Mercedes González de la Rocha - Hogares de jefatura femenina en México

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HOGARES DE JEFATURA FEMENINA EN MEXICO: Patrones y formas de vida. Mercedes González de la Rocha CIESAS OCCIDENTE Ponencia preparada para la sesión Pobreza, género y desigualdad. Jefatura femenina en hogares urbanos latinoamericanos. XX Congreso Internacional de la Sociedad de Estudios Latinoamericanos (LASA), Guadalajara, México, 17-19 de abril de 1997. Parte de la información en la que se basa el análisis proviene del material recopilado en el proyecto de investigación Género, edad, familia y trabajo. La reestructuración social del México Urbano, financiado por la Fundación Ford y CONACYT.

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Sobre los hogares de jefatura femenina en México. Artículo y estadísticas

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  • HOGARES DE JEFATURA FEMENINA EN MEXICO:Patrones y formas de vida.

    Mercedes Gonzlez de la RochaCIESAS OCCIDENTE

    Ponencia preparada para la sesin Pobreza, gnero y desigualdad. Jefatura femenina en hogaresurbanos latinoamericanos. XX Congreso Internacional de la Sociedad de EstudiosLatinoamericanos (LASA), Guadalajara, Mxico, 17-19 de abril de 1997. Parte de lainformacin en la que se basa el anlisis proviene del material recopilado en el proyecto deinvestigacin Gnero, edad, familia y trabajo. La reestructuracin social del Mxico Urbano,financiado por la Fundacin Ford y CONACYT.

  • 1Matrimonios que terminan en separaciones y divorcios, hogares encabezados porjefas mujeres; hogares monoparentales de mujeres con hijos que alguna vez

    tuvieron un cnyuge y hoy no lo tienen por separacin o divorcio, o de mujeres conhijos voluntaria o involuntariamente concebidos y nunca casadas o unidas;

    hogares "ensamblados" o "reconstituidos" en los que conviven los hijos de losunos, de las otras y de ambos; parejas que eligieron no tener hijos; mujeres

    solteras que, en cambio, eligieron tenerlos y criarlos ellas solas; hogares formadospor parejas homosexuales o por parejas heterosexuales que adoptaron uno o doshijos, son todas formas de "vivir en familia" que se han acrecentado en el mundo

    en las ltimas dcadas. (Catalina H. Wainerman, Vivir en Familia, Introduccin).

    INTRODUCCION.-

    Resulta preocupante constatar que en el contexto actual mexicano existen pocas certezas. Quizasno se trata de una constatacin, sino de una intuicin. Poco se constata, mucho se intuye. Lo queconsiderabamos parte de nuestro acervo de certezas se suma ahora a nuestro creciente acervo depreguntas, de interrogantes. La lista de lo incierto, lo escasamente atado por los lazos cotidianosdel saber, es cada vez ms larga, a pesar de nuestros esfuerzos por investigar y conocer. Lasfronteras entre lo conocido y lo no conocido no son tan ntidas, de tal forma que cuando creemosque empezamos a dominar un fenmeno, un tema de investigacin, las dudas se multiplican y laincertidumbre crece. El Mxico urbano de los 90's es sin duda diferente al de dcadas atrs. Lascondiciones de vida de los residentes urbanos han cambiado y drsticamente. La pobreza quecaracteriza a las mayoras urbanas persiste, pero se trata de una pobreza distinta, una con pocasopciones y alternativas.! Los pobres urbanos, decamos hace unos aos, echan mano de unaserie de recursos -econmicos, sociales, culturales- para paliar los profundos huecos que lossalarios obtenidos en el mercado laboral dejan en el mbito de las necesidades, en lospresupuestos domsticos. Los hogares, decamos tambin, son los escenarios sociales en dondese implementan estrategias de sobrevivencia y reproduccin. Veamos diferencias respecto a lacapacidad de los hogares, segn el momento del ciclo domstico, y de acuerdo a su estructurasocial y su organizacin, para poner en prctica dichas estrategias. Parte importante de estosanlisis tena que ver con la jefatura del hogar, de tal manera que se intentaba averiguar si loshogares de jefatura masculina estaban, en efecto, mejor equipados para sobrellevar la hostilidadeconmica y para lograr ms altos niveles de bienestar. Los anlisis realizados en Guadalajara,durante los ochentas, se sumaron a la creciente ola de estudios que enfatizaban la mayorvulnerabilidad de los hogares de jefatura femenina (Gonzlez de la Rocha 1986, 1988). Segnestos anlisis, los hogares encabezados por mujeres no slo eran mas pobres que los de jefaturamasculina sino que, adems, eran igualmente reproductores de las relaciones desiguales degnero, constituan unidades sociales en donde se reproducan las jerarquas y las desigualdadesentre hombres y mujeres y, por si todo esto fuera poco, estaban caracterizados por un notableaislamiento social, lo que los haca distintos a los hogares con jefe masculino corresidente ymucho menos capaces que stos para obtener los recursos que la pertenencia a redes sociales deapoyo brinda. Las mujeres aguantan golpes y cuernos (violencia e infidelidad) porque laalternativa -prescindir del varn golpeador y mujeriego- es an peor: pobreza mas aguda y

  • 2aislamiento social que se traduce en menor acceso a recursos (Gonzlez de la Rocha 1988). Todo esto, y ms, era parte de mis certezas. El aplomo con el que esto era escrito y defendidooralmente contrasta con la timidez con la que expondr las no/certezas que el lector encontrar enel presente escrito.

    Las formas sociales que asume la familia en Mxico as como en el mundo entero,rebasan los lmites impuestos por el modelo de la familia nuclear, compuesta por una pareja y sushijos. Esto es un hecho conocido desde hace tiempo y, sin embargo, las ideas en torno a estemodelo prevalecen tanto en el "conocimiento comn" como en las ideas y valores que guan lapoltica pblica y las normas legales que buscan dirigir el comportamiento de los individuos ensu mbito familiar. Cuando la existencia de otras formas familiares es reconocida, estas sonvistas como patologas, como casos desviantes, como ejemplos de anormalidad. La familianormal no patolgica ni desviante es aquella compuesta por la pareja unida legalmente y sushijos . La existencia y aumento de tipos y formas familiares "divergentes" al modelo tradicionalde familia parecen formar parte de un proceso de cambio mas amplio, que abarca a la institucinfamiliar pero no se circunscribe a ella (Giddens 1993, Castells 1996) . Aunque de hecho, y apesar de las divergencias, la familia nuclear contina en el Mxico urbano de hoy como el tipo defamilia mas numeroso y comn, existen otros tipos y "arreglos" en los que aparecen distintastipos de relaciones sociales y distintas prcticas cotidianas de vivir en familia. Los hogaresampliados y extensos, los hogares de jefatura femenina, los de tipo unipersonal, son todos elloshogares que se apartan del modelo tradicional y que, segn una larga lista de ttulos acadmicos,estn en proceso de crecimiento. Lejos de ser formas patolgicas que derivan del rompimientode una unidad familiar nuclear, las formas no nucleares deben ser vistas y entendidas como partede la compleja configuracin que las familias (en plural) asumen en Mxico y en el mundoentero. Los grupos familiares y domsticos constituyen unidades diversas y dinmicas (Chant1997) que no pueden ser analizadas a travs de herramientas conceptuales rgidas y estticas. Hablar de "la familia" en Mxico dej de tener utilidad , incluso cuando los anlisis se sitan enuna categora social relativamente homognea, dada la gran variabilidad de formas y tipos que esposible encontrar, y dada la fuerte carga ideolgica que el trmino familia conlleva. Adems dela diversidad de formas familiares y domsticas en Mxico -que nos impide hablar de "la familia"-en singular y de manera unIvoca- es necesario seguir enfatizando en la importancia de ladinmica familiar y domstica para entender los cambios que se generan en estas unidades. Enotros escritos hemos enfatizado la necesidad de analizar al hogar en un sentido procesual ydiacrnico pa ra lograr ver los cambios en la estructura, composicin, capacidad de trabajo yniveles de ingresos que se dan a lo largo de las historias domsticas (Gonzlez de la Rocha1994b). Lo que aparece como una familia nuclear en un anlisis sincrnico puede ser (y muchasveces es) el producto de un proceso de "reconstitucin" despus de perodos en los que se hapasado de una estructura nuclear de jefatura masculina a una situacin de hogar encabezado porla mujer y vuelto a constituir con un cnyuge distinto.

    En esta ponencia me propongo discutir algunos de los ms importantes rasgos de loshogares de jefatura femenina en Mxico a la luz de resultados de anlisis estadsticos de grandesbases de datos y de material etnogrfico recientemente recopilado en la ciudad de Guadalajara.

  • 3No hago aqu una revisin exhaustiva de los datos, las ideas y los argumentos que distintosenfoques de investigacin han producido y solamente me remito a la literatura cuando estoresulta imprescindible. No pretendo con esto obviar las contribuciones que otros acadmicos hanrealizado en este socorrido campo de investigacin. Me parece que dichas contribuciones hansido por dems importantes y que los estudios que se han realizado en distintos pases han sido elvehculo por el cual hemos avanzado en nuestro conocimiento sobre la vida social y lascaractersticas de estos hogares en Mxico y en el mundo. Remito al lector al ms reciente librode Sylvia Chant , en donde encontrar una de las ms completas discusiones de la literatura sobre1el tema. En esta ponencia, ms bien, se realiza un ejercicio de reflexin sobre mis propiasexperiencias de investigacin en el campo de la organizacin social de los hogares (y el anlisiscomparativo de los hogares de jefatura femenina y aquellos en donde reside un varn que juegael papel de jefe) usando, como teln de fondo, lo que es posible saber sobre los hogaresencabezados por mujeres a travs de los anlisis estadsticos de estudiosos de la familia enMxico (los cientficos sociales duros, quienes si pueden generalizar...). La idea es contraponerlas evidencias empricas con algunas de las nociones que se manejan en la literatura sobre eltema. Entre ellas, sobresale la nocin de la feminizacin de la pobreza y de la vulnerabilidadeconmica que, segn estos enfoques, caracteriza a los hogares de jefatura femenina: lossupuestos (que a veces son apoyados por la informacin y a veces no) son la mayor pobreza delos hogares de jefatura femenina, la reproduccin intergeneracional de la pobreza que se asocia aestos hogares, y el impacto negativo en el bienestar de las mujeres y sus hijos. Estos argumentosforman parte del discurso de acadmicos y de diseadores de polticas pblicas. Aparecentambin en el conjunto de ideas de la gente en los sectores populares, ideas que forman parte delos significados y representaciones populares. Las mujeres entrevistadas en las coloniaspopulares de Guadalajara manejan la nocin de la mayor vulnerabilidad de las mujeres jefas dehogar, no necesariamente sobre bases reales.

