La Experiencia Skeels
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CIAD, www.primerainfacia.net Docencia, Ficha Skeels, módulo inicial 2015 1 Especialización en Desarrollo Infantil Temprano – UNCuyo – 2015 La experiencia de Skeels 1 : Lo que sigue ha sido tomado textualmente del libro “Los Arboles no crecen Tirando de las Hojas”, de Miguel Hoffmann,3ª Edición 2005, Editorial del Nuevo Extremo, Buenos Aires.- Merece un párrafo para sí la experiencia que efectuó este psicólogo en los años 30. Comenzó con una observación casual. Siendo psicólogo de un orfanato y de dos instituciones para retardados mentales, comprobó que dos pequeñas de 12 y 13 meses de edad, cuya edad mental era del 50% de su edad cronológica fueron transferidas a una institución de retardados mentales. Visitando a ésta última, unos meses después, encontró que las dos pequeñas, ahora de 2 años, eran casi irreconocibles: jugaban, sonreían, correteaban, y hablaban pocas palabras, pero podían comunicarse. Al retestear la edad mental comprobó una adecuación a la edad cronológica. Esta observación llevó a Skeels a proponer una investigación. En la misma se transferirían chicos a la institución de retardadas mentales mujeres, a razón de un chico por cada servicio o grupo de 30 internas, administradas por una matrona, una ayudante y una miembro del staff profesional. Como contraste se observó a un grupo de chicos de la misma edad y de un número parecido, 13 en el grupo experimental y 12 en el de contraste. Los chicos del grupo control quedaban en el orfanato. De los chicos transferidos a la institución para retardadas mentales, se observó que una de las internas (edad oscilando de 18 –50 años), en general de las más jóvenes, “adoptaba” al chico/a asignada al grupo, mientras las demás internas funcionaban de “tías afectuosas”. Los miembros del grupo administrativo y de cuidados también se involucraban con los chicos transferidos. Entre las ocupaciones de los profesionales y encargados, figuraban las salidas en automóvil, la compra de juguetes y de material de juego y trabajo escolar, la ocupación de tiempo con los mismos. En todos los casos, alguna de las internas del servicio se había hecho cargo en una relación uno a uno con el chico/a del grupo experimental, ocupándose a diario del 1 Harold M. Skeels, “Adult Status of Children with Contrasting Early Life Experiences” Monographs of the Society for Research in Child Development, Serial N° 105, 1966.
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1 Especialización en Desarrollo Infantil Temprano – UNCuyo – 2015
La experiencia de Skeels1:
Lo que sigue ha sido tomado textualmente del libro “Los Arboles no crecen Tirando de las
Hojas”, de Miguel Hoffmann,3ª Edición 2005, Editorial del Nuevo Extremo, Buenos Aires.-
Merece un párrafo para sí la experiencia que efectuó este psicólogo en
los años 30. Comenzó con una observación casual. Siendo psicólogo de un
orfanato y de dos instituciones para retardados mentales, comprobó que dos
pequeñas de 12 y 13 meses de edad, cuya edad mental era del 50% de su
edad cronológica fueron transferidas a una institución de retardados mentales.
Visitando a ésta última, unos meses después, encontró que las dos pequeñas,
ahora de 2 años, eran casi irreconocibles: jugaban, sonreían, correteaban, y
hablaban pocas palabras, pero podían comunicarse. Al retestear la edad
mental comprobó una adecuación a la edad cronológica.
Esta observación llevó a Skeels a proponer una investigación. En la
misma se transferirían chicos a la institución de retardadas mentales mujeres, a
razón de un chico por cada servicio o grupo de 30 internas, administradas por
una matrona, una ayudante y una miembro del staff profesional.
Como contraste se observó a un grupo de chicos de la misma edad y de
un número parecido, 13 en el grupo experimental y 12 en el de contraste. Los
chicos del grupo control quedaban en el orfanato.
