Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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“Volumen

doble

*

 

'z

. f

Los trabajos

de

HERBERT

MARCUSE

sobre

temas

de

historia de las ideas

y

de crítica

de

la cultura

le acreditan

como uno

de

lo s

m ás notables

ensayìstas y pensadores

contemporáneos.

Por

añadidura, la s revueltas

estudiant i les

europeas y americanas

de la década de lo s

sesenta'

sacaron

a

s u

obra

de l

ámb i to

aca dé m ico p ara

convert i r la

en

filón

de

sugerencias

críticas

y

reiv indicator ias

de lo s mov im ien tos

juveni les. EL MARXISMO

SOVIETICO estudia

las

rcelaboraciones

leninista y

staliniana

de las teorías de Marx

y Engels. así como el marco

polí t ico

y social, nacional e

internacional,

que

explica e s a s revisiones. El

libro

resulta

especia lmente

representat ivo

de

las

concepciones

marcusianas, ya

que

el análisis de

la

ideo log ía sov ié tica

impl ica necesariamente el estudio

de las dif icultades

y

posibi l idades

de

t ransformación

revolucionaria

en

lo s

paises

capitalistas

avanzados: la disminuciór i de l potencial

revolucionario de l mov im ien to obrero europeo y la

socialdemocrat ización

de lo s part idos comunistas e s ,

a la

vez.

causa y

efecto

de

la

polít ica

soviética

y de las

teorías

que la justif ican. Por úl t imo, la obra pone

de

rel ieve

la existencia de tendencias conve rgen tes

en

el m u n do

socialista

y en

e l

sistema

de l

capi ta l ismo Organizado.

fenómeno

que

tiene

su

razón

de ser

en

lo s

proced imientos

de industrial ización acelerada y de contro l

cultural y social

que

ambas estructuras

aplican

en

común.

En esta

m i s m a

colección

s e han

publ icado

otros

dos l ibros de

Marcuse

ín t imamente conectados con la prob lemát ica

aqu i

planteada

(«Razón

y revolución»,

L B 292 ;

« La a gre siv id ad en la

sociedad

industr ia l avanzada»,

L B

337), así com o

su

contribución a un

libro

colectivo sobre

_ « E l odio en el

mund o actual»

(L B

443) .

 

_

KVA

Iìïl t

  1 ;

A

I K )

P E W

|

r

)

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Elmanisinowviétieo

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S e o e i å n z ' ¡humanidades

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Introducción 9

festación

de la

Razón, sino

justamente lo contrario;

la

Razón

pertenece exclusivamente al futuro de

una

sociedad

sin

c l a s e s ,

en

cuanto organización

social adecuada al desarrollo l ibre d e las necesida-

d e s y facultades humanas. Lo que para

Hegel e s

historia,

para Marx

e s

todavía prehistoria.

La afirmación d e la

existencia

d e l e y e s históricas

puede

ser

dul indada de cualquier

tipo d e teleolo-

g í a .

Por

tanto,

sólo

significa

que

el

desarrollo

de

un sistema

socia l especifico y los cambios

que

pro-

ducen el p a s o de un sistema

social a otro

están

determinados por la

estructura

que la sociedad

respectiva

s e

ha

dado

a s i

misma,

e s

decir,

por la

d ivis ión y organización

básicas del trabaìo social,

y

que las inst ituciones po líticas y culturales

son

gene-

radas

por

ta l

división

y

organización

básicas

v

s e

corresponden con ellas. Las múltiples dimensiones 3 ;

aspectos

d e la vida

social no

constituyen

una

mera

suma de

hechos

y

fuerzas,

sino una unidad cla ra -

mente identicable, de maneta que los desarrollos

a

largo plazo e n

cualquier

dimension deben ser

entendidos

e n

s u

relación

con

la

t t b a s e n .

Bajo

el

supuesto

d e

semeiante unidad estructura l

cabe

dife-

renciar

l o s sistemas sociales sucesivos,

entendiéndo-

los como formas d e sociedad esencialmente diferen-

t e s cuya direccion

general

d e desarrollo está

logica-

mente «predetemainadm por

s u s orígenes. La

mis -

m a

imposibi l idad

de

f ì iar

el

momento

preciso

(in-

cluso

con

un

siglo

o m ás d e

diferencia).de desapa-

rición de un sistema social y comienzo de

otro (por

e jem plo , feudalism o

y

capitalismo) muestra la

exis-

tencia de una

tendencia

subyacente

mediante

la

cual un sistema s e

t ransforma

en

otro.

La nueva

sociedad

surge

en

e l

marco

d e

la

antigua

a

través

d e

cambios

definibles

en s u

estructura,

que

s e

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l0

l- lerben

Mercure

acumulan

hasta hacer surgir una

estructura e s e n -

da lmente

diferente.

En ult imo

análisis, no

existen

causas

tteirtrañasi

en esta

secuencia,

ya

que

todos

l o s f a c t o r e s y a c o n t e c im i e n t o s a p a r e n t e m e n t e e x t e r -

nos

(descubrimientos,

invasiones, e l im pacto de

fue rzas le janas ) afectarán

1 la estmctura social

solamente s i el terreno

esta

preparado para

ello;

p o r

ejemplo,

s i coinciden con

evcludones corres-

pondientes

acaecidns

dentro

d e

ll

sociedad

respecti-va

o

s i

dan

respuesta a n e c e s i d a d e s

y

carencias

sociales ( como en el c a s o de In inltración de lo s

bárbaros en el s e n o del

debi l imdo

lmper io romano,

o de la inuencia del comercio

in temndona l

y de

lo s deeqibrimientos sobre las sociedades feudales

sometidas a

un

proceso

d e cambia interno

entre

lo s

siglos

XIII

y

XVI ) .

 

La fo rma búsica de reproduccion

social,

una

vez

inrtitucionalizada, determina la direcdón del

d e s a -

rrollo no

solo

en el s e n o de la sociedad concreta

que

s e

toma

como

objeto de estudio sino

también

m ás

alla

de la

misma. En

e s t e

sentido, el

proceso

histórico

e s

racional

e

irreversible.

Un

ejemplo

de

desarrollo

interno: la etapa

actual

de la sociedad

industrial occidental, con

s u

creciente regulación

privada y

gubernamental de la

economia

( e n otros

palabras,

con su

economia y cultura cada vez m ás

políticas),

aparece com o el resultado

dogioo»,

esto

e s ,

inherente,

de

la

l ibre

empresa

y

la

l ibre

concu-

rrencia stentesn la

etapa

ante rio r. No hay

necesidad

de

acudir

a

las

categorias

marxistas para

explicar

la

oonón

ste-nte

ntre

la concentra-

ción del

poder económico y

lo s

correspondientes

cambios

politicos

y

culturales, p o r un lado,

y la

utilizacion

capitalista

de

la

productiv idad s iunpre

en

aumento

del

trabajo y

del progreso

técnico,

p o r

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Intmdnodân

ll

otro. Un

eiempln

de

desarrollo

externo:

la eparición

del r istqna feudnl a partir de las instituciones

basicas de

la

economia

agraria

existente

en

e l

últi-

m o periodo del Imper io romano y baio la influen-

cia

de In

o rpn i zadón t r ibal y mi l i tar

de

lo s barba-

roa, suministra qttizí el

ejemplo

m ás claro

de

la

inherente racionalidad e irreversibil idad

históricas.

Por la

misma

razón, parece oomt i tu i r unn mtici-

puión

razonable

a rma r

que,

cualquiera

que

s e a

la

próxima etapa de

la

civilización

industrial,

hs

instituciones

básicas de una

industria mecnnimda

en

gran escala

y

el

oomiguiente

aumento de la

productividad del trabaìo

t raer in

consigo unas

ins-

t i t u c i o n e s p o l i t i c a s y c u l t u r a le s i r r e v o c a b l e m e n t e

äferentee de

las del periodo l iberal - tendendn hie-

tórica

que

probablemente

hara

desaparecer

algunas

de

la :

m ás

notables

diferencias

existentes en le

a c t u a l i d a d e n t r e l o s s i s t e m a s o c c i d e n t a l

y s o v i é t i c o .

Este breve

bosqueio

d e la

nodón

de leyes históri-

c a s

objetivas puede servir para mostrar el carácter

l teleológion d e la hipótesis. No impl ica ningún

p m -

pósito

o

«fins

hacia

el

que

s e

mueva

la

historia,

ni

la

existencia

de

una

Razon

metasica o espiritual

sulìyaeente, sino solamente la

determinacion insti-

tucional del proceso histórico. Ademús, s e insta

de

im a

determinación histórica, e s decir, no e s «auto-

ml l icas en

sentido

alguno. Dentro del m a m o n insti-

tudonalqueloshombressehandadoasiinismoa

en

interaeeión

con

las condiciones

naturales

e

his-

tóricas

dominantes,

e l

desarrollo e e

realiza

n través

de

la actividad

humana, p u e s son lo s hombres lo s

agents históricos

y

mya s son las

alternativa:

y

decisiones.

Si

s e

aplica

e s t a hipótesis

a

la

interpretación

del

marxismo

soviético,

e s necesario

comenzar

haciendo

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ll H Q Ó Q H

Mambo

la

función

que desempeña

el

término,

«coexisten-

ciaa. La

noción

de

coexistencia ha sido utilizada en

el

marxismo

soviético en

formas

m uy

diferentes.

que

van d e s d e

una

necesidad táctica

a

cono

plazo

hasta

un

objetivo

politico de

largo alcance. Sin

ernbargo,

la misma distinción

entre

«corto plazo-

y

dar@ alcanoev c a r e e e

de

sig-ricación s i no dispo~

nemos previamente d e

unos

patrones de medida

ir lenticables,

los

cuales,

a su

vez, presuponen

la

de fo rmular

juicios vericables aoerca

de la

dirección histórica

del

desarrollo aoviétioo. En

lenguaic marxista soviético, todo

e s

a

oorto

plazo

s i

s e

toma

como

término de oornparaoión la imp lanta-

ción na l del comunismo mundia l .

Maa

fuera del

ámbi to

d e e s t e lenguaie,

resulta

absurdo a rma r

que

politicas

que

pueden

durar

décadas

y

que

vienen

exigidas

no

por las uctuacicnes po l íticas

s i n o por l a

e s t r u c t u r a

d e l a s i t u a c ió n i n t e r n a c i o n a l ,

constituyen po liticas ra

cono

plazo». Exnminada

en

e s t e contexto , la coexistencia

quiza

constituya el

rasgo m as singular de la era contemporanea; signi-

ca

el

encuentro

de dos

formas

antagónius

de

civilización

industrial,

desalìandose

mutuamente

en

el

m ism o p alenq ue internacional

y

sin

que ninguna

de las

d o s

s e a lo sucienternente fuerte

como para

derrotar

a

la otra. Esta

debi l idad relativa

de

ambos

sistemas e s caracteristica de

s u s

respectivas estruc-

turas

y ,

p o r

consiguiente,

un

factor

de

largo

alcan-

cqlapérdidadeecaciadeunodelossistemas

supondría

s u

propia desaparición

En

la

sociedad

industrial occidental,

la

debi l idad deriva

del perma-

nente pel igm de superproducción e n un mentado

mundia l cada vez m as estrecho y

con

graves dislo-

eaeiones

sociales

y

económicas;

peligro

que

exige

constantes

contramedidas polit icas, que

a

su vez

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lntrndrtãn

U

l imi tan

e l crecimiento económico y cultural

del

sistema. Por

otra

parte,

el sistema

soviético conti-

núa

padeciendo

la

dolencia

de

la

sulsproducción,

perpetuada

p o r las obligaciones mili tares

y

politicas

d e la Unión Soviética

frente

al

mundo

occidental

avanzado.

Las

consecuencias dc esta

dinámica

s e -

ran obieto de estudio en

los

capitulos siguientes.

L a evolución d e s d e el leninismo al s talinis m o

y

etapas

subsiguimtes

será

exarninada

como

cl

resul-

tado,

en

s u s periodos

y rasgos principales, de

la

constelación

«anómal in en la que hubo de edicor-

s e

esta sodedad socialista

(1), que

ha produddo

como consecuencia el

que

la sociedad

soviética

s e a ,

respecto

a la sociedad

capitalista,

coexisteute y

competidora en vez

de

sucesora

y

heredera. Esto no

quiere

decir

que

las

politicas

(tales com o

la

de

i n d u s t r i a l i z a c i ó n

s t a l i n i s t a )

q u e

d e d d i e r o n

l a

t e n -

dencia

fundamental

de la sociedad soviética

consti-

tuyeron una necesidad inexorable. Siempre hubo.

alternativas, pero

s e

trataba d e altemativas históri-

cas; u decir, d e copcioness ofrecidas a las c l a s e s

que

l ibraban

los

grandes

conflictos

socials

del

pe-

ríodo

de entreguerras, m as que

opciones sometidas

al poder d iscrecional de lo s dirigentes soviéticos. El

resultado s e resolvió en el curso

d e

e s a lucha; en

Europa

s e decidió

hacia

el año 1923; y

no

fueron

lo s

dirigentes

soviéticos lo s que

tomaron esta deci-

sión,

s i

bien

contribuyeron

a su

realización

(en

aquella

época menos de lo que nonnalmeute s e

prensa).

Si s e

aceptan e s t a s proposiciones,

la cuesìióu de

s i lo s

dirigentes soviéticos s e

guían o no p o r

los

principios marxistas

carece

de significación

e

im -

portancia;

una

vez

incorporado

a

las

instituciones

yob je tivos fundacionales de la nueva sociedad,

e l _

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1 6 Herbert Marcus:

m a rxism o ' q ueda siiieto

a una

dinamica

histórica

que

prevalece

sobre

los

propósitos d e los

dirigentes

y

ante

la

que

ellos m ism os sucum ben.

Un

examen

inmanente

del marxismo

soviético puede ayudar a

comprender e s a

dinamica histórica

a

la

que

el

propio

gobierno soviético

s e

halla

sometido,

al mar -

g e n

de lo totalitario y autónomo que

en

otro a s p e c -

to pueda ser. Asi, al e xam inar el

marxismo

soviéti-

co

y

la s ituación

(teórica)

de

la

que

p roviene, no

nos

ocuparemos

d e

su

validez dogmaticoabstracta

sino

de s u s tendencias politico-económicas concre-

tas, las

cuales

pueden suministrar

también

la clave

para la p re vis ión

de

procesos

evolutivos ulter iores.

D e buno s decir unas

palabras en

apoyo

de

s e m e -

iante perspectiva. La teoria marxista

pretende

s e r

una

filosofia

esencialmente

nueva,

sustancialmente

diferente de

la

tradición

central

de la

fi losofia

occidental.

El marxismo

reivindica

para si el cum-

pl imiento

y

realización d e

e s a

tradición

mediante

el

p a s o de la ideologia

a

la

realidad

y de la interpre-

tación lcsóca a la

acción

politica. Con e s t e n ,

el

marxismo

vuelve

a

deñnir

no

sólo las

principales

categorias y estilos d el pensam ie nto, sino también

la dimensión

de

s u

verificación;

esto e s , la validez

del p ensam iento

ha

de ser determinada, según

el

marxismo,

p o r la situación

histórica y

p o r la

acción

del

p ro le tariad o. N o

cabe duda de que

d e s d e la

noción

marxista

clásica

del

Proletariado

como

ver-

dad

obietivada

de la sociedad capitalista

hasta

el

concepto marxista

soviético de

par t inp i t

(espiritu

de part ido)

hay

una continuidad teórica.

En tales circunstancias, una critica que s e l imi ta-

ra a aplicar al m arxism o

sovié tico los

criterios

tradicionales

de

la

verdad

lovoca

no

alcanzaría,

en

sentido

estricto,

su

obietivo. Semeiante

critica,

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lntmduodo 17

p o r m uy

sólida

y b ien fundam entada que fuera,

podría

s e r

fdlmente rebatida

con e l

argumento de

que

s u s

fundamentos

conceptuales

han

sido

soeava-

d o s

p o r la trans ición m arxis ta a un diferente

e s p a ~

cio

de verificación histórica y teórica. La

propia

dimensión

marxista

parece,

asl,

permanecer intacta,

ya

que s e

instala fuero del

argumento. Pero s i la

critica

s e introduoe en e s a

misma

dimensión, a

través del

examen

de

la

evolución

y

uso de

lascategorías

marxistas

y

en

términos

d e s u s

propias

pretensiones y contenido,

puede

mostrarse

apta

para ahondar e n e l contenido real q ue

subyace

a

la

forma

ideológica

y politica en que s e pone de

maniesto.

Uno

crítica

« d e s d e

fuera» del marxismo soviético,

o

bien

d e b e

desechar

s u

trabajo

teórico

como

«pro-

pagnnda»,

o bien

d e b e

tomar lo

ta l y como

s e

presenta, a saber,

como

losoa o

sociología en

el

sentido

tradicional de e s t a s

discipl ina;

La pr imera

alternativa parece dar po r sentada la cuestión de lo

que realmente

p o s e e

signieación e n el marxismo

soviético,

asi

como

de

las

b a s e s

sobre

las que

s e m e «

¡ante discriminación s e

realiza

(2).

La segunda al-

ternativa oonducirla a

controversias

losócas y

soèiológieas fuera del contexto en

e l

que

L a s

teorías

m arxistas soviética: s e

presentan,

lo cual e s

esencial

para

s u

signieado. Asi considerados,

esto

e a ,

como

trabajos

dentro

de

la

historia

del

pensamiento

lo-

sóeo o

sociológbo,

lo s artículos del Breve

Diccio-

nario Fílasóco, p o r eiernplo, o la discusión sobre

I6g'ca

d e

1950-Sl, carecen

totalmente d e

significa-

ción

e

importancia: s u s

errores filosóficos s o n

cla-

ramente peroeptibles para cualquier

persona

culta.

Sin

embargo,

la función de la teoría soviética no

consiste

e n

la

formulación

académica

de

categoríat

un-.a

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1 Herbert Mamise

y técnicas de pensam iento generalm ente válidas,

sino

enla definición d e s u relación con la

realidad

politica

(3).

Una

critica

inmanente,

leios

de

exami-

nar

e s t a s

teorias en

s u

valor

super-cial, puede

poner de

manifiesto s u intención

política, la cual

constituye

su

auténtico contenido. El enfoque

aqul

sugerido desplaza el centro

d e

interés d e s d e las

espectaculares controversias públicas,

tales

como la

disputa

Alexóndrov o

la

discusion

sobre lógica y

l ingiilstiea,

a

las

tendencias

básicas

existentes

en

el

marxismo

soviético, utilizando

las

primeras sola-

mente a modo d e i lustradón de las últimas.

La critica inmanente

opera

bajo la doble

suposi-

ción

d e que

la teoria marxista desempeña un papel

decisivo

e n

la fo rm ulación y eiecudón de la politica

soviética,

y

de

que

de

la

utilización

soviética

de

la

teoría

marxista

s e pueden extraer inferencias res-

pecto

al

desarrollo

nacional e intemacional del

Estado soviético. E s un

hecho

que el partido bol-

chevique y la revolución bolchevique s e desarrolla-

ron

en

un

grado

considerable

según

los principios

marxistas,

y

que

la

reconstrucción

stalinista

de

L a

sociedad soviética s e

b a s ó

a s u v e z

e n

el leninismo,

el cual era una

interpretación

especíca de la teo-

ria y práctica

marxistas.

La ideologia

s e

convierte,

a s í ,

en una parte

decisiva

de la

realidad,

incluso

aunque

s e

haya

utilizado

exclusivamente

como

ins-

t rumento

d e dominación y propaganda. Por ello,

tendremos

que hacer

comparaciones

periódicas en-

tre el marxismo soviético

y

la teoria

marxista

pre-

s o v i é t i c a . N o t r a t a r e m o s

e l

p r o b l e m a d e l a s « r e v i -

s iunesr soviéticos del marxismo como un

problema

de dogmica

marxista;

m ás bien

uti l izaremos

la

re lación entre l a s diferentes formas y etapas del

marxismo

como

una

indicación

del modo

según

e l

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lm rodmáón

I9

cual

lo s dirigentes

soviéticos

in terpreün

y

eninician

la c lmb i ln te situación histórico como mar~oo,paro

s u s

dedeionea

políticas.

E 1

mnrxismo

soviético

ha asum ido el

carácter de

una -cie ncia del compor tamiento» fbehøviora l

sdence). La m ayor p arte

de

sur forlnulaciones tc6-

ricos

tienen un

propósito

pragnåtico e instnunen-

ul; sirven

para explicar,

iustìcar, alentar

y dirìpì

ciertas

acciones y actitudes

que

constituyen «datoss

reales de

tales

formulaciones.

Estas

acciones

y

acti-

tudes (por

ejemplo, ia

colectivización acelerada

de

ll agricultura; e l

stnianovismn;

ln ideología inte-

gr l lmente

antioccidental;

la insistencia en e l

deter-

min ismo obietivo

d e

las

l e y e s

económicos bísicu

baio

e l

social ismo)

s e racionnlizan

y

iustican

en

términos

del

cuerpo

heredado

d e

rmnnt iammleninis-

mon,

que lo s dirigentes soviéticos aplican a las

cambiantes

situaciones

históricas.

Pero e s

precisa-

mente el

carácter pragmåt ioc

y conducüm de l

murxismo

soviético

e l

que_le

conviene

en

instru-

mento

indispensnble para la

comprensión de los

acontecimientos

soviéticos.

Las

formulaciones

teóri-

c a s del murxixmokoviét ico, en

s u

función

p rspnå -

tica, denen

las tendencias soviéticos.

Por

consiguiente,

d e b e establecerse una dist ìndón

entre ln expresión p úb lica y e l significado

real de

lo s fo rm ulaciones m nrxis tns soviéticns. IA

cómoda

expresión

- lenguaìe

esópicc»,

que

oculta,

en

iugnr

de

desvelar, la

dixtinción

real,

no

resulta apropia-

da. Sin duda, e l significado de

las pn labns

«dano-

cracìn», «pu-,

«|iI›ertnd›,

etc.,

e s , para lo s soviéti-

c o s , m uy

diferente

del

que s e

l e s

atribuye

en el

mundo

occidental;

pero lo mismo ocurre

con

los

términos arevolución» y

«dictadura del

proletaria-

do».

El

u s o

soviético dene

también

de

m m e r a

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l n n w i w e t e n

zi

m o

soviético,

la segunda tratara del factor subieti-

vo,

esto e s ,

del

«material

hum a no» que s e

supone

obedece a las

directrices

y

alcanza

los

objetivos

f i jador

por

e l marxismo

soviético. los elementos

constitutivos

d e e s t a parte han

sido exuaidcs

d e la

losoa ética soviética.

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Primera

parte:

Postulados

politicos

1 .

La concepción

marxista d e la trans ición

a l s ocia lis m o

La

concepc ión

original

La es tructura diaIéctico4tist6rica de la teoria

marxista

implica

que s u s conceptos cambian

a m e-

dida

que las

reladones básicas entre

las

c l a s e s .

hacia las que

aquellos apuntan

también

lo

hacen;

pero

ello

s e

'produce

d e

m a nera que

el

nuevo

conte

nido p rocede del desenvolvimiento

de

los elementos

inherentes

al concepto orig'nnrio, con lo que la

coherencia

teorica e

incluso la

identidad

del

con-

cepto

a e

conservan

Esto

atañe también

a

la noción

en la que

culmina

la teoria m arxis ta

de

la

transi-

ción hacia

el socialinno: la

noción

d e la coinciden-

cia

ltistórica

obietivs

entre

el

progreso

de

la

civil i-

2 2

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2 4 Herhen Marcusc'

con

o sin

revo lución derro tada, e l

desarrollo

del

capitalismo maduro

muestre

en

los

p a i s e s industria-

l e s

avanzados

una

tendencia

a

largo

plazo

hacia

la

colaboración entre las c l a s e s , m as que hacia la

lucha de clases; hacia las divisiones

nacionales

e

internacionales, m ás que hacia la solidaridad del

proletariado. En la teoria m arxis ta, cl capital y el

t rabajo (asalar iado)

s e

denen

mutuamente; o,

para

ser

m as p recisos› e l crecimiento del proletaria-

do

revolucionado

define,

a

la

larga,

la

direcdón

irreversible del desarrollo capitalista. En

consecuen-

cia, s i la tendencia

s e invierte

del lado

del

proleta-

riado, el

desarrollo

capitalista alcanza una nueva

etapa a la

que

no

s o n

ya

aplicables las categorias

m arxistas tradicionales. Comienza

entonces

un nue

vo

periodo

histórico,

caracterizado

por

un cambio

e n las relaciones

basicas entre las c l a s e s , y el mar -

xismo

s e

enfrenta con

la tarea de definir de

nuevo

la

concepción

de la

transición

al

socialismo y

de la

estrategia a

seguir en e s e periodo.

¿Cómo entendió la dialéctica marxista la relación

existente

entre

d o s

etapas

cualitativamente diferen-

t e s del proceso histórico -e n e s t e uso , entre

capita-

l ismo y social ismo-?

Según Marx,

toda nueva etapa

del proceso

histórico

constituye la «negación deter-

minadav

de la

etapa

precedente; e s t o

e s ,

la nueva

e t a p a

e s t a r á

d e t e r m i n a d a p o r

l a

e s t n i c t u r a s o c i a l

de

la

etapa

anterior.

Por

ejemplo,

la

transición

del

capitalismo al socialism o e s t á

condicionada

p o r lo s

siguientes

rasgos d e la sociedad capitalista:

1 ) Un elevado

nivel d e productividad

tecnologi-

a e industrial, que no s e

utiliza

para

proporcionar

una vida hum ana

para todos, ya

que semejante

utilización

entraría

en

conicto

con la

búsqueda

de

beneficios

que s e realiza en

provecho

de

los

intere-

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Primero

pone 2 5

s e s

privados; de donde s e desprende una contradic-

ción

ada vez

m ás

aguda entre la

productividad

social

y

la

pauperización

del

proletariado.

2) la imposibi l idad d e sostener, mediante el

mercado

l ibre, una tasa d e beneficio que asegure la

reproducción del sistema capitalista. L o que trae

consigo un

cambio en

las instituciones s o c i a l e s

d e

la economia capitalista

(concentracion

del poder

económico

fusionado

con

e l

poder

polit ico;

deca-

dencia

de la l ibre competencia y

d e

la

función

directiva

del empresario individual) y

la consi-

guiente

tendencia

hacia

e l «capitalismo

de

Estadm.

3) El crecimiento

d e

la organización politica de

la clase

trabaiadora,

la

cual, al actuar como

una

fuerza

dotada

d e

conciencia

d e

clase,

persigue

s u s

«intereses genuinos» e n contra, y

no en

el seno, del

sistema capitalista.

Estos eumbios

cuantitativos

s e

acumulan hasta

que,

a tnivés

de

la revo lucion

proletaria,

hacen

saltar la

estructura existente, sustituyéndola

p o r

otra

cualitativamente

diferente.

Ati,

el

nuevo

nivel

histórico

no s e alcanza d e un

solo salto;

la transi-

ción s e

compone

d e varias f a s e s . El salto

s e

produ-

c e en

la f a s e m ás elevada d e la nueva etapa,

mientras

que la pr imera fase

conserva

todavia las

huellas d e s u origen, esto

e s ,

d e lo etapa preoeden-

te .

La

distinción

entre

las

dm

u f a s e s n

del socialismo

que hace Marx en s u Crítica del P rog ram a d e

Gotha (1875), lejos

de

constituir una oorreoeibn

sin

imponancia, procede del

principio

mismo del méto -

do

dialéctioo.

En

su continuidad

histórica el capita-

l ismo y el socialismo s e hallan

unidos

p or

lazos

mucho

m ás

fuertes

que

los

que

un

simple

periodo

de «ajusten

requeriría.

D u ranw e la p rim e ra fase del

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2 6 Herbert Muente

social ismo,

el

especifico

principio socialista ' d e l l ibre

desarrollo y

satisfaodón

d e

las

n e c e s i d a d e s indivi-

duales

queda

subordinado

al ulterior

desarrollo

d e

las

fuerzas

productivas, y especialmente de la pro-

duaividad del

trabajo.

La riqueza

(mater ia l

e ¡nte

Iectual) de

la sociedad d e b e

ser

sudentcmente

abundante antes de pasar a una

distribución

del

producto social de acuerdo con las necesidada in -

dividuales, prescindiendo de la contribución d e

cada

cual

al

trabajo

socialmente

necesario.

En

ter-

minos económico-tecnolóp'cos,

esto

significa «racio-

naliución-;

pero

para

e l trabajador,

impl ica la

persistencia del trabaio fatigoso y e l aplazamito

de la l ibre satisfaccion d e las necesidades individua-

l e s .

La pr imera f a s e del socialismo sigue encade-

nando

al

trabaiador

a

s u

función

especializada

y

continúa manteniendo «la

subordinadón

esclaviza-

dora de

los

individuos al principio d e la división

del trabajo»

(1), y con

ello, el

antagonismrr

entre

racionalidad y l ibertad; el desarrollo racional de la

sociedad

s e halla en mnic to

con el desanol lo

del

individuo.

El

interés

d e

la

totalidad

exige

todavia

el sacrificio

de

la l ibertad, y la justicia para todos

aún im p l ica in justic ia . Este antagonismo

s e

diso lve

en la

creación

de una

auténtica

ru

publica

solamente

en

la medida

en

que la p roducción socia-

l izada

cree

lo s requisitos

previos,

materiales

e inte-

lectuales,

para

Ia -

l ibre

y

universal

satisfacción

de

las n e c e s i d a d e s .

El hecho de que el

progreso

anterior

a

la

revolu-

ción socialista s e

haya

p roducido dentro de la

e a -

tnictura

de la sociedad de c l a s e s , y de que la

productividad

mater ia l

e intelectual haya sido

utili-

zada en

interes

de

la

apropiación

privada,

origina,

en

cualquier

c a s o .

una

separacion

tempora l

entre

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Primera verte

2 9

históricar,

esto e s , la abolición del

sistema

capita-

l ista;

pero'en períodos

d e estabilidad

y prosperidad,

está

condenado

a

caer

bajo

e l

dominio

de las

« i d e a s

capitalistas»,

prevaleciendo

d e

e s t a

forma

s u s inte-

r e s e s inmediatos (económicos) sobre s u s intereses

reales (históricos). Esta relación puede invertirse

solamente

mediante

la lucha de c l a s e s , e s

decir, si

el

proletariado

s e conviene

d e

nuevo en una fue rza

política

y

opera

como

tal

en

calidad

de

catalizador

en e l s e n o

d e

la economia capitalista.

La

distinción

marxista

entre

interes

inmediato

c

interés real e s d e

la m ayo r importancia para la

comprensión

d e

la re lación e ntre la

teoria

y la

práctica, entre

la estrategia

y la táctica marxistas.

La distinción impl ica un conflicto histórico entre la

teoria

y

l a

practica

cuyo

origen

y

solución

residen

e n el

desarrollo

del

capitalismo.

El conflicto

apare-

ce.

asi. como un factor objetivo. Si las relaciones

sociales dete rm inan la conciencia, también determi -

narån la conciencia del

proletar iado;

y s i las rela-

ciones

sociales

son

relaciones

de clase,

también

introducirán

una d iscrepancia

entre

la

forma

en

que la realidad s e muestra a los

hombres

y la

aesenciav d e la realidad. L a discrepancia

entre

esencia y

fenómeno

constituye una

piedra

angular

del m etodo marxista; ahora bien, las

categorias

metasicas s e t ransforman aqui en sociológcas.

En

e l

análisis

del

capital ismo,

Marx

describe

la

discre-

pancia en

términos

de «velo de la

producción mer -

cantil» (re ilìcación), hadéndola derivar de la sepa-

racion entre el

trabajo

fisico y e l intelectual, así

como

d e

la «esclavitud que los instnrmcntos

de

trabajo ejercen

sobre e l hombre que lo s utiliza».

Aplicada

al

proletariado,

y

aunque

e s t e

s e a

«en

realidad»

la

negación

del sistema

capitalista,

la

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Primera pene 3 1

dc como c l a s e revolucionaria,

Marx

y Engels consi-

deraron lu /a rmas politicas especiñczs d e esta

transición

como

variables

que

no

podian

ser

deter-

minadas

d e antemano po r

la

teoria. Una

v e z

que e l

proletariado

s e hubiera constituido

como

c l a s e re -

volucionaria, consciente d e

s u

misión y dispuesta a

l levarla a cabo, los modo : y medios para realizarla

hablan - d e

derivar

de la situación politica y econó-

mica

existente.

La violenda

no en,

en

todo

caso,

inherente

a

la

noción del

proletariado;

In

conciencia

de

c l a s e ni

dependía necesariam ente de una

guerra

civil abierta

ni

s e

manifestaba

a

traves d e

ella;

la

violencia

no

perteneela ni

A

l a a condiciones obieti-

vas n i

a

las condiciones

subjetivas

d e

la revolución

(aunque tanto Marx como Engels estaban

conven-

cido

de

que

las

c l a s e s

dirigentes

no

podrian,

n i

querr lan,

prescindir

de la violencia).

No

fue, pues,

solo

p o r

«pol l t icn

p o r

lo

que Marx

y Engels

l lamaron la

atención

cobre las posibil idades de una

transición al

socialism o legal

y democrática

(8),

espedalmenle

en

una e p o c a en la que la fuerza

numérica

y

politica

de

la

c l a s e

trabaindora

crecía

continuamente y los

partidos obreros profesaban

ideales

vigorosamente

revolucionarios.

'Pero asi conto las formas concretas de transición

eran

variables, s u b ue

clasista

no lo era.

La revo-

ludón

tenia

que ser la

acción directa organizada

del

proletar iado

como

clau,

o

no

seria nada.

Marx

y

Engels

no

reconocieron

ningún ctm

agente de la

revolución, ni

«sustitutm alguno del

m ismo ,

ya que

la sus titución

signicaria

la inmadulez de la clase

como ta l

(9).

La - ierza

productiva

m ás grande e s

la

propia clase revolucionaria»

( l0) . La

«conquista

del poder

político» sólo

puede

s e r el resultado del

movimiento

politico

de

la

c l a s e

obrera, la cual,

en

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3 2 Herbert Marcus:

tanto

que c l a s e , s e

opone a las c l a s e s

dir igen-

t e s (ll). La clase s e

organiza en

«partido»; pero

e s t e

partido

evoluciona

naturalmente

(na urwx't'ch-

sig) d e s d e e l

«terreno d e la

propia sociedad moder -

na» (12): e s

la auøoorganízacián del proletariado.

La

concepción marxista mantiene, asi,

la identi-

dad del agente historico antes y d e s p u é s d e la

revolución; lo s instrumentos politicos d e la

lucha

de c l a s e s , especialmente el

partido

proletsr io, cons-

t ituyen

la

expresión

d e

e s t a

ident idad

La

concep-

ción adm ite

cambios

e n

e l

s e r i o

del

proletariado

-en

e l grado

d e

s u

conciencia d e

clase,

en la

dimensión y p e s o de la -aristocracia

obrera. ,

etc.- ,

pero

tales

cam b ios no

destruyen la

identidad

de la

c l a s e como único

portador d e

la revolución. Si esta

c l a s e

no existe,

e s t o

e s ,

s i

no

actúa

como

clase,

la

revolución socialis ta no podrá realizarse.

Modificaciones subsiguientes. Marx

inrió

las

conclusiones anteriormente citadas d e un «modelo

teórico»

del capitalismo que prescinde d e

todas

aquellas

caracteristicas

(tales como

el comerdo ex-

ter ior,

Ia

intervención

gubemamenta l ,

.terceras

personasn) que

no

atañen al proceso

económico

básico del sistema

capitalista.

A m edida que

avanza

el

analisis,

los volúmenes

segundo

y tercero

de

El

Capital dan entrada

a

e s a s caracteristicas

omit idas,

y la

teoria

p a s a d e s d e la

esencia a

la

realidad

histórica

concre ta del

capital ismo;

el

modelo

teórico

e s

refundido

en

s u

relación esencial con la

realidad

histórica.

Ahora bien, según Marx,~el capitalismo

desarrolla en

su

realidad histórica -contratenden-

ciastt que

contrarrestan

a

s u s

contradicciones inter

nas; por

ejemplo, exportación (económica y

pol i t i -

ca) d e

capital,

monopol ios, intervencion

guberna-

mental .

Además,

un

sector

de

la

sociedad

capitalis-

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'Prim era parte 3 3

ta al que

el

análisis

teórico

de Marx

habia prestado

poca atención -el sector

constituido p or la

numero-

s a

clase

de

los

campesinos-

demostró

poseer

en

la

realidad

una

significación

decisiva. Las contraten-

dencia: y e l - factor desdeñado» s e convinieron

en

lo s

puntos

centrales de la posterior evolución de

la

teoria

posunantista.

L a discusión de las icontratendenciasn ocupó un

lugar

central

en

la

teoria

marxista

a

part i r

de

la

aparición

de las

doctrinas del «capital nandero» y

del «impet-ialismo». Estas

doctrinas,

que admit ian

diferentes

interpretaciones,

d e s d e la «revisionìstan a

la

aortocloxas leninista, intentaron adaptar la teo-

ria marxista a la persistente vitalidad

de

la socie-

dad estab lecida y , especialm ente , al

continuo

incre-

mento

del

nivel

de

vida

de las

c l a s e s

trabaiadoras

en

lo s

p a i s e s industriales avanzados,

hechos que

parecian contradecir

taianternente

las

teorias mar -

xistas de

la

inminente

crisis na l del capital ismo

y

de

la

pauperización

del

proletariado. A pesar de s u s

profundas diferencias interpretativas,

todas

las doc-

trinas

del

imper ia l ismo

estaban

de

acuerdo

en

afir-

m ar

que, hacia

finales

d e

siglo, el capital ismo ha-

bia entrado en una nueva etapa. Los principales

rasgos de esta nueva fase eran la transformación de

la

l ibre concurrencia

en una

concurrencia regla-

mentada,

dominada

p o r

los

carteles,

tnrsts

y mono-

polios nacionales

e

internacionales; la fusión

del

capital

industrial

y

el

capital bancario, del gobier-

no y los

negocios; y una politica

económica

expan-

s ionis ta hacia

las

zonas ano capitalistas» 0 de capi-

tal ismo débil (por ejemplo, explotación intensica-

da

de los p a i s e s coloniales y

dependientes).

Sin

embargo,

en

el

eniuidamiento

de esta

evolución,

las

teorias

del

imperial ismo

s e

dividieron

irreconcilia-

mas

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3 4

Hedtert

M a i - c u r e

b l m m i t e en

dos

u m p o s , e l

- refonnista»

y el

«ono-

doxo». La

teo ria re fo rm is ta , cuya aparición

s e

aso-

cia

a

la

publicación

de las

obras

de

Eduard

Berns-

tein

en 1900 y

1 9 0 1

(13) y que culmina

en

la

doctrina de

la democracia económica

fWírtschaƒts-

demnkfatie) (14),

m antenía que,

dentro

de

la e s -

tnictura

del -capital ismo organizado», el proleta-

riado podia

continuar

meiorando tanto s u situación

económica como s u

posición politica

y

establecer

f inalmente

el

socialismo

p o r

medios

legales

y

demo-

eróticos, a través de la influencia

económica

y

politica cada

v e z m ayo r del

movimiento

obrero

organizado. En

clara

contraposición

con

la tenden›

cia

refonniata, la interpretación ortodoxa, represen-

tada

en s u

formulación extrema

por Lenin,

vio

en

el

crecimiento

del

capital ismo

una

estabilización

frúgl y temporal ,

destinada

a estallar en forma

de

conflictos armados entre

las

potencias imperialistas

y

de agudas crisis económicas.

Lenin

explico las

tendencias

reformistas

existentes

en

e l

s e n o del

p ro le tariad o p o r

L a aparición

de una «aristocracia

obrera i

uumérioamente

redudda, «oo rrom p idai

por

lo s

elevados salarios que los beneficios extraordina-

rios

d e caracter m onopo lis tico hacian posible, y con

inte reses creados

en la

conservación

del

sistema

e s t a b l e d d o .

Aqui

solamente nos

ocuparemos

de la interpreta-

ción

leninitta.

La

aparición

del

leninismo

como

una

forma

nueva del

marxismo

esta determinada p o r

d o s

factores fundamentales: I) el intento de hacer

entrar al

campesinado

en la orbita de la teoria y

estrategia marxistas, y

2)

el intento de definir de

nuevo

las

perspectivas

del desarrollo capitalista

y

revolucionario

en la

era imperialista.

Estas dos

oorrientes

fundamentales

del pensam iento

Ieninista

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rana - pam s s

guardan una estrecha

relación

entre si; la viabili-

dad del capitalismo

avanzado (inesperada

d e s d e el

punto

d e

vista

marxista

tradicional)

y ,

por`consi-

guiente,

la persistente

influencia

del reformismo

entre e l proletariado

d e

los p a i s e s capitalistas desa-

rrollados,

exigían,

casi

con caracter

inevitable, un

desplazamiento del

centro

del

interés

marxista ha-

cia

lo s

p a i s e s atrasados,

predominantemente agrico-

las,

cuyo débil

sector

capitalista

parecia

ofrecer

mayores perspectivas

para

la

revolucion.

Si

bien

e s

verdad que la teoria según la

cual

la cadena capi-

talista

deberia

ser

rota

p o r su

«eslabón

m as débil»

- tesis

destacada

p o r

Stalin d e s p u é s

de

la

revolu-

cion-

s e

d e b e

en

s u

origen

m ás

a

Trotski

que

a

Lenin, toda la tendencia del

pensamiento

leninista

apunta

d e s d e

el

principio

e n

e s a

_

direcdón.

La

revolución de los «obreros y

campesinos» -y

ya

no

solo

de lo s

«obreros› -

s e t ransformó m as tarde en

e l

núcleo

del marxismo

soviético,

no solo

debido a

que la revolución triunfo en

Rus ia, s ino también

a

que

el potencial revolucionario

d e la

c l a s e

trabaja-

dora

industrial

pareció

disminuir

en

el

mundo

capi-

talista avanzado. Fue e s t e hecho el que decidió, a

la larga, la evolucion del marxismo soviético. Por

tanto, elegìremos como

punto

d e part ida el analisis

de Lenin

sobre la s ituación

del

proletariado

en

la

etapa imperialista.

L o

sipi icat ivo

d e

esta

interpretación

e s

la

subestimación d e

las

potencialidades politicas

y

eco-

nómicas

del capital ismo,

asi

como del cambio sufri-

do

p o r el p ro le ta riado . En realidad , la negativa a

extraer las

consecuencias

teóricas d e la nueva si-

tuación caracteriza

todo

e l desarrollo del lerrinismo

y constituye

una d e las

principales razones

d e

la

persistente

b recha entre

la

teoria

y

la practica

del

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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36

Herber\M.arcuse

marxismo soviético. P u e s s i bien Lenin roorientó,

d e s d e e l comienzo de s u actuadón, la estrategia

revolucionaria

de

s u

partido

d e

acuerdo con

la

nueva situación, s u

concepción teórica

no siguió el

m ism o cam ino.

La

insistencia de

Lenin

e n

mante-

ner

la

imagen

clasica

del

proletariado

revoluciona-

rio, reforzada p o r la

teoría

de la aristocracia obre-

ra

y

d e la vanguardia

revolucionaria,

reveló

s u

insucicncia

d e s d e e l principio. Ya antes d e la

pr imera

guerra

mundia l

s e

vio

claramente

que

el

sector aoolaboracionista» del proletariado

era cuan-

titativa y cualitativamente

diferente d e e s e reducido

estrato

superior

con-ompido por e l capital

monopo-

lista al

que

Lenin

hab ia denom inado -aristocracia

obrera», y que

e l

Partido Socialdernócrata

y

la

burocracia sindical

eran algo

m as

que

«traido|es»;

lo que en

realidad ocurria

era que la política

socialdemócrata

reflejaba

con bastante exactitud

la

condición

económica y social

de

la mayor ia

de los

trabaiadores en

los p a i s e s industriales

avanzados

En

verdad, la

estrategia

lcninista d e la vanguard ia

revolucionaria

apuntaba

a

una concepción del

pro-

letariado

que

iba

mucho

m ás

alla d e una mera

refon-nulacion

del concepto marxista

clásico;

s u

lu-

cha

oontta

e l

«economismow y

contra

la doctrina

de la

acción

espontánea de

las m asas, s u

arrna-

ción d e que la

conciencia

d e c l a s e debe

s e r

infundi-

da

al

proletariado

« d e s d e

fuera-,

anticipan

la

pos-

terior trans fom iacron fåctica del proletariado,

que

d e

suieto

pasó

a convertirse

en

obieto del proceso

revo lucionario . Ciertam ente , el folleto

¿Qué

ha-

c e r ? (15) d e Lenin, donde e s a s ideas hallaron s u

formulación

clásica,

fue escrito en funcion de la

lucha interna d e

los

marxistas rusos p o r apoderarse

de

la

direccion

d e

un

proletariado

atrasado,

pero

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Sl

Herbert Mucuee

ble sólo en e s t a s circunstancias, ib a a transformarse

m is tarde

en

un principio general estratégico

a

e s c a l a

intemacional.

La constitución

del partido

leninista

(o de

la

dirección

del

part ido)

en

representante auténtico

del proletariado

no

podia l lenar el

vacio

existente

entre la

nueva estrategia

y

la

antigua concepción

teórica. La estrategia

leninista

de la vang uard ia

reoonocia

de

ltocbo

lo

que

negaba

en

teoria:

el

cambio

fundamental

que

s e

había

producido

en las

condiciones obietivas y

subietivas

d e la revolución.

En s u Finanzkupi la l (17),

publicado

e n 1910,

Rudo lf H ilfe rd ing interpretó e s t e cambio e n té rmi -

n o s

de

teoria marxista. Señaló que, baio la direc-

ción del

capital nanciero, toda la

economia

nacio-

nal

podr la

ser

movi l izada

para

la

expansión,

y

que

esta

expansión, a travå de la

eonfabulación

de

gigantescas empresas monopol istas

y

semimonopo-

listas, podria

tender hacia una integración interna-

`cional

a

gran

escala,

de carácter

no sólo económ ico

sino tam bién po lítico . En e s t e nuevo mercado inter-

l w m i n e m n ,

i s

p r o d u c c i o n y

l a

a i s i n b u c i o n

e m i - l a n

en

pan

medida

controladas

y

reglamentadas

p o r

un

cártel

co ns tituid o p o r lo s

intereses capitalistas

m ás poderosos.

En e l vasto

dominio de

semciante

«cártel general», existirla la

posibi l idad

de contro-

la r

en

gran medida las contradicciones del sistema

capitalista,

de

asegurar

lo s

beneficios de

los

çupos

dirigentes y de mantener un elevado

nivel

salarial

para lo s trabajadores,

a costa de

la explotación

intìâicada

de

los mercados y pueblos que no

pertenecieran a

e s a

privi legiada

zona.

Hilferding

pensaba que semeiaute planificación

capitalista

in -

ternacional requeriria en todo

caso la abolición

del

l iberal ismo

democrático

tanto

en

e l

terreno

econó-

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Primera

pene 3 9

mico como en el polit ioo e ideoloco; e l individuo-

l ismo y el humanismo

tendrian que ser

nmiru idos

p o r

un

nacionalismo

y

un auto rita rism o

militaristas

y agresivos.

Kar l

Kautsky posterionnente

expuso

(1914) ideas aemeiantes

con

s u

concepción de l «ul-

t ra imper ia l ismor

(18).

Estas perspectivas fueron presentadas solamente

como

tendencias

cuya realizacion, s e a cual fuere e l

lapso de t iempo que s e considerara,

en puesta en

duda

tanto p o r

Hil ferding

como

p o r

Kautsky.

T a m p o o o e x t r a ie n o n e s t o s a u t o r e s t o d o s

l a s p o s i b l e s

conclusiones

referentes

al

cambio

d e situación de

c l à s e

del

proletariado. Pelo

s l

perlnron, en

cam-

bio,

las

condiciones económicas

y

polit ica: baio

las

cuales el mundo capitalista podria estabilizarse e

integrarse

ierårquicamente;

condiciones que,

en

la

teoria

marxista,

resultaban utópicas a menos que

las fuenas

reales

que pudieran supr imi r las contra-

dicciones y conflictos entre las potencias imperial is-

tas l legaran a desarrollarse.

Una

vez

que

tales

fuerzas s e mnterial izaran, podría crearse una b a s e

económica

para

la in teg ración .

Y

ani

efectivamente

ha sucedido,

m uy gradualmente

y

con muchas

rc-

gresiones

y

rupturas,

baio

el choque de las dos

guerras mundiales, de la

productividad

atómica y

d e l c r e c i m i e n t o

d e l

p o d e r c o m u n i s t a . E s t o s a c o n t e -

c i m i e n t o s h a n a lt e r a d o L a e s t r u c t u r a d e l c a p i t a l i s -

m o,

m l

como

Marx

la habia

denido,

y

han

creado

las b a s e s

de

una nueva organización económica y

politica del m undo occidenta l (19). Tales b a s e s

sólo

han

l legado

a

s e r

aproveehadas de manera

efectiva

d e s p u é s

de

la

segunda

guerra

m und ia l. A

panir

de

entonces, los

intereses

en conicto, a que la compe-

tencia daba lugar, entre las naciones

occidentales

han sido

gradualmente

integrados

y

cancelados

p o r

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Primera parte 4 l

marxista

que

tenia el pleno

control de

la clase

obrera, por aquel entonces- fue

sólo s u manifesta-

ción

m as

no tab le .

La inmunizadón dnostró

pos te -

r iormente

s u

poder

en

lasrevoluciones

centroeuro-

p e a s , d e s d e 1 9 1 8 a l 923 ,

cuando

la mayoría del

movimiento

obrero,

aliada

a la

burguesía

y al

ejército,

deshizo la ofens iva com unis ta .

En

Inglate-

rra el predominio

del

Partido

labor is ta

refonnista

nunca fue

seriamente perturbado;

en

F rancia y

en

I tal ia,

las

ierzas

comunistas

continuaron

siendo

inferiores a las

socialdemócratas,

y en Alemania,

único

pais donde el Partido Comunista_resurgi6

p o t e n t e m e n t e

d e s p u é s d e l a

d e r r o t a ,

t a n t o la

s o c i a l -

democracia com o el

com unism o suctrm b ie ron rápi -

damente ante e l

regimen

fascista.

La permanente

debil idad

del

potencial

revolucionario

en los

p a i s e s

industriales

avanzados

confmó a

la

revolución en

aquellos

sectores cuyo proletariado no habia

sido

afectado

p o r

el proceso

d e

integracion y

cuyo

régi-

m en

habia dado

muestras

d e

desintegración

politica

y

de atraso

económico.

la

teoria

marxista

explicó

el

cons tante aum ento

del

nivel

d e vida, b a s e

económica

del proceso de

inmunización, p o r la

creciente

productividad del

rrabaio,

p o r

la

eficaz

organización

de lo s

trabaia-

dores industriales,

que

neutralizaban la

presión

eiercida

sobre el

nivel

salarial, y

p o r

lo s

beneficios

rnonopolistas de

las

zonas capitalistas m as avanza-

d a s .

D e acuerdo

con

e l

marxismo,

ninguno

de

e s t o s

factores

podia

neutral izar

d e fo rma duradera

las

contradicdcnes

inherentes

a

la

fonna

de produc-

ción capitalista. Asi, los

benecios

obtenidos po r la

c l a s e obrera durante e s a

etapa sin duda

serian

periódicamente supr imido:

por inuio

de

las gue-

rras

y

las

crisis,

habida

cuenta

de

que

no

existia

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4 2 Herbert Marcus:

b a s e alguna para una consolidación

capitalista

in -

ternacional

a largo p lazo. Esta interpretacion no

admit ia

la

posibi l idad

(que

pronto

s e

oonvirtìo

en

realidad) de que

semejante

b a s e intemacional i l lega-

ra

a

rnaterializarae Sobre

e s a b a s e ,

la sociedad

industrial

occidental

c r - e o ,

sin em barg o, s u s

nuevas

instituciones

politicas y

economicas.

L a vio lencia

eatastroca, e l

g rado sin

preoedentesì ie

destmccidn

ñsica

y

cultural,

y

e l

igualmente

s in

preoedenfes

crecimiento

de la productividad

técnica

que

cano

terizd e l período posterior a

1918,

correspondieron

al inmenso alcance

d e

e s a tarea.

La

propia estnic-

turn

de

la

civilizacion

establecida

fue

desaada

y

hubo d e

s e r

reannada ante una civilización rival.

El potencial tecnologico y

politico que s e desan-ollo

en

el

curso

d e

e s t a

lucha

puso

pronto

de

relieve

que para hacer

frente

al deeao

no

bastaba

con

l levar a cabo

aiustes

accesorios. La necesidad de

una movilización total d e las

fuerzas

materiales

e

intelectuales disponibles requería la ab olición del

sistema

del

Iairsez-ƒaire

en

la vida económica y

cultural,

el

control

melódico

d e

los m ecanism os

politicos y un reag rupam iento de carácter

interna-

cional

bajo

la

jerarquía

real del poder

eoonomioo,

a

costa de las

queridas

soberanias

tradicionales.

Los

intereses dominantes d e la sociedad occidental

en

su

conjunto han modiñcado, en efecto, l o a intereses

nacionales

y

d e

clase; los

partidos

nacionales

s e

han

alineado con las

fuerzas

politicas y económicas

internacionales. El movimiento obrero no

ha

cons-

tituido

unn excepción; al final, la soeialdemocracia

ha

entrado en

la

órbita occidental, y

el

comunismo,

en

la

órbita

oriental.

Para

e l marxismo, e l mundo

capitalista

nunca

ha

estado m as cerca

del

temido

fantasma de un «cánel general», que

sustituiría

la

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P e i m e r a

parte

4 3

anarquía de la p roducción y distribución capitalis-

- t a s p o r la planificación ultraimperialiata. Y

ha sido

e l

propio

progreso del

sistema

soviético

el

que

ha

promovido la rea lización de esta

temida

2 . El marxismo

soviético:

aspectos

fundamentales

de

s u

autointerpretación

El

legado

leninista

Una comparación entre e l anterior analisis

d e

lo s

supuestos históricos del

marx ismosov ié t ico

y las

declaraciones soviéticas

oficiales muestra que

e s t a s

últimas

no

reconocen explícitamente

tales

supues-

tos.

Tanto

la

teoria

leninista

como

la

stalinista han

negado, periódica y fo rm alm e nte , la

de

una integración internacional a

largo p lazo del

mundo oecidentaL Los reaiustee del

periodo' pos t-

staliniata,

s i

bien rechazan

explícitamente

la

«teoria

del

estancamiento

absoluto

del

capitalismo» y

las

t e s i s

d e

Stalin

s o b r e

l a c o n t r a c c i ó n

d e l

s i s t e m a

capitalista, deenden

todavia,

sin

embargo, la no-

ción

d e la

«intensificación

de

las contradicciones

capitalistas- en

la

era presente (1). El marxismo

soviético ha negado

tambien, con

idéntica solemni-

dad, los cambios oonoomitantes que

s e

han produ-

cido

en

la

estructura

de

la

c l a s e

trabaiadora

de

lo s

p a i s e s

occidentales,

dado

que la imagen

marxista

clásica del proletariado revolucionado sigue

siendo

un

soporte

principal d e

la

teoría

soviética. Sin

embargo,

todas las m edidas decis ivas

de

la cons-

tnioción del socialismo en la órbita soviética s e

basan

en

lo s

cambios

estructurales

que

caracterizan

el periodo

contemporáneo,

asi como en la decaden-

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4 4 Herbert Mamise

cia

del

proletariado

revolucionario e n el mundo

occidental

Es ta d ico to m ía

plantea

el

problema de

la

sinceridad

obietiva

de las

fonnulaciones

teóricas

marxistas soviéticos, lo cual

forma

pane a s u vez

del problema m as

ampl io

d e las

relaciones

existen-

t e s entre la teo ria y

la prácúca sovieticas.

Y a nos hemos referido a la utilización sistemática

del «lenguaie esop ims e n e l s e n o del

propio campo

marxista

soviético

y

ante

audiencias

marxistas.

El

marxismo

soviético

continúa

util izando

los

concep-

tos marxistas uortodoxosn para designar situaciones

y

medidas politicas que los

contradicen

manifiesta-

mente.

En e s t a s

circunstancias,

parecería justifica-

do

negar toda validez al

marxismo soviético y

catalogar-lo

como

mera

«propagandam Pero esto

seria

una

solución e rrónea,

ya

que

la

distinción

entre

upropagandan y

¢verdad› exige la

preyia

existencia

de una iverdads demostrable con la que

la propaganda pueda

ser

contrastada; quienes

man-

tienen que la verdad s e expresa solamente en la

practica del marxismo

soviético

y no

en

s u teoría, y

que

la

teoria

sirve

sólo

como

apoyatura

ideológica

para la manipulacion

de

las

masas,

habrán

de

probar

el fundamento

de ta l

a firm ación . En

efecto,

dadas

las dificultades

que

e l

régimen s e

crea

a

s í

mismo con

la publicacion y constante enseñanza de

ideas marxistas que solamente

pueden

armonizarse

con

la

realidad

a

costa

de

un

gran

esfuerzo

llsico

e

intelectual, la

tesis

de que

el marxismo soviético

s e

reduce

a

pura propaganda

no

e s

fácil

d e

aceptar.

Lo cierto e s que la exposición

de

la teoria marxista,

por

m uy bajo

que

s e a s u

nivel,

continúa

siendo uno

de

los mayores

esfuerzos

del

régimen,

y

que la

tension entre la

teoria y

la

práctica

sigue en

pie.

Pero

s i

no

parece

conecto

descartar

toda

la

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Primera parte 4 5

teoria como

simple

propaganda,

tampoco

lo e s

eon--

servar algunas d e

s u s

partes como verdad y

clasi-

car

a

otras

como

asubterfugior.

Sólo dispondremos

de criterios

seguros para

semejante selección

s i po-

demos descub rir la

existencia de concepciones rnar-

xistas

que

permanecen constantes a

travà de

lo s

diferentes cambios

experimentados p o r la

teo ria y

estrategia

soviéticos.

Solo

entonces

l legaremos

a

aislar

los

«elementos

básicos»

y

a

derivar

de

e s t o s

e lementos las

uev is ions»

y «recliazos›, obteniendo

a s í

un cuerpo de principios teóricos re lacionados

con la p ractica. Este

enfoque e s

precisamente el

que

servirá

de

guía a

nuestros

siguientes

análisis.

L a formación de la

teoria marxista soviética

pro-

c e d e d e la interpretación leninista

de l m arxism o ,

s in

entronque

directo

con

la

teoria

marxista

origi-

naria. Para

esclarecer

e s t e

punto de part ida, hare

m os un

breve

resumen d e

los

lazos esenciales que

unen al

leninisnw

con

e l marxismo

sovié tico que de

el

deriva.

Anteriormente

señalamos que los rasgos caracte-

rísticos

del

leninismo

en

s u

pr imera

etapa

-esto

e s ,

de una parte, el desp lazamiento de l agente revolu-

cionario

d e s d e e l proletariado con conciencia

de

c l a s e al

partido

centralizado como vanguardia del

proletariado, y, de otra, la

acentuación

del papel

del cam p esinado com o aliado

del

pro letar iado-

s e

desarro lla ron bajo

la

inlluencia

del

sostenido

v igor

del capital ismo en la «etapa

imperialista».

La con-

cepción que en un principio

solo daba

cuenta de la

«inmadurezi

del

proletariado ruso

s c t ransformó

m as

tarde

en un principio d e estrategia internacio-

nal

frente

a la

persistente

actitud reformista del

proletariado

srnaduro»

d e

los

p a i s e s

industriales

avanzados. Así, para contrarrestar la integracion

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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4 6 I-l¢rt›=rtMarc\rse

en el s e n o

del

sistema

capitalista

d e un ampl io

sector del movimiento obrero, el

«factor

mbiet ivo»

de

la

estrategia

revoludonaria

e s

monopol izado

p o r

el

Part ido,

que asume el caracter de una organiza-

ción revo lucionaria profesional que dirige al plole

tariado. \

La concepción leninista

puede

s e r

descrita

como

un desarro llo de la

dist iudóo marxista entre el

i n t e r e s

r i n m e d i a t o »

y

e l

i n t e r e s

- r e a l »

( y

c o n s c i e n -

te )

del

proletariado.

He aqui

las etapas

principales:

a) El

s e r social

determina la conciencia: el pro-

letario

individual,

en las

relaciones

d e

producción

capitalistas, d e s e a mejorar , de

forma

inmediata

y

mnt inua, s u

posición

individual

en

e l

s e n o

del

s i s t e m a c a p i t a l i s t a .

b )

La

politica

-economista»

d e

los

sindicatos,

al

conseguir tales

mejoras,

contribuye a

mantener

de

f o rma

permanente la situación del

proletariado

como clase explotada, sosteniendo, con ello,

a

la

sociedad

capitalista; pero

al

mismo t iempo modif ica

la es tructura

social

del sistema en

cuanto

que pro-

porciona

una

b a s e

para

la paz

d e

c l a s e s .

c )

Este cambio

en

la estructura

social

«desvia›

al proletariado d e

s u

posicion

historica objetiva

de

c l a s e revolucionaria

que

sólo

puede l iberarse m e-

d i a n t e l a

a b o l i c i ó n d e l

s i s t e m a

c a p i t a l i s t a .

0

Esa posición histórica obietiva

solo

puede

s e r

rpreservadar

subordinando

los

intereses

subjetivos

inmediatos

a

los intereses reales de clase a traves

de la transformacion

de

la lucha económica

en

lucha po lítica . Esta

tarea

compete al part ido

leni-

uista. Com o quiera

que, según

la teo ria m arxis ta ,

la

lucha económica

p o r s i misma

solo

puede

lograr

mejorías

d e

corta

duración,

e l

proceso

capitalista,

a

través

de las depresiones

y

cris is pe riód icas , resta-

Page 48: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Primera pene

5 7

blecera el equilibrio y conducirá

a

la radicalización

del proletariado,

reconstituyendo

asl la coincidencia

d e

s u s

intereses

inmediatos

y

s u s

intereses reales.

Pero

¿ q u é

s u c e d e s i la etapa c ) afecta a la m ayo r

parte del proletariado en

los p a i s e s

catátaliatas

avanzados?

¿ N o

pierde

la

teoría

marxista,

en ta l

uso , la b a s e d e masas que

s u

realización e x i g e ?

¿ Y

no s e

p ierd e tam b ié n la

conexión

entre la teoría

y

la

realidad,

a menos que la p rim e ra

vuelva

a s e r

definida

mediante

una

redefinición

de

la

última?

Estas

cuestiones

condujeron a la

teoria

leninista

hacia

un

nuevo enjuiciamiento

del

desarrollo capi-

talista contemporáneo,

el

cual s e convirtió

a s u vez

en el

fundamento teórico d e

la

doctrina

del «socia-

l ismo en un solo pais».

Ta l

doctrina,

anterior

a

la

revolución

bolcltevi-

que, s e reveló d e s d e e l

principio

como denida y

determinada

p o r

la nueva

etapa de

la sociedad

industrial. Aunque la «ley del

desarrollo

desigual

del capital ismo»,

formulada por Lenin, no fue al

principio

m ás

que

la exp resion

d e una situación d e

hecho,

las

conclusiones

que

d e

la

misma

posterior-

mente s e extra ie ron fo rm an

e l

verdadero m eollo del

marxismo soviético.

[min

observo que

e l

«desarro-

llo

económico

y politico

desigual

constituye una

ley

absoluta del capitalismo», añadiendo

a

continua-

ción

que, p o r

consiguiente, «la victoria del socialis-

m o

e s ,

al

principio,

posible

e n

algunos

p a i s e s

capi-

mlinau, o incluso en un solo pais capitalista

(2).

La conclusión

impl icaba

claramente que

el

socialis-

m o

podia

tr iunfar, en pri.mer

lugar,

en algunos

p a i s e s capitalistas nuartsndax, o incluso en uno solo,

mientras

que

los

p a i s e s m as

atrasados

seguirían

yendo a la zaga.

Un

año

después,

Lenin escribió

que

el

socialismo

obtendría

pr imero

la

victoria

en

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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4 8

Herbert

Marcns\

uno o varios

paises,

mientras

que e l

resto

seguiría

siendo,

p o r

cie rto tiem p o, burgués

o i t p r e b v u r -

giles»

(3).

Denin siguió e l a la conclusión

marxista

según

la cual la

revolución

socialista

seria el resultado

de

I a n

contradicciones

explosivas existentes

en

el s e n o

de un pain capitalista plenamente m aduro ; y

ni

siquiera

el

propio

triunfo

de

la

revolución bolchevi-

que

le

hizo

abandonar

esta

convicción.

Son

bien

conocidas

s u s

dudas

y vacilaciones antes de

decidir-

s e a

reconocer e l

carácter

socialista

de

la revo lución

bolchevique,

a

pesar d e s u

tesis

de que la «revolu-

dón democrático-burguesa»

debia

ser superada por

una

revolución

obrera

y

campesina

que

sustituyera

a

la rep ública

par lamentar ia por

una

república

soviética. Todavia en marzo de 1919 Lenin ca lificó

a la Revolución de

Octubre

de

«revolución

burgue-

sa,

habida cuenta de que

la

luclia de

c l a s e s no

s e

habla

desarrol lado aún en

e l campo» (4),

añadien-

do

que sólo en el verano de 1918 comenzó

en

e l

campo

la

autén tica revo lución

proletaria.

Y

aun

entonces siguió aferrado

a

la

idea de que la revolu-

ción rusa deberia

s e r salvada

p o r

la revolución

alemana.

Pero fue precisam e nte la creencia d e Ienin

en

que

la

Revolución Rusa tenia e l caracter de un

pr imer

ensayo

la

que

le

conduio

a

formuladones

que preguran

claramente

la politica stalinista.

El

socia lism o presupone el capital ismo o, al

menos,

s u s

realizaciones:

un alto grado d e

mdust'

rtalizaci'̀ ón,

una elevada

productividad

del trabaio

y

una mano

de

o bra altam e nte disciplinada,

instni ida

y

cuali-

cada.

Aunque

quizá

existiera

la

de

«sal-

ta r etapas› a lo largo de e s t e proceso (Lenin abri-

gaba dudas también en relación

con

e s t e problema)

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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minera

parte

i 4 9

(5),

en cualquier

c a s o

sin

las

realizaciones

de una

economia plenamente industrializada y racionaliza-

da

no

puede

haber

socialismo,

ni

tampoco

distr ibu-

ción del producto social d e

acuerdo con las

necesi-

d a d e s y aptitudes individualcs. En un

país

atrasa-

do, la

industrialización

tiene prioridad sobre la

sodalización,

esto

e s ,

sobre la p roducción

y

la

distribución en función d e l a s

n e c e s i d a d e s . En la

reunión

del

Comité

Eiecutivo Central

d e

toda

Ru-

sia, en abri l d e 1918, en s u polémica contra los

«comunistas de izquierda», que proriosticaban

e l

«camino hacia

e l

capitalismo d e Estado»,

Lenin

declaraba:

En r e a l i d a d , e l capitllin-no d e

E s t a d o s e r i a

para n o s o t r o s un p e r o

a d e l a n t e . S i

f u e r - n i n o s c a p a c e s

d e

e s t a b l e c e r

e n

R u s i a

e l

capital ino

d e E s i a d o e n un b r e v e l a p s o .

e s t a

s e r i a

iuia

victoria... Mirmo q u e e l

e n p t i i u i n n a e E n a n o m n

noemi

niviaøf. s i t o

nwterinm

e n

Rilia,

la

transición

al m á s c o m p l e t o s o c i a l i s m o

s e r i a indudable y

m u t u a .

hmeteip iunanoaetanmnauni inni i iaeunuuiza-

ción, integración,

control y

s o c i a l i z a c i ó n .

Y eno

e s .

p r e c i s a m e n t e , d e

t o q u e m e c e n a s ( 6 ) .

Un

m e s

m as

tarde

citaba

una

declaración

de

septiembre

de 1917, e n

el sentido

de

que «el capi-

tal ismo

monopol ista de

Estado oonstituye

la

prepa-

ración

mater ia l completa

para e l socialismon,

la

iantesala» del social ismo, la etapa

histórica

que

precede

inmediatamente

al

social ismo, y

añadía:

« ¿ N o

e s t á

claro

que,

en

un sentido

materia l y

económico,

en

términos

de

producción, no

nos

en-

contrarnos todavía en la antesala del socialismo? ¿ Y

que no podemos l legar a.la puerta que comunica

con el socialismo s i

no

e s

a través

de

e s t a “antesa-

|a ?› (7 )

Las

implicaciones

de

e s t a s

declaraciones

queda-

ron veladas por el hecho

de que la

revolución

. ~ i . . . . . . . , t

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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S 0

Herbert Marque

alemana

d e 1918 pareció desatar

e s a

presunta

e a -

dena

de revoluciones en

l o a p a í s e s

maduros que

debería

restablecer

la

via

wrtodoxa»

d e

la

revolu-

ción

internacional. Si la revolución

socialista tr iun-

faha en

Alemania, el Estado

soviético no

sólo

s e

verla

np ro teg idm por el Estado proletario de un

pais industrial

altamente

desarrollado, sino que

también paniciparia

d e la riqueza tecnica

y

mate-

rial

d e e s t e ,

de

forma

que

la

transición

al

s o c i a I i s ~

m o

s e

verla

asi

garantizada

y

acelerada.

