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INTERACCIÓN EN SITUACIONES DE ALIMENTACIÓN ENTRE CUIDADORES Y NIÑOS CON DIFICULTADES ALIMENTARIAS EN PRIMERA INFANCIA JULIANA JIMÉNEZ SIERRA MARCELA LOZANO ANDRADE PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA CALI FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES CARRERA DE PSICOLOGÍA, 2016

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INTERACCIÓN EN SITUACIONES DE ALIMENTACIÓN ENTRE CUIDADORES Y

NIÑOS CON DIFICULTADES ALIMENTARIAS EN PRIMERA INFANCIA

JULIANA JIMÉNEZ SIERRA

MARCELA LOZANO ANDRADE

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA CALI

FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES

DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES

CARRERA DE PSICOLOGÍA, 2016

INTERACCIÓN EN SITUACIONES DE ALIMENTACIÓN ENTRE CUIDADORES Y

NIÑOS CON DIFICULTADES ALIMENTARIAS EN PRIMERA INFANCIA

JULIANA JIMÉNEZ SIERRA

MARCELA LOZANO ANDRADE

Trabajo de grado como requisito parcial

para optar al título de Psicólogo

JAIRO ANDRÉS MONTES Ph.D.

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA CALI

FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES

DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES

CARRERA DE PSICOLOGÍA, 2016

ARTICULO 23 de la resolución No. 13 del 6 de

julio de 1946 del reglamento de la Pontificia

Universidad Javeriana.

“La universidad no se hace responsable por los

conceptos emitidos por sus alumnos en sus

trabajos de grado. Solo velará porque no se

publique nada contrario al dogma y la moral

católica y porque las tesis no contengan ataques

o polémicas puramente personales; antes bien,

se vea en ellas el anhelo de buscar la verdad y la

justicia”.

AGRADECIMIENTOS

La culminación del presente trabajo de grado, no es solo muestra del esfuerzo

constante que nos caracterizó durante este tiempo, sino que también es el reflejo de

las enseñanzas de nuestros padres y maestros, quienes han sembrado en nosotras

semillas que empiezan a dar frutos. De manera especial, queremos agradecerle a

nuestro asesor Jairo Andrés Montes, quien además de haber sido la guía en este

camino, fue parte esencial del equipo de trabajo. Sus enseñanzas quedan

plasmadas en estas páginas, y a la vez en nosotras mismas, bajo la promesa de

seguir adelante, con el empeño de ofrecerle al mundo y a la profesión lo mejor de

nosotras mismas. Sobre todo, queda en nosotras la convicción de observar al ser

humano como un sistema complejo, imposible de encasillar bajo ciertas categorías.

Por todo lo anterior, gracias. Igualmente, le agradecemos de manera especial, al

Doctor Humberto Ortiz, quien no tuvo reparo en atendernos cuántas veces fue

necesario, nos ayudó a comprender la complejidad de las dificultades alimentarias y

fue gracias a él que logramos obtener la muestra ideal para el estudio que nos

propusimos. Finalmente, a nosotras mismas quienes en este tiempo de trabajo, nos

consolidamos como un roble para atravesar todos los inconvenientes que se

presentaron y seguir adelante con el deseo de realizar un trabajo que reflejara

nuestra visión de ser humano y además, que contribuyera al bienestar de los niños y

las familias, que es lo que más nos apasiona.

TABLA DE CONTENIDO

RESUMEN

INTRODUCCIÓN ................................................................................................................... 1

MÉTODO ............................................................................................................................... 29

Tipo de estudio ................................................................................................................. 29

Participantes ..................................................................................................................... 30

Variables ............................................................................................................................ 31

Instrumentos ..................................................................................................................... 32

Indicadores de observación ............................................................................................ 33

Prueba piloto ..................................................................................................................... 36

Ajustes prueba piloto ....................................................................................................... 39

Procedimiento ................................................................................................................... 40

Consideraciones éticas ................................................................................................... 43

RESULTADOS ..................................................................................................................... 45

DISCUSIÓN .......................................................................................................................... 84

REFERENCIAS .................................................................................................................. 108

ANEXOS……………………………………………………………………………………

LISTA DE TABLAS

TABLA 1. Descripción general de los participantes…………………………………..30

TABLA 2. Descripción conceptual y operacional de las variables de estudio………31

TABLA 3. Descripción general de los indicadores de observación de cada

variable……………………………………………………………………………………...32

LISTA DE FIGURAS

FIGURA 1. Comportamientos de alimentación en la diada de prueba piloto……....38

FIGURA 2. Comunicación en la diada de la prueba piloto…………………………….39

FIGURA 3. Comportamientos de alimentación de la diada Sofía y cuidadora durante

las seis sesiones………………………………………………………………………..….47

FIGURA 4. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Sofía y

cuidadora……………………………………………………………………………………49

FIGURA 5. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Sofía y

cuidadora……………………………………………………………………………………49

FIGURA 6. Comportamientos de alimentación de la diada Miguel y cuidadora

durante las seis sesiones…………………………………………………………………50

FIGURA 7. Comportamientos de alimentación de la diada Valentina y cuidadora

durante las seis sesiones……….………………………………………………………...52

FIGURA 8. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Valentina y

cuidadora……………………………………………………………………………………54

FIGURA 9. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Valentina y

cuidadora……………………………………………………………………………………54

FIGURA 10. Comportamientos de alimentación de la diada Elisa y cuidadora

durante las seis sesiones.………………………………………………………………...55

FIGURA 11. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Elisa y

cuidadora……………………………………………………………………………………57

FIGURA 12. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Elisa y

cuidadora……………………………………………………………………………………57

FIGURA 13. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Elisa y

cuidadora……………………………………………………………………………………58

FIGURA 14. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Elisa y

cuidadora……………………………………………………………………………………58

FIGURA 15. Comunicación de la diada Sofía y cuidadora durante las seis

sesiones…………………………………………………………………………………….60

FIGURA 16. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Sofía y

cuidadora……………………………………………………………………………………61

FIGURA 17. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Sofía y

cuidadora……………………………………………………………………………………61

FIGURA 18. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Sofía y

cuidadora……………………………………………………………………………………62

FIGURA 19. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Sofía y

cuidadora……………………………………………………………………………………62

FIGURA 20. Comunicación de la diada Miguel y cuidadora durante las seis

sesiones…………………………………………………………………………………….63

FIGURA 21. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Miguel y

cuidadora……………………………………………………………………………………64

FIGURA 22. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Miguel y

cuidadora……………………………………………………………………………………65

FIGURA 23. Comunicación de la diada Valentina y cuidadora durante las seis

sesiones…………………………………………………………………………………….66

FIGURA 24. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Valentina y

cuidadora……………………………………………………………………………………67

FIGURA 25. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Valentina y

cuidadora……………………………………………………………………………………67

FIGURA 26. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Valentina y

cuidadora……………………………………………………………………………………68

FIGURA 27. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Valentina y

cuidadora……………………………………………………………………………………69

FIGURA 28. Comunicación de la diada Elisa y cuidadora durante las seis

sesiones…………………………………………………………………………………….70

FIGURA 29. Alimentación autónoma vs alimentación asistida en la diada de Sofía y

cuidadora……………………………………………………………………………………72

FIGURA 30. Atractores principales de comportamiento de cada sesión de la diada

de Sofía y cuidadora……………………………………………………………………….73

FIGURA 31. Atractores principales de comunicación de cada sesión de la diada de

Sofía y cuidadora…………………………………………………………………………..74

FIGURA 32. Alimentación autónoma vs alimentación asistida en la diada de Miguel y

cuidadora……………………………………………………………………………………75

FIGURA 33. Atractores principales de comportamiento de cada sesión de la diada

de Miguel y cuidadora…………………….……………………………………………….76

FIGURA 34. Atractores principales de comunicación de cada sesión de la diada de

Miguel y cuidadora…………………………………………………………………………77

FIGURA 35. Alimentación autónoma vs alimentación asistida en la diada de

Valentina y cuidadora…………………………………………………………………......78

FIGURA 36. Atractores principales de comportamiento de cada sesión de la diada

de Valentina y cuidadora………………………………………………………………….79

FIGURA 37. Atractores principales de comportamiento de cada sesión de la diada

de Valentina y cuidadora…………………….……………………………………………80

FIGURA 38. Alimentación autónoma vs alimentación asistida en la diada de Elisa y

cuidadora…………………………………………………………………...………………81

FIGURA 39. Atractores principales de comportamiento de cada sesión de la diada

de Elisa y cuidadora…………………….…………………………………………………82

FIGURA 40. Atractores principales de comunicación de cada sesión de la diada de

Elisa y cuidadora…………………………………………………………………………...83

LISTA DE ANEXOS

ANEXO 1. Formato de remisión de dificultades alimentarias según los criterios de

Kerzner.

ANEXO 2: Declaración de Consentimiento informado para el cuidador.

ANEXO 3. Declaración de Consentimiento informado para padres del menor.

ANEXO 4. Comportamientos de alimentación sesión por sesión en la diada de Sofía

y cuidadora.

ANEXO 5. Comunicación en la alimentación sesión por sesión en la diada de Sofía y

cuidadora.

ANEXO 6. Comportamientos de alimentación sesión por sesión en la diada de

Miguel y cuidadora.

ANEXO 7. Comunicación en la alimentación sesión por sesión en la diada de Miguel

y cuidadora.

ANEXO 8. Comportamientos de alimentación sesión por sesión en la diada de

Valentina y cuidadora.

ANEXO 9. Comunicación en la alimentación sesión por sesión en la diada de

Valentina y cuidadora.

ANEXO 10. Comportamientos de alimentación sesión por sesión en la diada de

Elisa y cuidadora.

ANEXO 11. Comunicación en la alimentación sesión por sesión en la diada de Elisa

y cuidadora.

RESUMEN

Objetivo. El objetivo general de esta investigación fue analizar las trayectorias de la

interacción en situaciones de alimentación entre cuidadores y niños en primera

infancia con dificultades alimentarias. Método. Se empleó un estudio cuantitativo de

diseño microgenético y se utilizó como técnica la observación naturalista. La

muestra, seleccionada intencionalmente, estuvo conformada por cuatro diadas

(cuidador-niño), en las cuales los niños presentaban dificultades alimentarias de

origen no orgánica. Resultados. Cada diada es un sistema dinámico que varía

según las condiciones presentes en cada sesión de alimentación y las

características de cada miembro. Sin embargo, se observaron dos atractores

principales en los comportamientos: alimentación autónoma y asistida; y un atractor

principal en la comunicación: comunicación neutra. Además, se destacó el

desenganche en los comportamientos y la desconexión mutua en la comunicación.

Estas tendencias, variaron de sesión a sesión en todas las diadas. Conclusiones.

La interacción en los momentos de alimentación es un sistema de interconexiones

entre diversos factores, en los que no existen causalidades. Sin embargo, se resalta

la importancia de la presencia constante del cuidador, límites claros, un estilo de

alimentación responsivo, comunicación positiva, ausencia de pantallas en la

alimentación, establecer un vínculo sólido, consistencia en las estrategias y

prácticas para movilizar el cambio y salir de la zona de confort.

Palabras claves. Interacción, dificultades alimentarias, cuidador, niño, sistemas

dinámicos.

1

INTRODUCCIÓN

Las dificultades alimentarias son una problemática compleja que puede pasar

fácilmente desapercibida. Solo investigaciones recientes de Norteamérica, han

podido dimensionar que se trata de una situación bastante común en la infancia y

que incluso más del 45% de los padres consideran que sus hijos no se están

alimentando de manera adecuada (Adamson, Morawska y Wigginton, 2015;

Kerzner, 2009; Kerzner et al., 2015). Las dificultades alimentarias son un conjunto

de conductas que le impiden a una persona alcanzar o mantener un estado

nutricional óptimo. En este punto, es importante aclarar que dichas dificultades

pueden tener una causalidad orgánica, incluso esta es la razón que explica entre un

16 y 30% de los casos de niños que las presentan (Kerzner, 2009). Cuando estas

dificultades aparecen en la primera infancia, no solo se afecta el niño, sino también

los padres y la dinámica relacional entre padres e hijo. Es por esto que se afirma

que estas dificultades podrían llegar a afectar a los individuos a nivel emocional,

social e incluso cognitivo (Adamson et al., 2015).

A pesar de todo ello y como se mencionaba al principio, esta problemática podría

pasar fácilmente inadvertida, puesto que los padres y el equipo de salud suelen

enfocarse en el peso y talla del niño más que en la dinámica misma de alimentación,

es decir, la interacción que se presenta en las situaciones alimenticias. De esta

manera, un niño con peso y talla deseables se considera sano aun cuando la

dinámica de alimentación no sea satisfactoria y se convierta en una situación

estresante o conflictiva, por ejemplo que un niño llore incesantemente cada vez que

es hora de la cena y unos padres que se impacientan ante esta dificultad. Por tanto,

se afirma que aun cuando estas dificultades inician desde muy temprana edad,

generalmente se pasan por alto hasta que el niño presente un peso o talla por

encima o por debajo de lo esperado, sin embargo esto podría nunca suceder

(Osorio, Weisstaub y Castillo, 2002).

Como podría esperarse, las estadísticas que se encuentran contemplan solo los

casos de aquellos niños que presentan problemas nutricionales y que han llegado al

2

punto de la malnutrición. Este término engloba tanto la desnutrición como la

sobrealimentación, en ambos casos, se trata de la carencia de un estado nutricional

óptimo debido a una dieta desbalanceada, insuficiente o excesiva; o de la

imposibilidad de absorber, asimilar o usar los nutrientes de los alimentos (World

Hunger Education Service [WHES], 2014).

Aunque la malnutrición es un problema para cualquier persona que la padezca,

indudablemente tiene sus peores consecuencias cuando se presenta en los niños,

puesto que su estado nutricional tiene un efecto directo sobre su desarrollo. Es por

esto que a la hora de evaluar el estado de salud en niños y niñas de un país, un

factor clave a tener en cuenta es el estado nutricional de los mismos reflejado en su

talla y peso. Además, según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2015), la

malnutrición está asociada a más de la mitad de las muertes de niños en el mundo y

se afirma que esta problemática no es solo causada por la ausencia de alimentos,

sino también por métodos defectuosos de alimentación (por ejemplo, amamantar

incorrectamente, elegir alimentos inadecuados o no asegurarse de que la ingesta

del niño haya sido suficiente) o dolencias infecciosas como la diarrea persistente, la

neumonía y la malaria.

En esta línea, cabe destacar el reporte realizado por el Fondo de las Naciones

Unidas para la Infancia [UNICEF], la OMS y el Banco Mundial (2014), el cual brinda

algunas estimaciones sobre la malnutrición en el mundo. Algunos de los indicadores

a mencionar son los siguientes: se estima que a nivel mundial 229 millones de niños

menores a cinco años se encuentran por debajo de su talla promedio. Por otro lado,

42 millones de niños menores a cinco años presentan sobrepeso, cifra que aumentó

teniendo en cuenta datos del año 2000. Sin embargo, la prevalencia de la obesidad

en Latino América y el Caribe se ha mantenido relativamente estable en los últimos

trece años, teniendo las tasas más bajas en el mundo. Además, cabe mencionar

que a nivel mundial aproximadamente 99 millones de niños menores de cinco años

se encuentran en estado de desnutrición. En cuanto a las estadísticas sobre la

malnutrición que presentan niños de países en desarrollo, se ha encontrado que uno

de cada seis niños, presenta un peso por debajo al normal (Programa Mundial de

Alimentos [PMA], 2015).

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Ahora bien, vale la pena mencionar que en Colombia, viven aproximadamente

5.150.797 niñas y niños, con edades comprendidas entre los 0 y 5 años, lo que

corresponde al 10.9% de la población total del país (Comisión Intersectorial de

Primera Infancia, s.f). Al respecto de estos niños, la Encuesta Nacional de Situación

Nutricional (ENSIN) señala que en el país el 13.2% de los niños menores de cinco

años presentan una talla por debajo de lo que se espera para su edad (desnutrición

crónica) y 30.2% están en riesgo de presentarla. Además, el 3.4% de los niños

presentan desnutrición global, es decir, un peso por debajo de lo esperado para su

edad; cabe mencionar que este tipo de desnutrición puede tornarse crónica si no se

le da el debido tratamiento a tiempo (Asociación Probienestar de la Familia

Colombiana [Profamilia], Instituto Nacional de Salud, Instituto Colombiano de

Bienestar Familiar [ICBF], Ministerio de Protección Social y Prosperidad para todos,

2010). En cuanto al Valle del Cauca, se ha encontrado que la tasa de mortalidad por

desnutrición en niños menores de 5 años fue del 20% en el año 2011 (Ministerio de

Salud y Protección Social, 2013).

Un informe adicional de UNICEF (2015), permite conocer estadísticas de

Colombia sobre la malnutrición de acuerdo a la riqueza. En el informe se afirma que

el 30% de los niños desnutridos se encuentran en situación de pobreza y que el

10% de ellos viven en familias adineradas. Esto implica que por cada tres niños

desnutridos pobres, hay un niño rico en estas mismas condiciones de desnutrición.

Ese 10% de niños que no se encuentran en situación de pobreza, pero que sí

presentan desnutrición, lleva a pensar que hay otros factores asociados a la

desnutrición. Esto estaría en consonancia con lo planteado por la OMS (2015) sobre

el hecho de que la malnutrición tiene otras causas diferentes a la carencia de

alimentos, como los métodos defectuosos de alimentación o las infecciones. De esta

manera, se observa que aunque las instituciones a nivel mundial se han focalizado

en brindar alimentos a los niños que no tienen satisfecha esta necesidad primaria,

hay ocasiones en las que el niño a pesar de tener a su disposición una gran

variedad de alimentos, presenta dificultades de alimentación.

Teniendo en cuenta lo anterior, es posible afirmar que la malnutrición, no es

siempre la consecuencia de la carencia de alimentos o de una patología orgánica,

4

sino de una gran cantidad de factores propios de los sujetos y de su entorno

(Cortés-Moreno y Méndez-Lozano, 2011; Ortiz, 2011). Ahora bien, para comprender

la dificultad de alimentación cuando no existe una causa orgánica, es necesario

profundizar en la interacción entre padres e hijo y a su vez, en las prácticas de

alimentación, los comportamientos problemáticos del niño, su temperamento, el

contexto de alimentación y factores parentales que entran en relación en dicha

interacción (Ortiz, 2011; Kerzner, 2009). Incluso, Kerzner (2015) sostiene que las

dificultades alimentarias deben ser entendidas como un desorden en la relación

entre cuidador y niño y por tanto, las prácticas de alimentación que empleen los

cuidadores, deben ser tenidas en cuenta en el manejo que se le de a dichas

dificultades.

En este sentido, se puede afirmar que para tratar una dificultad alimentaria es

necesario mantener una visión sistémica del fenómeno puesto que se asume que el

medio ambiente, los padres o cuidadores y el niño están en constante interacción y

que al existir una alteración en alguna de las partes, se altera todo el sistema

(Osorio et al., 2002). Por tanto, padres e hijos deben trabajar para adaptarse a los

cambios que se presenten en el sistema y así, lograr construir una relación

satisfactoria dentro del contexto de la alimentación (Van Dijk, Hunnius, y Van Geert,

2009).

En la construcción de una relación satisfactoria en la alimentación, tienen

responsabilidad tanto padres como hijos. Los padres acompañan al niño en el

descubrimiento y aceptación de nuevos alimentos y los niños responden a este

proceso de acuerdo a características propias como el temperamento. Así, poco a

poco, gracias a los aprendizajes y experiencias que tienen los niños con los

alimentos, ellos van definiendo sus gustos y preferencias y van construyendo

hábitos y prácticas de alimentación que tienden a permanecer en edades

posteriores. Cuando estos hábitos y prácticas de alimentación no son saludables,

pueden llegar a afectar el bienestar del individuo en su adultez (Adamson et al.,

2015; Deming, Briefel, y Reidy, 2014; Farrow, Galloway y Fraser, 2009; Osorio et al.,

2002; Vereijken, Weenen y Hetherington, 2011; Zhou, Cheah, Van Hook, Thompson

y Jones, 2015).

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Como se ha ido observando, la interacción tiene un papel crucial en la

comprensión de esta problemática, sobre todo teniendo en cuenta que son las

relaciones lo que le permiten al niño aprender e interiorizar formas de

comportamiento necesarias para la vida. De este modo, cuando el niño o el padre

presentan algún tipo de dificultad, es necesario no sólo evaluar a esa persona, sino

adentrarse en todo el sistema relacional al que pertenece. En este sentido, aquello

que hay que resolver no está solo en quien presenta la dificultad, sino también en la

interacción. Sin embargo, los estudios que se encontraron al respecto de las

dificultades alimentarias emplean aproximaciones fragmentadas, es decir, se ha

investigado cómo las características o prácticas de los padres influyen en las

dificultades alimentarias del niño y por otro lado, cómo las características o acciones

del niño influyen en dichas dificultades (Blisset, Meyer y Haycraft, 2010; Boots,

Tiggermann, Corsini y Mattiske, 2015; Cassells, Magarey, Daniels y Mallan, 2014;

Doub, Moding y Stifter, 2015; Durao et al., 2015; Golen y Ventura, 2015; Lange et

al., 2013; Larsen et al., 2015; Lumeng et al., 2012; Moding, Birch y Stifter, 2014;

Montaño, Smith, Dishion, Shaw y Wilson, 2015; Sanders, Patel, Le Grice y

Shepherd, 1993; Wendt et al., 2015; Zhou et al., 2015). Así, por ejemplo, algunos

estudios coinciden en que cuando los padres sienten que sus hijos no se están

alimentando adecuadamente empiezan a implementar una variedad de estrategias

generalmente coercitivas que afectan la relación que mantienen con sus hijos

(Kerzner, 2009; Fildes, Van Jaarsveld, Llewellyn, Wardle y Fisher, 2015). De esta

manera, son muy pocos los estudios que emplean una visión sistémica del problema

(Osorio et al., 2002; Van Dijk et al., 2009).

Por tanto, esta investigación pretende mantener una aproximación sistémica de

la interacción en diadas con niños que presentan dificultades alimentarias. Para

esto, resulta pertinente aclarar algunos conceptos principales que se encuentran

presentes en dicha interacción y que facilitarán la comprensión posterior de la

mirada con la que se pretende analizar la dinámica de alimentación, la cual es los

sistemas dinámicos. Vale la pena mencionar que la mayoría de estos conceptos

mantienen una perspectiva clásica, dado que buscan categorizar más que analizar

el problema desde una visión dinámica. Sin embargo, serán retomados en esta

6

investigación puesto que brindan información relevante para la comprensión de la

interacción entre las diadas. La postura que diferencia las investigaciones que han

mantenido una visión sistémica del problema, como la que se propone, de aquellos

abordajes clásicos es la presencia constante del cambio en el análisis del

fenómeno.

Para empezar, es importante mencionar que la interacción será definida como las

acciones que realizan dos o más personas de manera recíproca. Desde la

psicología, la interacción es una comunicación tanto verbal como no verbal que

permite a los individuos relacionarse y comprender los comportamientos del otro

(Álvarez, 2006). Para otros autores, la interacción entre el niño y el cuidador es

un diálogo recíproco donde cada uno de los participantes tiene

responsabilidad para mantener fluyendo el proceso interactivo, destacando

respuestas contingentes del uno al otro (vocalizaciones, contacto visual y

físico, gesticulaciones faciales, lenguaje corporal, afecto, estimulación de

respuestas cognitivas y motrices) y patrones comunicacionales (Rivera,

Figueroa, Soto-Ramos, Soto-Villaseñor y Sánchez, 2014, p. 65).

De esta manera, la interacción involucra tanto procesos internos (pensamiento,

afecto, motivación, creencias, etc.) como también procesos externos que pueden

ser observables (acciones, comunicación verbal y no verbal). Al centrarse en la

interacción entre cuidador y niño, la interacción resulta ser un factor clave que

brinda bienestar en el desarrollo infantil al favorecer el funcionamiento socio-

emocional del niño (Rivera et al., 2014).

Durante los primeros años, los niños y los cuidadores establecen un vínculo

emocional en el que se reconocen, interpretan y comunican. Este vínculo es

fundamental para que el niño tenga un funcionamiento social saludable, teniendo en

cuenta que en caso de que esta relación se fragmente o el vínculo se rompa, se

puede ocasionar una falta de confianza y seguridad en el niño y a su vez, afectar su

alimentación (Black y Creed-Kanashiro, 2012).

Varias investigaciones se han centrado en los elementos que predominan en la

interacción durante la alimentación (Bergmeier, Skouteris, Horwood, Hooley y

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Richardson, 2014; Black y Creed-Kanashiro, 2012; Boots, et al., 2015; Doub et al.,

2015; Fleming et al., 2015; Golen y Ventura, 2015; Hughes y Shewchuk, 2011;

Lange et al., 2013; Moore, Tapper y Murphy, 2007; Van Dijk, Hunnius y Geert,

2012). Dentro de estos elementos se encuentran los comportamientos de padres y/o

cuidadores de los niños. A partir de esto, se ha demostrado que las prácticas de

crianza se determinan no solo por las características de los padres sino también por

las respuestas específicas de cada niño, como la frecuencia de llanto o la capacidad

de respuesta frente a estímulos sensoriales (Álvarez, 2006).

