INTERACCIÓN EN SITUACIONES DE ALIMENTACIÓN ENTRE ...
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INTERACCIÓN EN SITUACIONES DE ALIMENTACIÓN ENTRE CUIDADORES Y
NIÑOS CON DIFICULTADES ALIMENTARIAS EN PRIMERA INFANCIA
JULIANA JIMÉNEZ SIERRA
MARCELA LOZANO ANDRADE
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA CALI
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES
CARRERA DE PSICOLOGÍA, 2016
INTERACCIÓN EN SITUACIONES DE ALIMENTACIÓN ENTRE CUIDADORES Y
NIÑOS CON DIFICULTADES ALIMENTARIAS EN PRIMERA INFANCIA
JULIANA JIMÉNEZ SIERRA
MARCELA LOZANO ANDRADE
Trabajo de grado como requisito parcial
para optar al título de Psicólogo
JAIRO ANDRÉS MONTES Ph.D.
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA CALI
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES
CARRERA DE PSICOLOGÍA, 2016
ARTICULO 23 de la resolución No. 13 del 6 de
julio de 1946 del reglamento de la Pontificia
Universidad Javeriana.
“La universidad no se hace responsable por los
conceptos emitidos por sus alumnos en sus
trabajos de grado. Solo velará porque no se
publique nada contrario al dogma y la moral
católica y porque las tesis no contengan ataques
o polémicas puramente personales; antes bien,
se vea en ellas el anhelo de buscar la verdad y la
justicia”.
AGRADECIMIENTOS
La culminación del presente trabajo de grado, no es solo muestra del esfuerzo
constante que nos caracterizó durante este tiempo, sino que también es el reflejo de
las enseñanzas de nuestros padres y maestros, quienes han sembrado en nosotras
semillas que empiezan a dar frutos. De manera especial, queremos agradecerle a
nuestro asesor Jairo Andrés Montes, quien además de haber sido la guía en este
camino, fue parte esencial del equipo de trabajo. Sus enseñanzas quedan
plasmadas en estas páginas, y a la vez en nosotras mismas, bajo la promesa de
seguir adelante, con el empeño de ofrecerle al mundo y a la profesión lo mejor de
nosotras mismas. Sobre todo, queda en nosotras la convicción de observar al ser
humano como un sistema complejo, imposible de encasillar bajo ciertas categorías.
Por todo lo anterior, gracias. Igualmente, le agradecemos de manera especial, al
Doctor Humberto Ortiz, quien no tuvo reparo en atendernos cuántas veces fue
necesario, nos ayudó a comprender la complejidad de las dificultades alimentarias y
fue gracias a él que logramos obtener la muestra ideal para el estudio que nos
propusimos. Finalmente, a nosotras mismas quienes en este tiempo de trabajo, nos
consolidamos como un roble para atravesar todos los inconvenientes que se
presentaron y seguir adelante con el deseo de realizar un trabajo que reflejara
nuestra visión de ser humano y además, que contribuyera al bienestar de los niños y
las familias, que es lo que más nos apasiona.
TABLA DE CONTENIDO
RESUMEN
INTRODUCCIÓN ................................................................................................................... 1
MÉTODO ............................................................................................................................... 29
Tipo de estudio ................................................................................................................. 29
Participantes ..................................................................................................................... 30
Variables ............................................................................................................................ 31
Instrumentos ..................................................................................................................... 32
Indicadores de observación ............................................................................................ 33
Prueba piloto ..................................................................................................................... 36
Ajustes prueba piloto ....................................................................................................... 39
Procedimiento ................................................................................................................... 40
Consideraciones éticas ................................................................................................... 43
RESULTADOS ..................................................................................................................... 45
DISCUSIÓN .......................................................................................................................... 84
REFERENCIAS .................................................................................................................. 108
ANEXOS……………………………………………………………………………………
LISTA DE TABLAS
TABLA 1. Descripción general de los participantes…………………………………..30
TABLA 2. Descripción conceptual y operacional de las variables de estudio………31
TABLA 3. Descripción general de los indicadores de observación de cada
variable……………………………………………………………………………………...32
LISTA DE FIGURAS
FIGURA 1. Comportamientos de alimentación en la diada de prueba piloto……....38
FIGURA 2. Comunicación en la diada de la prueba piloto…………………………….39
FIGURA 3. Comportamientos de alimentación de la diada Sofía y cuidadora durante
las seis sesiones………………………………………………………………………..….47
FIGURA 4. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Sofía y
cuidadora……………………………………………………………………………………49
FIGURA 5. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Sofía y
cuidadora……………………………………………………………………………………49
FIGURA 6. Comportamientos de alimentación de la diada Miguel y cuidadora
durante las seis sesiones…………………………………………………………………50
FIGURA 7. Comportamientos de alimentación de la diada Valentina y cuidadora
durante las seis sesiones……….………………………………………………………...52
FIGURA 8. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Valentina y
cuidadora……………………………………………………………………………………54
FIGURA 9. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Valentina y
cuidadora……………………………………………………………………………………54
FIGURA 10. Comportamientos de alimentación de la diada Elisa y cuidadora
durante las seis sesiones.………………………………………………………………...55
FIGURA 11. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Elisa y
cuidadora……………………………………………………………………………………57
FIGURA 12. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Elisa y
cuidadora……………………………………………………………………………………57
FIGURA 13. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Elisa y
cuidadora……………………………………………………………………………………58
FIGURA 14. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Elisa y
cuidadora……………………………………………………………………………………58
FIGURA 15. Comunicación de la diada Sofía y cuidadora durante las seis
sesiones…………………………………………………………………………………….60
FIGURA 16. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Sofía y
cuidadora……………………………………………………………………………………61
FIGURA 17. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Sofía y
cuidadora……………………………………………………………………………………61
FIGURA 18. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Sofía y
cuidadora……………………………………………………………………………………62
FIGURA 19. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Sofía y
cuidadora……………………………………………………………………………………62
FIGURA 20. Comunicación de la diada Miguel y cuidadora durante las seis
sesiones…………………………………………………………………………………….63
FIGURA 21. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Miguel y
cuidadora……………………………………………………………………………………64
FIGURA 22. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Miguel y
cuidadora……………………………………………………………………………………65
FIGURA 23. Comunicación de la diada Valentina y cuidadora durante las seis
sesiones…………………………………………………………………………………….66
FIGURA 24. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Valentina y
cuidadora……………………………………………………………………………………67
FIGURA 25. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Valentina y
cuidadora……………………………………………………………………………………67
FIGURA 26. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Valentina y
cuidadora……………………………………………………………………………………68
FIGURA 27. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo diada Valentina y
cuidadora……………………………………………………………………………………69
FIGURA 28. Comunicación de la diada Elisa y cuidadora durante las seis
sesiones…………………………………………………………………………………….70
FIGURA 29. Alimentación autónoma vs alimentación asistida en la diada de Sofía y
cuidadora……………………………………………………………………………………72
FIGURA 30. Atractores principales de comportamiento de cada sesión de la diada
de Sofía y cuidadora……………………………………………………………………….73
FIGURA 31. Atractores principales de comunicación de cada sesión de la diada de
Sofía y cuidadora…………………………………………………………………………..74
FIGURA 32. Alimentación autónoma vs alimentación asistida en la diada de Miguel y
cuidadora……………………………………………………………………………………75
FIGURA 33. Atractores principales de comportamiento de cada sesión de la diada
de Miguel y cuidadora…………………….……………………………………………….76
FIGURA 34. Atractores principales de comunicación de cada sesión de la diada de
Miguel y cuidadora…………………………………………………………………………77
FIGURA 35. Alimentación autónoma vs alimentación asistida en la diada de
Valentina y cuidadora…………………………………………………………………......78
FIGURA 36. Atractores principales de comportamiento de cada sesión de la diada
de Valentina y cuidadora………………………………………………………………….79
FIGURA 37. Atractores principales de comportamiento de cada sesión de la diada
de Valentina y cuidadora…………………….……………………………………………80
FIGURA 38. Alimentación autónoma vs alimentación asistida en la diada de Elisa y
cuidadora…………………………………………………………………...………………81
FIGURA 39. Atractores principales de comportamiento de cada sesión de la diada
de Elisa y cuidadora…………………….…………………………………………………82
FIGURA 40. Atractores principales de comunicación de cada sesión de la diada de
Elisa y cuidadora…………………………………………………………………………...83
LISTA DE ANEXOS
ANEXO 1. Formato de remisión de dificultades alimentarias según los criterios de
Kerzner.
ANEXO 2: Declaración de Consentimiento informado para el cuidador.
ANEXO 3. Declaración de Consentimiento informado para padres del menor.
ANEXO 4. Comportamientos de alimentación sesión por sesión en la diada de Sofía
y cuidadora.
ANEXO 5. Comunicación en la alimentación sesión por sesión en la diada de Sofía y
cuidadora.
ANEXO 6. Comportamientos de alimentación sesión por sesión en la diada de
Miguel y cuidadora.
ANEXO 7. Comunicación en la alimentación sesión por sesión en la diada de Miguel
y cuidadora.
ANEXO 8. Comportamientos de alimentación sesión por sesión en la diada de
Valentina y cuidadora.
ANEXO 9. Comunicación en la alimentación sesión por sesión en la diada de
Valentina y cuidadora.
ANEXO 10. Comportamientos de alimentación sesión por sesión en la diada de
Elisa y cuidadora.
ANEXO 11. Comunicación en la alimentación sesión por sesión en la diada de Elisa
y cuidadora.
RESUMEN
Objetivo. El objetivo general de esta investigación fue analizar las trayectorias de la
interacción en situaciones de alimentación entre cuidadores y niños en primera
infancia con dificultades alimentarias. Método. Se empleó un estudio cuantitativo de
diseño microgenético y se utilizó como técnica la observación naturalista. La
muestra, seleccionada intencionalmente, estuvo conformada por cuatro diadas
(cuidador-niño), en las cuales los niños presentaban dificultades alimentarias de
origen no orgánica. Resultados. Cada diada es un sistema dinámico que varía
según las condiciones presentes en cada sesión de alimentación y las
características de cada miembro. Sin embargo, se observaron dos atractores
principales en los comportamientos: alimentación autónoma y asistida; y un atractor
principal en la comunicación: comunicación neutra. Además, se destacó el
desenganche en los comportamientos y la desconexión mutua en la comunicación.
Estas tendencias, variaron de sesión a sesión en todas las diadas. Conclusiones.
La interacción en los momentos de alimentación es un sistema de interconexiones
entre diversos factores, en los que no existen causalidades. Sin embargo, se resalta
la importancia de la presencia constante del cuidador, límites claros, un estilo de
alimentación responsivo, comunicación positiva, ausencia de pantallas en la
alimentación, establecer un vínculo sólido, consistencia en las estrategias y
prácticas para movilizar el cambio y salir de la zona de confort.
Palabras claves. Interacción, dificultades alimentarias, cuidador, niño, sistemas
dinámicos.
1
INTRODUCCIÓN
Las dificultades alimentarias son una problemática compleja que puede pasar
fácilmente desapercibida. Solo investigaciones recientes de Norteamérica, han
podido dimensionar que se trata de una situación bastante común en la infancia y
que incluso más del 45% de los padres consideran que sus hijos no se están
alimentando de manera adecuada (Adamson, Morawska y Wigginton, 2015;
Kerzner, 2009; Kerzner et al., 2015). Las dificultades alimentarias son un conjunto
de conductas que le impiden a una persona alcanzar o mantener un estado
nutricional óptimo. En este punto, es importante aclarar que dichas dificultades
pueden tener una causalidad orgánica, incluso esta es la razón que explica entre un
16 y 30% de los casos de niños que las presentan (Kerzner, 2009). Cuando estas
dificultades aparecen en la primera infancia, no solo se afecta el niño, sino también
los padres y la dinámica relacional entre padres e hijo. Es por esto que se afirma
que estas dificultades podrían llegar a afectar a los individuos a nivel emocional,
social e incluso cognitivo (Adamson et al., 2015).
A pesar de todo ello y como se mencionaba al principio, esta problemática podría
pasar fácilmente inadvertida, puesto que los padres y el equipo de salud suelen
enfocarse en el peso y talla del niño más que en la dinámica misma de alimentación,
es decir, la interacción que se presenta en las situaciones alimenticias. De esta
manera, un niño con peso y talla deseables se considera sano aun cuando la
dinámica de alimentación no sea satisfactoria y se convierta en una situación
estresante o conflictiva, por ejemplo que un niño llore incesantemente cada vez que
es hora de la cena y unos padres que se impacientan ante esta dificultad. Por tanto,
se afirma que aun cuando estas dificultades inician desde muy temprana edad,
generalmente se pasan por alto hasta que el niño presente un peso o talla por
encima o por debajo de lo esperado, sin embargo esto podría nunca suceder
(Osorio, Weisstaub y Castillo, 2002).
Como podría esperarse, las estadísticas que se encuentran contemplan solo los
casos de aquellos niños que presentan problemas nutricionales y que han llegado al
2
punto de la malnutrición. Este término engloba tanto la desnutrición como la
sobrealimentación, en ambos casos, se trata de la carencia de un estado nutricional
óptimo debido a una dieta desbalanceada, insuficiente o excesiva; o de la
imposibilidad de absorber, asimilar o usar los nutrientes de los alimentos (World
Hunger Education Service [WHES], 2014).
Aunque la malnutrición es un problema para cualquier persona que la padezca,
indudablemente tiene sus peores consecuencias cuando se presenta en los niños,
puesto que su estado nutricional tiene un efecto directo sobre su desarrollo. Es por
esto que a la hora de evaluar el estado de salud en niños y niñas de un país, un
factor clave a tener en cuenta es el estado nutricional de los mismos reflejado en su
talla y peso. Además, según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2015), la
malnutrición está asociada a más de la mitad de las muertes de niños en el mundo y
se afirma que esta problemática no es solo causada por la ausencia de alimentos,
sino también por métodos defectuosos de alimentación (por ejemplo, amamantar
incorrectamente, elegir alimentos inadecuados o no asegurarse de que la ingesta
del niño haya sido suficiente) o dolencias infecciosas como la diarrea persistente, la
neumonía y la malaria.
En esta línea, cabe destacar el reporte realizado por el Fondo de las Naciones
Unidas para la Infancia [UNICEF], la OMS y el Banco Mundial (2014), el cual brinda
algunas estimaciones sobre la malnutrición en el mundo. Algunos de los indicadores
a mencionar son los siguientes: se estima que a nivel mundial 229 millones de niños
menores a cinco años se encuentran por debajo de su talla promedio. Por otro lado,
42 millones de niños menores a cinco años presentan sobrepeso, cifra que aumentó
teniendo en cuenta datos del año 2000. Sin embargo, la prevalencia de la obesidad
en Latino América y el Caribe se ha mantenido relativamente estable en los últimos
trece años, teniendo las tasas más bajas en el mundo. Además, cabe mencionar
que a nivel mundial aproximadamente 99 millones de niños menores de cinco años
se encuentran en estado de desnutrición. En cuanto a las estadísticas sobre la
malnutrición que presentan niños de países en desarrollo, se ha encontrado que uno
de cada seis niños, presenta un peso por debajo al normal (Programa Mundial de
Alimentos [PMA], 2015).
3
Ahora bien, vale la pena mencionar que en Colombia, viven aproximadamente
5.150.797 niñas y niños, con edades comprendidas entre los 0 y 5 años, lo que
corresponde al 10.9% de la población total del país (Comisión Intersectorial de
Primera Infancia, s.f). Al respecto de estos niños, la Encuesta Nacional de Situación
Nutricional (ENSIN) señala que en el país el 13.2% de los niños menores de cinco
años presentan una talla por debajo de lo que se espera para su edad (desnutrición
crónica) y 30.2% están en riesgo de presentarla. Además, el 3.4% de los niños
presentan desnutrición global, es decir, un peso por debajo de lo esperado para su
edad; cabe mencionar que este tipo de desnutrición puede tornarse crónica si no se
le da el debido tratamiento a tiempo (Asociación Probienestar de la Familia
Colombiana [Profamilia], Instituto Nacional de Salud, Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar [ICBF], Ministerio de Protección Social y Prosperidad para todos,
2010). En cuanto al Valle del Cauca, se ha encontrado que la tasa de mortalidad por
desnutrición en niños menores de 5 años fue del 20% en el año 2011 (Ministerio de
Salud y Protección Social, 2013).
Un informe adicional de UNICEF (2015), permite conocer estadísticas de
Colombia sobre la malnutrición de acuerdo a la riqueza. En el informe se afirma que
el 30% de los niños desnutridos se encuentran en situación de pobreza y que el
10% de ellos viven en familias adineradas. Esto implica que por cada tres niños
desnutridos pobres, hay un niño rico en estas mismas condiciones de desnutrición.
Ese 10% de niños que no se encuentran en situación de pobreza, pero que sí
presentan desnutrición, lleva a pensar que hay otros factores asociados a la
desnutrición. Esto estaría en consonancia con lo planteado por la OMS (2015) sobre
el hecho de que la malnutrición tiene otras causas diferentes a la carencia de
alimentos, como los métodos defectuosos de alimentación o las infecciones. De esta
manera, se observa que aunque las instituciones a nivel mundial se han focalizado
en brindar alimentos a los niños que no tienen satisfecha esta necesidad primaria,
hay ocasiones en las que el niño a pesar de tener a su disposición una gran
variedad de alimentos, presenta dificultades de alimentación.
Teniendo en cuenta lo anterior, es posible afirmar que la malnutrición, no es
siempre la consecuencia de la carencia de alimentos o de una patología orgánica,
4
sino de una gran cantidad de factores propios de los sujetos y de su entorno
(Cortés-Moreno y Méndez-Lozano, 2011; Ortiz, 2011). Ahora bien, para comprender
la dificultad de alimentación cuando no existe una causa orgánica, es necesario
profundizar en la interacción entre padres e hijo y a su vez, en las prácticas de
alimentación, los comportamientos problemáticos del niño, su temperamento, el
contexto de alimentación y factores parentales que entran en relación en dicha
interacción (Ortiz, 2011; Kerzner, 2009). Incluso, Kerzner (2015) sostiene que las
dificultades alimentarias deben ser entendidas como un desorden en la relación
entre cuidador y niño y por tanto, las prácticas de alimentación que empleen los
cuidadores, deben ser tenidas en cuenta en el manejo que se le de a dichas
dificultades.
En este sentido, se puede afirmar que para tratar una dificultad alimentaria es
necesario mantener una visión sistémica del fenómeno puesto que se asume que el
medio ambiente, los padres o cuidadores y el niño están en constante interacción y
que al existir una alteración en alguna de las partes, se altera todo el sistema
(Osorio et al., 2002). Por tanto, padres e hijos deben trabajar para adaptarse a los
cambios que se presenten en el sistema y así, lograr construir una relación
satisfactoria dentro del contexto de la alimentación (Van Dijk, Hunnius, y Van Geert,
2009).
En la construcción de una relación satisfactoria en la alimentación, tienen
responsabilidad tanto padres como hijos. Los padres acompañan al niño en el
descubrimiento y aceptación de nuevos alimentos y los niños responden a este
proceso de acuerdo a características propias como el temperamento. Así, poco a
poco, gracias a los aprendizajes y experiencias que tienen los niños con los
alimentos, ellos van definiendo sus gustos y preferencias y van construyendo
hábitos y prácticas de alimentación que tienden a permanecer en edades
posteriores. Cuando estos hábitos y prácticas de alimentación no son saludables,
pueden llegar a afectar el bienestar del individuo en su adultez (Adamson et al.,
2015; Deming, Briefel, y Reidy, 2014; Farrow, Galloway y Fraser, 2009; Osorio et al.,
2002; Vereijken, Weenen y Hetherington, 2011; Zhou, Cheah, Van Hook, Thompson
y Jones, 2015).
5
Como se ha ido observando, la interacción tiene un papel crucial en la
comprensión de esta problemática, sobre todo teniendo en cuenta que son las
relaciones lo que le permiten al niño aprender e interiorizar formas de
comportamiento necesarias para la vida. De este modo, cuando el niño o el padre
presentan algún tipo de dificultad, es necesario no sólo evaluar a esa persona, sino
adentrarse en todo el sistema relacional al que pertenece. En este sentido, aquello
que hay que resolver no está solo en quien presenta la dificultad, sino también en la
interacción. Sin embargo, los estudios que se encontraron al respecto de las
dificultades alimentarias emplean aproximaciones fragmentadas, es decir, se ha
investigado cómo las características o prácticas de los padres influyen en las
dificultades alimentarias del niño y por otro lado, cómo las características o acciones
del niño influyen en dichas dificultades (Blisset, Meyer y Haycraft, 2010; Boots,
Tiggermann, Corsini y Mattiske, 2015; Cassells, Magarey, Daniels y Mallan, 2014;
Doub, Moding y Stifter, 2015; Durao et al., 2015; Golen y Ventura, 2015; Lange et
al., 2013; Larsen et al., 2015; Lumeng et al., 2012; Moding, Birch y Stifter, 2014;
Montaño, Smith, Dishion, Shaw y Wilson, 2015; Sanders, Patel, Le Grice y
Shepherd, 1993; Wendt et al., 2015; Zhou et al., 2015). Así, por ejemplo, algunos
estudios coinciden en que cuando los padres sienten que sus hijos no se están
alimentando adecuadamente empiezan a implementar una variedad de estrategias
generalmente coercitivas que afectan la relación que mantienen con sus hijos
(Kerzner, 2009; Fildes, Van Jaarsveld, Llewellyn, Wardle y Fisher, 2015). De esta
manera, son muy pocos los estudios que emplean una visión sistémica del problema
(Osorio et al., 2002; Van Dijk et al., 2009).
Por tanto, esta investigación pretende mantener una aproximación sistémica de
la interacción en diadas con niños que presentan dificultades alimentarias. Para
esto, resulta pertinente aclarar algunos conceptos principales que se encuentran
presentes en dicha interacción y que facilitarán la comprensión posterior de la
mirada con la que se pretende analizar la dinámica de alimentación, la cual es los
sistemas dinámicos. Vale la pena mencionar que la mayoría de estos conceptos
mantienen una perspectiva clásica, dado que buscan categorizar más que analizar
el problema desde una visión dinámica. Sin embargo, serán retomados en esta
6
investigación puesto que brindan información relevante para la comprensión de la
interacción entre las diadas. La postura que diferencia las investigaciones que han
mantenido una visión sistémica del problema, como la que se propone, de aquellos
abordajes clásicos es la presencia constante del cambio en el análisis del
fenómeno.
Para empezar, es importante mencionar que la interacción será definida como las
acciones que realizan dos o más personas de manera recíproca. Desde la
psicología, la interacción es una comunicación tanto verbal como no verbal que
permite a los individuos relacionarse y comprender los comportamientos del otro
(Álvarez, 2006). Para otros autores, la interacción entre el niño y el cuidador es
un diálogo recíproco donde cada uno de los participantes tiene
responsabilidad para mantener fluyendo el proceso interactivo, destacando
respuestas contingentes del uno al otro (vocalizaciones, contacto visual y
físico, gesticulaciones faciales, lenguaje corporal, afecto, estimulación de
respuestas cognitivas y motrices) y patrones comunicacionales (Rivera,
Figueroa, Soto-Ramos, Soto-Villaseñor y Sánchez, 2014, p. 65).
De esta manera, la interacción involucra tanto procesos internos (pensamiento,
afecto, motivación, creencias, etc.) como también procesos externos que pueden
ser observables (acciones, comunicación verbal y no verbal). Al centrarse en la
interacción entre cuidador y niño, la interacción resulta ser un factor clave que
brinda bienestar en el desarrollo infantil al favorecer el funcionamiento socio-
emocional del niño (Rivera et al., 2014).
Durante los primeros años, los niños y los cuidadores establecen un vínculo
emocional en el que se reconocen, interpretan y comunican. Este vínculo es
fundamental para que el niño tenga un funcionamiento social saludable, teniendo en
cuenta que en caso de que esta relación se fragmente o el vínculo se rompa, se
puede ocasionar una falta de confianza y seguridad en el niño y a su vez, afectar su
alimentación (Black y Creed-Kanashiro, 2012).
Varias investigaciones se han centrado en los elementos que predominan en la
interacción durante la alimentación (Bergmeier, Skouteris, Horwood, Hooley y
7
Richardson, 2014; Black y Creed-Kanashiro, 2012; Boots, et al., 2015; Doub et al.,
2015; Fleming et al., 2015; Golen y Ventura, 2015; Hughes y Shewchuk, 2011;
Lange et al., 2013; Moore, Tapper y Murphy, 2007; Van Dijk, Hunnius y Geert,
2012). Dentro de estos elementos se encuentran los comportamientos de padres y/o
cuidadores de los niños. A partir de esto, se ha demostrado que las prácticas de
crianza se determinan no solo por las características de los padres sino también por
las respuestas específicas de cada niño, como la frecuencia de llanto o la capacidad
de respuesta frente a estímulos sensoriales (Álvarez, 2006).
