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w w w. n u e v a e c o n o m i a . c o m . b o

INFORME ESPECIAL

BOLIVIA | 7 de abril de 2019 | Año 25 | Nº 51Bs. 15 en todo el país

DE LA

BALANCE

AGROINDUSTRIA

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2BALANCE DE LA AGROINDUSTRIA

Redacción:Juseline Durán Vildozo

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La agroindustria es una actividad económica que comprende la producción, industrialización y comercia-lización de productos agro-pecuarios, forestales y otros recursos naturales biológi-cos. Facilita la durabilidad y disponibilidad de los pro-ductos de una época a otra, sobre todo en aquellos que son más perecederos. El sec-tor agroindustrial procesa la producción agropecuaria después de que ésta sale del campo. Este rubro permite agregar valor mediante la transformación agroindus-trial, convirtiendo el produc-to primario (básico) a uno diferenciado y enfocado a cierto segmento del merca-do final.

Esta actividad se divide en dos categorías: alimentaria y no alimentaria. La primera se encarga de la transformación de lo producido por la agri-cultura, ganadería, pesca y silvicultura en productos ela-borados. La segunda es la en-cargada de la transformación de estos productos que sir-ven como materias primas, utilizando sus recursos na-turales para realizar diferen-tes productos industriales. Antiguamente se creía que la agricultura y la industria eran dos sectores separados, tanto por sus características como por su función en el crecimiento económico.

Se estimaba que la agricul-tura era el elemento carac-terístico de la primera eta-pa del desarrollo, mientras que la industrialización era un indicador más pertinen-

te del avance de un país en vías de desarrollo. Por lo tanto, se afirmaba que la estrategia adecuada de progreso era la que per-mitía pasar gradualmente de la primera etapa a la in-dustria. Sin embargo, este concepto dejó de ser válido, pues se llegó a reconsiderar y reevaluar la función de la agricultura en el proceso del desarrollo desde el pun-to de vista de su contribu-ción a la industrialización y su importancia para un progreso armónico y una estabilidad política y eco-nómica.

De acuerdo a la Organiza-ción de las Naciones Unidas para la Alimentación – FAO, la agricultura llegó a ser una forma de industria, a medida que la tecnología, la integra-ción vertical, la comercializa-ción y las preferencias de los consumidores fueron evolu-

cionando según pautas que se ajustaban más al perfil de los sectores industriales.

Esto hizo que el desarrollo de los recursos de la agricultura resulte cada vez más sensible a las fuerzas del mercado y se integre más en los factores de la interdependencia indus-trial. Los productos agríco-las están determinados por tecnologías de complejidad creciente e incorporan los resultados de importantes esfuerzos de investigación y desarrollo; y responden, en medida creciente, a refina-das preferencias individuales y colectivas con respecto a la nutrición, la salud y el medio ambiente.

Aunque todavía se puede dis-tinguir entre la fase de pro-ducción de materias primas de la de elaboración y trans-formación, en muchos casos esta diferenciación queda

difuminada a causa de la complejidad de la tecnología y según la medida de la inte-gración vertical: la industria-lización de la agricultura y el desarrollo de agroindustrias son, en efecto, un proceso común que está generan-do un tipo completamente nuevo de sector industrial. A veces resulta muy difícil establecer una delimitación precisa de lo que debe consi-derarse actividad agroindus-trial, pues los efectos de los procesos de innovación y las nuevas tecnologías obligan a ampliar la gama de los in-sumos agroindustriales que pueden tenerse en cuenta, lo que incluye, por ejemplo, productos biotecnológicos y sintéticos.

La agroindustria sigue ela-borando artículos agrícolas sencillos y, a la vez, también transforma insumos indus-triales muy especializados que, frecuentemente, son

el resultado de notables in-versiones en investigación, tecnología e inducciones. A esto se suman procesos de modificación que se caracte-rizan por la alteración física y/o química con el objetivo de mejorar la comerciabili-dad de las materias primas, según su uso final.

Según la clasificación tradi-cional de las Naciones Uni-das, Clasificación Industrial Internacional Uniforme de todas las Actividades Econó-micas (CIIU), la producción agroindustrial se presenta en muchos sectores de manu-facturación: elaboración de productos alimenticios, be-bidas y productos de tabaco; fabricación de productos tex-tiles, prendas de vestir y cue-ros; producción de madera y productos de madera, inclui-dos muebles; fabricación de papel y de productos de pa-pel, y actividades de edición e impresión; y fabricación de productos de caucho.