    Hay pocas dudas sobre el hecho de que las familias y los grupos domsticos sondinmicos y cambiantes. Existe un consenso considerable al sealar que los cambioseconmicos y sociales ms amplios producen un proceso de transformacin de las familias y loshogares y que los procesos de reestructuracin econmica han acarreado una reestructuracin dela vida ntima (Giddens 1993, Benera 1992, Gonzlez de la Rocha 1994b). La transformacinde la condicin de las mujeres, nos dice Castells (1996) es un rasgo fundamental de las nuevassociedades, una de las principales manifestaciones del cambio estructural que las sociedades dehoy estan experimentando. Segn este autor, las races de esta transformacin son dosfenmenos interrelacionados: 1) la entrada masiva de las mujeres en los mercados laborales, y 2)los movimientos sociales basados en la defensa de la identidad de gnero. Es, sin embargo, elprimero de estos elementos al que Castells le da mayor importancia. Los mercados de trabajo sehan transformado e incluyen de manera masiva a las mujeres. Estas, en su participacin enempleos pagados, an bajo condiciones de discriminacin laboral, se ven a s mismas comomiembros de la fuerza de trabajo y se encuentran en mejor posicin de negociacin en el hogar. De esta forma, la divisin social del trabajo entre el proveedor y la mujer de casa perdi su basede legitimacin cultural. Se ha producido, segn el mismo autor, un cambio dramtico en losvalores de la sociedad y particularmente en los valores de las mujeres en un corto perodo de

  • 4tiempo (una generacin). Parte de ese cambio en el sistema de valores es la no aceptacin de lasnormas y valores que se hallan en la base de la institucin social de la familia patriarcal. Aunquequizs la afirmacin que hace Castells de que las mujeres no aceptan ya ms la autoridadmasculina, resulte demasiado tajante para el contexto mexicano, me parece importante ponerla endilogo con lo que estudiosos de Amrica Latina han propuesto, y con lo que mis estudios decaso de mujeres jefas de hogar dicen al respecto. Tanto Castells, como Kaztman y Safa (para nohacer de este dilogo uno interminable) coinciden en sealar que ha sido la combinacin defuerzas y necesidades econmicas (la participacin de las mujeres en el empleo como productode cambios en los mercados laborales y en las necesidades de los hogares de estas mujeres) ypolticas e ideolgicas (el inters de atraer los votos femeninos y las presiones del difuso ydividido, pero fuerte, movimiento feminista para Castells) lo que ha ido configurando un nuevocampo histrico que tiene impactos profundos en la sociedad y especialmente en la familia. Aldecir de Castells, la familia patriarcal ha sido fuertemente cuestionada. Enumera algunos de lasms importantes manifestaciones de este impacto: el aumento de las tasas de divorcio y de loshogares monoparentales (la mayora de jefatura femenina), la actual excepcionalidad de lafamilia tradicional en la muchas de las sociedades capitalistas avanzadas, los cambios en losroles familiares y en los patrones de socializacin de los nios y el aumento de la importancia delas demandas personales en las negociaciones al interior de la familia, adems de los cambios enla sexualidad. El autor argumenta que la sobrevivencia de la institucin familia requiere de laaparicin de nuevas formas institucionalizadas de relaciones sociales que estn basadas (o enconcordancia con) los nuevos roles y funciones de las mujeres.

    Es evidente que lo dicho por Castells para las sociedades capitalistas avanzadas est lejosde ser totalmente vlido para las sociedades latinoamericanas en donde las formas familiares, sibien diversas y sumamente dinmicas, no presentan las mismas caractersticas que las familias enotros pases. Sin embargo, resulta interesante que, para el caso latinoamericano, el trabajodesempeado por las mujeres, la masiva entrada de stas a los mercados laborales, juega tambinun papel fundamental para entender los cambios recientes. En estos contextos aparece, sinembargo, un elemento ausente en el discurso y el planteamiento de Castells: los hombres y suaparente incapacidad de cumplir con los roles tradicionalmente asignados a ellos. En las escasasreferencias que Castells hace para hablar de los hombres, stos aparecen como "los hombresinciertos" que ven sus intereses amenazados y retados sus valores por mujeres cada vez ms2liberadas de valores patriarcales. Para Safa (1995), los hombres son personajes que han perdidola capacidad de jugar el rol de proveedores econmicos y las mujeres son los actores msimportantes en las economas domsticas y nacionales de los pases caribeos. Kaztman delimitasu inters en los sectores populares latinoamericanos y se pregunta por los cambios recientes enla situacin de los hombres y su impacto en la constitucin y organizacin de las familias. Paral, los contextos latinoamericanos estan caracterizados por una situacin de anomia social queafecta particularmente a los hombres, ms que a las mujeres, de los sectores populares urbanos. Esta anomia, nos dice, surge del "desajuste entre los objetivos culturalmente definidos para losroles masculinos adultos en la familia, por un lado, y el acceso a los medios legtimos para sudesempeo, por otro" (Kaztman 1992:88). El autor acierta en sealar la escasez de anlisis queindaguen en las condiciones bajo las cuales los hombres aceptan o rehsan las obligaciones y

  • 5tareas que llevan al desempeo estable de los roles de esposo y padre, y argumenta que loscambios estructurales en Amrica Latina han transformado de manera profunda la organizacinfamiliar. Para Kaztman, es tambin importante el aumento de las mujeres en los mercadoslaborales que aparecen, en el contexto latinoamericano, como el resultado de la necesidad decomplementar los insuficientes ingresos del hogar, como producto de la pobreza, y comoresultado, tambin, de procesos demogrficos (reduccin de tasas de fecundidad) y de losavances educativos. La mayor incorporacin de las mujeres en el mbito del trabajo asalariado ylos efectos que la crisis de los 80 tuvo sobre las remuneraciones (de hombres y mujeres, pero eneste caso lo que importa es la reduccin de los ingresos reales masculinos que es uno de loselementos que estn detrs de la entrada masiva de las mujeres al trabajo asalariado), eldesempleo masculino y la creciente inestabilidad, contribuyeron a minar la capacidad de loshombres y a debilitar su autoridad en el mbito familiar. Los hombres aparecen, en el argumentode Kaztman, como aprisionados entre las fuerzas materiales apremiantes y las transformacionesen las prcticas cotidianas y los valores tradicionales. El estar aprisionados, inhabilitados para eldesempeo de roles de esposo y padre, es lo que los lleva a abandonar sus obligaciones. Lapobreza en la que viven las mayoras urbanas, las transformaciones en los mercados laborales ylas estructuras de empleo, y los cambios que los hombres han sufrido en su papel de trabajadores,de maridos y de padres, son elementos importantes en estos contextos para entender y explicar loque sucede al interior de las dinmicas familiares y domsticas.

    Al igual que en el argumento de Castells, la prdida o debilitamiento de la autoridadmasculina (en los trminos de Castells es la no aceptacin femenina de la autoridad masculina)aparece en un lugar central del planteamiento de Kaztman . Para este autor, la autoridad familiar3constitua una de las pocas fuentes de autoestima masculina. Perderlao verla debilitadahaproducido un dao profundo en la valoracin que los hombres tienen de s mismos. Se trata deuna "devaluacin estructuralmente condicionada de su imagen propia (del hombre)" .4

    Los anlisis de Safa en el Caribe dan cuenta de procesos semejantes a los planteados porCastells y Kaztman. Para ella, el concepto de hombre proveedor se ha convertido en un mito enel contexto de las economas domsticas caribeas en las que las mujeres juegan un papelcrecientemente importante. Este mito, nos dice, es el resultado de la nueva divisin internacionaldel trabajo que ha llevado a la relocalizacin de partes de los procesos productivos a territoriosque ofrecen abundante mano de obra barata. El Caribe, al igual que Amrica Latina,experiment la crisis de la deuda durante los 80"s, lo que produjo un fuerte deterioro de laseconomas isleas y un cambio de modelo econmico (de la industrializacin por sustitucin deimportaciones a la industrializacin con miras a la exportacin). Estos procesos implicaron laparticipacin masiva de las mujeres en los empleos ofrecidos por las nuevas plantas industriales(y otros empleos), mientras que los hombres sufran las consecuencias del desempleo, lareduccin de los ingresos reales, entre otras cosas. Todo ello contribuy a minar la capacidad delos hombres de cumplir con su papel de proveedores, al mismo tiempo que las mujeres seconvirtieron en cooprovedoras imprescindibles. El debilitamiento del rol masculino de5proveedor principal estuvo acompaado por el aumento del nmero de hogares de jefaturafemenina (de por s elevado en el Caribe).

