Revista Digital Cooperador Paulino - 173

Cooperador paulinoComunicación y pastoral

Nº 173 enero-abril 2016 - 2,75€

La mujer en las cartas de san Pablo

Límites de la pastoral digital

Zona de silencio

Pacto para el éxito

Redes de madresque salvan vidas

Sínodo 2015: un «Sí» a la familia

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NOVEDADES

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José Vicente Rodríguez

LOS PAPIROS DE LA MADRE TERESA DE JESÚS

Una exhaustiva antología de textos de santa Teresa, que ayuda a conocer mejor a esta polifacética mujer: consejera, maestra de oración, refranera, viajera, negociadora persuasiva, monja comprometida, cocinera, amiga de los santos, devota de los sacramentos, humorista, escritora…

Enrique González Fernández

CONOCER A DIOSUN PADRE MISERICORDIOSO

Estas meditaciones son una invitación, en el Año de la misericordia, a recuperar la imagen de Dios misericordioso, Padre lleno de amor y ternura. El libro ayuda a reconocer al Padre en el rostro de Jesús, en su Palabra y en la criatura humana, y a responder a su amor con gratitud de hijos.

R. Acosta – R. Bejarano – A. Crespo

UN MATRIMONIO DE CINEENCUENTROS PARA REFLEXIONAR SOBRE LA VERDAD DEL AMOR

Un completo curso de formación matrimonial, elaborado a partir del lenguaje cinematográfi co actual, que ofrece pautas para la refl exión y el diálogo sobre temas existenciales del noviazgo, el matrimonio y la familia en la perspectiva de las recientes aportaciones del Sínodo de la familia.

Antonio Gil Moreno

VIVIR Y CONTEMPLAR EL ADVIENTO Y LA NAVIDAD

Meditaciones, comentarios a la Palabra de Dios, refl exiones y oraciones que ayudan a interiorizar mejor el misterio de la Navidad y a vivirla día a día desde una perspectiva cristiana, teniendo presente la Gran Noticia del nacimiento de Jesús en medio de nosotros.

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Editorial

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«VENCE LA INDIFERENCIA y conquista la paz». Es el lema de la 49 Jornada Mundial de la Paz (1 de enero de 2016). Un tema comprometido, que nos interpela a todos. Nos compromete a todos como personas individuales, familias, operarios de los mass media, grupos sociales y políticos. No se trata de una simple invitación, sino de imperativo expresado con la dulzura, la fuerza y la intensidad de la que el papa Francisco es maestro y testigo. Y que no puede ni debe dejar indiferente a nadie.

¿Quién no desea vivir en un oasis de paz? Todos deseamos, todos anhelamos el bien, la paz. Y con razón, porque la paz es un don inestimable e incomparable, semejante a la perla preciosa del Evangelio, que merece la pena buscar, incluso a costa de sacrificios, de renuncias y de la superación de cualquier obstáculo que se interponga.

Son múltiples las trabas que se interponen al tan deseado bien de la paz. El papa Francisco se refiere, en particular, a una de estas dificultades, la indiferencia, definiéndola como una de las mayores causas de la falta de paz en el mundo. Ríos de palabras se han pronunciado y escrito sobre el tema. La indiferencia se ha definido como «la linfa secreta del mal»; lo contrario al amor porque «reduce al otro a la nada…, envenena la tierra, roba la vida a los otros, mata y deja morir» (P. Ermes Ronchi).

Y dado que esta plaga se extiende como mancha de aceite que impregna toda la sociedad, naciones y continentes, urge combatirla, como hace nuestro jefe y pastor, el papa Francisco, con una lucha sin cuartel. Es necesario, afirma él, vencer tanto la indiferencia individual y colectiva como la globalizada, formando al sentido de la responsabilidad sobre las graves cuestiones que afligen a la humanidad: el fundamentalismo con sus masacres, las persecu-ciones por razón de la fe y de la raza, la violación de los derechos y de la libertad de los pueblos, la explotación y la esclavización de las personas –en particular de mujeres y niños–, la corrupción y el crimen organizado, el drama de los refugiados.

La indiferencia es uno de los males que más directamente se oponen a la paz. Escribe Elie Wiesel, el escritor rumano que ha sobrevivido al holocausto y Premio Novel de la Paz 1986: «Son muchas las atrocidades en el mundo y muchísimos los peligros, pero de una cosa estoy seguro: de que el peor mal es la indiferencia». Opera poderosamente en la historia; tiene gran fuerza destructiva; radica en la persona y se refleja en toda la sociedad. Ignora lo que es la condivisión, la fraternidad, el altruismo, el hacerse cargo de los sufrimientos y de las plagas de nuestro tiempo, de la necesidad de emigrar del propio país por razón de la pobreza, de la violencia, de los atropellos, de la injusticia social, de la persecución política y/o religiosa...CP

¡CONQUISTA LA PAZ!


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Sumario

Presidente: Juan Antonio Carrera · Director: Antonio Maroño

Redactor-Jefe: Miguel Carmen H.

Consejo de redacción: Miguel Carmen, Isabel García, Concepción López, Ricardo Ares.

Diseño: Miguel Carmen H.

Maquetación: Miguel Carmen H.

Asesoría informática: Tomás Pastor, Arturo

Guzmán.

Imprime: Rivadeneyra.

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Bl.1872-1960

Edita: SOCIEDAD DE SAN PABLO.

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07002 PALMA DE MALLORCA. Sant Miguel, 66

28 Redes de madres que salvan vidasFelicidad Izaguirre

31 Todos unidos en la lucha contra el cáncerMiguel Cancio

34 Páginas evangélicas. Zona de silencioPedro Moreno

36 Algunos límites de la pastoral digitalJuan Carlos Pinto, ssp

38 Semana de oración por la unidad de los cristianosAnna Pappalardo, hsp

40 Editorial San Pablo: nueva colección de autoayuda prácticaJuan Antonio Carrera, ssp

41 Reseñas

3 Editorial6 Sínodo 2015: un «Sí» a la familiaMons. Raúl Berzosa

11 La mujer en las cartas de san PabloAngelo Colacrai, ssp

14 Entrevista: Luis Ángel de las HerasVictoria Luque

18 El Jubileo de la Misericordia, la viga maestra que sostiene a la Familia PaulinaJosé Antonio Pérez, ssp

48-55 Liturgia y Pastoral: La belleza en los HimnosAntonio Alcalde Fernández

24 Pacto para el éxito Teófi lo Pérez, ssp

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AL FINALIZAR LAS tres semanas sinodales, el cardenal Schönborn, arzobispo de Viena, destacó que todos los

participantes se expresaron «con calma y suficientemente», y que «el Papa Francisco haya querido un camino sinodal, en varias etapas», partiendo con la gran consulta al pueblo de Dios y el anterior Sínodo del año pasado, la reunión con los cardenales, el consistorio, este segundo Sínodo, y todos los libros que se han ido publicando sobre matrimonio y familia.

Se preguntó, «¿cuál es el mensaje central de este Sínodo?» -El Cardenal respondió, por un lado, el que «la Iglesia de todo el mundo, con 1.200 millones de católicos, haya deba-tido durante dos años el tema del matrimonio y de la familia, con todos sus aspectos positivos y difíciles», y, por otro lado, insistió en que «el núcleo del mensaje es un gran sí a la fami-

lia», el subrayar que «la familia no es un modelo pasado, sino la realidad más fundamental de la sociedad humana». No existe nada más seguro en tiempos difíciles que la familia, aunque esté herida o con problemas. La familia es la red más segura de supervivencia, como

El cardenal Schönborn, el 24 de octubre, resumió los trabajos de las tres semanas sinodales con esta frase lapidaria:

«El núcleo del mensaje es un gran sí a la familia».

El primer deber de la Iglesia no es dis-tribuir condenas o anatemas, sino pro-clamar la misericor-dia de Dios, llamar a la conversión.

SÍNODO 2015: UN «SÍ» A LA FAMILIA

Mons. Raúl Berzosa*

Ni la tesis de los prin-cipios innegociables ni la antítesis de «hay que cambiarlo todo», sino la síntesis entre ambas sensibilidades.



lo vemos ahora con los miles de refugiados que entran en contacto inmediatamente con sus familiares.

Sobre el tema más deba-tido en los mass media, «el de poder impartir la Eucaristía a los bautizados divorciados y vueltos a casar civilmente», indicó que la palabra clave es «discernimiento». «Porque no hay blanco o negro, un simple sí o no, sino que es nece-sario discernir», como indicó Juan Pablo II en la Familiaris Consortio, n. 84. El Cardenal recordó la doctrina Santo Tomás de Aquino sobre el «fuero interno»: que cada persona decida en función de su conciencia bien formada y que el pastor, sacerdote u obispo, tras escuchar a cada persona, tome las opor-tunas decisiones, sin miedo a la misericordia.Estas palabras fueron recogidas por los periodistas, con dos titulares principales: «Se examinará caso por caso la comunión de los divorciados vueltos a casar (como se venía haciendo hasta ahora)»… «Al final, ha sido un Sínodo “sin vencedores ni vencidos”, con un documento final conciliador, basado en el acompañamiento y en el discernimiento».Ni la tesis de los principios innegociables ni la antítesis de «hay que cambiarlo todo», sino la síntesis entre ambas sensibilidades. La doctrina se puede y se debe aggiornar (poner al día), para que la Iglesia pueda seguir siendo casa de la misericordia y hospital de campaña, «porque no necesitan médico los sanos, sino los enfermos» (Lc. 5,31). Todo ello, paso a paso y gradualmente. Los padres sinodales han entregado a Francisco un documento integrador, un documento de consenso y no de rupturas.

Toma la Palabra el Papa Francisco

Al final del Sínodo, habló el papa Francisco. Era el día 24 de octubre. Comenzó dando las gracias a todos e hizo una confesión: «Mien-tras seguía los trabajos del Sínodo, me he preguntado: ¿Qué significará para la Iglesia concluir este Sínodo dedicado a la familia?». Con la sinceridad que le caracteriza, él mismo respondió con estas diez claves, que muestran su estilo propio y personal:1.- Ciertamente no significa haber concluido

con todos los temas inherentes a la fami-lia, sino que se ha tratado de iluminarlos, sin repetir lo que es doctrina segura.

2.- No significa que se hayan encontrado soluciones exhaustivas a todas las dificul-tades y dudas que desafían y amenazan a la familia, pero sí se han afrontado sin miedo y sin esconder la cabeza bajo tierra.

3.- Se ha vuelto a subrayar la importancia de la familia y del matrimonio como la base fundamental de la sociedad.

4.- Se han escuchado las voces de las familias y de los pastores.

5.- Se ha dado prueba de «la vivacidad de la Iglesia católica», que no tiene miedo de sacudir las conciencias anestesiadas ni a ensuciarse las manos discutiendo «anima-damente y con franqueza» sobre la familia.

6.- Se ha mirado la realidad de hoy con los ojos de Dios.

«En el tema de “poder impartir la Eucaris-tía a los bautizados divorciados y vueltos a casar civilmente”, –el cardenal Schönborn– indicó que la palabra clave es discernimiento. “Porque no hay blanco o negro, un simple sí o no, sino que es necesario discernir”».



7.- Se ha dado testimonio de que el Evange-lio sigue siendo una fuente viva de eterna novedad, y no «piedras muertas» para ser lanzadas contra otros.

8.- Se han puesto al descubierto a los cora-zones cerrados, que juzgan, a veces, con superioridad y con superficialidad.

9.- Se ha subrayado que la Iglesia es Iglesia de los pobres de espíritu y de los pecado-res en busca de perdón, y no sólo de los justos y de los santos; o mejor dicho, de los justos y de los santos cuando se sien-ten pobres y pecadores.