Presentación

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4BALANCE DE LA AGROINDUSTRIA

BIOCOMBUSTIBLES Evolución de las distribuciones regionales

del uso mundial de biocombustible

Fuente: OECD/FAO (2018), “OECD-FAO Perspectiva Agrícola”

Países en Desarrollo Países Desarrollados

2017 2027 2017 2027

Brasil 3,927 5,627 5,627

Indonesia 2,800 4,066 4,066

Argentina 1,300 1,902 1,902

Tailandia 1,400 1,849 1,849

Otros 2,711 3,536 3,536

Estados Unidos 9,662 8,690 8,690

Unión Europea 14,016 12,813 12,813

Otros 0,743 0,878 0,878

Biocombustibles,¿Son sostenibles?

Biocombustibles, ¿a favor o en contra? ¿existe una sola res-puesta correcta? Resultaría con-veniente tener una solución ab-soluta, pero lo cierto es que los absolutos son peligrosos, y en la formulación de políticas públi-cas, pueden ser hasta catastró-ficos.

Estas últimas décadas han sido escenarios de muchos paradig-mas y controversias en el con-texto del cambio climático y del calentamiento global, desde el corporativismo y los tratados in-ternacionales hasta las acciones locales y comunitarias. No se ha logrado integrar los esfuerzos de una manera cohesiva o coherente para hacer frente a los desafíos de la actualidad, que cada día se van complejizando aún más.

En el caso particular de las mez-clas de biocombustibles se tienen muchas posiciones encontradas. Al ser mezclas de sustancias deri-vadas de una biomasa o material orgánico no fósil, pueden comple-mentar e incluso sustituir al com-bustible fósil en circulación en sus dos formas más comunes - bio-diesel o bioetanol – mejorando la calidad y el octanaje de la mez-cla final porque funcionan como oxigenantes adicionales. Entre otras ventajas, aumentan la vida útil de los motores a través de la limpieza de filtros y su emisión de gases invernaderos es mucho más

benigna para la atmósfera, ya que en la combustión con la mezcla adicionada se reducen aditivos naturales altamente contaminan-tes, como es el caso de algunos bencenos.

Sin embargo, los opositores ale-gan que su producción masiva es un riesgo para el equilibrio ecoló-gico y que, además, generan más gases invernaderos que los com-bustibles fósiles. Dependiendo de la región y del tipo de materia pri-ma de la mezcla, también se han evidenciado alzas de precios de mercado y escasez en alimentos y economías domésticas, gracias a las distorsiones en la oferta y los fenómenos climatológicos que afectan las cosechas.

Entonces, ¿quién tiene la ra-zón? Pues es relativo, porque ambas caras de la moneda presentan argumentos válidos para generar preocupaciones en el diseño de las futuras polí-ticas energéticas. Las claves del éxito de estas políticas estarán en: el cálculo del impacto de la implementación, la integración sinérgica de propuestas, el gra-do de innovación y creatividad tecnológica.

Desde el punto de vista del mo-delo socioeconómico que se pro-ponga para cualquier país, existen tres factores determinantes que definen la sostenibilidad energé-

tica (hablando de todas las fuen-tes de energía, tanto renovables como no renovables); la limita-ción de la biocapacidad, la distri-bución desigual de los recursos naturales y el efecto del cambio climático. Estos elementos mo-delan en términos cuantitativos cómo aseverar que una energía alternativa sea más perjudicial que otra, en un indicador de im-pacto ambiental llamado “huella ecológica”, que mide la relación entre los recursos existentes del modelo con la demanda humana, y la relaciona con la capacidad de regeneración y auto equilibrio del ecosistema.

Es este planteamiento, que ha sido compartido en el World Energy Council (Consejo Mundial de Energía) y en Naciones Unidas reiteradas veces, que refuerza la idea de que no existen soluciones únicas o mejores, sino más bien inteligentes y resilientes, que de-penderán siempre del contexto donde se implementen. Dentro de los modelos exitosos de de-sarrollo sostenible de este siglo, se encuentran como comunes denominadores a: la innovación, la integración y la alta eficiencia económica.

