Principios de la Obra Hermetica

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    Principios de Filaleteo

    Para dirigir las operaciones en la Obra Hermtica. Por Ireneo

    Filaleteo, ingls de nacimiento y habitante del universo

    1 No emprendis jams la Gran Obra siguiendo las reglas que puedan sugeriros los ignorantes o los

    libros de los sofistas, y no os apartis lo ms mnimo de este principio: el objeto de vuestras

    aspiraciones es el Oro o la Plata; el Oro y la Plata deben ser los nicos objetivos que necesitis

    perseguir por mediacin de nuestra fuente mercurial preparada para baarlos, lo cual requiere toda

    vuestra laboriosidad.

    2 No os hagis eco de quienes arguyen que nuestro Oro no es el Oro ordinario, sino el Oro fsico: el

    Oro ordinario ha muerto, eso es cierto; pero tal como lo preparamos nosotros, revive como un grano detrigo muerto que renace en la tierra. Al cabo de seis semanas, el Oro ya muerto recobra la vida en

    nuestra Obra, se hace vivfico y espermtico, porque se lo ha cultivado en la tierra apropiada; quiero

    decir, en nuestro compuesto. As pues, podemos llamarlo, con razn, nuestro Oro, pues nosotros lo

    asociamos a un agente que, sin duda, le devuelve la vida; asimismo, empleando una denominacin

    contraria, solemos denominar hombre muerto al reo de muerte, porque el sujeto morir pronto, aun

    cuando est vivo todava.

    3 Aparte el Oro, que es el cuerpo y representa el papel de macho en nuestra Obra, necesitaris todava

    otra esperma, que es el espritu, el alma o la hembra; esta esperma es el mercurio fluido, semejante por

    su forma al azogue comn, aunque ms limpio y puro. Muchos emplean en lugar del mercurio diversos

    licores y aguas, que denominan Mercurio Filosfico. No os dejis seducir por sus hermosos discursos,no emprendis tales trabajos, porque todo ser intil; es imposible cosechar lo que no se ha sembrado;

    slo se recoge fruto cuando se esparce la simiente; por tanto, si sembris vuestro cuerpo, que es el Oro,

    en una tierra donde haya un mercurio no metlico ni parigual a los metales en lugar de un elixir

    metlico, slo obtendris de vuestra operacin una cal rida, sin virtud alguna.

    4 Nuestro mercurio parece ser una sustancia similar al azogue ordinario; pero difiere por su hechura,

    pues posee una forma celeste e gnea y una virtud excelsa, cualidades que recibe de nuestro Arte,

    dedicado a su preparacin

    5 El secreto de esta preparacin consiste en escoger un mineral que tenga cierta semejanza con el Oro y

    el Mercurio. Es preciso impregnarlo con el Oro voltil que se encuentra sobre la regin lumbar deMarte; se debe purificar el Mercurio con este elemento siete veces por lo menos. Una vez hecho esto se

    prepara el Mercurio para el bao del rey, es decir, del Oro.

    6 Con los repetidos tratamientos -entre siete y diez-, el Mercurio se purifica de forma creciente y se

    hace cada vez ms activo, porque nuestro azufre autntico lo lica con cada preparacin; pero si lo

    sometiramos a un nmero excesivo de preparaciones o sublimaciones, se hara demasiado gneo, y en

    vez de disolver el cuerpo, se coagulara l mismo, se coagulara l mismo, con lo cual el Oro no se

    fundira ni se disolvera.

    7 Tras la licuefaccin o vitalizacin de ese Mercurio, hay que destilarlo dos o tres veces en una retorta

    de vidrio, porque posiblemente queden todava algunos tomos del cuerpo en el momento de su

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    preparacin; acto seguido se debe lavar con vinagre y sal amoniacal; entonces ser cuando est

    dispuesto para nuestra Obra, lo cual debe entender aqu de una forma metafrica.

    8 Elegid siempre para esta obra un Oro puro y sin mezcla: si no es as cuando lo compris, purificadlo

    vosotros mismos por los mtodos ordinarios. Una vez concluida esta operacin reducidlo a polvo

    mediante la lima u otra herramienta, o bien convertidlo en lminas sutiles; si lo prefers podis

    calcinarlo con corrosivos: el procedimiento es lo de menos; slo importa que la pulverizacin sea muysutil.

