA CIUDADPublicado en Revista Escala No. 132, 1986 y base para la ponencia presentada en el Encuentro de Arquitectura Latinoamericana, Manizales. 1987.

Estamos acostumbrados a observar el Movimiento Moderno a travs de la arquitectura que produjo -y sigue produciendo- y bsicamente lo identificamos con las figuras de sus grandes maestros. Es desde esos puntos de vista que encontramos la generalidad de la crtica y la teora, sin embargo no es tan fcil ver (sobre todo, a quienes vivimos contemporaneamente a sus ltimas manifestaciones significativas en los aos sesenta) que fue en el campo de la enseanza de la arquitectura donde el Movimiento Moderno produjo las mayores transformaciones en la tradicin arquitectnica. Al introducirse y consolidarse en las escuelas de arquitectura, este movimiento adquiere dimensin internacional, arraigndose en los ms diversos contextos y convirtindose en la vanguardia a nivel mundial. Al mismo tiempo, ese accionar a partir de los centros de estudio le permiti al Movimiento Moderno, desarrollar una accin continuada en la formacin de profesionales y docentes, que asimilados a su pensamiento formarn a su vez nuevos profesionales en ciclos sucesivos. Los programas acadmicos de la Bauhaus(1) y las reflexiones de Le Corbusier(2) fueron los modelos que nutrieron las diferentes escuelas de arquitectura en todo el mundo, adaptndose a las ms distintas situaciones y enfrentndose a las ms variadas tradiciones de los diferentes medios. La migracin, por conocidos motivos de la poltica europea de preguerra de muchos de los maestros de la Bauhaus a los Estados Unidos(3), introduce el pensamiento moderno en los pnsums de estudio de ese pas, desde donde se producir una segunda difusin internacional de las ideas acadmicas; ahora embanderadas con los

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significados de la democracia occidental propios de la Segunda Postguerra. Observando hoy ese fenmeno, podemos sealar dos factores que contribuyeron a la difusin y trascendencia del modelo, Por una parte, la coherencia de los programas, que por primera vez en la historia de la enseanza de la arquitectura, constituyen un cuerpo integrado dedicado al desarrollo del diseo como resultado de un proceso. Por otra parte, el sentido de modernidad que trasuntaban los ejemplos de las obras de la arquitectura moderna (comenzando por el propio edificio de la Bauhaus), permita a sus adherentes -tambin por primera vez en la historiasentirse partcipes de una vanguardia, an en los ms remotos rincones del planeta. Finalmente, debemos sealar el profundo contenido social subyacente en el pensamiento del Movimiento Moderno, especialmente en su etapa europea previa a la Segunda Guerra Mundial, como el ingrediente definitivo para su honesta aceptacin a travs del convencimiento de haberse hallado una frmula arquitectnica, que basada en la observacin funcional era capaz de solucionar los problemas masivos de la sociedad industrial y el grado de dificultad y deterioro de la vida en sus ciudades(4). El Movimiento Moderno no solamente construy la arquitectura del siglo XX; en una reflexin ms amplia, podramos decir que tambin form el pensamiento arquitectnico del siglo a travs de la enseanza en las universidades. Pero junto con la atencin a los aspectos funcionales de la arquitectura, la enseanza durante la modernidad introdujo la esttica del lenguaje reducido y los volmenes sueltos como parmetros del diseo consecuentes con el nuevo pensamiento.

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A la definicin de esta esttica concurren muchos antecedentes, pero resulta fundamental la relacin entre el Movimiento Moderno y los principios de la Gestalt de la escuela de psicologa fenomenolgica de Graz, que consideran a cada percepcin como un fenmeno estructurado en s mismo(5). Traducida a la arquitectura, esta intencin se expresa en la estructuracin cerrada de cada hecho arquitectnico -que los convierte en fenmenos equivalentes- y en la consecuente dispersin a nivel urbano(6). El mejor ejemplo que nos permite comprender esa actitud, lo encontramos en la conocida frase del Movimiento Moderno: La fachada es el corte, que da a entender que la imagen del edificio (la fachada) resulta de su resolucin interior (el corte); ignorando -por ejemplo- el doble papel de la fachada como la piel de la construccin a la vez que la piel del espacio exterior, algo que relaciona estrechamente a la obra con la ciudad, transcendindola ms all de la arquitectura en s(7). A partir de esta elemental reflexin, se podran sealar muchos aspectos similares que explican la escisin entre la idea de arquitectura y la idea de ciudad durante este perodo. Pareciera entonces que cada hecho arquitectnico es un fenmeno en s mismo, que se expresa a s mismo en tanto que la ciudad es -en este contexto- un problema aparte, algo propio de los grandes planes del urbanismo, la nueva disciplina cuya existencia autnoma ejemplifica estas actitudes... Otro antecedente que concurre a la definicin de la esttica moderna, proviene de la intencin de diferenciar y resolver separadamente cada situacin funcional; algo que tambin tiene mucho que ver con la Gestalt de la Escuela de Graz y que se expresa tanto a nivel de la arquitectura, como de la ahora independiente disciplina del urbanismo. Esta intencin que a escala de la arquitectura condujo con excelentes resultados a la