En cuanto a las características del niño que influyen en la interacción durante la
alimentación, se encuentra el temperamento. Así por ejemplo, se han encontrado
diferencias en el temperamento, al comparar un grupo de niños con conductas
alimentarias saludables y un grupo de niños con anorexia infantil (Chatoor, Ganiban,
Hirsch, Borman-Spurrell y Mrazek, 2000). El temperamento puede ser definido como
el conjunto de atributos personales que tienen una base biológica, evidentes desde
temprana edad y relativamente estables a lo largo de los años. Esto quiere decir que
el temperamento si puede modificarse en el curso del desarrollo y que no define por
completo la personalidad, pero si permite distinguir entre un niño y otro desde muy
temprana edad (Schaffer, 2006). De esta manera, se identifican dos tipos de
temperamento, el difícil y el fácil. El primero incluye rasgos que caracterizan a los
niños como fácilmente angustiados, activos, irritables y con hábitos irregulares. Por
el contrario, los niños fáciles se caracterizan por rasgos de auto-control, calma,
hábitos regulares y apertura y adaptabilidad a nuevas situaciones (Bergmeier et al.,
2014; Shaffer, 2000).
De esta forma, en la interacción durante la alimentación, el temperamento del
niño puede influir en algunas respuestas del cuidador y a su vez, puede afectar las
interpretaciones y el sentido que el niño le da a sus experiencias (Álvarez, 2006).
Cuando las expectativas del cuidador son incompatibles con los comportamientos
del niño se pueden generar interacciones estresantes, mientras que un buen ajuste
entre ambos, generalmente conduce a una interacción placentera (Hughes y
Shewchuk, 2011).
Concretamente, existe una marcada relación entre los temperamentos difíciles de
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los niños, los momentos de alimentación incómodos, el rechazo de los alimentos y
las prácticas de alimentación que los padres emplean (Haycraft et al., 2011).
Sumado a esto, se ha encontrado un índice mayor de dificultades alimentarias en
niños demandantes, difíciles y poco sociables. El caso de niños con temor a probar
nuevos alimentos se ha asociado con la presencia de timidez y emocionalidad. Sin
embargo, en general los factores sociales como los mencionados, no son
predictivos de las dificultades alimentarias. Igualmente, aquellos temperamentos
que se caracterizan por una alta emocionalidad se pueden asociar con menos
disfrute de la comida, comportamientos alimentarios quisquillosos, tiempos de
alimentación más largos de lo habitual, ingesta de alimentos por debajo o por
encima de la cantidad esperada y el posible desarrollo de problemas en cuanto a la
alimentación en etapas posteriores (Haycraft et al., 2011).
Al respecto de los temperamentos caracterizados por una alta emocionalidad,
cabe mencionar también que se ha encontrado que los padres de estos niños
tienden a emplear los alimentos para regular emocionalmente a sus hijos. Aunque
no existe claridad frente a si se trata de una relación causal, por el momento, se
plantea un modelo interactivo en el que se relacionan el comportamiento emocional
del niño y las prácticas alimentarias de los padres para regularlo (Haycraft et al.,
2011).
Así como el temperamento es una característica clave en cuanto al niño, es
importante resaltar en los cuidadores aquellos factores propios que influyen en la
alimentación de los niños, puesto que autores como Patrick, Nicklas, Hughes y
Morales (2005) encontraron que desde muy temprano, los niños empiezan a
generar respuestas sobre la ingesta de alimentos según dichos factores y que en
definitiva, las acciones de los padres alteran el comportamiento alimentario de los
niños (Kerzner et al., 2015).
De esta forma, dentro de las características del cuidador que influyen en la
alimentación y cuidado de los niños, se destacan la falta de recursos conductuales
relacionados con bajos índices de escolaridad, ambiente familiar desorganizado,
desajustes emocionales como por ejemplo la depresión y el estrés de crianza
(Cortés-Moreno y Méndez-Lozano, 2011). Específicamente, el estrés de crianza, es
9
un factor que interfiere en el establecimiento de prácticas de cuidado apropiadas,
teniendo en cuenta que la acumulación de las frustraciones diarias de los padres
pueden convertirse en una experiencia crónica e irritante que afecta el bienestar y
cuidado de los niños (Cortés-Moreno y Méndez-Lozano, 2011).
Además de las características propias de los cuidadores mencionadas
anteriormente, es importante aludir a los comportamientos específicos de
alimentación, denominados prácticas alimentarias. Algunos ejemplos de estas
prácticas son el número de bocados que se le ofrecen al niño, la reacción de los
cuidadores respecto a la aceptación o rechazo del niño, la decisión de introducir
diferentes utensilios, entre otras (Black y Creed-Kanashiro, 2012). Adicionalmente,
las prácticas de alimentación del cuidador con el niño, incluyen los alimentos que
selecciona, la forma cómo los prepara, las porciones servidas, y las acciones
realizadas para alimentarlo (Cortés-Moreno y Méndez-Lozano, 2011).
En relación con las prácticas mencionadas, Birch y Fisher (1995), Patrick et al.
(2005) y Kerzner et al. (2015), retomaron los estilos de crianza y plantearon tres
estilos de alimentación: autoritario, permisivo y con autoridad o autorizada. Estas
prácticas están influenciadas por las normas culturales, las preocupaciones de los
padres y las características de los niños. En cuanto al estilo autoritario o también
conocida como controlador, es predominante la restricción de ciertos alimentos y la
presión por comer otros implementando fuerza, castigo o medidas coercitivas. Por
tanto, la alimentación autoritaria se caracteriza por máximo control de la
alimentación del niño y poco interés por las preferencias y gustos del pequeño,
hasta el punto de ignorar las señales de hambre y saciedad. Este estilo puede
resultar efectivo al principio pero después suele ser contraproducente puesto que
disminuye el apetito y pone al niño en riesgo de obesidad o desnutrición.
El estilo permisivo también llamado “descuido nutricional”, se caracteriza por
otorgarle al niño la responsabilidad de la alimentación, al permitirle comer lo que
quiera en la cantidad que desee y en el momento que lo prefiera. Además, al
alimentar el niño, suelen evitar el contacto visual y mostrarse desapegados.
Asimismo, en ocasiones el cuidador tiende a ignorar las señales del hambre,
saciedad, las necesidades físicas y emocionales y a no poner límites. En cuanto a
10
los cuidadores, cabe resaltar también que pueden tener dificultades emocionales,
depresión u otras condiciones que les imposibilita alimentar de manera óptima a sus
hijos. Este estilo suele asociarse al aumento en el consumo de alimentos altos en
calorías y a la disminución del consumo de alimentos saludables (huevo y leche), lo
que aumentaría el riesgo de obesidad (Kerzner et al., 2015).
Por último, la alimentación con autoridad o autorizada (también denominada
responsiva) representa un equilibrio entre el estilo autoritario y permisivo, debido a
que se induce al niño a comer alimentos saludables, pero también se tienen en
cuenta algunas preferencias del menor en el momento de la alimentación (Patrick et
al., 2005). En este punto es importante la sensibilidad del cuidador para identificar
las señales del niño que reflejan sus necesidades alimentarias. De esta manera,
este estilo representa con claridad la división de responsabilidades que resulta
apropiada para los momentos de alimentación. En este sentido, el padre determina
dónde, cuándo y qué debe consumir el niño y el niño decide cuánto desea consumir.
Esto implica que el cuidador asume un rol de guía más que de control, pone límites,
modela formas adecuadas de alimentación y se expresa de manera positiva acerca
de la comida. Además, estos padres establecen rutinas de alimentación para sus
hijos y las respetan, de modo que inducen el apetito en los niños sin implementar
estrategias coercitivas. Igualmente, estos mismos autores afirmaron que la
alimentación autorizada o con autoridad generaba un mayor consumo de alimentos
saludables (frutas, jugos y verduras), mientras que la alimentación autoritaria se
asociaba con un menor consumo de dichos alimentos (Kerzner et al. 2015).
En esta lógica, cabe resaltar que los estilos de alimentación de los cuidadores
tienen importantes implicaciones en el desarrollo de patrones alimentarios en los
niños, principalmente aquellos que promueven el consumo de lácteos, frutas y
verduras en las prácticas alimenticias (Patrick et al., 2005). Adicionalmente, es
importante destacar que para el desarrollo de prácticas alimenticias saludables por
parte de los niños, es necesario el uso adecuado de estrategias de alimentación por
parte de los cuidadores dado que pueden tener tanto resultados positivos como
indeseables para el desarrollo de dichas prácticas (Moore et al., 2007). En cuanto a
las estrategias que generan resultados positivos, se ha encontrado que la
11
exposición repetida al sabor de los alimentos ha demostrado ser un método eficaz
para aumentar el gusto y el consumo por parte de los niños (Wardle at al., citados
en Moore et al., 2007). Asimismo, se ha comprobado la efectividad de la estrategia
del modelado del consumo por parte de los adultos, hermanos y compañeros,
combinado con comentarios alentadores para aumentar el consumo (Hendy y
Raudenbuch, 2000).
Por el contrario, existen otras estrategias que pueden tener resultados
indeseables. Entre estas, Fisher y Birch (citados en Moore et al., 2007) encontraron
que restringirle la ingesta de cierta clase de comida a los niños, aumenta el
consumo y gusto por esos alimentos, lo que puede llevar al aumento de peso. Otra
de las estrategias implementadas por los cuidadores es presionar al niño para que
coma y exigir que terminen todos sus alimentos, esto ha demostrado un menor
consumo y un aumento de valoraciones negativas hacia la comida (Galloway,
Fiorito, Francis y Birch, 2006, Cortés-Moreno y Méndez-Lozano, 2011). Usar la
comida como recompensa puede mejorar o no el consumo de alimentos por parte
del niño, esto dependerá del contexto en el que se de la alimentación. Cuando el
contexto es coercitivo, la estrategia de recompensa puede reducir el gusto por la
comida, mientras que si se utiliza en un contexto positivo, con la implementación de
indicadores de progreso y manifestaciones de alabanza puede mejorar el consumo
y el gusto por los alimentos (Moore et al., 2007). Igualmente, alimentar al niño en la
boca cuando él es capaz de alimentarse por su cuenta, alimentar en forma pasiva, o
desviar la atención del niño hacia otros aspectos diferentes a la comida puede
incurrir en resultados indeseables (Cortés-Moreno y Méndez-Lozano, 2011).
A partir de lo anterior, Ogden, Reynolds y Smith (2006) señalan que el uso de
estas estrategias puede ser variado y estar o no asociadas a comportamientos
alimenticios sanos. Asimismo, algunas investigaciones plantean que se conoce poco
sobre la forma cómo los padres y/o cuidadores emplean, combinan o alternan estas
estrategias en la interacción con los niños (Abedul citado en Moore et al., 2007). Sin
embargo, sí es posible identificar a grandes rasgos, dos tipos de respuestas del niño
frente a la alimentación, por un lado, aquellos comportamientos a favor de la ingesta
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de alimentos y ganancia de peso y por otro, aquellos que no la favorecen y tienden
a estar relacionados con un peso por debajo al esperado (Haycraft et al., 2011).
Siguiendo esta misma línea, Kerzner (2009) afirma que en ocasiones los padres
emplean múltiples medidas que pueden no solo traer consecuencias negativas para
el niño sino también para la relación entre padres e hijo. Para lograr emplear
estrategias realmente benéficas para el niño, es necesario dar un diagnóstico
acertado sobre la dificultad que este presenta. Para ello, Kerzner (2009) propone
una guía práctica para identificar a los niños con problemas alimentarios que tienen
una patología de base de aquellos cuyos problemas son consecuencia de factores
ambientales y comportamentales.
Cuando los problemas de alimentación se deben a una patología orgánica, su
tratamiento permitirá que el niño vuelva a comer con normalidad. Sin embargo, en
algunos de estos niños, la respuesta a la comida está supremamente arraigada, y
aun cuando se trata medicamente la patología, dicha respuesta persistirá. En estos
casos y en los casos de niños con problemas de alimentación sin una causa
orgánica, es necesario, enfocar la atención en qué consume el niño en términos de
cantidad y variedad, en las prácticas alimentarias, en los comportamientos del niño y
del cuidador, en las interacciones durante la alimentación entre la diada y en las
características del ambiente (Kerzner, 2009; Kerzner et al., 2015).
Posteriormente, es necesario determinar la naturaleza de la dificultad alimentaria.
Para ello, se propone una tipología basada en cuatro categorías, aunque aclara que
una dificultad alimentaria puede presentar características de más de una categoría.
La categorización entonces que propone es: apetito limitado, ingesta altamente
selectiva, llanto que interfiere con la alimentación y el miedo excesivo a la
alimentación. Cabe resaltar que dentro de la categoría de apetito limitado se
desprenden cuatro subtipos: niño normal cuyo apetito limitado ha sido
malinterpretado; niño vigoroso con poco interés en la alimentación; niño depresivo
con poco interés en la alimentación y niño con poco apetito por enfermedad
orgánica (Kerzner, 2009; Kerzner et al., 2015)
En cuanto al primer subtipo de apetito limitado, el niño cuya inapetencia ha sido
malinterpretada, suele presentarse en niños con estatura normal, pero pequeña, su
13
apetito suele ser limitado, pero adecuado para su tamaño y necesidad de nutrientes.
El riesgo para estos niños es que los padres consideren que debe comer más y
comiencen a emplear métodos coercitivos para lograrlo. Generalmente, este tipo de
padres se sienten ansiosos dado que esperan que su hijo crezca más de lo que
realmente puede crecer. Para tratar a estos niños, se debe educar a padres y
cuidadores sobre lo que es apropiado en términos de alimentación, crecimiento y
nutrición para el caso del niño. De esta forma, se esperaría que los padres confiaran
en las sensaciones del niño del hambre y la saciedad, más que en sus propias ideas
sobre la cantidad que considera que su hijo debe ingerir (Kerzner, 2009; Kerzner et
al., 2015).
El segundo subtipo dentro del apetito limitado es el niño vigoroso con poco
interés en la alimentación, el cual presenta poco apetito, se sacia rápidamente y se
distrae con facilidad. En algunos casos, se usa el término de anorexia infantil para
hablar de esta clase de niños. El comienzo de la negativa hacia la comida en estos
niños, generalmente se presenta entre los seis meses y tres años de edad, en la
transición de ser alimentado con cuchara a comer solo. Estos niños son activos,
muy despiertos e inquisitivos y están más interesados en su ambiente que en
alimentarse. Los padres pueden sentirse ansiosos, y preferir que sus niños coman
pequeñas porciones durante el día o coman mecato, en lugar de la ingesta regular
de una comida de tamaño completo. Sin embargo, esto puede llevar a que el apetito
del niño se inhiba aún más y a que los padres utilicen prácticas coercitivas para
alimentarlo. Si esta dificultad no es abordada los niños continuarán presentando
dicha dificultad lo que impediría un sano desarrollo alimenticio. Además, cabe
mencionar que esta dificultad generalmente se deriva de un conflicto sin resolver
entre padres e hijos y por tanto, se trata en mayor medida de un conflicto presente
en el contexto del hogar que de la incapacidad del niño para la ingesta.
En esta medida, el tratamiento sugerido para este tipo de niños, implica la ayuda
tanto de los padres como del niño. En cuanto al niño, es necesario ayudarle a
reconocer las sensaciones de hambre y saciedad mediante la implementación de
rutinas de alimentación que incluyan cinco comidas al día y solo agua en los
intermedios. En cuanto a los padres, es necesario que modelen hábitos de
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alimentación saludables, respeten la rutina de las cinco comidas del niño, pongan
límites claros en los momentos de alimentación de modo que corrijan
comportamientos inadecuados mediante una disciplina sólida. Igualmente, se
recomienda que durante los momentos de alimentación, los padres presten atención
a sus hijos cuando estos últimos se comportan de manera adecuada y por el
contrario, no le presten atención en caso de presentar comportamientos
inaceptables (Kerzner, 2009; Kerzner et al., 2015).
El tercer subtipo, dentro de esta misma categoría de apetito limitado, es el niño
depresivo con poco interés en la alimentación. Estos niños tienen un afecto
aplanado, su falta de apetito es parte de un conjunto de comportamientos, en
donde no es discernible el balbuceo, la sonrisa y el contacto visual entre el niño y su
cuidador. Generalmente, pierden peso, sufren de malnutrición y existe una fuerte
interrupción en la comunicación entre madre y niño. Además, en la mayoría de los
casos se trata de niños descuidados por diferentes circunstancias como problemas
económicos. Cabe aclarar que el término de niño depresivo es utilizado por el autor
y no necesariamente cumple con todos los criterios del DMS IV para dar un
diagnóstico de trastorno. En cuanto al tratamiento, se recomienda que la persona
que lo alimenta tenga experiencia en hacerlo y además lo haga de una manera
entusiasta (Kerzner, 2009).
Finalmente, el cuarto subtipo dentro de la dificultad de alimentación limitada,
corresponde al niño con poco apetito causado por una enfermedad biológica. En
estos casos es necesario identificar la patología para abordarla y además tratar las
dificultades en la alimentación que se han podido derivar de la condición biológica
(Kerzner, 2009).
Por otra parte, se encuentra la segunda categoría de dificultades que
corresponde a los niños selectivos para la ingesta. Se trata de aquellos que se
niegan a comer cierta comida con sabores, texturas, olores o apariencias
específicas. Sus comportamientos superan la resistencia normal a la ingesta de
comida desconocida por el niño. Estos niños generalmente son extremadamente
sensibles en su parte sensorial, así por ejemplo tienen una alta sensibilidad al ruido,
a ensuciarse las manos o a tener arena debajo de sus pies. La alimentación
15
selectiva puede llevar a que el niño no consuma nutrientes esenciales para su
desarrollo. Igualmente, estos niños pueden carecer de habilidades para la
alimentación que se desarrollan en la práctica misma de alimentarse, esto sucede
más que todo en niños que solo consumen comida de textura suave. Además, este
comportamiento puede llevar a que existan dificultades a nivel social dentro de la
familia o con pares (Kerzner, 2009).
La tercera categoría que plantea este mismo autor es la de los niños cuyo llanto
interfiere con la alimentación. Estos niños una vez han empezado a llorar, no
pueden calmarse. El llanto excesivo interrumpe la alimentación e irónicamente
también induce a que la madre alimente al niño con más frecuencia, creyendo que
el hambre está causando el llanto. El problema generalmente empieza en la primera
semana de vida y en niños que por definición están sanos. En la mayoría de los
casos, el niño puede dejar de ganar peso.
Por último, Kerzner (2009) plantea la categoría de los niños con miedo excesivo o
irracional a la alimentación. Estos niños se resisten a la alimentación llorando, con
nauseas, arcadas o se rehúsan a abrir la boca. Generalmente, estos niños han
tenido experiencias orales nocivas, por ejemplo, el caso de una entubación a
temprana edad. Por eso, en ocasiones se habla de que estos niños presentan un
desorden post-traumático de alimentación. En casos extremos, en los que el niño
carece completamente de apetito y siente una excesiva aversión a la alimentación
oral, es necesario alimentarlos por sonda gástrica.
Ahora bien, estos conceptos y categorías mencionados anteriormente han sido
producto de las múltiples investigaciones empíricas que se han realizado respecto a
la interacción entre díadas (cuidador-niño) en los momentos de alimentación. Así, es
importante señalar algunas generalidades sobre las diferentes investigaciones
revisadas que han abordado esta misma temática. A partir de esta revisión, se
encontró que se ha estudiado a niños en diferentes edades, se han implementado
diversos tipos de instrumentos y métodos para analizar el fenómeno y se ha
priorizado estudiar las relaciones de diferentes temas en la interacción, en vez de
describir únicamente la interacción entre díadas en los momentos de alimentación.
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A continuación se presentarán las generalidades mencionadas que se encontraron
en dicha revisión.
Para empezar, se describirán las principales categorías que la mayoría de
investigaciones han tenido en cuenta tanto para cuidadores como para niños. Así,
en cuanto a los cuidadores han estudiado las prácticas de crianza, los estilos de
alimentación, las estrategias de alimentación, los estados emocionales, la restricción
y la presión (Blisset et al., 2010; Boots et al., 2015; Cortés-Moreno y Méndez-
Lozano, 2011; Cortés, Romero, Hernández-Castro y Hernández-Pozo, 2004; Doub
et al., 2015; Durao et al., 2015; Farrow et al., 2009; Farrow y Blissett, 2012; Fildes et
al., 2015; Fleming et al., 2015; Lavelli y Poli, 1998; Moding et al., 2014). Mientras
que, en cuanto al niño, la mayoría de investigaciones han tenido muy presente el
temperamento como factor que puede intervenir en la interacción con el cuidador y a
la vez, en la ingesta de alimentos (Doub et al., 2015; Moding et al., 2014; Van Dijk et
al., 2012).
Igualmente, se observó que diversos estudios se han enfocado en caracterizar y
relacionar las variables mencionadas anteriormente entre sí, que están presentes en
las dinámicas de interacción en situaciones de alimentación. Así por ejemplo, Blisset
et al. (2010) relacionaron los problemas de alimentación con los comportamientos y
los estilos de crianza; Boots et al. (2015) relacionaron la ingesta de aperitivos
influenciada por las estrategias de alimentación de los padres; y Cassells et al.
(2014) relacionaron las creencias maternas en torno a la alimentación y sus
prácticas alimentarias. Asimismo, otros autores relacionaron estilos de alimentación
maternos y temperamento del niño (Doub et al., 2015); responsabilidad materna y
prácticas de alimentación infantil (Durao et al., 2015); y relacionaron el control que
ejercían los padres con el apetito y el peso de los niños (Fildes et al., 2015).
Otras investigaciones, se centraron en estudiar las relaciones de las prácticas
alimentarias, las conductas alimentarias de los niños y los comportamientos de
orientación y apoyo en el ambiente de nutrición de los niños (Farrow et al., 2009;
Fleming et al., 2015; Montaño et al., 2015; Sanders et al., 1993; Zhou et al., 2015);
mientras que Golen y Ventura (2015) relacionaron la distracción materna en la
interacción con la ingesta infantil; Lumeng et al. (2012) relacionaron los
17
comportamientos maternos de alimentación con el peso de los niños, Moding et al.
(2014) relacionaron el temperamento del niño con la aceptación o el rechazo de
nuevos alimentos, y por último, otros autores observaron las diferencias entre padre
y madre a la hora de interactuar con sus hijos durante el momento de la
alimentación y encontraron que ambos son igualmente capaces de mostrar afecto,
compromiso y participación durante la interacción (Wendt et al., 2015).
Como se evidencia en el párrafo anterior, la mayoría de autores han enfatizado
en las características propias de los cuidadores más que en las del niño. Esto
permite suponer que los autores otorgan un mayor protagonismo en la interacción a
los padres que a los hijos, haciendo poco énfasis en la responsabilidad de estos
últimos en los momentos de alimentación. Además, se observa que los estudios
tienden a concebir a los padres con características fijas e invariables y por tanto, se
tiende a dejar por fuera la posibilidad de unos padres que cambian momento a
momento. Así por ejemplo, la idea de un padre que puede ser autoritario, permisivo
o responsivo en diferentes circunstancias no se ha encontrado en dichas
investigaciones.
Contrario a las investigaciones anteriores, algunos estudios se han centrado
únicamente en describir aspectos puntuales de las prácticas alimentarias, como las
estrategias que se emplean (Lange et al., 2013), o la descripción de niños
pertenecientes a un programa de nutrición (Deming, Briefel, y Reidy, 2014)
Por otra parte, a propósito de las edades de los participantes, se destaca que las
investigaciones han tenido en su mayoría muestras constituidas por niños con
edades entre los 0 y 47 meses aproximadamente (Deming et al., 2014; Doub et al.,
2015; Golen y Ventura, 2015; Lange et al., 2013; Lumeng et al., 2012; Robertson,
Puckering, Parkinson, Corlett y Wright, 2011; Wendt et al., 2015). Por el contrario,
existen menos estudios enfocados en niños con edades entre los 3 y 8 años (Blisset
et al., 2010; Boots et al., 2015; Durao et al., 2015; Farrow y Blissett, 2012; Sanders
et al., 1993). Con respecto a las edades de los niños, se observa que los autores
han enfatizado principalmente sus investigaciones en la interacción entre díadas en
los momentos de la alimentación en tres periodos de la vida del niño. En primer
lugar, se encuentran autores que se han centrado en el periodo de la lactancia
18
(Fildes et al., 2015; Golen y Ventura, 2015; Lange et al., 2013), en segundo lugar,
otros autores se han enfocado en la transición de la lactancia a la introducción de
alimentos sólidos (Doub et al., 2015; Moding et al., 2014; Stice, Agras y Hammer
(1998) retomados por Betancourt et al., 2007; Van Dijk et al., 2012) y finalmente
están aquellos que han investigado el momento de la alimentación sólida (Blisset et
al., 2010; Boots et al., 2015; Durao et al., 2015; Montaño et al., 2015; Sanders et al.,
1993; Zhou et al., 2015).
