Revista Vivienda Popular N°23

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Revista Vivienda Popular número 23 es una revista publicada por la Unidad Permanente de Vivienda de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República (Montevideo, Uruguay)

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Vivienda Popular

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2Vivienda Popular

Dr. Rodrigo Arocena

Dr. Arq. Gustavo Scheps

Orden docente: Arqs. Marcelo Payssé, Rafael Cortazzo, Fernando Rischewski, Jorge Nudelman, Marcelo Danza.Orden estudiantil: Bachs. María José Milans, Marcelo Martinotti, Luciano Carreño.

Orden egresados: Arqs. Gricelda Barrios, Néstor Pereira, Guillermo Rey

Dra. Arq. Maria Lucía Refinetti Martins, Dr. Soc. Álvaro Portillo, Mag. Arq. María del Huerto Delgado, Mag. Arq. Bernardo Martín, Arqs. Duilio Amándola, Raúl Fernández Wagner, Ricardo Muttoni

Arq. Raúl Vallés

Ing. Benjamín Nahoum

Unidad Permanente de Vivienda

Ing. Benjamín Nahoum, Arq. Raúl Vallés

Arq. Damián Bugna

Ing. Benjamín Nahoum

MASTERGRAFPagola 1823 Tel. 2203 4760

D.L. 349.879

Unidad Permanente de ViviendaFacultad de Arquitectura | Universidad de la

República

Rector

Decano

Consejo de Facultad de Arquitectura

Comité Editor

Director

Redactor Responsable

Realización

Comité Ejecutivo

Diseño y diagramación

Edición

Impresión

Vivienda Popular

VIVIENDA POPULAR es una publicación semestral de la Facultad de Arquitectura, UdelaR

Está permitida la reproducción total o parcial de los artículos publica-dos, citando al autor y la fuente.La realización de este número contó con el apoyo de los anunciantes y especialmente de la Dirección Nacional de Vivienda del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente

Las fotos que ilustran los artículos y que no tienen el crédito correspondiente, fueron proporcionadas por los autores o pertenecen a los archivos del Servicio de Medios Audiovisuales (SMA) y de la Unidad Permanente de Vivienda (UPV)

Unidad Permanente de ViviendaFacultad de Arquitectura - Universidad de la República

Bulevar Artigas 1031 CP 11200Montevideo, UruguayTeléfono: 2400 0706

email: [email protected] - 1510-7442

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Vivienda Popular

EDItoRIAl

la posible contribución de la innovación y la tecnología en la vivienda popular

tEmA DE tAPA

Reportaje al Arq. Francisco Beltrame

ReflexionesArq. Duillo Amándola

El orden de los factores altera el productoArq. Raúl Vallés

lo nuevo y lo buenoArqs. Laura Bozzo, María Calone, Giovanna Tedros, Ing. Benjamin Nahoum

InVEstIgACIón

Casas Concepto, Parte II. Mag. Arq. Bernardo Martín, Arqs. Eliana Alonso, Javier Díaz, Santiago Lenzi, María Lezica, Cecilia Tobler, Gustavo Traverso

la clave es el acceso al sueloDr. Soc. Álvaro Portillo

El saneamiento, ¿qué lugar ocupa en el programa habitacional?Arq. María Saravia y Msc. Arq. Eduardo Brenes

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Innovación y tecnologíaen vivienda popular

EnsEñAnzA

Habitarse Arqs. Valentina Soria y Rodolfo Martínez

InstItUCIonEs

nuevas prácticas de intervención urbanaAs. Soc.Florencia Bastarrica y As. Soc. Ximena Baráibar

los EstUDIAntEs PRoPonEn

la envolvente como herramienta proyectualBach. Cecilia Scheps

sUstEntABIlIDAD

Dos enfoques para un mismo desafío…el desarro-llo sostenibleDirección Nacional de Energía. Ministerio de Industria, Energía y Minería

lAtInoAmERICA

Entre a lógica do capital e o interesse coletivoAs. Soc. Evaniza Lopes Rodrigues

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Del 12 al 19 de octubre próximo se desarrollará en Montevideo el XXII Encuentro Latinoamericano de Estudiantes de Arquitectura (ELEA) “Espacios emergentes, resignificando límites”. La presenta-ción del Encuentro se pregunta: “¿Qué sucedería si nos permitiéramos suponer que existen varias ciudades coexistiendo dentro de lo que común-mente se entiende por Montevideo? ¿Hasta dónde llega esta ciudad como una sola, o como múltiples que colisionan, interaccionan, se tensionan y co-existen entre distintas dinámicas que las integran y dividen?” Y promete que durante el ELEA MVD 2013 se indagará, vivenciará, entenderá y actuará en ese espacio del límite entre las distintas disyun-tivas que se dan en la ciudad, abordándola desde una escala que permita inmiscuirse, construir las pequeñas narraciones urbanas, aprender de las situaciones en que se hace ciudad; esa protociu-dad o ciudad primitiva, de arquitectura espontánea, de pauta mutable y que logra traducir en su hecho material y político las dinámicas cambiantes de una ciudad en continuo proceso y construcción.

El Encuentro, de cuyos resultados daremos noticia en nuestro próximo número, incluye la convocatoria del Concurso CICAU (Concurso de Iniciación Científica de Arquitectura y Urbanis-mo) apuntado a estudiantes. Este concurso de trabajos de investigación, promovido por la Co-misión CoLEA-CEDA se realiza desde hace tres años y su cometido es promover el intercambio de conocimientos en relación a trabajos estu-diantiles de investigación, y enriquecerse mu-tuamente a partir de la diversidad de enfoques. Las distintas ediciones del concurso siempre se adscriben a la temática puntual del encuentro, realizándose dos exposiciones de trabajos por país. En el número 24 de Vivienda Popular, a editarse en noviembre próximo, también dare-mos cuenta de los trabajos presentados.

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Vivienda Popular

Convocatoria a publicar artículos

Vivienda Popular convoca a estudiantes de la Facultad de Arquitectura a presentar trabajos para su publicación en el N° 24 de la revista, a editarse en el mes de noviembre próximo. Los artículos deberán versar sobre aspectos vinculados con la temática de la revista: la vivienda de los sectores de la población de bajos ingresos. Los aspectos tratados por los artículos podrán ser proyectuales, tecnológi-cos, constructivos, económicos, de gestión o cualquier otro que tenga interés académico y social. Se podrán presentar trabajos realizados en un marco curricular o especialmente para su publicación en la revista.

En principio, en el N° 24 se publicarán cuatro tra-bajos. Podrán seleccionarse además otros para su publicación en la página web de la Facultad, en la sección de la revista o en la edición impresa del N° 25 (primer semestre de 2014).

Los trabajos a publicarse serán seleccionados por el Comité Editor de la revista, integrado por los Arquitectos Raúl Vallés (Director de la re-vista), Duilio Amándola, Bernardo José Martín, María del Huerto Delgado, Ricardo Muttoni, el Doctor en Sociología Álvaro Portillo y el Ingenie-ro Benjamín Nahoum.

Los artículos deberán tener una extensión máxima de ocho mil caracteres con espacios y podrán acompañarse con cuatro o cinco ilustra-ciones. En casos especiales, podrán aceptarse trabajos con más ilustraciones pero menos texto.

Los proponentes podrán sugerir una diagrama-ción tentativa del artículo, pero la versión final de la misma será realizada por el diagramador de la revista. Las imágenes deberán ser entre-gadas en escala de grises y con una definición de 300 dpi en tamaño real.

Los trabajos se recibirán en la Unidad Perma-nente de Vivienda, en horas de la mañana, hasta el 31 de agosto de 2013.

Por dudas o consultas dirigirse a: [email protected]

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La posible contribución de la innovación y la tecnología en la vivienda popular

EDITORIAL

nes y otros que descubren en pleno tercer mile-nio que la tierra o la madera se pueden utilizar para construir viviendas.

La discusión siempre es saludable si se hace con seriedad, profundidad y rigor, y sin temor a la introducción de nuevas propuestas y formas de hacer, pero tampoco sin temor a, llegado el caso, descartar esas propuestas si sus resul-tados no son los esperados. Para generar un de-bate de esas características decidimos dedicar el N° 23 de VIVIENDA POPULAR al tema del aporte de la innovación y la tecnología en esta importante cuestión.

La idea no era analizar propuestas concretas de alternativas tecnológicas y otras, aunque siem-pre es difícil eludir las referencias y los ejem-plos, sino discutir el asunto en forma general: qué puede aportar la innovación a la solución

ño, con uso del hormigón pretensado; el manejo de la escala aplicado por el Arq. Pérez Noble y sus socios en el Parque Posadas, y muchos otros. Todo esto a comienzos de los setenta, hace cuarenta años.

Sin embargo, periódicamente la necesidad de innovar vuelve a la discusión pública y últi-mamente la ha puesto allí el propio Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA), al elaborar en 2011 una nueva reglamentación de financiamiento para la producción de viviendas, buscando bajar costos y llegar así a más gente, mediante la innova-ción en los materiales, los procedimientos y la gestión. Pero estableciendo al mismo tiempo un riguroso sistema de estudio previo (el otor-gamiento del “Documento de Aptitud Técnica”) para caminar con seguridad en un campo en que hay también muchos vendedores de ilusio-

Desde hace mucho tiempo, en nuestro país se aplican propuestas innovadoras en materia de producción de vivienda popular, y esto con rela-ción a los materiales, a los sistemas y procesos constructivos y también respecto a los procedi-mientos de gestión.

Esto es tan así que -sólo para hablar de lo que pasó a partir de la aprobación de la Ley de Vi-vienda de 1968- la aplicación de ésta comenzó con innovaciones tan impactantes como la au-togestión por producción y propiedad colectiva, a través del sistema cooperativo; la utilización de variantes tipológicas que, reconociendo modelos, eran muy novedosas a nivel local, y la introducción de una serie de procedimientos constructivos por entonces casi revolucionarios, como los de prefabricación pesada aplicados por el Arq. Muracciole; la realizada a pie de obra por los programas cooperativos de mayor tama-

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de este problema, en todos los campos. Incluido el del proyecto, y en particular la tecnología, y cuáles aspectos de este problema requieren otro tipo de respuestas.

Nos propusimos presentar distintas visiones del tema, que reflejaran la complejidad del mismo y sus diferentes implicancias, y el peligro de los abordajes simplistas, tanto cuando se defiende su importancia casi exclusiva, como cuando se sostiene su irrelevancia frente a otras cuestiones.

Eso es lo que contiene este número. Para ello comenzamos con una entrevista al Ministro de Vivienda, Arq. Francisco Beltrame, para conocer los motivos que llevaron al MVOTMA a poner énfasis en este tema y cuáles son sus expec-tativas al respecto. La cobertura continúa con enfoques de quienes, desde la Facultad vienen trabajando este asunto desde hace ya dos dé-cadas y de quienes hoy son los responsables de emitir el Informe Técnico de Evaluación corres-pondiente, así como de integrantes de nuestro Consejo Editor.

No es una visión completa ni exhaustiva del tema, para la que nos faltaría el espacio nece-sario para dar cabida a los múltiples actores que tienen cosas para decir, pero creemos que

puede ayudar a plantear un debate que mucho bien le haría a esta cuestión, para evitar una polarización entre quienes desconfían de las varitas mágicas y quienes se quejan de que nos falta audacia para salir del trillo.

Y que puede ayudar también a que la conside-ración del problema se complejice, abordando los múltiples planos presentes, sin que por ello se vuelva abstrusa y hermética; pero también a hacer esa discusión más simple, yendo a lo esencial, sin por eso simplificarla ni reducirla; a poner en valor algunos de sus aspectos que a veces no se tienen suficientemente en cuenta, como que el problema de la vivienda no termina con el acceso, sino que tan importantes como éste son el uso y el mantenimiento; o que, cómo serán las viviendas, no interesa solamente a quienes vivirán en ellas, sino a todas las ciuda-danas y ciudadanos que se preocupen sobre cómo será la ciudad que así haremos.

En el Editorial de nuestro número 21, que abor-dó el tema de los costos de la producción habi-tacional, nos preguntábamos: “¿Se puede avan-zar aún más, innovando en tecnologías? ¿El proyecto puede contribuir a mejorar el producto, optimizando espacios, racionalizando detalles constructivos, sacando el máximo partido de los nuevos materiales, pensando los espacios

exteriores como la continuación y complementa-ción natural de las viviendas, aprovechando las posibilidades que ofrecen los barrios en que los nuevos conjuntos son implantados? ¿Podemos hacer, en definitiva viviendas económicas, que no sean viviendas pobres?”.

Y contestábamos: “Poderoso desafío, al que la Universidad, la academia, y la sociedad toda no pueden estar ajenas. (…) Esto no agota el tema, por supuesto. Se trata de invitar al aporte y al debate, desde una perspectiva crítica y realista, pero creativa, con la cabeza abierta y la imagi-nación a tope, para que la contribución de todos ayude a enfrentar mejor, uno de los problemas más grandes de nuestro tiempo.”

Esos conceptos también valen aquí. Benjamín NahoumRedactor Responsable

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Con el Ministro de Vivienda, Arq. Francisco Beltrame

Que una tecnología sea válida, dependerá de quién se la

apropiaReportaje de Raúl Vallés y Benjamín Nahoum.

Fotos de Alberto Marcovecchio.

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TEMA DE TAPA

VIVIEnDA PoPUlAR - ¿Qué importancia le asigna el MVOTMA a la contribución de la in-novación y la tecnología en la solución del pro-blema de la vivienda popular y qué formas cree que puede asumir?

Arq. Francisco Beltrame - Yo creo que esa contribución es una necesidad, que debe ser multicausal y que uno espera “multiefectos”. Hay temas que tienen que ver con disminuir o al me-nos atenuar los costos, pero un segundo aspec-to es que esa contribución nos permita optimizar el uso del suelo, que es un factor muy importan-te para las políticas que intentamos desarrollar,

en lo que tiene que ver con los conceptos que establece la Ley de Ordenamiento Territorial, pero también con el crecimiento de los distintos pueblos y ciudades de nuestro país. Eso nos permitirá mejores localizaciones en la medida que estemos haciendo un uso más integral del suelo, lo cual implica trabajar con centralidades y con lugares en que las ciudades cuentan con equipamiento y con infraestructura.

Por otro lado, también hay una necesidad de innovación en algunos programas que son muy importantes para el Ministerio, por la participa-ción de la gente, y que yo a veces digo que se-

El tema del uso de procedimientos alternativos para la producción y gestión de procesos habitacionales está sobre la mesa desde el co-mienzo de la presente administración, y el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA) ha dado pasos

significativos para promoverlos, como la Reglamentación 2011 para el sistema cooperativo, que apunta justamente a los procedimientos innovadores en la construcción y gestión, y el sistema de expedición de Documentos de Aptitud Técnica (DAT) para validar el uso de

nuevos sistemas constructivos. El Arq. Francisco Beltrame ha tenido mucho que ver en ese proceso, primero como Asesor de la Direc-ción Nacional de Vivienda, al tiempo que era presidente de MEVIR, y ahora como Ministro. Se imponía, por lo tanto, recabar su opinión.

Lo que sigue es la transcripción de la charla del Ministro con VIVIENDA POPULAR.

guimos aplicando criterios que son de las tablas de Moisés. Por ejemplo, las veintiuna horas de trabajo semanal para las cooperativas de ayuda mutua, en una realidad que cambió totalmente respecto de la que existía cuando eso se diseñó. U otros temas, como la relación del salario peón con su incidencia, o algunas tradiciones del cooperativismo de los setenta u ochenta que se fueron perdiendo.

VP - ¿Por ejemplo?

FB - Bueno, yo recuerdo que en los ochenta, cuando hice mi tesis, había un conjunto de

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aportes tecnológicos del movimiento coopera-tivo, y me refiero a la comunidad que partici-paba en esa actividad, que integraban los IAT, que tenía aportaciones propias y originales. Hoy cuando miramos lo que se está haciendo vemos que se usan básicamente los mismos parámetros que la construcción tradicional más clásica, sin signos de identidad. Hay temas de éstos que son claros: el por qué, tiene que ver con la escala, con las posibilidades; la crisis petrolera del ´73 marcó una inflexión, porque nos obligó a buscar alternativas, pero después no hemos sido consecuentes con la búsqueda de aportaciones.

Pero también se trata de incorporar tecnología que no sea cualquier tecnología y por eso implementamos un sistema de evaluación que nos permita asegurar que la tecnología que incorporemos aporte determinado valor, porque también en los años transcurridos más de una vez hubo ventas de espejitos de colores.

Quizá haya algunos aspectos más a mencionar pero creo que estos temas son los fundamenta-les: el esfuerzo en la ayuda mutua, la búsqueda de soluciones que nos permitan un mayor uso integral del suelo, el poder acortar los plazos de ejecución. Y esto también lo vemos desde la óptica de los recursos que disponemos, bus-cando con menos hacer más, que es el desafío que tenemos.

VP - Ahora, cuando ustedes hablan de inno-vación tecnológica, ¿en qué otras cosas están pensando, además de los sistemas prefabrica-dos o seriados?

FB - Los sistemas de prefabricación son necesarios cuando se piensa en acortar los

plazos de obra, pero también está la “tecno-logía social” aplicada a la construcción, por ejemplo en la conformación de los grupos. También es cierto que todo eso se da en una materialidad, y que esa materialidad la aporta el soporte físico en el cual estemos actuando y ahí volvemos a la importancia de optimizar esos procesos.

VP - ¿Tecnologías alternativas o innovación tecnológica?

FB - Yo creo que las dos. El problema es que cuando hablamos de tecnologías alternativas tenemos algunos problemas más fuertes para la determinación y definición de están-dares y la verificación de su cumplimiento. Por ejemplo, el Ministerio está abocado a impulsar que se use mucho más la madera, y recientemente ha desarrollado una interesan-te experiencia piloto. La cuestión es tener un mecanismo que te permita generalizar estas cosas. Porque las experiencias individuales pueden ser exitosas o negativas, pero se trata de tener parámetros que permitan generalizar esas conclusiones y esto es válido para el proceso de construcción de las viviendas, pero también para el tratamiento de efluentes y otros temas. En el Uruguay tenemos dificul-tades para sistematizar y sacar conclusiones que después permitan desarrollos.

Y también cuando hablamos de madera, de barro, o de otros sistemas, tenemos que estar pensando en la necesidad de la escala a la hora de intervenir y ahí es cuando se entran a plantear algunos conflictos, porque a veces nos ponemos fundamentalistas, agarramos algo, levantamos el estandarte y terminamos en que lo demás no sirve.

VP - ¿Qué experiencias de innovación tecno-lógica aplicadas en los últimos tiempos pensás que han dado resultados positivos y cuales han dado resultados negativos?

FB - Sobre estos temas no sólo estamos pen-sando: la invitación es a que pensemos, que creo que es la clave de esto, porque la única forma de desarrollarlo es tener un nivel de análi-sis amplio que nos permita ir incorporando ele-mentos y abriendo nuevas ventanas a medida que vamos avanzando. En lo que yo he estado involucrado directamente es en un programa reciente, experimental, con un sistema cons-tructivo de origen italiano, el “M-2”, que consiste en paneles de “espuma-plast” de alta densidad con malla electrosoldada y proyección de ma-terial, del cual en nuestro país había algunas experiencias, hace bastantes años, que habían presentado algunas debilidades.

VP - ¿Qué tipo de debilidades?

FB - No habiendo estado directamente in-volucrado en la ejecución de aquellas expe-riencias es difícil opinar sobre las causas de esas fallas, pero es indudable que a veinte o veinticinco años de aquellas experiencias ha habido un nivel de aporte en la puesta a punto y en el uso que permitirían superarlas y además, por lo que conozco de aquellas ex-periencias, creo que en algunos casos fueron bastante caseras. Eso agregó “factores de riesgo”, y pasa que cuando uno intenta pro-bar alguna cosa, si no aísla las variables, los factores, y quiere probar ocho cosas a la vez, donde te fallen dos corrés el riesgo que se desbarate todo y no sepas por qué. Por eso los escalones de complejidad hay que irlos in-corporando a medida que se comprueba que

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la idea básica funciona. En el caso del M-2 se hizo una experiencia que no incorporó mano de obra benévola. Se trabajó con una tipolo-gía de planta baja y dos niveles, la ejecución llevó diez meses y el resultado lo valoramos como positivo.