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especializacin de los espacios; a escala de la ciudad signific la zonificacin; una muy sana intencin ante el caos urbano(8) que, sin embargo, tuvo como resultados la prdida de la espacialidad tradicional de la ciudad (a travs de la volumetra dispersa), la aparicin de zonas muertas o tierras de nadie, consecuente con la especializacin por sectores y, la exaltacin de los sistemas viales (otras tierras de nadie) necesarios para satisfacer los desplazamientos entre los diversos sectores especializados. La ciudad se convirti en la expresin de las famosas cuatro funciones (habitar, trabajar, recrearse y circular) cada una de ellas en su espacio propio(9). Pero los acontecimientos de la vida diaria no se presentan aislados ni son univalentes. Los infinitos matices de los tonos intermedios los vivenciamos en un conjunto de sensaciones y emociones superpuestas. Si la vida diaria se nos presenta como un todo de situaciones entremezcladas, no podemos pensar en el espacio urbano como una parcelacin de funciones y consecuentemente de sensaciones y significaciones que nos obligue a vivir los acontecimientos aisladamente, cada uno en un momento y lugar diferentes... los espacios del hombre son multifuncionales, una realidad que se apoya en la variedad simultnea de hechos que enriquecen la vida. Las nuevas respuestas espaciales de la modernidad, llevan implcitas una nueva actitud en el pensamiento y una nueva escala de valores ante la arquitectura y la ciudad: por una parte, la ruptura entre arquitectura y espacio urbano, como problemticas que se enfocan separadamente y, por otra, el profundo y ambicioso convencimiento de que el cambio en arquitectura conllevara el cambio en la sociedad. Si ambos aspectos los referimos a la universalizacin de las ideas modernas, es obvio que la nueva actitud del pensamiento se distancia enormemente de las

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particularidades locales en funcin de una observacin macro de la realidad; en consecuencia, su expresin ser la de los grandes planes de todo tipo, propuestos en casi todas las ciudades del mundo. A esa escala no cabe la observacin del detalle que nutre la participacin diaria del habitante con su ciudad (10). Esta nueva actitud del pensamiento se hizo posible mediante la implcita intencin gestltica en el Movimiento Moderno: para lograr los volmenes sueltos y la separacin funcional, se necesit desarrollar un proceso de aproximacin y conocimiento del espacio -tambin desintegrado en su totalidad- que fcilmente condujo a la observacin macro, ya que la dispersin a la vez que dificulta la atencin del detalle (las

particularidades histricas, sociales, etc.), permite ampliar el campo de la visin. El Movimiento Moderno nos ense a pensar por separado cada situacin espacial en funcin de una situacin funcional y, a travs de esa mecnica nos indujo a pensar en grande, obviando particularidades y detalles. Para poder concretar esa actitud de ruptura con la historia y la tradicin espacial, el proceso de aproximacin al conocimiento del espacio tuvo que valerse de artificios, como los llamados mtodos de diseo, que dado su carcter abstracto, permitieron la ruptura con la tradicin sin traumatismos -en su momento-. As, se pudo cambiar una realidad orgnica y concreta por otra abstracta y geomtrica. No es extrao entonces, que la arquitectura moderna se exprese a travs de cdigos de tipo geomtrico(11). Vale la pena observar, que tambin en el arte, los principios gestlticos de la Escuela de Graz, condujeron a la abstraccin del lenguaje y a la geometra que se desarroll a partir del Cubismo. La idea del mtodo de diseo en la enseanza de la arquitectura moderna, aparece a primera vista como un procedimiento ordenador ante

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la complejidad de la problemtica del diseo. Sin embargo, debemos entenderlo como la indispensable herramienta del pensamiento ante una serie de situaciones aisladas cuya unin no expresa la totalidad... del mismo modo que los edificios del Movimiento Moderno, no expresan en su conjunto, la idea de ciudad. Al respecto, basta pensar en cualquiera de los ejemplos de la urbanstica moderna internacional para comprender la dificultad que nos producen al querer interpretarlos como espacios urbanos o, tomando ejemplos ms prximos, podramos referirnos al conjunto de viviendas Centro Nario o al Centro Administrativo Nacional (CAN), ambos en Bogot(12). Junto con la idea de mtodo de diseo, a la vez que consecuente con ella, la enseanza de la arquitectura moderna introdujo el concepto de composicin como otra herramienta que permiti al pensamiento manejar la abstraccin geomtrica que en ese momento reemplazaba a la reflexin sobre la realidad espacial de cada lugar. El concepto de composicin condujo en la ltima etapa del proceso de diseo a un juego -tambin abstracto- de equilibrios entre volmenes, generalmente vistos en planta o maqueta(13) que distanci an ms a los proyectos de la realidad percibible por el observador que recorre la ciudad. El mtodo compositivo vino a reemplazar aspectos que son propios de la organicidad del espacio y que estaban internalizados por el hombre, tal es el caso de la simetra estructural, los ritmos, las secuencias, etc. No es casual entonces, que en los primeros intentos por romper con el movimiento moderno, aparezca la axonometra como instrumento de diseo. As, en los proyectos de Stirling de los aos sesenta, la perspectiva permite ver en conjunto el ensamble de las partes de los edificios. Esta es una visin mucho ms general que las tradicionales