A partir de esto, cabe resaltar que la transición de la lactancia al consumo de
alimentos sólidos resulta ser un periodo de interés para estudiar las dificultades
alimentarias teniendo en cuenta que el niño empieza a experimentar un cambio en
los sabores, olores, texturas, colores y en la forma de ser alimentado. Igualmente,
investigar el periodo de la alimentación sólida es también significativo dado que en
dicho periodo los niños empiezan a establecer sus hábitos alimenticios y además,
tienen cierta autonomía en decidir sus preferencias y las cantidades a consumir.
Respecto a la metodología empleada para estudiar las diferentes edades, los
diversos momentos de la ingesta de alimentos y en general de la interacción durante
la alimentación, existen dos tipos de abordajes: reportes y observaciones. En la
categoría de reportes, están incluidos todos aquellos instrumentos que se basan en
la información suministrada por los participantes, como lo son los cuestionarios, las
entrevistas y los autorregistros. Así pues, se encontró que diversos estudios han
implementado cuestionarios como instrumentos claves en sus métodos (Blisset et
al., 2010; Boots et al., 2015; Cassells et al., 2014; Deming et al., 2014; Doub et al.,
2015; Farrow et al., 2009; Fildes et al., 2015; Lauzon-Guillain et al., 2012; Moding et
al., 2014; Thompson et al., 2009). Igualmente, otras investigaciones han realizado
entrevistas semiestructuradas con los cuidadores (Durao et al., 2015; Fleming et al.,
2015; Lavelli y Poli, 1998) y autorregistros en diarios (Lange et al., 2013; Lavelli y
Poli, 1998; Sanders et al., 1993).
Es importante resaltar que aunque los reportes pueden arrojar información
importante acerca de los participantes y de hecho llegar a ser complementaria a las
observaciones, esta información tiene limitantes en la medida en que se enfoca en
19
lo que las personas dicen que hacen y no necesariamente en lo que realmente
hacen.
Por consiguiente, la observación permite un mayor acercamiento a lo que las
personas realmente hacen y por tanto, resulta ser significativo. Así, otro de los
métodos empleados para estudiar la interacción ha sido la observación registrada
en videos. Algunas de estas observaciones han sido realizadas en laboratorios,
clínicas o alguna otra instituciones (Golen y Ventura, 2015; Lumeng et al., 2012;
Moding et al., 2014; Robertson et al., 2011; Sanders et al., 1993; Wendt et al.,2015);
mientras que en otras investigaciones, las observaciones las han realizado en los
contextos naturales de los niños (Van Dijk et al., 2009; Lavelli, y Poli, 1998; Montaño
et al., 2015; Reyna, Brown, Pickler, Myers y Younger, 2012; Toyama, 2013; Van Dijk
et al., 2012). Cabe mencionar que, algunos autores recomiendan realizar las
observaciones en los hogares de los niños para evidenciar la interacción entre el
niño y el cuidador en su entorno inmediato (Golen y Ventura, 2015; Larsen et al.,
2015).
Además, existen varios autores que hacen el llamado a pasar de la teoría a la
práctica, mediante el diseño de intervenciones o la realización de guías prácticas
que les sean útiles a los padres a la hora de alimentar a sus hijos. Esto, teniendo en
cuenta que las intervenciones realizadas con niños con dificultades alimentarias y
sus padres, demuestran que tanto niños como padres se benefician de las mismas
(Vereijken et al., 2011; Jones y Bryant-Waugh, 2012).
Sin embargo, aún son pocos los estudios que se han centrado únicamente en
describir la interacción entre cuidador e hijo durante la alimentación, desde una
concepción de sujeto en continuo cambio (Toyama, 2013; Reyna et al., 2012; Van
Dijk et al., 2009). Además, las investigaciones revisadas han tendido a plantear
relaciones causales en las díadas en los momentos de interacción, como por
ejemplo, se suele plantear que las características y las prácticas empleadas por los
cuidadores causan las dificultades alimentarias que presenta el niño. Por otra parte,
las investigaciones han tendido a creer, que tanto padres como hijos tienen
características fijas en el tiempo. Esto da lugar a pensar que el estilo de crianza, las
20
prácticas alimentarias, los estilos de alimentación y en general las formas de ser y
actuar del niño y del cuidador son estables.
A partir de todo lo anterior, la brecha que busca suplir esta investigación es la de
mantener una visión sistémica del problema, reconociendo que las dificultades
alimentarias hacen parte de un entramado de factores en donde ninguno es causa
de otro sino que la interacción lleva a que el sistema se organice de cierta forma
particular. Esto implica que las características y modos de actuar de cada sujeto en
la diada sean variables, por lo que se necesita de una metodología en tiempo real y
varias sesiones para lograr observar los cambios y comprender a mayor profundidad
la interacción.
Para lograr lo anterior, la interacción se abordará desde la aproximación de
sistemas dinámicos. Esto, teniendo en cuenta que los sistemas dinámicos proveen
una perspectiva para observar los cambios que se presentan en las dinámicas
relacionales durante la alimentación. Para comprender mejor esta teoría, cabe
resaltar que los sistemas dinámicos son definidos como cualquier colección de
componentes que interactúan entre sí y que cambian sus propiedades como
resultado de esa interacción (Van Geert, 2003).
En este sentido, la dinámica de la relación entre el cuidador y el niño cambia a
través del tiempo (durante la sesión de alimentación y entre sesiones), y dicho
cambio se debe a la interacción entre los componentes del sistema que tienden a
auto-organizarse en formas particulares de funcionamiento, como por ejemplo
dificultades de alimentación o estilos de alimentación. Así, una diada puede ser
considerada como un pequeño sistema en el que se relacionan dos sujetos
formando una dinámica de alimentación con características propias, fruto de la
interacción misma de los elementos del sistema. Los elementos que conforman una
interacción tienen que ver tanto con las características y predisposiciones propias de
los sujetos como de la relación que han establecido con anterioridad. Algunos
elementos a destacar son: las estrategias de alimentación (la restricción, la presión,
utilización de comida como recompensa, dar comida en la boca), los estados
emocionales, el temperamento del niño y estilos de alimentación (autoritario,
permisivo y con autoridad).
21
No obstante, pese a que parte de la literatura (Blisset et al., 2010; Boots et al.,
2015; Fildes et al., 2015; Larsen et al., 2015; Lumeng et al., 2012; Montaño et al.,
2015) plantea estos elementos como estables y constantes, otros autores han
encontrado que lo que permanece constante es su variabilidad. La variabilidad es
importante puesto que posibilita la comprensión de los momentos de transición que
caracterizan el cambio en las dinámicas de interacción (Van Dijk y Van Geert, 2016).
El énfasis en el cambio y la variabilidad permite transformar el foco de investigación;
por ejemplo se harían preguntas acerca de cómo emergen los problemas de
alimentación y no qué problemas de alimentación están presentes de manera
intrínseca en el padre o en el niño.
En este orden de ideas, las diferencias en los sistemas pueden ser generados
por cambios en las interconexiones o en ciertas variables relevantes que emergen y
alteran el sistema (Kunnen y Van Geert, 2012). Por ejemplo se pueden establecer
relaciones mutuamente causales, los estilos de alimentación pueden permitir que se
privilegien ciertas estrategias que tendrán unos tipos de respuesta particulares en
los niños, pero al mismo tiempo, la predisposición de los niños a recibir o no los
alimentos, puede impactar en las estrategias más privilegiadas. Todo esto mediado
por estados de ánimo que varían en función de sí la alimentación está siendo o no
exitosa, generando ansiedad o disfrute, que a su vez cambiaran la disposición del
niño y las estrategias utilizadas por el cuidador.
Por otro lado, la variabilidad solo es uno de los aspectos relevantes de los
sistemas dinámicos que no se opone a la idea de la estabilidad. Lo anterior está
sustentado, por la tendencia que presentan estos sistemas a auto-organizarse y
obtener niveles crecientes de orden. Sin embargo, esta organización no será
completamente estable debido a que el sujeto cambia a medida que transcurre el
tiempo (Kunnen y Van Geert, 2012). En este caso la variabilidad en el sistema tiene
un papel fundamental en el desarrollo dado que las reorganizaciones tienden a
ocurrir en momentos de transición e inestabilidad en los que se da una ruptura de
patrones antiguos y un nacimiento de nuevos patrones (Van Geert y Van Dijk,
2015).
22
De esta manera, el sistema puede estar en un solo estado en el tiempo, pero
tener a su disponibilidad otros estados. Por ejemplo, es difícil asumir que habrá un
solo tipo de interacción a lo largo de una sola sesión de alimentación, puesto que el
nivel de satisfacción (que tan lleno está) del niño, su estado emocional y el de su
cuidador y los momentos previos podrían hacer que ocurra una transición entre una
alimentación fluida a un momento de conflicto.
A pesar de existir múltiples estados, los sistemas tienden a estabilizarse en el
estado que resulta ser más “atractivo”. Para aclarar esto último, resulta pertinente
abordar otro concepto clave de esta teoría como lo son los atractores. Así, los
atractores son formas de organizaciones estables y repetitivas a los que tiende el
sistema a recurrir con frecuencia cuando ciertos elementos se activan. Una
característica de estos patrones estables es su pronta aparición en el sistema
cuando ciertos elementos conectados se activan. Estos patrones que tienden a ser
“atractivos” en el sistema se conocen como atractores (Kunnen y Van Geert, 2012).
Algunos autores, ejemplifican los atractores con el estado emocional de la
depresión, el cual tiene alta probabilidad de repetirse constantemente (Johnson y
Nowak, 2002). En el caso de la interacción entre cuidador y niño en situaciones de
alimentación también existen atractores. De esta forma, se podría pensar como
hipótesis que en una interacción entre un padre que tiende a ser impaciente,
autoritario y ocupado; y un niño que rechaza continuamente los alimentos, un
posible atractor podría ser una relación hostil e incluso agresiva. Igualmente, es
importante subrayar que los sistemas de los seres vivos se caracterizan por la
multiestabilidad, lo que implica que su espacio de estado puede incluir varios
atractores al tiempo y se puede oscilar entre ellos (Granic y Lamey, 2002).
Contrario a los atractores, existen otros estados que muy pocas veces se
producen. Estos estados son conocidos como repulsores. En el ejemplo
mencionado anteriormente, un repulsor podría ser una relación responsiva y
tranquila, en la que el padre se muestre paciente, aun cuando el hijo no reciba los
alimentos, la cual tiene poca probabilidad de aparecer. Igualmente, es importante
aclarar que tanto los atractores como los repulsores del sistema, pueden cambiar en
momentos de transición y generar nuevos patrones estables de comportamiento. En
23
los periodos de transición aumenta la variabilidad puesto que el sistema es inestable
(Hollestein, 2007).
Cuando se habla de patrones recurrentes en la interacción entre cuidador y niño,
se está haciendo alusión a los atractores de la diada, es decir, a modos de
funcionamiento entre ambos, que han alcanzado una mayor estabilidad en el
tiempo. En ocasiones estos patrones se consolidan como ciclos coercitivos que
afectan el bienestar de la diada; sin embargo, aun en estos casos, la diada puede
haber desarrollado también patrones positvos. Esto implica que aun en las diadas
más hostiles, es posible encontrar modos de funcionamiento positivos. Por esto, el
enfoque de los sistemas dinámicos resulta tan apropiado, teniendo en cuenta que
permite analizar las transiciones entre ciertos patrones a otros (Granic y Lamey,
2002).
Además, este enfoque permite analizar las diferentes respuestas de los
cuidadores frente a cierto comportamiento del niño. Así por ejemplo, Granic y Lamey
(2002) sostienen que existen dos patrones de interacción entre cuidador y niño,
cuando este último se torna hostil. Por un lado, se encuentran aquellos padres que
ante la hostilidad de su hijo, intentan en primera instancia apaciguarlo y calmarlo,
pero después de que este comportamiento se repite una gran cantidad de veces, los
padres empiezan a responder de manera neutra e incluso positiva frente a la
agresividad del niño. A esta secuencia de comportamientos (niño negativo u hostil-
cuidador positivo o neutro) se le considera como un patrón de permisividad. Por otro
lado, estan aquellos padres que ante la hostilidad de su hijo, responder también de
manera hostil por lo que se evidencia una escalada de hostilidad en la interacción
(hostilidad mutua).
Como se ha observado, el enfoque de sistemas dinámicos permitirá dar cuenta
de cómo tenderá cada una de las interacciones a organizarse a lo largo del tiempo,
y a su vez, a evidenciar las diferentes transiciones y estados por los que atraviesa la
diada. De esta forma, se logrará identificar ciertos patrones de funcionamiento a los
que tiende la díada, reconociendo en ellos, variabilidad en modos de actuar tanto de
los cuidadores como de los niños.
24
Todo esto, resulta de gran importancia para ampliar la mirada que se ha venido
teniendo por parte de los médicos y psicólogos frente a las dificultades alimentarias
puesto que se fomentará el abordaje sistémico del problema para dar lugar a la
posibilidad del cambio por parte de los cuidadores y los niños. Por tanto, puede ser
posible que un cuidador a lo largo del tiempo presente en ocasiones un estilo de
alimentación autoritario, pero también pueda llegar a presentar un estilo autorizado.
Este mismo abordaje aplica para el niño quien puede tener ocasiones en que
rechace constantemente los alimentos, pero también tener momentos en que acepte
la ingesta fluidamente. Siendo así, ya no será suficiente el hecho de indagar por la
talla y el peso del niño, sino que se entrará también a cuestionar sobre las
dinámicas de alimentación. Con esto, se contribuirá a la detección temprana de una
dificultad que podría consolidarse como un hábito que puede perdurar en edades
posteriores y el niño no tendrá que llegar al extremo de la malnutrición para recibir la
atención que requiere.
Por otra parte, es importante resaltar que esta problemática requiere de un
abordaje interdisciplinario, teniendo en cuenta las diferentes dimensiones del
problema, como el componente económico, de salud y psicológico (Kerzner et al.,
2015). Es por esto que en la Declaración Mundial sobre Nutrición, elaborada en
conjunto por la OMS y la FAO, se planteó la necesidad de un trabajo
interdisciplinario y comprometido para reducir los índices de malnutrición a nivel
mundial (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
[FAO], 2013). En Colombia, gracias a la Constitución de 1991, se elevó a rango
constitucional el deber del Estado, la sociedad y la familia, en la garantía de los
derechos de la primera infancia (Comisión Intersectorial de Primera Infancia, 2013).
A partir de lo mencionado en párrafos anteriores, es evidente que las dinámicas
de alimentación poco saludables, van en contra de los derechos del niño y en
general de los derechos de todo ser humano. Específicamente, el artículo 25 de los
derechos humanos, plantea que toda persona tiene derecho a un nivel de vida
adecuado. Esto implica salud y bienestar que es posible con una adecuada
alimentación, asistencia médica, servicios sociales, entre otros (Naciones Unidas,
2015).
25
De esta forma, este trabajo busca unirse a ese compromiso y al deber de la
sociedad proclamado en la ley 1098 de 2006, en el artículo 40, en el que se explicita
la necesidad de realizar acciones que garanticen el cumplimiento de los derechos
de los niños, procurando su protección inmediata ante situaciones que los
amenacen. Igualmente, a la corresponsabilidad mencionada en el artículo 10 de la
misma ley, en donde se le da a la sociedad, familia y Estado la responsabilidad de
velar por el cumplimiento de los derechos de los niños (Congreso de Colombia,
2006).
En la medida en que este trabajo aporte en teoría sobre la comprensión de las
dinámicas de interacción desde una perspectiva sistémica y los factores que se
relacionan en dicha interacción, se estará en sintonía con la necesidad de darle una
protección integral al niño, que aporte y garantice su desarrollo físico, mental y
social, su derecho de alimentación, comprensión y amor por parte de los padres y la
sociedad (Congreso de Colombia, 2006). Esto, teniendo en cuenta que esta
perspectiva recalca la responsabilidad que tiene tanto el padre como el niño para
que el sistema de interacción se oriente hacia estados más saludables que
beneficien la relación y la dinámica de alimentación. Además, la cantidad y calidad
de interacciones que tienen lugar entre cuidador y niño, definen la forma en que el
niño se relaciona con su ambiente físico y social y determina el grado de exposición
del niño a factores que protegen o no su salud (Cortés-Moreno y Méndez-Lozano,
2011).
Además, una vez concluido el curso de la investigación se realizará una reunión
en la Pontificia Universidad Javeriana Cali en la que se invitará a los pediatras,
psicólogos y cuidadores participantes de este estudio para presentarles los
resultados obtenidos. Esto podría servir para ampliar su conocimiento sobre las
dificultades alimentarias en la primera infancia y así, tomar medidas más apropiadas
para hacer cumplir los derechos del niño en relación con el artículo 41 de la misma
ley (Congreso de Colombia, 2006).
Cabe mencionar que este trabajo también se une a la iniciativa del Programa
Nacional de Cero a Siempre, cuyo principal objetivo es promover y garantizar el
desarrollo integral de niños y niñas menores a cinco años, sobre todo de aquellos en
26
mayor estado de vulnerabilidad. Entre los objetivos específicos de ese programa,
cabe mencionar, su propósito de garantizar los derechos de niños y niñas, de
sensibilizar y movilizar a la sociedad sobre la manera de relacionarse con los niños
y de visibilizar el papel protagónico que cumple la familia en el desarrollo infantil. Así
mismo, como parte de la integralidad del programa, también se plantea el objetivo
de asegurar el óptimo estado nutricional de cada niño (Comisión Intersectorial de
Primera Infancia, 2012).
Igualmente, este trabajo será un aporte desde la psicología para contribuir al
logro de los objetivos trazados a nivel nacional y mundial sobre la nutrición de los
niños, teniendo en cuenta que aunque las prevalencias de malnutrición en
Colombia se han reducido a la mitad en los últimos 20 años aún se está lejos de
alcanzar los objetivos de desarrollo del milenio, en los que se esperaba que para el
2015, se redujera la desnutrición crónica al 8% y la desnutrición global al 2.6%. Es
por esto que aún es necesario seguir trabajando en la seguridad alimentaria y
nutricional de la primera infancia (Comisión Intersectorial de Primera Infancia, 2013).
A partir de esto, el presente estudio pretende como objetivo general, analizar las
trayectorias de la interacción en situaciones de alimentación entre cuidadores y
niños en primera infancia con dificultades alimentarias. Es importante señalar que al
analizar las trayectorias de interacción, se podrá estudiar cómo tienden a
organizarse las interacciones a lo largo del tiempo, y también se reconocerán los
estados y transiciones por los que atravesó el sistema para alcanzar dichos estados.
Para alcanzar dicho objetivo, la pregunta que se buscará responder es ¿cómo
son las trayectorias de las interacciones de la alimentación entre cuidadores y niños
de primera infancia que presentan dificultades alimentarias en la ciudad de Cali?
Para responder a esta cuestión, se proponen como objetivos específicos describir
los patrones de comportamiento de alimentación a los que tienden las diadas
durante las sesiones de alimentación, caracterizar los patrones de comunicación
entre los niños y los cuidadores durante las situaciones de alimentación y analizar la
variabilidad en la interacción de las diadas a través del tiempo en situaciones de
alimentación.
27
De esta manera, es importante aclarar que la presente investigación se centrará
en el estudio de los procesos observables de la interacción, como lo son, la
comunicación verbal y no verbal y los comportamientos. Esto, teniendo en cuenta
que se empleará la observación como instrumento y además, el foco de interés está
centrado en estudiar lo que la diada hace, más allá de lo que los padres afirman que
hacen o creen que es correcto, es decir, ver lo que ocurre.
Igualmente, al estudiar los patrones recurrentes de la diada en cuanto a los
comportamientos de alimentación y la comunicación, se estarán reconociendo los
estados atractores (estados de mayor estabilidad) a los que tiende el sistema de la
diada. Adicionalmente, al ser un estudio desde el enfoque de los sistemas
dinámicos, el análisis de la variabilidad, permitirá dar cuenta del cambio en las
interacciones, lo que implica reconocer los diferentes estados por los que atravesó
la diada.
Al buscar dar respuesta a dicha pregunta y objetivos, esta investigación se
vincula con el área de la Psicología de la Salud, teniendo en cuenta que los aportes
teóricos que arrojará el estudio podrán nutrir el marco conceptual que se tiene en
Colombia sobre las dificultades alimentarias en primera infancia, que como se ha
venido mencionando afecta el bienestar de los niños. A partir de esto, resulta
oportuno definir la psicología de la salud como el conjunto de contribuciones
educativas, científicas y de psicólogos profesionales, encargada de la promoción y
el mantenimiento de la salud, prevención y tratamiento de la enfermedad y la
identificación de diagnósticos o causas en relación con la salud y bienestar del
individuo para analizarla y mejorar el sistema de la salud (Matarazzo, 1989).
Siendo el estudio de corte psicológico, el aporte será desde un análisis
cuantitativo en la que se implementará la observación como técnica para describir la
interacción que mantienen cuidador y niño durante el momento de la alimentación.
Esto, teniendo en cuenta que la presente investigación se enfoca en la interacción
como un factor clave en dichas dificultades (en caso de no existir una causa
orgánica en el niño). Todo lo anterior, con la intención no solo de favorecer el
desarrollo del niño sino también de fomentar una mejor calidad de vida en el
28
cuidador, puesto que en la mayoría de los casos, la situación del niño lo afecta
profundamente.
Resulta importante mencionar que esta investigación continúa con el grupo de
investigación Salud y Calidad de Vida sobre prácticas de crianza y hábitos
alimentarios en primera infancia. Hasta ahora, los estudios realizados en este grupo
han tenido un enfoque cuantitativo y se han centrado únicamente en evaluar por
medio de instrumentos estructurados (cuestionarios) las características del cuidador
sin involucrar directamente al niño. El presente estudio implementará de igual forma,
un enfoque cuantitativo, pero se utilizará la técnica de la observación naturalista
para profundizar en la interacción que sostienen cuidador y niño durante la
alimentación. Además, se empleará un diseño microgenético con la intención de
obtener una alta densidad de datos que permita evidenciar el proceso de cambio en
las dinámicas de alimentación a través del tiempo. Finalmente, este estudio hará
parte también de la línea de investigación de Desarrollo Cognitivo, Aprendizaje y
Enseñanza, dado que puede aportarle información relevante sobre el cambio en el
tiempo del desarrollo infantil relacionado con las dinámicas de alimentación, la
interacción con cuidadores primarios y la variabilidad de comportamientos en el
desarrollo de los niños.
Es así como la presente investigación, busca aportar en ambos grupos de
investigación y a nivel general, en la comprensión que se tiene sobre las dificultades
alimentarias. Igualmente, al mantener este estudio un abordaje de sistemas
dinámicos permitirá investigar la interacción entre la diada en los momentos de
alimentación como un sistema en continuo cambio y no como un fenómeno estático.
Así, la metodología que se desarrollará y se presenta a continuación permitirá
evidenciar las trayectorias de la interacción y a la vez reconocer los estados mas
estables y de transición por los que atraviesa la diada.
29
MÉTODO
Tipo de estudio
Dado que el propósito de esta investigación fue analizar las trayectorias de la
interacción en situaciones de alimentación entre cuidadores y niños en primera
infancia con dificultades alimentarias, se realizó un estudio de tipo cuantitativo con el
fin de recolectar datos específicos a partir de una observación objetiva sobre la
interacción y asimismo, se cuantificó la información observada (Hernández,
Fernández y Baptista, 2006).
Una vez se definieron los objetivos y el problema en el que se centró el presente
estudio, se consideró oportuno la clasificación de esta investigación dentro de una
modalidad no experimental. De esta forma, se permitió que las variables se
relacionaran espontáneamente entre sí con el fin de observar el fenómeno de la
interacción en su contexto natural sin llegar a alterarlo (Hernández, et al., 2006).
Por otro lado, se implementó un diseño microgenético, teniendo en cuenta que
este abordaje resultó apropiado para estudiar los procesos de cambio en el
desarrollo (Grannott y Parziale, 2002), puesto que permitió realizar varias
mediciones en tiempo real y con pocos sujetos. Como consecuencia de esto, se
obtuvo una alta densidad de datos que permitieron estudiar las trayectorias de las
dinámicas de alimentación reconociendo los pequeños cambios que dan lugar a la
consolidación de patrones más estables. Cabe reiterar, en que esta perspectiva se
enfoca en procesos y no en momentos puntuales y por tanto el énfasis estuvo en
estudiar el cambio a través del tiempo.
Además, el abordaje microgenético se enfoca más en la variabilidad, en contraste
con los diseños longitudinales tradicionales que se centran en las regularidades y
conciben la variabilidad como errores de medida (Siegler, 2000). En este sentido,
este abordaje permitió describir más precisamente el proceso del cambio en las
dinámicas de alimentación y evidenciar cómo estas varían durante una misma
sesión de alimentación y también a través de las diferentes sesiones que se
observaron. Finalmente, cabe anotar que esta perspectiva aportó al análisis que se
30
realizó en este trabajo sobre aquellas condiciones y estrategias que permitieron el
cambio en la dinámica de cada diada.
Participantes
Tabla 1
Datos sociodemográficos de los participantes
Nombre Edad Dificultad alimentaria Estrato
socioeconómico
Cuidador
Sofía 26
meses
Niño normal cuyo apetito
limitado ha sido
malinterpretado por los
padres.