VP - Pero tú mismo has estado vinculado a otras experiencias de incorporación de tecnolo-gía, toda la primera etapa de las cooperativas, en los setenta, con la prefabricación en las “Me-sas” y el “José Pedro Varela”…

FB - Bueno, ahí hubo muchas cosas buenas y otras complicadas. Hay cosas de aquella época que uno destaca, algunas más fáciles de reedi-tar y otras no tanto. Toda la experiencia de pre-fabricado a pie de obra, fundada en una escala de intervención que fue factible, entre otras cosas, porque fue previa a la crisis petrolera. En todas aquellas experiencias que en el Uruguay se venían desarrollando simultáneamente, el factor locomoción, traslado, equipos necesarios las inviabilizaron, y a eso se sumó el tema de la escala, porque lo que servía para tres mil vivien-

das en construcción no servía para trescientas. Y además hay una cantidad de cosas que se han ido dejando de lado por la imposición de patrones culturales que nos han ido ganando, y que hacen que si no vemos pilares y vigas y hormigón, ya no nos sirve, y creo que eso es un preconcepto que nos ha ido llevando a dejar de lado cosas como las losetas de ladrillo, por ejemplo, solución de la que soy fanático.

VP - Tú hoy mencionaste que tras muchos años de transitar por ricas experiencias hoy nos en-

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contramos con cosas que se vienen repitiendo, en particular en el sistema cooperativo, con cierto anquilosamiento. En ese sentido, ¿qué im-portancia le das en todo esto al proyecto, tanto como mediador en esto de la tecnología, como en la relación entre la vivienda y la ciudad?

FB - Por las dudas: los adjetivos los pusieron ustedes. Pero, hablando en serio, sí creo que es clave y que en esto hay un primer problema, en el caso de las cooperativas, que es en qué forma se vincula el equipo de asesoramiento técnico con el grupo. Porque creo que el rol del asesoramiento implica entre otras cosas explici-tar, discutir, confrontar criterios, y creo que eso es un tema difícil al cual no le hemos entrado como se debería, muchas veces por los tiempos de los procesos, o por la simplificación de los términos del problema, que hacen que no se discuta realmente a fondo.

Pero además a mí me preocupa que en deter-minado momento en el Uruguay vos hablabas de movimiento cooperativo y eso se identi-ficaba con algunos signos inequívocos, no solamente en la imagen, en la tecnología, sino en la creación y jerarquización de espacios, donde había uno público, uno semipúblico en diálogo con el público, hasta llegar a la vivienda: espacios que hacen a la convivencia,

y no es casualidad que cuando hoy miramos algunos problemas que tenemos en la convi-vencia también hay una relación con lo que ha sido la producción de la vivienda y el hábitat, que juega un papel importante. Hoy no hay una firma, un “sello”, de movimiento cooperativo, en parte también porque el lenguaje de las coo-perativas fue aprehendido por otros sectores productores de vivienda, pero también porque no ha habido una reelaboración de propuestas de esa experiencia.

VP - En eso el proyecto juega un rol importante.

FB - Sí, pero aparte del proyecto también juega la inserción, la ubicación en la ciudad. Yo creo que en estos años han variado los niveles de exigencia. Hace diez años la preocupación de los trabajadores era cómo parar la olla. Al irse

dando soluciones en materia de empleo, recu-peración salarial, etc., emergen otras necesida-des y eso se evidencia claramente en el tema vivienda, que antes, frente a otras necesidades más acuciantes no estaba -siendo una necesi-dad sentida- en el primer orden de prioridad.

Cuando uno es joven y le ofrecen una “so-lución” de vivienda, está dispuesto a irse a cualquier lado. Pero cuando empieza a tener un desarrollo familiar y comunitario. empiezan también las nuevas demandas, que son legíti-mas, pero que a veces a la hora de buscar un lugar no necesariamente las tenés en cuenta: el aprovisionamiento, la guardería cuando tenés botijas, la escuela, la policlínica: en ese sentido creo que el rol de los técnicos aseso-res es clave para ir pensando esto con mayor integralidad y previsión.

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VP - Eso en el caso del movimiento coopera-tivo, pero ¿qué pasa cuando, como sucede en otros sistemas, no hay un equipo técnico que dialogue con el usuario, cuando “se proyecta desde afuera”?

FB - Bueno, en los programas que desarrolla el Ministerio hay parámetros sobre en qué lugar se ubican, en qué forma, y en eso esta-mos poniendo mucho énfasis en lo que esta-mos exigiendo y nos estamos autoexigiendo desde el punto de vista de la ciudad y también de la calidad del producto. Yo lo planteaba respecto al movimiento cooperativo porque es justamente el sistema en que existe interlo-cución, pero obviamente la incorporación de tecnología, de innovación, tiene que redundar en todos los sistemas. Ustedes se acordarán, allá por los ochenta un programa del Banco Hipotecario que tenía un tope de precio y las empresas dijeron “este precio no da” y eso terminó en una huelga de ofertas e inmediata-mente subió el precio. Por eso es importante que esa innovación sea apropiada por actores que permitan que haya precios testigo a la hora de tomar las decisiones.

VP - Ahora, cuando uno escucha hablar de tecnologías y de innovación, le entra la preocu-pación que a veces la tecnología aparece como

una varita mágica, como si sólo fuera cuestión de ponerse a pensar para llegar a la solución.

FB - Pensar que la tecnología es mágica es de una ingenuidad absoluta; pensar que es gratis, también. Yo creo, como decía antes, que el tema va por cómo discurre ese diálogo entre la tecnología y la apropiación que hace la gente de determinados procedimientos que tienen que demostrar sus virtudes. Y es claro que no es que vayamos a hallar una solución. Yo siempre digo que la virtud que tiene este Plan Quinquenal es que recoge lo que para mí es una de las bases de la Ley de Vivienda del 68, que es que no se juega ni a un único sistema de producción ni a una única forma, sino que intenta abrir un abani-co de soluciones, porque las necesidades de la gente no son todas las mismas, ni se presentan con la misma intensidad.

Yo creo que con la tecnología pasa lo mismo: si pensamos que con un sistema constructivo y solamente con tecnología resolvemos el proble-ma… estamos en el horno. Nos vamos a pegar contra la pared en la primera de cambio. Que una tecnología sea válida dependerá de quién se la apropia, de qué forma la incorporamos como un elemento más y en eso el tener precios testigo en la producción de los distintos compo-nentes es fundamental.

VP - De lo que tú decís surge que la tecnología no puede ser una cajita cerrada, que uno no sabe que contiene y sólo recibe el resultado, porque no es posible apropiarse de algo que uno no sabe en qué consiste...

FB - Claramente no; y también tengo muy claro que si esto no se lo apropian básicamente los sectores sociales, lo único que vamos a estar haciendo es generando un sistema alternativo a la construcción tradicional que aunque valga el 50% no va a bajar más que en un 10%.

VP - Tú mencionabas una preocupación res-pecto del aporte que realizan los destinatarios en los sistemas de ayuda mutua: qué tipo de aporte, qué valor le damos a ese aporte. ¿Es posible pensar en nuevas modalidades, ya no sólo la mano de obra de peón, sino mediante el aprendizaje y capacitación y la incorporación de tecnología, o el acceso a otros materiales?

FB - Todos hemos tenido algunas experiencias que lamentablemente no hemos sistematizado, pero yo recuerdo cooperativas que, por ejemplo, tenían capacidad en carpintería y pudieron ob-viar ese subcontrato u otro caso, más folclórico, de un cooperativista que tenía un caballo y, en un terreno en el que había mucho barro, aporta-ba el trabajo de su caballo, llevando una rastra

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que trasladaba materiales. O cooperativas que, por su lugar de emplazamiento, tenían muchos socios con trabajo zafral en verano y tenían un cronograma y un compromiso de horas distinto en verano y en invierno, porque los tres meses de verano eran los que permitían parar la olla todo el año. Este tipo de cosas, de adaptar las reglas a la realidad, tenemos que pensarlas más en colectivo, tenemos que reelaborarlas.

VP - Ahí volvemos a ligar el proyecto con la tecnología…

FB - Sin duda. Esto amerita discusiones profun-das, con propuestas alternativas profundas y probadas. Por ejemplo: quien diga que el aporte se produce sobre la base de la “sereneada” durante el proceso de obra, está soslayando que la diferencia económica la produce el tra-bajo, la producción, y no lo que es subsidiario a la producción.

VP - Otra preocupación que aparece con el em-pleo de algunos sistemas constructivos, es que, por el tipo de construcción asociado, se puede correr el riesgo de seguir “desdensificando”, ¿Qué opinás de eso?

FB - En eso hay que compatibilizar distintos elementos y eso es parte de los riesgos y las

dificultades. Porque no es fácil en cualquier lugar de la ciudad realizar conjuntos de una escala que permita la incorporación de algu-nas tecnologías, y uno de los problemas que tenemos es la utilización de la tierra existente y la integración a la ciudad. Y otro problema más es cómo generamos esa escala con los sistemas que tenemos de adjudicación, que en determinado momento nos llevaron a optar por el sorteo, en discusión con las organizaciones de destinatarios.

VP - Eso tiene ventajas e inconvenientes…

FB - Tiene ventajas desde el punto de vista de la transparencia y la equidad, pero hoy se advierte que tenemos que pensar en otros sistemas, quizá de cupos por ciudades, porque el sistema actual fragmenta mucho. Hemos tenido dificultades también en la respuesta a otros temas: por ejemplo, cuatro cooperativas que están construyendo en dos manzanas y tenemos problemas para que construyan un salón comunal único, que les dé más poten-cialidades. Pero hay préstamos distintos, son distintas cooperativas y el tema del sorteo hace que no se puedan considerar como “paquetes”; tenemos que avanzar en esto, tenemos que ir elaborando propuestas para solucionar cada uno de estos problemas.

VP - Aquí se usó mucho las llamadas “tecnolo-gías alternativas” en los noventa, y algunas no habilitaban a proyectar conjuntos de cierta den-sidad. ¿No iremos a correr el mismo riesgo, de no salir de las viviendas de uno o dos niveles, y no usar con eficiencia los servicios existentes?

FB - Es parte del riesgo. Y un riesgo alto. Porque eso a su vez se conjuga con el rol que tienen que tener los institutos asesores, las federaciones, con relación al preconcepto mental de qué es lo que aspiramos, porque las tipologías de un nivel o dúplex tienen un factor común que se llama “fondo igual parrillero” y eso está incorporado en el ADN de la aspi-ración de la vivienda en el Uruguay. Hay que superar ese preconcepto.

VP - Eso está vinculado también con el factor localización. Tú hoy decías que la gente des-pués que obtiene la vivienda empieza a pensar en otras cosas que hacen a su habitar y la anticipación a eso está claro que no se la po-demos pedir a la gente, pero sí a los técnicos y a las federaciones. ¿Está claro también que se lo podemos pedir a las oficinas públicas?

FB - Las políticas públicas que estamos impul-sando van en ese sentido. El problema es cuan-do te encontrás con la presión para que se habi-

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liten zonas en que eso está en franco déficit. Ahí es fundamental el rol de los técnicos, mediando en la explicitación de las dificultades. El hecho que tanto se critica que tenemos un reglamento demasiado rígido en sus exigencias de infraes-tructura y equipamiento, en definitiva no es más que tratar de usar inteligentemente los recursos, tratando de aplicarlos de forma que no tenga sobrecostos ni para la familia, ni para el grupo o la sociedad. Ahora si el técnico, en vez de valo-rar eso, sale con que el Ministerio no aprueba el terreno porque “son unos burócratas”, está faltando a la misión que le corresponde, al sim-plificar los términos de esa forma.

VP - ¿Hay un déficit de vivienda o un déficit de ciudad?

FB - Las dos cosas. Déficit de vivienda sin duda que hay, aunque nos falta ir al microdato para

conocerlo mejor. Y déficit de ciudad sin duda que sí. Vivimos varios tsunamis, como país, como sociedad. Buena parte de los problemas que hoy están más presentes en la agenda, como el de la seguridad, no están aislados del déficit de vivienda y de ciudad, porque si uno entra a pensar en la política que se aplicó, en que vivienda eran cuatro paredes y un techo, sin diferenciación de áreas, sin diferenciación de necesidades, pero sí estaba diferenciado que era en la periferia, y por lo tanto sin acceso a un montón de satisfactores, ve que ahí hay un lindo cóctel que hay que atarlo necesariamente en el análisis con esos otros problemas, para ver las causas y efectos.

VP - En esos problemas de localización, una política de tierras más fuerte, del Ministerio, de las Intendencias, ¿no podría ser una gran contribución?

FB - Sí, lo que pasa es que muchas veces del diseño a la materialización, quienes hemos es-tado en obra sabemos las dificultades que hay. En el diseño eso está, la cuestión es efectivizar-lo. En 2012 se dieron los primeros traspasos de tierras de los Ministerios a la Cartera de Tierras del MVOTMA y en este momento hay un nuevo llamado, importante, para adjudicación a coope-rativas, y estamos trabajando fuertemente para avanzar en concreciones en este campo. Ahora, ahí tenemos las contradicciones de la escala, de las alturas, del sistema de producción: con quién lo hacemos y esto tenemos que estar pensando permanentemente cómo atarlo.

Creo que hay otros instrumentos que también van a estar aportando a la configuración de la ciudad, a un desarrollo más equilibrado. Por lo menos en Montevideo es claro que hay zonas donde se había comenzado a densificar, todo lo que es la franja Barrio Sur, Palermo, Cordón, y que comienzan a tener niveles de construcción, o mejor de reconstrucción de ciudad. en zonas privilegiadas en equipamiento e infraestructura y que teníamos, realmente, abandonadas. El entorno del Cementerio Central, por ejemplo, en dos o tres años va a ser irreconocible para lo que era antes.

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Las tecnologías en la producción de la vivienda social

ReflexionesDuillo Amándola

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TEMA DE TAPA

Abordar este tema, sin caer en la especulación inconducente o en el reduccionismo simplista, es un riesgo, más aún cuando hay tantos pensa-dores que se han ocupado de interpretar y tratar en profundidad los problemas relacionados con la ciencia, la tecnología, y la sociedad.

Pero las repercusiones que generaron las diferentes opiniones expresadas públicamente, con referencia a las tecnologías vinculadas a la producción de la vivienda social, nos obligan a tomar este riesgo, conscientes que detrás de las consideraciones que se emiten hay un espesor de conocimientos importante, que sustenta la opinión aportada, al igual que para-digmas operantes.

Gran parte de quienes estamos vinculados a la producción, tanto en los gremios, como en la universidad, venimos transitando un proceso de apertura a la investigación, experimenta-ción, e innovación tecnológica en el área de la vivienda social, realmente importante. En parti-cular en el terreno de aquellas propuestas que se relacionan con las tecnologías “duras”1.

1 Según el ordenamiento dado para comprensión y estudio de este tema, en función de los campos específicos que éstas abar-can, y que diferencia entre tecnologías “blandas”, de gestión, y tecnologías “duras”, de construcción.

El escenario actual muestra una situación favo-rable para la consolidación de cambios cuali-tativos, que complementan el notable esfuerzo que han implementado diferentes actores para satisfacer la demanda de vivienda de los más amplios sectores de la sociedad.

A este proceso se le han incorporado reciente-mente tres nuevos motores que han operado des-de su inicio en forma independiente y diacrónica.

-Uno accionado desde el Ministerio de Vivien-da, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA), en particular desde el ámbito de la Dirección Nacional de Vivienda (DINAVI), a partir de la implementación de un Reglamento que establece las condiciones para el otor-gamiento del Documento de Aptitud Técnica (DAT), en el cual consta que un componente, sistema constructivo o proyecto, cumple con los “estándares de desempeño para la vivienda de interés social”.

Este modo de abordar los sistemas construc-tivos implica un “aggiornamiento” conceptual importante, en tanto se apoya en la verificación del cumplimiento de requisitos de desempeño (en este caso los propuestos por el MVOTMA) y no en la aplicación de normas prescriptivas.

Como resultado de esta acción se empezó a ordenar el confuso universo preexistente de las “tecnologías alternativas”2. De este modo se hi-cieron explícitas sus prestaciones y se ha gene-rado un marco de referencia para quienes optan por construir con alguno de estos sistemas, como sucede en el caso de las Intendencias.

-Otro impulso provino del PIT-CNT y se dio a través de la creación del Plan de Vivienda Sindical (PVS). Las “tecnologías alternativas” fueron consideradas para algunos contextos de este plan, como una oportunidad para resolver el hábitat de las familias de trabajadores impli-cadas, procurando generar concomitantemente una ocupación calificada, la disminución de los plazos de construcción y el aseguramiento de los costos, entre otros propósitos.

-Un tercer motor ha venido operando desde el propio sector productivo de la Industria de la Construcción. Hace ya largo tiempo que en la construcción de diferentes programas, incluida la vivienda, la Industria viene incorporando distintos materiales, procedimientos y sistemas, tendien-do a racionalizar los procesos de construcción,

2 Si bien el término “tecnologías alternativas” es discutible, se ha optado por considerar como tal a las que no se encuentran referenciadas en la Memoria Constructiva del Ministerio de Trans-porte y Obras Públicas.

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reducir el trabajo artesanal, acortar los tiempos de ejecución, aumentar los niveles de calidad, garantizar resultados, etc.

Todo esto ha derivado en un cambio sustantivo, en un medio poco receptivo a los cambios y en el cual los actores ya posicionados y compro-metidos con otros modelos reaccionaron con cuestionamientos inconducentes, fundados en preconceptos, temores, o desinformación. Es obvio que desde ese posicionamiento, el análi-sis crítico no resulta constructivo.

Así se le han atribuido a las tecnologías alter-nativas las potencialidades de limitación de la densificación de la trama urbana, al no poderse construir en altura y dar como resultado un mo-delo inconveniente de vivienda independiente, con jardín y fondo con parrillero.

Este concepto no se corresponde con la rea-lidad constatada: primero, porque con excep-ción de aquellos sistemas tipo “contenedor”, que suelen ser producidos prácticamente en su totalidad en taller, los restantes, no pasan de ser combinatorias de componentes que resuelven de distinto modo, con mayor o menor complejidad, la eficiencia y la racionalidad de los cerramientos verticales, y en algún caso de los cerramientos superiores.

En su gran mayoría las fundaciones, los cerra-mientos móviles, las instalaciones eléctricas

y sanitarias, incluidas la losa sanitaria y la grifería, las terminaciones tales como pinturas, revestimientos, o pavimentos, etc. son los con-vencionales o “tradicionales”.

En consecuencia, si se dominan las tecnologías a las que recurren los profesionales, es posible densificar construyendo en altura con este tipo de sistemas; y en este sentido podríamos men-cionar innumerables ejemplos, en particular de edificios realizados en madera, material muy cuestionado aún hoy en nuestro medio.

También se sostiene que sólo se persigue el abaratamiento, lo cual no estaría mal y sin duda debería ser una aspiración, pero es bastante claro que la reducción de costo no proviene de la tecnología dura. Por lo expuesto precedentemente la mayoría de los sistemas aportan alternativas a los cerramientos vertica-

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les, y siendo conscientes de que la incidencia de los muros en el costo de la construcción de una vivienda compromete alrededor del 30%, ¿cuánto podría incidir un abaratamiento de los cerramientos para tener una significación im-portante en el costo total final?

Hay otros componentes de ese costo total final que también importan por su incidencia, y so-

bre los que se debe actuar. Estos son la tierra, las infraestructuras, y los factores sociales.