10.- Se han intentado abrir los horizontes para superar toda hermenéutica «conspi-radora o cerrada», y así difundir la liber-tad de los hijos de Dios, para transmitir la belleza de la novedad cristiana, a veces cubierta por la herrumbre de un lenguaje arcaico o simplemente incomprensible.Recordó el Papa, también que, además de

las cuestiones dogmáticas claramente defini-das, se ha hecho patente que lo que parece normal para un obispo de un continente, puede resultar extraño, o casi un escándalo, para el obispo de otro continente; lo que se considera violación de un derecho en una sociedad, puede ser un precepto obvio e intangible en otra; lo que para algunos es libertad de conciencia, para otros puede pare-cer simplemente confusión. Es necesaria «la

inculturación», que no debilita los valores ver-daderos, sino que muestra su verdadera fuerza y su autenticidad y trasforma pacíficamente y gradualmente las diversas culturas.El verdadero desafío es el de anunciar el Evan-gelio al hombre y mujer de hoy, defendiendo a la familia de todos los ataques ideológicos e individualistas, sin caer en el peligro del rela-tivismo o de demonizar a los otros; la bondad y la misericordia de Dios sobrepasan nuestros cálculos humanos y quiere que «todos los hombres se salven» (1 Tm 2,4).Con la misma fuerza, el Papa se atrevió a subrayar que «la experiencia del Sínodo tam-bién nos ha hecho comprender mejor que los verdaderos defensores de la doctrina no son los que defienden la letra sino el espíritu; no las ideas, sino el hombre; no las fórmulas sino la gratuidad del amor de Dios y de su perdón». Esto significa superar las tentacio-nes del «hermano mayor» (cf. Lc 15,25-32) o de «los obreros celosos» (cf. Mt 20,1-16). Significa valorar que las leyes y los manda-mientos han sido creados para el hombre y no al contrario (cf. Mc 2,27). El primer deber de la Iglesia no es distribuir condenas o anatemas sino proclamar la misericordia de Dios, llamar a la conversión y conducir a todos los hombres a la salvación del Señor (cf. Jn 12,44-50), como nos han venido repi-tiendo los últimos Papas: Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Gracias al Espíritu Santo, que es el verdadero pro-tagonista y artífice del Sínodo, la palabra «familia» ya no suena lo mismo que antes. En realidad, finalizar el Sínodo significa volver a «caminar juntos» para llevar a todas las partes del mundo el abrazo de la Iglesia y el amparo de la misericordia de Dios.

Cardenal Schönborn, arzobispo de Viena, quien participó activamente en el Sínodo y resumió los trabajos de las tres semanas sinodales.



94 Propuestas Sinodales

No sabemos si el Papa Francisco redactará una Exhortación Sinodal con las 94 propues-tas. Sí afirmamos que son amplias y ricas. Están divididas en tres capítulos, con cuatro apartados cada uno, siguiendo la metodolo-gía del “ver-juzgar-actuar”. Más que dete-nernos en algunas, ofrecemos una visión de conjunto.

La primera parte, «el Ver», se titula La Iglesia que escucha a la familia (p. 4-34). En un primer capítulo presenta a la familia en el nuevo contexto antropológico y cultural, con las luces y sombras, con sus fortalezas y fragilidades. Un segundo capítulo sitúa a la familia en el contexto socio-económico de pobreza, exclusión y responsabilidad eco-lógica. En un tercer capítulo se subraya que la familia debe estar siempre “incluída y no excluída” de la sociedad, particularmente atendiendo a los mayores, migrantes y refu-giados, niños y mujeres. Finalmente, en un

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ormar a las nuevas generaciones para que vivan seriamente el amor.

ndar hacia los demás, porque una Iglesia cerrada en sí misma es una Iglesia muerta.

El Papa Francisco nos regaló un «acróstico» con la palabra familia en italiano (f-a-m-i-g-l-i-a). Lo resumimos:

anifestar y difundir la misericordia de Dios a las familias y a las personas más necesitadas.

luminar las conciencias que pretenden incluso ocupar el lugar de Dios creador.

anar y reconstruir con humildad la confi anza en la Iglesia, seriamente disminuida a causa de las conductas y los pecados de sus propios hijos.

mar incondicionalmente a todas las familias y, en particular, a las que pasan difi cultades.

aborar para apoyar y animar a las familias sanas y fi eles.

dear una pastoral familiar renovada que se base en el Evangelio y respete las diferencias culturales.

cuarto capítulo se habla de cuidar la vida y la sana afectividad en la familia.

La segunda parte, «el Juzgar», lleva por título La familia en el plan de Dios (pp. 35-55). En un primer capítulo se contempla la fami-lia dentro de la historia de la salvación: desde la Trinidad hasta Jesucristo. En un segundo capítulo se narra lo que el Magisterio de la Iglesia, en especial los últimos Papas, han escrito sobre la Familia. El tercer capítulo recuerda la doctrina católica sobre la familia: es sacramento indisoluble, con las notas de unidad (hombre-mujer), fecunda y bella. El cuarto capítulo señala dónde está la plenitud eclesial de la vida familiar: entre la gracia de Dios, la conversión y la misericordia.

La tercera y última parte, «el Actuar», nos habla de La misión de la familia (pp. 56-93). El primer capítulo aboga por la preparación para formar familia y el acompañamiento de los primeros años de familia. Apela a la responsabilidad de los presbíteros y otros agentes de pastoral. El segundo capítulo



*Raúl Berzosa es Obispo de Ciudad Rodrigo

recuerda a la familia «como generadora de vida y responsable de la educación» de los hijos. El tercer capítulo nos habla del «acom-pañamiento pastoral» de las familias, en sus diversas y complejas situaciones. Siempre, con dos claves: discernimiento e integración. El cuarto capítulo urge a que la familia sea sujeto evangelizador y misionero, desde su propia espiritualidad, en diálogo con la cultura, y defendiendo sus derechos ante las instituciones.

Oración fi nal por la familia

En el n. 94 de las Propuestas, el Papa nos ha regalado una oración dirigida a la Familia de Nazaret. En ella se pide, que la familia de hoy redescubra el esplendor del amor verda-dero, el que sea Iglesia doméstica, lugar de curación y sanación y signo de la belleza del plan de Dios. Todo un reto y una esperanza que hacemos nuestros.CP

«Finalizar el Sínodo signifi ca volver a «caminar juntos» para llevar a todas las partes del mundo el abrazo de la Iglesia y el amparo de la misericordia de Dios».

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Mujeres bíblicas

REFLEXIONANDO SOBRE la muerte de las personas, que reinó indestructible «desde Adán hasta Moisés», a propósito del primer hombre, de Adán, Pablo sostiene que éste es

«figura de aquel que tenía que venir». ¿Sólo figura? Pablo habla de Adán y Eva en clave alegórica o tipológica. Si Adán es el «primero», el «segundo», pero que es mucho más que hombre por ser Hijo de Dios, es el Cristo, el Mesías, aunque también él hijo de la primera pareja humana. Pero si los hijos de Eva, «en Adán» mueren todos, «en Cristo» –nacido de mujer, de María– «todos recibirán la vida».

Pablo afirma que Adán ha sido «formado antes que Eva» (1Tm 2,13) y que «llega a ser persona viviente» por el soplo del creador en su nariz, en una respiración boca a boca. Pero ahora será «el último Adán» el «espíritu dador de vida». También Eva significa vida, o procreadora, o madre, encabezando a todos los antepasados de Cristo. Mas por haberse dejado seducir por la «serpiente», que «con su malicia» la «sedujo», se convierte en la causa primera de la muerte de toda persona y del mismo Cristo. ¡Pero junto al marido!

Angelo Colacrai, SSP

Son muchas las mujeres, y también los matrimonios, que colaboran activamente en la misión evangelizadora de Pablo. Para Pablo, la mujer es fundamentalmente gyn: la que engendra, la que da la vida, la que es madre.

La mujer en las cartas de San Pablo

LA MISIÓN NO SERÍA CREÍBLE SIN LAS MUJERES



Agar y Sara

Para Pablo, después del de Adán y Eva, hay otro matrimonio importante: el de Abraham y Sara, la «princesa», ya entrada en años y, sobre todo, estéril. Pero a su lado está la joven Agar («fuga»), una esclava egipcia que le ofrece el remedio. De Agar, en efecto, Abraham engendra un hijo que, según la interpretación de Pablo, lo es sólo «según la carne» y no en virtud de la promesa. Lo tendrá que alejar de la casa, por celos de Sara, juntamente con Agar. Ismael («Dios escuchará») no entrará a formar parte de la genealogía de Cristo.

Por difícil de entender que sea, «estas cosas» han ocurrido por alegoría. Agar y Sara representan las «dos alianzas», lo viejo y lo nuevo. Sin embargo, para Pablo, el paso ahora va de Abraham-Sara, Isaac-Rebeca y de Moisés (la Ley) directamente a los padres de Jesús, nacido de mujer, pero fundador de una nueva comunidad, la «Jerusalén de arriba», la Iglesia no sólo sinagoga, y que es la «madre de todos nosotros». De la vieja y celosa Sara, Pablo también habla indirec-tamente en Rm 4,19, para recordar que la promesa que se cumple en Jesús esta rela-cionada con Abraham por el hecho de que él «no vaciló en la fe, aunque ya veía como muerto su propio cuerpo –¡tenía cerca de cien años!– y muerto el útero de Sara».

Compañeras y colaboradoras

Para Pablo la mujer es fundamentalmente gyn, no la «señora» o «patrona» de casa, domina, sino «la que engendra», una mujer

fecunda, que da de vida, la madre. Cada mujer le evoca a Pablo el Génesis. Escri-biendo a las diversas comunidades, utiliza el vocablo gyn al menos 64 veces en 61 versícu-los de las 13 cartas. Se refiere a condiciones o contingencias diversas: de mujer, de virgen (1Cor 7,25-38), de viuda (1Tm 5,3-16), de «hermana» (Rm 16,1-15; 1Cor 7,15; 1Tm 5,2; Fm 1,2), de «hija» (cf. 2Cor 6,18). De otras mujeres en relación con la vida pública de Pablo escribe sobre todo Lucas, com-pañero de viaje, en Hechos. Lidia entra en escena en Hechos 16,14.

El sábado siguiente a la llegada de los misioneros a Filipos, en Macedonia, por lo tanto ya en Europa, anota Lucas en su diario, «junto al río, donde pensábamos que se reunían para orar». Después de haberse acomodado lo mejor posible, dirigen la pala-bra a las mujeres allí reunidas. En el grupo también estaba Lidia («en dolores de parto», «en fatiga»), «comerciante de púrpura, de la ciudad de Tiatira, una creyente en Dios». El Señor le abrió el oído y el corazón para adherir a la palabra de Pablo. Cuando, más tarde, Pablo y Silas salieron con muchas excusas de la cárcel de Filipos, se dirigie-ron directamente a la casa de Lidia, donde encontraron a los «hermanos», a los que exhortaron a no tener miedo de nada ni de nadie.

Se marcharon de nuevo. Pero la casa de Lidia quedó a disposición del núcleo de la primera Iglesia en Europa: una comunidad verdaderamente muy querida a Pablo. La segunda aparece en Hechos 17,34, y se llama Dámaris «ternera». Pablo está en Atenas, donde ha pronunciado un precioso



discurso, entre lo filosófico y lo histórico, como convenía en ambientes frecuentados por epicúreos y estoicos. Un fracaso. Pero hay alguien que le presta atención: Dionisio, por ejemplo, un miembro del areópago, y una mujer de llamada Dámaris; y segu-ramente algunos más, pero menos destacados. Por el hecho de ser mencionada, Dámaris tuvo que ser una mujer acogedora, no sólo del evangelio, sino también de Pablo y su equipo.

También en Hec hos (18,2.18.26) aparece una pareja acomodada, una santa familia, Prisca o Priscila («de antes, antigua») y Áquila. Nombres latinos aunque ellos eran judíos de Roma. En Corinto, Pablo encuentra a «un judío llamado Áquila, natural del Ponto, llegado

poco antes de Italia», «con la mujer Priscila».

Habían tenido que dejar la capital imperial después del decreto de Claudio que ale-jaba de Roma a los inmigran-tes judíos. Mientras estuvo en Corinto, Pablo trabajaba con ellos, pues los tres eran del mismo oficio. Regre-sando a la base misionera de Antioquía de Siria, Pablo se embarcó, «en compañía de Priscila y Áquila». La pareja lo acompañaba y le ayudaba. En efecto, Priscila y Áquila, que habían quedado en Éfeso, escuchan, acogen en casa y exponen, «con mayor cuidado el camino de Dios», o sea, el evangelio de Pablo, a un cierto joven y brillante Apolo, un pre-dicador llegado hacía poco de Alejandría de Egipto y aún no estaba bautizado. En

2Tm 4,19, escrita en Roma, Pablo saluda a los dos esposos que probablemente habían regresado a Éfeso. Pero en los saludos de Rm 16,3, «Priscila y Aquila, mis colaboradores en Jesús», se encuentran de nuevo en Roma. Misione-ros con y como Pablo, pero siendo esposos.

Padre y madre

No se sabe con certeza si el mismo Pablo habrá estado casado. No era demasiado devoto de familias cerradas en sí mismas. Pero en la misión se ha comportado tanto de «padre» (1Cor 4,15), como de «madre» (1Ts 2,7). Pero, eso sí, haciendo valer siempre «nuestra autoridad de apósto-les de Cristo». La misión, lo mismo que la Iglesia, no sería creíble sin las mujeres.CP

Para Pablo la mujer es funda-mentalmente gyn, no la «señora» o “patrona” de casa, (domina), sino «la que engendra», una mujer fecunda, que da de vida, la madre. Cada mujer le evoca a Pablo el Génesis.