4 Niñera
Miguel 48
meses
Niño vigoroso con poco
interés en la alimentación.
6 Madre
Valentina 25
meses
Niño normal cuyo apetito
limitado ha sido
malinterpretado por los
padres y niño vigoroso con
poco interés en la
alimentación.
5 Madre
Elisa 15
meses
Niño normal cuyo apetito
limitado ha sido
malinterpretado por los
padres.
4 Madre
Como se observa en la tabla 1, la muestra estuvo conformada por cuatro (4)
diadas cuidador-niño, seleccionadas de manera intencional y sin tener en cuenta el
sexo de ninguno de los miembros de la diada. El tamaño pequeño de la muestra,
31
fue compensado con la alta densidad de los datos. Los niños tuvieron edades
comprendidas entre los 12 meses y tres años de edad y presentaron dificultades
alimentarias de origen no orgánico según la categorización realizada por Kerzner
(2009) y Kernez et al (2015), como lo son, apetito limitado, niño altamente selectivo,
niño cuyo llanto interfiere con la alimentación y niño con miedo a la alimentación. La
presencia de estas dificultades se verificó por medio de un diagnóstico realizado por
un pediatra especializado en el tema quien a su vez puso en contacto a las
investigadoras con los participantes. Por otro lado, se consideró como cuidador
aquella persona mayor de 18 años, que pasara la mayor parte del tiempo con el
niño y a su vez, fuera el encargado de alimentarlo. Como criterios de inclusión, se
tuvo en cuenta que los niños necesariamente fueran alimentados por un adulto la
mayoría del tiempo, se alimentaran de sólidos, vivieran en la ciudad de Santiago de
Cali y pertenecieran a estratos socioeconómicos medio-alto (4, 5 y 6). Finalmente,
como criterios de exclusión no se tuvo en cuenta a niños con trastornos de
alimentación de origen biológico porque más allá de la interacción, el niño seguiría
presentando la dificultad alimentaria que requiere un abordaje médico, tampoco se
tuvo en cuenta cuidadores con trastornos psiquiátricos debido a que presentarían
ciertas características que alterarían de forma significativa la interacción.
Variables
A continuación se presentará la tabla de variables que fueron estudiadas en el
presente estudio:
Tabla 2
Variables de estudio
Variable Definición Conceptual Definición Operacional
Comportamientos de
alimentación
Acciones realizadas por cada
miembro de la diada de dar y
recibir alimento (Van Dijk et al.,
Se estableció a partir
de la observación
naturalista.
32
2012). Así como también
acciones para alimentarse y
acompañar la dinámica de
alimentación.
Comunicación
Transmisión de señales verbales
y no verbales con la intención de
expresar sentimientos,
pensamientos y sensaciones
(Álvarez, 2006).
Se estableció a partir
de la observación
naturalista.
Instrumentos
Teniendo en cuenta que algunas investigaciones señalan la necesidad de utilizar
un método observacional para ampliar las características de la interacción (Cortés et
al., 2004; Moore et al., 2007), se utilizó la técnica de la observación naturalista para
profundizar en la interacción que sostuvieron cuidador y niño durante la alimentación
y por tanto, ahondar en las características de ambos miembros de la diada. La
observación que se llevó a cabo fue en tiempo real y se realizaron seis sesiones
para capturar los cambios micro-genéticos que se presentaron en la dinámica de
alimentación. La duración de cada sesión fue de acuerdo al tiempo que tardó la
interacción de la diada en la situación de alimentación, inició cuando el cuidador
empezó a dar la comida y terminó cuando este mismo dio por finalizada la cena. Las
observaciones se grabaron en el hogar de cada diada, tal como la situación de
alimentación se presentaba, por lo que no se restringió la presencia de otras
personas o familiares en dichos momentos. Sin embargo, el análisis del estudio se
centró en la interacción entre cuidador y niño. A partir de esto se codificaron las
categorías estandarizadas para los comportamientos de alimentación, teniendo en
cuenta los planteamientos de propuestas por Van Dijk et al. (2012) y las categorías
de comunicación propuestas por Granic y Lamey (2002), a través del software
MediaCoder especializado para ello.
Para asegurar la confiabilidad de las observaciones y codificaciones, se realizó
un entrenamiento dirigido por el director de la investigación el cual consistió en que
33
cada una de las investigadoras de manera individual, codificó varios videos externos
al estudio hasta obtener un 80% de compatibilidad en las bases de datos.
Posteriormente, para realizar la codificación de los videos propios de la
investigación, una de las investigadoras fue la encargada de realizar todas las
codificaciones y el 50% de las grabaciones fueron recodificadas por la otra
investigadora. En esta recodificación se verificó que la compatibilidad fuera de un
90% para aumentar la confiabilidad de los datos registrados.
Asimismo, para realizar la descripción de las trayectorias de interacción de las
seis sesiones grabadas, se crearon graficas de espacio de estado en las que se
representó la interacción de cada diada, segundo a segundo y de la manera más
detallada posible por medio del programa Grideware. Este último es una
herramienta que permite visualizar y manipular datos multivariados en secuencias
de tiempo. La aplicación original de este programa fue realizada por Alex Lamey y
se basó en el trabajo de Marc Lewis y colegas quienes idearon rejillas de espacio de
estado teniendo en cuenta los principios de los sistemas dinámicos.
Estas graficas de espacio de estado son un método con el que se usaron datos
ordinales y se cuantificaron en dos dimensiones que definieron los espacios de
estado para el sistema en un tiempo ordinal sincrónico, a través de la
representación gráfica (Hollenstein, 2007). De igual forma, esta técnica facilitó
caracterizar los estados de atractor que se presentaron en la interacción de cada
diada y que a su vez, se identificaron en los patrones de micro-desarrollo.
Indicadores de observación
Teniendo en cuenta que la técnica de la presente investigación fue la observación
naturalista, resultó necesario definir ciertos indicadores para realizar la codificación
de cada sesión observada. De esta manera, se plantearon códigos alusivos al
comportamiento y la comunicación tanto para los niños como para los cuidadores.
Adicionalmente, los indicadores de comportamiento se dividieron según los dos
tipos de alimentación (asistida y autónoma) que se plantearon en este estudio.
A continuación, se presentará la tabla de los indicadores que fueron observados
tanto del niño como del cuidador entorno a cada variable de estudio.
34
Tabla 3.
Indicadores de observación
Definición Comportamientos de alimentación
Alimentación asistida Cuidador Niño
Espacio de tiempo en el
que el cuidador alimenta
al niño y tiene el control de
los alimentos.
Dar: acción de llevar
comida a la boca del
niño o acción de
presionar el alimento en
la boca para ser
ingerido.
Esperar: acción de
sostener la comida en el
aire sin llevarla a la boca
del niño.
Retraer: acción de alejar
la comida de la boca del
niño.
Intento de reenganche:
llamar la atención del
niño nuevamente hacia
la alimentación.
Desenganche:
desconectarse de la
actividad de alimentar y
dirigir la atención hacia
otra actividad u objeto.
Aceptar: recibir los
alimentos brindados por el
cuidador.
Rechazar: negarse a
recibir los alimentos.
Nada: mantener la
atención en la actividad de
alimentación pero sin
realizar ninguna acción
para alimentarse.
Desenganche:
desconectarse de la
actividad de alimentar y
dirigir la atención hacia
otra actividad u objeto.
Intento de reenganche:
llamar la atención del niño
nuevamente hacia la
alimentación.
Alimentación autónoma Cuidador Niño
Espacio de tiempo en el
que el niño toma control
Presente: acompañar al
niño sin realizar ninguna
Sostiene el alimento sin
consumir: sostener la
35
de los alimentos y/o
cubiertos para alimentarse
por sí mismo.
acción con el objetivo de
alimentar.
Ofrecer: mostrar los
alimentos al niño para
incitar su consumo o
fingir una acción de
alimentación para que
sea replicada por el niño.
Desenganche:
desconectarse de la
actividad de alimentar y
dirigir la atención hacia
otra actividad u objeto.
comida en el aire sin
llevarla a su boca.
Consume alimento:
llevarse el alimento a la
boca e ingerirlo.
Regresar el alimento:
devolver los alimentos que
tenía en la boca.
Intento de reenganche:
llamar la atención del
cuidador hacia sí misma.
Comunicación
Cuidador Niño
Positiva: aprobación, el
estar de acuerdo,
promover la opinión,
humor, ofrecer
soluciones y solicitar de
manera asertiva el
cumplimiento de algo.
Negativa: negación y
estar en desacuerdo sin
ser hostil.
Neutra: intercambio de
información, responder,
preguntar y escuchar,
dar instrucciones.
Hostil: intención de
atacar o degradar la otra
Positiva: aprobación, el
estar de acuerdo,
promover la opinión,
humor, ofrecer soluciones
y solicitar de manera
asertiva el cumplimiento
de algo.
Negativa: negación y estar
en desacuerdo sin ser
hostil.
Neutra: pedir alimento,
preguntar, intercambiar
información, escuchar.
Hostil: intención de atacar
o degradar la otra
persona, es decir, criticar
36
persona, es decir, criticar
o amenazar.
Desconexión:
desconectarse de la
comunicación y dirigir la
atención hacia otra
actividad u objeto.
o amenazar.
Desconexión:
desconectarse de la
comunicación y dirigir la
atención hacia otra
actividad u objeto.
Prueba piloto
Se realizó una prueba piloto con la intención de verificar si el instrumento
propuesto era adecuado para responder a los objetivos planteados en la presente
investigación. Siendo así, se eligió de manera intencional a un niño de cuatro años
que según sus familiares presentaba dificultades alimentarias debido a su alta
selectividad en cuanto a los alimentos. El primer paso fue la comunicación con los
padres en la que se les comentó la naturaleza, alcances y limitaciones de la
investigación y se les solicitó firmar el consentimiento informado. Una vez aceptaron
y firmaron dicho documento se acordó una visita a la casa del niño para realizar la
observación. De esta manera, las investigadoras se trasladaron a la casa del niño
en la fecha y hora acordada con el objetivo de realizar la observación naturalista de
un almuerzo cotidiano. Lo primero fue un momento de acercamiento y
reconocimiento por parte de las investigadoras y el niño a través del juego y el
discurso. Posteriormente, se procedió a observar y grabar el momento de
alimentación, siendo el niño alimentado por su cuidadora habitual (la empleada
doméstica).
La sesión de alimentación tuvo una duración de 23 minutos, contabilizando desde
el momento en que la cuidadora empezó a alimentar al niño hasta que el niño se
retiró de la mesa y la cuidadora retiró su plato, dando por terminado el almuerzo.
Cabe señalar que el niño fue alimentado en una mesa pequeña (mesa de niños) y la
cuidadora se ubicó en una silla para adulto en frente del niño. Además, la mesa fue
situada al lado del comedor principal de la casa y el asiento del niño se encontraba
junto a un ábaco con una altura aproximada de un metro. Los alimentos del niño
37
fueron servidos en un plato para niños y se empleó una cuchara para alimentarlo.
Específicamente, la cuidadora le sirvió al niño, pollo, arroz, tajadas maduras y jugo
de tomate de árbol en un termo para niños.
La interacción fue grabada haciendo uso de una cámara de video ubicada en el
comedor principal justo al frente del niño y la cuidadora. Además, cabe mencionar
que las investigadoras, estuvieron presentes durante toda la alimentación y se
ubicaron en la sala contigua al comedor. Una vez finalizada la sesión de
alimentación, se le agradeció a la cuidadora y al niño y las investigadoras jugaron un
tiempo aproximado de 40 minutos con el niño antes de despedirse.
Una vez realizada la grabación, el video fue codificado en el programa
MediaCoder para generar la base de datos en tiempo real tanto de los
comportamientos alimentarios como de la comunicación establecida entre los
miembros de la diada. Posteriormente y haciendo uso de las bases de datos, se
construyeron las gráficas de espacios de estado que permiten representar las
trayectorias de la interacción en la situación de alimentación como se presenta a
continuación:
Figura 1. Comportamientos alimentarios cuidador-niño.
Como se observa en la figura 1 la celda con el mayor número de eventos fue la
38
de cucharear y aceptar (15 eventos), seguido por la celda de esperar y nada (13
eventos). Igualmente, se puede observar otras celdas implicadas con una minoría
de eventos, como lo son la celda de introducir y aceptar (2 eventos), retraer y nada
(2 eventos), esperar y aceptar (1 evento) y la celda de esperar y rechazar (1
evento). Por tanto, se puede afirmar que el sistema tuvo una tendencia significativa
hacia la celda de cucharear y aceptar considerada posiblemente como el atractor de
esta interacción.
Figura 2. Comunicación entre el cuidador y el niño.
Como se observa en la figura 2, hubo un total de 55 eventos durante toda la
trayectoria de la interacción en la situación de alimentación. Además, la celda con el
mayor número de eventos fue la de cuidador neutro- niño neutro (28 eventos),
seguido por las celdas de cuidador neutro-niño positivo (8 eventos) y niño neutro-
cuidador positivo (8 eventos). Por otro lado, se pudo observar otras celdas con una
minoría de eventos como lo fueron la celda de cuidador positivo-niño positivo (6
eventos), la celda de cuidador negativo-niño neutro (4 eventos) y la celda de
cuidador negativo-niño negativo (1 evento). A partir de esto, se puede afirmar que el
sistema tendió hacia una comunicación neutra en la que primó el intercambio de
información, el responder, preguntar y escuchar con un tono de voz aplanado.
39
Al analizar ambos gráficos se pudo observar que no existe una dificultad
alimentaria evidente, aun cuando los padres afirmaban lo contrario. En términos
generales, la comunicación y los comportamientos alimentarios se desarrollaron de
manera fluida y asertiva, dado que los estados atractores que sobresalieron en la
interacción fueron los comportamientos de cucharear y aceptar y la comunicación
neutra-neutra y positiva-neutra. Además, hubo regiones de las gráficas no
implicadas en la interacción como lo fueron la comunicación hostil por ambos
miembros de la diada y la comunicación negativa que obtuvo un mínimo grado de
ocurrencia. Asimismo, en cuanto a los comportamientos se observó que el “tocar” no
fue implementado para alimentar al niño, además, el “introducir” y “retraer”
obtuvieron un mínimo de eventos que se relaciona a su vez, con que el niño la
mayoría de las veces aceptó los alimentos proporcionados por su cuidador y solo
rechazó una única vez que fue cuando se dio por terminada la dinámica de
alimentación. Finalmente, es importante mencionar que aun cuando se evidenció
una comunicación y alimentación fluida y asertiva, el niño tendió a distraerse con los
objetos y personas que se encontraban a su alrededor por lo que la interacción con
su cuidador fue interrumpida varias veces.
Ajustes prueba piloto
A partir de la prueba piloto, se realizaron ciertos ajustes metodológicos para el
curso de la investigación. En primer lugar, se definió que se contactará a un pediatra
especialista en nutrición para que ponga en contacto a las investigadoras con los
padres de los niños que considere que presentan dificultades alimentarias, para
tener mayor certeza frente a la problemática del niño. Esto, teniendo en cuenta que
aun cuando los padres afirmaron que el niño presentaba una dificultad alimentaria,
esta no fue observada durante la interacción debido a que el estado atractor fue el
de una alimentación fluida (cucharear y aceptar). Sin embargo, los padres
comentaron que la dificultad se debía a la alta selectividad del niño y pudo ocurrir
que los alimentos ofrecidos durante el almuerzo fueran de su preferencia. Es por
esto que en la investigación se realizaron seis sesiones con cada diada para poder
40
identificar este tipo de comportamientos. En segundo lugar, otro de los ajustes
realizados fue la decisión de que las investigadoras no estuvieran presentes en los
momentos de alimentación, puesto que en la prueba piloto se observó que el niño
se distraía fácilmente con su presencia y la dinámica de interacción se interrumpía
constantemente. En tercer lugar, se definió que la edad de la muestra estaría
comprendida entre los 12 meses y los tres años, teniendo en cuenta que en dichas
edades es necesario que el cuidador alimente al niño. Finalmente, se decidió
agregar la categoría de desenganche para la codificación de la comunicación, con la
que se pretenderá dar referencia a aquellos momentos en que alguno de los
miembros de la diada se desconecta de la comunicación que venía teniendo con el
otro miembro y por tanto, centra su atención en aspectos externos a la interacción,
como por ejemplo, a un objeto o a otra persona.
Procedimiento
Fase 1- Selección de participantes
En primera instancia se identificaron las personas claves que cumplieron con los
requisitos de inclusión y exclusión para ser parte de la muestra de participantes.
Para ello, se contactó a un pediatra de la ciudad de Cali que trabaja con dificultades
alimentarias y se solicitó que de acuerdo a los diagnósticos realizados previamente
de sus pacientes propusiera cinco posibles casos con los que se podría realizar la
investigación. Seguido de esto, se le pidió que con estos cinco casos diligenciara un
formato con los criterios establecidos por Kerzner (2009) para verificar que el
diagnóstico realizado estuviera acorde con la categorización de dicho autor (ver
Anexo 1). Una vez realizado este proceso, se le pidió al pediatra que le comentara a
los padres de dichos niños, la posibilidad de participar en el presente estudio, las
características, objetivos, alcances, limitaciones y en qué consistía su participación.
Los casos que aceptaron, el pediatra puso en contacto a los padres con las
investigadoras y se acordó una visita para iniciar el registro de las interacciones
entre cuidador y niño durante la hora habitual de la comida. Antes de iniciar la
recolección de la información, se presentó el consentimiento informado (ver Anexo
41
2) a los padres del niño en el que se les especificó las consideraciones éticas que
implicaba el estudio y se les aclaró nuevamente los objetivos del estudio y la
metodología que se implementaría.
Fase 2 – Recolección de la información
Una vez se obtuvo la autorización de los padres con el respectivo
consentimiento, se inició la recolección de los datos. De esta manera, los registros
se llevaron a cabo mediante una cámara de video en la que se grabó la interacción
de la diada. El registro inició desde el momento en que el cuidador dispuso al niño a
comer y terminó cuando el cuidador dio por terminada la actividad, fuera porque el
menor comió, no comió, retiró el alimento o pasó suficiente tiempo sin que el niño
comiera a criterio del cuidador. Cabe mencionar que con cada diada se realizaron
seis sesiones de grabación, en diferentes días para evidenciar el cambio en el
transcurso del tiempo. Además, fue importante que durante todas las sesiones,
fuera el mismo cuidador quien interactuara con el niño y fuera el mismo horario de
alimentación. En este caso, se observaron los momentos de la cena.
Fase 3 – Codificación y construcción de gráficas
Una vez grabados todos los videos de las seis sesiones, las variables planteadas
para ser observadas se codificaron mediante el software MediaCoder especializado
para este fin. Para obtener un mayor grado de confiabilidad de los datos, las
investigadoras realizaron un entrenamiento previo en la codificación de diferentes
videos externos a los del estudio liderado por el director de la investigación.
Posteriormente, para realizar la codificación de los videos propios de este estudio,
una de las investigadoras fue la encargada de realizar todas las codificaciones y el
50% de las grabaciones fueron recodificados por la otra investigadora para
garantizar una mayor objetividad de las observaciones.
Una vez codificados todas las grabaciones, se obtuvo una base de datos que fue
utilizada para crear las gráficas de las trayectorias de cada interacción. Estas
gráficas representaron a través de espacios de estado de manera detallada cada
interacción de la diada mediante el programa Grideware. Se realizó una gráfica de
42
comportamientos de alimentación y una segunda gráfica de comunicación entre los
miembros de la diada. Para la primera gráfica, los siete posibles comportamientos
por parte del cuidador se presentaron en el eje X, mientras que los ocho posibles
comportamientos del niño se presentaron en el eje Y. En cuanto a la segunda
gráfica, las cinco categorías de comunicación se aplicaron de igual forma tanto para
el niño como para el cuidador, donde el X siguió siendo para el cuidador y el eje Y
para el niño. En estas representaciones cada punto indican un evento que a su vez,
es la intersección entre la acción del cuidador y del niño. Finalmente, las líneas que
conectan los eventos son denominadas transiciones y muestran la secuencia de
comportamientos a través de la sesión de alimentación (Van Dijk et al., 2012).
Fase 4 – Análisis de datos
El análisis de patrones consistió en varios pasos. Se inició con un análisis global,
en el que primero se determinó si existieron tendencias del sistema a gravitar sobre
ciertas regiones del estado de espacio o si aparecieron transiciones que se repiten
formando pautas identificables en el tiempo, en forma de atractores del sistema
(Van Dijk et al., 2012). A partir de estas regiones o transiciones entre regiones,
identificadas como las más relevantes para caracterizar el sistema, se procedió a
realizar un análisis de frecuencia para expresar su ocurrencia y si dicha ocurrencia
cambió dentro y entre sesiones. Adicionalmente, se realizaron análisis descriptivos
de la variabilidad entre y dentro de cada sesión.
Fase 5 – Ajustes finales y redacción informe final
De acuerdo con todo el proceso anterior, se realizaron los ajustes pertinentes de
la investigación y se redactó el informe final.
Fase 6 – Sustentación y entrega informe final
Para finalizar, se realizó una reunión grupal con los evaluadores y el asesor de
tesis en la que se retroalimentó el proceso y se entregó el informe final.
Posteriormente, se citaron a los cuidadores participantes y al pediatra que colaboró
en el proceso y se realizó una exposición en la que se presentaron los aspectos
43
más significativos de la investigación.
Consideraciones éticas
A partir de la Ley 1090 (Congreso de la República, 2006), en la que se
reglamenta el ejercicio de la psicología, el Código deontológico y bioético, y otras
disposiciones y la resolución número 8430 (Ministerio de Salud, 1993) en la que se
establecen los requisitos para la investigación con seres humanos, se tendrán en
cuenta las siguientes consideraciones para la realización de la presente
investigación (1) se entregará Consentimiento Informado a ambos padres del infante
y también al cuidador, en caso de ser una persona diferente a ellos. A todos los que
reciban consentimiento informado, se les explicará de forma clara y completa la
información presente en el documento y posteriormente, se solicitará su firma como
constancia de su decisión voluntaria de participar en el estudio. En este documento
se explicará la justificación y objetivos de la investigación, el procedimiento que se
llevará acabo, la técnica que se empleará, las molestias o riesgos esperados, los
beneficios que pueden obtenerse, la garantía de recibir respuesta ante cualquier
duda que surja en torno a la investigación, la libertad de retirar su consentimiento en
cualquier momento y sin dar explicación alguna, la confidencialidad de la
información obtenida, el compromiso de proporcionarle información obtenida en el
curso del estudio aunque esta pueda hacer al participante retirar su consentimiento
y la disponibilidad de tratamiento médico y de indemnización a la que legalmente
tendría derecho en caso de presentar daños que le afecten directamente y que
hayan sido causados por la investigación, (2) el asentimiento informado será dado
por los padres, como representantes legales del infante, teniendo en cuenta la edad
del mismo; (3) se garantizará el secreto profesional; (4) se respetarán los criterios
morales y religiosos de la familia; (5) la observación será en el ambiente natural
donde se realiza la alimentación sin realizar ninguna intervención o modificación
intencionada de las variables biológicas, fisiológicas, sociales o psicológicas de los
participantes; (6) las consideraciones éticas serán revisadas por los jurados
asignados a esta investigación antes de tener contacto con la población objetivo; (7)
44
Siendo una investigación inscrita en el área de la salud, se contribuirá al
conocimiento sobre las dificultades alimentarias en niños para prevenirlas o darles
un mejor manejo; (8) se respetarán los derechos, la dignidad y el bienestar tanto de
todos los participantes; (9) se suspenderá de inmediato el curso de la observación si
se advierte algún posible daño para salud del cuidador o del niño; (10) los
participantes serán direccionados a su EPS para recibir atención psicológica en
caso de ser necesario; (11) la investigación a realizar cuanta con fundamentación
teórica y estudios que la anteceden.
45
RESULTADOS
Los resultados se presentarán de acuerdo a los objetivos propuestos, por tanto,
estarán divididos en tres apartados principales: comportamientos, comunicación y la
variabilidad en la interacción de las diadas a través del tiempo. De esta manera, se
iniciará describiendo los patrones de comportamiento para cada díada a lo largo de
las seis sesiones y se continuará de la misma forma para explicitar los patrones de
comunicación. Estos apartados estarán acompañados de la figura que representa
las seis sesiones de interacción y en la que se puede evidenciar la concentración de
los eventos. Finalmente, se describirán los cambios en cada díada a lo largo de las
seis sesiones, en cuanto a la alimentación autónoma y asistida y en cuanto a los
patrones de comportamiento y comunicación que predominaron en cada sesión.
Cabe mencionar que en todas las ocasiones, para cada patrón mencionado se hará
referencia primero el comportamiento del cuidador y después el del niño; por
ejemplo dar-aceptar indicaría el comportamiento de dar por parte del cuidador y
aceptar por parte del niño.