Dando ejemplos concretos, po-demos hablar de Malasia: este país ha implementado políticas económicas exitosas en térmi-nos comerciales en cuanto a

Por: Celia Capobianco Sainz

biocombustibles, porque generó nuevos ingresos, inversión y em-pleo. Sin embargo, el impacto de la deforestación depredado-ra de sus tierras para abrir paso a nuevas plantaciones de palma (una de las fuentes naturales de biocombustible), ha ocasionado graves desequilibrios y despla-zamientos de la fauna y la flora, lo cual, desde el punto de vista medioambiental, es inacepta-ble, ya que deja de catalogarse como sostenible y podría ser, tal vez, sustentable en el corto plazo.

En el caso de Bolivia, las oportu-nidades y las amenazas del mo-delo recién se definen. Ya hemos dado pasos agigantados en el rumbo correcto para la era del bioetanol, tenemos legislación básica (aunque todavía necesita desarrollo y clarificación compe-tencial), un sector agroindustrial con la infraestructura necesaria para cubrir la seguridad energé-tica y alimentaria con la produc-ción de azúcar y etanol, y políti-cas agroindustriales y financieras para impulsar al sector. Pero nos falta tener un debate democrá-tico y sensato para superar los obstáculos técnicos, económicos y políticos que conlleva esta ini-ciativa; planes de uso de suelo sostenibles mejoras de prácticas; eficiencia agrícola; y seguridad ju-rídica a la inversión, por nombrar algunas.

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6BALANCE DE LA AGROINDUSTRIA

2018, un peligroso estancamiento para la agroindustriaSITUACIÓN ACTUAL

La agroindustria es una ac-tividad económica con un importante impacto en el país, ya que implica el valor agregado de productos de la industria agropecuaria, la silvicultura y la pesca, facilitando su durabilidad y disponibilidad de una época a otra, sobre todo aquellos que son más perecederos. El desarrollo de la agroindus-tria en Bolivia es incipiente. De acuerdo a la FAO, existe plena conciencia de que jue-ga un papel importante en el proceso de desarrollo rural, contribuyendo al aumento de la producción agropecua-ria y teniendo efectos posi-tivos sobre la evolución de la calidad y estandarización de los productos agropecua-rios, y la productividad de este sector.

No obstante, dicha Organi-zación manifiesta que la ac-tividad agroindustrial rural a pequeña escala es relativa-mente nueva en el país, pues todavía no se le está dando el lugar que le corresponde como instrumento eficaz para mejorar la economía campesina a través de la ge-neración de empleos y eleva-ción de sus ingresos.

De acuerdo a datos de hace un par de años de la organiza-ción Productividad Biosfera y Medio Ambiente (Probioma), el 82% de los alimentos que se consumen en Bolivia pro-viene de la agroindustria, mientras que la agricultura campesina familiar suminis-tra el restante 18%.

Esto revela que hace 40 años se consumía una variedad de 90 a 100 productos, pero ac-tualmente la cifra se redujo a unos 30, la mayoría pro-cesados. La cantidad de ali-mentos importados también se elevó, según datos de los últimos cinco años.

La agroindustria tiene un fuerte impacto en el país, pues los rubros que operan dentro de este sector son cada vez más diversificados.

Según datos del Censo de Po-blación y Vivienda de 2012, el 62% del arroz nacional se producía en Santa Cruz, al igual que el trigo (43%), el maíz (40%), la soya (100%), las hortalizas (50%) y la papa (38%). Del total de la papa, el 70% de la producción cruce-ña se concentra en la zona de Chané, un lugar eminente-mente agroindustrial.

Según la FAO, Santa Cruz es el lugar que ofrece el poten-cial agropecuario-agroindus-trial más importante del país, en términos de la producción a costos globales (incluyendo costos de infraestructura y de organización) compara-tivamente bajos, y también ventajas de acceso al merca-do para los productos.

La región cuenta con subre-giones ecológicamente privi-legiadas para la producción de frutas, hortalizas y flores. Por otra parte, la explotación de la madera tiene importan-tes reservas forestales, cuyo aprovechamiento sostenido puede asegurarse mediante un manejo adecuado y uso racional del bosque.

Sin embargo, se está viendo que otros departamentos del

país, como La Paz y Cocha-bamba, tienen también pre-sencia importante dentro de la agroindustria y esto está mostrando a Bolivia como un potente desarrollador del sector.