D e

e s a

orientación casi d e s e s p e r a d a hacia Alemania queda

constancia

en

las

actas de

las reuniones

de

la

O om intem y

d e

s u

comité

eiecutivo, y

en

lo s

dis-

cursos d e

Lenin

de

los

pr imeros años d e

la revolu-

ción.

Pelo a

part i r

del

año 1921, aproximadamen-

te ,

la

politica

soviética

extrajo

las eonsecuendas

de

la

denota

de la revolución alemana. Dado el papel

central

que la

relación

entre cap ita lism o m aduro

y

transición

al socialismo desem peña en

la

teoria

marxista, el fracaso

d e

la revo lución

alemana

-uni-

do

al papel dirigente cada v e z

m ayo r

d e los Esta-

d o s

Unidos

en

la

reconstrucción

del

mundo

occi-

denta l - pareció exigir

una reconsideración

de

la

situación internacional.

Si

el potencial capitalista

iba

a

ser,

durante

un

vasto

período de

t iempo, m is

fuerte

que

el potencial revo lucionario , y s i ni si-

quiera la pr imera guerra

mundia l

y s u efecto sobre

la

economia

habla

podido

quebranuir

la

influencia

del

reformismo sobre

e l «p ro le tariado m aduro»,

entonces el agente historico de la revoludon

habia

cambiado no

sólo

e n sentido geográ fico

sino tam-

bién en sentido social.

Si

s e p roducía una auténtica

.estabilización capitalista», el Estado soviético

no

sólo

tendria

que

«coexistin

durante

un

largo perio-

do

con

un

mundo

capita lis ta m ucho

m ás poderoso,

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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n - ¡ m m

p m

s i

sino

que también

deberia

considerar al naciente

m ovim ien to revo lucionario d e los p a i s e s coloniales y

sem ico lonia les com o

algo

m ás

que

una

mera

«reser-

va»

del ejército

revolucionario.

En predso

volver a

definir

tanto la

estratega

internacional

como

la

edificación del socialismo

e n la

sociedad soviética.

El articulo de

Lenin

en Pravda, «Más vale

poco

y

bueno»

(marzo de l 923) , combina la

apreciación

tradicional y e l nuevo enjuiciamiento de la situa-

cion

internacional

en

unas

cuantas proposiciones

que s e interpenetran.

Todas ellas

s e

centran

en

la

afirmación d e que

los p a i s e s

capitalistas d e

la

Eu-

ropa

occidental marchan hacia

el

socialismo

« d e

un

modo

distinto

a

como

e s p e r a b a n - i o s

anter iomien-

t e n (8).

Lenin continuaba:

«No

lo llevan

a término

p o r

un

proceso

gradual

d e

“maduración”

del

socia-

l ismo en ellos, s ino m ediante la explotación de

unos

Estados por otros... unida

a

la explotación d e

todo

el

0riente.»

¿Cómo altera la explotación imperial is-

ta de

lo s p a i s e s

capitalistas

vencidos

(en

e l contexto

de

Lenin, especificamente Alemania) la

«esperadas

realización

del

socialismo?

El

texto

de

Lenin

sugie-

re

varias

respuestas:

a)

Por

el

desplazamiento

del

centro de

gravedad

del

capital ismo d e s d e Europa centra l hacia el

Oes-

te , y

nalmente hasta

lo s

Estados Unidos (9) ;

b )

incorporando rápidamente

«al

Oriente, ln-

dia,

China, etc»

al

sistema

capitalista

mundia l ;

c )

acelemndo,

al mismo

t iempo,

los movimien-

tos

nacionalistas y revolucionarios en Oriente

( ¿ y

en

lo s

p a í s e s capitalistas

vencidos?).

Las

proposiciones

de Lenin

irnplicaban,

p o r un

lado,

crecimiento

capitalista ( a través d e la

-nueva

explotación

d e

los

p a í s e s

derrotados

y

del

Oriente›)

y , por

e l

otro,

crecimiento del potencial revolucio-

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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5 2 Herbert Marnue

nario

« e n Oriente»

( i tenemos de nuestra

parte

la

ventaja

de que todo el m i m d o p a s a ahora ya a un

movimiento

que

debe

engendrar

la

revolución

so-

cin lìn a m un dia b ).

L a s

v d i c u l t a d e s q u e e s t a s f o n n u l a c i o n e s p l a n t e a -

ban s e

vieron numentadas

p o r

la

declaradón

de

Leninaegúnlacualcnosencontramoscofnelin-

conveniente de que

los

han log rado

dividir

el

mundo

en

d o c

campos»

(10). Solamente

abia

explicar

el « inconveniente-›

en

términos

de

la

nueva fuerza que proporcionaba al cap italism o la

explotación de los p a i s e s vencidos, .unidai a

la

eaplotadón

de

todo el Oriente, asi como la

colabo-

ración

de

la clase obrera

de

los p a i s e s imperialistas

victoriosoa Lenin

subrayó

el hecho

de que

«diver-

s o s

Estados,

p o r

cierto

los

m ás

antiguos

del

Occi-

dente,

s e

hallan, gracias

a la

victoria,

en

condicio-

n e s d e poder aprovechar

e s a

misma victoria para

hacer

a

s u s c l a s e s

oprimidas

una serie d e concesio-

n e s

que, s i bien son

inaigniñcantes, retardan

el

movimiento

revolucionario en e s t o s

paises,

creando

una

apariencia

d e

¡m z

d e

clase:

(ll).

Estas ideas

s e

hallaban próximas

a

la concepción

de Hilferding,

según

la cual la aparición de un

interés

nacional

podria unicar d e

modo efectivo

trabajo y capital en los p a í s e s imperialistas

avanza-

d o s . Sin

embargo,

y

e n

contra

de

esta concepción,

e l

análisis

de

Lenin

oonducla

a

una

«dircctivan

de

la

politica

soviética

basada en

la expectativa

de

conflicto: entre lo s p a i s e s im p erialis tas, la cual ha

l legado posteriormente

a

convertirse

en

.obl igato-

ria» ¡gra el marxismo soviético. Nuevamente las

ambigi ledades

de

las formulaciones

de

Lenin mul-

tan

sorprendentes. Lenin planteaba

la cuestión de

cómo

- l ibrarnos

d e

la

próxima

colisión

con

e s t o s

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ri-¡mm

p a m

  3

Estados

imperial istass, lo que implicaba la tipica

contraposición stalinista

entre

lo s campos soviético

e

imperialista.

Pero

inmediatamente

respondía

a

e s a pregunta expresando

«la

esperanza

d e que

los

antagonismos y

conllictos

intentos

entre l o s

p a i s e s

imperialistas prosperos

de

Ocddente y los

p a i s e s

imperialistas prósperos de

Oriente

nos

proporciona-

rá n una segunda tregua»

(12),

s in

analizar la

evi-

dente posibi l idad de que e l

conflicto

entre lo s pai-

s e s

imperialistas

y

la

Unión

Soviética

pudiera

«neu-

t ral izar-

o

«suspenden e l

conflicto e n

e l s e n o del

campo im p erialis ta. En cualq uie r

caso, manifestó,

el «resultado linalw d e la lucha entre el socialismo

y e l imperial ismo -a

saber:

la victoria del socialis-

m o - estå «absolutamente asegurado» p o r e l hecho

de

que

la

pobladon

de

«Rusia,

India,

China,

etcé-

tera», constituye la

abrumadora

mayoría d e

la po-

blación d e la

Tierra,

y

esta

siendo -arrastrada

rapidamente a la

lucha

p o r

su

propia

emancipa-

ciónv. L o «interesante-› para Lenin no

era

el resul-

tado

nal, sino la politica soviética

de

«impedir

a

los

p a i s e s

contrarrevolucionarics

de

la

Europa

occi-

dental

que

n o s aplastem. Al t iempo, Lenin

señala-

ba que

la política soviética

de

«asegurar

nuestra

existencia»

hasta

que

e s e

conflicto entrara en erup-

ción,

deberia

tratar dc

hacer -más civilizado» al

Oriente.

Y esto,

a s u vez, hacia

necesario

«el desa-

rrollo

d e lo

electrificación,

d e l a s

centrales

térmi -

c a s ,

la cons tniccion

d e

Volkhovstroy,

etc.i›.

«En

esto,

y solo

en esto, radican nuestras esperan-

z a s » (13).

El análisis de Lenin contiene,

sin

conciliarlos, los

elementos

antiguos y nucvos

d e

la situación: «los

antagonismos y conflictos in te rnos

en

el

s e n o

del

campo

imperialista»

s e

yuxtaponen

al

- inminente

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t › i - ¡ m m

pm . s s

consistido

en oorrelacionar las d o s

series

de oontra-

cliceioues como

b a s e d e

la política a

seguir, y en

determinar

e l p e s o

relativo

d e

las

mismas.

No

pode-

m os

analizar aquí lo s diferentes

viraies

y variantes

del analisis marxista soviético sobre la situadón

internacional d e s d e el V Congreso

de

la

Comiutern

en 1924 hasta el XX Congreso de l Panido eu 1956,

pero intentaremos

demostrar que la

concepción a o -

vìetica basica

del deaanollo capita lis ta

no

ha

expe-

r imentado

camláos

fundamentales

a

través

d e

todo

e s t e periodo. Sin duda, los zigzags a derecha

e

izquierda

han

sido siempre un

elemento

d e

la tácti-

ca

comunista, pero d e s d e e l Vl Congreso Mundial,

a

m as tardar, aparecen como un ensayo

tóctico

e fmcro , e n

contraposición

-y

a

menudo

en

conic-

t o -

c o n

l a

c o n c e p c i ó n

y

e s t r a t e g i a

s u b y a c e n t e s

C o n

el fm de esclarecer esta

distinción

entre las

manio-

bras tåcticas y la concepcion básica, comenzaremos

p o r

aislar las

categorias marxistas

soviéticos

que

han permanecido

constantes a

trayés de lo s diferen-

t e s viraies que s e han producido durante e l periodo

stalinista.

El análisis del capitalismo contemporáneo

El

marxismo soviético analiza

todo

e l desarrollo

capitalista

d e s d e la

pr imera guerra

mundia l

como

s i

s e tratara d e

un solo

periodo:

las subdivisiones

serian

asi

tan

sòlo

etapas

de

una tendencia

básica

única. S u s r a s g o s

principales (15),

ta l

y como

lo s

interpreta

e l marxismo

soviético,

s o n los siguientes:

l.

El triun fo del capital ismo rnonopolista sobre

lo s elementos supervivientes

del

capitalismo

alibren.

2 .

La organizadou del capitalismo rnonopolista

a

e s c a l a

internacional,

sobre

la

b a s e

de

una

e o o n o ~

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5 6 H e n › e n M n m a =

m ia de guerra

(potencial

0 real) d e carácter perme-

n e n t e ,

c o n c r e c i e n te - t e n d e n c i a h a c i a

e l

c a p i t a l i s m o

de

Estado».

3 .

La subyugación

económica

y politica de las

potencias capitalistas m ás

débiles

po r

las

m ás fuer-

tes,

y

de ¿ s t a s p o r

la potencia capitalista

m ás

poderosa de

todas (los Estados Unidos); Y la crea-

ción,

con ello,

de

amplias zonas

interoontinentalea

de

«explotaci(›m.

4 .

La

movilización

total

d e

los

recursos

huma-

nos,

materiales y técnicos

disponihla

para la

lucha

contra

el comunismo.

5 .

La restricción o la abierta abolición del pro-

c e s o democratico, d e

las

l ibertades civiles y pol i t i -

cas, y

de las ideolog ías l iberales

y hum anitarias .

6.

La

contención,

por

la

fuerza

y por

la

«co-

rrupción-,

del potencial revolucionario

en

el s e n o

del sistema capitalista.

7 .

La división socio-politica global eu d o s

cam-

pos, el

uimperialistan

y

e l

asocinlistau.

Antes d e

explicar esta

interpretación, deberemos

dar

respuesta

a

tres

west iones;

l)

¿Como

iustica

el marxismo soviético s u tesis

d e

la existencia

d e

una

sola

tendencia básica durante todo

el

período

subsiguiente

a

la pr imera guerra mundial , a pesar

de la evidente dificultad

de

situar al fascismo y a

las democracias ooddentales, a la -gran alianza» y

a

la

«guerra

fría»,

bal0

un

denominador

común?

2) ¿Como puede armonizarse

la

noción _ d e la con-

tención

ecaz d e

las fuerzas revolucionarias en

el

s e n o del sistema capitalista con los periód icos ag i-

ros

a

la izquie rda» y las aventuras agresivas

de

la

estratega

comunista,

y

3) con el

crecimiento

e s p e c -

tacular

d e

los

partidos

comunistas francés

e

i talia-

no

d e s p u e s d e la segunda guerra mundial?

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Primera parte $ 7

En relación

con la pr imera cuestión, el

marxismo

soviético

considera

al fascismo

como

una f a s e

e s p e -

cifica

d e

la

lucha

d e

c l a s e s

nacional

e

intcrnacio-_

nal,

a

saber, como la «dictadura›, abierta y terro-

rista,

«de

los elementos

m ás reaccionarios, cliauvi-

nistas

e imperialistas del capital financiero» (16).

Esta dictadura

constituye

e l intento

d e .-resolver»

la

crisis capitalista mediante la explotacion intensi-

ñcada

d e

las c l a s e s

trabajadoras

y

d e

las

colonias,

la

reeclavización

d e

las naciones

debiles›

y

la

pre-

paración

6 efectivo

desencadenamientc

d e la

guerra

contra

la Unión Soviética. Esta descripción del

fascismo contiene todas

las

caracteristicas

principa-

les que subsiguientem ente s e aplicarian al «imper ia-

l i smo anglo-americano o

americano». Semeiante

transferencia

va sob reentend ida

en

el

punto

3

del

análisis

marxista

soviético:

la organización interna-

cional

ierárquica del capitalismo contemporáneo

bajo la suprcm acia del poder económico mà fuerte,

que exige el sacricio de las sobersnias tradiciona-

l e s y

de

las l ibertades democráticas. La

b a s e

econó-

ntica

para

la

supremacía

fascista

alemana

era de-

masiado estrecha. Esta «anomalian

fue corregida

por la segunda

guerra

mundial, que

restableció el

equilibrio

internacional

y realizó

una

nueva

divi-

sión

de las

esferas

de influencia d e acuerdo

con la

fuerza economica

real,

csto e s ,

p o r la apar idòn de

los

Estados

Unidos

conto la

potencia

capitalista

m ás fuerte. El fascismo y

s u

derrota

aparecen,

asi,

como p a s o s ulógicosi

en

la reorganización interna-

cional del capital ismo

monopol ista.

Pero s i

la

lucha contra la

Unión

Soviética consti-

tuye

uno de

los

elementos

esenciales

de

e s t a reorga-

nización (punto

4), ¿ c ó m o explicar

la alianza entre

el

Occidente

capitalista

y

la

URSS

durante la

s e -

1

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Primera pane

5 9

(bmité Ejecutivo de la Comintern

anunció

d e nuc-

vo el «f in -de la

estabìlizadón

capitalista» y e l

comienzo

de

un

nuevo

ciclo

d e

guerras

y

revolucio-

n e s . El «tercer periodo», s e

armaba,

estaba carac-

terizado por un «renacimiento revolucionario

en

auge constante»

en

lo s paises

capitalistas

y

p o r

un

-agravamiento d e la crisis economica» -(18). Quiza

fuera e s t e el «viraje

hacia la

izquierdna m as radical

d e la Comintern

d e s p u é s

del

fracaso

de la revolu-

cion

centroeuropea.

En

s u

informe

al

Pleno

sobre

la s ituación internacional, Kuusinen declaraba que

debian hacerse todos los esfuerzos

posibles

para

.preparar

al proletariado y al

resto

de la

población

trabajadora para la lucha

p o r

el poder

en

el curso

del nuevo

período»

(19). Pero las directrices enta-

tégicas

de

la

Comintern

parecian

impl icar,

en

cam-

bio, un enjuiciamiento de la s ituación

capital ina

totalmente diferente La

tesis

elaborada sobre e l

in forme de Kuusinen, adoptada p o r el XII Pleno,

tenía,

a diferencia

del

propio

info rm e , un tono

predominantemente defensivo. Aunque

conserva

la

frase

ce l

renacimiento

revolucionado

en

a u g e

c o n s ~

tnnlew,

la

tesis

l lama

a

la

lucha contra

la

«ofensiva

capitalista» (20)

m as

que a

la

conquista

del poder

y convoca

a

desarrol lar

la lucha d e c l a s e s «median-

te un

frente

unido d e s d e la base- (21)

y a

declarar

una huelga politica de m asas

en

el momento

en

que

.se den las

condiciones

adecuadas

para la

mis -

m a-

(22).

La

tesis

concluye

con

la acostumbrada

exliortación a lo s

partidos

comunistas

para

que

diri jan el movimiento « e n

la

vla

de la

revolución

šocialisla

mundial».

 

Asl, incluso

e l programa

de la Co rninte rn de

caracter «mas izquierdista- no co ntrad ice nuestra

hipótesis

d e

que

la

estrategia

stalinista

daba

p o r

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60 Hert›enMarcuae

supuesta la contención efectiva

del

potencial revo-

lucionario

en

el mundo occidental d e s p u é s del fra-

c a s o

d e l a s

revoludones

centroeuropeas.

La

estrate-

g ia del

«frente unido antifas¢n`sta›, proclamado

en

1935,

constituyó un p a s o m ás

en

e l reconocimiento

de

la

decadencia

del potencial revolucionario

en

Occidente,

al

comprometer

también a los partidos

comunistas

en

la defensa

d e «programa min imos

dentro

del

armazón

del

Estado

«democrát ico-bu

g u é s » .

La situación al f inal d e la segunda

guerra mun-

dial puede servir

también como ejemplo

del g rado

en

el que la politica stalinista, a pesar de s u s

declaraciones en

sentido

contrario,

operaba

bajo la

hipótesis

de

una -estabilización capitalistas. En

aquel

t iempo,

en

Francia

y

e n

ltalia

la

fuerza

popular d e

los partidos

comunistas

era m ayo r

que

nunca

y , p o r

vez pr imera,

su fue rza annada

pare-

cia adecuada

para

intentar

la

conquista del

poder.

Sin embargo, d e s p u é s

d e

algunos

golpes d e mano

esporádicas y

sin

coordinación, los comunistas pro-

siguieron

una

politica

d e

oooperaciómdesmcvi l iza-

ron s u s unidades

mili tares

y

s e

adhìrieron a un

«programa

min imo»

que, incluso

en

el periodo sub-

siguiente de

g randes huelgas polit icas, no apuntó

nunca a

la

revolución como objetivo inmediato.

Esta estra teg ia puede

s e r

explicada p o r la

debil idad

de

s u

« b a s e

de

m a s a s » .

Los

partidos

comunistas

nacionales

s e enfrentaban con una situacion que

d e s a ñ a b a

l o s c o n c e p t o s t r a d i c i o n a l e s d e l a e s t r a t e -

gia revolucionaria m arxis ta ; p ronto s e

hizo

eviden-

t e que luchaban

e n

un terreno

totalmente diferente.

Los

ejércitos

aliados

que,

junto a los contingentes

nacionales,

s e

enfrentaron con

lo s comunistas en

Francia,

Italia

y

Alemania

Occidental,

simbol iza-

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Prime:-aparte

6 I

bon

evidentemente

la nueva

situacion,

que continuó

prevalecieudo incluso d e s p u é s de s u retirada: e l

«enemigo

de

clase-

no

podria

ya

ser

derrotado

« e n

las barrlcadas» d e Paris, Lyon o Toulouse, o de

Milán,

Turín o

Bolonia. S u s posiciones claves

s e

encontraban

ahora

en Washington

y Nueva York ,

en los

cuarteles

generales

y comisiones aliadas. L a

guerra civil s e

habia convenido

en un asunto de

politica internacional

e

intercontinental, en un sen-

t ido

mucho

m á s

objetivo

que

e l

d e

una

dictadura

d e

la URSS

sobre

los partidos comunistas extranje-

ros. Y e n la

constelación

intemacional

d e la posgue-

rra todas las ventaias

s e hallaban en manos de

los

aliados occidentales y, especialm e nte,

en

las

de

Estados

Unidos.

Sin

duda, d e s p u e s d e la

rápida

desmovil ización

occidental

que

siguio

a

la

segunda

guerra

mundia l

los

eiercitos soviéticos podian haber

invadido e l continente europeo. Pero s i el mantisrno

ha desempeñado

alguna

vez algún papel

en las

decisiones politicas

soviéticos,

sin

duda

lo ìugo en

e l

sentido de persuadir

a Stalin

d e

la imposibi l idad

de derrotar al mundo capitalista

mediante

una

ofensiva

relårnpagp

e n

Europa,

emprendida

por

una

Rusia exhausta

y en gran

medida

destruida,

y

dirigida

contra las

fuerzas prácticamente incólumes

d e la nación economicamente

m ás

poderosa del

mundo. Stalin, cuya t ø o r ú x todavia s e aferraba a la

tradicional

concepción de la progresiva

agudizacion

d e

las

contradicciones

entre

los

p a i s e s

irnperialistas,

deb io sentirse sorprendido ante la

rapidez

con

que

e l

«frente

unido

capita lis ta» contra

el

comunismo

s e reoonstruyó

d e s p u é s

d e la guerra

(el

discurso d e

Churchill en

Fulton,

Missouri, e n

1946; «la

doctri-

na

Tniman-›

y

el

Plan

Marshal l , en 1947; las

negociaciones

sngloamericanas

sobre

el

Ruhr,

en

1947).

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Primern parte

6 3

1950; s e incrementaron

las

operaciones

mili tares

en

lndocliina,

y

la guerra de Corea

comenzó

en un

momento

en

que

los

partidos

oomunistas

occidenta-

l e s permanecían

ya a la

defensiva. Durante todo

el

periodo stalinists, las

estrategias

soviétieas en el

Occidente y

en

el

Oriente

nunca estuvieron coordi-

nados de

forma

eficaz; a part i r de lxs funestas

consecuencias

d e las

«directivatv sta litiis tas durante

lxs' primeras f a s e s de

la revolución china, el

stali-

nismo

pareció

ir

a

la

zaga,

m á s

que

a

la

cabeza,

d e

las «revoluciones

coloniales». En

Oriente,

el nuevo

agente

histórico

de la revolución pareció madurar

maturalmentev,

y las

m a s a s cam pes inas que Lenin

habia ino orp orad o a la estrategia

revolucionaria

cumplieron s u función. Occidente, el mundo capita-

lista,

continuo

siendo

e l

problema

básico

para

e l

marxismo soviético.

L a interpretación marxista soviética

del

capitalis-

m o

s e

centra

en

la

noción d e

la «crisis gene ral» del

sixterna cap italis ta. La crisis e s

cons iderada como

expresión

de

la

etapa monopol ista

del desarrollo

capitalista;

etapa

en

la

que

e l

oonicto

fundamen-

ta l

entre

el caracter social d e

las fuerzas

producti-

v a s y

su utilizacion

privada

capitalista

ha

alcanza-

do

su punto

máx imo, y

últ imo

estadio antes del

punto

de

inflexión

hacia e l socialismo . L a p olitica

exterior de los p a i s e s occidentales y los

cambios

internos,

politicos

y

económicos,

pioducidos

en

el

s e n o de e s t o s paises, s o n explicados por

referencia o

e s t e

conflicto

(24).

La «crisis general», que abarca todo un periodo

histórico, s e subdivide en d o s

f a s e s

principales (25).

La segunda f a s e , que com enzó con la segunda

gnerrx

mundial ,

representa la

agudización

de

la

crisis.

La

crisis fue

deseneadenada

por

el

nacimien-

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6 4 Herbert M a r e u s e

to del Estado soviético, y s e

intensiñca con

su

crecimiento ulterior. Los r a s g o s especificos d e la

crisis

son

la enorm e

contracción

del

mercado

mun-

dial capitalista y el establecimiento

de

d o s mereal

d o s

mundiales

paralelos pero opuestos: e l mercado

capitalista y

el m ercado ssocia lis ta».

Mientras que

el pr imero disminuye,

e l

segundo aumenta

constan-

temente,

s in

depresiones

ni

dislocaciones. La

m ayo r

parte d e los mercados coloniales y semicoloniales y

la

casi

totalidad

del mercado

europeo

oriental

«han

salido»

d e

la órbita

capitalista.

Además, e l capita-

l ismo no sólo

s e ha

visto privado

de una

g ran p arte

d e s u s anteriores mercados d e

exportación, sino

también

del

a c c e s o a

muchas de s u s

anteriores

fuentes

de m ate rias p rim as y mano de o bra b arata.

Consecuencia: la

producción capita lis ta

opera

sobre

una b a s e

cada

v e z m á s estrecha; las dificultades

para la obtención y realización

de

plusvalía, y ,

po r

tanto, de

beneficios ( e n gran medida

intensiftcadas

p o r

la

«composición organica

m ás elevada» del

capital; e s

decir,

que dentro

del

capital total crece

la

proporción

d e

capital

constante

y

disminuye

la

proporción de salarios)

aumentan

y lanzan a

los

grupos capitalistas m á s poderosos a una

lucha

bru-

ta l para lograr

una

participación

en e s t o s

mercados

sensiblemente

reducidos.

Ello, a s u vez,

agrava lo s

conflictos

competit ivos

entre las potencias capitalis-

t a s .

L a

lucha

por

los

mercados

asum e, en

la

últ ima

etapa

imperial ista,

la

fo rma de sumisión ante las

potencias capitalistas m ás

fuertes d e

las m ás

débi-

l e s ,

proceso que culmina en la

supremacía

del

imperial ismo americano. Según

e l marxismo

soviéti-

co, la

tendencia

señalada por Lenin

en

1915

ha

alcanzado en

la

actualidad s u punto máximo.

La

militarización

d e

la

economia,

rasgo

«clásicos del

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Pt- ¡uma parte

6 5

imperial ismo,

s e

conviene

e n situacion -normal».

La

economia

de

guerra, al

t iempo que proporciona

superbenecios

inonopolistas

a

los

principales

capi-

talistas, h a c e descender

e l

nivel d e

consumo

incluso

e n lo s

p a í s e s

capitalistas m ás ricos y canaliza el

grueso

d e

las inversiones capitalistas hacia las in-

dustrias relacionadas

directa o

indirectamente con

la guerra,

aumentando asi

la desproporción existen-

t e

entre

las

d o s

ramas

principales

de

producción

capitalista.

La

cris is afecta

a

la

p ro pia re pro duc-

ción del sistema.

De acuerdo con esta

interpretadón,

el nacimien-

to del Es tado sovié tico puso

e n

movimiento una

reacción en cadena

que,

a

través

de la

intensifica-

ción

d e

las

contradicciones

inherentes

al capitalis-

rno,

ha

agravado

los

conllictos

entre

las

potencias

capitalistas (26). Esta era la conclus ión teórica

tanto

en

la e p o c a del

XV I

Congreso del Partido

(1930)

como

e n

la época del XX Congreso (1956).

Las

contradicciones que, según

la

concepción mar -

xista, son

inherentes a

la estructura d e la produc-

ción

capitalista,

s e

rcarman

a

pesar

de

todas

las

apariencias como las únicas

determinantes.

El

mar -

xism o sovié tico niega,

consecuentemente , que la

integración

intemacional

del capitalismo

e n un

solo

campo, d.irig'do contra

e l

enemigo común,

pueda

meutral izar»

tales

contradicciones.

D e

esta fo rma,

sigue

rechazando

formalmente

- como

hace

cuaren-

ta

años-

las doctrinas del

«ul tra imper ia l ismot

y del

-capital ismo organizado»

(27). Los

esfuerzos de

los

monopol istas

americanos

por establecer un

«trust

mundial»

americano, s e anna, han fracasado.

Los

conflictos

competit ivos

en

e l

s e n o d e la órbita

capi-

talista s e hacen cada

v e z m ás

agudos, a pesar d e la

integración;

las

naciones

~sometidas›

s e

rebelan

y

nun.:

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66 He¢i›enMlNuae

s e

esfuerzan

p o r reconquista:

s u

anterior

podción

en e l mercado mundial ; la Alem ania Occidenta l y

el Japón

renacen

como

los

competidores

ruós

pel i -

grosos

(28).

El

funcionamiento d e

las

l e y e s econó-

mias fundamentales, que según la teoría

marxista

determinan

e l curso

de

los

acontecimientos, condu-

c e a s i al incremento y explosión d e las contradic-

ciones imperialistas,

a los

conflictos mili tares

en el

s e n o

del

campo capitalista, a la «ulterior

agudiza-

ción

de

la

crisis

general

del

sistema

capitalista

y

s

la ap roxim ación

d e

s u derrumbamiento

final»

(29).

En

e s t o s textos encontramos, d e s d e luego, las

acostum bradas advertencias

en contra de una

inter-

pretación de la situación e n términos d e un inmi -

nente derrumbamiento del sistema capitalista. Asi,

Trakhtenberg a firm a

que

la

creciente

dicultad

por

encontrar

una «salidan

a

la cris is

económica

no

sipi ica

la

«imposibi l idad

absoluta»

d e

encontrarla

o de prolongar

la

crisis, Tralthtenberg

señala el

auge inacionista d e la economia

bélica

que domi -

na

actualmente

e l

panorama

capitalista, pero

con-

cluye

reiterando

que,

baio

la

apariencia

d e

un

«resurgimientm

capitalista,

continúan

desarrollan-

d o s e

las fuerzas desintegradoras

d e la crisis econó-

m i q i (30).

Resulta dilicil

entender

como la t e s i s

d e

la agu-

dización de la crisis capitalista puede servir de

guia

al

marxismo

soviético.

Repetida

durante

m ás de

treinta a ñ o s

en

patente contradicción con

lo s

he-

chos,

parece

tan paradójica que e s facil

interpretar-

la corno simple

frase

de propaganda. Consti tuye,

s in

embargo, un concepto al servicio d e la adopción

d e decisiones politicas.

En

la te rm ino log ía

marxista,

la «crisis general»

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Primeraparte 6 9

tradíociones

capitalistas

y

romperla la

-ttrçgua»

que

Lenin consideraba

requis ito prev io

para la

supervi-

vencia

del

Estado sovié tico.

Al

igual

que

la

«crisis

general» del capital ismo, la « - t r e g u a » marca todo

un periodo

de

desarrollo

histórico,

que abarca e l

tiem p o req uerido

para elevar la

-civilización

del

Oriente atrasado al nivel

de

los p a i s e s industriales

avanzados.

Cuando

e s t e objetivo

haya sido

alcanza-

do, s e hab ra lo grad o alcanzar otro punto crucial en

e l

desarrollo

de

la

sociedad

soviética

y

de

la

socie-

dad capitalista: el comienzo d e la

:segunda

f a s e »

del socialismo

producirá también

la reactivación del

potencial revolucionario

en

el

mundo occidental.

En

el marco d e e s t e anális is (enorm em ente tosco

y

superficial,

s i s e le compara

con

la obra teórica

d e

Hilferding,

R o s a

Luxemburgo,

Lenin

y

Buiarin),

d e s p u e s

del

X IX Congreso d e PCUS fueron intro-

ducidas a lgunas m odilicadones y

correcciones.

E s a s

alteraciones aparecen,

en pr imer

lugar, com o m eros

cambios

en

el acento,

que introducen variantes de

caracter

insign ieante y

que

no alteran la concep-

ción

subyacente.

Sin

embargo,

tales

cambios

ad-

quieren una

m ayo r

significación en

e l

contexto de

las trausforlnaciones sovieticas durante e l

últ imo

periodo d e

la vida

de

Stalin y

e n

la etapa

que sigue

a

su

muerte,

e n

el

sentido de que

anticipan la

posibil idad de un viraie

a

largo

plazo

e n

la

politica

soviética.

Desde

este punto

de vista, serán obieto de

posterior

análisis en

el

capitulo

sobre

«La

Transi-

ción del

Socialismo

al Comun i smm; aqui n o s l im i -

taremos a dar una explicación prel iminar.

La

pr imera

d e e s t a s

modificaciones s e refiere a

las contradicciones inter- im per ia lis tas y

a las

con-

tradicciones

entre

e l

mundo occidental

y e l soviéti-

co.

La

politica

stalinista

s e

basaba,

en

s u

tendencia

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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7 0 Herbert Mamne

general,

e n el

supuesto

de un

predominio

efectivo

del

conflicto

Este-Oeste sobre las contradicciones

interimperialistas.

Después, en

la

etapa

del

X IX

Congreso, s e percibió un cam b io ,

que

s e hizo visi-

ble

p o r

vez pr imera

e n

e l fallo resolutoño

de

Stalin

a propósito

de una

discusión

teórica e n

el

que

recom endaba al

partido y a s u s portavoces que

considerasen como determinantes

las

contradiccio-

n e s

interimperialistas (35).

« D e s d e

un

punto

de

vista

teórico»,

el

conflicto

entre

los

campos

capita-

lista y socialista

e s m as

i rnponante

que

los conflic-

tos

interimperial istas; pero « d e

hecho», sin embar-

go, lo s

últ imos

prevalecen sobre

e l

pr imero. El

oontraste evidente entre la teoria

y

la realidad

sirvió

como

advertencia sobre la necesidad de re -

concilia rlas . La

annación

de

Stalin

fue

seguida

e n

la p ractica p o r un nuevo examen de la situación

in te rnaciona l y por

un

cambio

en

la

politica

¡nte

r ior

y exterior,

que s e

ha hecho

m ás visible

d e s d e

s u muerte. La

tesis

staliniana transparcntabe

una

m ayo r conanza

en

el

-no rma l - funcionamiento de

la

economia

politica

intemacional

y

e n

las

dificul-

tades inherentes al sistema

capitalista, m as

bien

que en

e l

asalto d e s u s posiciones d e s d e

fuera (36).

La segunda

modificación

afecta

a

la

apreciación

del capital ismo monopol ista contemporáneo; m ás

exactamente, a la

apreciación d e

la constante am -

pliación de

las

funciones

económicas

y politicas

del

Estado

e n

la

era

presente.

L a

cuestión

de

s i

el

marxismo

s ovié tico p od ia admi t i r o

no e l surgi-

miento

d e un «capitalismo de Estado-

desempeñó

un papel considerable e n la d iscus ión postbélica. El

l ibro

de

V arga, pub licado

en

1946, fue condenado

a causa

d e la importancia que daba al capitalismo

de

Estado,

particularmente

ta l

como

s e

manifestaba

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71

Herbert Mnr tuae

tradicionales, la t-decadencia. progresiva del capita-

lismo m onopolis ta y la agravación

d e

s u s

tensiones

económicas

internacionales

e

internas.

La

posibi l i -

dad

de

una « in tegración ultra im per ia lis tu» del

m t m d o

capitalista

e s

puesta

en

ridiculo

oon

el

mismo vigor que

antes, y la unidad capitalista

sigue siendo descrita

como pcnetrads

por

intensos

oonictos competit ivos en

el

marco d e un

mercado

mundia l

reducido.

Sin

embargo,

e s t o s

oonocidos

esterotipos de la doctrina

stalinista

aparecen ahora

dentro de una nueva apreciación programática del

capitalismo. El categórico rechazo de una de las

tesis m as

intensamente

subrayadas

d e entre l a s

contenidas en el últ imo articulo d e Stalin (a saber:

la co ntracción

de

la produccion

e n

los Estados

Unidos,

en

la

Gran

Bretaña

y

en

Francia)

(41),

la

advertencia en oontra d e una «interpretación sim-

plicadora de las t e s i s d e Lenin acerca de la deca-

dencia

del

imperial ismo» (42) y la admision

del

hecho d e que d e s d e «la

época

d e Lenin,

la situa-

ción mundia l

ha

cambiado

fundamentalmente»

(43)

- todo

ello

en

el

contexto

del

analisis

d e

la

situación

internacional-

apuntan

hacia

una

nueva formula-

ción de algunos d e lo s dogmas sacrosantos de la era

stnlinista. La

anterior negativa a admi t i r

una «nor

va etapa» de desarrollo capitalista queda inval ida-

da, al menos im p llcitam ente , po r e l reconodmiento

de que

las

meiores oondidones de

vida

de

los

trabajadores

y

el

-crecimiento

de

la

producción

en

los p a i s e s capitalistass (si bien

no

descansan «sobre

fundamentos

economicos solidoss)

s e deben a

«fac-

tores básicos».

Estos

factores

son fundamentalmen-

te los

siguientes

(44):

1 )

la

--militari/.ación

d e

la

economia», con

s u

influencia

sobre e l

nivel

general

d e

producción;

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Pritnen

parte

7 3

2) la expansión

del

mercado capitalista

que

la

denota d e Alemania y e l japón y la aplicacion del

Plan

Marshall

han

hecho

posible;

3 ) la renovación, la rgamente

ap lazad a, de l ca-

pital

io y la modernización del

equipo

industrial;

4) la aexplotación»

intensicada -de

la

c l a s e

obrera», principalmente a traves

de la

racionaliza-

ción y de la consiguiente elevación de la producti-

vidad del trabaio.

D e s d e luego, e s t o s

factores

operan

predominante-

mente e n

los

Estados Unidos; y el hecho d e que

s e a n

ahora

recalcados tan insistentemente

en

las

fonnulaciones

marxista-soviéticos m ás autorizadas

equivale a una nueva

valoración

del vigor del

capi-

tal ismo

americano.

El

proyecto

de

reso lución del

Partido Comunista estadounidense señala

otro

C a e -

to r decisivo

d e ta l fortalecimiento: «La

c l a s e diri-

gente

no

fue presionada lo suficientemente como

para

no

poder

continuar aplicando s u s habituales

métodos d e direccion gubernamental» (45). En la

teoria

marxista

los

factores

económicos

y

politicos

arriba citados son, en verdad, lo suñdentemente

sbásicose como para hacer anocivns»

e

«irrealistasn

las urepetidas

predicciones

d e una crisis económica

inminente» (46).

Sin embargo,

e s

importante destacar

de

nuevo

los aspectos 4 - p o s i t i v o s »

que

e s t a nueva

apreciación

conlleva para

e l

Estado

soviético.

Deiando

de

lado

e l

«frági l

fundamento»

del

sisteinawapitalista esta-

bilizado,

é s t e s e armoniza con

las nociones

d e

En-

g e l s (47) y Lenin (48) acerca d e la «últ ima etapnn

del

capitalismo.

Un

«capitalismo

monopol ista de

Estado»

totalmente

desarrollado

(49 ) se rv iría meior

que

las

meras

«tendenciim

hacia

el

capitalismo

de

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1 4

t-uften

M m m

Estado para designar

e l

nivel

histórico

en

e l

que el

capital ismo alcanza

s u s

«l imi ten insuperables. .

L a

«cris is genera l»

y

e l

proletariado occidental

El

grado

en que el marxismo

soviético

aplica las

categorias marxistas

tradidonales al analisis d e la

sociedad occidental

resulta

especialmente claro

e n

s u

consideración

del

proletariado

occidental.

D u-

rante el

periodo

stalinista, el marxismo

soviético

negó

la existencia de una b a s e

económica para la

estabilización a largo

plazo

del capital ismo; las

modificaciones poststalinistas casi l legan

a

reeoncr

cer

la

existencia de ta l b a s e

(si

bien la consideran

efrågiln).

En

ambos

c a s o s ,

sin em b argo,

la

¡ e m - l a

sovié tica niega que s e haya producido un cam bio

fundamental en

la s ituación de la

c l a s e

obrera

en

lo s p a i s e s capitalistas. El proletariado occidental

continúa s iendo cons iderado

como

la clase revolu-

cionaria (aunque

no

s e

halle

en una «situación

revolucionarian),

y,

por

consiguiente,

como

la

fuer-

za destructora na l e n la crisis

general.

La misma

Raolucion del XIV

Congreso

del Partido que pro-

clam ó la política d e «coexistencia pacifica- como

eie

de la politica exterior soviética, pedia el fortale-

cimiento,

p o r

todos

los m edios, de la

«unión

entre

e l

proletariado

de

la

URSS,

b a s e d e

la

revolución

mundia l , el

proletariado d e

la Europa occidental y

lo s pueblos soiuzgadoa» (S0). En

s u s

observaciones

nales al X IX Congreso, Stalin

volvió a mencionar

esta union,

al

recordar el papel de l

proletariado

soviético

como

«brigada d e choque› del

«movimien-

to

revolucionario y

obrero

mtmdia lw

( 5 l).

El

XX

Congreso

reitero la

tesis según

la cual las

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¡mmm

pam

1;

masas

trabajadoras d e lo s

p a i p e s capitalistas consti-

tuian la rerza

m ás

poderosa en la lucha

contra

la

agresión

imperialista.

La

reconciliación

de

ampl ios

sectores del movimiento obrero con el sistema capi-

talista

y el aumento

de su nivel de

vida s o n

expli-

cados en términos de

«pauper-¡zación relativa». La

teoria

de

Lenin

sobre

la aeorrupciónn

de

la «aristo-

cracia

obrera-›

s e

mantiene

con l igeras

modificacio-

n e s :

el

reto

del

socia lism o soviético,

el

crecimiento

del

comunismo

mundia l

y

el

poder del

movimiento

obrero organizado e n lo s p a i s e s capitalistas

obl igan

a los capita lis tas m oncpo lis tas a «hacer una serie

de

ooncesiones

de carácter

social,

cuyo

volumen y

duración dep enden del nivel

de

la lucha

de

la c l a s e

trabajadora

en

los p a i s e s

capitalistas» (52).

Pero

mientras la

teoria

soviética

continúa

preo-

cupandose

p o r la agudización d e la lucha de c l a s e s

en

los

p a i s e s capitalistas, la politica

soviética s e ha

arnoldado

a

la situación d e hecho y

ha

puesto al

proletariado

occidental

« e n

hibemacion-

hasta

que

llegue el

momento

crucial

en

el

que

dicho proleta-

riado

s e a

reactivado

como

fuerza revo lucionaria .

La m ezcolanza del

proletariado

con otros grupos

sociales «amantes

d e

la

paz»

significa el reconoci-

miento

d e la tendencia

histórica

subyacente La

« c l a s e revolucionaria» adopta los rasgos del refor-

mismo

democrático.

El

marxismo soviético hace uso

de

un

concepto

teórico

harto

conocido,

con

el

n

d e

explicar

y iusticar esta tendencia.

Según

el

marxismo

soviético,

el

fracaso

de las

revoluciones

centroeuropeas y e l sometimiento

de

lo s

p a i s e s

capitalistas anteriormente

independientes

a

la

hegemonla americana

han reconducido

al desa-

rrollo

revolucionario

en

Europa

occidental a una

etapa

anterior

a

la

« revo ludon dem ocrá tico -bun

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7 6 l› e rbatMam ne

guess».

La

dominación capitalista

monopol ista so-

cava

las

soberanias

nacionales, los derechos demo-

cráticos

y

las

ideologías

l iberales;

los

grandes

logros

progresistas de la

burguesía ascendente

han

sido

tmieioaados por la

burguesía

m onopolisut. En e s t a s

circunstancias, la tarea del

p ro le tariad o y

d e

los

partidos

comunistas en lo s p a i s e s

soiuzgados

d e b e

consistir en levantar

e l

«estandarte d e

las

l ibertades

democrúticas

burguesas»,

de

«la independencia

y

la

soberanla

nacional»

(S3);

en

otras

palabras,

en

asumir,

o m ás exactamente, proseguir, e n una eta-

pa

superior,

e l papel

histórico de

la burguesía

progresista

en

contra

d e

la burguesía reaocionaria.

El

«programa

min imo -

de

los partidos comunistas

occidentales s e

ajusta,

a s í ,

al

eniuiciamiento soviéti-

co de

la

constelación

intemacional,

y

d e b e

ser

cons iderado como

un

rasgo

de larga

duración, m ás

que

como

una medida temporal de carácter

oportu-

nista. El «programa min imo» e s incorporado'

como

ta l a las fórmulas

rituales

del

marxismo

soviético:

«La

defensa

de la

soberanía

nacional

y

la

lucha

oontra

la

amenaza

d e

esclavizacibn

extranjera

han

adquirido una importancia

vital para

la clase obre-

ra

y el

pueblo trabajador de todos lo s

p a i s e s

en la

epoca

presente- (S4). El

apadrinamiento

del pro-

p a m a udernocrático-burgués», y

no

la «solidaridad

proletaria»,

e s el vínculo sutil que une al Estado

sovietioo

con

las

masas

que siguen

a

los

partidos

oomunistas

nacionales

(un

buen

indicador del

cam-

b io

en

e l

-fsuieto» histói-ico);

y e s t e programa e s

utilizado como

palanca

para activar las contradic-

ciones entre los p a i s e s imperialistas.

La :politica

del «frente unidov

(55)

deriva

de la

misma

concepción.

Esta

dictada

p o r

las

oondicìones

obietivas

del

«capita lism o organizado»,

e l

cual

ha

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Prlnn-aparte 7 7

convertido en

beneficiarios de la

nueva prosperidad

a ampl ios sectores

de

las c l a s e s trabaiadoras, sumi -

nistrando

con

ello

una

últ ima

justificación

a

las

actitudes

reformistas

y

antirrevolucionarias.

Si

para

hacer la revolución

e s

p reciso, como

ha

pretendido

siem pre el marxismo, ganar el favor

d e

la mayor ia

no sólo del

proletariado

sino

de todo

e l

pueblo, la

estrategia

comunista deberá ajustarse

a

las condi-

dones existentes,

en las

que la

mayor ia

d e la

población

no

e s

revolucionaria.

Y

como

quiera

que

las condiciones

no

revolucionarias atañen

a

toda

una etapa del

desarrollo capita lis ta , la politica del

frente

unido cons tituye un planteamiento estratégi«

o o fundamental,

que

los dirigentes no

pueden

des›

cartar

a

capricho. En

realidad,

el

frente

unido

ha

sido

un

objetivo

de

la

politica

soviética,

al

menos

d e s d e 1934, aun cuando e l acento y alcance del

esfuerzo

hayan

cambiado

en varias

oas iona . L o

que resulta decisivo

para s u enjuiciamiento no e s

saber ti

e l

frente

unido

s e proyecta

sólo para la

b a s e o también para

los

dirigentes d e

los partidos

sodalistas

y

de

lo s

sindicatos,

o

s i

apunta,

además

d e hacia e s t o s sectores,

a

algunos o todos

los «par-

tidos burguesesa,

sino

averiguar s i ta l po litica tiene

probabil idades

d e alterar el carácter d e los

partidos

comunistas. Incluso el problema d e

su

eventual

àito

e s d e

meno r importancia. Oomo

qu ien que

la

respuesta

d e

los

posibles

aliados

esta

determinada

p o r

e l

buen

o

m al

funcionamiento

de

la

sodedad

occidental,

el frente unido estara abocado a perma-

necer en un

estado

de frustración

y

slocalizacións

en tanto

que e s t a sociedad siga

funcionando

no o

malmente. Si

esto

dejara de ocurrir, la politica del

f r e n t e u n i d o s e r í a t o t a l m e n t e iuperua.

S i n

e m b a r -

go,

e l

mero

e s ƒ u e r x o ,

prolongado

durante

tanto

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78 HarbeI\Marwae

t iempo, para

conseguir un frente unido puede oon-

vert ir

a

los

partidos comunistas,

en

aspectos

impor -

tantes,

en los

herederos

politicos

de los

partidos

socialdernócratas (56).

Como

e s t o s últ imos

t ienden

a

perder el

caracter d e

partidos

obreros

y

a aproxi-

marse

al d e

partidos

de

c l a s e s medias,

puede surgir

un vacio en el que los comunistas podran

aparecer

como lo s únicos representantes de

los

intereses de

la

c l a s e

obrera;

intereses

que,

a

su

vez,

exigirlan

una representacion no

revolucionaria.

S e

observa

ya una tendencia en e s t e

sentido

e n

Francia e

I tal ia;

y las declaraciones

hechas en

e l XX Congo

s o del PCUS acerca

de

la posibi l idad

de

un camino

parlamentar io

hacia e l

socialismo (57)

no

baoen

sustancialmente m as que

repet ir e l prefacio

de En-

gels

a

la

obra

de

Marx

La

lucha

d e c l a s e s

en

Francia, que fue considerado durante mucho t iem-

po

como la gula de la estrategia socialdemócrata.

Podemos aventurar

la sugerencia

d e que

esta ten-

dencia

serla

mucho m as fuerte s i no existiera una

identicacion

entre los intereses

d e

los

partidos

comunistas

nacionales

y

lo s

d e

la

URSS,

y

si

desaparecieron

las

contramedidas politicas adopta-

das

en

lo s p a i s e s

occidentales contra los partidos

comunistas.

En

vista

de la permanencia efectiva de estos

elementos principales del marxismo

soviético

a

lo

largo

de su

desarrol lo,

debemos

preguntarnos

si

existe

una «rupturas entre el leninismo y e l stali-

nismo. Las diferencias entre los

primeros años

de

la

Revolucion

bolclievique y

el Estado stalinista, to -

ta lmente desarro l lsdo, son

obvias: crecimiento

constante del

total i tarismo y

de la centralización

autoritaria;

c r e c i m i e n t o

d e

l a

d i c t a d u r a , n o d e l

proletariado,

sino

sobre

el

proletariado

y

lo s

cam-

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O0

Herb1MaIIae

de

las

faenas sociales en los p a i s e s

respectivos,

indica que Stalin

no

creia que una situacion revo-

lucionaria

estuviera

madurando

en

Europa,

o

que

e l Estado

soviético pudiera

depender,

para

s u ru-

pervivencia

a

largo plazo, d e

las

revoluciones o o l o ~

niales. La directiva d e Lenin era

todavia

valida, y

señalaba e l obietivo priori tario del Estado soviético

durante la «primera f a s e » del socialismo. Tal direc-

tiva

ha

sido

ritualizada

en

la

fónnulaz «aventa jar

e l nivel

económico

d e

la :

principales p a í s e s capí:a~

lis tas» ($9 ).

La sociedad

soviética

continuó crecien-

do; el

desarrollo

d e la producción soda lis ta

siguió

elevando

e l potencial

mater ial y

técnico, al t iempo

que repr imiendo e l potencial

humano.

Pero

e l

mismo éxito d e la civilizacion stalinista

l e

condujo

a

un

callejon

sin

salida,

claramente

deni-

do

en la teoria

marxistr leninista

del imperial ismo.

Según

esta

teoria,

la economia d e guerra propor -

ciona

una salida

a las contradicciones

inherentes

al

capital ismo, p e s e a que

la consolidadón capitalista

ari creada resulte precaria y emera y e s t e destina-

da

a

saltar

en pedazos

a

consecuencia

de las

gue-

rras entre

los

p a i s e s imperialistas que s e hacen la

competencia. Sin embargo, en el supuesto de que

exista

un

-enemigo

comun» fuera del mundo capi-

talista cuyo

poder

y expansión

crecientes

requieran

el

mantenimiento

d e una economia de guerra .per -

manentes

o

d e

preparacion para

la

misma,

a

través

d e

la cual

puedan unirse

las potencias

tas, y si, al mismo

t iempo,

e l progreso tecnologoo

permite

al cap ita lism o m antener e n

funcionamiento

esta

economia

r in re ducir p or ello notablemente

el

nivel de vida (¡quiz6

incluso e levaodo lo l) , entonces

s e produce una

situación

en

la

que

el propio c r e c i ~

miento

d e

la

orbita

soviética

parece sostener

la

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Primera parte

8 1

unidad y la

estabilidad d e

la órbita

r imperial istas.

IA Unión

Soviética no puede salir d e

este Calle jón

sin

salida s in

alterar

fundamentalmente

su

polit ica,

lu que,

a s u

vez, esta en

función

de un

avance

correspondiente

d e

la sociedad soviética. Sem ejante

cambio

d e

politica

-que

trataría

d e

poner ño a la

«economía d e guerra»,

sobre

la que d e s c a n s a pre-

suntamente Ia

estabilización capitalista-

presupone

que

e l

Estado soviético alcance un nivel de capaci-

dad

competit iva

que

le

permita

«re la jan

su

estrate

ja

agesiva

e

intransigente.

Solamente

e s a

relaja-

cion sostenida

sisternúticamente

y durante un largo

periodo

d e t iempo

podria quiza poner ño a la

estabilización capitalista

internacional

y

hacer re -

gresar

al sistema capitalista a

e s a

situadón de

enormalidada

en

la

que

s u s

contradicciones

inter-

nas

irían

madurando y te rm inarian p or estallar.

L os camb ios

ideológicos

y

politicos que s e iniciaron

en

la época

del

X IX Congreso y

que adquirieron

m ayo r

im portancia durante

los

a ñ o s 1955

a 1956

señalaron

la inm ine ncia d e un viraje politico.

Su

aparición

no

puede

depender

de

la

voluntad

de

los

dirigentes soviéticos; y tam poco fue la muerte de

Stalin el factor decisivo d e

dicho viraje

El factor

decisivo

s e encuentra

m ás

bien en

la

realización

del

requisito

previo

fundamental para

e l

restableci-

miento d e la dinamica

anormal»

capital ismo-sociir

l isrno, a saber: la consecución por la sociedad

s o -

viética

del

nivel

de

civilización

industrial

avanzada.

Si, como

al innamos,

lo s

cambios

politicos recientes

sugïeren

que,

según la apreciación

marxista soviéti-

ca, este requis ito prev io ha sido ya

alcanzado, tales

cambios condudrian

a una e tapa esencialm ente

nueva del

comunismo

intemacional.

los

capitulos

que

siguen

examinaron

los rasgos

una-,n

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B 1

l - lor l ݢtMam|ne

principales del

marxismo

soviético

durante e l perio-

do

s ta lin is ta y trataran d e ponerlos en reladón con

la

tendencia que

s u b y a o e

a

la

construcción

d e

la

aociedad soviética.

3 . La nueva racionalidad

Comenzaremos

por

e l

intento

de

definir,

a

título

prel iminar,

la racionalidad

de

la civilización

del

«socialismo en un solo pain;

e s

decir, los principios

que

rigen

s u

estructura y

s u

dinámica

interna.

Para hacerlo,

no

aceptamos

como

guia

ni

e l térmi -

no

csocialismov

ni s u

simple

negación,

y

tampoco

e l

té rmino

t toml i tar ismoi

y

s u s

sinónimos.

No

aceptamos

el

término

usodal ismon porque s u vali-

dez depende de

un acuerdo previo sobre s u deni-

ción, y

aun

asi sólo

puede

s e r entonces resultado

del

análisis; no aceptamos tampoco

el término «to-

ta l i tarismo› porque la

noción e s aplicable

a una

ampl ia

gama

d e

sistemas sociales,

dotados

d e e s -

tructuras distintas e incluso antngónicas. Tratare-

mos, m ás

bien,

de

l legar a

la localización de

los

principios

que buscamos mediante la

reunión

d e

los

r a s g o s y

caracteristicas de la sociedad

soviética

que

han

permanecido constantes

en

lineas

generales a

lo

largo

d e

las

diferentes

etapas,

regresiones

y

modificaciones. Estos r a s g o s pueden

s e r

expuestos,

de

forma

resumida, de la m anera s iguiente :

1 . lndustrializacion

total, sobre la b a s e de una

produodón nacionalizada, con prioridad del « s e c -

to r

In (producción de los medios d e producción).

2.

(blectivización

progresiva

de

la

apicul tura,

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¡4 Herbertlarcuse

s o dialéctico

de

desarrollo

de

contradicciones inter-

nas y

externas.

2 .

Las 'contradicciones

internas

pueden

ser

re -

sueltas

racionalmente,

sin sexplosión», sobre la

b a s e de la econom ía socialis ta , bajo el

control

y

dirección del Estado sovié tico.

3 . La

contradicción

in tema fundamental,

fuer-

za motr iz d e

l a transición

al

comunismo,

e s la

contradicción

entre

las

fuerzas productivas, en

constante

crecimiento,

y

las

relaciones

d e

produc-

ción, rezagadas respecto

a aq uellas. Su

desarrollo

racional

y controlado perm ite una

trans ición g ra -

dual, y p o r

vía

administrativa, al comunismo.

4. La transición gradual al comunismo s e pro-

duoe baio las condiciones que

e l

cerco capitalista

y

la

coex is tenc ia

co n

e l

capitalismo

estabilizado

im-

ponen.

Las

contradicciones externas que e s t a situa-

ción implica sólo podrán

s e r

definit ivamente resuel-

tas a

nivel

intemacional, a través

d e una

revolu-

ción socialista

e n

algunos

d e

lo s p a i s e s capitalistas

adelantados.

5 .

Esta

solución

constituye

por

s i

misma

un

proceso

a

largo plazo, que abarca todo un periodo

de desarrollo capitalista y sodalista. La debil idad

del potencial revolucionario e n el mundo capitalista

y el atraso todavia

no

superado de la órbita soviéti-

ca

necesitan

una

nueva y

m ás larga

t treguas y el

mantenimiento

de

la

t-coexistencia»

entre

los

d o s

sistemas.

6. La Unión Soviética

d e b e

defender

e s t a

tregua

utilizando

los

conflictos

entre las potencias

impe-

rialistas

(I), evitando

una

guerra con e s a s potencias

y desanimando

lo s

experimentos

revolucionarios

(tconquistn del poder. )

en

lo s p a í s e s

capitalistas

adelantados.

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Prilnefapane 8

7 .

L a solución d e las contradicciones externas

madurarú

n

través

de:

a) las contradicciones in -

ternas

capitalistas

e

intercapilalistaa,

que devolve-

rá n al proletariado

e l papel

de agente

histórico

de

la revolución;

b )

el

poder económ ico , politico y

estratéeo cada vez

m ayo r

de la URSS.

8 .

Las «principales reservas» que

apoyan

a e s a s

fuerzas

básicas revolucionarias

son

l a a m a s a s semi-

pmletar ias y

d e pequeños cam pes inos d e

l o s p a í s e s

desarrol lados,

y

los

movimientos

d e

l iberación

de

las

colonias

y p a i s e s

dependientes.

El proceso

social

que

e s t o s

principios guían e s

algo

m ás que la industrialización de

las

zonas

atrasadas

de

Oriente, sobre la

b a s e d e

la

nacionali-

zación

y

dirección

p o r

una

administración

totalita-

ria de la economia. Lo que s u c e d e en e s t e ¡rea s e

extiende

m ás alla d e

las fronteras

de

la órbita

comunista.

La indus tria lización comunista avanza

mediante esaltosn que le permiten

recorrer

en un

breve lapso largos períodos históricos; de esta for-

m a

entra

en

el

a m p o

de

atracción

de

una

tenden-

cia universal de la sociedad técnica. L a diferencia

fundamental entre las

s o c i e d a d e s

occidental y

sov ië

tica no impide

que,

paralelamente,

exista

también

una

fuerte

corriente asimilatoria. Ambos sistemas

muestran lo s r a s g o s comunes de la moderna

dvili-

zación

industrial:

la centra lización

y

la

reglamenta-

ción reemplazan a la empresa individual

y a la

autonomia del individuo; la

competencia

e s nbieto

de

organización y

-racionalizaciónn; la

dirección

incumbe ooniuntamente

a las

burocracias económ i-

ca y polit ica; la población e s

coordinada a

través

de los

medios

de

comunicación

de m asas, la

indus-

tria

del

espectáculo

y

la

educación.

Si

e s t o s

meto-

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8 6 Het-bertMan:uae

dos s e muestran

eaces, la constitución podrá

conceder derechos y crear

instituciones dem ocrati-

c a s

s in

peligro

de

que

s e a n

utilizados

contra

e l

sistema.

La nacionalización, la abolición de la

pro-

piedad

privada

de lo s

medios

de

producción,

no

constituye, por s i

misma,

una

diferencia esencial

mientras

la

producción este

centralizada

y s e a

con-

trolada

sin participación alguna d e la población.

Sin iniciativa y

control « d e s d e

abajo» d e los «pro-

ductores

inmediatosw,

la naciona lización

no

e s

sino

un instrumento tecnológico-politico para incremen-

ta r la

productividad

del trabajo, para

acelerar

e l

desarrollo d e

las fuerzas productivas y para contro-

larlas

d e s d e

arriba (planificación

central);

sólo sig-

nica, pues, un cambio en la

forma

de la domina-

ción,

una

m odernización, no un

requis ito p revio

para

s u

abolición. Oon la abolición del individuo

conto sujeto

económico y

político autónomo,

s e

el iminan

ciertos frenos «anticuadosv para el desa-

rrollo

de

las fuerzas productivas. Las unidades in -

dividuales de

la producción

(tanto m ate ria l

como

intelectual)

no

constituyen

ya

medios

adecuados

de

integración

social; el progreso

tecnológico y

la

pro-

ducción

en serie han acabado con

las

formas

indi-

vidualistas bajo

las

que

operaba

el prog reso duran-

te la

era

l iberal.

Pero al

mismo

t iempo, el progreso técnico y la

productividad

en

constante

aumento

amenazan

con

neutral izar esta

tendencia; en

efecto, la capacidad

p roductiva y la

riqueza

cada vez mayores

de

la

sodedad

s e

oponen a

lo s

aspectos

represivos de la

organización

y la division del

trabajo.

La

concien-

cia de que e s t a s contratendencias

existen

s e mani -

fiesta en

los cambios

realizados

en

la Unión

Sovié-

tica

tras

la

muerte

de

Stalin

y

en

la

insistencia

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Pr lmepar te 8 7

cada

vez

m a y o r

con

que el

marxismo soviético

s e

ocupa de la necesidad de pasar

a

la «segunda f a s e

del

socialismo»,

tema que

sera

analizado

m ás

adelan-

te

(2).

El

sistema soviético

parece constituir

un

ejemplo

m is

de pais

rezagado

que, asaltandose-

varias

etn-

p a s del desarrollo d e s p u é s de un largo periodo de

atraso, marcha infat igablemente para colocarse a la

cabeza de

las modernas s o c i e d a d e s

industriales. Las

etapas

- sa ludas-

son

e l

despotismo

i lustrado

y

el

l iberalismo, la

l ibre empresa y

el

sistema competit i -

vo, la cultura madura d e c l a s e media

y

s u s ideolo-

g í a s individualista: y humanitarias. El esfuerzo p o r

alcanzar, en un

t iempo

récord y d e s d e una situa-

ción de atraso, el nivel d e los p a i s e s industriales

adelantados

ha

obligado

a

la

Unión

Soviética

a

la

creación y

utilización d e un

enorm e aparato

pro-

ductivo, en

e l marco

d e un

sistema

de

dominación

y reglamentación incompatible con la

racionalidad

y e l l iberalismo

individualistas. Ahi

s e

encuentran

las

raices

d e

la

im p lacab le lucha del

marir ismo

soviético

contra

los

elementos

l iberales

e

idealistas

de

las

«ideologías

burguesasn; ata

lucha e s reilejo

y expresión

de una organizadón social

de

las

fuer-

z a s

productivas que sirve m ás de instrumento d e

control

que de liberación.

La idea de la Razón, tipica de la moderna civili-

zación

occidental,

s e

centraba

e n

la

autonomia

del

Ego

Cogítans,

cuyo

juicio

independiente descubrla

y aplicaba

las l e y e s

de

la organizacion raciona l

de

la

Naturaleza

y d e la sociedad. También e s e

Ego

estaba

sometido a

las

l e y e s

objetivas de la Natura-

leza, pero s e suponía que en una sociedad que

hubiera l legado a dominar la

Naturaleza

y a

trans-

formarla

en

materia l

prácticam ente inago tab le

al

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S B

Herbert Mllw

aerv ie iode ldesar ro l l ode lnsnooes idadesyap t i tu -

da humanas, la

R a m ó n

s u l w p e t i v a y la ob je tiva

tenían

que

coincidir.

El

logro

de

e s t e

objetivo

exi-

gla

la emancipación

del

individuo,

mientras

que

el

Estado, la autoridad

establecida, s e convenía en

un

impedimento para el prog reso técnico

y

económico.

S e confiaba

en

que el progreso resultaría del fun-

cionamiento ranonablemente

l ibre d e una multi tud

de em presas

individuales (económicas, politicas,

culturales),

y

en

que

la

radonal id ld

del

conjunto

s e at-maria

a

través de la lucha competit iva de

e s t a s

unidades

individuales. Este p roceso exigía un

elevado grado

de autonomia

individual, previsión,

eå lmlo y

perspicacia; cualidades todas ellas

que

debían adquirirse

no

sólo en las tareas

pro fes ion-

l e s

sino

también

en

la

preparación

para

las

mismas:

en la famil ia, en la

escuela,

en el ámbi to privado

del

pensamiento

y

del

sentimiento. El

progreso

aodal dependla,

ati,

en gran

medida, d e la autono-

m ía

del individuo, e s t o e s ,

d e

la distinción y ten-

sión

entre la

Razón

subjetiva

y

la

obietiva,

asi

como

d e una so lucion

a esta tension

que permit iera

que

la

Razón

obietiva

(las

n e e e s i d a d e s

e

intereses

sociales) protegiera

y

desarrollara

a la Razón subie-

tiva (las n e c e s i d a d e s

e

intereses individuales).

El progreso tecnológico y e l desarrollo

d e

la

pan

industria oontenlan d o s tendencias (antagónicas)

que han e je rcido una

influencia

decisiva sobre e s t e

proceso:

l. la

mecanización

y la racionalización del tra-

baio

han podido

l iberar del proceso laboral

mate-

rial una

cantidad s i e mp r e

en aumento

de

e ne rg ia (y

t iempo)

individual,

y permi t i r

asi el

empleo de

e s t a

energia

y t iempo para

e l

libre

desarrollo

de l a s

aptitudes

humanas,

m ás

allá

del

ámbito

d e

la

pro-

ducción

material ;

y

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Primera parte $ 9

2. la mecanización y

racionalización

han gene-

rado, a la

vez,

actitudes de conformisnio

uniforme

y

d e

sumisión

estricta

a

la

maquina,

que

exige

ajuste y adaptación m ás que autonomia y esponta-

neidad

(3).

Si

la nacionalización y la centralización del apa-

rato industrial actúan

en

dirección

contraria a

la

pr imera tendencia -mediante el sometimiento y la

oompulsión

de

la

mano

de

obra,

obligada

a

una

ocupación de

t iempo

completo- ,

el progrwo

de la

industrialización

equivaldra al progreso

de

la dom i -

nación En el capital ismo

desarrollado,

la segunda

d e las

tendencias citadas prevalece

efectivamente

sobre la pr imera

y

perpetua el sometimiento del

hombre al

trabajo

socialmente necesario pero

indi-

vidualmente

opresivo;

de

e s t a

fo rma,

el

progreso

técnico equivale

realmente

al

progreso

de la dom i -

nación.

La

misma

tendencia s e

arma en la

Unión

Soviética: la nacionalización y centralización

del

aparato industrial van

acompañadas

p o r la servi-

dumbre del trabajo;

el prog reso

de la industr ia l in-

ción,

las

exigencias

d e

la

máquina

y

la

organiza-

ción

cientica

de l trabajo

revisten

un caracte r tota-

l itario e impregnan todos lo s aspectos de la existen-

cia. L a perfección tecnológ ica de l aparato producti-

vo dom ina conjuntam ente a lo s dirigentes y a

lo s

dir igidos,

si bien mantiene la

distinción

entre am -

bos.

La

autonomía

y

la

espontaneidad

son

conüna-

dasalprrroniveldelaecaciaydelaejecución

dentro

del

modelo establecido.

El esfuerzo intelec-

tual s e conviene en asunto d e ingenieros, especia-

listas

y

agentes. L a vida

privada

y el

ocio

sirven

como d e s c a n s o del

trabajo

y como preparación para

el

mismo,

d e

conformidad

con

las exigencias

delaparato

productivo.

Disent i r

e s

no

sólo

realizar

un

Page 91: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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90

Ha-ber tMuc\ne

delito politico sino también cometer una estupidez

técnica, un

sabotaje,

dar un

m al

tratamiento a la

máquina.

L a

Razón no

e s

sino

la racionalidad

del

conjunto:

el funcionamiento y el crecimiento

ininte-

rn impidos

del aparato productivo. La armonia en-

tre interés individual

e

interes

general,

entre nece-

sidad

humana

y necesidad social, queda dentro del

ambi to de las sim p les promesas.

La

auto in terpretación m arxis ta

soviética

de esta

racionalidad puede

ayudar a aclarar

s u función.