Comportamientos de alimentación
Diada 1. Sofía y cuidadora
46
Figura 3. Comportamientos de alimentación durante las seis sesiones de
alimentación
Contexto de alimentación
Las sesiones de alimentación se realizaron en el comedor de la casa. En la
primera sesión, Sofía estuvo en una silla de comer para niños y en las otras cinco
sesiones fue sentada en una de las sillas del comedor, teniendo libre acceso para
retirarse de la mesa. En cuanto a los alimentos que se le servían a la niña, cabe
mencionar que fueron variados durante las sesiones y contenían porciones de
proteína y carbohidratos acompañados de jugo. En ninguna de las sesiones, Sofía
consumió más de la mitad de lo que se le había servido. Además, en las seis
sesiones hubo distractores externos como la compañía de otros familiares que no
participaban en la dinámica de alimentación y el televisor.
23%
22%
12%
47
Patrones de comportamiento
Al revisar los comportamientos de alimentación durante las seis sesiones (un
total de 226 eventos con una duración total de 72 minutos), se encontró que la
mayoría de los datos se concentraron en dar-rechazar y dar-aceptar, siendo
ligeramente mayor el número de eventos en dar-rechazar (23%) que en dar-aceptar
(22%). En esta misma línea, el comportamiento de dar fue el más repetitivo por
parte de la cuidadora (46%) y el de rechazar el más recurrente por parte de Sofía
(27%). Igualmente, se destaca el alto porcentaje de desenganche por parte de Sofía
(25%) y la duración de dichos eventos con un 42% del tiempo total de las sesiones
de alimentación. Teniendo en cuenta el alto porcentaje de desenganche por parte
de la niña, cabe resaltar el bajo porcentaje de intento de reenganche por parte de la
cuidadora (11.5%). El desenganche por parte de la cuidadora fue de un 14%, el cual
demuestra ser menor que el de la niña, pero a su vez, es igual al porcentaje en que
el cuidador estuvo presente (14%). Cabe mencionar que el desenganche mutuo
correspondió a un 12%.
Al revisar las trayectorias de las sesiones se encontró que generalmente después
del rechazo de Sofía ante cualquier comportamiento de la cuidadora, este último
también se desengancha en lugar de intentar reengancharla. Para evidenciar la
trayectoria mencionada se realizó un aislamiento de un fragmento de la interacción
global que fue extraído y representando en la figura 4 y 5, De esta forma, en la
figura 4, se observa un primer momento en el que el cuidador da y la niña acepta,
posteriormente el cuidador ofrece, la niña rechaza y pasan a un desenganche
mutuo. En la figura 5 por su parte, se evidencia que el cuidador da, la niña acepta, el
cuidador nuevamente da pero esta vez la niña rechaza y continua un desenganche
mutuo.
48
Figura 4. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.
Figura 5. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.
49
Alimentación autónoma y alimentación asistida
Cabe mencionar que la mayor parte del tiempo la alimentación fue asistida por la
cuidadora (comportamientos de dar, esperar y retraer) correspondiente a un 51%,
aunque en algunos momentos se evidenciaron algunos comportamientos
autónomos por parte de Sofía (sostiene y consume) que correspondieron a un 13%.
Diada 2. Miguel y cuidadora
Figura 6. Comportamientos de alimentación durante las seis sesiones de
alimentación.
Contexto de alimentación
Las sesiones de alimentación se realizaron dos veces en el comedor y las cuatro
restantes en la sala de televisión en una mesa pequeña especial para el niño.
13%
12%
50
Además, durante cinco de las seis sesiones, Miguel se alimentaba mientras
observaba televisión o videos en el celular. En la totalidad de sesiones se le sirvió al
niño, arroz, albóndiga y sopa de pasta acompañado de limonada, dado que el
Miguel no recibía ningún otro alimento. El niño en ninguna de las sesiones consumió
todo lo que se le servía, generalmente consumía en su totalidad la albóndiga.
Patrones de comportamiento
Al revisar los comportamientos de alimentación durante las seis sesiones (un
total de 427 eventos, con una duración total de 125 minutos), se encontró que los
datos se concentraron en el desenganche por parte de ambos miembros de la diada
(12%), siendo mayor el desenganche por parte de la cuidadora (26%) que el
desenganche de Miguel (15%). Asimismo, cabe anotar que el 31% del tiempo total,
corresponde al tiempo en que ambos miembros de la diada estuvieron
desenganchados. Otro lugar al que tendieron a concentrarse los eventos fue en el
dar-aceptar que correspondió a un 13%.
Alimentación autónoma y alimentación asistida
Respecto a los tipos de alimentación, el 57% corresponde a alimentación asistida
y el 25% a alimentación autónoma. Sin embargo, el tiempo empleado en
alimentación autónoma (48 minutos) es mayor al tiempo de la alimentación asistida
(32 minutos), esto implica que hubo mayor número de interacciones en la
alimentación asistida, pero que fue mayor el tiempo en el que el niño se alimentó de
manera autónoma que de manera asistida. En la alimentación asistida, se destaca
el dar de la cuidadora (24%) sobre el ofrecer (12%) y el esperar (12%). Sin
embargo, ante las acciones de la cuidadora, Miguel mantiene su atención en la
alimentación sin realizar ninguna acción para alimentarse el 25% de las veces,
rechaza el 19% de las veces y acepta el 13% de las veces. Por otro lado, en cuanto
a la alimentación autónoma, el 15% corresponde al consumo del niño y el 10% a las
veces en que Miguel sostuvo el alimento sin consumirlo.
Es importante destacar que cuatro de las seis sesiones iniciaron con alimentación
asistida, pasaron a alimentación autónoma y después oscilaron entre ambos tipos
51
de alimentación. El paso a alimentación autónoma se daba después de varios
rechazos por parte del niño, momento en el que la cuidadora tendía a
desengancharse. Igualmente cabe resaltar que la madre le daba Miguel aquellos
alimentos que este solía aceptar con mayor dificultad como lo era la sopa y el arroz
y dejaba al niño alimentarse de manera autónoma cuando se trataba de alimentos
que aceptaba fácilmente, en este caso, la albóndiga. Además, en la mayoría de
momentos en los que Miguel se alimentaba de manera autónoma, la madre se
ausentaba y desde lejos le ofrecía los alimentos. Sin embargo, el lapso de tiempo
promedio entre bocado y bocado en la alimentación autónoma (2 minutos) fue
mayor al de la alimentación asistida (20 segundos).
Diada 3. Valentina y cuidadora
Figura 7. Comportamientos de alimentación durante las seis sesiones de
alimentación.
28%
15%
52
Contexto de alimentación
Las sesiones de alimentación se realizaron cinco veces en el comedor de la casa
y una vez en una mesa pequeña específica para la niña situada al lado del comedor.
Durante las seis sesiones, la alimentación se llevó a cabo con el televisor encendido
y en compañía de otros familiares (padre o hermano). En general, los alimentos
brindados a Valentina fueron variados e incluyeron proteínas y carbohidratos
acompañados de jugo. La niña en ninguna de las sesiones ingirió todo lo que se le
servía y en general, el consumo registrado correspondía al jugo.
Patrones de comportamiento
Al revisar los comportamientos de alimentación durante las seis sesiones (un
total de 243 eventos, con una duración total de 46 minutos), los patrones de
comportamiento que predominaron en Valentina y su cuidadora fueron presente-
consume con un 28% y el desenganche-consume con un 15%. Cabe resaltar que el
desenganche de la cuidadora (27%) fue mayor al de Valentina (10%). Lo anterior,
en concordancia con el porcentaje de intento de reenganche de Valentina hacia la
cuidadora (9%), el cual, fue mayor que el intento de reenganche de la cuidadora
hacia Valentina (3%). Al observar las trayectorias de la totalidad de sesiones, se
evidenció claramente la reiteración de los patrones de comportamiento de la diada
anteriormente descrito. Para ello, se realizó un aislamiento de la trayectoria global
representado en la figura 8, la cual demuestra que la cuidadora estaba
desenganchada mientras que Valentina intentaba reengancharla, después de esto,
Valentina consumía de manera autónoma, sostenía los alimentos y se quedaba sin
realizar ninguna acción con el propósito de alimentarse mientras que la cuidadora
estaba presente. Sin embargo, después de esto, Valentina consumía de manera
autónoma nuevamente y acto seguido la cuidadora se desenganchaba mientras que
la niña se quedaba sosteniendo el alimento sin consumir. En la figura 9, también se
evidencia que la niña consumió por su cuenta siete veces mientras el cuidador
estaba presente y acto seguido el cuidador se desengancha mientras ella sigue
alimentándose de manera autónoma.
53
Por otro lado, es importante mencionar que el comportamiento de dar por parte
del cuidador fue del 3% y Valentina en todos los casos rechazó estas acciones.
Además, sobresale la ausencia de la respuesta de aceptar por parte de la niña hacia
todos los comportamientos del cuidador, a diferencia de la respuesta de rechazar
hacia las acciones de dar y ofrecer que corresponde a un 12%.
Figura 8. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.
Figura 9. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.
54
Alimentación autónoma y alimentación asistida
Durante las seis sesiones de alimentación, se evidenció que los datos se
concentraron en la alimentación autónoma, es decir, la cuidadora estuvo en la
mayoría del tiempo presente (52%), desenganchado (27%) u ofreciendo los
alimentos (14%). Mientras que la niña estuvo la mayoría del tiempo consumiendo
por si sola los alimentos (47%) o sosteniéndolos sin consumir (12%). Lo anterior, da
lugar a afirmar que la alimentación asistida correspondió a un 3% mientras que la
alimentación autónoma fue de un 69%.
Diada 4. Elisa y cuidadora
Figura 10. Comportamientos de alimentación durante las seis sesiones de
alimentación.
36%
21%
15%
10%
55
Contexto de alimentación
Las seis sesiones de alimentación se realizaron en el comedor principal de la
casa. Elisa fue sentada en una silla especial para niños situada al lado del comedor.
En los momentos de alimentación no hubo ningún distractor externo, solo se
encontraba la madre junto a la niña. En general, los alimentos brindados a Valentina
fueron variados, incluyeron proteínas y carbohidratos. La bebida, en todas las
sesiones se la brindaron al dar por terminada la alimentación. Elisa en ninguna de
las sesiones ingirió todo lo que se le sirvió.
Patrones de comportamiento
Al revisar los comportamientos de alimentación durante las seis sesiones (un
total de 429 eventos, con una duración total de 88 minutos), los patrones de
comportamiento que predominaron en Elisa y su cuidadora fueron dar-aceptar con
un 36%, presente-nada con un 21%, dar-rechazar con un 15% y presente-regresa el
alimento con un 10%. Cabe mencionar que los comportamientos más frecuentes por
parte de la cuidadora fueron el de dar (51%) y el de estar presente (34%), mientras
que para Elisa, sus principales comportamientos fueron los de aceptar (36%) y nada
(32%). Es importante señalar que el porcentaje de desenganche mutuo
correspondió a un 1% del total de eventos.
Por otro lado, al revisar las trayectorias de la interacción se observó una
tendencia repetitiva al iniciar la alimentación. En la mayoría de las sesiones, la
cuidadora iniciaba dando alimento a Elisa y esta última tendía a rechazar siempre
las primeras cucharadas. Sin embargo, la cuidadora no desistía hasta que Elisa
aceptará el alimento (ver figuras 11 y 12).
56
Figura 11. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.
Figura 12. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.
Adicionalmente, en las trayectorias de alimentación de Elisa junto a su cuidadora,
se evidenció varias veces que la niña regresaba el alimento después de un dar de la
57
cuidadora, e inmediatamente esta última, nuevamente brindaba a Elisa otra
cucharada de alimento que era aceptada por la niña (ver figuras 13 y 14).
Figura 13. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.
Figura 14. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.
58
Alimentación autónoma y alimentación asistida
Durante las seis sesiones de alimentación, se evidenció que los datos se
concentraron en la alimentación asistida, es decir, la cuidadora estuvo en la mayoría
del tiempo realizando comportamientos de dar (51%), esperar (10%) y retrayendo el
alimento (1%). Mientras que la niña estuvo la mayoría del tiempo aceptando (36%) o
rechazando los alimentos (17%). Por tanto, se evidenció que la alimentación asistida
correspondió a un 62% mientras que la alimentación autónoma fue de un 6%.
Comunicación
A continuación se describirán los patrones de comunicación que se presentaron
en la interacción de cada diada durante las seis sesiones de alimentación. Es
importante aclarar que la caracterización de estos patrones, además de dar cuenta
de la comunicación en general, hará mayor énfasis en el análisis de la comunicación
positiva y negativa tanto del niño como del cuidador, dado que en estos tipos se
centrarían en evidenciar el dominio de la dinámica de alimentación en cada uno de
los miembros. Por otro lado, es importante mencionar que se realizarán algunos
aislamientos de la trayectoria como ejemplos específicos representados en las
mismas gráficas en los casos que lo requieren.
Diada 1. Sofía y cuidadora
59
Figura 15. Comunicación de la diada durante las seis sesiones de alimentación.
Patrones de comunicación
Al observar la comunicación en las seis sesiones de Sofía, con un total de
eventos de 158 y un tiempo total de 72 minutos, se encontró que la mayoría de los
datos se concentraron en el espacio de estado neutro-neutro con un 26% con una
duración de 22 minutos. Asimismo, otro lugar al que tendieron los eventos (atractor)
fue la desconexión por parte de ambos miembros de la diada (15%), con una
duración de 18 minutos. Ante la desconexión por parte Sofía, la respuesta más
predominante por parte de la cuidadora fue la desconexión y a la vez ante la
desconexión de la cuidadora, Sofía también tendió a desconectarse. Sin embargo,
la desconexión de la niña (24%) fue mayor que la de la cuidadora (16%).
Igualmente, se encontró una relación entre ambos atractores (neutro-neutro y
desconexión-desconexión), dado que después de un intercambio de información,
Sofía tendía a aislarse de la situación de alimentación y acto seguido la cuidadora
se desconectaba en lugar de continuar la comunicación para retomar la interacción
26%
15%
60
(Ver figuras 16 y 17). Siguiendo esta misma lógica, el tipo de comunicación que
sobresale en ambos miembros de la diada ante todas las posibles respuestas fue la
neutra con un 50% para la cuidadora y un 39% para Sofía.
Por otro lado, es importante señalar que Sofía tuvo un 7% de comunicación
hostil, a diferencia de la cuidadora quien en ninguno de los casos se manifestó de
esta forma con Sofía. Por el contrario, sus respuestas ante la hostilidad de la niña
tendieron a ser en igual frecuencia positivas o neutras con un 3% del total de
eventos (Ver figuras 18). Además, se evidenció que al permanecer la respuesta
hostil por parte de Sofía, la cuidadora tendía a desconectarse (Ver figuras 19).
Figura 16. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.
61
Figura 17. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo
.
Figura 18. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.
62
Figura 19. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.
Comunicación Positiva
La comunicación positiva por parte de la cuidadora predominó con un 27%, a
diferencia de Sofía quien tuvo un 11% de comunicación positiva, esto teniendo en
cuenta que la mayor respuesta de la niña fue la comunicación neutra ante las
expresiones positivas de la cuidadora. Cabe señalar que la diada coincidió en un 7%
de comunicación positiva, porcentaje menor a la comunicación positiva individual
por cada miembro de la diada.
Comunicación negativa
Durante las seis sesiones de alimentación, Sofía presentó un 19% de
comunicación negativa, siendo mayor que las respuestas negativas de la cuidadora
(7%), lo cual resulta coherente teniendo en cuenta que ante la negatividad de Sofía,
la cuidadora tendió a tener respuestas neutras (13%) y positivas (6%), mientras que
Sofía tendió principalmente a desconectarse ante la comunicación negativa del
cuidador.
63
Diada 2. Miguel y cuidadora
Figura 20. Comunicación de la diada durante las seis sesiones de alimentación.
Patrones de comunicación
Las sesiones de alimentación en la diada conformada por Miguel y su cuidadora,
tuvieron una duración total de 125 minutos con 257 eventos registrados en cuanto a
la comunicación. Al observar la totalidad de sesiones se encontró que la mayoría de
los eventos estuvieron concentrados en dos atractores principalmente. Por un lado,
se evidenció una comunicación neutra por parte de ambos miembros de la diada
(30%) y por otro, una desconexión mutua (28%). Cabe anotar que aun cuando la
cantidad de comunicaciones neutra-neutra es mayor que las de desconexión-
desconexión, el tiempo que la diada permaneció desconectada (59 minutos) fue
mayor que el tiempo de comunicación neutra (37 minutos). Igualmente, se destaca
un patrón consistente a lo largo de las seis sesiones entre ambos atractores: la
diada tendió a oscilar entre la comunicación neutra y la desconexión mutua, siendo
30%
28%
64
coherente con la dinámica de alimentación que estableció la diada en la que la
cuidadora se aislaba y desde la distancia, orientaba a Miguel en la alimentación por
medio de instrucciones, las cuales él obedecía o ignoraba. Acto seguido a lo
anterior, ambos miembros se desconectaban (Ver figuras 21 y 22).
Figura 21. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.
Figura 22. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.
65
Adicionalmente, cabe mencionar que Miguel tendió a comunicarse de manera
neutra (47%) y a desconectarse (36%) más veces que su cuidadora (41% y 29%
respectivamente). Además, ante la desconexión del cuidador, la respuesta más
frecuente del niño fue desconectarse y ante la desconexión por parte del niño, la
cuidadora respondió de la misma forma, aunque también tuvo algunas respuestas
neutras y positivas.
Es importante señalar que el porcentaje de comunicación hostil fue bajo para
ambos miembros de la diada, Miguel fue hostil un 3% y la cuidadora un 2%. Para lo
anterior, se evidenció que ante las comunicaciones hostiles de la cuidadora, Miguel
tendió a responder de manera hostil o neutra, mientras que la cuidadora ante la
hostilidad de Miguel tendió a responder principalmente de manera neutra.
Comunicación positiva
Durante las seis sesiones la cuidadora tuvo mayor número de comunicaciones
positivas (18%) que el niño (7%), teniendo en cuenta que ante la comunicación
positiva de la cuidadora, el niño tendió a ser neutro, en lugar de positivo. Tan solo
un 5%, ambos miembros de la diada coincidieron en una comunicación positiva.
Comunicación negativa
La comunicación negativa de la diada fue relativamente baja en comparación a
los otros tipos de comunicación. El cuidador tuvo un 10% de comunicación negativa
y el niño un 7%. Ante la negatividad del cuidador las respuestas del niño tendieron a
ser neutras correspondientes a un 7%.
Diada 3. Valentina y cuidadora
66
Figura 23. Comunicación de la diada durante las seis sesiones de alimentación.
Patrones de comunicación
Las sesiones de alimentación en la diada conformada por Valentina y su
cuidadora, tuvieron una duración total de 46 minutos y 141 eventos en cuanto a la
comunicación. Al observar la totalidad de sesiones se encontró que la mayoría de
los eventos estuvieron concentrados en dos atractores principalmente. Por un lado,
la comunicación neutra por parte de ambos miembros de la diada (25%) y por otro,
la desconexión mutua (24%). Cabe anotar que aun cuando la cantidad de
comunicaciones neutra-neutra es mayor que las de desconexión-desconexión, el
tiempo que la diada duró en desconexión mutua (20 minutos) es mayor que el
tiempo que mantuvo una comunicación neutra (12 minutos). Igualmente, en esta
diada se destaca un patrón consistente a lo largo de las seis sesiones entre ambos
atractores: la diada tiende a oscilar entre la comunicación neutra y el desenganche
mutuo (Ver figuras 24 y 25). Además se observó que ante la desconexión por parte
de la cuidadora, la niña tiende a desconectarse y después pasar a una
comunicación hostil.
25%
24%
67
Figura 24. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.
Figura 25. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.
En coherencia con lo anterior, el tipo de comunicación más predominante por
parte de ambos miembros de la diada ante todas las posibles respuestas fue la
neutra y la desconexión; para la cuidadora fue un 39% y 28% y para Valentina fue
un 39% y 26% respectivamente. Cabe señalar que ante la comunicación neutra por
parte de la cuidadora, Valentina tendió a responder de manera neutra (25%) y en
algunas ocasiones de manera negativa (9%) u hostil (5%). Por otra parte, ante la
68
comunicación neutra de la niña, la cuidadora tendió a responder de manera neutra y
en algunas ocasiones positiva (9%).
Asimismo, se observó un patrón recurrente a lo largo de las seis sesiones,
caracterizado por una tendencia de pasar de una comunicación neutra-negativa por
parte de la cuidadora y la niña respectivamente a pasar a una desconexión mutua
(ver figura 26 y 27).
Figura 26. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.
69
Figura 27. Aislamiento de trayectoria a modo de ejemplo.
Comunicación positiva
La cuidadora, durante las seis sesiones tuvo una comunicación positiva
correspondiente al 26%, siendo mayor a la comunicación positiva de Valentina que
correspondió a un 10%. Sin embargo, ante la comunicación positiva por parte de la
cuidadora, la respuesta predominante de la niña fue positiva un 10%.
Comunicación negativa
La comunicación negativa por parte de Valentina fue mayor (13%) que la de la
cuidadora (6%). Respecto a esto, es importante mencionar que ante la
comunicación negativa de la niña, la cuidadora tendió a responder de manera neutra
(9%) o en menor medida, de manera positiva (5%). En cuanto a la comunicación
negativa de la cuidadora, Valentina tendió a ser neutra (4%).
Diada 4. Elisa y cuidadora
70
Figura 28. Comunicación de la diada durante las seis sesiones de alimentación.
Patrones de comunicación
Las seis sesiones de alimentación en la diada conformada por Elisa y su
cuidadora, tuvieron una duración total de 88 minutos y 255 eventos en cuanto a la
comunicación. Al revisar la totalidad de sesiones se encontró que la mayoría de los
eventos estuvieron concentrados en cuatro atractores principalmente. El primer
atractor fue la comunicación neutra por parte de ambos miembros de la diada con
un porcentaje de 37%; el segundo atractor con un 22% fue la comunicación
negativa-neutra de la cuidadora y la niña respectivamente; el tercer atractor fue la
comunicación positiva de la cuidadora y neutra de Elisa que equivalió a un 18%; y el
cuarto atractor que se evidenció fue la comunicación neutra de la cuidadora y la
respuesta negativa de Elisa con un 13%. Adicionalmente, resulta importante
mencionar que la comunicación predominante por parte de Elisa fue la neutra con
un 78%, que a su vez, fue la principal respuesta ante todo tipo de comunicación que
su cuidadora expresaba hacia ella. Respecto a la cuidadora, la comunicación que
18%
22%
37%
13%
71
sobresalió fue también la neutra con un 51%, aunque también prevaleció en ella una
comunicación positiva y negativa.
Comunicación positiva
La comunicación positiva observada durante las seis sesiones fue predominante
por parte de la cuidadora con un 25%, la cual tuvo como respuesta de la niña una
comunicación neutra (18%). Asimismo, cabe señalar que un 4% correspondió a una
comunicación positiva mutua, dado que Elisa a diferencia de su cuidadora tuvo un
menor porcentaje de comunicación positiva (4%).
Comunicación negativa
La comunicación negativa por parte de la cuidadora (23%) fue mayor que la
comunicación negativa por parte de Elisa (15%) y ante este tipo de comunicación
ambos miembros de la diada respondieron de manera neutra. Cabe mencionar que
hubo un 0% de comunicación negativa mutua.
Variabilidad
Para dar repuesta al tercer objetivo de la presente investigación, se describirán
los cambios de la interacción en los momentos de alimentación a través de cada
sesión. En primer lugar, se presentará la frecuencia de la alimentación asistida vs. la
frecuencia de alimentación autónoma. Es importante aclarar que dichas figuras no
incluyen todos los comportamientos y que el porcentaje restante de cada sesión
corresponde al desenganche, intento de reenganche, estar presente y nada.
Seguido de esto, se plantearán los atractores de comportamientos y de
comunicación correspondientes a cada sesión de alimentación para evidenciar la
variabilidad en la interacción de las díadas.
Diada 1. Sofía y cuidadora
Alimentación autónoma y alimentación asistida
72
Figura 29. Alimentación autónoma vs alimentación asistida en cada sesión.
En la díada de Sofía y su cuidadora predominó la alimentación asistida en cinco
de las seis sesiones, solo en la sesión cinco se presentó un cambio, teniendo en
cuenta que la alimentación autónoma (20%) aumentó en comparación con la sesión
anterior y llegó a ser incluso mayor que el porcentaje de alimentación asistida
(17%). Sin embargo, a diferencia de las demás sesiones en las que los
comportamientos de alimentación (asistida y autónoma) superaron el 50% de la
interacción, en la quinta sesión el porcentaje de comportamientos de alimentación
fue solo un 37%.
Por otro lado, es importante mencionar que el porcentaje de alimentación asistida
alcanzó hasta un 67% siendo mayor que la alimentación autónoma que alcanzó
hasta un 30%. Se observó, además, que la alimentación autónoma tendió a
decrecer desde la primera sesión hasta la cuarta, mientras que la alimentación
asistida tuvo aumentos y decrecimientos durante todas las sesiones.