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perspectivas a nivel del ojo del observador que se usaron durante el Movimiento Moderno, mostrando imgenes parciales de la totalidad, que desconectadas de una secuencia tempo-espacial (recorrido) favorecan an ms el pensamiento disperso. En los ejemplos de trabajos de universidades seleccionados (1986), que aqu se sealan, subyace una intencin totalizadora del pensamiento, ante una situacin espacial. Podramos identificarla como la actitud opuesta a la dispersin modernista ya que se refieren simultneamente a la arquitectura y a la ciudad como un todo continuo. Las intervenciones arquitectnicas son a la vez, intervenciones urbanas, ya no a travs de volmenes sueltos, solucionados en s mismos, sino dentro de la comprensin total del espacio de la ciudad desde la ptica de un observador en movimiento. Esto se expresa en la idea de recorrido que encontramos en esos

proyectos. As, el hecho arquitectnico como fenmeno aislado da paso a las grandes estructuras continuas que son la esencia del espacio de nuestras ciudades a la vez que el producto de un proceso de diseo que apunta simultneamente a la resolucin de las escalas arquitectnica y urbana como una unidad de problema: una actitud antigestltica. Nuestra percepcin del espacio es continua. Como ya se dijo anteriormente, ms prxima al concepto de una pelcula cinematogrfica que a una secuencia de diapositivas. Nos interesa tanto el tempo entre los acontecimientos como estos en s mismos: por eso, pensar los sucesos espaciales dentro de una continuidad nos permite una ms real aproximacin a la totalidad. Vale la pena reflexionar entonces, sobre la serie de instancias que conforman el proceso de conocimiento del espacio: si la percepcin, que es la primera aproximacin se caracteriza por su continuidad, qu mecanismos intervinieron en la metodologa de

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diseo heredada del Movimiento Moderno, que en la internalizacin ms profunda del espacio -aquella que se revierte en el proyecto- la resultante fue la dispersin? y, porqu con anterioridad a la alianza Escuela de Graz-Movimiento Moderno, el espacio urbano era continuo?... las dos preguntas tienen un comn denominador en sus respuestas: pareciera que la dispersin volumtrica y la separacin funcional son el resultado de una actitud intelectual ajena a la realidad, que busca sustituirla por una abstraccin... Es una actitud facilista asumir como opuesto a la modernidad la simple expresin de volmenes continuos producidos por adicin de hechos arquitectnicos, como las casas a lo largo de una cuadra. Por eso, vale la pena observar las diferentes actitudes que median entre los proyectos que hoy da se realizan en nuestras universidades, una es la ya citada continuidad volumtrica, que se ejemplifica con la subordinacin de cada hecho arquitectnico a una estructura mayor (caso cuadra) o, por el planteamiento directo del gran volumen nico como elemento estructural urbano (generalmente referido a la obra-monumento). La otra actitud, est basada en la consideracin de la continuidad en el vaco entre las construcciones (identidad continua del espacio pblico), no como resultante de una intencin compositiva en planta o maqueta, sino como la continuidad articulada en trminos de recorrido. En este caso, la continuidad surge de la percepcin que el observador tiene en su desplazamiento por el espacio. Es una continuidad tensional, no volumtrica, que implica una ms compleja actitud mental ante el proceso de diseo ya que se trata de manejar la virtualidad de una o varias lneas de fuerza y articularlas a travs de eventos espaciales, bsicamente, los espacios para recorrer (calles) y los espacios para permanecer (plazas). Al mismo tiempo, el proceso de diseo debe

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atender a la definicin de estas tensiones mediante las caractersticas del paramento que las contiene, el que a su vez debe expresar en una misma imagen, el significado dual del hecho arquitectnico y la referencia urbana que conforma. Es a travs de este pensamiento global como actitud ante la problemtica del espacio, por donde puede pasar uno de los caminos que yendo ms all del proceso de diseo moderno, plantea una alternativa a la recuperacin de la ciudad. Tal vez, la nica alternativa vlida en la bsqueda de una ruptura con la modernidad... Notas:(1) Vase La Bauhaus, H.M. Wingler. Ed. G. Gili (2) En relacin al pensamiento de Le Corbusier, vale la pena leer algunos apartes de sus obras Hacia una Arquitectura ed. Poseidn y Cmo Concebir el Urbanismo, ed. Infinito. Ambos textos, a su vez, constituyen excelentes ejemplos para la comprensin del pensamiento moderno. (3) Se refiere a Walter Gropius, Mies van der Rohe, Marcel Breuer, etc. que emigraron a Estados Unidos ante la persecucin nazi y a travs de su labor universitaria (bsicamente Gropius y Mies) modernizaron los pnsums acadmicos de varios universidades de ese pas. (4) Al respecto, vale la pena ver trabajos universitarios de alumnos de la Universidad Nacional en el ao 1945, presentados en las Revistas Proa de ese ao. (5) Vase el artculo Simetra y Monumentalidad, J.C. Prgolis. Revista Escala No. 130 (6) Vase el artculo Ideologa y Forma en la Arquitectura del siglo XX. J.C. Prgolis. (7) En este sentido, la arquitectura barroca produjo los mejores ejemplos del manejo de la fachada como membrana o piel del edificio, a la vez que piel del espacio pblico. Vase por ejemplo, la obra de Borromini Oratorio Filipense, en Arquitectos del Mundo. Ed. Escala. (8) Pueden verse cualquiera de los muchos planes reguladores para ciudades colombianas o de cualquier otro pas. (9) Vase La Carta de Atenas, Ed. Contmpora. (10) Al respecto, la actitud de Gordon Cullen o Kevin Lynch, ilustra la intencin opuesta a esa observacin macro. Vase La Imagen de la Ciudad, del primer autor y El Paisaje Urbano, del segundo. (11) Vase la nota No. 7, referida al artculo Simetra y Monumentalidad. Op cit. (12) Vase Simetra y Monumentalidad. Op.cit. (13) Vase la nota No.1, referida al artculo Simetra y Monumentalidad. Op.cit.