  • 6Aunque con nfasis distintos, y con argumentos elaborados para contextos socialesdiferentes, es claro que Castells, Safa y Kaztman coinciden en al menos los siguientes elementosdel proceso de transformacin de la familia: la creciente participacin de las mujeres en elmundo del trabajo asalariado, la presencia, tambin creciente, de hogares unipersonales, extensosy ampliados y de jefatura femenina, y el cambio en las relaciones intra-familiares, incluido aquel debilitamiento de la autoridad masculina. Safa haba planteado esto desde hace varios aos. Su hiptesis, construida a la luz de sus investigaciones en el Caribe, planteaba que laparticipacin de las mujeres en el mundo del trabajo tena efectos en las relaciones entre losgneros al interior de los hogares. Las mujeres que cuentan con ingresos, segn su punto devista, son ms capaces de negociar y de lograr relaciones ms igualitarias con sus hombres. Distintas investigaciones realizadas a lo largo de la dcada de los ochentas, en Mxico arrojaroninformacin que no apoyaba la hiptesis de Safa: mostraron que el trabajo de las mujeres nonecesariamente acarreaba la negociacin exitosa ni la transformacin de las relaciones de gneroal interior del hogar. Cmo van a beneficiarse del trabajo, nos preguntbamos, si las mujeresurbanas de escasos recursos trabajan por ingresos a escondidas de sus cnyuges? Es posibleobtener mejoras sustantivas en las negociaciones y confrontaciones a partir de ingresos tan bajosy de cualquier manera comprometidos con la sobrevivencia de los hijos? Tanto el estudio deBenera y Roldn (1987) como los realizados por Garca y Oliveira (1994) y Gonzlez de laRocha (1986, 1994b) mostraban que las mujeres trabajadoras en Mxico tienen pocasposibilidades de mejorar su situacin al interior de hogares caracterizados por aguda pobreza,relaciones desiguales y violentas, y distribucin desigual de los recursos. Ms an, Benera yRoldn argumentaron y demostraron que existen elementos de control masculino sobre losingresos femeninos, Garca y Oliveira mostraron que los hogares en donde las mujeres obtienenlos ingresos ms importantes para la sobrevivencia del grupo pero existen jefes varonescorresidentes, son los hogares en donde la violencia domstica se hace sentir con mayor fuerza ylas mujeres se ven sometidas a esa paradjica situacin en la que los hombres no cumplen con surol de proveedores pero siguen imponiendo su autoridad y su control.

    La situacin actual es distinta. Con esta afirmacin no pretendo negar la permanencia delas relaciones desiguales entre los gneros, ni hablar, al estilo de Castells, de un nuevo campohistrico en el que las bases de la jerarqua domstica, dominada por los varones adultos, hansido erosionadas irremediablemente. Sin embargo, sostengo que las mujeres juegan un papelcada vez ms importante en las economas domsticas y que es posible detectar un incipientecambio de valores, al cabo de ya ms de una dcada de participacin masiva de las mujeres en elmercado de trabajo, con respecto al trabajo femenino y al papel de las mujeres en mbitos nodomsticos, tanto en los discursos femeninos como en los masculinos (Gonzlez de la Rocha1996). El desempleo masculino, que ha ido en aumento y alcanz niveles rcord en el ao 1995en Mxico, ha jugado un papel importante en esta redefinicin de roles, valores y significados, yen los cambios que es posible detectar en las prcticas cotidianas de vivir en familia (Gonzlezde la Rocha 1996). En efecto, hay cada vez ms indicios de lo que Giddens llama "latransformacin de la intimidad." Por ello la importancia del anlisis de los hogares de jefaturafemenina. Si bien es importante saber si son unidades domsticas viables, conocer sus recursos ylas bases sociales de su sobrevivencia y reproduccin, el anlisis de este tipo de hogares es

  • 7pertinente en una discusin como sta porque constituyen las unidades en donde, precisamente, obien la mujer dijo n a la autoridad masculina (Castells) o bien el hombre abandon a la mujer ya los hijos ante la imposibilidad de cumplir con el papel socialmente asignado (Kaztman) pero,en cualquier caso, en donde el hombre proveedor no existe (Safa) y las mujeres han conquistadoun poco ms de control. El hecho de que las mujeres sean cada vez ms capaces de sobreviviry de mantener a sus hijos a travs de los ingresos obtenidos con su trabajo, y que inclusoprescindan de los maridos para convertirse de hecho y de derecho en mujeres jefas de hogarconstituye una fuerte amenaza al modelo que ve a las mujeres como cuidadoras del hogar y de loshijos, realizando labores reproductivas, mientras los maridos juegan el papel de proveedor. Estoshogares nos confrontan las ideas en torno a lo que se espera de la familia y del hogar y nos danindicios de las transformaciones que no slo tienen lugar en las formas (estructuras ycomposicin de los hogares). Los cambios operan en la dimensin de las relaciones socialesintradomsticas e intrafamiliares. Se trata, pues, de cambios y transformaciones en el mbito dela intimidad (Giddens 1993), en donde la operatividad del modelo tradicional de familia nuclear,de divisin del trabajo hombre-provedor, mujer-administradora de ingresos y ama de casa, esten crisis. Sugiero aqu que los hogares de jefatura femenina son escenarios sociales (quizas nilos nicos ni los ms importantes) en donde es posible encontrar algunas vertientes de latransformacin que la familia ha sufrido en Mxico. Grmenes de cambio de las relaciones degnero, incipientes quizs, pero en claro proceso.

    Los hogares de jefatura femenina en Mxico: tendencias y caractersticas.

    Son numerosos los estudios de corte acadmico que han arrojado datos que apoyan laidea de la mayor vulnerabilidad de los hogares de jefatura femenina . Sin embargo, son cada6vez ms los que niegan la validez o la generalizacin de este argumento y que enfatizan ladiversidad de los hogares de jefatura femenina y la necesidad de incluir otros elementos -comoel ingreso per/capita y la distribucin intradomstica de los recursos- en los anlisis. Folbreplantea la necesidad de obtener informacin que "mire al interior" del hogar de manerasistemtica y comparativa dentro de un marco coherente que incluya la distribucin de ingresosal interior del hogar. En los escasos estudios en que estos procedimientos analticos han sidorealizados se muestra que la ausencia o la partida del varon adulto (el jefe) del hogar nonecesariamente tiene un efecto negativo (Folbre 1991, Gonzlez de la Rocha 1994a). Comoplantea Chant (1997), es difcil sostener el argumento de la mayor pobreza y vulnerabilidad delos hogares de jefatura femenina a nivel global, puesto que as como existen datos que loapoyan (provenientes de distintos pases) se ha producido suficiente informacin para notomarlo como la nica "verdad.".

    A pesar de la menor prevalencia de hogares de jefatura femenina en Mxico (cuando se lecompara con el Caribe) , stos constituyen un contingente importante del total de hogares del7pas y una parte nada despreciable de la poblacin mexicana vive en el seno de estas unidesfamiliares. Segn la informacin del censo de 1990 analizada por Lpez Barajas e Izazola Conde

  • 8(1994), 17.3% del total de hogares fueron clasificados como HJF. A partir del anlisis de Lpeze Izazola es posible apreciar las siguientes tendencias:8

    A lo largo de un perodo de 20 aos, de 1970 a 1990, los hogares de jefatura femeninaaumentaron de 15.3% a 17.3% (usando la informacin de los censos de 1970 y 1990).

    Estos hogares se concentran en las localidades de 20,000 a 999,999 habitantes con un18.8% y en las reas metropolitanas (de un milln de habitantes y ms) en donde los hogares dejefatura femenina constituyen el 18%. Aunque este tipo de hogares existe en las localidadesrurales y en las urbanas de menor tamao, la presencia de hogares de jefatura femenina es muchoms marcada en las ciudades grandes.

    Aunque la mayora de las mujeres que encabezan su hogar se concentran en los grupos deedad avanzada (de los 45 aos en adelante), la edad de la jefa ha disminudo, es decir, las mujeresjefas han aumentado entre los grupos de edad jvenes y han disminudo entre las "viejas" (Vercuadro 2).

    Las viudas, aunque siguen representando a la mayora de las mujeres jefas de hogar, handecrecido, mientras que las divorciadas y las separadas han aumentado en las ltimas dcadas. El aumento de las mujeres divorciadas y separadas y el decrecimiento de las viudas entre lapoblacin femenina puede ser apreciado en el cuadro 3. Lo ms relevante para la discusin deeste texto es, sin embargo, el hecho de que existe de hecho una tendencia a que esta tendencia serepite cuando se analiza la jefatura femenina. Aunque predominana an las viudas, hay unacreciente presencia de mujeres divorciadas y separadas entre ellas (Izazola y Lpez 1994).

    La mayor importancia de los hogares ampliados entre los hogares de jefatura femenina, yla menor relevancia de los hogares nucleares, a diferencia de los hogares en donde hay un varnreconocido como jefe. (Ver cuadro 4).

    Un anlisis mucho ms sofisticado, realizado por Corts y Rubalcava (1995), y que tomaen cuenta tanto la informacin proveniente de los censos como de la Encuesta Nacional deIngresos y Gastos de los Hogares de 1989 nos ofrece un panorama ms completo y muchos mselementos que complementan nuestro conocimiento sobre los hogares de jefatura femeninavis-a-vis los hogares en donde existe un jefe varn. Sobresalen los siguientes aspectos:

    Las mujeres que encabezan un hogar trabajan slo en un 51% mientras que los jefesvarones lo hacen en un 93.1% de los casos.

    Predominan los hogares que se sostienen con ingresos generados por hombres nicamenteen los hogares de jefatura masculina. Es decir, 3 de cada 4 hogares encabezados por un hombre(o el 75.2% de estos hogares) depende de ingresos exclusivamente masculinos.

    El ingreso exclusivamente masculino tiene muy poca presencia en los hogares de jefaturafemenina. Slo en el 27.2% de estos hogares la economia domstica descansa en los ingresosgenerados por hombres nicamente.

    El ingreso exclusivamente femenino aparece en casi uno de cada 10 hogares (9.2%) y esmayoritario en los hogares encabezados por mujeres (en el 48.5% de los hogares de jefaturafemenina los ingresos provienen del trabajo de las mujeres, de manera exclusiva). El ingresoexclusivamente femenino aparece slamente en el 2.9% de los hogares de jefatura masculina.