    9 Veamos ahora la mezcla: tomad una onza o dos de ese cuerpo ya preparado, y dos o tres onzas, a lo

    sumo, de Mercurio vitalizado, que se obtiene como ya os he indicado; mezclad ambos ingredientes en

    un mortero de mrmol. previamente caldeado con agua hirviendo o algo similar; machacadlos y

    trituradlos hasta que formen un conjunto homogneo: aadid seguidamente vinagre y sal para conseguir

    la pureza perfecta; luego lo templaris con agua caliente y lo secaris muy bien.

    10 Aun cuando este procedimiento os parezca enigmtico, puedo aseguraros que os estoy hablando con

    absoluta sinceridad; todos nosotros nos servimos del camino que os muestro aqu, y todos los filsofos

    antiguos se han servido de este medio, que es el nico. Nuestro sofisma estriba solamente en las dosclases de fuego empleado en nuestra Obra.

    El fuego secreto interno es un instrumento de Dios, y sus cualidades son imperceptibles para los

    hombres. Aqu hablamos frecuentemente de este fuego, aunque parezca que nos estamos refiriendo al

    calor externo, este es el origen de los frecuentes errores en que tropiezan los falsos filsofos y los

    imprudentes. Dicho fuego es nuestro fuego graduado, ya que el calor externo es casi lineal, o sea

    uniforme e igual en todo el proceso; este no sufre ninguna alteracin durante la Obra al rojo blanco

    (sic), si se exceptan los siete primeros das en que lo rebajamos para conservar la pureza de la Obra;

    pero el filsofo experimentado no necesita de tales advertencias.

    Respecto al fuego externo, se grada insensiblemente de hora en hora, y al reanimarse cada da como

    resultado de la coccin, los colores se alteran y madura el compuesto. Acabo de hacer un nudo muy

    difcil e intrincado; procurad conservar esta solucin en la memoria para no dejaros engaar en lo

    sucesivo.

    11 Necesitis proveeros de un recipiente o matraz de vidrio, sin el cual no podris rematar vuestra

    tarea: debe tener forme ovalada o esfrica y capacidad suficiente para vuestro compuesto, es decir, su

    capacidad debe ser dos veces superior a la materia que os propongis meter en l; nosotros lo llamamos

    huevo filosfico; el vidrio debe tener espesor, mucha transparencia y limpieza.; el cuello del matraz

    debe medir, a lo sumo, medio pie de longitud. Cuando metis all vuestra materia, cerrad el cuello

    hermticamente; no debe tener ninguna abertura, pues de lo contrario, aunque fuera nfima, seevaporara el espritu ms sutil y se frustrara la Obra.

    Para comprobar si vuestro recipiente est cerrado de un forma hermtica, haced el siguiente

    experimento, cuya infalibilidad es indiscutible: cuando se haya enfriado el recipiente, aplicad los labios

    en el lugar donde hayis sellado el cuello y aspirad con fuerza: si hay alguna abertura, absorberis el

    aire almacenado dentro del matraz, cuando retiris la boca del cuello de la vasija, el aire penetrar otra

    vez por ese orificio, de tal forma que vuestro odo percibir claramente un silbido; esta prueba

    experimental no ha fallado nunca.

    12 Tambin necesitaris un horno -el que los sabios denominan atanor-, con el cual podris realizar

    toda vuestra tarea. El que precisaris en los primeros trabajos deber estar dispuesto de tal forma queprovea un calor rojo oscuro -o algo menor, a vuestra voluntad- y se mantenga por lo menos durante doce

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    horas con absoluta uniformidad en su ms alto grado calorfico. Si poseis un horno semejante,

    procurad ateneros a estas cinco condiciones:

    La primera que la capacidad de vuestro hogar no debe ser superior a la necesaria para contener vuestro

    barreo, y con un espacio vaco circular de una pulgada ms o menos, para que el fuego procedente del

    ventilador de la chimenea pueda circular alrededor del recipiente.