Según e s a interpretación,

la Revolución

de

Octubre

ha

establecido

una

-conformidad»

entre

las relacio-

n e a

de

producción y e l

«carácter de

las

fuerzas

productivas»,

que

el imina e l

conflicto

entre indivi-

duo

y

sociedad,

entre

interes particular

e interés

general.

En

consecuencia,

la

Razón

deja

de

escin-

dirse

en manifestadones

subjetivas

y

objetivas; ya

no e s antagónica de la

realidad,

ya

no e s

exterior

a

ella; deja d e

s e r

una m era aideai, y s e realiza en la

propia

sociedad.

Esta

sociedad,

denida

por la teo-

rla

marxista como

socialista, s e convierte en el

único

patrón

d e

la

verdad

y

falsedad; no

puede

darse en ella

trascendencia alguna, ni

en la

acción

ni

en

e l pensamiento, ni tarnpooo

autonomia indivi-

dual,

ya

que el N o m e : del conjunto e s e l

verdadero

Namos. Tratar

de

trascender

la

realidad, oponer

la

razón subjetiva

a la razón estatal,

apelar

a nonnas

y

valores

m ás

elevados,

constituyen

prerrogativas

d e la

sodedad

clasista,

donde

el

Nomos

d e

la

sociedad

no

e s

e l Nomos

d e

los individuos

que

la

componen.

En

cambio,

la sociedad soviética insti tu-

cionaliza lo s intereses auténticos de lo s individuos

y

contiene en su s e n o

todos

lo s patrones d e lo verda-

dero

y

lo

falso,

d e

lo

justo

y

de

lo

injusto.

El

«realismo

soviético»

no

e s una m era cuestión de

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Primera

parte

9 1

loeoa

y estetica;

cons tituye la

pauta general de

la conducta in te lectua l y pråct iai que la estnxctura

d e

la

sociedad

soviética

necesita.

Sin duda, y al margen de la validez del marxis-

m o soviético

y

d e

la equiparación entre Estado

soviético

y sociedad racional y

l ibre,

esta

noción de

la «realización d e

la

Razónv

e s ,

en s i

misma,

una

ideologia. Como

quiera

que en la

realidad los

¡nte

r e s e s

individuales

s o n

todavia

amagonìcos

respecto

a

lo s intereses del

coniunto, y

como

quiera

que

nacionalinìción

no

equivale

a

socialización, la

ra-

cionalidad del real ismo soviético

s e

nos

muestra

como

manifiestamente

irracional,

como conformi-

dad terrorista impuesta

p o r

el aparato económico y

politico. Sin

embargo,

abandonar el eniuiciamiento

d e

la

nueva

racionalidad

soviética en

e s t e

punto

signiñcarla

pasar

p o r

alto

su función

fundamental,

ya

que

lo

que resulta

i rracional

según criterios

exteriores al sistema se-convierte

en racional

cuan-

do s e

lo

iuzga según la

Iògim

del

mismo.

Las

proposiciones

claves

del marxismo

soviético

poseen

la

función

de

anunciar

y

ordenar

una

practica

determinada, capaz de crear lo s hechos que las

proposiciones

mismas proclaman. Estas

no

preten-

den poseer valor de verdad por s l

mismas,

sino que

enuncio n una verdad

preestablecida

que

ha

de ser

puesta en práctica

a

través de una actitud y una

conducta

determinadas.

Cons tituy en d irectiv as

pragnåticas para la acción. Por e ìe rnp lo , e l marxis-

rno soviético

s e construye sobre un

reducido

númr

n o de armaciones

que

s e

repiten

periódicamente

y

que poseen una rigidez dogrnåtica: la sociedad

s o -

viética e s una sociedad socialista en la que

la

explotación

no existe,

una

dem o cracia p lena en

la

que

s e garantizan

y s e

ponerren

prctica

los deie

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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9 2 Hefbt

Malmae

chos constitucionales

d e todos los

ciudadanos;

e l

capitalismo contemporáneo vive

en

un estado de

lucha

d e

c l a s e s

cada

v e z

m as

aguda,

de

niveles

de

vida cada

vez m ás bajos,

d e desempleo, etc. Estas

alirmaciones,

a s í

formuladas

y

tomadas en

si mis -

m as y aisladamente,

s o n

maniestamente

falsas,

tanto según criterios marxistas

como no

marxistas.

Pero en e l contexto e n que

aparecen

s u falsedad

no

las

invalida, ya

que para el marxismo

soviético su

verificación

no

puede

l levarse

a

cabo

en los hechos

dados

sino en

las uendertcias», en un proceso

his-

torico en

el

que

la p rá ctica politica dictada hard

surgir lo s hechos d e s e a d o s .

El valo r de e s t a s

declaraciones

e s m ás pragmat i -

co que

logico, com o lo sugiere

claramente su

e s -

tructura

sintactica

(4).

Cons tituyen fo rm ulas

infle-

aibles y

no

m a tizadas que

exigen

una respuesta

también

inexible

y

s in

matices.

Oon una reitera-

ción

inacabable,

el

mismo

sustantivo va siem pre

acompañado

de

los m ism os

adjetivos

y participios;

el

sustantivo «detenninaa

a

é s t o s

inmediata y

d i-

rectamente,

de

manera

que

cuando aquél

aparece

é s t o s

l e

siguen automát icamente» e n

e l

lugar

pre-

ciso que

l e s

corresponde. El mismo verbo -mueve»

siempre la proposición en la

misma

dirección; y s e

supone que

aquellos a

quienes s e dirige ta l proposi-

ción s e

moverán

también

en e l mismo sentido.

Estas

oraciones

no

atribuyen

un

predicado

a

un

sujeto (en

e l

sentido d e

la

loca

fo rmal

o

dialécti-

ca), no desarrollan

e l

sujeto

en

s u s

relaciones

a p e -

cieas;

p u e s

e s t o s

procesos

cognoscitivos

s e

hallan

fuera del contexto

d e

la

proposición,

esto e s , en los

aclásicos»

del marxismo, y e s a s nitinarias

declara-

ciones s e l imi tan

a recordar

lo que ya

s e

halla

preestablecido.

Deben

ser

cdelctreadasv,

e n s e ñ a d a s

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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ram- p m ; e s

mecánica,

monótnna y

l i teralmente;

son

como

un

rirual que acompaña

a

la

acción

en cumo. Sirven

para

recordar

y

sostener

la

practica

requerida.

To -

mada ;

en s i mismas y

aisladamente,

no e ncie rran

m as verdad que la que p uedan contener las órdenes

o

los

anuncios:

su

« v e i - d a d » estriba en s u s efectos.

En e s t e

aspecto,

el marxismo soviético participa en

el proceso d e

decadencia

del lenguaie y de la comu-

nicación característico

de

la era

de las

sociedades

de masas.

Carece

de

sentido

t ratar

las

proposiciones

de la ideologia ocial

soviética

a nivel

cognosdtivo:

pertenecen al

dominio

d e

la

razón

práctica,

no al

de

la

razón teórica.

Si las proposiciones

pierden su

valor cognoscitivo en benelìcio de

su

capacidad

pan

producir un efecto d e s e a d o -es decir, s i han

d e

entenderse

como

directivas p ara una conducta

detenninada-,

e n ta l c a s o los

elementos

mágico:

prevalecen en

el pensamiento y la acción sobre la

comprensión.

En

el

supuesto

d e que

las i lusiones

gulen

una

conducta

que

modele y cambie

a la

realidad,

la

diferencia

entre i lusión

y

realidad s e

h a c e

tan

difusa

como la existente

entre verdad

y

falsedad. En relación con s u efecto real sobre las

sociedades primit ivas, s e ha descrito a la maja

como

un

«cuerpo

de

actos

puramente prácticos,

e iecutados como medio para alcanzar

un

m (S),

que

actúa com o s i

la asociación de determinadas

ideas

produjera

realmente

un

coniunlo

de hechos

vinculados entre s l . Esta descripción

e s

perfecta-

mente aplicable

a proposiciones formalmente

teóri-

c a s . El

propio

lenguaje oñcial

asume,

de esta m a-

neni, un carácter mágico.

Sin

embargo, la reactivación contemporánea de

rasgos

mágicos

e n la carnunicadón en m odo alg uno

signilìea

una

vuelta

a

los

primit ivos.

Los

elementos

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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9 4 HerbertMa|wte

¡nacionales

d e la m a g a

s e

introducen dentro del

sistema de una administradón planificada

y

condu-

cida

cienticamente,

convirtiendose

en

parte

inte-

grante

d e

la organización y dirección

cientíñw de

la sociedad.

Además,

l o s

r a s g o s mágicos

d e la teoría

soviética s e

t ransforman

en

instrumento

para

la

conservación

d e la

verdad. En tanto

que

las

fórmu-

las

rituales,

separadas de

s u contexto

cogtoscitivo

or ipnal , sirvan para

proporcionar

directivas in -

cuestionables

para una

conducta

d e

masas

incues-

t ionable, conservan,

en

forma hipostática, s u s u s -

tancia

histórica. La

rigidez

con

que s e

las solemni-

za

tiene e l objetivo

de preservar

la

pureza d e

e s a

sustancia

frente

a

una

realidad aparentemente

con-

tradictoria, y d e

defender s u

veracidad

frente

a

hcchos

aparentemente

contradictorios,

t ransforman-

do asi la verdad

preestableeida

e n paradoia. Cierta-

mente, esto constituye un dcsaflo

a

la razón, un

absurdo. Pero la absurdidad del marxismo

soviético

tiene

una b a s e

objetiva: reeia la absurdidad

de

una situación histórica

e n

la

que

la realización

de

las

promesas

marxistas

sólo

e s

mencionada

para

ser

de nuevo diferida, y e n

la

que

las

nuevas

fuerzas

productivas

son utilizadas una

v e z m as como ins-

trumentos d e represión productiva. El lenguaje

ri-

tualizado

preserva

e l contenido original

de la teoria

marxista como

una verdad que debe

s e r ereida

y

ejecutada

p o r

encima

de

toda

prueba

en

sentido

contrario:

la gente d e b e actuar, sentir y pensar

como

s i s u

Estado

consti tuyen

en la

realidad

e s a

razón, l ibenad y

justicia

que la ideologia proclama,

y e l

ritual

tiene como objetivo asegurar ta l

conduc-

ta .

La práctica a s í dirigida e s cienamente capaz de

movi l izar grandes m a s a s infraprivi legiadas en

todo

el

mundo.

En

e s t e

proceso,

las

promesas

originales

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Prim era parte 9 5

de la teo ria m arxis ta

desempeñan

un papel

decisi-

vo.

La

nueva forma

que

ahora

reviste

la teoria

marxista

s e

corresponde

con

un

nuevo

agente

histó-

rico:

una población

atrasada

que ha de transfor-

marse e n lo que t reatments -

e s :

una fuerza

revolu-

cionaria destinada

a cambiar

e l mundo. La

rituali-

zación

ha mantenido

a

la teoria

a

salvo de ser

impugnada p o r los hechos, y

ha

permi t ido

s u

trans-

misión

en

fonna

ideológica

a

una

población

atrasa-

da

y cpr imida, que d e b e

s e r

impulsada

a

la acdón

politica para impugnar

y

dcsaar

a la civilización

industrial avanzada.

La

teoria marxista

asume, en

su función m ag ica, una

nueva racionalidad.

El carácter

paradójico

d e

la

racionalidad

soviéti-

ca

no s e

l imita

tan sólo

a s u propia

órbita sino que

s e

extiende

también

a

las

proposiciones

relativas

a

la órbita capitalista. Sin duda, las

falsas

armaeio-

n e s e n que

incurre

e l marxismo soviético

pueden

atr ibuime

en

muchas ocasiones

simplemente a

m e-

ras

exigencias propagandlsticas. Pero

también

en

e s t e

terreno la continua

utilización d e annaciones

falsas

que

no

guardan

unas

apariencias

minimas

de

plausibi l idad

h a c e pensar en una voluntad d e desa-

fio y de

lucha concertada

contra unos hechos

que,

juzgados

con

referencia

a

la tverdads históri-

co-mundial, s o n accidentales y

han d e

s e r negados.

Si, por eiernplo, cl corresponsal d e P r a - a d a en Nue-

v a

York

informa

_ 6 *

que

e n

e l

catálogo

de

la

Biblioteca

Pública de Nueva York no enco ntró un

solo l ibro

sobre

«Stalingrado

o

el ejército

soviético

e n general»,

e l hecho

de que

e l catálogo

de la

Biblioteca

Pública d e Nueva York contenga

aproxi-

madamente

« d o s

docenas d e

fichas

que s e refieren

directamente

a

la batalla

de

Stalingrado»

y «unas

500

chas

bajo

e l

titulo

^^Ejército,

Rusìa”»

queda

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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9 6 Herbert Mueuse

alegado»

para e l corresponsal

soviético

p o r el

con-

texto esencial d e sistemática

hostilidad

americana

hacia

la

Union

Soviética.

0

bien,

s i

Wil l iam

Z .

Foster, en

s u History

a/ the Cammunisr

Party

of

the

United

States

(Historia del

Partido

Comunista

de

Estados Unidos), publicado

e n 1952

-e n un

momento

en

que

el Partido

carecía prácticamente

de

apoyo

popular, s u s

dirigentes

s e

hallaban

en

prisión y s u número d e afiliados

era

despreciable-,

concluye

e l

l ibro

con

un

capitulo

titulado

«El

par-

t ido

de la

c l a s e obrera

y de la Nación»

y con

una

sección

titulada

«Los progresos

del P artido Co m u-

nista»,

entonces la

irrealidad aplastante d e e s t a s

afirmaciones

constituirá,

en

s l

misma,

parte d e

s u

fundóti :

no someterse a los hechos, defender

y

tratar

de

hacer

realidad

la

verdadera

naturaleza

del Partido

como

el «part ido leninista d e

m a s a s »

contra

su

existencia concreta inadecuada.

Hipostasiada en una estructura ritual, la teoría

marxista

s e

t ransforma

e n ideologia. Pero

s u conte-

nido y

función la

distinguen de l a s formas

«clási-

c a s n

d e

ideologia: no

e s

«una conciencia

fa ltan (7 ),

sino m as bien conciencia

de una falsedad

obietiva,

una falsedad que s e

«coi-rige»

en

e l

contexto de la

«verdad

superior. «presentada

por e l

interés hist6~

rico objetivo. Es la situación actual la que

e s

falsa

(construcción del socialismo e n un pais

atrasado;

estabilización

del

capitalismo),

y

la

corrección

d e

e s t a falsedad e s

precisamente

la m is ión his tórica

que

corresponde

a

la Unión

Soviética.

Es to tiende a

suprimir la

l ibertad

ideologia:

de

conciencia, y

a

asimi lar la

ideologia con

la

b a s e en tanto que p arte

de

una acción

social conscientemente dirigida.

Dado

que

el contraste entre

la ideologia

y

la reali-

dad

s e

agudiza

a

medida

que

aumenta

el

contraste

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Wlinenpar te 9 7

entre el potencial productivo de la sociedad y

su

unpleo iepresivo, los elmtentoo anteriormente Ii-

bres

d e

la

ideolog ia van quedando

sometidos

al

cont ro l

y direccion

administrat ivos. El debil i ta-

miento

d e la

independencia relativa

de

las

ideolo-

gías con

respecto a

las n e c e s i d a d e s sociales

existen-

t e s

y

la ouicacibn de

s u

contenido

s o n

característi-

c a s de la actual etapa d e la civilización.

En

su

forma

osicada, vaciado d e s u signicado

critico

y

antagonico

frente

a

la

sociedad

establecida,

la

ideo-

logia

s e

transforma en un instrumento de domina-

ción.

Si

ideas

tales

como lib ertad y

razon

humanas

o

autonomia individual

de

pensamiento no

o e con-

ciben

ya

en

s u

aspecto de reivindicaciones

todavia

insatisfechaa

sino como

materia l mtinar io para uso

de

periodistas,

políticos,

animadores

y

publicista:

que las

truicionan

a

diario en s u preocupación por

perpetuar el :uuu

quo,

l o s

contenidos

progresistas

de

la

ideologia

ton

despoiados d e

s u

función

tras-

cendente y quedan

transformados en

esterotipos

de

una

conducta d e s e a d a .

La

decadencia

del pensamiento independiente

aumenta en gran

medida e l poder

de lu palabras,

su

poder

mágico,

con cuya destnicción

comenzó

precisamente e l proceso de la

civilización.

Protegi-

d a s contra e l esfuerzo intelectual

que

rehace e l

camino d e s d e las

palabras

hasta las i d e a s

que

aque-

llas

alguna

v e z

expresaron,

L a s

palabras

s e

trans-

forman e n

armas

de

la

Administración,

frente a

la

cual el individuo resulta completamente impotente.

A través

de los medios

d e comunicadón de m asas,

las

palabras

transmiten los

objet ivo:

de

la Adminis-

tración,

y

la

población sometida

responde con

el

comportamiento

esperado.

La

racionalidad

que

ha

acompañado

al

p r o g n e o o

me-'I

Page 99: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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9 He|ber tMucme

d e la

civilización

occidental s e ba desarrol lado ya-

cias a la

tensión

entre

pensamiento

y

obieto:

la

verdad

y

la

falsedad

eran

buscadas en

la

relación

que une

al

sujeto que comprende

con s u mundo;

la

logica

era

e l desarrollo comprensible de esta rela-

dón, expresado en proposiciones. De la m ism a m a-

nera que el obieto del p ensam iento era tomado

como algo en s l y por s i mismo

(sin

tener en

cuenta su

inseparabi l idad del pensamiento), de

igual

manera

s e

mantenía

que

el suieto

constituía

algo «para s i

mismo› , en l ibertad

para descubrir la

verdad

d e su objeto,

especialmente la verdad

toda-

via

oculta y las potencialidades irrealizadas. La

l ibertad cognoscitiva era, d e

esta

forma, parte

e s e n -

cial

de

la

l ibertad

práctica,

d e la capacidad

para

actuar

de

acuerdo

con la

verdad

y

para

realizar

las

potencia lidades subjetivas

y

objetivas.

Cuando esta

relación

entre

el sujeto y el objeto desaparece, la

lógica tradicional pierde s u fund am e nto . L a verdad

y la falsedad ya

no son,

entonces, cualidades

de

las

proposiciones

cognoscitivas, sino

cualidades

d e una

situacion

preestablecida

y

predenida

en

la

que

e l

pensamiento y

la

acción

deben encajar. La logica s e

mide, pues, p o r la adecuación de e s e pensamiento y

e s a

noción al

logro

del obietivo

predeterminado.

4. ¿ Socialism o

en

un

solo

p a i s ?

La nueva

racionalidad,

que

el

capitulo

anterior

ha

tratado de analizar,

caracteriza el

cl ima en que

la

constnicción

d e la sociedad soviética tiene

lugar.

Más

exactamente, esta

racionalidad

pertenece

a la

naturaleza paradóiica d e la sociedad

soviét im,

don-

de

el

m as

metódico

sistema

de

dominación

ha

de

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

http://slidepdf.com/reader/full/herbert-marcuse-el-marxismo-sovietico 100/300

Primera

para 9 9

preparar e l

terreno para

la libertad y d o n d e la

politica d e represión s e justifica

como

politica d e

l iberación.

Anter iormente

señalamos

que

no acepta-

bnmos la hipótesis

d e que

e l marxismo soviético s e a

simplemente

una ideo log ia superpuesta

que

sirve

d e

apoyatura

al rég imen; ni tampoco la

hipótesis

opuesta en virtud d e la

cual

la sociedad soviética

seria una sociedad socialista, en e l

sentido

marxista

del ténnino. Por tanto,

no

podemos exp licar la

paradoia

exclusivamente

oomo

una

pura o ontrapo-

sición

entre ideologia

y

realidad. La paradoja

para

c e m ás

bien reeiar

la

edieación d e

la

sociedad

soviética bajo las

condiciones «anómalav d e

la

coexistencia.

Hemos insistido en que e n tanto que el

control

solne

los

medios

de

produoción

y

sobre

la

distribu-

cion del producto

no

s e a conferido' a

los «producto

r e s

inmediatosa, esto

e s ,

mientras

no haya

control

e iniciativa « d e s d e abajou, la nacionalización -lo

mis mo que la industr ia l izadón- constituirá un

mero

instrumento para una dominación m ás efecti-

va

y

para

el

incremento

y

manipulación

de

la

productividad

del trabajo

dentro

del

marco de

las

s o c i e d a d e s

de m a s a s . A e s t e

respecto, la sociedad

soviética

no h a c e sino seguir la

tendencia general

de la civilización industrial

avanzada en

s u etapa

m ás reciente. Sin embargo,

debemos

plantearnos la

cuestión

de si,

a

pesar d e

e s t e hecho, la nacionali-

zación soviética no

p o s e e ,

e n

función

d e

s u

progre

s o histórico,

una

dinámica in tema

que pudiera

contrarrestar e n

e l

futuro

las tendencias

represivas

y

trnnsfon-nar la estructura d e la sociedad soviéti-

ca, independientemente d e la politica y objetivos,

reales o pretendidos, d e

s u s

dirigentes. Dentro de

e s t e

estudio,

solamente

analizaremos

ta l

dinámica

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1 0 0 I-leroen

Marcus:

en

tanto que te encuentre xeeiedn en el desarrollo

del marxismo'

soviético,

l imitando nuestro análisis

I

uuaa

cuantas

mnoepciones

que

parecen

especial-

mente eeclarecedoru. Hem o s elegido la concepcion

del

«socialismo

en un

solo

pels», la dialéctica

del

Estado sovié tico

gobernado

por esta concepción po-

litica, ciertos

cambios

e n

la ideologia y , finalm ente ,

le «transición del socialismo al comunismo»

en la

que

esta dinamica culmina.

L a

doctrina

del

«socialismo

en

un

solo

paisa,

que

p rop orcionó al marxismo

soviético su

estructura

general

durante el periodo xtalinim (1), sirve t am-

bién para suminis t rar una ¡unificación históri-

co-mundial

de

las

funciones

represivas del Estado

soviético. La doctrina

refleja

en todo momento

s u

dependencia

de

la

evolución

intei-na_cional:

el

aisla-

miento inicial

d e la

Revolución

bolchevique,

el

confinamiento

del socialismo

a

zonas

atrasadas

del

mundo y la nueva

consolidación

del capitalismo a

e s c a l a intercontinental s o n considerados como

rev

p o m a b l u

de las contradicciones internas y

exteman

que

pesan

sobre

la

sociedad

soviética.

L a d octrina

sutlinista

mantiene

que

las

contradicciones

internas

de la oodedad

soviética

podran

s e r resueltas

por

-y

e n -

la

Union

Soviética,

a

través d d papel

«directivos

del

Estado,

mientras

que

las

contradic-

ciones externas sólo podrán

s e r

definit ivamente di-

minndas a través

del proceso in te rnacional (2 ) ,

e s

decir,

mediante

la

revolucion

e n

el

mundo

capita-

lista.

En

realidad,

sin embargo, lu contradicciones

externas perpetúan

las internas,

y viceversa, po r lo

que le distinción pierde

s u sentido;

por tu

propio

desarrol lo,

«el

socialismo en un solo pala» s e difu-

mina dentro

de una

concepción

m as

ampl ia

que

ratablece

los nexos esenciales

entre

la

construcdón

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Pr inen

psne 1 0 1

de la

sociedad

soviética

y el

desanol lo del capitalis-

m o

contemporaneo.

La

fonna

en

que

el

marxismo

soviético

designa

las contradicciones

internas

varia

de acuerdo

con

las

diferuttm

etapas d e

desarrollo. S e

definen pr in-

c i p a l m e n t e

c o m o

l n c o n t r a d i c c i ó n e n t r e e l

p r o l e t a -

riado

y

e l cam pes inado

(3),

entre el Estado sodalia-

ta

y

«nuestra

p ro pia b urg ue sía: (4),

entre lo s ku-

lalu

y

lo s

campesinos

pobres,

entre

el

traboio

inte-

lectual y el manual, entre «la vieitt

conciencia

y la

mental idad socialista

(5).

La

b a s e

de todas las

c o n t r a d i c c i o n e s i n t e r n a s e s l o c a l i z a d a e n l a contra-

dicción fundamental entre e l crecimiento de

las

fuerzas productivas y el nivel rezagado del

consu-

m o.

Las

contradicciones

externas

s e

interpretan

como

un desplazamiento de la lucha de c l a s e s

al

campo

internacional:

ë š š š

š š å ï š

 š š š a

ii-

i å š i t

š ì ì š

Egg,

E f

gi

desarrolla

a

Ahora

bien,

según

Marx

la lucha d e c l a s e s

e s

internacional p o r naturaleza

propia ;

carocerls de

sentido,

pues, hablar de tin idesplantnienton

hacia

el campo

internacional.

Sin

embargo, en

el marxis-

m o

soviético

la

expresion

tiene

una connotación

diferente:

trata

de amoldar la teoria

marxista e le la

lucha

de c l a s e s al

hecho histórico

de su

«neutraliza-

ci6n› lo s p a i s e s

industriales

avanzados L a teo-

ríadeldesplazamientodelaluchadeclasesesta

relacionada

con

la doctrina d e «los d o s compost ; e l

campo

-socialista

y

democrát icos,

dirigido

p or

la

Unión

Soviética,

representa

la lucha

en

favor

de

s

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Primera parte 1 0 3

y e

un lin

en

s i

mismo,

sino el medio para resolver

e s e confl icto, para supr imi r la esclavización del

hombre

por

s u

trabajo y

la dom inación

y

explota-

ción del hombre p o r el hombre. Y como qu ien que

semejante esclavizacion

s e halla instituciona lizada

en

el proceso

d e

producción, solamente podra

ser

abolida

e n

ta l

proceso;

los individuos solamente

podrán

s e r l ibres s i ellos

m i m o s controlan

la

pro-

ducción. En esta vla hacia la

l ibertad puede

haber

varias

etapas,

incluso

etapas

de

represión

(Marx

las

e s b o z ó

en

s u

Crítica del Programa d e Gotha) ;

pero

a

menos que e s t a

via s e a

recorrida p o r la

propia

c l a s e trabajadora, único agente histórico de la l ibe-

ración,

la

revolución

socialista no tendra

m a i s o n

d'être. Si

no

s e invierte d e s d e un principio la

relación entre

e l

t rabajador

y

lo s

medios

de

su

trabajo, e s

decir,

s i

no

s e transñere al trabajador el

control

sobre

dichos

m e dios, la revolucion socialista

no

tendría una mikan d'0zre esencialmente diferen-

te de la de la sociedad capitalista. la abolición de

la propiedad

privada

de los m edios d e produccion

esta asi

sus tancia lm ente ligada

a

la

transferencia

del

control

a los prop ios trabajadores. Mientras

e s a

transferencia

no

s e a l levada a cabo, la revolución

estará condenada a reproducir los m i m o s antago-

nismos que trata de superar. Tales

antagonismos

aparecen

bajo

formas m uy

variadas: empleo repre-

sivo

de los

medios

de

producción

nacionalizados;

contraste entre el

nivel de productividad

y e l

nivel

de constuno; conflicto entre

las necesidades sociales

e

individuales, entre la prop iedad es ta ta l

y

la p io -

piedad privada y

semiprivada;

o

en

el terreno

in-

ternacional,

como

contradicción

entre los

intereses

de

la

URSS

y

lo s de lo s

partidos

comunistas

ex-

tranjeros,

entre

lo s

objetivos

d e

la

seguridad

sovié-

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rniun

p a m

t o s

últ ima instancia, sobrevivir s i no

conseguis salir en

posición ventajosa de

e s e

punto

muet to. ›Para lo -

grarlo

s e

confia

en

la

reactivación

de

I u s

«contru-

dìcciones inherentes al capitalismo» dentro dd

«campo

imperial ista-. Tales contradicciones

s e en-

cuentran corno

en

s u s p e n s o

a causa d e

la m il itar i-

zacion

de la

economia

occidental; p o r

consiguiente,

la disolución de

este

gran conjunto econlìnico y

politico constituye

e l obietivo

primario

e indispen-

s a b l e .

Pero

e l

equipo

dirigente

soviético

solo

puede

lo -

grar e s t e objetivo s i la URSS deìa

de

constituir una

amenaza mi l i tar y

politica

para

Occidente, s i

la

competicion internacional deja de ser una

competi-

ción

mil i tar

que

absorbe

una gran parte de

la

productividad

soviética;

esto

e s ,

s i

la

capacidad

productiva

del

Estado

soviético e s

neorientada

y

puesta al servicio

de

las necesidades

de

los ciudada-

nos.

Esto

implicaría

que

la producción y l a s rela-

ciones d e

producción

fueran

roorganizadas

d e

m n-

nenr

ta l que la

elevación

del nivel d e

cultura

materia l

e

intelectual

no

consti tuyen

un

mero

sub-

producto del esfuerzo

social s ino

su meta. Para el

marxismo

soviético,

semejante transfonnación de la

sodcdad

soviética

aparece como una necesidad

his-

tórica, como

una

exige-¡cia

d e

ln

po litica in ten ta -

cional e n la

era

de la coexistencia. El

marxismo

soviético s e ve

obligado a

reconocer la interdepen-

dencia

de e s a s d o s series

d e

contradicciones

que

hsce que lo s acontecimientos sociales s e

conviertan

en determinantes de lo s

acontecimientos

politicos.

El objetivo vital que

la

salida

del punto muerto

represmta

puede

conseguirse solamente mediante

una

transformación de la sociedad soviética

que

arme

la sup erio rid ad

económica

y

cultural

dei

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Ps imenpene

¡ U 7

toria

completa del sistema socialista

y

la adopción

d e la nueva

const i tuciom)

la fundón

ø ) d e s a -

pareció

y

fue

sustituida por

la

d e

«protección

de

la

prop iedad

socia l is tan;

las

funciones b) y 4)

«subsisten

plenamente». Por otra

parte,

e l Estado

seguirá

existiendo

incluso durante e l periodo del

comunismo, u a menos que el

cerco

capital istm

s e a

l iquidado y

u a

menos que el peligro

de

un ataque

mil i tar

extranjero

haya desaparecidos ;

solamente

entonces e l poder

estatal s e «atroarh (1). Ya

en

1930

Stalin habia condensado

la dialéctica

del

Es-

tado

socialista

e n

la fórmula:

«EI m a y o r desarrollo

posible del

poder

del Estado con el

obietc de

pre

parar las condiciones para

la extinción del Estado:

ta l e s la fórmula

marxista» (2).

Má s tarde,

s e

subniyó la

necesidad

d e

reforzar

el

p oder estatal

antes de,

y

durante, la transición al comunismo (3\.

La supervivencia del Estado durante el

pr imer

periodo del

socialismo

gun en la concepción m a r -

xista originaria;

Marx

suponía

que

la asubordina-

ción csclavizadora de los individuos

a

la división

del

trabaio»

continuaría

existiendo

durante

la

pr i -

mera

fase

del socialismo

(4). Por consiguiente, el

Estado subsistirla;

s u

«extindón

seria

gnd ua l

e

iria precedida p o r un periodo de

transformación»

de

las instituciones po liticas.

Tal

era la evolución

que,

ya

en

1847, bosqueiaba Engels (5), q uie n

d e

nuevo

insinir la

en

ella

en

s u

po lém iw

contra

lo s

anarquistas

en la década de

los

ochenta:

l anamrqt i iu tamsdedannque la ivvo l t ie ih ipmle ta r iadebeco-

menurcu l l l»hn l i t i ánd¢horpn iz Ic i l ›npo | |L i t ¡de lEsudo.Pew

laún`maornÂzacif6nq||ea1coevttndìsponihk(/¢rI i()elp|o¡etnr¡o-

aeauptmttewvimfnaela-uadateaiuatenaftque

en-perimemu

c o n s i d e r a b l e s

u - u n a f o r n t m ^ m e u

:nm

d e

hal lan:

e n

ccndicionesdepoder|eal i¡arstunuevul\ |nciones.Petotudestnse~

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IW

l - lerhmMarcuse

ammmaaavnpncananaauaeasaaenanaopnanme

medíante laqt ree lpso leur iadov icmr iosoptnedeeiercere lpoder

I e á én ao n qu i sw i o p an ao t n e t e raun e n am p sup i m l i s t asyp e n

Ilzvlrlddlntenrevoludoncconbniiadellwdedldtìnlatunlll

vlnmiocooeluiria neeenriainenteen unanuevn der-mu ( 6 ) .

Las

citas

de Marx en torno

a las cuales Lenin

estructuto

s u

refutación de Kautsky en

El Estado

y

la

Rewlucián, no contradicen esta concepción (7 ).

L a

«máquina

estatal» q ue

d e b e

ser

destruida,

la

«máquina burocrática

y

mil i tar» que no puede ser

simplemente

transferida de

unas

manos

a

otras

sino

que d e b e ser

¢rota›, s

la del Estado

clasista

bur-

g u é s .

Sin duda,

según Marx,

todas

las formas

lus-

tóricas

del Estado han

sido hasta

e l presente for-

m as del Estado clasis ta ; pero igual que la pr imera

fase

del

socialismo

s e

v e

todavia

«afectadas

p o r

su

legado capitalista, lo

mismo

ocurre con e l Estado

socialista. Sin

embargo,

si bien e l Estado socialista

continúa

eiercitando

funciones

coeieit ivas, s u sus-

tancia

ha

experimentado

un

cambio fundamental:

el Estado socialista

e s

e l proletariado constituido

como

c l a s e

dirigente

(8).

En

consecuencia,

en

tér-

minos d e

situación e intereses

de clase,

el

sujeto

y

el

obieto d e la

coerción

son idénticos

(9).

En

e s t e

sentido,

el Estado de la pr imera

fase

e s un «no-Es-

tado», el Estado «rotos

y

-destruido»

(10).

Como

quiera que

e l

poder político «propiamente

hablan-

do»

e s

-meramente

e l

poder

organizado

de

una

clase para opr im i r

a

otra c l a s e »

(ll),

la

identidad

claslna entre el sujeto y el objeto del Es tado tende-

ra

a

t ransformar la coerción

en adminis t radon

racional.

Marx

y Engels

restunieron

lo s

cambios

en

las

funcio ne s d el

Estado

d e la manera siguiente:

«Las

funciones

púb licas perderan

s u

carácter

poli t i -

co

y

s e

transfonnaran

en

la simple función

admi -

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ll0

Herben Mucme

separados de lo s de la población (14). El Estado e s

nuevamente un

poder

reicado

e hipostaaiado.

Como

¡al

poder,

el

Estado,

d e

acuerdo

con

e l

marxismo

soviético, s e

t ransforma

en

el pimto

d e

Arquímedes

que permite

al mundo moverse

hacia

e l

social ismo,

en

el «instrumento basico» para el esta-

blecimiento del

socialismo

y

el

comunismo.

El mar -

xismo soviético vincula la perpetuadu

hipóstasis

del

Estado

con

el

progreso

mismo

d e

la

edificación

socia lis ta (15).

El

razonamiento

e s

e l

siguiente:

con

e l derrocamiento del capitalismo y la nacionaliza-

ción d e la economia, la Revolución bolchevique

puso

los

cimientos d e

un Estado

que

representa a

lo s

intereses del proletariado urbano y

rural.

El

Estado

e s su

Estado, y ,

en

consecuencia, el

ulterior

desarrollo

de

la revolución

tiene

lugar

« d e s d e

arri-

ba», y no -desde abaio».

La

liquidación del

tvieio

orden eoonómico burgués

en

las

zonas nrralesw

y la

creación de un «orden socialista koliosiano»

no

e s

sino

una manifestación d e e s a revoludón d e s d e

arriba , « in idada por

el régimen con el apoyo

de las

m a s a s

campesinas»

(16).

La

nne

institucionaliza-

ción del Estado

como

instrumento de la revo lución

d e s d e arriba tomó forma

con

el pr imer Plan

Quin-

quenal, que subvirtió el

orden

económico

del país

no

solamente en contra y por encima de los ninte-

r e s e s inmediatos»

d e los obreros y eumpainos sino

también

sometiéndoles

a

la o rganizacion

burocrát i -

oo~autoriI.aria de la producción.

Según

el stalinis-

m o, el p a s o

a

l a s

sigmentes

etapas del socialismo s e

l levará

igualmente a

cabo mediante el

reforzamien-

to del Estado institucionalizado,

y no

a traves de

su

disolución (17). Pero la

hipóstasie

del

régimen

que

e s t a s

formulaciones

impl ican

puede

volverse

oomra las

alteraciones

d e la estructura politica que

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Primera parte

lll

la

evolucion in temadona l

e

in tema

exige.

El

poder

del Es tado tiene s u s

l imites

objetivos.

En

e l últ imo

periodo

del

stal inismo,

e l

marxismo

soviético

subra-

yó que

también

el Estado esta sometido

a

las l e y e s

generales socioeconómicas,

que s u s

formas :están

cambiando y continuarán cambiando

d e

acuerdo

con el desarrollo de nuestro país y con las

transfor-

maciones en

la situación internacional» (18). Según

el marxismo

soviético

e s a s

transfot-maciones

inter-

nacionales

e

internas,

que

s e

irian

produciendo

gracias a

los logros

del

stal inismo, exigirian un

cambio correspondiente en la teoria y estrategia

soviéticos.

Antes d e

pasar a esbozar la tendencia

de

la

evolución del Estado ta l y como la concibe el

marx i smo

soviético,

debemos

plantearnos

la

s i-

guiente cuestiónz

¿Quién

o que e s

e s e Estado sovié-

tico? N i la

aparición

d e la

ínrelíguentstìz

soviética

como

un nuevo

grupo

dirigente,

ni s u

ootnposieibn

y privileg`os, constituyen ya

hechos

contmvert ibles

ni siquiera

en

la URSS. Continuamente

s e

insiste

en

el

reclutamiento

y

formacion

de

especialistas,

técnicos, directores

de empresa, etc.,

altamente

cali-

cados, y

s e

hacen

públicos

s u s privi legios (19).

Además,

el crecimiento in interrumpido d e e s t e gru-

po

está considerado

como

una d e

las condiciones

previas

para la transición al comunismo (20). Sin

embargo,

en

la

cuestión

del

desarrollo

del

Estado

son factores decisivos

no

sólo los

pr i legios

d e la

burocracia

gubemamenta l , s u fuerza numérica y s u

caracter

d e

casta, sino también el fundamento y el

alcance

d e

c u poder.

La burocracia tiene,

evidente-

mente,

un interés

vital

e n

e l m antenim iento y

reforzamiento

de

s u posición

privi legiada;

y tam -

bién

e s

evidente

la

existencia

de

conflictos

entre

los

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Pi-¡nen pene

1 1 3

burocracia)

s e concibe,

asi, com o

un csubprodncto»

d e la

transición del socialismo

al comunismo.

En

e s a

etapa,

la

burocracia

todavia

eieroerin

fundones

especializadas, pero ya

no

dentro de una división

de funciones insti lucionnlizndn y

ìenrquiudn; la

bnmerncia serin

mbiertui-

y perderlo

s u

contenido

ipol iúoon

en

lo medida en

que, gi-¡cin

a lo

n lmn-

dancia

de las

fuerzas

productiva; mater ia ls e ì . n t e ~

lectunles,

los

funciones

sociales

genenlen

s e

hicie-

ran in te rcam biables

entre Im

individuos.

L a

hipóte-

s i s

marxista

soviética

acerca

de

to l

tendencia ¿ e s

coherente,

aunque

sólo s e n

e n

el

nivel

teórico,

con

ln

esm xctura real del

Estado soviético?

La burocracia p o r

si m i m a ,

por

grandes

que

s e a n

s u s dimensiones,

no

p u e d e generar

un poder

uutoperpetuador

s i

no

p o s e e

una

b a s e

económica

propia

de ln que derive

s u

posicion, o

s e

:lia ooo

otros grupos sociales que

posean

tn l b a s e . Nnturnl-

m e m e , las fuentes trndicíonnles del

poder

económi-

o o

no

estén

a

disposición d e la burocracia

soviética,

dudo que e s t a no p o s e e lo ; medios d e

producción

nncionolizndos.

Sin

embargo, resulta evidente

que

e l

pueblo, propietario

según

la Constitucion

de los

medios

de producción, no

ejerce oo ntro l alg uno

sobre

ellos. El co ntro l,

y

no la propiedad,

oonxtitu-

ye,

p o r

tanto, e l

factor decisivo. Pero

n

manos que

procisemos su definicion, el

«oontroh

constituye un

indice

insudente

para

la

localización

ml

del

po-

der. ¿ E s

ejercido

e l

control

por intereses particula-

r e s

lo sucientemente independientes oomo

para

afirmarse

contra

otros intereses, o

e s t o s

intereses s e

hallan por e l

oontrario

sometidos a l e y e s y ñienes

que los

dirigen?

En lo que ooncìerne al sistema

soviético

y

a

tu

orgnn iudón

d e

la

produceidn,

e s

preciso distinguir entre oonuol tócniowadministra-.

uuu-.1

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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IN

Herbert

Mueuse

uvo

y

control

social. Los d o s

niveles de control

coincidirán s i

aquellos

que

r igen los establedmien-

tos-clave

industriales

y

agricolas

establecen

por

y

para s i

mismos,

y

como

un grupo especial, las

politicas empresariales y laborales

a seguir,

ejer-

ciendo con ello una

inuencia

dedsiva sobre las

n e c e s i d a d e s sociales y

su satisfacción.

Sin embargo,

ta l

coinddencia

no

d e b e

darse por supuesta.

Según

la

doctrina

soviética,

quien

ejerce

e l

control

social

e s

e l

Partido,

e l

cual

domina

todo

t ipo

d e

control

técnico-administrativo;

y como quiera

que el Parti-

do s e halla fusionado

con

el Estado,

e l

control

social asume la

forma

de un control politico cen-

tralizado y planificado. Pero la pregunta

relativa

a

la loca lización últ ima del poder d e b e también l ` o r ~

:nularse

con

respecto

al

Partido,

el

cual,

incluso

s u

a lta d irección , comprende grupos

e

intereses

dife-

rentes, incluyendo entre ellos lo s empresariales. Es

evidente que e l

-pueblos no

cuenta: no

existe

un

control social efectivo

:desde

abajo».

Asi, quedan

d o s posibilidades: o b ien

1)

un grupo espedoo

dentro

de

la

burocracia

ejerce

el

control

sobre

e l

resto

de la b uro cracia (en cuyo c a s o

e s t e gnipo

constituiría

el

sujeto autónomo del control

social);

o bien 2) la burocracia como

-clase»

e s verdadera-

mente

soberana,

esto

e s ,

constituye

e l

gnipo diri~

gente (en cuyo c a s o el

control

técnico-adminìstratb

vo

y

el

control

social

coincidirían).

Analicemos

e s t a

alternativa.

El

poder

personal, incluso

en

el supuesto

de que

s e halle efectivamente

institucionalizado,

no

dene

e l control

social.

La dictadura d e Stalin ta l

vez

pudo

someter a

su

dominio

a t@

los intereses

divergentes

en

virtud

d e

su

poder

fåctico.

Sin

em -

bargo,

e s t e

poder personal estaba a s u vez sometido

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Prìmuu

parte

ll

a

las exigencias del sistema social, de cuyo mcio -

narniento dependla; por encima del min imo

vital,

t a l e s

exigencias estaban

determinada;

por

lo t

inte-

r e s e s

que

oontrolaban las

b a s e s

industrial y ag raria,

y por lo s

de

la policía y el ejército. Este razona-

miento

e s también valido, y en mucha m a y o r medi -

da, para el

per iodo poststa lin is ta. La

búsqueda

del

emplazamiento

del control

social nos remite

asl

d e s d e

la

dictadura

personal

a

la

al temat iva

aute-

rio rm en te fonnulada.

Sin

em bargo, no

parece

que

en la Unión Soviétim

exista

un gupo homogéneo

separado e independiente al que pueda atribuirse,

con pleno

sentido,

el

control

sodal. El equipo

diri-

gente superior

no

sólo está sometido

a

cambios

sino

que ademas

está

formado por

rrepresentantes» de

diferentes burocracias

y

ramas

económicas

y

pol i t i -

c a s : gerencia d e empresas, eiército, Partido.

Cada

una

de ellas tiene intereses

particulares

y aspira

al

control

social. No

obstante, e s a

tendencia 1 la

montvpolizadon

del poder

está

neuu-alizada p o r dos

fuerzas:

por un lado,

el

Plan Central, que a

pesar

de

s u s

oscilaciones,

lagunas

y cor-recdones

domina

e

integra lo s intereses partieulares; por otro, toda

la

burocracia,

hasta

la de m ás

alto

nivel, está

sometida

al estímulo del

terror,

o, d e s p u é s de la

mitigación del

terror,

a

la aplicación, en gran

parte

imprevisible,

de

medidas

politicas o punitivas que

acarrear:

la

pérdida

del

poder.

Sin duda,

e l

Plan

Centra les,

a s u vez,

obra d e

la

burocracia d e las

ramas principales del sistema: Gob iemo , Part ido,

Fuerzas

Armadas, Administración; pero et

también

el

resultado

de

negociaciones,

combinaciones y

aiusies d e intereses que terminan por producir una

e s p e c i e d e

interes

general, e l

cual

a

s u vez está en

función

del

crecimiento

interno

d e

la

sociedad

s o -

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llú Herbert Marwse

vietiea. Esta

relacion

desempeñó también un papel

importante en

el

desarrollo

del

terror.

El

terror

e s

la

aplicacion metódica

y

centralizada

d e una violencia imprevisible

( imprevisible no sólo

para las

victimas

del

terror

sino

también para los

grupos superio res

e

incluso para lo s verdugos); y

no solo e n una situación excepcional sino

también

en una situadón normal . Mientras e l Estado sovié-

tico oonfle

en

semejante

aplicación

imprevisible,

oonara

en

la

fuerza

del

tenor ,

aunque

ciertamen-

te ¿ s t e

podria

l legar

a

parecerse

a

un sistema

social

de l ibre concurrencia e n el

c a s o

d e que las medidas

punitivu aplicadas

(tales com o

separacion del ser-

vicio, degradadón) no

fueran violentas. En

s u

fun-

ción bistorica, el terror puede ser progresivo o

regresivo

(22) ,

según

promueva

o

no,

a

través

de

la

destnrcción de las instituciones regresivas , e l

d e s a -

nol lo

de las instituciones l iberales _ y la utilizacion

radonal de las fuerza: productivas. En e l Estado

soviético,

el

terror

tiene

una

doble naturaleza:

tec-

nológica y política. Por un lado,

s e

castiga la

ineficacia

y

la

falta

d e

rendimiento

a

nivel

técnico

y

empresarial ;

y,

por

otro,

s e

sanciona

cualquier

clase de incunformixmoz actitudes, opiniones

y

con-

ductas polít icamente

s o s p e c h o s a s

y peligrosas. Am -

bas formas

s e

hallan mutuamente

relacionadas

bas-

ta el

punto

d e que con

alguna

frecuencia s e juzga

la

ecacia

según

criterios

pollt ieos.

Sin

embargo,

con

la supresión

de toda

oposidón organizada y

con el aanzamiento

d e

la administración totalita-

ria, el terror tiende a hacerse

predominantemente

tecnologico;

en la URSS

de

nuestros d ias el terror

estrictamente politico pareoe constituir la

excepción

m ás que la regia.

Las formulas

completamente e s t e ~

rot ipadss

de

las

acusaciones

políticas,

que

o i

s ì -

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ll

Herbert Muwse

las instituciones

economicas,

politicas

y m ilitare s.

El r i tmo y

fo rma

d e crecimiento, asi como las

p rio ridades entre

las

instituciones

y

ramas

princi-

pales y

en

el

interior de

las m ism as , parecen deter-

minarse

a través

d e

foroe im y compromisos

d e

los

intereses

en

concurrenda. Más tarde

o m ás

tempra-

no, sin

ernbargo, el resultado deberá

aiustaise

a la

tendencia

básica

d e la oonstrucción de la sociedad

soviética y

n

los prindpios que han regido e s t a

tendencia

d e s d e

lo s

t iempos

del

printer

Plan

Quin-

quenal.

Una v e z institucionalizados, los intereses

particulares p o s e e n

una

d inam ica y exigencias

obie-

tivas

propias, de

cuya

observancia

dependen, a s u

vez, e s o s

mismos intereses. Aunque lo s principios

s o n

modif icados y adaptados de acuerdo

con

lo s

cambios

producidos

en

la s ituacion

internacional

e

in tema,

existe

s in

embargo una tendencia

general

de

largo alcance

en cuyo

s e n o

las

modicaciones s e

integran.

La

arrnación

de Stepanian de que

el

desarrollo del

marxismo presupone «la

ininutabil i -

dsd

de

s u s p rincip io s y

fundamentos» (23) e s

algo

m ás

que

simple

propaganda:

en

verdad,

los

princi-

pios

(marxiatas o

no)

que han regido

los

controles

e n todas las esferas básicas del sistema

soviético

han sido siempre lo s

mismos.

Tales

principios

tie-

nen, en

realidad, muchas

probabil idades de

impo-

nerse

en

e l

conflicto

entre los poderes

en concu-

rrencia

y

lo s intereses

creados,

ya

que

informan

la

estructura de

la

sociedad en la que

e s t o s intereses y

poderes prevalecen.

Por ejemplo,

los

esfuerzos

para

reducir

las inversiones en la industria pesada en

favor d e la industria l igera y para increm e ntar la

producción d e bienes d e

consumo

que s e

pusieron

de

manifiesto d e s p u é s

d e

la muerte

de

Stalin, adop-

taron

la

fonna

d e

una

lucha

p o r

cl

poder

entre

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Primera parte ll9

dete rm inados g rupos de la

alta

ierarqula soviética.

Sin

embargo,

L a tendencia

a

largo plazo d e

la

industrialización

soviét ia,

asi

como

la estructura

politica p or ella denida,

parecen

haber predeter-

minado

en gran medida

las

decisiones. La edilìca-

ción

slalinista d e

la

sociedad soviética descansaba

sobre

la prioridad otorgada

a

la industria

pesada;

un

v ira ìe fundam enta l

en

el equilibrio significaría

también tm viraje fundamental en la

propia

estruc-

tura,

en

e l

sistema

económico

y

politico.

El

progra-

m a stalirtista en modo a lguno excluia la posibi l idad

d e

temeiante viraie;

p o r

el

contrario,

hemos subra-

yado ya e l

carácter

«experimental i

de

e s t e

progra-

m a y su orientación hacia una «segunda f a s e » . Sin

embargo, la

decision

d e proceder al cambio no

está

dentro

del

ámbi to

discrecional

y

de

poder

de

indi-

viduos

o grupos determinados: depende de la cons-

telación

internacional

y del

nivel

económico y pol l -

tico

alcanzado p o r

las fuerzas productivas

de

la

sociedad sov ié tica. Más

exactamente:

depende de la

consecución

del

nivel d e

producción

d e los p a i s e s

industriales

avanzados

y

del

correspondiente

debil i-

tamiento

relativo del m und o cap italis ta. Q ue s e

haya

alcanzado

o

no

e s t e nivel, y que la situación

internacional

haga factible

o

no

e s t e

cambio, e s

mater ia

de una

decision

polit ica, cuya adopción

dara lugar a conflictos

entre

los grupos

dirigentes

de

las

burocracia;

interesadas;

en todo

mac, la

decisión

sera

anulada

si no

s e

v e

conrmada y

rver icadai p o r

los factores

objetivos de la

situa-

ción internacional c interna; esto e s , en

últ ima

instancia, p o r la eficacia de la politica intemacio-

nal

soviética.

L a

pol i t ica

agraria puede proporc ionar otro

ejemplo

d e

la

persistencia

de

lo s

obietivos

y

princi-

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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IM I-lerhenMnn:use

pin Msicoo que predominan ¡obre la

«lucha

p o r el

poder»

de las bumcrncin:

aa política

apunta,

s

tnvés

de

todo

t ipo

de

viruìes,

regresiones,

altos

y

ourrecciones, y

1

tnvë d e ha sucesivas

cupu

d e

In

oolectivìzndón,

al establecimiento

d e

una

prop ia

dnd pur lmente

socialista

de

la t ierra, a lu

mecani-

'zadóntotzlyalnequiparmcióndelavidny

tnbnio rural

y

urbano. Tambien en la politica

exterior, n través d e per iodo: «duros› y rb lnndoh,

de

guerras

locales

y

de

«o f em i va - de

put,

la

direotriz de Lenin

continúe

conservando

su

posi-

ción hegemónica: mnntener

I n

u u - e g u a n que

haga

posible ln ed icación del socialismo y del comunis-

m o

en

ooenì tenda con el

mundo

capitalista. Tum-

bién

en

e s t e c a s o la

interpretación

d e los pr indpios

rectora,

ni

como

In

decisión

sobre

el

momento

de

aplicación

y alcance

de las m edidas que

aquellos

especifican,

m n, en

últ imn

instancia,

e l monopol io

de un grupo superior de dirigentes. Pero

cuales-

q u ie r aq u e p u e d a n s e rlo s c a m b io s e n s u o um p o s i-

ci6nymimero,oe|gndodeeonsuItaywmpromi-

s o

con

los

estratos

inferiores

d e

la burocracia,

los

principioo rectores parecen

ser

io

sucientemente

rígidos como para definir lo s

limita

dentro de los

cualeshandemovemlospoderaespecinlese

pediru institucionalización

en

e l s e n o de un

sistema pbernndo p o r

e s o s

principios.

L a b u m a u d a soviética no parece, por

tanto,

poseer

una

b ue

que

puede

permit i r ie

la

pefpenn-

ción efectivn

de

sus pmpins intereses frente

a las

exigmcias

generales del sistema wcin l del que

ella

vive

La burocracia cons tituye una clase

¡wanda

que controla a lu pobiación subyacente 1 u-avà

dei

oonu-ol d e

tu

instituciones económicas, politicas y

militares.

Sin

embargo,

y

aunque

e l

eiercicio

de

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Pr imas p am 1 1 1

e s t e control

engendra

una serie d e

m e m e s e s p e -

doles que s e arman gradas

a é l,

tales interues

deben

transigir

y ,

en

últ ima

instancia,

rucumlár

ante una politica

general

que

no

tienen

de modia t r .

¿Quiere esto decir

que

la burocracia

representa e l interés

de

la sodedad

soviét ia en su

c o n i u n t o ?

En una sociedad compuesta p o r grupos en con-

currencia que p o s e e n diferentes intereses económi-

c o s ,

profesionales

y adm in is tra tivos ,

el

. interes

co-

mún»

no

constituye

un término

dotado 1 > ¢ f

s e de

signicadn.

Aun suponiendo

que

la elevación gene

ra l de

las condiciones

materiales

y culturales

de

vidsenelmsrcodeunmåximodelibertndy

seguridad

individuales s e o

lo que

defina el

interés

común

de

todas

las

s o c i e d a d e s

civi l izada,

e s

claro

que

en cualquier

sociedad

no

homogénea

su

reali-

zacion

s e desarrollará en

conflicto

con lo s ¡ m e m e s

de a1g uncsd e lcs¶ upo s (p r iv ileg indo s )de laso c ie

dad. El

interés común

no

s e

identicará

con

el

interes

de todos

y de cada uno; continuará siendo

u n

c o n c e p t o

- i d e o l ó g i c o » .

Em

s i t u a c i o n

a n t a g o n i e n

prevalece

no sólo en las relaciones

entre

L a

buro-

cracia y la población gobernada

sino

también

en

las

relaciones entre

los gupos rurales

y

urbanos e

incluso entre las diferentes subcategorlus de cada

grupo (trabciodores

varones y

hembras, cuslica-

d o s y s in

cualiesr). Incluso

en

una sociedad in -

dustr ia l

al tamente

desarrol lada y

con

recursos

abundantes,

la

d e w / a c i ó n

general

del

nivel de vida

y

delibertadsólosereslinatravädeundesai-rollo

m uy desigusl; que

s e

impone c

los intereses

inme-

díct9¢deampliosse|aoresdelapoblaci6n.Dela

misma manera que la necesidad social

no

e s identi-

Q

a

las

n e c e s i d a d e s

individuales,

asi

lo

realización

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Primera pana l23

en

las

condiciones

de

tcoexistencia».

L a posición de

la

burocr-ada depende,

asi, del

credmiento del

apa-

rato product ivo;

y

los

intereses especificos

y

e n

conflicto

dentro de la burocracia

s o n

cnnciliados -a

traves de

ios

mecanismos d e la tecnologia

y

la

coacción, d e la d ip lom acia

y

el pode r - p o r e s e

interés

social

común.

IA burocrada soviética repre-

senta, por consiguiente, al interes social en una

fonna hipostasiada, en la que los

intereses

indivi-

duales

han sido

separados

d e

lo s

individuos

y

usur-

p a d o a

p o r el Estado.

El Estado

soviético

surge como un ente colectivo

institucionalizado en

el que la

distinción

marxista

entre intereses inmediatos

e

intereses reales

(históri-

cos,

ob ie tivos ) s irve de iusticación

para

la

edifica-

ción

de

la

estructura politica.

El

Estado,

aun

sien-

do

I a

manifestación del

interés

real

(social),

no e s

«todaviav idéntico a los intereses

d e

L a población

a

la

que gobierna: s u s intereses inmediatos

no

coinci-

den

t todavíav con e l

interes

social obje tivo . P or

eietnplo, e l

pueblo

quiere menos trabaio, m as l iber-

tad,

m ás bienes

de

consum o ; pero .

segun

la

teoria

oficial, el

atraso

y

e s c a s e z aún

existentes exigen

la

pertnanente subordinación d e e s o s intereses al

inte-

r é s

s ocial de i arrnamento

y L a

industrialización. S e

trata d e la

antigua

discrepancia entre individuo

y

sociedad,

representada esta

por

e l

Estado; sin em -

bargo,

según

la

teoria

soviética,

esta

discrepandasobreviene

en

una etapa nueva del proceso

históri-

c o . A n t e r i o r m e n t e , e l

E s t a d o

r e p r e s e n t a b a l o s i n t e -

r e s e s de la

c l a s e dir igente, no

los d e la

sociedad en

su

coniunto.

Sin

duda, e l

Estado

clasista

represen-

t a b a t a m b i é n , e n u n c i e r t o s e n t i d o ,

e l

i n t e r e s

c o l e c -

tivo

(24), en la medida en que organizaba y hacía

posible

la

'ordenada

reproducción

de

la

sodedad en

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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l2A

l - ler l ›enMnrwse

s u o oniunto y el desarrollo

de

las fuerzas

producti-

v n s . S i n e m b a r g o , e l

e o n l l i c t o

e x i s t e n t e e n t r e

s u

desarrollo

radona l

en provecho

del

inter@

oomún

y

su uti l izadón

al servido

del benecio privado era,

dentro de la es tructura del Estado

cluistl, inaolu-

ble, invnlidándose de esta f o r m : la

identidad

de lo t

intereses. A medida que e s t e

conflicto

fue |nadunn›

do, el Estado

clnsistn

v e fue

haciendo

necesaria-

mente cada vez

m ix

regresivo, co ns tituy end o un

obstáculo

cada

v e z

m ayo r

para

el

desarrol lo-de

ln

sociedad.

En cambio,

s e supone que

el Estado s o -

viético march:

en sentido contrario, siendo

capaz

de resolver

el oonicto

(25)

y

d e estnblecer

la

annonh

entre lxs n e o e s i d u d e s ind iv id uale s y las

necesidades sociales

sobre la bote d e un

desarrollo

generr l izndo

de

la

productividad.

6 . B a s e y

xuperestnictun-

Realidad

e

ideologia

En

la

teo ria m arxis ta ,

el

Estado

pertenece

a

la

superestructurn

en

la medida

en

que'

no

e s s imp le

mente

la expresión politica

directa

de las relaciones

básicas

de producción, sino que

contiene también

elementos que, p o r asl

decir,

coompensanv el carác-

te r c l o s á s t a d e d i c h a s

r e l a c i o n e s .

E l

E s t a d o ,

q u e e s

sìernpre

e l

Estado

de

ln

clase

dorn innnte , m antiene

la ley

y el

orden

universales, y

wn

ello gprantìza

al menos en derto pud o la

igualdad y

seguridad

para la sociedad

en

su

ooniunto. Solamente

en

virtud

d e d ichoa e lementos puede

el Estndo

clnxista

cumpl i r la función

de

umoderan y mantener

den-

tro de

los

l imites del arden» lo s conflictos d e clase

que

las

relaciones

productivns

originan

(l).

Esta

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Pr imen parte 1 2 5

r rnediadóm

e s

la

al

Estado

la

apa-

riencia

d e

un

interés

unive rs al, al margen y por

endma d e

los intereses particulares

en

conflicto. La

función

universal del Estado uta,

asi

pues,

deter-

minada

p or la

base,

pero contiene

factores

que la

trascienden

y

que incluso

s o n

antagónicos respecto

a

ella;

factores que

pueden

l legar

a

constituir

in -

cluso fuerzas

semiindependientes,

las

cuales,

n

s u

vez,

afectan activamente

a la

b a s e de varias

m a-

nerss.

Engels

dist ingula

dos

formas pr incipales de

rreacciónn del Estado sobre el proceso

económico

básico: la actuación en contra o en la «misma

d irección» del

desarrollo

económico.

En

el

últ imo

caso, el Estado «acelerar e l dsar ro l lo economi-

co

(2). Esta segunda

forma

de reacción presupone

la conformidad

entre la

superestructura politica y

el desarrollo de las fuerzas productivas,

conformi-

dad que

la teo ria m a rxis ta sólo considera posible

durante

la

fase

ascendente

d e

la

sociedad

capitalis-

ta (y

de

la sociedad clasista,

e n

general). Según el

marxismo

soviético,

la

Revolucion

bolcheviqne

«ar-

tnonizon

la

tuperertntctura

politica

con

la

b ue

económica, mientras

que la nacionalización de

los

medios

de

producción hizo posible el

control

cen-

tralizado

del

desarrollo

economico.

Las

l e y e s

econo-

micas

continúan actuando

como

fuerzas objetivas

que

determinan

la superestructura;

aunque no

pue-

den

s e r ccreadasn ni

mlteradas» p o r e l Estado,

s e

han hecho susceptibles d e

empleo

y aplicación

conscientes

(3).

Esto

constituye,

según la teoria

marxista

soviética,

la d ife rencia

decisiva

entre

las

supereatnrcturaa soviética

y

capitalista.

Ambas

for-

m a s e s t a t a l e s c o n s t i t u y e n u n a - s u p e r e s t r u a u r a p o -

l itica»,

e s

decir,

estdn determinadas por la rapect i -

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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116 Herbert Marcus:

va -estructura economica» de la sociedad; pero

mientras

que ta l determinación e s ciega y soberana

en

el

Estado

capitalista,

el

Estado sovié tico

puede

«dir igir lm

y

toontrolarlav.

Asi,

mientras

que en

el

sistema capitalista

-es m as

bien e l Estado e l

que

esta controlado

p o r

la economia capitalistas, el

Estado

sotáétioo, en cambio, « s e

t ransforma

en

la

fuerza directriz

del desarrollo económico del pais. ,

en

la

-fuerza

directriz»

de

la

econom ia (4).

Algunos

analistas

d e

la

evolución

soviética han

visto en esta nueva

den idon

de las reladones

entre b a s e y superestructura (que e s generalizada y

refrendada e n

la obra

de

Stalin El

Maradrmo y

las

cuestiones d e

lingüística)

una

revision

de la

concep-

cion marxista clásica

(5).

En realidad,

constituye

solamente

una

aplicación

de

la

t e s i s

d e

Engels

relativa a la

accion

recíproca (Wechselwirkung)

entre la b a s e

y

la superestructura. El Estado, en el

supuesto d e que «acelera el

desanol lo economico,

« s e t ransforma

en una fuerza m uy activa, ayudan-

do (cooperando)

a

la b a s e a

su

propia

forrnación

y

consolidación;

adopta

todas

las

medidas

para ayu-

dar al nuevo

orden en

la

tarea de

destruir y

l iquidar la vieia

b a s e

y las

vieias c l a s e s »

(6). Esta

arrt-ración, extralda

d e la

obra

d e Stalin

El

Mav-

. e í s m o y

las

cuestiones d e lingüístico, s e reere no

solamente al Estado,

sino

a la

superestructura en

general.

Tales form ulaciones

s e

ineren

lógicamen-

te d e ln suposición, indiscutible para e l marxismo

soviético,

d e que la sociedad soviética e s una socia

dad

socialista. Naturalmente,

un Estado socialista

tendrá una relación con la b a s e esencialmente dife

rente

de la d e

un

Estado capitalista (en leng uaie

marxista-soviético,

una

relación

no-antagónica). Por

consiguiente,

el

desarrollo

desde

e l

socialismo

al

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Prinnn

parte 1 2 7

comunismo puede

también

s e r

lógcamente

conside-

rado

como

un desarrollo

no-antagonico, e n

e l

senti-

do

d e

que

el

proceso

hacia

«la

etapa

superior»

no

impl icará

alteraciones sdestruttivasn en la b a s e

sino m ás bien

e l

desenvolvimiento gradual

d e s u s

potencialidades.

Ciertamente,

la existencia

de

una

« b a s e

socialista

cambiaría toda la

función

tradicio-

nal

d e

la

superestructura

y

estableceria

una

nuevarelación

entre

ideologia

y

realidad.

Si

apl icamos esquemáticamente

ln concepción

marxista t radidonal a la sociedad soviética,

la

b a s e

consiste en las « f u e r - ¿ a s productivas» existentes

dentro

d e

las relaciones

d e

producción en vigor

(7).

Los

«productoresu

s o n

los

obreros,

los

empleados

del

Estado y l o s

miembros

d e los

kolioses. En lo

que

respecta

a

la relación

d e

p ropiedad entre los

productores y los

medios

d e producción

básicos,

no

existen distinciones

d e c l a s e

entre los

grupos que

consti tuyen la sociedad soviética

(íntel igumtsla,

obreros, campuinos),

aun cuando,

d e s d e

luego,

existan

amplias diferencias

en

cuanto, a

poder

y

condiciones

d e

vida. La superestructura e s t á ime -

grada p o r el sistema

d e

instituciones administrat i-

vas,

¡uridicas

y culturales, y por la

ideologia

ocial

prom ulgada por

tales

instituciones

y

t ransmit ida

a

los diferentes

campos

d e

la

vida

pública y privada.

Al igual que

e n

e l esquema marxista clásico, la

b a s e

determ ina la supereuructura; e s

decir, é s t a s e

halla

modelada

por las exigencias

del

aparato pro-

ductivo.

Ahora

bien,

e l

hecho d e

que e s e

aparato

e s t é

nacionalizado

y

d e

que

e s a s

exigencias

s e

en-

cuentren

planicadas y controladas centralmente

introduce

cambios significativos en

el esquema

tra-

dicional:

el Estado s e t ransforma, sin factores in -

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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1 2 8 Herbert M a n c u s e

aparato

productivo, e n

e l gestor

general de

la

e co

nomia nacionalizado, e n el interés colectivo hipos-

tasiado.

Las

diferencias funcionales

entre

b a s e

y

superestructura

tienden,

p o r

tanto,

a desaparecer:

la

superestructura e a asimilada, metódica

y

siste-

múticamente, a la b a s e , al

s e r

despoiada de

todas

aquellas

funciones

que s o n trascendentes y antago-

nicas

respecto a é s t a . Este proceso, que establece

nuevos fundamentos para el

control

sodal , altera la

propia

sustancia

d e

la

ideoloa.

La

tensión entre

idea y realidad,

entre

cultura y

civilización,

entre

cultura intelectual

y cultura m a te ria l - tensión que

constituyó

una d e

las

fuerzas

motrices

de

la

civili-

zadón occidental-, aunque no

l lega

a

quedar d i-

suelta, s i e s m e t ó d i c a n - m e n t e reducida.

Para

Marx

y

Engels,

la

ideología

e s

una

i lusion

(Schein), pero una ilusión

necesaria,

nacida

de una

organización

social

d e la p roduccion que s e le

aparece al hombre como un sistema de l e y e s y

lìnerzss independientes y

objetivas.

Como «reflejo-

de

la

b a s e

social

real,

la

idenloa

participa

de

la

verdad,

pero

la

expresa

en

forma

falsa. Las

ideas

d e la clase dominante s e transfonnan en las

ideas

dominantes

y pretenden tener

validez

universal;

pero ta l pretensión

s e funda en una «condencia

falsa; falta porque

la co nexión real de las

ideas

con

s u b ue económ ica y ,

p o r

tanto, con

s u s

l imi ta-

cionesynepcionesreaksnopenetraenlacon-

ciencia

(8). Un contenido histórico especiñco

s e

muestra como universalmente válido y sirve de

apoyatura a un

aistuna

social especioo. Sin ent-

bargo, la

función

d e la ideologia va ruucho m ás

allá de semejante ministerio; dentro de la ideologia

s e

introduce

un

ingrediente

que

- t ransmi t ido

de

generación

en

generacion- contiene

las

apennzas ,

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Pfamnpme

1 : 9

aspiraciones y sufrim ientos eternos

del hombre, s u s

potencialidades rep r im ida , las im ágenes

de

iuuicia,

feliddld

y

l ibertad

integrales,

las

cuales

ennien l rm

s u s

expresiones ideológicas principalmente en le

religión, en

la losoa y

en

el arte,

pero

también

e n

los conceptos juríd icos y politicos

de

la I iberud,

la igualdad

y la

seguridad.