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3-LA MODA DE LA CIUDADPublicado en la Revista Hito No. 14, resumen de la ponencia presentada en el encuentro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, en Medelln. 1987

Ningn constructor a lo largo de la Historia de la Arquitectura, o de la Ciudad, asumi en su pensamiento, la diferencia entre hacer arquitectura y hacer ciudad: construa o intervena el espacio urbano y en ambos casos saba que estaba haciendo ciudad y estaba haciendo arquitectura, ya que son inherentes una a la otra. Cuando Miguel Angel interviene la Colina Capitolina, lo hace a travs de la arquitectura: utiliza elementos arquitectnicos, pero conforma un espacio urbano de altsima calidad. Las intervenciones barrocas estructuran las ciudades -lo vemos muy claramente en Roma- a travs del manejo de elementos arquitectnicos y urbanos: pero la diferencia de escalas y el rol de cada elemento es muy preciso para el logro de un fin nico, que es la calidad del espacio. La escisin arquitectura-ciudad es propia de la arquitectura de nuestro siglo, expresada en el Movimiento Moderno: una arquitectura que construye objetos desconectados entre s (incapaces por ello de configurar un espacio urbano coherente y continuo) y un urbanismo cuyo punto de vista "macro" no permite atender -ni entender- la particularidad del espacio urbano resultante. La arquitectura basada en el concepto de "composicin" y el urbanismo en el de "zonificacin" quisieron sustituir la realidad orgnica y concreta construida a lo largo de la historia por una irrealidad abstracta. Hoy entendemos -viendo el Movimiento Moderno con la perspectiva de los aos- que el conocimiento de la historia, no como un inventario del pasado sino como una trayectoria a lo largo de procesos sociales, econmicos, polticos, territoriales, etc. que explican el presente, es la nica

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alternativa para recuperar la realidad: la historia concreta como oposicin a la abstraccin moderna. Esta reflexin ha sido la ponencia llevada al Encuentro de Arquitectos Latinoamericanos que se realiz el ao pasado. Sin

embargo, an en medio de este tipo de reflexiones, vemos que contina en las facultades de arquitectura la polarizacin entre Planificacin y Diseo Urbano, inherentes al Urbanismo y a la Arquitectura, respectivamente, como reas del conocimiento cerradas en s mismas, acentuando la ruptura entre arquitectura y ciudad. As, se muestra una planificacin de la ciudad en abstracto, muchas veces expresada en planta a travs de planos de colores, que convierten a la intervencin urbana en un juego abstracto (una manzana de Londres puede ser estadsticamente idntica a una de Bucaramanga) e independientemente una arquitectura que intenta desesperadamente ser urbana. Hoy resulta casi imposible, encontrar un taller de arquitectura de alguna facultad, que no quiera "hacer ciudad", con el resultado -muchas veces- de una arquitectura cuya vocacin urbana se quiere lograr a travs de formas que se suponen como "transmisoras del significado urbano", de juegos abstractos con tramas que se intuyen como capaces de "hacer ciudad" o de algunas formas ms o menos de moda que se suponen tambin como formas "milagrosamente urbanas". Porque hoy, "hacer ciudad se ha vuelto una moda en muchas academias, olvidando el "hacer arquitectura", el extremo opuesto a la situacin que nos toc vivir hasta hace unos aos. El enceguecimiento por ese querer hacer ciudad -tal vez como resultado de la cada da mayor dureza y dificultad de la vida en nuestras ciudades- no permite ver que existe una buena arquitectura que genera buenos espacios urbanos (an dentro de los criticados canones del

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Movimiento Moderno) y del mismo modo, hay una acertada planificacin de la ciudad que atiende a la calidad espacial resultante. No hay "inyecciones de ciudad" que salven a la arquitectura que en esencia es antiurbana. No sirve reproducir gestos urbanos en espacios que no lo son: las plazas y calles de un conjunto cerrado no son las plazas y calles de la ciudad, por su funcin y por su escala son patios y corredores, que por representar una parodia urbana olvidan y destruyen su calidad como espacios arquitectnicos. Tampoco sirve transplantar imgenes de la obra de arquitectos extranjeros que en sus discursos apuntan a la ciudad, en este sentido, abundan ejemplos de "Krierismos" y "Bofillismos" como maquillajes aplicados a edificios cuyos planteamientos son claramente antiurbanos. Por ltimo, tampoco sirve tomar gratuitamente las formas de la historia (nuestra o ajena) para volver "urbana" una arquitectura que no lo es... La ciudad como moda, o la historia como moda, confunden tanto al pensamiento arquitectnico como al urbano, desvirtan una problemtica que pasa por la calidad del espacio ya sea arquitectnico o urbano. Si se pretende ir ms all de una arquitectura moderna, que con sus propuestas alter la tradicionalidad del espacio urbano, no debemos olvidar que moda y moderno tienen la misma raz etimolgica y su significado es coincidente: "lo que satisface el gusto actual", vale decir el transitorio gusto de un momento y no podemos (ni nosotros ni nadie) permitirnos el costossimo placer de construir una ciudad segn la moda, una ciudad desechable, porque cuando hacemos arquitectura, hacemos ciudad.

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4-CMO CRECEN LAS CIUDADES?Publicado en la Revista "Umbral-90" No. 6. 1990.