¿En definitiva, cuáles son las fortalezas de los nuevos sistemas?-la velocidad de ejecución; éste es un valor im-portante, ya que los tiempos que median entre la necesidad de vivienda y la accesibilidad a la misma resultan relevantes, cualquiera sea la fami-lia en cuestión. Tengamos en cuenta que algunas organizaciones como “Un Techo” capitalizan esta urgencia de la demanda para dar una respuesta por demás inconducente;-la incorporación de nuevos materiales ambiental-mente amigables, factibles de construir su traza-bilidad y eficientes en sus prestaciones;-la mejora de las condiciones de trabajo, salud ambiental y seguridad, mediante la incorporación de procedimientos, manuales y bancos de datos;-el desarrollo de nuevos conocimientos, habilidades, formas organizativas, de interacciones y de gestión.

Esto sin desconocer los desafíos y problemas a resolver, tales como la disponibilidad y la acce-sibilidad a ciertos recursos y materiales; la am-pliación y el mantenimiento de lo construido con estas tecnologías; la formación necesaria para un uso apropiado, o el diseño de un modelo de participación y apropiación que necesariamente será diferente al que conocemos.

A modo de conclusión afirmamos lo siguiente: si bien, al inicio, los avances tecnológicos no se apoyaban en un conocimiento profundo del universo circundante, en la actualidad éstos dependen cada vez más, de la búsqueda inten-sa de nuevos conocimientos y de caminos que permitan investigar, diseñar y producir de forma más adecuada a las necesidades sociales.

No debemos rehusarnos a la confrontación y someternos al “falsacionismo metódico” según los modelos de Karl Popper e Imre Lakatos (con base en el pensamiento de Thomas Kuhn), pues es la forma de avanzar.

La tecnología no es otra cosa que el conjunto de conocimientos científicos y empíricos, habi-lidades, experiencias y organización requeridos para producir, distribuir, comercializar y utilizar bienes y servicios, incluidos los conocimientos teóricos, prácticos, los medios físicos, el know how, los métodos y los procedimientos produc-tivos, gerenciales y organizativos, así como la identificación y asimilación de los éxitos y fraca-sos precedentes, las capacidades y destrezas de los recursos humanos.

En fin, lo que hace la diferencia en la cons-trucción de nuevos caminos es la forma en “el cómo” discutimos. Ése es el problema.

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El rol del proyecto en la superación del déficit de habitabilidad

El orden de los factores altera el producto

Raúl Vallés

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TEMA DE TAPA

En los últimos tiempos asistimos a un debate in-tenso sobre la necesidad de buscar alternativas tecnológicas para la vivienda de interés social. El énfasis puesto en el tema por el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA), así como el despliegue de todo un complejo sistema de certificación en torno al uso y viabilidad de sistemas cons-tructivos y componentes, han caracterizado el presente período.

La preocupación es sin dudas compartible, en la medida que el objetivo que se persigue es una reducción de los costos y tiempos de construc-ción, sin que por ello se rebajen estándares de calidad en los productos.

Hasta aquí la iniciativa resultaría plausible y hasta necesaria, si no fuera porque el problema del déficit de habitabilidad en el caso de la obra nueva (ámbito de aplicación de dichas preocu-paciones) no se resuelve solamente por medio de la materialización (lo matérico) sino por medio de, entre otras cosas, un proyecto urbano residencial adecuado.

Esta dimensión de la calidad del proyecto, como primer paso hacia una habitabilidad adecuada, es central en la búsqueda de me-jores resultados en la calidad de vida de los

hogares. A su vez, la integración socio-urbana de los proyectos resulta un componente clave para asegurar una base territorial pertinente y sostenible, sobre todo desde una mirada inte-gral de las políticas públicas.

Sucede que la mayoría de los sistemas y com-ponentes que se han presentado para su consi-deración, y en particular los que ha aprobado el Comité Técnico de Evaluación (salvo excepcio-nes), remiten a soluciones de baja densidad, en general unidades de un solo nivel y aisladas. Es decir, parecería que la alternativa tecnológica condiciona fuertemente el resultado.

Este es un mito frecuente en el desarrollo de políticas públicas de vivienda en América Latina (aunque en Uruguay irrumpe fuerte-mente recién en los ´90 y la experiencia no fue precisamente digna de repetición) donde, en aras de una supuesta eficiencia en los tiempos y costos, se condicionan los productos a tal punto que los resultados suelen generar más problemas que soluciones.

Por mencionar sólo algunos riesgos ya co-nocidos y harto debatidos: la baja densidad requiere mucho suelo, impulsando más y peores periferias en ciudades y centros poblados; el mantenimiento y las ampliaciones de sistemas

poco accesibles para la autoconstrucción fami-liar (modalidad propia de los hogares de bajos ingresos, destinatarios de estos experimentos) resultan siempre complejos, con lo cual la sus-tentabilidad en términos de apropiación y habi-tabilidad se compromete a futuro; etc., etc.

En cambio, si el centro de la preocupación estu-viera en la calidad del proyecto, y la tecnología fuera una herramienta al servicio de aquel, y no al contrario, entonces la búsqueda de alter-nativas tecnológicas estaría enmarcada en un concepto amplio, y la evaluación abarcaría a las propuestas en forma integral: esto es, proyecto urbano-arquitectónico, materialidad, sustentabili-dad y adecuación socio-cultural.

Puesta en ese orden, la “tecnología alternativa” pasa a ser un instrumento para el desarrollo del proyecto. Ésa debería ser la secuencia lógica de toda actitud innovadora. El proyecto, por definición, es quien debe dar el salto en “innovación tecnológica”, sin aceptar condicio-namientos previos. La industria que investiga sistemas, productos y componentes nuevos, debe estar al servicio del proyecto y en ningún caso condicionarlo.

Para poner un ejemplo: es como si el fabricante de chapas de acero condicionara la forma de los

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automóviles. Por el contrario, el diseñador de un coche decide no sólo sobre la forma del mismo, sino que también toma la decisión de utilizar o desechar la chapa de acero y sustituirla por fibra de carbono o de vidrio, en función de sus mejores prestaciones, desempeño, economía o posibilidades de nuevo diseño, que esos mate-riales posibilitan.

Hoy por hoy, es imperioso buscar alternativas para mejores soluciones en vivienda social, y ellas tendrán que venir necesariamente a través de la innovación mediante proyectos que en su resolución conjuguen buenos resultados a nivel urbano, tipológico y también tecnológico.

Si tenemos en cuenta que el mayor déficit que hoy sufrimos es urbano-habitacional y no sólo de “vivienda”, y que dentro de éste el mayor desafío está en proveer mejores soluciones de vivienda colectiva, programa mayoritario en la promoción pública, entonces el problema

del proyecto adquiere especial significación y desconocer esta dimensión es un riesgo que no deberíamos correr.

Nuevos sistemas constructivos o nuevos com-ponentes deberán ser utilizados en función de una idea previa de proyecto habitacional y urbano. Dos ejemplos de innovación en proyecto de vivienda social nos parecen ilustrativos de lo que venimos planteando: las Viviendas Rue de Meaux, en París y la cooperativa “COVICOR-DÓN”, en nuestra capital.

Las Viviendas de la calle Rue de Meaux, en París, son un proyecto de vivienda colectiva que pone el desarrollo tecnológico al servicio de una idea potente de vivienda colectiva. El Arq. Renzo Piano propone, mediante una modulación y ra-cionalidad extrema, un sistema prefabricado de cerramiento en base a módulos premoldeados, que admiten una sutil variación en la resolución de fachada del edificio.

La tecnología de moldes prefabricados se adapta en este caso a las condiciones del proyecto y lo potencia, al punto de resolver toda la envolvente apoyada en una estructura metálica que admite la subdivisión interior con elementos livianos. La solución tecnológica nace con el proyecto, pero es el proyecto el que propone la solución constructiva, la cali-dad de vida colectiva, su espacio central o su relación con la ciudad.

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Por su parte, COVICORDÓN, actualmente en construcción, es una cooperativa de viviendas por ayuda mutua, financiada por el MVOTMA, y responde a un proyecto de la Arq. Elbia Pa-lomeque, del Instituto CEDAS. Se trata de un bloque compacto de cinco niveles de altura y unos 80 m de desarrollo sobre la continuación de la calle Carlos Quijano, en pleno Barrio Sur. En esta propuesta se ha buscado racionalidad en la solución estructural, mediante el uso de piezas prefabricadas de grandes luces (vigas y losas premoldeadas en fábrica sobre pilares hechos en sitio) con la idea de mejorar los tiempos de producción, facilitar y potenciar el aporte de ayuda mutua del colectivo en aqué-llos rubros más livianos, como el llenado de carpetas de compresión o la tabiquería interior de yeso.

La cubierta superior se ha resuelto con paneles livianos de sándwich de chapa y espuma de

poliuretano, de rápida colocación priorizando el trabajo de los cooperativistas en el espacio interior. El proyecto apela aquí a la innovación tecnológica para una solución más racional de los elementos estructurales, considerando la especialización de la ayuda mutua en aquéllas áreas donde puede aportar mayor valor, pro-ductividad y eficiencia.

En ambos ejemplos la innovación tecnológica ha resultado fundamental para el desarrollo de la propuesta, pero ha sido el proyecto el que ha trazado las pautas, apoyándose en la tecnología disponible en su momento, para que permitiera resolver con solvencia los aspectos constructivos.

En resumen: la discusión debería centrarse en qué, cuándo, cómo y para qué utilizamos alter-nativas. El riesgo está una vez más en ver el árbol y no el bosque.

Referencias fotográficas

Viviendas de la calle Rue de meaux:_http://www.rpbw.com/project/31/rue-de-meaux-housing/#_http://brunomaxwel.files.wordpress.com/2012/07/422402_323730547669340_145629578812772_841691_1957130730_n.jpg_http://brunomaxwel.files.wordpress.com/2012/07/3954_l1.jpg

CoVICoRDón_Arq. Alina del Castillo

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Veinte años de evaluación de programas y tecnologías

Lo nuevo y lo buenoLaura Bozzo, María Calone, Benjamin Nahoum y Giovanna Tedros*

* Integrantes actuales del Equipo de Evaluación de Tecnolo-gías y Programas de Vivienda Social del Instituto de la Cons-

trucción de la Facultad de Arquitectura-UdelaR, junto a Noemí Alonso, actualmente en uso de licencia por asumir funciones

en la Intendencia de Montevideo. El presente artículo, ela-borado por los mismos, recoge elementos de publicaciones

anteriores del equipo, entendiendo que este esfuerzo de síntesis contribuye a la comprensión del aporte esperable de

la innovación y la tecnología.

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TEMA DE TAPA

Hace veinte años, en 1993, Felicia Gilboa fun-dó, con un conjunto de docentes del entonces Instituto de la Construcción de Edificios de la Facultad de Arquitectura, al que se unieron asistentes sociales, sociólogos, un sicólogo, un economista y un ingeniero, un equipo para eva-luar ”Programas y Tecnologías para la vivienda de interés social”. La idea era complejizar los criterios que en la época se usaban para tomar decisiones en materia de aprobación de esos programas, introduciendo otros aspectos además del costo inicial, por entonces la única variable considerada.

Que en un tema tan multifacético y delicado como la vivienda el criterio fuera que “lo mejor es lo más barato” caía por su propio simplismo, y más cuando lo caro o barato se refería exclusi-vamente al costo inicial de la unidad, dejando de lado aspectos tan importantes como los costos de mantenimiento, los sociales y nada menos que la calidad del producto obtenido: arquitectó-nica, urbana y social.

Por ello, la evaluación de programas y tecno-logías es una de las metodologías recomen-dadas internacionalmente para permitir una mejora continua en este campo. Las conclusio-nes obtenidas aportan elementos importantes para adoptar decisiones y permiten optimizar

los resultados con relación a la inversión de recursos económicos, humanos y sociales realizada y son de provecho, no sólo para los actores públicos directamente involucrados, como el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA), sino también para otros organismos públicos vincu-lados a la problemática de la vivienda social, técnicos, investigadores y sobre todo, para los propios destinatarios.

El equipo constituido por Felicia puso a punto un modelo de evaluación1, haciendo muchas

1 La metodología puesta a punto y luego empleada, con varian-tes, en lo sucesivo, puede verse en: Gilboa. Nahoum, Alonso, Bracesco, Calone, Bozzo y Campoleoni. La Vivienda Social, Evaluación de Programas y Tecnologías. Montevideo: FArq UdelaR-SAU. 1999. Esa metodología consiste, sintéticamente. en la desagregación del análisis en tres grandes aspectos: físico, económico y social, los que a su vez se descomponen en una serie de criterios y subcriterios para describirlos más adecuada-mente, hasta llegar a un nivel en el cual se pueda utilizar indi-cadores de adecuación. El trabajo se realiza en base al estudio de recaudos, relevamientos de campo, entrevistas a usuarios y análisis de toda esa información y su consistencia. En el aspecto físico, se analizan factores como: seguridad estructural y frente al fuego; impermeabilidad; durabilidad; confort térmico; confort acústico; funcionalidad; emplazamiento, e imagen urbana; en el económico, el costo inicial total y el de mantenimiento; la mano de obra contratada ocupada; la utilización de insumos importa-dos, y el tiempo de obra; en el aspecto social, la respuesta que dan la vivienda y su entorno a las necesidades de los destinata-rios desde el punto de vista del ámbito familiar y el comunitario; el asesoramiento técnico previsto y efectivamente aportado, y la apropiación del hábitat producido por parte de sus destinatarios.

consultas y basándose en antecedentes de varios lugares, y en normas internacionales, y después lo sometió a prueba en algunos casos de mucho interés, como el “Conjunto Demos-trativo” realizado por el MVOTMA a principios de la década de los noventa; las experiencias piloto utilizando nuevos materiales y tecnolo-gías, promovidas por la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM) por las mismas fechas2; el catálogo completo de sistemas alternativos ensayado por el MVOTMA desde más o menos esa época hasta 2005, y su evaluación inte-gral: física, económica y social3, y un estudio comparativo de los resultados de aplicar, en programas de vivienda para sectores de muy bajos ingresos, procedimientos de gestión cooperativa o la producción “llave en mano” a cargo de empresas constructoras4.

2 Los resultados y conclusiones de esta evaluación, realizada por convenio con la IMM con el apoyo de CSIC, pueden verse en Alonso, Bozzo, Calone, Campoleoni, Fynn, Nahoum, Piperno, Rodríguez Muslera y Silva, Vivienda Social: Evaluación integral Antes y Después. Montevideo: FArq UdelaR-Tradinco 2008.3 Ver Vivienda Popular N° 21, 2011, Alonso, Bozzo, Calone, Cánepa, Gonnet, Fynn, Nahoum, Recalde, Rodríguez Muslera y Torán, Evaluación integral de quince sistemas constructivos ¿La tecnología es la solución?, resumen del libro del mismo título y los mismos autores, inédito.4 Este trabajo tuvo como producto final un audiovisual para la divulgación pública, disponible en las páginas web de la Facul-tad de Arquitectura-UdelaR y del Servicio Central de Extensión Universitarias y Actividades con el Medio de UdelaR.

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En todos los casos la evaluación comprende tres grandes aspectos, agregándose al económico, sin duda determinante, el también fundamental de los resultados físicos y sociales resultantes de emplear diferentes materiales, sistemas constructivos, tecnologías, tipologías, agrupamientos, escalas, equipamientos, modos de gestión y formas de participación de los des-tinatarios. Interesaba saber qué había pasado en cada caso estudiado, pero sobre todo aportar elementos para poder anticipar razonablemente qué iba a pasar en nuevos programas, pues en definitiva la decisión se toma antes de conocer qué resultados va a dar cada propuesta, si ésta no ha sido probada previamente. Y eso originó dos modalidades de trabajo, que se retroalimen-tan mutuamente, y que llamamos evaluación a nivel de proyecto y evaluación posocupación.

Una tarea semejante no puede pretender alcanzar resultados absolutos, sino más bien comparar alternativas y aportar elementos que permitan mejorarlas y hacer más eficiente y eficaz el esfuerzo que hace la sociedad toda, y en muchos casos los propios interesados, para llegar a mejores soluciones. Por eso en todos los casos se buscó cruzar la que se evaluaba con otras modalidades, por ejemplo introduciendo construcción tradicional cuando se analizaban sistemas alternativos a ésta, o programas

construidos por autogestión por cooperativas cuando el universo se componía casi exclusiva-mente de conjuntos realizados y gestionados por empresas privadas.

Veinte años y muchos conjuntos evaluados después, ya se posee un conjunto de conclusio-nes muy consolidadas, cuya relación tomamos del trabajo para el MVOTMA ya citado, pero que se reproduce en grandes rasgos en cada uno de los estudios realizados:

1. Cuando se comparan programas que usan tecnologías similares y tienen costos también semejantes, realizados por autogestión, con otros realizados por empresas sin participación de los destinatarios, hay una gran ventaja a favor de los primeros. Esta conclusión, que en una mirada simple puede parecer trivial (la in-tervención de los destinatarios, participando en la ideación, gestación y aún en la elaboración

del producto, debería mejorar necesariamente éste) no sólo no es la idea general que se tiene, sino que explicarla lleva a advertir que eso pesa mucho más que las diferencias en infraestructu-ra, logística, know how y capacidad económica, rubros en los cuales la autogestión corre con claras desventajas.

2, En cambio, cuando se introducen aspectos como los sociales y la calidad física y urbanís-tica de las realizaciones, y el factor costo de mantenimiento, los sistemas constructivos no parecen tener una incidencia relevante en el resultado global de una evaluación integral, a tal punto que los mismos sistemas, con diferentes circunstancias, aparecen la parte baja, media y alta de las calificaciones. Se da el caso sinto-mático que los resultados de utilizar la misma tecnología pueden dar el mejor y el peor resul-tado, dependiendo que en la gestión participen los destinatarios o no (caso del sistema “FC2”

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en la evaluación de los programas demostrati-vos promovidos por la IMM) y aún que, con un mismo sistema de gestión, el resultado puede variar sustancialmente cuando el gestor concre-to cambia. Y lo mismo sucede, tanto se empleen tecnologías “alternativas” como el llamado “sis-tema tradicional”5.

3. En el aspecto físico, las evaluaciones desta-can a los conjuntos realizados con materiales naturales, respetando las técnicas indicadas e insertos en zonas consolidadas; las tipologías de viviendas mínimas o incompletas, y los conjuntos construidos en la periferia, muestran debilidades que no son compensadas por las economías realizadas, que no son significativas a nivel de inversión total y menos cuando se la considera por metro cuadrado. Se revelan también como muy importantes algunas fallas en sistemas constructivos no tradicionales con detalles no adecuadamente resueltos y las debi-lidades de algunos proyectos.

4. En las situaciones de mayor pobreza se constata que el acceso a una vivienda mínima sin otros apoyos de carácter social y laboral,

5 Estas denominaciones tienen sus incongruencias: se llama “alternativos” a sistemas tan antiguos como la construcción con tierra o madera, de antigüedad milenaria, y ”tradicional”, a la que utiliza hormigón armado, material inventado a fines del siglo XIX.

tiende a recrear la situación anterior en lo que refiere a las condiciones de habitabilidad. Las dificultades para mantener las viviendas y me-jorarlas, y sobre todo un uso muy intensivo de espacios e instalaciones por el mayor grado de hacinamiento, unido a crecimientos y agregados de muy mala calidad, provocan un rápido dete-rioro de la calidad de vida que ofrece la nueva vivienda. Es necesario tener en cuenta estas dificultades para evitar el recurso indiscriminado a soluciones mínimas.

5. Destaca especialmente el rol que juega en estos programas el proyecto, tanto de la vivien-da como del conjunto, que influye notoriamente en el resultado físico, permitiendo mejorar mucho la calidad de la vivienda, sin aumentar costos o aumentándolos muy poco. El estudio cuidadoso de los detalles constructivos, en sistemas en los que no se posee una experien-cia previa importante, permite evitar problemas que luego repercuten sensiblemente sobre la calidad y prestaciones del producto. Las fallas de ejecución también se revelan como una fuente de patologías.