L a

noción marxista

de ideo loya

impl ica, del

pues,

una

dinúmicn

que

oonduoe

1

un

cambio en

la

funciónyenelpcsodeluideologiaeonieepectoa

la

b a s e .

Cunmo m is domine la b e s e a ln ideologia,

mlr i ipulåndola

y ooordinåndoln con el orden enl-

blecido, lento m ás la esfera ideológica que

s e

halla

m ás lejana de

la realidad (ane , lo eo n) s e m n-

viene, precisamente

1 causa de

m lejanía,

en

el

úl t imo

refugio

de

la

oposidón

n

dicho

orden.

Cuando

Marx

comenzó a elaborar s u teoria, le

animaba la convicción d e que la hinorin

hln

alcanzndo nnlmenle la

etapa

en lu que la Razon

y

la Libemd

podian

ser

transustnnciadns d e s d e las

idem lmócns

n

lo s obieiivos politicos. L a ñloeo-

ñu

(1

la

que

Marx

considero

ln

ideologia

mis

avanzada)

hlbia

de

encontrar s u realización

en

le

acción del proletariado (9), una realización que

eoiisii luia, al mismo t iempo, e l n y la «pérd ida

de ln

ioeon.

El

proiemr iado,

que

suministra u la

losoa

Ia «armas materiales», encuentro en

ln

fi losofia

s u s

«armas

ìnieleetunlen.

La

lowf ln

ha-

bía

elaborado

la idea

de

le

l ibertad

y

dignidad del

hombre, de

s u s derechos

inalienables, d e su autono-

mia,

de

s u

poder sobre

s u vida,

de

s u s potenci l l ida-

d e s y de

s u felicidad.

Mientras que la sociedad

clasisu hnbía

dado n

e s t a s ideas carácter

ideológi-

co,

ln

acción

del

proletariado,

al

abol ir

ln

eociednd

clasists,

las haria

realidad.

un-wm;

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IS O

Herbert M a r c u e e

Sin

embargo,

el

mismo

estado d e c o s a s que imp i -

de la revo lución socialista en los p a i s e s industriales

avanzados

invalida

también

la idea

marxista

de

la

transición

de

la

ideologia a

la

realidad, d e

la filoso-

ña a la practica revolucionaria. Si e l proletariado

ya no

actúa

com o la

clase

revolucionaria

que

re-

presenta la

«negación

absoluta» del

orden

estableci-

do, tam poco

proporcionará

las

-armas materiales-

a

la losoa.

La

situación s e invierte: la

Razon

y

la

Libertad,

rechazadas

por

la

realidad,

s e

convier-

ten d e nuevo en

tema

d e la losoa. La -esencia

del hombre»,

s u

- l iberación

total»,

s o n

de nuevo

sexpcritnentadas (solamente) en e l

ambito

del pen-

samiento» ( in Gedanlten erlebt) (10). De nuevo la

teoría -e n

virtud

d e

s u posición histórica, la teoria

marxista

constituye, por

s u

propia

sustanda,

l ` t l o s o ~

fa- no solo anticipa la praxis po lítica y

s e

adelan-

ta

a

ella,

sino

que también apoya

los

obietivos de

l iberacion frente a

una praxis en bancarrota.

En

e s t a función, la

teoría

s e convierte de nuevo en

ideologia; pero

no

en el

sentido

de

oonciencia

falsa,

sino

d e

alejamiento

y

disociación

conscientes,

e

incluso oposicion, respecto

a la

realidad

represiva.

Y po r e s o mismo

la teoría

s e

t ransforma

en un

facto r po litico de la

m ayo r im po rtancia .

La lucha

en el «frente ideológico» cons tituye para el Estado

soviético

una lucha

por

la supervivencia.

Hemos

visto

corno,

e n

e s t a

lucha,

cambian

las

relaciones

entre la b a s e y la superestructura. Según

el mant ismo soviético, mientras que el

progreso

hacia etapas superiores d e

desarrollo soda] neoesi-

taba e n

e l

pasado la

alteración revolucionaria

d e la

b a s e establecida, e l Estado soviético puede, e n cam-

bio,

oonseguir

la

transidón

a

part i r de la b a s e ya

existente,

a

través

d e

una «dirección

cientifica»

y

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Prima.

pam

ta i

planificada. Tal proceso el imina los

elementos ideo-

lógicos previamente dominantes, en tanto en

cuanto

las

contradicciones

e

i lusiones

m ás

patentes,

incluso

el despropósito y la

falsedad,

penetran en la oon-

cienda

y s o n

utilizadas

conscientemente.

Pero

con

ello

no

s e

domina

el contenido entero

d e

la

ideolo-

gía. El con flicto

entre e l crecimiento

d e las fuerzas

productivas y l a s relaciones

d e

producción

represi-

vas, a las

que

está sometida

toda la

población,

al imenta

la

necesidad

d e

trascendencia ideológica,

m ás alla d e la

realidad represiva.

Según la teoría

nmridsta,

e s t a necesidad desaparecerá «tan pronto

como

no

exista

la necesidad d e

representar

un

interes particular corno

general,

0 e l

“interés

gene-

ral como dominante»

(ll).

En el sistema

soviético

e l

«interés

general-

esta

hipostasiado

en

el

Estado,

entidad

separada

de lo s intereses individuales. En

la

medida en que

e s t o s intereses

s e ven

rechazados

e incumplidos por la realidad, tratan

d e

adquir ir

una

expresión

ideológica;

y s u

fuerza e s

tanto

m ás

explosiva para el rég 'men

cuanto

m as propaganda

s e

hacede

la nueva

b a s e

econom ica como

garanti-

zadora

d e

la l iberación total del hombre bajo e l

sistema comunista. La lucha contra la trascenden-

cia ideológ ica s e

t ransforma asi para

cl régimen

en

una

lucha a

vida o muerte. Dentro d e la esfera

ideolo jca, el centro de gravedad s e

desplaza

d e s d e

la

frlosoña

hacia

el

ane y

la

l i teratura.

La

zona

peligrosa de la

trascendencia

ƒílosáaa

e s sometida

a

control,,a

través

de

la absorción

de

la l ì losofa

dentro de la teoria olicial. S e proclama que

la

metañsica,

tradicionalmente el

principal

refugio

de

las

ideas de l ibertad

y

realización

plena del hombre

que aún

no

s e han

hecho realidad,

lia

sido total-

mente

superada

p o r

el

material ismo

dialéctica

y

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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1 3 2 l l e I6er \Muwee

p o r la creación de una wciednd

racional

cocinlisto.

La loooa mol,

t ransformada

en un ¡nana

pngnút ioo

de

normas

y

reja

de

conducta,

s e

conviene en

parte

integrante de la politica esm-

ta l (12). lo único

que

queda

en

p ic

d e co n

i-una

` d e ln

locon

u s u

negción metodica. LI

luchn

contro la loson ocddentnl, -e l obictiviamo bur-

guén,

el ideniixrno, etc.

(cicmpliñcnda

perfect lmem

te

en

la

«controversia

Alcnndrov-, e n

1946) tran

d e

desacreditar

las

tendencia:

y

categor ia

loo6›

cu que,

en

virtud d e

su

trascendencia, parecen

poner cn peligro el sistema

politico

e ideológico

«cerrado-. (En tanto que tom teórica,

ral

obietivo

parece

cquivaier

I

la autodcstrucción, dado que la

concepción marxista

ha

suprimido, pero

al mismo

t iempo

ha

conservado

(auƒgehoben),

los

elementos

nburgucsesi prohibidos. Por consiguiente, no

mul-

ta sorprendente

que-la

controversia

no

s e desarrolle

en ningún

rrromento s l

nivel d e una

critica suman-

tiva y

a fondo de la - f i losofia

burguesa-)

(13).

Negada

asi

ln

loaoíh

(14), la lucha

ideológica

s e

dirige

principalmente contra

la

trascendencia en

el

a r t e .

El a r t e s o v i é t i c o d e b e s e r a n a l i s t a » .

El realisrm puede

s e r

-y

ha

s ido- una forma de

¡rte

altamente

cities

y progresiva; el re l l inno, o l

enfrentar

t u

realidad

«como cs i

con

s u s

representa-

dones ideológicas

e

idealizndns, defiende la verdad

contra

xu

ocultación

y

falsificación.

En

e s t e

¡exti-

do, e i realismo

rnucnrs

el

ideal de

lu

l ibertad

humana

en

su

nepción y traición efectivas, preser-

vando asi la

trascendencia

s in

la cual e l

propio

arte

e s el iminndo.

A

diferenci l

de esto, e l

real ismo e o -

vìetico s e aiusu al

modelo

de un Estado

rqaresivo.

La resiiuúón,

consciente

y

controlada,

de

lo

pol l -

úca

eataul

a

través

de

lo s

i rmmmentos

de

la

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l3 4 Herbert M a r e - u n e

su esencia,

proporcionando las

condiciones materia-

l e s para el l ibre desarrollo d e todas las aptitudes

humanas.

Cuando

esto

te

haya

conseguido,

s e

ha-

brá

socavado

la

b a s e

tradicional

del

arte, porque el

contenido del arte habrá

sido

ya

realizado.

Con

anterioridad

a

e s t e acontecimiento histórico, el arte

conserva

su

funcion cognoscitiva critica: la repre-

sentadoo de una verdad

todavia trascendente y el

mantenimiento d e la imagen de la

l ibenad

frente

a

una

realidad

que

la

niega.

Con

la

realizadon

d e

la

l ibertad, el arte deiarå de constituir un vehiculo

d e

la verdad (16 ).

Hegel, que

considero e s t a

realiza-

ción como la tarea

de

s u propia época, proclamó

ya

que

e l arte

s e habla

convertido

en una c o s a

del

pasado,

que

habia

perdido

s u sustancia. Atribuyó

e s t a

perdida

d e

vigencia del

arte

al nuevo

espíritu

cientifico

filosófico, que exig ía una formulación de

la verdad m as estricta que la accesible al arte (17).

La teoria

marxista

conservo el vinculo historico

entre e l p rog reso social y la

pérdida d e

vigencia del

arte: e l desarrollo

de

las fuerzas productivas h a c e

posible

la

realizacion

materia l

d e

la

promesst-

du

banheur que

e l arte

expresa;

la acción

politica -la

revolución-

ha de trasladar

esta

posibil idad

a

la

realidad.

lil marxismo soviético pretende que la Revolu-

cion bolclrev ique ha creado la b a s e para ta l trans-

formacion.

¿Que

queda,

pues,

de la

función

y con-

tenido

del arte?

La

estetica

soviética

responde:

e l

reeio

d e la realidad en

forma

d e imágenes artísti-

c a s

(18). «La ley de nuestra estética e s que

cuanto

m is realista

s e a nuestra l i teratura

tanto

m as

ro -

mdntica s e r a n

(19). En otras

palabras,

una

v e z

que

la

propia realidad

s e incorpora el ideal (aun cuan-

do todavia no

en

s u

forma

pura),

el

arte

deberá

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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r r - ¡ m a - .

p m ; ias

necesariamente refleiar la

realidad; esto

e s , s i

ha

de

conservar s u

función

esencial, d e b e

s e r urealismo».

La

prvmesse

du

bonheur

que,

instalada

m ás

allá

de

la realidad , cons tituía e l elemento uomant ieo . de l

arte, aparece

ahora

como

preocupación

realista

de

quienes hacen la política: el real ismo y e l romant i -

cismo

convergen. Pero e s t a

convergencia, e n

el su-

puesto de que

fuera auténtica,

haria del arte algo

superuo.

La

realidad

d e

la

l ibertad

roclutzarla

la

ideologia

d e

la

l ibenad

e n

su

trascendencia

artísti-

c a .

Hegel

consideró la perdida de gencia del ane

como

una señal del progreso. A m edida que

el

desarrollo

de

la Razón vence

a

la trascendencia

(ala

reoonduce»

a

la realidad), el arte s e transfor-

m a

en su

propia negación.

La estética soviética, s in

embargo,

rechaza

esta

idea

e

insiste

en

la

vigencia

del

arte,

al

mismo

t iempo que

prescribe s u

trascen-

dencia.

Quiere un arte que

no

s e a arte;

y

obtiene lo

que solicita.

Sin embargo, el tratamiento

soviético

del arte

no

constituye

simplemente

un despliegue

d e i l imitado

autori tar ismo;

s u

s ignificado his torico

va

m ás

allá

del de

las exigencias

politicas y nacionales d e

regi-

mentacion. Las

concepciones

m ás sorprendentes de

la estética

soviética

son

precisamente

testimonio de

un co nocim iento agudo d e la

función

social del

arte. Tales concepciones

derivan,

pr incipalmente,

de

la

gran

importancia

dada

a

la

funcion

oognocd-

tiva

del arte.

Según la estética

soviética,

no

existe

contradicción y oposición esencial entre el arte

y

la

ciencia,

sino

que las nodones artisticas

y

las nocio-

n e s

lógicas son inseparables

(20).

El arte expresa,

« d e

un modo m uy simi lar a la

ciencia»,

la «verdad

obietiva» (21). Sin

embargo,

el arte co ns tituy e una

forma

especifica

de

presentar

la

verdad;

presenta-

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Primera parte l3 7

s e s » estan mucho m as

p ro fundam ente com prom e ti-

d a s

con la idea de la l ibertad que el

real ismo

socialista

y

soviético.

La

i rreal idad

de su

arte

ex-

p r e s a l a i r r e a l i d a d de la l i b e r t a d : e l a r t e e s tan

trascendente como

su objeto.

El Estado

soviético

prohíbe p o r decreto la trascendencia del ane,

el imi-

nando a s í incluso el reeìo

ideológico d e

la

l ibertad

en una sociedad no l ibre. El arte

realista

soviético,

s o c n e t i é n d o s e

a

lo

decretado,

s e

conviene

en

un

instrumento

de

control

social

de

la

últ ima

dimen-

sion

aún inconformista de

la eüstencia

humana.

Desgaiado

d e

s u

b a s e histórica, socializado s in que

exista

detras

una

realidad sodalista,

e l

arte

vuelve

a s u

antigua

funcion

preh is tó rico : anim e un cara@

te r

magico. S e convierte, asi,

en

un e l m i m t o deci-

sivo de

la raciona lidad p ragm á tica

del oonductismo.

«El arte enseña...

una

relación

denida respecto

a

la

realidad» (22).

La

relacion

e s eiempl icada

mediante las

utlpicasi imagenes

de l

héroe y

patr io-

ta soviético en

s u

lucha

contra

fuerzas anacronioas

y

hosti les El arte sovié tico pre tende crear

y

uta-

blecer

semejante

relacion

en

la

realidad, y

realizar-

la en

tanto

que

arte, esto e s , a

través de la imagen

artistica, de la ilusion artis t ica.

Pero

esto constituye

e l

principio de la

maja:

«realizar e n la

fantasia

la

satisfacción

d e ln

realidad deseada-, auna

técnica

i lusoria suplementaria de

la

técnica realv (23). L a

i lusión,

naturalmente,

no

puede

causar

un

efecto

directosobrelarealidnd;pemenlamedidaenqtte

cambia

la «actitud

subjetiva ante la

realidad»,

cambia

indirectamente

la

realidad. La regresión de

la f tmcion cognoscitiva del arte

desde

lo

artistico

a

lo

magico

s e

hace

patente en e l rasgo m as reacdo-

nario

de

la estética

soviética:

la

exclusión

del

«for-

mal ismon

y

de

todas

las

estructuras

«abstrnctasn

y

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1 3 8 Herbert Muruue

udisonantesn. Los elementos

progresivos

del «arte

burgués» moderno s e encuentran

precisamente

e n

lo s

estructuras

que p rese rvan

el

caråeter

« d e

con-

moción- del

¡rte

(24), esto

e s ,

las que expresan el

conflicto

catastróco. Representan un

intento

de-

sesperado

p o r

abrirse camino

a

través

de

la unifor-

mación y

falsificación sociales

que

hablan impedido

a las

estructuras

artist icas tradicionales

expresar el

contenido

artistico.

Las

formas

arrnoniosas,

en

s u

desarrollo

tanto

realista

oomo

clásico

y

romántico,

han perdido s u fuerza trascendente y critica; ya

no

son

antagónicas

oon

la realidad, sino parte y

orna-

to

de

la misma,

instrumento de ajuste

social. D i-

fundidas a

través de lo s

medios

de

comunicación

de

masas,

s e t ransforman en

agradables melodias

que

acompañan

e l trabaìo

y

el

ocio

cotidianos,

en

uli-

tara

lo s

periodos de liolpnza y reposo. En

e s t a s circunstancias, sólo s u resuelta negación

pue-

de

restaurar

su

oontenido.

D e

manera inversa,

a

través

del restablecimiento

p o r decreto administra-

tivo

d e la armonia, d e la prohibición d e la disonnn-

cia,

ln

disoordancin

y

el

atonnlismo,

la

función

oognoscitiva del arte e s

«oonciliadm

y el conformis-

m u en la

imagì inción

artistica,

que e n disidente per

s e ,

s e

oonvierte

e n

obligatorio.

Es interesante

observar que ,

con s u denuncia del

arte

disonante,

la estética soviética

regieaa a

l a

teoria

de

Platón,

que no

permite

m ás

que

las

formas

bellas,

sencillas

y arm nniosas . So lam ente

e s t a s formas -se armonizam

con

el Bien

y

la

Verdad:

«Y ahora la

virtud

propia del Bien ha

re tomado

ø la reón d e

lo

bello, ya que la

medida

y

ln

s im etría constituyen,

en todo

e l

mundo,

virtud

y belleza» y udiiimos que

la

verdad había d e for-

m ar pane

de

e s t a

combinación-

(25).

La

teoría

del

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Primera parte 1 1 9

arte

de

Platón

remite a un

Estado en el

que lo s

r e y e s filósofos guardan

los

patrones d e lo bueno,

lo

verdadero

y

lo bel lo,

e a

decir,

a

un

Estado

antago-

nico con la

realidad.

Obligado a ponerse al servicio

d e la

realidad,

la combinacion

destruye

s u s

propios

componentes.

Dentro

de la estructura

general de

lo s controles

politicos

sobre e l arte,

cabe establecer una

ampl ia

gama de

modalidades.

La

apertura y el

endureci-

miento,

la

alteración

de los

patrones

y

estilos

artís-

ticos, dependen de las

constelaciones

interna

e

in -

ternacional. Naturalmente,

con la

transición desde

las

prácticas terroristas d e

rementadon social

a

las normales,

s e

escuchara y quiza

s e

dora satisfac-

cion a la exigencia de una m ayo r

l ibertad

artistica.

La

rigidea

del

«realismo soviético»

puede

m uy

bien

s e r aminorada; real ismo y romanticismo

han dei ldo

de ser, en cualquier

caso, conceptos opuestos, e

incluso

los

elementos «forrnalistasr

y

aabstractosr

pueden

todavla

armonizarsc

con

un d is frute con-

formista.

En

s u

función

social, el arte

participa

de

la

creciente

impotencia

d e

la

autonomia

y

conoci-

miento

individuales.

7 .

La

dialéctica

y

s u s

vicisitudes

Quizá

no

haya nada

m as

revelador

en

el

marxis-

m o

sovié tico que

s u

tratamiento de

la

dialéctica. La

lógica dialéctica cons tituye la piedra angular de la

teoria marxista;

guia e l

análisis d e lo s desarrollos

prerrcvo lucionarios y revolucionarios, el wal guia,

a s u vez,

la estrategia en

ambos periodos. Cual-

quier crevisións

fundamental

de

la lógica

dialéctica

que

vaya

m as

alli

de

la

aplicación

marxista

de

la

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1 4 0 Herbert

M a r c u s s

dialéctica a una

nueva situación

histórica,

indicaria

no solamente una rdeaviacióm de la teoria

marxis-

ta (Io

que

tiene

sólo

un

interés

doctrinario)

sino

también una iusticación

teorica

d e un

cambio

en

la

tendenda básica.

Gonsccuentemente,

lo s analis-

tas

d e

la tcorla

soviética

han l lamado, a

iusto

titulo, l a a t e n c i ó n s o b r e l o s

a c o n t e c i m i e n t o s

q u e s e

producen en esta

esfera, l legando

a la

conclusión

de que

el marxismo

soviético ha adaptado

y

blo-

queado

la d ia léctica

en

provecho

d e

la

iusticadon

y proteccion ideológicas d e un régimen que, según

la logica dialéctica,

no

e s sino un estadio

destinado

a ser

superado

p o r

la evolución his tórica . Esta

conclusión s e apoya

en

la castración

d e

la

transfor-

mación

de la

cantidad

en

ta l idad,

en la negación

de

la

de

cambios

explosivos bajo el

socialismo (la nodón

de

las

«contradicciones

no-am

tagónicasn),

en

la reintroducdón d e la

lógica

for-

m al y

en

la eliminación,

dentro del

vocabulario

dialéctico, de

la «negación

de

la

negación» (1).

De

hecho, s in embrgm cl

marxismo sovié tico en nada

e s

m as

«ortodoxos

que

en

s u

trabaicsa

elaboración

del m e todo dialéctica; veremos

como ninguna

de

las

innovaciones

antes

mencionadas contradice

a

la lo -

gica

dialéctica marxista (e incluso hegeliana).

Sin embargo, aunque

ni

uno solo de lo s concep-

tos

dialécticos basicos

ha sido obieto

d e revision o

exclusión

p o r

parte

del

marxismo

soviético,

la

fun-

ción

de

la

propia

dialéctica

ha

experimentado

un

cambio

significativo:

ha

sido traasfonnada

de

una

fonna de pensamiento critico

en

una «concepción

del

mundo»

y

en un método

universal con n o m a s

y regulaciones r lgidamente

determinadas. Ahora

bien, e s p a transformación destruye la dialéctica en

m ayo r

m e dida que

cualquier

revisión

El

cambio

s e

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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| › i - ¡ m m m m 1 4 1

corresponde con

la

transforrnación del

propio m a r -

xismo

de

teoria

en

ideología; la

dialéctica

e s

reves-

tida

con

las

virtudes

mågcas

del p ensam iento

y

comunicación oficiales. Desde e l momento en que la

teoria marxista

deia d e

constituir el órgano

d e

la

oondencia y práctica revolucionarias y

pasa a

for-

m ar parte

de

la superestnictura

de

un

sistema de

dominación estab lecido, cl movimiento

del

pensa-

miento

dialéctica e s

ooditìoado

en sistema filosófico.

Cuanto

mk

problemática

s e a

la

relación

existente

entre la lójca dialéctica

y

la

fonnal,

tanto m ás

s e

t ramfonnará la

propia

dialéctica en lógca forinaL

Las dicultades

del marxismo soviético para elabo-

ra r un

-manual»

adecuado

d e

dialéctica y

de

lójea

no

son solam ente de

naturaleza

politica: la

misma

esencia de

la

dialéctica

s e

rebela

contra

semejante

codiñcacion.

Esto vale

tanto

para

la dialéctica

idealista como para la material ista, ya que ni Hegel

ni

Marx desanol laron

la

dialéctica

como

un

esque-

m a metodológico

general.

El

pr imer

paso en

esta

dirección

fue

dado

p o r Engels e n sti Díaldctím de

la

Naturaleza

(que

no

l legó

a

publicar),

cuyas

notas han suministrado

e l

armazón

para

la oodi-

ación marxista

soviética.

Marx

elaboró

su

dialéetica como un instnunento

conceptual

para la

comprensión

d e una sociedad

in trínsecam ente antagonica . La

disolución

de

las

nociones

fijas

y

estab les de

la

fi losofia,

la

economia

p olítica y la sociología

en s u s

componentes

contra-

d i c t o r i o s , h a b í a d e «reeian

l a

e s t r u c t u r a y

m o v i -

miento

reales de la historia; la dialéctica

habia

de

reproducir en la teorla la esencia de la

realidad.

Y

a

n

de reproducirla adecuadamente y de suminis-

t rar

una te oria

adecuada

d e

la

historia, era

preciso

redefinir

las

categorias

tradicionales,

que

lo

que

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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H2 Herbe r t

Mimae

hacian era ocultar,

m ás

que

revelar,

lo que sucedla.

Sin embargo, la re lacion d ia léctica entre la estruc-

tura

del

pensamiento

y

la

estnictura

d e

la

realidad

e a

algo m ás

que

refleio y correspondencia. Si Hegel

disolvió

d e

forma sistemática

la

d is tinción cla ra -

mente

establecida entre

el pensamiento

y

s u obieto,

s i habló d e

«oontrad iccionest (un

término

tilógiooø)

de la realidad, del

unov imiento-

d e

los

conceptos,

d e

la cantidad

«transfon-nindosen

e n

calidad,

con

ello

enunció

no

sólo una

correspondencia sino

una

«identidad›› especica entre el pensamiento y

su

obieto, asitnilando e l

uno

con e l otro. Sin em barg o,

hay que

señalar

que

la sabiduria

de

lo s críticos

que

acusan a Hegel de confundir

d o s

dominios

wencial-

mente diferentes no' logra

traspasar

los

l imites

de

s u

inteligencia

y

cautela. Según

Hegel,

la

distinción

tradicional entre

e l

pensamiento

y s u

obie to tienen

un denom inador común, el cual, siendo ireah,

constituye

la sus tancia

tanto del pensam iento

como

de

s u

objeto. Este común denominador e s

la

estruc-

tura

inherente y

e l

t e l a s

de

todo ser,

esto e s ,

la

Razón.

S e

trata,

para

Hegel,

d e

la estructura

en

virtud d e la cual todas

las

formas del ser, tanto

subjetivas

como objetivas, constituyen

modalidades

de autor-realización e n una m anera

cada

v e z m as

consciente,

desde

el proceso « c i e g o - › de la

naturale-

za

inorganica hasta la l ibre

realizadón

del hombre

en

la

historia.

La

Razón

e s

subietiva

y

objetiva,

el

Logos d e todo

s e r .

Es dialéctica en la

medida

en

que

s u

realización

tiene

lugar

a

través del d e s e n -

volvimiento

y

solución d e contradicciones, que del i -

nen las d ife rentes fo rm as y condiciones del

s e r .

El

ser

e s , en s u esencia,

un

proceso de ucomprenáói-i›;

proceso

en

el

que un ob jeto lleg a

a s e r lo

que

e s

constituyéndose

a

s i

mismo

(como

ta l

objeto

par -

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P i - ¡ n e n

p m ; 1 4 ;

uct lar) dentro y en oontra d e las diferentes oondi-

ciona

y relaciones

de

s u existencia. En vìnud

d e

e s t e

proceso,

la

existencia

s e

h a o e

oomprensión,

el

obieto

s e

h a c e «suielo», y la comprension, e l «con-

cept.o› (Begrí/0, s e transfonnn en la - real idad-

esenciul

del s e r . El pensamiento autoconsciente

no

e s m ás que ln

forrnn

superior d e una

existencia

oonuin a todo ser,

y cl movimiento del pensamiento

no

e s

m ás que

la forma

superior

y

general de

movimiento

d e

todo

s e r .

Hegel

habla

de

un

concep-

to que s e

t ransforma

en otro, signicando

con

ello

que un concepto, al

s e r

pensado

a

fondo, revela un

contenido que parece,

a

p rim era vis ta, extraño

e

incluso opuesto a e l mismo. Lo que s u c e d e

no

e s

que un

concepto

s e a

sustituido, a

lo largo del

proceso

reflexivo,

p o r otro

m ás

adecuado

n

la

reali-

dad, sino que

e l

oonoep to desenvue lve

s u propio

oonnenidn:

dinámica

que e s la de la realidad conte-

nida en e l

concepto.

La realidad

tiene

(o

maior , e s )

s u propio Logos, y la

lógica

e s

ontologia. Tras e s t e

aparente

juego

de

palabras, s e

encuentra

lu

idea

oonsti tut ivn

de

la

losoiia

occidental

d e s d e

lo s

t iempos de la

losoa g iega ;

e s

decir, la

idea

del

Lagos como wencin del ser, que

a

su vez determina

la estructura lógica de la

udenicióm y convierte

a

la « log ica

en un

instnnnento

para

el dwcubr i -

miento y

comunicación de

la verdad. Por inadecua-

da

que

pueda

s e r

la

traducción

del

término

Logo :

como

urazón»,

e s c l a r e o e la implicación decisiva

d e

e s t a idea, a

saber,

que e l

orden

del o o s m n s

(tanto

la Naturaleza como la sodedad, tanto l a

sica

oomo la historia) constituye,

a L a vez,

un orden

lógico y ontológico,

comprendente

y oornprendido

(bepaƒende

y

begríjƒene). Asi, la relación cognosci-

tiva

e s

constitutiva

d e

la

realidad,

e s

subjetiva y

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IM l ' l cber tMaiwse

objetiva. Sin

embargo,

la

unidad

del

mundo

subio

tivo y cbievc nc

coiutituye

u n h e c h o o u n a c o n d i -

ción

dada, s ino

una

unidad

que ha

de s e r

alcanza-

da en

la

lucha

contra

condiciones adversas y nep-

doras. Una vez que e s t a lucha s e

conviene

en la

forma

autoconsdente

de exinenda,

e s decir,

en

existencia humana, el

procwo

dialéctica

a e

t r am-

Ío rma

en proceso his tórico y

la teoria

y

la prlctica

s e hacen

una. El

proceso

llep

a

la plenitud

en

un

-estado

del

mundo»

en

el

que

el

conflicto

s e

resuel-

v e en

la transparente armonia del sujeto

y del

objeto,

de

lo

individual

y

lo universal. Ta l

e s

la

lojou in tema

d e la lcsoa

y

d e

la

realidad. La

l6g'ca dialéctica puede asi ser l lamada una lóg ica

de la

l ibertad

o, para

te r

m as

exactos, una

l6g`ea

de

la

l iberación,

ya

que

e l

proceso

e s

e l

de

un

mundo

enaienado cuya

crurtandan

solo

puede

transformarse en -tsuietc» (tal e s la

tesis

formulada

p o r Hege l

en

tu Fenomer to logía de l espíritu)

mediante la deetnxccion y

superación de

las condi-

ciones que

«oontradicem

su

realización . Sin em bar-

gi,

la

dialéctica

de

Heçl

supera

luego

el

propio

proceso histórico,

convirtiéndolo en

parte

de un

siuunn metasico en el que la l ibertad l ìnal e s

aolamente la l ibertad d e la

Idea.

La i inversiónv

marxista de

la dialéctica de

Hegel

continúa, en camüo, lipda

a

la historia.

Las

fuer-

z a s

motrices

del

proceso

historico

no co ns tituy en

meros conflictos sino

contradicciones,

ya

que

for-

m an el

propio

Logo :

de

la

historia,

como

historia

de

la

enaienacion. Asi, cegin

Marx,

(e l Logo : deì

la sociedad capitalista s e expresa en

s u

propia

contra: su

economia funciona normalmente sólo a

través de

crisis

periódicas;

la

productividad

cada

vez

m a y o r

del

trabajo

crea

e s c a s e z

y

fat iga;

la

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Pmera parte M S

creciente

riqueza perpe tua la pobreza; el

progreso

e s deshumanización.

En

especial,

como M arx trata

d e

mostrar

e n

El

Capital,

el

contrato

d e

uabaio

libre

y e l

iuuo intercambio de

equivalentes

son

precisamente

los

factores que originan la explota-

ciài

y

la desigualdad; y la realización capitalista de

la l ibertad, igualdad y

¡unida

las t ransforma en

s u s

contrarios

(2). La

racionalidad del

sistema

e s

autocontndictcr ia: las mismas l e y e s

que

lo

rigen

conducen

a

s u

destruccion.

Como

en

la

concepcion

d e Hegel, e l proceso d e l iberacion

no

e s un aque-

m a extraño que s e superponp a la

realidad sino

su

dinámica objetiva, que consiste

en

la

realización

del

-sujeto» libre que encuentra

f inalmente

su

for-

m a y

tarm históricas:

las del proletariado. Además,

la

dialéctica

marxista

e s

también,

en

cuanto

proce-

s o historico

politico, una d ia léctica cog iw scíríoa: la

verdadera conciencia (conciencia de

clase)

del

pro-

letariado

e s un factor constitutivo de la dinlmica

objetiva

de l iberadón.

Estas

breves observaciones sobre la estructura

de

la

dialéctica

pueden

i lustrar

e l

destino que

le

aguardaba

e n

e l marxismo

soviético.

El Logos

de la

dialéctica

ya no

e s el d e

l iberación, ni

e n

e l sentido

ontológico

de Hegel ni e n el

historico

d e

Marx.

Es to resulta inevitable una v e z que la

dialéctica

ya

no s e centra en las contradicciones d e la sociedad

claxis ta s ino

que s e

extiende

m ás

allá

de

las mis -

m a s .

A

medida

que

la

teoria

marxista

s e

transfor-

m a

en una «concepción

del

m u n d o i

cientifica gene-

ral, la

dialéctica s e

conviene

en una «teoria

del

cooocitniento›

de carácter abstracto. Aunque

s u

manejo

incumbe al

p ro le tariad o y

al Partido Co-

munista (3), la

conexión

ya

no

e s visible Si bien

la

teoria

marxista

puede

ta l

v e z

s e r

considerada como

una-, in

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P r i m e r -

p e n e 1 4 1

principios son

los

que

s e

hallan

enumerados

en

la

obra

de

Stalin Møter ía l imw dialéctica y material is-

m o

histórico,

los

cuales,

a su

vez,

no

son

sino

una

paråfrutis

d e

las proposiciones

de

Ençls

incluidas

en Díalécriaa de

la Natura leaa

(6).

En términos

de

la d ialé ctica de

Hegl y

d e la d e

Marx,

tales

principios

no s o n ni

verdaderos

ni

falsos: son

cas-

caras

vacías. Hegel

pudo

desarrol lar los

principios

de

le

dialéctica

e n

e l

s e n o

d e

la universalidad

como

im a

.ciencia

de

la

lógica»

porque

para

él

la

mmo-

tura y e l

movimiento de la exis tencia eran las del

«conceptos y

alcanzaban

s u verdad

en

la idea

Absoluta;

la

teoria

marxista,

sin embargo, al recha-

zar

Ia interpretación d e

Hegel del

ser

como ldea,

no

puede ya desarrol lar la

dialéctica

como

l6g`ca:

s u

Logos

e s

la

realidad

his tórica, y

s u

universalidad

e s la d e la

historia.

Debemos mencionar

al menos

la cuestion d e

s i

la

dialéctica marxista

e s

o

no

aplicable a

la Natura le

za, ya

que la insistencia en la dialéctica de la

Natura leza

const i tuye -e n

contraposición con

Marx,

e

incluso,

con

Len in -

un

rasgo

distintivo

del

marxismo

soviético. Si la dialéctica

marxista

e s

su estnxctura concep tual una dialéctica de la reali-

dad

histórica,

incluirá entonces

a

la

Naturaleza

sólo en

la

medida

en que e s t a últ ima s e a

parte

de

la

realidad

historica (en la

interacción

(Swƒƒwecl r

s e l )

entre

e l

hombre

y

la

Natura leza , la dom inación

y explotadón

d e

la Naturaleza, la Naturaleza como

ideologia,

etc.).

Pero e n la

medida

e n que

la

Natu-

raleza s e a estudiada

prescindiendo de tales

relacio-

n e s históricas,

como e s el c a s o

d e

las ciencias

naturales,

pareoe

encontrarse

fuera

del

dominio

de

la

dialéctica. No e s

casual

que e n la

Díolafctica

de

la

N amra ln ø ,

de

Ençls,

los

conceptos

dialéctieos

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1@

HerbenMlr¢|In¢

aparezcan como

m e n s analogías

superpuestas al

oontenido

y

remi ten sorprendenteinente vacías 0

t r iviaks

s i

s e

las

compara

con

la

exacta concreción

de los conceptos

dialéctieos

en las obras económicas

y

nodo-históricas.

Ahora bien, e s

precisamente

la

DíaI¢'cn'ca

de

la Naturaleza

In

obra

que s e

lui

convertido en fuente autorizada y

constnnteinente

citada para

la

exposición

d e

ln

dialéctica en

el

marxismo soviético.

Esto ers

inevitable, ya

que

s i

du

d ia léctica re ina

en

todas

partes»

(7),

s i

e s

L a

ciencia de los « l e y e s

gnernles

del m undo m ateria

y

del

conocimiento»

(8),

y , por tanto , ln

única

«concepción

cientifica del mundo» vál ida,

entonces

los

oonoeptos

dinléctioos

deberín

s e r

validados, e n

pr imero

y

principal lugnr, e n la m ás

cientifica

de

todos

las

ciencias,

e s

decir,

en

la

ciencia

de

la

Naturaleza. La consecuencia e s una desvalorización

dt

la

historia.

La

hipóstnsis marxista

soviética de

la

dialéctica

dentro d e una

concepción

cientifica y

universal

del

mundo l leva

consigo

la

división de la teoria

marxis-

ta

e n

m a t e : - i n t i m o

d i a l é c t i c a

y m a t e r i a l i s m o h i s t ó -

rico, siendo el últ imo la «extensiónv y la

«aplica-

ciónv del pr imero al uestudio d e ll

sodedad

y de

su

historia» (9). La división no hubiera tenido

sentido

para

Marx, para

quien

nnter ia l ismo dialéc-

tioo

en sinónimo

de

mnterinl iuno histórico. En e l

marx ismo

soviético,

e l

material ismo

histórico

s e

t ransforma

en una rama particular del

sistana

cientioo

y

losóoo çnerul del

marxismo,

el cual,

oodioado e n una ideologia

e

interpretado p o r lo s

funcionarios del

Partido,

iustica la p ráctica

polit i -

ca

L a

historia,

que en

la

teoria marxista constituye

lo dimensión determinante y revalidadora de la

dialéctica,

e s

en

e l

marxismo

soviético

un

campo

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P - n m

»m i us

especial

en

el que s e

abren

p a s o l e y e s tanto históri-

c a s

como

suprahistóricas. Las

últ imas, clasificadas

en

un

sistema

de

proposiciones,

s o n

presentadas

conto

las

fuerzas

que

determinan,

en

últ ima

instan-

cia, tanto la historia

com o la Naturaleza. El proce-

s o

dialéctico, asl interpretado, ya

no

e s en sentido

estricto

un pioceso histórico,

sino

m as Hen una

reicación d e la

historia,

la cual queda convertida

en una segunda

Naturaleza. El

desarrollo soviético

adquiere,

con

ello,

la

dignidad

d e

las

l e y e s

natura-

l e s obietivns

p o r

las

que presuntamente s e

r ige; las

cuales,

una

vez

comprendidas y correctamente asi-

miladas,

corregiran

e n

últ ima instancia todos

lo s

errores y

conducirån

a la

victoria f inal sobre las

fuerzas advetaarias.

Pero

al

t iempo

que

fortalece

el

carácter

obietivo

y deterministn d e las l e y e s dialécticas, el marxismo

soviético

niega e n

realidad

e l detenninismo y

prac-

tica el voluntarismo. El

desplazamiento de

la

im -

portancia

del

determinismo

e n favor del voluntaris-

m o

parece

constituir

un rasgo

del

leninismo, y

alcanza

s u

culminación

con el

stal inismo.

Un

cami-

no

recto

parece l levar d e s d e la «conciencia d e s d e

fuera»

de Lenin

y s u

concepción del

part ido

autori-

tario

centralizado hasta la dictadura

personal

de

Stalin, camino en e l que e l

«determinismo

cientl-

c o »

c e d e

s u

lugar (en

la practica, si no en la

ideologia)

a

las

decisiones

adoptadas

sobre

la

b a s e

d e obietivos

e intereses nmdables

de orden politico

e

incluso

personal. Los

factores

subjetivos

prevale-

cen

sobre lo s factores y leyes

objetivos.

Sin embar-

go,

un análisis m ás atento

muestra

que la

oposición

abstracta entre determir i ismo y

voluntar ismo

e s

in -

sostenible; s u

interreladón e s

m as

compleja y exige

s e r

estudiada,

dado

que

arroia

luz

sobre

los

cam-

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ISO Herbert

Marctue

bios

socio-históricos que s e

refleian

en el marxismo

soviético.

Tanto

el

voluntarisrno

como

e l

determinismo

s e

hallan presentes, d e s d e el principio,

e n

la

doctrina

marxista; su p e s o

especlco

depende de

las condi-

ciones históricas

baio las

cuales opera

el marxis-

m o (lO ). En

los

periodos d e aguda lucha de

c l a s e s ,

cuando

la revolución está en « e l orden

del

dia» y

cuando un

p ro le ta riado , m aduro y con conciencia

dc clase,

desarrolla

s u

acción

politica,

e l

marxismo

parece

s e r poco m ás

que la manifestación conscien-

te de los factores objetivos. En la

medida

en que

e s t o s últimos tienden «por

si

mismos» hacia la

revolución,

en

la

medida en

que la es tructura capi-

talista

e s

sacudida

p or crisis

económicas y trastor-

nos

polit icos,

el

marxismo

puede

interpretar

la

si-

tuación

principalmente en términos d e armonia d e

lo s

factores

subietivos

y obietivos.

La función d e

los

partidos

marxistas y de

su

organización y dirección

intemacional consis te, entonces, en comprender y

explicar la constelación obietiva

de

las

fuerzas

pol i -

ticas

y

en

dir ig ir

l a

acción del

proletariado

de

acuerdo

con ella.

Esta función

constituye un factor

subìetivo: siendo cognición y volicion, recurre

a

la

cognición y

a

la volición . Sin embargo, en

cuanto

factor subietivo,

no

e s m as que la formulación de

los factores

objetivos,

la

cual,

al dir igir la acción

polit ica, s e

t ransforma

en

parte y

aspecto

integral

de e s t o s .

Por

e l

contrario,

cuando

e l

potencial

revolucionario esta debi l i tado,

absorbido o

vencido,

e l

elemento

oognoscitivo y

voluntarista

no estara

ya

encarnado en la situación ob jetiva. L a co nd encia y

la acción del

proleoariado s e

hallarán,

en e s e

c a s o ,

determinadas en

gran

medida

por las « l e y e s

c i e g a s »

del

proceso

capitalista,

en

lugar

d e

abrirse

camino

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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vfmn p a m ui

a través d e e s e determinismo. Por

nonsiguiente,

el

panido

-o

mejor, la dirección del par t ido- aparece

com o el

depositario

histórico

de los

iverdaderosn

intereses del proletariado y

s e

instala

p o r encima

de é s t e , actuando por medio d e sentencias y

decre-

tos,

en

tanto

que

el proletariado

s e

convierte

en

objeto d e tales

decisiones. Los factores subjetivos y

obietivos mu l tan

desmembrados

en la

re alid ad ; y

esta situación s e muestra e n la teoria como

tensión

y

antagonisrno

entre

voluntarismo

y

determinismo.

S e ha señalado a

m e nudo que la teoria

marxista

exper imentó un

cambio

signicativo

d e s p u é s

de

1848. El

hum anism o lo sóco de

las

primeras

obras de Marx y

Engels,

en las que e l socialismo e s

definido

e n

terminos

d e

aspiraciones y potencialida-

d e s

humanas,

dejo

paso

a

un

-socialismo

cientifico,

regido por l e y e s

objetivas

inexorablesn (ll).

La

transformacion reeia

la s ituación real del proleta-

r iado. Los

elementos detenninistas d e la teoria

marxista

pertenecen

a

la estructura

de

la sodedad

clasìsta y , especialm ente , a l capita lism o ,

en

el que

los

hom bres está n

subordinados

a

fuerzas

no

domi -

nadas

que

operan

« n

espaldas

d e

los individuosn,

como l e y e s

inexo rab les. Las

malogradas revolucio-

n e s de

1 8 4 8 y la subsiguiente

consolidación d e

la

sociedad burguesa reaíinnaron la

«validezn

de

e s t a s

leyes,

ante las que

también

sucumhió la gran m a-

yoria del

proletariado.

Mientras que

la

teoria mar -

xista

reeia

e s t e

determinismo

mediante

la

aoeri-

tuación

del carácter

cientiñoo

d e la dialéctica hacia

e l social ismo, el elemento

avoluntarista» s e

refugia

en un medio o agente histórico diferente,

esto e s ,

en los

dirigentes. La conciencia

«verdaderan

e s

aquella

que

no ha

sucum b ido ante

e l cfalson deter-

min ismo.

Pero

con

independencia

d e

la

distancia

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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152 Herbeft.Mlr¢1ae

que

pueda

existir entre la conciencia de

los

dir igen

tes

y la del proletariado, lo s primeros

deberan

conservar

o

restablecer, en

s u

teoría

y

en

s u

practi-

ca, la conexión dem ostrable entre los intereses - in-

mediatosr y los inte reses

«realzar

del proletariado.

E s t a

r e l a c i ó n

e n t r e u n a d i r e c d o n

a l t a m e n t e

c e n t r a -

lizada y el proletariado,

que continúa siendo

s u

b a s e

determinante,

fue puesta d e

maniesto en el

periodo de

la l

Internacional.

En aquel t iempo, las

ideas,

objetivos

y

actitudes

de

la

direedón

estaban

m uy

alejados de lo s

del

proletariado y ,

ciertamente,

no

eran compart idos y ni

siquiera entendidos

p o r la

gran

mayor ia

d e e s t e . Sin embargo, el Maniesto

Inaugural,

los

analisis acerca d e la Comuna d e

Paris

y las declaraciones de lo s dirigentes

son pnre-

ba

de

hasta qué

punto

la

actitud

y

las

acciones

del

proletariado determinaban la teoria y la estrategia

de

la d irección

de

la l Internadonal .

Posteriormente, a medida

que

estratos

cada

vez

m as

amplios del

proletariado

industrial quedaron

instalados

en el

seno

del sistema capitalista, partici-

pando

de

s u s

beneficios,

las

« l e y e s

naturales»

que

rean

el

sistema

parecieron también

devorar

s u

negación. El m arxismo revis ionis ta

explicito

e s t e

proceso. La dialéctica fue

desechada.

La doctrina

de Eduard

Ben-tstein impl icaba

un determ inism o

mucho m ás rigido que el de Marx y Engels. El

factor

subìetivo

fue

obietivada,

a

costa

d e

s u

conte

nido y nal idad revolucionarios: e l proletariado

marchaba

-con la

totalidad

de

la s ociedad - baio el

dominio

d e

l e y e s objetivas hada e l socialismo, y

s u s

dirigentes

también s e hallaban sometidos

a las

m i s ~

m as l e y e s . Hemos inte ntad o m o strar m as arriba

cómo

el leninismo trató

de restaurar

la

relación

real

entre

el

factor

subietivo

y

el

factor

obietivo

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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P r i m e r -

pum isa

mediante

la autoridad del partido rcvo lucionnrio

centralizado, constituido

p o r encima

y sobre

el

p r o l e t a r i a d o .

N u e v a m e n t e ,

e l

f o r t a l e c i m i e n t o

d e l

elemento voluntarista fue

acompañado

por un for

t a l e c i m i e n t o d e l c a r á c t e r d e t e r m i n i s t a d e l a t e o r i a

marxista: Mazen'aIi':rno y Empir-íoørítícísnw

de

Le-

nin sustituyó In nodón dialéctica

de la

verdad

p o r

un

realismo

natura l imi pr imi t ivo,

posteriormente

canonizudo

por

e l

marx ismo

soviético.

Sin unbor

go,

en

el

l emnismo

ambos

factores

s e

mnntuv iemn

in t imomente

unidos: durante la Revolución s e hizo

p a t e n t e

h a s t a

q u e g r a d o

h a b í a

t e n i d o

L e n i n

r a z ó n

nl basar

s u

estrategia en

los

intereses y

aspiraciones

renlesdedaaedelosobrerosycampesinos.Al

mismo

tiem p o, la

äaléctica

fue reut ivadn, l um i -

nistrando

los

instrumentos

conceptuales

para

lo s

análisis d e

Lenin de la situación histórica. Sin

embargo, a

part i r

d e

1923 las

decisiones

del

equipo

dirigente

van

npartåndose cada

v e z

m as d e

los

intereses

de clase del pmletar indo. Las decisiones

no prcmponen

ya

que

el

proletariado

s e a

un agente

revolucionado,

sino que

s o n

impuestas

al

proleta-

riado y

al

resto

de la

población El voluntarismo

autoritario

d e l a d i r e c c i ó n

stalinim

r e s p o n d e

a

u n a

determinación obietiva: la reducción

del

potencial

ievolucionnrio en lo s p a i s e s capitalistas. Y

como

la

voluntad de ln dirección nctúa sobre el proletariado

deadearriba,hteoriapmclamadaosancionnda

p o r ella asume

unas

formas

dctemtinistas

m uy

r igi-

d n a . La dinléctim

queda

petr icada dentro de un

sistema univeisal en e l que el

proceso

lu'st6rico

aparece como un proceso

-natural - cuyas

leyes

obielivas. que están p o r encima de

los

individuos,

r igen

unw

la

sociedad

capitalista

como

lo

ta.

El

destino

de

ln

dialéctica

pone de

mnuiesto

la

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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l$4

Herbert

Marcuae

sus tancia his tórica d e la sociedad soviética:

no

constituye la

negación

del capital ismo,

sino

que

participa,

e n

un

aspecto

decisivo,

d e

la

funcion

del

capital ismo: e l desarrollo industrial de las

fuerzas

productivas sin

control

d e l a

producción

por

los

«productores

inmediatos»,

La

teoria soviética

ex-

presa aquí lo que la ideologia niega: que la Revolu-

ción bolchevique

no fue

«todavla i

una

revolución

socialis ta, que

la

«primera f a s e »

todavia no c s

socialismo.

Pero

s i

la

sociedad

soviética

participa

a s í

de la función

del

capita lism o, lo hace sobre una

b a s e economica -la nacionalización total- que posi-

bilita una

tendencia

evolutiva esencialmente dile

rente de

la

actual

cstnictura,

en

un sentido que

trataremos

posteriormente

d e

precisar. Ahora

i lus-

t raremos

brevemente

la

petrificación

d e

la

dialética

en

e l marxismo soviético, a s l

como

los

puntos en

los

que

la tendencia futura parece ponerse

de

m a-

niesto.

La

exposición

d e

la

dialéctica en

los manuales

m ás representativos s e centn en e l carácte r de te r-

minista

del

proceso

dialéctioo.

Por

ejemplo,

en

la

obra d e Rozental Marhsíxtskíi Dialekricherkíí Me-

rod (Método dialectioo marxista), e l

desarrollo

capi-

talista, la

transidón

al socialismo y la subsiguiente

evolución de la sociedad soviüica

a

traves d e

s u s

diferentes

f a s e s

s o n

presenrados

com o el

despliegue

d e

un

sistema

de

fuerzas

obietivas

que

no

podian

haberse desarrol lado

de

otra forma. Sin duda,

s e

subraya

constante y

vigorosamente el papel

de

guia

del Partido

Comunista y d e s u s

dirigentes, y el

heroísmo

patriótico del

pueblo sovié tico ; pero

luego

s e añade que la noción

y

exito de

los

mismos

sólo

fueron

posibles

p o r la comprensión

y

la

obediencia

d e

las

l e y e s

inexorables

d e

la

dialéctica.

El

factor

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Pr imera Pie 155

subjetivo

ya no

aparece como elemento

integral

y

como etapa

de

la

dialéctica

objetiva, sino m as bien

como

simple

vehiculo

receptor

o

ejecutor

de

é s t a .

Tal concepción

ha

sido obligatoria durante y des-

p u é s

de

la era stalinista. El

partido

y s u dirección

constituyen

la

única

autoridad para la interpreta-

ción de

la

dialéctica, pero

s u independencia esta

aternpcrada

p o r el

hecho

d e que lo s propios

diri-

g e n t e s

también s e encuentran

sometidos n las l e y e s

objetivas

que

interpretan

e

instrumentan.

t a i

p i p e p i r u ø u u r

a s

Ii ¡ s c o t t - ¡ i i e n li »d iam »cuina m e

cemminsaopwlsostunlmcuaeiamttøceaieninaeaidqne

d a r m e

s i e i i c n l i n e i i n

al

s e I ii

iiiterims Mmmm (minis)

a-¡o¢|»tsu¡in»,umoiei i | i i |¢y¢ican=mou»»nuior |¢y¢

soirum,

.M

s p . - m i

i a a e p r m t - ' m u - » w i

a r l a

»Mina

y

»aii-

ud

d e

Io:

um lumanot;

p e r o

b a j o

e l

u o d a l i s m o ,

el

panido,

e l

Estadoylasociedsdenst icon¡untouenenlaoponunidad,descout›

cidaenla historiaptecedenmde ootprendereeaslcyea,desplioac-

liiøomientanenteistnsciiviaiaes

y,pt›iiom¡ai»,rt=n=t=i-¡rei

eur»

n u ammuo mil ( t z ) .

La interpretación marxista

soviética de

la rela-

ción

entre

el

factor

subjetivo

y

el

objetivo

transfor-

m a cl proceso dialéctica

en

un proceso mecanico.

Esto

resulta

particularmente claro cn el

tema

de la

relación entre necesidad y l ibertad,

problema

clave

tanto para la dialéctica lsegelienn como para

la

marxista,

asi como para la idea

misma de

socialis-

m o.

El

marxismo

soviético

define

la

l ibertad

como

.necesidad reconocidai

(13). La formula sigue

la

reelaboracion que Engels hizo d e la definicion de

Hegel, según la cual l ibertad e s «reconocimiento de

la necesidad»

(l4);

pero la

l ibenad no

e s

para

Hegel

solamente «reconocimientos de la necesidad,

sino

necesidad

comprendida

fbegrí/ƒene) que

imp l i -

c a

un cam bio

e n

las

condiciones

reales.

El

simple

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¡$ 6 l ' lert›ettMaruue

«reeonocìmìenton nunca puede t ransformar la nece-

sidad en

l ibertad; la necesidad -comprendida» d e

Hegel

«no

e n

meramente

la

l ibertad

d e

la

negadón

a b s t r a c t a , s i n o m a s b i e n l a l i b e r t a d c o n c r e t a y

poaitivan; solo a s í e s la ivei-dad» de la necesidad

La

tranaición

de

la

necesidad

a

la l ibertad desem-

boca en una dimenaión del «sen fundamentalmente

diferente, y

Hegel

la

califica

como

«la

m ás didl»

de todas las transiciones dialécticas (15).

El

manúaímo

soviético

minimiza

esta

trans ición y

asimila lo

l ibertad

s la

necesidad, tanto e n

la

ideologia

como

en la realidad. Esta asimilación e s

expresada

en

la

interpreutción del

mani ismo sovië

tico

del

cambio dialéctica,

esto e s , del

paso d e una

etapa d e la sociedad e las is ta a

otra.

En la teoria

marxista,

esta

evolución

e s :

a)

Caumróca

(las

contradicciones

cada

vez

mk agudas d e la sociedad clasista so lam ente pue-

den reso lve rse en

forma

emplosiva).

b ) E s e desarrollo

catastróeo

e s

progresivo

(la

etapa

in idnda

con

la revo lución e s una fase supe

r ior

de

la

civilización).

 

Sin embargo, ambos elementos constituyen en

si

mismos

fnctores a l ~

t iempo sttbietivos y obietivos. La

«exploxibnn no e s automática,

sino

que presupone

la

acción y

la

concienda

de la

clase revolucionaria;

y el

término -progreso», que

solamente denota el

desarrollo

de

las

fuerzas

productivas,

continúa

im -

plicandc explotación y

esclavización

hasta e l m o-

mento en que

el

proletnriado s e transfonna en

el

agente histórico (16).

El marxismo soviético

introduce en

esta concep-

ción

la distinción

entre contradicciones

antngónicas

y

no antagónicas

(«conicu›e›

y

-eon tmd iedo-

nesn) (17):

las primeras

son irreooncilinbles y sólo

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rnnm ¡m e isv

son

eolucionables a traves

d e una

explosión catas-

trúcaç las

segundas

s o n suaoeptibles

de una solu-

ción

gradual

a

través

del

control

polit ico;

las

a n t a ~

gónicas son características d e

la

sociedad

clasista, y

las

no antagónius son caracterítticae de la

socie-

dad

socialista.

El

marxismo

soviético

pretende

que

el paso d e s d e una

trantición

explosiva a una transi-

ción dia léctica

gradual ha sido

posible en la URSS

gracias al establecimiento del Estado soviético.

D e

acuerdo

con

esta

concepción,

y

siguiendo

e l

eiemplo

d e Stalin e n 1938. la

aley

d e

l a negación

de la

negación» desapareció d e la lista de las l e y e s dia-

lécticas fundamentales.

Evidentemente,

la concep-

cion

marxista

soviética de

la

dialéctica resulta m uy

idónea para la estabilización ideológ ica de l r émen

establecido:

asigna

al

Estado

la

tarea

histórica

de

resolver

las -contradicciones

no

antngonieas», y

e x c l u y e , e n e l

p l a n o

t e ó r i c o , l a n e c e s i d a d d e

o t r a

revolucion

en

la ruta hacia el comunismo. Sin

embargo,

d e b e hacerse

notar que

la revisión mar -

xista soviética

e s teóricam ente coherente con la

concepción

marxista.

Según

Marx,

el

caracter

«ca-

tnnrüìcnndelatransiciondelacantidadala

calidad

pertenece

al reino de las fuerzas socioeco-

nómica: inoonttolndns

que

funcionan ciegamente;

con e l estab ledm iento de l eodal inno, e s m a s fuerzas

son

colocadas baio el

control

racional de la

socie-

dad en

s u

ooniunto , ln

cual regula

antoconaciente

mai te su lucha

con la Natura leza y con

s u s propias

contradicciones.

Adem á s, el

cambio en

la

fo rma de

transición

de

una

a

otra etapa esta

ya

precisado

en

el sistema hegeliano; una vez que s e

ha

alcanzado

el nivel de ln racionalidad l ibre y autoconsciente

(tren si y para

si - ) , ta l radonal idad rige

también

las

ulter ioru

transiciones

en

e s e

nivel.

De

modo

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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li H e rb e rt M a rtus e

similar, Marx aplicó

d e una m anera

especifica la

noción d e la «negación de la negación» al

desarro-

llo

capitalista.

Es

la

«producción

capitalista-

la

que, con la

necesidad d e una

«ley

natural»,

engen-

dra

s u propia

negación: e l socialismo e s

e s a

«nega-

ción d e la negación» (18). El

método

dialéctico

no

implica la repetición esquematica

d e

e s t e concepto,

y Hegel previene explícitamente contra la

interpre-

tación

y

aplicación

formalistas de la «ti-iada» (19).

La

urevisión-

mantista

soviética

e s

rortodoxaw.

Como

quiera

que los marxistas soviéticos mantie-

nen que la sociedad soviética e s una sociedad socia-

lista,

resulta

coherente

que

l e

atribuyan

las correc-

pondientes características dialécticaa Lo

que s e

lia-

lla aqui

en

juego

no

e s tanto una revisión

de

la

dialéctica

com o la

pretensión

d e

considerar

socialis-

ta s i una

sociedad

que

no

lo

es

La dialéctica e s

utilizada

precisamente

para

sustentar e s t a preten-

sión.

Todo esto

parece connnar que el tratamiento

mantista

soviético d e

la

dialéctica

sirve

exclusiva-

mente

para

proteger

y

¡usticar

e l

r égmen

estable-

cido,

el iminando

o

minimizando

todos

aquellos

ele-

mentos

dc la dialéctica que pudieran apuntar hacia

e l

progreso del desarrollo

socio-histórico

m as

allá

de e s t e régimen, esto

e s ,

hacia una

etapa

superior y

cualitativamente diferente d e

socialismo.

En otras

palabras,

e l

marxismo

sovié tico representaría

la

rdetención» de

la

dialéctica e n favor de

la situa-

ción existente,

no

haciendo la

ideologia

sino

reflejar

la detención del socialismo

e n

la

realidad.

Sin em b arg o, la

situación e s

m ás complicada

que

todo

e s t o .

Di i imos

al

principio que

la

ideologia y

la

realidad

soviéticas

están

suietas a

una

dinamica

que

e l

r égmen

no

puede detener s in socavar

s u s

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Primera parte ¡ S 9

propios cimientos.

Hemos indicado también

que la

evolución intemacional tiende

a obl igar

al régimen

soviético

a

dir igir

s u s

esfuerzos

hacia

la

-segunda

fase›

del social ismo,

tendencia

que le lle va ría tam -

bii a alterar la rsupemtnictura». En armonía

con

la asimilación d e la

ideologia a

la

realidad,

la

tendencia

no

solo seria

perceptible

en la ideologia

sino que incluso estaria anticipada p o r é s t a . La

evolución

reciente

en e l

tratanúento

marxista sovi&

tico

d e

la

dialéctica

parece

corroborar

e s t a

suposi-

ción. Incluso durante e l

últ imo periodo del

stalinis-

m o

pare ció q ue

empezaban a realizarse preparati-

vos

ideológicos

para

hacer

m as

l lexible

el

régimen,

para

unorrnalizarlo»

y para

orientar a

la

sociedad

sovié tica hacia un

largo

periodo de

ccoexistencia»,

tanto

cconóm ica como

politica,

exigido

por

e l

ulte-

r ior

crecimiento in tema del

sistema

soviético. El

tratamiento del marxiamo

soviético

de la dialéctica

parece orientado

a

amoldar la ideologia

a

e s t e

nuevo periodo .

Hemos mendonado e l reiterado énfasis

dado

po r

Stalin

al

papel

«activm

d e

la

superestmctura

en

relacion con el

desarrollo d e

la base;

no

s e

trata

tan sólo

d e

una

justificación ideol6g'ca

y

d e

la

estabilización de la

forma

y etapa politicas vigen-

t e s , sino también de un

compromiso

ideolóúco por

parte

del Estado para introducir

cambios

d e acuer-

do

con

e l

crecimiento

de

las

fuerzas

productivas.

Asi,

la

declaracion d e

Stalin

d e 1950

preñguraba

s u s

Problema: económicos

del

socialismo

e n

la

URSS

(20) de

1952

por

e l hincapié

puesto

en

las

contradicciones existentes

en

la URSS

entre

las

fuerzas

productivas y las relaciones de producción,

que deberían

s e r

resueltas

apadualmente-

bajo la

dirección del

Estado. D e modo

similar, la discusión

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l60 Herll Mlrctlle

sobre

lógica

y dialéctica

de

1950-1951 parece no

t a n t o u n a

d e f e n s a

i d e o l ó g i c a d e l

:tam

q u o c o n t r a

un

cambio

potent ia l

o

una

proteccion

frente

al

progreso l i inórico, como una p re paración para

poe-

t e t - i o r e s cambios. La ditcuaión acerca de la relación

entre lógica fo rmal

y

lógica d ialé ctica fue ente ra-

mente referida a las

armaciones d e

Stalin inclui-

d a s en El marxismo y las c i a e s t í o n e s de l ingüísti-

ca

(21).

En

esta

obra,

Stalin

señalaba que

hablar

del

«condicionamiento claxis tan del lenguaie y

con-

siderar Ia

posibi l idad

d e un

clenguaien

espeoiea-

mente

«social ista era

rantimarxista»

y erróneo.

El

lenguaje

cdiere,

en principio,

de una

superettrue-

turan en

que

no

cambia

con

la b a s e sino que la

w b r e v i v e ;

e s c r e a c i o n e i n s t n u n e n t o ,

n o

d e cierm

c l a s e s ,

sino

de

la

sociedad

en su

conjunto

a

través

de lo s siglos. Por e s t e mismo

mot ivo,

indica el

marxismo noviético, e s incorrecto considerar que la

lójca

fo rmal s e halle «condicionada claaistamentei

y defender la exixtencia d e una «lógica

soviética»

quecorresponderiaalaanuevasbaseadelaaocie

dad sovié tica

(22).

El

informe

sobre

lo t

resultados

de la discusión sobre

logica

concluye:

lmforumlocuyluleynddpenmmienmmmnaúmyennna

npara inmur -pere - ›¢ ¡n .a¢nt ›~= . . .u top '¢¢ fønnuuu

t iun inrb lu leyeuyiormnele tnenta lesde lputsant ie i i tcconecln . .

N«nin«id«isg^m=un¢ton'av i¢¡ny¢¢¢rtmrnzu| t i iø»,y

øtnt¿ ¡¡¢n u¢v¢ ya¢ eirt< i«a ¡m t1¡m _ sct›h= yuui¢¡ ¡›a

f o i - m u ,

q t »

e i

univenunem

vam;

( z a ) .

La

lógica dialéctica

no

niega,

cancela o

contradi-

c e la validez

de

la Iójca fo rmal ; la pr imera perte-

n e c e a

una

dimensión

diferente

del conocimiento,

re laeionåndoee con

la segunda

de la

misma manera

en

que

lo

hacen las

matemáticas

superiores

y

las

elementales.

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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r i - 'mn pm is t

No nos ocuparemos

aqui del

desarrollo

y

condu-

sicnes d e la discusión

(24).

El cambio d e

tendencia

s e

anuncia, s ignificativam ente.

como una

vuelta

a

la o rto do xia m arxis ta

tras

las -desviaciones rnarris-

t a s »

d e

carácter izquierdista. En

términos

d e teoria

marxista,

ni

e l Ienguaie

ni

la

lógica pertenecen,

com o tales.

a l a

superestnictura,

sino m as

bien

a

las

condiciones

previas d e las

relaciones sociales

fundamentales:

como

instrumentos de

comunicación

y

conocimiento,

son

indispensables

para

e l

estable-

cimiento y

mantenimiento

d e e s a s re laciones. Sola-

mente ciertas manifestaciones del lenguaje y del

pensamiento,

como

el

arte,

la filosofia o la religión,

pertenecen a la superestnictura.

Siguiendo

la

con-

cepción

marxista, e l

analisis

soviético distingue en-

tre

la

lógica

en

s i

y

las

ciencias

de

la

lógica.

En

tanto que

interpretadones

especicas de la lógica,

algunas

d e é s t a s deben

considerarse

como

ideoló-

c a s (25).

Ni la dialéctica

hegeliana ni

la dialéctica

marxista negaron nunas la validez de la lógica

formal ,

sino

que

preservaron y revalidaron siempre

su

verdad,

desenvolviendo

s u

contenido

en

la

con-

cepcion

dialéctica que

pone

d e

manif iesto la

n e c e s a -

ria abstracción tanto del

sentido

«común-.

como

del

sentido ucienticon.

Comparadas con

esta tradición dialéctica, la l in-

güística y la lógica qnarr is tas-

(26)

(que subraya-

ban

radicalmente

e l

carácter

clasista

d e

ambos)

deben

aparecer,

en

verdad, como una crasa « d e a -

ación

a

la

izquierda», como

una

«enfermedad

infanti l» del

comunismo

en

s u

etapa inmatura.

Parecen

constituir un subproducto ideológico de la

pr imera f a s e de la construcción stalinista del soda-

l iamo

en un

solo

pais. La

v io lenta lucha impuesta

mediante

el

terror

a

una

poblacion

en

gran

medida

me-, n

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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l62 Heräerl Marian:

pasiva

e

incluao

hosti l

para superar

e l

atraso tecno-

lóg'oo

e

industrial del

pais,

halló tu

compensación

ideológica en

las

difa-entes

doctrinas

sobre

e l

c a ~

råcter

iinioo y superior del hombre soviético, deri-

vado del hecho

de estar en

cposesión» del marxis-

m o

en

s u calidad

d e

única «concepción del mundo .

progreaiva y verdadera.

Pero

la teoria

marxista

e s

esencialmente

internacional.

Dentro de

s u

marco,

el

naciorialimio e s

progresivo

solamente en tanto que

etapa del

prooeao

hinórico;

etapa

que,

según

Marx

y

Engels, habia sido

ya superada por el mundo

occidenta l desarro llado. El marxismo

soviético

no

ha

logrado

nunca reconciliar la oontradiedón entre

su propio

nad onalis m o y el

inter-nacionalismo

mar -

xista, ora en s u estrategia, on

e n

s u ideologia,

como

lo

demuestran

las

trabaioaas

distinciones

en-

tre

coosinopolitiarno burgués» y autentico interna-

cionaliamo,

entre

chauvinistno

y

-patr iot ismo sovi&

t icoi. Ademas, e l acento puesto aobre la existenda

de

una mental idad, una

lóg`ca,

una l ingiìistica,

etcétera, especificam ente soviéticas, tenia necesaria-

mente

que

contradecir

tanto

el

l lamamiento

a

la

solidaridad internacional para

Iogar

el objetivo

revolucionario

nal

com o el l lamamiento

en favor

de

la coexistencia pacífica, que la doctrina del

socialismo 0 del comunismo en un wlo

pais

no

podia desechar. Las teorías «marr is tau pudieron

desempeñar una ñmción

útil

en

el empleo

a m á -

o o »

de

la

teoria

marxista;

pero

con el

progreso

tecnológico

e

industrial d e la soeiedad

soviética,

con el

creciente

poder po lltioo y estratégjoo del

Estado

soviético, entraron en conflicto con

obieti-

v o s m is fundamentalea

A m edida que

la política

soviética comenzó a

orientarse hacia la

transición

a

la

«segunda fase». las

cloetrinaa «marristasw

tuvie-

Page 164: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Pr i m e r a pane

l63

ron

que

ceder

su

lugar a

unas concepciones m ía

tmiversalistas, - inormales»

e

internacionalistas. Le-

ios de

significar

la

«detencioni

de

la

dialéctica

en

favor d e la estabilización

del

nivel de desarrollo

alcanzado, la re ite ración

d e

la

función

y contenido

humanos comunes al lenguaje y a la

lógica

parece

estar dirigida a

annonizar la

ideo log ía con

la

mar -

cha

hacia la

«próxima

etapa superio r» del desarro -

llo -esto e s , la segunda f a s e del social ismo- y con

la

politica

tendente

a

«normal izar i

las

relaciones

Este-Oeste

que dicha

transición implica.