Las ciudades latinoamericanas crecieron en torno a las plazas. Desde all partan las calles y se conformaba la retcula con facilidad. La ciudad se entenda a travs de sus calles, sus plazas y sus manzanas loteadas donde se construan las viviendas. En cercanas de la plaza, el espacio de todos, se ubicaban los edificios tambin de todos: las instituciones y el comercio. Mucho ms tarde aparecieron las grandes avenidas y los parques. Fueron la respuesta a necesidades fsicas y significacionales del crecimiento urbano a travs de nuevas y muy expresivas formas... pero las ciudades continuaron creciendo del mismo modo: a travs de calles, plazas y manzanas que contenan las construcciones. Evidentemente exista una estructura sobre la cual se se levantaba la nueva arquitectura y esta estructura era "de la ciudad", por ello, de todos los habitantes, que se sentan partcipes del crecimiento urbano. Ir a los nuevos barrios significaba ir a ver "las nuevas pertenencias" de la ciudad y de los ciudadanos. All podan ver nuevas imgenes semejantes a las existentes, o diferentes y novedosas, pero por sobre todo, eran imgenes de la ciudad y patrimonio de los habitantes. Las nuevas partes de la ciudad podan tener una continuidad con la trama ya consolidada, para ello solo bastaba prolongar las calles y dejar el vaco de alguna manzana como plaza o parque pblico, o proponer una nueva trama, de diseo propio que buscaba diferenciar y enfatizar un sector o barrio por medio de particularidades formales del espacio urbano, que junto con la arquitectura proyectaban el carcter del sector. As nacieron los barrios de Teusaquillo en Bogot, Laureles en Medelln, Prado

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en Barranquilla y tantos otros que son parte de la identidad de esas ciudades y a cuyas tramas se articulan armoniosamente. Hoy nos asombra ver el modo como crecen las ciudades, no por la imagen de desorden propia del momento de crecimiento, sino por la falta de futuro que traducen la anarqua y la ausencia de intenciones colectivas de los nuevos sectores. All no va a vivir la comunidad, van las familias, pero la colectividad, esa entidad a la cual debieran pertenecer orgullosamente los individuos y las familias, no va y aunque fuera no tendra donde expresarse como tal. Tampoco los nuevos sectores son "partes de la ciudad" y es muy fcil hacer esta observacin desde el punto de vista de la falta de carcter e identidad de las nuevas reas... pero la situacin es ms profunda que la homognea monotona de los barrios nuevos. No son parte de la ciudad porque no existe la voluntad de serlo: son soluciones individualistas de viviendas para "ciudadanos sin ciudad" como dijera Marco Romano, aunque vivan en edificios con jardines interiores y antena parablica, aunque sus edificios estn agrupados conformando sectores de apariencia urbana. Pero no son reas realmente urbanas. En ellas falta la vida de la ciudad y la presencia de la comunidad; estn desarticuladas de la trama, aisladas como resultado del anrquico proceder de algn "urbanizador" y de la falta de visin comunitaria de la administracin urbana para definir el espacio de la ciudad. Quizs as es ms fcil para los vecinos que perdieron el sentido de ciudadana, cerrar calles y sectores, impidindose mutuamente el paso, temerosos que se meta la ciudad, ese ente abstracto con el cual nadie quiere ya identificarse, lleno de extraos que pueden perturbar la idlica paz de la Isla de la Fantasa donde viven las individualidades, seguras y protegidas... quizs es mejor un celador armado

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que una familia paseando, sobre todo, si la familia que pasea no es del sector... A la ciudad le quedaron las vas troncales (aunque tampoco por all se pueda pasear). Pero una comunidad basada en la individualidad no existe como tal y tampoco puede, ni le interesa, dejar seales colectivas para el futuro. En estas vas troncales se refugian entonces las imgenes de transitoriedad de una ciudad que proyecta su futuro en el individualismo; all aparece el comercio, tambin transitorio, "mientras dure", "antes que se dae el sector", garajes y casas ms o menos adaptadas con mnima inversin y mxima rentabilidad, sin ver que el futuro, ms que lo que haga cada individuo para s mismo, es lo que la comunidad hace para todos. Tiene ms futuro una plaza o un parque pblico que quinientos patios de conjuntos. Tiene ms futuro la ciudad que sus casas. Tiene ms futuro el organismo todo que una parte aislada de l...

5-CAMPUS UNIVERSITARIO O UNIVERSIDAD DISPERSA?Publicado en Revista Escala No. 129, 1985.

Durante la Edad Media el trmino "universidad" era aplicado indistintamente a los concejos de las villas y a las corporaciones de los diferentes gremios. Ya en esa poca la palabra "universidad" defina los dos aspectos bsicos del concepto que son vlidos hasta nuestros das: su capacidad de respuesta ante la consulta y la especializacin temtica. Reflexionando sobre las caractersticas de esos dos aspectos, lo primero que observamos es su identidad urbana. La universidad como tal, aparece consecuente con el renacer de las ciudades entre los aos 1200 y 1300, explicndose como organismo asesor y respondiendo a la divisin del trabajo o especializacin, base de la vida urbana.

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El Humanismo renacentista, la Reforma y la Contrarreforma, definen a la universidad moderna hacia el siglo XVI, agregando la investigacin (en un principio, solamente de la Antigedad), al papel de transmisin de conocimiento. A lo largo de estos casi ochocientos aos de historia, la universidad ha mostrados tres modalidades de definicin arquitectnica en relacin a la ciudad, dos de las cuales estn hoy vigentes y constituyen el eje de la actual polmica respecto a la localizacin de los centros de estudios. La "universidad-ciudad" configur, hasta principios de nuestro siglo, un tipo de asentamiento dado por la importancia que fueron adquiriendo determinadas universidades que absorbieron o volcaron las actividades de la ciudad en funcin del centro de estudios. Tal fue el caso de Oxford en Inglaterra, Tbigen y Heidelberg en Alemania. Pero el incremento demogrfico y el crecimiento de las ciudades definieron las dos modalidades de universidad que hoy discutimos: el centro de estudios disperso en la ciudad y el campus universitario segregado de la trama urbana. La idea inglesa de campus, que concentra los edificios con claustro, fue acogida en Estados Unidos y desde all se difundi a todo el mundo occidental: del mismo modo que la idea -tambin inglesa- de la ciudad jardn configur aos ms tarde, los extenssimos e impersonales suburbios de las ciudades norteamericanas. Pero el gran impulso al concepto de "universidad segregada", lo provee el Movimiento Moderno con sus criterios de zonificacin urbana, mientras que a escala arquitectnica, las nuevas formas puras, con sus significados de "modernidad" y "confort" acabaron con el viejo y asumido concepto de los edificios con claustro. As, junto con las ciudades que se distorsionan en reas especializadas por actividades, agrandando desmesuradamente su