6. Se observa que existen algunos detalles críticos que, al no ser bien resueltos a nivel de proyecto, generan sistemáticamente patologías, como la aparición de humedades localizadas en

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los encuentros entre elementos constructivos prefabricados o entre éstos y los fabricados en sitio, cuya unión no ha sido bien resuelta.

7. El grado de organización alcanzado (y conservado) por los destinatarios contribuye a superar, o al menos mitigar, las situaciones de mayor vulnerabilidad, al utilizarse mejor los espacios y equipamientos comunes, y realizar-se trabajos de mantenimiento y reparación en forma colectiva.

8. Los programas de esfuerzo propio, tanto in-dividual como colectivo, presentan las menores inversiones unitarias iniciales y están entre los de menor costo de mantenimiento, tanto si se utilizan sistemas de construcción “tradicionales” como “alternativos”. Si bien la primera circuns-tancia encuentra una clara explicación en el ahorro de mano de obra generado y en la mayor eficiencia de esa forma de gestión, ya mencio-nada, la razón de los bajos costos de manteni-miento no es tan evidente. Ella parecería radicar en que al elegirse el sistema constructivo con participación de los destinatarios y con un asesoramiento técnico que procura optimizar la calidad de la solución y no la ganancia económi-ca, el mantenimiento es objeto de una preocu-pación que no se evidencia en los programas de producción mercantil, cuyo norte es minimizar

el costo inicial y que no siempre han tenido el control de calidad necesario.

9. El costo del mantenimiento anual necesario por metro cuadrado está en el orden de aproxi-madamente el 2 al 5 por ciento de la inversión por metro cuadrado. Esto significa que, en pro-medio, prácticamente el gasto en mantenimien-to estaría implicando una inversión equivalente a la de una vivienda nueva semejante al cabo de unos treinta años. A su vez, la relación entre

los gastos necesarios para el mantenimiento y la cuota de amortización resultante de la in-versión realizada en cada caso, aún con tasas subsidiadas, es realmente impactante. El man-tenimiento en casi todos los casos representa el 50% o más de la cuota de amortización y en algunos casos, incluso la iguala. Si este es-fuerzo no se tiene en cuenta al dimensionar el financiamiento (circunstancia en que general-mente sólo se analiza la relación cuota/ingre-sos familiares), como ya dijimos, el destinatario se enfrentará a la disyuntiva de pagar su deuda o cuidar su vivienda, lo que probablemente lo lleve a no hacer a cabalidad ninguna de las dos cosas, y sobre todo la segunda.

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10. La influencia del área en los costos no aparece muy clara, quizá como consecuencia de compensaciones: una mayor área diluye en el valor por metro cuadrado el sobrecosto de los servicios, que generalmente no aumenta proporcionalmente con el área, pero en general corresponde a programas de mejores y por consiguiente más costosas terminaciones.

11. La comparación entre construcción “tra-dicional” y prefabricada en tiempos y costos no permite arribar a conclusiones demasiado tajantes; en todo caso, no se confirma la afir-mación generalizada de que la prefabricación los reduzca siempre, en lo que influyen de manera determinante los procesos de ejecución y los procedimientos de gestión. El empleo de autoconstrucción o ayuda mutua extiende los plazos, por la necesidad de compatibilizar el ritmo de obra con el aporte de trabajo de los destinatarios, pero igualmente las diferencias no son notables.

12. La existencia de espacios personales ade-cuados en la vivienda es uno de los satisfac-tores más apreciados y que más contribuyen a una evaluación favorable del ámbito familiar, sobre todo en los casos de población que viene de situaciones de carencias importantes. La satisfacción por el ámbito comunitario, en cam-

bio, está muy relacionada con la existencia o no de organización social dentro de los conjuntos, más allá de la existencia de vínculos entre sus habitantes, así como con la percepción o reconocimiento de organizaciones sociales del entorno, que expresa la inclusión social o no, en el mismo, de los habitantes de los conjuntos. El asesoramiento técnico brindado a los destina-tarios (antes, durante o después de la construc-

ción) es otro elemento determinante, tanto en la elaboración de los proyectos colectivos, como en la formación para la convivencia y vínculo con el barrio, y en el apoyo para el mejoramiento de la vivienda.

13. En cuanto a la apropiación que los destina-tarios hacen de las viviendas y los conjuntos, se destaca como un elemento positivo que en

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ma de producción, lo que debería conducir a minimizar su peso en la toma de decisiones o a penalizar fuertemente los incumplimientos.

El hecho que las calificaciones bajen en la eva-luación posocupación respecto a la realizada a nivel del proyecto de los programas (en lo físico, pero también en lo económico y en lo social) muestra que la visión que surge del estudio de la información a ese nivel aparece como “optimista”, quizá porque en la etapa de posocu-pación aparecen nuevos actores y realidades, que introducen variantes: la ejecución; la gestión realizada; los destinatarios reales y sus carac-terísticas; el uso que se da efectivamente a las viviendas y los conjuntos; la aparición de patolo-gías, que naturalmente no estaba prevista.

15. La evaluación global, poniendo en conside-ración aspectos físicos, económicos y sociales, permite observar mejor fortalezas y debilidades, pero el resultado final muestra que en general ningún programa tiene una calificación destaca-da si en alguno de los aspectos presenta obje-ciones importantes; por el contrario, las califica-ciones globales mejores corresponden a buenas calificaciones en todos los aspectos. Por lo mismo, el peso relativo que se dé a lo social, lo económico y lo físico, no modifica sensiblemen-te los resultados. Sin embargo, hay que tener en

relación con el grado de organización alcanzado por los habitantes de cada conjunto y su conti-nuidad en el tiempo.

14. Cuando se compara las previsiones con lo realmente sucedido, el cumplimiento de los plazos se revela como el factor que presenta mayores apartamientos, sin que en esto sean determinantes el sistema constructivo o la for-

la mayoría de los casos el padrón original se mantiene, lo que revela el valor que se da a lo alcanzado; actúan como elementos positivos el tener algún tipo de documentación sobre la propiedad, así como la realización de pagos, no necesariamente ligados con la formalización de la titularidad. El uso, conservación y mante-nimiento de los locales comunales y su mante-nimiento en el ámbito colectivo está en fuerte

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como los proyectuales, las formas de gestión y las condicionantes y potencialidades urbanís-ticas asociadas. Por lo tanto, si bien la aptitud técnica aparece como una condición necesaria, la toma de decisiones debería también hacer jugar esos factores.

Se han usado en el Uruguay numerosos siste-mas constructivos “no tradicionales” para cons-truir vivienda social, con resultados diversos, pero en general sin una evaluación previa inte-gral que permitiera conocer sus posibilidades, ventajas e inconvenientes. Toda esa producción constituye un verdadero laboratorio a escala real, ya que algunos cuentan con años de habi-tados, por lo que su evaluación permite conocer su comportamiento efectivo, orientando futuras intervenciones y no debiera ser dejada de lado. La Facultad de Arquitectura ha realizado numerosos estudios al respecto, pero también existe información muy valiosa en otros ámbitos, como organismos públicos (Banco Hipotecario, Agencia Nacional de Vivienda, los organismos que los precedieron, las Intendencias), así como en los institutos de asesoramiento técnico, las empresas y las organizaciones de destinatarios.

No siempre los sistemas elegidos permiten efectivamente aprovechar los nuevos materia-les, el uso del suelo, utilizar insumos apropia-

dos, optimizar tiempos, costos y mano de obra, y adecuarse a las necesidades de los usuarios, presentando a veces problemas por deficien-cias propias de los sistemas, mala ejecución, o aplicación en situaciones desaconsejadas. Las experiencias negativas con algún sistema o el simple desconocimiento de su comportamien-to, pueden incluso generar un rechazo hacia las tecnologías innovadoras; para revertirlo, debe ofrecerse una información completa y objetiva de las características de cada sistema, sus cualidades, condiciones de uso y mante-nimiento y costos, que permita garantizar las ventajas ofrecidas y que no aparecerán proble-mas posteriores.

Por otro lado, siendo el suelo con servicios uno de los insumos más importantes, costosos y en ocasiones escasos, en la producción de vivien-da social, es fundamental optimizar su uso, empleando sistemas y proyectos que utilicen las densidades de edificación más eficientes, lo cual es un elemento de gran incidencia en la definición del tipo de ciudad que se produce.

Tener en cuenta las conclusiones de todos los estudios efectuados, también es una forma de innovación y de incorporación tecnológica, quizá tan importante como descubrir un nuevo mate-rial o idear un nuevo procedimiento.

cuenta que cuando se sintetiza una evaluación que contempla aspectos muy diferentes entre sí, se producen “compensaciones”, lo que ratifica la importancia de esa síntesis, pero también la de analizar al mismo tiempo los resultados en cada aspecto parcial, ya que una evaluación global satisfactoria podría estar escondiendo valores inaceptables en alguno de ellos.

En el conjunto de las evaluaciones realizadas y los programas analizados, se constata que no existe una clara diferenciación de resultados en-tre los que emplearon tecnologías “innovadoras” o “alternativas” y los que emplearon la construc-ción “tradicional”, en cada uno de los aspectos considerados y fundamentalmente en lo global.

Conclusiones

La exigencia por el MVOTMA de un certificado de aptitud técnica para la utilización de nuevos sistemas en la producción de vivienda social es un gran avance en la reglamentación de la misma, al obligar a analizar sus prestaciones previamente a su aplicación y permitir obtener y sistematizar valiosa información al respecto. Sin embargo, el estudio no debería quedar allí, ya que existen otros aspectos a considerar, especialmente los sociales, y otros factores que pueden ser de gran incidencia en el resultado,

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Talleres de acción urbana. Encuen-tros Latinoamericanos de estudian-tes de Arquitectura ELEA.

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Casas Concepto*(II)

* La formulación conceptual de este trabajo pertenece al Equipo de Casas Concepto, coordinado por el Mag. Arq.

Bernardo Martín e integrado por los Arqs. Eliana Alonso, Javier Díaz, Santiago Lenzi, María Lezica, Cecilia Tobler y Gustavo

Traverso. El equipo de Casas Concepto fue designado en un llamado abierto de la Facultad de Arquitectura-UdelaR y

seleccionado por una Comisión integrada por Marcelo Danza, José Luis Sancho y Raúl Vallés, designados por el Consejo

de Facultad de Arquitectura, Isabel Erro en representación del MVOTMA y Lucio de Souza en representación del Plan Juntos.

El desarrollo del texto del presente artículo corresponde al Arq. Andrés Cabrera Recoba.

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El desafío de Casas Concepto está en encontrar bases operativas simples y concretas que integren los com-plejos parámetros del hábitat, la densidad y las infraestructuras para el desarrollo de viviendas de bajo costo

inicial, a partir de la habilitación de variadas opciones de estructuras básicas mejorables, con la participación del usuario y la posibilidad de personalización tanto de los productos iniciales, los procesos (tránsitos)

y por lo tanto de los productos finales. En oposición a los modelos y prototipos la creación de una plataforma de proyectos posibilita diversas alterna-

tivas de configuración geométrica, espacial, material, tecnológica, de uso del suelo, inserción en la ciudad consolidada, agrupamientos, plan de gestión, montos de inversión, etc.

Se adopta la idea de la casa en la parcela como rango de trabajo, como postulado de estrecho vínculo entre vivienda, suelo y producción. Se transita por la idea de mínimo, de agrupamiento y de densidad; se realizan

ensayos de la plataforma a través de algunos desarrollos proyectuales para lo cual se fijan restricciones opera-tivas de tipo funcional, dimensional y material cruzadas con la dinámica cambiante de los grupos destinatarios.

Éste es el segundo de una serie de dos artículos.

INVESTIGACIÓN

tREs // tREs CAsos

Restricción dimensional 1 l 5 fajas

El sistema de fajas puede ser más corto o más largo en relación a la geometría del pre-dio, a las actividades de los ocupantes que im-pliquen dotaciones de espacios libres amplios (caso de zonas de producción-cultivo como estrategia de supervivencia), o por el contra-rio que sean zonas urbanas sin retiro frontal

y/o lateral, donde la disposición eficiente de infraestructuras urbanas obligue a densificar y minimizar el ancho de frente de las parcelas debido a su mayor costo.

En el desarrollo de nuestro ejercicio hemos definido las cinco fajas como un rango inter-

medio óptimo que permite el desarrollo de una amplia gama de viviendas en la plata-forma, pero está claro que no es la única, y surgen soluciones originales y motivantes si desde cinco avanzamos hacia los dos extre-mos, es decir menos o más fajas.

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Restricción dimensional 2 l bloques 12x19x39 cm

En el interior del equipo de Casas Concepto, se ha manejado la técnica del mampuesto de hormigón o bloque de hormigón hecho en obra

como una posibilidad de ensayar el enunciado genérico de la plataforma, a pesar de que tam-bién se hicieran incursiones con la madera y existiendo posibilidades de desarrollar experien-cias concretas, con la técnica del barro.

Las ventajas del uso del bloque de hormigón desde el enunciado de la plataforma son:-elemento conocido y de uso corriente por las clases populares,-técnica sencilla y versátil para el desarrollo de otros componentes asociados resueltos con el mismo material como losetas, bloques calados, pavimentos modulares, etc., permitiendo la construcción de muros, cubiertas y accesorios,-tamaño considerable del mampuesto que per-mite una rápida ejecución,-buena capacidad portante hasta tres niveles,-fácil, rápido y mínimo equipamiento para su producción a pie de obra,-capacidad de la técnica de vincularse dimen-sionalmente a otras técnicas complementarias como las placas de madera y yeso (122 x 244 cm), los tirantes de pino tratado (325 o 445 cm), etc. -alineamiento con el Plan Juntos que lo utiliza como una de las tecnologías principales de construcción debido a la colaboración de em-presas con el suministro a mínimo costo de los materiales para elaborarlos.

FIGURA11: Cinco fajas

FIGURA12: El bloque de hormigón

Restricción dimensional 3 l ancho parcela 8,20m

Este ancho de parcela permite generar una banda de servicios, una línea de unidades com-plementarias y dos de unidades funcionales, además de las líneas de muros internos y de limites de la parcela.

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FIGURA13: Combinaciones según anchos de parcela

3 casos l 3 planes de tránsito l 3 crecimien-tos I 3 historias

En virtud de no contar con un caso real para ejercitar y poner a prueba la plataforma es que desarrollamos hipótesis de trabajo en relación a la variable de la cantidad de habitantes y su aparición en el tiempo.

Esta aclaración es válida en la medida que se trabajará en un plano abstracto respecto a las condiciones del sitio, como su conformación física de niveles, tipo de suelo, ubicación relativa en la ciudad respecto a centros de enseñanza, salud, parques, etc., a las normativas munici-pales del sector o cualquier otro elemento que constituya un dato de la realidad.

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Caso 1

FIGURA14: Caso 1. Plantas del desarrollo del plan de tránsito

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Caso 2

FIGURA15: Caso 2. Plantas del desarrollo del plan de tránsito

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Caso 3

FIGURA16: Caso 3. Plantas del desarrollo del plan de tránsito

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FIGURA17: Imágenes de corte perspectivado, materialidad.

FIGURA18: Imagen exterior de viviendas apareadas

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CUAtRo // agrupamientos I densidad

Agrupamientos, unidad de unidades

La producción de viviendas individuales y aso-ciadas enfrenta la idea de conjunto, es decir pensamos en grupos numerosos de viviendas formando una agrupación, un sistema de rela-ciones que vincula unidades para formar una nueva unidad. La idea de unidad de unidades propone una organización a partir de reglas de orden definido por el trazado primario y de azar controlado por parte de los crecimientos y tránsitos de viviendas que se autoconstru-yen y se reconstruyen por iniciativa y nece-sidad de los usuarios. El resultado final es

incierto formando una lógica de collage propia de los paisajes urbanos de la ciudad, sin el carácter acabado que presentan los edificios de vivienda colectiva.

Esta asociación de parcelas y viviendas define un conglomerado funcional que se completa con los siguientes componentes: espacio de contacto con la parcela definido por la vereda, calles internas a los conjuntos o vías de llega-da hasta las viviendas, calles externas de con-tacto con la ciudad, espacios públicos de uso interno al conjunto y equipamiento.

Nuestro trabajo no pretende definir modelos concretos de agrupamientos, sino indagar en las

FIGURA19: Agrupamientos. Unidad de unidades

ventajas y oportunidades que pueden presentar determinados sistemas de asociación.

Los lineamientos que se utilizaron para el traza-do inicial de los agrupamientos, son: 1. las bandas paralelas de servicios formadas por los muros equipados simetrizados,2. apareamiento de productos semejantes para optimizar los recursos constructivos,3. los retiros laterales de los predios interme-dios no son excluyentes, pero representan un margen operativo para satisfacer la demanda de algunos usuarios, 4. los retiros laterales de los predios en esquina se mantienen libres.

La plataforma de proyectos deberá permitir el agrupamiento de viviendas en distintas situa-ciones y locaciones, terrenos vacíos donde se pueden elaborar propuestas variadas en función de la geometría del solar principal, de las calles, de la orientación, de los espa-cios públicos-semipúblicos que se creen o existan, etc. Deberá permitir la superposición sobre terrenos con construcciones existen-tes como es el caso de los asentamientos donde se considera de valor la permanencia de los habitantes en su sitio y por lo tanto se respetan las construcciones habitables que posean. Los predios de zonas centrales son de costo más alto, por lo que se deberán contemplar soluciones más densas, de frente mínimo y por lo tanto de favorecer el apila-miento vertical.

Se proponen dos conceptos principales para agrupar:1. Generación de un sistema cerrado o acabado, pero a la vez con gran capacidad reproductiva y asociativa, es decir la conformación de un tipo

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FIGURA 20: Agrupamientos. Tres modelos, tres escena-rios, tres densidades

FIGURA 21: Agrupamientos. Perspectivas de conjunto

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FIGURA 22: Agrupamientos. Vistas de conjunto

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de manzana como unidad de unidades, para la cual no se define tamaño sino atributos en relación a sus semejantes y los espacios vacíos internos que genera.2. Mientras la manzana convencional con sus retiros y patios reglamentarios da lugar a un corazón vacío de construcciones que resulta fragmentado y privatizado en pequeñas porcio-nes particulares separadas por muros, en nues-tro caso combinamos la manzana de parcelas individuales con un corazón abierto continuo, y finalmente público para socializar.

Conexión l infraestructuras l PH

¿Cuáles son los instrumentos de densificación desde la propuesta de Casas Concepto?La principal idea de nuestra propuesta está en el concepto de tránsito, pero resulta que es imposible determinar el límite de este crecimien-to, cuántas habitaciones se deberán agregar, cuántas personas habitarán la casa en determi-nado tiempo o cuántos núcleos familiares co-habitarán en la parcela.

Esta idea motivó el enunciado de familia am-pliada como la posibilidad de que exista más de un núcleo conviviendo en una parcela o sobre una misma construcción de dos o más

niveles. A partir de este punto surge la posibi-lidad de que compartan el predio más de una familia sin vínculo de parentesco. Entonces estaremos parados sobre la co-propiedad, es decir varios propietarios compartiendo un predio, definiendo un sistema de reglas (un reglamento), definiendo sectores privados y sectores compartidos como los accesos y los espacios de circulación.

Este sistema de varias viviendas en un predio per-mite tener por ejemplo una única línea de desagüe primario conectada al colector, permite tener varios medidores de energía eléctrica o de red de agua desde una misma acometida y distribuirse lineal-mente hacia cada una de las casas y finalmente tener todos por igual el beneficio de los servicios públicos instalados en la calle y el barrio.

Alta densidad

Uno de los problemas más importantes que se derivan de la extensión de la urbanización de baja densidad es el que corresponde al alto con-sumo energético que se produce en la ciudad dispersa al igual que la desestructuración de las bases sociales y el fomento del individualismo.

Por otra parte los sectores de crecimiento es-pontáneo, los asentamientos son sitios de gran

densidad por la alta concentración humana en muy poco territorio, con escasa presencia de espacios libres interiores y exteriores al conjun-to, con la inevitable degradación del hábitat.