8 .

La

transición

del socialismo al comuniuno

Toda

la

interpretación

marxista

soviética

de

la

dialéctica está centrada,

al

igual que lo s

demas

esfuerzos idcolocos a part i r del últ imo

periodo

del

stalinisrno, en la

transición del socialismo

al comu-

nisino(odelap1-imeraalasegundafasedela

sociedad comunista: ambas formulaciones s e em -

plean

indist intamente).

La

idea

d e

ta l

transición

ha

constituido

siempre

un elemento

esencial

del m a r -

xismo

soviético

d e s d e la

consolidación

del Estado

soviético, tras

e l pr imer Plan Quinquenal.

Ya en

1935,

en

su

disairso

a

la Prim e ra Conferencia de

Slaianovistas

de

la

Unión

Soviética, Stalin

saludó

al

movimiento

staianovizta

conto «preparador d e

las

condiciones

necesarias

para

la

transición

del

socialismo al comunismo», como

- los

comienzos,

aún débiles, e s verdad, pero en cualquier c a s o

los

comienzos»

de

e s a :elevación

en

el

nivel

cultural y

técnico

d e

la c l a s e trabaìadora

de nuestro

pais»

que

constituye

el

requisito previo

para la «segunda fa -

se; (1).

Pero

mientras la

idea

de

dicha

transición

Page 165: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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I64 Herbert M a a e n a t

(sin

la cual el marxismo soviético

no

podria

ni

siquiera

pretender

ser

marxismo) ha

acompañado

d e s d e

el

principio

a

la cons tn icción

del socialismo

e n un

solo pais,

la

transición

s e

presenta

ahora en

trance de

realización,

como próximo

obietivo

d e la

politica

interior

soviética. Esta e s la

e s e n c i a

de la

última

obra

de

Stalin, Problemas Económico: del

Socialismo en

la URSS,

que fue

considerada

en

s u

t iempo

por el marxismo

soviético como la

pr imera

teoria

marxista

autorizada

acerca

d e

las

formas

concretas de la

transición.

El

trabaio

conserva s u

significación, a pesar

d e

la critica a

que

fue

someti -

do

en

e l XX

Congreso.

El

l ibro parte del supuesto

de que

el curso

d e

los

acontecimientos

siga

siendo mcrma l» ,

esto e s ,

que

no haya

guerra

con

Occidente.

Sobre

la

b a s e

d e

esta

hipótesis,

Stalin insiste

en la

primacía

de

los

co nflicto s e ntre

- l o s

p a i s e s imperialistas sobre el

conflic\o

entre

las órbitas capitalista y

socialista.

Toda

una

parte esta consagrada a la

afirmación de

la «inevitabi l idad› d e

las

guerras

entre los

p a i s e s

capitalistas

(2).

Por

pr imera

vez,

al

parecer,

Stalin

eitaba

públicamente

un análisis

marxista

soviético

(procedente de

«algunos

camaradas-) del capitalis-

m o contemporáneo que mantenia que la integra-

cion

intercontinental del capitalismo d e s p u é s de

la

segunda

guerra

mundia l

no constitula

simplemente

una

situacion

internacional

efmera ,

sino que

d e s -

cansaba en

una

b a s e

que

hacia

que

las

guerras

entre los p a i s e s capitalistas no

fueran ya

inevita-

b l e s . Stalin mencionaba e s t a

concepción,

que con-

tiene una

netración

d e la teoria marxista-leninista

del imperial ismo, solo para repud tarla. En s u

criti-

ca.

Stalin insistía e n la reactivación d e los conflic-

tos

economicos

entre

los

Estados

Unidos,

por

un

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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m m m wn

t a s

lado, y los paites capitalistas

«subordinad›os» (Gran

Bretaña y

Francia, en

pr imer

lugar; pero

también

Alemania

y

e l

Japón),

por

el

otro.

Por

otra

parte,

la guerra

entre

los

campos

im pe ria lis ta y

soviético

no era

considerada

ya

como

inevitable.

La modificación d e la t e s i s sobre la ainevitabil i-

dad de la

guerra-

e s extremadamente ambigua. En

pr imer lugar, en la acepción marxista t radidonal s e

relìere

a

las guerras entre los p a i s e s

capitalistas.

Oomo

tal,

la

t e s i s

e s

e l

centro

d e

la

doctrina

del

imperial ismo.

Sin

embargo, la

-corrección»

stali-

niana

de la

tesis

s e reere fundam enta lm ente a las

guerras entre lo s campos

im pe ria lis ta y

soviético: la

guerra que ya

no e s

inevitable

e s

la guerra

entre

el

Este y e l O e s t e . Una v e z

aclarada

e s t a aml igüedad,

parece

que

existe una

extraña

coherencia

entre

la

concepción

stalinista

y la

poatstalinista.

Las decla-

raciones

sobre

la agudización de

las eontrndiociones

intemaa

del capitalismo

hechas

en el

XX

Congre-

s o (3 ), y

que guran

también

en

e l

P i o g n m a del

Partido Comunista de la Unión Sovié tica aprobado

en

el

XXII

Congreso,

estan

fundamentalmente

(y

a

v e c e s , incluso, l i teralmente) de

acuerdo

con las

fórmulas

stalinistas. Esa coherencia m e explica p o r

e l hecho capital

de que la politica posts ta lin is ta no

hace sino continuar

y consolidar la

l inea general de

la

últ ima etapa

de la politica mlinista,

basada en

e l

reoonodmiento

de

un

desarrollo

capital ina

anar

mal»,

en la

estabilización

d e

las relaciones

Es-

te-Oeste,

en

e l crecimiento in temo

de

la sociedad

soviética

y

en

la competición

económica y

politica

entre lo s

d o s sistemas.

La

guerra

cuya

evitabil idad

e s ahora tan fuertemente subrayada e s , sobre todo,

la g ue rra e ntre lo s p a i s e s capitalistas y socialistas.

Este

tipo

de

guerra

puede

s e r

impedido

e n

vinud

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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l66 Herbe r t

Martin:

de

la fuerza cada vez

mayo r

del campo socialista y

de la inuencia que e s t e

ult imo

ejerce sobre

las

poblaciones

«amantes

de

L a

paz» de los

p a í s e s

capi-

talistas.

Sin

embargo,

dado

que e s t o s mismos facto-

r e s

tenderlan, a s u vez,

a contrarrestar

las posibil i-

dades

d e

la guerra

en

general, c a b e inferir que

incluso

la

guerra entre p a i s e s

capitalistas podria no

ser

ya - inevitable».

El v ira ie e n

la

posición

marxista soviética aoerca

de

la

inevitabil idad

de

la

guerra

parece, asi,

total-

mente

coherente La situación interna e

internacio-

nal

ha

camb iado fundam enta lm ente ,

en

compara-

dón

con

el periodo en que Lenin al i rmó la inevita-

bil idad

de

las guerras imperial istas, y s e

ha

estable-

cido un «equil ibrio

d e

poderes» -o

m as

bien un

equilibrio

de

terrores-

que sirve

como

factor

disua-

sorio de una

posible

guerra entre el Este y

e l Oeste

y

que h a c e

posible

el

mantenimiento

de la

coexis-

tencia pacifica, principio supremo de la politica

soviét ica. Pen esta misma fuerza disuasoria ha

re dud do tam bié n la posibil idad

d e

conflictos mil i -

lares

en

el

s e n o

del

campo

imperial ista

(de

los

que

s e

beneficiaria

el

campo

soviético), agrnvando al

mismo t iempo, s in embargo,

las

dificultades econó-

micas y politicas del

mundo

capitalista.

Hemos visto que la

tesis

de la

agudizacion

d e las

contradicciones capitalistas pertenece

a

la entraña

misma del

marxismo

soviético.

Sin

embargo,

e l

contexto

en

el

que

Stalin

la

repitió

en s u

últ imo

trabaio

le

conere una significación especial.

la

proposición,

en

efecto, sirve de introducción al aná-

lisis de la transición del socialismo al comunismo,

como fase siguiente de desarrollo de la sociedad

soviética. En e s t e contexto,

sirve para

reiterar la

prioridad,

dentro

de

la

Unión

Soviética,

d e

la

polí-

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Prim era parte

l6 7

tica interior sobre la politica exterior.

En

el

pr imer

articulo oñcioso sobre po litica exte rio r soviéúca

aparecido

d e s p u é s

d e

la

muene

de

Stalin,

K o m m u -

m k: recordaba que, según

e l

«la

politica exterior de un

Estado e s

una continua -

ción

de su politica interior y

está regida

p o r

é s -

ta -

(4).

Para la URSS,

esta

constelación

marxis-

ta-leninista

-normal»

había sido dejada

en

s u s p e n s o

por la segunda guerra mundial , p o r los ajustes

estratégicos

subsiguientes

y

por

el

periodo

de res-

tauración. El

X IX Congreso

del

Partido

pareció

anunciar el retorno a la supremacía

norma l de

la

política

interior

y el comienzo

de

una

fase

nueva.

Hem os señalado ya

que la

discusion

acerca

del

articulo

de

Sta lin , inclu ido

e n Vnpron ' Ehonmnik i ,

af i rma

expl idtamente

que

« e n

realidad»

los

conflic-

tos

interimperialistas predominan sobre el

conicto

entre los campos imperial ista y

soviético

(5).

En

efecto, esta parte del artículo d e Stalin

ha

conti-

nuado

inspirando

d e s d e entonces la linea del part i -

do: loa

conflictos

entre las potencias y

en

e l s e n o

de

lo s

paises

im pe ria lis tas no

hacen

sino

t rabajar en

favor de un debi l i tamiento

-pacico-

i n t e r n o

d e

la s

l ì r e r - n s

c a p i t a l i s t a s

ta igm iv -pøuuumenofee io tan iamuntamepa iz i lu

oo ntradiet:`oae se aelp¢o pioeam po üape riatta.. lapt ihicael ter lor

twi In ica. .nopuedede¡ardeneiserenoi›e i i tatan\o lapteeent iade

n n p o n a n '

u=senn|nAonanø

entrelospalsaçnpitahatae'

anmo la

eaiuaiciadecomradicäooeamelaei todeesdauoodeeatotpalaae

mr tumamtmae lmput inwq tnaeae iaen iuae -aygupm

eapttelirtas Nuatra t a r e a c o n s i s t e ni utiliur

eau a i n t : - a d i c c i o n e s

e n

favor d e l

rnmtenirniento

y

Sonxleiiniiento d e l a

p a z

y

d e l

debilita-

m i e n t o

d e

tu fum ar uiuaem n-nie» y ma i n »

( s y

El p r o g a m a d e 1961, p o r

s u parte,

arma que

l a c o n t r a d i c c i ó n f u n d a m e n t a l e n t r e

e l

c a p i t a l i s m o y

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l6I

Herbert Mallse

el socialismo

no

elimina

las

oontradicciones inner-

rm : que desgarran al m und o cap italis ta. L a politica

imperial ista,

señala

e l

nuevo

programa,

encuentra

ahora

la

oposición no

solo

d e

amplios s e c t o r e s del

pueblo,

sino también

de una

parte

d e

las «fuerzas

dunocråticasv

que combaten

el

poder d e

los mono-

polios

capitalistas

(7).

Si bien

no

d e b e subeslimarae el

peligro

d e que

un

reducido

«puñado de explotadores- pueda

dc-

sencadenar

la

guerra

como

medida

desesperada,

« s e r í a

un

error

aún mayo r

sobreestimar las fuerzas

del

imperial ismo» (8). Si esta

últ ima declaración,

formulada

en l 955,

era cons iderada

correcta e n

ta l

fecha

por lo s soviéticos, hoy día seria un error aún

n-i grave subestímar las fuerzas del imperial ismo.

La

controversia

chino-soviética

s e

cenlra

en

e s r a

diferenda

de

apreciación

acerca del

vigor

del impe~

r ial ismo.

Con

la subida al

poder d e

la

Administra-

ción

Kennedy, la

politica

capitalista

s e

ha endure-

ddo , mientras

que

la carrera

d e armamentos

nu-

cleares

pareoe

haber

sometido a

una

dura

prueba

los recursos

de

la

URSS.

La

cuestión cubana ha

mostrado

el

grave peligro

d e una guerra entre

los

d o s bloques. A pan i r d e

e s e momento ,

el

Gobierno

s o v i é x i o o ha xratado

p o r todos los medios

d e

impe-

dir ta l guerra, incluso

aunque tenga que pagar un

precio

m ás elevado

que

antes y

aunque

e s a

politica

susoite

una

fuene

oposición

dentro

del

mismo

cam-

po oom unixm . Aunque

en e s t a s condiciones la polí-

tica de

coexistencia

pacifica va

acompañada

d e un

reforzamiento

d e

los

controles politicos e

ideologi-

c o s , e l crecimiento

interno d e

la sociedad soviética

continúa

siendo en cualquier c a s o

e l

obìetivo

fun-

damental.

En

¡amo

Q u e

la

nueva

forma

d e

enjuiciar

la

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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ima-i

me 1 6 9

situacion

interimperialista

supere la necesidad d e

una

nueva tendencia

e n politica

exterior, el examen

d e

lo s

problemas

económ icos del

socialismo

muestra

la b a s e interna

(y

quizá

la razón)

d e dicha tenden-

cia.

La

nueva

orientación d e la politica exterior

parece derivar d e una nueva orientación de

L a

politica

interna.

La consecución

d e

los obietìvos

internacionales -pr incipalmente el debil i tamiento

d e s d e

dentro d e la

sociedad occidental-

depende, en

últ ima

instancia,

del

p a s o

d e

la

sociedad

socialista

a

una f a s e

m ás

elevada ( e n Ienguaie

marxista,

la

segunda etapa del socialismo). El testamento politi-

co

de

Stalin

volvio

a

repetir

las

ideas del

testamen-

to polit ioo

de

benin sobre e s t a transición, señalan-

do

la necesidad de una nueva y

prolongada

are'

gm. como

requis ito p revio

para

e l

ulterior

desa-

rrollo d e la

sociedad

soviética. El

XXI I

Congreso,

por su

parte, no ha hecho sino

reaf i rmar e s t a l inea:

«El PCUS

estima

que

e l objetivo

esencial de

s u

politica exterior e s asegurar las condiciones d e paz

para la

construcción d e

la sociedad comunista

en

la

URSS-›;

la

coexistencia

pacifica

e s

una

anecesi-

dad

objetiva del

desarrollo d e

la sociedad

buma~

na»

(9).

En lo s Prob lema: Económ icos del Socialísnw e n

la URSS, la

tesis

de Stalin acerca de la

inevitabil i-

dad de los oonictos in te rim peria lis tas abria el

camino

a

la

denicion

d e

L a

« ley eoonóm ica

básica

del

capitalismo

contemporaneo»,

esto e s , .la necesi-

dad de obtener

el máx imo beneficio». Stalin oom-

para e s t a . i leyi

con

la

«ley

d e la

tasa

media de

beneficio» que

regia

en l a s anteriores etapas de

desanol lo capitalista. Los

intérpretes

marxistas de

esta

parte

del l ibro tuvieron que enfrentarse con la

turbadora

cuestión

d e

s u

posible

heterodoxia.

En

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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n o rita. num

términos

marxistas, la necesidad del maximo bene-

cio

e s inherente

al

modo d e

produccion capita lis -

ta,

por

lo

que no

c a b e

contrastarla

con la

- ley

d e

la tasa

media d e beneficio»: e s a búsqueda d e la

máx ima ganancia, o bien s e halla suieta a dicha

ley, o bien e s una excepción que s e explica por la

existencia

de grupos apriv ileg iadosn

d e

e m p r e s a s .

Los oom entadores sov ié ticos pasaron por alto

e s a

dificultad

y tomaron

la

formulación

d e

Stalin

como

clave

para

la

redefinición

d e

la

situación

del

capi-

Ial ismo contemporáneo.

La noción de la «segunda f a s e » d e

la

crisis

general

.del capitalismo (10), l igada a e s a nueva

definición de la

«ley economica

basica», sirve d e

contrapunto

y telón d e fondo

a

la transición a la

«segunda fase»

del

sodal ismo.

La

crisis

general

del

capitalismo p roporciona la aunósfera intemacional

favo rab le para la

ooncentración d e

la

politica inte-

r ior soviética

en

las tareas

d e

la transición. En la

discusión d e e s t e

tema

s e

acentúa sorprendentem en-

te

la necesidad

d e

cambios

dentro

del

s is tema sovié -

tico,

cambios

que

han

de

t ransformar

al

propio

sistema

y oonducirlo a

la segunda f a s e asuperior».

Una g ran p arte del l ibro d e Stalin está consagrada

a la

refutación

d e

aquellos

que

mantienen

que baio

el socialismo ( e s

decir,

bajo el sistema soviético

actual)

la

correspondencia existente

entre

las

fuer-

z a s

productivas y

las

relaciones

d e

producción

tiene

un carácter ta l que excluye

las

contradicciones.

Frente

a

e s t e

punto d e

vista, Stalin mantiene

que

no existe

una

«confonnidad completa»

entre

los

elementos de

la b a s e

económica.

Las fuerzas pro-

ductivas

«van

por delante» d e

las relaciones d e

producción

incluso bajo

e l socialismo

-esto,

según

Stalin,

constituye

la

matr iz

del

progreso-,

y

l a s

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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rm m

pm .

in

relaciones

d e producción están condenadas

a

con-

vertirse siempre

en

un obstáculo para el desarrollo

social.

Sin

embargo,

mientras

que

bajo

las

condi-

ciones de

apropiación y

control

privados ta l

contra-

dicción

d e b e conducir a

un conflicto que únicamen-

te puede

s e r

resuelto

a

través de una

i fexplosióm,

en e l sistema socialista la sociedad tiene capacidad

para

poner

d e acuerdo a las retrasadas re laciones

de

producción

oon

las fuenas productivas

en

el

t iempo

oponuno

y

sin

necesidad

de

que

e l

orden

social

«haga

explosión». En

una determinada

etapa

de desarrol lo, e l crecimiento d e la product ividad

hará

posible una

«distribución

del trubaio

entre

las

ramas

de

la producción...

regulada

no

p o r

la

ley

del

valor..., sino por el crecimiento de las n e c e s i d a d e s

de bienes

p o r

parte

de

la

sociedadv

(ll).

Este

e s

el

rasgo

básico

d e la «segunda

fue

del

socialismo»

(iel

comunismm). Stalin cita

a Engels:

«La regula-

ción sodalmente planicsda de la producción de

acuerdo

con las

n e c e s i d a d e s tanto de la totalidad

de

la soc iedad c o m o

de

cada individuo»

(12).

IA:

palabras subrayadas

en

la

cita

de

Engels

(que

faltan en la precedente formulación de Stalin) son

decisivas: excluyen

la

ident imción autoritaria

de

las neces idades de la sociedad con las n e c e s i d a d e s

de s u s miembros individuales. Según

Marx

y

En-

gels,

el

comunismo

sólo existirá

cuando

las

necesi-

dades

d e

la

sociedad

s e a n

realmente

las

n e c e s i d a d e s

individuales y

cuando su

desarrollo y

satisfacción

determinen la división social

del

trabaio. Pero nada

hay

en la

caracterización

d e Stalin d e la segunda

fase

que

pueda siquiera

sugerir

e l

abandono

de la

identificación

autoritaria

administrat iva d e las

ne-

c e s i d a d e s de la sociedad

con

l a s d e s u s miembros.

Según

s u

concepción,

como

quiera

que

e l creci-

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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1 7 2 Herber tMamne

miento de las

ôierzas

productivas

ya

no

está con-

trarrestado

p o r

intereses privados antagónieos, e l

aiuste

d e

las

relaciones

d e

producción

con

e s e

cred-

miento podrá s e r realizado

por

los

«órganos

diri-

gentes.

del

Estado

soviético

(13). La

transición del

socialism o al

comunismo

constituye

su

tarea;

«el

comunismo- será

introducido como una

medida

administrativa.

Respecto

al

r i tmo

de

la

transición,

lo s

teóricos

soviéticos

calculaban

hacia 1948, basándose

en

las

dfras de los tres planes quinquenales dadas por

Stalin en

s u

discurso d e 9 d e

febrero

de 1946, que

el paso

a

la segunda fase

s e

producir la,

como

m uy

t a r d e , e n t r e 1 9 6 0 y 1 9 6 5

( 1 4 ) .

M a y o r

i m p o r t a n c i a

tiene

analizar

las condiciones objetivas que

s e

esta-

blecían

para

la transición.

Stalin

señalaba tres

«condiciones previas basicas-1 l)

Crecimiento cons-

tante d e toda la

producción social, con desarrollo

preferente de

los medios

d e

producción;

2)

«eleva-

ción al nivel d e propiedad de todo el pueblo de la

propiedad l toliosianan; 3 ) «desarrollo cultural de

toda

la

sociedad que

permi ta

a

todos

s u s

miembros

un pleno desarrollo de s u s capacidades sicas y

mentales». Stalin

insistió

en que e l pr imer

paso

para e l

logro de

esta

últ ima

condición seria

la

reducción

de la

¡amada laboral

« a

s e i s y luego

a

cinco

horas

diarias».

Las

medidas basicas de pol i t i -

c a

económica

durante

e s t e

periodo

serian

la eleva-

ción de los salarios reales en al menos un 100 p o r

ciento

(por

medio d e un aumento de

los

salarios

monetarios y

d e

una s is temá tica reducción

de

los

precios

de

los

bienes de

consumo

masivo) y la

gradual

extensión del

sistema de - intercambio d e

productos»

a

costa d e la «circulación

mercantil»

(sobre

todo mediante

la

inclusión

de

la

producdón

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Pr lmea parte 1 1 3

koliosiana excedente

en

la esfera del intercambio de

productos) (15). Las l inea: generales del p a s o a la

segunda

f a s e ,

asi

pues,

no

hacen

sino

reiterar

la

concepción

marxis ta tradicional, extraída sobre

todo de

las

observaciones d e Engels en la tercera

parte

del Anti-Dtìhríng. El

elemento

nuevo

a

t omar

en

consideración

e s que las

formulaciones

marxistas

clásicas

adquie ren aho ra

el p e s o

de una directriz

politica.

El

desarro llo posts ta lin is ta

¿ h a

cambiado

esen-

cialmente

esta

concepción?

Hemos

d e

señalar,

ante

todo, que

las tendencias

poststaliniatas

y

antistali-

nistns

no hacen

sino

prolongar

las lineas

funda-

mentales

d e la politica d e Stalin durante

s u

últ ima

f a s e en lo que s e reere a los problemas

d e

la

atransiciónn

y

a

los

principales

objetivos

d e

la

p o litica in te rio r soviética

-el

igual que s u c e d e ,

como hemos visto,

en

la forma

de eniuidar

e l

desarrollo

capitalista

contemporaneo-.

Asi, la

reso-

lución

adoptada

por

el XX Congreso rearma

que

la apr indpa l tarea eoonomican consis te en «alcan-

zar

y

sobrepasar

la

produccion

pev

capita

de

lo s

p a i s e s capitalistas

m as

desarrollados». Para lograr

e s t o s obietivos la

resolución

reafirma la

prioridad

de la industria

pesada,

al

t iempo

que la

necesidad

de un

rápido

desarrollo de la

producción

d e bienes

de

consumo.

Al igual que Stalin,

j rushov rechaza

las

«visiones

utópicas-

sobre

e l

tránsito

al

comunis-

m o. Siguiendo

la

declaración de

Stalin

acerca

de

las «condiciones

previas

búsicasr

para e l progieao,

la

resolución

del XX Cong reso p revé la reducdón

de

la

iornada de trabaio, en el curso del sexto plan

qttinquenal,

a

siete

horas para todos los trabaiado-

r e s y a s e i s horas para los d e las minas d e carbón e

industrias

extractivas.

Oonstatam oa la

misma

cohe-

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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1 1 4 mmM m m

rencia

entre

lo s desarrollos stalinianos y poststnli-

nianos

en lo s

temas

de la enseñanza técnica, de la

fonnadon

d e

c - e s p e c i a l i s t a s »

y

d e

la

«vinculación

d e

los

establedmientos

cienticos del

pais con

la

prof

ducción» (16).

El P r o g a m a de 1961, p o r

s u

lado, sigue tratan~

do la

aiestión

de la transformacion gradual del

sodal ismo

en

comunismo

en

términos d e ley obieti-

va, pero sustituye la

noción

d e las « d o s

f a s e s »

p o r

la

de

la

construcción

de

la

sociedad

comunista

mediante ctransformadón

gradual». El

calendario

de esta

construcción e s

bastante

orijnal. La Union

Soviética

esta

e n

vias

de

crear

«la b a s e materia l

y

técnica del

comunismo-

en

los

«diez próximos años

(1961 -1970)», m om ento

en e l que la sociedad

sovié-

tica

usobrepasarå

en

producción

por

habitante

al

pais capitalista m as

poderoso

y rico:

lo s

Estados

Unidos». -Al

na l

del segundo

decenio

(1971-1980]

habra sido

ya

denit ivamente creada la

b a s e

mate

r ial y técnica

de l cotnunixm ov.

Entonces la s o c i e d a c

soviética s e

apmx iman i « a la aplicación

del pr ine i

p io

de

la

distribucion

según las

n e c e s i d a d e s » .

D es

pues,

en el «periodo s iguiente», la construcción d <

la sociedad comunista sera «integramente

realiza

da» en la Unión Soviética.

Las

tareas principale

en

la

oonstntcción

del

comunismo s e denen

m e

diante términos

tradicionales

m as técnicos q u -

tnarxistns:

«el

Partido

s e

guia

p o r

la

fórmula

g e n i a

de

Lenin: el

comunismo

e s e l

poder de

los

soviet

m ás la elcctricación

de

todo e l pais» (17).

L

denición

de la sociedad comunista

pone

e l acent

en la organización y la

administrat ion.

Por eien

plc: «EI comunismo

sera

una

sociedad altamenl

organizada

de traba jadores lib res y conscientes

e

la

que

s e

ai i rmara

la

autoadministración

públic:

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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mm-. pm 1 1 s

en

la

que el tnbaio para el bien d e la sociedad

sera para

cada

cual la pr imera necesidad vital y

una

necesidad

consciente,

en

la

que

las

capaddades

de

cada

cual se

aplicarán co n e l máximo

provecho

para todo

e l pueblo.»

La

sodedad

comunista «no

serà

en

modo alguno

una sociedad

amirquica,

pere-

z o s a y

ocioso.

Toda

persona laboralmente apta

part icipará en la actividad social y contribuirá ari

a ase gu ra r e l crecimiento

continuo

d e

los b ienes

materiales

y

espirituales

de

la

sociedad».

Gracias

al

nuevo caracter

del trabajo, todos los

individuos

sentirán .la

imperiosa necesidad d e trabajar,

según

s u

gusto, por e l bien común» ( l8 ) .

Marx y Enge l s

pusieron e n guardia I

lo s

plrli-

d o s socialistas

frente

al peligro de situar a «la

sociedad» y

al

«interés

público»

p o r

encima

de

lo s

individuos.

El

Programa no

evita

e s t e

pe lig ro . Ade-

más , e n s u

texto, e l

cambio d e carácter del trabajo

aparece m as como resultado del p rogreso técnico

que como consecuencia de un

cambio

cualitativa en

las relaciones

de

producción mismas;

en consecuen-

cia,

-e l

reino

de

la lib ertad »

queda

asimilado

«al

reino de la

necesidad».

Esta visión de la sociedad

comunista

no parece esencialmente

diferente de

la

idea

de

una

sociedad técnica

m uy

avanzada

e n

la

que una ecacia y productividad abrumadoras

l le-

garan a

oscureoer

la

diferencia

entre autonomía

y

dominación.

L a

l iberación bajo

la administración, e l socialis-

m o a través

de

la

repiesìónz

tales ambigiicdades y

contradicciones

refleian

una dinamica

«inherente

al

propio

sistema social soviético. Hemos señalado

ya

que

la

construcción

soviética

del

socialismo desa-

rrolla

en

s u

marcha una dialéctica propia.

Por

una

parte,

la

administración

totalitaria,

al consolidarse

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l76 Heróen

Marcus:

a

s i m isma, consolida

también

a

las fuerzas contra

las

que

actúa (al provocar

una consolidación

m ayo r

d e

la

sociedad

occidental);

con

ello,

perpetúa

los

r a s g o s represivos, económicos y políticos, del

siste-

m a

soviético. Por

otn

parte,

la

administración

depende, para la consecución d e

s u obietivo princi-

pal («alcanzar

y

aventaiai-»), del pleno

desarrollo

d e

las fuerzas productivas

disponibles.

Este desa-

rrollo

-ba jo

e l impacto de una

competición

in tema-

cional

que

el

marxismo

soviético

considera como

una

lucha por la

supervivencia-

impulsa a la cre-

ciente productividad,

que

dispone

de

las armas m ás

modernas

d e

la

tecnologia

y

d e

la dencia moder-

nas, hasta

un

nivel

e n

e l

q ue tenderá a «rebosan

hacia la

producción

destinada

a

la satisfacción de

l a s

n e c e s i d a d e s

individuales.

Dadas

condiciones

ta-

l e s que la p roducción en constante aumento pueda

s e r

mantenida

a

plena

capacidad y

que

dicha capa-

cidad no s e a

utilizada

con propósitos despi lfarrado-

r e s

y destructivos, la p roducción podrá

ciertamente

generar

l a

riqueza materia l y

cultural

que

haga

posible la

aparición

de las

caracteris ticas propias

(por

lo demas, bastante modestas) de la segunda

f a s e . Tal tendencia s e

armarå

incluso en el c a s o

de que, en s u desarrollo, las

fuerzas

productivas

tengan que soportar

a

una burocracia numerosa

ampl iamente

privi legiada.

Cabe esperar que

la

pro-

ductividad

progrese

m ás

rapidamente

que

los

privi-

legios y provoque un

cambio

gradual, pero cualita-

tivo, en las condiciones d e vida de la

población

subprivilegiada

y , oorrespondientemente, en las

ins-

tituciones po liticas

(al

igual que sucedió

en

las

etapas

anteriores

d e una

civilización

en

expansión).

La administración totalitaria p o s e e , d e s d e luego,

poder

suficiente

para

contrarrestar

esta

tendencia;

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r a m a p a m m

y c a b e esperar que

efectivamente

lo ejerza s i

s u s

intereses

resultan

antagónioos

con

respecto al creei-

miento

d e

la

productividad

y

a

s u

empleo

para

la

satisfacción de

las n e c e s i d a d e s individuales,

o

s i

considera

que e s a

acción contrarrestadora

e s

nece-

saria para

salvaguardar la

existencia

del Estado

soviético.

Hemos

tratado d e mostrar (19) que la

pr imera

condición no existe.

Por

una

parte, el

«interés

d e

c l a s e »

d e

la burocracia

(esto

e s , el

común

denominador

de l o s intereses

particulares

d e

las diferentes ramas d e la burocracia ) está

l igado

al

desarro llo in tens iñcado d e las

fuerzas

productivas;

por otra, e l progreso

administrativo

hacia una «eta-

pa

superior

de

socialismo» lograría la cohesión

de

la sociedad soviética

d e modo

m ás

efectivo.

Por lo

demás,

e l

Estado soviético lta

desviado,

d e

fonna

sistemática,

un ampl io sector

de las

fuerzas produc-

tivas

(humanas

y materiales) hacia

tareas d e

mi l i -

tarización tanto externa

como

interna. ¿impide esta

política la

transición a

la «segunda f a s e v ? La com-

patibil idad de una

economia

mili larizada con un

nivel

de

vida

en

constante

aumento

constituye

algo

m ás que un prob lema económico-técnico. El mante-

nimiento de una vasta organización mi l i tar

(fuerzas

armadas y Policia secreta),

con s u s controles

educa-

t ivos,

politicos

y psicológicos,

perpetua la

existencia

de instituciones,

actitudes y

modelos de

conducta

autoritarios,

que

actúan

en

dirección

contraria

a

un

cambio cualitativo en

las relaciones d e produc-

ción represivas. La burocracia, en tanto que consti-

tuye una clase separada,

con

privi legios

y

poderes

especiales, esta interesada en s u autoperpetuación

y, p o r

consiguiente,

en perpetuar las relaciones de

producción

(y

politicas) represivas. Sin

embargo, la

cuestión estriba

en

saber

s i

las

relaciones

represi-

wm-,ii

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l78 Heúeft

Mamlae

vas, económicas y politicas sobre las que s e b a s a

esta burocracia no contradicen cada vez en

m ayo r

grado

los

intereses

y

objetivos

m ás

fundamentales

y

generales d e

desarrollo

del

Estado sovié tico .

Si nuestro

análisis

del marxismo

soviético

e s

co -

rrecto, la respuesta debera s e r annativa.

El

obie-

tivo soviético fundamental en

e l

periodo

presente

e s

l iquidar la consolidación del mundo occidental, que

neutral iza lo s «conictos interimperialistas» d e

cuyo

desarrollo

y

agudización

depende

la

victoria

f inal del socialism o. Las mismas

fuerzas

que contri-

buyen a

e s a

consolidación

y la mantienen, ponen

en

peligro y

retrasan

la consecución del objetivo

consistente

en

«alcanzar y aventaian l a producción

de lo s

p a í s e s del

capitalismo desarrol lado.

En e l

analisis

marxista

soviético,

la

consolidación occi-

dental

s e b a s a e n una

«economia

d e g ue rra penna-

nenten, la cual, aprovechando la ventaia inicial del

capitalismo en

la carrera competi t iva, mantiene e l

rapido

desarrollo

d e

la productividad

e u

l o s p a i s e s

capitalistas y consigue la in teg racion

de

la m ayoria

del

movimiento

obrero

dentro

del

sistema

capitalis-

ta . Esta consolidación

capitalista

aplaza en

el mun-

do

oocidental la

revolución, considerada incluso

p o r

el propio Stalin

como

indispensable en últ ima ins-

tancia

para el triunfo del

socialismo (20).

La

eco-

nomia

de guerra capitalista, sostenida a

su

v e z por

la

po litica -dura»

soviética,

tam bién obstaculiza

la

marcha de la sociedad soviética hacia una segunda

¡ a s e que l e permit iría

compet i r

eficazmente

con lo s

p a i s e s capitalis tas . En e s t a s

condiciones,

solo una

verdadera d is tens ión

internacional que hiciera posi-

ble un

desanol lo pacilìco

podria

asegurar el

cied-

miento

interno de

la sociedad soviética. Por

consi-

guiente,

e l

pr imer

p a s o

debera

consistir

en

la

rela-

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Prinerapane I79

¡ación por parte d e la Unión Soviética de la pol i t i -

c a «durai-.

Esto,

sin embargo, signica una

reo-

rientación

tanto

d e

la po litica

interior

como

de

la

exterior,

e l desplazamiento del aoento d e s d e

la

competición mil i tar y politica a una

oompetición

económica

m as ecaz, a s i como la liberación de la

burocracia stalinista. El

cambio

d e politica presu-

pone

un

alto

nivel de indus tria lización. En e s t e

sentido,

e l éxito

soviético

e n e l

empleo

d e la ener-

gia atóm ica ha sido,

ta l

vez,

uno

de

l o s

aconteci-

mientos que

ha convencido a los dirigentes sov ié ti-

o o s

d e que

e l

adecuado

nivel competit ivo

en la

industrial izadón ha sido

ya

alcanzado.

Creem os que e s t o s factoms subyacen

a

la evolu-

ción soviética reciente. S i e s t o e s verdad, la reo-

rientación

d e

la

que

hemos

hablado,

basada

en

la

politica

dc

ooexixtencia pacíca,

forma

parte de

una tendenda de

largo alcance

que

procede

de una

s ituación histórico-obietiva y

que

e s t á

l igada a

la

propia

estructura d e

l a

sociedad soviética. La

situa-

oión histórico-objetiva ( e s t o

e s ,

la interrelación en-

tre

la

política

de

poder

stalinista

y

la

consolidación

capitalista) está l levando al Estado

soviético

a una

reconsideración de s u

estrategia

básica, a una «dis-

tensióni que,

en

el supuesto

d e que terminara p o r

a b : - i s e

paso,

tenderia hacia una

utilización cada vez

m ayo r

de

la

productividad e n

continuo

aumento

para

satisfacer

las

n e c e s i d a d e s del consum idor. La

tendencia

economica

básica

engendrarla

una

ten-

dencia

politica paralela,

esto e s , la l iberación

del

regimen totalitario

represivo.

L a p olitica

soviética

hacia

e l mundo

occidental

durante

e l

periodo que transcurre d e s d e el

i inal

de

la guerra de Corea

hasta

los trastornos de la Euro-

pa

oriental

en

1956,

aporta

pruebas

e n

favor

dc

la

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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IIO Herbert Marcuae

existencia

de e s a nueva tendencia. Las relaciones

entre

los p a i s e s comunistas

experimentaron también

durante

e s t a

etapa una

evolución para le la :

e l

rap-

prachement soviético-yugoslavo; la

adopcion

por

parte

d e

los partidos comunistas

indio y japonés de

un prog ram a «legalista-democråticov; e l manteni -

miento ( e incluso la intensificación)

d e

la estrategia

ablandai (especialmente d e la politica

del frente

unido) por parte

d e

l o s partidos com unis tas occi-

dentales,

y ,

sobre

todo,

la

oposición

soviética

a

la

l inea

-fduraa

china.

Aunque

la intervención soviéti-

ca en Hungria en 1956 no

está

e n

contradicción

con

la politica de coexistencia pacifica, s i pone de

manifiesto. en

cambio,

s u s

l imites intemacionales.

los

dirigentes soviéticos nunca han aceptado la

posibilidad

de

una

tercera

alternativa

entre

e l

so -

cialismo

y

e l

capitalismo,

siendo

aquel denido

durante e l

periodo d e

coexistencia

eri términos d e

una

alianza ñrme

con la Unión Soviética. Una

ruptura del «cinturón protector: formado por los

p a i s e s d e la Europa oriental equivaldria,

según

la

interpretación

soviética,

a

un

aumento

d e

la

in -

fluencia capitalista

y

a

un cambio e n

e l

equil ibrio

intemacional

de

fuerzas

en una

zona vital

en pro-

vecho del m undo capita lis ta.

Ademas,

s i bien la

liberación

en la Unión Soviética descansaba sobre

una b a s e f i rme d e industrialización y colectiviza-

ción,

no

sucedía

lo

mismo

en los

p a i s e s

de

laEuropa

or ienta l

La

industrialización

s e hallaba

todavia

en

una etapa m uy atrasada, y e l campesi-

nado

no estaba todavia

integrado d e

forma

eficaz

en la economia

nacionalizada

y e n s u s instituciones

politicas.

El movimiento

hacia un

«com unism o na-

cional- fue

considerado

por

tanto

como

obietiva-

mente

prematuro

y

antisocialista,

con

independen-

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Primcfa pam lll

cia de

la posible

sinceridad d e

las intenciones sub-

ietivas tanto d e

los

dirigentes del

movimiento como

d e

s u s

seguidores

en

e l s e n o

d e

la

c l a s e

obrera

y

de

la

ínzelíguentsía.

Resultó Iogco que los acontecimientos

d e

l a Eu-

ropa oriental

desempeñaran la función

de

retardar

e

incluso contrarrestar la co rriente d e

liberalización

e n algunos cam pos , sobre todo e n

forma

d e «endu-

recimiento» de la po lítica in ternaciona l soviética.

Sin

embargo,

a

menos

que

la

seguridad

vital

d e

la

URSS s e

v e a

amenazada, l a

tendencia

fundamental

terminara siempre por imponerse y reaftrmarse, s i

nuestro análisis

e s

correcto, a pesar

d e

e s t o s retro-

c e s o s .

En

relación

con los cambios soviéticos

inter-

nos,

ello

signilìcaró

el

mantenimiento

d e la «direc-

dón

colectiva»,

la

pérdida

d e

poder

d e

la

Policia

secreta, la

descentralización,

las reformas judicia-

l e s , la atenuación d e la censura

y

la liberación de

la vida

cultural. la

relación

que

existe entre esta

politica y la tendenda socio-económica a

largo

pla-

zo, d e

la

que antes hem os hablado, puede ser

i lustrada

p o r

la

insistencia

e n

el

desarrollo

prefe-

rencial d e la industria

pesada

en

oposidón

al

d e s a -

rrollo prioritario d e las industrias productoras d e

bienes

d e

consumo.

L a - linea Malenkovt interpretó

la

tesis

d e

Stalin

acerca

del

conflicto entre las

fuerzas

productivas

y las

relaciones d e

producción

como necesidad d e un

cambio

en la p rop orción

entre

las

d o s

ramas

principales

d e

la produccion

en

favor de la segunda, e s decir, las industrias produc-

toras

d e bienes d e

consumo

(21), a pesar d e la

insistencia d e

Stalin

e n que

el «crecimiento priori -

tariov

d e

la p rim era rama deberia seguir siendo

d e

manera permanente e l

fundamento de

la

planifica-

ción

socialista.

Aunque la

teoria

part idaria

del

d e s -

Page 183: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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I82 He|ñenMuuue

phznmiento

dz

la

prioridad

en favor

dz

la segunda

nin: no fue redxazuda ocinlmcmc

hasta

enero d e

1955,

ya

en

1954,

baio

el

répìnzn

de

Mnlenkov,

s e

habló abiertam ente cn

contra

de

L a

misma:

Nodebchlbhlprmlldnidnloviétiuplhdisainóuiúøn

mmpnuømymisaaaaammm A|; i .m¢m-›-›m›

lAL..hnninunI.o|vviurnnod:klpríncípiuñ|n¡|lm¢amI.:deIn

do¢uin¢euonóniuddnnrnmin,eio¢¢›huindequeurcpi\›

¢\m '4nm ›pu›a¢.«p¢ a;num = u¡¢a»¢'u¡n»,¢¦ ¡¢aa¢u1¬ ›

lhp|d`elt|¡ø'lId:l¡Subdivin¡6nl(pro¢||o\S6nd¦Iø0mes'Iioudc

p|0dunu'6u)lupensudeIlSub4iví.ÁnlI(pmdIx¢'ånd=ned¡ø¢

a¢«›mm) (2z) .

Tvenlnúohnmlncitdellpdllimlløvldnnmbopnrd

pulúdøydüøìiernowviéüünpindenrmuhlpiculmne

¡na-u|›u iu1 lnpmduoa'6nd:b ienød:euna¡n›øpøpmzhr , l |0 I I l ° I

emnmn¡nuhnnw|nuumdounnnuqu¢ .bn¡o¢ | i oa ` ¡ I i ¡no .unn

upmdiwníön lnplndn' mlsefeclivllnrnqulì

nønlnlsì¡cun

dvllombridodellpuuúlwdóndeìnnmetmdepmdnøáón

un-piiiaanøonnywuøaa-au¢»¬±wm.m(zs),

L a p rio rid ad e n

favor

del desarrollo de la indus-

Lrin pcsada s e oonsidcra

esencial

para la

transición

al comunismo, no sólo en lo que s e recrc al

crccimienlo ¡ m e m o

del

producto

¡ocial

sino

um-

bién

en

reladón con las

implicaciones

internaciona-

les;

e n

ouas

palabras, la posición tanto

mil i tar

como económica

d e la URSS, d z b e

s e r

fortalecida:

Hlbundø nlmplìdv

d pmfuln

d e

 

l lbfnldn

pordpon|dnu›lo¢P\.nnuQuinqum:ksd¢hpn|›a'ru,e p\|Alo

wvišúcn

uubledó

um

Wi th

b a s e

enwún iu

p on

u n a

dañan

u1ivuddpdu.Unnin6uouinpendnpodeousdanø¢zr6neeI

mnammiuaniuquiniwumnaimnauukssm).

En ¡ a s condiciones d e eoexìxtcncia

con

el mundo

capimlisw..

e l

partido

y el Gobicmo s e comprome-

x e n a s í a mantener la política

de

danrm l l o priori -

m a r i o

d e

la

indimr ia

pesada

pura

la

oonnnicciún

Page 184: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

http://slidepdf.com/reader/full/herbert-marcuse-el-marxismo-sovietico 184/300

Primera parte

1 8 3

comunista

y

socialista de la sociedad soviética. Por

s u

parte,

e l Programa d e

l96l

arrna:

Lacreaciondehbaaenntendytécniadelumitinimtnan

desarrollo

wnunuo d e la

induxtnn

panda. S o b r e e s t a bue

s e

in t ima e t « e q u - p a n a » - 0

t e e n s @

a e wa» u n .unn

mw

. t e t n

« m o n a m i a m i

tm

Sin duda, tras la

oontroveisia

doctrinal en

torno

a

la

prioridad

d e

la

industria

pesada

s e

esconde

probablemente una

lucha

de las burocraciax supe-

riores p o r e l poder.

Un

desplazamiento decisivo

en

las

prioridades

productivas implicaría, indiscutible-

mente,

un

desplazamiento

correspondiente en

el

equilibrio político: la

influencia de

los estratos

em -

presariales

de

la

ìndustna

p e s a d a

no

podria

po r

menos

de

disminuir.

Sin

embargo,

la

lucha

politica

tiene un contenido m á s básico

y

profundo; la socio

dad soviética parece haber alcanzado durante la

e t a p a p o s t s t a l i n i s t n u n

n u e v o p u n t o

d e inflexión e n

la curva

d e su evolucion.

Los

propios dir içntes

soviéticos

han definido

e s t e

punto de inflexión:

s e

ln

alcanzado

un

nivel

d e

crecimiento

en

e l

que

e l

progreso

h a o e ya

innecesario

escoger entre el

au-

mento de la industria

pesada

0 la elevación del

nivel de vida,

pudiéndose

ahora

conseguir

lo

últ imo

como resultado de lo pr imero.

Reducida

a s u conte

nido

indamental ,

la idea

puede

formularse d e la

siguiente

forma:

no

hay

por

que

e ler

entre

la

preparación para

la guerra y la

satisfacción

de las

n e c e s i d a d e s populares, ya

que s e

pueden obtener

ambos

c o s a s .

La

alternativa

resultaba vida en la

era stalinista;

los éxitos

conseguidos

durante

e s a

etapa han

pemii t ido

superarla.

P a i - e e e

que

tanto Male nko v

como

s u s

oponentes

estaban

d e

acuerdo

sobre e s t e punto. Cuando s e le

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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IM Hube r tMamne

exigió

a

Molotov, en

octubre

de 1955, que s e

retractara

de

s u

declaración

«errónea

(de

febrero

de

1955) según

la cual

solamente

habian

sido

colo-

cados lo s rc imientos-

de una

sociedad socialista, y

que

armara

en

s u

lugar que s e habla oonstni ido

una

sociedad

plenamente

socialista,

en

realidad lo

que s e le pedia era que reconociera

e l n

d e todo

un p eriodo (con

e l

cual

é l

miano s e

habla

identi-

cado)

y

el

comienzo

de

uno

nuevo.

Pelo

fue

Ini-

shov

quien

manifestó

m ás

sucintamente

las

razones

socio-económicas d e la

superación

de la

alternativa

staiinista. En s u

infonne sobre

el programa

agrico-

la, del

mes'de

septiembre

de 1953,

dijo:

el r i m a @ conunini

u n

nnnniiao inmiiuenente

u n

r u m b o e e

derarro i lo in tepa lde la indiu t r iapecodaeoinofaereraendalparn

e lv lcwr iacoduaul lodetodas laaramaade lae iamømíanadonal ,

yeneueeape iaeba log -adoun¢a i toeon ip le to . l ¿a tenc i i i ' ne

diri ja;

pnnapumenururuar inooaoepmbtanrwunnien

naciona |i|tm ed iato,ybacia8 fuerende |viada slatft |erratym ed iau

M r i o ›eN t r¢ rmm¢¡o r=on ammmn mp t «a«¢n uu rude

indmlr¡a I ¡nIe lpa¡a.Nopose¡a l I |aaIwInedìoaparaeldeaerro i lo

waerarysnntaneøeet-immrp¢aar,4eur¡r¡«i|nny¢¢

Iainrhnrin

liçrn

Pan log -a re t toennøunr iod i spenwdeoer tou

r e q u i s i t o s

p r e v i o s .

Em: raqiiiiirør

previo:

uimw altere.

P o e e u n a e

unabaseindustrialpod erosa,pf6aperoako Iioee sycuad|oaupet¦ial i-

u4orenmarurnnna¢t;eunin|er¡snee»nnn¡r=(2s).

B a c a

e s la razón d e nueva tendencia : e l progra-

m a leninista de «civilizaciónn

(27) ha sido

cumpl i -

do

en su

pr imera

fase;

gracias

a

la

edicadon

stalinista

s e

ha creado

una b a s e

industrial lo su-

cientemente poderosa

como para

hacer

frente a las

rernergenciasv internationales y

poder elevar,

al

mismo

t iempo,

el

nivel

de

consumo

en la URSS. Lo

que anteriormente

no

p odía realizarse

« d e

una

manera simultánea»

d e

ahora

en

adelante

puede

lograrse:

el

mantenimiento

d e

un

-desarrol lo forza-

Page 186: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Primera

parte

1 8 5

do» de la industria

p e s a d a no impide

ya

dedicar

una

parte

cada

v e z

m ayo r

del producto

social

para

la

satisfacción

d e

las

n e c e s i d a d e s

de

lo s

consumido-

r e s

individuales.

A pesar del elevado costo

de

la

competencia

nuclear,

e l Programa

de

1 9 6 1

arma,

en

la misma dirección,

que

actualmente

e s

posible

obtener un « rap ido aum ento

del bienestar

de toda

la

poblacióm

e incluso

asegurar

-un nivel d e vida

m as

elevado que

el

d e

cualquier

país

capitalis-

ta»

(28).

Pero s i bien la decisión d e acelerar y aum e ntar

la producción

de

bienes

d e

consumo, manteniendo

a

la vez el desarrollo

prioritario de

la industria

pesada,

ind ica la medida

del progreso realizado

con

respecto al periodo

stalinista, también

e s

señal

de

que

el

progreso

s e

mantendrá

dentro

del

marco

d e

las contradicciones «no antagónicasv

y

de

los ajus-

tes

y reformas adrninistrativos. En o tras palab ras,

s e el imina de

forma

tajante cualquier expectativa

de cambio cualitativo que pudiera

equivaler

a una

« n e g a c i ó n - r » explosiva

d e

la

etapa pasada.

Las

meio -

r a s

y

la

liberalización

dependerán

de

una

lucha

implacable en favor d e una productividad

del

t ra-

bdio

m ás elevada, de

la

em ulación socialis ta

y

de

la

movilización total

de

la

población para

e l

trabajo y

la fo rm ación profesional.

También

en e s t e caso

semejante continuidad del -espiritu» del sodal ismo

no

puede

explicarse sencil lamente

p o r

e l

«apetito

de

poder» de los dirigentes soviéticos, sino que

s e

halla

enraizada en las condiciones obietivas

bajo

las que

opera el Estado

soviético, en

la «anomalías

de

la

coexistencia entre lo s sistemas capitalista y

socialis-

ta,

señalada

ya en

el

testamento politico d e

Lenin.

La idea misma

de

un socialismo que s e

desarrolla

en

medio

de

un

«cerco

capitalista-

excluye

la

posi-

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1 8 6 Hubert Manwe:

bil idad de

prescindir

de la m oviliza dón to ta l d e

la

población; excluye

también

un

cambio

fundamental

en

el

sistema

de

valores que

subordina

la

l ibertad

aocillistn al esfuerzo y a la disciplina. Sólo al

Gobiemo

soviético y al

Partido incumbe

la

eleva-

ción del nivel del

consumo

popular. Esta fórmula,

constantemente repetida, expresa la politica básica

según

la cual el progreso y la l iberalización, efecto

de la «ley fundamental

del

socialismo», no

serán

e l

resultado

d e

la

l ibertad

y

d e

la

iniciativa

-desde

abajo» sinb de la util izatión d e una

economia

e n

expansión, regida por e l Estado de

acuerdo

con las

exigendas politicas

(nacionales e

intcmacionales).

La

f irmeza

en el

mantenimiento

de e s t a politica s e

pone de maniesto en la manera

e n

que la l iberali-

zación

politica

y

cultural

camina

paralela

con

e l

reforzamiento

d e una

mora l

represiva,

púb lica y

privada, en

el

trabajo

y en e l ocio.

Analìzarernos

la

función socinl de la

mora l sovié-

tica en la segunda parte d e e s t e

estudio. Aqui

nos

planteamos

sólo la cuestión d e

si

el «espii-ìtu» de la

construcción

socialiata,

ta l

como

fue

institucionali-

zado durante el periodo stalinista, s e

verå

funda-

mentalmente afectado

por la nueva

tendencia. ln-

cluso

la respuena

m as

provis ional tendria que

ana-

l izar

d o s factores

principales: el nivel de

desarrollo

eoonómiocrpolitìco que

ha

¡ido

alcanzado y

la dina-

mica

interna

del

modelo

de

conducta

y

del

sistema

de

valores

establecidos,

los cuales, aun

cuando s e

hallan planicados y controlados, p o s e e n

s u s exi-

gencias

y

obietivos propios. En

e s t e

punto solnnien-

te podemos esbozar una respuesta provisional

en

relación con

el factor

wonómioo-pol i t ico.

Hemos visto que la concepción stalínista condi-

cionaba,

p o r

un

lado,

la

desaparición

del

Estado

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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rfinm p m . tu

como maquinaria represiva

al

reforzamiento del

Estado socialista,

y

afirmaba, por otro, que ta l

reforzamiento

deberia

prolongarse

durante la

s e

gunda f a s e .

No

existen indicios de que esta concep-

ción haya sido alterada

tras

la muerte

de Stalin.

Aunque la «formula errónea»

de Stalin sobre

la

agudizaeión de la lucha de c l a s e s durante

e l

pro -

greso

del

socialismo s e a

desechada (29),

y

aunque

s e proclame

e

incluso s e l leve

n

cabo una «demo-

cratizacióm

considerable

del

Estado,

la

descentra-

l ización

y e l

autogobierno, continúa en

el orden del

d ia el reforzamiento permanente del

Estado y del

Partido (30). Tampoco -y e s t o e s

mucho

m as im -

por tante-

existen

factores

obìetivos o tendencia

que pudieran dar lugar a semeiante alteración. La

nueva

orientación

de

la

estrategia

intemacional

y

la

correspondiente

rcorientacion

interna,

s ingular

mente en e l dominio

de

la

agricultura,

enfrentan al

rég im en con problem as de ta l magni tud que

el

propio

éxito

d e

los nuevos

esfuerzos parece exigir

una inte nsa regimenución d e s d e arrib a. L a

disten-

sión

del

sistema

exige,

no

menos

que

el

endureci-

miento, un

control

planificado. La brecha que s e -

para, en

términos de

p riv ileg ios y poder, a

la

burocracia

del resto

de

la poblacion

e s todavía

lo

bastante

grande

como

para contribuir a

la

autoper-

petuacion

de la burocracia.

Adem as, la educación y

la fo rmadón

profesional

de l pueblo

siguen

orienta-

das

hacia

el

b um

funcionamiento

de

la

emulación

socialista.

Según

la doctrina, la misma naturaleza

del Estado como poder independiente p o r encima

d e lo s individuos debe mantener apartados a los

«productores

inm ediatos» del control de

los medios

de p roduccion: la ¡libertad

social

reproduce

la ili-

bertad

politica.

La

tendencia

de

la

que

hemos

ha-

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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lil Herbert Mamas:

blado s e dirige

a

mit igar la ilibe rtad po litica ; pero

sólo s i

también o p e n

sobre la ¡libertad social, o,

según

la

te rmino lo ja

de

Stalin,

sólo

s i

las

contra-

dicciones

existentes

entre las xerzas productivas en

oonstante

aumento

y las relaciones

d e

producción

son

realmente resueltas, p od ria cam b iar la estnic-

tura

social. Esta solución

sólo podrá a p o m r l a

la

.victoria

nal del socia l ismm; y la victoria «finaln

del

socialismo

s e

halla todavia

lipdn

a

la

revolu-

ción

intemacional.

A

e s t e

respecto, la

iniciativa

del

viraje hacia el udebil itamienton del Estado

no

co-

rresponde

a lo s dirigentes soviéticos, sino que de

pende d e la ruptura del «oerco capitalista» y de s u s

efectos

sobre la sociedad soviética.

El poder reforzado

del Estado

mantiene lo s con-

troles

sobre

la

esfera

ideolóäca.

El

relajamiento

e n

e s t e terreno podría s e r considerable;

sin em b argo,

aun cuando e s probable que las l iber tada indivi-

duales

aumenten

a

m edida que el progreso eco-

nómico s e vaya abriendo

paso,

la

cantidad no

s e

t ransformará e n

cualidad

a

menos

que

los progresos

económicos

s e

conviertan

en

pmgresoe

polit icos,

e s

decir, I

menos que conduzcan al control d e

la

producción

p o r

parte

de los «productores

inmedia-

tos- o,

según cusl

s e a

e l progreso

de la autom a-

ción, por pane de los «oormunidores inmedinloei .

Mientras esto

no

s e logre, el Estado del bienestar

(Welƒare

State)

postsul inistn

seguirá

sido

el ha

r e d e r o

d i r e c t o

d e l

E s t a d o s t s l i n i s t a , y

e l

« e s p i r i t u -

båsioo del

socialismo

continuará siendo el mismo.

La

soeiedad soviética r inde, asi,

tr ibuto

1

Ia

dialéc-

tica de la ideologia

y

d e la

realidad,

de ln concien-

ds y

de las relaciones

sociales. Según esta

dialécti-

ca, una b a s e autémimmente socialista s e reeiuria

en

una

ideologis

l ibre

en

e l

sentido

estricto

del

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Pf immpuu ¡ s s

vocablo.

El desarrollo mental, en todas

s u s

mani -

festaciones,

quedaría

l iberado

de

la determinacion

ciega

del

«dominio

de

la

necesidad.

y

tenderia

al

l ibre

¡nep

d e

las

facultades individuales

humanas.

El material ismo quedaria

cancelado

p o r

s u propia

realización;

al

hallarse

la econom ia bajo e l

control

d e lo s individuos asociados, cuyas n e c e s i d a d e s m a-

te riales estarian

satisfechas, s u desarrollo menta l

quedaria

l iberado

del

control

represivo. La regula-

dón radonal

d e

las

n e c e s i d a d e s ,

d e

la

lucha

p o r

la

existencia y

d e

la

lucha

con la Naturaleza,

permi t i -

ría a

la sociedad prescindir

d e

la regulacion

de

la

vida

anocional e intelectual

d e s u s miembros,

y

garantizarla la l ibertad individual. La

Razón s e

mostrar la,

asi, com o

l ibertad

individual.

En

la

sociedad

soviética,

sin

embargo,

e l

control

progresivo de la b a s e va acompañado de un control

progresivo de la ideoloa y d e la regulación del

reino

de

la l ibertad

conquistado

a

la necesidad En

el

mismo

párrafo

en que propugnaba

la

reducción

d e

la io m a da lab oral

« a s e i s

y luego a cinco horas

diarias:

(medida que

Marx

consideraba

requisito

previo

básico

para

la l ibertad), Stalin

señalaba

que

ta l reducción

era

necesaria

« a

n d e que los m ie m -

bros

de

la sociedad

puedan

disponer del

t iempo

l ibre necesario para obtener una educacion

comple-

ta». En e s a

misma

dirección e l Prog-anna del part i -

do

comunista

soviético

de

1 9 6 1

indica

que

la

re-

ducción d e la

iornada

laboral

a s e i s

o dnoo horas

enmenosdediezañosesunadelnstareasprinci-

pales del Part ido;

de

e s t e

modo

«el

t iempo

l ibre

de

lo s

trabaiadores aumentara sensiblemente,

lo que

creara condiciones nuevas

para elevar

s u

nivel

cul-

tural y técnico» (31). En

todo

caso, e s t e

t iempo

ocioso

no

sera

t iempo

l ibre

- tendra

que

ser

plea-

Page 191: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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I90

Herbert

-Mnltnse

do

en educación- en tanto que el «nivel cultural

y

técnico»

y la manera de alcanzado sigan siendo

o b l i g a t o r i o s .

Sin

duda, la educación e s un

requis ito p revio

pan

la libe ración : solamente la l ibertad de apren-

der

y conocer

toda

la

verdad, d e

apoderarse

d e

las

potencialidades reprirnidas, violadas

y

abolidas del

y de la Naturaleza pueden guiar la edicn-

ción de una sociedad

l ibre.

Pero ¿ q u é

t ipo

d e

educación para

L a

sociedad

libre

e s

la

que

s e

im -

parte en la Unión Soviética?

Las

actividades «cul-

turnles»

están nnemente controladas y adaptadas

al

dominio de

l a necesidad. Además, e l acento

puesto sobre la

enseñanza

técnica reduce e l

t iempo

l ibre que

e l

individuo puede emplear

para

s i

ruis-

m o.

La

«personalidad com ple ta»

aparece

com o el

resultado d e la

formación

politécnica.

Esta

clase de

educación, enteramente iusticada por las necesida-

d e s de la

industrialización,

fue ya postulnda po r

Lenin; m ás tarde Sulin propugnó la

intnoduodón

de unn educación vuniversal, obligntoria

y

politéc-

nica,

de

manera

que

Cualquier

miembro

d e

la

s o d e

dad pueda elegir

l ibremente

s u

ocupación

y no

quede encadenadn de por vida a cualquier ocupa-

dón concreta»

(32).

Siguiendo

esta l inea, el

XX Congreso también

insistió en ela formaciónn de

-especialistas sobre la b a s e de una estrecha coope-

ración

entre

el

studio

y

ln

pfoduoeióm,

y

pidió

e l«reforzamiento

d e

los lazos

de

lo s

atab ledmienuu

cientificos del

pais con la producción, con las

exi-

gencias concretas de la econom ia nacional» (33).

Por s u

parte,

e l Programa

de

1 9 6 1 proclama e l

«desarrollo

armónico y completo del

individuo»,

al

t iempo

que

nnna

que

«ln

enseñanza superior y

secundaria

especial

d e b e

fo rmar

especialistas

altu-

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Pr inen parte 1 9 1

mente calificados y con ampl iar perspectivas teori-

c a s

y politicas- (34).

En

efecto,

la

pennutabi l idad

de las

funciones,

la

eliminación

de

la div is ión inatitucionalizada

del

trabaio

(35),

e s

para

la teoria

marxista

la caracte-

ristica d e una sociedad

socialista, la

condición

pre-

via

para e l desarrollo diversificado

d e

las

facultades

auténticamente humanas

fuera

d t - I proceso d e la

producción

material.

Pero

e n

e l

marxismo

soviético

e s t a concepción s e transforma en la de una

socie›

dad e n la que

todos los

hombres son

técnicos e

ingenieros. Para Manr y Engels, el

obietivo

del

oomunismo

era la -abolición del t rabajo-

(36) ;

para la concepción marxista

soviética,

todos

los

hombres serán trabajadores d e la sociedad comunis-

ta

(37).

Mediante

la

transfonnación

del

t iempo

l ibre

en

t iempo dedicado a la educación para la

fonnación politécnica, y

con

e l enraizamiento

de la

rnoral

de

trabajo

en

la estructura instintiva

del

hombre, e l oontrol

administrativo

queda

asegurado:

el pasado

s e transmite sin

peligro

alguno

al futuro.

D e

esta

forma,

Stalin

podia

citar

sin

riesgo

la

f o r - m u l a ~ d e Engels sobre la trans fo rm ación del tra-

baìo, en la futura sociedad, d e

carg a en

disfnne.

El

disfntte, sin embargo, no

sera

cualitativamente d i-

ferente del que

existe

baio la represión.

L a

tarea

histórica de desarrollar una sociedad

todavía

atrasada

y

de

l ibrar

una

oompet idón

en-

carnizada con el

capitalismo

avanzado deteriora

incluso los rasgos progresivos

d e

la politica soviéti-

c a .

La perspectiva

ideológica

marcha paralela

a

la

perspectiva

pollúa. El

Estado

:ubsistirá durante

el

periodo del oomunismo, en el que

también seguirá

existiendo

e l

acerco

capitalista».

En

efecto,

el

Esta-

do

oonstituye el

asuieto colectivo» d e

lo

economia

Page 193: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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l9 2 Herbert

M a r c u a e

nacional que

organiza

el oonìunto d e la sociedad ; y

esta organización

s e

conviene

en

e l representante

obietivado

d e

la

sociedad,

instalado

por

encima

d e

lo s individuos. Como quiera que la

producción s o -

cial e s dirigida

sistemáticamente

por e l Estado,

y

como quiera

que é s t e también impone s u s decisio-

n e s

basicas

a la

sociedad,

el propio progreso, e s

dedr , e l empleo d e los resultados derivados d e una

productividad

creciente

para

satisfacer las

necesida›

ds

y

aspiraciones

d e l o s

individuos.

debera

pasar

a

través de los órganos del Estado . La continuidad

d e

la Administración salva,

a s í ,

e l vacio

existente

entre

la necesidad

y

l a l ibertad y asimila

las

dos f a s e s ,

socialismo y comunismo. La Administración, como

hemos intentado mostrar, depende a s u v e z del

aumento

y

utilizacion

cada

v e z

m ás

efectivos

de

la

productividad del trabai0› Y

l iende

a

conducir

a

la

sodedad a

una etapa superior. La industrialización

y

la radonal izadón, realizadas

según

patrones de

ecacia

competit iva a

nivel nacional e

in tentado-

nal,

y

desarrollando

a los

s e r e s

humanos como

instrumentos

d e

trabajo, materia l

e

intelectual,

cada vez

m ás

edentes, pueden m uy bien rendir

s u s

frutos tanto en e l terreno

económico

como en e l

politico,

oonciliando

los intereses y propósitos

d i-

vergentes

d e

los grupos y

d e

los

individuos particu-

lares.

La

reoom p ensa no sera

el

fin

d e

la

dominación

del hombre p o r e l hombre;

no

e s probable que la

administración d e las

c o s a s

sustituya

a

la

adminis-

tración

d e

las personas en un futuro

previsible.

Marx

subrayó

el

earåeter

esendalmente

«neutrab

de la

tecnologia:

aunque

el mol ino d e viento

pueda

dar lugar

a una sociedad feudal

y la máquina

de

vapor

a

una sodedad

industrial

capitalista,

la

últi-

Page 194: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Primera p m e 1 9 3

m a puede igualmente darnos otra forma d e

socie-

dad industrial. La maquinaria moderna e s suscepti-

ble

d e

una

utilización tanto

capitalista

como

socia-

lista.

Esto

equivale a decir

que

e l cap italismo m a-

duro y e l socialismo

tienen

la misma b a s e técnica,

y que

la decision histórica

acerca d e la forma de

util izar

e s a b a s e constituye una

decisión política.

Durante

e l

periodo d e coexistencia,

los

factores

económicos

son

factores

politicos;

e s

el

periodo

de

la econom ia

politica

no

sólo

por

e l

papel

que

el

Estado desempeña en la econom ia

sino

también

por

las

implicaciones

politicas del desanol lo

d e

la oon-

ciencia. La conciencia

d e

la población sometida,

penetrada

por

el

poder d e una productividad

sietn-

pre

en aumento, por la eficacia de un aparato cada

vez m ás

mecanizado

y

coordinado,

y por

las

recom-

p e n s a s

que propo rciona una sumisión cada vez m as

indispensable,

no

alcanza otro nivel politico que e l

d e la Administración que l e gobierna. Asi, la pobla-

ción queda imposibi l i tada para

desarrollar

la

con-

ciencia polìtica

que podria

servirle como guia para

un

cambio

politico.

Los d o s sistemas sociales antagúnicos confluyen

aqui en la

tendencia general

del progreso técnico

durante la

epoca

contemporanea: la

utilización

d e

la técnica como instrumento d e dominación.