En cuanto a las características del niño que influyen en la interacción durante la

alimentación, se encuentra el temperamento. Así por ejemplo, se han encontrado

diferencias en el temperamento, al comparar un grupo de niños con conductas

alimentarias saludables y un grupo de niños con anorexia infantil (Chatoor, Ganiban,

Hirsch, Borman-Spurrell y Mrazek, 2000). El temperamento puede ser definido como

el conjunto de atributos personales que tienen una base biológica, evidentes desde

temprana edad y relativamente estables a lo largo de los años. Esto quiere decir que

el temperamento si puede modificarse en el curso del desarrollo y que no define por

completo la personalidad, pero si permite distinguir entre un niño y otro desde muy

temprana edad (Schaffer, 2006). De esta manera, se identifican dos tipos de

temperamento, el difícil y el fácil. El primero incluye rasgos que caracterizan a los

niños como fácilmente angustiados, activos, irritables y con hábitos irregulares. Por

el contrario, los niños fáciles se caracterizan por rasgos de auto-control, calma,

hábitos regulares y apertura y adaptabilidad a nuevas situaciones (Bergmeier et al.,

2014; Shaffer, 2000).

De esta forma, en la interacción durante la alimentación, el temperamento del

niño puede influir en algunas respuestas del cuidador y a su vez, puede afectar las

interpretaciones y el sentido que el niño le da a sus experiencias (Álvarez, 2006).

Cuando las expectativas del cuidador son incompatibles con los comportamientos

del niño se pueden generar interacciones estresantes, mientras que un buen ajuste

entre ambos, generalmente conduce a una interacción placentera (Hughes y

Shewchuk, 2011).

Concretamente, existe una marcada relación entre los temperamentos difíciles de

8

los niños, los momentos de alimentación incómodos, el rechazo de los alimentos y

las prácticas de alimentación que los padres emplean (Haycraft et al., 2011).

Sumado a esto, se ha encontrado un índice mayor de dificultades alimentarias en

niños demandantes, difíciles y poco sociables. El caso de niños con temor a probar

nuevos alimentos se ha asociado con la presencia de timidez y emocionalidad. Sin

embargo, en general los factores sociales como los mencionados, no son

predictivos de las dificultades alimentarias. Igualmente, aquellos temperamentos

que se caracterizan por una alta emocionalidad se pueden asociar con menos

disfrute de la comida, comportamientos alimentarios quisquillosos, tiempos de

alimentación más largos de lo habitual, ingesta de alimentos por debajo o por

encima de la cantidad esperada y el posible desarrollo de problemas en cuanto a la

alimentación en etapas posteriores (Haycraft et al., 2011).

Al respecto de los temperamentos caracterizados por una alta emocionalidad,

cabe mencionar también que se ha encontrado que los padres de estos niños

tienden a emplear los alimentos para regular emocionalmente a sus hijos. Aunque

no existe claridad frente a si se trata de una relación causal, por el momento, se

plantea un modelo interactivo en el que se relacionan el comportamiento emocional

del niño y las prácticas alimentarias de los padres para regularlo (Haycraft et al.,

2011).

Así como el temperamento es una característica clave en cuanto al niño, es

importante resaltar en los cuidadores aquellos factores propios que influyen en la

alimentación de los niños, puesto que autores como Patrick, Nicklas, Hughes y

Morales (2005) encontraron que desde muy temprano, los niños empiezan a

generar respuestas sobre la ingesta de alimentos según dichos factores y que en

definitiva, las acciones de los padres alteran el comportamiento alimentario de los

niños (Kerzner et al., 2015).

De esta forma, dentro de las características del cuidador que influyen en la

alimentación y cuidado de los niños, se destacan la falta de recursos conductuales

relacionados con bajos índices de escolaridad, ambiente familiar desorganizado,

desajustes emocionales como por ejemplo la depresión y el estrés de crianza

(Cortés-Moreno y Méndez-Lozano, 2011). Específicamente, el estrés de crianza, es

9

un factor que interfiere en el establecimiento de prácticas de cuidado apropiadas,

teniendo en cuenta que la acumulación de las frustraciones diarias de los padres

pueden convertirse en una experiencia crónica e irritante que afecta el bienestar y

cuidado de los niños (Cortés-Moreno y Méndez-Lozano, 2011).

Además de las características propias de los cuidadores mencionadas

anteriormente, es importante aludir a los comportamientos específicos de

alimentación, denominados prácticas alimentarias. Algunos ejemplos de estas

prácticas son el número de bocados que se le ofrecen al niño, la reacción de los

cuidadores respecto a la aceptación o rechazo del niño, la decisión de introducir

diferentes utensilios, entre otras (Black y Creed-Kanashiro, 2012). Adicionalmente,

las prácticas de alimentación del cuidador con el niño, incluyen los alimentos que

selecciona, la forma cómo los prepara, las porciones servidas, y las acciones

realizadas para alimentarlo (Cortés-Moreno y Méndez-Lozano, 2011).

En relación con las prácticas mencionadas, Birch y Fisher (1995), Patrick et al.

(2005) y Kerzner et al. (2015), retomaron los estilos de crianza y plantearon tres

estilos de alimentación: autoritario, permisivo y con autoridad o autorizada. Estas

prácticas están influenciadas por las normas culturales, las preocupaciones de los

padres y las características de los niños. En cuanto al estilo autoritario o también

conocida como controlador, es predominante la restricción de ciertos alimentos y la

presión por comer otros implementando fuerza, castigo o medidas coercitivas. Por

tanto, la alimentación autoritaria se caracteriza por máximo control de la

alimentación del niño y poco interés por las preferencias y gustos del pequeño,

hasta el punto de ignorar las señales de hambre y saciedad. Este estilo puede

resultar efectivo al principio pero después suele ser contraproducente puesto que

disminuye el apetito y pone al niño en riesgo de obesidad o desnutrición.

El estilo permisivo también llamado “descuido nutricional”, se caracteriza por

otorgarle al niño la responsabilidad de la alimentación, al permitirle comer lo que

quiera en la cantidad que desee y en el momento que lo prefiera. Además, al

alimentar el niño, suelen evitar el contacto visual y mostrarse desapegados.

Asimismo, en ocasiones el cuidador tiende a ignorar las señales del hambre,

saciedad, las necesidades físicas y emocionales y a no poner límites. En cuanto a

10

los cuidadores, cabe resaltar también que pueden tener dificultades emocionales,

depresión u otras condiciones que les imposibilita alimentar de manera óptima a sus

hijos. Este estilo suele asociarse al aumento en el consumo de alimentos altos en

calorías y a la disminución del consumo de alimentos saludables (huevo y leche), lo

que aumentaría el riesgo de obesidad (Kerzner et al., 2015).

Por último, la alimentación con autoridad o autorizada (también denominada

responsiva) representa un equilibrio entre el estilo autoritario y permisivo, debido a

que se induce al niño a comer alimentos saludables, pero también se tienen en

cuenta algunas preferencias del menor en el momento de la alimentación (Patrick et

al., 2005). En este punto es importante la sensibilidad del cuidador para identificar

las señales del niño que reflejan sus necesidades alimentarias. De esta manera,

este estilo representa con claridad la división de responsabilidades que resulta

apropiada para los momentos de alimentación. En este sentido, el padre determina

dónde, cuándo y qué debe consumir el niño y el niño decide cuánto desea consumir.

Esto implica que el cuidador asume un rol de guía más que de control, pone límites,

modela formas adecuadas de alimentación y se expresa de manera positiva acerca

de la comida. Además, estos padres establecen rutinas de alimentación para sus

hijos y las respetan, de modo que inducen el apetito en los niños sin implementar

estrategias coercitivas. Igualmente, estos mismos autores afirmaron que la

alimentación autorizada o con autoridad generaba un mayor consumo de alimentos

saludables (frutas, jugos y verduras), mientras que la alimentación autoritaria se

asociaba con un menor consumo de dichos alimentos (Kerzner et al. 2015).

En esta lógica, cabe resaltar que los estilos de alimentación de los cuidadores

tienen importantes implicaciones en el desarrollo de patrones alimentarios en los

niños, principalmente aquellos que promueven el consumo de lácteos, frutas y

verduras en las prácticas alimenticias (Patrick et al., 2005). Adicionalmente, es

importante destacar que para el desarrollo de prácticas alimenticias saludables por

parte de los niños, es necesario el uso adecuado de estrategias de alimentación por

parte de los cuidadores dado que pueden tener tanto resultados positivos como

indeseables para el desarrollo de dichas prácticas (Moore et al., 2007). En cuanto a

las estrategias que generan resultados positivos, se ha encontrado que la

11

exposición repetida al sabor de los alimentos ha demostrado ser un método eficaz

para aumentar el gusto y el consumo por parte de los niños (Wardle at al., citados

en Moore et al., 2007). Asimismo, se ha comprobado la efectividad de la estrategia

del modelado del consumo por parte de los adultos, hermanos y compañeros,

combinado con comentarios alentadores para aumentar el consumo (Hendy y

Raudenbuch, 2000).

Por el contrario, existen otras estrategias que pueden tener resultados

indeseables. Entre estas, Fisher y Birch (citados en Moore et al., 2007) encontraron

que restringirle la ingesta de cierta clase de comida a los niños, aumenta el

consumo y gusto por esos alimentos, lo que puede llevar al aumento de peso. Otra

de las estrategias implementadas por los cuidadores es presionar al niño para que

coma y exigir que terminen todos sus alimentos, esto ha demostrado un menor

consumo y un aumento de valoraciones negativas hacia la comida (Galloway,

Fiorito, Francis y Birch, 2006, Cortés-Moreno y Méndez-Lozano, 2011). Usar la

comida como recompensa puede mejorar o no el consumo de alimentos por parte

del niño, esto dependerá del contexto en el que se de la alimentación. Cuando el

contexto es coercitivo, la estrategia de recompensa puede reducir el gusto por la

comida, mientras que si se utiliza en un contexto positivo, con la implementación de

indicadores de progreso y manifestaciones de alabanza puede mejorar el consumo

y el gusto por los alimentos (Moore et al., 2007). Igualmente, alimentar al niño en la

boca cuando él es capaz de alimentarse por su cuenta, alimentar en forma pasiva, o

desviar la atención del niño hacia otros aspectos diferentes a la comida puede

incurrir en resultados indeseables (Cortés-Moreno y Méndez-Lozano, 2011).

A partir de lo anterior, Ogden, Reynolds y Smith (2006) señalan que el uso de

estas estrategias puede ser variado y estar o no asociadas a comportamientos

alimenticios sanos. Asimismo, algunas investigaciones plantean que se conoce poco

sobre la forma cómo los padres y/o cuidadores emplean, combinan o alternan estas

estrategias en la interacción con los niños (Abedul citado en Moore et al., 2007). Sin

embargo, sí es posible identificar a grandes rasgos, dos tipos de respuestas del niño

frente a la alimentación, por un lado, aquellos comportamientos a favor de la ingesta

12

de alimentos y ganancia de peso y por otro, aquellos que no la favorecen y tienden

a estar relacionados con un peso por debajo al esperado (Haycraft et al., 2011).

Siguiendo esta misma línea, Kerzner (2009) afirma que en ocasiones los padres

emplean múltiples medidas que pueden no solo traer consecuencias negativas para

el niño sino también para la relación entre padres e hijo. Para lograr emplear

estrategias realmente benéficas para el niño, es necesario dar un diagnóstico

acertado sobre la dificultad que este presenta. Para ello, Kerzner (2009) propone

una guía práctica para identificar a los niños con problemas alimentarios que tienen

una patología de base de aquellos cuyos problemas son consecuencia de factores

ambientales y comportamentales.

Cuando los problemas de alimentación se deben a una patología orgánica, su

tratamiento permitirá que el niño vuelva a comer con normalidad. Sin embargo, en

algunos de estos niños, la respuesta a la comida está supremamente arraigada, y

aun cuando se trata medicamente la patología, dicha respuesta persistirá. En estos

casos y en los casos de niños con problemas de alimentación sin una causa

orgánica, es necesario, enfocar la atención en qué consume el niño en términos de

cantidad y variedad, en las prácticas alimentarias, en los comportamientos del niño y

del cuidador, en las interacciones durante la alimentación entre la diada y en las

características del ambiente (Kerzner, 2009; Kerzner et al., 2015).

Posteriormente, es necesario determinar la naturaleza de la dificultad alimentaria.

Para ello, se propone una tipología basada en cuatro categorías, aunque aclara que

una dificultad alimentaria puede presentar características de más de una categoría.

La categorización entonces que propone es: apetito limitado, ingesta altamente

selectiva, llanto que interfiere con la alimentación y el miedo excesivo a la

alimentación. Cabe resaltar que dentro de la categoría de apetito limitado se

desprenden cuatro subtipos: niño normal cuyo apetito limitado ha sido

malinterpretado; niño vigoroso con poco interés en la alimentación; niño depresivo

con poco interés en la alimentación y niño con poco apetito por enfermedad

orgánica (Kerzner, 2009; Kerzner et al., 2015)

En cuanto al primer subtipo de apetito limitado, el niño cuya inapetencia ha sido

malinterpretada, suele presentarse en niños con estatura normal, pero pequeña, su

13

apetito suele ser limitado, pero adecuado para su tamaño y necesidad de nutrientes.

El riesgo para estos niños es que los padres consideren que debe comer más y

comiencen a emplear métodos coercitivos para lograrlo. Generalmente, este tipo de

padres se sienten ansiosos dado que esperan que su hijo crezca más de lo que

realmente puede crecer. Para tratar a estos niños, se debe educar a padres y

cuidadores sobre lo que es apropiado en términos de alimentación, crecimiento y

nutrición para el caso del niño. De esta forma, se esperaría que los padres confiaran

en las sensaciones del niño del hambre y la saciedad, más que en sus propias ideas

sobre la cantidad que considera que su hijo debe ingerir (Kerzner, 2009; Kerzner et

al., 2015).

El segundo subtipo dentro del apetito limitado es el niño vigoroso con poco

interés en la alimentación, el cual presenta poco apetito, se sacia rápidamente y se

distrae con facilidad. En algunos casos, se usa el término de anorexia infantil para

hablar de esta clase de niños. El comienzo de la negativa hacia la comida en estos

niños, generalmente se presenta entre los seis meses y tres años de edad, en la

transición de ser alimentado con cuchara a comer solo. Estos niños son activos,

muy despiertos e inquisitivos y están más interesados en su ambiente que en

alimentarse. Los padres pueden sentirse ansiosos, y preferir que sus niños coman

pequeñas porciones durante el día o coman mecato, en lugar de la ingesta regular

de una comida de tamaño completo. Sin embargo, esto puede llevar a que el apetito

del niño se inhiba aún más y a que los padres utilicen prácticas coercitivas para

alimentarlo. Si esta dificultad no es abordada los niños continuarán presentando

dicha dificultad lo que impediría un sano desarrollo alimenticio. Además, cabe

mencionar que esta dificultad generalmente se deriva de un conflicto sin resolver

entre padres e hijos y por tanto, se trata en mayor medida de un conflicto presente

en el contexto del hogar que de la incapacidad del niño para la ingesta.

En esta medida, el tratamiento sugerido para este tipo de niños, implica la ayuda

tanto de los padres como del niño. En cuanto al niño, es necesario ayudarle a

reconocer las sensaciones de hambre y saciedad mediante la implementación de

rutinas de alimentación que incluyan cinco comidas al día y solo agua en los

intermedios. En cuanto a los padres, es necesario que modelen hábitos de

14

alimentación saludables, respeten la rutina de las cinco comidas del niño, pongan

límites claros en los momentos de alimentación de modo que corrijan

comportamientos inadecuados mediante una disciplina sólida. Igualmente, se

recomienda que durante los momentos de alimentación, los padres presten atención

a sus hijos cuando estos últimos se comportan de manera adecuada y por el

contrario, no le presten atención en caso de presentar comportamientos

inaceptables (Kerzner, 2009; Kerzner et al., 2015).

El tercer subtipo, dentro de esta misma categoría de apetito limitado, es el niño

depresivo con poco interés en la alimentación. Estos niños tienen un afecto

aplanado, su falta de apetito es parte de un conjunto de comportamientos, en

donde no es discernible el balbuceo, la sonrisa y el contacto visual entre el niño y su

cuidador. Generalmente, pierden peso, sufren de malnutrición y existe una fuerte

interrupción en la comunicación entre madre y niño. Además, en la mayoría de los

casos se trata de niños descuidados por diferentes circunstancias como problemas

económicos. Cabe aclarar que el término de niño depresivo es utilizado por el autor

y no necesariamente cumple con todos los criterios del DMS IV para dar un

diagnóstico de trastorno. En cuanto al tratamiento, se recomienda que la persona

que lo alimenta tenga experiencia en hacerlo y además lo haga de una manera

entusiasta (Kerzner, 2009).

Finalmente, el cuarto subtipo dentro de la dificultad de alimentación limitada,

corresponde al niño con poco apetito causado por una enfermedad biológica. En

estos casos es necesario identificar la patología para abordarla y además tratar las

dificultades en la alimentación que se han podido derivar de la condición biológica

(Kerzner, 2009).

Por otra parte, se encuentra la segunda categoría de dificultades que

corresponde a los niños selectivos para la ingesta. Se trata de aquellos que se

niegan a comer cierta comida con sabores, texturas, olores o apariencias

específicas. Sus comportamientos superan la resistencia normal a la ingesta de

comida desconocida por el niño. Estos niños generalmente son extremadamente

sensibles en su parte sensorial, así por ejemplo tienen una alta sensibilidad al ruido,

a ensuciarse las manos o a tener arena debajo de sus pies. La alimentación

15

selectiva puede llevar a que el niño no consuma nutrientes esenciales para su

desarrollo. Igualmente, estos niños pueden carecer de habilidades para la

alimentación que se desarrollan en la práctica misma de alimentarse, esto sucede

más que todo en niños que solo consumen comida de textura suave. Además, este

comportamiento puede llevar a que existan dificultades a nivel social dentro de la

familia o con pares (Kerzner, 2009).

La tercera categoría que plantea este mismo autor es la de los niños cuyo llanto

interfiere con la alimentación. Estos niños una vez han empezado a llorar, no

pueden calmarse. El llanto excesivo interrumpe la alimentación e irónicamente

también induce a que la madre alimente al niño con más frecuencia, creyendo que

el hambre está causando el llanto. El problema generalmente empieza en la primera

semana de vida y en niños que por definición están sanos. En la mayoría de los

casos, el niño puede dejar de ganar peso.

Por último, Kerzner (2009) plantea la categoría de los niños con miedo excesivo o

irracional a la alimentación. Estos niños se resisten a la alimentación llorando, con

nauseas, arcadas o se rehúsan a abrir la boca. Generalmente, estos niños han

tenido experiencias orales nocivas, por ejemplo, el caso de una entubación a

temprana edad. Por eso, en ocasiones se habla de que estos niños presentan un

desorden post-traumático de alimentación. En casos extremos, en los que el niño

carece completamente de apetito y siente una excesiva aversión a la alimentación

oral, es necesario alimentarlos por sonda gástrica.

Ahora bien, estos conceptos y categorías mencionados anteriormente han sido

producto de las múltiples investigaciones empíricas que se han realizado respecto a

la interacción entre díadas (cuidador-niño) en los momentos de alimentación. Así, es

importante señalar algunas generalidades sobre las diferentes investigaciones

revisadas que han abordado esta misma temática. A partir de esta revisión, se

encontró que se ha estudiado a niños en diferentes edades, se han implementado

diversos tipos de instrumentos y métodos para analizar el fenómeno y se ha

priorizado estudiar las relaciones de diferentes temas en la interacción, en vez de

describir únicamente la interacción entre díadas en los momentos de alimentación.

16

A continuación se presentarán las generalidades mencionadas que se encontraron

en dicha revisión.

Para empezar, se describirán las principales categorías que la mayoría de

investigaciones han tenido en cuenta tanto para cuidadores como para niños. Así,

en cuanto a los cuidadores han estudiado las prácticas de crianza, los estilos de

alimentación, las estrategias de alimentación, los estados emocionales, la restricción

y la presión (Blisset et al., 2010; Boots et al., 2015; Cortés-Moreno y Méndez-

Lozano, 2011; Cortés, Romero, Hernández-Castro y Hernández-Pozo, 2004; Doub

et al., 2015; Durao et al., 2015; Farrow et al., 2009; Farrow y Blissett, 2012; Fildes et

al., 2015; Fleming et al., 2015; Lavelli y Poli, 1998; Moding et al., 2014). Mientras

que, en cuanto al niño, la mayoría de investigaciones han tenido muy presente el

temperamento como factor que puede intervenir en la interacción con el cuidador y a

la vez, en la ingesta de alimentos (Doub et al., 2015; Moding et al., 2014; Van Dijk et

al., 2012).

Igualmente, se observó que diversos estudios se han enfocado en caracterizar y

relacionar las variables mencionadas anteriormente entre sí, que están presentes en

las dinámicas de interacción en situaciones de alimentación. Así por ejemplo, Blisset

et al. (2010) relacionaron los problemas de alimentación con los comportamientos y

los estilos de crianza; Boots et al. (2015) relacionaron la ingesta de aperitivos

influenciada por las estrategias de alimentación de los padres; y Cassells et al.

(2014) relacionaron las creencias maternas en torno a la alimentación y sus

prácticas alimentarias. Asimismo, otros autores relacionaron estilos de alimentación

maternos y temperamento del niño (Doub et al., 2015); responsabilidad materna y

prácticas de alimentación infantil (Durao et al., 2015); y relacionaron el control que

ejercían los padres con el apetito y el peso de los niños (Fildes et al., 2015).

Otras investigaciones, se centraron en estudiar las relaciones de las prácticas

alimentarias, las conductas alimentarias de los niños y los comportamientos de

orientación y apoyo en el ambiente de nutrición de los niños (Farrow et al., 2009;

Fleming et al., 2015; Montaño et al., 2015; Sanders et al., 1993; Zhou et al., 2015);

mientras que Golen y Ventura (2015) relacionaron la distracción materna en la

interacción con la ingesta infantil; Lumeng et al. (2012) relacionaron los

17

comportamientos maternos de alimentación con el peso de los niños, Moding et al.

(2014) relacionaron el temperamento del niño con la aceptación o el rechazo de

nuevos alimentos, y por último, otros autores observaron las diferencias entre padre

y madre a la hora de interactuar con sus hijos durante el momento de la

alimentación y encontraron que ambos son igualmente capaces de mostrar afecto,

compromiso y participación durante la interacción (Wendt et al., 2015).

Como se evidencia en el párrafo anterior, la mayoría de autores han enfatizado

en las características propias de los cuidadores más que en las del niño. Esto

permite suponer que los autores otorgan un mayor protagonismo en la interacción a

los padres que a los hijos, haciendo poco énfasis en la responsabilidad de estos

últimos en los momentos de alimentación. Además, se observa que los estudios

tienden a concebir a los padres con características fijas e invariables y por tanto, se

tiende a dejar por fuera la posibilidad de unos padres que cambian momento a

momento. Así por ejemplo, la idea de un padre que puede ser autoritario, permisivo

o responsivo en diferentes circunstancias no se ha encontrado en dichas

investigaciones.

Contrario a las investigaciones anteriores, algunos estudios se han centrado

únicamente en describir aspectos puntuales de las prácticas alimentarias, como las

estrategias que se emplean (Lange et al., 2013), o la descripción de niños

pertenecientes a un programa de nutrición (Deming, Briefel, y Reidy, 2014)

Por otra parte, a propósito de las edades de los participantes, se destaca que las

investigaciones han tenido en su mayoría muestras constituidas por niños con

edades entre los 0 y 47 meses aproximadamente (Deming et al., 2014; Doub et al.,

2015; Golen y Ventura, 2015; Lange et al., 2013; Lumeng et al., 2012; Robertson,

Puckering, Parkinson, Corlett y Wright, 2011; Wendt et al., 2015). Por el contrario,

existen menos estudios enfocados en niños con edades entre los 3 y 8 años (Blisset

et al., 2010; Boots et al., 2015; Durao et al., 2015; Farrow y Blissett, 2012; Sanders

et al., 1993). Con respecto a las edades de los niños, se observa que los autores

han enfatizado principalmente sus investigaciones en la interacción entre díadas en

los momentos de la alimentación en tres periodos de la vida del niño. En primer

lugar, se encuentran autores que se han centrado en el periodo de la lactancia

18

(Fildes et al., 2015; Golen y Ventura, 2015; Lange et al., 2013), en segundo lugar,

otros autores se han enfocado en la transición de la lactancia a la introducción de

alimentos sólidos (Doub et al., 2015; Moding et al., 2014; Stice, Agras y Hammer

(1998) retomados por Betancourt et al., 2007; Van Dijk et al., 2012) y finalmente

están aquellos que han investigado el momento de la alimentación sólida (Blisset et

al., 2010; Boots et al., 2015; Durao et al., 2015; Montaño et al., 2015; Sanders et al.,

1993; Zhou et al., 2015).

