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INTRODUCCIÓN S er hombre joven en un barrio de una ciudad latinoamericana como Cali, Río de Janeiro o Caracas, por ejemplo, donde la seguridad y la preservación se convirtieron en cuestión personal, se ha vuelto Resumen: A partir de una investigación sobre la violencia que engulle a los jóvenes varones de sectores populares en ciudades latinoamericanas, presentamos aquí los procesos subjetivos y sociales que hemos identificado en el proceso de recon- versión biográfica de jóvenes que lograron forjar trayectorias de vida alternativas en dos planos: a) el plano subjetivo con el sí-mismo, y b) el plano subjetivo con los otros, o de las relaciones sociales. En búsqueda de salidas a la violencia: relatos de reconversión biográfica de hombres jóvenes en Caracas VERÓNICA ZUBILLAGA,* RAFAEL QUIÑONES ACOSTA,** SANDRA ZÚÑIGA*** Y MARIFÉ FERNÁNDEZ**** Palabras clave: violencia, jóvenes, reconversión biográfica, trayectorias de vida violenta, subjetividad. Key words: violence, youth, biographical reconversion, violent life trajectories, subjectivity. * Profesora de la Universidad Simón Bolívar (USB), de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) e investigadora asociada al Laboratorio de Ciencias Sociales (Lacso) en Caracas. Temas de especialización: violencia urbana en A.L. jóvenes, subjetividad, identidades, metodologías cualitativas. Dirección: Calle B1 Qta. Los Zubi, Urb. Caurimare, Caracas, Venezuela. Correos electrónicos: <[email protected]>, <[email protected]>. ** Investigador en Grupo Hinterlaces. Temas de especialización: opinión pública y participación política. Dirección: Parroquia El Paraíso, avenida Páez, edificio Arcur, apartamento 5-B. Caracas, Venezuela, Código Postal 1020. Correo electrónico: <[email protected]>. *** Socióloga, investigadora de Estudio Creativo San Francisco, Pontificia Universi- dad Javeriana, Bogotá, Colombia, Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, Venezuela. Tema de especialización: política social. Correo electrónico: <[email protected]>. **** Investigadora Grupo Ghersy, Comunicaciones Integradas. Temas de espe- cialización: planificación estratégica y procesos. Dirección: Cuarta Transversal, calle Los Ranchos, edificio Manantial, apartamento 51. Correo electrónico: <[email protected]>. Abstract: On the basis of a research on violence that pervades among young men from popular sectors in Latin American cities, we present the subjective and social processes identified during the process biographical reconversion of young men who forged alternative life trajectories at two levels: a) the subjective level with themselves and b) the subjective level towards others, i.e. social relations. D. R. © 2008. Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Sociales. Revista Mexicana de Sociología 70, núm. 4 (octubre-diciembre, 2008): 759-789. México, D. F. ISSN: 0188-2503/08/07004-04.

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    EN BSQUEDA DE SALIDAS A LA VIOLENCIA

    INTRODUCCIN

    Ser hombre joven en un barrio de una ciudad latinoamericana comoCali, Ro de Janeiro o Caracas, por ejemplo, donde la seguridad yla preservacin se convirtieron en cuestin personal, se ha vuelto

    Resumen: A partir de una investigacin sobrela violencia que engulle a los jvenes varones desectores populares en ciudades latinoamericanas,presentamos aqu los procesos subjetivos y socialesque hemos identificado en el proceso de recon-versin biogrfica de jvenes que lograron forjartrayectorias de vida alternativas en dos planos: a)el plano subjetivo con el s-mismo, y b) el planosubjetivo con los otros, o de las relaciones sociales.

    En bsqueda de salidas a la violencia:relatos de reconversin biogrficade hombres jvenes en Caracas

    VERNICA ZUBILLAGA,* RAFAEL QUIONES ACOSTA,**SANDRA ZIGA*** Y MARIF FERNNDEZ****

    Palabras clave: violencia, jvenes, reconversin biogrfica, trayectorias de vida violenta, subjetividad.Key words: violence, youth, biographical reconversion, violent life trajectories, subjectivity.

    * Profesora de la Universidad Simn Bolvar (USB), de la Universidad Catlica AndrsBello (UCAB) e investigadora asociada al Laboratorio de Ciencias Sociales (Lacso) en Caracas.Temas de especializacin: violencia urbana en A.L. jvenes, subjetividad, identidades,metodologas cualitativas. Direccin: Calle B1 Qta. Los Zubi, Urb. Caurimare, Caracas,Venezuela. Correos electrnicos: , .

    ** Investigador en Grupo Hinterlaces. Temas de especializacin: opinin pblica yparticipacin poltica. Direccin: Parroquia El Paraso, avenida Pez, edificio Arcur, apartamento5-B. Caracas, Venezuela, Cdigo Postal 1020. Correo electrnico: .

    *** Sociloga, investigadora de Estudio Creativo San Francisco, Pontificia Universi-dad Javeriana, Bogot, Colombia, Universidad Catlica Andrs Bello, Caracas, Venezuela.Tema de especializacin: poltica social. Correo electrnico: .

    **** Investigadora Grupo Ghersy, Comunicaciones Integradas. Temas de espe-cializacin: planificacin estratgica y procesos. Direccin: Cuarta Transversal, calle LosRanchos, edificio Manantial, apartamento 51. Correo electrnico: .

    Abstract: On the basis of a research on violencethat pervades among young men from popularsectors in Latin American cities, we present thesubjective and social processes identified duringthe process biographical reconversion of youngmen who forged alternative life trajectories attwo levels: a) the subjective level with themselvesand b) the subjective level towards others, i.e. socialrelations.

    D. R. 2008. Universidad Nacional Autnoma de Mxico-Instituto de Investigaciones Sociales. Revista Mexicana de Sociologa 70,nm. 4 (octubre-diciembre, 2008): 759-789. Mxico, D. F. ISSN: 0188-2503/08/07004-04.

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    una dura experiencia en la que los jvenes deben soportar las vejacionesy agresiones de pares mayores armados y de la misma polica. Los jvenesse ven atrapados por esta lgica del desamparo y de la necesidad dedefenderse, y muchos se inician en un estilo de vida violento a partir de estasvivencias (Zubillaga, 2005).

    Y si a lo largo de todos estos aos y todava actualmente en nuestraciudad miles de jvenes varones han muerto y mueren a manos de paresenemigos y de los cuerpos policiales y otros jvenes continan implicadosen enfrentamientos y en actividades criminales, otros, con la ayuda dediferentes aliados, han logrado resistir a la violencia y orientar sustrayectorias. Quisiramos ahora intentar sistematizar y comprender cmoes que algunos jvenes han logrado dar este paso: cmo se produjo esteproceso de reconversin subjetiva, cuando todo parece dado paracontinuar en esta va? Cules han sido los hitos que marcaron estosprocesos significativos de cambio? Cules son los personajes centralesen este proceso? Cmo definen y construyen identidades alternativas?Qu tienen de comn sus experiencias? Estas preguntas guiaron nuestrapesquisa.

    La violencia ms evidente: el aumento de las muertes violentas

    La violencia de la que nos ocupamos sorprende a muchos por sugratuidad y, sobre todo, por el exceso que se expresa en las muertes enlas ciudades latinoamericanas. Se trata de una violencia que se insertaen una red de relaciones teidas por la desmesura y por la privatizacinde la venganza. Se trata de las violencias vinculadas a organizacionescriminales que se expanden; de las violencias producto de la extra-limitacin y el abuso de la fuerza por parte de los agentes policiales; delas violencias de hombres jvenes habitantes de barrios popularesimplicados en enfrentamientos cotidianos con sus pares y con la mismapolica.

    Se trata de una violencia social, urbana, armada e infrapoltica, comoapunta M. Wieviorka (2004) para subrayar la dimensin econmica einstrumental de estas nuevas violencias, cuyo carcter poltico se encuentrafrancamente diluido frente a la orientacin de los actores organizados haciael control de los recursos o actividades econmicas clandestinas (Wieviorka,2004: 58). Una violencia frente a la cual los Estados se encuentranimpotentes y debilitados (Wieviorka, 2004: 1997).