    Los hogares de jefatura femenina constituyen escenarios de trabajo ms intensivo. O

  • 9dicho de otra manera, en los hogares de jefatura femenina hay un mayor nmero de trabajadoresremunerados que en los hogares de jefatura masculina: una proporcin menor de hogares conjefa mujer tiene un slo perceptor de ingresos, cuando se les compara con los hogares con jefesvarones. La situacin es inversa cuando se trata de hogares con dos o ms trabajadores. Laproporcin de hogares que cuentan con los ingresos de dos o ms miembros es ms elevada entrelos hogares de jefatura femenina (42.6% vs. 36.3%).

    Los hogares de jefatura femenina estn caracterizados por una ausenciaproporcionalmente mayor de hombres perceptores de ingresos, o activos. Es decir, se trata deeconomas domsticas altamente femenizadas con una baja participacin de hombres en calidadde generadores o perceptores de ingresos. Al mostrar sto, Corts y Rubalcava plantean que elingreso generado por hombres es un recurso con el que cuentan casi todos los hogares de jefaturamasculina (97.1%), y slo la mitad de los de jefatura femenina (51.5%).

    En cambio, se trata de economas, las de los hogares encabezados por mujeres, queutilizan de manera intensiva el trabajo remunerado de las mujeres, a diferencia de lo que seobserva en los hogares de jefatura masculina . Esto se aprecia claramente en el cuadro 7. 9

    Mayor pobreza y vulnerabilidad o ausencia de informacion.

    La hiptesis de la mayor pobreza de los hogares de jefatura femenina no encuentra apoyoen las evidencias empricas. Es claro que las mujeres enfrentan mercados laborales altamentediscriminadores y que sus ingresos son, incluso cuando se trata del mismo tipo de ocupaciones,menores (Escobar XXXX, Gonzlez de la Rocha 1994a). Esto, por supuesto, constituye unelemento en contra del bienestar de las mujeres, en general, y de las jefas de hogar y sus hijos, enparticular. Sin embargo, la jefatura femenina est asociada, como ya vimos, con una elevadaparticipacin de las mujeres jefas, y sus bajos salarios son compensados con un empleo msintensivo del trabajo femenino (las jefas, sus hijas y otras mujeres que viven en el hogar). Sepodra plantear, entonces, que la vulnerabilidad que llevan consigo las remuneraciones al trabajode las mujeres, trata de ser compensada con una estrategia colectiva -y en muchas ocasionesfemenina- de generacin de ingresos.

    Es aqu cuando resulta extremadamente relevante contar con estudios como los realizadospor Corts y Rubalcava, en donde la amplitud de la base de las encuestas y el rigor analtico delos autores, nos proporcionan, de manera sumamente confiable, los patrones, las tendenciasnacionales y las diferencias entre los distintos tipos de hogares en Mxico. En estos estudiosaparecen, de manera clara y contundente, los siguientes elementos que, sin duda, contribuyen anuestro conocimiento sobre los niveles de ingreso de los hogares de distintas caractersticas. Para los efectos de este texto me limitar a mostrar los aspectos ms relevantes que tienen quever con la jefatura femenina y su impacto en las economas domsticas, con el fin de contrastarlas ideas construidas en torno a la vulnerabilidad econmica de estos hogares con las evidenciasms confiables a nivel general que tenemos para el caso de Mxico.

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    En primer lugar, al comparar la composicin del ingreso de los hogares de jefaturamasculina y femenina, se observa que los hogares con condiciones ms desfavorables, los mspobres entre los pobres, son los hogares dirigidos por hombres cuyas economas se basan, demanera exclusiva, en ingresos femeninos. Les siguen los encabezados por mujeres con ingresosexclusivamente masculinos (Corts y Rubalcava 1994). Es decir, la EXCLUSIVIDAD, o dichode otra forma, la no combinacin de ingresos masculinos y femeninos, es un ingrediente quetiene efectos ms significativos para los bajos ingresos que la jefatura de hogar, tomada sta demanera aislada. Los hogares con exclusividad de gnero en la percepcin de ingresos son losms pobres, tanto los encabezados por hombres como por mujeres. Esto se explica porque laexclusividad de gnero en la obtencin de ingresos est, segn Corts y Rubalcava, asociada a unnmero menor de perceptores de ingresos. Es decir, los hogares en donde los ingresos songenerados de manera exclusiva por hombres o por mujeres son hogares con un nmero menor a1.5 generadores de ingresos, en tanto que los hogares en donde la generacin de los ingresos estanto tarea masculina como femenina, hay mas de 2.5 perceptores. Segn este anlisis, entonces,los hogares ms pobres son aquellos que combinan jefatura masculina con exclusividad deingresos femeninos (y no los de jefatura femenina). Estos hogares son los que tienen un nmeroms reducido de generadores de ingresos (1.25 mujeres que perciben ingresos) y un tamao"medio" (5.29 miembros). A travs de los estudios de Garca y Oliveira (1994) sabemos queestos hogares estan caracterizados, adems, por niveles de violencia domstica muy alarmantes. No slo se trata de los ms pobres de los pobres sino, adems, se trata de los hogares en dondelos hombres se encuentran altamente insatisfechos por su incapacidad de cumplir con el papel deproveedores econmicos y quienes se relacionan muy violentamente con sus mujeres, las nicasgeneradoras de ingresos del hogar. Saber que los HJF no son los ms pobres es importante, peroes necesario saber en que peldaos, de acuerdo a la clasificacin de Corts y Rubalcva, estnsituados.

    Los hogares de jefatura femenina se encuentran distribudos en distintos niveles deingresos. Recordemos que la divisin que Corts y Rubalcava realizan se basa en, por un lado, laexlusividad de los ingresos por gnero y, por otro, la existencia de ingresos combinados -tantomasculinos como femeninos. Dentro de esta segunda posibilidad, el anlisis distingue entre losingresos con predominio masculino o predominio femenino. De esta forma, del total de hogarescon ingreso, se pueden distinguir ocho grupos:

    Hogares de jefatura masculina:a) Que cuentan con ingresos slamente masculinos.b) Que cuentan con ingresos exclusivamente femeninos.c) Con ingresos combinados con predominio masculino.d) Con ingresos combinados con predominio femenino.

    Hogares de jefatura femenina:a) Que cuentan con ingresos exclusivamente masculinos.b) Que cuentan con ingresos slamente femeninos.

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    c) Con ingresos combinados con predominio masculino.d) Con ingresos combinados con predominio femenino.

    Dentro de la categora de los hogares de jefatura femenina se observa que los niveles deingresos de los cuatro distintos grupos van en orden ascendente: de la exclusividad masculina delos ingresos, los ms pobres, a los ingresos combinados con predominio femenino, los ms"ricos" o menos pobres. Veamos con mas detenimiento cada uno de estos grupos.

    Hogares de jefatura femenina con ingresos exclusivamente masculinos:Se trata de 4896 hogares (3.8% del total de hogares con ingreso en Mxico). Con un

    tamao de 4.9 miembros por hogar (el segundo ms bajo), estos hogares cuentan con 1.39generadores de ingresos por hogar (todos ellos hombres, presumiblemente los hijos u otrosmiembros del grupo domstico). Se trata de hogares en donde la proporcin de jefas que trabajanes la ms reducida de todos los grupos (tan solo 0.02). Son, del total de hogares, los segundosms pobres (recordemos que los ms pobres son los hogares de jefatura masculina con ingresosexclusivamente femeninos). De entre los hogares de jefatura femenina, son estos los ms pobrescon un ingreso percapita de 229,363.

    Hogares de jefatura femenina con ingresos exclusivamente femeninos:Este grupo esta formado por 8733 hogares (6.7%) y tienen en promedio 3.56 miembros

    (los mas pequeos). Cuentan con un nmero ligeramente menor de perceptores de ingresos quelos hogares del grupo anterior: 1.27 (todas mujeres). Aqu vemos que las jefas de hogarparticipan mucho ms activamente en las tareas de generacin de ingresos, pues la proporcin dejefes trabajadores es de 0.76. Es decir, se trata de hogares en donde las mujeres madres/amas decasa/jefas, que no cuentan con la presencia de un cnyuge corresidente ni con los ingresos de esteu otros hombres, se involucran casi siempre en actividades remuneradas junto con alguna de sushijas u otras mujeres del hogar. Entre esas 1.27 mujeres que perciben la totalidad de los ingresosdel hogar, se obtiene un ingreso percapita equivalente a 336,710 pesos. Este ingreso sita a estoshogares en el cuarto peldao: hay tres grupos ms pobres y cuatro ms ricos. Entre los hogares dejefatura femenina son los segundos ms pobres.

    Hogares de jefatura femenina con ingresos combinados con predominio masculino:Aqu, a diferencia de los hogares anteriores, no hay exclusividad de gnero en la

    percepcin de los ingresos domsticos. Este grupo cuenta con 2625 hogares (2.0%) y su nmerode miembros los sita entre los ms grandes (pero no los ms grandes): 6.03 miembros. Sunmero de trabajadores es tambin de los ms elevados: 2.77 perceptores en total, de los cualeshay 1.61 hombres y 1.16 mujeres. La proporcin de jefas trabajadoras no es tan alta como en elcaso anterior, pero tampoco es despreciable: 0.53%. Estos hogares cuentan con un ingresopercapita de 348,859, lo que los hace estar en el quinto peldao del total de hogares. Entre loshogares de jefatura femenina, los de ingresos combinados con predominio masculino son loshogares que ocupan el tercer lugar de pobreza o segundo en riqueza.

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    Hogares de jefatura femenina con ingresos combinados con predominio femenino:En este grupo hay 6116 hogares (o 4.7%) que cuentan con un nmero promedio de 5.81

    miembros. Existen 2.67 trabajadores: 1.15 hombres y 1.50 mujeres. Las jefas del hogar, denuevo, juegan un papel importante en la generacin de ingresos, con una proporcin de jefastrabajadoras de 0.89. Estos hogares tienen un ingreso percapita de 439,761 pesos, lo que los hacelos ms ricos de entre los hogares de jefatura femenina y los segundos ms ricos del total dehogares.