A partir de esto, cabe resaltar que la transición de la lactancia al consumo de

alimentos sólidos resulta ser un periodo de interés para estudiar las dificultades

alimentarias teniendo en cuenta que el niño empieza a experimentar un cambio en

los sabores, olores, texturas, colores y en la forma de ser alimentado. Igualmente,

investigar el periodo de la alimentación sólida es también significativo dado que en

dicho periodo los niños empiezan a establecer sus hábitos alimenticios y además,

tienen cierta autonomía en decidir sus preferencias y las cantidades a consumir.

Respecto a la metodología empleada para estudiar las diferentes edades, los

diversos momentos de la ingesta de alimentos y en general de la interacción durante

la alimentación, existen dos tipos de abordajes: reportes y observaciones. En la

categoría de reportes, están incluidos todos aquellos instrumentos que se basan en

la información suministrada por los participantes, como lo son los cuestionarios, las

entrevistas y los autorregistros. Así pues, se encontró que diversos estudios han

implementado cuestionarios como instrumentos claves en sus métodos (Blisset et

al., 2010; Boots et al., 2015; Cassells et al., 2014; Deming et al., 2014; Doub et al.,

2015; Farrow et al., 2009; Fildes et al., 2015; Lauzon-Guillain et al., 2012; Moding et

al., 2014; Thompson et al., 2009). Igualmente, otras investigaciones han realizado

entrevistas semiestructuradas con los cuidadores (Durao et al., 2015; Fleming et al.,

2015; Lavelli y Poli, 1998) y autorregistros en diarios (Lange et al., 2013; Lavelli y

Poli, 1998; Sanders et al., 1993).

Es importante resaltar que aunque los reportes pueden arrojar información

importante acerca de los participantes y de hecho llegar a ser complementaria a las

observaciones, esta información tiene limitantes en la medida en que se enfoca en

19

lo que las personas dicen que hacen y no necesariamente en lo que realmente

hacen.

Por consiguiente, la observación permite un mayor acercamiento a lo que las

personas realmente hacen y por tanto, resulta ser significativo. Así, otro de los

métodos empleados para estudiar la interacción ha sido la observación registrada

en videos. Algunas de estas observaciones han sido realizadas en laboratorios,

clínicas o alguna otra instituciones (Golen y Ventura, 2015; Lumeng et al., 2012;

Moding et al., 2014; Robertson et al., 2011; Sanders et al., 1993; Wendt et al.,2015);

mientras que en otras investigaciones, las observaciones las han realizado en los

contextos naturales de los niños (Van Dijk et al., 2009; Lavelli, y Poli, 1998; Montaño

et al., 2015; Reyna, Brown, Pickler, Myers y Younger, 2012; Toyama, 2013; Van Dijk

et al., 2012). Cabe mencionar que, algunos autores recomiendan realizar las

observaciones en los hogares de los niños para evidenciar la interacción entre el

niño y el cuidador en su entorno inmediato (Golen y Ventura, 2015; Larsen et al.,

2015).

Además, existen varios autores que hacen el llamado a pasar de la teoría a la

práctica, mediante el diseño de intervenciones o la realización de guías prácticas

que les sean útiles a los padres a la hora de alimentar a sus hijos. Esto, teniendo en

cuenta que las intervenciones realizadas con niños con dificultades alimentarias y

sus padres, demuestran que tanto niños como padres se benefician de las mismas

(Vereijken et al., 2011; Jones y Bryant-Waugh, 2012).

Sin embargo, aún son pocos los estudios que se han centrado únicamente en

describir la interacción entre cuidador e hijo durante la alimentación, desde una

concepción de sujeto en continuo cambio (Toyama, 2013; Reyna et al., 2012; Van

Dijk et al., 2009). Además, las investigaciones revisadas han tendido a plantear

relaciones causales en las díadas en los momentos de interacción, como por

ejemplo, se suele plantear que las características y las prácticas empleadas por los

cuidadores causan las dificultades alimentarias que presenta el niño. Por otra parte,

las investigaciones han tendido a creer, que tanto padres como hijos tienen

características fijas en el tiempo. Esto da lugar a pensar que el estilo de crianza, las

20

prácticas alimentarias, los estilos de alimentación y en general las formas de ser y

actuar del niño y del cuidador son estables.

A partir de todo lo anterior, la brecha que busca suplir esta investigación es la de

mantener una visión sistémica del problema, reconociendo que las dificultades

alimentarias hacen parte de un entramado de factores en donde ninguno es causa

de otro sino que la interacción lleva a que el sistema se organice de cierta forma

particular. Esto implica que las características y modos de actuar de cada sujeto en

la diada sean variables, por lo que se necesita de una metodología en tiempo real y

varias sesiones para lograr observar los cambios y comprender a mayor profundidad

la interacción.

Para lograr lo anterior, la interacción se abordará desde la aproximación de

sistemas dinámicos. Esto, teniendo en cuenta que los sistemas dinámicos proveen

una perspectiva para observar los cambios que se presentan en las dinámicas

relacionales durante la alimentación. Para comprender mejor esta teoría, cabe

resaltar que los sistemas dinámicos son definidos como cualquier colección de

componentes que interactúan entre sí y que cambian sus propiedades como

resultado de esa interacción (Van Geert, 2003).

En este sentido, la dinámica de la relación entre el cuidador y el niño cambia a

través del tiempo (durante la sesión de alimentación y entre sesiones), y dicho

cambio se debe a la interacción entre los componentes del sistema que tienden a

auto-organizarse en formas particulares de funcionamiento, como por ejemplo

dificultades de alimentación o estilos de alimentación. Así, una diada puede ser

considerada como un pequeño sistema en el que se relacionan dos sujetos

formando una dinámica de alimentación con características propias, fruto de la

interacción misma de los elementos del sistema. Los elementos que conforman una

interacción tienen que ver tanto con las características y predisposiciones propias de

los sujetos como de la relación que han establecido con anterioridad. Algunos

elementos a destacar son: las estrategias de alimentación (la restricción, la presión,

utilización de comida como recompensa, dar comida en la boca), los estados

emocionales, el temperamento del niño y estilos de alimentación (autoritario,

permisivo y con autoridad).

21

No obstante, pese a que parte de la literatura (Blisset et al., 2010; Boots et al.,

2015; Fildes et al., 2015; Larsen et al., 2015; Lumeng et al., 2012; Montaño et al.,

2015) plantea estos elementos como estables y constantes, otros autores han

encontrado que lo que permanece constante es su variabilidad. La variabilidad es

importante puesto que posibilita la comprensión de los momentos de transición que

caracterizan el cambio en las dinámicas de interacción (Van Dijk y Van Geert, 2016).

El énfasis en el cambio y la variabilidad permite transformar el foco de investigación;

por ejemplo se harían preguntas acerca de cómo emergen los problemas de

alimentación y no qué problemas de alimentación están presentes de manera

intrínseca en el padre o en el niño.

En este orden de ideas, las diferencias en los sistemas pueden ser generados

por cambios en las interconexiones o en ciertas variables relevantes que emergen y

alteran el sistema (Kunnen y Van Geert, 2012). Por ejemplo se pueden establecer

relaciones mutuamente causales, los estilos de alimentación pueden permitir que se

privilegien ciertas estrategias que tendrán unos tipos de respuesta particulares en

los niños, pero al mismo tiempo, la predisposición de los niños a recibir o no los

alimentos, puede impactar en las estrategias más privilegiadas. Todo esto mediado

por estados de ánimo que varían en función de sí la alimentación está siendo o no

exitosa, generando ansiedad o disfrute, que a su vez cambiaran la disposición del

niño y las estrategias utilizadas por el cuidador.

Por otro lado, la variabilidad solo es uno de los aspectos relevantes de los

sistemas dinámicos que no se opone a la idea de la estabilidad. Lo anterior está

sustentado, por la tendencia que presentan estos sistemas a auto-organizarse y

obtener niveles crecientes de orden. Sin embargo, esta organización no será

completamente estable debido a que el sujeto cambia a medida que transcurre el

tiempo (Kunnen y Van Geert, 2012). En este caso la variabilidad en el sistema tiene

un papel fundamental en el desarrollo dado que las reorganizaciones tienden a

ocurrir en momentos de transición e inestabilidad en los que se da una ruptura de

patrones antiguos y un nacimiento de nuevos patrones (Van Geert y Van Dijk,

2015).

22

De esta manera, el sistema puede estar en un solo estado en el tiempo, pero

tener a su disponibilidad otros estados. Por ejemplo, es difícil asumir que habrá un

solo tipo de interacción a lo largo de una sola sesión de alimentación, puesto que el

nivel de satisfacción (que tan lleno está) del niño, su estado emocional y el de su

cuidador y los momentos previos podrían hacer que ocurra una transición entre una

alimentación fluida a un momento de conflicto.

A pesar de existir múltiples estados, los sistemas tienden a estabilizarse en el

estado que resulta ser más “atractivo”. Para aclarar esto último, resulta pertinente

abordar otro concepto clave de esta teoría como lo son los atractores. Así, los

atractores son formas de organizaciones estables y repetitivas a los que tiende el

sistema a recurrir con frecuencia cuando ciertos elementos se activan. Una

característica de estos patrones estables es su pronta aparición en el sistema

cuando ciertos elementos conectados se activan. Estos patrones que tienden a ser

“atractivos” en el sistema se conocen como atractores (Kunnen y Van Geert, 2012).

Algunos autores, ejemplifican los atractores con el estado emocional de la

depresión, el cual tiene alta probabilidad de repetirse constantemente (Johnson y

Nowak, 2002). En el caso de la interacción entre cuidador y niño en situaciones de

alimentación también existen atractores. De esta forma, se podría pensar como

hipótesis que en una interacción entre un padre que tiende a ser impaciente,

autoritario y ocupado; y un niño que rechaza continuamente los alimentos, un

posible atractor podría ser una relación hostil e incluso agresiva. Igualmente, es

importante subrayar que los sistemas de los seres vivos se caracterizan por la

multiestabilidad, lo que implica que su espacio de estado puede incluir varios

atractores al tiempo y se puede oscilar entre ellos (Granic y Lamey, 2002).

Contrario a los atractores, existen otros estados que muy pocas veces se

producen. Estos estados son conocidos como repulsores. En el ejemplo

mencionado anteriormente, un repulsor podría ser una relación responsiva y

tranquila, en la que el padre se muestre paciente, aun cuando el hijo no reciba los

alimentos, la cual tiene poca probabilidad de aparecer. Igualmente, es importante

aclarar que tanto los atractores como los repulsores del sistema, pueden cambiar en

momentos de transición y generar nuevos patrones estables de comportamiento. En

23

los periodos de transición aumenta la variabilidad puesto que el sistema es inestable

(Hollestein, 2007).

Cuando se habla de patrones recurrentes en la interacción entre cuidador y niño,

se está haciendo alusión a los atractores de la diada, es decir, a modos de

funcionamiento entre ambos, que han alcanzado una mayor estabilidad en el

tiempo. En ocasiones estos patrones se consolidan como ciclos coercitivos que

afectan el bienestar de la diada; sin embargo, aun en estos casos, la diada puede

haber desarrollado también patrones positvos. Esto implica que aun en las diadas

más hostiles, es posible encontrar modos de funcionamiento positivos. Por esto, el

enfoque de los sistemas dinámicos resulta tan apropiado, teniendo en cuenta que

permite analizar las transiciones entre ciertos patrones a otros (Granic y Lamey,

2002).

Además, este enfoque permite analizar las diferentes respuestas de los

cuidadores frente a cierto comportamiento del niño. Así por ejemplo, Granic y Lamey

(2002) sostienen que existen dos patrones de interacción entre cuidador y niño,

cuando este último se torna hostil. Por un lado, se encuentran aquellos padres que

ante la hostilidad de su hijo, intentan en primera instancia apaciguarlo y calmarlo,

pero después de que este comportamiento se repite una gran cantidad de veces, los

padres empiezan a responder de manera neutra e incluso positiva frente a la

agresividad del niño. A esta secuencia de comportamientos (niño negativo u hostil-

cuidador positivo o neutro) se le considera como un patrón de permisividad. Por otro

lado, estan aquellos padres que ante la hostilidad de su hijo, responder también de

manera hostil por lo que se evidencia una escalada de hostilidad en la interacción

(hostilidad mutua).

Como se ha observado, el enfoque de sistemas dinámicos permitirá dar cuenta

de cómo tenderá cada una de las interacciones a organizarse a lo largo del tiempo,

y a su vez, a evidenciar las diferentes transiciones y estados por los que atraviesa la

diada. De esta forma, se logrará identificar ciertos patrones de funcionamiento a los

que tiende la díada, reconociendo en ellos, variabilidad en modos de actuar tanto de

los cuidadores como de los niños.

24

Todo esto, resulta de gran importancia para ampliar la mirada que se ha venido

teniendo por parte de los médicos y psicólogos frente a las dificultades alimentarias

puesto que se fomentará el abordaje sistémico del problema para dar lugar a la

posibilidad del cambio por parte de los cuidadores y los niños. Por tanto, puede ser

posible que un cuidador a lo largo del tiempo presente en ocasiones un estilo de

alimentación autoritario, pero también pueda llegar a presentar un estilo autorizado.

Este mismo abordaje aplica para el niño quien puede tener ocasiones en que

rechace constantemente los alimentos, pero también tener momentos en que acepte

la ingesta fluidamente. Siendo así, ya no será suficiente el hecho de indagar por la

talla y el peso del niño, sino que se entrará también a cuestionar sobre las

dinámicas de alimentación. Con esto, se contribuirá a la detección temprana de una

dificultad que podría consolidarse como un hábito que puede perdurar en edades

posteriores y el niño no tendrá que llegar al extremo de la malnutrición para recibir la

atención que requiere.

Por otra parte, es importante resaltar que esta problemática requiere de un

abordaje interdisciplinario, teniendo en cuenta las diferentes dimensiones del

problema, como el componente económico, de salud y psicológico (Kerzner et al.,

2015). Es por esto que en la Declaración Mundial sobre Nutrición, elaborada en

conjunto por la OMS y la FAO, se planteó la necesidad de un trabajo

interdisciplinario y comprometido para reducir los índices de malnutrición a nivel

mundial (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura

[FAO], 2013). En Colombia, gracias a la Constitución de 1991, se elevó a rango

constitucional el deber del Estado, la sociedad y la familia, en la garantía de los

derechos de la primera infancia (Comisión Intersectorial de Primera Infancia, 2013).

A partir de lo mencionado en párrafos anteriores, es evidente que las dinámicas

de alimentación poco saludables, van en contra de los derechos del niño y en

general de los derechos de todo ser humano. Específicamente, el artículo 25 de los

derechos humanos, plantea que toda persona tiene derecho a un nivel de vida

adecuado. Esto implica salud y bienestar que es posible con una adecuada

alimentación, asistencia médica, servicios sociales, entre otros (Naciones Unidas,

2015).

25

De esta forma, este trabajo busca unirse a ese compromiso y al deber de la

sociedad proclamado en la ley 1098 de 2006, en el artículo 40, en el que se explicita

la necesidad de realizar acciones que garanticen el cumplimiento de los derechos

de los niños, procurando su protección inmediata ante situaciones que los

amenacen. Igualmente, a la corresponsabilidad mencionada en el artículo 10 de la

misma ley, en donde se le da a la sociedad, familia y Estado la responsabilidad de

velar por el cumplimiento de los derechos de los niños (Congreso de Colombia,

2006).

En la medida en que este trabajo aporte en teoría sobre la comprensión de las

dinámicas de interacción desde una perspectiva sistémica y los factores que se

relacionan en dicha interacción, se estará en sintonía con la necesidad de darle una

protección integral al niño, que aporte y garantice su desarrollo físico, mental y

social, su derecho de alimentación, comprensión y amor por parte de los padres y la

sociedad (Congreso de Colombia, 2006). Esto, teniendo en cuenta que esta

perspectiva recalca la responsabilidad que tiene tanto el padre como el niño para

que el sistema de interacción se oriente hacia estados más saludables que

beneficien la relación y la dinámica de alimentación. Además, la cantidad y calidad

de interacciones que tienen lugar entre cuidador y niño, definen la forma en que el

niño se relaciona con su ambiente físico y social y determina el grado de exposición

del niño a factores que protegen o no su salud (Cortés-Moreno y Méndez-Lozano,

2011).

Además, una vez concluido el curso de la investigación se realizará una reunión

en la Pontificia Universidad Javeriana Cali en la que se invitará a los pediatras,

psicólogos y cuidadores participantes de este estudio para presentarles los

resultados obtenidos. Esto podría servir para ampliar su conocimiento sobre las

dificultades alimentarias en la primera infancia y así, tomar medidas más apropiadas

para hacer cumplir los derechos del niño en relación con el artículo 41 de la misma

ley (Congreso de Colombia, 2006).

Cabe mencionar que este trabajo también se une a la iniciativa del Programa

Nacional de Cero a Siempre, cuyo principal objetivo es promover y garantizar el

desarrollo integral de niños y niñas menores a cinco años, sobre todo de aquellos en

26

mayor estado de vulnerabilidad. Entre los objetivos específicos de ese programa,

cabe mencionar, su propósito de garantizar los derechos de niños y niñas, de

sensibilizar y movilizar a la sociedad sobre la manera de relacionarse con los niños

y de visibilizar el papel protagónico que cumple la familia en el desarrollo infantil. Así

mismo, como parte de la integralidad del programa, también se plantea el objetivo

de asegurar el óptimo estado nutricional de cada niño (Comisión Intersectorial de

Primera Infancia, 2012).

Igualmente, este trabajo será un aporte desde la psicología para contribuir al

logro de los objetivos trazados a nivel nacional y mundial sobre la nutrición de los

niños, teniendo en cuenta que aunque las prevalencias de malnutrición en

Colombia se han reducido a la mitad en los últimos 20 años aún se está lejos de

alcanzar los objetivos de desarrollo del milenio, en los que se esperaba que para el

2015, se redujera la desnutrición crónica al 8% y la desnutrición global al 2.6%. Es

por esto que aún es necesario seguir trabajando en la seguridad alimentaria y

nutricional de la primera infancia (Comisión Intersectorial de Primera Infancia, 2013).

A partir de esto, el presente estudio pretende como objetivo general, analizar las

trayectorias de la interacción en situaciones de alimentación entre cuidadores y

niños en primera infancia con dificultades alimentarias. Es importante señalar que al

analizar las trayectorias de interacción, se podrá estudiar cómo tienden a

organizarse las interacciones a lo largo del tiempo, y también se reconocerán los

estados y transiciones por los que atravesó el sistema para alcanzar dichos estados.

Para alcanzar dicho objetivo, la pregunta que se buscará responder es ¿cómo

son las trayectorias de las interacciones de la alimentación entre cuidadores y niños

de primera infancia que presentan dificultades alimentarias en la ciudad de Cali?

Para responder a esta cuestión, se proponen como objetivos específicos describir

los patrones de comportamiento de alimentación a los que tienden las diadas

durante las sesiones de alimentación, caracterizar los patrones de comunicación

entre los niños y los cuidadores durante las situaciones de alimentación y analizar la

variabilidad en la interacción de las diadas a través del tiempo en situaciones de

alimentación.

27

De esta manera, es importante aclarar que la presente investigación se centrará

en el estudio de los procesos observables de la interacción, como lo son, la

comunicación verbal y no verbal y los comportamientos. Esto, teniendo en cuenta

que se empleará la observación como instrumento y además, el foco de interés está

centrado en estudiar lo que la diada hace, más allá de lo que los padres afirman que

hacen o creen que es correcto, es decir, ver lo que ocurre.

Igualmente, al estudiar los patrones recurrentes de la diada en cuanto a los

comportamientos de alimentación y la comunicación, se estarán reconociendo los

estados atractores (estados de mayor estabilidad) a los que tiende el sistema de la

diada. Adicionalmente, al ser un estudio desde el enfoque de los sistemas

dinámicos, el análisis de la variabilidad, permitirá dar cuenta del cambio en las

interacciones, lo que implica reconocer los diferentes estados por los que atravesó

la diada.

Al buscar dar respuesta a dicha pregunta y objetivos, esta investigación se

vincula con el área de la Psicología de la Salud, teniendo en cuenta que los aportes

teóricos que arrojará el estudio podrán nutrir el marco conceptual que se tiene en

Colombia sobre las dificultades alimentarias en primera infancia, que como se ha

venido mencionando afecta el bienestar de los niños. A partir de esto, resulta

oportuno definir la psicología de la salud como el conjunto de contribuciones

educativas, científicas y de psicólogos profesionales, encargada de la promoción y

el mantenimiento de la salud, prevención y tratamiento de la enfermedad y la

identificación de diagnósticos o causas en relación con la salud y bienestar del

individuo para analizarla y mejorar el sistema de la salud (Matarazzo, 1989).

Siendo el estudio de corte psicológico, el aporte será desde un análisis

cuantitativo en la que se implementará la observación como técnica para describir la

interacción que mantienen cuidador y niño durante el momento de la alimentación.

Esto, teniendo en cuenta que la presente investigación se enfoca en la interacción

como un factor clave en dichas dificultades (en caso de no existir una causa

orgánica en el niño). Todo lo anterior, con la intención no solo de favorecer el

desarrollo del niño sino también de fomentar una mejor calidad de vida en el

28

cuidador, puesto que en la mayoría de los casos, la situación del niño lo afecta

profundamente.

Resulta importante mencionar que esta investigación continúa con el grupo de

investigación Salud y Calidad de Vida sobre prácticas de crianza y hábitos

alimentarios en primera infancia. Hasta ahora, los estudios realizados en este grupo

han tenido un enfoque cuantitativo y se han centrado únicamente en evaluar por

medio de instrumentos estructurados (cuestionarios) las características del cuidador

sin involucrar directamente al niño. El presente estudio implementará de igual forma,

un enfoque cuantitativo, pero se utilizará la técnica de la observación naturalista

para profundizar en la interacción que sostienen cuidador y niño durante la

alimentación. Además, se empleará un diseño microgenético con la intención de

obtener una alta densidad de datos que permita evidenciar el proceso de cambio en

las dinámicas de alimentación a través del tiempo. Finalmente, este estudio hará

parte también de la línea de investigación de Desarrollo Cognitivo, Aprendizaje y

Enseñanza, dado que puede aportarle información relevante sobre el cambio en el

tiempo del desarrollo infantil relacionado con las dinámicas de alimentación, la

interacción con cuidadores primarios y la variabilidad de comportamientos en el

desarrollo de los niños.

Es así como la presente investigación, busca aportar en ambos grupos de

investigación y a nivel general, en la comprensión que se tiene sobre las dificultades

alimentarias. Igualmente, al mantener este estudio un abordaje de sistemas

dinámicos permitirá investigar la interacción entre la diada en los momentos de

alimentación como un sistema en continuo cambio y no como un fenómeno estático.

Así, la metodología que se desarrollará y se presenta a continuación permitirá

evidenciar las trayectorias de la interacción y a la vez reconocer los estados mas

estables y de transición por los que atraviesa la diada.

29

MÉTODO

Tipo de estudio

Dado que el propósito de esta investigación fue analizar las trayectorias de la

interacción en situaciones de alimentación entre cuidadores y niños en primera

infancia con dificultades alimentarias, se realizó un estudio de tipo cuantitativo con el

fin de recolectar datos específicos a partir de una observación objetiva sobre la

interacción y asimismo, se cuantificó la información observada (Hernández,

Fernández y Baptista, 2006).

Una vez se definieron los objetivos y el problema en el que se centró el presente

estudio, se consideró oportuno la clasificación de esta investigación dentro de una

modalidad no experimental. De esta forma, se permitió que las variables se

relacionaran espontáneamente entre sí con el fin de observar el fenómeno de la

interacción en su contexto natural sin llegar a alterarlo (Hernández, et al., 2006).

Por otro lado, se implementó un diseño microgenético, teniendo en cuenta que

este abordaje resultó apropiado para estudiar los procesos de cambio en el

desarrollo (Grannott y Parziale, 2002), puesto que permitió realizar varias

mediciones en tiempo real y con pocos sujetos. Como consecuencia de esto, se

obtuvo una alta densidad de datos que permitieron estudiar las trayectorias de las

dinámicas de alimentación reconociendo los pequeños cambios que dan lugar a la

consolidación de patrones más estables. Cabe reiterar, en que esta perspectiva se

enfoca en procesos y no en momentos puntuales y por tanto el énfasis estuvo en

estudiar el cambio a través del tiempo.

Además, el abordaje microgenético se enfoca más en la variabilidad, en contraste

con los diseños longitudinales tradicionales que se centran en las regularidades y

conciben la variabilidad como errores de medida (Siegler, 2000). En este sentido,

este abordaje permitió describir más precisamente el proceso del cambio en las

dinámicas de alimentación y evidenciar cómo estas varían durante una misma

sesión de alimentación y también a través de las diferentes sesiones que se

observaron. Finalmente, cabe anotar que esta perspectiva aportó al análisis que se

30

realizó en este trabajo sobre aquellas condiciones y estrategias que permitieron el

cambio en la dinámica de cada diada.

Participantes

Tabla 1

Datos sociodemográficos de los participantes

Nombre Edad Dificultad alimentaria Estrato

socioeconómico

Cuidador

Sofía 26

meses

Niño normal cuyo apetito

limitado ha sido

malinterpretado por los

padres.