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    Esta violencia hay que mirarla, entonces, inscrita en el seno de unproceso histrico de mutacin o de transformaciones a nivel global que secruzan con tensiones estructurales tradicionales y transformaciones inditas anivel local experimentadas en los ltimos treinta aos en los pases latinoa-mericanos, y en particular en Venezuela (Briceo-Len y Zubillaga, 2002).Las primeras (nivel global) vinculadas a la hegemona de una economade libre mercado, el debilitamiento de los Estados nacionales, laimposicin del consumo de ostentacin como forma de participacinsocial, la expansin de trficos ilegales, como la economa de la drogay la de las armas de fuego. Las segundas (nivel local), emparentadas conla precarizacin del Estado en Latinoamrica, la devaluacin de derechossociales histricamente lacerados entre las poblaciones ms vulnerables(vivienda, educacin, empleo, salud, seguridad personal) y la regresineconmica de los aos ochenta. A partir de los aos noventa, trans-formaciones inditas se hacen evidentes en algunos pases de la regin:el descalabro de las instituciones encargadas de la administracin dejusticia y el de los cuerpos de seguridad del Estado; la penetracin deltrfico de drogas y del crimen organizado y la extensin del uso de armasde fuego (Adorno, 2005; Dowdney, 2005). Estas ltimas tendencias seevidencian de manera notable en nuestro pas a partir de los aos noventay luego se acentan a la entrada del nuevo siglo, en medio de la confi-guracin de un nuevo escenario de intensa conflictividad poltica.

    Uno de los indicadores ms resaltantes del auge de esta violencia enVenezuela es el incremento acentuado y sostenido de las muertes violentascontabilizadas por los organismos oficiales. As, se tiene que la tasa dehomicidios en el pas se duplic en la dcada de los noventa, al pasarde 13 homicidios por cada cien mil habitantes (1990) a 25 homicidios porcada cien mil habitantes en el cierre de este periodo, 1999 (Provea, 2006).1Y todava, en Caracas, los casos registrados fueron tres veces superioresy tambin all las tasas de homicidios se duplicaron en la dcada de losnoventa, pasando de 44 (1990) a 94 homicidios por cada cien milhabitantes (1999).

    1 Estos datos y los presentados a continuacin fueron elaborados por entidadesoficiales: Estadstica Delictiva, del Ministerio de Justicia, y Divisin de Estadstica, delCuerpo de Investigaciones Cientficas Penales y Criminolgicas (CICPC); son citados enel Informe anual de la situacin de los derechos humanos del Programa Venezolano deEducacin-Accin en Derechos Humanos, Provea (Provea, 2006).

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    Con el cambio de rgimen poltico, en 1999, y el avance de la Revo-lucin bolivariana se inicia en nuestro pas un periodo de intensastransformaciones y de conflictividad poltica, y se marca de nuevo unpunto de inflexin ascendente en la curva de muertes violentas. En ellapso de cuatro aos, la tasa de homicidios a nivel nacional vuelve aduplicarse, pasando de 25 homicidios por cada cien mil habitantes en1999 a 44 homicidios por cada cien mil habitantes en el 2003 en el2005 esta tasa descendi, aunque de manera no significativa, a 37 porcada cien mil habitantes. En Caracas, la tasa de homicidios aument a119 por cada cien mil habitantes en el 2003, y a partir de ese momentocomenz a descender, para ubicarse en 88 homicidios por cada cien milhabitantes en el 2005 (Provea, 2005).

    Pero a las cifras horrendas de homicidios deben sumrsele otrascategoras oficiales que renen y dispersan las muertes violentas; se tratade las categoras averiguacin de muertes y muertes por resistencia a laautoridad. Concentrmonos en esta ltima.

    Las muertes por resistencia a la autoridad refieren a las perpetradas poragentes policiales en situacin de presunto enfrentamiento con civiles,no contabilizadas como homicidios, y muchas veces justificadas por elauge de los crmenes y por ser un delincuente (es decir, un hombrejoven de barrio precario) la contraparte en la confrontacin. En 1990 seregistraron 313 muertes; en 1999 se registr el doble, 607 muertes, y enel 2003 se cuadruplicaron y se contabilizaron 2 305 muertes consumadaspor agentes policiales. Finalmente, en el 2005 se anotaron 1 355 muertes(ubicndose en los niveles del ao 2001, cuando se registraron 1 251muertes). As, entre los aos 2000 y 2005 murieron 9 724 civiles a manosde la polica. En esta situacin de enfrentamiento mueren 39 civiles porcada agente policial, lo que revela la situacin de evidente asimetra entrefuncionarios y civiles (Provea, 2005).2

    De modo que, sumando las diferentes categoras de muertes violentas,se tiene que en el 2005 murieron en Venezuela 15 477 personas enintercambios letales,3 equiparando las muertes sufridas con las de regionesdonde se verifican conflictos armados. Obviamente, la pregunta obligadaes: quines estn muriendo de esta manera.

    2 Segn esta organizacin, los patrones internaciones establecen que la relacin debeubicarse en cinco civiles muertos por polica (Provea, 2005).

    3 En el ao 2005, por averiguacin de muerte se contabilizaron 4 158 muertes.

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    Quienes mueren son precisamente los hombres jvenes de barriosprecarios. As, estudios epidemiolgicos realizados en el pasado no sehan realizado estos estudios desde el ao 2001 (Provea, 2005) handevelado que 95% de las vctimas de homicidios son hombres, que 69%tena entre 15 y 29 aos y que el homicidio se ha convertido en la primeracausa de muerte en el pas para los hombres de entre 15 y 34 aos(Sanjun, 1999; 2000).4 As, mientras que la tasa de homicidios por cadacien mil habitantes a nivel nacional en el ao 2000 era de 33, la tasa dehomicidios para hombres jvenes en este ao fue de 225 (Provea, 2003).En Caracas, ciudad que presenta la mayor cantidad de muertes violentasa nivel nacional en sus municipios ms pobres, las vctimas han muertocerca de sus casas (83%), durante rias en espacios pblicos (55.4%),sobre todo entre viernes y domingo (55%), y el arma utilizada ha sido unade fuego (92%) (Sanjun, 1999; 2000). Los hombres jvenes de barriosprecarios son tambin el blanco de preferencia de las ejecucionesextrajudiciales perpetradas por los agentes policiales y militares (de estamanera se registran estas muertes cuando se denuncian). Se conoce quequienes mueren mayormente son hombres (98%) de entre 18 y 30 aos(50%) y un grupo de ellos son menores de edad (14%) (Provea, 2005).

    Este auge de la violencia en el pas, esta incapacidad para contenerlay tambin este ejercicio ilegtimo y excesivo por parte de las fuerzas deseguridad oficiales pueden entenderse desde arriba, es decir, desde unaperspectiva estructural, a partir de una espiral fatal de agudizacin dela penetracin del trfico de drogas, la propagacin del crimen organizadoy la extensin del uso de armas de fuego, en medio de la emergenciade un escenario indito de polarizacin poltica que ha contribuido demanera fundamental a la desinstitucionalizacin de las principales y yadeterioradas entidades de administracin de justicia y seguridad.Tambin, de manera importante, debido a la extensin del uso de armas

    4 De acuerdo con los datos de los Anuarios de Mortalidad del Ministerio de Salud ylos anlisis de CISOR, para los jvenes de 15 a 34 aos el homicidio y las lesiones (con osin arma de fuego) constituyeron la primera y la segunda causas de muerte en el ao2004. Entre 1997 y 2004 las muertes por violencia pasan de 40% a 60% (CISOR, 2006).Esta cifra es ms alta que la registrada en pases con niveles muy altos de violenciaarmada. Por ejemplo, en El Salvador, donde se contabiliza un porcentaje consideradocomo muy elevado de muertes por causas externas, esta cifra disminuy de 58.1% a51.4% entre 1998 y 2000 (Dowdney, 2005: 108). Por otro lado, para los hombres engeneral, para 1997 los homicidios eran la quinta causa de muerte; para 2004 son latercera causa por la que mueren.

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    de fuego y, sobre todo, al arraigo de la desconfianza y negacin del otro,considerado como amenazante.

    Desde la perspectiva de la vivencia de jvenes varones de barriosprecarios, estas tendencias se han traducido en diferentes experienciasque atentan de modo intenso contra su integridad y dignidad personales.En testimonios de jvenes varones con vidas violentas, entrevistados pornosotros en el pasado (Zubillaga, 2005), se revelan con recurrenciadiversas vivencias experimentadas como agudas amenazas existenciales:

    Ausencia de seguridad pblica y dinmicas de violencia armada ensus comunidades; por ejemplo, los enfrentamientos entre bandasoentre stas y la polica.

    La presencia de armas en su entorno cercano; es decir, conocidosy familiares tienen armas, y el arma ejerce una atraccin muy fuerteentre los jvenes varones.

    Estas dinmicas se experimentan subjetivamente como desamparoy orfandad de seguridad pblica. Los jvenes desde muy tempranoincorporan el sentido de vivir en un mundo de antagonismo puroy bajo la ley del ms fuerte. En este mbito, se define a la accinviolenta como una respuesta apreciada, y para sobrevivir ser me-nester armarse y constituirse en defensores personales en susterritorios.

    La exclusin escolar y laboral vivida a travs de las historias defracasos escolares, desercin escolar e incapacidad de acceder aempleos valorizados. Estas dinmicas se experimentan comodesesperanza y nihilismo con respecto a la educacin y el empleocomo medios para obtener identidades reconocidas y valorizadas.