    De lo anterior se desprenden varias conclusiones importantes: En primer lugar, sobresale el hecho de que los hogares de jefatura femenino no son los

    ms pobres y que la jefatura del hogar, per se, no explica la mayor o menor pobreza.La exclusividad de los ingresos, dentro de la categora de hogares de jefatura femenina, ya

    sea ingresos de solo hombres o de solo mujeres est asociada a los niveles ms bajos de ingresos. (Lo mismo sucede entre los hogares de jefatura masculina).

    La combinacin de ingresos femeninos y masculinos parece ser la frmula ms idneapara no situarse entre los ms pobres. La combinacin de ingresos se da en contextos de hogaresde mayor tamao, por un lado, y en hogares en donde hay un nmero ms elevado detrabajadores (superior a 2.5 generadores de ingresos). Esto se presenta, igualmente, entre loshogares de jefatura masculina.

    Los hogares de jefatura femenina no prescinden del trabajo de las mujeres, excepto entrelos hogares de ingresos exclusivamente masculinos que son, curiosamente, los ms pobres deentre los hogares encabezados por mujeres. El trabajo desempeado por las mujeres, a cambiode un ingreso, es un recurso de mayor importancia en los hogares de jefatura femenina. Dehecho, los hogares ms ricos de esta categora (y los segundos ms ricos del total de hogares) sonaquellos en donde, adems de la combinacin de ingresos femeninos y masculinos, haypredominio de ingresos de mujeres.

    Aunque el anlisis de Corts y Rubalcava no incluye variables que, desde mi punto devista, son claves para entender las diferencias entre los hogares en la percepcin de ingresos(clase social y etapa del ciclo domstico) su aporte es esencial para desechar la idea de la jefaturafemenina asociada a los niveles ms elevados de pobreza. Resulta necesario aadir algunosaspectos que aparecen en estudios cualitativos y etnogrficos y de aqul los que empleaninformacin que proviene de encuestas reducidas y bases de datos no oficiales. Aunque no aptospara hacer generalizaciones, estos estudios han descubierto vetas importantes de anlisis que noaparecen en los anlisis estadsticos.

    Los estudios realizados por Chant (1988, 1997) han sido importantes y polmicos. Estaautora resalt, en su estudio de la ciudad de Quertaro, que los hogares de jefatura femenina noestn necesariamente en desventaja, especialmente cuando, adems de los ingresos totales ypercapitas, se analizan otros elementos de la vida cotidiana como la violencia domstica. Losestudios realizados en Guadalajara, por Gonzlez de la Rocha, han arrojado resultadosambivalentes. En un principio, y en polmica con Chant, se plante que los hogares de jefaturafemenina eran ms pobres que los de jefatura masculina y que, adems, eran igualmente10

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    reproductores de la desigualdad entre los gneros. El nico elemento "positivo" que entonces seencontraba tena que ver con la menor violencia domstica. Estudios posteriores, en los que sedio un papel importante al ingreso percapita, y no solamente a los ingresos totales reportados,mostraron que existen factores "distributivos" que tienen un impacto mitigante de la pobreza ylos bajos ingresos. Aunque el ingreso percapita no es quizas el mejor indicador para medir elbienestar individual, se le tom como una variable proxy y se encontr que el tamao del hogarintroduce dicho efecto distributivo. El hecho de que los hogares de jefatura femenina sonsustancialmente ms pequeos que los de jefatura masculina, hace que los ingresos percapitasean ms elevados aunque los ingresos totales sean menores (Gonzlez de la Rocha 1994a). Igualmente, el estudio que anaiz el impacto de la crisis de los 80"s en las economas yorganizacin social de los hogares a travs de un seguimiento del mismo universo de hogares enGuadalajara, encontr que los hogares de jefatura femenina fueron ms "eficientes" y capaces deproteger los niveles de ingresos y los patrones de consumo que tenan al inicio de la dcada. Susingresos, aunque escasos, eran canalizados hacia areas de consumo consideradas prioritarias porestas mujeres (alimentacin, educacin de los hijos, cuidado/atencin a la salud) (Gonzlez de laRocha 1991). Estos hallazgos nos han llevado a plantear que los hogares de jefatura femenina noson los espacios de vulnerabilidad y de carencia que otros estudios haban descubierto. Seencontr que, adems de no estar caracterizados por los elevados niveles de violencia domsticaque es posible encontrar de manera cotidiana en los hogares de jefatura masculina, los hogares dejefatura femenina "resuelven" los conflictos de intereses individuales y colectivos dando mayornfasis e importancia a las necesidades del grupo domstico (los intereses colectivos). De estamanera, la distribucin interna de los recursos y las tareas domsticas es ms igualitaria.. Adiferencia de lo que se observa en los hogares de jefatura masculina, los hogares encabezados pormujeres son, de acuerdo con estos anlisis, escenarios sociales ms democrticos y msigualitarios. Se trata de hogares en donde el uso de los recursos (y de los ingresos) es distinto. Se ha argumentado, por otro lado, que el bienestar de los nios y de las mujeres no es el resultadodirecto y automtico de los niveles de ingresos, y que el consumo diferencial que se observa enlos hogares de jefatura femenina pone en tela de juicio el bienestar de los individuos al interior deestos hogares (Gonzlez de la Rocha 1994b).

    Los estudios de caso:

    Presentar aqu dos estudios de caso recientemente realizados (en el transcurso de febreroy marzo de 1997) como parte del trabajo de campo que se llev a cabo en la ciudad deGuadalajara. Estos casos corresponden a dos distintas situaciones: la de un hogar de jefaturafemenina en el que la mujer tom la decisin de separarse del marido y vive con sus hijos en unacolonia de la periferia de la ciudad. El segundo estudio de caso es el de un hogar "reconstituido",conformado por una mujer, los hijos de sta y su nuevo compaero, con quien vive desde hace 12meses despus de una larga trayectoria como mujer jefa de hogar. Ambos casos nos hablan delos retos que la jefatura femenina impone a las mujeres y de los arreglos y mecanismos de los queechan mano para enfrentar los retos. En los discursos de las dos mujeres jefas de estos hogaressurgen elementos muy interesantes sobre lo que podramos llamar su "situacin contradictoria de

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    vida". Con esto quiero decir que sus voces no se apegan de manera unilateral a ninguna de lasdos vertientes o posiciones del debate sobre la feminizacin de la pobreza y la mayorvulnerabilidad de la jefatura de hogar. Son voces que nos urgen a entender que su vida no es unapelcula en blanco y negro. El arte de entender sus vidas est en descubrir la gama de grises y lacombinacin de elementosa veces contradictoriaque forman parte de su cotidiano vivir. Sonvidas de logros y fracasos. De miedos y amenazas que se combinan con satisfacciones y gozos. Autonoma que se gana a pulso, con esfuerzo. Independencia que tiene un costo que enocasiones se paga y en otras se trasmuta por otros valores. Es con el matiz que sus vidas yrelatos nos obligan a buscar, que lograremos descubrir los secretos de los costos y beneficios dela jefatura femenina.

    Rosilda es una mujer de 39 aos que vive con cuatro de sus cinco hijos en una casa propiade una colonia popular de Guadalajara. Este hogar es, desde hace cinco aos, de jefaturafemenina, cuando Rosilda decidi separarse del marido. Ella relata la situacin de violenciacotidiana en la que vivan:

    "Desde que me junt con Juan, el que fue mi marido, fueron puros problemas, fue muydifcil. Juan era muy borracho y me golpeaba a mi y a los nios cada vez que seemborrachaba. Se emborrachaba seguido. Al principio yo no tena miedo, pero luego devarios aos de esa vida de golpes si me di miedo...Yo viva con miedo...luego, despus deunos aos, con todo y el miedo saqu mis uas y trataba de defenderme, yo le responda sil me gritaba, le responda si l empezaba a golpearme...claro que me daba unaschingas!...ahora mis hijos me reprochan que nunca los defend (cuando el padre losgolpeaba) y yo les respondo que yo no los defenda porque yo tambin tena miedo, tenamucho miedo...

    Rosilda intent mejorar la situacin a travs del convencimiento al marido de quecambiara su forma de ser y sus hbitos de bebida, pero no logr nada. La razn que ella esgrimaeran los cinco hijos que haban procreado: "mira, Juan, los nios estn creciendo, debemoscambiar, debemos procurar una mejor vida, por ellos (los hijos)". La respuesta del marido, quienle hizo ver que no estaba dispuesto a cambiar, fue lo que llev a Rosilda a tomar la decisin dedejarlo. Ya lo haba intentado en otras ocasiones. Despus de algunas golpizas ella se iba, consus hijos, a casa de algn pariente, pero volva al cabo de un tiempo, cediendo ante las splicasdel marido/padre de sus hijos. "Pero esa vez yo si estaba decidida, eso fue hace cinco aos. Decid dejarlo y esa vez ya no solo me fui con mis hijos, agarr mi estufa, mis cosas, lo que pudesacar de la casa y me fui con mis hijos y mis bultos a casa de mi mam. El fue despus apedirme perdn, como lo haba hecho otras veces, pero yo le dije que yo estaba firma, que habadecidido dejarlo y que no iba a volver. Nunca volv".