4 Niñera

Miguel 48

meses

Niño vigoroso con poco

interés en la alimentación.

6 Madre

Valentina 25

meses

Niño normal cuyo apetito

limitado ha sido

malinterpretado por los

padres y niño vigoroso con

poco interés en la

alimentación.

5 Madre

Elisa 15

meses

Niño normal cuyo apetito

limitado ha sido

malinterpretado por los

padres.

4 Madre

Como se observa en la tabla 1, la muestra estuvo conformada por cuatro (4)

diadas cuidador-niño, seleccionadas de manera intencional y sin tener en cuenta el

sexo de ninguno de los miembros de la diada. El tamaño pequeño de la muestra,

31

fue compensado con la alta densidad de los datos. Los niños tuvieron edades

comprendidas entre los 12 meses y tres años de edad y presentaron dificultades

alimentarias de origen no orgánico según la categorización realizada por Kerzner

(2009) y Kernez et al (2015), como lo son, apetito limitado, niño altamente selectivo,

niño cuyo llanto interfiere con la alimentación y niño con miedo a la alimentación. La

presencia de estas dificultades se verificó por medio de un diagnóstico realizado por

un pediatra especializado en el tema quien a su vez puso en contacto a las

investigadoras con los participantes. Por otro lado, se consideró como cuidador

aquella persona mayor de 18 años, que pasara la mayor parte del tiempo con el

niño y a su vez, fuera el encargado de alimentarlo. Como criterios de inclusión, se

tuvo en cuenta que los niños necesariamente fueran alimentados por un adulto la

mayoría del tiempo, se alimentaran de sólidos, vivieran en la ciudad de Santiago de

Cali y pertenecieran a estratos socioeconómicos medio-alto (4, 5 y 6). Finalmente,

como criterios de exclusión no se tuvo en cuenta a niños con trastornos de

alimentación de origen biológico porque más allá de la interacción, el niño seguiría

presentando la dificultad alimentaria que requiere un abordaje médico, tampoco se

tuvo en cuenta cuidadores con trastornos psiquiátricos debido a que presentarían

ciertas características que alterarían de forma significativa la interacción.

Variables

A continuación se presentará la tabla de variables que fueron estudiadas en el

presente estudio:

Tabla 2

Variables de estudio

Variable Definición Conceptual Definición Operacional

Comportamientos de

alimentación

Acciones realizadas por cada

miembro de la diada de dar y

recibir alimento (Van Dijk et al.,

Se estableció a partir

de la observación

naturalista.

32

2012). Así como también

acciones para alimentarse y

acompañar la dinámica de

alimentación.

Comunicación

Transmisión de señales verbales

y no verbales con la intención de

expresar sentimientos,

pensamientos y sensaciones

(Álvarez, 2006).

Se estableció a partir

de la observación

naturalista.

Instrumentos

Teniendo en cuenta que algunas investigaciones señalan la necesidad de utilizar

un método observacional para ampliar las características de la interacción (Cortés et

al., 2004; Moore et al., 2007), se utilizó la técnica de la observación naturalista para

profundizar en la interacción que sostuvieron cuidador y niño durante la alimentación

y por tanto, ahondar en las características de ambos miembros de la diada. La

observación que se llevó a cabo fue en tiempo real y se realizaron seis sesiones

para capturar los cambios micro-genéticos que se presentaron en la dinámica de

alimentación. La duración de cada sesión fue de acuerdo al tiempo que tardó la

interacción de la diada en la situación de alimentación, inició cuando el cuidador

empezó a dar la comida y terminó cuando este mismo dio por finalizada la cena. Las

observaciones se grabaron en el hogar de cada diada, tal como la situación de

alimentación se presentaba, por lo que no se restringió la presencia de otras

personas o familiares en dichos momentos. Sin embargo, el análisis del estudio se

centró en la interacción entre cuidador y niño. A partir de esto se codificaron las

categorías estandarizadas para los comportamientos de alimentación, teniendo en

cuenta los planteamientos de propuestas por Van Dijk et al. (2012) y las categorías

de comunicación propuestas por Granic y Lamey (2002), a través del software

MediaCoder especializado para ello.

Para asegurar la confiabilidad de las observaciones y codificaciones, se realizó

un entrenamiento dirigido por el director de la investigación el cual consistió en que

33

cada una de las investigadoras de manera individual, codificó varios videos externos

al estudio hasta obtener un 80% de compatibilidad en las bases de datos.

Posteriormente, para realizar la codificación de los videos propios de la

investigación, una de las investigadoras fue la encargada de realizar todas las

codificaciones y el 50% de las grabaciones fueron recodificadas por la otra

investigadora. En esta recodificación se verificó que la compatibilidad fuera de un

90% para aumentar la confiabilidad de los datos registrados.

Asimismo, para realizar la descripción de las trayectorias de interacción de las

seis sesiones grabadas, se crearon graficas de espacio de estado en las que se

representó la interacción de cada diada, segundo a segundo y de la manera más

detallada posible por medio del programa Grideware. Este último es una

herramienta que permite visualizar y manipular datos multivariados en secuencias

de tiempo. La aplicación original de este programa fue realizada por Alex Lamey y

se basó en el trabajo de Marc Lewis y colegas quienes idearon rejillas de espacio de

estado teniendo en cuenta los principios de los sistemas dinámicos.

Estas graficas de espacio de estado son un método con el que se usaron datos

ordinales y se cuantificaron en dos dimensiones que definieron los espacios de

estado para el sistema en un tiempo ordinal sincrónico, a través de la

representación gráfica (Hollenstein, 2007). De igual forma, esta técnica facilitó

caracterizar los estados de atractor que se presentaron en la interacción de cada

diada y que a su vez, se identificaron en los patrones de micro-desarrollo.

Indicadores de observación

Teniendo en cuenta que la técnica de la presente investigación fue la observación

naturalista, resultó necesario definir ciertos indicadores para realizar la codificación

de cada sesión observada. De esta manera, se plantearon códigos alusivos al

comportamiento y la comunicación tanto para los niños como para los cuidadores.

Adicionalmente, los indicadores de comportamiento se dividieron según los dos

tipos de alimentación (asistida y autónoma) que se plantearon en este estudio.

A continuación, se presentará la tabla de los indicadores que fueron observados

tanto del niño como del cuidador entorno a cada variable de estudio.

34

Tabla 3.

Indicadores de observación

Definición Comportamientos de alimentación

Alimentación asistida Cuidador Niño

Espacio de tiempo en el

que el cuidador alimenta

al niño y tiene el control de

los alimentos.

Dar: acción de llevar

comida a la boca del

niño o acción de

presionar el alimento en

la boca para ser

ingerido.

Esperar: acción de

sostener la comida en el

aire sin llevarla a la boca

del niño.

Retraer: acción de alejar

la comida de la boca del

niño.

Intento de reenganche:

llamar la atención del

niño nuevamente hacia

la alimentación.

Desenganche:

desconectarse de la

actividad de alimentar y

dirigir la atención hacia

otra actividad u objeto.

Aceptar: recibir los

alimentos brindados por el

cuidador.

Rechazar: negarse a

recibir los alimentos.

Nada: mantener la

atención en la actividad de

alimentación pero sin

realizar ninguna acción

para alimentarse.

Desenganche:

desconectarse de la

actividad de alimentar y

dirigir la atención hacia

otra actividad u objeto.

Intento de reenganche:

llamar la atención del niño

nuevamente hacia la

alimentación.

Alimentación autónoma Cuidador Niño

Espacio de tiempo en el

que el niño toma control

Presente: acompañar al

niño sin realizar ninguna

Sostiene el alimento sin

consumir: sostener la

35

de los alimentos y/o

cubiertos para alimentarse

por sí mismo.

acción con el objetivo de

alimentar.

Ofrecer: mostrar los

alimentos al niño para

incitar su consumo o

fingir una acción de

alimentación para que

sea replicada por el niño.

Desenganche:

desconectarse de la

actividad de alimentar y

dirigir la atención hacia

otra actividad u objeto.

comida en el aire sin

llevarla a su boca.

Consume alimento:

llevarse el alimento a la

boca e ingerirlo.

Regresar el alimento:

devolver los alimentos que

tenía en la boca.

Intento de reenganche:

llamar la atención del

cuidador hacia sí misma.

Comunicación

Cuidador Niño

Positiva: aprobación, el

estar de acuerdo,

promover la opinión,

humor, ofrecer

soluciones y solicitar de

manera asertiva el

cumplimiento de algo.

Negativa: negación y

estar en desacuerdo sin

ser hostil.

Neutra: intercambio de

información, responder,

preguntar y escuchar,

dar instrucciones.

Hostil: intención de

atacar o degradar la otra

Positiva: aprobación, el

estar de acuerdo,

promover la opinión,

humor, ofrecer soluciones

y solicitar de manera

asertiva el cumplimiento

de algo.

Negativa: negación y estar

en desacuerdo sin ser

hostil.

Neutra: pedir alimento,

preguntar, intercambiar

información, escuchar.

Hostil: intención de atacar

o degradar la otra

persona, es decir, criticar

36

persona, es decir, criticar

o amenazar.

Desconexión:

desconectarse de la

comunicación y dirigir la

atención hacia otra

actividad u objeto.

o amenazar.

Desconexión:

desconectarse de la

comunicación y dirigir la

atención hacia otra

actividad u objeto.

Prueba piloto

Se realizó una prueba piloto con la intención de verificar si el instrumento

propuesto era adecuado para responder a los objetivos planteados en la presente

investigación. Siendo así, se eligió de manera intencional a un niño de cuatro años

que según sus familiares presentaba dificultades alimentarias debido a su alta

selectividad en cuanto a los alimentos. El primer paso fue la comunicación con los

padres en la que se les comentó la naturaleza, alcances y limitaciones de la

investigación y se les solicitó firmar el consentimiento informado. Una vez aceptaron

y firmaron dicho documento se acordó una visita a la casa del niño para realizar la

observación. De esta manera, las investigadoras se trasladaron a la casa del niño

en la fecha y hora acordada con el objetivo de realizar la observación naturalista de

un almuerzo cotidiano. Lo primero fue un momento de acercamiento y

reconocimiento por parte de las investigadoras y el niño a través del juego y el

discurso. Posteriormente, se procedió a observar y grabar el momento de

alimentación, siendo el niño alimentado por su cuidadora habitual (la empleada

doméstica).

La sesión de alimentación tuvo una duración de 23 minutos, contabilizando desde

el momento en que la cuidadora empezó a alimentar al niño hasta que el niño se

retiró de la mesa y la cuidadora retiró su plato, dando por terminado el almuerzo.

Cabe señalar que el niño fue alimentado en una mesa pequeña (mesa de niños) y la

cuidadora se ubicó en una silla para adulto en frente del niño. Además, la mesa fue

situada al lado del comedor principal de la casa y el asiento del niño se encontraba

junto a un ábaco con una altura aproximada de un metro. Los alimentos del niño

37

fueron servidos en un plato para niños y se empleó una cuchara para alimentarlo.

Específicamente, la cuidadora le sirvió al niño, pollo, arroz, tajadas maduras y jugo

de tomate de árbol en un termo para niños.

La interacción fue grabada haciendo uso de una cámara de video ubicada en el

comedor principal justo al frente del niño y la cuidadora. Además, cabe mencionar

que las investigadoras, estuvieron presentes durante toda la alimentación y se

ubicaron en la sala contigua al comedor. Una vez finalizada la sesión de

alimentación, se le agradeció a la cuidadora y al niño y las investigadoras jugaron un

tiempo aproximado de 40 minutos con el niño antes de despedirse.

Una vez realizada la grabación, el video fue codificado en el programa

MediaCoder para generar la base de datos en tiempo real tanto de los

comportamientos alimentarios como de la comunicación establecida entre los

miembros de la diada. Posteriormente y haciendo uso de las bases de datos, se

construyeron las gráficas de espacios de estado que permiten representar las

trayectorias de la interacción en la situación de alimentación como se presenta a

continuación:

Figura 1. Comportamientos alimentarios cuidador-niño.

Como se observa en la figura 1 la celda con el mayor número de eventos fue la

38

de cucharear y aceptar (15 eventos), seguido por la celda de esperar y nada (13

eventos). Igualmente, se puede observar otras celdas implicadas con una minoría

de eventos, como lo son la celda de introducir y aceptar (2 eventos), retraer y nada

(2 eventos), esperar y aceptar (1 evento) y la celda de esperar y rechazar (1

evento). Por tanto, se puede afirmar que el sistema tuvo una tendencia significativa

hacia la celda de cucharear y aceptar considerada posiblemente como el atractor de

esta interacción.

Figura 2. Comunicación entre el cuidador y el niño.

Como se observa en la figura 2, hubo un total de 55 eventos durante toda la

trayectoria de la interacción en la situación de alimentación. Además, la celda con el

mayor número de eventos fue la de cuidador neutro- niño neutro (28 eventos),

seguido por las celdas de cuidador neutro-niño positivo (8 eventos) y niño neutro-

cuidador positivo (8 eventos). Por otro lado, se pudo observar otras celdas con una

minoría de eventos como lo fueron la celda de cuidador positivo-niño positivo (6

eventos), la celda de cuidador negativo-niño neutro (4 eventos) y la celda de

cuidador negativo-niño negativo (1 evento). A partir de esto, se puede afirmar que el

sistema tendió hacia una comunicación neutra en la que primó el intercambio de

información, el responder, preguntar y escuchar con un tono de voz aplanado.

39

Al analizar ambos gráficos se pudo observar que no existe una dificultad

alimentaria evidente, aun cuando los padres afirmaban lo contrario. En términos

generales, la comunicación y los comportamientos alimentarios se desarrollaron de

manera fluida y asertiva, dado que los estados atractores que sobresalieron en la

interacción fueron los comportamientos de cucharear y aceptar y la comunicación

neutra-neutra y positiva-neutra. Además, hubo regiones de las gráficas no

implicadas en la interacción como lo fueron la comunicación hostil por ambos

miembros de la diada y la comunicación negativa que obtuvo un mínimo grado de

ocurrencia. Asimismo, en cuanto a los comportamientos se observó que el “tocar” no

fue implementado para alimentar al niño, además, el “introducir” y “retraer”

obtuvieron un mínimo de eventos que se relaciona a su vez, con que el niño la

mayoría de las veces aceptó los alimentos proporcionados por su cuidador y solo

rechazó una única vez que fue cuando se dio por terminada la dinámica de

alimentación. Finalmente, es importante mencionar que aun cuando se evidenció

una comunicación y alimentación fluida y asertiva, el niño tendió a distraerse con los

objetos y personas que se encontraban a su alrededor por lo que la interacción con

su cuidador fue interrumpida varias veces.

Ajustes prueba piloto

A partir de la prueba piloto, se realizaron ciertos ajustes metodológicos para el

curso de la investigación. En primer lugar, se definió que se contactará a un pediatra

especialista en nutrición para que ponga en contacto a las investigadoras con los

padres de los niños que considere que presentan dificultades alimentarias, para

tener mayor certeza frente a la problemática del niño. Esto, teniendo en cuenta que

aun cuando los padres afirmaron que el niño presentaba una dificultad alimentaria,

esta no fue observada durante la interacción debido a que el estado atractor fue el

de una alimentación fluida (cucharear y aceptar). Sin embargo, los padres

comentaron que la dificultad se debía a la alta selectividad del niño y pudo ocurrir

que los alimentos ofrecidos durante el almuerzo fueran de su preferencia. Es por

esto que en la investigación se realizaron seis sesiones con cada diada para poder

40

identificar este tipo de comportamientos. En segundo lugar, otro de los ajustes

realizados fue la decisión de que las investigadoras no estuvieran presentes en los

momentos de alimentación, puesto que en la prueba piloto se observó que el niño

se distraía fácilmente con su presencia y la dinámica de interacción se interrumpía

constantemente. En tercer lugar, se definió que la edad de la muestra estaría

comprendida entre los 12 meses y los tres años, teniendo en cuenta que en dichas

edades es necesario que el cuidador alimente al niño. Finalmente, se decidió

agregar la categoría de desenganche para la codificación de la comunicación, con la

que se pretenderá dar referencia a aquellos momentos en que alguno de los

miembros de la diada se desconecta de la comunicación que venía teniendo con el

otro miembro y por tanto, centra su atención en aspectos externos a la interacción,

como por ejemplo, a un objeto o a otra persona.

Procedimiento

Fase 1- Selección de participantes

En primera instancia se identificaron las personas claves que cumplieron con los

requisitos de inclusión y exclusión para ser parte de la muestra de participantes.

Para ello, se contactó a un pediatra de la ciudad de Cali que trabaja con dificultades

alimentarias y se solicitó que de acuerdo a los diagnósticos realizados previamente

de sus pacientes propusiera cinco posibles casos con los que se podría realizar la

investigación. Seguido de esto, se le pidió que con estos cinco casos diligenciara un

formato con los criterios establecidos por Kerzner (2009) para verificar que el

diagnóstico realizado estuviera acorde con la categorización de dicho autor (ver

Anexo 1). Una vez realizado este proceso, se le pidió al pediatra que le comentara a

los padres de dichos niños, la posibilidad de participar en el presente estudio, las

características, objetivos, alcances, limitaciones y en qué consistía su participación.

Los casos que aceptaron, el pediatra puso en contacto a los padres con las

investigadoras y se acordó una visita para iniciar el registro de las interacciones

entre cuidador y niño durante la hora habitual de la comida. Antes de iniciar la

recolección de la información, se presentó el consentimiento informado (ver Anexo

41

2) a los padres del niño en el que se les especificó las consideraciones éticas que

implicaba el estudio y se les aclaró nuevamente los objetivos del estudio y la

metodología que se implementaría.

Fase 2 – Recolección de la información

Una vez se obtuvo la autorización de los padres con el respectivo

consentimiento, se inició la recolección de los datos. De esta manera, los registros

se llevaron a cabo mediante una cámara de video en la que se grabó la interacción

de la diada. El registro inició desde el momento en que el cuidador dispuso al niño a

comer y terminó cuando el cuidador dio por terminada la actividad, fuera porque el

menor comió, no comió, retiró el alimento o pasó suficiente tiempo sin que el niño

comiera a criterio del cuidador. Cabe mencionar que con cada diada se realizaron

seis sesiones de grabación, en diferentes días para evidenciar el cambio en el

transcurso del tiempo. Además, fue importante que durante todas las sesiones,

fuera el mismo cuidador quien interactuara con el niño y fuera el mismo horario de

alimentación. En este caso, se observaron los momentos de la cena.

Fase 3 – Codificación y construcción de gráficas

Una vez grabados todos los videos de las seis sesiones, las variables planteadas

para ser observadas se codificaron mediante el software MediaCoder especializado

para este fin. Para obtener un mayor grado de confiabilidad de los datos, las

investigadoras realizaron un entrenamiento previo en la codificación de diferentes

videos externos a los del estudio liderado por el director de la investigación.

Posteriormente, para realizar la codificación de los videos propios de este estudio,

una de las investigadoras fue la encargada de realizar todas las codificaciones y el

50% de las grabaciones fueron recodificados por la otra investigadora para

garantizar una mayor objetividad de las observaciones.

Una vez codificados todas las grabaciones, se obtuvo una base de datos que fue

utilizada para crear las gráficas de las trayectorias de cada interacción. Estas

gráficas representaron a través de espacios de estado de manera detallada cada

interacción de la diada mediante el programa Grideware. Se realizó una gráfica de

42

comportamientos de alimentación y una segunda gráfica de comunicación entre los

miembros de la diada. Para la primera gráfica, los siete posibles comportamientos

por parte del cuidador se presentaron en el eje X, mientras que los ocho posibles

comportamientos del niño se presentaron en el eje Y. En cuanto a la segunda

gráfica, las cinco categorías de comunicación se aplicaron de igual forma tanto para

el niño como para el cuidador, donde el X siguió siendo para el cuidador y el eje Y

para el niño. En estas representaciones cada punto indican un evento que a su vez,

es la intersección entre la acción del cuidador y del niño. Finalmente, las líneas que

conectan los eventos son denominadas transiciones y muestran la secuencia de

comportamientos a través de la sesión de alimentación (Van Dijk et al., 2012).

Fase 4 – Análisis de datos

El análisis de patrones consistió en varios pasos. Se inició con un análisis global,

en el que primero se determinó si existieron tendencias del sistema a gravitar sobre

ciertas regiones del estado de espacio o si aparecieron transiciones que se repiten

formando pautas identificables en el tiempo, en forma de atractores del sistema

(Van Dijk et al., 2012). A partir de estas regiones o transiciones entre regiones,

identificadas como las más relevantes para caracterizar el sistema, se procedió a

realizar un análisis de frecuencia para expresar su ocurrencia y si dicha ocurrencia

cambió dentro y entre sesiones. Adicionalmente, se realizaron análisis descriptivos

de la variabilidad entre y dentro de cada sesión.

Fase 5 – Ajustes finales y redacción informe final

De acuerdo con todo el proceso anterior, se realizaron los ajustes pertinentes de

la investigación y se redactó el informe final.

Fase 6 – Sustentación y entrega informe final

Para finalizar, se realizó una reunión grupal con los evaluadores y el asesor de

tesis en la que se retroalimentó el proceso y se entregó el informe final.

Posteriormente, se citaron a los cuidadores participantes y al pediatra que colaboró

en el proceso y se realizó una exposición en la que se presentaron los aspectos

43

más significativos de la investigación.

Consideraciones éticas

A partir de la Ley 1090 (Congreso de la República, 2006), en la que se

reglamenta el ejercicio de la psicología, el Código deontológico y bioético, y otras

disposiciones y la resolución número 8430 (Ministerio de Salud, 1993) en la que se

establecen los requisitos para la investigación con seres humanos, se tendrán en

cuenta las siguientes consideraciones para la realización de la presente

investigación (1) se entregará Consentimiento Informado a ambos padres del infante

y también al cuidador, en caso de ser una persona diferente a ellos. A todos los que

reciban consentimiento informado, se les explicará de forma clara y completa la

información presente en el documento y posteriormente, se solicitará su firma como

constancia de su decisión voluntaria de participar en el estudio. En este documento

se explicará la justificación y objetivos de la investigación, el procedimiento que se

llevará acabo, la técnica que se empleará, las molestias o riesgos esperados, los

beneficios que pueden obtenerse, la garantía de recibir respuesta ante cualquier

duda que surja en torno a la investigación, la libertad de retirar su consentimiento en

cualquier momento y sin dar explicación alguna, la confidencialidad de la

información obtenida, el compromiso de proporcionarle información obtenida en el

curso del estudio aunque esta pueda hacer al participante retirar su consentimiento

y la disponibilidad de tratamiento médico y de indemnización a la que legalmente

tendría derecho en caso de presentar daños que le afecten directamente y que

hayan sido causados por la investigación, (2) el asentimiento informado será dado

por los padres, como representantes legales del infante, teniendo en cuenta la edad

del mismo; (3) se garantizará el secreto profesional; (4) se respetarán los criterios

morales y religiosos de la familia; (5) la observación será en el ambiente natural

donde se realiza la alimentación sin realizar ninguna intervención o modificación

intencionada de las variables biológicas, fisiológicas, sociales o psicológicas de los

participantes; (6) las consideraciones éticas serán revisadas por los jurados

asignados a esta investigación antes de tener contacto con la población objetivo; (7)

44

Siendo una investigación inscrita en el área de la salud, se contribuirá al

conocimiento sobre las dificultades alimentarias en niños para prevenirlas o darles

un mejor manejo; (8) se respetarán los derechos, la dignidad y el bienestar tanto de

todos los participantes; (9) se suspenderá de inmediato el curso de la observación si

se advierte algún posible daño para salud del cuidador o del niño; (10) los

participantes serán direccionados a su EPS para recibir atención psicológica en

caso de ser necesario; (11) la investigación a realizar cuanta con fundamentación

teórica y estudios que la anteceden.

45

RESULTADOS

Los resultados se presentarán de acuerdo a los objetivos propuestos, por tanto,

estarán divididos en tres apartados principales: comportamientos, comunicación y la

variabilidad en la interacción de las diadas a través del tiempo. De esta manera, se

iniciará describiendo los patrones de comportamiento para cada díada a lo largo de

las seis sesiones y se continuará de la misma forma para explicitar los patrones de

comunicación. Estos apartados estarán acompañados de la figura que representa

las seis sesiones de interacción y en la que se puede evidenciar la concentración de

los eventos. Finalmente, se describirán los cambios en cada díada a lo largo de las

seis sesiones, en cuanto a la alimentación autónoma y asistida y en cuanto a los

patrones de comportamiento y comunicación que predominaron en cada sesión.

Cabe mencionar que en todas las ocasiones, para cada patrón mencionado se hará

referencia primero el comportamiento del cuidador y después el del niño; por

ejemplo dar-aceptar indicaría el comportamiento de dar por parte del cuidador y

aceptar por parte del niño.