Algu-

n o s

han

observado

(y trataremos d e demostrar

e s t a

arrnación

en

la

segunda

parte

d e

e s t e

estudio

con

e l ejemplo

d e

la l ì losofía

ética

soviética)

que existe

un enonne

pareddo entre e l actual «espiritu

comu-

nista»

y

el «espiritu capitalista» que Max

Weber

atribuyó a la civilizacion capitalista e n s u etapa

ascendente. El Estado soviético parece promover los

elementos

disciplinarios,

autopropulsores,

competit i -

v o s

y

productivistas

d e

e s e

espiritu

en

una

forma

Mi-.

ii

Page 195: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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l9 O l'I:rb¢tMIulae

ecaz y

pollt icamente controlada.

La

:gestión

un -

presarial

eñcieme›,

la

iniciativa y responsabilidad

de

lo s

directores,

y

la

racionalización

cientica

de

lo s

recursos

humanos y

materiales han

sido exigen-

cias constantes

a

lo largo de lo s periodos stalinista

y

posts ta lin is ta (38), d e

las

e p o c a s d e politica «du-

ra r y d e politica eblandan, d e

dirección

peisonal y

d e

dirección

colectiva,

Y la :gestión

empresarial

eficiente-

s e

ha

aplicado también

a

la

gran

estrate-

g ia internacional,

a

la dirección d e

los

asuntos

exteriores.

El cambio en

e l

tipo de d irig ente , la

sustitución

del

revolucionario profesional

por el

manager

(un

cambio

que s e inició

ya

en 1922

con

la

Nueva

Polltica Económica), parece

aho ra haber-

s e

consumado.

En

1922,

Lenin

proclamó

su

pre fe

rencia

por el negociante, el

comerciante

y e l admi -

nistrador

frente al

G e l comunista

revolucionario

que no sabia comerciar, vender,

ni

hacer negocios,

l l epndo

incluso

a

afirmar:

No

n o s

d a m i e d o dedr q u e el

araaer

d e n u e s t r o trabaio h a

ambiado.Nui - ,nmpeorer ienigointernoeselwrnuxunaqueoci rpa

u n

w w » d e r u p o n n b i l i a a i (0 aapmmo d e napomut im)

wviét iw, Y q u e ¡ou d e u n r e s p e t o univenal c o m o h o m b r e wnden-

z u d o ( 3 9 ) .

Sin embargo, el espiritu d e gestión diciente,

capacidad competit iva y racionalidad económica no

e s

ya

en

e l

sio

XX

e l

que

describió

en su

dia

Max

Weber.

La sociedad industrial desanol lada exige

una

organización

y

comportamiento diferentes.

La

sociedad soviética, que s e halla

en la

posición de un

«rezag adm que

tiene

que

teoorrer

de un

solo salto

varias

etapas d e crecimiento, p o s e e

en

comun con

su antagonista

la semejanza de la situadón. En la

etapa

«atómicas

del

dominio

del

hombre

y

d e

la

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rr- im.

p m i o s

Naturaleza,

la productividad

social

deja atras a las

fo rm as trad icionales de control

y

utilizacion. La

cohesión

de

la

sociedad

no

s e

cona

ya

al libre

juego

de las fuerzas económicas y

a

su enjuicia-

miento

y cálculo individuales,

sino

que

ha

de ser

oornplementada por una regulación

m ás

poderosa.

La fusión

d e

los controles económicos, Culturales y

político s co ns tituy e un

fenómeno

internacional que

s e

halla

por

encima

de

l a s

diferencias

entre

las

instituciones

emnornicas,

culturales

y

politicas.

En

la Unión Soviética, e s t a fusión constituye una meta

confesada,

tanto

ideológica

como

económ ica: en

el

mismo momento en que la industria

soviética

iba a

s e r

de

nuevo roorganizada d e

acuerdo oon

lo s pa-

trones

de ecienda

económica, el Gobierno

subrayó

que

e s t e

prop-arna

habla

d e

ser llevado

a

eabo

a

través

del

fortalecimiento

del papel

dirigente del

Plr l ido comunista en la economía (40).

No

existe perspectiva alguna de que

e s a util iza-

ción del

progreso técnico como

instrumento d e

do-

minación,

_ e s a fusión

de

los

oontroles

econótnioo y

politico

e n

e l

marco

de

un

Estado que

s e

autoper-

petúa vayan

a

desaparecer,

ya

que

t ienen s u

funda-

mento tanto

en

la

economia

soviética,

nacionaliza-

da pero

no

socializada,

como

en la s ituación inter-

nacional de la industria e n gran escala. L a estruc-

tura del Estado puede permi t i r muchos cambian

en

el

seno

d e

la

administración:

la d irección

superior

puede pasar d e un grupo

a

otro, del predominio del

Partido al

del

Ejército,

d e

la -dirección oolegiadas

a la personal,

etc.

Sin

embargo,

e s t o s

cambios

no

alteraran

sensiblemente

los fundamentos

d e la

s o -

ciedad

sovietica, ni la

dirección

basica en la que

esta soeiedad

s e

mueve.

A

menos

que

s e

produìera

otra

guerra

mundia l

o una

catástrofe

simi lar

que

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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I96 Herbert

M a t t - u s e

transfonnara

la

t i tuadón,

la

direccion

s e

orientara

hacia

la consecución

de un Estado del bienestar

(Welƒare

State).

Niveles

de

vida

ascendentes

que

pueden l legar

hasta

una distribución practicamente

gratuita de bienes y servicios,

mecanización

e n

constante

aumento,

permutabi l idad

d e

las

funciones

técnicas,

difusion d e

la cultura popular:

tales

s o n

lo s elementos d e

la

tendencia probable, que

podra

producir

también la

asimilación

gradual

d e

lo s

tra-

baios urbano y

rural,

intelectual

y

ñsico,

sometidos

al

denominador

común d e la tecnología. El

progre-

s o técnico el iminará aquellas

restricciones represi-

vas impuestas e n anteriores etapas y que s e

hayan

convertido

ya en anticuadas d e s d e un

punto

d e

vista técnico. Ello

conducirá

a ulteriores

cambios

en

la

estructura

politica:

contribuirá

a

la

extensión

y

difusión de

la

burocracia

y

d e s u s privi legios,

a

la reducción

de

la brocha

que

separa a los

gober-

nantes de lo s

gobernados,

a

la transformacion

de

los controles

políticos en

controles

tecnológicos.

El

poder personal

será sustituido

por

la dirección

co-

lectiva,

incluso

en

e l

supuesto

d e

que

un

nuevo

dictador

l legara a concentrar

toda la autoridad.

Aumentarå la

movi l idad social

dentro del sistema.

Sin embargo,

todos

e s t o s

cambios

s e producirán

dentro

' d e l

marco d e un control universal, d e una

administración universal. Los hechos y las tenden-

cias

actualmente

observables

no

pe rm iten ade lanta r

una hipótesis

acerca

d e

la cuestión

de

s i el creci-

miento del Estado del bienestar (Welƒnre Suite)

conducirá

o no, en

últ ima instancia,

hacia

e l

con-

t ro l

popular

directo

de la administración; e s decir,

s i el Estado soviético s e t ransformará

en

una

demo-

cracia

socialista

o

comunista.

De

un

modo

negati-

vo,

parece que no hay

nada

en la estructura d e la

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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rrimu-sam m

sociedad soviética

que excluya semejante

proceso

evolutivo

a

largo plazo, e l

cual no

dependeria

de

una

«decisióm

de

la

dirección

soviética,

ni

tampoco

d e

forma

exclusiva de la situación

in tema

soviética.

D e nuestro

análisis

s e deduce que

el surgimiento

d e

una d e m e n c i a socialista en

la URSS e s t á condi-

cionado p o r d o s requisitos

previos

principales, que

a

s u

vez s e hallan mutuamente relacionados: l) un

nivel

de

riqueza

social que

permita

la organización

d e la producción de

acuerdo

con

las

n e c e s i d a d e s

individuales y que

suprima

de esta

fo rma

las

pre-

rrogativas de

los poderes p rivileg iados , y

2) una

situación internacional

en

la

que

el

conflicto

entre

los d o s

sistemas

sociales no

determine la

e o o n o n - t i a

y

la politica d e ambos.

H e n - t o s

sugerido que

semejante

cambio

cualitativo

no

constituye actualm ente un

problema

económico

rino polltioo (41),

pues ya existe

la b a s e

técnico-

eoonórnica

que

lo

hace

posible. No

son

la espantosa

e s c a s e z

y pobreza todavia existentes las

que

imp i -

den

la -democracia socialista», esto e s , e l control

de

la producción

y

d e

la

distribución

« d e s d e

aba-

jo».

En

términos

marxistas, la

distribución de

la

esasez y la lucha concertada para su abolición

fonrtan parte d e s d e e l principio, incluso durante la

pr imera f a s e , de la

construcción

socialista (42).

Sobre la

b a s e

de la economia nacionalizada, e l

establecimiento

d e

e s e

control

d e s d e

abajo

sigue

constituyendo un

acto

politico. Como tal, impl ica

la

abolición

del Estado

represivo y

de

s u

aparato

represivo, lo que no signica necesariamente e l

derrocamiento violento p o r medio de una guerra

civil. Sin

embargo,

ta l acto politico parece depen-

der, a s u vez,

del segundo

requisito previo. El

Estado

del

bienestar

(Welfare

State)

puede

hacer

la

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l9 He|henMarcuse

vidamåscúmodayseguraalosciudadanoaçpero

e l conicto Este-Oeste,

en

tanto

siga

constituyendo

un

factor

económico

y

politico

determinante,

imp i -

de la t ransformadon decisiva, ya que sirve para

ius ticar -sub je tiva

y objet ivamente- la competi -

ción represiva

y

la movilización competit iva

a e s c a -

la totalitaria. La historia de

la

sociedad soviética

parece hallarse fataltnente

l igada

a la d e

su

antago-

nista.

Por

encima

d e la oonstrucdón del socialismo

o

del

comunismo

en

un

solo

pais

o

en

una

sola

zona, el elemento esencialmente

internacional

del

socialismo

parece predominante

Pero en esta constelación,

el desarrollo

futuro

del

Estado soviético depende de la

le y

dialéctica que e l

mismo invoca. El cambio cualitativo nunca puede

ser

automatico.

AI

margen

del

nivel

de

progreso

técnico y d e cultura material , de

productividad

y

eficiencia

del

trabajo,

e l cambio d e s d e la

necesidad

aodalista a la l ibertad wdal is ta

sólo

puede

s e r

el

resultado

d e un esfuerzo y

decision

conscientes. El

mantenimiento

d e

las

relaciones d e production re-

presivas

permite

al

Estado soviético,

a

través

de

s u s

instrumentos

d e control

universal, reg ìnentar la

conciencia de la población gobe rnada, Hemos indi-

cado

que la burocracia puede carecer d e un

verda-

de ro interes en

p erp etuar la maquinaria represiva

estatal

(43).

Sin

embargo,

esto

no resuelve la

cues-

tión

d e

s i

el

-1-espiritu-

d e

la

construcción

socialista

soviética, la «racionalidad-›

especica

del

sistema,

tiende o no

a

perpetuar la

represión

entre lo s

propios

gobernados;

en otras palabras, s i la repre-

sion d e s d e arriba

no

da lugar a la represión d e s d e

abajo.

En

c a s o afirmativo, el sistema

soviético repe-

tirla

y

reproduciria

e l

determinismo que Marx atri-

buyó

a

los procesos básicos de

la

sociedad

capitalin-

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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t n - ¡ n e n

p o - t e

t e a

ta .

Sin embargo, la diferencia estriba en que mien-

tras en e l capitalismo la teoria y la practica mar -

xistas

s e

convierten

e n

instnrmento

para

dominar

el

determinismo

y l iberar e l factor subjetivo

(esto

e s ,

la conciencia

d e

c l a s e del

proletariado), en

la socia

dad

soviética el marxismo no

desempeña

ta l fun-

ción. En consecuencia, l o s

gobemados, desprovistos

d e instrumento

conceptual

para

comprender

la «ne-

gación

determinada»

del sistema establecido y para

asimilar

y

realizar

s u s

potencialidades

reprintidns,

reproducirian

e n

ellos m ism o s la represión.

En cualquier c a s o , la sociedad técnica p o s e e to -

d o s los medios

para t ransfonnar la

represión exter-

na en

autorrepresión.

Este

proceso no e s exclusivo

d e la sociedad soviética. Los instrumentos de que

dispone

la

sociedad

industrial

m uy

avanzada

y

las

ventaias

que

concede, l a s

actitudes e n

e l

trabaio

y

en el ocio que

s u

organización

d e

la produccion y

d e

la

distribución

exige,

dan lugar

a

una

sociedad

global

capaz

d e

t ransformar la

l ibertad en

seguri-

dad y

de

ahogar la lucha por la l iberación median-

t e

una

servidumbre

re la tivam ente confortab le .

Ta l

resultado

impedir la,

a

su

vez, e l

desarrollo

de

una

conciencia politica cnegativa»,

revolucionaria

y ,

por ello, un cambio cualitativo en la politica. El

sistema

basico

d e valores, el «espiritus

predominan-

te d e la sociedad,

asumiria

entonces el

papel

de un

factor

activo

que

determinar la

la

dirección

de

la

evolución

sodal. Oorno

contribución

parcial

al

aná-

lisis d e e s t e factor, la segunda

parte

de e s t e estudio

estara

dedicada

a examinar la estntctura de

la

losoa ética soviética.

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Segunda

parte:

Postulados äìoos

9 .

IA

etica

occidental

y

la

ética

soviética:

s u relación histórica

En

la

pr imera

parte

d e

e s t e

estudio

hemos

anali-

zado alg unas ' tendencias básicas del marxismo

s o -

viético en

relación con el

desarrollo d e

la sociedad

soviética. El análisis nos

l levó a la conclusion

d e

que

las

eondicionea

y

objetivos especificos d e la

industrialización, realizada

en

com peticion antago -

nica

con el

mundo

occidental,

deterrninaban

incluso

los rasgos m ás especulativos del marxismo soviético.

Al mismo t iempo, s e puso

de

ntaniesto el hecho

de

que,

en

algunos

aspectos significativos, los d o s s i s -

tunas

antagónioos

m o strab an una te nd end a parale-

l a : l a industrializaoon total p a r e c e

e x i g i r

m o d e l o s

de actitud y

organizacion

que l imi tan

las cüferen-

cias

esenciales,

politicas

e

ideolo jcas,

entre

ambos

2 00

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Segundnpute

¡O I

s i s t e m a s . «La

gestión

eficiente»,

altamente

raciona-

lizada

y centralizada,

y

s u

actuacion sobre un

materia l

humano

y

técnico

igualmente

racionaliza-

c l o

y coordinado, tienden

u

fomentar la centraliza-

ción y -coord inacion po litica y cultural. En Occi-

dente, e s t a tendencia

ha

l levado a un d e s g a s t e

d e

la

ética l iberal hutnanistica que s e centraba en t o m o

u la idea del individuo

autónomo

y d e s u s derechos

inalienables. Sin

embargo,

e l sistema

de valoren que

procedía

de

una

etapa

anterior

ha

¡ido

mantenido

en su conjunto

(después

de la l iquidación de lo s

Estadoc

fascista

y nazi,

que

lo habian

destni ido), s i

bien en

contradicción

cada vez mls patente

con

la

práctica

existente. En el Estado

soviético,

la indus-

trialiudon total s e realizó en condidones incompa-

tibles con

la

ética

libe ra l: p or

tanto,

el

Estado

revolucionario

y postrrevolttcionario cteó tu

propio

sistema

de

valores y adoctrinó

a

la población

de

acuerdo con

ellos. Sin embargo, la

industrialización

total contemporanea y s u s métodos y

técnicas

de

traba jo p ropo rcionan

un denominador común que

hace

discutible

una co ntrap os ición ab stracta entre

la ética occidental y la ética soviética.

N i la

centralización ni

la coo rd inación s e opo-

nen,

p o r si

mismas,

al

prop-eso

de ln

l ibertad

y de

la humanidad:

m ás d e una

vez

han

connituido

armas

e ficaces en

la lucha

contra

la

opresión

y la

reacción.

Tampoco

exitte

nada

en

la

téuiica

y

en

la

e c o n o m i a d e

l a

i n d u s t r i a l i z a c i ó n

total

q u e t e n g a

necesariamente

que invadir

la

esfera

propia

de la

l ibertad humana. Por el oontnr io , s i

hay algo

común

en

el eniuiciamiento

marxista

y antimarxis-

ta, realizado p o r la ñlosoa decimonónica, de la

sociedad industrial,

e s

precisamente

la

imistencia

en

el

hecho

de

que

la

industrialización

comtituye

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 0 2 Herbert Mamne

e l re quis ito previo para el progreso, tanto en un

sentido ético

como material.

La protesta

contra

la

«enaienacióni

del

hombre

que las

losoas

mate-

rialista e idealista

expresan

s e

dirige,

en

ambos

c a s o s , contra la o rganización

politica (1) d e

la

industria, y no contra

la industria corno

tal.

En

términos m arxistas (p ero no ciertam ente

en térmi-

nos

del marxismo sovié tico) seria

fácil

localizar e l

elemento

común

que

s e

opone

dentro

de

la

organi-

zación

politica

de

la

industria

al

progreso

de

la

l ibertad: la esclavizacion del hombre por

los

instru-

mentos

de s u trabaìo, la subordinación

a

s u

propio

¡rnbaìo

«-obietivado» (vergegemüàndlíchte).

Sin

em -

bargo,

semejante

subordinación ha

desempeñado e n

la

historia

diferentes

funciones: puede

iniciar una

nueva

f a s e

en

e l

desarrollo

d e

las

fuerzas

producti-

v a s

o pro longar una

vieia etapa; pucde fomentar

o

detener

el desarrollo.

La

organización política

d e

la

industria

no

puede

exp l imr por s i

misma

el conte-

nido

eapccilìco

d e la ética

soviética

y

s u

relat ion

con la ética occidental.

Nos

proponemos

enfocar

e l

problema mediante

una breve comparación

entre

las

ideas

representati-

v a s

d e la ética occidental y d e la ética soviética.

Serneiante comparación

parte

de la

suposición

d e

que existe en ambos c a s o s un cuerpo identificable

d e teoria é tica lo suficientemente homogéneo como

para

s e r

tratado

como

un

conjunto.

La

suposición

parece plausible

en

el c a s o

d e

la ética sovié tica:

a

través

de

todos los cambios

a

lo s

que s e han

visto

sometidas d e s d e la

revoludón

bolchevique, las teo-

rias

éticas soviéticas

han

estado siempre regidas

por

un pr incip io unificador ,

t t

saber: la

fonnuladón y

apreciación

d e

lo s

patrones

éticos

en

concordancia

m n

lo s

objetivos

del Es tado sovié tico .

Y

e n

la

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S a o - w l n n e z o :

medida

e n que

e s t o s

objetivos han

estado determi-

nados p o r la politica

a largo

plazo del sodal ismo

en

las

condiciones

d e

coexistencia

(2),

s e

ha

mante-

nido una notable continuidad

y

coherencia

n

pesar

de

todas

las adaptaciones

a

la s ituacion cambiante.

Pero

¿ p u e d e predicarse

e s a m isma homogene idad

de

la ética occidenta l?

Parece

posible

hacerlo

mediante

argumentos a

conmlr ío. S i observam os los patrones

e

ideas éticos

sobre

lo s

que

s e

centra

e l

analisissoviético

d e

la

ética occidental

y

que

s o n

obieto

de

crítica y reinterpretación,

descubriremos

ciertos

rasgos generales característicos d e la ética occiden-

tnl.

Son los siguientes:

1 . Prcdominio

de

la

idea de

la l ibertad; según

e s t a idea,

la condición

esencial

del hombre e s la de

ser

lo

suficientemente

l ibre

d e

toda de te rm inación

externa

como

para poder

s e r

libre para la

accion

y

conducta autorresponsables.

2 .

Esta l ibertad

esencial legit ima la

afirmación

d e que

existen

normas

éticas

universalmente vincu-

lantes.

que han de observarse s in tener en cuenta

la

situación

y

obietivos

accidentales

del

individuo.

3 .

Los obietivos éticamente

legít imos del indivi-

duo

s o n aquellos

que

impl ican

e l

meior desarrollo

y

satisfacción

posibles

de s u s facultades; pero

la

au-

torrealización

individual

esta subordinada

a: a) las

n o m a s

universalmente

válidas de la ética

cristiana

y

de su

secularización

humanística;

b )

las

n o m a s

m ás especlcas de la comunidad

social

y po lítica

en

la

que

el individuo vive.

4 .

Los

d o s

gupos d e

n o m a s están sancionados:

a) po r Dios

y /o

p o r «la

naturaleza

del hombres; y

b ) p o r las exigencias que e l m ante nim ie nto y

per-

fcccionamiento

de

la comunidad social y

nadona l

imponen.

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2 0 0 l › lerbu\Mareme

5 .

Pero, prescindiendo d e la sanción ult ima de

la

mora l , s e

parte del supuesto

d e que

no hay

conflicto fund am e ntal (3 )

entre

la

moni l idad

indi-

vidual, por un

lado, y

la m oralidad comunitaria

(social

y

polit ica), por e l

otro;

e s

decir,

en

los

paises

de

civi l ización occidental (industrial) s e

uuntiene que

las reladones

b ú s io a s , s o c i a l e s y poli-

tioas, están organizadas de ta l manera que los

objetivos del individuo (punto 3 ) y s u a e s e n e i a n

(pimtos

l -2)

pueden

alcanzarse

-o,

al

menos,

puede

razonablemente

aspirarse a ello- ui el marco

de

las

instituciones de

la

sociedad

establecida.

Estas

insti-

tudones

pueden y deben

s e r

mejoradas,

y s u

per-

feccionamiento puede impl icar inc lusownmbios a

gran

escala; sin em barg o, tales

cambios s e conside-

ran

generalmente

no

como

la

negación

d e

la

socie-

dad

establecida, sino como

una

expansión y creci-

miento

de

la mismo.

L a

úl t ima

proposición

pone

de

maniesto

el

oculto denominador histórico de la etica occidental:

presupone que ln civilización

f inalmente ha

estable-

cido

las

instituciones

y

relaciones

dentro

de

cuyo

marco

el

hombre puede realizar su maturnlezai , e s

decir,

desenvolver

s u s

potendalidades y satisfacer

s u s n e c e s i d a d e s .

Esta

suposición previa

e s comun

tanto a

la etica idea lis ta

como a la etica pragmát i -

oo-positivistn, asi

c o m i o

n

las teorias expuestas por

los

racionalistas

franceses, los

uti l iuristas

ingleses,

lo s idealistas

alemanes

y

por

Saint-Simon

y

s u s

seguidores. Pero la revolucion industrial y politica

de

los siglos XVIII y X IX

no cons tituye

s u

única

fuente.

Su sustanda mora l

s e halla profundamente

enraizada en la tradición

cristiana.

D e s d e que la

ético

cristiana, al

s e r

adoptada p o r el Estado, dejo

de s e r

una

ética

wposicionista»,

las

iosoas

éticas

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s e g m i a s p m e

n o s

representativas ooudenaron como

herejía toda m o-

ralidad

que mantuviera que la civilizacion estable-

cida

s e

hallaba

en

una

pugna

irrecancílíable

con

las

potencialidades

del

hombre.

Sin duda, la salvación

y redención del hombre

no

penenecen a e s t e mun-

do; pero e s t e mundo

no sólo no

impide la

salvación

sino

que

la conducta mora l

e n

e l mismo

constituye

una condición necesaria y

previa

para ella (4).

Toda

ñlosofia que

no

acepte e s t e supuesto previo

e s ,

d e s d e

e l

punto

d e

vista

d e

la

etica

occidental

representativa,

no

solamente herérím, en sentido

estricto,

sino también

amaral, cuando no inmoral ;

ya

que semejante rechazo implica el repudio del

supuesto fundamental sobre e l

que

d e s c a n s a la vali-

dez

universal de los principios morales, a

saber,

la

posibi l idad

de

s u

realización.

Sin embargo, las

filosofías

«hereticas-

han

sobre-

vivido baio form as diferentes: d e s d e

las e s c u e l a s

gnósticas d e

los

primeros siglos d e la

era cristiana,

pasando por lo s cåtaros y otras

s e c t a s espirituales

rad ica les , hasta las losoas sociales

revoluciona-

rias

de

la

epoca

modema .

Rnsgo

común

a

todas

ellas

e a

s u adhesión a una

historia

cualitativamente

nueva, una historia que

d e b e destni ir

las

institucio-

n e s

establecidas de manera

tal

que

e l autentico

destino del hombre

pueda realizarse.

Rasgo común

a

todas

ellas

e s ,

también,

la atraedón que eieroen

sobre

los

estratos

subprivi legiados

y

«marginales-

de la población (y

s u aceptacion

por pane d e

diferentes - r é l i t e s n politicas e intelectuales). Su m o-

ralidad p o s e e un denom inador historico diferente,

apnredendo,

por

tanto,

como la

negación

d e la

mora l dominante. Pero, al mismo t iempo,

los

here-

i e s

pretenden preservar,

e incluso

realizar,

los

pr in-

cipios

y

promesas

que

s u s

adversarios ortodoxos

Page 207: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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1 0 6 Huoei-tMarois=

deenden: lo s cataros medievales pretendían

ser

los

autenticos cristianos; las s e c t a s radicales de la Re-

fonna

s e

presentaban

a

s i

mismas oom o los

autenti-

c o s

protestantes.

En

la

época

moderna, la oposi-

ción, cada vez m as secularizada, continúa e n e l

interior d e la tradición humanista.

los

grandes

materialistas y escépticos del s ig lo

X V I ,

la

extrema

izquierda

de

la

I lustración

y

s u s

herederos socialis-

tas

y

comunistas

iusti lìean

s u

losoa

isubveis ivai

en

te rminos

del ideal humanista.

El

marxismo

co ns tituy e una

parte

integral de tai

t radidón.

El

que Marx y Engels s e consideraron

a a l

mismos

como lo s

herederos

d e la i lustración, d e la Revolu-

ción francesa y

d e

la losoña idealista alemana,

era algo

m as que una

expresión

retórica. La Liber-

tad,

la

igualdad

y

la

Justicia

son

términos-clave

en

El

Capital de

Marx;

y

no e s casual

que

s u teoria

económica este precedida

(en un

sentido m ás

que

cronológoo) p o r la losoa

humanista

de L a

Ideo-

logía Alemana

(1846)

y d e lo s Manuscritos Econó-

mico-Fílosdƒicos (1844),

a

la

que

a s u v e z

comple-

t a

( 5 ) .

Este boaqueio, aunque excesivamente simpl ica-

do, puede

ayudar

a esclarecer la relacion histórica

existente entre las éticas occidental y soviética. El

impacto pr indpa l

producido

por

la

losua ética

sovié tica no

e s

e l

de una fuerza externa que

actúa

:kede

fuera

y

en

contra

d e

la

civilización

occiden-

taL

El desao tampoco

proviene

del contenido e s -

peclco

de

la

¿tia

soviética, d e

lo s

ideales d e

la

«mora l

comunista».

La etica sovié tica fundammta

su pretensión de representar una

mora l «superiori-

e o l a

m i s ió n h i s t o r i c a d e

l a

t e o r i a

m a r x i s t a ; p e r o l a

teo rla m arxis ta

no

p o s e e

una ética

independiente,

sino

que pretende ser la realización de la etica

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S e n n d - r l f w

W Y

humanística. Según

Marx,

la

economia

capitalista

constituye I la vez

la

realizadón

y la neg adón de

e s e

código

ético,

siendo

s u

abolición

requisito

pre

vio para e l

desarrollo de

la é tica. Las raices históri-

c a s

d e

la losoña sovié tica no

son extraños a

Occidente

(oon

independencia de cuán ínt imamente

s e

hayan fundido con la tradición o rien ta l

y

s e

hayan

adaptado

a

los

intereses nacionales

e

inter-

nacionales

de

la

Unión

Soviética).

Tampoco

s e

dc-

nen, en

s u s

aspectos

fundamentales,

en función de

las exigencias del poder y d e la propaganda Der i -

vnn: 1 )

d e

la formulación revoìucionaria

del ideal

humanista

en

la

teoría

del «socialismo cientioon, y

2) de

s u utilización

para

e l establecimiento

de

una

nueva sociedad

opuesta

a

-y

en oornpetenda

con-

Ia

sociedad

capitalista.

Con

independencia de l

gra-

do en

que

e l pr imer

punto oontradiga al segundo

( la pr imera parte de e s t e

estudio

trata

precisamente

d e mostrar el alcance de e s a oontradicdón), la

conexión e s lo bastante int ima como para que

resulte

posible

emplear

e l

ideal

en defensa

de

la

realidad.

Las

fuerzas

y

circunstancias

que

producen

el

abuso y violación

del ideal

aparecen

como

alp

m as

objetivo

que la pura

política

de

poder, hasta el

punto de que

pueden

presentarse como

obra

d e la

Razón Histórica.

Dentro d e e s t e mareo, la losoa

etica

soviética

constituye un sistema d e valores

racìonal

y

coherente,

lo

sucienternente

desgaiable

de

oportunismo político como para eieroer atrao

d o n sobre

gran

numero d e

poblaciones

que s e

encuentran

fuera del dominio soviético.

.Esta atracción parece

descansar, e n

gran

medida,

en

la tesis

d e que

el marxismo

ha p r e s e a - v a d o

a

la

ética

humanística

de

la

deformación

capitalista.

Puede resumirse d e la m anera s iguiente :

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 08

H»erbenMlI¢IlIe

El pueblo, e n

e l mundo

ocddental,

ha sido

edu-

cado

dentro

del

espiritu

d e

lu

etica

crist iano-hunnr

nistica. S e supone

que las

relaciones sociales del

mundo occidental s e

aiustan esencialmente

a e s e

espiritu

y hacen posible s u

realización d e

forma

cada

vez

m ás adecuada y

universal, especialmente

en

lo

que atañe

a

la l ibertad

e igualdad

del hombre

y

al

desarrollo

d e

s u s

potencialidades

humanas.

La

civilización occidental

ha reunido

e n

s u

etapa in -

dustrial,

en verdad, todos lo s recursos materiales y

culturales

necesarios

para la re alización d e e s t a

idea.

Sin

embargo,

las insti tudones sociales existen-

tes

impiden e s a realización,

ya

q ue eng endran in -

justicia,

explotación

y

represion;

por

consiguiente,

deben

s e r

destruidas

para poder

l levar a cabo las

promesas

d e

la civilización

occidental.

Este razonamiento, que ha

sido difundido a

t ra-

v é s

d e formulaciones m uy populares

y a diferentes

niveles

d e

elaboración,

persuasión

y

pnreba,

ha

eiercido una influencia duradera.

Las

principales

c a u s a s

d e

e s a

influencia

pueden

definirse

como

sigue. La

tesis

i) hace derivar e l

malestar

profundo d e la civi-

lización

d e

una

única

causa, tangible y

fâd lmente

identificable, a

saber,

la organización capitalista

de

la sociedad;

2)

no

critica

e s t a

sociedad

con referencia

a

nor-

m as exteriores y

trascendentes, sino confrontåndola

con n o m a s promulgadas

y

aceptadas p o r le socie-

dad occidental (esto

e s ,

lo s «valo res l 'turnanlsticos›);

3) explica y justifica,

a s í ,

el descontento y la

protesta

no

solo sobre una b a s e materia l sino

tam-

bién

sobre

un

fundamento

ético;

4)

ofrece una alternativa, que también

e n

e s t e

c a s o

e s presentada

no como

una

posibil idad

abs-

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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S e a v v l v - r w N

tracta sino oorno

realización

de l a a

pmmeaa t

y

capacidades d e

la propia sociedad existente.

El

últ imo

punto

muestra

lo

que

parece

oonstituir

la fuerza principal d e

la

argumentadónz la

combi-

nación

de máximas éticas y objetividad

cientica.

Util izando la teoria

marxista,

la ética soviétiéa

pretende unir sobre una

b a s e

cientioa valores y

hechos, ideal y realidad,

interés

part icular

del

indi-

viduo

e

interés general

de

la

sociedad

( e

ìnduao

de

la totalidad de la humanidad).

Además,

la

loaoa

etica sovié tica pre tende s e r la única

que s e halla en

condiciones

de definir la

actitud,

la

conducta y la

practica

que

pueden

proporcionar a todos l ibertad

y existencia

humana. Y

e s t a practica

e s tanto indi -

vidual

como social, e s

decir,

ha

d e unir al

indivi-

duo

oon

un

gnipo

social

sobre

la

b a s e

d e

una

causa

comun e n vinud de la cual lo s intereses eepedoos

del individuo son asumidos p o r la totalidad del

8\'“P°~

La é tica sovié tica p re tende, asi, unir las ideas y

las esferas vitales

que aparecen

separadas en la

ética occidental.

Según

la

ética

occidental,

el

hom -

bre

tenia que realizarse dentro de un

ambiente

natural y social

que

fuera co m p atib le con

una

existencia l ibre y

mora l

o que por lo

menos

no

excluyen la oonseeución

d e

e s t e obie tivo . Sin em -

bargo,

las

oondiciones d e vid a re sultaro n en la

realidad

bastante

l imitat ivas

y

hostiles,

y

d

medio

am b iente m ostró m ás Hen

s e r

un obstáculo para e l

desarrollo

d e una

personalidad

ética. Por

tanto,

la

experienda

tuvo

que s e r despreciada y reintcrpreta-

da:

e l «hombre interior» fue separado

d e su

exis-

tencia e n e m a ,

y

la personalidad

é tica fue

denida

de

m a n e n

que

incluyera

- e

incluso neoesitarn-

la

renuncia, el sufrimiento y la

represion.

La tensión

un-.ic

Page 211: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 l0 Herbert Marque

queanimaalaéticaoccidentaleitpresa-yal

mismo

t iempo iust iñca- el contraste existente entre

los recursos

materiales

e

intelectuales,

siempre

en

aumento, y

su

disponibi l idad

para la satisfacción d e

las n e c e s i d a d e s ind iv idua les ; en tre la exigencia

de

autodeterminación y los

l imites que e n

la realidad

s e le

imponen;

entre la igualdad esencial y

la

¡nhtunanidad todavia

predominante en

las

relacio-

n e s

humanas;

entre

e l

ideal

d e

¡ustida

y

las

practi-

c a s

iniustas.

Estas

restricciones facticas d el

ideal

moralmente

sancionado

y profesado parecen recor

ta r la vigencia

de

las nociones centrales

de

la ética

occidental;

ademús,

enfrentan a la existencia huma-

na

con un tumulto

d e

lealmdes y valores

en con-

icto

(ley

divina contra

le y

humana,

o

derecho

natural

contra

derecho

posit ivo;

individuo

mnt ra

comunidad;

valores privados contra valores

públ i-

cos; patrones

familiares contra

patrones sociales). A

diferencia d e esto, la ética

soviética

parece so ludo-

nar

d e

forma ecaz

e s t a s contradicciones m ediante

una

integración

de

valores morales y practicos

que

la

etica occidenta l

no

puede

ni

quiere

l levar

a

cabo

porque considera

la

tension entre

las

d o s

esferas

como

condición

previa para

la

conducta

moral .

Exarninem os ahora como el contraste entre la ¿tica

occidental y la ética soviética

puede ser

i lustrado

p o r el distinto p e s o especico que una y otra

atr ibuyen

a

lo s

valores

d e

la

l ibertad

y

la

segu-

ridad.

L a

idea

occidental

de

la

l ibertad s e realiza a

través

de

la

existencia

de

instituciones económicas

y

politicas que

permi tan al

individuo

convertirse

en

el arquitecto

responsable d e

s u destino.

La conquis~

ta de

la

l ibertad

ha

d e ser, pues,

el resultado

de

la

actividad

del

suieto,

esto

e s ,

de

s u s

propias

realiza-

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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s e a - i a .

m e

z n

ciones en l ibre concurrencia

con

otros individuos

que s e hallan en

lineas

generales en

s u s

mismas

condiciones.

D e

conformidad

con

e s t a

losoña,

las

salvaguardias institucionalizadas

de

la

l ibertad (e l

imper io d e

la ley, lo s derechos civiles, las

garantias

a la

propiedad)

dejan

necesariamente al individuo

l ibrado

a

s u s propias

fuerzas

en

amplias zonas

de

s u

existencia, las

cuales tienden

a

convertirse

zonas de inseguridad

a medida

que

e l

proceso eco-

nómico,

al

hacerse

cornpleio

e

incalculable,

s e

situa

m as alla del

control del

individuo

medio y p a s a

a

depender

d e

todo un

coniunto de fuerzas

y procesos

supraindividuales.

D e

e s t a

forma,

la

l ibertad

en

la

esfera

econom ica queda suprimida

p o r la oclusión

practica

de

sectores

enteros d e

puestos

de trabajo,

la

rigidez

d e

las

normas

d e

conducta

reglamentadas

y la

estandarización

d e los rendimientos laborales

exigidos, o bien implica un

riesgo

(riesgo d e desem-

pleo, de «quedarse a la zaga», de convertirse

en

un

outríder, etc.)

que

no

puede

a fron ta r la

mayor ia

de

la poblacion. Los ataques contra la

l ibertad

apai-e›

c e n

como

procesos

racionales

y

técnicos

que

no

son

imputables a nadie, simples subproductos

(o

ta l vez

incluso condicion)

de la división del trabaio

en la

sodedad industrial avanzada

y ,

como tales, s ignos

de eficacia y d e progreso. El propio valor de la

l ibertad parece hacerse discutible.

En

la

realidad

(aun

cuando

no

necesariamente

en

la

ideologia)

la

l ibertad resulta redenida.

Ya

no signilìca

s e r

el

arquitecto

responsable

de

la

p rop ia vida, de

las

propias

potencialidades y de

su

realizacion. En

lugar d e esto, la l ibertad s e

convierte

en lo que

la

i ì losoña política representativa

de

la sociedad

indi-

vidualista

ascendente ha

pretendido siempre: en

una

renuncia

a

la

l ibertad

matura l»

del

individuo

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 11 Hefben Malwse

a cambio de ln l ibertad civil de poder

hacer aquello

que

no está

prohibido por la le y o que s e encuentra

fuera

de

s u

dominio ;

e s t o

e s ,

el

reoonodmiento

d e

una ¡libertad

legit ima. Pero esto

no e s

sino

seguri-

dad bos

patrones de

la

l ibertad

s e

desplazan

d e s d e

el individuo autónomo a

las

l e y e s que rigen la

sociedad,

normadora, a s u vez,

del individuo. E s a s

pautas s e funden

con

las l e y e s que rigen la econo-

mia, la c o s a pública, la nación, las agrupaciones d e

naciones.

Sin

embargo,

s i

bien

s e

supone

que

el

individuo penuanecerá en adelante seguro dentro

de

e s t e abnimador cosmos político y económico, s u

« - v e r d a d e r a »

l ibertad

tendra

to davía q ue derivar de

(y consistir en)

su

s e r

- inter ior»

(l ibertad

de con-

ciencia,

de

pensamiento,

de religión,

etc). Asi,

en

tanto

que en

la

existencia

príctica

la

búsqueda

de

la seguridad

prevalezca sobre

e l valor d e la l ibertad

e incluso s e

logre

mediante el

sacrido d e ésta,

l i b e r t a d y s e g u r i d a d

e n t r a r á n

e n

c o n f l i c t o

m u t u o ;

conflicto que

solo

podrá

atenuarse

al

min imo

me

diante la reducción

d e

los

elementos d e indepen-

denáa

y

autonomia,

e s

decir,

mediante

s u

sacrificio

en aras del valor de seguridad Sin em barg o, toda

la tradición ideológica de la e li@ occidental,

con

su

imagen

del hombre como l ibre dueño y

leg ì lador ,

s e opone

a

la nueva tendencia; y

cuando ésta,

blio

el impacto de la necesidad

económica,

s e alìrina

contra

toda

tradición,

no

hace

sino

poner

m as

claramente

aún de relieve

la diferencia existente

entre ideologia y realidad. La ideologia e s todavía

lo suñcìentemente fuerte

como

para impedi r que el

abandono

de la l ibertad individual

s e a

admit ido

abiertamente y

como para contrarrestar una coor-

dinación

total;

el

conflicto

entre

l ibertad

y

seguri-

dad

sigue

siendo

aún una

condición

d e

la

existenda

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S e g u n d a pan : 2 1 3

ética,

y la superación del

conflicto, una tarea

ética.

Pero

la

tarea s e

hace cada vez

m ás irreal.

La

etica soviética

promete

resolver

el

conflicto

apoyando

al Estado

soviético

en

e l

proceso d e

eli-

minadon

d e lo s

aspectos

cnegativos» de la l ibertad,

e s

decir,

de todas

aquellas

zonas

en las

que

todavia

s e deiaba al individuo a

merced

de s u s propios

recursos,

aun

cuando

é s t o s fueran claramente

innu-

cientes para la gran mayor ia d e la gente. La

libertad

de

elegir la

educacion,

la

fonnación y

el

empleo, la

l ibertad de

proporcionarse los medios

necesarios

para el propio cuidado y para la enfer-

medad y la vejez, y la l ibenad para

leer,

escribir y

escuchar

opiniones diferentes

y

conflictivas fueron

recortadns o abolidas, encargåndose la ética soviéti-

ca de

iusticar

e s a

politica.

Las

l ibertades

tradicio-

nales en e s t o s dominios

sucum b ie ron ante

la regi-

Inentación

del em p leo, el control d e

los

movimien-

tos y cambios

de

residencia,

la

seguridad

sanitaria,

la censura, e tc El

campo

d e la ¡libertad

legi t ima

s e

ensanclió ampl iamente, y el abandono d e

la l iber-

tad

«naturalr

del

individuo

entró ab ierta y melod i -

camente

e n vigor e n

aquellas

esferas d e

la

existen-

cia

humana que todavia continuaban poseyendo un

carácter

sacrosanto

en

Occidente . Pero

en

el

con-

texto

de

la

ideologia y objetivos

soviéticos

la

supre-

sión

de

las l ibertades tradicionales asume una

fun-

ción

eposit ivar,

que

la

losoa

é tica sovié tica

in -

terpreta

como

preparación para la libe rtad auten ti-

ca. En

la

etica sovié tica las

l ibertades

tradicionales

pueden s e r

depredadas

sin

temor alguno, ya

que,

d e s d e el

punto

d e vista soviético,

son

meramte

ideológicas -o incluso i lusorias- para la inmensa

mayor ia

de

la poblacion,

dado que no

s e

hallan

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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21 Herbert Mai-une

b a s a d a s

en la

seguridad económ ica,

esto e s , e n la

l iberación

de la necesidad.

Esta

liberación

d e

la

necesidad

solamente

s e

rea-

l izará, según

Marx,

cuando e l hombre deje de

estar

esclavizado

p o r

s u

trabajo; en otras

palabras,

la

l ibertad politica

e

intelectual

presupone

la l ibera-

ción d e

la

lucha

diaria

p o r la

subsistencia,

lo que

presupone, a s u vez, la

existencia d e una

sociedad

s in

c l a s e s .

la

concepción

marxista implica

que

el

hombre

deia de ser

un

suieto

económ ico precisa-

mente e n la medida en que la

economia

deja de

constituir s u

« - d e s t i n o » ,

e s dedr , e n que deja d e

ser

un factor determinante para convertirse

e n

deter-

minado, sometido un control racional

eiercido

p o r

lo s individuos asociados. En tanto la

l ibertad

económ ica cons is ta

en

una

l ibre

ooncurrencia

en

lucha incesante

por «ganane la vida», constituirá,

dice Marx,

la

negación

de la verdadera l ibertad,

ya

que obligará al hombre

a

emplear prácticamente

todo

s u

t iempo

y

energías disponibles en conseguir,

mediante

un

- trabaio

enaienndov, lo necesario

para

vivir.

Y

en

tanto

que

la

noción

d e

ind iv iduo lib re

no impl ique al sujeto

económico

l ibre,

seré

idéntica

a la noción de i l ibertad. El motivo e s que la

woonomia», o s e a , e l reino de la necesidad

en

e l

que

tiene lugar

la lucha

competi t iva

p o r la

existen-

d a, no

podrá s e r

el reino de la l ibertad individual

en

tanto

s e a

e l

reino

del

trabaio

enaienado.

En

la

medida e n que e s t e reino quede

sometido

al control

racional y colectivo d e los individuos

asociados,

el

nuieto

económico»

deìarå

d e ser una

parte

esendal

del

individuo l ibre, al igual que

e s a s

l ibertades que

constituyen

los instnunentoe y complementos

de

la

l ibertad

económica.

Un

am p lio y

decisivo

sector

de

lo que

anteriomtente perteneeia a

lo s

derechos

del

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S e g u n d a pone 2 lS

individuo privado s e conviene, con ello, en materia

d e

la competencia

de

la sociedad; y s i el

reino de

la

necesidad

queda

sometido

al

control

racional

no

de

l o s individuos asodados sino de un Estado que s e

sitúa p o r encima de

los

ind iv iduw,

los

derechos del

individuo e n

e s t a

esfera s e

convertirán

en

mater ia

de

competencia del

Estado.

A

medida

que

el

individuo cambia

s u

función

social, así

lo hace la

propia

idea d e l ibenad.

Cuan-

do

I a

«economia

l ibre»

deja

d e

existir,

e l

individuo

oeddental deja de

ser

una rea lidad 0, incluso, una

ideología:

e l individuo e s remodelado y

redeiinido

simultaneamente

con s u l ibertad. incumbe, asi, a la

sociedad la

orpnización

y direccion tanto

de

la

producción

como

de

la

distribución de

los bienes

necesarios,

requisitos previos

para

la

l ibertad.

Y

mientras

e s o s

bienes necesarios

no e s t e n

l ibremente

a

disposición de todos, e l Estado, en calidad de

poder

independiente, p odrá anog arse s u organiza-

ción y dirección y , con ello, la

legislación de

la

existencia privada y

pública del

individuo. Ya que,

al

margen

d e

la

protección

que

s e

le pueda

dispen-

sar, la

existencia

privada

continúa

siendo el « n e p -

t ivo- de la existencia pública, y

e l

individuo una

parte

de lo universal. El Estado, que en

su

calidad

de

poder

independiente

controla

e l reino de

la

necesidad, controla

también

las aspiraciones peno -

nales, los

objetivos y lo s

valores

del individuo.

L a

sistemátim

reducción

del

antagonismo

entre

la

exis-

tencia

interior

y

extema,

entre

la existencia

priva-

da y

pública (antagonismo que s e

ha t ransformado

en e l

elemento

vital de la etica occidental), ha sido

una de las fundones

básicas

tanto de la sociedad

sovié tica com o de

la

l ì losoa etica soviética.

Los

valores

internos

y

privados

son

exteriorizados:

el

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2 1 6

Herben Manu:

hombre habre de ser,

pues,

en todas s u s manifesta-

C i o n e s un ente social

y po lítico .

1 0 , La ética

soviética-La

exteriorización

de

los

valores

La exteriorizución d e

los valores

constituye un

ru@

universal d e In ética soviética. Es concomi-

tante

de

la

nacionalizadón

asi

como

s u

corolario,

y

participa

de s u función y contenido. Aunque la

abolición de la propiedad privada s e l imita a la d e

lo s

medios

de

produccion, afecta

rambién, sin em -

bargo, a

ln propiedad privada

como categoria

exis-

tencial

(1). Si

la

propiedad privada no e s conside-

rada ya com o

e l

inst rumuuo

a

través

del

cual

ei

individuo

s e

arma a

e i

mimo, como la expresión

y

mater ia l iz ldón

de

su propio

yo e n

contra

d e

otros .-yo», entonces

todo

el dominio de lo indivi-

dual y

privado,

tradicionalmente

impregnado p o r

los valores

de

la

propiedad privada, s e erterioriza,

s e

politiu

y

s e

oonvierte

en

asunto

de

la

competen-

cia leg itim a

de in

xodedad . Pura

la

ética

ooddental,

l o s e f e c t o s d e e s t a e x t e r i o i - ¡ z a c i ó n c o n s t i t u y e n a l g o

particularmente

exocrable en todas

aquellas

e s f e r a s

que s e cons ideran com o depósito y santuario del

individuo p e r

s e ,

a

saber: el

dominio

privado del

pensamiento

y

d e

la

conciencia,

y

e l

dominio

priva-

do de la famil ia.

En eau; d o s esferas,

quizí m ás

que en ninguna otra, la l ibertad

e e ,

según la oon-

cepción occidental,

función

de lo pr ivado; pero lo

privndo

esta v inmlndo a

la

propiedad, como imti-

tudón a través d e la cual la persona quede legal-

mente

constituida

oomo

poseedor : de un reino

pro -

pio.

La

l ibertad

de

pensamiento

y

d e

oonciencia

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S e g u n d a parte 2 1 7

exigen l ibertad d e toda

interferencia

en

aquellos

asuntos que

pertenecen

al individuo

y no

al Estado

y

a

la

sociedad

Los

pensamientos

y

sentimientos

del individuo y la expresion d e los mismos han de

s e r

rsuyosn (2) ; el individuo habrá de utilizarlos

y

dirigirloa de

acuerdo con a s u s »

propias fnatltadee

y

condencia; no ha

d e

l imitarse a

obedecer

normas

universales, sino que

m as

bien ha de «apropiarse-

l ä s n y convertirlas en s u propia legislación (moral).

También

en

e s t a

ocasión

p a s a

a

pr imer

plano

el

común denominador histórico d e la concepción oc-

cidental. El

carácter privado

y l ibre

del

pensamien-

to asumió la dignidad

d e

un derecho incondicional

durante e l periodo

d e

la sociedad

moderna en

e l

que las

ideas

que s e

rcputaban verdaderas

para la

existencia

humana

s e

mostraron

como

anzagóníeas

respecto

a las verdades

promttlgadas o

represente-

dat p o r las autoridades públíeas,

espedalmente por

el Estado, para el que tales ideas

no

eran víl idas

y

evidentes p o r

si

m ism as. Es suciente recordar el

hecho d e que la

«libertad

de pensamiento»

surgió

como

un

derecho

mora l

y

politico

en

la

lucha

contra

e l despotism o feudal

y

clerical. Incluso

hoy,

en

aquellas

democracias

occidentales

donde e s t e

derecho

ha

sido

rmernente

institucionalizado,

su

valor renace solamente en situaciones excepcionales

en las que - l o s grupos y politicas autoritarias

inva-

den

la

afera

de

lo

p rivado. inve rs am ente ,

al l i

donde

no

existe un

conflicto real

entre pensamiento

privado

e

ideologia

pública,

o

entre condencia pr i -

vada y mora l social,

la l ibertad de

pensamiento y

d e condenda

no parece

vivirse

como

un valor

esencial

del cual la

existencia

individual dependa,

ni

tampoco

parece

poseer

un co nte nid o

esencial

y

pr imordial .

En el c a s o m ás extremo, el conicto

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 1 3 Herbert Muease

entre

lo s

valores privados y

públicos s e

« r e s u e l v e n

mediante

una

onordinadón

completa:

e l

individuo

piensa,

siente

y

valora

privadamente

lo

que

s e

piensa, s e siente y s e

valora

e n la «opinión pública»

y lo que s e expresa en la politica

y

en

las declara-

dones públicas

(no

necesariamente por conducto

del

Gobierno

sino a través

d e

los dirigentes de la

opinion

pública, de los i l téroes- y

modelos

d e iden-

tificacion, de la

educación

general

y

d e

las

formas

dominantes

de

diversión).

Serneiante

coordinación

puede

establecerse bien

p o r el terror,

bien

por

las

tendencias uniformadoras

de

la

«cultura d e masas-

o bien por una combinación d e ambos procedimien-

t o s .

El p recio q ue habran de

pagar

e l

individuo

y

la sociedad seré inoornparablemente mayo r en el

supuesto

de

que

la

coordinación

s e

logre

a

traves

del terror;

la

diferencia

entre

ambos

s is temas puede

ser

m uy bien la existente entre la

vida

y la muerte.

Sin embargo , al na l

del

proceso coordinador,

cuando

la concordancia

haya sido

lograda,

e l e fecto

sobre la

ierarquia

d e valores tiende

a s e r

e l mismo:

la

l ibenad

individual

d e

pensamiento

y

d e

concien-

cia

parece perder

s u

valor independiente e

incondi-

cional y

a n u l a r - s e

en la t inicadon d e

las

existen-

cias pública

y privada.

En

e l

curso d e unas

pocas

generaciones, s i la eeacia del regìnen s e mantiene,

la rep resión puede reducirse mediante s u extensión

a

toda

la

sociedad

y

s u

proyeccion

sobre todos

los

a s p e c t o s

d e la cultura materia l

e

intelectual.

Cuan-

do

la vida p rivada y la

l ibertad interior

no tengan

ya un contenido

empírico

denible, s u abolición ya

no

tendré e l caracter de

medida

opresiva que toda-

via

p o s e e

en

la

ierarquia

occidental de

valores.

Con la

«aocializaciónv

de

la

esfera

privada,

la

localización

de

la

l ibenad

s e

desplaza

dede

el

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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S e g u n d a

pone

2 1 9

individuo en tanto que persona

privada

al indivi-

duo

en

tanto que miunhro de la sociedad. La

sociedad

como

un

todo

(3),

representada

p or

el

Estado soviético,

dene no

sólo el valor

de

la

l ibertad sino

también s u alcance; en

otras

palabras,

l a

libertad s e

t r a n s f o r m a

e n

u n

imtrumento

p a r a l a

consccudón de obietivoa politicos .

La instrumentul izadon de

la

étiu aoviélica no

excluye

la

consideración

d e

las

motivaciones,

y

tampoco suprime el

concepto

mora l de

ccaråctern.

Por el contrario, veremos cómo las motivadones

y

e l

carícter son

sometidos a

una

valoración social

objetiva: la situación historica

concreta de

la

socie-

dad soviética

y lo s

obietivos a

alcanzar uezigen» y

denen

como

morales

ciertas motivaciones

y cie rto

ctrúcter.

ldéntico desplazamiento s e produce con

respeao a lo s

dunas valores é ticos: todos ellos

son

referidos

a un nuevo denominador general, y e s t e

nuevo denominador común e s

e l

que conere

a

la

é tica sovié tica

una consistencia y

coherencia inter-

nas

d e

carácter

racional.

El

individuo

actúa

y

piensa amoralmente» e n la

medida

en que promue-

ve, con

s u s

pensamientos

y acciones, lo s obietivos y

valores

establecidos por la sociedad. El valo r

ético

e s , en e s t e

sentido, «exter ion

a cualquier acción

o

pensamiento individual, p u e s e s t o s

no

son

sino ins-

tn imentoa para

el

logro

d e

un

objetivo

ético,

que

e s

el

d e

la

sociedad.

Sin embargo, s i bien la ética

soviética

e s esencialmente instrumentnlísta, s e

halla

cimentada en una nueva posición historica que

sitúa

la

función especica

de la

mora l comunista

m ás

alla

del instnunentalismo.

L a

fundon

d e

la

mora l

co m unis ta fue

definida

de fo rma ocial en la alocución d e Lenin al

Page 221: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 2 0 Herbert Mamise

lll Congreso

de la Unión de

Juventudes

Comunis-

tas d e Rusia,

en

1920 (4), como:

1 )

La

negación

d e

la

m ora l trad icional

(prebur-

g u e s a y burguesa), esto e s , como el repudio de

todos los

valores y principios éticos fundamentados

en una sanción trascendente (religios) Y/0 en

unas

proposiciones

sidealistasn

(Lenin

no

establece una

distinción

sus tantiva entre e s t a s d o s c l a s e s d e

éti-

ca), y como

2)

la

ormación

d e

una

nueva

mora l

acomunisf

ta», que está enteramente subordinada

a

lo s intere-

s e s d e

la

lucha d e

c l a s e s proletaria.

Los principios

de e s a mora l s e

derivan

de las exigencias y obieti-

vos

d e

e s a

lucha. Debe

hacerse notar que esta

exposición

de

la mora l comunista

no

excluye la

adopción»

de

valores éticos

sburgueses»,

s im p r e

y

cuando coincidan

con las necesidades

d e una

deter-

minada

etapa de la

lucha

de c l a s e s . También

d e b e

hacerse

notar que

e l

caracter

abiertamente

«instru-

mental istas d e la mora l comunista

(servir los

inte-

r e s e s

del

proletariado en la

lucha

d e

c l a s e s )

s e

dirige,

según

Lenin,

hacia una meta

que

está

p o r

encima del

nivel

pragmát ica: «La mora l sirve

para

que la sociedad humana s e eleve a una m ayo r

altura, para que s e desembarace de la explotación

del t rabajo..

Por lo

que s e

reere al contenido especlco

d e

la

mora l

comunista:

«Para

un

comunista, toda

la

m o-

ra l reside en

esta

disciplina

solidaria y unida y ›

en

esta lucha consciente

d e

las

masas

contra

los

explo-

tadores›

(5).

La denición d e Lenin señala la ine-

xistencia d e

valores

especificamente

éticos

al m a r -

g e n

y fuera de la lucha de c l a s e s (resultado necesa-

rio

de la

posición

histórica

de

la

mora l

comunista)

y ,

al

mismo

t iempo, indica

la

direccion

en

la

que

Page 222: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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semis p m

m

e s t o s valores s e concretarån posteriormente. La «so-

l idaridad» y la discipl ina» centran la etica comu-

nista

en

t o m o

a

la

rígida

rnoral

de

trabaio

del

periodo stalinista,

mientras

que

la

insistencia en

el

aspecto consciente de

la

lucha

(muy

frecuente en

las

alocuciones

d e Lenin) revela e l carácter fuerte

mente

sintelectualista»

d e la ética

soviética:

la ins-

trucción, la formación, la apropiación sistemática y

metódica del saber técnico y cultural acumulado

p o r

la

civilización

s e

convierten

e n

uno

d e

los

principales

requisitos

previos para la

edificación

del

comunismo. También

en

e s t e aspecto la

l i losoa

é tica sovié tica p re tende

s e r

la heredera

d e

la tradi-

cion

racionalista

ocddental:

la

conquista de la li-

bertad

-e n

otras

palabras, la realización

del

hom-

bre

-ha

d e

basarse en

e l

saber y

la

razón.

La primi t iva y

brutal definición

d e Lenin d e la

mora l comunista

presupone

una co mp le ja dialéctica

historica que

ha

de elevar e s t a ética del plano d e la

validez

relativa

al de la validez

absoluta.

La sma-

yo r

altura»

a

la

que

d e b e

elevarse

la «sociedad

humana»

(la

etapa

d e

la

liberación

total

y

univer-

sal) suprimirå

e l carácter especíco d e la mora l

comunista,

t ransfonnándola

d e instrumento e n

n

en s i

misma.

El

caracter instrumental

d e

la

e tica sovié tica ha

constituido

el obietivo principal d e la critica o cd -

dental,

que

s e

ha

centrado

e n

torno

al

principio

« e l

n iustica lo s

medios»,

pr indpio

considerado en s i

mismo como

no

ético. Sin embargo, la ética soviéti-

ca

apunta m ás allá del

instrumentalisrno, y

la

crítica en términos

d e

re lación m ed ios -n

no

da en

e l

blanco.

Las tendencias

suprapragmáticas d e la

ética sovié tica derivan

d e

l o s rasgos especicos del

instrumentalismo

soviético.

Page 223: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 2 2 I- lerbertMucuse

L a sociedad que proporciona

a

la ética soviaica

su denominador

general

está

deiinida,

según la

losoña

soviética,

p o r

d o s

caracteristicas

esenciales

(que

fueron objeto d e un

analisis m ás

completo en

la

Primera

parte):

1 )

S e

la

supone organizada de manera ta l que

ha establecido ya

L a s

condiciones previas para el

l ibre desan-ollo y realizacion de las facultades hu-

manas d e

todos

s u s miembros ( a

través

d e la aboli-

ción

de

la

propiedad

privada

de

los

medios

d e ,

producción

y,

con

ello, d e la

exp lo tadón y

d e la

iusticia

clasista).

2) Debido

a las

circunstancias particulares de

«atrasos

y

de

«cerco capitalista»,

e s t a s

condiciones

d e l a l i b e r t a d n o h a n s i d o t o d a v i a t o t a l m e n t e

utili-

zadas en

benecio

inmediato

de los

individuos.

La

represión,

la e s c a s e z

y el

empleo

improductivo

de

las fuerzas

productivas

(produccion bélica)

predo-

minan todavía y son signos d e la etapa inferior del

social ismo, distinta de la etapa superior del comu-

nisrno.

Las

condiciones de la l ibertad son,

todavia,

condiciones

previas;

s u

realización

depende

del

e s -

fuerzo continuado d e los individuos todavia

no

l ibres.

La

relación

entre e s t a s

d o s

concepciones d e la

sociedad

confiere

al

instrumentalismo soviético s u

dinámica especifica. bi pr imera conccpáón (año

mativa) suministra

un grupo

de

normas

éticas

obie-

t ivas, e s

decir,

d e n o m a s que corresponden

a

una

sociedad

sin

c l a s e s to ta lm ente desarro llada ( w o m a -

nismc-) . Estas n o m a s reasumen la idea

tradicional

de la civilización occidental - l iber tad,

iusticia

y

desan-ollo

integral

del indiv iduo- condensada en la

formula: «D e cada

uno segun

s u

oapaddad;

a cada

uno

según

s u s

necesidades»

La

fórmula

re insta la a l

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Squndapane 2 2 3

individuo

como

punto de ieferenda

ñnal

de las

normas

éticas: e s bueno

todo

lo

que fomenta

e l

l ibre

desarrollo

del

individuo.

S e

supone

que

el

extremo

relativismo

inherente

1 esta

norma e s l ibe-

rado de s u s

connotaciones

nocivas p o r obra de las

iusti tndones socialistas: la voluntad

general

coinci-

d e

con

la voluntad d e todos

los

individuos; la

desigualdad d e las n e c e s i d a d e s y

facultades

s e

con-

vierte

en un valo r

absoluto siempre y

cuando no

impl ique

e l

desarrollo

d e

un

individuo

a

e x p e n s a s

de otros. El

resultado

prospectivo na l d e la

mora l

socialista concede asi a la ética

soviética

la

digai-

dad d e las normas universalmente válidas

y

obieti-

vas, culminando

en

el

pr indpio

de la tol idaridad

y

la cooperación no sólo

entre

lo s

individuos

fino

entre

los

pueblos

y

las

naciones.

El

instrumentalìs-

m o desemboca en un absolutismo ético; el espiritu

d e partido y

la mora l

d e

c l a s e

son prodamados

meros

vehiculos (si

bien los únicos

vehínilos histó-

ricos) para

la

realización

d e

ln

humaníras.

Eau

nonnax del futuro, aunque puestas e n relación

con

la s ituacion

real

d e

la

sociedad

soviética, conservan

s u connotación ctrascendentei, esto e s , lo

imagen

de un

futuro

que compensar-6 a los

individuos

de

s u s

actuales sufrim ientos y

frustraciones. La

ética

soviética cuenta, asi, con una «válvula de seguri-

dad- :

la

im agen del

futum

parece desem peñar una

fundón

simi lar

a

la

de los

elementos

trascendentes

de la ¿tin occidental y a e r un autén tico suatitutivo

soviético de

la

relig`(›n.

Sin

embargo,

existe

entre

ambas

concepciones

una diferencia esencial,

d e

la

que la

e tica sovié tica

extrae

gran parte

de

s u

a t r a c t i v o . L a m e t a

t r a s c e n d e n t e

d e l a é t i c a

s o v i é t i c a

e s

histórica,

y el camino para

lograrla e s un

proce-

s o

histórico,

e l

resultado

d e

una

determinada

evo-

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 2 4

Herb Mlrna

lución

soda l

y politica.

L a p le nitud

y

satisfacción

nales

del hombre

no

estan orientados hada la

«personalidad

interior»

c

hada

e l

m ás

alla,

sino

hacia

la «nueva etapa» del

desenvolvimiento real

d e la sociedad. Y la verdad d e esta concepción

ha

de

s e r

no asunto de fe

sino

cuestión d e

analisis

cientico

y

d e razón; dicho

de otro modo, de

necesidad

(6).

indiscutiblemente,

e s t e

argumento

ocial

e n

fa -

vo r

d e

la

etica

sovié tica s irve

para

iusticar

un

régimen

represivo, e l

cual puede utilizarlo

exclusi-

vamente

como

pretexto ideológico para la perpetua-

cion de la situación

actual Sin

embargo,

lo

que

anterionnente

di i imos respecto

a la versión soviéti-

ca

del marxismo

en general (7 ) puede

s e r aplicado

también

a

su

losoña

ética:

una

v e z

que

s e

ha

transfonnadov

en una

parte

esencial de

la estructura

psíquica

y

d e conducta de los

individuos,

una

vez

que s e ha

t ransformado en

un factor de cohesión

e

i n t e g i - a a ä ó n

sociales, adquiere un im p ulso

propio

y

s e

mueve

p o r

s u

p rop ia d inam ica . En e s t e

trabaio

sólo

nos

ocupamos

d e

la

etica soviética

d e s d e

este

punto

de

vista y no

en tanto que obietivo de

los

dirigentes soviéticos. Su pretensión d e

estar

basada

en

la necesidad histórica ob je tiva o to rga a la ética

soviética

una rigidez extrema, pero

también

un

alcance e intensidad

m uy 9-andes.

Precisamente

porque

s e

halla

en

reladón

con

un

n

absoluto,

cexterior»

en

e s t e

sentido a

cualquier

acción y

posicion individual especifica, la ética sovié tica con-

siderará como inmovale: todas las acciones

y

posi-

ciones

que contrarresten o

retraaen

e s a supuesta

necesidad histórica. Muchas zonas de la existencia

humana

que e n

la

tradición

occidental

son

mora l -

m e nte ene utraless quedan

sometidas

asi

a

una va-

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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 Í . ^ ; , ~ › \ . ~ 7 = m a l l

S e n m - d a v a n e

› V

_  

2 1 5

lo ración m o ral. Por ejemplo: la zona

correspon-

diente

a las

tareas

cientificas

y

artisticas.

Una

teoria cientifica, aun cuando e s t e científicamente

vericada,

puede ser

condenada s i

s e la

considera

perjudicial para la mora l

comunista.

La

noción

epistemológico de la verdad (razón pura) y la no-

ción

mora l del bien (razón práctica)

tienden a

converger, del mismo modo

que la

verdad estética

tiende

a

converger

en

la

esfera

del

arte y

d e

la

l i teratura

con la verdad cpis tem ológ ica (8). Ambas

nociones conve rgen en la politica que

coordina

esferas d e

la existencia

humana que s e

hallaban

tradicionalmente separadas, a s í como l o s valores

que

reejan ta l separación. Además, l a nueva

b a s e

histórica

de

la

e tica sovié tica

necesita

asimismo

aplicar juicios

morales

a

zonas

meutrales» de

la

esfera privada, también e n e s t e

c a s o

po r in tenned io

de la politica. Una

relación

amomsa

con

un

«ene-

migo de clases e s moralmente

condenable,

pues

e s

polít icamente un-lala»,

sobre todo

s i

cons tituye una

relación

amorosa

auténtica;

pues en

ta l

c a s o

com-

promete la existencia entera del individuo y

no

sólo

la

parte

-p r ivada- d e

s u

existencia,

afectando asi

s u s

relaciones con

lo s

demas individuos, con el

trabajo

y con el

Estado.

Por

consiguiente, en

la

medida en que

las ncnnas éticas s e a n aplicables

en

tales

c a s o s ,

seran

iguales que

las

normas

polit icas,

p u e s no

existe

una

mora l

dual. La ética

soviética

constituye un instn im enta lism o polit ico, pero

en

e l

sentido de que la esfera politica

no

e s una esfera

m ás

entre otras, sino la

esfera

de la realización

humana.

La politización de la ética

s e

encuentra en el

arranque

y

en

la

conclusión

d e

la

losoa

occiden-

tal. Tanto en Platón como

e n

Hegel la

autonomia

M-ie-. i i

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 2 6 Herbert Marcus:

de

la ética sucumbe

ante

(o m às bien, s e

transfor-

m a en) la

autonomia de

la r e s publica, e l

Estado. Y

tanto

e n

uno

como

e n

otro

c a s o

e l

resultado

no

e s

un p rag m a tism o relativista

sino

un absolutismo. Si

la - idea del bien- exige que la po lú la realice

parcial

o

totalmente, entonces el bien será

solamen-

te

aloanzable

en

e l bio: polinícos

y

la

polis

en-

camarâ l a s normas éticas

absolutas.El

hechodeencar-

narlas significa que

l a

polis

no

constituye en s i

misma

e l

bien

supremo.

Sin

embargo,

en

lo

que

respecta

a

la realización de

la existencia

humana,

el bien

mora l

presupone e l bien

político,

el cual

e s

definido

e n reladón con los

recursos,

instituciones

y conexiones que perm iten la meior

real izadon

posible del hombre (de

su

esencia como « s e r racio-

nnh).