A PUNTO YA DE terminar el Año dedicado a la Vida Consagrada, Luis Ángel De las Heras, claretiano y presidente de la CONFER, reflexiona sobre lo que ha supuesto este acon-

tecimiento para los consagrados y, por ende, para toda la Iglesia.

La vida consagrada es un don para toda la Iglesia. Me encantaría que nos hablase de la llamada de Dios sobre cada consagrado.

Se suele decir que cuando una persona se enamora de otra no hay una explicación clara sino que sencillamente eso se ve, uno lo sabe, lo descubre. Y la relación entre Dios y el consagrado es una relación de enamoramiento. ¿Cómo sabe uno que Dios le llama? Pues –piensas– en este momento lo sé, me doy cuenta, me siento cautivado. Dios sigue enamo-rando en estos tiempos y cautiva. Las personas consagradas se sienten enamoradas de Dios y dispuestas a que Él llene toda su vida y la oriente para entregarla. Con el consagrado Dios cuenta enteramente, de corazón, de tiempo, de alma y de espíritu. El modo de vivir del consagrado, además, es un modo de vivir cercano a la vida de Jesús, y para ello hay que tener mucha libertad de espíritu y estar muy seguro de que es Dios quien te está cautivando.

Quisiera una valoración del Año de la Vida Consagrada.

Primero quiero decir que ha sido una fortuna que el Papa haya convocado este Año de la Vida Consagrada, por sugerencia de la Congregación de Institutos de Vida Consagrada y

Victoria Luque

«Se ha logrado impulsar la vida consagrada, no ponerla en un pedestal, porque no tiene que estar ahí, pero sí ayudarla a ser lo que tiene que ser».

Entrevista

«Nos hemos sentido arropados por toda la iglesia».

«Es el Espíritu el que dice cuando una forma de vida tiene que transformarse, terminar, o con-tinuar de otro modo, no las personas».

Luis Ángel de las HerasPresidente de la Conferencia Española

de Religiosos (CONFER)



Sociedades de Vida Apostólica –cardenal Joao Braz de Aviz y monseñor José Rodrí-guez Carballo–. Es algo que hay que agrade-cer a Dios. Este año se han conseguido varias cosas importantes, la primera es que la vida consagrada ha sido respaldada por toda la Iglesia, arropada, acompañada. En algunos lugares la vida consagrada no estaba siendo bien considerada, o muy atacada o criticada, como si hubiera perdido el norte... y en este año hemos visto que la Iglesia ha puesto a la vida consagrada en su valor, y ello desde la perspectiva de que este Año no es sólo para los consagrados, sino para toda la Iglesia, porque la Iglesia se enriquece cuando cual-quiera de sus miembros se enriquece.

Y en segundo lugar, la propia vida con-sagrada ha despertado de una situación de noqueo, porque estaba ciertamente mal considerada en algunos aspectos, y se sentía decepcionada, desesperanzada en cierto modo, mirándose mucho así misma en sus problemas: somos mayores, tenemos pocas vocaciones, diferencias entre nosotros, en la Iglesia hay gente que no nos aprecia... Este

Año ha servido, entre otras cosas, para que las perso-nas consagradas hayan des-pertado y digan: vamos a dejar de mirarnos a nosotros mismos, vamos a ver qué podemos hacer. Además, los consagrados y consa-gradas son capaces de hacer cosas a cualquier edad de su vida... tener muchos años no implica que ya no se pueda dar fruto; sobre todo los

consagrados mayores pueden dar testimonio de su ser. Hay una cosa preciosa que durante este año también se ha podido percibir, y es que las personas consagradas mayores han dado testimonio de que esta vida entregada puede hacerle a uno feliz, porque llegando al final de sus días, con la satisfacción de lo vivido, dan testimonio de que esta vida merece la pena. En resumen, se ha logrado impulsar la vida consagrada, no ponerla en un pedestal, porque no tiene que estar ahí, pero sí ayudarla a ser lo que tiene que ser.

He leído la Carta Apostólica del Papa Francisco a los consagrados, y es muy esperanzadora. Fran-cisco, recogiendo las palabras de Benedicto XVI, dice, por ejemplo: «No os unáis a los profetas de desventuras que proclaman el fi nal o el sentido de la vida consagrada, más bien revestíos de Jesucristo (...), reemprendamos siempre nuestro camino con confi anza en el Señor».

Efectivamente, Benedicto XVI lo denunció; los profetas de desventuras son los que dicen



«la vida consagrada ha llegado al final, tiene que terminar, y ahora vendrán otras formas de seguir a Jesús», pero Benedicto XVI y el Papa Francisco nos han dicho que no nos dejemos llevar por esta idea. Es verdad que algunos religiosos pensaron, con la mejor de las volun-tades, que a lo mejor había que terminar. Pero eso se llama eutanasia, activa o pasiva. Y esto lo he sostenido en varios foros: si la Iglesia lucha contra la eutanasia, está clarísimo que no debe permitir la eutanasia dentro de una de sus formas de vida. Eso estaba ocurriendo. Y me parece injusto.

Las personas no somos quienes para decir cuando una iniciativa del Espíritu tiene que continuar o debe terminar; nosotros somos gente de Iglesia y gente de fe, y tenemos que saber que es el Espíritu el que dice cuando una forma de vida tiene que transfor-marse, terminar, o continuar

de otro modo. Pero hemos sido nosotros los que hemos estado diciendo estas cosas, no desde una perspectiva de fe, sino desde valoraciones muy humanas, respetables, pero erróneas. Y yo agradezco que Benedicto XVI hiciera este llamamiento y que el papa Fran-cisco lo haya recogido. Ya el papa Juan Pablo II –lo cita también Francisco– en su carta Vita Consecrata n.110 decía, en el año 96: «voso-tros, religiosos, tenéis una gran historia que contar, pero también una gran historia que construir». Es decir, mirad al futuro, que es del Espíritu.

Francisco habla de que uno de los pecados de la vida comunitaria es la incapacidad de perdón, entre los hermanos y hermanas, y señala: «el chis-morreo lanza una bomba sobre la fama del otro y destruye al otro que no puede defenderse». ¿Son conscientes de esta lacra?

Totalmente. Es una de las clarividencias con que el Papa nos ha hablado a todos, porque eso lo ha dicho a todos los cristianos; el Papa denuncia el chismorreo, la falta de perdón... denuncia una vida que no es coherente ni con el evangelio ni por supuesto con la vida fraterna en comunidad. Y él invita a superar estas dificultades, esas debilidades humanas que van contra nuestra propia vida. Él tam-bién ha dicho algo que a mí me ha hecho pensar mucho, y es que debemos pedir el don de la coherencia, porque para superar estas incoherencias no basta con tu esfuerzo.

«El Papa denuncia el chismorreo, la falta de perdón... denuncia una vida que no es coherente ni con el evangelio ni por su-puesto con la vida fraterna en comunidad. Y él invita a superar estas difi cultades, esas debilidades humanas que van contra nuestra propia vida».

«“El don hay que pedirlo”, dice Francisco. Si pides el don, la coherencia podrá

ser una realidad».



«El don hay que pedirlo», dice Francisco. Si pides el don, la coherencia podrá ser una realidad.Yo creo que ese es el reto, en ese sentido él también habla de la gran capacidad que tiene la vida consagrada si utilizamos las dinámicas del perdón, de ampliar en la caridad toda nuestra vida. Que haya diferencias, encon-tronazos, puede ocurrir, el problema es cuando el perdón no aparece y no llegamos a realizar el ideal de la caridad dentro de noso-tros. En este punto, me parece que el Año de la misericordia engancha perfectamente con el Año de la Vida Consagrada. La vida consagrada tiene una exigencia hermosísima, un reto precioso, precisamente en el ámbito de la misericordia, porque necesitamos la misericordia para nuestra vida fraterna. Necesitamos experimentar el perdón, supe-rar las divisiones, de manera que estamos llamados en el Año de la misericordia a tener una experiencia de la misericordia y luego transmitirla a otros.CP

«La vida consagrada tiene una exi-gencia hermosísima, un reto precio-so, precisamente en el ámbito de la misericordia, porque necesitamos la misericordia para nuestra vida fra-terna».

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«¿POR QUÉ HOY un Jubileo de la Misericordia?», se preguntaba el papa Francisco poco después de convocarlo. Y él mismo responde: «Sencillamente porque la Iglesia, en

este momento de grandes cambios históricos, está llamada a ofrecer con mayor intensidad los signos de la presencia y de la cercanía de Dios. Éste no es un tiempo para estar distraí-dos, sino al contrario para permanecer alerta y despertar en nosotros la capacidad de ver lo esencial. Es el tiempo para que la Iglesia redescubra el sentido de la misión que el Señor le ha confiado el día de Pascua: ser signo e instrumento de la misericordia del Padre».

Será un jubileo universal, por lo tanto, con una mirada particular a las periferias. Por esto «tendrá que mantener vivo el deseo de saber descubrir los muchos signos de la ternura que Dios ofrece al mundo entero y sobre todo a los que sufren, se encuentran solos y abando-nados, y también sin esperanza de ser perdonados y sentirse amados por el Padre», ha dicho el Papa. Será, por lo tanto, un Año Santo «para sentir intensamente dentro de nosotros la alegría de haber sido encontrados por Jesús, que, como Buen Pastor, ha venido a buscarnos porque estábamos perdidos», «para percibir el calor de su amor cuando nos carga sobre sus hombros para llevarnos de nuevo a la casa del Padre», y ser «transformados por su miseri-cordia, para convertirnos también nosotros en testigos de misericordia».

El Papa cita después a san Pablo, cuando recuerda que «a pesar de las dificultades y los sufrimientos de la vida, sigue creciendo la esperanza en la salvación que el amor de Cristo

La bula Misericordiae Vultus, con la que el papa Francisco, el pasado 11 de abril, ha convocado el Jubileo extraordinario que ha dado comienzo el 8 de diciembre de 2015, descrive la misericordia como «la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia». Y por lo tanto, tendremos que decir, la viga maestra que sostiene la vida y la misión paulina.

El beato Alberione, en sus prédicas a la Familia Paulina, habla muy a menudo de la divina misericordia, de la misericordia de Dios, de la misericordia del Padre.

José Antonio Pérez, SSP

LA VIGA MAESTRA QUE SOSTIENE A LA FAMILIA PAULINA

El Jubileo de la Misericordia

Miembros de las diferentes Congregaciones e Institutos de la Familia Paulina en España al fi nalizar unos Ejercicios Espirituales.



ha sembrado en nuestros corazones. La misericordia de Dios se ha derramado en nosotros haciéndonos justos, dándonos la paz». En la con-clusión, el papa Francisco invoca a María, Madre de la Divina Misericordia, para que «abra nuestros ojos a fin de que comprendamos la tarea a la que estamos llamados». El Jubileo con-cluirá el 20 de noviembre de 2016, solemnidad de Cristo, Rey del universo. «Ese día –escribe el Papa– confia-remos la vida de la Iglesia, la humanidad entera y el inmenso cosmos al señorío de Cristo, para que derrame su misericordia como el rocío de la mañana sobre una fecunda historia que hay que construir con el compro-miso de todos en el próximo futuro».

El beato Santiago Alberio-ne y la misericordia

El vocablo «misericordia» está seguramente entre los más corrientes en las pré-dicas del P. Alberione a la Familia Paulina. Habla muy a menudo de la «divina miseri-cordia», de la «misericordia

de Dios», de la «misericordia del Padre». Y en su humildad decía muchas veces: «Invo-cad sobre mí la misericordia divina». Como en todo, el modelo que sigue de cerca es san Pablo, no en la letra sino en el espíritu: la humanidad del convertido, la gratitud a Cristo que lo ha sacado de las tinieblas para hacer de él un instrumento de su luz, con la intención de glorificar a la divina misericordia y de entregarse a la tarea de «van-gelización». Las citas serían interminables. Él mismo afirmaba: «El hombre tiene siempre tantas imperfeccio-nes, defectos, equivocaciones, insuficiencias y dudas en su obrar que debe ponerlo todo en manos de la divina miseri-cordia y dejarse guiar» (Abun-dantes divitae gratiae suae, n. 45). «Tu misericordia es infi-nita: nunca podré entenderla del todo. Más quiero adorarla que escrutarla. ¿Cómo así has elegido para ser sacerdote, hombre de Dios, a un ser tan mezquino, tan pecador, de quien preveías que habría defraudado tus expectati-vas?... ¡Todo fue sólo miseri-cordia tuya! ¡Soy un milagro de Dios!» (Pablo Apóstol, n. 18).