56% 52% 67% 62%
17%
44%
30%
21% 5%
0%
20%
19%
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5 Sesión 6
Alimentación asistida Alimentación autonóma
73
Patrones de comportamiento
Figura 30. Atractores principales de comportamiento (cuidadora-niño) en cada
sesión.
En cuanto a los comportamientos de alimentación prevalecieron cuatro atractores
con frecuencias variables durante las seis sesiones: dar-rechazar; dar-aceptar;
desenganche-desenganche; e intento de reenganche-desenganche.
De esta manera, se resalta que en cuatro de las seis sesiones, el atractor que
predominó fue el de dar-rechazar con porcentajes entre el 30% y 40%. Además,
este atractor se presentó de forma reiterativa de la primera a la tercera sesión (32%,
37% y 30% respectivamente) y nuevamente en la sexta sesión (32%). En la cuarta
sesión cambió el atractor principal a dar-aceptar (47%) y fue el segundo atractor
predominante en las sesiones uno (14%) y tres (23%). Otro atractor que se presentó
de manera repetitiva fue el de desenganche-desenganche, siendo el primero en la
quinta sesión (24%) y el segundo en las sesiones dos (16%) y cuatro (13%). Por
otra parte, el atractor de intento de reenganche y desenganche se presentó en
segundo lugar en la quinta sesión (21%) y en tercer lugar en la cuarta sesión (11%).
0%
5%
10%
15%
20%
25%
30%
35%
40%
45%
50%
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5 Sesión 6
Dar-rechazar
Dar-aceptar
Desenganche-desenganche
Intento dereenganche-desenganche
74
Patrones de Comunicación
Figura 31. Atractores principales de comunicación (cuidadora-niño) en cada
sesión.
En cuanto a la comunicación sobresalieron tres atractores con frecuencias
variables durante las seis sesiones: neutro-neutro; desconexión-desconexión; y
neutro-desconexión.
En este sentido, en la diada de Sofía y su cuidadora, se encontró que la
comunicación neutra-neutra fue el principal atractor en las sesiones uno (28%), tres
(19%), cinco (37%) y seis (32%) y el segundo atractor en la sesión cuatro (22%).
Por otro lado, la desconexión en la comunicación por ambos miembros de la diada
fue el atractor principal en las sesiones dos (20%) y cuatro (30%) y el segundo
atractor en las sesiones tres (12%) y cinco (26%). Además, se evidenció que el
atractor neutro-desconexión fue el segundo atractor en la sesión tres (12%), cinco
(11%) y seis (8%).
Diada 2. Miguel y cuidadora
Alimentación autónoma y alimentación asistida
0%
5%
10%
15%
20%
25%
30%
35%
40%
Sesión1
Sesión2
Sesión3
Sesión4
Sesión5
Sesión6
Neutro-neutro
Desconexión-desconexión
Neutro-desconexión
75
Figura 32. Alimentación autónoma vs alimentación asistida en cada sesión.
En la díada de Miguel y su cuidadora predominó la alimentación asistida en
cuatro de las seis sesiones, aunque en la cuarta sesión la diferencia fue solo del 4%
con respecto a la alimentación autónoma. En coherencia, en las sesiones dos y seis
fue mayor el porcentaje de alimentación autónoma que asistida.
Igualmente, se destaca la frecuencia variable de la alimentación asistida y
autónoma, sin encontrar patrones de crecimiento o decrecimiento. De esta manera,
se evidenció que la alimentación asistida tomó valores entre un 7% y 68% y de
manera similar, la alimentación autónoma osciló entre un 15% hasta un 67%.
Patrones de comportamiento
48% 38%
68%
31%
58%
7%
25% 52%
17%
27%
15%
67%
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5 Sesión 6
Alimentación asistida Alimentación autonóma
76
Figura 331. Atractores principales de comportamiento (cuidadora-niño) en cada
sesión.
En cuanto a los comportamientos de alimentación prevalecieron cuatro atractores
con frecuencias variables, durante las seis sesiones: dar-aceptar; dar-rechazar;
desenganche-desenganche; y esperar-nada.
De esta manera, se resalta que el atractor dar-aceptar fue el más predominante
en las sesiones uno (17%) y cinco (23%) y el segundo más sobresaliente en la
cuarta sesión (17%). Por otro lado, el atractor de dar-rechazar fue el principal en la
sesión tres (29%) y estuvo en segundo lugar en la sesión cinco (15%). En cuanto al
atractor de desenganche-desenganche, cabe mencionar que fue el más reiterativo
en la sesión cuatro (25%) y en la sesión seis (14%), ocupó el segundo lugar en la
primera sesión (13%) y el tercer lugar en las sesiones cinco (14%) y seis (14%).
Finalmente, el atractor de esperar-nada fue el tercero más predominante en las
sesiones uno (13%) y dos (11%) y el segundo más reiterativo en la tercera sesión
(17%).
0%
5%
10%
15%
20%
25%
30%
35%
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5 Sesión 6
Dar-aceptar
Dar-rechazar
Desenganche-desenganche
Esperar-nada
77
Patrones de comunicación
Figura 34. Atractores principales de comunicación (cuidadora-niño) en cada
sesión.
En cuanto a la comunicación sobresalieron tres atractores con frecuencias
variables, durante las seis sesiones: desconexión-desconexión; neutro-neutro; y
negativo-neutro.
De esta forma, en la diada de Miguel y su cuidadora, se encontró que el atractor
desconexión-desconexión reiteró de manera importante en las seis sesiones.
Siendo así, fue el principal en las sesiones uno (36%), cuatro (39%) y cinco (27%),
ocupó el segundo lugar en las sesiones dos (16%) y seis (31%) y el tercero en la
sesión tres (13%). Igualmente, la comunicación neutra-neutra también se presentó
como un atractor importante durante las seis sesiones. De esta forma, fue el
principal atractor en las sesiones dos (32%), tres (31%) y seis (36%) y ocupó el
segundo lugar en las sesiones uno (20%), cuatro (37%) y cinco (22%). Finalmente,
la comunicación negativa-neutra solo se presentó en las sesiones tres (31%) y
cuatro (9%) en primer y tercer lugar respectivamente.
0%
5%
10%
15%
20%
25%
30%
35%
40%
45%
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5 Sesión 6
Desconexión-desconexión
Neutro-neutro
Negativo-neutro
78
Diada 3. Valentina y cuidadora
Alimentación autónoma y alimentación asistida
Figura 35. Alimentación autónoma vs alimentación asistida en cada sesión.
En la díada de Valentina y su cuidadora predominó la alimentación autónoma
durante las seis sesiones, con valores entre 44% y 88% del total de interacciones.
Cabe resaltar que los porcentajes más altos de dicha alimentación se presentaron
en la cuarta sesión, seguido de la quinta y primera sesión. Igualmente es destacable
la ausencia de alimentación asistida en las sesiones uno, tres, cuatro y seis; y el
bajo porcentaje de la misma en las sesiones dos (20%) y cinco (5%).
Patrones de comportamiento
0%
20%
0% 0% 5% 0%
72% 44%
44%
88% 74%
65%
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5 Sesión 6
Alimentación asistida Alimentación autonóma
79
Figura 36. Atractores principales de comportamiento (cuidadora-niño) en cada
sesión.
En cuanto a los comportamientos de alimentación de Valentina y su cuidadora,
primaron cuatro atractores con frecuencias variables durante las seis sesiones:
presente-consume; desenganche-consume; desenganche-desenganche; y
presente-sostiene el alimento.
A partir de esto, se observó que el comportamiento de presente-consume fue el
principal atractor en cinco de seis sesiones con porcentajes entre el 12 y 70%.
Seguido de este, el comportamiento de desenganche-consume fue el atractor
principal en la sesión tres con un 24% y el segundo atractor más predominante en la
sesión cuatro con un 14%. Respecto al atractor desenganche-desenganche, se
encontró que fue el segundo atractor más sobresaliente en la sesión tres con un
19% y fue el tercer atractor en la sesión cuatro con un 6%. Finalmente, el atractor de
presente-sostiene el alimento primó como el segundo atractor en la sesión uno
(11%) y en la sesión dos (11%), mientras que en las demás sesiones fue ausente.
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
70%
80%
Sesión1
Sesión2
Sesión3
Sesión4
Sesión5
Sesión6
Presente-consume
Desenganche-consume
Desenganche-desenganche
Presente-sostiene elalimento
80
Patrones de comunicación
Figura 37. Atractores principales de comunicación (cuidadora-niño) en cada
sesión.
Respecto a la comunicación sobresalieron tres atractores con frecuencias
variables durante las seis sesiones: desconexión-desconexión; neutro-neutro; y
positivo-positivo.
De esta forma, se afirma que el atractor desconexión-desconexión fue el atractor
que más predominó en las sesiones uno (28%), dos (26%), tres (29%) y cuatro
(38%) y a partir de esta sesión empezó a decrecer su frecuencia hasta ausentarse
como atractor en la sesión seis. Seguido de esto, se evidenció que la comunicación
neutra por parte de ambos miembros de la diada fue otro de los atractores que
prevaleció como principal atractor en las sesiones cinco (35%) y seis (29%) y como
segundo atractor más predominante en las sesiones uno (28%) y cuatro (31%). Por
último, la comunicación positiva por ambos miembros de la diada fue el atractor que
predominó en tercer lugar en la sesión uno (16%) y en la sesión cinco (20%), siendo
ausente como atractor en las demás sesiones.
Diada 4. Elisa y cuidadora
0%
5%
10%
15%
20%
25%
30%
35%
40%
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5 Sesión 6
Desconexión-desconexión
Neutro-neutro
Positivo-positivo
81
Alimentación autónoma y alimentación asistida
Figura 38. Alimentación autónoma vs alimentación asistida en cada sesión.
En la díada conformada por Elisa y su cuidadora, predominó la alimentación
asistida en las seis sesiones con porcentajes entre el 55 y 66%, manteniendo una
diferencia sobresaliente con respecto a los porcentajes de alimentación autónoma.
Es importante señalar que en las primeras dos sesiones y en la quinta no se
presentó alimentación autónoma, mientras que en las otras tres sesiones (3, 4 y 6)
la alimentación autónoma se presentó, pero no superó el 14%. Adicionalmente, se
observó que en todas las sesiones los comportamientos de alimentación (asistida y
autónoma) prevalecieron más del 50% de la interacción.
Patrones de comportamiento
64% 65% 63% 56%
66% 55%
0% 0% 13%
2%
0% 14%
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5 Sesión 6
Alimentación asistida Alimentación autonóma
82
Figura 39. Atractores principales de comportamiento (cuidadora-niño) en cada
sesión.
En cuanto a los comportamientos de alimentación de Elisa y su cuidadora,
predominaron cuatro atractores con frecuencias variables durante las seis sesiones:
dar-aceptar; dar-rechazar; presente-nada; y presente-regresa el alimento.
De esta forma, se encontró que el principal atractor en cinco de las seis sesiones
(1, 2, 4, 5, y 6) fue dar-aceptar con un 46%, 37%, 45% y 32% respectivamente; y
además, este mismo atractor estuvo presente en segundo lugar en la sesión tres
(19%). Respecto al atractor dar-rechazar, se observó que fue el principal atractor en
la sesión tres (30%) y fue el tercer atractor en la sesión uno (9%), dos (13%) y seis
(12%). Asimismo, se evidenció el atractor presente-nada, el cual fue el segundo
atractor predominante en las sesiones uno (28%), cuatro (20%) y seis (24%), y fue
el tercer atractor en las sesiones tres (16%) y cinco (14%). Finalmente, el atractor
presente-regresa el alimento surgió como segundo atractor en la sesión cinco (20%)
y como tercer atractor en la sesión cuatro (18%).
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
Sesión1
Sesión2
Sesión3
Sesión4
Sesión5
Sesión6
Dar-aceptar
Dar-rechazar
Presente-nada
Presente-regresa elalimento
83
Patrones de comunicación
Figura 40. Atractores principales de comunicación (cuidadora-niño) en cada
sesión.
En cuanto a la comunicación sobresalieron tres atractores con frecuencias
variables durante las seis sesiones: neutro-neutro; negativo-neutro; y positivo-
neutro.
De esta forma, se evidenció que el atractor neutro-neutro prevaleció en primer
lugar durante todas las sesiones con porcentajes entre el 29 y 50%. En esta misma
línea, el atractor negativo-neutro ocupó también el primer lugar como atractor más
predominante en las sesiones dos (33%) y cinco (40%) y fue el segundo atractor en
la sesión seis (18%). Por último, el atractor positivo-neutro fue el segundo más
sobresaliente en las sesiones uno (29%) y tres (25%).
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5 Sesión 6
Neutro-neutro
Negativo-neutro
Positivo-neutro
84
DISCUSIÓN
Como se mencionó anteriormente, el objetivo general de la presente
investigación fue analizar las trayectorias de la interacción en situaciones de
alimentación entre cuidadores y niños en primera infancia con dificultades
alimentarias. Para responder este objetivo se plantearon tres objetivos específicos,
el primero, fue describir los patrones de comportamiento de alimentación a los que
tendieron las diadas durante las sesiones de alimentación; el segundo, fue
caracterizar los patrones de comunicación entre los niños y los cuidadores durante
las situaciones de alimentación; y el tercero fue analizar la variabilidad en la
interacción de las diadas a través del tiempo en situaciones de alimentación. A partir
de los dos primeros objetivos, fue posible observar las tendencias en cuanto a
comunicación y comportamiento, que son los dos aspectos fundamentales de la
interacción. El tercer objetivo por su parte, permitió analizar cómo dichas tendencias
variaron a través del tiempo, e incluso se rompieron en ciertas ocasiones.
En cuanto al primer objetivo, se encontró que los comportamientos de
alimentación variaron entre diadas; sin embargo a nivel general, se observaron tres
tendencias. La primera, fue la alimentación asistida, específicamente el
comportamiento de dar de las cuidadoras y las respuestas de aceptar y rechazar por
parte de los niños. La segunda tendencia, fue la alimentación autónoma, reflejada
en el estar presente de las cuidadoras y el consumo por parte de los niños y
finalmente, la última tendencia fue el desenganche mutuo.
Respecto a las tendencias mencionadas, se encontró que para las diadas de
Sofía y Elisa predominó la alimentación asistida, por lo que sus cuidadoras se
caracterizaron por la alta frecuencia de la acción de dar. Contrario a esto, en la
diada de Valentina se destacó la alimentación autónoma, por lo cual el rol de la
cuidadora se enfocó en el acompañamiento brindado a su hija mientras ella
consumía los alimentos. Por su parte, la diada de Miguel osciló entre ambas
tendencias; generalmente, iniciaba con alimentación asistida y tras varios rechazos
del niño, la cuidadora tendía a desengancharse y delegar la alimentación a Miguel,
dando paso a la alimentación autónoma.
85
Teniendo en cuenta lo anterior, se identificaron a nivel general, dos roles
principales que fueron asumidos por las cuidadoras. Por un lado, están aquellas
cuidadoras (cuidadora Sofía y cuidadora Elisa) cuyo rol en la alimentación estuvo
dirigido hacia el actuar con el fin de promover la ingesta en sus hijas
(comportamientos de dar, esperar y retraer); y por otro, aquellas cuidadoras
(cuidadora Valentina) cuyo rol se restringió al acompañamiento y a la comunicación
sin llegar a realizar acciones para alimentar a los niños (estar presente).
A partir de los roles mencionados, fue posible relacionar la dificultad alimentaria
que presentaron los niños y el rol asumido por las cuidadoras. Así, resulta
interesante analizar que las cuidadoras de las dos niñas con la dificultad alimentaria
de apetito limitado malinterpretado por sus padres (Sofía y Elisa) asumieron el rol de
actuar, cuando lo que se recomienda para este tipo de dificultad es aceptar las
señales de saciedad del niño, más que insistir en sus propias creencias sobre la
cantidad que debe ser ingerida (Kerzner, 2009 y Kerzner et al., 2015). En aquellos
momentos, en los que las cuidadoras interpusieron su deseo por encima de las
señales de las niñas e implementaron la presión para controlar la ingesta,
asumieron un estilo de alimentación autoritario (Birch y Fisher, 1995, Patrick et al.,
2005 y Kerzner, et al., 2015).
Asimismo, al tener en cuenta el rol que tendió a presentar la cuidadora de
Valentina y las dificultades alimentarias de la niña (vigorosa con poco interés en la
alimentación y apetito limitado malinterpretado por los padres), se destaca que por
un lado este rol podría favorecer la ingesta y por otro, disminuirla. Esto,
considerando que lo que se recomienda para alimentar a los niños vigorosos son
límites claros y ausencia de distractores externos y la cuidadora mantuvo en
general, un rol pasivo, lo que le impidió atraer la atención de Valentina hacia los
alimentos, poner límites claros y restringir las distracciones externas. Sin embargo,
este rol sí le permitió a la niña responsabilizarse de la cantidad ingerida, lo cual
resultaría beneficioso según Kerzner (2009) y Kerzner et al. (2015).
En el caso de Miguel (niño vigoroso con poco interés en la alimentación), se
destaca que su cuidadora fluctuó entre ambos tipos de roles: desempeñaba un rol
más proactivo con los alimentos que Miguel no consumía por sí mismo, y al cabo de
86
varios rechazos por parte del niño, su rol se tornaba más pasivo, estando presente o
incluso ausentándose de la situación. De esta manera, podría pensarse que la
autonomía en la alimentación en vez de ser una forma de otorgar la responsabilidad
y enseñar a asumirla, se convierte posiblemente en un síntoma de la frustración de
la cuidadora quien prefiere evadir y por tanto, se aleja de la situación de
alimentación (Hughes y Shewchuk, 2011). La ausencia de la cuidadora en estos
casos no beneficiaba el progreso del niño, dado que Miguel aunque probablemente
está en edad de alimentarse solo, necesitaba la presencia de la cuidadora para que
lo estuviera orientando constantemente y centrando su atención en los alimentos.
Además, se podría pensar que si la cuidadora lograra una postura más firme en la
autoridad, determinara límites precisos, evitara la distracción externa y estableciera
rutinas de alimentación, el sistema podría organizarse de una manera distinta que
favoreciera más la ingesta por parte del niño.
Respecto a la tercera tendencia (desenganche mutuo), se encontró que tres de
las cuatro diadas (Sofía, Miguel y Valentina) tuvieron una alta incidencia en el
desenganche mutuo, y se cree que este podría ser promovido principalmente por
tres factores. El primero fue la alta cantidad de distractores externos que
acompañaron el momento de alimentación como los televisores, celulares u otras
personas que realizaban otras actividades e interrumpían la interacción de
alimentación. Otro posible factor fue el alto porcentaje de rechazo por parte de los
niños que podía generar un sentimiento de frustración en los cuidadores que, a su
vez, los llevaba a un desenganche. Finalmente, un tercer factor pudo ser la
alimentación autónoma por parte de los niños que no requería de las acciones de
dar de las cuidadoras. Cabe mencionar que al desengancharse un miembro de la
diada, el otro tendía también a hacerlo.
La idea anterior acerca de los posibles factores que influyeron en el alto
porcentaje de desenganche está acorde con lo planteado por Álvarez (2006), quien
afirmó que las prácticas de crianza se determinan no solo por las características de
los padres sino también por las respuestas específicas de cada niño. De esta forma,
es posible pensar que las diadas se desenganchan en respuesta a comportamientos
específicos de alguno de los miembros, sobre todo cuando las expectativas de las
87
cuidadoras son incompatibles con las respuestas de los niños (Hughes y Shewchuk,
2011). En estos casos se pueden generar interacciones estresantes, razón por la
cual se podría creer que las cuidadoras tienden a desengancharse para evitar la
frustración que esto les produce.
Lo mencionado, se refuerza al observar que el intento de reenganche en la
mayoría de las diadas fue poco, por lo que el alto nivel de desenganche tendía a
permanecer, es decir, fueron pocos los momentos en los que el cuidador tuvo la
intención de atraer la atención del niño nuevamente hacia la alimentación. Esto
podría explicarse con la hipótesis de que las cuidadoras al recibir tantos rechazos
por parte de los niños, dejaban de insistir y preferían desengancharse para evitar
que la alimentación se convirtiera en una situación estresante. De esta forma, las
cuidadoras al no tener un rol insistente y constante les otorgaban el control a los
niños quienes empezaban a dominar la dinámica de alimentación. Esto guardaría
semejanza con la descripción del estilo permisivo de crianza planteado por Birch y
Fisher (1995), Patrick et al. (2005) y Kerzner et al. (2015), puesto que en estas
situaciones las cuidadoras tendían a perder su rol de control y orientación frente a
los tiempos de alimentación, los ritmos, las cantidades, los alimentos que debían
consumir los niños y en general en las acciones involucradas en la alimentación. Por
tanto, se podría considerar que este estilo de alimentación resulta ser poco
saludable y es asociado en algunas ocasiones, por los mismos autores, a un
“descuido nutricional”. Este estilo de alimentación, se percibió generalmente en tres
de las cuatro diadas (Sofía, Miguel y Valentina).
No obstante, cabe señalar que este estilo de alimentación no fue permanente en
todas las sesiones, las cuidadoras variaron su actitud y estilo de alimentación frente
a la dinámica. Por ejemplo, la cuidadora de Miguel, quien tendió a presentar un
estilo de alimentación permisivo, en ciertas ocasiones se mostró también con un
estilo responsivo respecto a la alimentación (Birch y Fisher, 1995 y Patrick et al.,
2005) puesto que exigía el consumo de los alimentos, pero a su vez, tenía en
cuenta los deseos del niño (sesión 2).
Por otro lado, para continuar el análisis de los comportamientos de alimentación,
es preciso mencionar otros factores que intervinieron en las interacciones, como lo
88
fueron las estrategias y prácticas de alimentación. Respecto a las estrategias,
autores como Hendy y Raudenbuch (2000) mencionaron que estas podrían mejorar
o no el consumo de los alimentos por parte de los niños. Así, una de las estrategias
planteada por estos autores fue el modelado, el cual se observó en varias ocasiones
en dos de las diadas (Miguel y Valentina). En estas situaciones, las cuidadoras
imitaban la forma cómo se debían consumir ciertos alimentos, para incitar a los
niños a replicar esta misma acción. Sin embargo, el modelado no resultó de manera
positiva en la interacción de estas dos diadas dado que los niños no replicaron la
acción ni consumieron los alimentos. Lo anterior, contradice lo planteado por Hendy
y Raudenbuch (2000) quienes afirmaron haber comprobado la efectividad de dicha
estrategia.
Estos mismos autores plantearon la efectividad de acompañar la alimentación
con comentarios alentadores que promovieran la ingesta de alimentos. Este tipo de
comentarios se evidenciaron en las cuatro cuidadoras, aunque se obtuvieron
diferentes tipos de respuestas por parte de los niños. Se podría afirmar que en una
de las cuatro diadas (diada de Elisa) esta estrategia sí resultó ser efectiva, mientras
que en las otras tres (Sofía, Miguel y Valentina), los niños no consumieron los
alimentos promovidos. Es necesario mencionar que la efectividad de estas
estrategias, posiblemente, requiere de mayor consistencia y perseverancia por parte
de las cuidadoras para alcanzar los resultados esperados. Además, también se
recomendaría considerar aspectos como el gusto por los alimentos, la forma de
presentarlos, la calidad y la cantidad.
Otra estrategia propuesta por Galloway, Fiorito, Francis y Birch (2006) y Cortés-
Moreno y Méndez-Lozano (2011) consiste en presionar a los niños a consumir los
alimentos en su totalidad. Estos autores plantearon que esta estrategia suele
disminuir la ingesta y aumentar las valoraciones negativas hacia los alimentos. A
este respecto, se encontró que ninguna de las cuatro cuidadoras la implementó, lo
que está en coherencia con su tendencia hacia la permisividad en su estilo de
alimentación, pero a su vez, favorecía la representación del momento de
alimentación en los niños, evitando que fuera un espacio coercitivo. Análogamente,
Cortés-Moreno y Méndez-Lozano (2011) encontraron en sus investigaciones que
89
otras estrategias podrían incurrir en resultados indeseables como alimentar al niño
en la boca cuando él es capaz de alimentarse por sí solo, alimentar en forma pasiva,
o desviar la atención del niño hacia otros aspectos diferentes de la comida. La
estrategia de alimentar al niño en la boca, aun cuando él puede hacerlo por sí solo,
fue predominante en Miguel, lo que la mayoría de las veces tuvo resultados
positivos porque el niño aceptaba las cucharadas. La estrategia de desviar la
atención del niño hacia otros aspectos diferentes a la comida se observó en todas
las diadas, puesto que las cuidadoras utilizaban diferentes objetos (cucharas,
televisión, celulares) para atraer la atención del niño, y así recibieran más fácilmente
los alimentos. No obstante, esta estrategia solo fue efectiva para la diada de Elisa,
la cual implementó la cuchara como objeto de distracción, mientras que las otras
tres diadas (Sofía, Miguel y Valentina), se distraían por medio del televisor o el
celular, y tendían a desengancharse de la alimentación, corroborando así los
resultados indeseables afirmados por los autores.