    El grupo domstico de Rosilda se sostiene de las contribuciones que hacen tres de sushijos: la mayor, Guadalupe, que no vive con ellos sino con la abuela materna, contribuye con 100pesos a la semana (de los 200 que gana de su trabajo como empleada domstica). Carlos, quienes un joven de 18 aos que estudia preparatoria y trabaja como ayudante de cocinero en unacadena de cafeteras de la ciudad, gana 400 pesos a la quincena (netos, despus de pagar cuotas

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    del seguro y la mensualidad de su uniforme) y le da 200 pesos a su madre cada quince das. Esdecir, 100 a la semana. Estela, una joven de 16 aos, trabaja de manera muy eventual y Rosildano cuenta con contribuciones de ella de manera sistemtica. De hecho, Rosilda "intercambipapeles" con ella (sus propias palabras), pues el arreglo que haban hecho, que consista en queRosilda trabajaba (en casas, como empleada domstica, lavando y planchando) y Estela sequedaba en la casa al cuidado del quehacer domstico y la supervisin de los dos hermanospequeos, no funcion. Al decir de Rosilda, su hija Estela es "rebelde, floja y cuachalota": sesala de "vaga" con las amigas y malgastaba el dinero que Rosilda le dejaba para la compra de losalimentos en ingredientes caros con los que difcilmente poda elaborar un men adecuado parala familia. De esta manera, Rosilda y sus hijos sobreviven con los ingresos de dos de los hijos yel presupuesto familiar, en marzo de 1997, era de 200 pesos a la semana. Con eso, les alcanzapara muy poco. Rosilda vive preocupada por encontrar la frmula para hacer "estirar" esosdineros y hay das que slo comen frijoles. Rosilda participa en grupos de ahorro, "tandas", paraforzarse a juntar dinero para gastos que irremediablemente tiene que hacer: composturas de lacasa, zapatos para los hijos, etc.

    Sera ingenuo negar la condicin de pobreza en la que Rosilda y sus hijos viven. Sinembargo, es evidente que ella y sus hijos han logrado obtener ventajas a cambio de dichaescasez:

    1) Condiciones de vida ms armnicas: Rosilda relata: "Mis hijos me preguntan si noextrao a Juan (el marido), que si no me hace falta. Yo les repondo que aunque me haga falta...lavida era tan difcil que no, no me hace falta, aunque pasemos tantas dificultades de dinero. Estoymucho mejor ahora, aunque sufrimos mis hijos y yo por falta de dinero, pero aquella vida era tandifcil... y ahora estoy, estamos, mejor".

    2) Autonoma para decidir quin trabaja y cmo se organizan para combinar la generacinde ingresos y el cuidado de la casa. Rosilda tiene la posibilidad de organizarse, junto con sushijos, para hacer este tipo de arreglos domsticos sin la interferencia de un marido que impongasus deseos y condiciones. Decidir si se queda en casa o sale a buscar y a desempear un trabajo,es algo que las mujeres que viven con sus maridos no siempre pueden hacer.

    3) Autonoma para decidir el uso de los ingresos. Rosilda tiene, evidentemente, lalimitacin de los muy bajos ingresos al hogar. Sin embargo, ella decide si -con los escasosahorros provenientes de la tanda en la que participa- le organiza una fiesta a su hijo Carlos parasu graduacin de preparatoria, compra calzado para el hijo de 14 aos, o "lecherea" el techo paraque en la temporada de lluvias no se meta el agua a la casa. Por supuesto, le preocupa que tieneque escoger. Ella quisiera poder atender todas las necesidades que ve como apremiantes, yescoger implica atender unas y dejar pendientes otras. Pero escoger canalizar los recursos haciauna u otra necesidad es algo que las mujeres que viven con sus maridos no siempre pueden hacer.

    4) "Altos" niveles de escolaridad de algunos miembros del hogar. Rosilda no hasacrificado la escolaridad de Carlos, su hijo, a cambio de mayores ingresos generados por unadedicacin exclusiva al trabajo. Aunque Carlos ha tenido que trabajar desde hace varios aos,para ayudarle a su madre con una contribucin quincenal, ha trabajado de tiempo parcial para nodejar sus estudios. Mas an, Carlos forma parte del coro del teatro Degollado, y los tiemposdedicados a estudiar msica y "vocalizar" (palabra de Rosilda) son respetados por Rosilda y el

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    resto de los miembros del hogar. Me pregunto si estos logros, en un contexto semejante depobreza, son alcanzados en hogares de jefatura masculina, en donde con frecuencia el padredecide que los muchachos de esa edad18 aosdeben convertirse en trabajadores de tiempocompleto. Me pregunto tambin si el que un hijo varn forme parte de un grupo coral es bienvisto por hombres de valores tradicionales.

    Percepciones sociales de la jefatura de hogar:Aurora, amiga cercana y vecina de Rosilda, habla de su amiga como una mujer "que tiene

    muchas necesidades. "Pobrecita, vive en una situacin muy dificil. Es sola, ella, su marido laabandon y tiene muchos problemas". Es interesante contrastar la opinin de esta mujer con lanarracin que hace la propia Rosilda, en la que ella aparece como la que tom la decisin de laseparacin y no como una mujer abandonada (y pasiva). Para Aurora, quien vive con su maridoy sus tres pequeas hijas en un arreglo nuclear, apegados a los roles tradicionales de hombreproveedor y mujer del hogar (aunque de hecho vende pan y hace otros "trucos" para obteneringresos y ayudar a la economa domstica), la vida de su amiga es una con ms necesidades quela suya. Aurora dice: "yo conozco gente que tiene mucha ms necesidad que yo, nosotros notenemos tanta necesidad, tenemos el sueldo de mi marido, gracias a Dios". Es decir, no necesitanayuda que provenga de fuera de su casa porque tiene marido y estan bien con los ingresos delmarido. La situacin de mujer sola de su amiga es distinta. En el discurso de Aurora aparecenindicadores de las percepciones y las representaciones que, sobre las distintas situaciones de lasmujeres: en este caso tener o no un hombre responsable/proveedor en casa, las mujeres mismashan construido, mismas que forman parte de los elementos diarios que conforman su vida, susdecisiones y sus acciones. El hecho de que Aurora desve a su amiga Rosilda las despensas quelos hermanos cristianos le ofrecen a ella, en lugar de aceptar ella misma esa ayuda, nos indica unaaccin de solidaridad que est basada en su nocin de vulnerabilidad de las mujeres "solas" (y ensu vnculo de amistad, naturalmente). Rosilda, por su parte, acepta sin titubeos estas y otrasayudas. Aunque esta convencida que su vida ha mejorado en otros aspectos, acepta que ella y sushijos viven en una situacin marcada por la precariedad de ingresos. Su condicin de "mujersola" le otorga la legitimidad social de aceptar ayudas que provienen de fuera de su hogar (y defuera de su parentela).

    Tere y Jorge son una pareja que oscila entre el alejamiento de las normas tradicionales delas roles de gnero y el apego a ellas. Se trata de una unin consensual que data de hace un aopero que cuenta con una historia larga de romance, de encuentros y desencuentros, que empiezaantes de que Tere se casara con otro hombre y continua cuando Tere, ya separada de su primermarido, se vuelve a encontrar con Jorge en la ciudad de Veracruz. Ambos viven con tres de loscinco hijos que Tere tuvo en su anterior unin (los otros dos estn casados y viven en la mismacolonia, pero en casas aparte). Jorge, ex-marinero y actual velador de un restaurante, pasa lasmaanas de cada da durmiendo despus de sus jornadas nocturnas de trabajo. Antes de dormir,sin embargo, prepara el almuerzo para el, Tere y los hijos. Jorge es quien cocina en esa casa. Tere comenta: "nos ponemos a cocinar, pero yo llego y me acuesto y l es el que cocina. Sabehacer de todo...la comida veracruzana, como es de all, le sale muy bien. Aprendi a cocinar detodo en el barco, cuando andaba de marinero". Antes de esta unin, Tere estuvo casada con el

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    padre de sus cinco hijos (todos varones). El marido era muy borracho y desobligado. Enrealidad, aunque con el marido presente, Tere era la que tena que trabajar para mantener a sushijos. Tere se cans de esta situacin y decidi separarse de su marido. Aunque acepta que elproceso de criar sla a los hijos fue duro, Tere est orgullosa de haberlo logrado con "su propiotrabajo". Actualmente sus dos hijos mayores estn casados (ambos son policas) y de los tres queviven con ella y Jorge, uno trabaja como pen de albail (tiene 16 aos), otro no estudia nitrabaja (19 aos) y el ms joven es estudiante de secundaria (14 aos). El trabajo que Teredesempe durante el largo periodo como jefa de hogar (aproximadamente diez aos) fue el delavar y planchar en casas. Sacar a los hijos, dice ella, es complicado. Con ello no se refierenicamente al aspecto econmico, el que la madre tenga que trabajar para darles el sustentodiario. Tere habla de otros aspectos importantes de ser "padre y madre" (sus propias palabras) almismo tiempo. El de educar a los hijos, hacerlos responsables, alejarlos de los vicios. Se viforzada a tratarlos de manera "fuerte", a hablarles sin tapujos, a prevenirlos de los inconvenientesde "embarazar a la muchacha", de convencerlos de la necesidad de convertirse en hombresresponsables (no andar de vagos ni ser viciosos). Las narraciones que Tere hace de su vida comomujer jefa de hogar estn llenas de referencias a la hostilidad y el rechazo social que ella y sushijos tuvieron que soportar. Los otros nios del barrio agredan a sus hijos y los llamaban "jotos"porque Tere procuraba que anduvieran limpios, bien peinados y con la ropa planchada. Ella,como "mujer sola" ha tenido tambien que enfrentar a hombres que creen que su condicin demujer jefa de hogar la hace presa fcil para encuentros amorosos y clandestinos. "Como si el notener marido quiera decir que ahi anda uno buscando hombres". Aunque su relacin con Jorgeno tuvo la intencin instrumental de solucionar estos problemas (y de hecho Tere y Jorge hablande una fuerte atraccin y de un proceso de enamoramiento que dur varios aos de maneraerrtica y sin compartir vivienda ("relacin de visita" diran los expertos en tipos de unin), Tereafirma que la presencia de Jorge ha sido importante para cambiar las percepciones que losvecinos tienen de ellos (y mitigar sus amenazas y agresiones):

    "Eso sucedi en Veracruz, cuando le digo que yo me fui para all con mis hijos y mere-encontr con Jorge. Los nios del barrio les gritaban cosas a mis hijos, quienesestaban en la casa encerrados porque yo me iba a trabajar. Les echaban piedras de la callehacia el interior de la casa. Estos, que son buenos de cabrones, siempre lo han sido, lesrespondan aventando huevos a la calle...aqullo era terrible. Como Jorge era muyrespetado y querido en el barrio (todava no vivamos juntos) yo le ped que hiciera algo. Habl con los nios del barrio y defendi a mis hijos. No, si no hay como tener hombreque vea por uno. Yo mantuve a mis cinco hijos con mi trabajo, pero no hay como tenerun hombre a un lado para que no le falten a uno el respeto".