También su Obra es toda ella un «trabajo de la mise-ricordia de Dios. Los dos primeros alumnos se han multiplicado por más de cien; ha germinado al lado la rama de las Hijas (de San Pablo): ha nacido el grupo de las Pías Discípulas; en torno a san Pablo se han reunido con el corazón, con el sacri-ficio y con la oración más de diez mil Cooperadores, para hacer el bien y enriquecerse de méritos» (Unión Coopera-dores de la buena prensa, agosto 1924).

Afirma a menudo que «es todo y sólo misericor-dia de Dios», que «llevar la misericordia al hombre es la razón de la encarnación; eso se anuncia en la dracma bus-cada, en la oveja encontrada, en el hijo pródigo... Grave responsabilidad de quien no

«Él mismo [el P. Albe-rione] afirmaba: “El hombre tiene siempre tantas imperfecciones, defectos, equivoca-ciones, insuficiencias y dudas en su obrar que debe ponerlo todo en manos de la divina misericordia y dejarse guiar”».



aprovecha la misericordia» (Donec formetur Christus in vobis, pp. 267-268).

El apostolado paulino es obra de misericordia: «Amemos a todos, recorde-mos a todos, actuemos con el espíritu del evangelio, que es universalidad y misericor-dia. “Venid a mí todos”. Así es el espíritu de san Pablo Apóstol, siempre dispuesto a ir a los pueblos que no tienen todavía la luz de Jesu-cristo: “Iluminar a los que yacen en tinieblas y sombras de muerte”» (Ut perfectus sit homo Dei, IV, n. 118).

Por esto reza e invita a rezar: «Para pedirte mise-ricordia por cuantos, enga-ñados y seducidos por los medios modernos (de comu-nicación), se alejan de tu amor de Padre... Para que todos nosotros, conscien-

tes de nuestra ignorancia y pobreza, nos acerquemos, con humilde confianza, a la fuente de la vida..., pidiendo para todos los hombres luz, amor y misericordia» (Ora-ciones de la Familia Paulina, pp. 41-43). También se debe invocar a María, «llamada a ser Reina de la misericor-dia», dice el P. Alberione.

La misión paulina en la estela de la misericordia

A partir del lema «Miseri-cordiosos como el Padre», en la segunda parte de la bula, el papa Francisco da algunas sugerencias prácti-cas para celebrar el Jubileo. Recuerda que la Iglesia está llamada a «curar heridas, a aliviarlas con el óleo del consuelo, vendarlas con la

misericordia y curarlas con la solidaridad y la atención debidas». «No caigamos en la indiferencia que humilla –pide el Papa– en el acos-tumbramiento que anestesia el alma e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye. Abramos nuestros ojos para ver las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas priva-dos de la dignidad, sintámo-nos provocados a escuchar su grito de ayuda». Sin olvidar que el primer y fundamental deber de la Iglesia es «intro-ducir a todos en el gran misterio de la misericordia de Dios, contemplando el rostro de Cristo, sobre todo en un momento como el nuestro, lleno de grandes esperanzas y fuertes contra-dicciones».

Aquí es llamada en causa la Familia Paulina: «Noso-tros somos testimonio de la misericordia de Dios», decía el P. Alberione a las Pías Discípulas en 1958. Y las invitaba a «pensar en las gracias recibidas del Señor, la continuidad de la miseri-cordia de Dios que se ejerce, se aplica a nuestras almas… Vivir en la vida religiosa es un continuo derramarse de



la misericordia de Dios… Confundirse en la misericordia de Dios». Y a las Hermanas Apostolinas en el 1957: «Él, el Señor, con un exceso de misericordia, he aquí lo que ha hecho: Jesucristo, en la cruz, paga nues-tro pecado. Exceso de misericordia: él, el ofendido, paga la ofensa que nosotros hemos hecho a Dios… Si nosotros no nos rendimos a la misericordia, tendremos que encontrar-nos con su justicia».

A las Hijas de San Pablo les decía el Fun-dador en el 1932: «Haremos dos cosas: lavar bien el pasado con mucha confianza en la misericordia divina. Evitemos el pecado en el futuro: nunca más, nunca más cometerlo». Y aconsejaba a las Pastorcitas en el 1955: «Establecerse en la confianza, en la oración, en la misericordia de Dios. Tener una gran intimidad con Dios y se recibirá una luz particular sobre su misericordia. En efecto, sólo nos salvamos por la misericordia de Dios… Si hablamos de los propósitos, hay que apoyarlos en la misericordia de Dios, como también los Ejercicios se basan en la misericordia de Dios».

Por lo tanto, el apóstol paulino «tendrá que revestirse de las entrañas de caridad y de misericordia de que habla el Apóstol de las gentes…» (Apostolado de la Edición, n. 37). El papa Francisco anima a practicar en el Año Santo las obras de misericordia corporales y espirituales que: «tendrán que retomarse para despertar nuestra conciencia a menudo adormilada ante el drama de la pobreza y para entrar, cada vez más, en el corazón del Evangelio, en el que los pobres son los privilegiados de la misericordia divina». «¡Cuántas situaciones de precariedad y de

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alta vocación. La verdadera caridad consiste en facilitar a las personas el conocimiento del misterio de la misericordia y del amor del Padre al hombre en Jesús. Es tener el ardor de anunciarles la vida eterna que Jesús resume así: «Ésta es la via eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a aquél que has enviado, Jesucristo». No un mero conocimiento nocional, sino cono-cimiento personal que afecta a todas las dimensiones del hombre. Conocimiento que hace parte del primer mandamiento. «Amarás al Señor Dios con todo el corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”»(Dt 6, 5). Este amor es un connubio entre caridad y verdad: de aquí la famosa fórmula paulina retomada por Benedicto XVI: «Caridad de la verdad».

Los miembros de la Familia Paulina esta-mos llamados a ser apóstoles de esta caridad: de llevar la Palabra que aún resuena viva y vivificante en la Iglesia, a los hombres y a las mujeres que viven en el areópago digital. Creemos con el profeta Joel que «todo el que invoque el nombre del Señor se salvará» (Jl, 3 5), y nos preguntamos con el Apóstol Pablo: «Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar? ¿cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie? Y ¿cómo anunciarán si no los envían?» (Rom 10, 14-15a). Cada uno de nosotros ha expe-rimentado en el corazón esta exigencia, y el amor de Jesucristo nos ha empujado a anun-ciar el Evangelio también en el ciberespacio, donde tantos mueren no por «hambre de pan, ni sed de agua, sino (por hambre y sed) de escuchar las palabras del Señor».CP

sufrimiento están presentes en el mundo de hoy! ¡Cuántas heridas están impresas en la carne de tantos que ya no tienen voz porque su grito se ha debilitado y apagado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos!», exclama el Papa.

De manera general, la caridad cristiana es apreciada en su rostro material, incluso en los países donde los cristianos son minoría. Donde llegan misioneros o institutos religio-sos, surgen hospitales, escuelas, centros de acogida, universidades, etc. Son obras bien visibles y gozan de mucho prestigio. Pero hay otro rostro de la caridad cristiana no tan popular: la así llamada “caridad intelectual”, tan apreciada por el papa Benedicto. Este rostro de la caridad, menos visible, es un labo-río minucioso, un fermento lento, envuelto en la paciencia y la esperanza mientras se espera que brote y crezca el fruto de la fe.

Los dos rostros del amor cristiano son inseparables. En el mensaje para la cua-resma de 1913, el Papa emérito escribía en el punto 3: «A veces se tiene la tendencia a reducir el término “caridad” a la solidaridad o a la simple ayuda humanitaria. En cambio, es importante recordar que la mayor obra de caridad es precisamente la evangeliza-ción, es decir, el “servicio de la Palabra”. Ninguna acción es más benéfica y, por tanto, caritativa hacia el prójimo que partir el pan de la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la Buena Nueva del Evangelio, introducirlo en la relación con Dios: la evangelización es la promoción más alta e integral de la persona humana».

Reducir al otro a una boca que llenar es disminuir su identidad y no reconocer su



7. Liturgia y Pastoral

La bellezaLa bellezaAntonio Alcalde Fernández

Orar con la belleza de los himnos

Los salmos son precisamente el eco de los cánticos celestiales. San Pío X, citando a su pre-decesor Urbano VIII, nos decía que la salmodia «es hija de la himnodia que se canta asidua-mente ante el trono de Dios y del Cordero» (Constitución apostólica Divino affl atu, de san Pío X). Los salmos son palabra revelada. Están santificados por los labios de Jesús. Ésta es la mayor grandeza y dignidad del salmo, pero junto a éste está el himno: «está dispuesto que siempre se tenga la salmodia precedida de un himno» (OGLH, 33).

El cantar un himno precediendo a la salmodia, le da al himno toda su categoría al ponerlo tan cerca, tan cerca... de la Palabra divina. Por esta asociación de himno y salmo se ordena que la última estrofa del himno que se canta sea una doxología: «Siguiendo la norma de la tradición, el himno termina con una doxología que, de acuerdo con la costumbre, se dirige a la misma persona divina a la que se dirige el himno» (OGLH, 174).

Cuanto más bello sea el himno, en su arte, poética, musicalidad, unción, más facilitará la oración del creyente, más ayudará a entrar en la esfera divina para orar celebrando el misterio cristiano.

El himno es una composición poética de alabanza

No toda la poesía es hímnica, pero los himnos sí que son todos poéticos y su poesía se carac-teriza por la alabanza, la admiración, las imágenes, el ritmo, la intensidad de sentimientos,

La primera cualidad del himno es que sirva para orar, que sea oración en boca del pueblo. Los cantos de la tierra de alguna

manera han de parecerse a los del cielo, donde eternamente le alaba el coro de los ángeles.

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su forma estrófica regular, etc. El himno es una poesía destinada al canto colectivo y exige, por su destino, un ritmo bastante fijo, regular.

La poesía del himno es poesía de carác-ter objetivo, es decir, atiende más al sentir común de la Iglesia sobre un determinado tiempo o misterio litúrgico que a los sentimientos personales e individualistas del poeta, aunque también los sentimien-tos personales del poeta pueden llegar a objetivarse. El himno mueve e incita los ánimos a una celebración piadosa. Esta capacidad del himno se ve crecida y aumentada por la belleza literaria del mismo, por la fuerza evocadora del texto y la música, que realza vigorosamente el valor expresivo de la oración. En el himno la palabra se pone al servicio de la poesía precisamente para ser cantada y vuelve así al puro manantial de su origen primero. «Música y poesía han ido siempre juntas, como dos alas del mismo pajarillo volador que es el corazón humano. La música, para vestir a la poesía; la poesía, para dar cuerpo a la música. La palabra se crece al ser recitada y se ilumina al ser cantada» (B. Velado, Himnos de la Liturgia de las Horas para España, Coeditores litúrgicos 1988, p. 298).

Palabra y canción, dulce compañía. Y cuando letra y música logran fundirse en

perfecta comunión, la poesía guarda secre-tos inesperados que potencian su valor.

El texto en el himno ha de ser lumi-noso, nítido para la comprensión media de los orantes, lleno de imágenes, en el que la luz y el esplendor del sol y el cambio de colores de las horas del día le sirvan para expresar la intacta claridad divina, de la que es iluminada toda creatura.

Para una apreciación justa y certera de un himno, es insuficiente del todo el texto solo. Es necesaria la música. Ella es como una imposición de manos que transforma el poema. Sin música, el himno es como un rey vestido de paisano; con música tiene toda su maiestas real, con su cetro y su corona. Precisamente, por ser tan grande la música, por su respeto y cortesía, cede la precedencia a la palabra, y la palabra dispone las notas musicales. Es hermoso y elocuente el texto de las Confesiones de San Agustín: «Me engaña el sentido cuando la música quiere ir por delante de la palabra. A veces, deseando evitar ese engaño, caigo en la exageración de querer apartar de mis oídos y de la Iglesia misma las melodías con que suele acompañarse el Salterio; pero al recordar las lágrimas que derramé al principio de mi conversión, y al verlo ahora mismo, me conmuevo no con el canto sino con lo que se canta, cuando se canta con voz clara y entonación apropiada,

«Música y poesía han ido siempre juntas, como dos alas del mismo pajarillo volador que es el corazón humano. La música, para vestir a la poesía; la poesía, para dar cuerpo a la música. La palabra se crece al ser recitada y se ilumina al ser cantada».

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reconozco una vez más los grandes bienes de esta costumbre de la Iglesia». (San Agus-tín, Confesiones, X, 33).