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extensin y creando sectores muertos en las diferentes horas del da, la universidad se aisla del contacto con la comunidad que la cre y justifica su razn de ser en s misma. La universidad segregada de la comunidad se convierte en un oasis de paz, apto para la reflexin y para el pensamiento, un lugar especializado en su funcin intelectual .... un ambiente ideal que corre el grave riesgo de convertirse en una abstraccin. Como hoy lo vemos en muchas de nuestras ciudades, para la poblacin no universitaria, la universidad es un fenmeno ajeno, encerrado en sus muros o rejas, tan annimo y distante como una fbrica o una base militar. Recprocamente, la universidad pareciera mirar al mundo, filtrando su ptica tras la retcula de la malla que encierra "la Isla de la Fantasa"... Histricamente, las ciudades latinoamericanas ubicaron sus

universidades en el centro, junto a las dems instituciones que estructuran a la comunidad, junto al comercio y al mercado, junto a la vivienda y en franca relacin con el espacio pblico: la Academia articulada con la ciudad, nutrindose mutuamente. An hoy en Bogot podemos observar la vitalidad que aporta al centro la actividad de varias universidades, a la vez que participan la calidad urbana de los espacios que configuran: el significado de la Plazoleta del Rosario como sitio de encuentro y dilogo entre la comunidad o la definicin de las calles en el sector recuperado por la Grancolombia, cuyas casas paramentadas dejan entrever la actividad de los claustros ms all de los zaguanes. En este mismo contexto, es destacable la acertada intencin del proyecto para el desarrollo de la Universidad INCCA, que redundar en una verdadera rehabilitacin del sector ms degradado del centro de Bogot. Sin embargo, asistimos tambin al espectculo de la

automarginacin del espacio para la educacin, no solamente universitaria

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sino a todos los niveles. Si en una poca no muy lejana, cada barrio tena su escuela y la relacin casa-colegio significaba participacin entre los estudiantes y la ciudad, hoy encontramos sectores de colegios, ubicados en la periferia, solamente accesibles a travs de tediosos viajes en buses escolares que segregan elitistamente a los alumnos del resto de la comunidad, an de los de su misma edad. En este sentido, resulta muy significativa la actitud de la Universidad de la Sabana, en Bogot, la que a lo largo del tiempo ha ido incorporando a su planta fsica, diferentes casas del sector donde funciona (Quinta Camacho) conformando una especie de "barrio-universidad"; un sector de la ciudad convertido en universidad sin perder sus significados urbanos ni su identidad. Simultneamente fueron apareciendo en el rea otras actividades menores en relacin al centro de estudios: cafeteras, libreras, comercio especializado, etc. todo en estrecha armona espacial con el barrio. El resultado fue una alternativa casi indita, de excelente expresin urbana, una situacin intermedia entre el campus segregado y la universidad dispersa en la ciudad. Sin embargo -y haciendo vlida la anterior reflexin sobre los colegios- la Universidad de la Sabana est construyendo sus nuevas instalaciones en la periferia de la ciudad, automarginndose de la misma y abandonando la excelente respuesta urbana que espontneamente produjo. Dentro del mismo esquema urbano de "barrio-universidad", encontramos en Bogot a las universidades Piloto, Catlica y

Grancolombia, aunque esta ltima por su localizacin en el centro, integra naturalmente sus actividades con las mltiples del sector en una ptima imagen urbana. Sera triste pensar que ante estas soluciones tan valiosas para la ciudad y para la comunidad subyazca (como lo demostrara la Universidad de la Sabana) la intencin de marginarse hacia la periferia,

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creando adems repentinos vacos urbanos que se traduciran en el deterioro del sector y en otro motivo ms para la decadencia de la ciudad. La historia de los campus en Colombia, y en general en Latinoamrica, nace en la dcada de los aos treinta, auspiciado por los ideales del Movimiento Moderno. El mejor ejemplo lo provee la sede Bogot de la Universidad Nacional, en su momento perifrica a la ciudad y hoy envuelta por el tejido urbano como un islote segregado, de difcil integracin, verdadera barrera urbana, con sus consecuencias de prdida de la imagen de la ciudad e inseguridad propia de una "tierra de nadie" en medio de la trama. Sin embargo, treinta aos ms tarde se repiti en Cali (Universidad del Valle) la misma situacin, cuando en Bogot ya se insinuaban los sntomas de la ruptura urbana ocasionada por el islote segregado de la Universidad Nacional. Una particularidad en la conformacin del campus es la

ejemplificada por las universidades Javeriana y Los Andes, cuyos terrenos resultaron de un proceso de adicin de lotes y refuncionalizacin (Los Andes) de construcciones preexistentes. Si bien ambas universidades se inscriben en la tipologa del "campus", evidentemente el frente de la Javeriana sobre la carrera Sptima o la parte baja de Los Andes (acceso principal) responden ms acertadamente a las solicitaciones urbanas que la impersonal malla que envuelve a la Nacional. Hoy da se hacen grandes esfuerzos por reintegrar a la ciudad el terreno de la Nacional. Si en un momento se discuti "la entrada de la ciudad en el campus", la solucin propuesta para "sacar el campus a la ciudad" intenta mejorar el sistema de tensiones en torno al islote, reforzando nexos urbanos ante las principales solicitaciones: la calle 45 convertida en bulevar e integrada peatonalmente al interior del campus, recibir y participar de los flujos interiores, ocurriendo algo parecido con la definicin del frente comercial y habitacional sobre la calle 26.