Según

esta

concepcion,

el

oonicto

étioo

no

surge

entre individuo (mora l ) y pol i : (amoral), n i

entre d o s

morales

nntsgónicas, sino entre conducta

mora l e

inmora l

en

la polis.

Socntes no repiesenta

el derecho

del individuo frente

al derecho

de la

polis,

sino la

polis iusta

frente

a

la

polis

injusta.

Lo

que

en

e s t e

c a s o

s e

halla

en

ìuego

no

e s

la

l ibertad

privada

de pensamiento

y

de conciencia,

sino

el

pensamiento y la conciencia polit icos, esto e s , la

polis. a la

que

tanto Sócrates como

s u s

i u e e e s

aceptan.

La

Filosoa ética y polit ica, por

un

lodo,

y m oral y polit ica, por otro,

tienen una b a s e

episte-

lp o lóg ica común:

en

la

ética

y

en

la

polit ica,

la

verdad

deriva

del

oonodmiento

del

orden

obietiva-

mente verdadero

existente

en ln

N aturale za y la

sociedad. La verdad ética constituye, asi, la verdad

polit ica; y la verdad politica e s la verdad absoluta.

La

misma

oonoqxión pervive, en s u s rasgos esen-

ciales,

en

la

teoria

marxista, especialmente en el

tratamiento

de

la

ideologia.

Hem o s hecho

ya

notar

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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s e g u n d a

parte

'

2 2 1

que las

ideas sovietiças acerca

de la

cultura intelec-

tual recuerdan, incluso en

s u formulación,

La Re-

pública

y

Las

Leyes

d e

Platón

(9).

A n d e comprender

en s u

totalidad las impl ica-

ciones de la concepcion soviética conviene destacar

s u s profundas raices ai la misma civilizacion

a

la

que desaña. El empleo

d e

la

palabra

«totalitaris-

mmcomocaiondesastrequeunicaalasñloso-

ñas

platónica,

begeliana,

fascista

y

marxista

sirve

para

enmascarar

tanto

el

nexo

histórico

que

une

al

total i tarismo con s u

contrario

como

las razones

historicas que pnoduieron la transfonnación del hu-

manismo clásico en

s u

negadon.

Mientras lo s

valores

httmanlstìoos -y particular-

mente la l iber tad- no

s e

hagan

realidad,

s u

propio

contenido

continuará

sometido

a

las

condiciones

que

hagan posib le

ta l

p a s o .

Tal re a liucio n sera

politiea,yaqueafectaalasociedadoomountodo

y no sólo

al individuo

privado.

La realización de la

l ibertad

constituye asi

tm

prooeso obietivo

en un

doble sentido: 1 )

impl ica la t ramfonnadon de una

sociedad

establecida,

y

2)

e s a

transformación

de

pende

de

las oond idones his to ricas del munento .

Porambasrawnes,lareali1.aci6udeIalibertad

presupone que pensamiento y acción (teoría y p r å < >

tica)

s e hallen

en

concordancia

con la verdad

histo-

rica, esto

e s , con la

razón

objetiva. En ta l caso, e s a

teoriayesapr6etica,ynolaoonservaciondela

l ibertad

aislada individual,

serán la tarea

y el

valor

¢ticospfimarios.Laverioaci6ndelateoriay

practica uoorrectau, la validación de

la

razon obie-

t iva,

pueden

buscarte tonto en la ontologla idealis-

ta como en

el

material ismo dialéctica: aunque lo s

dos

sistemas

s e

encuentran en

polos losócos

opuestos,

ambos

impl ican

la nbrovdón

u-arm'zoría

Page 229: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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22 He-ben

Mamue

de

la libertad dentro de la neces idad histórico y

polít ico, esto e s ,

dentro de la razon obietiva.

El

fundamento

común

d e

ambos

sistemas

s e

en-

cuentra

e n la filosofia de

Hegel.

Hem o s señalado

ya que

la

noción

marxista soviética

de

la

l ibertad

no hacesino

repetir

la

paráfrasis d e

Engels

de

la

concepción hegeliana:

la l ibertad e s «reconocimien-

to de la necesidad»

y acdón

en concordancia

con

la necesidad reconocida

(10).

Es

m ás

que discutible

el

que

semejante

parâfrasis

recoja

realmente

e l

significado de la noción de Hegel; sin embargo, e s

verdad que,

en

e l sistema

d e

Hegel, la

esfera

priva-

da

de

la

l ibertad

a e disuelve

en

la

esfera

pública

del

Estado

y del

Derecho,

y que

los derechos

rubietivos s e

disuelven en

verdades

obietivas.

M u-

chos

han

subrayado

e l

hecho

d e

que

en

el

omn i -

comprensivo sistema begeliano

no exista

una disci-

plina elpecial de neticas. La fuerza que explica esta

-desaparición» de la filosofia ética independiente y

la disolución de lo s valores

éticos

privados e s

la

Historia.

Este

c a

e l

punto

e n

que

la

politización

de

la

e t i c a ,

p r o c e d e n t e d e l a t r a d i c i ó n o c c i d e n t a l , s e c o n -

solidó

en un sistema nuevo de pensam iento , que

pretendiaseralavezelheredemydadvetsurio,

la realización y la neg adón,

de

esta

tradición.

El

progreso

de

la propia civil izadón occidental puso

enelordmdeldialatranslacióndelosvalores

internos

a

condiciones externas y

de las ideas sub-

ietivas a

rea lidad ob ie tiva ,

la conversión de

la

etica

en

pol i t im. Hegel, al interpretar la

Razón

tér-

minos d e historia, anticipa, en una formulación

idealista, la

trans ición m arxis ta

de

la

teoria a la

práctica

El procm histórico

ha

creado las condi-

ciones

previas,

tanto

materiales

como

intelectuales,

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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S m l w m

2 2 9

para

la realizacion d e la

Razón (Hegel)

en la

organizacion de la sociedad (Marx). para lo eonver

gencia

de

l ibertad y

necesidad.

Sin

embargo,

la

l ibertad que

converge con (0

que e s

incluso aboon

bida por)

la necesidad no constituye la fo rmo

últi-

m a de la l ibertad. En e s t e

punto nal,

Hegel

y

Marx cs tån nuevam ente d e acuerdo. El reino de lu

auténtica

l ibertad

s e encuentra m ás

alli

del reino

de la necesidad. Tanto ln

l ibertad

como la

necesi-

dad

s o n

obieto

de

nueva

definicion.

P ara Hegel,

la

l ibert ld final

m i d e en

e l

reino del Espiritu Abso-

luto.

Para Marx, el

reino d e la necesidad

será

dominado por una sociedad

cuya

reproducción

que-

dará sometida

al

control

d e

los

individuos, siendo

la

l ibertad el l ibre fuego de las facultades indivi-

duales

fuera

del

reino

del

trabaio

necesario.

L a

l ibertad

queda

uconnadxn

nl

I iunpo

l ibre; pero el

t iunpo

l ibre constituye,

cuantitativa

y

cualitativo-

mente, el

propio contenido

d e ln vidn. Admi í s ,

segin Marx,

el

proceso

histórico,

regido p o r

l e y e s

objetivas,

genera el social ismo,

a traves de

la

uti-

vidnd

politica

del

proletariado,

como

In o rg aniza-

ción

racional

de las eondiáones para la l ibertad.

La

necesidad historica

tnnxforma ui ln ética en

polit ica, y la percepción de

la

necesidad

histórica

instala a

la

politica sobre l i indnmentoo

i e iem l -

e o n ,

oonriénrlole

un

aráe te r

objetivo. Sobre ul

fundamento,

la

loaon

ética sovié tica

n e

presenta

como lo opuesto al oportunismo,

pragmat ismo e

i rmàonal isnio a b u r g u e s e s u z com o el

protagonista

de lnRnz6noon I . rn losdes t rue tmeode InR.u .6n .B l

naque n la loson é tica burg uesa s e l ibre

en

nombre d e la « truicìonadm trad icion rocionalixta.

L a lucha

contro

la ética burguesa s e

hace

tanto

m ás

vital

pura

la

losoa

social

xoviétiea

cuanto

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 30 Herbe r t Martuse

que ambos poseen r a s g o s comunes. Las tendencias

progresivas y criticas dentro de lo l i losoa burgue-

s a

s e

convienen

en

e l

blanco

principal

del ataque.

La

principal

acusación

que s e

e s g r i u - i e contra ellas

e s

la

de que constituyen una deshonra d e

la Razon.

Nietzsche

y

Freud,

Schopenhauer y

Dewey,

e l

pragmat ismo,

el

existencialismo y

e l posit ivismo

lógico

s o n

estigmatizados

como

irracionaliatas

y

antiin te lectua lis tas y ,

por

ello,

como

«reacciona-

rios»,

«iumoraless

e

eimperialistass.

Según

la

in -

terpietación soviética,

tales

corrientes p o s e e n uectr

sariamente -e n s u

función

histórica objet iva- e s e

carácter, con

independencia

de

las intenciones y

convicciones

personales de

los

filósofos que

las

de-

enden.

La razón e s que cualquier compromiso

con

los

valores

históricamente

superados

d e

la

sociedad

burguesa,

cualquier

intento

de

negar

la validez

obietiva d e la dirección históricam ente definida del

progreso y

de

la capacidad

del

hombre para corn-

prenderla, resulta para el marxismo soviético un

intento

d e justificación de un sistema

social

caduco.

No

e s

necesario

seguir

aqui

el

despliegue

d e

e s t a

critica: n o s l imiuiremos a mostrar el m étodo que

aplica.

(Es,

en

g ran p arte , e l rnisrno

m é todo que s e

utiliza e n

la critica marxista del capitalismo y

que

le oonere su atractivo racional.) Uno d e

los

pr in-

cipales elementos d e e s t e

método

consiste en

part i r

de

la

validez

d e

las

ideas

y

objetivos

del

adversario

-aceptarlos, p o r asi decir lo- y m ostrar

a

renglón

seguido que s o n irrealizables dentro del marco teo-

rico

y social

en

el que operan. La conclusión

e s

que

e s a s ideas

y objetivos están siendo

t raidonados,

violado: o

transformados en c o s a i lusoria

por

la

acción

d e la losofn y la sociedad burguesa. En

e l

c a s o

de

la

fi losofia

etica,

lo s

d o s

blanm

principales

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Segunü parte 2 3 1

delacrh.icasov¡éticaaon:a)elesfuemodelaética

occidental contemporanea para

captar

y compren-

d e r

l a

c o n c r e t a

ritusción

e x i s t e n c i a l

d e l

i n d i v i d u o

y

d e r i v a r d e e s a s i t u a c i ó n l o s itutrumentos

c o n c e p -

tuales

y practicos para el

progreso de

la

l ibertad

y

dela raz6n,yl›) el in tentodedara laét icauna

b a s e cientica

(logica o experim enta l).

Estos

obieti-

vos, según la critica

soviética,

no solo no

pueden

ser

alcanzados

p o r

lo s

teóricos

éticos

burgueses,

sino

que, en

el esfuerzo

p o r

lograr los,

s e

tnns fo -

manerisuseontrarioslïnlamedidaeoquela

ética

burguesa progresiva opera

con las

institucio-

n e s e ideologías de la sociedad

capitalista,

apoya ln

fuerzas que impiden e l progreso. Así, negando

la

etapa

histórica

superior

d e

la

razón

y

la

l ibertad

que

implia la eliminación del capital ismo,

esta

losoña e s i rracional y abstracta aun

cuando

pre-

teuda

ser

racio nal y

concreta:

defiende

una concep-

dé n antiw ad a de la razón,

no tiene

en cuenta las

concreta: condiciones historicas de la l ibertad,

aba-

tnyendo

a

e s t a

d e

a q u é l l a s .

En

virtud

d e

e s t a

postura, la é tica burguesa

progresiva e s

regresiva

incluso m a n d o

critica

a la

sociedad estab lecida.

Además, la

teoria soviética

rechaza la

lcson

occi-

d e n t a l taiitc m a s

v i o l e n t a m e n t e

c u a n t o m á s

critica

s e a

esta; ya que, d e s d e e l punto de vista soviético,

la

crlúca

burguesa

de

la

aodedad

actual,

s i

bin

señala s u s rasgos represivoa, desvía al mismo t iem-

polaluchacontralascausasd:elarq›resión.Se

urma

que e l ap arato cientico de esta losoa

e s

espúreoyquenosirvemånqueparaoscurecery

distraer

la atención de

los verdaderos

problemas,

esto

e s ,

el

estancamiento

y

el

caracter

destructivo

del

sistema

capitalista.

Tomaretnos

como

eiemplo

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 3 2 Herbert Marque

d e e s t a

i n t e r p r e t a c i ó n e l

t r a t a m i e n t o s o v i é t i c o d e l

pragnat ismo de Dewey.

Parece

existir

una

estrecha

anidad

entre

las

renovadoras orientaciones de la teoria hacia la

práctica que Marx y Dewey , cada uno por

su

lado,

prendieron.in embargo,

la

critica soviética su-

braya que el marxismo y e l

pragmat ismo

son

no

sólo esendalm ente diferentes sino

incluso opuestos.

Según

Shariia,

lo

que

la

tesis

marxista

af i rma

-no

e s que lo

útil

s e a verdadero,

sino

que lo verdadero

e s

útil- (ll).

Esta formulación ¡emite

al

Materíalis-

m o

y

Empír-íocrílícixmo de Lenin. En esta

obra,

Lenin

había

annado

que,

para los

marxistas,

la

práctica cons tituye el criterio d e la verdad sola-

mente en la medida e n que s e derive de un saber y

conocimiento

verdaderos

(12)

y

en

que

s e a

práctica

del único

grupo

social que

puede

descubrir y reali-

zar la verdad, e s decir, e l proletariado

con concien-

cia de

clase.

La

unidad m arxis ta

de

la

teoría

y la

práctica presupone

la existencia de una verdad

obietiva

e incluso -absoluta»,

cuya

dernostradón

incumbe

al

material ismo

dialéctioo

(por

ciemplo,

la

verdad acerca d e

las

potencialidades y

perspectivas

'd e

una sociedad y, en consecuenda, d e

las

poten-

cialidades y perspectivas de la

l ibertad

y e l «creci-

mienton).

El contenido

de

esta

verdad,

asi como s u

y realización,

son

históricos;

pero

e e -

t o s e le m e n t o s

r e l a t i v o s

s o n

c a m e t e r t s t i c a s

t a n t a

d e

la realidad objetiva como

d e

la verdad obietiva

acerca de esta realidad. Según Lenin,

la

dialéctica

«incluyen el relat ivismo, pero

no

« s e reduce» al

relativismo; solamente

s o n

relativas las condiciones

históricas

para

la aproximación» a la verdad

obie-

tivn

y

para

s u

realización

(13).

Aplicada

a

la

mora l ,

e s t a

postura

permite

no

lólo

rechazar

cier-

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Sqrnh

parte

2 3 3

tos principios morales supuestamente incondiciona-

l e s como

tergiversaciones idoolo jeas

de la verdad

obietiva,

sino

también

aceptar

ciertos

«principios

elementales» de

la

mora l humana independiente-

mente del contenido

d e clase

(14).

A part i r

de la

repulsa

del lila.-rtinaie mon i l

de

los pr imeros

años

de

la

década de

los

veinte,

la losoa

etica

soviéti-

c a insiste

cada

vez

m ás en que la

tesis marxista

de

que

la

exis tencia socia l

del

hombre

detennina

su

conciencia

no anula

la

validez

d e las normas etias

generales. Pues,

prescindiendo de las diferendaa

existentes

entre las form as his toricas de vida social,

ciertas

relaciones y normas de conducta basica,

comunes

a

todas

las formas de la sociedad

civiliza-

da, estan expresadas

en ciertas

-normas

de conduc-

ta

ética»

generales,

validas

para

todos

lo s

hombres,

con independenda

de las c l a s e s . La

insistencia

del

marxismo aovietioo en

la

validez

general de lo s

principios

éticos guarda

un notable paralel i tmo con

la postura

marxista

acerca

del

lenguaìe

y

la lóg ica ;

fue este miento argumento e l que s e aplicó en la

defensa

de

la l6g'ca

t`onnal

contra

lo s

intentos

de

diaolverla dentro

de

la log ica d ialé ctica (15), asi

como

en

la polémica

contra

la doctrina

clasista

del

lenguaje.

Estas

tendencias ideológ icas expresan

e l desarro-

llo

en

vinud

del

wal e l Estado

soviético

pierde

su

posición

revolucionaria privi legiada

y

participa

de

l a s

p a u t a s d e

o r g a n i z a c i o n

y

c o n d u c t a

c a r a c t e r i s t i -

c a s d e la

civilización industrial

contemporánea.

En

e s t a GUI ” , la racionalización, la eficacia

y

las

previsiones a

largo plazo s e

translãinnan

en exigen-

cias

económicas

y politicas

primordiales.

El acento

puesto

en

la

existencia

de verdades

obietivas

en

el

campo

de

la

ética

entra

dentro

d e

los

redentes

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 3 4 Herbert Mamue

esfuerzos para adaptar la ideologia a la nueva

etapa

de

la sociedad soviética.

Pero esta

nueva f a s e

tampoco

renuncia

a

la

pretensión

de

que

solamente

la sociedad soviética s e halla en el camino histórico

correcto hada la realización de tales verdades.

Los

principios obietivos de

la

ética soviética

p o s e e n asi

t | . n doble caracter:

pretenden

1 ) referirse a los

principios morales

válidos para cualquier f o r - r n a d e

sociedad

civil izada,

y 2) s e r peculiares

d e la socie-

dad

socialista,

única

que

puede

realizar

la

l ibertad

y ìusticia auténticas D e s d e la pr imera

posición,

la

losoa mora l

soviética

arremete contra todas las

éticas burguesas

fachadas

d e

prefascistas

o fascistas

y

que niegan los principios morales

universales

en

favor de fuerzas

amorales

tales

como

la

Vida,

la

Voluntad

d e

Poder,

el

Eros,

etc.

La

segunda

posi-

cion constituye el centro del ataque contra Dewey.

El asalto contra el

«irracionalismo burgués» re-

sulta particularmente

esclarecedor,

ya que

pone al

descubierto

lo s rasgos

comunes

d e la raciona lidad

soviética y occidental, esto

e s ,

el predominio de

los

elementos

tecnológicos

sobre

los

humanlst icos.

Schopenhauer y Nietzsche, las diferentes e s c u e l a s

del i v i ta l i smo i (Lebensphilcsophie),

del

existencia-

l ismo y

d e

la psicologia p ro funda d ie ren entre sl

-e incluso

entran en conicto- en

la mayor ia

d e

las

cuestiones importantes; sin

embargo,

s e

ltallan

emparenlados

p o r

e l

hecho

de

que

ponen

en cues-

tión la racionalidad

tecnologca

de la civilización

moderna. lo hacen

poniendo

de

relieve las

fuerzas

psíquicas y

biolócas

que subyacen a esta raciona-

l idad, y los sacrificios

i rremediables

que e s a

rado-

nalidad

impone

al hombre. El resultado e s una

t ransmutadón

de

valores

que

destruye la

ideologia

del progreso;

m as

no

a

través

d e

una

regresión

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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S e g u n d a

parte

2 3 5

mn-tánlica y senumental , sino mediante la ruptura

d e

los

tabúes d e la sociedad

burguesa. Esta trans-

rnutacibn

s e

opera

preúsamente

en aquellos

valores

que

la

sociedad

soviética

d e b e proteger por

endma

d e todo:

la

anulación,

e l

trabaio socialmente

nece-

sario, la disciplina laboral

que s e perpetua a

s i

misma,

la felicidad

deinorada

y rep rim ida.

Asi,

el

marxismo soviético, en

s u

lucha

contra

lo s

-valores

burgueses»,

no puede

reconocer

ni

aceptar

la

criti-

ca

m as

destructiva

d e e s t o s

valores,

que

s e

realiza

precisamente

e n el

propio «mn-tpo burguén;

en

lugar de

ello, d e b e negar

e s t a s

criticas, aislando y

ridiculizsndo lo s e v á d e n t c s aspectos

regresivos d e

s u

l i losoa.

El

ataque contra Dewey toma una

dirección

dife-

rente. Como

quiera

que

s u

pragmat ismo

no

admite

la existencia d e

iuicios

obietivos q ue p uedan conde-

nar

a

la sociedad burguesa como históricamente

anticuada, s u esfuerzo por superar los l imites

ideo-

lógicos

de

la

ética burguesa

deberan desembocar

necesariamente e n un

relativismo conformista.

D e-

w ey

opone

al

absolutismo

acientllìco

de los

idealis-

tas ¿ ticos la infinita plural idad de

experiencias,

aspiraciones

y

situaciones existenciales,

cada una de

ellas

con s u s propias

potencialidades de «crecimien-

to - y , por tanto, con

s u s propios

valores. Sin

embargo,

seineiante

plural idad,

según la critica s o -

viética,

no

suministra per

. r e

una

b a s e

para

fo rmu-

la r

¡uicios

éticos

positivos. Solam ente cuand o la

sociedad que integra la

pluralidad

de

situaciones y

metas proporcione la posibil idad real de un

«creci-

rniento-

libre

estará

en

condiciones

de

hacerlo.

Ahora bien,

e l

marxismo mantiene

que

ta l posibil i-

dad no puede darse en la

-decadente»

sociedad

burguesa,

excepto

en

c a s o s

marginales

y

siempre

a

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 3 6 Herbert Marwle

e x p e n s a s

de

otros.

La

negativa

a trascender

esta

sociedad

hacia

s u

futuro

histórico

«ob ie tivoi v icia

en

s u

misma

b a s e

los esfuerzos

de

Dewey

p o r

superar un relativismo ético confonnista. Sin

duda,

e l pragmat ismo de Dewey

no

excluye

cambios y

reformas

sociales,

que habran

d e ser

realizados I

través de una educación que transmita un saber

verdadero

y completo, el

cual tendrá

la

tarea d e

guiar las

refonnas graduales. Sin embargo,

e s t e

programa

e s ,

según

la

critica

soviética,

autocontra-

dietorio; la

sociedad no puede

otorgar

fadlidades y

derechos

educacionales

a

un saber que contribuir-la

a

su

propia

destrucción.

Esta s ituación obliga a la

losoa d e Dewey

a

aceptar implíci tamente (y qui-

zå incluso en contra de las intenciones del propio

Dewey )

las

normar

y

metas

dominantes

dentro

de

la sociedad estab lecida. Adem as,

también

condena

al fracaso al

intento d e

Dewey

d e

fundar la

ética

sobre

b a s e s cientificas.

El

marco d e referencia

den-

tro

del

cual las proposiciones de D ew ey han de ser

vericadas e s e l sistema institucional e

ideológico

de

la

sociedad

burguesa, que

necesita,

a

s u

vez,

una

.-verificación».

.La cienda d e la

conducta»

de

D ew e y, carente d e ta l comprobación trascendente

(que mostrar ia que la

estnictura

e s

defectuosa e

imperfecta), e s simplemente

una descripción

( e

in -

cluso

una justificación) de

la conducta socialmente

dominante.

La

negativa

a

extender

el

método cien-

tlco

al

futuro

histórico,

accesible a

la

dencia

a

través de l analis is d e

las tendencias

fundamentales

existentes en

la sociedad

actual,

l imita

el pragma-

t ismo

a

una mera descripción de lo que e s (16).

Page 238: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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s e g u i r a . p e n e 2 3 7

ll. bos principios de la

mora l comunista

Según

la

interpretacion

que

el m ancism o

soviéti-

co hace de

s u propia

postura é tica,

cabrla

encon-

t rar

en ella dos niveles de losoa

mora l :

el uno

denirla lo s «principios elementales de

la

mora l

humana al margen del contenido

de clasei,

y e l

otro

mostrar ia

la expresión

d e

e s t o s

principios

y s u

realización

espedca

e n

la

«mora l

comunista».

Sin

embargo, surge

e l

problema d e que

no parece exis-

tir una

exposición sistem ática

del

pr imer

nivel

que

pueda

sum in is tra r m ate ria l representativo

adecuado

para

s u

análisis. La inexistencia d e desarrollos

s i e -

temúticos d e lo s

«principios

elementales de la mora l

¡tun-¡anar

e s , d e s d e

luego, inherente

a

la

polit iza-

ción

d e

la

ética:

a

medida que

los

valores

morales

s e

convienen

progresivamente en

valores

políticos y

la conducta mora l s e t ransforma en

oonducta

pol l -

tica jus ta, v a quedando menos lugar

para

los

pr in-

cipios

éticos independientes,

o

para la fundamenta-

úón de

s u

validez

obietiva. Sin embarg i ,

la ética

soviética pretende

tener

una

validez

objetiva

en

la

medida

en

que las

metas

especificas de la

aociedad

soviética coinciden

con e l

interés universal d e

lu

humanidad,

esto e s ,

la realización d e la l ibertad

para

todos.

Pero é s t a e s también la pretensión de

la

«ética burguesa». Fommlmenze, los «principios ele-

rnmtales

d e

la

mora l

humana»

admit idos

p or

lu

losoa mora l

soviética

ooincidirån, asi,

con

los

admit idos p o r

s u

antagonista. Por

e s a

razón, lo s

principios universa lm ente vá lidos tienden

a

fundine

con

lo s principios

especicos

de la

mora l comunis-

ta .

Dentro

del contexto

d e

la ética

soviética,

los

primeros

reciben

s u

signicación

real

d e

los

últi-

mos,

los

cuales s e denen,

a s u vez,

d e

acuerdo con

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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1 3 3 Herbert M a ma s

el desarrollo de la sodcdad soviética. Por

tanto,

analizaremos

e s t o s

principios

d e s d e e l

punto de

vista

d e

s u

función

social

y

pol i t ica

Y

d e s d e

e l

p r imer

momento nos enfrentarnos

con e l hecho

de

que

lo s

principios

cepecicos

d e

la mora l comunis-

ta, lo m ism o que

los «principios

de la

mora l

huma-

na», de alcance

universal,

s e

parecen,

en grado

sorprendente, a

los

de la ética

burguesa.

D el mismo

niodo

como

la

Constitucion

soviética

en su

procla-

mación

de los «Derechos

y

deberes fundamentales

de

los ciudadanos»

parece

copiar

la ideologia

y

practica -delnocratico-burguesa», asi parecen ha-

cerlo

también

las fonnulaciones soviéticas de los

principios

éticos.

Por

mucho que s e

subraye la

diferencia entre ideologia y realidad, e l hecho

de

la

imi tadón

o

asimilación

resulta

innegable.

La

co e

xistencia historico-universal de

lo d o s sistemas r iva-

les,

que dene la

dinamica

politica de ambos,

de-

ne

también

la función social

de

s u ética.

Al

examinar lo s

va lores m ora les superiores

que

la

losoña soviética establece, resulta dici l encontrar

una

sola

idea

mora l

o

un

conjunto

d e

ideas

morales

que

no

pertenezca también a

la ética

occidental.

Cuidado, responsabil idad, amor ,

patr iot ismo,

dili-

gmcia , honradez, laboriosidad, prohibición de

vio-

la r la fe licid ad del prój imo, consideración p o r

e l

interes común:

nada hay

e n

e s t e catalogo

de valo-

r e s

que

no

pueda

s e r

incluido

en

la

ética

de

la

t rad idon occidental.

La semeianm persiste

cuando

examinamos lo s principios especificos d e la mora l

comunista

(1).

S e

repite

de fo rma c a s i l i teral la

jerarquía

d e

valores

establecida

por

Lenin

en 1920;

y las nuevas normas morales que s e incorporan no

s o n

m as

que

una simple

reelaboración,

destinada

a

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Seguarhparte

2 3 9

fonalecer

y

vigorizar al Estado sovié tico: patriot is-

m o soviético,

orgul lo

nacional,

solidaridad

indivi-

dual,

nacìonal

e

international,

respeto

p o r

la

pro-

piedad

socialista, a m o r

p o r

el trabajo socialista,

amor , lealtad y

responsabilidad

hacia la

famil ia

socialista y el Partido. Po r

s u

parte, el

código

de la

mor a l

comunista expresado en el Programa de

l96l incluye lo s principios m is

conocidos

d e

la

ética

de

la

industrialización,

p o r

ejemplo:

~ E 1 m b - i s w n o m m a o p o r a u e n a e u m a e a r s a q i n m

trabaia

n o

c o n - i e ;

-e re i i sa idooeeunumpofsemerv - rymrup i ta rab iea

puma;

-elena-

s o n d e o s - - s e r «ser

» t - ¡ . | , i m r m i m a i

t u r a - em -

quier

violadon d e l o s i n t e r e s e s

s o c i a l e s ;

- l›oues ridad yiincerldad ,pit |e|-arnoralninipl icidady ntode asiaen

la vida s o c i a l y privada;

-««pewmutos¢aurrrri¡t¡n,¢¢i~er¢pef|ieaaer«^saae1¢s

un ( 2 ) .

Estos principios ti-¡viales

(y

no precisam ente

pro-

gresistas)

no

parecen expresar la idea

d e

una

mora l

nueva para una sociedad nueva

Adeuis,

la deni-

cion del «hombre nuevo» que debe surgir

en

cl

pe r- io d o d e lpas o a lo o rnun im to e vo cauna im ag e n

t o d a v í a

m a s i n q u i e t a n t e :

e s t e h o m b r e

n u e v o r e u n i -

rá «ln riqueza

espiritual, la purem m oral y la

perfección

ñaica».

Para poder apreciar la

función

real de

e s t a s

triviales nociones hemos de situarlu en e l contexto

concreto que

las

i lustra dentro d e la

mora l

soviéti-

c a . Este contexto

nos

lo

proporcionan las discusio-

n e s

sobre

relaciones

laborales,

matr imonio ,

asuntos

familiares,

empleo del

ocio y educacion, asi como

s u

presentacion

a

través

de

la

l i teratura

y

de

la

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2 40

Herbert Maltuae

industria del espectáculo.

los valores

mo rales con-

vergen en la

subordinación

del plaoer al deber -el

deber

d e

poner

todo

lo

que

s e

p o s e e

al

servicio

del

Estado, del Partido y

de

la

sodedad-

y

en

la

transformacion del deber

en

placer.

Traducido a

mora l

privada,

esto

significa relaciones monogánt i -

c a s estrictas, dirigidas a la reproducción y educa-

ción d e

los

niños; disciplina

y

anulación profesio-

nal

en

e l

marco

de

la

división

de

funciones

estable-

cida,

y

una concepción

del

empleo

del

ocio

como

distensión

del

trabajo

y como

recuperación

d e ener-

g ia para el trabajo, m as que

como un

n en s i

mismo. S e trata,

en

todos los a s p e c t o s ,

d e

una

mora l

d e emulación e n e l trabajo, proclamada

con

una rigidez superior a la

d e

la mora l burguesa y

suavizada

o

cndurecida

según los

intereses

especifi-

o o s del

Estado soviético (por

eianplo,

suavizada

en

la consideración otorgada a los

hiìos

i legit imos o en

todos aquellos

c a s o s en los que la rig'dez

entra

en

conicto con

las

exigencias de la

lealtad

politica, d e

la eficacia del tnba io , de la diwápl ina del

Partido,

etcétera;

y

endurecida

en

el

supuesto

d e

castigo

p o r

robo o

«sabotaier

de la propiedad estatal).

Una d e las

exhortacioues

m as representativas,

dirijda «al for ta ledmiento de la mora l comunis-

ta › (3), s e centra en la mora l de

trabajo.

S e

dice

que lo s «principios superio res» que rigen

e s a

mora l

s o n

e l

patr iot ismo

soviético

y

el

amor

a

la

madre

patria, asi com o el cìntemacionalismo

proletario›.

Sirven

para

¡ustìcar

la

completa identificación

del

trabajo con

el contenido

de la

vida entera

del

individuo.

No sólo e l trabaìo

e s en s i mismo un

honor y

una gloria,

y

la «emulación socialista» un

deber'

incondicional,

sino

que todo

trabajo

p o s e e

baìo el socialism o

un caracter creador; cualquier

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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S e g u n d a

parte

2 4 1

forma

de despredo hacia

el

trabajo

manual

perju-

dica a

la educación

comunista.

En la sociedad

soviética,

«el

amor

al

t rabajo-

constituye

p o r

s e

uno d e

los pr indpios

supremos de la

mora l

comu-

nista,

y el

trabajo

e s cons iderado en

s i

m ism o com o

uno de

los factores

m as

importantes en

la fo rma-

cion de l a s

cualidades

morales. Dado

el

valor

mora l

del trabajo en

im a sociedad

socialista, las

diferen-

cias existentes

entre

e l

trabajo

intelectual y

e l

m a-

nual,

entre

e l

trabajo

elevado

y

el

humi lde,

carecen

de importancia y signicacion.

Esta igualizadón mora l d e las d ife rentes fo rm as

y

esferas de trabajo

p o s e e

una

gran

importancia a

la

Isora de

denir la función real

d e

la ética

soviética.

La

teoria marxista

establece una

distin-

ción

esencial

entre

e l

trabajo

como

realización

de

las potencialidades humanas

y

e l trabajo

como

«trabajo

enajenadm;

toda

la

esfera d e

la produc-

ción material , de

las

ejecuciones meeanizadas

y

estandar-izadas,

s e considera

como una esfera de

alienacilm En virtud d e e s t a distinción,

la

l ibertad

solo

podra

ser

realizada

dentro

de

una

sociedad

la que e l

trabajo

como l ibre despliegue

de

las

facultades hum anas haya l legado a

ser

una

«necesi-

dad vital» para la sociedad, y donde el

trabajo

para

satisfacer

laa necesidades

de la vida no

consti-

tuya

ya la

ocupación

y

labor principal

del

indivi-

duo.

En

últ ima

ins tancia, lo

que,

según

Marx,

dene y justifica

a l socialismo como

«etapa supe

riora

de

la

civilizacion e s

la

supresión

de

la aliena-

ción. El

sodal i rmo

dene

im a

nueva

existencia

humana, cuyo

contenido y

valor han de

estar

de

terminados por el t iempo

l ibre,

no por e l tiem p o de

t rabajo;

e s

decir,

el

hombre

solo l lega

a

realizarse

fuera

y

› - m á s

al lá-

del

reino

de

la p roducción

u_u

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 42 Herbe r t Mllcuae

materia l

destinada a la

satisfacción de

las

necesida-

d e s

elementales

de la

existencia.

La socialización d e

la

producáón

ha

d e

reducir

al

min imo

la

energia

y

el t iempo gastados e n e s t e

dominio, y ha

d e incre-

m entar al m áxim o la energía y el t iempo utilizados

para e l

desarrollo

y satisfacción

d e

las n e c e s i d a d e s

individuales

en e l

reino d e

la l ibertad.

En contraste con

e s a

concepdón, la mora l

sovi(~

tica

no

reconoce diferencia alguna entre el trabajo

enaienado

y

no

enaienndo:

s e

supone

que

e l

indivi-

duo

invertirå todas s u s

energías

y pondrá todas s u s

aspiraciones

en

la funcion

que

eliia

voluntar iamen-

te o que las autoridades

l e

asignen. Esta anuladón

de la

decisiva

diferencia entre

trabajo enaienado

y

no

enaienado permite

al

marxismo soviético procla-

m ar

que

el

sistema

soviético

posibilita

e l

desarrollo

total del individuo, e n contraste

con e l

individuo

muti lado d e la sociedad occidental

(4).

Pero la

aplicación de

las

ideas d e Marx y Engels acerca d e

la sociedad comunista al

proyecto

soeialistmsoviéti-

o o

d e construcción del

comunismo

no hace m ás que

poner

d e

relieve

e l

contraste entre

la

teoría

marxis-

ta y la teoria soviética:

en

la últ ima, el

individuo

plenamente desarrol lado e s

e l

trabaiador experto

que vierte

su

individualidad e n s u

trabajo.

S e pre

tende que e l

«carácter

mismo del trabajo bajo el

socialismo

ha

cambiado», y que, p o r

consiguiente,

«todas

las

personas»

s o n

«requeridas

para

t rabaiar

d e

acuerdo con s u capacidad,

en

beneficio

del pue-

blo y

d e

ellas

mismas».

Esta fórmula no tendrá

nada

d e

socialista

o oomunista en

tanto

que

el

trabaio -según

s u

capacidadn

continúa

siendo reali-

zado

dentro

del «reino

de

la

necesidad»,

esto e s ,

mientras

no

constituya

e l

l ibre

despliegue

de las

facultades humanas.

Page 244: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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S e g u r n ü parte

2 4 3

Las conside rab les a tenuaciones

recientunente

proclamadas

y l levadas a cabo en

la Union

Soviå i -

c a

no han

el iminado

la

fusión

de

n o m a s

técnicas

y

normas morales, de productividad del trabajo y

ética, de ecacia y felicidad. Bajo la vieja

consigna

d e lucha

contra

lo s vestigios d e influencia capitalis-

ta

e n

la m e ntalid ad del

pueblo,

prosigue la lucha

sistemútioa contra todas las tendencias Iibertarias

que

pudieran

poner

en

peligro

lo s

objetivos

del

rég ìner t

El marxismo soviético h a c e depender la

supervi-

vencia

de

elementos

capitalistas en e l s e n o de la

sociedad soviética

del

mantenimiento

del -cerco c a ~

pitalista». S e

acusa a

las

potendas

ocddentalea

de

inttar reactivar lo s vestiyos del

pasado

aún

exis-

t e n t e s

d e n t r o

d e l

E s t a d o s o v i é t i c o .

P e r o

l a l u c h a

oaritra las ideologlas

y

actitudes

capitalistas

adquie-

re su pleno

sigticndo

d e cara

a

la politica into

rior:

s e

trata de contrarrestar el

peligro

de

disten-

sión que una

productividad

en constante aumento

entraña. Además,

c o s a

quizá incluso m as impor tan-

te ,

e s a

lucha

s e

esfuerza

p o r

meioi-ar

y

aumentar

una fuerza

de trabajo

bien preparada, håbi l y

disciplinada.

La lucha contra el legado del

pasado

s e parece asi, en gran medida, a la lucha del

capitalismo

naciente contra los

valores

y actitudes

preeapitalistns ( S ) .

L a

reeducadón

ideológica

s e

centra

todavía

en

t o r n o

a l a actitud «socialista c o n r e s p e c t o a l tra-

bajo,

que

s e

contrapone

a la actitud nep t i va ,

presunta

caracteristica del trabajador

en

una socia

dad explotadora. La exigencia

d e

una

identificación

positiva del trabajador con

su

trabajo, la

presión

en

favor

d e

una

incesante

aemulacion

social ista,

e o r i t i n ú u '

e n t o d o s

l o s c a m p o s .

S e g ú n l o s

t e x t o s

Page 245: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 44 Haber Malwøe

soviéticos, la

presión

parece

tener éxito:

En

e l

øleslrrnl lo de una nueva 0€ - ¡und

hlcil e l trlbaio ll

Hllull-

am

»ct-nm

h a

¢ ¢ m › p ¢ n - u n

m i

¡mpmnm

p a p a .

puip iu

eupnxdddanvlhdthunuhdónwdlliuvlndadeloayrinlr

m e

« - S l b a d o s oomunimø-

(trnbaio ¡in retribución), durante

la

a ñ o s

anguminvmriumpaiiamøqumpmmaiuuma-

nuaanu ignnm. -u4¢ |p¢ i . y . |m«v¡munw4¢mu› ›4¢»¢

pionero: d e l n imøvmún inúum-¡al

S i

be participantes e n l o s

. smam

m u m n u -

1 »

mi m u q m pum. mm-tu d e mw

iadovmatcambiolnunulouónaocialimydmvvimienwdelna

tm¢a-=a¢¢›»q»¢m~¢y - ,amm=|«u|um«.a«a¢uda .a -

delmvanteylmpúmemañwdehdéødnóelmtmntgah

mm

pm t u i m mt,-Mora q u

pmiap im

« i u m i m i @

mi -um ,

y e i m m m a e

»mm

inmviauu « im

1 4 » m i n i m -

ra a u m e n t ó uweuntemente ( 6 ) .

Si

e l

staianovismo creó lo s supuestos d e un «ple-

no desarro llo

d e

la

personalidad»

(7)

«la

emulación

para el trabaio comunista»

establece

las condiciones

previas para

la

construcción

total

del

comunis-

m o

(8).

D el m ism o m odo como la extinción

del

Estado d e b e

ser

precedida

por

el reforzamiento del

Estado,

asl también la

abol idón

del

trabajo

d e b e

s e r

precedida

p o r

s u

intensificación.

No

puede existir, por denicióu,

trabajo

:miem-

do

en la sociedad soviética,

ya

que la

producción

está nacionalizada. Sin

em b argo, hay

que señalar

que la

nacionalización no

excluye la enajenación:

en tanto que e l t iempo d e trnbaio (socialmente

necesario) constituya la

medida

d e la riqueza

s o -

cial,

seguirá existiendo

enaienación.

h i @

1 - » -mmm

r i q u e z a

e n

l a

p n › d u ¢ u v ¡ - m i ammnuan d e

tndnsIo t ind iv iduo› .Ent0n¢¢$, IamedmadeInr iqu:1 ,ayanoese|

mw a ¢ mtnio, un e l

a m p @

utm ( ¢ 1

a m p »

a i i p o n i b u t E l

wm tu

a m p »

a ¢

mtnio w m m e d i d a

d e fiquzu ¿p iña

huar

la

viqueu

s o b r e

la

p o b r e z a . . . y

t ruuforum

¡ o n o

e l tiempo d e l

mavmmmummainuimnnimmumum-uwwan

d e

m e r o

trabliedør,

nubruminbk

e n u u

u - a b a i o .

L a maquinaria

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squni. p m

w

m is a l r a m e n r e dem-follada obl ip ,

ul,

tiunpoqueelulvanomhqueau

primitiva: y s e n c i l l a s

b e r - r a m r e n r u

( 9 ) .

E - =

“ ã

t. gi

t š

ii

La

negación

d e la

enajenación

en la

ética soviéti-

c a

puede

parecer en un

pr imer momento

un

mero

anicio d e la teorización abstracta; sin

embargo,

sometida a un análisis

m ás

detenido, pone al descu-

bierto la sustancia

concreta d e

la losoa ética

soviética.

AI

negar

que

la

noción

de

la

enajenación

s e a

aplicable a

la sodedad

soviética,

ln ética sovië

tica priva

d e

fundamento mora l a la

protsta con-

tra una organización social represiva del trabajo, y

aiusur

la

estructura mora l y el

caricter

del

indivi-

duo a

esta

organización. El

t rabajar al

servicio

del

Estado soviético

constituye

algo ético

p e r

re,

Y

e s

la

verdadera

vocación del

hombre soviético. Las nece-

sidades y

aspiraciones

individuales son

sometidas

a

disciplina;

la remuneración

y el esfuerzo constitu-

yen el camino

que conduce

a

la salvación. La

teoria y la

práctica

que habian de conducir a una

nueva

vida

d e

l ibertad

s e

convienen

en

instrumen-

tos de preparación

d e

hombres para una

forma

de

trabajo

m ás

productiva,

m as

intensa

y m ás racio-

nal.

La que el espiritu de

trabajo

calvinista logró

mediante el reforzamiento

d e

la ansiedad i rracional

respecto

a

las

decisiones

divinas siempre ocultas, s e

logra

en

la

etica soviética

a

través

de

medios

m ás

racionales: una existencia

humana m ás

satisfactoria

será la recompensa

p o r

la

productividad en

cons-

t a n t e

a u m e n t o d e l t r a b a i o . Y e n a m b o s usos

f u e r -

z a s

económicas

y

sicas

mucho m as

poderosas ga-

ranúzan

la eficacia d e la moral .

El

parecido e s m ás

que

casual.

Las

d o s éticas

s e encuentran

sobre el

tenerlo

común

d e

la

wontemporane idad. histórica:

Page 247: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 46 Htflte Mllwse

relleian la necesidad d e incorporar grandes m a s a s

de

personas atrasadas a

un

sistema

social nuevo, d e

crear una fue rza

laboral

disdpl inada

y

bien

prepa-

rada, capaz d e

revestir

la

rutina del trabaio

coti-

diano oon

la

autoridad d e

la

sanción

ética

y d e

produdr una

cantidad

d e

mercancias

cada vez m a-

yor m ediante procedim ientos cada vez m ás raciona-

les; al

t iempo,

la utilización racional de e s t a s

mer -

cancias para la satisfacción de las n e c e s i d a d e s indi-

viduales

e s ,

una

y

otra

vez,

aplazada,

en

nombre

de

las

-circunstancias».

En e s t e

sentido,

la

ética

soviética constituye

un

test imonio

d e

la

semejansa,

cuya b a s e fue establecida durante e l

periodo

stali-

nista, entre

la

sociedad

soviética

y

la

sociedad

capitalista.

En

e l

desarrollo

d e

la

sociedad

soviética,

el

pe-

riodo

stalinista e s

e l

periodo de la

industrialización

- m e i o r dicho,

e l

de la

«civilización

industrialr en

el sentido esbozado p o r Lenin en

s u s

últ imos escri-

tos

(10) - ,

emprendida

con

el obietivo d e gran

en-

vergadura de

-alcanzar» y

sobrepasar

e l nivel

de

productividad

d e

los

p a i s e s

occidentales

avanzados.

Dado que la industrialización tuvo que

arrancar

d e s d e una situación de atraso, e s t e periodo corres-

ponderia

a las

primeras etapas de la industrializa-

ción

capitalista

que

siguió al

periodo d e

«acumula-

ción

primit iva».

Sin

embargo,

la

ventajosa

posición

de

r rec iå l

l legado», la nacionalización de lo s

medios

de pro -

ducción,

la

planificación

central

y

el control

totali -

tario

perrnitieron

al

Estado sovié tico recorrer varias

etapas

d e la industrialización de un

solo

salto y

utilizar

la tecnologia y maquinaria

m as racionales,

la

dencia

m ás

avanzada

y

los

métodos

de

trabaio

m ás intensivos, sin

v e r s e

seriamente obstaculizado

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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S e g u n d a

pan : M7

po r la existenda de intereses privados en conflicto.

la l ì losoa ética soviética formit la l o a valores bási-

c o s

de

la

industrialización

pr imi t iva,

pero

expresa

t a m b i é n , s i m u l t a n e a m e n t e , l a s

e x i g e n c i a s

d i f e r e n t e s

(y a

v e c e s

en

conicto)

d e

las etapas

posteriores.

La

ética

soviética

d e b e combinar la necesidad

de

una

disciplina «primit ivas de

las c l a s e s

trabajadoras con

la

necesidad

de una

iniciativa y

responsabil idad

ind iv idua les , ln

obediencia estandarizada

de

la

he-

rramienta

humana

con

la imaginación

inteligente

del ingeniero.

Debe

fomentar una mora l de trabaio

que promueva

n

la

vez

una larg a

io rnad a labo ral y

una productividad

del trabajo

e levada, unos logros

y

realizaciones tanto

cuantitativos

como

cualitati-

v o s . Las condiciones d e atraso que definieron la

industrialización

soviética

vinieron

a

unirse

con

las

de

la

tecnologia

avanzada

( industr ial ismo

del s i-

g lo

XVIII con

industr ial ismo

del

s igo

XX), tanto

en lo

que respecta a

las

inst ituciones po liticas

como

en lo

que s e reere

a la ética

de

la sociedad

soviética.

Un

absolutismo administrat ivo

s e enfren-

ta

con el

constitucionalisino

elicaz

del occidente

democrático,

y una burocracia

autoritaria y

privi le-

giada d e b e puricarse,

renovarse

y abriise a las

corrientes ascendentes. Esto viene impuesto

no

so-

lamente

por

la

exigencia

d e

aumentar el alcance y

la ecacia

del

aparato productivo,

sino

también por

la

necesidad

de

compet i r

con

las

posibil idades

y

realidades del

mundo occidental. La

concesión

de

compensaciones

cultura les y

materiales en

favor

de

la

población gobernada s e conviene

en indispensa-

ble; y ello por razones

no sólo

politicas

sino tani-

h ú é n

económicas,

pues fonnan

parte

del «desarrol lo

de las fuerzas

productivas-,

columna

vertebral

de

la

politica

soviética

a

largo

plazo

(ll).

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 4 8 Herbert

M a r c u a e

La ética

soviética

trata de integrar esta diversi-

dad d e n e c e s i d a d e s econotrticas y políticas, y de

expresarla

en

un

sistema

coherente

de

valores

m o-

rales. Así,

encontramos, en yuxtaposición,

la exhor-

tación a la iniciativa y espontaneidad individuales

y

a la

disciplina autoritaria, a la emulación

staia-

novista y

a la

igualdad socialista; la

glorificncion

del trabaio

y

la gloricación del ocio, del

esfuerzo

y

de

la

l ibertad,

de los

valores

totalitarios

y

d e

lo s

valores

democráticos.

La losoa

social

soviética

reeia

plenamente la

contradicción his tórica obieti-

va

inherente

a

la sociedad soviética;

contradicción

generada p o r la utilizacion de

los

principios d e la

econornla socialista

como

inatntmentc d e domina-

ción para la defensa

y

desarrollo d e

un

pais atrasa-

do,

enfrentado

oon

un

mundo capitalista

mucho

m as adelantado.

La necesidad de

«alcanzan

al

capitalismo

impuso

la

industrialización

obligada y

acelerada como único cam ino p ara alcanzar el

s o -

cialismo.

Mientras

que

los valores

humanistas

rela-

tivos a la meta a alcanzar

s e ritualizaron en ideo-

logia,

los

valo res ligados

a

los

medios,

esto

e s ,

los

valores

d e la

industrialización

total, l legaron

a

convertirse en

los

auténticamente rectores. (En la

prin-iera parte d e e s t e estudio (12), hemos especula-

do acerca de la pos ib ilidad d e que, en un futuro

no

demasiado imprevisible,

lo s

partidos

comunistas que

s e

hallan fuera

de

la

órbita

soviética

-y quizá

incluso l o s de dentro de

dicha órbi ta-

pudieran

transformarse e n

los

herederos de

los partidos s o -

cialdemócratas tradicionales. En e l

tema

que ahora

estamos

analizando

a

nivel ideológico encontramos

un paralel ismo sorprendente. El fin retrocede, lo s

medios s e

t ransforman

en

todo;

y la suma

total

de

lo s

medios

constituye

e l

propio

«movin-iientos,

que

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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S e g u n d a

parte zw

absorbe y

s e

adorna con

lo s

valores

del n,

cuya

realización el propio «movirriientow aplaza. ¿No

fue

é s t a

la

losoa

impl lci ta

y

expl iciu

de

la

social

democracia

alemana

desde

t iempos de Eduard

Bernsteirú) La

mora l sodalista sucumbe asi

ante la

mora l industrial, y

las

diferentes

etapas historicas

de

esta últ ima

s e

condensan

en una

unidad com-

prensiva

que

combina

elementos de la

ética

del

calvinisruo

y

del

puriranismo,

del

despotismo

i lus-

trado

y del l iberal ismo, del

nacionalismo, del chau-

virt ismo, del inter-nacionalism o, de lo s

valores capi-

t a l i s t a s

y

s o c i a l i s t a s .

Tal e s

e l

e x t r a ñ o s i n c r e t i s m o

que

la etica sovié tica

ofrece.

Dentro d e e s t e sincretismo lo s e lementos represi-

vo : aon

los

que predominan.

Muchas

de

las

normas

deconducurenlaescuelayeuelbogar,enel

trabaio y

en

el ocio, en la vida púb lica

y

privada,

hasta ta l punto

a e

parecen

a

s u s

equivalentes occi-

dentales tradicionales d e etapas

anteriores

que irr-

cluso llepn a recordar a lo s sermones

recolares

que

i lustran e l «espiritu

d e

la

ética

capita l is ta-pnr

r e s t a n t e - _

E n

e f e c t o , n o

s e

h a l l a n

m u y

a l e j a d a s

d e

las exhortaciones puritanas en p ro de

los buenos

negocios. La

alabanza

de la famil ia monogamica

y

de las

alegrias

y

deberes

del

a m o r conyugal recuer-

dan la

«ideologia pequeño

burguesa-

clásica, mien-

tras que la

disolución

de

la

esfera de lo privado

ree¡alarealidaddelsigloXX.Lalueliaonntra1a

prostitucion, el adulterio

y e l

divordo hace pensar

enlasmismasnormaseticasqnerigenestascues-

t i o n e s e n O o d d e n t e , m i e n t r a s q u e la s

garcias

e

la

tasa de nadmientoe

y

la

inversión

de energia en

la

emulación en el trabajo n o n

alabadas como

m a-

nifestaciones del Eros.

Sin duda,

las

exhortaciones

públicas

a

combinar las relaciones eroticas

con

el

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2 50 Herbert

Mltnne

buen rendimiento profesional, no

deben de lomurse

demasiado en

serio: hay

pruebas

d e que dan

lugar

a

burlas

y

protestas

oficiales

y

serniocialcs

y

de

que son nrnp liam enle transgredidns. Lo decisivo

e s

la tendencia genera l,

asl como la medida

en que

las

apreciaciones

del individuo acerca de s u s

relaciones

personales concuerdan con el modelo polít icamente

d e s e a d o .

Ciermmeme,

e n lo s

últimos

años s e ha producido

en

bastantes

campos

im

relaiamienlo

de

las

normas

hasta e s e m u m en w imperames, pero sin

que

haya

llegado a

realizarse un

cambio

en la

mora l

subya-

cente. La tendencia

parece

dirigirse hada la nor-

malizneiòn d e la represión, m ás que hacia

s u

aboli-

ción. En armonia con las

tendencias

d e la

civiliza-

ción

industrial

contemporánea,

la

represión

tiende

a

s e r

reproducida iespomúneamemc» p o r

los

indi-

viduos rep rim idos, lo que pennite una re la jación de

la represión forzada y externa.

Las

proiesms popu-

lares y

ociales

contra la subord inación

del

a m o r

a

la mora l

de trabaio pueden

resulta r ilus tra tivas .

Son

r ig idamente

nnti l ibermrias,

y

subrayan

que

el

amor , la responsabil idad, ln

mora l

fami l iar

e

inclu-

s o

la

fel iddnd

son

deberes

que s e tienen

para

con

el

Estado:

Elmmwrsaøaaxmimlmormuevwo-muama

mesxmánuounnduciridnrpmemudeuuuripømndnndul

pr im ozdín |,i|m ennn. I sp recinm enu¢ues üonenIA les eo rnoe I

uno¢, le l `amL| iny lse -x iaenc¡neo1 . id innn,en leaqueh¡unenn

fomnpanediwnmmudemgupomhempüqdøndemb

paobnb lunenu›¢p f iodue i r ¡ \mdaàne .Amenudonrcedeqne \ |n

hnmhrepneee d e

vugunrün

e n s u inbnio-esiuimøvisu y

penonenc l i vedenu-ode lacomun idad - ,m ienuuqueenruv ida

rmiinfmwmunwgmwumsmmyaçmnnmunmw

uyordinlrio,o¡dopuAculudesineexivneinuponnnl›les.

Debunosiiempreieeordnrqu¢,mku|deom¡axuiq›nno,eno

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s s g m a a

p m ;

zst

aleetartatu

m o r a l e s .

šf

i;

B

E

g ã i š

s É § É Ã

3 5 ;

1 3 *

l ë å ï z

a å ì ï ì š

š å š a

e

c o m o

la

m m - ¡ m r

m

e l

enenqnnn n o s ó l o

vw pr ima ( r a ) .

Tales protestas,

a s í pues, está n de

acuerdo

con

las exigencias de la d is cip lina soviética al

servido

del

Estado

soviético.

los nuevos

principios

d e

m o-

ra l sexual que

pretenden

reannar ln

autonomia

de

las relaciones eróticas y libe rarlas de

su

subordina-

ción

a

las

relaciones

d e Lrabaio

y

a lo s

valores

de la

«comunidad m ás

amplia», lo

que

hacen

en

realidad

e s proclamar

la

necesidad

d e una adap tación m ás

armoniosa

d e

las

primeras

a

las

últimas.

El

a m o r

s e conviene

en una necesidad, m ás que en

e l reíleio

de

la

l ibertad e n el reino de la necesidad. La

ley

del valor, que

según

Marx regula las relaciones

d e

intercambio d e las mercancias, parece gobernar

también las relaciones

entre

las personas. Este fe -

nómeno nie expresado de

la

fo rma m as

brutal por

una

mujer

cuya

intervención

en

el

ll

Congreso

Koliosiano

mereció

ser citada p o r

Stalin (14):

Haoedoaa| lounørmlanov io :euec ladedore .Ahoraquehaç›

sooiømaanasrnuiompnsunurmmudew-prnsasmmque

m e p r o p o n e n c a s a r m e

c o n

e l l o s . A h o r a p o d r e

e s c o g e r .

L a

fusión

de

los valores económicos y m o rales no

e s ,

ciertamente,

un

rasgo

exclusivo

d e

la

ética

soviética.

No

cambia mucho las c o s a s el que la

rdoten s e valore

en

i o rnadu de lrabaio,'o

en

acciones, titulos

y

ncas; sin em b argo, según

'los

pa trones occidenta le s , semeìante fusión resulta

amoral y p o r ello

e s

enmascarada p o r declaraciones

ideológicas.

En

la

ética

soviiea,

e l

«velo

ideológ-

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Z S Z Herbert M a r o u s e

c o »

e s mucho

m ás tenue, casi

inexistente;

el amor ,

el

interés

del Estado y

la

ecacia

laboral son

configurados

de

manera

ta l

que puedan

ser

amro -

niudos.

Las cond iciones sociales del amor

son exa-

minadas a la luz de la oonciencia y de la regula-

ción politica. Esto resulta sorprendente para la

¿tica occidental; y la perdida e s

realmente

pende :

afecta a las imágenes e

ideales m ás

apreciados por

la

cultura

occidental.

Como

dice

Wolfson:

En l a s

c o n d i c i o n e s

d e l sodalmno

le l

tuna d e R o m e o y Julieta]

uobr-eviveasimimro.Lanociedad›ocial i : tanoofreoecampoyapa|a

u n

a m a n

n i g u n a

» m a - m i a s ; p o r

e r

api;-un»,

e n ¢ |

q u e u n

wdìtløea' sociales inpt la ¡ a m m

de lo a am-ames .

lll Iloaaórl'

e n

e l mama» y t n f a m i l i a

( r s ) .

l¿

armación

revela

m ás

de

lo

que

s u

baatedad

sugiere.

L a historia de

Romeo y Julieta

depende,

ciertamente, de las

«condiciones sociales

que imp i -

den la unión de

los

amantes»,

al

igual que

laa

historias d e

Tristan e

Isolda, D on juan, Madame

Bovary, Anna Kare nina. Pero e s t a s condiciones

s o -

ciales

definen

no

sólo

la

desdicha

del

amor

sino

también s u didra, ya que crean la dimensión

en

la

que

el am or ha

llepdo a ser lo que

e s :

una

relación personal

antagóniea

a

la

r e s

publica, que

extrae todo

s u

g o c e

y

todo

s u

dolor de e s t e antago-

nismo.

Si

Tristan e

Isolda, o

Romeo y

Julieta,

n o s

resultan

inimaginables

como

saludables

matr imo-

nios

deräcados

a

un t rabaimproduct ivo, s e debe al

hecho de que

su

aimproduct iv idadi (socialmente

condicionada)

constituye la cualidad

wencial

de

lo

qneellosrepresentanydeaquelloporloque

mueren; valores que pueden realizarse solamente en

una

existencia

al

margen

y

en

contra

del

grupo

social represivo

y

de

s u s

normas.

Cuanto

m ia

obe-

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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s e g » - r a n pm ;

: s a

d e e e e s t e

am or

s u s

propias leyes, tanto m ás amena-

za

con

violar las l e y e s

d e

la comunidad

social. La

dvi l izadón

occidental

ha

reconocido

e s t e

oonicto

y

lo ha convertido en

un

elemento

esencial de ru

ética. Una le y

s e opone

a.ot.ra ley, un valo r

s e

opone a otro

valor; no

existe

decisión mora l

que

pueda

establecer cuál habrá d e prevalecer. Don

sistemas d e valora -dos é ticas -

existen

el uno

junto

nl

otro, cada uno con un derecho

propio

que

p r e t e n d e

h a c e r p r e v a l e c e r . E s t a

m o r a l

d u a l i s t a

a t a -

ñe

no

solamente n la

lealtad

erótica,

cantada

por la

ética occidental, sino

también

0

otras

lealtades, ta l

oomo s u c e d e

cuando surge

un

ooniøto

entre gru-

pos,

causas y tradiciones oontrapuestoa.

Antlgona

tiene razón

frente

a

Creon, d e

ln m i t m a manera

que

Creón

tiene

razón

frente

a

Antígona;

la

r e v o ~

lución

tiene

razón en

contra

del

:uuu

quo, de la

mima m anera que el

statu

quo tiene razón en

oontra de la revolucion. Al reoonooer

a

cado una

de

las pam: en

conflicto

s u a derechos, la mora l

dua lis tn ius tiea las aspiraciones

y

ambiciones indi-

viduales

y

de

grupo

que

vio lan e l

orden

social

restrictiva;

el n de la mora l dualista signicarla e l

n

de todo un periodo d e

la

civilización.

Con la

oonquiata

de

la

peligrosa

zona del

erotis-

m o por el Estado, el control público d e las

necesi-

dades

individuales seria

completo.

D e

esta

fo rma

s e

erìgirinn

barreras

euoes,

en

e l

interior

de

lo s

instintos

del hom b re, para

impedi r

s u l iberación.

Cunndo s e alcanzan

ln segunda

fue

y

el producto

social fuen

dixtribuido d e

acuerdo

oon

l a n

necesi-

dades individuales, e s t a s

n e c e s i d a d e s serian tales

que

perpetunrlan

respontúneamentm su

manejo

po r

parte

de la ad m inis tración. M ie ntran la r e s

publíax

no

s e n

la

r e s

d e

s u s

miembros

y

ciudadanos,

la

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Z S O

l lertrertldartatse

annonizacióndelamoralsetualpfivadaoonla

mora l

polit ica,

con

la re : pub l im , deberú tener un

caråcter

represivo.

L o

mb

que

a e

podria

lograr

seria, probablemente, un

grado

superior d e

rado -

nalidad

mora l , a

t ravà, por ejemplo,

d e

ln dimi-

nución

de

los conflictos,

d e

las neurosis y

d e

la

infelicidad

personal.

Ello

puede constituir

una

meta

digna

de esfuerzo siempre

y

cuando la felicidad no

aigt ique un estado d e empobrecimiento menta l y

sicn.

El

logro

de

la

arm onización dentro

del

mar -

o o de

lo

administracion

autoritaria

añadiría

lo la-

mente

una dimension

decisiva -la

d e

las neoeaida-

d e s erótica- a las noonìdades n o c i a l e s administra-

das.

El

desarrollo

de

las relaciones

amorosas armo

n ims

s e convertir la

en

una

parte

d e la

«ciencia

del

consumo»

que

n e

perla

ya

m

e l ho rizonte .

S .

G .

Strumil in hizo una

af ì rmaáóu

m uy franca a

e s t e

respecto en

la

conferencia del

Instituto

d e Teoria

Económica, en

junio

de 1950:

¡mui-¢=›¢t›hra¢u¢iirrit«nriaii i=¢nluneo=1d~d=.d¢o=nu

deni rc laramemequéenta tdanotpwta lemlaoueoel ídadtsdeioo

m ie lnbroede lanciednd m m uninn tou lande laspuaonuedoudac

ynr ltindas ,q \ teno abuaude nuop ovrnn idad = de o t ›ten= rhinc I

&a›m›tnnn.Seuraaeandnat»nunadean`nde|oon1au›o. l laüte

mlaURSSunl|mi|utodeInN\|xrii:i¢6n,queutt|d¡aIn|n›tnns

nsmuaummøuammmammaupuuua

eom nnünn un- ln

extrciuidammte

diversa e ¡m v

d e b e

ai:tir,p\›rtArminomedio.unnta›d¢nnanadanornianiuque

m a n g a

emp tmume

in

W-¡uu

tu

1-

pe-run

»anne

a f . -m imo

(is).

1 2 . La ética

y

la productividad

Debedes taca raee l bechodequea l gunosde l os

rasgos m á s

significativo:

de

la

fi losofia

ética

¡ovie-

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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S e g u n d a

parte

2 3 5

tica

s o n m uy

anteriores al periodo rtalinista.

Es

usual

contraponer la mora l

rigido

y represiva

de

e s t e

periodo

con

la

licenciosa

decada de

los

a ñ o s

veinte,

cuando

la mora l sexual

era

l ibre,

d e hecho

y de derecho, en un

grado

sin precedentes en la

historia.

La contraposición s e halla

en

cierto modo

ìuat imda: el eperlodo heroico»

d e

la Revolución

n x s a

poseía

unos

valores

éticos

y

politicos

netamen-

te

diferentes. Sin embargo, asi como los d o s perio-

d o s

tienen

e n

com ún cie rtos obje tivos

a

largo

plazo,

que corresponden a las

n e c e s i d a d e s

del socialismo

en

un solo pais y

en

un solo

bloque,

asi

también

c o m p o n e r :

c i e r t o s e l e m e n t o s p o l i t i c o s d e m o r a l .

Kol lonmi , que e s considerada

como portavoz

repre-

sentativo

d e la

mora l

sexual revolucionaria, ve en

el

alum bram iento y

educación

de

lo s

niños

una

forma

d e «trabajo productivo»,

y

ti lda

a

la prosti-

tuta d e

- d e s e n o r a

d e l a s l a s d e l t r n b a i o p r o d u c t i -

vo - (1). El tm tngonistno entre mora l pública y

mora l privada, que Kollontai considera caracteristi-

co

de la ética burguesa, ha d e ser conciliado, en

s u

losoa

étita,

p o r

medio

d e l o s

«sentimientos

s o -

ciales», que

no

pueden

s e r

generados por la mora l

individualista de la

sociedad burguesa. En

la

sude-

dsd socialista, lo

roolect ivoi

s e transfonna en una

realidad

que «excluye

cualquier

posibil idad de exis-

tencia de celulas familiares aisladas

e

independien-

t e s »

(2).

Sin

embargo,

ya en

la

época

d e

Kollontai,

la nueva

mora l

era la

de

un

ente

laboral

colectivo,

m ás

due la

de

una com unidad

de

individuos l ibres:

la

productividad

y

re l

desarrollo

de las

fuerzas

productivasu

fueron entonces -y

son ahora-

el

valor ético que tenía que

reg`r tanto las relaciones

personales como las

sociales.

La

connotación

ética

del

término

-productivi-

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 3 6 Herbert Muwae

dad»,

o aprodttct ivm, remite, d e s d e

la

formación

del «espiritu capitalistas,

a

la producción d e

bienes,

tanto

materiales

como

culturales,

dotados

d e

un

valor

mercanti l y

que

satisfacen

una necesidad s o -

cial.

Marx,

que

mantenía

que

bajo el capitalismo

stena correlación necesaria :nue

el incremento

de la

ploductivid-ad

y la pauperización,

expresaba

el carácter represivo d e

esta

noción d e productivi-

dad reservando el

término «productivos

solamente

pan

el

trabaio

creador

de

plusvalía

y

considerando

los restantes

tipos d e

trabajo, incluido el

trabajo

intelectual creador

e independiente,

como

-impro

ductivos-. La

discrepancia entre las n e c e s i d a d e s

s o c i a l e s

y

las

individuales, entre

la productividad

aodal

y

la

individual, prevaleoera,

según la

teoria

d e

Marx,

en

tanto

que

la

producción

social no

s e a

controlada colectivamente p o r los individuos que

producen

mediante s u trabajo

la

riqueza social. A

falta

de esta

revolucion m el modo

de

production,

ta l discrepancia continuara existiendo: lo

que

e s

buenoparala scciodadyparaelmtado noloes

necesariamente

para

el

individuo.

Y

p o r

la

misma

razón,

mientras el Estado continúe

siendo un

poder

independiente

y

superpuesw a lo s

gobernados,

las

relaciones personales

no

podran

s e r disuelta:

en

una

re ;

publica

s in

s e r

previamente

remodeladas

y

puestas

d e

acuerdo con las n e c e s i d a d e s

represivas

de

é s t a .

En

tales

condiciones,

la

procreación

de

niños

e s , en

verdad,

productiva,

en

e l

mismo

senti-

do

que la de

las

maquinas-herramientas;

y

un

mar ido y padre

amante

e s «buenos en el mismo

sentido

que un

obrero

industrial

edente.

La

attbordiuadón

de

la mora l individual al desa-

rrol lo de

las fuerzas productivas fue conaìderable-

mente

refonada

por

los

cambios

introducidos

en

la

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S e l v a - i a am s

2 5 7

ética soviética

durante el

periodo

stalinista, esto e s ,

p o r la restauración de una

m o ral ríg id a,

diadpl ina-

ria

y

autoritaria,

en

lo s

primeros

años de

la

década

de lo s treinta.