Las armonías de la Iglesia terrestre han de orientarse y parecerse a las armonías que la Iglesia celestial, ángeles y santos, cantan ante el trono del Cordero, el himno: Santo, Santo, Santo... «Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria, la alabanza y el poder» (Ap. 5, 12). De esta manera, la comunidad orante canta al Dios que es Uno y Trino un cán-tico de amor, con la voz de la Iglesia y de todos los seres de la creación.

Los himnos son oración en poesía y la poesía se hace oración ante Dios y la Iglesia. Los comentarios son instrumentos para que la oración-poesía sea para el fiel cristiano expresión de fe, espiritualidad en camino y luz para sus pasos. Para san Ambrosio, el himno de alabanza de la comunidad orante suena en las voces del pueblo que canta y ora «como poderoso bramido del oleaje del mar».

«Noche y día, lengua mía,

himnos canta con fervor»

«Así, pues, ¿quién, teniendo humanos sentimientos, no se sentiría culpable si completase la jornada sin la celebra-ción de los salmos, cuando los mismos pajarillos, para dar gracias, cantan con dulzura su salterio? ¿Quién no querría hacer resonar la gloria de Dios con la melodía de los versos, cuando los pajarillos le cantan sus alabanzas con melodiosos gorjeos?

Imita, pues, hermano, a los peque-ños pajarillos, dando gracias al Crea-dor a la mañana y a la tarde; y si quieres estar más devoto, imita al ruiseñor, al que no basta el día para cantar sus alabanzas, y pasa la noche despierto en su cantar. Y así, tú tam-bién, después de haber tejido el día con una cadena de alabanzas, añade a tus obras también las horas nocturnas, y endulza con un rosario de salmos tu laboriosa vigilia»

(San Máximo de Turín,

Sermones, 72, 5).

«Deje frivolidades el alma pecadora; y con la voz al menos, si con obras no sabe, celebre a Dios. En himnos enhe-bre hora tras hora los días; ni haya no-che que a su Señor no alabe».

(A. Prudencio. Prefacio,

Cathemerinon).

«¿Quién no querría hacer resonar la gloria de Dios con la melodía de los versos, cuando los pajari-llos le cantan sus alabanzas con melodiosos gorjeos?».

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Espigando en la be-

lleza de los himnos

En la aurora asoma la belleza de la creación. Todavía no abrimos ni la consciencia y ya el hálito de la belleza se atreve a inundar el alba y la tiñe de bendición. La noche apura aún los últimos desmanes del ahínco y la tempestad, descansando desnudos en nuestro frágil pensa-miento, y ya la armonía empuja los amaneceres desterrando el caos de nuestros anhelos.

«Bello es el rostro de la luz, abierto / sobre el silencio de la tierra; bello / hasta cansar mi corazón, Dios mío… /Despiértame, Señor, cada mañana, / hasta que aprenda a amanecer, Dios mío, /en la gran luz de tu misericordia»

( A. Gamoneda, Laudes del sábado IV)

«Nos encontró al alba, con el día; / palabras nuevas le oímos hablar. /Al escuchar, el alma se encendía: / De nuevo el camino pudimos encontrar»

(Tirso Vaquero).

«Que el viento de la noche /no apague el fuego vivo /que nos dejó tu paso en la mañana»

(D. Rimaud).

La luz tímida anuncia que ya está aquí. Ya se cuela entre los vacíos y las rendijas que hay en nuestra ambición oscura y tibia. Aparece de nuevo la belleza, como cada día, anunciando la creación, una flamante creación para cada hombre; un diseño abierto de libertad para que iluminemos un día único con la paleta de la verdad revelada en Jesucristo, suma belleza; o al contrar io, lo emborronemos con el pecado y el ansia desmedida de querer ser dios.

«¡Que se acabe el pecado! ¡Mira, que es desdecirte / dejar tanta hermosura en tanta guerra! /Que el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte / de haberle dado un día las llaves de la tierra»

(Francisco de Soto, Alfarero del hombreJueves II. Laudes).

¡Cuánta belleza encierra este himno! Podemos lla-marle el himno del encuen-tro de Dios con el hombre, con su criatura; encuentro del hombre con el cosmos, con la naturaleza. En la ple-nitud vital del mediodía, el apogeo del trabajo y de toda la naturaleza creada, Dios está presente de corazón en cada cosa.

«No hay brisa si no alientas, monte si no estás dentro, /ni soledad en que no te hagas fuerte».

En la soledad, en el desierto, en el silencio, es donde se oye mejor la voz de Dios, es donde lo han buscado los anacoretas, los ermitaños y los monjes. Porque allí es más fuerte su presencia.

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«Todo es presencia y gracia. Vivir es este encuentro: Tú, por la luz, el hombre por la muerte».

«De mañana te busco. Vivir es este encuentro» Es una oración y una actitud de la vida, buscar e ir encontrando a Dios que nos sale al encuentro con su luz. Pero el encuentro definitivo, el abrazo para siempre es el de la muerte que da el pleno sentido a nuestra peregrinación.

Esta última estrofa del himno «¡Que se acabe el pecado! ¡Mira que es desdecirte dejar tanta hermosura en tanta guerra!»... parece un eco de los versículos finales del espléndido salmo 103, inspirado en un modelo egipcio de himno al Dios-Sol. Dice textualmente: Cantaré al Señor mientras viva, / tocaré para mi Dios mientras exista: / que le sea agradable mi poema / y yo me alegraré con el Señor (vv. 33-34).A lo largo del salmo, tan extenso como hermoso, «Bendice mi alma al Señor, ¡Dios mío qué grande eres!», se describe la armonía de la creación de la que desen-tona y desafina el pecado.

Sólo el pecado puede turbar la armonía del mundo. Usar las cosas contra la volun-tad de Dios «que nos dio las llaves de la tierra». No han de ser muro sino escala para ir hacia Él. El pecado y la maldad, “¡Que no existan más!”, dice el salmo. Dios no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva. ¡«Que se acabe el pecado»!, repite nuestro poema hímnico.

Hay que leer despacio… porque el tiempo es vacío en la eternidad. Y ver en la mirada la luz, que nos desnuda… y nos acerca a la verdad… y una verdad original que reproduce la nueva belleza rescatada por el espíritu… en los brazos que nos acunan.

«Todo mi corazón, ascua de hombre,inútil sin tu amor, sin ti vacío,en la noche te busca;le siento que te busca, como un ciegoque extiende al caminar, las manos llenasde anchura y de alegría»

(L. Panero. Vísperas. Miércoles III).

Cada día es la única belleza, porque Dios se muestra y se hace ver y se topa

«Todo mi corazón, ascua de hombre,inútil sin tu amor, sin ti vacío,en la noche te busca;le siento que te busca, como un cie-go que extiende al caminar, las manos llenas de anchura y de alegría»

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con nuestro tiempo finito y carnal para que le descubramos en nuestra condición de debilidad… «te basta mi gracia» y extiende los brazos abiertos en su hijo Jesucristo, para mostrarnos la verdadera belleza, la que se desangra por ti, la que rompe el velo de la ley para manifestar el amor de Dios y la gratuidad, la que amanece cada día con la bendición de la vida…, con un pábilo de luz que ilumina nuestra historia.

«Méteme, Padre Santo, en tu seno,misterioso hogar; dormiré allí, pues vengo cansado del duro bregar»

(M. de Unamuno).

La belleza divina alivia nuestra fealdad; suaviza la tosquedad de nuestros anhelos; reprime nuestra ira; sostiene nuestro ánimo, endulza nuestra amargura; alienta nuestra fe, enjuga nuestras lágrimas; ahu-yenta nuestras dudas… infunde sabiduría y discernimiento, gracias a Aquel que es belleza y claridad, Aquel que ha nacido de la belleza de una Madre virginal.

«Cuando veamos cara a caralo que hemos visto en un espejoy sepamos que la bondady la belleza están de acuerdo,entonces, sólo entonces,estaremos contentos»

(J. Mª Souvirón).

Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara, ahora de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido.

La belleza no nos detiene boquiabiertos y de brazos cruzados surcando los mares de la vida, sino que nos empuja a remar

mar adentro, a descubrir que la verdad, la bondad, la belleza, son dimensiones esen-ciales del ser, son aspectos acordes de una misma realidad, creada por quien todo lo hizo bello y bueno. «Y vio que todas las cosas eran buenas» (Génesis).

Tras las largas noches de nuestros fra-casos, de nuestras desesperanzas, siempre está Jesús esperándonos y nos invita a fiarnos de ÉL y a seguir echando las redes en su nombre.

«Nos dijeron de noche / que estabas muertoy la fe estuvo en vela / junto a tu cuerpo.La noche entera la pasamos / queriendo mover la piedra.Con la vuelta del sol, / volverá a ver la tierra /la gloria del Señor»

(J. L. Blanco Vega).

De noche, al amanecer o al atardecer, hicieron una redada tan grande que reven-taba la red.

La belleza del himno nos lleva

a profesar la fe

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En el himno, Quiero creer, el estribillo es una profesión de fe y una invocación implícita y repetida, una plegaria equi-valente a la del Evangelio: «Señor, yo creo, pero aumenta y purifica mi fe». En todo el himno se alude a la fe de niño bautizado, como una «visión» serena, sin velos, sin nubes, en puras transparencias de claridad, cual en el espejo cristalino de un lago en calma se reflejan el sol y las montañas. Esa es la experiencia viva que se añora y se desea, ahora que los

deslumbramientos mundanos han logrado enturbiar y obscurecer los ojos, «cansa-dos de tanto ver luz sin ver». Por eso el poeta suplica en su oración:

«Devuélveme aquellas niñasde aquellos ojos de ayer».

«... fi ltra en mis secas pupilasdos gotas frescas de fe».

En el trasfondo están como inspiradores aquellos textos del Evangelio: «si no os hacéis como los niños...,”» (Mt 18, 2-3). «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a pequeños» (Mt 11, 25; Lc 10, 21). Como el niño se abandona completamente en los brazos del Padre, cree en él y le imita en todo. Recuperar la inocencia perdida es obra de la gracia. Y, en el poema original, una de las estrofas suplicaba:

«Ya todo es sombra y olvidoy abandono de mi ser.Ponme la venda en los ojos.ponme las manos también.Quiero creer» (G. Diego).

«La belleza no nos detiene bo-quiabiertos y de brazos cruzados surcando los mares de la vida, sino que nos empuja a remar mar aden-tro, a descubrir que la verdad, la bondad, la belleza, son dimensio-nes esenciales del ser, son aspectos acordes de una misma realidad, creada por quien todo lo hizo bello y bueno».

«La belleza divina alivia nuestra feal-dad; suaviza la tosquedad de nuestros anhelos; reprime nuestra ira; sos-tiene nuestro ánimo, endulza nuestra amargura; alienta nuestra fe, enjuga nuestras lágrimas; ahuyenta nuestras dudas… infunde sabiduría y discerni-miento, gracias a Aquel que es belleza y claridad, Aquel que ha nacido de la belleza de una Madre virginal».

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Lee y medita

Comenta en el grupo

Ora

1. La belleza que puede salvar el mundo es la contemplación de la armonía universal. Es esa belleza indecible, es la unión de Dios y la naturaleza, la unión de la naturaleza y Dios, y la unión del hombre con Dios (Benedicto XVI).

2. «¿Sabéis qué es un himno? Es un canto con alabanzas a Dios. Si alabas a Dios y no cantas, no dices un himno. Si alabas una cosa que no pertenece a la alabanza de Dios, aunque alabes cantando, no dices un himno. El himno, por consiguiente, consta de estas tres cosas: del canto, de la alabanza y de que ésta sea para Dios. Por lo tanto se llama himno a la alabanza de Dios cantada» (San Agustín, Enarr. in Psalm. 148, 17).

1.- Toda persona creyente debe ser creadora de belleza, y apasionada por toda manifes-tación de belleza.2. Necesitamos enamorarnos de la «belleza», en este mundo que estamos maltratando a tantos niveles, y convirtiendo la belleza de la tierra, nuestra casa, en un espacio cada día más difícil para habitar y vivir.3. Al celebrar la liturgia terrenal nos adentramos en la alabanza celeste; y es que la belleza de los cánticos de la tierra de alguna manera han de parecerse a la belleza de los del cielo.

«Das al vespertino / lo que al mañanero.Son tuyas las horas / y tuyo el viñedo.A lo que sembramos /dale crecimiento.Tú que eres la viña, / cuida los sarmientos» (Hora de la tarde).