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El proceso de "conformar ciudad" con los elementos de la universidad, aparece excelentemente logrado con el planteo para la Facultad de Minas de la Universidad Nacional en su sede de Medelln, donde se ha propuesto incorporar al espacio universitario los elementos de significacin urbana: calles, plazas, perspectivas, secuencias espaciales y paramentos, dando una nueva articulacin a situaciones existentes. Dentro del mismo criterio, es sealable la intencin del proyecto de ampliacin del viejo edificio del Cable, donde funciona la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional, sede Manizales: el Cable, que conforma un fenmeno ajeno al campus de esa universidad, reforzar su definicin urbana sobre su frente principal (Avda. Santander) a la vez que aportar una nueva articulacin hacia el barrio que se encuentra ms abajo, por detrs de la Facultad. Al respecto, el proyecto de Leon Krier para una escuela en el nuevo sector de St. Quentin-en-Yvelines (Pars) es un claro ejemplo de la posibilidad de "hacer ciudad" mediante la arquitectura: es un rotundo "no" al edificio aislado, al monumento aislado y ajeno a la sociedad. La escuela se define a travs de grandes y pequeos edificios, segn su importancia; estructurados abiertamente sobre calles, plazas y manzanas, reforzando y remallando la trama urbana; o all donde no existe, iniciando un tejido que generar ciudad... una actitud que el edificio aislado y encerrado en s mismo (o el campus segregado) jams podrn lograr.

6-CIUDAD COLOMBIANA, EXPOSICION ITINERANTEPublicado en el Magazn Dominical de El Espectador No. 278, 1988.

En la primera de las treinta y siete planchas, que a travs de fotografas, textos, mapas antiguos y recientes, describen las

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transformaciones urbanas en Colombia, podemos leer: "Los procesos de cada ciudad, en el tiempo, modelaron su imagen. Leer ese paisaje es leer la historia urbana. As, a travs de la particular articulacin de las formas y los espacios, nos aproximamos al significado de cada ciudad". Ese prrafo, que abre la secuencia de la exposicin, sintetiza su contenido y sus objetivos: mostrar algunos aspectos de las ciudades, que permitan aproximar al observador al significado de las mismas. En este sentido, resulta evidente que el primer significado de una ciudad surge de sus imgenes a la vez que estas son consecuencia de las actividades que en ella se desarrollan. La particular articulacin de los espacios pblicos, bsicamente calles y plazas, da a entender el modo cmo los habitantes viven y usan la ciudad o, recprocamente, explican cmo las actividades de los ciudadanos fueron modelando las formas del espacio urbano. Del mismo modo, el tejido de la ciudad, la forma y ocupacin de las manzanas y la relacin entre llenos y vacos en el terreno muestran aspectos de la sociedad y su vida urbana. Por ltimo, el lenguaje de la arquitectura expresa la identidad temporal. La tipologa de los edificios, su importancia en s mismos y dentro de la estructura urbana completa esa identidad mostrando el rol y la jerarqua de la ciudad en cada momento de su historia. La exposicin, como un hecho visual, se concreta a travs de imgenes de las ciudades en el tiempo, buscando relacionar ese paisaje urbano con los fenmenos sociales y econmicos que lo crearon. Desde este punto de vista, se puede decir que el gran mensaje subyacente en la exposicin es la presencia de la historia, no como un inventario de acontecimientos o imgenes, sino la historia como sntesis de procesos a lo largo del tiempo, que ayudan a explicar el presente y la particularidad del lugar.

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Pero la muestra no pretende hacer Historia Urbana de Colombia, hecho por dems ambicioso para esta escala de trabajo, intenta en cambio, sealar al pblico que la historia es la nica alternativa para recuperar la realidad del estudio urbano, ante la abstraccin de la ciudad vista en forma aislada desde cada disciplina y ante la dicotoma arquitectura/urbanismo tan enfatizada en los ltimos cuarenta aos. "Ciudad Colombiana" est estructurada en cuatro secciones; en la primera de ellas se describe la importancia de la fundacin de ciudades como poltica territorial de la Conquista y colonizacin espaola y se describe tambin el tipo de asentamientos que los espaoles encontraron en Colombia. Aqu se citan los ejemplos de Taironaca y los vallados muiscas. La ciudad colonial constituy el punto de partida para la incorporacin del territorio al dominio espaol y para la organizacin del poder local mediante la constitucin de los cabildos que benefici a los notables de la Conquista y represent a los encomenderos locales. El principal significado de "ciudad" de esos asentamientos radic en su funcin administrativa, ya que su reducida poblacin y la falta de actividades diversificadas los converta en localizaciones parsitas del excedente agrcola producido en el entorno rural. En la segunda mitad del siglo XVII y durante el XVIII, las ciudades se consolidan mediante la aparicin de actividades como el artesanado, los servicios y el comercio, a la vez que va desapareciendo el sistema de encomiendas. En este perodo comienzan a aparecer construcciones para servicios urbanos (hospitales, acueductos, cementerios, etc.) y la arquitectura domstica busca con su presencia trascender a la escala urbana. El edificio civil compite ahora, con el religioso, en su funcin de hito urbano. Esta ciudad, que podemos llamar de la Transicin, muestra los grandes cambios en el significado del espacio urbano entre la segunda