Además de las estrategias mencionadas por los autores, se encontró una
estrategia más que en la literatura revisada no aparece planteada. En la diada de
Elisa, la cuidadora ponía el bocado de comida en la mano de la niña para que ella
misma lo consumiera, dándole así un rol más participativo y autónomo. En este
caso, esta estrategia la mayoría de las veces resultó ser efectiva porque la niña lo
consumía.
A partir de las estrategias mencionadas anteriormente, se puede afirmar que el
uso de estas puede ser variado y estar o no asociadas a comportamientos
alimenticios saludables. Es importante tener claro que en las interacciones, las
cuidadoras no siempre utilizan las mismas estrategias y las respuestas de los niños
ante ellas no están definidas, sino por el contrario varían constantemente (Ogden,
Reynolds y Smith, 2006).
Como se había mencionado anteriormente, en la interacción intervienen tanto las
estrategias como las prácticas alimentarias. Estas últimas, hacen referencia al uso
de diferentes utensilios para alimentar, los alimentos seleccionados, las porciones
servidas, la forma de preparación, entre otras (Black y Creed-Kanashiro, 2012 y
Cortés-Moreno y Méndez-Lozano, 2011). En cuanto a los alimentos servidos, a
90
Sofía, Valentina y Elisa se les preparaba alimentos variados, ricos en proteínas y
carbohidratos; mientras que a Miguel durante las seis sesiones le sirvieron
exactamente los mismos alimentos (albóndiga, arroz y sopa de pasta). En ninguno
de los casos los alimentos fueron consumidos en su totalidad y generalmente, los
niños preferían consumir más carbohidratos que proteína. Además, las porciones
servidas para Miguel, Valentina y Elisa eran más pequeñas que las de Sofía, a
quien le servían porciones para adultos. Según Kerzner (2015), las prácticas de
alimentación que emplean los padres deben estar acordes con la dificultad
alimentaria que presenta el niño y ajustadas a las porciones según la edad. En el
caso de las cuatro diadas, se podría creer que las cuidadoras implementaron las
prácticas sin tener en cuenta dichas dificultades y sin ser conscientes que desde
temprana edad se empiezan a construir hábitos alimenticios que tienden a perdurar
en etapas posteriores del desarrollo y pueden llegar a ser o no saludables. Por
ejemplo, no sería recomendable que los niños continuaran prefiriendo la ingesta de
carbohidratos que la de proteínas, ni tampoco que sintieran la necesidad de estar
frente a las pantallas (televisor o celular) para alimentarse.
Por otra parte, así como los patrones de comportamiento son importantes para la
dinámica de alimentación, los patrones de comunicación también lo son. Esto,
teniendo en cuenta que la interacción es entendida como la comunicación verbal y
no verbal que permite a los individuos relacionarse y comprender el comportamiento
del otro (Alvarez, 2006). Considerando lo anterior, es claro que en una diada, cada
uno tiene la responsabilidad de leer las señales emitidas por el otro para responder
de tal forma que la interacción fluya. De esta forma, la interacción implica una
relación que va más allá de estar junto al niño e intercambiar información, es
necesario que el vínculo emocional entre cuidador y el niño de paso al
reconocimiento e interpretación de lo que el otro está comunicando (Black y Creed-
Kanashiro, 2012).
En concordancia con lo anterior, se encontró que las díadas de Sofía, Miguel y
Valentina tuvieron patrones similares, oscilando entre la comunicación neutra y la
desconexión mutua. Esto implica que las cuidadoras, se limitaron en general, al
intercambio de información, preguntar y dar instrucciones, mientras que los niños se
91
limitaron a escuchar y preguntar (Granic y Lamey, 2002). Se podría entonces
plantear que en estas tres diadas la interacción se limitó a un acompañamiento del
momento de la alimentación en el que el cuidador desatendía las señales del niño y
a su vez, este último se desconectaba. De esta manera, se podría pensar que la
comunicación con un tono poco afectivo, podría evidenciar ciertas dificultades en el
vínculo emocional entre el cuidador y el niño, y por tanto, ocasionar conflictos en la
confianza y seguridad de ambos, llegando a afectar la propia alimentación (Black y
Creed-Kanashiro, 2012). Es así como la alimentación se reduce a las acciones de
dar y brindar instrucciones necesarias para este mismo fin, en vez de ser el
escenario en el que se pone juego la relación misma.
La falta de afecto en la interacción en situaciones de alimentación se refleja
también en la baja comunicación positiva mutua en las cuatro diadas. Esto quiere
decir que fueron muy pocos los eventos en los que ambos miembros de la diada
estuvieron de acuerdo, promovieron la opinión del otro, suscitaron humor y
solicitaron de manera asertiva el cumplimiento de lo solicitado, entre otros (Granic y
Lamey, 2002). Por tanto, se podría suponer que si hubiese de base una relación
sólida entre el cuidador y niño y se reflejara en los momentos de alimentación,
podría existir una tendencia más fuerte hacia la comunicación positiva, lo cual
promovería más fácilmente la ingesta de alimentos.
Es importante mencionar que las cuidadoras tuvieron una comunicación más
positiva que los niños, dado que estos tendieron a responder generalmente de
manera neutra limitándose a escuchar. Esto podría deberse a que la mayoría de los
niños (Sofía, Miguel y Valentina) estuvieron distraídos con factores externos por lo
que posiblemente fueron muy pocos los momentos en los que se situaron como
receptores activos y lograron responder ante las señales de su cuidador.
Por otro lado, en cuanto a la comunicación negativa, se puede afirmar que hace
referencia al estar en desacuerdo y negarse; por lo que implica poner límites. Esta
comunicación fue muy poca en las cuidadoras de Miguel, Sofía y Valentina,
mientras que los niños implementaron este tipo de comunicación con mayor
frecuencia. Por tanto, resulta interesante observar que aun cuando los niños
tendieron a impedir la alimentación, las cuidadoras no lograron poner límites claros,
92
por lo que dejaron que estos se alimentaran a su voluntad. De esta manera, se
encuentran rasgos de permisividad también observados en los patrones de
comportamiento, según lo planteado por Kerzner et al. (2015) y Birch y Fisher
(1995).
Otro punto a resaltar respecto a los rasgos de permisividad de las cuidadoras fue
la tendencia que se observó en la cuidadora de Sofía, quien permitió la hostilidad de
la niña en los momentos de la cena en lugar de corregirla y ponerle límites. Esto,
teniendo en cuenta que en general, Sofía se mostró como una niña de
temperamento difícil, se angustiaba con facilidad, se tornaba irritable, se negaba
ante las peticiones de su cuidadora, respondía de manera agresiva, entre otras,
(Schaffer, 2006). Ante este tipo de expresiones de Sofía su cuidadora aceptaba sus
comportamientos de hostilidad y respondía en primera medida de manera positiva o
neutra. Sin embargo, cuando Sofía persistía con su comunicación hostil, la
cuidadora prefería desconectarse. Respecto a esto, se podría pensar que
posiblemente la cuidadora prefería evitar el conflicto con la niña en vez de
demostrar autoridad y enfrentar la situación.
Asumiendo que las cuidadoras de Sofía, Miguel y Valentina tendieron a
responder de manera neutra o positiva frente a la hostilidad o negatividad de los
niños, se evidenció el patrón de permisividad en la comunicación entre cuidador y
niño mencionado por Granic y Lamey (2002). Esto hace pensar que los padres al no
lograr los resultados esperados en sus hijos, desistieron de su intento de marcar
límites y cedieron el control a los niños. Los rasgos de permisividad evidenciados en
la comunicación están en coherencia con la permisividad observada en los patrones
de comportamiento. Esto implica que el estilo de permisividad en estas diadas es un
atractor muy fuerte que refleja la dificultad de los cuidadores para limitar el
comportamiento de los niños haciendo uso de las palabras y las acciones.
En contraposición a la tendencia de permisividad en el estilo de alimentación de
las tres cuidadoras (Sofía, Valentina y Miguel), se destacó que la cuidadora de Elisa
demostró mayor autoridad y a su vez, fue de las cuidadoras más positivas. Esta
combinación entre ser positiva y a la vez negativa, da cuenta de un estilo de
93
alimentación responsivo (Kerzner et al., 2015 y Birch y Fisher, 1995), como se había
mencionado en los patrones de comportamiento.
Por otra parte, se encontró que la hostilidad fue un repulsor en la comunicación
de las diadas porque se presentó muy pocas veces (Hollestein, 2007). De acuerdo
con esto, fueron pocos los eventos, pero todos los niños tuvieron expresiones
hostiles hacia sus respectivas cuidadoras. Sin embargo, solo las cuidadoras de
Miguel y Valentina respondieron ante la hostilidad de los niños de la misma forma.
Al analizar lo anteriormente mencionado, se podría afirmar que la hostilidad de
los cuatro niños apareció en los momentos en que querían imponer un deseo que
los cuidadores no aceptaban y por ende, no satisfacían. Respecto a las respuestas
de las cuidadoras ante esta hostilidad, se podría mencionar que en la cuidadora de
Sofía, sale nuevamente a relucir su tendencia hacia el estilo permisivo de
alimentación, pero también se podría suponer que al ser la niñera se le podría
dificultar asumir una posición de autoridad que le permitiera poner un límite claro
ante la hostilidad. En cuanto a la cuidadora de Elisa, se puede afirmar que a pesar
de que la niña presentó algunas expresiones hostiles, la cuidadora no se enganchó
en esta dinámica e intentó mantener su comunicación positiva y neutra con la
intención de bajarle el nivel de hostilidad a la niña. A diferencia de estos casos, las
cuidadoras de Miguel y Valentina al presenciar la hostilidad de los niños,
respondieron de esta misma forma, lo que causaba una escalada de hostilidad en la
interacción (Granic y Lamey, 2002).
Por otro lado, al recordar que el enfoque de este estudio son los sistemas
dinámicos, es importante ahondar en la forma en que los patrones de
comportamiento y comunicación cambiaron a través del tiempo. Se iniciará dando
cuenta de la variabilidad en los patrones de comportamiento, lo cual incluye el
análisis de los tipos de alimentación (asistida y autónoma) y los principales
atractores de cada sesión. Seguido de esto, se aludirá a los cambios en los
patrones de comunicación, al analizar las diferentes reorganizaciones que se dieron
en los sistemas que pudieron mediar en el cambio de los atractores.
En primer lugar, respecto a la variabilidad en los patrones de comportamientos,
específicamente en los tipos de alimentación, se encontró que dos de las diadas
94
(Sofía y Miguel) mostraron ser más variables entre sesión y sesión dado que fue
mayor la oscilación entre ambos tipos de alimentación, en comparación con las
diadas de Valentina y Elisa que tuvieron un patrón más consistente (autónoma y
asistida respectivamente). A partir de esto, se podría plantear, según la teoría de
Van Geert (2003), que el sistema de las diadas de Valentina y Elisa se han
organizado en una forma particular de funcionamiento y se encuentran en un estado
de mayor estabilidad en comparación con las otras dos diadas (Sofía y Miguel).
Dicha estabilidad podría pensarse que se debe a que los miembros de las diadas se
encontraban en una “comodidad” (zona de confort) que no los incitaba al cambio.
Sin embargo, esta forma de funcionamiento no favorece una mejoría en la dificultad
alimentaria que presentan los niños. En contraposición a esto, la variabilidad
observada en las diadas de Sofía y Miguel podría promover el cambio en la
dinámica poco favorecedora que estaba pre-establecida.
Cabe mencionar que en cada diada hubo pequeños momentos de transición al
pasar de alimentación autónoma a alimentación asistida o viceversa. Estas
transiciones podrían explicarse por cambios en las interconexiones o por el
surgimiento de nuevas variables que alteran el sistema (Kunnen y Van Geert, 2012).
Para ejemplificar el planteamiento de los autores, se mencionarán situaciones de
cada una de las diadas. Así, se observó que en las diadas de Sofía y Miguel, el
paso de alimentación asistida a la autónoma se daba generalmente después de
varios rechazos por parte de los niños, en los cuales las cuidadoras desistían y se
desenganchaban. Cabe mencionar que en las últimas dos sesiones de Miguel, se
observó un cambio en el motivo de la alimentación autónoma, debido a que el niño
fue quien solicitó a su madre la autonomía para alimentarse. Respecto al caso de
Elisa, la alimentación autónoma fue promovida por la cuidadora como un medio para
involucrarla en el proceso de alimentación. Finalmente, en la diada de Valentina, se
observó que la alimentación asistida era implementada por la cuidadora con el
objetivo de intentar reengancharla en el consumo de alimentos.
En este sentido, la variabilidad tiene un papel fundamental en el desarrollo
debido a que las reorganizaciones que se dan en los momentos de transición o
inestabilidad permiten romper con patrones antiguos y a su vez, da la posibilidad a
95
que aparezcan nuevos patrones (Van Geert y Van Dijk, 2015). El surgimiento de
estas nuevas formas de funcionamiento es más probable que ocurra en las diadas
más variables (Sofía y Miguel). De esta forma, es importante analizar aquellas
características de las cuidadoras y de los niños, que posiblemente intervinieron en la
variabilidad observada.
En cuanto a las características de los niños, se considera que Sofía y Miguel
presentaron en general, rasgos del temperamento difícil según la descripción
planteada por Bergmeier et al. (2014). Este temperamento influye en las respuestas
del cuidador y a su vez, afecta las interpretaciones y el sentido que los niños
otorgan a sus experiencias (Álvarez, 2006). No obstante, el temperamento no se
presentó como una característica fija durante las sesiones, puesto que los niños en
algunas ocasiones presentaron atributos de un temperamento “fácil” (Bergmeier et
al., 2014). Por lo anterior, es posible plantear que el concepto de temperamento
corresponde a un parámetro del sistema más que a una propiedad estática en las
personas, que se ve afectado por las características del contexto.
Adicionalmente, la variabilidad en las diadas, pudo estar influenciada por el alto
nivel de emocionalidad observada en Sofía y Miguel, lo que a su vez, se podría
asociar con la disminución del disfrute, comportamientos quisquillosos, tiempo de
alimentación más prolongados e ingesta de alimentos por debajo de lo esperado
(Haycraft et al. 2011).
Respecto a las cuidadoras, se encontraron características diferentes en cada una
de ellas que pudieron influir en la variabilidad. En el caso de la cuidadora de Sofía,
se podría creer que al no contar con un estilo de alimentación que resultara efectivo,
intentaba diferentes estrategias con el fin de favorecer la ingesta por parte de la
niña. Sumado a esto, sus rasgos de permisividad dificultaban mantener el control de
la alimentación asistida, por lo que era la niña quien en general marcaba la
dinámica. La cuidadora de Miguel por su parte, se caracterizaba por su alto nivel de
emocionalidad, por llevar una vida muy ocupada y por permitir que las frustraciones
diarias se tornaran en una experiencia crónica que podrían afectar el cuidado del
niño y a su vez, podría generarle angustia y estrés (Cortés-Moreno y Méndez-
Lozano, 2011).
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Teniendo en cuenta todos estos factores, tal vez, la variabilidad en estas dos
diadas (Sofía y Miguel), se debió a que las cuidadoras se mostraron muy
vulnerables a las demandas de los niños y fueron estos quienes determinaron en sí,
la dinámica de alimentación. Contrario a esto, en las otras dos diadas (Valentina y
Elisa), se percibió una dinámica construida que prevaleció en el tiempo, en la que
cada miembro tenía claro el rol que desempeñaba aun cuando en ocasiones se
favoreciera o no la ingesta de alimentos.
De manera similar, se observó mayor variabilidad en los atractores de
comportamiento durante las seis sesiones, en las diadas de Sofía y Miguel. Sin
embargo, teniendo en cuenta las dificultades alimentarias de los niños, resulta
interesante analizar en qué momentos el atractor principal fue dar-aceptar, es decir,
qué elementos del sistema se activaron o se alteraron para dar lugar a este cambio.
A este respecto, se encontró que los posibles factores que alteraron el sistema
fueron, en el caso de Miguel, la desconexión mutua en la comunicación y la
automatización de las acciones de dar y recibir, dado que ambos miembros de la
diada estaban distraídos con factores externos. En el caso de Sofía, la activación
del atractor dar-aceptar pudo ser promovido también por la desconexión mutua en la
comunicación y además, por la tranquilidad de la niña y su alto nivel de aceptación
que implicaba que la cuidadora estuviera constantemente alimentándola.
Por otro lado, las diadas de Valentina y Elisa, a pesar de tener múltiples estados
a su disposición, tendieron a estabilizarse en un solo estado que resultó ser el más
atractivo (Kunnen y Van Geert, 2012). En el caso de Valentina, el atractor principal
fue el de presente-consume y en el de Elisa, dar aceptar. El hecho de que sean
atractores a favor de la ingesta de alimentos, puede explicar en parte también, la
estabilidad observada en las diadas. Sin embargo, es importante recordar que el
consumo de Valentina tendía a ser únicamente de jugo y Elisa en ocasiones
devolvía aquello que ingería.
Al continuar el análisis respecto a la variabilidad, cabe aludir a la forma en la que
cambiaron los patrones de comunicación a lo largo de las sesiones y entre diadas.
Siendo así, se observó que las cuatro diadas tendieron a comunicarse de manera
neutra durante las seis sesiones. Además, tres de las diadas (Valentina, Sofía y
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Miguel), oscilaron entre la comunicación neutra y la desconexión mutua. A este
respecto, es importante mencionar que al observar en detalle las sesiones en las
que el atractor principal fue la desconexión mutua, se encontró que las cuidadoras
se desconectaban primero que los niños y dos de ellas (cuidadora Sofía y cuidadora
Valentina), retiraban la atención del momento de alimentación para focalizarla en el
televisor. El paso de la desconexión mutua a la comunicación neutra tendió a darse
cuando las niñas intentaban reenganchar a las cuidadoras mediante diferentes
acciones (pararse en la silla, retirar los platos, aislarse del contexto de alimentación,
entre otras) o verbalizaciones.
Por otra parte, en las diadas de Miguel y Elisa se destacó como atractor, la
comunicación negativa-neutra, lo que implica mayor autoridad y límite por parte de
las cuidadoras. Resulta interesante entonces, analizar que en el caso de Miguel, en
el que su cuidadora la mayor parte del tiempo tendió a presentar rasgos de
permisividad, en dos ocasiones (sesión 3 y 4), logró mayor autoridad y control frente
a las actitudes del niño. Sin embargo, estos rasgos de autoridad no lograron ser
consistentes a lo largo de las sesiones, puesto que Miguel no respetaba ni cumplía
los límites. De acuerdo con esto, es importante resaltar los intentos de autoridad de
la cuidadora, pero a la vez analizar cómo las respuestas del niño, sumado con las
características de ambos y los rasgos de permisividad dificultaron que el atractor
negativo-neutro lograra mayor estabilidad y consistencia en el tiempo.
En contraposición, al analizar con detenimiento el caso de la cuidadora de Elisa,
se encontró que fue más estable en el límite y autoridad que tenía frente a su hija, lo
que es coherente con la consistencia observada en el atractor negativo-neutro
durante las seis sesiones. Sin embargo, se resalta que la niña continuó presentando
comportamientos que la cuidadora intentó corregir, como el devolver la comida o
tirar la cuchara. En estos casos, se considera que el límite de la cuidadora no era
del todo coherente para la niña puesto que aun cuando sus palabras expresaban su
desacuerdo, sus acciones reafirmaban el comportamiento de Elisa. Igualmente, se
rescata la insistencia de la cuidadora en demostrar su desacuerdo lo que podría
llegar a favorecer el aprendizaje deseado en su hija.
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Es importante aludir además, al atractor positivo-positivo puesto que promueve
un ambiente de alimentación favorable y mayor conexión entre ambos miembros.
Siendo así, vale la pena resaltar que solo fue uno de los principales atractores en la
diada de Valentina. Al analizar las situaciones en las que esto ocurrió, se encontró
que fueron las únicas sesiones (1 y 5) en las que el padre también estuvo presente
en la mesa, por lo que se podría suponer que su presencia hizo que el sistema se
reorganizara de formas poco usuales, puesto que generalmente, el padre no
acompañaba los momentos de la cena (Osorio et al., 2002). Sin embargo, el cambio
no logró ser lo suficientemente fuerte para que cambiaran los atractores principales
de la dinámica (desconexión-desconexión y neutro-neutro).
Análogamente, cabe mencionar que únicamente en la diada de Elisa, se presentó
el atractor positivo-neutro. Este tipo de comunicación también resulta favorable para
la ingesta de alimentos, puesto que implica que la cuidadora está acompañando la
alimentación con comentarios alentadores y agradables (Moore et al., 2007). En
este sentido, es posible observar que este atractor se presentó de manera más
consistente que el atractor positivo-positivo en la diada de Valentina. No obstante,
en las sesiones que este atractor no se presentó (2 y 6) se pudo evidenciar que la
cuidadora mantuvo una comunicación más negativa en cuanto que la niña reiteró en
comportamientos que no favorecían la alimentación (regresar los alimentos de la
boca y tirar las cucharas al suelo).
En vista de todo lo anterior, se puede afirmar que en todas las diadas hubo
presencia de variabilidad aunque esta se presentó con mayor intensidad en algunas
diadas que en otras. Además, esto permitió observar que aun cuando no hubo
cambios abruptos en los sistemas, sí se evidenciaron pequeñas transiciones que
posibilitaron que las diadas atravesaran diferentes estados.
Como resultado del análisis realizado hasta este punto, se concluye que en la
interacción entre cuidador y niño durante los momentos de alimentación entran en
juego un sin número de variables; sin embargo, al aludir a los comportamientos y a
la comunicación se está haciendo referencia a aquello que se externaliza con el fin
de mantener fluyendo el proceso interactivo o por el contrario de interrumpirlo. Así,
las acciones, gestos y palabras son los medios que les permiten a los sujetos
99
materializar una intención frente al otro. Por tanto, fue fundamental que las variables
de este estudio fueran los comportamientos y la comunicación para así, tener una
visión más completa del fenómeno.
Al respecto de estas dos variables, se encontró que existen tendencias en las
dinámicas de alimentación favorecidas por la presencia de fuertes atractores. Sin
embargo, los pequeños cambios promovidos por el contexto, personas externas o
por alguno de los miembros de la diada, causan que el sistema se reorganice en
formas de funcionamiento que pueden ser o no más saludables. En este sentido,
tanto los cuidadores como los niños tienen un lugar protagónico en el surgimiento de
nuevas formas de funcionamiento. Aunque, siendo los cuidadores, personas adultas
y con mayor consciencia, es importante que reconozcan los ciclos en los que
tienden a reiterar en la dinámica de alimentación e insistan en pequeños cambios
que les permitan romper con el patrón pre-establecido. Asimismo, se subraya la
importancia de un diálogo reflexivo entre ambos, que le ayude al niño a tomar
consciencia del impacto de sus acciones o palabras en el cuidador y en la dinámica
de alimentación.
En concordancia con lo anterior, la interacción misma resulta ser insumo para las
transformaciones de los individuos, en la medida en que la relación con el otro
permite auto-observarse y actualizarse. Además, el cambio individual repercute en
el cambio de todo el sistema, lo cual, resulta ser un factor motivacional para
continuar en el proceso de transformación.
Ante esta premisa de la constancia del cambio, se considera que la mayoría de
los planteamientos clásicos en los que se basó este estudio, como el temperamento,
las dificultades alimentarias, las estrategias, estilos y prácticas de alimentación, son
descripciones estáticas de los sujetos, que les arrebatan la posibilidad de
transformarse a través del tiempo. Análogamente, son planteamientos que buscan
congregar bajo ciertas etiquetas a las personas, sin dar lugar a las diferencias
individuales o a la posibilidad de cambiar en función de las interacciones. De esta
manera, no es adecuado plantear intervenciones generalizadas para tratar las
dificultades alimentarias, como lo plantea Kerzner et al (2015), puesto que este
100
estudio confirma que ante una misma forma de actuar, hay múltiples formas de
responder.
Por lo tanto, es necesario que cada diada se responsabilice de su propia
dinámica y la ajuste según las necesidades que vayan surgiendo en el transcurso
del tiempo. De este modo, se podría significar el momento de alimentación como un
ritual simbólico que posibilitaría no solo la nutrición sino también el fortalecimiento
del vínculo emocional, de modo que este momento sea un escenario más para
potencializar el sistema familiar. Igualmente, resulta ser un momento idóneo para
que los niños aprendan a relacionarse con la autoridad e interioricen límites y
normas, considerando que los niños extrapolarán las pautas de relación aprendidas
en casa a otros escenarios de la vida.
Como complemento de la idea anterior, se puede afirmar que cuando los
escenarios de alimentación están libres de distractores externos, la diada tiende a
estar más enganchada entre sí y se facilita que la atención de los miembros esté
puesta en la dinámica. Esto favorece a su vez, que el cuidador logre estar más
presente y por tanto pueda leer las señales del niño con mayor fluidez y responder
de manera más asertiva.
En este sentido, es posible concluir que la interacción en los momentos de
alimentación es un sistema de interconexiones entre diversos factores, en los que
ninguno es causa del otro, sino que todos intervienen de manera particular para
lograr que el sistema se reorganice en un determinado estado en el tiempo,
alcanzando cierta estabilidad. Sin, embargo, esta estabilidad no dura por siempre,
teniendo en cuenta que lo único que permanece constante es la variabilidad, y es
esta, la que posibilita el cambio.