«Padre: has de oír este decirque se me abren los labios como fl or.Te llamaré Padre,porque la palabra me sabe a más amor»

(Gabriela Mistral, Chile 1889-1957)

Tú, Señor, el amo de las viñas:



Instituto Santa FamiliaQUIÉNES SOMOS

Somos esposos cristianos y vivimos un cami-no de perfección evangélica en el mundo, ins-pirándonos en la Sagrada Familia de Nazaret, modelo, luz y fuente de gracia. Nuestro Insti-tuto, Agregado a la Sociedad de San Pablo, ha sido fundado por el beato Santiago Alberione, Fundador también de las otras nueve ramas de la Familia Paulina.

QUÉ HACEMOS

Compartimos la espiritualidad y el aposto-lado de la Familia Paulina, comprometiéndo-nos a realizar nuestra misión especialmen-te con una presencia cristiana en nuestras propias familias y en nuestros ambientes de relación social y de trabajo. Por ejemplo: la promoción de diversas formas de apostola-do familiar; la ayuda a los novios en la pre-paración al matrimonio; el acompañamiento espiritual, psicológico y moral a las familias en difi cultades; la inserción y la colaboración en las iniciativas parroquiales y diocesanas para la familia…

PARA MÁS INFORMACIÓNInstituto Santa Familia

C/. Protasio Gómez, 15 – 28027 MADRID – Tels.: 917 425 113 y 678 124 935E-mail: [email protected] – Web: www.sanpablo.es

DÓNDE ESTAMOS

Estamos, entre otros, en los siguientes países: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Congo, Corea, España, Estados Unidos, Filipinas, Ita-lia, México, Portugal, Polonia, Venezuela.

QUIÉNES PUEDEN SER MIEMBROS DEL INSTITUTO

Pueden ser miembros de nuestro Instituto los esposos y padres cristianos, deseosos de vivir su vida matrimonial en la práctica de los consejos evangélicos, practicados según su estado de vida. Así hacemos operante la gracia del sacramento del matrimonio me-diante el amor recíproco, la educación cris-tiana de los hijos y la mutua ayuda para la propia santifi cación.



ERAN LOS PRIMEROS años de la fundación de la Familia Paulina. El P. Alberione estaba verdaderamente empeñado en la dirección de su obra naciente (ideas, realizaciones,

viajes), en la programación, en la predicación (varias horas al día); en la recepción de sus hijos y del público (todos escuchados con calma más que paterna, como si no tuviera otras cosas qué hacer); en la correspondencia (contestaba a todos, desde la carta de negocios más grave y urgente, hasta la última tarjeta de felicitación, con una entrega y una constancia verdaderamente heroicas).

Todo esto lo realizaba con la mayor humildad y pureza de intención: la gloria de Dios y la salvación de las almas, mediante su apostolado específico, el de las Ediciones. Nunca por ambición personal.

El primer secreto que para él había de tener el trabajo de sus hijos es que es que fueran santos. «No tengo otro deseo respecto de los hermanos que el de tener santos entre ellos».

Con estas disposiciones de ánimo, los aspirantes apóstoles de la prensa toman como cosa natural incluso los discursos y los razonamientos que a nuestra fe secularizada se le antojan temerarios. Por ejemplo el 12 de marzo de 1918, en el sermoncito de la noche, el P. Albe-rione habla del estudio, tan necesario para prepararse a la futura misión, y explica:

Para aprender existe también el camino de recibir la ciencia inmediatamente de Dios y no sólo el de estudiar. Para todos existe este camino, pero para nosotros mucho más que para los otros estudiantes, mucho más que para los seminaristas y los clérigos. ¿Por qué? Porque nosotros tenemos la necesidad de saber muchas cosas para nuestra misión

PACTO PARA EL ÉXITOLa oración del Pacto o Secreto del éxito forma parte del precioso testimonio que la Familia Paulina ha heredado del Fundador, beato Santiago Alberione, uniendo en el mismo espíritu y misión a las varias generaciones de Paulinos y Paulinas.

El primer secreto que para el Fundador había de tener el trabajo de sus hijos es que fueran santos.

Teófi lo Pérez, SSP



y tenemos poco tiempo para estudiar, porque tenemos que trabajar también; por tanto, el Señor debe darnos la ciencia sin estudiar, y nosotros, con cuatro horas de estudio, hemos de aprovechar más que los otros estudiantes con ocho horas. Por eso con el Señor es menester hacer los pactos claros y con mucha sencillez: «Señor, yo debo saber muchas cosas y tengo poco tiempo para estudiar; tengo que componer e imprimir; yo compondré e imprimiré hasta que queráis y lo que queráis, pero Vos dadme la ciencia».

Pactos claros y confianza. Los Apósto-les eran ignorantes y después de recibir el Espíritu Santo asombraron al mundo, confundieron a los sabios e iluminaron a todos los hombres.

No debemos, pues, regularnos como nos dicen los otros, sino como quiere la vida de la Casa. A quien nos objeta que estudiamos poco, respondedle: «Estudia-mos nosotros y… la gracia de Dios; una parte nosotros, dos la gracia de Dios…»

Además del estudio, hay otro medio de aprender, más alto y más provechoso: la

oración. Fe y oración. Que Dios nos hace aprender sin estudiar quiere decir que si nosotros ponemos todo de nuestra parte, Dios suple lo demás.

Al P. Alberione debía interesarle mucho esculpir estos conceptos en la mente de sus muchachos, insistiendo una y otra vez en ellos. Aprovechando la festividad de Epifanía de 1919, día en que estaban más descansados y tenían más tiempo libre, les largó otro dis-curso, resumido así por el clérigo Giaccardo:

Ayer por la tarde, el querido Padre nos ha invitado a todos a hacer un pacto con el Señor; el mismo que ha hecho él: estu-diar una hora y aprender por cuatro. Esta mañana (7 de enero), en la meditación, nos ha repetido la importancia, los fun-damentos, las condiciones y la invitación. Su palabra era inflamada, llena de convic-ción, persuasiva. Los fundamentos son: la confianza en Dios, que ha prometido conceder la sabiduría a quien se la pide… La gratitud de Dios, cuando se confía en

«[Señor] yo compondré e imprimiré hasta que queráis y lo que queráis, pero Vos dadme la ciencia» P. Santiago Alberione.



él. La voluntad de Dios de que esta Casa exista y prospere… y la imposibilidad nuestra de estudiar todo lo necesario para aprender. La confianza es la que falta en el mundo…

La importancia del pacto: es pre-ciso hacerlo en serio; de lo contrario, se pierde su estima y sería como usar oro para clavos de los zapatos. El pacto elevará el estudio, que ahora ha bajado mucho; con él se progresará y se harán milagros. Es así: Dios no falla; es así: lo prueba la práctica; creamos que es así.

Las consideraciones:

1) Confianza en Dios y ocupar el tiempo. Quien tiene tanta confianza como parar creer que hará por cuatro con uno, haga el pacto; si no, no lo haga; pera entonces que tampoco estudie en Casa.

2) Ocupar bien todo el tiempo concedido al

estudio; pero prometedlo y hacedlo; sino, el pacto es nulo.

3) Proponer servirnos de cuanto se aprende únicamente para la buena prensa y para la gloria de Dios. Promesa seria que habrá de mantenerse aun a costa de sacrificios y de menos ganancias. Si no se ponen seriamente estas condiciones, no se haga el pacto, pues sería nulo.

Invitó a todos a hacer ese pacto con Dios, que él ha hecho ya; pero nos dejó plenamente libres. Dios sería fiel por su parte; no fallemos por la nuestra en nin-guna condición.

En la santa misa se han rezado a pro-pósito las Letanías de la Santísima Virgen, el Veni Creator, tres Pater Ave y Gklo-ria, uno por cada condición que se debe poner. Antes del Ave María, el querido Padre recitó la fórmula del Pacto; quien quiso, la recitó en su corazón”.

Los Apóstoles eran ignorantes y después de recibir el Espíritu Santo asombraron al mundo, confundieron a los sabios e iluminaron a todos los hombres.



Cosa muy extraña, el Clérigo Giaccardo termina su relación de este discurso con la fórmula evangélica Qui potest capire capiat («El que pueda entender, que entienda» Mt 19, 12); no sabemos si forma parte de lo relatado o es más bien un comentario personal. Tal vez estas palabras sirvan únicamente para indicar que tanto el P. Alberione como el devoto amanuense estaban convencidos de que sus razonamientos no llegarían a entenderse fuera del ambiente en que se usaban.CP

«La importancia del pacto: es preci-so hacerlo en serio; de lo contrario, se pierde su estima y sería como usar oro para clavos de los zapatos. El pacto elevará el estudio, que ahora ha bajado mucho; con él se progresará y se harán milagros» (beato Timoteo Giaccardo).


Tel.: 917 987 426 • Fax: 915 052 050


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192 págs. 9,50 € c.u.

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Chema Álvarez te ofrece respuestas a tus preguntas sobre la fe y la relgión en un lenguaje preciso y desenfadado a la vez.

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ENTRE TODOS construimos la cultura de la vida. Con una pequeña colaboración, del tipo que sea –bien económica, bien desarrollando una actividad voluntaria–, se pueden hacer

muchas cosas y conseguir grandes victorias.El derecho a la maternidad de la mujer y el derecho a la vida de los no nacidos son

cimientos sobre los que se construye la cultura de la vida, como están haciendo las Asocia-ciones Provida, de ayuda a la mujer embarazada, formadas principalmente por madres que escuchan, comprenden y ayudan a otras madres que sufren, con angustia y en soledad, la tentación de abortar. En sus redes de faena y rescate, estas asociaciones, abiertas a la cola-boración de todos, cuentan también con el apoyo de psicólogos y abogados, entre otros profesionales, para dar el mejor servicio a la mujer embarazada.

Provida, cuyo nombre completo es Federación Española de Asociaciones Pro Vida, es una Orga-nización No Gubernamental de voluntariado, que promueve el respeto a toda vida humana desde la concepción hasta su extinción natural. Está oficialmente reconocida desde 1981 y tiene el estatus de ONG Consultiva Especial del Consejo Económico y Social de las Nacio-nes Unidas. Está compuesta por 33 asociaciones distribuidas por toda España. Cada una de ellas es autónoma en su actuación y gestión.

Dar esperanza y cariño, nuestras señas de identidad. Así se presenta Provida en su sitio en internet -provida.es-, donde nos llaman a tender una mano a las mujeres embarazadas y nos dicen cómo colaborar. Provida ha ayudado ya a más de 100.000 mujeres, y a nacer

Dar esperanza y cariño, señas de identidad de las Asociacio-nes Provida.

Decir que se está a favor de la vida no salva vidas. Lo que salva vidas es ponerse a hacer, ayudar, como hacen las Asociaciones Provida, a la mujer embarazada.

Redes de madres que salvan vidas

Miembros de Provida sosteniendo a un pequeño

Felicidad Izaguirre



a más de 56.000 niños También imparte charlas en asociaciones, colegios, etc., sobre cualquier tema relacionado con la cultura de la vida, como es la educación afectivo sexual, fundamental para el desarrollo de la persona.

Eres víctima de un engaño:abortar no es la solución

La Asociación Derecho a ser Madre, de Alba-cete, es una de estas asociaciones Provida. Con una experiencia ya de diez años, ha atendido a más de trescientas mujeres con embarazos inesperados. Estas mujeres busca-ban un aborto como solución a su situación.

«Algunas sí abortaron, pero podemos decir sin exagerar que el 96% de ellas han decidido tener a sus hijos, y ahora son muje-res plenas, felices, que han conocido el don de la maternidad», afirma Paloma de Castro, impulsora y voluntaria de la Asociación Derecho a ser Madre, y presidenta de la Aso-ciación de Familias Numerosas de Albacete.

Explica Paloma, que «la tentación de abortar es terrible, porque el aborto es pre-sentado a la mujer con un embarazo inespe-rado como la única solución a su situación. La mujer actúa de forma desesperada, en un proceso de ansiedad, de enorme presión psi-cológica: amenaza de abandono de su pareja; de despido o no renovación del contrato laboral; la existencia de otras cargas familia-res… Y si depende económicamente de otros o carece de ingresos estables, la mujer puede quedar en una situación de desamparo».

En su angustia, estas mujeres son empu-jadas al aborto por personas muy próximas

a ellas. «Son víctimas de un engaño, porque les hacen creer que ese hijo que viene va a ser el fin de su vida. Y efectivamente, ese hijo va a ser el fin de esa triste vida que lleva su madre, porque con ese niño viene la alegría de un hijo, con él viene lo que es el amor, que muchas de esas mujeres, la gran mayo-ría, nunca lo ha conocido. Y simplemente, acogiéndolas, tratando con ellas, dándoles confianza, reciben lo que les falta y tanto están necesitando: nuestro consuelo, escu-cha, apoyo».