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mitad del siglo pasado y la dcada de 1930: el perodo que va desde las reformas que destruyen las estructuras coloniales hasta el inicio de la Colombia moderna. La nueva ocupacin del territorio nacional se basa en la incorporacin del pas a la divisin internacional del trabajo, la influencia de los mercados exteriores y la geopoltica de la Revolucin Industrial que ubic a Colombia como un pas productor de materias primas y bienes tropicales e importador de bienes manufacturados. La dinmica de este proceso, con base en la produccin, se evidencia en un diseo de vas y localizaciones a partir de las regiones productoras hacia los ros y por stos al mar. As se integra gran parte de la dispersa red urbana heredada de la Colonia y se definen por su crecimiento y a travs de las nuevas funciones, las ciudades que se incorporan al esquema de produccin. Tambin de este perodo son las ciudades que se fundan en el proceso de colonizacin de laderas. Bajo estas pautas se transforma el concepto de espacio pblico: las plazas coloniales se convierten en parques, incorporando la vegetacin, el agua en fuentes ornamentales y la estatuaria. A finales del perodo aparecen los grandes parques urbanos que resumen las influencias de la ciudad jardn inglesa y el Pars de Haussmann. La arquitectura civil responde en esos aos a las necesidades del nuevo pas en formacin. Surgen los primeros edificios para servicios y administracin del estado, que localizados en el centro de las ciudades, refuerzan su vitalidad multifuncional: se trata de una verdadera arquitectura urbana por su escala, proporcin, jerarqua e integracin al tejido de la ciudad. La dcada de los aos treinta marca el inicio de la Colombia moderna y consecuentemente, la ciudad contempornea. Las

orientaciones de los gobiernos de Olaya Herrera y -en particular- el de Lpez Pumarejo transforman el Estado colombiano mediante la fuerte

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intervencin en aspectos econmicos, polticos y jurdicos. La dinmica de expansin del ferrocarril, iniciada a fines del siglo XIX contina integrando el territorio hasta fines de los aos cincuenta, pero es la red vial la que logra integrar las regiones del pas, a partir de su gran crecimiento en la dcada de 1930. Tambin en esos aos, la industria hace presencia a travs de la sustitucin de importaciones, profundizando el sistema de ciudades conformado en la Transicin. A nivel urbano, estos procesos se expresan en el rpido crecimiento de la poblacin por migracin campesina y en la dificultad de las ciudades para responder con infraestructura y servicios a las demandas de este crecimiento. Aparece la llamada "ciudad informal" en la periferia y el Estado canaliza sus intervenciones en materia de vivienda a travs del Instituto de Crdito Territorial y del Banco Central Hipotecario. En la dcada de los aos setenta, la creacin de las corporaciones de ahorro y vivienda desencadena un proceso de construccin para estratos medios y altos, configurando nuevos barrios en sectores segregados en la periferia. Tanto las intervenciones privadas como las estatales, identificadas con los principios del Movimiento Moderno en arquitectura, generaron la tipologa de "barrio disperso": sectores aislados con bloques o tiras de viviendas en medio de un plano verde, incapaces de conformar el tejido urbano tradicional de las ciudades. La urbanstica moderna aport el "zoning" o zonificacin por actividades, segregando an ms los espacios y la composicin de la poblacin. Pareciera que el destino de las ciudades colombianas apunta a la tipologa de asentamientos "en forma de racimo", donde cada actividad y cada evento urbano ocurre en un sector especializado y cerrado que se conecta con los otros sectores por medio de vas de alta velocidad. As mientras la ciudad popular (que constituye ms de la mitad del espacio

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urbano colombiano) mantiene la continuidad tradicional y la calle es el mbito de la comunidad, los sectores de ms altos recursos conforman los islotes de la "ciudad-racimo" muchas veces inmersos en la continuidad de la ciudad popular. Para terminar, vale la pena sealar que la presentacin de la exposicin en Venecia, motiv a esa Universidad a promover un encuentro de urbanistas latinoamericanos en el mes de octubre, para discutir propuestas sobre la nueva estructuracin de las ciudades en esta parte del mundo y analizar la particularidad de la ocupacin territorial. En Alemania, la muestra coincidi con el lanzamiento de un nmero de la revista de la sociedad de arquitectos de ese pas (BDA), dedicada a la arquitectura y el urbanismo latinoamericanos.

7-COLOMBIA EN LA TRIENAL DE MILANPublicado en el Magazn Dominical de El Espectador No. 282, 1988; en el libro sobre la XVII Triennale di Milano (Electa Editrice) y en el catlogo de la Seccin "Colombia" de esa exposicin.

La Trienal de Miln es una de las ms importantes exposiciones europeas que renen la crtica en torno a las tendencias internacionales en artes aplicadas y arquitectura. Desde 1923, la Trienal -como organismo del Estado Italiano- organiza estas exposiciones que tienen como tema el mundo del proyecto: desde la ciudad y la arquitectura, hasta la concepcin de los objetos que nos rodean cotidianamente. La intencin de la Trienal se ha caracterizado por la exposicin de las lneas y tendencias ms novedosas en el diseo, capaces de transformar el gusto colectivo y