De los chicos transferidos a la institución para retardadas mentales, se
observó que una de las internas (edad oscilando de 18 –50 años), en general
de las más jóvenes, “adoptaba” al chico/a asignada al grupo, mientras las
demás internas funcionaban de “tías afectuosas”. Los miembros del grupo
administrativo y de cuidados también se involucraban con los chicos
transferidos. Entre las ocupaciones de los profesionales y encargados,
figuraban las salidas en automóvil, la compra de juguetes y de material de
juego y trabajo escolar, la ocupación de tiempo con los mismos. En todos los
casos, alguna de las internas del servicio se había hecho cargo en una relación
uno a uno con el chico/a del grupo experimental, ocupándose a diario del
1 Harold M. Skeels, “Adult Status of Children with Contrasting Early Life Experiences” Monographs of
the Society for Research in Child Development, Serial N° 105, 1966.
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mismo, acompañándola a los espacios de juego en el exterior y en la casa
durante el mal tiempo.
Los chicos del grupo control que se quedaban en el orfanato seguían el
ritmo del mismo, yendo a su preescolar cuando alcanzaban la edad mental
suficiente. La elección para ser transferidos a la institución de retardo mental de
los chicos del grupo experimental se basaba justamente en el hecho que
resultaban inadecuados para se dados en adopción por presentar en el
momento de la evaluación Cocientes de Inteligencia dentro del rango del
retardo mental, con una media de 65 puntos. Los del grupo control fueron
elegidos retroactivamente de entre los chicos que habían permanecido dentro
del orfanato, habían sido evaluados por su Coeficiente de Inteligencia (CI),
continuaban en el orfanato a la edad de 4 años, y pertenecían a un grupo de
preescolares en control periódico. Como grupo presentaba un CI promedio de
83 puntos, o sea aproximadamente un 20% más alto que el del grupo
experimental. La atención que recibían en el orfanato era un manejo masivo de
perfil y curriculum uniforme para todos. No se individualizaba el trabajo con los
chicos. No había una relación interpersonal uno a uno con ninguna persona del
staff. No estaba previsto sacar a ningún chico del tratamiento grupal que
recibían como entidad total de huérfanos a la espera de una adopción. Estas se
realizaban en el orden de los pedidos y dando prioridad a los chicos que se
consideraban viables, para lo cual no debían presentar retraso mental, ni
anomalías orgánicas o psíquicas significativas. Los chicos del grupo control
eran “adoptables potenciales “pero no les llegó el turno.
El estudio se dio por finalizado aproximadamente a los 36 meses de
iniciado, en promedio, ya que algunos chicos fueron dados en adopción antes
de éste plazo, porque sus condiciones habían mejorado sensiblemente y se
habían vuelto “adoptables”.
Se hicieron dos seguimientos, uno a los 30 meses de finalizado el
estudio, y otro a los 20 años del primer seguimiento, o sea a los 25-26 años de
comenzado el estudio
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Resultados de la evaluación al finalizar la experiencia (a los 30 meses promedio)
El CI medido en el grupo experimental (recordemos, se trataba de chicos
con retardo mental) había aumentado en promedio un 27%, mientras que en el
grupo control (recordemos que se trataba de chicos con un rango de
inteligencia cercano al normal) había descendido un 26%. ¡Resultados iguales,
pero de signo contrario! Doblemente contrario, ya que de comienzo el grupo
experimental estaba en el rango del retardo y terminó en el rango de
inteligencia normal inferior, mientras que los chicos del grupo control
comienzan en el rango normal inferior y terminan en el rango del retardo. Es un
resultado muy extraordinario, pero no quiero excederme en adjetivos, sino
darles todos los datos posibles del estudio.
En el primer seguimiento (aproximadamente a los 3 años promedio)
Los datos, siempre midiendo el CI, dan como resultado que el grupo
experimental avanzó a un promedio de 31.6% de aumento de su Cociente,
mientras el grupo control se estabilizó en una disminución promedio un poco
menor que al finalizar el estudio, con 20% de disminución en el cociente
promedio. Estos extremos están determinados por variaciones individuales en
algunos casos que modifican el promedio, pero así es en los estudios grupales
comparativos.