    La facilidad de la integracin en trficos ilegales a travs de amigoso conocidos.

    Finalmente, se trata de jvenes varones seducidos por el personajedel malandro en su comunidad: el malandro es una figura admiradapor el ejercicio del poder, su capacidad de consumo y de consti-tuirse en proveedor de los suyos (familiares, amigos).

    En este contexto, frente a estas amenazas, y tratando de develar pornuestra parte los sentidos de la violencia perpetrada por los jvenes, alleer sus relatos de vida hemos propuesto que los jvenes en el esfuerzopor construirse como hombres de respeto ejercen una violencia con sentidodefensivo y de intimidacin que les permite ser respetados en su carcter

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    de guerreros-protectores por las personas de su entorno cercano. Los jvenestambin ejercen una violencia, que puede ser entendida como filial, contralos enemigos o contra los extranjeros a su sector de barrio, ya quepor oposicin los une y les permite, por un lado, ser identificados comomiembros de su pandilla, y por otro, con respecto a la comunidad inmediata,ser reconocidos como miembros y justicieros comunitarios. Asimismo, losjvenes ejercen una violencia instrumental frente a un Otro concebido comoun competidor antagnico en el mundo de los negocios clandestinos, loque les permite ser reconocidos como agentes econmicos y ser respetadospor su experticia profesional, por sus compaeros de banda, as como porsu carcter de proveedores en sus familias. Finalmente, como denominadorcomn a todos estos sentidos de violencia, ejercen una violencia expresivaen la acepcin de Goffman (1968), orientada a expresar una definicinde s a los otros, que les permite ser reconocidos por una identidadmasculina definida por su capacidad de dominacin. As, es evidente quecada sentido de la accin violenta les permite obtener una forma dereconocimiento que se traduce en un sentido de respeto a partir del cualse sienten apreciados y reconocidos (Zubillaga, 2007).

    A pesar de las decenas de muertes semanales de hombres jvenesatrapados en la dinmica que acabamos de describir, en Venezuela y enotros pases de la regin donde se registra una violencia similar stas nose han definido como problema especfico o prioritario. Tampoco se handesplegado polticas pblicas de atencin a este grupo en particular, nien el pasado ni en el presente, y pesar de que existen algunos esfuerzosde fundaciones pblicas y privadas, as como de ONG, estas iniciativaslucen insuficientes para enfrentar la situacin (Provea, 2005; Cecodap,2005; Dowdney, 2005). Las polticas estatales para enfrentar la violenciaen la ciudad se han caracterizado por ser operaciones policiales represivas,desarticuladas y puntuales con visin de corto plazo (Provea, 2005: 23).5

    As, la paradoja de la Venezuela de los ltimos aos, que representaun reto para los otros pases de la regin, es que si por un lado se ha veri-ficado un esfuerzo por saldar aejas deudas sociales con las poblacionesms vulnerables a travs de polticas pblicas en reas como educacin,salud y empleo,6 por el otro se ha registrado el incremento de las ejecuciones

    5 En el 2005, de las intervenciones estatales registradas se constata que 69.69%fueron operativos y acciones puntuales, los planes representaron 10.6%, los proyectos4.54%, los programas 6.06% y los talleres a funcionarios 9% (Provea, 2005: 23).

    6 De acuerdo con los datos oficiales, el porcentaje de pobres ha disminuido demanera importante en Venezuela, gracias a los efectos de la poltica social, de 55.6% en

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    perpetradas por agentes policiales, as como el aumento excesivo deintercambios fatales entre hombres jvenes; todo lo cual adquiere, comolo sealan diferentes estudios y agencias de salud de la regin, lasdimensiones de una epidemia o de un conflicto armado (Sanjun, 1999;Dowdney, 2005). La seguridad personal sigue siendo un tema pendientey constituye el problema que ms agobia a la poblacin, como se revelasistemticamente en encuestas de opinin (Provea, 2006). La incapacidadde preservar la vida de los habitantes de Venezuela y, en general, de laregin, constituye una nueva deuda social que acarrean los Estados y queamenaza definitivamente los logros alcanzados en otros mbitos de la vidasocial.

    La preocupacin de investigacin y su itinerario metodolgico

    Despus de varios aos de constatar el aumento de las muertes violentasde hombres jvenes, y frente a la ausencia de acciones sustantivas pararevertir esta situacin, buscamos aprehender horizontes alternativos.Quisimos concentrarnos en la experiencia de reconversin biogrfica dehombres jvenes que tuvieron una trayectoria de vida violenta en elpasado reciente y lograron forjar nuevas formas de vida no violentas.Nuestra atencin se fij en las diferentes condiciones sociales, en lasopciones personales y en los proyectos de vida que rodearon y adoptaronlos jvenes; as como en su trabajo subjetivo de resistencia a las dinmicasvoraces de la violencia.

    Digamos, entonces, que cuando hablamos de hombres jvenes detrayectoria de vida violenta aludimos a jvenes que han mantenidoenfrentamientos armados con pares por pugnas personales como prcticacotidiana, y que han participado en redes de trficos ilegales y/o crimenorganizado en algunos momentos de su vida. As, al hablar de trayectoriade vida violenta nos referimos a un estilo de vida que se vincula con el hacery el ser en un periodo de tiempo biogrfico determinado.7 En este sentido, no

    1997 a 33.9% en el 2006; asimismo, el porcentaje de la poblacin en pobreza extremase redujo de 25.5% en 1997 a 15.3% en 2006 (vase ). Las tendencias ascendentes desde 1999 sufren una interrupcin en 2002y 2003 por eventos polticos de fuerte confrontacin interna (golpe de Estado, paro petro-lero y empresarial).

    7 Este nfasis para entenderlo como periodo de tiempo biogrfico determinado nos permitehablar de trayectoria de vida.

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    hablamos de jvenes violentos como si fueran esencialmente violentos;queremos subrayar la posibilidad de transformacin de los estilos de vidasostenidos en el tiempo: de trayectorias de vida violentas a trayectorias devida no violentas.

    De modo que con el propsito de comprender el proceso de recon-versin biogrfica de estos hombres jvenes, buscamos varones mayoresde 20 aos provenientes de barrios caraqueos. Jvenes que tuvieron unatrayectoria de violencia vinculada a la actividad criminal y sostuvieronenfrentamientos armados cotidianos con pares por pugnas personales yque lograron extraerse del ciclo de la violencia. El sentido de seleccionara jvenes mayores de 20 aos tuvo que ver con la intencin de buscarvarones con experiencia de vida suficiente para haber sostenido unatrayectoria de violencia, haberla abandonado y haber iniciado otroitinerario de vida alternativo y sostenido en el tiempo. La estrategiametodolgica que se adapt a estos fines fue una de tipo cualitativo, ynos decidimos concretamente por los relatos de vida (Bertaux, 1997).8

    La base de nuestra reflexin la forman diez relatos de vida pro-porcionados entre febrero del 2005 y mayo del 2006 por jvenes prove-nientes de barrios caraquos de edad. Se trata, en efecto, de hombresjvenes que tuvieron una trayectoria de violencia vinculada a la actividadcriminal y a enfrentamientos armados cotidianos con pares por pugnaspersonales y que lograron extraerse de este ciclo. Procuramos inicialmenteubicar a jvenes relacionados con actividades y redes sociales religiosas,deportivas, polticas, culturales, laborales e institucionales y que ellosmismos las definieran como importantes para modificar su estilo de vida.Y justamente por la rareza de programas de accin para los jvenes y porlas escasas redes sociales que les implican encontramos y entrevistamosa los siguientes jvenes: tres de ellos cambiaron su estilo de vida deviolencia por la participacin en proyectos musicales (mbito de lacultura); dos jvenes por encontrar trabajo como motorizados enempresas (mbito laboral) y cinco por pertenecer a iglesias evanglicas(mbito religioso). Las iglesias evanglicas constituyen las redes msextendidas en las que jvenes de vida violenta podan refugiarse paraensayar una modificacin sustantiva de sus estilos de vida.

    8 Bertaux utiliza el trmino relato de vida, a diferencia de historia de vida, para subrayarel hecho de que se trata del relato que una persona elabora de su vida frente a lademanda del investigador y no de la historia vivida por la persona (Bertaux, 1997: 6).

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    Este documento quiere abrir un espacio para pensar en las alter-nativas a la violencia que engulle a los hombres jvenes en ciudadeslatinoamericanas. A partir de esta investigacin, presentamos aqu losprocesos subjetivos y sociales que hemos identificado en la reconversinbiogrfica de jvenes que tuvieron un estilo de vida violento y lograronforjar estilos de vida alternativos. As, en el anlisis de sus trayectorias serevela un proceso subjetivo en dos planos: a) el plano subjetivo con els-mismo, y b) el plano subjetivo con los otros, o de las relaciones sociales.Estos planos organizan la presentacin de nuestro anlisis.