Comportamientos de alimentación

Diada 1. Sofía y cuidadora

46

Figura 3. Comportamientos de alimentación durante las seis sesiones de

alimentación

Contexto de alimentación

Las sesiones de alimentación se realizaron en el comedor de la casa. En la

primera sesión, Sofía estuvo en una silla de comer para niños y en las otras cinco

sesiones fue sentada en una de las sillas del comedor, teniendo libre acceso para

retirarse de la mesa. En cuanto a los alimentos que se le servían a la niña, cabe

mencionar que fueron variados durante las sesiones y contenían porciones de

proteína y carbohidratos acompañados de jugo. En ninguna de las sesiones, Sofía

consumió más de la mitad de lo que se le había servido. Además, en las seis

sesiones hubo distractores externos como la compañía de otros familiares que no

participaban en la dinámica de alimentación y el televisor.

23%

22%

12%

47

Patrones de comportamiento

Al revisar los comportamientos de alimentación durante las seis sesiones (un

total de 226 eventos con una duración total de 72 minutos), se encontró que la

mayoría de los datos se concentraron en dar-rechazar y dar-aceptar, siendo

ligeramente mayor el número de eventos en dar-rechazar (23%) que en dar-aceptar

(22%). En esta misma línea, el comportamiento de dar fue el más repetitivo por

parte de la cuidadora (46%) y el de rechazar el más recurrente por parte de Sofía

(27%). Igualmente, se destaca el alto porcentaje de desenganche por parte de Sofía

(25%) y la duración de dichos eventos con un 42% del tiempo total de las sesiones

de alimentación. Teniendo en cuenta el alto porcentaje de desenganche por parte

de la niña, cabe resaltar el bajo porcentaje de intento de reenganche por parte de la

cuidadora (11.5%). El desenganche por parte de la cuidadora fue de un 14%, el cual

demuestra ser menor que el de la niña, pero a su vez, es igual al porcentaje en que

el cuidador estuvo presente (14%). Cabe mencionar que el desenganche mutuo

correspondió a un 12%.

Al revisar las trayectorias de las sesiones se encontró que generalmente después

del rechazo de Sofía ante cualquier comportamiento de la cuidadora, este último

también se desengancha en lugar de intentar reengancharla. Para evidenciar la

trayectoria mencionada se realizó un aislamiento de un fragmento de la interacción

global que fue extraído y representando en la figura 4 y 5, De esta forma, en la

figura 4, se observa un primer momento en el que el cuidador da y la niña acepta,

posteriormente el cuidador ofrece, la niña rechaza y pasan a un desenganche

mutuo. En la figura 5 por su parte, se evidencia que el cuidador da, la niña acepta, el

cuidador nuevamente da pero esta vez la niña rechaza y continua un desenganche

mutuo.

48

Figura 4. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.

Figura 5. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.

49

Alimentación autónoma y alimentación asistida

Cabe mencionar que la mayor parte del tiempo la alimentación fue asistida por la

cuidadora (comportamientos de dar, esperar y retraer) correspondiente a un 51%,

aunque en algunos momentos se evidenciaron algunos comportamientos

autónomos por parte de Sofía (sostiene y consume) que correspondieron a un 13%.

Diada 2. Miguel y cuidadora

Figura 6. Comportamientos de alimentación durante las seis sesiones de

alimentación.

Contexto de alimentación

Las sesiones de alimentación se realizaron dos veces en el comedor y las cuatro

restantes en la sala de televisión en una mesa pequeña especial para el niño.

13%

12%

50

Además, durante cinco de las seis sesiones, Miguel se alimentaba mientras

observaba televisión o videos en el celular. En la totalidad de sesiones se le sirvió al

niño, arroz, albóndiga y sopa de pasta acompañado de limonada, dado que el

Miguel no recibía ningún otro alimento. El niño en ninguna de las sesiones consumió

todo lo que se le servía, generalmente consumía en su totalidad la albóndiga.

Patrones de comportamiento

Al revisar los comportamientos de alimentación durante las seis sesiones (un

total de 427 eventos, con una duración total de 125 minutos), se encontró que los

datos se concentraron en el desenganche por parte de ambos miembros de la diada

(12%), siendo mayor el desenganche por parte de la cuidadora (26%) que el

desenganche de Miguel (15%). Asimismo, cabe anotar que el 31% del tiempo total,

corresponde al tiempo en que ambos miembros de la diada estuvieron

desenganchados. Otro lugar al que tendieron a concentrarse los eventos fue en el

dar-aceptar que correspondió a un 13%.

Alimentación autónoma y alimentación asistida

Respecto a los tipos de alimentación, el 57% corresponde a alimentación asistida

y el 25% a alimentación autónoma. Sin embargo, el tiempo empleado en

alimentación autónoma (48 minutos) es mayor al tiempo de la alimentación asistida

(32 minutos), esto implica que hubo mayor número de interacciones en la

alimentación asistida, pero que fue mayor el tiempo en el que el niño se alimentó de

manera autónoma que de manera asistida. En la alimentación asistida, se destaca

el dar de la cuidadora (24%) sobre el ofrecer (12%) y el esperar (12%). Sin

embargo, ante las acciones de la cuidadora, Miguel mantiene su atención en la

alimentación sin realizar ninguna acción para alimentarse el 25% de las veces,

rechaza el 19% de las veces y acepta el 13% de las veces. Por otro lado, en cuanto

a la alimentación autónoma, el 15% corresponde al consumo del niño y el 10% a las

veces en que Miguel sostuvo el alimento sin consumirlo.

Es importante destacar que cuatro de las seis sesiones iniciaron con alimentación

asistida, pasaron a alimentación autónoma y después oscilaron entre ambos tipos

51

de alimentación. El paso a alimentación autónoma se daba después de varios

rechazos por parte del niño, momento en el que la cuidadora tendía a

desengancharse. Igualmente cabe resaltar que la madre le daba Miguel aquellos

alimentos que este solía aceptar con mayor dificultad como lo era la sopa y el arroz

y dejaba al niño alimentarse de manera autónoma cuando se trataba de alimentos

que aceptaba fácilmente, en este caso, la albóndiga. Además, en la mayoría de

momentos en los que Miguel se alimentaba de manera autónoma, la madre se

ausentaba y desde lejos le ofrecía los alimentos. Sin embargo, el lapso de tiempo

promedio entre bocado y bocado en la alimentación autónoma (2 minutos) fue

mayor al de la alimentación asistida (20 segundos).

Diada 3. Valentina y cuidadora

Figura 7. Comportamientos de alimentación durante las seis sesiones de

alimentación.

28%

15%

52

Contexto de alimentación

Las sesiones de alimentación se realizaron cinco veces en el comedor de la casa

y una vez en una mesa pequeña específica para la niña situada al lado del comedor.

Durante las seis sesiones, la alimentación se llevó a cabo con el televisor encendido

y en compañía de otros familiares (padre o hermano). En general, los alimentos

brindados a Valentina fueron variados e incluyeron proteínas y carbohidratos

acompañados de jugo. La niña en ninguna de las sesiones ingirió todo lo que se le

servía y en general, el consumo registrado correspondía al jugo.

Patrones de comportamiento

Al revisar los comportamientos de alimentación durante las seis sesiones (un

total de 243 eventos, con una duración total de 46 minutos), los patrones de

comportamiento que predominaron en Valentina y su cuidadora fueron presente-

consume con un 28% y el desenganche-consume con un 15%. Cabe resaltar que el

desenganche de la cuidadora (27%) fue mayor al de Valentina (10%). Lo anterior,

en concordancia con el porcentaje de intento de reenganche de Valentina hacia la

cuidadora (9%), el cual, fue mayor que el intento de reenganche de la cuidadora

hacia Valentina (3%). Al observar las trayectorias de la totalidad de sesiones, se

evidenció claramente la reiteración de los patrones de comportamiento de la diada

anteriormente descrito. Para ello, se realizó un aislamiento de la trayectoria global

representado en la figura 8, la cual demuestra que la cuidadora estaba

desenganchada mientras que Valentina intentaba reengancharla, después de esto,

Valentina consumía de manera autónoma, sostenía los alimentos y se quedaba sin

realizar ninguna acción con el propósito de alimentarse mientras que la cuidadora

estaba presente. Sin embargo, después de esto, Valentina consumía de manera

autónoma nuevamente y acto seguido la cuidadora se desenganchaba mientras que

la niña se quedaba sosteniendo el alimento sin consumir. En la figura 9, también se

evidencia que la niña consumió por su cuenta siete veces mientras el cuidador

estaba presente y acto seguido el cuidador se desengancha mientras ella sigue

alimentándose de manera autónoma.

53

Por otro lado, es importante mencionar que el comportamiento de dar por parte

del cuidador fue del 3% y Valentina en todos los casos rechazó estas acciones.

Además, sobresale la ausencia de la respuesta de aceptar por parte de la niña hacia

todos los comportamientos del cuidador, a diferencia de la respuesta de rechazar

hacia las acciones de dar y ofrecer que corresponde a un 12%.

Figura 8. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.

Figura 9. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.

54

Alimentación autónoma y alimentación asistida

Durante las seis sesiones de alimentación, se evidenció que los datos se

concentraron en la alimentación autónoma, es decir, la cuidadora estuvo en la

mayoría del tiempo presente (52%), desenganchado (27%) u ofreciendo los

alimentos (14%). Mientras que la niña estuvo la mayoría del tiempo consumiendo

por si sola los alimentos (47%) o sosteniéndolos sin consumir (12%). Lo anterior, da

lugar a afirmar que la alimentación asistida correspondió a un 3% mientras que la

alimentación autónoma fue de un 69%.

Diada 4. Elisa y cuidadora

Figura 10. Comportamientos de alimentación durante las seis sesiones de

alimentación.

36%

21%

15%

10%

55

Contexto de alimentación

Las seis sesiones de alimentación se realizaron en el comedor principal de la

casa. Elisa fue sentada en una silla especial para niños situada al lado del comedor.

En los momentos de alimentación no hubo ningún distractor externo, solo se

encontraba la madre junto a la niña. En general, los alimentos brindados a Valentina

fueron variados, incluyeron proteínas y carbohidratos. La bebida, en todas las

sesiones se la brindaron al dar por terminada la alimentación. Elisa en ninguna de

las sesiones ingirió todo lo que se le sirvió.

Patrones de comportamiento

Al revisar los comportamientos de alimentación durante las seis sesiones (un

total de 429 eventos, con una duración total de 88 minutos), los patrones de

comportamiento que predominaron en Elisa y su cuidadora fueron dar-aceptar con

un 36%, presente-nada con un 21%, dar-rechazar con un 15% y presente-regresa el

alimento con un 10%. Cabe mencionar que los comportamientos más frecuentes por

parte de la cuidadora fueron el de dar (51%) y el de estar presente (34%), mientras

que para Elisa, sus principales comportamientos fueron los de aceptar (36%) y nada

(32%). Es importante señalar que el porcentaje de desenganche mutuo

correspondió a un 1% del total de eventos.

Por otro lado, al revisar las trayectorias de la interacción se observó una

tendencia repetitiva al iniciar la alimentación. En la mayoría de las sesiones, la

cuidadora iniciaba dando alimento a Elisa y esta última tendía a rechazar siempre

las primeras cucharadas. Sin embargo, la cuidadora no desistía hasta que Elisa

aceptará el alimento (ver figuras 11 y 12).

56

Figura 11. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.

Figura 12. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.

Adicionalmente, en las trayectorias de alimentación de Elisa junto a su cuidadora,

se evidenció varias veces que la niña regresaba el alimento después de un dar de la

57

cuidadora, e inmediatamente esta última, nuevamente brindaba a Elisa otra

cucharada de alimento que era aceptada por la niña (ver figuras 13 y 14).

Figura 13. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.

Figura 14. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.

58

Alimentación autónoma y alimentación asistida

Durante las seis sesiones de alimentación, se evidenció que los datos se

concentraron en la alimentación asistida, es decir, la cuidadora estuvo en la mayoría

del tiempo realizando comportamientos de dar (51%), esperar (10%) y retrayendo el

alimento (1%). Mientras que la niña estuvo la mayoría del tiempo aceptando (36%) o

rechazando los alimentos (17%). Por tanto, se evidenció que la alimentación asistida

correspondió a un 62% mientras que la alimentación autónoma fue de un 6%.

Comunicación

A continuación se describirán los patrones de comunicación que se presentaron

en la interacción de cada diada durante las seis sesiones de alimentación. Es

importante aclarar que la caracterización de estos patrones, además de dar cuenta

de la comunicación en general, hará mayor énfasis en el análisis de la comunicación

positiva y negativa tanto del niño como del cuidador, dado que en estos tipos se

centrarían en evidenciar el dominio de la dinámica de alimentación en cada uno de

los miembros. Por otro lado, es importante mencionar que se realizarán algunos

aislamientos de la trayectoria como ejemplos específicos representados en las

mismas gráficas en los casos que lo requieren.

Diada 1. Sofía y cuidadora

59

Figura 15. Comunicación de la diada durante las seis sesiones de alimentación.

Patrones de comunicación

Al observar la comunicación en las seis sesiones de Sofía, con un total de

eventos de 158 y un tiempo total de 72 minutos, se encontró que la mayoría de los

datos se concentraron en el espacio de estado neutro-neutro con un 26% con una

duración de 22 minutos. Asimismo, otro lugar al que tendieron los eventos (atractor)

fue la desconexión por parte de ambos miembros de la diada (15%), con una

duración de 18 minutos. Ante la desconexión por parte Sofía, la respuesta más

predominante por parte de la cuidadora fue la desconexión y a la vez ante la

desconexión de la cuidadora, Sofía también tendió a desconectarse. Sin embargo,

la desconexión de la niña (24%) fue mayor que la de la cuidadora (16%).

Igualmente, se encontró una relación entre ambos atractores (neutro-neutro y

desconexión-desconexión), dado que después de un intercambio de información,

Sofía tendía a aislarse de la situación de alimentación y acto seguido la cuidadora

se desconectaba en lugar de continuar la comunicación para retomar la interacción

26%

15%

60

(Ver figuras 16 y 17). Siguiendo esta misma lógica, el tipo de comunicación que

sobresale en ambos miembros de la diada ante todas las posibles respuestas fue la

neutra con un 50% para la cuidadora y un 39% para Sofía.

Por otro lado, es importante señalar que Sofía tuvo un 7% de comunicación

hostil, a diferencia de la cuidadora quien en ninguno de los casos se manifestó de

esta forma con Sofía. Por el contrario, sus respuestas ante la hostilidad de la niña

tendieron a ser en igual frecuencia positivas o neutras con un 3% del total de

eventos (Ver figuras 18). Además, se evidenció que al permanecer la respuesta

hostil por parte de Sofía, la cuidadora tendía a desconectarse (Ver figuras 19).

Figura 16. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.

61

Figura 17. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo

.

Figura 18. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.

62

Figura 19. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.

Comunicación Positiva

La comunicación positiva por parte de la cuidadora predominó con un 27%, a

diferencia de Sofía quien tuvo un 11% de comunicación positiva, esto teniendo en

cuenta que la mayor respuesta de la niña fue la comunicación neutra ante las

expresiones positivas de la cuidadora. Cabe señalar que la diada coincidió en un 7%

de comunicación positiva, porcentaje menor a la comunicación positiva individual

por cada miembro de la diada.

Comunicación negativa

Durante las seis sesiones de alimentación, Sofía presentó un 19% de

comunicación negativa, siendo mayor que las respuestas negativas de la cuidadora

(7%), lo cual resulta coherente teniendo en cuenta que ante la negatividad de Sofía,

la cuidadora tendió a tener respuestas neutras (13%) y positivas (6%), mientras que

Sofía tendió principalmente a desconectarse ante la comunicación negativa del

cuidador.

63

Diada 2. Miguel y cuidadora

Figura 20. Comunicación de la diada durante las seis sesiones de alimentación.

Patrones de comunicación

Las sesiones de alimentación en la diada conformada por Miguel y su cuidadora,

tuvieron una duración total de 125 minutos con 257 eventos registrados en cuanto a

la comunicación. Al observar la totalidad de sesiones se encontró que la mayoría de

los eventos estuvieron concentrados en dos atractores principalmente. Por un lado,

se evidenció una comunicación neutra por parte de ambos miembros de la diada

(30%) y por otro, una desconexión mutua (28%). Cabe anotar que aun cuando la

cantidad de comunicaciones neutra-neutra es mayor que las de desconexión-

desconexión, el tiempo que la diada permaneció desconectada (59 minutos) fue

mayor que el tiempo de comunicación neutra (37 minutos). Igualmente, se destaca

un patrón consistente a lo largo de las seis sesiones entre ambos atractores: la

diada tendió a oscilar entre la comunicación neutra y la desconexión mutua, siendo

30%

28%

64

coherente con la dinámica de alimentación que estableció la diada en la que la

cuidadora se aislaba y desde la distancia, orientaba a Miguel en la alimentación por

medio de instrucciones, las cuales él obedecía o ignoraba. Acto seguido a lo

anterior, ambos miembros se desconectaban (Ver figuras 21 y 22).

Figura 21. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.

Figura 22. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.

65

Adicionalmente, cabe mencionar que Miguel tendió a comunicarse de manera

neutra (47%) y a desconectarse (36%) más veces que su cuidadora (41% y 29%

respectivamente). Además, ante la desconexión del cuidador, la respuesta más

frecuente del niño fue desconectarse y ante la desconexión por parte del niño, la

cuidadora respondió de la misma forma, aunque también tuvo algunas respuestas

neutras y positivas.

Es importante señalar que el porcentaje de comunicación hostil fue bajo para

ambos miembros de la diada, Miguel fue hostil un 3% y la cuidadora un 2%. Para lo

anterior, se evidenció que ante las comunicaciones hostiles de la cuidadora, Miguel

tendió a responder de manera hostil o neutra, mientras que la cuidadora ante la

hostilidad de Miguel tendió a responder principalmente de manera neutra.

Comunicación positiva

Durante las seis sesiones la cuidadora tuvo mayor número de comunicaciones

positivas (18%) que el niño (7%), teniendo en cuenta que ante la comunicación

positiva de la cuidadora, el niño tendió a ser neutro, en lugar de positivo. Tan solo

un 5%, ambos miembros de la diada coincidieron en una comunicación positiva.

Comunicación negativa

La comunicación negativa de la diada fue relativamente baja en comparación a

los otros tipos de comunicación. El cuidador tuvo un 10% de comunicación negativa

y el niño un 7%. Ante la negatividad del cuidador las respuestas del niño tendieron a

ser neutras correspondientes a un 7%.

Diada 3. Valentina y cuidadora

66

Figura 23. Comunicación de la diada durante las seis sesiones de alimentación.

Patrones de comunicación

Las sesiones de alimentación en la diada conformada por Valentina y su

cuidadora, tuvieron una duración total de 46 minutos y 141 eventos en cuanto a la

comunicación. Al observar la totalidad de sesiones se encontró que la mayoría de

los eventos estuvieron concentrados en dos atractores principalmente. Por un lado,

la comunicación neutra por parte de ambos miembros de la diada (25%) y por otro,

la desconexión mutua (24%). Cabe anotar que aun cuando la cantidad de

comunicaciones neutra-neutra es mayor que las de desconexión-desconexión, el

tiempo que la diada duró en desconexión mutua (20 minutos) es mayor que el

tiempo que mantuvo una comunicación neutra (12 minutos). Igualmente, en esta

diada se destaca un patrón consistente a lo largo de las seis sesiones entre ambos

atractores: la diada tiende a oscilar entre la comunicación neutra y el desenganche

mutuo (Ver figuras 24 y 25). Además se observó que ante la desconexión por parte

de la cuidadora, la niña tiende a desconectarse y después pasar a una

comunicación hostil.

25%

24%

67

Figura 24. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.

Figura 25. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.

En coherencia con lo anterior, el tipo de comunicación más predominante por

parte de ambos miembros de la diada ante todas las posibles respuestas fue la

neutra y la desconexión; para la cuidadora fue un 39% y 28% y para Valentina fue

un 39% y 26% respectivamente. Cabe señalar que ante la comunicación neutra por

parte de la cuidadora, Valentina tendió a responder de manera neutra (25%) y en

algunas ocasiones de manera negativa (9%) u hostil (5%). Por otra parte, ante la

68

comunicación neutra de la niña, la cuidadora tendió a responder de manera neutra y

en algunas ocasiones positiva (9%).

Asimismo, se observó un patrón recurrente a lo largo de las seis sesiones,

caracterizado por una tendencia de pasar de una comunicación neutra-negativa por

parte de la cuidadora y la niña respectivamente a pasar a una desconexión mutua

(ver figura 26 y 27).

Figura 26. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.

69

Figura 27. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.

Comunicación positiva

La cuidadora, durante las seis sesiones tuvo una comunicación positiva

correspondiente al 26%, siendo mayor a la comunicación positiva de Valentina que

correspondió a un 10%. Sin embargo, ante la comunicación positiva por parte de la

cuidadora, la respuesta predominante de la niña fue positiva un 10%.

Comunicación negativa

La comunicación negativa por parte de Valentina fue mayor (13%) que la de la

cuidadora (6%). Respecto a esto, es importante mencionar que ante la

comunicación negativa de la niña, la cuidadora tendió a responder de manera neutra

(9%) o en menor medida, de manera positiva (5%). En cuanto a la comunicación

negativa de la cuidadora, Valentina tendió a ser neutra (4%).

Diada 4. Elisa y cuidadora

70

Figura 28. Comunicación de la diada durante las seis sesiones de alimentación.

Patrones de comunicación

Las seis sesiones de alimentación en la diada conformada por Elisa y su

cuidadora, tuvieron una duración total de 88 minutos y 255 eventos en cuanto a la

comunicación. Al revisar la totalidad de sesiones se encontró que la mayoría de los

eventos estuvieron concentrados en cuatro atractores principalmente. El primer

atractor fue la comunicación neutra por parte de ambos miembros de la diada con

un porcentaje de 37%; el segundo atractor con un 22% fue la comunicación

negativa-neutra de la cuidadora y la niña respectivamente; el tercer atractor fue la

comunicación positiva de la cuidadora y neutra de Elisa que equivalió a un 18%; y el

cuarto atractor que se evidenció fue la comunicación neutra de la cuidadora y la

respuesta negativa de Elisa con un 13%. Adicionalmente, resulta importante

mencionar que la comunicación predominante por parte de Elisa fue la neutra con

un 78%, que a su vez, fue la principal respuesta ante todo tipo de comunicación que

su cuidadora expresaba hacia ella. Respecto a la cuidadora, la comunicación que

18%

22%

37%

13%

71

sobresalió fue también la neutra con un 51%, aunque también prevaleció en ella una

comunicación positiva y negativa.

Comunicación positiva

La comunicación positiva observada durante las seis sesiones fue predominante

por parte de la cuidadora con un 25%, la cual tuvo como respuesta de la niña una

comunicación neutra (18%). Asimismo, cabe señalar que un 4% correspondió a una

comunicación positiva mutua, dado que Elisa a diferencia de su cuidadora tuvo un

menor porcentaje de comunicación positiva (4%).

Comunicación negativa

La comunicación negativa por parte de la cuidadora (23%) fue mayor que la

comunicación negativa por parte de Elisa (15%) y ante este tipo de comunicación

ambos miembros de la diada respondieron de manera neutra. Cabe mencionar que

hubo un 0% de comunicación negativa mutua.

Variabilidad

Para dar repuesta al tercer objetivo de la presente investigación, se describirán

los cambios de la interacción en los momentos de alimentación a través de cada

sesión. En primer lugar, se presentará la frecuencia de la alimentación asistida vs. la

frecuencia de alimentación autónoma. Es importante aclarar que dichas figuras no

incluyen todos los comportamientos y que el porcentaje restante de cada sesión

corresponde al desenganche, intento de reenganche, estar presente y nada.

Seguido de esto, se plantearán los atractores de comportamientos y de

comunicación correspondientes a cada sesión de alimentación para evidenciar la

variabilidad en la interacción de las díadas.

Diada 1. Sofía y cuidadora

Alimentación autónoma y alimentación asistida

72

Figura 29. Alimentación autónoma vs alimentación asistida en cada sesión.

En la díada de Sofía y su cuidadora predominó la alimentación asistida en cinco

de las seis sesiones, solo en la sesión cinco se presentó un cambio, teniendo en

cuenta que la alimentación autónoma (20%) aumentó en comparación con la sesión

anterior y llegó a ser incluso mayor que el porcentaje de alimentación asistida

(17%). Sin embargo, a diferencia de las demás sesiones en las que los

comportamientos de alimentación (asistida y autónoma) superaron el 50% de la

interacción, en la quinta sesión el porcentaje de comportamientos de alimentación

fue solo un 37%.

Por otro lado, es importante mencionar que el porcentaje de alimentación asistida

alcanzó hasta un 67% siendo mayor que la alimentación autónoma que alcanzó

hasta un 30%. Se observó, además, que la alimentación autónoma tendió a

decrecer desde la primera sesión hasta la cuarta, mientras que la alimentación

asistida tuvo aumentos y decrecimientos durante todas las sesiones.

56% 52% 67% 62%

17%

44%

30%

21% 5%

0%

20%

19%

Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5 Sesión 6

Alimentación asistida Alimentación autonóma

73

Patrones de comportamiento

Figura 30. Atractores principales de comportamiento (cuidadora-niño) en cada

sesión.

En cuanto a los comportamientos de alimentación prevalecieron cuatro atractores

con frecuencias variables durante las seis sesiones: dar-rechazar; dar-aceptar;

desenganche-desenganche; e intento de reenganche-desenganche.