Un sector que viene recupe-rándose

La gestión 2016 no fue fácil para el sector agropecuario, y recién en 2017 empezó a recuperarse parcialmente, pero no al nivel esperado. Por una parte, los cereales experimentaron un resta-blecimiento, mientras que el sector oleaginoso cerró la campaña de verano con re-sultados desfavorables por el bajo rendimiento obtenido. El sector pecuario se vio afec-tado por los precios bajos a su producción.

De acuerdo a la Cámara Agro-pecuaria del Oriente (CAO), en su informe de fin de año 2017, la superficie cultivada en el departamento de Santa Cruz llegó a 2.5 millones de hectáreas, lo que significó un incremento de 11,41%, res-pecto al 2016.

La producción agropecua-ria, también en dicha ges-tión, fue de 12,6 millones de toneladas, lo que equi-vale a un incremento del 26,7%, comparado al 2016 que fue un año malo por las sequías.

Campaña de verano 2017 y campaña 2016

La CAO señala que en la campaña de verano 2017, entre soya, maíz, arroz, sor-go, sésamo, y caña de azúcar se sembraron 1.386.000 de hectáreas, en 2016 se llegó a 1.338.000 hectáreas. En pro-ducción se logró 9.279.000 millones de toneladas en 2017, mientras que en 2016 se llegó a producir 7.617.000 millones de toneladas.

Por su parte, en la campaña de invierno 2017, en los culti-vos de soya, maíz, trigo, gira-sol sorgo y chía se sembraron 946.000 hectáreas y se logró producir 1.993.000 millón de toneladas, cantidades mayo-res a la superficie cultivada de 2016, que fue de 738.000 hectáreas y producción de 993.000 toneladas.

En cuanto al sector pecua-rio, los bajos precios influ-yeron negativamente en la producción, pues ésta bajó un 1,37%, respecto a 2016, principalmente en las acti-vidades avícola y porcina, porque registraron pérdidas importantes, poniendo en riesgo las inversiones realiza-das en tecnología, genética e infraestructura.

Campaña de verano 2017-2018

Las estimaciones de siem-

bras, que hizo la CAO de la campaña de verano 2017-2018, proyectaron 1.28 mi-llones hectáreas de soya y maíz, lo que significaría un incremento de 3%, con res-pecto la campaña en el mis-mo periodo de 2016-2017.

Si bien la producción agro-pecuaria creció en 2017 respecto a 2016, los produc-tores prefieren hacer una comparación con 2015, ya que 2016 fue un año duro porque se registró una ex-trema sequía y ellos consi-deran que no es bueno ha-cer semejanzas con un año atípico por el clima.

La Cámara Agropecuaria del Oriente resalta que hacien-do relación de la produc-ción comparada en 2015, sólo se creció un 2,62%, lo que demuestra un estan-camiento de la producción agrícola y pecuaria por dife-rentes motivos.

¿Qué ocurrió en 2018?

De acuerdo a la Cámara Agro-pecuaria del Oriente (CAO), en su documento “Evalua-ción de desempeño del sec-tor agropecuario de Santa Cruz, gestión 2018”, el año pasado el incremento en los cultivos sólo habría llegado a un 3%, respecto a la cam-paña de verano 2016-2017, cuando creció en 11,41%. Esto significaría un estanca-miento para el sector.

Según datos del INE, al pri-mer semestre de 2018 el cre-cimiento acumulado del PIB agropecuario nacional fue de 7,53%, cifra inferior al creci-miento registrado el mismo periodo de 2017, cuando el incremento fue de 7,63%.

Respecto al crecimiento tri-mestral, el primer trimestre se registró un 6,6%, mientras

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7BALANCE DE LA AGROINDUSTRIA

2018, un peligroso estancamiento para la agroindustriaque el segundo trimestre alcanzó un 8,2%, comparado con 2017. En términos absolutos, el PIB agrope-cuario nacional, a junio de 2018, fue de 3.275,91 millones de bolivianos, siendo, según datos del INE, el sec-tor que mayor crecimiento registró en dicha gestión. Sin embargo estos resultados deben ser considerados como una recuperación del sector agrícola luego de soportar una de las peores sequías durante 2016 y fuer-tes inundaciones en 2017. Si bien en 2018 la superficie cultivada total se incrementó levemente en 1,18%, la producción logró un incremento de 7,4%, gracias a una mejora en los rendimientos, principalmente du-rante la campaña de verano.