    Cuando Tere y Jorge decidieron vivir juntos Jorge se mud a Guadalajara y se instal enla casa que Tere construy a lo largo de muchos aos con el producto de su trabajo. La"reconstitucin" ha acarreado algunos cambios importantes: Tere dej de trabajar. "Ahora queJorge est aqu y me mantiene yo ya dej de trabajar. He trabajado mucho toda mi vida, puescuando viva con mi marido era l tan borracho que nunca pude depender de lo que l me daba. Yo no s como le hace Jorge, porque con los 180 pesos que le pagan a la semana le alcanza para

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    mantenernos: siempre hay frijoles, tortillas, sopita qu comer, tambin hay pescado, huevo, caf,no nos falta nada. La semana pasada compr los vidrios para reponer unos que estaban rotos. Desde que l lleg tenemos televisin, porque las teles las tenamos descompuestas, pero lleg ly las arregl. Si no hay como tener un hombre que vea por uno".

    Podra pensarse que en este caso hay una especie de "trade-off", en la que Tere ha optadopor abandonar su situacin de jefa de hogar a cambio de la "proteccin" (quien vea por uno) yque, de alguna manera eso ha implicado la prdida de autonoma que es frecuente encontrar enlas mujeres jefas de hogar. Sin embargo, y dejando a un lado el hecho de que hay un vnculo deafecto entre ambos, este "trade-off" no implica el regreso a una relacin tradicional. AunqueTere dej su propia actividad remunerada (y aqu ella tom la decisin porque estaba "cansada"de trabajar) hay indicios de relaciones distintas entre los cnyuges (el hecho de que Jorge cocina,de que Tere toma decisiones importantes, especialmente cuando stas involucran a sus hijos). Por otro lado, es importante enfatizar que se trata de una situacin en la que el nuevo hombre seha responsabilizado de las necesidades econmicas del hogar (s provee) y es un retirado delvicio del consumo de alcohol (fue muy bebedor en pocas pasadas pero Tere le puso, comocondicin para vivir juntos, que no volviera a probar el alcohol, cosa que ha cumplido, lo quehabla de una capacidad ms elevada de negociar en el mbito domstico).

    Reflexiones finales:

    Ms que enfatizar lo que sabemos y lo que en este texto ha sido expuesto, en esta ltimaseccin me quiero centrar en aspectos que continan sueltos y poco investigados.

    1) Los cambios recientes en los mercados laborales urbanos en Mxico apuntan hacia lamayor exclusin de muchos y la creciente precariedad de la mayora de los trabajadores. Pormayor exclusin me refiero al aumento del desempleo y a la cada vez ms marcada dificultad quelos habitantes urbanos tienen para encontrar un empleo y obtener ingresos de esa fuente. Porcreciente precariedad aludo a la situacin de irregularidad y eventualidad de los empleos y a laausencia de regulaciones laborales. Los mercados urbanos de trabajo en Mxico se caracterizan,actualmente, por la exclusin y la precariedad de grandes masas de trabajadores y por la tambincreciente polaridad entre estas masas y los pocos afortunados que cuentan con trabajos estables yrelativamente seguros. Sin embargo, hemos visto que estos cambios no afectan a todos losindividuos por igual y que hay grupos de edad que son especialmente vulnerables. Los varonesjvenes han experimentado los niveles de desempleo ms elevados de la historia (especialmenteen 1995 pero en general en estos ltimos cinco aos), lo que no ha dejado de imprimir supeculiar sello en las economas domsticas, en la organizacin de los hogares y en los patronesde unin de hombres y mujeres (Gonzlez de la Rocha 1996). Ahora bien, qu tiene que ver eldesempleo con la jefatura femenina? En el mbito de la posible o no relacin entre altos ndicesde desempleo y hogares la jefatura de hogar contamos con el anlisis de Corts y Rubalcava(1993), desarrollado en la ciudad de Matamoros. Estos autores encontraron que los"desocupados precoces" presentan niveles de escolaridad sustancialmente ms bajos que losjvenes que trabajan pero que son las condiciones familiares las que aparecen como ms

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    significativas (en el modelo de regresin logstica lineal). Entre estas condiciones familiaressobresale la jefatura femenina del hogar. Dicho estudio encontr que la desocupacin de estosjvenes est asociada a contextos domsticos de jefatura femenina. Los hallazgos de Corts yRubalcava apoyan lo planteado por Kaztman. Para este autor, "el debilitamiento o abandono delrol paterno hace a la sociedad menos capaz de regular reas importantes del comportamiento delas nuevas generaciones" (p. 94). Recordemos que en el estudio de caso de Tere se menciona quede sus tres hijos corresidentes, uno de ellos no estudia ni trabaja y, segn sus propias palabras,"me cans de buscar". Pero recordemos, tambin, que en el caso de Rosilda los hijos hanasumido el rol de proveedores y que, de los dos varones, uno estudia y el otro trabaja y estudia. Lo cierto es que los hogares de jefatura femenina, a nivel general en Mxico, son sostenidosprimordialmente por mujeres (Corts y Rubalcava 1994, 1995) y que son stas las que llevan lacarga ms pesada en la generacin de ingresos. Hay una enorme escasez de informacin y deanlisis sobre esta posible relacin y tendr que ser objeto tanto de estudios puntuales, como de11anlisis generales (estadsticos con grandes bases de datos).

    Tambin relacionado al fenmeno del desempleo de los varones, el tema del embarazosin unin contina esperando estudios sistemticos y profundos. Las mujeres jvenes que noestn dispuestas a sacrificar la maternidad pero que ven pocas alternativas viables en el "mercadode matrimonio" crecen en nmeros y en significado. Muchas son las mujeres jvenesentrevistadas en el transcurso de mis trabajos de campo que se deciden por tener hijos sin "tenerque cargar con un vago vicioso como marido". El matrimonio en esas condiciones es visto comouna carga, y la frase "mejor as, sola con mis hijos" es un testimonio de la decisin de prescindir,por lo menos durante una etapa de la vida, de una relacin que implique la corresidencia. Lo queesas mujeres han visto en su entorno social es, precisamente, el de las economas domsticascrecientemente feminizadas y el debilitamiento del rol de proveedor de la figura masculina. Lasmujeres de manera activa y visible, y los hombres de una forma ms oculta pero, al parecer,tambin ms pasiva, estn experimentando cambios profundos en su relacin. Las formas queasumen estas nuevas relaciones de gnero y los cambios profundos que stas tienen en lasconfiguraciones familiares y domsticas han sido slo atisbadas en este texto. Las prcticascotidianas de vivir en familia no han quedado al mrgen de los cambios sociales ms amplios. La transformacin de los espacios y relaciones ntimos es el resultado de los cambios sociales yeconmicos que tienen lugar en los mercados laborales y en las economas nacionales einternacionales. Pero es esta intimidad transformada lo que genera las bases de la convivenciadomstica, las relaciones intra-familiares y las formas y prcticas de las familias en Mxico.

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    CUADRO 1

    PORCENTAJE DE HOGARES DE JEFATURA FEMENINAMEXICO, CENTRO AMERICA Y EL CARIBE

    PAIS ANO HOGARES DE JEFATURA FEMENINA

    MEXICO 1990 17.31976 13.5

    PANAMA 1976 20.2COSTA RICA 1976 17.1

    1984 17.5GUATEMALA 1981 14.4

    1987 13.5

    GRENADA 1981 45.2SAN VICENTE 1980 42.4BARBADOS 1980 43.9MONTSERRAT 1980 42.1SANTA LUCIA 1980 39.0DOMINICA 1981 37.7MARTINICA 1982 34.7GUADALUPE 1982 34.1JAMAICA 1976 32.5

    1982 38.0TURKS/CAICOS 1980 32.4

    ANTILLAS HOLAND 1981 30.0HAITI 1977 29.1BERMUDA 1980 28.9CUBA 1981 28.2

    I. VIRGEN INGLESA 1980 25.4TRINIDAD Y TOBAGO 1980 25.4

    1987 28.6GUYANA 1980 24.0PUERTO RICO 1980 24.9

    REPUBLICA DOMIN 1977 20.91991 25.9

    ST. PIERRE 1982 20.6

    Fuente: United Nations, Demography Yearbook 1987, New York, ONU-Osaki y Themme(1992), Cuadro 2. Lopez e Izazola 1994. Cuadro tomado de Ariza, Gonzalez de la Rocha yOliveira, 1995.

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    CUADRO 2 TASAS ESPECIFICAS DE JEFATURA FEMENINA

    POR GRUPOS DE EDAD, 1976-1990

    GRUPO DE EDAD EMF 1976 CENSO DE 1990

    15-24 0.8 1.425-34 3.9 6.435-44 9.0 12.945-54 16.5 19.255-64 25.9 23.665 Y MAS 33.3 23.9

    Fuente: De Vos 1987 y Censo de Poblacin 1990. Tomado de Lpez e Izazola 1994.

    CUADRO 3DISTRIBUCION DE LA POBLACION FEMENINA SEGUN ESTADO CIVIL

    1960-1990

    ESTADO CIVIL 1960 1990

    Solteras 30.1 30.7Casadas 49.5 51.4Unin libre 9.6 8.4Viudas 10.0 6.3Divorciadas 0.8 1.2Separadas --- 2.0

    Fuente: VIII y XI Censos Generales de Poblacin y Vivienda. Tomado de Lpez e Izazola, 1994.

    CUADRO 4TIPO DE HOGAR SEGUN SEXO DEL JEFE

    TIPO DE HOGAR TOTAL HOGARES JEFATURA MASC. JEFATURA FEM.NUCLEAR 75.0 79.1 55.0AMPLIADO 17.3 15.4 26.5COMPUESTO 2.3 2.2 3.0UNIPERSONAL 4.9 3.0 14.1CORRESIDENTES 0.5 0.3 1.4

    Fuente: INEGI, XI Censo General de Poblacin y Vivienda, 1990. Tomado de Lpez e Izazola,1994.