De esta manera, se resalta que en cuatro de las seis sesiones, el atractor que

predominó fue el de dar-rechazar con porcentajes entre el 30% y 40%. Además,

este atractor se presentó de forma reiterativa de la primera a la tercera sesión (32%,

37% y 30% respectivamente) y nuevamente en la sexta sesión (32%). En la cuarta

sesión cambió el atractor principal a dar-aceptar (47%) y fue el segundo atractor

predominante en las sesiones uno (14%) y tres (23%). Otro atractor que se presentó

de manera repetitiva fue el de desenganche-desenganche, siendo el primero en la

quinta sesión (24%) y el segundo en las sesiones dos (16%) y cuatro (13%). Por

otra parte, el atractor de intento de reenganche y desenganche se presentó en

segundo lugar en la quinta sesión (21%) y en tercer lugar en la cuarta sesión (11%).

0%

5%

10%

15%

20%

25%

30%

35%

40%

45%

50%

Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5 Sesión 6

Dar-rechazar

Dar-aceptar

Desenganche-desenganche

Intento dereenganche-desenganche

74

Patrones de Comunicación

Figura 31. Atractores principales de comunicación (cuidadora-niño) en cada

sesión.

En cuanto a la comunicación sobresalieron tres atractores con frecuencias

variables durante las seis sesiones: neutro-neutro; desconexión-desconexión; y

neutro-desconexión.

En este sentido, en la diada de Sofía y su cuidadora, se encontró que la

comunicación neutra-neutra fue el principal atractor en las sesiones uno (28%), tres

(19%), cinco (37%) y seis (32%) y el segundo atractor en la sesión cuatro (22%).

Por otro lado, la desconexión en la comunicación por ambos miembros de la diada

fue el atractor principal en las sesiones dos (20%) y cuatro (30%) y el segundo

atractor en las sesiones tres (12%) y cinco (26%). Además, se evidenció que el

atractor neutro-desconexión fue el segundo atractor en la sesión tres (12%), cinco

(11%) y seis (8%).

Diada 2. Miguel y cuidadora

Alimentación autónoma y alimentación asistida

0%

5%

10%

15%

20%

25%

30%

35%

40%

Sesión1

Sesión2

Sesión3

Sesión4

Sesión5

Sesión6

Neutro-neutro

Desconexión-desconexión

Neutro-desconexión

75

Figura 32. Alimentación autónoma vs alimentación asistida en cada sesión.

En la díada de Miguel y su cuidadora predominó la alimentación asistida en

cuatro de las seis sesiones, aunque en la cuarta sesión la diferencia fue solo del 4%

con respecto a la alimentación autónoma. En coherencia, en las sesiones dos y seis

fue mayor el porcentaje de alimentación autónoma que asistida.

Igualmente, se destaca la frecuencia variable de la alimentación asistida y

autónoma, sin encontrar patrones de crecimiento o decrecimiento. De esta manera,

se evidenció que la alimentación asistida tomó valores entre un 7% y 68% y de

manera similar, la alimentación autónoma osciló entre un 15% hasta un 67%.

Patrones de comportamiento

48% 38%

68%

31%

58%

7%

25% 52%

17%

27%

15%

67%

Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5 Sesión 6

Alimentación asistida Alimentación autonóma

76

Figura 331. Atractores principales de comportamiento (cuidadora-niño) en cada

sesión.

En cuanto a los comportamientos de alimentación prevalecieron cuatro atractores

con frecuencias variables, durante las seis sesiones: dar-aceptar; dar-rechazar;

desenganche-desenganche; y esperar-nada.

De esta manera, se resalta que el atractor dar-aceptar fue el más predominante

en las sesiones uno (17%) y cinco (23%) y el segundo más sobresaliente en la

cuarta sesión (17%). Por otro lado, el atractor de dar-rechazar fue el principal en la

sesión tres (29%) y estuvo en segundo lugar en la sesión cinco (15%). En cuanto al

atractor de desenganche-desenganche, cabe mencionar que fue el más reiterativo

en la sesión cuatro (25%) y en la sesión seis (14%), ocupó el segundo lugar en la

primera sesión (13%) y el tercer lugar en las sesiones cinco (14%) y seis (14%).

Finalmente, el atractor de esperar-nada fue el tercero más predominante en las

sesiones uno (13%) y dos (11%) y el segundo más reiterativo en la tercera sesión

(17%).

0%

5%

10%

15%

20%

25%

30%

35%

Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5 Sesión 6

Dar-aceptar

Dar-rechazar

Desenganche-desenganche

Esperar-nada

77

Patrones de comunicación

Figura 34. Atractores principales de comunicación (cuidadora-niño) en cada

sesión.

En cuanto a la comunicación sobresalieron tres atractores con frecuencias

variables, durante las seis sesiones: desconexión-desconexión; neutro-neutro; y

negativo-neutro.

De esta forma, en la diada de Miguel y su cuidadora, se encontró que el atractor

desconexión-desconexión reiteró de manera importante en las seis sesiones.

Siendo así, fue el principal en las sesiones uno (36%), cuatro (39%) y cinco (27%),

ocupó el segundo lugar en las sesiones dos (16%) y seis (31%) y el tercero en la

sesión tres (13%). Igualmente, la comunicación neutra-neutra también se presentó

como un atractor importante durante las seis sesiones. De esta forma, fue el

principal atractor en las sesiones dos (32%), tres (31%) y seis (36%) y ocupó el

segundo lugar en las sesiones uno (20%), cuatro (37%) y cinco (22%). Finalmente,

la comunicación negativa-neutra solo se presentó en las sesiones tres (31%) y

cuatro (9%) en primer y tercer lugar respectivamente.

0%

5%

10%

15%

20%

25%

30%

35%

40%

45%

Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5 Sesión 6

Desconexión-desconexión

Neutro-neutro

Negativo-neutro

78

Diada 3. Valentina y cuidadora

Alimentación autónoma y alimentación asistida

Figura 35. Alimentación autónoma vs alimentación asistida en cada sesión.

En la díada de Valentina y su cuidadora predominó la alimentación autónoma

durante las seis sesiones, con valores entre 44% y 88% del total de interacciones.

Cabe resaltar que los porcentajes más altos de dicha alimentación se presentaron

en la cuarta sesión, seguido de la quinta y primera sesión. Igualmente es destacable

la ausencia de alimentación asistida en las sesiones uno, tres, cuatro y seis; y el

bajo porcentaje de la misma en las sesiones dos (20%) y cinco (5%).

Patrones de comportamiento

0%

20%

0% 0% 5% 0%

72% 44%

44%

88% 74%

65%

Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5 Sesión 6

Alimentación asistida Alimentación autonóma

79

Figura 36. Atractores principales de comportamiento (cuidadora-niño) en cada

sesión.

En cuanto a los comportamientos de alimentación de Valentina y su cuidadora,

primaron cuatro atractores con frecuencias variables durante las seis sesiones:

presente-consume; desenganche-consume; desenganche-desenganche; y

presente-sostiene el alimento.

A partir de esto, se observó que el comportamiento de presente-consume fue el

principal atractor en cinco de seis sesiones con porcentajes entre el 12 y 70%.

Seguido de este, el comportamiento de desenganche-consume fue el atractor

principal en la sesión tres con un 24% y el segundo atractor más predominante en la

sesión cuatro con un 14%. Respecto al atractor desenganche-desenganche, se

encontró que fue el segundo atractor más sobresaliente en la sesión tres con un

19% y fue el tercer atractor en la sesión cuatro con un 6%. Finalmente, el atractor de

presente-sostiene el alimento primó como el segundo atractor en la sesión uno

(11%) y en la sesión dos (11%), mientras que en las demás sesiones fue ausente.

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

70%

80%

Sesión1

Sesión2

Sesión3

Sesión4

Sesión5

Sesión6

Presente-consume

Desenganche-consume

Desenganche-desenganche

Presente-sostiene elalimento

80

Patrones de comunicación

Figura 37. Atractores principales de comunicación (cuidadora-niño) en cada

sesión.

Respecto a la comunicación sobresalieron tres atractores con frecuencias

variables durante las seis sesiones: desconexión-desconexión; neutro-neutro; y

positivo-positivo.

De esta forma, se afirma que el atractor desconexión-desconexión fue el atractor

que más predominó en las sesiones uno (28%), dos (26%), tres (29%) y cuatro

(38%) y a partir de esta sesión empezó a decrecer su frecuencia hasta ausentarse

como atractor en la sesión seis. Seguido de esto, se evidenció que la comunicación

neutra por parte de ambos miembros de la diada fue otro de los atractores que

prevaleció como principal atractor en las sesiones cinco (35%) y seis (29%) y como

segundo atractor más predominante en las sesiones uno (28%) y cuatro (31%). Por

último, la comunicación positiva por ambos miembros de la diada fue el atractor que

predominó en tercer lugar en la sesión uno (16%) y en la sesión cinco (20%), siendo

ausente como atractor en las demás sesiones.

Diada 4. Elisa y cuidadora

0%

5%

10%

15%

20%

25%

30%

35%

40%

Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5 Sesión 6

Desconexión-desconexión

Neutro-neutro

Positivo-positivo

81

Alimentación autónoma y alimentación asistida

Figura 38. Alimentación autónoma vs alimentación asistida en cada sesión.

En la díada conformada por Elisa y su cuidadora, predominó la alimentación

asistida en las seis sesiones con porcentajes entre el 55 y 66%, manteniendo una

diferencia sobresaliente con respecto a los porcentajes de alimentación autónoma.

Es importante señalar que en las primeras dos sesiones y en la quinta no se

presentó alimentación autónoma, mientras que en las otras tres sesiones (3, 4 y 6)

la alimentación autónoma se presentó, pero no superó el 14%. Adicionalmente, se

observó que en todas las sesiones los comportamientos de alimentación (asistida y

autónoma) prevalecieron más del 50% de la interacción.

Patrones de comportamiento

64% 65% 63% 56%

66% 55%

0% 0% 13%

2%

0% 14%

Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5 Sesión 6

Alimentación asistida Alimentación autonóma

82

Figura 39. Atractores principales de comportamiento (cuidadora-niño) en cada

sesión.

En cuanto a los comportamientos de alimentación de Elisa y su cuidadora,

predominaron cuatro atractores con frecuencias variables durante las seis sesiones:

dar-aceptar; dar-rechazar; presente-nada; y presente-regresa el alimento.

De esta forma, se encontró que el principal atractor en cinco de las seis sesiones

(1, 2, 4, 5, y 6) fue dar-aceptar con un 46%, 37%, 45% y 32% respectivamente; y

además, este mismo atractor estuvo presente en segundo lugar en la sesión tres

(19%). Respecto al atractor dar-rechazar, se observó que fue el principal atractor en

la sesión tres (30%) y fue el tercer atractor en la sesión uno (9%), dos (13%) y seis

(12%). Asimismo, se evidenció el atractor presente-nada, el cual fue el segundo

atractor predominante en las sesiones uno (28%), cuatro (20%) y seis (24%), y fue

el tercer atractor en las sesiones tres (16%) y cinco (14%). Finalmente, el atractor

presente-regresa el alimento surgió como segundo atractor en la sesión cinco (20%)

y como tercer atractor en la sesión cuatro (18%).

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

Sesión1

Sesión2

Sesión3

Sesión4

Sesión5

Sesión6

Dar-aceptar

Dar-rechazar

Presente-nada

Presente-regresa elalimento

83

Patrones de comunicación

Figura 40. Atractores principales de comunicación (cuidadora-niño) en cada

sesión.

En cuanto a la comunicación sobresalieron tres atractores con frecuencias

variables durante las seis sesiones: neutro-neutro; negativo-neutro; y positivo-

neutro.

De esta forma, se evidenció que el atractor neutro-neutro prevaleció en primer

lugar durante todas las sesiones con porcentajes entre el 29 y 50%. En esta misma

línea, el atractor negativo-neutro ocupó también el primer lugar como atractor más

predominante en las sesiones dos (33%) y cinco (40%) y fue el segundo atractor en

la sesión seis (18%). Por último, el atractor positivo-neutro fue el segundo más

sobresaliente en las sesiones uno (29%) y tres (25%).

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5 Sesión 6

Neutro-neutro

Negativo-neutro

Positivo-neutro

84

DISCUSIÓN

Como se mencionó anteriormente, el objetivo general de la presente

investigación fue analizar las trayectorias de la interacción en situaciones de

alimentación entre cuidadores y niños en primera infancia con dificultades

alimentarias. Para responder este objetivo se plantearon tres objetivos específicos,

el primero, fue describir los patrones de comportamiento de alimentación a los que

tendieron las diadas durante las sesiones de alimentación; el segundo, fue

caracterizar los patrones de comunicación entre los niños y los cuidadores durante

las situaciones de alimentación; y el tercero fue analizar la variabilidad en la

interacción de las diadas a través del tiempo en situaciones de alimentación. A partir

de los dos primeros objetivos, fue posible observar las tendencias en cuanto a

comunicación y comportamiento, que son los dos aspectos fundamentales de la

interacción. El tercer objetivo por su parte, permitió analizar cómo dichas tendencias

variaron a través del tiempo, e incluso se rompieron en ciertas ocasiones.

En cuanto al primer objetivo, se encontró que los comportamientos de

alimentación variaron entre diadas; sin embargo a nivel general, se observaron tres

tendencias. La primera, fue la alimentación asistida, específicamente el

comportamiento de dar de las cuidadoras y las respuestas de aceptar y rechazar por

parte de los niños. La segunda tendencia, fue la alimentación autónoma, reflejada

en el estar presente de las cuidadoras y el consumo por parte de los niños y

finalmente, la última tendencia fue el desenganche mutuo.

Respecto a las tendencias mencionadas, se encontró que para las diadas de

Sofía y Elisa predominó la alimentación asistida, por lo que sus cuidadoras se

caracterizaron por la alta frecuencia de la acción de dar. Contrario a esto, en la

diada de Valentina se destacó la alimentación autónoma, por lo cual el rol de la

cuidadora se enfocó en el acompañamiento brindado a su hija mientras ella

consumía los alimentos. Por su parte, la diada de Miguel osciló entre ambas

tendencias; generalmente, iniciaba con alimentación asistida y tras varios rechazos

del niño, la cuidadora tendía a desengancharse y delegar la alimentación a Miguel,

dando paso a la alimentación autónoma.

85

Teniendo en cuenta lo anterior, se identificaron a nivel general, dos roles

principales que fueron asumidos por las cuidadoras. Por un lado, están aquellas

cuidadoras (cuidadora Sofía y cuidadora Elisa) cuyo rol en la alimentación estuvo

dirigido hacia el actuar con el fin de promover la ingesta en sus hijas

(comportamientos de dar, esperar y retraer); y por otro, aquellas cuidadoras

(cuidadora Valentina) cuyo rol se restringió al acompañamiento y a la comunicación

sin llegar a realizar acciones para alimentar a los niños (estar presente).

A partir de los roles mencionados, fue posible relacionar la dificultad alimentaria

que presentaron los niños y el rol asumido por las cuidadoras. Así, resulta

interesante analizar que las cuidadoras de las dos niñas con la dificultad alimentaria

de apetito limitado malinterpretado por sus padres (Sofía y Elisa) asumieron el rol de

actuar, cuando lo que se recomienda para este tipo de dificultad es aceptar las

señales de saciedad del niño, más que insistir en sus propias creencias sobre la

cantidad que debe ser ingerida (Kerzner, 2009 y Kerzner et al., 2015). En aquellos

momentos, en los que las cuidadoras interpusieron su deseo por encima de las

señales de las niñas e implementaron la presión para controlar la ingesta,

asumieron un estilo de alimentación autoritario (Birch y Fisher, 1995, Patrick et al.,

2005 y Kerzner, et al., 2015).

Asimismo, al tener en cuenta el rol que tendió a presentar la cuidadora de

Valentina y las dificultades alimentarias de la niña (vigorosa con poco interés en la

alimentación y apetito limitado malinterpretado por los padres), se destaca que por

un lado este rol podría favorecer la ingesta y por otro, disminuirla. Esto,

considerando que lo que se recomienda para alimentar a los niños vigorosos son

límites claros y ausencia de distractores externos y la cuidadora mantuvo en

general, un rol pasivo, lo que le impidió atraer la atención de Valentina hacia los

alimentos, poner límites claros y restringir las distracciones externas. Sin embargo,

este rol sí le permitió a la niña responsabilizarse de la cantidad ingerida, lo cual

resultaría beneficioso según Kerzner (2009) y Kerzner et al. (2015).

En el caso de Miguel (niño vigoroso con poco interés en la alimentación), se

destaca que su cuidadora fluctuó entre ambos tipos de roles: desempeñaba un rol

más proactivo con los alimentos que Miguel no consumía por sí mismo, y al cabo de

86

varios rechazos por parte del niño, su rol se tornaba más pasivo, estando presente o

incluso ausentándose de la situación. De esta manera, podría pensarse que la

autonomía en la alimentación en vez de ser una forma de otorgar la responsabilidad

y enseñar a asumirla, se convierte posiblemente en un síntoma de la frustración de

la cuidadora quien prefiere evadir y por tanto, se aleja de la situación de

alimentación (Hughes y Shewchuk, 2011). La ausencia de la cuidadora en estos

casos no beneficiaba el progreso del niño, dado que Miguel aunque probablemente

está en edad de alimentarse solo, necesitaba la presencia de la cuidadora para que

lo estuviera orientando constantemente y centrando su atención en los alimentos.

Además, se podría pensar que si la cuidadora lograra una postura más firme en la

autoridad, determinara límites precisos, evitara la distracción externa y estableciera

rutinas de alimentación, el sistema podría organizarse de una manera distinta que

favoreciera más la ingesta por parte del niño.

Respecto a la tercera tendencia (desenganche mutuo), se encontró que tres de

las cuatro diadas (Sofía, Miguel y Valentina) tuvieron una alta incidencia en el

desenganche mutuo, y se cree que este podría ser promovido principalmente por

tres factores. El primero fue la alta cantidad de distractores externos que

acompañaron el momento de alimentación como los televisores, celulares u otras

personas que realizaban otras actividades e interrumpían la interacción de

alimentación. Otro posible factor fue el alto porcentaje de rechazo por parte de los

niños que podía generar un sentimiento de frustración en los cuidadores que, a su

vez, los llevaba a un desenganche. Finalmente, un tercer factor pudo ser la

alimentación autónoma por parte de los niños que no requería de las acciones de

dar de las cuidadoras. Cabe mencionar que al desengancharse un miembro de la

diada, el otro tendía también a hacerlo.

La idea anterior acerca de los posibles factores que influyeron en el alto

porcentaje de desenganche está acorde con lo planteado por Álvarez (2006), quien

afirmó que las prácticas de crianza se determinan no solo por las características de

los padres sino también por las respuestas específicas de cada niño. De esta forma,

es posible pensar que las diadas se desenganchan en respuesta a comportamientos

específicos de alguno de los miembros, sobre todo cuando las expectativas de las

87

cuidadoras son incompatibles con las respuestas de los niños (Hughes y Shewchuk,

2011). En estos casos se pueden generar interacciones estresantes, razón por la

cual se podría creer que las cuidadoras tienden a desengancharse para evitar la

frustración que esto les produce.

Lo mencionado, se refuerza al observar que el intento de reenganche en la

mayoría de las diadas fue poco, por lo que el alto nivel de desenganche tendía a

permanecer, es decir, fueron pocos los momentos en los que el cuidador tuvo la

intención de atraer la atención del niño nuevamente hacia la alimentación. Esto

podría explicarse con la hipótesis de que las cuidadoras al recibir tantos rechazos

por parte de los niños, dejaban de insistir y preferían desengancharse para evitar

que la alimentación se convirtiera en una situación estresante. De esta forma, las

cuidadoras al no tener un rol insistente y constante les otorgaban el control a los

niños quienes empezaban a dominar la dinámica de alimentación. Esto guardaría

semejanza con la descripción del estilo permisivo de crianza planteado por Birch y

Fisher (1995), Patrick et al. (2005) y Kerzner et al. (2015), puesto que en estas

situaciones las cuidadoras tendían a perder su rol de control y orientación frente a

los tiempos de alimentación, los ritmos, las cantidades, los alimentos que debían

consumir los niños y en general en las acciones involucradas en la alimentación. Por

tanto, se podría considerar que este estilo de alimentación resulta ser poco

saludable y es asociado en algunas ocasiones, por los mismos autores, a un

“descuido nutricional”. Este estilo de alimentación, se percibió generalmente en tres

de las cuatro diadas (Sofía, Miguel y Valentina).

No obstante, cabe señalar que este estilo de alimentación no fue permanente en

todas las sesiones, las cuidadoras variaron su actitud y estilo de alimentación frente

a la dinámica. Por ejemplo, la cuidadora de Miguel, quien tendió a presentar un

estilo de alimentación permisivo, en ciertas ocasiones se mostró también con un

estilo responsivo respecto a la alimentación (Birch y Fisher, 1995 y Patrick et al.,

2005) puesto que exigía el consumo de los alimentos, pero a su vez, tenía en

cuenta los deseos del niño (sesión 2).

Por otro lado, para continuar el análisis de los comportamientos de alimentación,

es preciso mencionar otros factores que intervinieron en las interacciones, como lo

88

fueron las estrategias y prácticas de alimentación. Respecto a las estrategias,

autores como Hendy y Raudenbuch (2000) mencionaron que estas podrían mejorar

o no el consumo de los alimentos por parte de los niños. Así, una de las estrategias

planteada por estos autores fue el modelado, el cual se observó en varias ocasiones

en dos de las diadas (Miguel y Valentina). En estas situaciones, las cuidadoras

imitaban la forma cómo se debían consumir ciertos alimentos, para incitar a los

niños a replicar esta misma acción. Sin embargo, el modelado no resultó de manera

positiva en la interacción de estas dos diadas dado que los niños no replicaron la

acción ni consumieron los alimentos. Lo anterior, contradice lo planteado por Hendy

y Raudenbuch (2000) quienes afirmaron haber comprobado la efectividad de dicha

estrategia.

Estos mismos autores plantearon la efectividad de acompañar la alimentación

con comentarios alentadores que promovieran la ingesta de alimentos. Este tipo de

comentarios se evidenciaron en las cuatro cuidadoras, aunque se obtuvieron

diferentes tipos de respuestas por parte de los niños. Se podría afirmar que en una

de las cuatro diadas (diada de Elisa) esta estrategia sí resultó ser efectiva, mientras

que en las otras tres (Sofía, Miguel y Valentina), los niños no consumieron los

alimentos promovidos. Es necesario mencionar que la efectividad de estas

estrategias, posiblemente, requiere de mayor consistencia y perseverancia por parte

de las cuidadoras para alcanzar los resultados esperados. Además, también se

recomendaría considerar aspectos como el gusto por los alimentos, la forma de

presentarlos, la calidad y la cantidad.

Otra estrategia propuesta por Galloway, Fiorito, Francis y Birch (2006) y Cortés-

Moreno y Méndez-Lozano (2011) consiste en presionar a los niños a consumir los

alimentos en su totalidad. Estos autores plantearon que esta estrategia suele

disminuir la ingesta y aumentar las valoraciones negativas hacia los alimentos. A

este respecto, se encontró que ninguna de las cuatro cuidadoras la implementó, lo

que está en coherencia con su tendencia hacia la permisividad en su estilo de

alimentación, pero a su vez, favorecía la representación del momento de

alimentación en los niños, evitando que fuera un espacio coercitivo. Análogamente,

Cortés-Moreno y Méndez-Lozano (2011) encontraron en sus investigaciones que

89

otras estrategias podrían incurrir en resultados indeseables como alimentar al niño

en la boca cuando él es capaz de alimentarse por sí solo, alimentar en forma pasiva,

o desviar la atención del niño hacia otros aspectos diferentes de la comida. La

estrategia de alimentar al niño en la boca, aun cuando él puede hacerlo por sí solo,

fue predominante en Miguel, lo que la mayoría de las veces tuvo resultados

positivos porque el niño aceptaba las cucharadas. La estrategia de desviar la

atención del niño hacia otros aspectos diferentes a la comida se observó en todas

las diadas, puesto que las cuidadoras utilizaban diferentes objetos (cucharas,

televisión, celulares) para atraer la atención del niño, y así recibieran más fácilmente

los alimentos. No obstante, esta estrategia solo fue efectiva para la diada de Elisa,

la cual implementó la cuchara como objeto de distracción, mientras que las otras

tres diadas (Sofía, Miguel y Valentina), se distraían por medio del televisor o el

celular, y tendían a desengancharse de la alimentación, corroborando así los

resultados indeseables afirmados por los autores.

Además de las estrategias mencionadas por los autores, se encontró una

estrategia más que en la literatura revisada no aparece planteada. En la diada de

Elisa, la cuidadora ponía el bocado de comida en la mano de la niña para que ella

misma lo consumiera, dándole así un rol más participativo y autónomo. En este

caso, esta estrategia la mayoría de las veces resultó ser efectiva porque la niña lo

consumía.

A partir de las estrategias mencionadas anteriormente, se puede afirmar que el

uso de estas puede ser variado y estar o no asociadas a comportamientos

alimenticios saludables. Es importante tener claro que en las interacciones, las

cuidadoras no siempre utilizan las mismas estrategias y las respuestas de los niños

ante ellas no están definidas, sino por el contrario varían constantemente (Ogden,

Reynolds y Smith, 2006).