De acuerdo a la CAO, en su documen-to “Evaluación de desempeño del sector agropecuario en el departa-mento de Santa Cruz - gestión 2018”, en términos generales, la pasada gestión, el sector agrícola registró un leve crecimiento, lo que significó una reposición parcial de las pérdidas su-fridas en años precedentes, sin una mejora significativa de la situación económica, y, por el contrario, una profundización de problemas como la inseguridad jurídica, presión labo-ral y presión tributaria, entre otras, que dificultan el normal desarrollo de las actividades productivas.

El mismo documento de la CAO destaca que el valor bruto de pro-ducción agropecuaria en 2018 se incrementó un 4,96%, con respecto a 2017, debido a una recuperación del cultivo de productos industria-les que compensó la baja de 12,58%

en el rubro de cereales. “Si bien la superficie cultivada de cereales se incrementó un 10,10% en la gestión 2018, las pérdidas de cultivos por sequía y bajos rendimientos pesaron más sobre la producción, experimen-tando una reducción de 1,18%, con respecto a 2017, por otro lado, la su-perficie de cultivos industriales se in-crementó un 0,54%, donde una leve mejora en los rendimientos impulsó la producción logrando un incremen-to de 11,21%. En términos nomina-les, el grupo de cereales registro una pérdida aproximada de $us. 45,04 millones, principalmente el maíz, tri-go y sorgo, debido a una caída de la producción en el caso del trigo, mien-tras que en el caso del arroz, maíz y sorgo registran una baja en los pre-cios”, señala el informe.

Por otra parte, el año pasado, el gru-po de productos industriales experi-mentó un incremento aproximado de $us. 184 millones, con respecto a 2017, debido a un aumento de la producción y una leve mejora en los precios tanto internacionales como locales.

Respecto al sector pecuario, en 2018 se registró un incremento de 4,07%, comparado con la gestión 2017, im-pulsado principalmente por la recu-peración del sector avícola y porcicul-tor que crecieron un 10,38 y 4,97%, respectivamente, debido a una mejo-ra en los precios en el caso avícola, y aumento de la producción en el caso del sector porcicultor, resultado de las inversiones en infraestructura y genética realizadas desde hace cin-co años atrás. Esta recuperación se

dio luego de que en 2017 el sector pecuario registrara una reducción de 3,55% en su aporte al VBP (Valor Bru-to de Producción).

En cuanto a la actividad agrícola, la pasada gestión se registró fenómenos climáticos adversos, principalmente durante la campaña de invierno, pero hubo mejores resultados durante la campaña de verano, mismos que in-crementaron la producción, lo que significó una recuperación para este sector, empujado principalmente por el grupo de oleaginosas.

Si bien en 2018 el sector agropecuario continuó su recuperación, la produc-ción agrícola fue de sólo 0,8%, mayor que la producción de 2012, cuando se registró una producción record, con lo cual se acumula un periodo de siete años de estancamiento (2012 a 2018), con acentuadas fluctuaciones, principalmente en 2012 (cuando se logró una de las mejores cosechas) y 2016 (cuando el efecto de la sequía fue devastador para el productor).

La otra cara de la moneda

Según el último reporte de crecimien-to del Instituto Nacional de Estadísti-ca (INE), la matriz económica del país, que aún depende de las exportacio-nes de materias primas, debe apostar a la agroindustria y al sector de las manufacturas para generar mayores ingresos y superar la desaceleración económica que se evidenció.

El crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) entre junio de 2016 y julio de 2017 fue sólo de 3,94%, esto signi-fica 0,36% menos de lo que se creció en el mismo periodo hasta 2016. Esto se traduce en uno de los crecimientos más bajos en los últimos siete años.

Según datos del INE, durante el pri-mer semestre de 2017, el rubro de petróleo y gas registró la mayor caí-da, en relación al mismo periodo de 2016, con 7,12%. La industria manu-facturera sigue en la lista, con una caí-da de 2,10%. Por el contrario, el rubro agricultura, pecuario y pesca registró el mayor crecimiento en el mismo pe-riodo, con 7,63%.

Continúa en la Pág. 8

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8BALANCE DE LA AGROINDUSTRIA

Del total de la superficie cultivada por sector, el 45% corresponde a oleaginosas e industriales (1.602.661 Ha); le sigue los cereales, con 35% (1.235.996 Ha); y con un porcentaje considerablemente menor están los tubérculos y raíces 7% (248.264 Ha). Los frutales, hortalizas, forrajes y estimulantes cultivaron un total de 5%, 4%,3% y 1%, respectivamente.