    PENSANDO EN ALTERNATIVAS: LA RECONVERSIN BIOGRFICADE HOMBRES JVENES DE VIDA VIOLENTA. ALGUNAS HISTORIAS

    Forjar la posibilidad de trayectorias de vida alternativas a las de los jve-nes que mueren diariamente en nuestro pas implicara el despliegue deacciones y polticas sustantivas integradas que atacaran las diferentesamenazas experimentadas por los jvenes. Esto exigira cambios estruc-turales y culturales fundamentales. Reclamara, en primer lugar, desdela perspectiva poltica, una poltica pblica frontal de preservacin de lavida humana, que se debera traducir en un plan de desarme y controlde armas, as como en el saneamiento de la polica y del sistema de jus-ticia. Demandara, desde una perspectiva econmica social, la dismi-nucin de las brechas sociales entre la poblacin a travs del fortale-cimiento de los sistemas institucionales de solidaridad social (salud,educacin, vivienda), as como el estmulo y la creacin de empleosdignos en los cuales los jvenes pudieran invertir sus pasiones personalesy construir una identidad respetada.

    Desde una perspectiva social, reclamara el fomento de las redessociales y la creacin de proyectos de participacin comunitaria y juvenila partir de los cuales la gente de las comunidades puediera reapropiarsede sus espacios, de su ciudad, y percibir al otro como interlocutor posi-ble y no como enemigo fatal. En fin, desde una perspectiva cultural(transversal a las anteriores) demandara el establecimiento de unaplataforma de actividades con sentido especfico a partir de la cual losjvenes pudieran forjar el reconocimiento buscado a partir de identidadesalternativas a una masculinidad vinculada al poder y la dominacin.Aludimos a la gama de actividades eminentemente expresivas como lamsica, el baile y el deporte, que constituyen espacios para dramatizar

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    EN BSQUEDA DE SALIDAS A LA VIOLENCIA

    identidades susceptibles de ser reconocidas por un desempeo vinculadoa una sensibilidad particular; la musical, por ejemplo.

    Exigira, en fin, desarrollar la capacidad de usar la palabra comovehculo crtico para interpelar, demandar, exigir y cuestionar las rea-lidades vividas como amenazas, y precisamente jvenes varones de barriospopulares han empezado a reaccionar. En Caracas hemos empezado aescuchar la denuncia, a punta de creatividad, sobre la falta de atencin yoportunidades, y sobre la violencia con la que se crece, en la voz de hom-bres jvenes de barrios populares. Diferentes grupos de jvenes varoneshan tomado la palabra a travs de canciones y videos caseros, consti-tuyndolos en medios alternativos de expresin y denuncia, y con-virtindolos tambin en medios para obtener reconocimiento socialdentro de sus vecindarios y redes de pares. Un ejemplo de ello son las de-cenas de grupos emergentes en comunidades de sectores populares quea travs de un gnero como el hip hop nos interpelan con sus canciones,al mismo tiempo que construyen identidades juveniles urbanas, a tonocon movimientos culturales juveniles que se expanden en esta nuevarealidad global. Este movimiento que comienza a vislumbrarse constituyeun espacio de esperanza frente al aumento de muertes que padecemosdesde hace quince aos y que forman parte de los testimonios quereunimos.

    Atacar las amenazas sentidas por los jvenes exigira transformacionesfundamentales en el mbito de lo poltico, de lo econmico social, de losocial y, transversalmente a todos estos mbitos, de lo cultural y de lasidentidades de gnero. Estas transformaciones se esperan con urgenciaen Venezuela.

    Quisiramos ahora ofrecer algunas pistas que revelan cmo han logradodar este paso algunos jvenes, detenernos brevemente en los hitos, en lospersonajes centrales que marcaron estos procesos de cambio, en el modocomo han logrado definir y construir identidades alternativas, con laintencin de revelar procesos significativos que puedan ser incorporados enacciones con jvenes de vidas violentas.

    La reconversin biogrfica de hombres jvenes de vida violenta

    Constatar, en la bsqueda de respeto de estos jvenes, un trabajo de gestinde s, de su identidad personal y social, entendido como proceso desocializacin permanente, en ntima relacin con las condiciones del medio

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    y el contexto de interacciones sociales, nos permite vislumbrarlo tambincomo una posibilidad de cambio (Bajoit, 1997; Dubar, 1991). Hace posiblevislumbrar perspectivas de conversin de interacciones sociales marcadaspor la negacin y la muerte a interacciones marcadas por el recono-cimiento recproco y las perspectivas de futuro.

    La reconversin biogrfica de hombres jvenes de vida de violenta laentendemos como la vivencia de redefinicin de la propia identidad y demodificacin sustancial de las rutinas de la vida cotidiana. Hablamosde reconversin porque entendemos que se trata de un segundo proceso deconversin de la identidad y del estilo de vida que viven los jvenes. Elprimer proceso es el inicio en el estilo de vida violento, y precisamentelos jvenes que hemos entrevistado en el pasado aluden a la entrada enotro mundo, de tener una mente sana a enfermarse la mente. Setrata, pues, de una vivencia de ruptura en la biografa del sujeto (Bergery Luckmann, 1979: 200; Dubar, 1991: 117); en este momento, entre unantes, marcado por las valoraciones del s mismo basadas en la propiavirilidad y temeridad, as como en la implicacin en rutinas de enfren-tamientos armados, y un despus, dado por la definicin de un s mismoreconocido por su compromiso con proyectos de vida alternativos conproyeccin de futuro. Subrayemos que esta experiencia de reconversindebe ser vista como un proceso de resistencia, puesto que, como hemosdiscutido con anterioridad, no existen los incentivos suficientes paraabandonar los estilos de vida violentos. Por el contrario, la violencia seconstituye en una herramienta necesaria en un mundo percibido comode lucha de todos contra todos y los trficos ilegales como los nicoscapaces de absorberlos.

    As, en los relatos biogrficos de los jvenes entrevistados hemosidentificado, como ya lo sealamos, un proceso subjetivo que puede seranalizado en dos planos: el plano subjetivo con el s mismo y el plano subjetivocon los otros, o de las relaciones sociales. Ambos planos estn ntimamentevinculados y los distinguimos para efectos del anlisis. Identificamos,igualmente, en el cruce de estos procesos, las tensiones experimentadaspor los jvenes, que emergen como amenazantes a la reconversin.Detallemos estos procesos.

    El plano subjetivo con el s-mismo

    El plano subjetivo con el s mismo comprende los procesos narrados comoexperimentados ntimamente por el yo del joven. Aqu identificamos

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    distintas vivencias que intervienen en la historia de reconversin vivida ycontada; marcan, si se quiere, hitos en su biografa.Los elementos protectores. Previo al proceso de reconversin, identificamosla existencia de elementos protectores que permiten limitar la implicacinen las actividades vinculadas a estilos de vida violentos. Constituyen losgustos, los oficios o las habilidades aprendidas que potencialmentepueden permitir la implicacin personal para la construccin de unaidentidad valorizada, alternativa a la del joven armado. Constituyen otromundo de actividades e intereses; representan los recursos y lasoportunidades a los que los jvenes pueden incorporarse en momentosde dificultades o en el proceso de abandono de la vida de violencia. Aquse ubica, por ejemplo, la pasin por la msica y los oficios aprendidos.Y en esta direccin, la familiarizacin con modelos alternativos demasculinidad (a la del hombre de estilo de vida violento) constituye otropoderoso elemento para mostrar a los varones maneras alternativas de serhombres reconocidos y apreciados (Barker, 2005). Algunos jvenescontaron lo definitivo que fue para ellos, por ejemplo, el encuentro conpastores evanglicos.

    Invitemos la experiencia de uno de los jvenes entrevistados.dgar, luego de un periodo donde sostuvo un estilo de vida violento, seconvirti a la religin evanglica. Asimismo, el oficio de la panadera, queaprendi desde nio, le permiti en diferentes momentos encontrartemporalmente empleo, vislumbrar una carrera alternativa y poste-riormente consolidar su identidad laboral. stas son sus palabras:

    Me dedico a ser maestro pastelero. Maestro pastelero fue la profesin queeleg, porque dej la escuela cuando tena 13 aos. Mi familia y mis amigosme decan: no, deja de estudiar, ponte a trabajar y dedcate a trabajar y hacertu dinero. Entonces bueno, yo empec desde nio ayudando en unapanadera, yo iba al colegio y de ah, ayudaba en la panadera en las tardes.Entonces me gust la cosa, me gust el tener dinero y ya al estudio no leagarraba mucho inters. Cuando tena 13 aos dej los estudios y me fui porm mismo a trabajar en panadera. Luego all empec como ayudante depanadera, engrasando bandeja, qu s yo, y despus fui aprendiendo,aprendiendo y lo ms que... o sea, el mayor estatus que puede tener unapersona dentro de una panadera, o es el dueo, el encargado o el maestropastelero, o sea, el que gana ms plata, es el que tiene ms respeto de losdueos y todo este tipo de cosas. Actualmente soy maestro pastelero.