Como se había mencionado anteriormente, en la interacción intervienen tanto las

estrategias como las prácticas alimentarias. Estas últimas, hacen referencia al uso

de diferentes utensilios para alimentar, los alimentos seleccionados, las porciones

servidas, la forma de preparación, entre otras (Black y Creed-Kanashiro, 2012 y

Cortés-Moreno y Méndez-Lozano, 2011). En cuanto a los alimentos servidos, a

90

Sofía, Valentina y Elisa se les preparaba alimentos variados, ricos en proteínas y

carbohidratos; mientras que a Miguel durante las seis sesiones le sirvieron

exactamente los mismos alimentos (albóndiga, arroz y sopa de pasta). En ninguno

de los casos los alimentos fueron consumidos en su totalidad y generalmente, los

niños preferían consumir más carbohidratos que proteína. Además, las porciones

servidas para Miguel, Valentina y Elisa eran más pequeñas que las de Sofía, a

quien le servían porciones para adultos. Según Kerzner (2015), las prácticas de

alimentación que emplean los padres deben estar acordes con la dificultad

alimentaria que presenta el niño y ajustadas a las porciones según la edad. En el

caso de las cuatro diadas, se podría creer que las cuidadoras implementaron las

prácticas sin tener en cuenta dichas dificultades y sin ser conscientes que desde

temprana edad se empiezan a construir hábitos alimenticios que tienden a perdurar

en etapas posteriores del desarrollo y pueden llegar a ser o no saludables. Por

ejemplo, no sería recomendable que los niños continuaran prefiriendo la ingesta de

carbohidratos que la de proteínas, ni tampoco que sintieran la necesidad de estar

frente a las pantallas (televisor o celular) para alimentarse.

Por otra parte, así como los patrones de comportamiento son importantes para la

dinámica de alimentación, los patrones de comunicación también lo son. Esto,

teniendo en cuenta que la interacción es entendida como la comunicación verbal y

no verbal que permite a los individuos relacionarse y comprender el comportamiento

del otro (Alvarez, 2006). Considerando lo anterior, es claro que en una diada, cada

uno tiene la responsabilidad de leer las señales emitidas por el otro para responder

de tal forma que la interacción fluya. De esta forma, la interacción implica una

relación que va más allá de estar junto al niño e intercambiar información, es

necesario que el vínculo emocional entre cuidador y el niño de paso al

reconocimiento e interpretación de lo que el otro está comunicando (Black y Creed-

Kanashiro, 2012).

En concordancia con lo anterior, se encontró que las díadas de Sofía, Miguel y

Valentina tuvieron patrones similares, oscilando entre la comunicación neutra y la

desconexión mutua. Esto implica que las cuidadoras, se limitaron en general, al

intercambio de información, preguntar y dar instrucciones, mientras que los niños se

91

limitaron a escuchar y preguntar (Granic y Lamey, 2002). Se podría entonces

plantear que en estas tres diadas la interacción se limitó a un acompañamiento del

momento de la alimentación en el que el cuidador desatendía las señales del niño y

a su vez, este último se desconectaba. De esta manera, se podría pensar que la

comunicación con un tono poco afectivo, podría evidenciar ciertas dificultades en el

vínculo emocional entre el cuidador y el niño, y por tanto, ocasionar conflictos en la

confianza y seguridad de ambos, llegando a afectar la propia alimentación (Black y

Creed-Kanashiro, 2012). Es así como la alimentación se reduce a las acciones de

dar y brindar instrucciones necesarias para este mismo fin, en vez de ser el

escenario en el que se pone juego la relación misma.

La falta de afecto en la interacción en situaciones de alimentación se refleja

también en la baja comunicación positiva mutua en las cuatro diadas. Esto quiere

decir que fueron muy pocos los eventos en los que ambos miembros de la diada

estuvieron de acuerdo, promovieron la opinión del otro, suscitaron humor y

solicitaron de manera asertiva el cumplimiento de lo solicitado, entre otros (Granic y

Lamey, 2002). Por tanto, se podría suponer que si hubiese de base una relación

sólida entre el cuidador y niño y se reflejara en los momentos de alimentación,

podría existir una tendencia más fuerte hacia la comunicación positiva, lo cual

promovería más fácilmente la ingesta de alimentos.

Es importante mencionar que las cuidadoras tuvieron una comunicación más

positiva que los niños, dado que estos tendieron a responder generalmente de

manera neutra limitándose a escuchar. Esto podría deberse a que la mayoría de los

niños (Sofía, Miguel y Valentina) estuvieron distraídos con factores externos por lo

que posiblemente fueron muy pocos los momentos en los que se situaron como

receptores activos y lograron responder ante las señales de su cuidador.

Por otro lado, en cuanto a la comunicación negativa, se puede afirmar que hace

referencia al estar en desacuerdo y negarse; por lo que implica poner límites. Esta

comunicación fue muy poca en las cuidadoras de Miguel, Sofía y Valentina,

mientras que los niños implementaron este tipo de comunicación con mayor

frecuencia. Por tanto, resulta interesante observar que aun cuando los niños

tendieron a impedir la alimentación, las cuidadoras no lograron poner límites claros,

92

por lo que dejaron que estos se alimentaran a su voluntad. De esta manera, se

encuentran rasgos de permisividad también observados en los patrones de

comportamiento, según lo planteado por Kerzner et al. (2015) y Birch y Fisher

(1995).

Otro punto a resaltar respecto a los rasgos de permisividad de las cuidadoras fue

la tendencia que se observó en la cuidadora de Sofía, quien permitió la hostilidad de

la niña en los momentos de la cena en lugar de corregirla y ponerle límites. Esto,

teniendo en cuenta que en general, Sofía se mostró como una niña de

temperamento difícil, se angustiaba con facilidad, se tornaba irritable, se negaba

ante las peticiones de su cuidadora, respondía de manera agresiva, entre otras,

(Schaffer, 2006). Ante este tipo de expresiones de Sofía su cuidadora aceptaba sus

comportamientos de hostilidad y respondía en primera medida de manera positiva o

neutra. Sin embargo, cuando Sofía persistía con su comunicación hostil, la

cuidadora prefería desconectarse. Respecto a esto, se podría pensar que

posiblemente la cuidadora prefería evitar el conflicto con la niña en vez de

demostrar autoridad y enfrentar la situación.

Asumiendo que las cuidadoras de Sofía, Miguel y Valentina tendieron a

responder de manera neutra o positiva frente a la hostilidad o negatividad de los

niños, se evidenció el patrón de permisividad en la comunicación entre cuidador y

niño mencionado por Granic y Lamey (2002). Esto hace pensar que los padres al no

lograr los resultados esperados en sus hijos, desistieron de su intento de marcar

límites y cedieron el control a los niños. Los rasgos de permisividad evidenciados en

la comunicación están en coherencia con la permisividad observada en los patrones

de comportamiento. Esto implica que el estilo de permisividad en estas diadas es un

atractor muy fuerte que refleja la dificultad de los cuidadores para limitar el

comportamiento de los niños haciendo uso de las palabras y las acciones.

En contraposición a la tendencia de permisividad en el estilo de alimentación de

las tres cuidadoras (Sofía, Valentina y Miguel), se destacó que la cuidadora de Elisa

demostró mayor autoridad y a su vez, fue de las cuidadoras más positivas. Esta

combinación entre ser positiva y a la vez negativa, da cuenta de un estilo de

93

alimentación responsivo (Kerzner et al., 2015 y Birch y Fisher, 1995), como se había

mencionado en los patrones de comportamiento.

Por otra parte, se encontró que la hostilidad fue un repulsor en la comunicación

de las diadas porque se presentó muy pocas veces (Hollestein, 2007). De acuerdo

con esto, fueron pocos los eventos, pero todos los niños tuvieron expresiones

hostiles hacia sus respectivas cuidadoras. Sin embargo, solo las cuidadoras de

Miguel y Valentina respondieron ante la hostilidad de los niños de la misma forma.

Al analizar lo anteriormente mencionado, se podría afirmar que la hostilidad de

los cuatro niños apareció en los momentos en que querían imponer un deseo que

los cuidadores no aceptaban y por ende, no satisfacían. Respecto a las respuestas

de las cuidadoras ante esta hostilidad, se podría mencionar que en la cuidadora de

Sofía, sale nuevamente a relucir su tendencia hacia el estilo permisivo de

alimentación, pero también se podría suponer que al ser la niñera se le podría

dificultar asumir una posición de autoridad que le permitiera poner un límite claro

ante la hostilidad. En cuanto a la cuidadora de Elisa, se puede afirmar que a pesar

de que la niña presentó algunas expresiones hostiles, la cuidadora no se enganchó

en esta dinámica e intentó mantener su comunicación positiva y neutra con la

intención de bajarle el nivel de hostilidad a la niña. A diferencia de estos casos, las

cuidadoras de Miguel y Valentina al presenciar la hostilidad de los niños,

respondieron de esta misma forma, lo que causaba una escalada de hostilidad en la

interacción (Granic y Lamey, 2002).

Por otro lado, al recordar que el enfoque de este estudio son los sistemas

dinámicos, es importante ahondar en la forma en que los patrones de

comportamiento y comunicación cambiaron a través del tiempo. Se iniciará dando

cuenta de la variabilidad en los patrones de comportamiento, lo cual incluye el

análisis de los tipos de alimentación (asistida y autónoma) y los principales

atractores de cada sesión. Seguido de esto, se aludirá a los cambios en los

patrones de comunicación, al analizar las diferentes reorganizaciones que se dieron

en los sistemas que pudieron mediar en el cambio de los atractores.

En primer lugar, respecto a la variabilidad en los patrones de comportamientos,

específicamente en los tipos de alimentación, se encontró que dos de las diadas

94

(Sofía y Miguel) mostraron ser más variables entre sesión y sesión dado que fue

mayor la oscilación entre ambos tipos de alimentación, en comparación con las

diadas de Valentina y Elisa que tuvieron un patrón más consistente (autónoma y

asistida respectivamente). A partir de esto, se podría plantear, según la teoría de

Van Geert (2003), que el sistema de las diadas de Valentina y Elisa se han

organizado en una forma particular de funcionamiento y se encuentran en un estado

de mayor estabilidad en comparación con las otras dos diadas (Sofía y Miguel).

Dicha estabilidad podría pensarse que se debe a que los miembros de las diadas se

encontraban en una “comodidad” (zona de confort) que no los incitaba al cambio.

Sin embargo, esta forma de funcionamiento no favorece una mejoría en la dificultad

alimentaria que presentan los niños. En contraposición a esto, la variabilidad

observada en las diadas de Sofía y Miguel podría promover el cambio en la

dinámica poco favorecedora que estaba pre-establecida.

Cabe mencionar que en cada diada hubo pequeños momentos de transición al

pasar de alimentación autónoma a alimentación asistida o viceversa. Estas

transiciones podrían explicarse por cambios en las interconexiones o por el

surgimiento de nuevas variables que alteran el sistema (Kunnen y Van Geert, 2012).

Para ejemplificar el planteamiento de los autores, se mencionarán situaciones de

cada una de las diadas. Así, se observó que en las diadas de Sofía y Miguel, el

paso de alimentación asistida a la autónoma se daba generalmente después de

varios rechazos por parte de los niños, en los cuales las cuidadoras desistían y se

desenganchaban. Cabe mencionar que en las últimas dos sesiones de Miguel, se

observó un cambio en el motivo de la alimentación autónoma, debido a que el niño

fue quien solicitó a su madre la autonomía para alimentarse. Respecto al caso de

Elisa, la alimentación autónoma fue promovida por la cuidadora como un medio para

involucrarla en el proceso de alimentación. Finalmente, en la diada de Valentina, se

observó que la alimentación asistida era implementada por la cuidadora con el

objetivo de intentar reengancharla en el consumo de alimentos.

En este sentido, la variabilidad tiene un papel fundamental en el desarrollo

debido a que las reorganizaciones que se dan en los momentos de transición o

inestabilidad permiten romper con patrones antiguos y a su vez, da la posibilidad a

95

que aparezcan nuevos patrones (Van Geert y Van Dijk, 2015). El surgimiento de

estas nuevas formas de funcionamiento es más probable que ocurra en las diadas

más variables (Sofía y Miguel). De esta forma, es importante analizar aquellas

características de las cuidadoras y de los niños, que posiblemente intervinieron en la

variabilidad observada.

En cuanto a las características de los niños, se considera que Sofía y Miguel

presentaron en general, rasgos del temperamento difícil según la descripción

planteada por Bergmeier et al. (2014). Este temperamento influye en las respuestas

del cuidador y a su vez, afecta las interpretaciones y el sentido que los niños

otorgan a sus experiencias (Álvarez, 2006). No obstante, el temperamento no se

presentó como una característica fija durante las sesiones, puesto que los niños en

algunas ocasiones presentaron atributos de un temperamento “fácil” (Bergmeier et

al., 2014). Por lo anterior, es posible plantear que el concepto de temperamento

corresponde a un parámetro del sistema más que a una propiedad estática en las

personas, que se ve afectado por las características del contexto.

Adicionalmente, la variabilidad en las diadas, pudo estar influenciada por el alto

nivel de emocionalidad observada en Sofía y Miguel, lo que a su vez, se podría

asociar con la disminución del disfrute, comportamientos quisquillosos, tiempo de

alimentación más prolongados e ingesta de alimentos por debajo de lo esperado

(Haycraft et al. 2011).

Respecto a las cuidadoras, se encontraron características diferentes en cada una

de ellas que pudieron influir en la variabilidad. En el caso de la cuidadora de Sofía,

se podría creer que al no contar con un estilo de alimentación que resultara efectivo,

intentaba diferentes estrategias con el fin de favorecer la ingesta por parte de la

niña. Sumado a esto, sus rasgos de permisividad dificultaban mantener el control de

la alimentación asistida, por lo que era la niña quien en general marcaba la

dinámica. La cuidadora de Miguel por su parte, se caracterizaba por su alto nivel de

emocionalidad, por llevar una vida muy ocupada y por permitir que las frustraciones

diarias se tornaran en una experiencia crónica que podrían afectar el cuidado del

niño y a su vez, podría generarle angustia y estrés (Cortés-Moreno y Méndez-

Lozano, 2011).

96

Teniendo en cuenta todos estos factores, tal vez, la variabilidad en estas dos

diadas (Sofía y Miguel), se debió a que las cuidadoras se mostraron muy

vulnerables a las demandas de los niños y fueron estos quienes determinaron en sí,

la dinámica de alimentación. Contrario a esto, en las otras dos diadas (Valentina y

Elisa), se percibió una dinámica construida que prevaleció en el tiempo, en la que

cada miembro tenía claro el rol que desempeñaba aun cuando en ocasiones se

favoreciera o no la ingesta de alimentos.

De manera similar, se observó mayor variabilidad en los atractores de

comportamiento durante las seis sesiones, en las diadas de Sofía y Miguel. Sin

embargo, teniendo en cuenta las dificultades alimentarias de los niños, resulta

interesante analizar en qué momentos el atractor principal fue dar-aceptar, es decir,

qué elementos del sistema se activaron o se alteraron para dar lugar a este cambio.

A este respecto, se encontró que los posibles factores que alteraron el sistema

fueron, en el caso de Miguel, la desconexión mutua en la comunicación y la

automatización de las acciones de dar y recibir, dado que ambos miembros de la

diada estaban distraídos con factores externos. En el caso de Sofía, la activación

del atractor dar-aceptar pudo ser promovido también por la desconexión mutua en la

comunicación y además, por la tranquilidad de la niña y su alto nivel de aceptación

que implicaba que la cuidadora estuviera constantemente alimentándola.

Por otro lado, las diadas de Valentina y Elisa, a pesar de tener múltiples estados

a su disposición, tendieron a estabilizarse en un solo estado que resultó ser el más

atractivo (Kunnen y Van Geert, 2012). En el caso de Valentina, el atractor principal

fue el de presente-consume y en el de Elisa, dar aceptar. El hecho de que sean

atractores a favor de la ingesta de alimentos, puede explicar en parte también, la

estabilidad observada en las diadas. Sin embargo, es importante recordar que el

consumo de Valentina tendía a ser únicamente de jugo y Elisa en ocasiones

devolvía aquello que ingería.

Al continuar el análisis respecto a la variabilidad, cabe aludir a la forma en la que

cambiaron los patrones de comunicación a lo largo de las sesiones y entre diadas.

Siendo así, se observó que las cuatro diadas tendieron a comunicarse de manera

neutra durante las seis sesiones. Además, tres de las diadas (Valentina, Sofía y

97

Miguel), oscilaron entre la comunicación neutra y la desconexión mutua. A este

respecto, es importante mencionar que al observar en detalle las sesiones en las

que el atractor principal fue la desconexión mutua, se encontró que las cuidadoras

se desconectaban primero que los niños y dos de ellas (cuidadora Sofía y cuidadora

Valentina), retiraban la atención del momento de alimentación para focalizarla en el

televisor. El paso de la desconexión mutua a la comunicación neutra tendió a darse

cuando las niñas intentaban reenganchar a las cuidadoras mediante diferentes

acciones (pararse en la silla, retirar los platos, aislarse del contexto de alimentación,

entre otras) o verbalizaciones.

Por otra parte, en las diadas de Miguel y Elisa se destacó como atractor, la

comunicación negativa-neutra, lo que implica mayor autoridad y límite por parte de

las cuidadoras. Resulta interesante entonces, analizar que en el caso de Miguel, en

el que su cuidadora la mayor parte del tiempo tendió a presentar rasgos de

permisividad, en dos ocasiones (sesión 3 y 4), logró mayor autoridad y control frente

a las actitudes del niño. Sin embargo, estos rasgos de autoridad no lograron ser

consistentes a lo largo de las sesiones, puesto que Miguel no respetaba ni cumplía

los límites. De acuerdo con esto, es importante resaltar los intentos de autoridad de

la cuidadora, pero a la vez analizar cómo las respuestas del niño, sumado con las

características de ambos y los rasgos de permisividad dificultaron que el atractor

negativo-neutro lograra mayor estabilidad y consistencia en el tiempo.

En contraposición, al analizar con detenimiento el caso de la cuidadora de Elisa,

se encontró que fue más estable en el límite y autoridad que tenía frente a su hija, lo

que es coherente con la consistencia observada en el atractor negativo-neutro

durante las seis sesiones. Sin embargo, se resalta que la niña continuó presentando

comportamientos que la cuidadora intentó corregir, como el devolver la comida o

tirar la cuchara. En estos casos, se considera que el límite de la cuidadora no era

del todo coherente para la niña puesto que aun cuando sus palabras expresaban su

desacuerdo, sus acciones reafirmaban el comportamiento de Elisa. Igualmente, se

rescata la insistencia de la cuidadora en demostrar su desacuerdo lo que podría

llegar a favorecer el aprendizaje deseado en su hija.

98

Es importante aludir además, al atractor positivo-positivo puesto que promueve

un ambiente de alimentación favorable y mayor conexión entre ambos miembros.

Siendo así, vale la pena resaltar que solo fue uno de los principales atractores en la

diada de Valentina. Al analizar las situaciones en las que esto ocurrió, se encontró

que fueron las únicas sesiones (1 y 5) en las que el padre también estuvo presente

en la mesa, por lo que se podría suponer que su presencia hizo que el sistema se

reorganizara de formas poco usuales, puesto que generalmente, el padre no

acompañaba los momentos de la cena (Osorio et al., 2002). Sin embargo, el cambio

no logró ser lo suficientemente fuerte para que cambiaran los atractores principales

de la dinámica (desconexión-desconexión y neutro-neutro).

Análogamente, cabe mencionar que únicamente en la diada de Elisa, se presentó

el atractor positivo-neutro. Este tipo de comunicación también resulta favorable para

la ingesta de alimentos, puesto que implica que la cuidadora está acompañando la

alimentación con comentarios alentadores y agradables (Moore et al., 2007). En

este sentido, es posible observar que este atractor se presentó de manera más

consistente que el atractor positivo-positivo en la diada de Valentina. No obstante,

en las sesiones que este atractor no se presentó (2 y 6) se pudo evidenciar que la

cuidadora mantuvo una comunicación más negativa en cuanto que la niña reiteró en

comportamientos que no favorecían la alimentación (regresar los alimentos de la

boca y tirar las cucharas al suelo).

En vista de todo lo anterior, se puede afirmar que en todas las diadas hubo

presencia de variabilidad aunque esta se presentó con mayor intensidad en algunas

diadas que en otras. Además, esto permitió observar que aun cuando no hubo

cambios abruptos en los sistemas, sí se evidenciaron pequeñas transiciones que

posibilitaron que las diadas atravesaran diferentes estados.

Como resultado del análisis realizado hasta este punto, se concluye que en la

interacción entre cuidador y niño durante los momentos de alimentación entran en

juego un sin número de variables; sin embargo, al aludir a los comportamientos y a

la comunicación se está haciendo referencia a aquello que se externaliza con el fin

de mantener fluyendo el proceso interactivo o por el contrario de interrumpirlo. Así,

las acciones, gestos y palabras son los medios que les permiten a los sujetos

99

materializar una intención frente al otro. Por tanto, fue fundamental que las variables

de este estudio fueran los comportamientos y la comunicación para así, tener una

visión más completa del fenómeno.

Al respecto de estas dos variables, se encontró que existen tendencias en las

dinámicas de alimentación favorecidas por la presencia de fuertes atractores. Sin

embargo, los pequeños cambios promovidos por el contexto, personas externas o

por alguno de los miembros de la diada, causan que el sistema se reorganice en

formas de funcionamiento que pueden ser o no más saludables. En este sentido,

tanto los cuidadores como los niños tienen un lugar protagónico en el surgimiento de

nuevas formas de funcionamiento. Aunque, siendo los cuidadores, personas adultas

y con mayor consciencia, es importante que reconozcan los ciclos en los que

tienden a reiterar en la dinámica de alimentación e insistan en pequeños cambios

que les permitan romper con el patrón pre-establecido. Asimismo, se subraya la

importancia de un diálogo reflexivo entre ambos, que le ayude al niño a tomar

consciencia del impacto de sus acciones o palabras en el cuidador y en la dinámica

de alimentación.

En concordancia con lo anterior, la interacción misma resulta ser insumo para las

transformaciones de los individuos, en la medida en que la relación con el otro

permite auto-observarse y actualizarse. Además, el cambio individual repercute en

el cambio de todo el sistema, lo cual, resulta ser un factor motivacional para

continuar en el proceso de transformación.

Ante esta premisa de la constancia del cambio, se considera que la mayoría de

los planteamientos clásicos en los que se basó este estudio, como el temperamento,

las dificultades alimentarias, las estrategias, estilos y prácticas de alimentación, son

descripciones estáticas de los sujetos, que les arrebatan la posibilidad de

transformarse a través del tiempo. Análogamente, son planteamientos que buscan

congregar bajo ciertas etiquetas a las personas, sin dar lugar a las diferencias

individuales o a la posibilidad de cambiar en función de las interacciones. De esta

manera, no es adecuado plantear intervenciones generalizadas para tratar las

dificultades alimentarias, como lo plantea Kerzner et al (2015), puesto que este

100

estudio confirma que ante una misma forma de actuar, hay múltiples formas de

responder.

Por lo tanto, es necesario que cada diada se responsabilice de su propia

dinámica y la ajuste según las necesidades que vayan surgiendo en el transcurso

del tiempo. De este modo, se podría significar el momento de alimentación como un

ritual simbólico que posibilitaría no solo la nutrición sino también el fortalecimiento

del vínculo emocional, de modo que este momento sea un escenario más para

potencializar el sistema familiar. Igualmente, resulta ser un momento idóneo para

que los niños aprendan a relacionarse con la autoridad e interioricen límites y

normas, considerando que los niños extrapolarán las pautas de relación aprendidas

en casa a otros escenarios de la vida.

Como complemento de la idea anterior, se puede afirmar que cuando los

escenarios de alimentación están libres de distractores externos, la diada tiende a

estar más enganchada entre sí y se facilita que la atención de los miembros esté

puesta en la dinámica. Esto favorece a su vez, que el cuidador logre estar más

presente y por tanto pueda leer las señales del niño con mayor fluidez y responder

de manera más asertiva.

En este sentido, es posible concluir que la interacción en los momentos de

alimentación es un sistema de interconexiones entre diversos factores, en los que

ninguno es causa del otro, sino que todos intervienen de manera particular para

lograr que el sistema se reorganice en un determinado estado en el tiempo,

alcanzando cierta estabilidad. Sin, embargo, esta estabilidad no dura por siempre,

teniendo en cuenta que lo único que permanece constante es la variabilidad, y es

esta, la que posibilita el cambio.

Aun cuando lo que permanece constante es la variabilidad, la presente

investigación permite dar cuenta de algunas recomendaciones que pueden

favorecer la dinámica de alimentación y así, el manejo de las dificultades

alimentarias. En este sentido, es importante que las intervenciones estén dirigidas a

los múltiples factores que intervienen en la dinámica de alimentación, y no

únicamente en el rol de los cuidadores, como generalmente la literatura resalta y los

pediatras sugieren.