Gráfico 3Superficie cultivada por sector

Fuente: CINACRUZ

Al igual que en la superficie cultivada, Santa Cruz es líder en producción en el país. Este departamento tuvo una producción de 12.602.455 toneladas, lo que equivale al 74% del total nacional. Con un porcentaje mucho menor (8%) le sigue Cochabamba, lo que equivale a 1.373.164. Continúa La Paz con 1.048.681 toneladas (6%).

Gráfico 5Producción por departamento

Fuente: CINACRUZ

Los principales cultivos en superficie corresponden a la soya, maíz y sorgo, cada uno con 1.297.798, 388.196, 381.143 hectáreas cultivadas, respectivamente. Dentro de esta clasificación de los 10 principales cultivos también se encuentra la papa, trigo, caña de azúcar, arroz y con menos superficie cultivada están la quinua, el girasol y la alfalfa.

Gráfico 4Principales cultivos en superficie

Fuente: CINACRUZ

El líder de productos agropecuarios más exportados del país es la soya y sus deriva-dos. Sin embargo, en 2017 tuvo una disminución en peso y valor, respecto a 2016. En el resto de los productos existen variaciones entre el peso y valor exportado, y también entre ambas gestiones: 2016 y 2017. No obstante, se puede ver que los gra-nos predominan en la lista, siendo 6 de 10 productos que corresponden a este tipo.

Cuadro 1Principales productos agropecuarios exportados

Fuente: CINACRUZ

Viene de la Pág. 7

EL SECTOR AGROPECUARIO EN CIFRAS

En 2017 hubo una disminución de la superficie cultivada, respecto a 2016. Las hectáreas cultivadas en estas dos gestiones fueron de 3.635.686 y 3.562.624, res-pectivamente. En cuanto a la producción, hubo un incremento de 16.684.556 a 17.109.270 en el mismo periodo de tiempo. En años anteriores estas dos variables tuvieron sus altibajos, como se puede observar en el gráfico.

Gráfico 1Bolivia: superficie cultivada y producción

Fuente: CINACRUZ

El gráfico muestra que el líder indiscutible en superficie cultivada es Santa Cruz, con 2.499.429 Ha (70%). Le sigue La Paz, con 281.660 Ha (8%); y en tercer lugar Cocha-bamba, con 206.253 Ha (6%). La diferencia entre los tres departamento es notable, lo que posiciona al departamento oriental como el mayor cultivador del país.

Gráfico 2Superficie cultivada por departamento

Fuente: CINACRUZ

2016 2017

Producto Peso bruto (kg) Valor FOB ($us) Peso bruto (kg) Valor FOB ($us)

Soya y productos de soya 2.220.001.842 855.629.354 1.544.005.970 567.612.260

Nueces del Brasil 27.148.538 182.710.856 14.518.493 169.321.581

Quinua 29.702.196 81.437.498 32.289.321 73.699.760

Maderas y manufacturas de madera 47.510.635 42.984.609 57.865.681 44.146.540

Girasol y productos de girasol 80.366.567 41.118.796 81.955.588 39.406.502

Cueros y manufactutas de cuero 17.093.645 39.387.344 17.899.772 35.452.946

Bananas 130.473.616 35.413.715 115.984.263 29.571.413

Chía 15.215.699 26.751.983 12.395.513 27.150.026

Leche en polvo y fluida 16.312.803 28.694.042 6.722.748 18.020.052

Frijoles 34.738.892 34.225.736 13.026.451 13.039.531

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16.000.000

14.000.000

12.000.000

10.000.000

8.000.000

6.000.000

4.000.000

2.000.000

0

16.582.895 16.675.620 16.684.556 17.109.270

Superficie (Ha)

Producción (toneladas)

17.079.689

3.515.748

2013 2014 2015 2016 2017

3.584.808 3.584.997 3.635.686 3.562.624

1.400.000

1.200.000

1.000.000

800.000

600.000

400.000

200.000

0

1.297.798

381.143

168.785119.967 103.320

Principales cultivos

388.196

181.747 150.554 109.124 71.295

Soya Papa Trigo Quinua Girasol AlfalfaMáizen grano

Caña de azúcar

Arroz con cáscara

Sorgo en grano

Principales cultivos

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10BALANCE DE LA AGROINDUSTRIA

Tecnología al serviciode la Agroindustria

INNOVACIÓN

La agroindustria es un sector que no escapa de la tecnología y de to-dos los beneficios que ésta trae con-sigo. Hay que admitir que el sector alimentario evoluciona constante-mente, es por ello que los avances científicos y técnicos permiten hoy producir alimentos y bebidas que se adapten mejor a las demandas de los consumidores de una manera segura, con procesos productivos más sostenibles y eficientes, cu-briendo la demanda de mercados globales.