    La segunda, que vuestro barreo debe contener slo un recipiente, matraz o huevo; el espesor de las

    brasas, entre el barreo por un lado, y el fondo y los costados del matraz por otro debe ser,

    aproximadamente, de una pulgada. Y recordad siempre las palabras del filsofo: un solo recipiente, una

    sola materia, un solo horno.

    Este barreo debe estar colocado de tal forma que se encuentre exactamente sobre la abertura del

    ventilador por donde llega el fuego; aqu slo puede haber una abertura con un dimetro de dos

    pulgadas aproximadamente, por cuyo conducto se encauzar una lengua de fuego ascendente y sesgada,

    que tocar la parte alta del recipiente, rodear su fondo y lo mantendr continuamente como es debido.

    La tercera, que si vuestro barreo fuese demasiado grande, no podrais caldear el recipiente con laexactitud y continuidad requeridas, ya que vuestro horno debe tener una capacidad tres o cuatro veces

    superior a su dimetro.

    La cuarta, que si vuestra chimenea no es de seis pulgadas aproximadamente en el segmento de fuego,

    jams obtendris la proporcin necesaria ni el punto justo de calor; si rebasis esa medida y hacis

    flamear demasiado vuestro fuego, ste ser excesivamente dbil.

    La quinta, que la parte delantera de vuestro horno deber tener exactamente un solo orificio, de la

    amplitud necesaria para introducir el carbn filosfico -es decir, una pulgada ms o menos- , de tal

    manera que se proyecte el calor desde abajo con mayor fuerza.

    13 As dispuestas las cosas, colocad en ese horno el huevo donde se alberga vuestra materia, dadle el

    calor que exige la Naturaleza, es decir, suave, no demasiado violento, y elevadlo all donde la

    Naturaleza cese de actuar.

    No ignoris que la Naturaleza ha dejado vuestra materia en el reino mineral, y aunque hayamos

    establecido ya comparaciones entre vegetales y animales, es preciso que concibis una relacin

    pertinente en el reino donde est situada la materia que queris trabajar; por ejemplo, si comparo la

    procreacin de un hombre con la germinacin de una planta, no creis que, a mi juicio, el calor propio

    de uno sea tambin adecuado para el otro, pues nosotros estamos seguros de que en la tierra, donde

    crecen los vegetales, hay un calor que perciben las plantas, incluso desde los comienzos de laprimavera; sin embargo, un huevo no podra abrirse con ese calor, y un hombre, lejos de percibirlo, se

    vera sobrecogido por un gran atrevimiento. Como nuestra tarea se desarrolla, a todas luces, en el reino

    mineral, vosotros debis conocer el calor que necesita y distinguir con precisin el dbil del violento.

    Ahora no slo os conviene recordar que la Naturaleza os ha dejado en el reino mineral, sino que

    necesitis trabajar tambin el Oro y el Mercurio, los cuales son incombustibles; que el Mercurio es

    flexuoso y puede romper los recipientes que lo contengan si el fuego es demasiado violento. Que es

    incombustible y, por tanto, el fuego no puede alterarlo; no obstante, hace falta retenerlo con la esperma

    masculina en un mismo recipiente de vidrio, lo cual sera imposible si el fuego fuese demasiado vivo, y

    entonces os verais ante la imposibilidad de ejecutar vuestra obra.

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    As pues, el grado de calor requerido es el necesario para fundir el plomo y el estao, e incluso algo ms

    fuerte, pero no ms del que puedan resistir los recipientes sin romperse; en otras palabras, el calor

    temperado. Como veis, aqu se demuestra que se ha de iniciar el grado de calor con aquel que es propio

    del reino donde la Naturaleza os ha dejado.

    14 Todo el desarrollo de esta obra, que implica una cohobacin de la Luna sobre el suelo, estriba en

    ascender como nubes y caer en forma de lluvia; por ello os aconsejo que lo sublimis en vaporescontinuos, para que la piedra tome aire y pueda vivir.