Dándoles esta confianza –asegura Paloma–, se les alivia el corazón. «Esa angus-tia y ese miedo se liberan, porque a lo que tienen que tener miedo es a la destrucción, a la muerte, pero no al amor, y ellas lo reco-nocen, y de repente se descubren madres y se dan cuenta de que lo que llevan dentro no es un ser que va a acabar con sus vidas, sino que va a ser el motor de sus vidas».

«Yo soy cristiana y te puedo decir que llega un momento en la conversación que tenemos con ellas, que el Señor les da la gracia de entender que son víctimas de un engaño, que el aborto no es la solución, y

«Con una pequeña co-laboración, del tipo que sea –bien económica,

bien desarrollando una actividad voluntaria–, se pueden hacer mu-chas cosas y conseguir grandes victorias».



terminan dándote un abrazo grande, de agradecimiento», nos dice Paloma, que nos anima a todos a participar activamente en la lucha por la cultura de la vida.

«Pienso también que hay que recuperar con urgencia la figura del padre. Hay que rescatar al hombre del ano-nimato. El feminismo radical ha dejado a los varones en la nada: con la fecundación in vitro, ni hacen falta ya para concebir. Pero esos niños tienen padre, ¡todos tienen padre!, y esos hombres tam-bién necesitan un motivo para vivir, motivos para que su vida no sea un desastre, y eso se lo dará la paterni-dad. La paternidad también cambia las vidas, y la familia que forman el padre y la madre de ese niño».

Ayuda y asistencia a la mujer embarazada

La Asociación Derecho a ser Madre ha emprendido el proyecto Red de Madres de Albacete, de ayuda y asistencia a la maternidad, en colaboración con el Pro-grama Operativo de Apoyo a la Maternidad 2015-2016,

subvencionado por la Junta de Comunidades de Cas-tilla-la Mancha, por el que han podido abrir un local que es lugar de referencia para la mujer embarazada, y de encuentro entre madres y familias.

Asimismo, los voluntarios de Red de Madres van tam-bién a los Centros de Salud, para informar a los profe-sionales sanitarios sobre la situación de la ley y pedirles que den a conocer esta aso-ciación y sus servicios, a las mujeres embarazadas. Entre los servicios de la Red de Madres, están el acompaña-miento psicosocial; gestión de ayudas y prestaciones, asesoramiento jurídico y trá-mites administrativos, ayuda a la búsqueda de alojamiento y/o empleo, alimentos y artículos de ajuar e higiene infantil, talleres de materni-dad y habilidades parentales, y orientación familiar.CP

Veo una ramade almendro

Refl exiones sobre la vida consagrada

Desde hace mucho tiempo se advierte que en la vida religiosa algo no funciona. Este libro vuelve la mirada a su historia para poner de relieve algunas dinámicas teológico-espirituales a las que se puede atribuir el estado actual de la vida

religiosa, con la intención de no perder nunca de

vista el horizonte al cual se encamina: la respuesta a

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SEGÚN DATOS publicados por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), la inci-dencia del cáncer en España en el año 2012, con una población entonces de 46.771.000

habitantes, era de 215.534 casos (alrededor de 2/3 partes en pacientes de 65 años y más), con una tasa estandarizada por edad de 215,5 casos por 100.000 habitantes por año, y un riesgo de presentar cáncer antes de los 75 años de 25,1%.

La predicción para 2015 era de 227.076 casos, con un crecimiento de nuevos casos que se produce en mayor medida a costa de la población de 65 años y más. El crecimiento de la población y su envejecimiento explicarían fundamentalmente este incremento.

La publicación de la citada sociedad oncológica establecía para el año 2012 los datos de los enfermos de cáncer (nuevos casos) por sexo y en función de que la persona sea mayor o menor de 65 años: y también las previsiones de enfermos de cáncer para 2015, que son los siguientes:

– Hombres enfermos de cáncer: 128.550 casos nuevos; de los cuales, 46.202 de menos de 65 años y 82.348 de 65 años y más.– Mujeres enfermas de cáncer: 86.984 nuevos casos; de las cuales, 39.225 de menos de 65 años, y 47.759 de 65 años y más.

Y también ofrecía las previsiones de enfermos de cáncer para el año 2015:

– Hombres enfermos de cáncer: 135.954 estimados; de los cuales, 48.555 de menos de 65 años, y 87.399 de 65 años y más.

En la lucha contra el cáncer es fundamental hacer las revisiones periódicas establecidas por los sistemas de salud de atención pri-maria. Tratar de mantener siempre actitudes y comportamientos positivos: optimistas, alegres, abiertos, generosos y esperanzados.

Miguel Cancio

TODOS UNIDOS EN LA LUCHA CONTRA EL CÁNCER



– Mujeres enfermas de cáncer: 91,122 estimadas, de las cuales, 40.487 de menos de 65 años, 50.635 de 65 años y más.

Incidencias de cáncer más frecuentes

Los cinco tipos 5 cáncer más frecuentes en los hombres son: próstata, pulmón, colo-rrectal, vejiga y estómago. Y en cuanto a las mujeres, los cinco tipos de 5 cáncer más frecuentes son : mama, colorrectal, cuerpo de útero, pulmón y ovario.

Mortalidad del cáncer

Sobre la mortalidad del cáncer en España, la Sociedad Española de oncología Médica ha facilitado los siguientes datos, defi-niendo la mortalidad como el número de fallecimientos por cáncer en un período de tiempo determinado, generalmente un año, para un número determinado de habitan-tes. Así: En 2012: los hombres muertos de cáncer (nuevos cánceres) fueron 63.379; de los cuales, 16.679 de menos de 65 años, y 46.900 de 65 años y más. Las mujeres muertas de cáncer (nuevos cánceres) fueron

39.183; de las cuales, 9.995 de menos de 65 años, y 30.862 de 65 años y mas 29.188 mujeres.

En 2015: las previsiones de muerte por cáncer se estimaban en 67.129 hombres; de los cuales, 17.611 de menos de 65 años, y 49.518 de 65 años y más. En el caso, de las mujeres, se estiman las muertes de 41.261 (nuevos cánceres); de las cuales, 10.399 de menos de 65 años, y 30.862 de 65 años y más.

Recomendaciones a tener en cuenta

A la luz de estos casos de cáncer más frecuen-tes, es fundamental hacer las revisiones perió-dicas establecidas por los sistemas de salud de atención primaria, pues esta enfermedad tiene muy alto porcentaje de ser curada cuanto más rápido se detecte. Es la llamada detección precoz. Al mismo tiempo, es fundamental mantener unas condiciones de vida, alimenta-ción, trabajo, ocio, jubilación saludables. No contaminadas ni contaminantes.

Por otra parte, es muy recomendable no consumir alcohol ni tabaco (dos drogas muy duras que tienen alta incidencia en el desarrollo de un importante número de manifestaciones de cáncer), ni otras drogas. Alimentarse saludablemente y no mante-ner actitudes y comportamientos inactivos, sedentarios, estáticos; al contrario, hay que pasear y moverse regularmente. Estar acti-vos: física, existencial, social y mentalmente. Tratar de mantenerse siempre en actitudes y comportamientos positivos: optimistas, ale-gres, abiertos, generosos, esperanzados, con



estrés positivo. Y combatir las actitudes y comportamientos negativos y pesimistas: deses-peranzados, tristes, dañinos, hipocondríacos, depresivos, con estrés negativo. Entre los riesgos de cáncer, en este caso de piel, está el de tomar el sol sin la debida protec-ción, y sin tener en cuenta las recomendaciones sanitarias que, en este sentido, son muy necesarias.

En la lucha contra el cáncer, a la hora de la pre-vención, de la investigación, de la cura, es fundamen-tal que todos hagamos un frente común alrededor del enfermo: las autoridades

públicas y privadas, el per-sonal médico y sanitario, los familiares y cuidadores y todos los que, de una u otra manera, están implicados en la lucha contra esta grave enfermedad. Es necesario establecer, con honradez, juego limpio y el máximo rigor, las debidas prioridades sociales para hacer posible que las viejas y nuevas cien-cias, tecnologías, saberes y conocimientos hagan todo lo posible para prevenir, inves-tigar y curar, de la mejor manera posible esta vieja lacra de la humanidad, que tan fuerte incidencia tiene en el conjunto de la población.CP

El cáncer de mama es uno de los más fre-cuentes, por eso es fundamental hacer revisiones periódicas.Asimismo es recomen-dable no consumir alcohol ni tabaco ni otras drogas. Alimentarse salu-dablemente y no mantener actitudes y comportamientos sedentarios y estáticos.

28043 MADRID - Carril del Conde, 62Tel.: 917 218 984 - Fax: 917 590 204

E-mail: [email protected] www.paulinas.es

AÑO DE LA MISERICORDIA

Para que nuestra vida se llene de compasión

y solidaridad.P.V.P. 6,50

36 páginasJesús en su Pasión

nos muestra todo su amory misericordia.



Páginas evangélicas

ZONA DE SILENCIO (De lo que nos jugamos en el silencio...)

Pedro Moreno

Cuando fi naliza el Año de la Vida Consagrada

LA REVISTA HA CAÍDO en mis manos esta misma mañana. Me ha llamado la atención uno de los títulos de portada: Para tener vida, parar y gustar el silencio. Con la lógica curiosidad, y

con un verdadero interés por el tema, me he ido a leer todo el artículo en páginas interiores. Copio unos párrafos que me han llamado más la atención:

«Para tener vida hay que parar y gustar el silencio; permitir que cada uno y cada una hable de sus tiempos de Dios, que sean cuando sean y como sean, pero que los hablen, que los compartan y escuchen. Sería terrible que algunos, después de tanto bregar y tanto anuncio se queden sin tiempo, sin tiempo para Dios».

Para entender mejor las cosas, digamos que la reflexión está directamente pensada y escrita para los consagrados, en este Año de la Vida Consagrada que pronto tocará a su fin. Pues, de paso, que sea este recuerdo como un pequeño homenaje para ellos, hombres y mujeres consagrados a Dios en la Iglesia. Homenaje para ellos ahora y siempre.

Silencio para ellos, silencio para todos

Aunque, apuesto, amigos lectores, que el asunto del silencio, del tiempo para la vida más pro-funda y también para la vida de Dios, nos puede servir a todos y nos puede interrogar a todos.

Porque a todos, amigos lectores, nos vale la relación silencio-vida. Para tener vida, ver-dadera vida, hay que pararse y hacer silencio. Bien lo decía el profeta Jeremías: «Paraos en los caminos a mirar, preguntad por la vieja senda: “¿Cuál es el buen camino?”, seguidlo y hallaréis reposo» (Jer 6,16).

«Él, entonces, les dice: “Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco”» (Mc 6, 32).



No, no está todo en correr y correr camino adelante o montaña arriba. No está todo en hacer y meterse en un activismo frenético que no deje tiempo para más, que no deje tiempo para otras miradas del alma y de la vida misma. Sería terrible, como refiere el artículo reseñado, que algunos, después de tanto bregar y tanto anuncio, «se queden sin tiempo, sin tiempo para Dios».

Nos puede pasar eso; nos puede pasar que nos quedemos sin alma y sin aliento interior, asfixiados por el ruido, por el ir y venir sin parar y el abultamiento inhumano de nues-tras agendas (¡hay que ver cómo están ya de apuntes y notas…!)

«Para tener vida hay que parar y gustar el silencio». Lo podemos hacer nuestro como programa y método de vida. Como es claro, muy claro y notorio, que queremos tener vida, que queremos lograr más plenitud y feli-cidad cada día, no nos queda más remedio que pararnos y gustar el silencio. Pararnos para saborear el silencio, tan sonoro y poblado de vida y mensajes en tantas y tantas ocasiones.

Pararnos para correr más

Pararnos. Que no es sinónimo de cruzarnos de brazos y caer en la modorra espiritual, como decía el filósofo español. Parar, eso sí, el ritmo loco y, a veces, enloquecedor que

nos va metiendo en la fatiga y en el estrés que nos hunde y deshumaniza. Sólo parando y gustando el silencio, las voces que llegan al alma y llegan del alma, se pueden ver más horizontes y mejores horizontes; sólo enton-ces se pueden contemplar otros caminos y quizás mejores caminos. Se trata, en todo caso, de pararnos para correr más y correr mejor. Como decía la vieja copla: «cuando el silencio se agota germina solo el cantar, cuando el paso está parado es cuando se avanza más».

Por cierto, la reflexión ha nacido al hilo del cartel que contemplé recientemente en un santuario diocesano. Reza así: zona de silencio.