Ahora bien, en términos objetivos la densidad es un cociente aritmético que relaciona población ocupante con territorio ocupado; habitantes por Km.2 en términos nacionales, regionales o sec-toriales, y habitantes por Hectárea (h/há).

El problema comienza cuando se pretende dar una interpretación valórica al término. Si olvi-damos la cuestión cuantitativa por un momento veremos que la densidad genera: efectos so-ciales, comunitarios, familiares o individuales, efectos sobre la calidad de vida, calidad am-biental, funcionamiento eficiente de la ciudad, impacto sobre los valores del suelo, plus-valía, etc. Surge un parámetro de valoración de la densidad a partir de este contraste entre can-tidad y calidad de espacios y usos diversos disponibles por persona.

Por lo tanto será condición necesaria el análisis de la proporción de llenos-vacíos que determi-na principalmente una idea de escala entre el hombre y los espacios privados -vivienda- tipo jardines, patios, terrazas, o espacios públicos tipo calles, plazas, parques.

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FIGURA 23: Alta densidad. Dos parcelas, tres viviendas en cada una

CInCo // sobre mínimos

sobre mínimos

El mínimo de Casas Concepto se construye con los siguientes elementos:1- punto cero + tránsito El mínimo es un punto de partida que se apoya en un plan de tránsito diseñado a partir de las capacidades y anhelos del habitante.

2- parcela mínimaSi el suelo es un recurso cada vez más caro y tiene una incidencia considerable sobre el costo de la casa consumamos el mínimo suelo cons-truyendo en altura.3- infraestructura urbana mínima Si las infraestructuras son aproximadamente la mitad del costo de la casa, reducir al mínimo el

ancho del predio implica una mejor distribución de las infraestructuras y la reducción de la inver-sión inicial, permitiendo construir en zonas más urbanas y mejor servidas.

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FIGURA 24: Parcela estrecha. 3 niveles. Familia ampliada

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Fuera de rango

Naves colectivas y negociación:La nave se define como una estrategia de actua-ción en la que se aborda el tema como un todo, un volumen edificado divisible en unidades habi-tables de tamaños no fijos o predeterminados.

Implica una forma integral de pensar la vivienda como el mejor edificio posible de construir con el menor costo inicial y las mejores condiciones de crecimiento y/o mejoramiento de las unidades de vivienda por parte del usuario (o del promo-tor público o privado), es por esto que lo hemos definido como artefacto-idea, cuya manipulación le otorga personalización a cada objeto cons-truido y a cada vivienda.

La oportunidad para cada proyecto está en descubrir una configuración de nave que optimice en cantidad y calidad de viviendas en relación a las infraestructuras y servicios generales disponibles en el sitio, el terreno, el ancho de fachada y el volumen máximo cons-truible por normativa.

La idea de nave construye un sistema de autorregulación y de control del espacio, del crecimiento y por lo tanto de su incidencia en el contexto urbano, en la medida que crea un sis-tema de crecimiento al interior de una estructura material predefinida.FIGURA 25: Parcela densa

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Figura 26. Nave colectiva y negociación, caso de predio 10x40m, edificación en altura

Datos del caso:

Abordaje de una situación muy frecuente en amplios secto-res de la ciudad: predios estrechos y profundos 10x40mts.Edificación en altura

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El proceso de dualización de Montevideo

La clave es el acceso al sueloÁlvaro Portillo

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INVESTIGACIÓN

El modelo urbano vigente

Los escenarios urbanos contemporáneos siguen creciendo producto de una urbanización que a nivel universal no se detiene, aunque haya disminuido su ritmo. Ello se expresa en una modalidad histórica que sigue vigente: la ciudad capitalista. Desde este escenario, se constatan algunas tendencias, tal vez no tan pronunciadas en tiempos pasados, pero que se manifiestan con mayor intensidad en el presente. Una de ellas viene siendo la tendencia constante en la mayoría de los lugares a la expansión horizontal de la mancha urbana, sin que ello necesaria-mente se corresponda con un crecimiento social que requiera de más espacio. Esto es muy acen-tuado en el presente de América Latina, y ya se manifestaba desde la primera mitad del siglo XX en los Estados Unidos de Norte América.

Se trata de una expansión territorial fundamen-talmente acicateada por la especulación inmobi-liaria, que apuesta a la compra barata de tierra periférica o sin urbanizar, con la expectativa de su oferta futura a precios superiores. En ocasio-nes a ello se le agrega la alternativa de urbani-zaciones del tipo “ciudad jardín”, para sectores sociales de ingresos altos, que ocupan nuevo y numeroso espacio periférico, obviamente fuera del tejido urbano existente.

Sin intentar abundar en la caracterización y crítica de esta nueva conformación de los es-cenarios urbanos contemporáneos que ya ha sido profusamente analizada (Castells, M. 1995, Harvey, D. 1997, Sassen, S. 2000) simplemente queremos recordar un aspecto de esta situa-ción: la dualización de la ciudad. Ello significa que, con mucho mayor énfasis que en otros períodos de la historia de la urbanización capi-talista, se profundiza la distancia física entre los diversos grupos sociales, de acuerdo al poder adquisitivo de los hogares.

Cada quien habrá de ubicarse en la ciudad, entonces, de acuerdo a su nivel de ingresos, lo cual en las actuales circunstancias implica un alejamiento aún mayor de los diversos compo-nentes de la jerarquía social. Buena parte de las falencias de la vida urbana actual, que se expresa en la tan mentada inseguridad ciudada-na, tiene que ver con este nuevo escenario de “extranjeros” en su propia ciudad (Baumann, Z. 2003). Vaciamiento de áreas centrales, vanda-lismo, desapego con los bienes públicos, priva-tización de nuevos espacios, profundización del aislamiento en comunidades cerradas o directa-mente al interior del hogar, son expresiones de lo señalado.

la ciudad dual. El caso de montevideo

Distintos estudios, entre ellos los del Instituto de Teoría y Urbanismo de la Facultad de Arquitec-tura-UdelaR y los que se efectuaron para la ela-boración del Plan de Ordenamiento Territorial, realizados sobre el Montevideo de los últimos años permitieron detectar hace más de dos dé-cadas el fenómeno de expulsión que se tradujo en la metropolización ocurrida por el incremento de centros poblados próximos, la ocupación de áreas rurales, la refuncionalización de viviendas de temporada como residencia permanente, entre otras modalidades.

Una ciudad que se había desarrollado esencial-mente desde su única centralidad, evoluciona hacia un espectro de varias centralidades en un territorio básicamente dividido entre el Monte-video costero y el Montevideo mediterráneo, en donde la fragmentación social operada empuja la segregación espacial de los extremos de la jerarquía social

A poco más de veinte años del estudio pionero del Instituto de Teoría y Urbanismo (ITU) de nuestra Facultad, sobre el modelo territorial asu-mido por Montevideo, con el vaciamiento de sus áreas centrales, desde la Cátedra de Sociología de la Facultad, junto con los alumnos del curso

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regular de Sociología del año lectivo 2010 en sus dos semestres de impartición, se realizó un pormenorizado estudio de los barrios centrales de la capital, a efectos de detectar los espacios vacantes producto de este modelo territorial.

Para la realización de ese estudio, se identifica-ron veintiséis barrios centrales de Montevideo, en donde quedaron explícitamente excluidos los barrios de la costa este del departamento y los barrios más periféricos. Se quiso con ello centrar la atención en un área del tejido urbano que está plenamente servida con buenas in-fraestructuras y equipamientos y en donde ha habido una pérdida de población importante en las últimas décadas.

Dentro de este perímetro de observación se definió como objetivo la detección y registro de inmuebles vacantes. Por tales se entienden los

lotes baldíos, viviendas desocupadas y estable-cimientos comerciales e industriales sin uso.

La observación se realizó desde el nivel de la calzada, y por tanto simplemente considerando aquello que desde ese nivel se pudiera obser-var. Por lo tanto, no fue posible registrar aquellos inmuebles vacantes en altura o al interior de la trama edilicia. En los barrios definidos se hicie-ron recorridas en parejas desde la totalidad de la estructura vial, pudiendo así cubrir de mane-ra exhaustiva todas las manzanas.

El resultado de la observación es apenas una aproximación, dado que se da el sub-registro anotado por la forma en que se hizo el releva-miento, a lo que hay que agregar que la realidad es muy dinámica y por lo tanto algunos de los inmuebles vacantes registrados, al poco tiempo han podido ingresar a la categoría de inmuebles

en uso y, a su vez, otros que estaban en uso han podido quedar vacantes.

En la zona objeto de estudio había en 1996, una población de 502.857 personas, la que disminu-yó a 459.924 en 2004. En materia de vivienda, para 1996 había 181.882 viviendas que se incrementaron a 189.914 en 2004 (datos del censo y el conteo respectivamente realizados en esos años).

En el Mapa 1 se pueden apreciar los inmue-bles vacantes detectados los que, sumados, constituyen un área de 133 hectáreas, las que significan un 4.6% del área edificable de los barrios estudiados. Esta presencia de áreas vacantes no es homo-génea, como lo indica el cuadro 1, en donde surgen algunos barrios con mayor cantidad de áreas vacantes. Los tres más relevantes son Ciudad Vieja, Barrio Sur y Mercado Modelo. Esta mayor presencia de áreas vacantes es correlativa, en general, a una mayor cantidad de población perdida en el período intercensal.

De esta primera aproximación a la realidad de los inmuebles vacantes de Montevideo surge, con-siderando una densidad posible de 250 personas por hectárea, que en los inmuebles vacantes detectados podrían vivir 33.250 personas.

la respuesta público estatal. Inversión en mejoramiento a través de infraestructuras y equipamientos

El acceso al suelo urbano es el componente medular para explicar la continuidad de lo que ocurre, o para visualizar un efectivo cambio en el desarrollo urbano. Desde la instalación

Mapa 1 Inmuebles vacantes en áreas centrales de Montevideo

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Vivienda Popular

de las políticas urbanas neoliberales, con la llegada de la dictadura cívico-militar, es que da comienzo el proceso de dualización anotado en Montevideo.

Este escenario expulsor en sus principales de-terminantes estructurales no ha tenido modifica-ciones sustanciales: las cifras indicando la con-tinuidad de expulsión de población son la prueba contundente de esta indeseada constancia.

La gestión política municipal iniciada en 1990 asumió una perspectiva sustancialmente di-ferente, cuestionando la visión neoliberal de la ciudad e iniciando un conjunto variado de intervenciones al servicio de una ciudad más democrática. Será con la sanción del Plan de Ordenamiento Territorial de Montevideo (POT) en 1998 en donde mejor se van a formular estas intencionalidades.

Lamentablemente ello no pudo revertir la ten-dencia expulsora. De la importante cantidad de intervenciones realizadas, tal vez lo más destacable como acciones para el aliento a la revitalización de zonas centrales, hayan sido las intervenciones en mejoramiento urbano. Recu-peración de edificios emblemáticos, peatonaliza-ciones, mejora y renovación del mobiliario urba-no, recuperación de plazas y parques, aliento a los reciclajes, mejoramiento de servicios, entre otros, estuvieron en lo sustancial orientados como lo indicaba el propio POT hacia esta nece-saria reestructuración de la ciudad.

Encontrar las causas de esta dificultad es una tarea compleja, pero luego de ya tantos años de padecimiento del proceso de dualización, exis-ten evidencias suficientes como para encontrar en la lógica del mercado inmobiliario desregu-lado la causa principal. Mientras no se ataque

seriamente esta lógica, seguramente seguirá ocurriendo la tendencia expulsora.

Las acciones de mejoramiento urbano han sido y seguirán siendo valiosas y útiles, pero total-mente insuficientes para lograr la revitalización deseada. Como etimológicamente lo dice el concepto, revitalizar es devolver vida. Ello en la ciudad implica seres humanos que puedan vivir y residir en los espacios centrales.

Para ello es ineludible ofrecer, por fuera del mercado inmobiliario, suelo urbano para vi-vienda y en especial para los sectores sociales mayoritarios, hoy desplazados y hasta excluidos de dicho mercado. Las carteras de tierra han sido hasta ahora algo muy débil sin efectos determinantes.

Continuar con una lógica de intervenciones de mejoramiento urbano, continuará contribuyendo a mejorar la imagen de la ciudad consolidada, pero sin poder devolverle la gente que pudiera y debiera estar allí. Por ello se trata de encarar una decidida intervención estatal en el mercado inmobiliario, como un actor más, pero cuyo accionar en este caso es al servicio del interés general y en particular de la vivienda de interés social.

Bibliografía

Baumann, zigmund. “City of fears, city of hopes”. Goldsmith´s College. Londres, 2003.Castells, manuel. “La ciudad informacional”. Alianza Editorial. Madrid, 1995Harvey, David. “Las ciudades fragmentadas”. Reportaje en “Página 12”. Buenos Aires, 23-3-1997sassen, saskia. “La Ciudad global”. Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires, 1999.

Cuadro 1

AGUADABARRIO SURBRAZO ORIENTALCAPURRO / BELLA VISTACASTRO / CASTELLANOSCENTROCERRITOCIUDAD VIEJACORDÓNFIGURITAFLOR DE MAROÑASITUZAINGÓLA BLANQUEADALA COMERCIALLARRAÑAGALAS ACACIASMALVIN NORTEMAROÑAS / PARQUE GUARANIMERCADO MODELO / BOLIVARPALERMOPARQUE BATLLE / VILLA DOLORESREDUCTOUNIÓNVILLA ESPAÑOLAVILLA MUÑOZ / RETIRO

BARRIOS

26,1 1,5 5,9 3572 3667 -2,643,9 6,1 14,0 12908 14583 -11,5136,8 10,7 7,8 17022 18930 -10,1167,6 16,9 10,1 16593 18420 -9,9151,5 1,8 1,2 14206 15764 -9,984,3 5,6 6,6 20841 22289 -6,5139,0 2,7 1,9 18385 20385 -9,875,0 11,1 14,8 11841 14447 -18,0158,5 2,0 1,3 42063 42262 -0,559,9 0,8 1,3 11633 13071 -11,0201,9 9,5 4,7 19828 21039 -5,8144,9 3,4 2,3 14233 15421 -7,754,7 1,8 3,3 9493 10840 -12,457,8 2,3 4,0 11766 12915 -8,9114,5 3,7 3,2 18132 19741 -8,2122,7 2,4 2,0 20878 22255 -6,220,3 0,7 3,5 20271 22924 -11,689,9 2,3 2,5 20113 19897 1,1166,9 24,9 14,9 15712 17701 -11,250,5 0,9 1,7 13528 13913 -2,8188,0 2,4 1,3 32292 36339 -11,193,1 3,3 3,5 14259 16606 -14,1 289,0 7,0 2,4 41473 45682 -9,2 189,5 7,4 3,9 23849 27115 -12,075,4 2,1 2,8 14403 16651 -13,5

2901,6 133,3 4,59 459294 502857 -8,7

HECTAREAS ÁREA EN DESUSO (HA) % ÁREA VACANTE TOT. POB. 2004 TOT. POB. 1996 % VARIACIÓN

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Un problema muy grave y sus posibles soluciones

El saneamiento, ¿qué lugar ocupa en el programa

habitacional?María Saravia * y Eduardo Brenes**

* Arquitecto, Director de la Cátedra de Acondicionamiento Sanitario de la Facultad de Arquitectura, UdelaR.

** Arquitecta, Colaboradora en la Cátedra de Acondicionamiento Sanitario de la Facultad de Arquitectura, UdelaR.

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INVESTIGACIÓN

I. la falta de cobertura de saneamiento para todos

Las políticas habitacionales definidas para el período de gobierno, se han topado con un obs-táculo singular para construir nuevos emprendi-mientos: la pre-existencia o no de saneamiento en el predio.

El saneamiento se ha construido lentamente en Uruguay; en las últimas décadas, siempre corriendo detrás de fuertes demandas. Esto hace que hoy, sólo una porción de los urugua-yos pueda contar con sistemas seguros de conducción y disposición final de las aguas residuales domésticas. La evidente condición de precariedad socio-urbana en determinadas áreas periféricas de nuestras ciudades se manifiesta por ejemplo, en gran desigualdad en la cobertura, acceso y uso de servicios como el sistema convencional de saneamiento. Esta carencia en determinadas zonas amenaza a la población y a su entorno, profundizando los desequilibrios socio-territoria-les y la segregación urbano-residencial.

En la mayor parte de las áreas suburbanas y en la totalidad de las rurales de nuestro país, se verifica además, que las personas que allí habi-

tan, no sólo no tienen hoy el acceso al sistema convencional, sino que probablemente nunca puedan acceder a él.

La tendencia a la solución más inmediata y genérica de esta carencia, es el uso de pozos negros impermeables o filtrantes como dispo-sición final de aguas residuales. En la mayoría de los casos, los pozos negros impermeables desbordan, ya que el servicio de barométrica para su vaciado periódico, resulta insuficiente respecto a la demanda. El otro recurso utili-zado es el “robador”, que en algunos casos se usa sólo para los desagües de aguas se-cundarias (aguas jabonosas) y en otros, para desborde del pozo negro, filtrando las aguas directamente al terreno o a algún curso de agua cercano. Estas alternativas vuelven mu-chas veces muy esporádico (una vez por año) o prescindible el mantenimiento por parte de los servicios barométricos.

Este escenario hace que exista un impacto negativo en el medio generando desequilibrios, comprometiendo la salud de la población que habita en estas zonas y la preservación del medio ambiente. La falta de saneamiento se ma-nifestará en mayor prevalencia que la habitual, de parasitosis, diarreas infecciosas, hepatitis, etc. Cualquiera de estas enfermedades puede

ser curada si es atendida a tiempo en un centro hospitalario; no obstante, se registran en Uru-guay casos mortales todos los años.

La falta de saneamiento generará además pre-sencia de mal olor en los espacios exteriores, degradación de la calidad de calzadas, aceras, espacios públicos y -sobre todo- de los cuerpos de agua. El grado en que se manifestarán estos problemas dependerá de la topografía, del tipo de suelo y hasta del estrato sociocultural de los habitantes del área.

El histórico aprendizaje a partir de las malas experiencias pasadas, por parte los técnicos de los organismos oficiales, ha devenido en:

- el sostenimiento oficial de reconocidas malas soluciones -como el pozo negro-, asignando la fuente de los problemas a otros, por ejemplo a las malas o insuficientes barométricas, o a los otros malos administradores que no hacen plantas para recepción de desagotes de baro-métricas;- el llamativo desconocimiento de otras alternati-vas técnicas, sobradamente diseñadas, analiza-das y probadas en otros países (que investigan en el tema);- la implementación de trabas a la construcción, cuando no se cuenta con redes oficiales.

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Cabe preguntarse entonces hoy: ¿qué lugar y dimensión le damos al saneamiento en el pro-grama habitacional? Si la salud de la comunidad está tan estrechamente relacionada con la necesidad básica de un ambiente seguro, ¿por qué no se manifiestan y practican soluciones concretas e inmediatas que atiendan tal proble-mática?, ¿no es hora de enfrentar las demandas urbanas y adaptarnos a las circunstancias cam-biantes de nuestra población?

Cómo se genera hoy saneamiento

La construcción y mantenimiento de los siste-mas de saneamiento urbano, tienen costos que son claramente conocidos en Uruguay por los agentes responsables (OSE e Intendencia de Montevideo, para el Interior y la capital, respec-tivamente). El manejo de esos costos se enmar-cará básicamente entre dos casos extremos, con casos intermedios:

a. entender la provisión del saneamiento como un negocio rentable en términos de lógica de mercado; hay costos, una demanda, una ofer-ta y una determinada disposición a pagar por el servicio;

b. entender la provisión del saneamiento como un servicio público que obligatoriamente debe ser provisto por el Estado, en tanto está obliga-do a velar por la salud de los ciudadanos.