Aun cuando lo que permanece constante es la variabilidad, la presente
investigación permite dar cuenta de algunas recomendaciones que pueden
favorecer la dinámica de alimentación y así, el manejo de las dificultades
alimentarias. En este sentido, es importante que las intervenciones estén dirigidas a
los múltiples factores que intervienen en la dinámica de alimentación, y no
únicamente en el rol de los cuidadores, como generalmente la literatura resalta y los
pediatras sugieren.
101
De esta manera, se propone que cuidadores, pediatras, nutricionistas y otros
interesados en las dinámicas de alimentación con niños en primera infancia, tengan
en cuenta para las intervenciones tres factores principales, como lo son:
características del contexto, características de los alimentos y características de los
individuos. En cuanto a las características del contexto de alimentación, es
importante analizar si las disposiciones del espacio favorecen la dinámica y
específicamente aludir si hay o no presencia de pantallas. Esto, teniendo en cuenta
que los resultados del estudio señalan que la presencia de pantallas distrae tanto al
niño como al cuidador y entorpece el diálogo necesario para una dinámica fluida.
Igualmente, en las intervenciones se sugiere tener en cuenta, las características
de los alimentos que se le proporcionan al niño, es decir, si son o no saludables, si
son de la preferencia del niño, la cantidad y la forma en la que son servidos. En este
punto, es importante que los cuidadores conozcan que no se trata solo de lograr que
el niño ingiera, también es importante que el niño aprenda a alimentarse de manera
saludable, lo cual incluye dinámicas de alimentación sanas y alimentos nutritivos,
puesto que en la primera infancia se consolidan las bases de la alimentación futura.
Por otra parte, las intervenciones se nutrirían profundamente si se retoman
características de ambos miembros de la diada, como el temperamento, historia de
vida respecto a la alimentación, hábitos alimentarios y la disposición con la que se
llega al momento de la ingesta, teniendo en cuenta que estos factores individuales
se reflejan en la interacción construida en los momentos de alimentación y pueden
promover o por el contrario, perjudicar la dinámica de alimentación.
Asimismo, para el curso de las intervenciones, resultaría beneficioso analizar la
dinámica de alimentación, teniendo presente los dos tipos de alimentación que
surgieron en este estudio (asistida y autónoma), para así, considerar el rol que tanto
el niño como el cuidador están asumiendo dentro de la dinámica. Lo anterior con el
propósito de observar si el rol desempeñado por el cuidador está en sintonía con las
necesidades del niño, dado que en algunas ocasiones, dicho rol puede estar
promoviendo la dificultad alimentaria en lugar de favorecer su mejoría. Para lograr
una mayor sintonía, es importante que en la postura que asuman los cuidadores
102
haya coherencia entre sus acciones y sus palabras para que el mensaje que se le
trasmita al niño sea lo más claro posible.
Además, al aludir a ambos tipos de alimentación es importante analizar el paso
de la alimentación asistida a la autónoma, puesto que este no debe ser la
consecuencia del cansancio y el estrés que el rechazo del niño suscita en el
cuidador. Por tanto, es necesario trabajar el manejo de la frustración en el cuidador
para que logre perseverar aun cuando los resultados no sean los esperados, dado
que los esfuerzos consistentes en el tiempo logran inducir cambios en el sistema,
como este estudio muestra. De esta manera el paso de la alimentación asistida a la
autónoma sería un motivo para otorgar responsabilidad al niño y para formarlo en la
actividad de alimentarse.
Por otra parte, el trabajo de la frustración en los cuidadores, favorecería su
actitud, disposición, paciencia y empatía, frente al ritmo y proceso del infante, lo que
a su vez, podría incrementar la frecuencia de intento de reenganche para atraer la
atención del niño hacia los alimentos. Esto resulta supremamente importante,
teniendo en cuenta que una de las principales dificultades encontradas en el
presente estudio fue el desenganche mutuo y por tanto que el cuidador intente
mantener al niño enganchado en la dinámica de alimentación resulta ser beneficioso
para que la interacción fluya. Análogamente, trabajar en el manejo de la frustración,
permitiría que los cuidadores tuvieran mayor consistencia en la implementación de
estrategias y prácticas a través del tiempo, sin abandonar el intento tras los
rechazos de los niños. En esta lógica, resulta significativo que los cuidadores logren
salir de la zona de confort para arriesgarse a realizar pequeños cambios y así, lograr
una mayor movilización del sistema hacia estados más saludables.
Otro punto a tratar para contribuir a una dinámica sana de alimentación es el
estilo de alimentación asumido por los cuidadores. A este respecto, se recomienda
que los cuidadores asuman un estilo responsivo en el que tengan en cuenta las
necesidades y preferencias del niño, pero a su vez, se posicionen como una
autoridad clara que permita establecer límites contundentes y tener el control de la
alimentación y así, no permitir que sean los niños quienes direccionen la dinámica
de alimentación como fue evidenciado en este estudio. El asumir este estilo de
103
alimentación, implica incrementar la comunicación negativa y positiva por parte del
cuidador, es decir, mayor retroalimentación amorosa para el niño y a su vez,
claridad en límites y autoridad. En esta línea de pensamiento, es pertinente que el
cuidador no evite el desacuerdo con el niño, puesto que es en la diferencia en
donde el cuidador tiene la posibilidad de corregirlo y mostrarle diferentes alternativas
para actuar y el niño aprende a argumentar sus propios puntos de vista.
Adicionalmente, se resalta que la presencia del cuidador en los momentos de
alimentación es un recurso que favorece la dinámica misma, puesto que permite al
cuidador responder ante las diferentes demandas del niño y a la vez, su compañía
resulta ser una demostración de afecto y apoyo para el niño. Cabe resaltar que la
compañía no basta solo con el hecho de estar al lado del menor mientras se
alimenta, sino que implica mirar al niño, escucharlo, orientarlo, animarlo, reconocerlo
en sus logros y corregirlo cuando sea necesario. En este sentido, los momentos de
alimentación no solo serían escenarios donde se refleja el vínculo con el cuidador
sino también el momento para continuar en su construcción y favorecerlo.
Finalmente, es necesario que los cuidadores logren profundizar en el análisis de
la dificultad alimentaria que está presentando el niño, para ello, podría ser necesario
emprender un trabajo terapéutico que permita esclarecer qué es lo que está
haciendo síntoma a través de la dificultad, teniendo en cuenta que en ocasiones
puede tratarse de asuntos no conscientes que requerirían de un abordaje
psicológico. Para este análisis, sería fructífero formularse preguntas como ¿con
quién y en qué momentos, el niño come con mayor fluidez? ¿Qué logra el niño a
través de la dificultad? ¿Qué logra el cuidador a través de la dificultad del niño?
¿Desde cuándo empezó el niño a presentar la dificultad? ¿Qué ve el cuidador de sí
mismo en la dificultad del niño? ¿Cuál es la demanda del niño? ¿Qué se le dificulta
al cuidador para satisfacer dicha demanda?. Por medio de estas preguntas se
espera contextualizar la dificultad alimentaria para aludir a sus ganancias
secundarias y a los asuntos no conscientes que pueden estar haciendo síntoma en
la dificultad y así lograr tomar perspectiva, salir del síntoma, para fortalecer la
relación misma y aquellas aspectos personales que se reflejan en la dificultad para
lograr una mejoría en la dinámica y como consecuencia en la dificultad alimentaria.
104
Ahora bien, las limitaciones de este estudio fueron en torno a las variables que
hacen parte de la dinámica de alimentación y que no fueron indagadas como
insumo para ampliar la información sobre cada una de las diadas. Así, una de las
limitaciones fue que no se midió la cantidad de comida servida y la cantidad de
comida ingerida en la cena observada, al igual que no se midió la cantidad de
comida ingerida por el niño en el transcurso del día. Asimismo, otra de las
limitaciones fue la ausencia de un periodo fijo entre sesión y sesión, dado que se
dependía de la disponibilidad de cada diada para la observación. Además, la
selección de la muestra no fue de manera aleatoria y fue reducida en tamaño; no
obstante, se garantizó que los niños estuvieran diagnosticados por un pediatra
experto en el tema y el tamaño de la muestra fue compensado por la alta densidad
de los datos. Igualmente, el rango de edad de la muestra dificultó obtener análisis
más precisos, puesto que en dichas edades, hay marcadas diferencias en cuanto al
desarrollo. Finalmente, los pocos estudios que se encontraron desde un abordaje
sistémico sobre las dificultades alimentarias, dificultó la precisión del contraste entre
los estudios previos y la presente investigación.
Por otro lado, los alcances de la presente investigación fueron a nivel general,
haber logrado adaptar conceptos clásicos a un abordaje sistémico, por lo que se
abrió un nuevo nicho de investigación en el tema. En este sentido, se subrayó la
importancia de analizar procesos y no solo momentos puntuales, de no emplear
aproximaciones fragmentadas y de no buscar relaciones causales. Por lo tanto, este
estudio permitió corroborar que la causa de las dificultades alimentarias no está
solamente en los cuidadores o en los niños, como la mayoría de investigaciones
señalan, sino que es un entramado de factores que se interrelacionan entre sí. En
coherencia con lo anterior, otro alcance fue evidenciar que las estrategias de
alimentación no son generalizables, ni garantizan efectividad para todos los casos.
Este avance conceptual nutre la fundamentación teórica respecto a la interacción en
el caso de niños con dificultades alimentarias, del grupo de Desarrollo Cognitivo,
Aprendizaje y Enseñanza y del grupo de Salud y Calidad de Vida, ambos de la
Pontifica Universidad Javeriana.
105
En cuanto a los alcances metodológicos, se plantearon dos tipos de alimentación
que no se encontraron en la revisión literaria, como lo fue la alimentación autónoma
y asistida y se ampliaron las categorías de observación para los cuidadores y los
niños. Además, la implementación de la observación naturalista permitió un
acercamiento más próximo a la realidad de lo que las diadas hacían, teniendo en
cuenta que estudios anteriores, al emplear instrumentos como cuestionarios,
entrevistas o autorregistros, se limitaban a los reportes dados por los cuidadores,
por lo que se le daba también mayor protagonismos a ellos que a los niños.
Asimismo, el método implementado, específicamente, los programas de análisis de
los datos (GridWare y MediaCoder) fueron novedosos en el estudio de las
dificultades alimentarias y su uso posibilitó la coherencia entre el abordaje
conceptual de los sistemas dinámicos y los resultados obtenidos.
Igualmente, la validez interna del estudio, se sustenta en la amplia revisión
bibliográfica que se realizó, el aval de un experto en el tema de las dificultades
alimentarias (Doctor Humberto Ortiz) y su diagnóstico de la muestra seleccionada, la
asesoría de un experto en la metodología empleada, la coherencia entre el
planteamiento del problema, el método, los resultados y la discusión, la prueba
piloto y la conducción de la investigación según lo acordado. En cuanto a la validez
externa, se considera que los resultados de la presente investigación, son
extrapolables a las diadas de cuidadores y niños con dificultades alimentarias en
Colombia, sin reincidir en la necesidad de categorizar, sino como un insumo de
cómo puede abordarse el fenómeno desde una perspectiva sistémica.
Gracias a la perspectiva sistémica que sustentó esta investigación, es posible
ampliar la mirada de psicólogos y pediatras respecto a las dificultades alimentarias.
En coherencia, es necesario que las intervenciones que se realicen al respecto, no
culpabilicen a uno u otro miembro de la diada sino que mantengan una mirada
relacional. Además, en el abordaje de este fenómeno se requiere de un trabajo
interdisciplinario entre médicos, nutricionistas y psicólogos que permita relacionar
las condiciones biológicas de la dificultad, con las variables psicológicas que entran
en juego, para así dar un tratamiento más integral. Siendo así, para los pediatras ya
no será suficiente preguntar por la talla y peso del niño, sino que se entrará también
106
a cuestionar sobre las dinámicas de alimentación. Todo esto contribuirá a la
detección temprana de las dificultades y por tanto, a la consolidación de hábitos
saludables de alimentación. Más importante aún desde la psicología, se
profundizará en las pautas de relación familiares y en las variables intrapersonales,
para trabajar en aquellos factores que hacen síntoma en la dificultad alimentaria. En
este sentido, la presente investigación sensibiliza sobre las formas de relación con
los niños, visibiliza el papel protagónico de la familia en el desarrollo infantil y
demanda un sistema de salud holístico.
Finalmente, se recomienda para futuras investigaciones, ahondar en los procesos
internos e individuales de la interacción, como la motivación, las creencias, las
emociones, el pensamiento, entre otros; para de esta forma, dar una visión más
completa de la dinámica de alimentación. Igualmente, resultaría interesante analizar
la interacción en función del vínculo creado entre madre e hijo, puesto que la
relación resultó ser un factor clave en la alimentación. En este sentido, también
sería interesante estudiar la influencia de personas significativas como el padre o los
abuelos en la alimentación, teniendo en cuenta que los cuidadores mencionaban
constantemente que los niños se alimentaban de manera diferente según quien lo
alimentaba. Igualmente, para contextualizar la dinámica y caracterizar a mayor
profundidad los participantes, se recomienda profundizar en la historia de vida de los
miembros de las diadas, su relación, vínculo y el temperamento de cada uno, así
como también indagar sobre las prácticas de alimentación y las estrategias que han
utilizado para el abordaje de la dificultad alimentaria antes de iniciar el estudio.
Asimismo, teniendo en cuenta los resultados del presente estudio y las
características de la época actual resultaría significativo profundizar en el impacto
que tienen las pantallas en la interacción que se mantiene en los momentos de
alimentación y analizar si su presencia es una necesidad más del adulto que del
niño. Además, se recomienda estudiar las dinámicas relacionales en la crianza, no
solo en los momentos de alimentación sino también en diferentes contextos sociales
(restaurantes, eventos, lugares de interacción con adultos).
Adicionalmente, se recomienda realizar un estudio cualitativo para indagar a
mayor profundidad en la dinámica relacional entre cuidador y niño. Para ello, se
107
sugiere que los cuidadores se observen en los videos registrados, diligencien el
formato de remisión de las dificultades alimentarias (anexo 1) y respondan
preguntas como: ¿cómo te sientes cuando alimentas?, ¿qué crees que pasó contigo
en la sesión de alimentación?, ¿cómo te sientes frente a los ritmos del niño?, todo
esto con el propósito de escuchar la voz de los cuidadores frente a la dificultad
alimentaria y construir desde ellos y no solo desde la mirada del investigador.
Resulta necesario también, realizar intervenciones para formar a los cuidadores
en pautas de crianza y de alimentación. Para dichas intervenciones se recomienda
realizar un proceso de diagnóstico más amplio, retomando videos del caso particular
de cada niño, para que el tratamiento no solo se dirija según lo que los cuidadores
expresan hacer sino en lo que realmente hacen y también para que las
intervenciones se fundamenten en características particulares de cada caso y no en
categorías fijas en la literatura. Por último, se recomienda implementar un abordaje
interdisciplinario entre médicos, nutricionistas y psicólogos para el estudio de las
dificultades alimentarias, considerando las diferentes dimensiones que lo atraviesan.
108
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Appetite, (87), 160-167.
ANEXOS
Anexo 1. Formato de remisión de dificultades alimentarias según los criterios
de Kerzner
Niño con apetito limitado
Niño normal cuyo apetito limitado ha sido malinterpretado por los padres
Estatura normal pero pequeña.
Apetito limitado pero adecuado para su tamaño y necesidad de nutrientes.
Padres que consideran que el niño debe comer más.
Padres que emplean métodos coercitivos para la alimentación.
Padres ansiosos porque esperan que su hijo crezca más.
Niño vigoroso con poco interés en la alimentación
Poco apetito.
Se sacia fácilmente.
Se distrae con facilidad.
La negativa hacia la comida inició entre los seis meses y los tres años de edad.
La negativa hacia la comida inició en la transición de ser alimentado con cuchara a comer solo.
Niños activos.
Niño despierto.
Mayor interés en el ambiente que en la alimentación.
Padres ansiosos.
Padres que prefieren que el niño coma pequeñas porciones durante el día o mecato.
Padres que emplean prácticas coercitivas para la alimentación.
Niño depresivo con poco interés en la alimentación
Afecto aplanado.
No es discernible el balbuceo.
No es discernible la sonrisa.
No es discernible el contacto visual.
Pérdida de peso.
Posible malnutrición.
Interrupción en la comunicación entre madre e hijo.
Niño descuidado por sus cuidadores.
Niño con poco apetito por enfermedad biológica
Patología de base.
Dificultad alimentaria derivada de la patología.
Niño selectivo para la ingesta
Niño que se niega a comer ciertos alimentos con sabores, texturas, olores o apariencias específicas (comportamiento que supera la resistencia normal hacia alimentos desconocidos).
Extrema sensibilidad sensorial.
Niños cuyo llanto excesivo interrumpe la alimentación
El llanto excesivo interrumpe la alimentación.
La dificultad alimentaria inicia en las primeras semanas de vida.
El niño se encuentra sano (salud física).
El niño deja de ganar peso.
Niños con miedo excesivo a la alimentación
El niño se resiste a la alimentación con llanto, nauseas, arcadas, o se rehusa a abrir la boca.
Previas experiencias orales nocivas.
Dificultad alimentaria como desorden post-traumático de alimentación.
Anexo 2. Declaración de Consentimiento informado para el cuidador
Proyecto: INTERACCIÓN EN SITUACIONES DE ALIMENTACIÓN ENTRE
CUIDADORES Y NIÑOS CON DIFICULTADES ALIMENTARIAS EN PRIMERA
INFANCIA
Juliana Jiménez Sierra y Marcela Lozano Andrade, estudiantes de pregrado de
Psicología de la Pontificia Universidad Javeriana Cali, están realizando una
investigación para describir la interacción en situaciones de alimentación entre
cuidadores y niños en primera infancia con dificultades alimentarias. Esta
investigación hace parte del Grupo de Investigación Salud y Calidad de Vida y del
Grupo Desarrollo Cognitivo, Aprendizaje y Enseñanza de la Pontificia Universidad
Javeriana Cali.
De esta forma, lo estamos invitando a participar en la investigación. Su
participación será voluntaria e iniciará una vez conozca en qué consiste el estudio y
acepte formar parte de este, firmando el presente documento. Asimismo, usted tiene
derecho a retirarse en cualquier momento, sin que esto implique inconvenientes
para usted.
Su participación consiste en permitir la observación natural de la hora de la cena
del niño mientras es alimentado por su cuidador teniendo en cuenta las variables del
estudio: comportamientos de alimentación y comunicación. Serán seis sesiones en
la que se realizarán los registros mediante una video cámara en la que se grabará la
interacción de la díada. Asimismo, cabe mencionar que el registro iniciará desde el
momento en que el cuidador dispone al niño a comer y terminará cuando el cuidador
dé por terminada la actividad, sea porque el menor comió, no comió, retira el
alimento o pasó suficiente tiempo sin que el niño comiera a criterio del cuidador.
Puede tener la seguridad de que la información que usted suministre no será
relacionada en ningún momento con su nombre. Se mantendrá en secreto la
información que se proporcione durante la sesión. En ningún momento aparecerán
relacionados sus datos personales, y lo que surja de las observaciones. A toda la
información sólo podrán acceder las investigadoras del estudio y el pediatra a cargo
del proceso del niño, quien tendrá acceso a las grabaciones. En caso de publicación
de los resultados (ya sea en el documento o en revistas científicas u otras formas de
publicación y presentación), en ningún caso su nombre aparecerá.
Durante la participación, usted tiene derecho de realizar las preguntas que
considere necesarias o abstenerse de responder aquellas que no considere
pertinentes si en algún momento usted llegara a sentirse incómodo(a). Asimismo,
pueden conocer toda información nueva sobre la investigación si la hubiera.
La investigación no representa riesgos para la salud. Tampoco representará
beneficios económicos (es decir, no recibirá dinero por su participación) ni costo
alguno para usted, a excepción del tiempo que deberá destinar para la observación
con el niño. En caso de tener alguna pregunta sobre el estudio o querer información
adicional, puede contactar a las investigadoras Juliana Jiménez Sierra y Marcela
Lozano Andrade a los teléfonos celulares 3164909863 o 3104678021. Si usted
acepta participar de forma libre y voluntaria, escriba su nombre, cédula y firme a
continuación. Usted recibirá una copia del presente documento el cual consta de 2
páginas.
Nombre del cuidador: ____________________________C.C.: ___________
Firma: _____________________
Firma del testigo: _______________________
Nombre de quien toma el consentimiento:
Juliana Jiménez Sierra.CC: 1.107.079.636 Firma: _________________________
Marcela Lozano Andrade. CC: 1.143.842.917 Firma: _____________________
Director del Trabajo de Grado:
Profesor Jairo Andrés Montes. CC: 16.936.020 Firma: __________________
Firmado en Cali, el día _____ del mes de ___________________ de 201__.
Anexo 3. Declaración de Consentimiento informado para padres del menor
Proyecto: INTERACCIÓN EN SITUACIONES DE ALIMENTACIÓN ENTRE
CUIDADORES Y NIÑOS CON DIFICULTADES ALIMENTARIAS EN PRIMERA
INFANCIA
Juliana Jiménez Sierra y Marcela Lozano Andrade, estudiantes de pregrado de
Psicología de la Pontificia Universidad Javeriana Cali, están realizando una
investigación para describir la interacción en situaciones de alimentación entre
cuidadores y niños en primera infancia con dificultades alimentarias. Esta
investigación hace parte del Grupo de Investigación Salud y Calidad de Vida y del
Grupo Desarrollo Cognitivo, Aprendizaje y Enseñanza de la Pontificia Universidad
Javeriana Cali.
De esta forma, estamos invitando a su hijo/a a participar en la investigación.
Dado que comprende una edad entre los 12 meses y los tres años, son ustedes
como padres o acudientes del menor quienes le autorizan ser parte del estudio. Su
participación será voluntaria e iniciará una vez conozcan en qué consiste el estudio
y acepten que el niño forme parte de este, firmando el presente documento.
Asimismo, ustedes tienen derecho a retirarlo en cualquier momento, sin que esto
implique inconvenientes para ustedes.
La participación consiste en permitir la observación natural de la hora de la cena
del niño mientras es alimentado por su cuidador teniendo en cuenta las variables del
estudio: comportamientos de alimentación y comunicación. Serán seis sesiones en
la que se realizarán los registros mediante una video cámara en la que se grabará la
interacción de la díada. Asimismo, cabe mencionar que el registro iniciará desde el
momento en que el cuidador dispone al niño a comer y terminará cuando el cuidador
dé por terminada la actividad, sea porque el menor comió, no comió, retira el
alimento o pasó suficiente tiempo sin que el niño comiera a criterio del cuidador.
Puede tener la seguridad de que la información que usted suministre no será
relacionada en ningún momento con el nombre del menor. Se mantendrá en secreto
la información que se proporcione durante la sesión. En ningún momento
aparecerán relacionados sus datos personales, y lo que surja de las observaciones.
A toda la información sólo podrán acceder las investigadoras del estudio y el
pediatra a cargo del proceso del niño, quien tendrá acceso a las grabaciones. En
caso de publicación de los resultados (ya sea en el documento o en revistas
científicas u otras formas de publicación y presentación), en ningún caso su nombre
aparecerá.
Durante la participación, ustedes como padres tienen derecho a realizar las
preguntas que consideren necesarias o abstenerse de responder aquellas que no
consideren pertinentes si en algún momento ustedes llegaran a sentirse
incómodo(a)s. Asimismo, pueden conocer toda información nueva sobre la
investigación si la hubiera. La investigación no representa riesgos para la salud.
Tampoco representará beneficios económicos (es decir, no recibirá dinero por la
participación de su hijo/a) ni costo alguno para usted, a excepción del tiempo que
deberá destinar para la observación del niño. En caso de tener alguna pregunta
sobre el estudio o querer información adicional, puede contactar a las investigadoras
Juliana Jiménez Sierra y Marcela Lozano Andrade a los teléfonos celulares
3164909863 o 3104678021. Si ustedes aceptan que su hijo/a participe de forma
libre y voluntaria, escriban su nombre, cédula y firme a continuación. Usted recibirá
una copia del presente documento el cual consta de 2 páginas.
Yo ________________________ con C.C ___________________ y yo
_______________________ con C.C ____________________ autorizamos que
nuestro hijo/a ________________________ con R.C _____________________
participe en dicha investigación y sea grabado en la hora de la cena.
Firma del padre: _________________________
Firma de la madre: _______________________
Firma del testigo: _______________________
Nombre de quien toma el consentimiento:
Juliana Jiménez Sierra.CC: 1.107.079.636 Firma: _________________________
Marcela Lozano Andrade. CC: 1. 1.143.842.917 Firma: ___________________
Director del Trabajo de Grado:
Profesor Jairo Andrés Montes. CC: 16.936.020 Firma: __________________
Firmado en Cali, el día _____ del mes de ___________________ de 201__.