Abogo por buscar y crear más zonas de silencio, zonas físicas y existenciales, donde no se permitan más ruidos y voces que aquellos que vienen de «otro mundo», no del mundo ensordecedor de los ruidos y ajetreos que nos fatigan, enloquecen y cru-cifican. Apuesto que sería una buena terapia para nuestras almas y también para nuestros cuerpos, para todo nuestro ser.CP


Algunos límites de la pastoral digital

PASTORAL


ALGUNOS LÍMITES DE LA PASTORAL DIGITAL

P. Juan Carlos Pinto Suárez, SSP

ALGUNOS LÍMITES son puestos de relieve en los mensajes pontificios y en el reciente magiste-rio eclesial. Juan Pablo II, en el mensaje para la cuaresma de 1986, ya nos mostraba una

realidad que casi 20 años después la seguimos viviendo. Decía el Papa: «Nuestra época, como todas, es la de la caridad. Ciertamente, las ocasiones para vivir esta caridad no faltan. Cada día, los medios de comunicación social embargan nuestros ojos y nuestro corazón, haciéndo-nos comprender las llamadas angustiosas y urgentes de millones de hermanos nuestros menos afortunados, perjudicados por algún desastre, natural o de origen humano; son hermanos que están hambrientos, heridos en su cuerpo o en su espíritu, enfermos, desposeídos, refugiados, marginados, desprovistos de toda ayuda; ellos levantan los brazos hacia nosotros, cristianos, que queremos vivir el Evangelio y el grande y único mandamiento del Amor”».

Actualmente estamos informados de todo. Pero, ¿nos sentirnos implicados? ¿Cómo podemos, desde nuestro periódico, desde nuestra emisora de radio, desde nuestra pantalla de televisión o desde nuestro perfil en Facebook, Twitter, YouTube, ser espectadores fríos y tranquilos, hacer juicios de valor sobre los acontecimientos, sin ni siquiera salir de nuestro bienestar?

Es importante señalar que la pastoral digital no resuelve todos los problemas pastorales de la Iglesia. Por eso tenemos que reco-nocer que también tiene sus propios límites. Y en algunos casos la pastoral digital incluso puede llegar a ser superfl ua.



Estas y otras preguntas nos interpelan hoy a los creyentes e interpelan a los modernos medios de comunicación al servicio de la evangelización. Acaso, ¿podemos rechazar el ser importunados, preocupados, moles-tados, atropellados por esos millones de seres humanos que son también hermanos y hermanas nuestros, criaturas de Dios como nosotros y llamados a la vida eterna? Más aún, ¿cómo podemos permanecer impasibles ante tantos niños de mirada desesperada y de cuerpo esquelético? En fin, ¿puede nuestra conciencia de cristianos permanecer indi-ferente ante este mundo de sufrimiento? ¿Todavía tiene algo que decirnos la parábola del buen samaritano?

Son interrogantes que se hicieron Juan Pablo II y Benedicto XVI y son interrogantes que hoy de manera especial preocupan al papa Francisco. Lo que no puede admitirse bajo ningún concepto es que los aspectos esenciales de la persona, como el amor, el pensamiento, las relaciones humanas y la relación con lo trascendente queden aprisio-nados o se pierdan por las nuevas tecnologías y por su lógica y dinámica interna.

A veces la red tampoco atiende como debiera los mensajes y las inquietudes con las que se encuentra y tal vez en no pocas ocasiones se encuentra como impotente para resolver ciertas situaciones.

El límite más grande con el que hoy se encuentra la pastoral digital es el aspecto de los pobres. Con la pastoral digital podemos alcanzar a un determinado número de perso-nas, más o menos acomodadas, de situación económica media y alta. Pero es muy difícil llegar con estos medios a los pobres de los

más pobres. Este aspecto de los pobres da qué decir mucho. En todo caso, pienso que la pastoral digital algo puede hacer en su favor si es capaz de crear conciencia en los más pudientes, es decir, suscitar y desarrollar campañas de ayuda a favor de los más desfa-vorecidos, promoviendo ayudas materiales y de obras de infraestructura y planes cultu-rales y de formación. Además de las ayudas materiales, los pudientes pueden hacer mucho a favor de las clases medias bajas y de los pobres, mediante inversiones que aporten mejoras al conjunto de la Red, dise-ñando nuevos servicios tanto para versión en línea (para quienes cuentan con conexiones estables y máquinas potentes) como fuera de línea (para comunidades con máquinas antiguas y conexiones débiles).

Tenemos que continuar trabajando con todos los medios para sensibilizar a nuestro mundo a favor de los intereses de los más indefensos y de su dignidad. Por eso a veces ciertas imágenes y ciertos mensajes, con toda su crueldad, pueden sensibilizar a las personas que las ven y provocar en los mejor situados y en los más pudientes sentimientos de solidaridad.CP



Experiencias y ejemplo de ecumenismo

El texto propuesto este año ha sido preparado por las comunidades cristianas de Letonia, una nación cuyo compromiso ecuménico es constante y ejemplar.

En Letonia la cooperación ecuménica se realiza mediante numerosos programas de evangelización, iniciativas ecuménicas realizadas por cristianos comprometidos, grupos de «oración y proyectos» de acción social: las capellanías de las cárceles, el Centro de rehabi-litación para personas afectadas por las dependencias de droga y alcohol.

Importante y significativo es el papel de los medios: un equipo ecuménico realiza pro-gramas cristianos que se transmiten regularmente por la radio estatal letona; un centro católico de informaciones en vídeo, Emanuels, produce un programa televisivo titulado Vertikale, emitido por el Canal 1 de la televisión, más preocupado por mostrar lo que une a los cristianos que lo que los divide.

Texto bíblico iluminador

En el texto seleccionado para la reflexión y oración durante la Semana 18-26 de enero (1 Pe, 2,9-10), el apóstol Pedro afirma que por el bautismo, los cristianos, renacidos a nueva vida, se convierten en «el pueblo de Dios» (cf Jn, 3, 5), y por consiguiente están llamados a vivir y testimoniar la fe en Cristo Jesús: acogiendo y respetando la vida, defendiendo la dignidad de la persona humana, sanando las heridas causadas por las guerras, conflictos y abusos por el perdón y la reconciliación. Muy elocuentes son los símbolos propuestos para la celebración ecuménica: una Biblia, una lámpara encendida, la sal. Tanto la luz como la sal son imágenes que Jesús usa en el sermón de la montaña (Mt 5, 13-16). Describen la identi-

SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

El ecumenismo es parte esencial del evangelio. Por lo tanto, los cristianos estamos «llamados a anunciar a todos las proezas maravillosas de Dios» (cf 2 Pe 2, 9). A ejemplo de Cristo que rezó al Padre por la unidad de sus discípulos y seguidores, estamos invitados a orar para que el ecumenismo prosiga su fatigoso y entusiasta camino hacia la unidad.

Anna Pappalardo, HSP



Estimado lector:

La revista Cooperador Paulino se difunde de manera gratuita al servicio de la evangelización. No obstante, animamos a los lectores, en la medida de sus posi-bilidades, a colaborar con nosotros para hacer frente a los gastos que genera su publicación. La aportación ordinaria es de 10 €. La ayuda que decida aportar puede hacerla efectiva por giro postal o transferencia:

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MUCHAS GRACIAS POR SU COLABORACIÓNLA DIRECCIÓN

dad del cristiano y proclaman su misión: ser luz del mundo, sal del mundo.

Como los cristianos letones, seamos cons-cientes de que la común identidad en Cristo nos llama a implicarnos para responder a las cuestiones que aún dividen a las varias confesiones cristianas. En efecto, «estamos llamados a anunciar las obras maravillosas de Dios» a través del anuncio de la Palabra, el testimonio, la oración. Llevemos en el corazón el sueño de la unidad de todos los cristianos. Y procuremos trabajar por su rea-lización. La experiencia de rezar y trabajar juntos nos hace testigos creíbles de nuestra fe y de la alegría de pertenecer a Cristo.

En el programa de la Semana se proponen temas particulares, apoyados por citas bíbli-cas, para profundizar el tema: «Llamados para anunciar a todos las obras maravillosas de Dios».

I – Dejemos rodar la piedra (Ez 37,12-14: Sl 71 (70),19-23);II – Llamados a ser mensajeros de paz (Is 61, 1-4; Sl 133 (132), 1-4; Fil 2, 1-5; Jn 15, 9-12);III – El testimonio de la vocación (Jer 31, 10-13; Sl 122 (212), 1-9; 1 Jn 4, 16b-21; Jn 17, 20-23);IV – Un pueblo sacerdotal llamado a proclamar el evangelio (Gén 17, 1-8; Sl 145 (144), 8-12; Rm 10, 14-15; Mt 13, 3-9):V – La comunión de los Apóstoles (Is 56, 6-8; Sl 24 (23) , 1-10; He 2, 37-42; Jn 13, 34-35);VI – Escucha este sueño (Gén 27, 5-8; Sl 126 (125), 1-7; Rm 12, 9-13; Jn 21, 15);VII – Hospitalidad por la oración (Is 62, 6-7); Sl 100 (99), 1-5; 1 Pe 4, 7b-10; Jn 4, 4-14);VIII – Corazones que arden por la unidad (Is, 52, 7-9; Sl 30(29), 1-13; Col 1, 27-29; Lc 24, 13-36).CP


Cómo ayudar con palabras

Para hablar al corazón de los demás con maestría

José María Orozco CatalánIlustrado por A. Guerrero

Sendero - Autoayuda practica 03 COMO AYUDAR CON PALABRAS portada.indd 1 11/11/15 15:44


LA NUEVA COLECCIÓN ofrece consejos y soluciones prácticas y sencillas para enfrentarse a circunstancias de la vida ante las que se necesita ayuda y orientación. Los textos, acom-

pañados de las ilustraciones de Andrés y Ana Guerrero, parten de la experiencia de quienes han pasado antes por las mismas situaciones y las han superado con ingenio, sabiduría e inteligencia. He aquí los cuatro primeros títulos.

1. La autoestima parte de la convicción de que un problema asumido está a medio camino de ser solucionado, y hace hincapié en que si una persona tiene confianza en sí misma podrá aprender de sus fracasos y entenderlos como oportunidades de crecimiento, y disfrutará doblemente de sus éxitos.

2. Y después de un ictus ¿qué? recoge las claves para acompañar a cada afectado por el ictus y transmitirle esperanza, ofreciendo consejos prácticos para asumir el cambio radi-cal en las capacidades cognitivas, físicas y emocionales de quien lo sufre y animándole a la acción, al esfuerzo y a enfrentarse con actitud positiva al reto que supone en su vida coti-diana.

3. Cómo ayudar con palabras ofrece 37 sabios consejos para ayudar a los otros y a uno mismo por medio de la palabra. Poniéndolos en práctica, el lector descubrirá la manera de llegar al corazón de los demás a través de la palabra y aprenderá a valorar la importancia de una palabra adecuada en el momento preciso.

4. Enseñanzas samuráis para la vida pone en práctica algunas enseñanzas de los antiguos samuráis que siguen de plena actualidad, y que ayudan a descubrir al héroe interior, a luchar contra las dificultades, a ser mejores y a mantenerse firmes en la lealtad. Son claves basadas en un código de honor que ayudará al lector a recapacitar sobre sí mismo, sobre sus valores y sobre su relación con los demás.CP

Editorial SAN PABLOAUTOAYUDA PRÁCTICA

La Editorial SAN PABLO acaba de lanzar una colec-ción de autoayuda práctica, de bolsillo, titulada Sendero, cuyos primeros títulos están teniendo una magnífi ca acogida entre nuestros lectores y amigos.

La autoestimaQuiérete, aprende de tus fracasos

y disfruta tus éxitos

Irene PrietoIlustrado por A. Guerrero

Sendero - Autoayuda practica 01 EL VALOR DE LA AUTOESTIMA portada.indd 1 11/11/15 14:22

Y después de un ictus ¿qué?

Pasar del «querer» al «poder»

Julio AgredanoIlustrado por A. Guerrero

Sendero - Autoayuda practica 02 Y DESPUES DE UN ICTUS QUE portada.indd 1 11/11/15 15:31Enseñanzas samuráis para la vida

Un código de honor y de servicio actualPaloma Orozco Amorós

Ilustrado por A. Guerrero

Sendero - Autoayuda practica 04 ENSEÑANAZAS SAMURAIS portada.indd 1 11/11/15 15:48

Juan Antonio Carrera, SSP


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José Arregui OlaizolaINVITACIÓN A LA ESPERANZAHerder, Barcelona. 216 págs., 17,80 euros

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Revista Digital Cooperador Paulino - 173

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