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    De aqu se desprende la importancia fundamental del desarrollo de acti-vidades educativas, recreativas y artsticas (pintura, msica, deporte,oficios) como estrategia fundamental no slo para evitar el inicio en unatrayectoria de violencia, sino tambin para establecer vnculos con jvenesque la hayan llevado. En general, esta estrategia ha sido reconocidaampliamente como muy exitosa cuando se quiere llegar a jvenes de vidaviolenta (Dowdney, 2005). Desde la perspectiva de las polticas pblicas,se trata de la garanta de derechos bsicos de la niez y juventud, comola educacin (una de calidad), como forma de control social activa frentea la criminalidad (Buaiz, 2000: 324). Esta investigacin constata laefectividad definitiva de esta estrategia no slo para prevenir, sino tambincomo medio para establecer puentes con jvenes involucrados en estilosde vida violentos.

    La conciencia de la destruccin del s mismo. Otro proceso narrado, que sedistingue como interventor en el proceso de reconversin, viene dado porexperiencias que confrontan al joven con la posibilidad de la destruccin dels mismo, y una de las vivencias ms significativas es la confrontacin de lasmuertes de otros cercanos. Esta experiencia enfrenta al joven con el hechode que yo pude estar en su lugar, porque comparte las mismas rutinasy tiene los mismos enemigos. Implica la adquisicin de la conciencia delalto costo de continuar por esta ruta, la capacidad de cuestionarse yreflexionar sobre estas prdidas (Barker, 2005: 146). Todos estos eventoshacen posible que emerja la conciencia de la propia decadencia, bajo lacual los varones hacen un balance de las perspectivas futuras del yo.

    Una vez que han llegado a este punto, los jvenes narran que hanexperimentado una suerte de encrucijada existencial. ste es un momentofundamental, un nudo crtico en su trayectoria, pues los jvenes adquie-ren conciencia de que tienen dos opciones con consecuencias definitivaspara su identidad: la posibilidad de redencin o la posibilidad de per-dicin. Implica la incorporacin progresiva de un miedo indito a morir;el despertar de una conciencia sobre la fragilidad de la vida.

    Carlos en el momento de la entrevista tena 28 aos; estuvo implicadoen trfico de drogas y mantuvo con regularidad conflictos armados conotros hombres jvenes. Viva con su pareja, quien estaba esperando unhijo de l, y estaba trabajando intensamente en sus proyectos musicales.Carlos tena el don de la palabra y de hecho compona las letras de suscanciones. Fue uno de los jvenes entrevistados que puso ms bella-mente en palabras su propia experiencia. Carlos relat:

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    Estuve desde los 13 aos metido en este lo, hasta el ao 2000, que es cuandoyo decido, que digo, ya me cans, hasta aqu; si tengo que trabajar de obrerocargando cajas, lo voy hacer para sacar mi disco, entiendes? Pero no voy aseguir ms en este rollo, porque o me matan o voy a la prisin, y lamen-tablemente tampoco tena tiempo para eso. Si me voy a la prisin no puedohacer la vaina porque voy a estar preso, entiendes, voy a perder ms tiempo,y si me matan menos, no voy a poder hacer nada. Tambin ver la preocu-pacin de mi familia, la preocupacin de mi mam. Lleg un momento enque yo llegaba a la casa y mi mam deca, hablaba con gente que llegaba a lacasa Me acuerdo una conversacin que nunca se me olvida, que llego unaseora, Ana, cuando mataron a Antonio; en esa misma poca haban matadoa tres amigos recientes y ella lleg a la casa a hablar con mi mam... Y estabanall hablando y de repente ella le pregunto por m, y le dijo, no, all est,acostado, acaba de entrar, eran como las 7 de la maana. Acaba de entrar,bueno yo ya estoy resignada, lo que estoy es esperando que lo maten paraarreglar toda la vaina por la alcalda porque ni real tenemos para enterrarlodecentemente en una funeraria.

    La encrucijada existencial puede ser el resultado de un proceso reflexivopersonal, o tambin puede ser el fruto de una configuracin de eventosen los que se ven implicados; como, por ejemplo, el hecho de ser apre-sados por la polica. Los jvenes de vida violenta saben bien que su vidapuede ser efmera, pero aqu se trata de la llegada a un momento dondelos jvenes adquieren suficientes buenas razones para detenerse a pensaren la posibilidad de escoger una va alternativa. Estas buenas razones sematerializan en la emergencia de nuevos proyectos de vida, que es elsiguiente aspecto a considerar.

    Digamos, para culminar este aspecto, que de aqu se desprende quedentro de cualquier proceso de prevencin o programa de reinsercinjuvenil ser esencial favorecer la capacidad reflexiva del joven sobre supropia experiencia. Esta capacidad reflexiva implica la posibilidad de versu propia persona como proyecto, y en este sentido poder intervenirsobre la propia historia. Se trata, pues, de revelar para el joven la capa-cidad de constituirse en sujeto de su vida, identificando los aliadosnecesarios.

    La emergencia de proyectos con sentido existencial. Esto permite la implicacinen una meta que posibilita la redefinicin del sentido de respeto oestimacin de s. El proyecto existencial est ntimamente vinculado conla identidad respetada que se desea alcanzar; es decir, el sentido de

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    realizacin personal y reconocimiento social al que se aspira (Bajoit, 2003).Se trata, como enuncia Carlos, de una meta de vida. l mismo revel:

    Uno sabe que no es ni siquiera un sueo as, de que yo so, porque cuandoests ms chamo s sueas, pero ya cuando ests ms grande ya sabes que noes un sueo. Eso es tu meta, entiendes? Es tu meta, t trabajas para eso y hayque prepararse para eso. Yo me estoy preparando en mi campo, que yo mesiento, en la msica, preparando mis letras bien, hacer lo mejor que yo puedacon mis letras para poder seguir estando ah y mantenerme, hacer la mejormsica posible, todo ese tipo de vainas

    Para algunos jvenes esta meta se concreta en su dedicacin a la msica.Tres de nuestros entrevistados han logrado, con el apoyo fundamentalde diversos aliados, desarrollar una carrera musical y artstica. Para otrosjvenes la meta de vida se relaciona con fines fundamentales de la culturaen Venezuela; esto es, tener hijos, tener bien a la madre, constituirse enproveedor para la familia y proporcionarle las comodidades necesariasdiferentes estudios apuntan la importancia que tiene para los venezolanosla figura de la madre y el grupo familiar experimentado como red deapoyo y fuente para la construccin de la identidad (Moreno, 1995;Hurtado, 1998; Smilde, 2005). Y en esta lnea, varios de los jvenes coin-ciden en definir el trabajo como medio que permite alcanzar esta identidadrespetada.

    La falta de oportunidades para conseguir trabajos dignos con pers-pectiva de movilidad ascendente es una queja recurrente de los jvenesvarones con quienes hemos conversado a lo largo de estos aos, y de otrosjvenes de vida violenta en Amrica Latina (Cruz y Portillo, 1998). Evi-dentemente, no se trata de cualquier empleo o trabajo; no se trata de losempleos autogenerados de baja productividad y deficientes condicionesque slo otorgan imgenes del s mismo como humillado y en subor-dinacin, lo que, de hecho, los jvenes rechazan con vehemencia. Se hablade aquellos empleos que permitan construir una identidad reconocida;aquellos que permitan invertir la propia creatividad; se trata de actividadescon sentido para la propia persona, que impliquen, adems, oportu-nidades de reconocimiento (Llorens, 2005: 181).

    Forjar un proyecto con sentido existencial que permita generar recursoseconmicos para su perdurabilidad constituye una de las vas primor-diales tradicionales para contrarrestar varios de los eventos que marcanla entrada de los jvenes a trayectorias de violencia. Y por supuesto, ste

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    es uno de los mayores desafos en contextos donde el empleo ha tendidohistricamente a reducirse y su condicin a precarizarse.

    La capacidad de tomar distancia frente a la propia historia y la soste-nibilidad en el tiempo del proyecto existencial depende de los diferentesaliados con los que se pueda contar. En sus relatos, los varones expresaron,junto a la narracin de la conciencia del cambio personal, el recono-cimiento a la importancia de sus vnculos sociales.

    El plano subjetivo con los otros, o de las relaciones sociales

    El plano subjetivo con los otros, o de las relaciones sociales, abarca procesossubjetivos en los cuales los jvenes explicitan los personajes clave en lamodificacin de su identidad y en la concretizacin de sus proyectosexistenciales. Se trata, asimismo, del reconocimiento a la toma deprotagonismo de la red de relaciones sociales alternativas (a las de la vidade violencia) en la definicin y confirmacin de la propia identidad y lasrutinas de la vida cotidiana. En este plano de relaciones se identifican:los aliados familiares y los aliados sociales.