En el primer extremo, dada una porción de te-rritorio urbano, se considera que será saneado cuando dados los costos y una fuente de finan-ciación, se arma un negocio rentable, emer-gente del cobro mensual de las tasas sobre el saneamiento construido. Resultan obstáculos habituales para que los números cierren, la baja

densidad de hogares por hectárea, los suelos o topografía complicados y la baja capacidad de repago de los habitantes. En el otro extremo, dado que no existe marco normativo claro sobre aplicación del derecho citado, se resuelven situaciones de clara alarma pública, que se originan en extremas vulnerabi-lidades, ocurrencia de epidemias, etc. Poco se toma en cuenta en este extremo, el valor de las “externalidades” o costos que -por conveniencia para alguno- se sacan del sistema. Si en el balance económico sobre la conveniencia de construir el saneamiento, se incluyen por ejem-plo los costos debidos a las muertes evitables, los de degradación de los espacios públicos, los generados por las inasistencias a trabajar o estudiar de los que enferman, etc., se verificaría que es económicamente conveniente construir saneamiento aunque no haya repago formal.

El factor “tamaño del poblado” también afecta la posibilidad de que se construya el saneamiento (conducción, tratamiento y disposición). Las poblaciones grandes suelen tener saneamiento antes que las chicas, dado que: - es más barato para cada predio, cuanto mayor es el número de edificios atendidos; - se siente más la protesta de las comunida-des grandes;- los problemas de contaminación guardan rela-ción directa con la densidad de población y ésta es siempre mayor en las centralidades de los poblados más grandes.

Las políticas uruguayas para la provisión de saneamiento se han manejado en las últimas décadas entre estos dos ejes. Hoy es fácil en-contrar saneamiento si uno está en poblados muy grandes (ciudades capitales), donde es ne-

gocio (urbanizaciones privadas) o donde se han verificado riesgos considerados inaceptables.

Cómo se planifica hoy

La planificación estratégica sobre dónde construir redes de saneamiento es realizada habitualmente por los propios prestadores, generalmente con horizonte temporal de varias décadas. Los planes no siempre tienen en cuen-ta que en las condiciones actuales, la existencia o no de redes de conducción de saneamiento impacta en forma relevante sobre el mercado inmobiliario. La existencia de disposiciones inter-nas de los prestadores de créditos inmobiliarios, hacen que resulte prácticamente imposible la construcción de cierto tipo de emprendimien-tos -por ejemplo en conjuntos habitacionales, incluidas cooperativas de vivienda- en áreas no saneadas. La disponibilidad de saneamiento contribuye fuertemente a perpetuar la forma de crecimiento de los centros poblados.

Por ello, la planificación del saneamiento termi-na teniendo hoy, un peso relativo desmedido en la creación o uso de las ciudades. Lo que queda además a la vista, entonces, es que no ha exis-tido la planificación del asentamiento adecuado en áreas no saneadas. Quien hoy quiere habitar sanamente en áreas sin saneamiento, tiene que optar por caminos individuales, mintiendo el uso de un pozo im-permeable o intentando en soledad un sistema “alternativo”. No obstante, sigue existiendo un conjunto de gente que quiere vivir en pueblos, o en áreas de baja densidad, o que está en condi-ciones de hacer funcionar en forma eficiente un sistema de conducción, tratamiento y disposi-ción de sus residuos.

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Quien hoy quiere construir sanamente en áreas sin saneamiento, choca, por ejemplo con:- la inexistencia de organismos evaluadores oficiales de sistemas privados de tratamiento y disposición de efluentes; se deambula hoy entre OSE, DINAMA, DINAGUA, Intendencias, obteniendo buena voluntad pero casi nunca respuestas oficiales habilitantes;- la inexistencia de protocolos legales que permitan a los privados auto-evaluarse, asu-miendo las responsabilidades técnicas y civiles inherentes;- la no aceptación -a rajatabla- de bombeos urbanos en Montevideo;- la competencia contra empresarios que ofre-cen -a bajo precio- soluciones que enferman.

Cómo pueden sanarse las políticas de sa-neamiento

Para modificar positivamente esta situación, se necesita incorporar profundos cambios, repensar las estrategias de gestión de la planificación y considerar nuevas propuestas, adecuadas a nuestros contextos, desde un enfoque integral e involucrando a todos los actores que intervienen.

Para que ello sea posible puede trabajarse en:- estudiar formalmente -por ejemplo en la Acade-mia- el peso relativo que la disponibilidad de sa-neamiento está teniendo en las políticas oficiales de vivienda; - el fortalecimiento institucional de la DINAGUA,

entidad oficial nacional con escasísimos recur-sos, cuyo propósito es precisamente normar y bregar por la salud, en gestión de aguas para todos, los saneados y los no saneados;- la investigación y adaptación de prototipos ense-ñanza y de unidades de saneamiento eficientes de distintas escalas, enfatizando en la generación de capacitación para su correcta gestión; - la flexibilización de los planes de saneamiento en curso, incorporando estrategias de gestión a más largo plazo, haciendo frente al aumento de la demanda urbana;- modificar el peso relativo que tiene la presencia o no de la existencia de saneamiento tradicional, en la toma de decisiones sobre construcción -y financiación- del hábitat;- creación de empresas privadas especializadas en garantizar la calidad de los tratamientos, asegurando espacios vivibles adecuados;- creación de departamentos técnicos y de supervisión ambiental, especializados en garan-tizar la calidad de los tratamientos, asegurando espacios vivibles adecuados.

II. los Arenales: una experiencia piloto de solución de saneamiento

En el marco de una experiencia piloto de búsqueda de soluciones a la problemática de la falta de saneamiento, ensayada en la loca-

Plano Ubicación. Los Arenales 2012.

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lidad de Los Arenales, Canelones, los autores encontraron oportuno ensayar soluciones de escala familiar, ya básicamente conocidas para áreas peri-urbanas, para la conducción, trata-miento y disposición segura de las aguas de origen cloacal.

En un contexto de pequeños predios rurales en Canelones, se pensó en la conveniencia de la aplicación de métodos naturales de tratamiento y disposición. Éstos podían resultar particularmente baratos y aptos para autoconstrucción, dado que resultaban claramente favorables: la baja densidad de ocupación del suelo por edificacio-nes, la disponibilidad de jardines y praderas para evapo-transpiración de los efluentes tratados, la disponibilidad de suelos relativamente permea-bles para permitir infiltración y la disponibilidad de maquinaria apta para mover suelo natural.

La asociación con la Ing. Agrónoma Alicia Gutiérrez -habitual dinamizadora de proyectos con participación popular en áreas rurales de Canelones- permitió encontrar un área de trabajo donde los habitantes tuvieran ya un grado de organización suficiente para realizar emprendimientos colectivos, de la naturaleza y escala deseados para el proyecto y buscaran una solución a los problemas que traía la falta de saneamiento de sus predios.

Por ello, la Comisión de Fomento Rural de Los Arenales, asociada al equipo de técnicos-docentes integrado por la Ing. Gutiérrez y los autores, presentó un proyecto a la convocatoria 2010 del Programa de Pequeñas Donaciones financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) e implementado por el Pro-grama de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El proyecto tenía como objetivo princi-pal mejorar la calidad de vida de los habitantes de la localidad, a través de la gestión de las aguas residuales en predios de pequeños pro-ductores y en la escuela rural de la zona, que no contaban con una disposición final segura y adecuada de sus efluentes.

la problemática a resolver

En este Paraje -como en cualquier otra zona de pequeños predios rurales de Uruguay- no existe red de saneamiento ni solución colectiva a la falta del mismo. La mayoría de las familias sólo conoce -y por ello opta por- el pozo ne-gro. Pero los elevados costos que presenta el vaciado periódico de los pozos negros (con un costo aproximado a $1000 por cada vaciado) y la dificultad de coordinar entre los vecinos el contrato de la barométrica -ya que ésta no asiste al llamado de una sola vivienda sino que lo hace sólo si hay más de un pozo negro en la zona para desagotar- hace que los depósitos

Construcción Fosa Séptica

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nologías innovadoras y flexibles que les pudie-ran asegurar el acceso a mejores condiciones de vida y seguridad sanitaria.

El Proyecto -denominado “Mejorando la calidad de vida, apostando al cuidado ambiental me-diante saneamiento alternativo de efluentes do-mésticos en la localidad de Los Arenales“- y con fecha de inicio en enero del 2012, se encuentra actualmente en plena ejecución de los sistemas. Incluye instancias de educación, apropiación tecnológica, construcción de componentes, eva-luación y de divulgación de la experiencia con el objetivo de ensayar su replicabilidad.

la solución técnica

Acorde a las particularidades de cada predio, se diseñaron con el apoyo de la Cátedra de Acondi-cionamiento Sanitario de la Facultad de Arquitec-tura y a la fecha están en proceso de ejecución, los sistemas alternativos de saneamiento para el tratamiento, reciclaje y reutilización de las aguas domésticas de las viviendas involucradas, optán-dose por soluciones con un tratamiento primario a través de la utilización de fosa séptica, posterior tratamiento secundario -salvo excepción- a través de humedales construidos o “wetlands” y dispo-sición final segura al terreno a través de campos de infiltración. Cada sistema fue adaptado a las

condiciones de disponibilidad de espacio, compo-sición familiar y topografía natural de cada uno de los 12 predios involucrados.

la propuesta social y transferencia tecnológica

La búsqueda de las soluciones alternativas de saneamiento, no sólo estuvo en la intervención física concreta en los predios, sino que el Pro-grama también hizo énfasis en el proceso de sensibilización, capacitación e involucramiento de la comunidad, ya que la concreción de las soluciones la harían los propios productores.

Una vez aprobado el proyecto por el Programa de Pequeñas Donaciones del FMAM y obtenida la gradual disposición de los fondos necesarios para su ejecución, se comenzó por las siguien-tes actividades:- talleres de capacitación a familias sobre los riesgos actuales para las personas y el medio ambiente;- talleres sobre sistemas de tratamiento alter-nativos, de modo que los habitantes pudieran apropiarse de la construcción, gestión y evalua-ción; se acordaron las condiciones para gestio-nar y hacer funcionar los sistemas; - dinámica para la administración de los fondos, definida a partir de las múltiples oportunidades de construcción posible (autoconstrucción por

de aguas residuales desborden durante meses, antes de ser vaciados.

Los pozos se construyen “filtrantes” a la napa y en otros casos con “robadores” que desembo-can a campo abierto, en aguadas, o escurren superficialmente por los predios cultivados o invernaderos, con un alto grado de conta-minación de suelos, de tajamares cercanos -que son utilizados para riego- y de las napas sub-superficiales, que brindan el agua para consumo doméstico.

Ante la alarma de esta situación y la conciencia de los riesgos que provocaría la continuidad en el tiempo de esta problemática, al momento de presentación del Proyecto, la comunidad de Los Arenales había ya salido a la búsqueda de tec-

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Construcción “Wetlands”

Talleres de capacitación y transferencia tecnológica

implementación de los sistemas a través de las siguientes etapas: - Definición de la mano de obraDesde el inicio de la propuesta del proyecto, se consideró que la mano de obra para la ejecución de los sistemas sería aporte de los pobladores, como manera de generar procesos de apropiación sobre las tecnologías utilizadas y como forma de contrapartida de los fondos donados que exigía el FMAM. No obstante, una porción de las familias, decidió contratar a personal para la construcción de los sistemas, ya que carecían de tiempo y capacitación específica sobre las técnicas de construcción necesarias para realizar dichas obras. - Elección de materiales a utilizar La utilización de materiales se debió ajustar a las posibilidades que brindaba el medio, gene-rándose cambios y simplificaciones en la tecno-logía a utilizar, acorde a esa disponibilidad,

predio, construcción colectiva, construcción con personal contratado);- visitas a ejemplos construidos en el Departa-mento de Canelones; se visitó la Cooperativa de Vivienda “Guyunusa” en Solymar y viviendas unifamiliares en la zona de El Pinar; - talleres con los niños y maestra en la Escuela Rural de la zona, donde se generaron espacios de reflexión e intercambio sobre la contamina-ción del agua y el cuidado del medio ambiente.

Estas dinámicas, además de la intención de sen-sibilizar a la población, cumplieron un rol funda-mental de difusión de las prácticas sustentables y promoción de la replicabilidad de las tecnologías a utilizar a nivel local. La singularidad de la clara organización social que caracteriza a la comuni-dad de Arenales a través de la Comisión Fomento Rural y la Escuela Rural Nº 55 y la demostración de interés y compromiso en las problemáticas ambientales en general, hicieron que desde el ini-cio del programa existiera una activa participación de la población en la planificación y ejecución de las soluciones optadas.

las opciones de construcción y administra-ción de las obras y sistemas.

Luego de las instancias de capacitación y transferencia tecnológica, se procedió a la

específicamente en el área rural del Departa-mento de Canelones. - Logística de reparto de materiales Al tratarse de predios individuales en el medio rural, no menores de 3-5 Há cada uno, las dis-tancias para el reparto de materiales resultaban relativamente complejas. Por lo tanto se tuvo que hacer énfasis en la cuidadosa logística de distribución y planificación de acopio de mate-

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riales en la zona, teniendo como centro de refe-rencia y lugar de acopio de materiales comunes el edificio de la Comisión Fomento Rural. - Seguimiento de obras por parte de los técni-cos responsables.A pesar de que muchas de las familias con-trataron a personal habituado a tareas de construcción para la ejecución de los sistemas, éstos carecían de capacitación específica en la construcción de los sistemas de tratamiento y disposición de efluentes, hecho que demandó un intenso seguimiento y supervisión técnica por parte de los técnicos responsables.

las limitaciones

Diversas causas hicieron que los plazos se dilataran en el tiempo, por lo que la ejecución del proyecto aún no ha finalizado:

- Limitaciones del clima. Las fuertes lluvias y temporales de 2012 exigieron suspender las obras y derivaron la atención de las familias a la recuperación de sus cultivos y a las repara-ciones de los invernáculos que destrozaron los fuertes vientos.

- Período zafral. Al tratarse de familias de productores rurales, específicamente horticul-tores en invernaderos, el período de la zafra se

solapó reiteradas veces con la ejecución de las obras, acontecimiento que hizo que las familias quitaran el foco de atención en la finalización de la ejecución de los sistemas de saneamiento y se dedicaran a sus tareas de producción.

los logros a la fecha

Buena parte de las familias cuenta ya con sis-temas eficientes y baratos para gestionar ade-cuadamente el agua de consumo humano. Cada una de las familias puede ahora “apropiarse” de la gestión de su propio sistema, al saber que la verificación del correcto funcionamiento del mismo depende de:

- que no aflore el agua tratada; cada gota -con trazas posibles de contaminantes- debe ser to-talmente evaporada por las plantas, o infiltrada, sin riesgo para la familia;- que los olores desagradables por descomposi-ción, resultan inherentes a mal funcionamiento del sistema y que resultan aviso suficiente de problema a atender;- verificar semestralmente en laboratorio, la presencia de colifecales en la salida del sistema de tratamiento secundario y en el agua del pozo de abastecimiento.

Talleres de Escuela Rural Nº55

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Una experiencia en Taller de Anteproyecto

Habitarse*Valentina Soria y Rodolfo Martínez**

* Trilce Clérico, Agrado. Zona Editorial, Montevideo, 2003.

** Valentina es arquitecta y Asistente del Taller de Antepro-yecto y Proyecto de Arquitectura dirigido por la Arq. Ángela

Perdomo en la Facultad de Arquitectura-UdelaR, corresponsa-ble del Curso de Anteproyecto 2, y estudiante de la Maestría

de Ordenamiento Territorial; Rodolfo es también arquitecto y Asistente del mismo Taller, así como Profesor Adjunto del Servicio de Medios Audiovisuales de la facultad y también

corresponsable del curso de Anteproyecto 2.

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ENSEÑANZA

El curso de Anteproyecto Dos del Taller de Anteproyecto y Proyecto (TAP) dirigido por la Arq. Ángela Perdomo, en su segundo semestre trabaja sobre las maneras de habitar contem-poráneas, tomando como estructura meto-dológica del curso contestar tres preguntas: ¿Para quién diseñamos?, ¿Dónde diseñamos? y ¿Cómo diseñamos?, las que se transforman en tres tiempos diferenciados del proceso de diseño, con sus objetivos, didácticas y resulta-dos específicos.

¿Para quién diseñamos?

Los documentos de apoyo que brinda el cur-so para intentar contestar esta pregunta, en cuanto aspectos cuantitativos, son: la Encuesta Continua de Hogares aportada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y “El cambio familiar en Uruguay: una breve reseña de las

tendencias recientes”2, a los cuales les super-ponemos la visión subjetiva del imaginario que el Taller ha ido construyendo en sus didácticas a lo largo de los últimos diez años, en relación a los cambios en las costumbres y hábitos que nos son propios3.

En esta línea se le propuso a cada estudiante la realización de cuatro video-entrevistas en su círculo de relaciones cercanas, como forma de

1 Cedric Price, Hacia un económico juguete habitable de 24 horas. Ed. Mac Gaul, Buenos Aires, 1971. 2 Wanda Cabella, El cambio en Uruguay: una breve reseña de las tendencias recientes. Ed. Trilce, Montevideo, 2007.3 A modo de breve reseña se mencionan las principales actividades didácticas promovidas desde el TAP extra aula, que amplían y delimitan el imaginario anteriormente mencio-nado: Seminarios de integración vertical, Happening urbanos, Instalaciones Urbanas, Workshop con invitados extranjeros, Dossier fotográficos temáticos y promoción de asistencia a las conferencias organizadas por la Facultad en referencia al par vivienda-ciudad.

representación de la realidad. Los y las entrevis-tados/as debían responder: ¿qué es una casa?, ¿para qué sirve una casa?, ¿qué tiene una casa? y ¿qué te gustaría que tuviera tu casa?

Para dicha ficción se adoptó el formato do-cumental de tiempo lineal, con las siguientes características:-las entrevistas no podían ser todas realizadas a las personas con las que se convive a diario;-los entrevistados debían representar la mayor diversidad posible en cuanto a género, edad, actividad laboral y lugar de residencia;-en cuanto al formato de video, éste estuvo coordinado desde el Servicio de Medios Audio-visuales, tomándose en conjunto las siguientes definiciones: el cuadro debía ser de cuerpo entero, el encuadre frontal, la cámara fija, la locación de la entrevista debía ser elegida por el entrevistado en función de su lugar preferi-

“La casa ya no es más aceptable como un mecanismo ordenador predeterminado de la vida familiar”

Cedric Price1

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do, y quien la realizaba no debía aparecer en el cuadro.

El resultado final: ochenta entrevistas4 que fue-ron compiladas en un único documento digital de referencia grupal, expuesto como parte de la exposición final de trabajos.

Esta primera reflexión plantea una mirada atenta a la heterogeneidad de la demanda y constituye el primer paso hacia la búsqueda de nuevas soluciones para la acción de habitar.

¿Dónde diseñamos?

En los padrones subutilizados de la Ciudad Vieja de Montevideo. ¿Cómo identificamos los padrones? Observando lo cotidiano.

Se organizó el grupo en duplas que recorrieron la totalidad del área comprendida entre la Ram-bla 25 de agosto de 1825, Ciudadela, Ramblas Gran Bretaña, Francia e Ing. Monteverde. Se buscó identificar terrenos sub-utilizados desti-nados a parqueo de vehículos o absolutamente vacíos. Se identificaron muchos más de los ca-torce padrones seleccionados de forma conjunta entre el cuerpo docente y los estudiantes.

4 Realizadas con asistencia del Servicio de Medios Audiovi-suales.

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Esta segunda reflexión plantea la posibili-dad de la densificación disgregada y el mix programático, como alternativa al bloque de gran densidad o al tipo tira característico de las construcciones de precaria y costosa imagen de periferia, acción proactiva para la densificación de áreas centrales, en suelo urbano consolidado, con servicios y accesi-bilidad a equipamientos públicos. Es en este sentido que la Ciudad Vieja de Montevideo, como territorio península, de damero regular, heterogéneo tridimensionalmente y de escasa población residente, se propone como soporte de las intervenciones.

¿Cómo diseñamos?

Esta última reflexión plantea una mirada hacia la necesaria búsqueda de organizaciones espacia-les que refieran a los cambios familiares con-temporáneos y éstos nos exigen una innovación en materia tipológica para la vivienda de interés social (VIS).