101

De esta manera, se propone que cuidadores, pediatras, nutricionistas y otros

interesados en las dinámicas de alimentación con niños en primera infancia, tengan

en cuenta para las intervenciones tres factores principales, como lo son:

características del contexto, características de los alimentos y características de los

individuos. En cuanto a las características del contexto de alimentación, es

importante analizar si las disposiciones del espacio favorecen la dinámica y

específicamente aludir si hay o no presencia de pantallas. Esto, teniendo en cuenta

que los resultados del estudio señalan que la presencia de pantallas distrae tanto al

niño como al cuidador y entorpece el diálogo necesario para una dinámica fluida.

Igualmente, en las intervenciones se sugiere tener en cuenta, las características

de los alimentos que se le proporcionan al niño, es decir, si son o no saludables, si

son de la preferencia del niño, la cantidad y la forma en la que son servidos. En este

punto, es importante que los cuidadores conozcan que no se trata solo de lograr que

el niño ingiera, también es importante que el niño aprenda a alimentarse de manera

saludable, lo cual incluye dinámicas de alimentación sanas y alimentos nutritivos,

puesto que en la primera infancia se consolidan las bases de la alimentación futura.

Por otra parte, las intervenciones se nutrirían profundamente si se retoman

características de ambos miembros de la diada, como el temperamento, historia de

vida respecto a la alimentación, hábitos alimentarios y la disposición con la que se

llega al momento de la ingesta, teniendo en cuenta que estos factores individuales

se reflejan en la interacción construida en los momentos de alimentación y pueden

promover o por el contrario, perjudicar la dinámica de alimentación.

Asimismo, para el curso de las intervenciones, resultaría beneficioso analizar la

dinámica de alimentación, teniendo presente los dos tipos de alimentación que

surgieron en este estudio (asistida y autónoma), para así, considerar el rol que tanto

el niño como el cuidador están asumiendo dentro de la dinámica. Lo anterior con el

propósito de observar si el rol desempeñado por el cuidador está en sintonía con las

necesidades del niño, dado que en algunas ocasiones, dicho rol puede estar

promoviendo la dificultad alimentaria en lugar de favorecer su mejoría. Para lograr

una mayor sintonía, es importante que en la postura que asuman los cuidadores

102

haya coherencia entre sus acciones y sus palabras para que el mensaje que se le

trasmita al niño sea lo más claro posible.

Además, al aludir a ambos tipos de alimentación es importante analizar el paso

de la alimentación asistida a la autónoma, puesto que este no debe ser la

consecuencia del cansancio y el estrés que el rechazo del niño suscita en el

cuidador. Por tanto, es necesario trabajar el manejo de la frustración en el cuidador

para que logre perseverar aun cuando los resultados no sean los esperados, dado

que los esfuerzos consistentes en el tiempo logran inducir cambios en el sistema,

como este estudio muestra. De esta manera el paso de la alimentación asistida a la

autónoma sería un motivo para otorgar responsabilidad al niño y para formarlo en la

actividad de alimentarse.

Por otra parte, el trabajo de la frustración en los cuidadores, favorecería su

actitud, disposición, paciencia y empatía, frente al ritmo y proceso del infante, lo que

a su vez, podría incrementar la frecuencia de intento de reenganche para atraer la

atención del niño hacia los alimentos. Esto resulta supremamente importante,

teniendo en cuenta que una de las principales dificultades encontradas en el

presente estudio fue el desenganche mutuo y por tanto que el cuidador intente

mantener al niño enganchado en la dinámica de alimentación resulta ser beneficioso

para que la interacción fluya. Análogamente, trabajar en el manejo de la frustración,

permitiría que los cuidadores tuvieran mayor consistencia en la implementación de

estrategias y prácticas a través del tiempo, sin abandonar el intento tras los

rechazos de los niños. En esta lógica, resulta significativo que los cuidadores logren

salir de la zona de confort para arriesgarse a realizar pequeños cambios y así, lograr

una mayor movilización del sistema hacia estados más saludables.

Otro punto a tratar para contribuir a una dinámica sana de alimentación es el

estilo de alimentación asumido por los cuidadores. A este respecto, se recomienda

que los cuidadores asuman un estilo responsivo en el que tengan en cuenta las

necesidades y preferencias del niño, pero a su vez, se posicionen como una

autoridad clara que permita establecer límites contundentes y tener el control de la

alimentación y así, no permitir que sean los niños quienes direccionen la dinámica

de alimentación como fue evidenciado en este estudio. El asumir este estilo de

103

alimentación, implica incrementar la comunicación negativa y positiva por parte del

cuidador, es decir, mayor retroalimentación amorosa para el niño y a su vez,

claridad en límites y autoridad. En esta línea de pensamiento, es pertinente que el

cuidador no evite el desacuerdo con el niño, puesto que es en la diferencia en

donde el cuidador tiene la posibilidad de corregirlo y mostrarle diferentes alternativas

para actuar y el niño aprende a argumentar sus propios puntos de vista.

Adicionalmente, se resalta que la presencia del cuidador en los momentos de

alimentación es un recurso que favorece la dinámica misma, puesto que permite al

cuidador responder ante las diferentes demandas del niño y a la vez, su compañía

resulta ser una demostración de afecto y apoyo para el niño. Cabe resaltar que la

compañía no basta solo con el hecho de estar al lado del menor mientras se

alimenta, sino que implica mirar al niño, escucharlo, orientarlo, animarlo, reconocerlo

en sus logros y corregirlo cuando sea necesario. En este sentido, los momentos de

alimentación no solo serían escenarios donde se refleja el vínculo con el cuidador

sino también el momento para continuar en su construcción y favorecerlo.

Finalmente, es necesario que los cuidadores logren profundizar en el análisis de

la dificultad alimentaria que está presentando el niño, para ello, podría ser necesario

emprender un trabajo terapéutico que permita esclarecer qué es lo que está

haciendo síntoma a través de la dificultad, teniendo en cuenta que en ocasiones

puede tratarse de asuntos no conscientes que requerirían de un abordaje

psicológico. Para este análisis, sería fructífero formularse preguntas como ¿con

quién y en qué momentos, el niño come con mayor fluidez? ¿Qué logra el niño a

través de la dificultad? ¿Qué logra el cuidador a través de la dificultad del niño?

¿Desde cuándo empezó el niño a presentar la dificultad? ¿Qué ve el cuidador de sí

mismo en la dificultad del niño? ¿Cuál es la demanda del niño? ¿Qué se le dificulta

al cuidador para satisfacer dicha demanda?. Por medio de estas preguntas se

espera contextualizar la dificultad alimentaria para aludir a sus ganancias

secundarias y a los asuntos no conscientes que pueden estar haciendo síntoma en

la dificultad y así lograr tomar perspectiva, salir del síntoma, para fortalecer la

relación misma y aquellas aspectos personales que se reflejan en la dificultad para

lograr una mejoría en la dinámica y como consecuencia en la dificultad alimentaria.

104

Ahora bien, las limitaciones de este estudio fueron en torno a las variables que

hacen parte de la dinámica de alimentación y que no fueron indagadas como

insumo para ampliar la información sobre cada una de las diadas. Así, una de las

limitaciones fue que no se midió la cantidad de comida servida y la cantidad de

comida ingerida en la cena observada, al igual que no se midió la cantidad de

comida ingerida por el niño en el transcurso del día. Asimismo, otra de las

limitaciones fue la ausencia de un periodo fijo entre sesión y sesión, dado que se

dependía de la disponibilidad de cada diada para la observación. Además, la

selección de la muestra no fue de manera aleatoria y fue reducida en tamaño; no

obstante, se garantizó que los niños estuvieran diagnosticados por un pediatra

experto en el tema y el tamaño de la muestra fue compensado por la alta densidad

de los datos. Igualmente, el rango de edad de la muestra dificultó obtener análisis

más precisos, puesto que en dichas edades, hay marcadas diferencias en cuanto al

desarrollo. Finalmente, los pocos estudios que se encontraron desde un abordaje

sistémico sobre las dificultades alimentarias, dificultó la precisión del contraste entre

los estudios previos y la presente investigación.

Por otro lado, los alcances de la presente investigación fueron a nivel general,

haber logrado adaptar conceptos clásicos a un abordaje sistémico, por lo que se

abrió un nuevo nicho de investigación en el tema. En este sentido, se subrayó la

importancia de analizar procesos y no solo momentos puntuales, de no emplear

aproximaciones fragmentadas y de no buscar relaciones causales. Por lo tanto, este

estudio permitió corroborar que la causa de las dificultades alimentarias no está

solamente en los cuidadores o en los niños, como la mayoría de investigaciones

señalan, sino que es un entramado de factores que se interrelacionan entre sí. En

coherencia con lo anterior, otro alcance fue evidenciar que las estrategias de

alimentación no son generalizables, ni garantizan efectividad para todos los casos.

Este avance conceptual nutre la fundamentación teórica respecto a la interacción en

el caso de niños con dificultades alimentarias, del grupo de Desarrollo Cognitivo,

Aprendizaje y Enseñanza y del grupo de Salud y Calidad de Vida, ambos de la

Pontifica Universidad Javeriana.

105

En cuanto a los alcances metodológicos, se plantearon dos tipos de alimentación

que no se encontraron en la revisión literaria, como lo fue la alimentación autónoma

y asistida y se ampliaron las categorías de observación para los cuidadores y los

niños. Además, la implementación de la observación naturalista permitió un

acercamiento más próximo a la realidad de lo que las diadas hacían, teniendo en

cuenta que estudios anteriores, al emplear instrumentos como cuestionarios,

entrevistas o autorregistros, se limitaban a los reportes dados por los cuidadores,

por lo que se le daba también mayor protagonismos a ellos que a los niños.

Asimismo, el método implementado, específicamente, los programas de análisis de

los datos (GridWare y MediaCoder) fueron novedosos en el estudio de las

dificultades alimentarias y su uso posibilitó la coherencia entre el abordaje

conceptual de los sistemas dinámicos y los resultados obtenidos.

Igualmente, la validez interna del estudio, se sustenta en la amplia revisión

bibliográfica que se realizó, el aval de un experto en el tema de las dificultades

alimentarias (Doctor Humberto Ortiz) y su diagnóstico de la muestra seleccionada, la

asesoría de un experto en la metodología empleada, la coherencia entre el

planteamiento del problema, el método, los resultados y la discusión, la prueba

piloto y la conducción de la investigación según lo acordado. En cuanto a la validez

externa, se considera que los resultados de la presente investigación, son

extrapolables a las diadas de cuidadores y niños con dificultades alimentarias en

Colombia, sin reincidir en la necesidad de categorizar, sino como un insumo de

cómo puede abordarse el fenómeno desde una perspectiva sistémica.

Gracias a la perspectiva sistémica que sustentó esta investigación, es posible

ampliar la mirada de psicólogos y pediatras respecto a las dificultades alimentarias.

En coherencia, es necesario que las intervenciones que se realicen al respecto, no

culpabilicen a uno u otro miembro de la diada sino que mantengan una mirada

relacional. Además, en el abordaje de este fenómeno se requiere de un trabajo

interdisciplinario entre médicos, nutricionistas y psicólogos que permita relacionar

las condiciones biológicas de la dificultad, con las variables psicológicas que entran

en juego, para así dar un tratamiento más integral. Siendo así, para los pediatras ya

no será suficiente preguntar por la talla y peso del niño, sino que se entrará también

106

a cuestionar sobre las dinámicas de alimentación. Todo esto contribuirá a la

detección temprana de las dificultades y por tanto, a la consolidación de hábitos

saludables de alimentación. Más importante aún desde la psicología, se

profundizará en las pautas de relación familiares y en las variables intrapersonales,

para trabajar en aquellos factores que hacen síntoma en la dificultad alimentaria. En

este sentido, la presente investigación sensibiliza sobre las formas de relación con

los niños, visibiliza el papel protagónico de la familia en el desarrollo infantil y

demanda un sistema de salud holístico.

Finalmente, se recomienda para futuras investigaciones, ahondar en los procesos

internos e individuales de la interacción, como la motivación, las creencias, las

emociones, el pensamiento, entre otros; para de esta forma, dar una visión más

completa de la dinámica de alimentación. Igualmente, resultaría interesante analizar

la interacción en función del vínculo creado entre madre e hijo, puesto que la

relación resultó ser un factor clave en la alimentación. En este sentido, también

sería interesante estudiar la influencia de personas significativas como el padre o los

abuelos en la alimentación, teniendo en cuenta que los cuidadores mencionaban

constantemente que los niños se alimentaban de manera diferente según quien lo

alimentaba. Igualmente, para contextualizar la dinámica y caracterizar a mayor

profundidad los participantes, se recomienda profundizar en la historia de vida de los

miembros de las diadas, su relación, vínculo y el temperamento de cada uno, así

como también indagar sobre las prácticas de alimentación y las estrategias que han

utilizado para el abordaje de la dificultad alimentaria antes de iniciar el estudio.

Asimismo, teniendo en cuenta los resultados del presente estudio y las

características de la época actual resultaría significativo profundizar en el impacto

que tienen las pantallas en la interacción que se mantiene en los momentos de

alimentación y analizar si su presencia es una necesidad más del adulto que del

niño. Además, se recomienda estudiar las dinámicas relacionales en la crianza, no

solo en los momentos de alimentación sino también en diferentes contextos sociales

(restaurantes, eventos, lugares de interacción con adultos).

Adicionalmente, se recomienda realizar un estudio cualitativo para indagar a

mayor profundidad en la dinámica relacional entre cuidador y niño. Para ello, se

107

sugiere que los cuidadores se observen en los videos registrados, diligencien el

formato de remisión de las dificultades alimentarias (anexo 1) y respondan

preguntas como: ¿cómo te sientes cuando alimentas?, ¿qué crees que pasó contigo

en la sesión de alimentación?, ¿cómo te sientes frente a los ritmos del niño?, todo

esto con el propósito de escuchar la voz de los cuidadores frente a la dificultad

alimentaria y construir desde ellos y no solo desde la mirada del investigador.

Resulta necesario también, realizar intervenciones para formar a los cuidadores

en pautas de crianza y de alimentación. Para dichas intervenciones se recomienda

realizar un proceso de diagnóstico más amplio, retomando videos del caso particular

de cada niño, para que el tratamiento no solo se dirija según lo que los cuidadores

expresan hacer sino en lo que realmente hacen y también para que las

intervenciones se fundamenten en características particulares de cada caso y no en

categorías fijas en la literatura. Por último, se recomienda implementar un abordaje

interdisciplinario entre médicos, nutricionistas y psicólogos para el estudio de las

dificultades alimentarias, considerando las diferentes dimensiones que lo atraviesan.

108

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ANEXOS

Anexo 1. Formato de remisión de dificultades alimentarias según los criterios

de Kerzner

Niño con apetito limitado

Niño normal cuyo apetito limitado ha sido malinterpretado por los padres

Estatura normal pero pequeña.

Apetito limitado pero adecuado para su tamaño y necesidad de nutrientes.

Padres que consideran que el niño debe comer más.

Padres que emplean métodos coercitivos para la alimentación.

Padres ansiosos porque esperan que su hijo crezca más.

Niño vigoroso con poco interés en la alimentación

Poco apetito.

Se sacia fácilmente.

Se distrae con facilidad.

La negativa hacia la comida inició entre los seis meses y los tres años de edad.

La negativa hacia la comida inició en la transición de ser alimentado con cuchara a comer solo.

Niños activos.

Niño despierto.

Mayor interés en el ambiente que en la alimentación.

Padres ansiosos.

Padres que prefieren que el niño coma pequeñas porciones durante el día o mecato.

Padres que emplean prácticas coercitivas para la alimentación.

Niño depresivo con poco interés en la alimentación

Afecto aplanado.

No es discernible el balbuceo.

No es discernible la sonrisa.

No es discernible el contacto visual.

Pérdida de peso.

Posible malnutrición.

Interrupción en la comunicación entre madre e hijo.

Niño descuidado por sus cuidadores.

Niño con poco apetito por enfermedad biológica

Patología de base.

Dificultad alimentaria derivada de la patología.

Niño selectivo para la ingesta

Niño que se niega a comer ciertos alimentos con sabores, texturas, olores o apariencias específicas (comportamiento que supera la resistencia normal hacia alimentos desconocidos).

Extrema sensibilidad sensorial.

Niños cuyo llanto excesivo interrumpe la alimentación

El llanto excesivo interrumpe la alimentación.

La dificultad alimentaria inicia en las primeras semanas de vida.

El niño se encuentra sano (salud física).

El niño deja de ganar peso.

Niños con miedo excesivo a la alimentación

El niño se resiste a la alimentación con llanto, nauseas, arcadas, o se rehusa a abrir la boca.

Previas experiencias orales nocivas.

Dificultad alimentaria como desorden post-traumático de alimentación.

Anexo 2. Declaración de Consentimiento informado para el cuidador

Proyecto: INTERACCIÓN EN SITUACIONES DE ALIMENTACIÓN ENTRE

CUIDADORES Y NIÑOS CON DIFICULTADES ALIMENTARIAS EN PRIMERA

INFANCIA

Juliana Jiménez Sierra y Marcela Lozano Andrade, estudiantes de pregrado de

Psicología de la Pontificia Universidad Javeriana Cali, están realizando una

investigación para describir la interacción en situaciones de alimentación entre

cuidadores y niños en primera infancia con dificultades alimentarias. Esta

investigación hace parte del Grupo de Investigación Salud y Calidad de Vida y del

Grupo Desarrollo Cognitivo, Aprendizaje y Enseñanza de la Pontificia Universidad

Javeriana Cali.

De esta forma, lo estamos invitando a participar en la investigación. Su

participación será voluntaria e iniciará una vez conozca en qué consiste el estudio y

acepte formar parte de este, firmando el presente documento. Asimismo, usted tiene

derecho a retirarse en cualquier momento, sin que esto implique inconvenientes

para usted.

Su participación consiste en permitir la observación natural de la hora de la cena

del niño mientras es alimentado por su cuidador teniendo en cuenta las variables del

estudio: comportamientos de alimentación y comunicación. Serán seis sesiones en

la que se realizarán los registros mediante una video cámara en la que se grabará la

interacción de la díada. Asimismo, cabe mencionar que el registro iniciará desde el

momento en que el cuidador dispone al niño a comer y terminará cuando el cuidador

dé por terminada la actividad, sea porque el menor comió, no comió, retira el

alimento o pasó suficiente tiempo sin que el niño comiera a criterio del cuidador.

Puede tener la seguridad de que la información que usted suministre no será

relacionada en ningún momento con su nombre. Se mantendrá en secreto la

información que se proporcione durante la sesión. En ningún momento aparecerán

relacionados sus datos personales, y lo que surja de las observaciones. A toda la

información sólo podrán acceder las investigadoras del estudio y el pediatra a cargo

del proceso del niño, quien tendrá acceso a las grabaciones. En caso de publicación

de los resultados (ya sea en el documento o en revistas científicas u otras formas de

publicación y presentación), en ningún caso su nombre aparecerá.

Durante la participación, usted tiene derecho de realizar las preguntas que

considere necesarias o abstenerse de responder aquellas que no considere

pertinentes si en algún momento usted llegara a sentirse incómodo(a). Asimismo,

pueden conocer toda información nueva sobre la investigación si la hubiera.

La investigación no representa riesgos para la salud. Tampoco representará

beneficios económicos (es decir, no recibirá dinero por su participación) ni costo

alguno para usted, a excepción del tiempo que deberá destinar para la observación

con el niño. En caso de tener alguna pregunta sobre el estudio o querer información

adicional, puede contactar a las investigadoras Juliana Jiménez Sierra y Marcela

Lozano Andrade a los teléfonos celulares 3164909863 o 3104678021. Si usted

acepta participar de forma libre y voluntaria, escriba su nombre, cédula y firme a

continuación. Usted recibirá una copia del presente documento el cual consta de 2

páginas.

Nombre del cuidador: ____________________________C.C.: ___________

Firma: _____________________

Firma del testigo: _______________________

Nombre de quien toma el consentimiento:

Juliana Jiménez Sierra.CC: 1.107.079.636 Firma: _________________________

Marcela Lozano Andrade. CC: 1.143.842.917 Firma: _____________________

Director del Trabajo de Grado:

Profesor Jairo Andrés Montes. CC: 16.936.020 Firma: __________________

Firmado en Cali, el día _____ del mes de ___________________ de 201__.

Anexo 3. Declaración de Consentimiento informado para padres del menor

Proyecto: INTERACCIÓN EN SITUACIONES DE ALIMENTACIÓN ENTRE

CUIDADORES Y NIÑOS CON DIFICULTADES ALIMENTARIAS EN PRIMERA

INFANCIA

Juliana Jiménez Sierra y Marcela Lozano Andrade, estudiantes de pregrado de

Psicología de la Pontificia Universidad Javeriana Cali, están realizando una

investigación para describir la interacción en situaciones de alimentación entre

cuidadores y niños en primera infancia con dificultades alimentarias. Esta

investigación hace parte del Grupo de Investigación Salud y Calidad de Vida y del

Grupo Desarrollo Cognitivo, Aprendizaje y Enseñanza de la Pontificia Universidad

Javeriana Cali.

De esta forma, estamos invitando a su hijo/a a participar en la investigación.

Dado que comprende una edad entre los 12 meses y los tres años, son ustedes

como padres o acudientes del menor quienes le autorizan ser parte del estudio. Su

participación será voluntaria e iniciará una vez conozcan en qué consiste el estudio

y acepten que el niño forme parte de este, firmando el presente documento.

Asimismo, ustedes tienen derecho a retirarlo en cualquier momento, sin que esto

implique inconvenientes para ustedes.

La participación consiste en permitir la observación natural de la hora de la cena

del niño mientras es alimentado por su cuidador teniendo en cuenta las variables del

estudio: comportamientos de alimentación y comunicación. Serán seis sesiones en

la que se realizarán los registros mediante una video cámara en la que se grabará la

interacción de la díada. Asimismo, cabe mencionar que el registro iniciará desde el

momento en que el cuidador dispone al niño a comer y terminará cuando el cuidador

dé por terminada la actividad, sea porque el menor comió, no comió, retira el

alimento o pasó suficiente tiempo sin que el niño comiera a criterio del cuidador.

Puede tener la seguridad de que la información que usted suministre no será

relacionada en ningún momento con el nombre del menor. Se mantendrá en secreto

la información que se proporcione durante la sesión. En ningún momento

aparecerán relacionados sus datos personales, y lo que surja de las observaciones.

A toda la información sólo podrán acceder las investigadoras del estudio y el

pediatra a cargo del proceso del niño, quien tendrá acceso a las grabaciones. En

caso de publicación de los resultados (ya sea en el documento o en revistas

científicas u otras formas de publicación y presentación), en ningún caso su nombre

aparecerá.

Durante la participación, ustedes como padres tienen derecho a realizar las

preguntas que consideren necesarias o abstenerse de responder aquellas que no

consideren pertinentes si en algún momento ustedes llegaran a sentirse

incómodo(a)s. Asimismo, pueden conocer toda información nueva sobre la

investigación si la hubiera. La investigación no representa riesgos para la salud.

Tampoco representará beneficios económicos (es decir, no recibirá dinero por la

participación de su hijo/a) ni costo alguno para usted, a excepción del tiempo que

deberá destinar para la observación del niño. En caso de tener alguna pregunta

sobre el estudio o querer información adicional, puede contactar a las investigadoras

Juliana Jiménez Sierra y Marcela Lozano Andrade a los teléfonos celulares

3164909863 o 3104678021. Si ustedes aceptan que su hijo/a participe de forma

libre y voluntaria, escriban su nombre, cédula y firme a continuación. Usted recibirá

una copia del presente documento el cual consta de 2 páginas.

Yo ________________________ con C.C ___________________ y yo

_______________________ con C.C ____________________ autorizamos que

nuestro hijo/a ________________________ con R.C _____________________

participe en dicha investigación y sea grabado en la hora de la cena.

Firma del padre: _________________________

Firma de la madre: _______________________

Firma del testigo: _______________________

Nombre de quien toma el consentimiento:

Juliana Jiménez Sierra.CC: 1.107.079.636 Firma: _________________________

Marcela Lozano Andrade. CC: 1. 1.143.842.917 Firma: ___________________

Director del Trabajo de Grado:

Profesor Jairo Andrés Montes. CC: 16.936.020 Firma: __________________

Firmado en Cali, el día _____ del mes de ___________________ de 201__.

Anexo 4. Comportamientos de alimentación sesión por sesión en la diada

de Sofía y cuidadora

Anexo 5. Comunicación en la alimentación sesión por sesión en la diada de

Sofía y cuidadora

Anexo 6. Comportamientos de alimentación sesión por sesión en la diada

de Miguel y cuidadora

Anexo 7. Comunicación en la alimentación sesión por sesión en la diada de

Miguel y cuidadora

Anexo 8. Comportamientos de alimentación sesión por sesión en la diada

de Valentina y cuidadora

Anexo 9. Comunicación en la alimentación sesión por sesión en la diada de

Valentina y cuidadora

Anexo 10. Comportamientos de alimentación sesión por sesión en la diada

de Elisa y cuidadora

Anexo 11. Comunicación en la alimentación sesión por sesión en la diada

de Elisa y cuidadora