    Los aliados familiares. Los aliados familiares los constituyen, gene-ralmente, la madre, la pareja y los hijos. La madre, para muchos varonesimplicados en estilos de vida violentos, representa el nico afecto, unreferente central en sus vidas, y ste es un hallazgo reiterado eninvestigaciones etnogrficas realizadas en Venezuela, Colombia y Brasil(Castillo, 1997; Salazar, 1998; Assis, 1999; Mrquez, 1999).9 Una poderosarazn para abandonar la vida de violencia fue evitarles sufrimientos a sus

    9 Para jvenes de vida violenta que vivan con sus familias, la madre constituyeun fundamento particular de lmites. Los varones limitan el ejercicio de la violencia yel uso de armas de fuego para que no le lleguen los chismes a la madre, pues sufre, semolesta y todava les llama la atencin (Zubillaga, 2003). Y en estos casos se trata de lareputacin familiar lo que est en juego en el vecindario. Se sabe bien que la reputacines fundamental en las sociedades de pequea escala donde las relaciones cara-a-cara sonde vital importancia y donde una fuente fundamental para la propia manutencin son lasredes de favores e intercambios en los que se participa con los vecinos, familiares y cono-cidos (Pitt-Rivers, 1966; Lomnitz, 1975). En las familias ms desasistidas y jvenes,generalmente aquellas de madres solas o muy jvenes sin relaciones familiares que lasapoyen, la madre tiene menos capacidad de convertirse en referente de lmites y ellamisma es dependiente del hijo varn en su carcter de proveedor. Aisladas de las redesde favores e intercambios, dependen sobre todo de los hijos y son menos sensibles a lamirada de los vecinos ya que nada se espera de ellos.

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    madres, tal como lo explicitaron varios varones. As, apegados a estereferente afectivo primordial, los hijos procuran adaptarse a lo que susmadres esperan de ellos. ste es el caso de Pablo, quien en el momentode la entrevista tena 22 aos de edad y viva con su madre. Pablo, quientrabajaba dando clases de percusin en un instituto y en sus proyectosmusicales, coment:

    Porque yo pienso que eso es un dolor ms para una madre, porque una madreno espera de su hijo que sea un pandillero, un delincuente, un ladrn dequinta, de abastos, me entiendes?, y eso a veces tambin duele y hacedao.

    Ellas constituyen, adems, un refugio (contactan redes familiares en otraslocalidades para que sus hijos puedan ausentarse en los momentos enque son buscados por los enemigos y puedan salvarse de una muertesegura) y constituyen una fuente de apoyo emocional y acompaamientoen los procesos de redefinicin de las propias rutinas.

    Junto a la madre, otra figura cercana que, en los testimonios de losvarones entrevistados, ha intervenido en su proceso de reconversin esla pareja o compaera.

    La pareja, al igual que los nuevos proyectos de existencia, en trminosfenomenolgicos, constituye otros mundos que se abren, otras posi-bilidades de realizacin personal (aunque la vida en pareja tiene sustensiones importantes para ellos: no tienen el hbito de vivir en pareja,de ser mongamos, de renunciar a la socialidad de los amigos). As, sibien grupos de mujeres pueden constituir una razn para apegarse a unamasculinidad identificada con la dominacin y con un estilo de consumode ostentacin tpico de jvenes involucrados en trficos ilegales, tambinpueden ser factores clave para originar y reforzar el cambio, como afirmaBarker cuando habla de jvenes en Ro de Janeiro (Barker, 2005: 150).En el caso de algunos varones, fue su compaera la que los introdujoen la Iglesia evanglica, la que les consigui un empleo alternativo, ytambin la que los confronta y presiona para extraerlos (progresivamente)de las rutinas asociadas a la vida violenta.

    Ramn, quien en el momento de la entrevista viva con su mujer ehijos, trabajaba como motorizado y escolta en una empresa, y tena unarelacin muy cercana con su patrn, narr:

    S, tengo aos con mi esposa. Ella es una de las personas que yo le agradezcoque est conmigo ahorita, porque ella fue tambin la que me ayud a salir de

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    ese mundo Ella me sac a m de donde viva y me llev para el Centro yme deca que no me quera ms all o me olvidara de ella y su familia, y esofue una de las cosas por las que yo dej mucho de ir para all tambin.

    En un momento en que Ramn incursion de nuevo en robos orga-nizados, su mujer lo confront:

    Se enter un tiempo y tuvimos problemas y nos separamos como seis mesesporque ella estaba brava que yo iba a caer otra vez en lo mismo, que la crcel,la cuestin que ella pas mucho trabajo conmigo tambin en la crcel, que sino pensaba en mi hijo, y mi mam que tambin sufri mucho, yendo a las 3a.m, parndose all en un mercado, haciendo una cola, a revisar. Entoncestuvimos como cinco meses separados; pens y volv otra vez con ella.

    Los hijos pequeos se vislumbran en los relatos de algunos de los varonescomo la mirada moral del s mismo proyectada en el futuro; son el reflejode una imagen negativa de s y estos hijos son una fuente de intensavergenza para ellos. Por otro lado, para los varones comprometidos conuna identidad respetada por su carcter de proveedor e implicados enla paternidad se trata del temor de la fragilidad extrema en la que caeransus hijos por su propia muerte. Para algunos, los hijos constituyen unamuy buena razn para abandonar rutinas de violencia: tenencia de armas,consumo de drogas o alcohol, salidas nocturnas. Ramn relat:

    Algo estaba malo y muy malo. Y ms que todo por mi hija tambin, porquemi hija no que cuando grande le digan: mira, tu pap es tremendomalandro, tremendo fumn, mira cmo anda, anda matando gente y broma,yo digo que mi hija se sentir supermal, oyendo eso a cada ratico en todoslados.

    En general, la familia de estos muchachos, sobre todo cuando se trata defamilias extendidas, constituye una va de salida importante, puesrepresenta, de hecho, una red de ayuda; una fuente de apoyo paraconfrontar los problemas de la vida (Smilde, 2005: 23).

    Ahora bien, en los relatos de los jvenes se revela que la perdura-bilidad de los nuevos estilos de vida depende de la presencia de otro tipode aliados.

    Los aliados sociales. stos son las personas externas a la familia, as comolas instituciones que abren otros horizontes de sentido; emergen conoportunidades y ayudas (recursos) para el cambio y garantizan su plau-

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    sibilidad en el tiempo. Los aliados sociales estn ntimamente vinculadosal proyecto existencial que, tomando en cuenta la difcil situacin en la quese encuentran los jvenes, depende inicialmente de los aliados socialespara su concretizacin. Este vnculo de los aliados sociales con el proyectoexistencial, las ayudas reales que son capaces de proveer y su compromisoafectivo con los jvenes, como veremos a continuacin, son los funda-mentos que posibilitarn el proceso de reconversin o de ruptura bio-grfica.10 En la experiencia de los muchachos entrevistados, se distinguenlos aliados sociales personales y los institucionales.

    Los aliados sociales personales estn representados por los patrones detrabajo y los productores de msica que alentaron los proyectos laboralesy musicales de los jvenes.11 La eficacia del aliado en el proceso dereconversin depende de su capacidad de ofrecer posibilidades para concretarproyectos de vida, pero tambin de una fuerte vinculacin afectiva con eljoven; es el gua fundamental de la reconversin biogrfica. ste es el casode dos jvenes y su productor musical, quien fue un aliado material yafectivo fundamental para la concrecin de su proyecto de disco.Invitemos el testimonio de uno de ellos. Pedro, quien al momento de laentrevista tena 23 aos de edad y viva con su padre, devino en pro-ductor de msica y estaba grabando un disco propio. Su productormusical inicial fue un aliado material y afectivo fundamental para laconcrecin de su proyecto.

    10 Para Berger y Luckmann, en los procesos de ruptura biogrfica, o de transforma-cin total de la realidad subjetiva en los que existe el problema de desmantelar laestructura de la realidad anterior la alternacin, deben cumplirse algunascondiciones sociales y conceptuales (Berger y Luckmann, 1967: 197). Una de las msimportantes es disponer de una estructura de plausibilidad eficaz, es decir, una base socialque sirva como espacio de transformacin para el individuo. Esta estructura debe contarcon unos guas que acompaen la penetracin de la nueva realidad; con ellosdebe establecerse una fuerte identificacin afectiva. Debe verificarse la accin continua deun aparato conversacional para modificar, reconstruir y mantener la realidad subjetiva. Porltimo, debe contarse con un aparato legitimador para otorgar sentido e integrar la nuevarealidad, as como repudiar las realidades alternativas. De acuerdo con los autores, eltrabajo de reinterpretar la antigua realidad como oscuridad y la nueva como claridadtraduce en el discurso este sentido de ruptura biogrfica (Berger y Luckmann, 1979:197-202).