De hecho, la agroindustria ya está utilizando algunas técnicas innova-doras que están permitiendo desde la mejora de los cultivos, hasta la lle-gada al cliente final.

De acuerdo al centro tecnológico ANIA, la industria alimentaria evo-luciona constantemente y la tecno-logía juega un papel importante en este sector. Hoy en día, el mercado está marcado por nuevas innova-ciones tecnológicas, que permiten garantizar que los productos agro-pecuarios y agroindustriales tengan las características que desean los consumidores.

Este centro tecnológico nombra algu-no de los más importantes:

Internet de las Cosas (IoT), la Inteli-gencia Artificial y el Big Data

Está cambiando radicalmente la ma-nera de fabricar, transportar y consu-mir alimentos. Un informe de Accen-ture estima que la inversión global en el Internet de las Cosas (IoT) alcanza-rá la cota de 500.000 millones de dó-lares en 2020. En el caso particular de la industria de alimentación, se está produciendo una revolución a través de la digitalización de procesos que va a dar como resultado una mayor eficiencia y flexibilidad en:

– La fabricación del alimento (la lla-mada industria 4.0).

– Las actividades relacionadas con la cadena de valor.

– Y el control de la calidad y seguri-dad alim entarias.

Todo esto unido a la gran cantidad de información disponible, fruto de dicha digitalización, mejorará la toma de decisiones por parte de los equi-pos directivos y de gestión, con un conocimiento como nunca se tuvo del consumidor, abriendo numero-

sas oportunidades en el campo de la personalización de producto y nuevas formas de interacción.

Microencapsulación y nanoencapsu-lación

Estas técnicas pueden utilizarse, prin-cipalmente, para el diseño de ingre-dientes de última generación.

Las tecnologías de microencapsula-ción, por ejemplo, están permitien-do desarrollar alimentos con nuevas propiedades, más seguros y más saludables, así como ingredientes funcionales y aditivos novedosos con propiedades avanzadas.

Se trata de una de las alternativas más demandas por la industria alimentaria para mantener la conservación de las propiedades de los productos. Gracias a este proceso, las sustancias bioacti-vas de los alimentos se introducen en una matriz del producto para impedir que se pierdan. Así se protegen de la reacción con otros compuestos, se frenan las reacciones de oxidación e incluso se logra liberar nutrientes de forma controlada. En este sentido, el potencial que abre la nanoencapsula-ción es todavía mayor.

Imagen química para el control de la calidad y seguridad alimentaria

La imagen química permite que se obtenga del producto que se está procesando un mapa de composición (humedad, grasa, proteína, etc.) en tiempo real. Es una tecnología revolu-cionaria basada en la visión espectral que permite ir más allá de las limi-taciones que tienen los sistemas de inspección convencionales. Las imá-genes muestran las concentraciones de los parámetros de interés en cada punto del producto, lo que proporcio-na mayor información y más rigurosa.

Debido a la capacidad de identificar la composición química, esta tecnolo-gía permite diferenciar entre produc-to correcto y materias extrañas que puedan aparecer en la línea de pro-ducción. Sus aplicaciones son muchas y variadas: control de procesos analí-ticos, detección de cuerpos extraños en frutos secos, control de calidad de la materia prima en preparados de pescado, productos cárnicos, pla-tos listos para el consumo y muchos otros.

Bacteriófagos, nuevos métodos bio-lógicos para la seguridad alimentaria

La conservación de alimentos me-diante métodos biológicos está ge-nerando nuevos paradigmas para la seguridad alimentaria. Los bacterió-fagos son virus que específicamente infectan y se multiplican en las bac-terias. Ya se han estudiado diferentes aplicaciones de éstos en la cadena alimentaria. Por ejemplo:

• Como terapia para reducir y pre-venir colonización y enfermeda-des en ganado.

• Como higienización para la des-contaminación de productos fres-cos (frutas, vegetales y carnes)

• Como desinfección de equipos y superficies en contacto con alimentos, como biocontrol, a modo de conservante natural para extender la vida útil de pro-ductos perecederos

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