    15 Pero eso no basta si queremos obtener la tintura permanente; es preciso que el agua de nuestro lago

    hierva con las brasas del rbol de Hermes. Yo os aconsejo que la hagis hervir de da y de noche, sin

    cesar, para que la naturaleza celeste pueda ascender y la naturaleza terrestre pueda descender en los

    trabajos de nuestra mar tempestuosa. Si esta operacin del hervor no se desarrolla con exactitud, jams

    podremos denominar cochura a nuestra obra, sino ms bien digestin; porque cuando los espritus

    circulan slo en silencio y el compuesto que se encuentra abajo no se mueve lo ms mnimo por efecto

    de la ebullicin, entonces la denominacin apropiada es digestin.

    16 No precipitar nada en la esperanza de recoger la cosecha -quiero decir la Obra- antes de su madurez;por el contrario, debis trabajar con absoluta confianza durante un periodo de cincuenta das como

    mximo, y entonces veris el pico de cuervo como un buen augurio.

    Segn afirma el filsofo, muchos imaginan que nuestra solucin es sumamente sencilla, pero quienes la

    han ensayado o experimentado saben bien cuantas dificultades entraa. Por ejemplo, si sembris un

    grano de trigo, lo encontraris hinchado tres das despus; pero si lo arrancis de la tierra, se secar y

    retomar su estado inicial, aunque haya sido acomodado en una matriz conveniente y la tierra sea su

    propio elemento; sin embargo, le habr faltado el tiempo necesario para la vegetacin. Las semillas

    duras necesitan una estancia ms larga en la tierra para germinar; tales son las nueces y los huesos de

    ciruelas y otras frutas; cada especie tiene su temporada propia, y cuando se espere el tiempo prescrito

    para su accin, sin aceleraciones prematuras, se tendr la pruebe incontestable de que la operacin ser

    natural y fructuosa.

    Acaso creis que el Oro, el cuerpo ms slido del mundo, puede cambiar de forma en tan poco tiempo?

    Es preciso mantenerse a la expectativa hasta el cuadragsimo da, cuando se deje ver ya la iniciacin del

    ennegrecimiento. Tan pronto como lo observis, considerad que vuestro cuerpo se desmorona, es decir,

    queda reducido a un alma viviente, y vuestro espritu muere, o sea, se coagula con el cuerpo; pero

    mientras no se llegue a ese ennegrecimiento, el Oro y el Mercurio conservarn su forma y su naturaleza.

    17 Cuidad de que no se apague vuestro fuego ni un solo instante; porque una vez se enfre la materia,

    se perder sin remisin la Obra.

    Todo cuanto acabamos de decir significa que nuestra Obra se reduce a hacer hervir nuestro compuesto

    en el primer grado de un licuefaciente calorfico, que se encuentra en el reino metlico donde el vapor

    interno circula alrededor de la materia; en esa humareda morirn y resucitarn el uno y el otro.

    18 Alimentad, pues, vuestro fuego hasta la aparicin de los colores y entonces veris, al fin, el blancor.

    Cuando ste se haga visible -lo cual ocurrir hacia finales del quinto mes-, estar ya cercana la

    formacin de la piedra blanca, entonces podris celebrarlo, porque el Rey, vencedor de la muerte,

    aparecer por oriente envuelto en gloria, y su heraldo o embajador ser un crculo cetrino.

    19 Atizad con nimo el fuego hasta que los colores reaparezcan, y entonces contemplaris el hermosobermelln y la adormidera silvestre. Glorificad a Dios y mostraros agradecidos.

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    20 Por ltimo, aunque vuestra piedra sea perfecta, hacedla hervir o, mejor dicho, cocer una vez ms en

    la misma agua, con la misma proporcin y el mismo rgimen; solamente procurad que vuestro fuego sea

    algo ms dbil; por este medio acrecentaris su cantidad y sus virtudes tanto como lo deseis, y podris

    reiterar una vez y otra esa operacin si lo consideris necesario.

    Que Dios, Padre de las luces, Seor Soberano, Autor de toda vida y de todo bien, os conceda la gracia

    de mostrar esa regeneracin de la luz para entrar en la tierra vital, la tierra prometida a sus fieles, yparticipar un da de la vida eterna.

    As sea.

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