    11 Evidentemente, un aliado familiar puede proporcionar al joven las oportunidades ylos recursos para materializar su proyecto existencial, y en este sentido no diferenciarsedel aliado social.

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    Bueno, en la vida profesional me inici yo; l [el productor] lo que puso fueel granito de arena para el impulso, porque yo estaba cantando por ah, yoera profesional pero de la vida urbana Y l me sac a los medios televisivos,a la radio, al pblico [] Y yo siempre habl con l burda, porque l meda burda de consejos, y bueno eso me ha quitado as. Yo te digo sinceramente:si no me hubiese venido me hubiesen matado porque yo fui el nico quequed vivo de esa pandilla

    En este sentido, el aliado constituye tambin una figura afectiva con quiense conversa, con quien se discute; una suerte de figura paternal con laque se puede sostener un dilogo reflexivo (Llorens, 2005: 178). La im-portancia del dilogo reflexivo es que posibilita la toma de distancia y elcuestionamiento de los atributos de identidad de una masculinidadasociada al poder, a la virilidad y a la temeridad, que han sido cultu-ralmente incorporados y aceptados de manera automtica (Barker,2005: 148).

    Los aliados sociales son fundamentales tambin como interlocutorescontinuos en un dilogo permanente que confirma (verbaliza, exterioriza)y compromete al joven con la nueva identidad; contribuyen a extraera los jvenes del mundo de la violencia. Y, no menos importante, sonpara los jvenes modelos alternativos en la resolucin de conflictos (atravs del dilogo, el perdn o la capacidad de verbalizar conflictos), ascomo identidades apreciadas, en quienes pueden proyectar sus aspi-raciones de realizacin personal y reconocimiento social (Dowdney, 2005).

    Digamos, entonces, que un aspecto fundamental que se agrega alapoyo emocional, generalmente dado por la familia, en el proceso dereconversin, y que lo hace plausible, es la cuestin material y concretade las oportunidades y los recursos facilitados por los aliados sociales,indispensables para realizar el proyecto existencial.

    Asimismo, los aliados sociales institucionales, como las Iglesias evanglicas,constituyen la ruta ms integral para modificar la identidad, puesincluyen de hecho actividades y metforas de transformacin masiva de lapropia identidad y de las rutinas de vida, as como redes de ayuda yrecursos para lograrlo (Smilde, 2007). En este sentido, las comunidadesreligiosas han ofrecido a los jvenes programas de transformacin totalde la definicin del s mismo y de las rutinas cotidianas, una base socialpara llevarlos a cabo; nuevos proyectos existenciales y ayudas para con-cretarlos, y, por ltimo, guas claramente comprometidas con el procesode transformacin.

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    La particularidad de este tipo de aliados institucionales viene dadapor la existencia de programas de conversin. Hablamos de programas por-que se apoyan en un plan, en etapas o actividades planificadas para otorgarun nuevo cuerpo de conocimientos a los jvenes; espacios reflexivos siste-mticos para tomar distancia frente a la antigua identidad y el mundode relaciones anteriores, as como para forjar una nueva identidad y unnuevo estilo de vida. En este sentido, una de las principales herramientasen el proceso de reconversin es la palabra, que se utiliza constantementepara cuestionar y devaluar el estilo de vida anterior y presentar otros estilosde vida.

    As, una vivencia fundamental en este mbito es la modificacin de lapropia identidad que experimentan los jvenes, generalmente travs deeventos de un gran misticismo y carga simblica, en los que se viven actosde renuncia a la vida anterior. Adems, son provistos de relatos y metforasde transformacin con los que pueden identificarse y sentirse dentro de unacomunidad, de un nosotros con quienes comparten experiencias pasadasy metas comunes. Recordemos que los jvenes experimentaron unaencrucijada existencial; es despus de este momento resultado de unproceso reflexivo interno o de eventos que atrapan a la persona queel paso por la comunidad religiosa cobra sentido como nuevo horizontepara reconstruir la propia identidad y las rutinas de vida. Alexander, quienentr a la iglesia evanglica cuando estaba en la crcel, relat:

    Usted sabe que las personas que estn liderizando las Iglesias cristianasfueron personas tambin extradas de esos lugares, de lo ms profundo deuna crcel, desde una celda de castigo, y Dios fue amoldndola y proce-sndolas, sacndoles de su corazn cosas que no eran agradables, porque erantambin ladrones, violadores, hombres malos, y Dios pudo iluminar suspensamientos, sus corazones, y empezaron a servirle, y entonces ellos, en esacondicin, tambin pudieron comprender la ma. Ellos saban que ellostambin haban llegado como yo, tenan la mente totalmente bloqueada,destruida, prcticamente un hombre que estaba llegando de las drogas,prcticamente un hombre que, porque yo no tena familia, ya no me visitaban.Y entonces ellos pudieron entender esa condicin, y fueron pacientes con-migo, fueron pacientes, pasaron unos meses, me gust tanto la cosa as, yono saba que las cosas de Dios eran as, si no desde cundo me hubiesevenido para ac

    La comunidad religiosa, sin ser una institucin de privacin de libertad,coloniza las rutinas de los jvenes con nuevas actividades (seminarios,

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    grupos de oracin, vacaciones con propsito). Invitemos el testimonio dedgar, quien conoce la Iglesia por medio de su compaera:

    y cuando regresamos de la panadera, vente, vamos a orar. Era una sed deoracin impresionante que yo lo que quera era puro orar, estar pegado delSeor porque era una alegra tan tremenda. De ah en adelante, vuelco total() Dios como que apart a la gente, a los muchachos que se la pasabanconmigo. Me puse a empaparme de las cosas del Seor; vena los lunes ainterseccin, vena los mircoles a orar, los viernes estaba en la noche depelcula, los domingos estaba en la iglesia, a veces me meta en los dos cultos:iba en la maana a las 8 a.m., terminaba el otro a las 10 y empezaba a las 11y me quedaba hasta las 3 p.m. Una sed de Dios impresionante. Sigo con minovia, con esta novia que te estoy comentando, duramos tres aos.

    Los jvenes experimentan el acompaamiento en las diferentes esferas desu vida cotidiana, que lleva el control informal de sus acciones cotidianasa travs del intenso contacto social. De esta forma, los jvenes se insertanen estas nuevas redes voluntariamente y en adelante son provistos deayudas inditas que permiten sostener en el tiempo la nueva identidad ylas rutinas asociadas: oportunidades de estudio y empleo, o asistenciasa los pastores de la Iglesia. Esta plataforma de ayudas se muestra muyprovechosa para los jvenes que no estn provistos de redes familiares(Smilde, 2005). As, estas comunidades colonizan la realidad cotidiana delos jvenes, pero no son instituciones totales de degradacin de lapersona, como las describi Goffman en su clsico Asilos. Constituyenla experiencia de la apertura de mundos posibles a travs de un dilogosistemtico y de las bases sociales para lograrlo.

    La eficacia de los programas de conversin de la comunidad religiosase relaciona tambin con la identificacin afectiva que establecen los jvenescon los guas, que tambin est presente en los jvenes que contaron conun aliado personal para materializar sus proyectos musicales.

    En este punto debemos realizar dos aclaraciones. Primero, al subrayarla accin de las Iglesias evanglicas no queremos decir que para lucharcontra la violencia juvenil sea necesario apoyar especialmente a estosgrupos o a otras comunidades religiosas. Se sabe bien que algunas comu-nidades religiosas se han caracterizado por su intolerancia hacia la dife-rencia, que han sido voceras de sexismo, dogmatismo, arbitrariedad y/ohomofobia (Smilde, 2007). Pero, como sealamos con anterioridad, enel trabajo de campo encontramos que las Iglesias evanglicas constituyenlas ms extensas redes de apoyo donde jvenes de vida violenta pueden

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    encontrar refugio y sostn para realizar la sustantiva modificacin de susritmos de vida. As, ciertamente tenemos que aprender algunas pistas clavede los procesos de reconversin que tienen lugar en el seno de estascomunidades para trasladarlas a programas seculares que apunten no sloa extraer a los jvenes de la vorgine de la violencia, sino que contribuyana forjar sujetos autnomos, capaces de construir un sentido del respetobasado en el reconocimiento intersubjetivo. Estas pistas son las quesubrayamos en este texto. Segundo, al hablar de procesos de reconversinno estamos aludiendo a la normalizacin de los jvenes como si se tratarasolamente de unos cuantos desviados o como si hubiera una manerade ser joven normal, o como si la vida humana no estuviera colmada deopacidades. Todos estos jvenes estn respondiendo a las extrema-damente inhspitas condiciones sociales en las que han crecido y vividono son anormales (Wacquant, 1992: 47). Lo que s queremossubrayar es la urgencia de establecer la vida, su preservacin, el respetoy el reconocimiento intersubjetivo como principios fundamentales ennuestras sociedades. Introducir estos principios en el seno de losprogramas de reconversin entre hombres jvenes significara empezarpor el lado extremo superficial de la tarea, pero tambin es imperiosohacerlo.