Para lo cual el curso promueve desarrollar es-trategias de diseño que den cuenta de la des-jerarquización entre habitaciones como recintos de lo íntimo vs. lo público; de la determinación de áreas de oportunidad dentro de las áreas tradicionalmente denominadas de servicio o de

circulación, para su reutilización como habitable; del desarrollo de los conceptos de perfectibili-dad y adaptabilidad frente al cambio de la fami-lia en el tiempo; de la exploración de dispositivos y/o estrategias de eficiencia energética al diseño arquitectónico; de lo ambiguo como espacio a explorar entre la noción de limite interior-exte-rior-privado-público.

La metodología en ensayo para el desarrollo del proceso de diseño, se basa fundamentalmente a partir del concepto imagen-sección5 como el lugar desde donde el estudiante parte con sus concepciones propias previas (conocimiento disciplinar + cultural).

5 Martínez y Soria, Imagen-Sección. Material educativo de apoyo al curso. 2010

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Esta imagen-sección se construye en dos se-manas y es a través de ella que se desarrolla el anteproyecto de arquitectura, en un proceso continuo de re-dibujo, que finaliza en la cons-trucción de una sección técnica de un antepro-yecto de arquitectura a escala 1/100.

Los resultados son auspiciosos y entendemos que es una metodología alternativa a la noción de partido arquitectónico, al método compo-sitivo moderno y/o al proceso acumulativo de redibujo en plantas; aquí la imagen está escalada sobre una fotografía del terreno y con referencia de un programa específico. Por ser sección representa un fragmento, es decir un mapa de referencia del universo del estudiante, un mapa topológico6.

¿Es posible desarrollar a partir de un fragmento un sistema complejo de interacciones materia-les y culturales denominado anteproyecto de arquitectura?

6 Wikipedia. Topología. “Observemos un antiguo plano del metro de Madrid. En él están representadas las estaciones y las líneas de metro que las unen, pero no es geométricamente exacto. La curvatura de las líneas de metro no coincide, ni su longitud a escala, ni la posición relativa de las estaciones... Pero aun así es un plano perfectamente útil. Sin embargo, este plano es exacto en cierto sentido pues representa fielmente cierto tipo de información, la única que necesitamos para decidir nuestro camino por la red de metro: información topológica.”

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Resumen Habitarse, promueve la acción en el habitar.

Habitarse, da cuenta del cambio de rol del ar-quitecto como actor social.

Habitarse, plantea un nuevo escenario de rela-ción entre comunidad, oportunidad de proyecto en VIS y padrones subutilizados en áreas cen-trales de la ciudad.

Para el desarrollo de anteproyectos de arqui-tectura, la cátedra considera imprescindible el involucramiento y el compromiso de los estu-diantes para con su propia formación. Es por ello que se promueven y se pautan condiciones de diseño diferenciales para cada proceso, en el entendido que éstas responden a las expectati-vas y deseos del estudiante.

La cátedra no utiliza el curso como el lugar don-de el maestro alumbra al estudiante, sino que incentiva el proceso de aprendizaje desde sus propios conocimientos acumulados e induce el inicio de caminos propios de reflexión disciplinar desde la experiencia docente y profesional.

La VIS, es necesariamente subvencionada pú-blicamente. Por ello es colectiva, interconectada y en condición de urbanidad, innovadora, acce-

sible universalmente, flexible en su conforma-ción espacial interior, energéticamente eficiente y de vida útil mayor a doscientos años. ¿Una casa patio?

En esta concepción de VIS es que la considera-mos como el lugar donde transcurre, de acuerdo a nuestras formas de vidas, un instante de nues-tra capacidad de habitar.

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El programa “Plan Lote” de la Intendencia de Montevideo Nuevas prácticas de intervención urbana

Florencia Bastarrica* y Ximena Baráibar**

* Licenciada en Trabajo Social, se desempeña en el Servicio de Tierras y Vivienda de la Intendencia de Montevideo.

** Asistente Social, se desempeña en la División Tierras y Hábitat de la Intendencia de Montevideo.

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INSTITUCIONES

Introducción

Este artículo presenta al programa “Plan Lote”, política pública en el área de la vivien-da de interés social que gestiona la Intenden-cia de Montevideo (IdeM), en convenio con el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Terri-torial y Medio Ambiente (MVOTMA) desde el año 2008 y en coordinación con los Munici-pios y Centros Comunales Zonales donde se desarrolla el Programa.

Se trata de un programa que busca facilitar el acceso a lotes con servicios en áreas consoli-dadas de la ciudad, para la autoconstrucción de viviendas individuales por familias que perciban ingresos entre 40 y 75 Unidades Reajustables (UR)1. Para ello se prevé el otorgamiento de préstamos para la compra de terreno y materia-les y el pago de mano de obra especializada, contando además con asesoramiento técnico en las áreas física y social.

De acuerdo al convenio suscrito entre la IdeM y el MVOTMA, son cuatro los terrenos definidos actualmente para Plan Lote, que tienen como característica común el ser compartidos con otras actuaciones públicas de vivienda: realojos

1 Entre 26.000 y unos 49.000 pesos a mayo 2013

efectuados por el Servicio de Tierras y Vivienda (IdeM), realojos realizados en el marco del Programa de Integración de Asentamientos Irregulares (PIAI) y cooperativas de vivienda por ayuda mutua.

En este sentido, el programa procura ser una línea de actuación que al mismo tiempo que promueve y facilita el acceso a la vivienda, se propone también como objetivo contribuir a construir una ciudad socialmente integrada, a partir de la interacción en un territorio próximo, de familias con condiciones sociales, económi-cas y culturales diferentes.

Para una mejor exposición, el artículo se organi-za en cinco partes. En la primera se presentan los antecedentes del Programa, para luego en la siguiente señalar las principales características del mismo. En la tercera parte se describe la población adjudicataria de esta actuación pú-blica. En cuarto lugar se realiza una valoración general del programa “Plan Lote”, para finalizar señalando los desafíos que deja establecidos.

1. Antecedentes

El programa “Plan Lote” reconoce como su an-tecedente más lejano, el que con ese nombre aprobara en el año 2000 la Junta Departamen-

tal de Montevideo. A través de él, se creaba un sistema de venta de lotes urbanizados con pago financiado, como subsistema de la Cartera Municipal de Tierras para Vivienda. Y se definía como finalidad del mismo, la adju-dicación en propiedad de lotes urbanizados a familias de bajos y medianos ingresos, y con capacidad de ahorro suficiente como para pagar el terreno en cuotas mensuales acorde con sus ingresos, y simultáneamente erigir en él su vivienda mediante autoconstrucción u otro procedimiento accesible.

Luego, en el año 2007, se procede a la firma de un convenio entre la IdeM y el MVOTMA que constituye el marco general de actuación en el que se desarrolla el Programa. Este convenio define como su objeto el diseño e implemen-tación de un sistema que posibilite el acceso de las familias a una solución habitacional mediante la adquisición en propiedad de lotes urbanizados y aplicando para la construcción de la vivienda sus capacidades de autogestión y autoconstrucción en áreas intermedias o perifé-ricas del departamento de Montevideo.

A diferencia de su antecesor, por este con-venio -además de la posibilidad de enajenar tierra departamental o del MVOTMA- se abre la posibilidad de un préstamo para la adquisi-

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ción en propiedad de lotes individuales, pero también de materiales para la construcción, así como del pago de la mano de obra espe-cializada. Esta posibilidad significa un aporte fundamental para que las familias beneficia-rias puedan efectivamente concretar la cons-trucción de sus viviendas.

2. Componentes y funcionamiento del pro-grama “Plan lote”

2.1. Principales componentes

El convenio firmado entre la Intendencia y el MVOTMA, establece que son destinatarias del programa “Plan Lote” las familias que no tengan vivienda en propiedad, que perciban ingresos entre 40 y 75 UR y que residan y/o trabajen en Montevideo.

En la adjudicación de los lotes se prioriza el ingreso de las familias que trabajen o vivan en el área del CCZ o Municipio donde se encuentra cada predio del Programa, para lo que se im-plementa un sistema de cuotificación que prevé que al menos un 50% de los adjudicatarios pertenezcan a las mismas.

El programa otorga un préstamo a las fami-lias interesadas, con destino a solventar la

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producción individual de vivienda, en régimen de propiedad. Este préstamo podrá aplicarse acumulativa o alternativamente a los siguientes componentes según las necesidades del núcleo familiar: a) lotes de entre 200 y 350 metros cuadrados, amojonados y registrados ante la Dirección Nacional de Catastro y dotados de servicios; b) plano de vivienda económica, con el consi-guiente Permiso de Construcción, con opciones para viviendas de dos, tres y cuatro dormitorios. Este permiso habilita al propietario a realizar una solicitud de mano de obra benévola total o parcial ante el Banco de Previsión Social; c) adquisición de materiales para la construc-ción, para lo cual será otorgado hasta un monto máximo de 750, 870 o 1000 UR, según las viviendas sean de dos, tres o cuatro dormitorios respectivamente; d) un monto de hasta 250 UR para contratación

de mano de obra especializada, incluyendo el pago de aportes al Banco de Previsión Social.

2.2. Funcionamiento del Programa

En el convenio marco firmado entre la IdeM y el MVOTMA, se incorporaron cuatro terrenos para la implementación del programa Plan Lote: Sebastopol, Almeida Pintos, Durán, y Aparicio Saravia y Chon (Punta de Rieles), siendo los tres primeros de propiedad departamental y el último,propiedad del MVOTMA.

Al momento actual se han iniciado actuaciones en el terreno de Sebastopol (80 lotes), en el de Punta de Rieles (96 lotes) y en Durán (24 lotes). En cada uno de los terrenos donde se encuentra en funcionamiento el programa, se procede primero a realizar la difusión sobre las características del Plan Lote y sus condiciones.

Luego se define un plazo para la inscripción de las familias interesadas que cumplan con las condiciones de ingreso establecidas. En caso que las familias inscritas superen el número de lotes a adjudicar, el ingreso al Programa se realiza mediante sorteo público, quedando igual número de titulares y suplentes.

Una vez incorporadas al Programa y según el orden en que fueron sorteadas, las familias eligen el lote en el que desean construir su vi-vienda. Técnicos del Servicio de Tierras y Vivien-da realizan una entrevista personal con cada familia, donde ésta define los componentes del préstamo y la tipología de la vivienda.

El préstamo se comienza a otorgar una vez que el adjudicatario firma una escritura de compra-venta y una escritura de hipoteca del bien. La primera partida del préstamo se utiliza para la compra del lote y los gastos de escrituración, y las cinco siguientes a la compra de materiales y pago de parte de la mano de obra. A partir de la segunda cuota, el pago se realiza una vez que se ha verificado el nivel de avance en la obra preestablecido.

Para construir sus viviendas las familias tienen un plazo máximo de18 meses desde la firma de la escritura de compraventa. Luego de fina-

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pañamiento técnico (Asistente Social y/o Licenciado/a en Trabajo Social y Arquitecto/a). Estos profesionales, que actúan de forma con-junta, orientan en el proceso de construcción y de gestión de la obra, promueven el conocimien-to, intercambio y organización colectiva de quie-nes serán nuevos vecinos, así como de éstos con el nuevo entorno.

3. Población del programa y su implementa-ción

En la actualidad son 176 las familias que forman parte del Programa en los terrenos de Sebastopol y Punta de Rieles. A esto hay que sumar 24 familias que fueran recientemente incorporadas al mismo para el terreno ubicado en el Cno. Durán.

En relación al perfil de las familias adjudicata-rias2, se observa que tienen en promedio 4,2 integrantes, y a su vez que un 80% de ellas tiene como integrante al menos un niño o ado-lescente (menor de 18 años). De esto surge que el 37% de la población del Programa son niños y adolescentes.

2 Sólo se consideran datos de las experiencias de Sebastopol y Punta de Rieles, que son los que ya se encuentran con mayor avance en su ejecución.

En términos de ingresos económicos, las fami-lias adjudicatarias perciben en promedio 48,3 UR (algo más de treinta mil pesos, unos cuatro salarios mínimos nacionales), lo que indica que la mayoría de ellas se encuentran más cercanas a percibir los ingresos mínimos requeridos para ingresar al programa que los máximos. A su vez, cerca del 50% de los núcleos familiares que ingresaron al Plan Lote, se encontraban alquilando una vivienda al momento de su ins-cripción en el mismo.

En lo que respecta a las características de las personas que son titulares en el programa, hay una leve superioridad del sexo femenino (56%) y tiende a predominar la titularidad de personas que tienen entre 30 y 45 años (55% de los casos). A su vez, un 83% de los titulares se encuentra trabajando en el mercado formal.

En el caso de la primera experiencia desarro-llada (Sebastopol), la gran mayoría finalizó su vivienda en el plazo definido y se encuentran residiendo en ella. Sin embargo, solamente el 35% han solicitado y obtenido el final de obra. En Punta de Rieles, donde las construcciones se iniciaron durante 2012, el 60% de las familias se encuentra en la etapa final de la obra. Por otro lado, un 24% sólo ha cobrado la primera cuota, sin certificar avance en la obra. Después

lizadas las mismas, de acuerdo a los planos entregados, se debe solicitar ante el Servicio de Tierras y Vivienda el final de obra.

El préstamo comienza a reintegrarse a partir de los veinticuatro meses de otorgado, y el valor de las cuotas se establece de acuerdo a los ingre-sos del núcleo familiar, no pudiendo superar el 20% de los ingresos declarados al inscribirse en el programa. El plazo máximo de financiación es de veinte años y la tasa de amortización, del 2% anual. Las cuotas se pagan en pesos uruguayos al valor de la UR correspondiente, ajustándose en forma anual. La gestión de cobro está a car-go del MVOTMA, quien la realiza a través de la Agencia Nacional de la Vivienda (ANV).

Las familias adjudicatarias cuentan durante el proceso de obra y luego de finalizadas las viviendas y mudadas las familias, con acom-

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de la firma de la escritura de compraventa, con el pronto inicio de las obras en un terreno trans-formado en propiedad de los beneficiarios, han sido seis las familias que solicitaron su desvin-culación del Programa.

El 65% de las viviendas construidas o en proceso, tienen tres dormitorios; las de cuatro dormitorios corresponden al 14% y, finalmente, el restante 21% lo constituyen las viviendas de dos dormitorios.

4. Valoración del programa

En las tres ediciones del Plan Lote, el número de familias inscritas ha sido significativamente superior a los lotes disponibles para adjudicar, lo que estaría demostrando que el programa

resulta atractivo como propuesta de solución habitacional, particularmente para la población que reside en la zona del CCZ o Municipio don-de se ejecuta, ya que entre el 63% y 73% de las familias procede de esos lugares.

La valoración del programa por parte de los adjudicatarios es muy positiva. Habilita una solución habitacional individual y de calidad a sectores de ingresos medio-bajos y medios. Además, como lo demuestran los resultados obtenidos hasta el momento, las construcciones se realizan en tiempos relativamente acotados.

La experiencia adquirida hasta el momento indi-ca que el componente de autoconstrucción que aportan las familias es muy relevante para que éstas logren finalizar las viviendas en tiempo y

forma con el monto del préstamo. Por lo tanto, se puede señalar que el programa se adapta en mayor medida a familias con ciertos conoci-mientos y experiencia en construcción, si bien también es muy relevante que tengan capacidad y tiempo para gestionar una obra.

El apoyo y seguimiento permanente de las familias es un factor clave para el éxito del pro-grama. En este sentido, la presencia en obra de equipos técnicos contratados ha permitido un asesoramiento personalizado de cada familia, minimizando los problemas que surgen en el proceso de construcción. A su vez, el segui-miento realizado desde el equipo de la Inten-dencia en aspectos organizativos y operativos del programa ha permitido reducir dificultades, retrasos e imprevistos, que inexorablemente terminan impactando de manera negativa en el proceso de construcción.

En cuanto al impacto del programa en el entor-no, se detectan ciertos problemas de conviven-cia entre los adjudicatarios de Plan Lote con población que se encuentra en zonas cercanas, que ha vivido procesos de relocalización de zonas céntricas de la ciudad a zonas periféricas.

Vinculado a lo señalado y como expresión de ello, cabe indicar que la falta de seguridad ha

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sido una dificultad, generándose robos que perjudicaron a las familias en su proceso de construcción. Parecería que el transcurso del tiempo ha hecho que estos problemas tiendan a reducirse, a partir de procesos de conocimiento y reconocimiento mutuo entre vecinos.

En este último aspecto, se percibe una mejor situación en la segunda experiencia del Progra-ma, la que podría estar asociada a las propias características del entorno, a la experiencia adquirida a nivel institucional, y al perfil de la población de Punta de Rieles, que en muchos casos optó por generar estrategias colectivas para afrontar el problema de la inseguridad.

Otro aspecto problemático refiere a que el aumento de la población en la zona, no ha sido acompañado del crecimiento de los servicios necesarios para la vida del conjunto de las familias que allí residen, incluido el de servi-cios de transporte que permitan el acceso y la fluidez en la comunicación con otras zonas de la ciudad.

5. síntesis final y desafíos

En lo que hace a los aspectos operativos y tal como fuera señalado, parte del éxito del Pro-grama se encuentra vinculado al seguimiento

personalizado que se realiza tanto desde la Intendencia como por parte de los técnicos contratados. En este sentido, un desafío que enfrenta el Plan Lote refiere a cómo dejar de ser una experiencia piloto y testimonial, para trans-formarse en una alternativa de política pública de acceso a la vivienda, que pueda llegar a una mayor cantidad de población. También, en lo que hace a cuestiones operativas, es un desafío mejorar en la gestión para reducir los tiempos y evitar atrasos en el pago de las cuotas de los préstamos a los adjudicatarios.

Un aspecto también novedoso de este progra-ma, lo constituye la cantidad de actores articu-lados para llevarlo adelante: MVOTMA, ANV, Centro Comunal Zonal, Municipios, Intendencia. El Plan Lote muestra que la articulación entre distintos actores públicos es posible y facilita un mejor acceso a las soluciones planteadas por el Estado. Sin embargo, existe el riesgo de fragmentar el programa en sus diferentes etapas y este riesgo entonces se transforma en un desafío para la gestión.

En lo que refiere a los aspectos más sustantivos de este programa, constituye también un desa-fío relevante que las actuaciones en vivienda puedan articularse con el acceso a otros bienes y servicios, también importantes para el desa-

rrollo de las familias destinatarias del Plan Lote y de su entorno.

Finalmente, en lo que hace a la apuesta a construir ciudad y sociedad integradas, el pro-grama Plan Lote le devuelve a la academia y a los hacedores de política pública, desafíos interesantes, mostrando que no alcanza con que poblaciones de distinta condición social-económica y procedentes de distintas zonas de la ciudad, se localicen de forma próxima en el territorio para evitar la segregación territorial. Es necesario problematizar estos aspectos para desarrollar acciones complementarias.

En síntesis, la experiencia hasta ahora sólo lleva a confirmar esta línea de actuación, ratificando que el Estado debe proveer soluciones en el área de la vivienda, para sectores sociales dis-tintos y a través de dispositivos también diversos.

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Casas [entre] Concepto

La envolvente como herramienta proyectual

Cecilia Scheps*

* El presente artículo está extraído de “Casas [entre] Concepto”, trabajo de tesina de la autora, a partir de la materia

opcional “Construcción en Madera”, realizado en la Facultad de Arquitectura, UdelaR, con la tutoría del docente Mag.

Arq. Bernardo Martín. El equipo docente de Construcción en Madera está integrado por los Arqs. Carlos Meyer,

María Calone y Susana Torán.

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LOS ESTUDIANTES PROPONEN

“Abra su mente a la posibilidad de que los muros de su edificio sean gruesos y puedan ocupar un volumen sus-tancial -incluso un espacio actualmente en uso- y deseche la idea de que han de ser necesariamente delgadas

membranas sin profundidad”.

Christopher Alexander: Un Lenguaje de Patrones, pág. 797: Muros Gruesos.