En el segundo seguimiento ( o sea 20 años después del primer seguimiento)
Acá se encuentran ya sujetos adultos, de 25 a 35 años. La evolución se midió
en los siguientes parámetros:
Grupo Experimental Grupo Control
Escolaridad (medido en
promedio del último grado
cursado)
11.6
3.95
Situación Socioeconómica
60% en la ½ superior
90% en el ¼ inferior
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Ingreso, en dólares,
promedio
4.800
1.200
Matrimonio
83%
16%
Costo al Estado, promedio
por c/u
1.285,12 $
11.457,64 $
Descendencia
23 (en 9 matrimonios)
5 (en 2 matrimonios)
Escolaridad en
Descendencia
23 normal
4 normal
1 retardo
Implicancias y comentarios:
Desde cualquier punto de vista, la relación uno a uno que recibieron los
chicos del grupo experimental, aún viniendo de una persona adulta con
marcado retardo mental (la edad mental de las internas adultas oscilaba entre
6-12 años), sumado a las atenciones colectivas de otros miembros de la
comunidad de mujeres retardadas y algunos empleados involucrados
parcialmente, es tan contundentemente favorable que no se requieren
adjetivos.
Hay que decir que los chicos del grupo control, aparentemente “afortunados”
por no estar en condiciones de retraso mental en el comienzo de la
investigación, por falta de estímulo individualizado terminan en peores
condiciones.
Si bien este estudio es de “especialistas”, lo entiende cualquier persona
con sentido común, por los resultados más que claros.
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Cuidar y criar no es tarea de “genios”. Es, como dice Winnicott,
“suficientemente bueno” y no parece tener que ver tanto con la inteligencia de
los cuidadores o padres, cualquiera sea el caso, sino más bien por el vínculo, la
relación, el apego. Es decir todos esos elementos que fuimos describiendo a lo
largo de esta publicación. También podemos decir que hay diferentes
“cebollas” institucionales, y que la residencia de retardadas mentales parecía
ser una cebolla mejor que el orfanatorio, mas parecido a una fábrica de
chorizos, donde todos recibían el mismo trato (pero insuficiente para el
desarrollo).
¿Qué nos enseña este relato? Que lo esencial en la crianza es la
relación que establece un adulto, de cualquier nivel intelectual, con el
chico que está a su cargo. Que la calidad de esta relación es la que
determina el grado de desarrollo que logra el chico. Que lo esencial en la
relación es que la motivación sea genuina, es decir que pase por algún
aspecto esencial del adulto. En este sentido las encargadas de los chicos
que eran débiles mentales obtuvieron mejores resultados que los/las
cuidadores contratados (supuestamente normales y seleccionados
especialmente) en los orfanatos. Que la relación de parentesco no es
indispensable ni un motivo excluyente para la selección del cuidador,
siendo lo esencial el tipo de relación que se forma, basada en
motivaciones genuinas y auténticas. Es decir, que la crianza no depende
de títulos.
También demuestra el estudio que la maduración y el desarrollo de un
chico no es solamente un mecanismo automático y que sigue una trayectoria
independientemente de sus circunstancias. Por ejemplo demuestra que los
logros escolares dependen mucho del tipo de relación humana que tiene el
chico, en donde entran: lo afectivo, la comunicación, el apoyo o sostén, con
una persona que tiene permanencia estable y también un interés personal y
especial en que todo eso ocurra.
También demuestra que ser cuidado enseña a cuidarse. Ser querido
enseña a quererse. Ser atendido enseña a atenderse. Que de cierto tipo
de dependencia surge la independencia con autonomía.
Faltaría medir el impacto en la cuidadora ya que el parentaje es un
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desarrollo personal muy importante. Produce cambios sustanciales en quien lo
ejerce, permite logros que no se consiguen a solas. Tan es así que si bien
aumentan las parejas que no desean descendencia, simultáneamente
aumentan los reclamos de aquellos que por caminos naturales no lo logran.
Esto que lleva a muchas madres solteras también incrementa las demandas de
adopción y de todos los tipos.