    Finalmente, retomando nuestro itinerario analtico, un relatofundamental que los jvenes entrevistados erigen como testimonio de sureconversin es el de la conciencia de un cambio de la imagen del smismo frente a los propios ojos y a los ojos de los dems. Se trata delreconocimiento del abandono de una identidad personal y social y laasuncin de una nueva identidad. Los jvenes hablan de: Yo era... fuicambiando... fui aprendiendo. En este sentido, es notable la redefinicindel sentido del respeto. Alexander platic del respeto que ahora le tienenlos ms jvenes:

    lo que s puedo decir es que ellos han notado algo en m, quizs alguno seacordar o quizs sus padres, que me debieron haber conocido, le diran:mira, l estuvo preso, pero ellos, en sus conversaciones que han tenidoconmigo, han notado un cambio, han visto que yo no soy una persona comny corriente, quizs, claro que en parte lo soy, como un ser humano, pero queha tenido un cambio, incluso ellos me dicen qu puedo hacer; tengo esteproblema, cuando ellos estn fumando me les acerco y les comienzo hablary empiezo hablarles de Dios, les empiezo a decir cmo era yo antes, lesempiezo a contar mi testimonio y despus les comienzo a hablar de Diosque es el nico que puede cambiar su vida y renovar su mente. Me oyen y me

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    tienen respeto, no como persona que haya salido de ese lugar ni por la famaque arrastr, sino como una persona que puede darle una orientacin, es poreso que ellos en parte se acercan a m a pedirme consejo.

    Este proceso subjetivo de reconversin de la identidad personal y socialse traduce en un cambio de rutinas que consolida y exterioriza para elmundo social la redefinicin de la identidad. A su vez, la modificacinde las relaciones con los familiares, amigos y conocidos contribuye aconfirmar la novedosa identidad del joven. Y junto a la capacidadreflexiva mostrada por los jvenes y a esta conciencia del cambio de lapropia identidad se hace evidente una modificacin de la valoracin delsentido del tiempo. Los jvenes hablan de un tiempo perdido vinculado a susactividades en el pasado y expresan la emergencia de una perspectiva delfuturo vinculada a los nuevos proyectos. Esto, en trminos fenomenol-gicos, implica una apertura de mundos y tiempos posibles que posibi-litan concebir al yo como diferente.

    Por ltimo, tambin se vislumbran tensiones y condiciones amenazantespara abandonar el estilo de vida violento y consolidar una identidadalternativa. En el discurso de los varones se identifican las siguientes:

    La situacin de indefensin en la que se vive en el barrio. Algunosjvenes narran que no pueden renunciar del todo a tener armas,pues deben ejercer la defensa personal y familiar en su zona deresidencia.

    La perdurabilidad de los conflictos a muerte, conocidos como laculebra. Una de las leyes bsicas de la culebra es que se trata de unconflicto que slo se salda con la muerte. La presencia de con-flictos a muerte del pasado amenazan con emerger en cualquiermomento e impiden la tranquilidad definitiva del joven.

    La nostalgia por la emocin. Los estilos de vida violentos, en efec-to, seducen a los jvenes por las fuertes emociones que seexperimentan. Algunos de ellos expresan cierta aoranza porestilos de vida llenos de excitacin.

    La radicalidad del cambio afecta a los varones puesto que se tratade construir un nuevo yo de la nada, de redefinir un sentido delrespeto en un mundo de relaciones sociales ajeno al familiar, demodificar las rutinas de vida. Comprende tambin la renuncia alas ventajas de la otra vida: el fcil acceso al dinero y laconsecuente capacidad de consumo. En algunos casos se trata de

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    la emigracin del barrio, y el cambio se hace todava ms dolorosoal tener que renunciar a todo su mundo social: los amigos, la fa-milia, la energa del barrio.

    Los compromisos adquiridos con las bandas actan en algunos casoscomo dificultad para abandonar la vida de violencia. Esta difi-cultad se vuelve ms intensa cuanto ms intenso es el apego deljoven a su familia: los jvenes temen las venganzas con susmiembros ms cercanos.

    La urgencia econmica, para los jvenes que no cuentan conaliados sociales e institucionales. Los varones se sienten intensa-mente divididos entre mantenerse en actividades en el mundo delo legal y tentados a hacer uso de su experticia pasada en elmundo de las actividades ilegales.

    Estos factores estn all, desafiando los procesos logrados por losjvenes. Estas situaciones amenazantes confirman una vez ms que paraque se constituyan en logros extendidos y sostenidos en el tiempo debenalcanzarse cambios significativos en nuestras sociedades.

    COMENTARIOS FINALES

    Digamos, para concluir, que en la reconversin biogrfica de jvenes detrayectoria de vida violenta se cruzan procesos subjetivos y sociales. Enlos casos estudiados se observa que varios factores se renen y acumulanpara configurar esta capacidad de ruptura y forjamiento de una nuevatrayectoria de vida:

    Los jvenes entrevistados manifestaron una acentuada capacidadreflexiva sobre su trayectoria, sus opciones y los padecimientos por los queellos mismos y sus compaeros cercanos pasaron. Propiciar procesosreflexivos para que el joven pueda asumir la autora de su vida, verse as mismo como proyecto y cuestionar versiones de una masculinidadseductora pero llena de sufrimientos para ellos mismos y los otros esfundamental en los proceso de reconversin como un primer paso. Eneste sentido, junto a procesos de reflexin personal deben generarsetambin las condiciones sociales materiales que representen buenas razonespara abandonar el estilo de vida anterior y prometan versiones positivasde s que les permitan alcanzar algn tipo de reconocimiento social yrealizacin personal. Estas buenas razones se sintetizan en un proyecto con

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    sentido existencial que les permita alcanzar una identidad respetada. En estashistorias los varones se han sentido reconocidos como artistas, comohombres en el camino de Dios, y con los atributos ms tradicionalesde una masculinidad definida por su capacidad de proveer a los suyos. Lanecesidad de sentido, de realizacin personal y de reconocimiento socialdeviene en una de las apuestas fundamentales de cualquier iniciativasocial de trabajo con jvenes.

    La familia constituye un gran aliado para extraer al joven del mundode la violencia, pero generalmente debe acompaarse con otras opcionespara que los jvenes puedan establecer proyectos sostenibles con futuro.En trminos de intervenciones, conocer la importancia de la madre esfundamental para poder actuar. La madre es un puente primordial decomunicacin con los jvenes varones y evitarle sufrimientos se erige,recurrentemente, en una poderosa presin para concebir estilos de vidaalternativos. En el caso de las familias ms vulnerables, es necesario incluira la madre en programas para mejorar la calidad de vida, que es, justa-mente, una de las razones por las cuales algunos de ellos se implican eneconomas alternativas: convertirse en proveedor para su familia y ayudara la madre en la economa del hogar.

    La palabra, como instrumento para propiciar la capacidad reflexiva,y el dilogo, como mecanismo para abrir horizontes alternativos y confir-mar el proceso de cambio, fueron recurrentemente mencionados por losjvenes varones en su reconversin biogrfica. En este sentido, las met-foras de transformacin constituyen eficaces herramientas para que losjvenes puedan darle sentido a su experiencia. As, en el caso de los jvenesnes que se insertaron en la comunidad religiosa, tenemos el uso de lapalabra como eficaz herramienta de socializacin y de integracin del sujetoa una nueva comunidad centrada en el amor al prjimo. En el caso delos jvenes artistas, el uso de la palabra en las letras de las cancionesde las que son autores les permite erigir y construir una crtica socialincisiva hacia las realidades amenazantes que experimentan desde muynios, vislumbrar la posibilidad de traducir problemas experimentadosntimamente en denuncias sociales, para rechazar la relegacin social yexigir cambios.

    Los jvenes en desventaja estructural que han seguido caminos dereconversin necesitan aliados para concretar este proceso. Los mseficaces son aquellos que son capaces de acompaar al joven, de favorecerla identificacin afectiva y contribuir a forjar oportunidades concretas paraque puedan definir un proyecto con sentido existencial. La eficacia de

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    cualquier programa de intervencin depende de las promesas de reali-zacin personal e identidad reconocida que el joven pueda interpretarcomo posibles y tengan sentido para l. La construccin de una red dealiados institucionales, con guas altamente motivados, constituye un retopara extraer a los jvenes de la vorgine de la violencia. Un reto urgentey posible de lograr por las experiencias de estos varones y por la eficaciade las escasas iniciativas y redes sociales que atienden la violencia juvenil.

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