Los hechos

son d e

todos conocidos, y

hasta con recordados

brevemente:

cnduredmiento

de las

l e y e s

sobre

matr imonio

y divorcio;

realce

del

papel de la

famil ia y

d e la

responsabil idad

fami l iar ;

elogio

de

las

relaciones sexuales

-productivasv;

reintmducción

en

la

educación

de

métodos

autori-

tarios,

etc.

Sin

embargo,

lo

que

cambió

no fue

solo

e l contenido filosófico d e la ética

soviét im,

sino

también

s u contenido social,

a

saber: e l nivel y

alcance de la

industrialización

y

el marco interna-

cional

en

el que ésta s e

realizaba.

Con el pr imer

P lan Q uinq ue nal, la Union Soviética s e lanzó a

una co m pe ticio n

económica,

politica

y

estratégica

con

los

p a i s e s

adelantados d e

Occidente, pero

e l

«fin d e

la estabilización

cap ita lis ta» no

logró

pro-

ducir

una

«subida

de

la marea revolucionaria:

en

consecuencia, el aislamiento y e l

conflicto, m ás que

tura extensión internacional

del

socialismo,

parecie-

ron

constituir

la

perspectiva

futura

(3).

El

restable-

cimiento del

autoritarismo en

la ética

formaba ela-

ramente

parte

del endurecimiento

general

de

los

controles

y

de la preparación

menta l y

fisica para

la guerra,

e l

esfuerzo

y

la disciplina.

Pero s i la eliminacion d e la ética l ibertaria s e

corresponde con

las

exigencias

d e

la

industrializa-

ción

pr imi t iva,

¿por

qué

continúa la

lucha

contra

esta

ética

d e s p u é s

de

la creación

de

la

b a s e

indus-

trial, en una

situación

en

la

que la productividad

y

ln riqueza social s o n

cada

v e z

mayores? La politica

stalinista totalitario

ha sido

d e s d e luego rentable:

la

utilización

de

los

métodos

antes

criticados

de

la

«industrialización

capitalista-

(disciplina laboral

ri-

mas- .

n

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 5 8 Herbert

Mamtae

gidamentc

impuesta,

larga

jornada

laboral , «gestion

cientlcau, autoridad d e lo s

directores,

salario a

destaio

y sistem a

de

pr imas,

rentabi l idad

competi t i -

va) han permit ido

a

la

economia

soviética recorrer

varias largas etapas d e desarrollo industrial en el

curso d e

d o s d é c a d a s .

Sin embargo, e l sistema

soviético, lo

mismo

que s u

contrapartida

occidental,

p o s e e en

su propio s e n o

las fuerzas que lo impul -

san;

el

continuado aumento de la productividad

laboral

y

d e

la raciona lización

s e

convienen

e n

el

mecanismo

inherente que

mantiene al sistema

en

movimiento.

Al mismo t iempo, la pervivencia del

«cerco capitalista»

y e l mantenimiento

d e una eco-

nomia

d e preparación para la guerra hacen que el

control

centralizado

d e

las

n e c e s i d a d e s

individuales

también

s e

perpeuie

a

s i

mismo, incluso

aunque

la

tasa d e progreso

permita

derta

distensión

en e l

sistema.

La é tica sovié tica constituye una prueba

del

conflicto

existente

entre una productividad y

riqueza cada v e z

mayores,

por un lado, y e l impe-

rativo social

d e

esfuerzo y

renuncia,

por el otro.

Cuanto m a y o r

e s

la posib ilidad

d e

util izar

la

pro-

ductividad y la

riqueza

para la

satisfacción d e

las

n e c e s i d a d e s individuales y para e l

aumento

de la

l ibertad

individual, tanto m ás grande e s la necesi-

dad de reducir al

min imo

la contradicción, pero sin

d e bilita r p o r ello la fuerza motr iz que impulsa el

sistema.

A medida

que

la

industrialización

progresa

y

que

la

competición

económica

con

Occidente

s e

h a c e

m is

inipetativa, e l terror

s e

vuelve inútil

e

improductivo. Ya

no cons tituye un xustitutivo dura-

dero

de

la

coordinación eficaz

y racional

que una

soácdad

industrial

altamente desarrollada

exige;

e s t a s

exigencias deberán

ser

en

adelante

interioriza-

d a s en los

individuos,

d e

forma

que

l leguen

a

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S e g u n d a

pene

2 5 9

convertirse

en s u s propios

valores morales.

bo que

pudo dejarse

l ibre

d e contro l inst itucionnl izedo

y a

merced

de las

fuerzas

y

circunstancias

externas

durante

e l «periodo

heroico» dc

la Revolucion,

lo

que s e l levó

a

cabo mediante el terror en e l periodo

stalinista, d e b e

ahora

s e r

nonnalizado

y convenido

en un recuiso calculable en la esfera m oral y

emocional

d e los individuos. La

mora l ,

baio la

forma

d e una

organización eficiente

de

valores

que

gobierna

e l

comportamiento

individual

dentro

y

fuera d e la

fabrica,

ltolios u ocina, asume una

significación

decisiva como

parte integrante d e

la

racionalización progresiva. Asi, es

sólo en aparien-

cia

paradójico

e l que la filosofia ética soviética

continúe prohib iendo - s i

bien en una

forma

m uy

di ferente-

las

ideas

l iberiarias

del

periodo

revolu-

cionario en

una etapa en

la

que

s u

realización

parece m as

lóg ica que en una etapa de e s c a s e z

y

penuria extremas.

Pero con

e l incremento

d e la productividad

y

la

difusion

de la industrialización la competición in -

temacional

s e

hace

m ás

intensa.

Dentro

del

Estado

soviético,

sometido a

la

presión

d e la competición

nuclear,

la penuria sigue

existiendo,

lo que

exige

una movilización intensiva. Mientras que la mora l

sexual ha

de

s e r

mantenida e n

vigor

y la emandpa -

ción

sexual d e

la

muier

tiene

que

s e r restringida, la

fuerza

de

trabajo

femenina

debe

e m an c i p a r se

m as

alla de l a s restricciones tradicionales.

Según la

éti-

ca soética, uno de lo s

valores superiores

que

coloca

a

la mora l comunista

por encima de la

mora l

burguesa e s

la abolición

de la

dominación

patriarcal y

e l

establecimiento d e la

igualdad

entre

lo s

s e x o s .

Los portavoces

soviéticos no ocultan

las

motivaciones

económicas

que

s e

hallan

detrás

d e

la

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2 6 0 Herbert M a i - e m e

nueva étiu

d e la

igualdad. En

una

significativa

defensa

de

la legislación

soviética

contra el

abono,

de

I 936 ,

Wolfson analizaba

la

emancipación

de

la

muier en la Union Soviética, principalmente d e s d e

el

punto

d e vista de la emancipación de la produc-

t ividad

laboral

femenina. «La sociedad socialista ha

creado condiciones

gracias

a las cuales el trabajo de

criar

y educar a los niños deja a la inuier la

posibil idad d e combinar

s u s

funciones y deberes

maternales

eon

el

desempeño de

un

trabaio

activo,

productivo

y social- (4).

Wolfson

señala

que

« L a

com pos ición social

d e

la mano

de

obra

cspecializa~

da en

L a URSS ha sido profundamente modif icada,

en el

sentido d e una

equiparación entre el

trabajo

femenino y

mascul inm, y considera como

«punto

m as

interesante›

e l

hecho

d e

que

«las

muieres

soviéticos hayan avanzado y

continúen

avanzando

en

aquellas

ramas de la industria que estan cerra-

das

para la mujer

en

la sociedad capital ista-. Wol f -

son citaba

como

eiemplo

el elevado porcentaje

de

u-abaio

femenino

en

las

industrias mineras y meta-

lúrgias

(5).

La

igualdad

entre

el

hombre

y

la

rnuier

no

s e

l imita

al

campo

del trabaio

manual.

«Muchas tuuieres

ocupan

un

lugar

honorable en las

las

d e

los

innovadores de la

industria, transporte

y

agricultura,

y

entre

las personalidades

cientificas

y

culturalesn;

-part icipan activamente en la gestión

del Estado sovié tico» (6).

En

e s t e

aspecto,

la

socia

dad soviética

ha

superado probablemente

a

los

pai-

a e s industriales m as antiguos; pero

en

tanto que la

productividad

creeiente

no

s e a oontmlada

p o r

lo s

propios individuos, la emancipación

económica y

cultural

d e la

mujer sólo signicarú

una part icipa-

ción ig ual d entro de un sistema del trabaìo e|taie›

nado.

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S e g u n d a pone

2 6 1

Parece a s í que e l metódioo aumento de la pro-

ductividad humana

constituye principalmente

un

aumento

de

la

fuerza

de

trabajo

abstracta»,

cuyo

valor s e mide en términos d e la necesidad

social

calculada.

Ds

distinciones

ligadas

al trabaio con-

creto de

los

individuos

s o n reducidas

a e s t e común

denominador

(que admite

todo un sistema de dife-

rencias

cuantitativas, expresadas

en

amplias

desi-

gualdades

salariales). Esto

significa,

para

los

indivi-

duos,

formación

para

la

productividad

técnica:

la

necesidad social s e expresa principalmente en la

organizacion y

racionalización

cientifica

del

t iempo

d e t r a b a i o . E n l a P r i m e r a p a r t e d e e s t e e s t u d i o

l lamarnos

la atencion

sobre

la politica consistente

en

invert ir e l ahorro

de t iempo de trabajo en

la

educación

profesional

universal

(7).

Seineiante edu-

cación tiende a desarrol lar al individuo como un

instrumento

técn ico com p le to (dotado

de una inteli-

genda

técnica a ltam ente desarro llada). Sin

duda,

la

formación

profesional ha

d e ser complementada p o r

una

educación

cada

vez

meior destinada

a

la ad-

quisición

de

una

«cultura

supcriorn:

el

individuo

técnico

y

político ha

de ser un individuo

cultivado.

Pero la m ism a te nd encia histórica que establece el

predominio d e la racionalidad tecnológica dentro de

un sistema politico represivo, invalida también lo s

esfuerzos tendentes a salvar

la ética de la cultura

superior.

L a ctrltura

s up erio r fue

el

prorhlcto

de

una dvi l ización en la que lo s grupos dir igentn

eran auténticas c l a s e s ociosas;

s u

existenda «impro-

ductiva» ( d e s d e e l punto d e vista del trabaìo

social-

mente neoesario) proporcionaba el

cl ima

cultural.

En

otras

palabras, «la cultura

superior- dependía

d e

la

separación,

institucionalizada y

éticamente

sancionada,

entre el traba io inte lectua l y el trabaio

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2 6 2

Herbert

Marcus:

manual.

S e daba por supuesto que l o s valores de la

¢personalidad› no

eran (ni podian ser) practicados

de

forma marginal :

tenlan

que

modelar

toda

la

existencia

individual. La civilización

industrial,

en

cambio,

ha

reduddo

progresivamente la

diferencia

entre el trabajo

manual y

el trabajo

intelectual,

sometiendo al últ imo a los valores del intercambio

mercanti l ,

y

ha

negado progresivamente e l

valor

ético de una clase ociosa

uimproduct ivm. Despro-

vista

d e

s u

b a s e

social

d e

resistencia,

la

cultura

s e

ha

convenido e n una rueda de la maquinaria, en

una

parte

de la

existencia p rivada y pública

regla-

mentada.

la ética d e la productividad expresa la fusion d e

la racio nalid ad tecnológica y de l a racionalidad

politica,

caracteristica

de

la

sociedad

soviética

e n

s u

etapa actual. En esta etapa, la fusión e s claramente

represiva

d e s u s propias potencia lidades en

lo

que

rewccta a

la

l ibertad

y felicidad individuales

Libe-

rada d e

la

politica que

impide el

control colectivo

d e la

técnica

p o r

los

individuos y

s u empleo para

la

satisfacción

individual,

la

racionalidad

tecnologica

podria constituir un poderoso vehiculo

d e

l ibera-

ción. S e plantea entonces la

cuestión

d e s i la ética

de la

productividad

no

encierra tendencias que

impulsan hacia un cdesbordamientor de la estrue-

tura

politica

restrictiva.

La

cuestion guarda rela-

ción,

evidentemente,

con

la

planteada

en

la

Pr ime-

ra parte

d e

e s t e estudio:

all i

(8 ) sugeriamos

que, en

condiciones d e «norrnalizaciom in te rnacional,

el

desarrollo

d e

las

fuerzas

productivas

en

el sistema

soviético

puede

engendrar una tendencia a «desbor-

dar»

su

tegimentación represiva y a irrvalidar las

eventuales contramedidas

politicas

destinadas

a

perpetuarla.

Ahora

s e

plantea la

cuestión

d e

s i

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S e g u n d a p am 2 6 3

existe

alguna tendencia simi lar en

lo

que respecta

al

desarrollo

d e la productividad individual. La

productividad

individual

constituye,

naturalmente,

parte

de la productividad

social

y,

como

tal,

e s

un

factor subjetivo

cuyas

leyes d e movimiento l e ¡on

propias y

peculiares,

incluso en el supuesto de que

vengan adadasn d o n d e fuera (por el Estado

o

la

sociedad). ¿Tiende e l desarrollo de la

productividad

individual,

como

productividad

técnica,

a

desbordar

s u dirección y s u l imitación politica?

Cualquier

intento de obtener una

respuesta

incluso pre l iminar

entrañarla un analisis sociológico

y psicológico

que

irla

mucho

m as

alla

del maroo

d e e s t e

estudio. Sin

embargo, a causa de la importancia que

reviste

la

cuestión

a

la lion de

evaluar las perspectivas

d e

desarrollo

soviético,

nos

aventuraremos

a

ofrecer

algunas sugerencias sobre e l

particular.

Un hecho parece poseer una

especial

significa-

ción: en la sociedad soviética no parecen

existir

fuerzas endágenar,

ni en

e l campo d e la dirección

de las empresas

n i

en

el

d e

los l rabaìadores,

que

s e

opongan

a

una

automación

acelerada

y

extensiva.

La transferenda del uabaio desagradable pero

s o -

cialmente neoesario d e s d e

e l organismo

humano a

la

mquina

esta abocado, as i, a

progresar

bastante

ríp idam ente , tanto

m as cuanto que constituye

una

de

las armas

m ás ecaces en

la lucha oom petiliva

con el

mundo

occidental.

Naturalmente,

e l

ahorro

de energia humana

asi

logrado s e halla en

gran

parte

anulado, en lo que s e reere

a

su

efecto

l iberador,

po r la utilización

represiva

de la

tecnolo-

gia: duración de la io m ad a lab oral,

cadencias

ace

Ieradax de trabajo, producción

bélica,

etc. Es e s t e

empleo

de

la

tecnologia

el

que

explica

s u s

rasgos

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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MI Herl›er\Man:uae

deahurnanizadores y destnictivosz una necesidad

s o -

cial restrictiva detemiina

e l progreso

técnico. Cual-

quier

reorganización

del

aparato

técnico

con vistas

a

la

mejor xatis faoción pos ib le

d e

las necesidades

individuales presupone

una

-redefinición-

d e

la

necesidad

social

que determina a la

tecnologia.

En

o t r a s p a l a b r a s ,

l o s

e f e c t o s v e r d a d e r a m e n t e l i b e r a d o -

r e s

de

la tecno log ia no estan

implicados

per

s e en

el

progreso

tecnológico;

presuponen

un

cambio

so-

cial

que

debera afectar a

las instituciones y

relacio-

n e s económicas

b a s i c a s .

¿Pennit irú la nacionalización

de

la economia a

la

sodedad sovié tica

tal lar, p o r asi dedr , por

encima

de esta etapa de

cambio

mcía l y

realizar únicamen-

te

un

cambio

polit ico,

esto

e s ,

la

transferencia

del

control

d e s d e arriba hasta

abaio,

conservando al

mismo t iempo

la

misma

b a s e social (nacionaliza-

cionì?

(9).

Las

perspectivas

de

ta l

desarrollo

s o n

función

del equilibrio

intemacional d e

fuerzas.

Es

predsamente la s ituación internaáonal (de

«coexis-

tencia›)

la

que

obliga

a

la

sociedad

soviética

a

una

automación acelerada y

extensiva,

y

a

la acelera-

ción

del

progreso tecnico

e n un marco represivo.

Mientras

esta

situación intemacional s e mantenga,

la

l'usi6n de

la n id ona lid ad

tecnologica y d e la

racionalidad politica tenderá

a

im p e dir cualq uie r

cambio cualitativo.

La racionalidad tecnológica

contiene también

un

elemento

d e iuego, que e s

oonstreil ido y

falseado

por

e l empleo represivo

de la tecnologia:

el ¡nep

con (las

posibil idades de) las c o s a s , con su

combi-

nación,

orden, forma, etc. En el

supuesto

d e que ya

no

estuviera sometida

a

la

presion de

la

necesidad,

esta actividad

no tendria

otro

obietivo que e l

desa-

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Segunrlapane 1 6 3

rrol lo

de la conciencia y e l

g o c e

d e

la l ibertad.

En

verdad,

la

productividad

técnica

pudiera

constituir

entonces

lo

opuesto

a

la

especializadon,

y

podria

dar

lugar a la aparición

de

e e e

«individuo

integral»

que tan destacado puesto ocupa en la teoria mar -

xista; teoria que, en

s u

lógica interna, esta basada

en

la

idea d e

la total racionalización del

trabaio

necesario, en

la

administración

verdaderamente tåe-

nica

d e

l a s m s m .

Ni

que

d e d r

tiene

que

la

realidad

preente

s e

halla tan

alejada

de e s a posibil idad que e s t a

parece

una inúti l especulación. Sin embargo, las

fuerzas

i n h e r e n t e s a u n a i n d u s t r i a l i z a c i ó n e n

c o n s t a n t e

progreso s o n tales que

merecen

una cortsideraeión,

incluso en

e l supuesto

d e que

fuerzas

politicas m as

poderosas

parezcan

detenerlas

o

sofocarlas.

1 3 .

La

tendencia

de la mora l comunista

Hem o s sug erido que

las

exigencias d e la

indus-

trialización,

comunes

a

los

d o s

sistunas,

producen

un

notable nivel

de semeianza entre los valores

característicos de la ética -burguesa» y de laét ica

soviética.

Ta l

semejanza

s e

n o s

muestra tanto en la

mora l del trabajo

como

en la mora l

sexual.

La

propia

loaoa é tica sovié tica

toma en

considera-

ción d icha

relación

entre

los

dos sis temas

antagoni-

o o s cuando

pretende

que los

valores

éticos

corrom-

pidos p o r la sociedad burguesa s e

están

realizando

en el s e n o de la sociedad soviética; e s

decir,

que lo

que ya

e s sólo pura

ideologia en la sociedad bur-

g u e s a puede convertirse en

realidad en

la sociedad

soviética. La pretensión de la ética soviética de que

en

la

Unión

Soviética

los

pr indpios

éticos

rigen

la

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 6 6 Heroen

Mlltllle

realidad y

no

la

ideologia puede ser impugnada tan

üci lmente como las

pretensiones

similares e n Occi-

dente.

Pero,

o' pesar

de

todos

los

paralel ismos,

todavia queda pendiente la cuestión

d e saber

s i

puede

inferirse de

la

función

social

d e

la ética

soviética

una

perspectiva

diferente de evolución. La

base técnico-económica d e la é tica sovié tica no

i iprelctibev

p e r s e semeiante

perspectiva: contiene

elementos

que

muestran

tanto las

semeianzas

como

las

disparidades entre

ambos

s i s t e m a s .

Las

exigen-

cias comunes

de

la

industrialización pueden

expli-

car

e s a s

semejanzas; In

forma esencialmente dife

rente de industrialización puede dar cuenta d e la

disparidad esencial

que

s e oculta

tros

valores apa-

rentem ente idénticos .

P ara nuestro

intento

de

predicción

d e

la

futura

evolución de la ética

soviética,

adop tarem os como

punto

de part ida e l e s - c l a r e c e d o r comentario sobre

Romeo y jul ieta

que

c iumos en el

capitulo ante-

rior. En el

s e

proclama la desaparidón del indivi-

duo

de

corte burgués a causa

de su

realización

en

la

r e s

publica,

y

con

ello,

la

desaparición de l

«wie

tos autónomo que,

como e g o cogitans y

a g e n s ,

constituía

el principio y el ñn de la cultura occi-

dental. En el

esquema

soviético,

la disoludón del

individuo «burguesa

autónomo

corresponderia

a

la

últ ima etapa de

la

civilización industrial, e n la que

la p roducción

y

la

manipulación

masivas

conducen

a

la

menna

del

e g o

y

a

la

regulación

administrat i -

va

de s u s n e c e s i d a d e s materiales

e

intelectuales. La

coordinación

entre

la existencia

privada

y

pública

que,

en

la

etapa postl iberal

de la sociedad ocdden-

tal, s e p r o d u c e e n g r a n p a n e i n c o n s c i e n t e m e n t e y a

espaldas

de

los individuos,

s e realiza en la Unión

Soviética con plena conciencia

y

como

programa

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Scgundapat-te 2 6 7

público. Constituye pa rte

de la movilización

total

de

l o s : individuos para hacer frente

a

las exigencias

de

una industria lización

total

competi t iva.

En

e s t e

aspecto,

y sólo en e s t e ,

s e

superan las

superviven-

cia:

y

vestigios de

la cultura

preindustrial:

los

elementos

romanticos del

individuo -especialmente

en las relaciones eróticas-, que

eran

casi

equivalen-

t e s

a

las

relaciones

«improduct ivau y socialmente

inútiles,

s o n

t ransformados

en

elementos

congruen-

t e s

con las relaciones

laborales politicas y

social-

mente útiles, a cuyo mejor resultado contribuyen.

Ta l adoctrinación, de

s e r

efectiva, significaría para

el individuo la pérdida d e la esfera en la que s u

existencia estaba

todavía

l ibre

d e

las n e c e s i d a d e s

de

la

r e s publ ica; para el

Estado, significaría

el

con-

t ro l

de

una

d e

las zonas

de

peligro

en

la

que las

demandas y

aspiraciones

explosivas de lo s indivi-

duos

pueden

mantenerse

vivos Con la desaparición

del

individuo,

los

valores

éticos pierden

s u

caracter

autonomo,

no hallúndose compensada ta l

perdida

po r

sanciones y

promesas trascendentes. La

ética

desaparece

como

discip lina filosófica

y

existencial

po r

derecho

propio.

Pero la validez d e la ética

no

depende necesaria-

mente de la autonomia o d e la sanción trascenden-

te . Si

asi

fuera, la sociedad civilizada

hubiera

salta-

do

en

pedazos

d e s d e

hace

t iempo,

ya

que la perso-

nalidad

autónorna

y

la

ecacia

de

la

trascendencia

han

sido

progresivamente

corroidas por el

aumento

de

los controles técnicos. La sanción puede prove-

nir,

en verdad, de la

r e s

publica, en

vez

d e locali-

zatse en un

factor trascendente

o en la autonomia

mora l

d e la

conciencia individual.

Sin embargo,

semejante

sanción

seria éticamente

obligatoria

para

el individuo ( e s t o

e s ,

seria

m as

que una coercion

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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26I Herbert

Mlnnue

e n e m a

o interiorizada)

sólo en

el c a s o

deque

la

re : publica pmtegiera y fomentara a través

de

s u s

instituciones

una

exis tencia verdaderam ente

huma-

na para

todos

lo s individuos. La ética puede ser,

en

verdad, politica

en sustancia.

Tampoco e s evidente

p o r

si

mismo

que un sistema mora l abiertamente

politico deba

necesariamente

desembocar en un

Es-

tado

totalitario

de

smbotss. El

modelo d e

conducta

de la

etica

soviética presupondria la reconstnioción

tanto

de

la

existencia

hiunana

como

de

la

sociedad:

el «individuo

burgués», cuya sus tancia

e s indepen-

diente

en gran

medida de la

re :

publica y cuyas

n e c e s i d a d e s individuales

están

separadas de la

neoe-

sidad s od al, d aria p a s o a un individuo que fonna-

ria parte

integral

de la

r e s

publica,

ya que s u s

propias

necesidades

serian,

al

mismo

t iempo,

las

de

la

sociedad.

Teórica

e

históricamente, senteiante

atado

de c o s a s

no

e s imposible: la

losoa

politica

lo ha

descrito como «oomunidads

(Gemeinschaƒl)

frente

a ssociedadn ( G e s e l l s ø h a ƒ x ) ,

como

la Pol i :

ideal

o,

en

términos hege lianos, como la armonia

de

lo

universal

y

de

lo

particular;

su

interpretacion

en

la ética

soviética utiliza

la idea marxista

de

la

sociedad

s in

c l a s e s como asociación de los «indivi-

duos p lenam e nte desarrollndnss. En todas e s t a s

teorias,

la realización

d e semejante annonla

entre

valores éticos y valores

politicos

presupone

una

organización

l ibre

y racio nal

del

trabajo

social;

esto

e s , la desaparición de l Estado

como

poder indepen-

diente

situado

p o r encima, sobre y

en contra

de

los

individuos» La ética soviética

funde,

p o r el contra-

rio,

los

valores

éticos y politicos en y para un

Estado que eieroe un

poder

independiente sobre lo s

individuo@

Mientras

s e

mantenga

esta

situación,

la

nueva

ética

continuara

funcionando

como

un

ins-

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S e g u n d a

parte

1 6 9

tnunento

al

servido

del obìetivo social prioritario

del

Estado,

que en

el

periodo

presente e s e l obieti-

vo

de

la

industrialización

total.

_

Sin

embargo,

incluso e n

esta etapa

en la que

la

ética soviética parece simplemente reasumir

y

«al-

canzan la funcion inicial

de

la «ética burguesa»,

la diferente b a s e

social

d e la ética soviética

no

excluye una e vo lución diferente. Las instituciones

sociales

básicas,

una

vez

que

s e

hallan

f i rmemente

establecidas, ponen

en

vigor y

perpetúan

la

mora l

que su

ecaz

funcionamiento exige. En el c a s o

soviético,

e s t e proceso n o . ha sido abandonado

a

la

acción lenta pero cuasi automatica

de

las

institu-

ciones sobre la

conducta y valores

individuales,

sino

que

ha sido

sistemáticamente dirigido p o r lo s

organos

politicos.

Pero

esto

no detiene

la

dinamica

según

la cual lo s ciudadanos a s i condicionados po-

drán ejercer, a

su

vez, una influencia sobre el

desarrol lo del sistema condicioname. Con

indepen-

dencia de la intensidad de lo s controles y d e

la

profundidad del

condicionamiento a

que s e

hallan

sometidos,

los

gobernados

ciecutan

e l

trabaio

nece-

sario para

la

reproducción

de

la

sociedad que lo s

controla. Asi, independientemente d e lo -abstracto»

y

-general - que

pueda s e r

e s e trabajo,

continúan

siendo

la .fuer-La

productiva»

decisiva.

Hemos

su-

gerido que la reintroducción de

los -valores

bur-

g u e s e s n

en

la

construcción

del

socialismo

signica

el regreso al estadio de la ética en el que el Estado

cona

en

la aintroyección-

d e

lo s valores social-

mente

necesarios m as

que

en

s u

im pos ición externa,

en

la

reproduccion

sespontånean d e

la conducta

etica m as que en

su imposición

por medio del

terror. Pero,

en

e s t e aspecto.

e l «material

humano»

con

el

que

la

ética soviética

u-abaia

s e

opone

a

una

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2 7 0 Herben

Maroiue

mera repetición

de l

p roceso de la «etica burguesa».

En

la tradición occidental, la

introyección

d e lo s

valores

éticos

tuvo

lugar

en

y

con el

-t individuos:

s u

emancipadón de los vicios lazos tradicionales,

económicos, politicos e ideo lógcos, fue la condición

previa para la eficacia del

proceso.

La separación

del hombre respecto al Estado, la com unidad, la

costumbre

y la tradicion, s u

relacion

anragúníca

tanto

con

respecto

a

é s t o s

como frente s

lo s

nuevos

poderes

e

instituciones, eran

el

re quis ito p re vio

para

s u

autonomia mora l , para la elaboración y

reproducción espontánea

e

interiorizada de lo s va-

lores

éticos. Solamente sobre

e s a

b a s e podia

trans-

formarse la intro yección en

auténtica interioriza-

ción,

esto

e s , en exigencia d e la

conciencia y

fe del

ind iv iduo . La

validez

de los

valores

morales

s e

fortalece,

con

ello, en gran medida.

No

aparecen ya

com o im puestos d e s d e fuera al individuo, sino,

m as

bien, como emanacion

de

la

propia naturaleza ideal

del

individuo

y como sancionados

p o r

l e y e s éticas,

universalmente validas,

y no

por

la fuerza,

tendien-

do

la

obediencia

a las

mismas

a

convertirse

en

instintiva y

casi automatica. El

deber, e l trabaio

y

la d iscip lina sirven, entonces,

como lines

en

si

mismos,

que

no

dependen ya de una iustiiicación

racional d e s d e e l punto d e vista de s u necesidad

real. La

renuncia

s e

t ransforma

en

parte

integral

de

la

estructura

menta l

del

individuo

(en

parte

de

su constitucion, por a s í decirlo),

que e s transmitida

de

generación

en generación por medio de la edu-

cadón y del clima

social, no

siendo

preciso impo-

nerla d e

forma

permanente

a

través de medidas

especificas politicas y

economicas.

Sin em b argo, en

la sociedad soviética e s t e proceso

ha

sido d e s d e el

pr indpio

oonti-arrestado

por

la

politización

de

la

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Seputda parte 2 7 1

etica, p o r la abso rción de l individuo dentro de

la

re i publica. La exteriorizacion de los valores éticos

solo

perm ite un

débi l

grado

de

interiorización.

La

b a s e de

la

interiorización e s socavada p o r la

disolu-

ción de la sustancia tradicional del individuo.

Tc-

d o s

lo s

valores

éticos

s o n

s is tem át icam ente referidos

a las exigencias de la sociedad soviética: la situa-

ción especica de e s t a sociedad y los objetivos y

n e c e s i d a d e s del Estado

soviético

han d e val idar L a s

normas

morales.

Esta

referencia

y

e s t a

i isrma

de

validación

s e

t ransforman

en explícitas

y

s e

intro-

dttoen

en

la conciencia con

carácter

permanente.

Hemos

inte ntad o m o strar que la exterior imción

politica de la etica

s e

guia, en últ ima

instancia,

por

tut absoluto,

esto e s ,

por

e l

comunismo, distin-

gttiéndose

a s i

del

relativismo

pragmatista.

Pero

e l

pau-ón absoluto incumbe, en

últ ima

instancia,

a

la

nieta hacia la cual

ha

d e moverse la sociedad, y no

a los m edios morales (y técnioos)

necesarios

para e l

logro

de e s a

meta. Independientemente del

grado de

idertticaciòn existente

entre

los medios a aplicar y

la

meta

2

alcanzar,

las

n o m a s

morales

no

consti-

tuyen nes

en

s i

mismas;

apuntan

hacia

e l

futuro

y

obtienen

s u sanción so lamente

d e

las

normas

socia-

les

que

e l

Estado y s u s

órganos

fonnulen para e s e

futuro.

Asi, lo que constituye

un

valor

no

e s

el

trabaio como tal,

sino e l

trabaio en favor del

:odal isma

y

el

comunismo;

no

cualquier tipo

de

conducta eompetit iva,

sino

la competencia s o c í ø I í s ~

ta ; no la

propiedad en si,

sino la

propiedad

socia-

l ista;

no

todo

patr iot ismo, sino e l patriotisrno sovié-

tico,

etc. Mientras e l

individuo

no

pueda

elegir

y

s e a el Estado e l

que

deñna lo

que e s

el socialismo y

el oomuttisnto,

imponiendo

adanás la

denidón

d e

e s t o s

conceptos,

no

p odrá ap reciar

la

menor

dife-

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 72 Herbert

Marcuoe

rencia entre lo s

ténninos asi

opuestos. Sin em bar-

p, la f ragì idad d e la interiorización p e z - ¡ u d i c a

la

cohesión

social

y

la

profundidad

de

_ l a

moral .

L1 etica soviética e s

radonal ista

en tm grado ta l

que

puede

poner e n

peligro

su

estabilización

al

nivel

d e s e a d o .

En la

Pr imera parte

de e s t e

estu-

d io (I), hemos destacado los elem e ntos

n t á m s

y

rituales del marxismo soviético y sugerido que in -

cluso ettos

elementos aparentemente

irracionales

operan

al

servido

de

la

radonal idad

dominante

del

sistema.

Su

radonalisrno e s inherente

a

la metódica

orientación de

las

n o m a s morales hada la

meta

comunista absoluta», la cual e s

denida

a

s u

vez

radonalntente en terminos vericables. El que la

iornada

laboral

s e reduzca o no a cinco horas; e l

que

e l

t iempo

l ibre

del

individuo

le

pertenezca

o no

realmente;

el

que

tenga

que «ganarse

la vida»

o no

para conseguir lo s b ienes necesarios para la exis-

tencia; el que pueda

eleg`r

o no l ibremente

su

ocupación:

todos e s t o s datos pueden s e r

vericados

p o r

lo s propios individuos. Independientemente del

grado

de

regimentación

y manipulación

al

que

pue-

d an

estar

sometidos,

ellos sabrán s i el comunismo

asi denido constituye o

no

una

realidad.

En esto

rad ica la diferencia

esencial

entre la

l ì losos social

soviética, p o r un

lado, y la fascista y nazi,

p o r

e l

o tro . La losoa social del

fascismo y del nacional-

socialismo s e

centraha en torno a

entidades esen-

cialmente

a-radonales

y

seudonaturales,

tales

como

la

raza,

la sangre

y

la legi t imidad de mando

caris-

mtico. Al margen del

9-ado

de

radonal idad de

la

organización real del Estado fascista y del Estado

nazi (la movilización total y la economia d e guerra

total

en

Alemania guran

entre

las realizaciones

m ás

emientes de

la

moderna

civil izadón

indus-

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S e g u n d a pu-te 2 7 3

trial), e s e

t ipo

de Estado fue i r radonal d e s d e el

punto de vista d e

su

funcion his to rica ,

ya

que

impid ió

e l

desarrollo

de los

recursos

materiales

y

culturales para la

satisfacción de

las n e c e s i d a d e s

humanas,

organizåndolas en interés d e

una domi -

nación de carácter

destructivo. Su obietivo intr inse

co

constituía

el

l imite

histórico del Estado

fascista.

A

diferencia

de esto, el racionalismo soviético no s e

detiene

en los medios,

sino

que s e extiende a la

orientación

y

meta

de

la o rgan ización

social.

La

doctrina

marxista proporciona el nexo conceptual.

L a d e finicio n del

comunismo e n términos de

pro -

ducción

y distribucion d e la

riqueza

social

para

satisfacción d e n e c e s i d a d e s individuales l ibremente

desarrolladas, en términos d e reducción cuantitati-

va

y

cualitativa

del

trabajo

socialmente

necesario

y

de

l ibre

elección de

ocupación

y empleo, s o n nodo -

n e s

que, aun

rnosu-andose ciertamente como i rrea-

les

a

la luz

de

la situación actual, s o n

en

si mismas

racionales; además,

el prog reso técnico

y la p ro duc-

t ividad

siempre en

aumento del trabajo

hacen

que

la

evolución

hada

e s t e

futuro

s e a

una

posibil idad

racional.

L a

cuestión

referente a s i la estntcturs del

regi-

m en

soviético

impide

o no

la

realizacion futura de

esta posibil idad

ha sido

examinada

en la Prim e ra

parte

d e e s t e

estudio

(2).

Alli

hemos sugerido que

la

continua publicación

y

utilizacion

pedagógica

de

textos

marxistas

puede resultar,

a

pesar de todo,

un

arma peligrosa para lo s dirigentes soviéticos. El

r emen ha

intentado, hasta

ahora, recoociliar la

ideologia y la realidad mediante el procedimiento

de justificar

s u

politica básica en

términos marxis-

t a s .

Dice,

asi,

que

la

mora l

represiva

canonizsda

Mm-.ir

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 7 4 Herbert

M a r c u a e

durante el

periodo stalinista expresaba

las

exigen-

cias

objetivas de

la pr imera

fase,

esto e s , la cons-

trucdón

de

unn

b a s e

socialista

adecuada.

Por

con-

siguiente,

parte

del supuesto

de

que la etica de la

disciplina en el

trabajo

y

en

el ocio, de la emula-

ción

patriótico

en

el

amor

y

en

el

esfuerzo

- toda

e s a

mora l

del

puritaniuno pol i t ico-,

estaba adapta-

da

a

una fase del socialismo

que,

a

causa d e

la

e s c a s e z ,

tenía

que

valorar

la

conducta

individual

segun la util idad social de

s u

actuación. La ¡ u s t . i ~

cadón

y explicación ética

s e

identifica, asi,

con

la

imt ioacìón y

explicación sociológica.

Si

ha

d e mantenerse e s t a identicación, esencial

para la ideología soviética, los cambios d e largo

alcance que

s e

experimenten

en

e l

desarrollo

de

la

sociedad deberán ir acompañados

por

cambios

en

la

ideologia; la mora l

represiva

debera

s e r

reducida a

medida que s e

reduzca

la e s c a s e z . En

la Primera

parte

de

e s t e estudio hemos

mantenido que

e l

con-

tinuo aumento d e la productividad en

e l mareo

d e

una -coexis tencia pacifica» pro longada tenderia

a

la

reducción

de

la

e s c a s e z .

Si

e l

regimen

soviétioo

no

pudiera, o

no

deseara,

aliviar

paralelamente

la

mora l

represiva, s e convertiría, según s u s

propios

patrones, en un sistema cada

vez

m ás i r fac ioml .

Esta

irracionalidad tendería,

a s u vez, a debi l i tar

la

l ibra mora l de la soeiedad soviética.

Todo

e l

adoctr inamiento

del

marxismo

soviético

s e

ha

c e n ~

trado

en

torno

a la

racionalidad

de

los

objetivos,

tanto en lo que s e relìere al interés individual

como

en

lo que concierne al in terés genera l: la fe e it

esta

racionalidad pareoe

haber

sido un

elemento decisi-

vo del apoyo popular del regimen. En e s t e aspecto,

los

l imites

de

la

interíorización,

que

parecen

inhe-

Page 276: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Sennua Pine 1 7 5

rentes

a la es tructura de la

ética

soviética, pueden

resultar decisivos. Sus valores no

son

autónomos,

dado que

estan

validados,

en

últ imo

análisis,

por

una

meta

politica uexterna». Solamente una

ética

totalmente

interiorizada

puede

operar a

largo plazo

con valores

autónomos; y solamente un

alto

grado

de autonomía ética puede

a

la larga servir de b a s e

a una conducta etica,

calculable

y duradera, razo -

nablemente independiente d e las vicisitudes d e la

existencia

individual.

Sólo

sobre

e s a

b a s e

puede s e r

el indiváduo inquebrantable,

moralmente

hablando,

frente

a los sacrificios, injusticias y desigualdades,

soc ia lmen te exigbles, q ue

s e muestran

O o m o irri-

cionales.

La racionalidad politica d e

la

ética

sovié-

tica

s e

opone

a ta l

inquebrantabilidad

mora l

del

individuo,

y

sostiene

la

idea

d e

que

las

potenciali-

dades

para

e l

desarro llo hum ano deben aumentar

en armonia con e l incremento de la productividad

social

d e la sociedad soviética. La presión ideológi-

ca

parece asi ir en la

misma

dirección que la

presión

técnico-economica, a

saber:

hacia el relaia-

miento

d e

la

represion.

Sin

duda,

la

presión

ideoló-

g'ca

e

incluso

el

debil i tamiento d e la

mora l estable-

cida no oonstituyen p e r s e una

seria amenaza para

un rég ìnen que

tiene a s u

disposición todos lo s

instnimentos necesarios para hacer

cumpl i r

po r la

fuerza

s u s

obietivos. Sin

embargo,

dado

que

e s a s

fuerzas,

aun cuando

estén

despmvistas

d e

forma y

organización,

s e

hallan

vinculadas sustancialmente

a

la d iná m ica

económica

y politica internacionales,

pueden

m uy bien

determinar

en un grado conside-

rable

el curso

de

la

evolución

soviética.

Page 277: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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5 9 5 1 0 3 0 ( )

Plantear

la cuestión

de

s i

s e han producido

transfortnadones fundamentales

en

la

politica so-

viética baio Jrusbov

impide comprender

claramente

su

evolución real. Esta

no puede entenderse

m ás

que

como

una

evolución

bilateral,

y

la

cuestión

no

puede separarse d e

otra:

la d e saber s i

s e

han

producido transfonm tciones

fundamentales

en Occi-

dente,

y

en particular en la politica americana,

especialmente

d e s d e la

l legada

al poder d e la Admi -

nistración

Kennedy. La politica occidental parece

haberse

vuelto

m ás

activa,

m as

dispuesta

a

asumir

unos

riesgos

en

m a y o r

o' menor

g n d o

calculados; y

parece

también

haber

logrado armarse

mejor

en

el Teroer 'Mundo, sobre todo en el s u d e s t e asiatico

y el continente lat inoamericano (a pesar de -go

0)

bem

e n

¡ u n a s

e ¢

1 9 6 3

y p a u s a a s

e m m

p r o l o p

a

lt

a a e a

rr-»aa

a e

1 -

o k m .

176

Page 278: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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E r i l a s v

2 1 1

debido aê -

Cabal. ¿Cual ha sido

la

reacción

d e

la

Unión Soviética? En politica interior, la austeridad

y

e l

endurecimiento

d e

los

controles

en

l o s

campos

politico

y cultural

(observándose

el mismo fenome-

no en

Europa orien ta l) . Al mismo

t iempo,

la URSS

ha

mostrado una constante preocupación por

evitar

oonictcs , lo que

le ha obligado a compromisos

y

concesiones de gran alcance d e s d e el

punto

de

vista

d e .

su

prestijo

(aplazamiento

del

ult imátum

sobre

Berl in, retirada d e

Cuba, reconocimiento

de la

dictadura

antioomunista

en

Iran).

En e s t e l ibro

formula

la hipótesis

d e que

e l

debil i tamiento del potencial

revolucionario

en las

sociedades industriales avanzadas d e Occidente,

consecuencia del persistente vigor del

capitalismo

organizado

y

del

persistente

total i tarismo

en

la

sociedad soviética

(tendencias

ambas

interdepen-

dientes), parece convertir

a

los partidos comunistas

en

lo s

herederos

historicos d e

los partidos socialde-

mocratas d e antes de la guerra. Pero a diferencia

d e

lo s partidos socialdem ócratas de antes

de

la

guerra,

hasta

hace

poco los

partidos

comunistas no

tenian

un

movimiento

m ás

radical a s u izquierda;

los com unis tas chinos s e han

encargado

ahora d e

crearlo . La controvers ia chino-soviética

demuestra

claramente que los

partidos

comunistas

nacionales

(incluido e l d e la Union Soviética) ocupan históri-

camente

e l

lugar

d e

lo s

partidos

socialdemocratas

de antaño, en

tanto

que

los com unis tas chinos

s e

declaran herederos

del

marxismo-leniaisnto

ortodo-

xo.

Para

caracterizar

la

politica soviética, lo s chi-

nos mencionan a Kautsky y

a los

socialdemócratas

revisionistas. Por

otra

parte,

s u

aná lis is d el impe-

r ial ismo y

sa

tenaz búsqueda de

una estrategia

revolutáonaria

internacional

basada

e n e s t e

análisis

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2 1 8 Ha-ben Marcus

recuenian

la oposición de Tmtsk i al stalinismo.

En

realidad el

fondo

d e la controvers ia entre chino:

y

soviéticos

no

reside

e n

la

necesidad

d e

evitar

la

guerra nuelear (ambas partes están d e

acuerdo

sobre e s t a necesidad), s ino m ás bien en la manera

de conseguirlo

mientras

ello

s e a

posible.

Los

chino:

persiguen

la des integración progresiva del imperia-

l ismo, sobre lodo merced al crecimiento de un

Tercer

Mundo

activamente

anii impet-ialista;

los

a o -

viétieos

persiguen

la

toontenciónv

del imperial ismo

p o r

medio

de una

coexistencia conseguida

a

través

de la

negoeiación. En e s t a s

negodndones, la inicia-

tiva pertenece

por ahora

a Occidente.

El detane

efectivo

no

está a la

orden

del

dia.

En.

e s t a s

condi-

ciones, e s probable que la estrategia china vaya

ganando

influencia.

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NOIAS

Introducción

(I)

Elalzpleodeltéfminocuocillitlanlplieadnallaociedld

wviétimenentemndioenninginoauimplieaqttesuaodedad

aaaiteíalintaeinelauttidoeiiqinehflai-xy

ex-pue1i6n.Sinu|›burp,dnmotport tqn|em

yuwmwaunwawm

.¡¡ .¡.

(2 )

Vnae

pÁ¶,Ny4$.

(3 )

Vbaeunpltuloi.

â

š ä

Primera

parte.

1 .

L a

conoepdón

marxista

de

la

transición al sodal ismo

( 1 ) Mm,cvat¢.aaPf«¡- t«a«o»«1-¢.¡n¢tuu<›==;M.ny

ïg,oøm s u m a n ( e e

inwa.

2

veu;

M a c a , m m s ) .

( 2 ) ' ma., pu 5 1 7 .

( 1 )

Mm.s:c¢¡›aø1,|,¢¢l,m=

4 .

( 4 )

I n g a » , a m a b a » , - ' M (Q A nnamx

0/

M m m i , um»

279

Page 281: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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2 9 0 HefbenM.amue

p o r E . num, N - m i Y o r k ,

n i m m i m u

m u i m m ,

m s ) , pi;

2 9 4 .

(5 ) Engels ,

El

Or igen da

la Fømílü.

de

la Prop iedad Privldt y

d e l

Euodo

(edition

ínfeaa, Nueva

York, International

Publiaben,

1902) .

pl;

ISS.

El problem

de

la

cealínóéni

de l

Exudo

¡ed

tliaeutido m á s addame,

plg.

l07 y

s i g u i e n t e s .

(6 ) CI I

Marx,

7 de

Minb

de

llil, incluidl

en: Marx

y

sun», c « › › m p « a ¢ » ¢ n .

m e - m s (weon i ngm, Num m k ,

Ímtrnltiniul

Ptibahen. 1935) , PÃIU. ll -U6; véase

t a m b i é n

am i

i t -may, iz

t u

»amm

d e

m z,

e n

im., ptg.

3 9 9 4 0 0 .

(7 ) El Origau d e

la

Família. pl; ISI. P a r a l a

pouernr

interpre-

lación de erll idea en

ll 4oCI.r í | I l

Iminilu dell

clrilwwldi

ubiera-,

en

ueuuo,

vénnne

a d d nn te p å @

47

y

liìenwa.

Våle lhnbiäl E. H. Carr.

The

Boblrrvìh

Revo lu t ion ,

1 9 1 7 - [ 9 2 3

(nn

vol.l.;

lnndlü, MQCMÍJ- l la, B9), lll,

lll.

(t) van,-«i¢iq›«w=mmn-»a=MmmAimumm,

1871 , dudo en lu. M. Stúlnv, History of the

Fin

Irueruuïøal,

(Nuevl York,

lnlernltinnnl

Ptubl iahen, 1928) , pl; 24 0 ; Mlrl,

umapeki

d e r Dehnllen über '

du Sozillhtengetzn

(tacliw

él

l a m ; ui M m y any», u n a / ¢ « f t

. 4 .

i ma ,

W .

L ¿ ¢ a › » « I u .

K .

Ka-my,

- . i d A›-am

(Mimi,

vnuppmae-main

Auuim

w m A i u e i t u i n « e f ussn, mi).

Pia

i ts; En;-h, -mmm@

- n

Lun. f u

cum 0 »

1 1 . - › . ¢ . ~ ¡ ¢ a t

M i m ; e n Mm y n n @ - ,

Obra: Ewvgídm,

op .

dt. I, 1 09 - 27 ; Enpb,

Crítica

de l Proyecto de

Pvvpnøu Soc ia l -De rnáøv ta , 1891 , wet.

Il,

(9 ) laoanoepcióriunrxhuddaodalilioiinpüenunaden

ro m

t u

. f m - = ¢ m - « i o n - , y a q u e a mim i - im M w ea mw

mi fm m i øipnni-aa.. y a v i a @ t u m a m a . s i n amp,

M m :

y

E n g e ls p e n s a b a n

a o h m e n t e

e n

u n a

ø e p r e n e n t a n b n

wmiiui-

dlporl |1NP¡1dl¡e,adeu r̀.delepdlpwrlos-pmduemfø

inmediatas-

y

directamente nspomable a m e

dloe.

S i

l a

u o v n d e n e l a n

d e 1 . d m

mi

wnwp ia i

0

- e m m a . - f ' - - .

u n

. f a ¡ = = t = q u e

- w r e -

a a m n

a l a e l a a e

podran oonrribuir

1 tu m a dnndon, p e r o una

llevarla a lu lwón. En

Ulea

dmmtllndl el lidernzp aefh,

la

mua» W i m , u n u a n - 1 ; »

iman».

(10) Marx, Mi-¡nin

dl

la

Plløxø/70

(edidôn inul, Nuevl

York,

i i - tmnt iml

P - m n n m ) ,

pt;

us.

(Il) Mlrx,

Clnl

I F .

Baile, 2 3 de

novillbre

de

1871 ,

¡nf-||¡âd.l

e n Mm y

Eng., om.

¡sim-im. o p .

d f .

u, 4 2 : ; y e n n f - ' ¢ ¡ ¢

« n a

. a m m

M

u n a / m wn

W ..

m l.

nm ,

J». omim. F ; - u a - w i

s › . ; ¢ L = , Km M m ~ .

A .

Q » F . A . sam

u n a

A › - d m , « n i - _ pu F . A

sw; (si- i tpn. Dim. 1 9 0 6 ) . im 4 1 .

(iz) Mm , .cun i F r a n ; - a m . , ¡musa

m x

F .

M e n m q ,

Pui-

/ i g m u i

u n a

M m

o i

m w -

s r i i ƒ v m n t - 1 (nfgimmpbate m i

Neuen

Zál.

ut'|II\.

12 ;

Sltltlpn,

Díztz,

1912 ) ,

pl;

43 .

(H) Vélte Eduard

Benìa le ìn ,

Ewludmløry Sødølílllit A Cnìí-

Page 282: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Nolll 2 8 1

øl`-:II Md A/nnatiøn, traducida por Edith Q Harvey (Nueva York,

ninia,

um).

( 1 4 )

Fømi im p o r

l t -mu

H ¡ | ¡ « a ¡ n ¡

e n

I.

Pan¡doSodddcn6luAl¢nÃnoekbndllKidm

l927,y

mi

d e

F m N a p u u u , vøwu fnamum l ,

pausa-

Fedendón Alemana Súndial, Berlin, 1928 .

(l¿)°2¢I.:nin, CÄIO dake? [¿Qué hlmrrl

¡pareció

por primer vn

si

( 1 6 ) va* ¿ qu m ae ( e a r ige. , Nam

rm,

l m m t i a m l

Published,

1929 ) , M5

40.

( 1 7 )

nu ¡ fm - fuym l ;

sm

s am auf

4 s » « ¡ a - p u

Remu-

lun;

des

Køpi ln l íunats

(Man-Stndim

lll;

V i e n a ,

W i e n e r

Vnlklbutb-

banana;

mo) . s i unan

d e

1 - | ¡ | f ¢ . a ¡ n ¡ m s m n o

»n a me u n a

nrmaapedadeeapitalinotambiéiunaíonnaape-:ieade

orpn lae idn api ta lüu.

Ideniea

sin d o s

dunentou mandale em m

( 1 )

t a - i h ø u c - o n . ( .41./muy f u n i um

»mmm p o r

l a

fønlluión de

cÁr\e1€

y lrunl, y

(b )

la fuidn

olda

vez m á s Inlìma

entre -e l upi ta l

bancario.

y -el

capital

industrial».

(la) x a - m u y , . D e f lmpanuma-,

Da

Nm

zm .

xxxu,

2 ,

llúmelv

21

(11

de

nepúllbre

de

1914) .

921 .

( 19 ) El

marlìtmo

¡Million

mant iene -y,

el

ve rdad , ad debe

luoerlo,xitehadeprenervurlaaonapc`oa|narri:u-queaoa

Imnledllienloo le

hallan

imrlnaeclmmle rdldonldoa: la cuamomh

d e

per ra

pernnnentei, c o m o ú n a e a

ulida para ha

c o n t r a d i c c i o n e s

mew a n

pnmmiviaa a a s u s a , y

un mm

oblip ah inieg-ndúnnnlneonnoniieu

oamopo lh i tade lanpvu iv

dis ootidenlllea. D e ¡m ie rda con uta øowepdón, lo a Iøønledniien-

w s

q ue

p m d u o e n

la

lnmformldón

dd

m u n d o accidenta l no

Ion

e x \ e n o r e s ` aladlnámh delústema øap i ta l i a tma inomhb len

imernoqylaxminnaaiuzrusqueirubaianenfivordelagiernlo

mmimummmwmpmgmanpmmvimyau

.estabilidad tem poral- .

ì z g

2. El marxismo soviético:

aspectos

fundamentales

de su

autointcrpretación

(1 )

V é l a e e l

ditetlno de

Miluyln

de

16

de

Íebtem

de 19 56 Il

XX0ongsodelPart¡doC4miminadelaUni6nSoviétia,y oo

mnde INSMV de

10

de

fehrem

de19S6

y

de 6 de nov i emb re

9 5 7 .

( 2 )

- L a «mipi

d e

u n

Em-tu uma

a ¢ a m p » (etam e n

mi).

u i - : l u s a a

al

Tu

swap

a n d

  m

» J

W w w

cmmanim,

d o c u m e n t o d e la C á m a r a bepalativa num. 6 1 9 . Suplm-mito l ( W u -

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

http://slidepdf.com/reader/full/herbert-marcuse-el-marxismo-sovietico 283/300

ZI2 l' ed›er\Murønae

hinpon,

D .

C › ,

1 9 4 0 ) - Ml»

2 9 ;

laiia,

O b m

Exødnx

(ed

inesa,

ll

v0lx.;

Nuevl

York, International

Puhl ìa lxen, l937-38) V,

Ill.

(3 )

cvoennaia prop-amm a

p m k u n k o i

revnIìutn`ì› [El prop ina

de

Guerra

de

L a

Revo lw r ìån

Pwlelllíll,

illduil

en

Lmín,

Søclñne-

» r a ¡ O u - u l U . - ase, s o w n; Mm m Iimiaiw Laia,

ma-31),

XIX» 325.

Vhae ¡amb ien Hílloríø de l P¢ m`dø Canutnía la

de ln

Unida Soviílícn

(ed . Inaa, Nllevl York,

Illlernalionnl

Pnìallen,

m s ) pl; 1 6 9 .

(4 )

D a mm

a e

um a

w m

pouiia

m ai

p f o a u n a - d o m a vm

C w g m

«I r i m a @ emanan

ia», 1 ; ¢ ¢ mm a r

m a,

m e t a l -

d o

en

Sødlínevl t ïc

[0brn|›

XXIV, 162 .

(5 )

Veanae,

por

eìnplo,

la s

declaraciones

wntndielofìn

de

Do:

fluida: de

la

Søn ì l l demaevm i ì l (eeerill en

1905) ,

incluida en Obra:

esmfídu,

vp .

e v ' l , . 11|› 7 3 ; y en

e l

informe de

la

Comis i on nob le

e l

Pmokm Nu-mi i

y m m - 1 .

m a g i a »

ii ||

mmm M - n a a a d e

l a

QIníI|l¢l'II, 1910,

ib ívlem,

X,

239 -44 .

( 6 ) s m f m i m lo»---|, xxn, nz.

(7 )

-0

“levo\'|| lebilehuwe i mefkohllzhinzrwslin (Sobre el

iafmiliam . ¡m i«a¡m- y

n u

m¡m4= ,quemo-ww@-i l,

P m -

da.

9 -11

de

m a y o

de

1918.

( 1 ) ¡ a ¢ | - i i a . ni obm s . ¢ « › ¢ - w i . q a

st.

lx. s w .

(9 ) En

19 15, en au nniøulo « L a eonsipl de loa Eal ldøa Unida

a ¢ Ea-wa-,

L u a »

en-¡ua - E n

wnpmaaa

a m

u n

emm u m ' -

da: d e América. Emvpa e n ni coniunto

uigiiôca

e s t a n c a m i e n t o

Han puedo p a r a

s i e m p r e

l o s

t i e m p o s

e n q u e

la

una

d e la dunocncia y e l n o e i a l i n n o iba

a s o c i a d a

u o i a m e n i e a

Eunpa. .

O b m s

Eawjdru,

op . al.,

V,

140-41.

LI

bnallrdilln no B dd

m i g r a n .

( t o y

cum z r w g m , a p . a r . , ix, 3 9 9 . lia

l a

twin nuiaim. 1

e n

mi

a a

r o m i w a m s e m d e l wm

mmm,

«ia -avisan.

- p¢m¢m»¬m›»«a ,uywmuamaar» ,ma<1« . ¡mp¢ iu | ¡ -

tan. s i n o d e I n c

w m u a l t m .

(11 )

lbid.,

1X,

398 ,

La

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1920.

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Carl',

The

nøwmik

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331 .

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Noue 18 3

mmud¢n¡1uu¡a iap iu |au¢›ut=apø¢¡n¢, ¡adusd«=an

ievinu I / a p m i Ekønamíkí, ponefiom al XIX Cnneao d e l Partido.

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( 16 )

XIII

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Ejeealíw

de

la

Cominlem:

Tetís

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nfauuun ( e d u-ym, Num

Yui,

v /«un

ui»-ny rubuiam,

19109» . 1y›u;¡uf«fm¢d¢D¡iutuo«d¡i¡¡td¢¢|vnc»u¢=»

Mnndinl de

llC`M||¡|| l€l1I,

1 935 , incluido en

United Frmu

Aga ins t

¡W im (Num

Y o r k ,

N e w omury m u m m , m s ) , ni; s - 1 .

( 17 ) ln/arme Político de l Cmní l d Centml (ed . ìn, Mood,

m o) pa; i o

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(is) c u p m u m søtxuutam mi

s u - u d ; r ima u n a n m m s w

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y m , v/«ten

Ubnry Publiahe. 1931) , pd;

40.

( z o ) c u p f t d l m s mmu mm mi a m d , o p .

az.

nie id

(zi) rm. , Ms 2 2 .

( 12 ) Ibíd-, M

17.

(11 ) V é e l e

e l

informe

de

Zhdlnov,

dirido

a

ll

wnfereneil

de

la

Qhlinofm,

de

eeptielnhe

de

1947 , ¡nduido en

The St ra tegy

mid

T u s @ 0 1 vam:

cømuufm,

u p . n u . , pt; 2 1 6 . « s ¢ u u p m a u d d ø

un nuevo Ililieamìenm de fuerzas polhiev lhdhwv mnünulbl

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i o 1 0 , p s p . s s - s s ; 1 . u u i u u , -omtmu

piuuvmeuii i

m e a n -

nøefvoin

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la

reproduedón

y

d e

la

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e l

etpitalìnmo

eonløvpofrínenl, V v p r o a í Ehononíkí, 1952»

número l0, pt;

6 9 - 8 5 .

( 2 5 ) P d f einpid, G . v . n u m , . oumu i m m

npiuuimu

i

e p o b o n mt i e n a aovmnennnm eupe i lL a e r i x i s çnera l d e l apiu-

Iísnn y s u

agudizadón e n la

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V o p m a í Bbonamihi,

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libro

de

Varp,

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2 9 4 HerbenMu-uu:

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(2 7 ) Í. b e m i n . op . cil..

på;

45.

(28 )

Ilnl,

PÓL

40.

( 29 )

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(30) I. Trlkhlmbg,

op .

rin, P C @

85.

( 3 1 ) v m m m s x » m . m m u f . « A ¢ . ' ¢ P - m a z ( B ) v m a m -

líükh i vcxhuli lhk/1 . \ ¢xd0v konƒcrenlxíí , i plenunuw Tx K [EI

Purúdø Cnmunil (Bøklwviqut)

d:

llUnión

Svvléu

en lllP 9 0 -

hutioneu y detisionu-de ha Cøngrøøt, Confe rencxn

y Plmw de l

Otlllilé Ccnlrlll

(2

voh.; Mosni,

Goqnlilivl, 1936 ) .

ll.

2 7 .

( 32 )

lbíd..

ll,

48 .

(sn ¡mm any@ - 1 - ama- .u I;

c ø m m m m ,

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ximlhm

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1947 , induido en Th: Srmugy and

Tania

of

Wørld

c o m m u m x m , o p . n z . . pq, 2 1 9 .

' ( 34 ) Vxamuwwía K n m m un íx líth exha ì P ø rlü a (B), op . cil.,

ll,

48 .

(35 )

Problema:

uøøuìvnitox dll

xøciøluølo tn la URSS, Illduid

g n Curmu Sovín

P o l í c í e s .

«iiudo

por [p o Gnúiow

( N u e v a

Yurk,

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( 36 )

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164

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(3 7 ) En

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de El

Estado y

lt

Rcwhwlóvl

(ed. inesl. Num/A

York,

lnwmltìnnll Publilhtn, 1932 ) ,

pånu 5.

( 38 ) L1 l nduodóvn inesl d z all

dixtmìån

en

Søvíu

Vícl M

¡lu

Pau-War

W ø r l d Ewrlmvly (Wlshlnpon, D. C .. Publi; Áfflin

P m ,

msn;

van

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9 .

( 39 )

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1 9 5 0 ,

num» 4 ,

pm o s - 1 1 ) .

(40)

V . Cbøpfr lhvv , <B\u$huuny¢ ekonømi i t y 1

gøwdàlven-

no-cmnopoliudwskii \upauImn~ llm eoowmism burguasa y e l

cupíuliuno lnonopohxu de Elndol, V o p m x i E k ø n m m b ' , IBSS, nú-

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Mikyàn, tn

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Plnido,

incluido en

XX

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Kommunín íchcxkou Perdí

Søvuskugn

Smìøxd IXX Con-

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l,

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8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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Nous 1 8 5

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( 43 )

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(44)

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díuuno

de Jruhw dd 6 6 €

lwvinbk 4€ 1957 (ul c o m o fue difundido

p o r el

Strvüø

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(51 )

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( 52 )

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jnltlwv, dd

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( $ 3 ) Stllin,

tn Currøu

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236 ,

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P. Fødouctv, cS o¢ i|.lis m 0 y Palrioliunou,

incluido

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lll: Sov ie t Pvøl, V , núm .

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¡pub de 1953 ) ,

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3 % , ,

213 -16 .

(S9)

Slllin, tn e l XVIII

Conpwo

de l

Punidn, de

19 39 ,

índuìø

en

Lenininno (ed. ìnn, Nutvl

Ywk,

lnwfnlúønll Puislwm

I942)›P¡& 448;ynu¢vament¢,da¡1u6sdz lng|urrn,enn|d i ›a |no

d¢l9deÍ:Mnvde1946.ìn¢lu¡doenPnødadeI

l0del`ebt¢Nde

l 9 4 6 . C o n

tn:

fâI1'n\|ll wnduye lløbrl de N. Vofzncunsk i i ,

V o c a -

Page 287: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

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(3 ) SII- l in,

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Slllin, Cuest iones

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(4 ) Slilm, :Curl:

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Page 288: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

http://slidepdf.com/reader/full/herbert-marcuse-el-marxismo-sovietico 288/300

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( 1 ) sun», ¡›-/wm

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Publítbi,

1930)- Pij-

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( 5 )

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(6 )

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296 .

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lrlnadån

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Enph, induidl en

Illuli-Dlïhnng, cnu ¡M o

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( 19 ) Lu øiurrìø d¢

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( 20 )

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( 21 )

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19 56 ), 12 6-Q I .

( 25 )

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(26)

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Page 294: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

http://slidepdf.com/reader/full/herbert-marcuse-el-marxismo-sovietico 294/300

Nous 2 9 3

8 .

La transición dc]

socialismo

s l ocmunismo

(I) Lmìnismo- ap . dt.. M367 y 369 .

(2 )

P m b l e m a x ecmrómízøx de l

.mcín lúmo en la URSS.

O p . vil.,

p lg inn 7 y x r . ,

(3 )

Vhmc ln inltrvmcion de Mikoym

y

jnuhov en e l

XX Congo de l Par t ido , incluidas en XX å ' ¢1d Kørnrnnníxk ichu-

¡ w i rana'

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16 -20 .

319 -21 .

(4 ) U SB, núln.

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(5 )

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pl; 70.

(6 )

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(7 )

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Sowïlicd,

1961 .

( s )

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( 9 )

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( 1 2 )

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(13 )

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(14 ) Slqnrunn, op . dt., plp. $40 -42 .

(li)

S m l m , Prob lema. :

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1 0 4 1 1 1 5 : - n o

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cil.,

plp. N-I9.

(16 ) I n f o rme

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Conpuo, op . dl.,

ll, 43 4 ,

47 5 ,

O80.

( 1 7 )

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1 9 6 1 ,

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(IB) Ibídnn, HZ y $44 .

( 1 9 ) ng 1 0 9 y 1 » ,

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milinur oociduml.

Page 295: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

http://slidepdf.com/reader/full/herbert-marcuse-el-marxismo-sovietico 295/300

2 9 4 I - I : rbenMnmn¢

( 21 )

Vbic. por Giemy lo , A. N .

Mltlin,

4Pli|mip mIl¢till'nvì

rlpnndpwddlnlabmllnrill

blio

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Iødllinøl,

Va p ros í

Píluwí. 1954 , min. 4, plp. 3-N;

l9$5,

núrnzro

1,

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li.

( 12 ) M. T.

lvvchul,

0 P † dt., pi; 13.

(2 3 ) I. D o m d w c v

y A.

Riuniunixv, ohmiv

izvruhcbeniin

mark-

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( C o m u n

la rcr jvencdbn d e H

r o m - l a

mnrtiltl

d: II Npmdnlvdónl, Kotnøvunül, 1955 , núm 2 , Q u a n ;

Mim N.

( 2 4 ) i z . miw, . 1 1 - » m m m a m a - -«nm a m m a u p

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( 27 )

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(ll) O p . nt..

pip. 574 -75 .

( 2 9 )

R¢so|nd6\1del0onIilÁC¢nulId¦lPlr\ido(.`mnnnild¢h

Uniün

Scwiéüu, 30 de

junio

de 19 36 , incluida en Tlulm'-Slah'4I

Curpcípr

and

¡nu-madonal Comnvnírn.

ediudo

por e l

Rmdan

lntlllik. Univiìdld

dt

Columl

(Nvl

York, Co lumb ia Univer-

lily Prw, 1956) , pl; 190.

(30)

]r\|sMvend10(CnnpvaoddPnr\ido0omunlande|›

Ubn

Søviåiü,

XX S |.nl Kommuníschnkoí

P a m ?

50805050

$ofsu›v›.:¡n,l,91yn ›

(31 )

Prúfvlrlø 4:

1961 ,

op .

nl.,

plf.

579

y

1 .

( 32 )

Pmblnnax cøøuónlicox de l wdalíww en la UR”, vp . dt.,

pidan

14.

( 33 )

Veión difunddn

p o r Tux, dz lo Ibeonludét l . 2 5 de fthm

dt

N35;

«W

S nd Kammuniskithukøí

Pømï

Sowuknp Soíwø.

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( 4 4 )

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( 3 6 )

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( 3 1 )

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( 3 9 )

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Etøøgidl -x,

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cil.,

IX,

3 1 3 ;

vboe

Illllbíšll

pija326 .

Page 296: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

http://slidepdf.com/reader/full/herbert-marcuse-el-marxismo-sovietico 296/300

Nous

2 9 5

(40) Propuu d e 1 9 6 1 ,

¡bid

( 4 1 )

V é a s e pd; 1 9 3 ,

arriba.

(42) V é a s e

pi;

2 6 ,

a n - ¡ b m

( 43 )

Vüze

955 .

113,

lrríbl.

Parte Segunda.

9 .

La ética oocidznml y ln ética

soviética: su

relación histórica

( 1 ) .m ina - , r d a f r r q r m ¢ ¢ -min», rr - rom r m r «rpm-

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(3 ) Aunquz c iemmmre aim (y dd: eaiuir) u n a

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soviética

- La exteriorización

de

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( 1 ) U ideoloja ¡egin la c u n ]

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Page 297: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

http://slidepdf.com/reader/full/herbert-marcuse-el-marxismo-sovietico 297/300

2 9 6 Hu-benMun|se

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Page 298: Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

8/11/2019 Herbert Marcuse - El Marxismo Sovietico

http://slidepdf.com/reader/full/herbert-marcuse-el-marxismo-sovietico 298/300

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2 9 7

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( 9 ) vam p›;_|ss, meu.

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( 1 2 ) sm- 'mf fp | 0 b m 1 , xm .

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H3) Ibid., XIII. l07-12.

( 1 4 ) spam, a p .

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(2 )

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