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    CUADRO 5ACTIVIDAD DEL JEFE DEL HOGAR

    ACTIVIDAD JEFE JEFE HOMBRE JEFE MUJER TOTALTRABAJA 93.1% 51.0% 87.2%NO TRABAJA 6.9% 49.0% 12.8%TOTAL 86.1% 13.9% 100.0%

    Fuente: INEGI, muestra del 1% del Censo de 1990. Tomado de Corts y Rubalcava 1995.

    CUADRO 6HOGARES DE JEFATURA MASCULINA Y FEMENINA

    SEGUN NUMERO DE PERCEPTORES

    NUM. DE PERCEPTORES JEFE HOMBRE JEFE MUJER TOTALUNO 63.7% 57.4% 62.8%DOS O MAS 36.3% 42.6% 37.2%TOTAL 86.1% 13.9% 100.0

    Fuente: INEGI, muestra del 1% del Censo de 1990. Tomado de Corts y Rubalcava 1995.

    CUADRO 7HOGARES CON INGRESO SEGUN EL NUMERO DE MUJERES

    PERCEPTORAS Y EL SEXO DEL JEFE

    MUJERES PERCEPTORAS JEFE HOMBRE JEFE MUJER TOTAL0 75.2% 27.2% 68.5%1 20.2% 55.1% 25.1%DOS O MAS 4.6% 17.7% 6.4%TOTAL 86.1% 13.9% 100.0%

    Fuente: INEGI, muestradel 1% del Censo de 1990. Tomado de Corts y Rubalcava 1995.

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    BIBLIOGRAFIA

    Ariza, Marina, Mercedes Gonzlez de la Rocha y Orlandina de Oliveira, 1995, "Caractersticas,estrategias y dinmicas familiares en Mxico, Amrica Central y el Caribe", documentopreparado para la UNESCO.

    Buvinic, Mayra, Juan Pablo Valenzuela, Temstocles Molina y Electra Gonzlez, 1992, "Thefortunes of adolescent mothers and their children: a case study on the transmission of poverty inSantiago, Chile", mimeo.

    Buvinic, Mayra, "The vulneability of woman-headed households: policy questions and optionsfor Latin America and the Caribbean", ECLAC, LC/R.938.

    Castells, Manuel, 1996, "The Net and the Self. Working notes for a critical theory of theinformatioal society", Critique of Anthropology, Vol. 16 (1): 9-38, Sage, London.

    Chant, Sylvia, 1997, Women-Headed Households. Diversity and Dynamics in the DevelopingWorld, Gran Bretana: Macmillan Press Ltd.

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    -------------1988, "De por qu las mujeres aguantan golpes y cuernos: un anlisis de hogares sinvarn en Guadalajara, en Mujeres y Sociedad: salario, hogar y accin social en el occidente deMxico, editado por Gabayet, Luisa, et al., Guadalajara: El Colegio de Jalisco/CIESASOccidente.

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    -------------1991, "Family Well-being, Food Consumption and Survival Strategies duringMexico's Economic Crisis", en Mercedes Gonzlez de la Rocha y Agustn Escobar (eds.), SocialResponses to Mexico's Economic Crisis of the 1980's, La Jolla: Center for U.S.-Mexican Studies,UCSD.

    -------------1994a, "Household Headship and Occupational Position in Mexico" en EileenKennedy y Mercedes Gonzlez de la Rocha, Poverty and Well-being in the Household: CaseStudies of the Developing World, San Diego: Center for Iberian and Latin American Studies,UCSD, Working Paper No. 5. 1-24.

    -------------1994b, The Resources of Poverty. Women and Survival in a Mexican City, Oxford:Basil Blackwell.

    -------------1996, "Dilemas vitales y retos analticos. El impacto del desempleo en laorganizacin social de los hogares urbanos", ponencia presentada en el II CongresoLatinoamericano de Sociologa del Trabajo, Aguas de Lindoia, Sao Paulo, Brasil, 1-5 dediciembre de 1996.

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    Lpez Barajas, Mara de la Paz y Haydea Izazola Conde, 1994, El perfil censal de los hogares ylas familias en Mxico, Mxico, D.F.: INEGI.

    Oliveira, Orlandina de, Esternod y Lopez, s/f, "Familia y gnero en el anlisis sociodemogrfico"(versin preliminar), SOMEDE.

    Safa, Helen, 1995, The Mith of the Male Breadwinner: Women and Industrialization in theCaribbean, Boulder, Colorado: Westview Press.

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    Chant, Sylvia, 1997, Women-Headed Households. Diversity and Dynamics in the Developing1World, Gran Bretana: MacMillan Press Ltd.

    "The escape to freedom in the open, informational society may lead to individual anxiety and3 social violence until new forms of control are found that bring together men, women and childrenin a reconstructed family structure better suited to reconcile liberated women and uncertain men"(Castells, 1996: 25).

    Me temo que el cambio de nfasis es ms que un detalle de expresin: para Castells este3fenmeno es uno que las mujeres han ganado. Para Kaztman es algo que los hombres hanperdido.

    La especie de "defensa" de Kaztman deja un sabor amargo. No cabe duda de que se requieren4ms estudios desde la perspectiva de los hombres (en lo que se ha venido desarrollando en elcampo de la construccin de las masculinidades) para conocer si realmente una de las escasasfuentes de autoestima masculina es la autoridad familiar. Se tratara de una autoestima basada enla desigualdad que predomina en las jerarquas domsticas. Por otro lado, Kaztman ve a lasmadres solteras (y probablemente a los hogares de jefatura tambin, como una forma de"desorganizacin".

    Segn Safa (1995), tres cuartas partes de las mujeres entrevistadas en Puerto Rico (trabajadoras5de la industria del vestido) consideraban que sus familias no podran sobrevivir sin los salariosfemeninos. Las contribuciones de las mujeres representaban nunca menos del 40% del ingresototal anual de los hogares, aun en el caso de las mujeres solteras.

    La revision de los estudios sobre jefatura femenina realizada por Buvinic (1990) muestra que la6gran mayora de los analisis apoya la hipotesis de la mayor pobreza de estos hogares. De los 22estudios en distintas partes de America Latina, solo en tres se presentan evidencias contrarias. Vease tambin Gupta (1989), citado por Folbre (1991), quien encontro que, de 45 artculosrevisados, los hogares de jefatura femenina no estan sobre representados entre los mas pobressolo en siete de dichas publicaciones. Segn la informacin que ofrece la CEPAL, los hogares dejefatura femenina tienen ingresos sustancialmente mas bajos en cuatro de las cinco grandesciudades latinoamericanas estudiadas (CEPAL 1984).

    Mexico, con Guatemala y Costa Rica, esta caracterizado por una prevalencia reducida de7hogares de jefatura femenina, con menos del 20% del total de hogares en esta categoria. Algunos paises caribenos son de muy alta prevalencia, en donde mas del 40% de los hogares sonencabezados por mujeres (entre los que se encuentran Barbados, Granada y otras islas delCaribe). El grupo de alta prevalencia (30-40%) esta formado por Dominica, Guadalupe,Martinica y Turks/Caicos, y el grupo con prevalencia moderada incluye a Cuba, Puerto Rico,Republica Dominicana, Trinidad y Tobago y Belice con entre el 20 y el 30% de sus hogares conjefatura femenina (Ariza, Gonzalez de la Rocha y Oliveira, 1995). Ver cuadro 1.

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    Es necesario mencionar la dificultad tcnica para realizar este tipo de anlisis. Las definiciones8de jefatura femenina (y otras) cambian de un censo a otro. La jefatura del hogar, en el anlisis deLpez e Izazola, se refiere a la persona reconocida como tal por los miembros del hogar. Se sabeque esta definicin de hecho subestima el nmero de jefas, por lo que el nmero de hogares dejefatura femenina en los censos y en las encuestas regulares oficiales representan, como ellasmismas lo mencionan, una "cota mnima". El estudio de Garca y Oliveira (1994) parte de unadefinicin de jefatura que tiene que ver con la contribucin econmica de los miembros delhogar. Ellas proponen el uso del trmino "jefas econmicas" para ubicar y analizar alcontingente femenino que lleva la mayor carga y responsabilidad en sus hogares. En los estudiosrealizados por mi en Guadalajara, al igual que los de Chant en Quertaro, Puerto Vallarta y Len,los hogares de jefatura femenina son aqullos en los que, ante la ausencia del marido/conyuge,las mujeres amas de casa (madres) son quienes asumen el mltiple papel de jefas (lo que implicatanto responsabilidad econmica, de socializacin y educacin de los hijos, y de organizacin delos recursos al interior del hogar).

    Chant (1988, 1991, 1997) muestra que los hogares de jefatura femenina estn caracterizados por9una mayor participacin de mujeres y de jvenes en el trabajo, es decir, que hay una utilizacinmayor de la capacidad laboral de los hogares, en comparacin con los hogares de jefaturamasculina.. Esto ha sido igualmente encontrado en otros estudios de corte antropolgico. En elanlisis realizado por Gonzlez de la Rocha, tomando como base la informacin proveniente de400 hogares de distintas categoras sociales en Guadalajara, se encontr que 65% de las esposas,con marido corresidente NO participaban en el mercado de trabajo, comparadas con slo el 28%de las jefas de hogar Es decir, mientras que slo el 35% de las mujeres con marido corresidenteparticipan en el mercado de trabajo, el 72% de las mujeres jefas de hogar lo hacen. VaseGonzlez de la Rocha 1994a.

    Tomando en cuenta el ingreso total de los hogares y no el ingreso percapita.10

    Una de las ms recientes publicaciones del INEGI, Indicadores de empleo y desempleo, de11enero de 1997, no nos saca de la duda: simplemente no hay ni el menor intento de averiguar lascondiciones familiares de los desempleados.