Por qué la madera

La madera es un material orgánico con un ciclo completo: del crecimiento de los bosques a materia prima y, finalmente, a la descompo-sición en biomasa o combustible. Este hecho, acompañado de políticas cuidadosas de fores-tación y uso, da como resultado una materia prima casi inagotable de fuerte racionalidad ecológica. El aprovechamiento de la totalidad del material (incluso de las virutas de los aserraderos para la elaboración de elementos derivados de la madera) lo convierte en una industria de creciente rentabilidad, que reduce los tiempos de construcción por tratarse de un trabajo mayoritariamente “en seco”, de prefabricación de relativamente bajo costo, elevada productividad en su mano de obra y que reduce los gastos de administración y financiamiento.

En Uruguay, en los últimos treinta años se ha observado un desarrollo significativo del sector maderero y un aumento en el área forestada, favorecidos por las condiciones macroeconó-micas del país, por la demanda internacional y por políticas de fomento, como incentivos eco-nómicos y tributarios, planes de financiamiento, asistencia técnica, investigación y capacitación para el inversor agropecuario.

Un cambio de planteamiento

Recientemente ha existido un cambio de plan-teamiento en los sistemas constructivos con madera: los sistemas lineales -las estructuras de esqueleto, de pilar y viga- han ido perdiendo fuerza frente a los elementos llamados super-ficiales -de tableros o paneles-. Los elementos superficiales se han convertido en pieza básica de los sistemas constructivos en madera. Esto

se debe fundamentalmente a los avances tec-nológicos y los nuevos sistemas de producción, que han convertido la personalización masiva en algo rentable: elementos individuales adapta-bles a diferentes situaciones específicas.

Según Francisco Arriaga, en su artículo para la revista “Tectónica” Nº 131, en las últimas dé-cadas la industria de los productos derivados de la madera de uso estructural se dirige cada vez con mayor fuerza hacia la elaboración de productos prefabricados, con propiedades me-cánicas elevadas y tipificadas, y la simplificación en la definición de las propiedades del producto. Dentro de estos productos constructivos prefa-bricados se encuentran los tableros derivados de la madera y los paneles prefabricados, herra-mientas clave para esta investigación.

1 Francisco Arriaga: Estructuras de madera. En: Revista Tectóni-ca Nº 13: La Madera (II).

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Este cambio de planteamiento en los sistemas constructivos implica una transformación en el proceso de diseño, una revisión al proceso proyectual. Ahora, el proyectista cuenta con soluciones-tipo normalizadas, recomenda-ciones, detalles constructivos y propiedades tipificadas que pueden adaptarse a cada situa-ción específica.

muro servidor

Casas Concepto (CC)2 trabaja sobre una idea que consiste en definir lo que llama “muro servi-dor” o “banda activa”. Se trata de una banda -que se desarrolla en sentido longitudinal, compacta y con un ancho mínimo necesario- de compo-nentes servidores a funciones que ocurren en otras áreas de la vivienda: “Definir un elemento servidor es también asumir un sector servido. El muro de respaldo material permite el traslado de las instalaciones y éstas le otorgan posibilidad

2 Sobre Casas Concepto: a través de un conjunto de definicio-nes genéricas, Casas Concepto ha elaborado una plataforma desde la cual comenzar a trabajar en el desarrollo de una serie de sistemas de anteproyecto de carácter abierto, de simple aplicación, que posibiliten la transformación y que comprendan y combinen diversas formulaciones de agrupación, espacialida-des, diferentes modos de uso del suelo, y que abarquen desde un nivel hasta tres, con posibilidades de crecimiento no sólo en altura sino también ocupando retiros. Se trata de un dispositivo inicial habitable, que sirva como “Pro-ducto Cero” -punto de partida para el crecimiento y mejoramien-to posterior de la casa- que debe ser de fácil y ágil ejecución, de bajo costo y durable. No se trata de un prototipo universal cerrado, sino de una plataforma abierta y versátil. El equipo de Casas Concepto está integrado por los Arqs. Eliana Alonso, Andrés Cabrera, Javier Díaz, Santiago Lenzi, María Lezica, Cecilia Tobler, Gustavo Traverso. Coordinador: Mag. Arq. Bernardo Martin. Fue designado en un llamado abierto de la Facultad y seleccionado por una comisión integrada por los Arqs. Marcelo Danza, José́ Luis Sancho y Raúl Vallés, designa-dos por el Consejo de Facultad de Arquitectura; Isabel Erro, en representación del MVOTMA y Lucio de Souza, en representa-ción del Plan “Juntos”.Ver VIVIENDA POPULAR, números 22 y 23.

de enchufe a los componentes de la banda de servicios.” (Plataforma Casas Concepto, Facultad de Arquitectura, UdelaR, 2011)3.

la pared habitada

A partir de esta idea planteada por CC, se co-mienza a pensar la envolvente como un espacio en sí mismo, que aloja actividades, que se habita. ¿Y si esa banda activa adquiere un valor tal que comienza a alojar funciones? Dormir, estar, comer, recrearse, trabajar, encontrarse, descansar, estudiar, crecer... El límite comienza a adquirir espesor, se equipa y se convierte en un lugar.

3 ALONSO, Eliana; CABRERA, Andrés; DÍAZ, Javier; LENZI, Santiago, LEZICA, María, MARTÍN, Bernardo, TRAVERSO, Gustavo, TOBLER, Cecilia. Casas Concepto. Facultad de Arqui-tectura, Universidad de la República, Montevideo, 2011.

¿Qué sucede con la organización de la vi-vienda, entonces? ¿Cuál es el elemento ser-vidor y cuál el sector servido? Se borronean los límites. El tabique comienza a adquirir un valor espacial, funcional, además del cons-tructivo (cerramiento) y estructural (si es por-tante); se convierte por tanto en herramienta de diseño proyectual.

Las paredes, ahora contenedores de equi-pamiento, liberan el espacio de la casa. Una cama, un asiento, lugares de almacenamiento, mesas, mesadas, escritorios, sistema de cale-facción, instalaciones, aleros. Las actividades domésticas quedan contenidas dentro de las paredes. Los muebles aparecen y desapa-recen, la vivienda se despliega y se oculta, surgen nuevos órdenes de carácter transitorio, variaciones, nuevos ritmos.

Imagen 1: Patrones de uso aleatorio: Set de arquitectura de madera de juguete “Melissa & Doug Architectural Unit Block”.

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[entre]

CC analiza con profundidad lo que define como sistema Piso I Techo. Esta investigación se sitúa [entre] el piso y el techo para comenzar a diseñar, estudia qué sucede si el ejercicio proyectual parte ahora desde el cerramiento de la envolvente. A partir de la idea conceptual de pared habitada, el muro se ha ensanchado incorporando equipamiento y se ha tornado, justamente, habitable.

Se conforma como una banda de acción que aloja equipamiento y por tanto programa. El borde adquiere espesor, no sólo constructivo sino también conceptual: se ha convertido en un lugar [entre] lugares, una banda activa, de acon-tecimientos domésticos, que califica el espacio.

Es necesario ahora definir esta banda progra-mática en términos de diseño y constructivos, a partir del recurso material elegido, la madera, más precisamente placas de derivados de la madera, que se encuentran en el mercado a precios accesibles, en planchas de dimensiones estandarizadas, de propiedades normalizadas, y fáciles de trabajar.

Para ello no se debe perder de vista el público al que está dirigida esta investigación, los usuarios

de Casas Concepto, un sector de la sociedad de bajos recursos económicos y con déficit habitacional, que necesita obtener una vivienda de bajo costo, rápida ejecución y que admita la autoconstrucción. Dicha vivienda debe cumplir con una serie de requerimientos que hacen a su funcionamiento a través del tiempo: debe ser versátil, pasible de modificaciones y de expan-siones futuras.

De estas premisas surge la propuesta de con-feccionar la envolvente como una sumatoria de piezas programáticas -equipadas-, de dimen-siones estandarizadas. Módulos que funcionan como cerramiento de la envolvente, como es-tructura portante y que a su vez proporcionan a los usuarios un equipamiento básico (interior y exterior) tendiente a mejorar las condiciones de salubridad y confort de la vivienda.

Se desarrolla un sistema modular de patrones de uso aleatorio: a partir de cada agrupamiento se obtendrá́ un resultado espacial final espe-cífico para cada situación, dependiendo de los requerimientos de cada familia. Los usuarios de la vivienda forman parte del proceso de diseño, tomando decisiones sobre la disposición de estos módulos en el espacio. Partiendo de una pieza simple -el módulo equipado- se abre un repertorio proyectual de configuraciones espaciales, usos del suelo y

soluciones tecnológicas diferentes que resultan de distintos agrupamientos, según cada caso particular lo requiera. Una vivienda dinámica, ampliable y transformable, que acompañe el de-venir familiar y del lugar donde está emplazada.

Estos módulos serán producto de un proceso de diseño mediador entre la realidad (disponibi-lidades y demandas del medio) y la abstracción que permita obtener componentes de carácter abierto y uso flexible.

El funcionamiento de estos dispositivos de cierre se analiza desde el punto de vista de su viabilidad económica, constructiva y de diseño. Se realizan ensayos proyectuales para estudiar las configuraciones espaciales en las que resul-ta, y para verificar su adaptabilidad y sus posi-bilidades reales de crecimiento, tanto en altura como en horizontal.

El paisaje doméstico

El equipamiento contenido dentro de los mó-dulos define el uso del espacio a su alrededor, lo caracteriza. Algunos módulos son estáticos y otros tienen capacidad de movimiento tanto en sí mismos -una cama o una mesa abatible, por ejemplo- como en el espacio -módulos con ruedas o sobre guías que permitan el desplaza-miento dentro de la vivienda-. La movilidad de

Imagen 2: Entre piso y techo, la pared adquiere espesor.

Imagen 3: La pared habitada, diferentes formulaciones de agrupación de los módulos, diagramas de configuraciones espaciales.

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estos módulos le otorga al usuario la posibilidad de reinventar el espacio a diario, de encontrar nuevos usos, transitorios o permanentes.

El destinatario de la vivienda es parte activa del proceso desde los inicios, como diseña-dor y constructor. Para que esto ocurra, se desarrollará un modelo de gestión que vincule las partes, coordine y distribuya los recursos con los que se cuenta, y que brinde asistencia técnica y de diseño.

El módulo

Las piezas serán moduladas según la dispo-nibilidad de los materiales en plaza (se busca un máximo aprovechamiento del material que tienda al “cero desperdicio”, una de las premisas de partida de Casas Concepto). El diseño de estos componentes modulados será́ a partir de paneles de madera prefabricados en talleres, buscando simplificar el proceso de elaboración y a su vez reducir los tiempos de montaje en obra. Estos módulos resultan de una transición

de elementos superficiales (paneles) hacia ele-mentos volumétricos (piezas que forman parte del sistema).

Cada módulo se arma a partir de un trabajo mixto entre componentes y piezas integrales. Los componentes conforman una “U” de pane-les de madera de dimensiones estandarizadas que son el cerramiento y la estructura portante. Se analizaron aquí tres tipos diferentes de pa-nelería, que fueron seleccionados por razones de economía y ligereza de la pieza: panel sánd-wich, panel de entramado de madera y panel con estructura interna proveniente de madera de raleo.

Se intenta así armar un menú de opciones ya desde la configuración material de los compo-nentes, para no limitar la construcción a una única solución, sino que sea posible adaptarse a los recursos con los que se cuente en el momento de aplicar el sistema. Las piezas inte-grales forman la cuarta cara que cierra el volu-men, contiene el equipamiento, que podrá ser

tanto interior como exterior: cama, sillón, mesa, armario, escritorio, mesada de cocina o baño, instalaciones, y en algunos casos, instalaciones, aberturas y aleros.

Los módulos podrán ser elaborados parcial o completamente en talleres, o a pie de obra, y siempre serán tratados de forma independiente, si bien constructivamente trabajarán como una envolvente continua y estanca. A través de sella-dos químicos y mecánicos se consigue que la su-matoria de módulos trabaje como una membrana única y protectora, y, a su vez, mediante arriostra-mientos entre estos módulos, se consigue que la estructura trabaje de manera solidaria, sin perder la individualidad de cada pieza. De esta manera existe la posibilidad de que estos módulos pue-dan ser intercambiados, removidos, que puedan modificar el equipamiento que contienen, asegu-rando así́ cumplir con las premisas iniciales de CC: transitoriedad, crecimiento y versatilidad.Para este trabajo se decidió profundizar en la utilización de paneles sándwich como compo-nente modular de la vivienda. Se trata de una

Imagen 4: El paisaje doméstico.

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evolución del sistema tradicional de paneles de entramado de madera (estructura de pies derechos, cortafuegos y soleras). Estos paneles están compuestos por dos caras de placas “OSB” (la placa más económica actualmente en el mercado) más un centro de poliestireno ex-pandido de densidad mínima de 15 kg/m3, todo esto unido o pegado con adhesivo de última generación con base de poliuretano.

Se trata de un sistema simple, de producción sistemática y controlada, que no presenta grandes requerimientos en cuanto a la calidad de la madera. A pesar de ello, actualmente en Uruguay no hay fabricación de estos paneles porque no existe la demanda de este sistema constructivo. Es por ello que resulta también interesante investigar este sistema, ensayarlo, analizar sus comportamientos y, en caso de que resulte óptimo, generar dicha demanda.

Las placas OSB se encuentran en el mercado con dimensiones estandarizadas de 122 x 244 centímetros, que coincide con las medidas en las que vienen presentadas las placas de yeso y de fibrocemento, materiales alternativos que pueden combinarse para la elaboración de estos componentes. La altura de los paneles (244 cm) coincide además con la esperable y reglamentaria para una habitación (240 cm). Estas coincidencias dimensionales contribuyen a una racionalización de recursos, ya que se logra un aprovechamiento total de los materiales sin tener que generar recortes, que redundará en un beneficioso ahorro global de la vivienda. Los espesores que se encuentran en plaza para la placa OSB son 9, 11, 18 y 25 mm.

Las dimensiones de los componentes quedan entonces establecidas por las medidas de las

placas OSB para lograr un aprovechamiento total de las mismas: de cada placa se puede obtener un panel de 122 x 244cm o dos de 61 x 244cm. Eventualmente, de necesitarse módulos de mayor longitud (para camas de dos plazas, para servicios higiénicos, por ejemplo) pueden unirse, por ejemplo, tres paneles de 61 cm o uno de 122 cm más uno de 61 cm para obtener una pieza de 183 cm. Se intentará reducir al mínimo indispensable la utilización de este tipo de módulo (mayor a 122 cm) porque las piezas se convierten en un volumen difícil de manipular debido a sus grandes dimensiones y su elevado peso propio.

Los módulos tienen la capacidad de alojar den-tro de su estructura no sólo mobiliario sino tam-bién las instalaciones reglamentarias necesarias para que la casa cumpla con los requisitos

básicos que aseguren un correcto acondiciona-miento de la vivienda, y por lo tanto, que cumpla con los estándares de buena habitabilidad.

Eléctrica, sanitaria, instalaciones mecánicas, pueden ser incorporados a estos módulos mediante operaciones constructivas que bus-carán ser lo más sencillas posible. El hecho de que cada módulo en sí mismo pueda resolver la instalación apunta a que la vivienda pueda crecer e incluso transformarse sin sufrir mayo-res inconvenientes.

Por tratarse de unidades que se arman de manera independiente, la resolución de las instalaciones -la ruta de cada sistema a través de los módulos- necesita estandarizarse para optimizar su funcionamiento. Deberán existir ciertas convenciones acerca de la posición de

Imagen 5: Componentes a partir de panel sándwich, panel de entramado de madera y panel de madera de raleo.

Referencias:

1. Placa OSB e mín.=9 mm2. Aislación térmica: EPS 15 a 18 kg/m3. Poliestireno expan-dido. e mín.=50 mm. Adhesivo de reacción con base de po-liuretano.3. Aislación Térmica: Lana de vidrio e mín.=50 mm4. Pie derecho madera de eucaliptus 2”x5” cepillada.5. Barrera de vapor: Polietileno 200 micras.6. Transversales madera de raleo.7. Solera superior / solera inferior

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cada una de las instalaciones dentro de los módulos, y acerca de las conexiones entre los distintos sistemas.

niveles de versatilidad

Casas [entre] Concepto distingue distintos nive-les de versatilidad que responden a las distintas etapas que atraviesa la vivienda, desde la etapa de diseño, la de construcción y posteriores cre-cimientos y transformaciones.

Un primer nivel tiene que ver con las posibles organizaciones espaciales que surgen de los diferentes agrupamientos modulares. A partir de un patrón inicial simple -el módulo- se des-emboca en un amplio menú de configuraciones diferentes para una vivienda, que abarca desde las soluciones más convencionales a las menos. Así́, el patrón-módulo servirá como herramienta proyectual para diferentes situaciones de terre-no, de condicionantes del entorno, normativas, económicas, de diseño y de preferencias del usuario. Se trata de ciertas elecciones que son anteriores a la ocupación de la vivienda, de las que el futuro habitante es partícipe.

Imagen 7: Repertorio -ampliable- de módulos de equipamiento

Imagen 8: La pared habitada, usos y movimientos

A. Componente + solera inferior + solera superior Sándwich / Entramado / Madera de raleoB. Barrera impermeable Cartón asfáltico / TyvekC. Revestimiento exterior OSB pintado / Aplacado + Chapa galvanizada/ Placa cementicia / Placa fenólica plastificada / Tablas de pino tratadas / Tablas de eucaliptus tratadas / FibrocementoD. Revestimiento interior OSB natural / Yeso / Aplacado melamínico / Aplacado fenólico / Aplacado + tela / Aplacado + empapelado

Imagen 6: Componente: capas

Módulos húmedos: Impermeablización + Placa verde yeso + Revestimiento cerámico E. Pre-solera inferior Madera cepillada y tratada / MetálicaF. Cerramiento inferior Platea H.A. / Entablonado de madera sobre dados o pilotesG. Pre-solera superior (de amarre) Madera cepillada y tratada / MetálicaH. Cerramiento superior liviano Isodec / Chapa galvanizada / Fibrocemento / Placa cementicia / OSB pintado / Placa fenólica plastificada

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Vivienda Popular

En un segundo nivel, se trabaja la versatilidad una vez montada la vivienda, sus posibilida-des a responder, desde el diseño, al paso del tiempo, a las transformaciones de la familia. El crecimiento o el decrecimiento, la expansión de la casa en horizontal o en altura, nuevas compartimentaciones al interior, otros usos del espacio, requerirán modificaciones en la estructura modular inicial. Al crecer, la vivienda altera sus usos, puede reorganizar los módulos e incluso eliminar algunos que formaron parte de la composición inicial, transformando la espacialidad interior o exterior. Para ello se insiste en trabajar los módulos como entidades independientes, que pueden ser removidas, intercambiadas, que pueden variar en su uso e incluso en sus terminaciones.

Domesticidad móvil

Ya en el interior de la vivienda, en lo cotidiano, la versatilidad se asocia a la capacidad de los módulos-mobiliario de facilitar transformaciones rápidas en los usos de los espacios según las horas y las actividades de la jornada. Se hace referencia a las variaciones que surgen a partir del movimiento propio del equipamiento modu-lado: mesas y camas abatibles, levantamiento de aleros que abren ventanas, mesadas o es-critorios que aparecen y desaparecen, armarios que se descubren, desplazamiento de módulos interiores móviles, cerramientos plegables.

El espacio de la casa se transforma con el movimiento de las piezas, el esquema funcional se desdobla y las acciones se multiplican o se dividen como en una coreografía. Muchas ca-sas en una casa: la pared habitada, modulada, convierte un espacio pequeño en uno infinito y luego al revés.

Ensayos proyectuales

Lo que se quiere ensayar es cómo, a partir de una formulación de agrupamiento modular inicial, cada uno de estos diagramas admi-tirán el crecimiento y las transformaciones necesarias a posteriori. Cada anteproyecto

de vivienda obtenido no es más que una respuesta particularizada para un caso único, que permite poner a prueba las posibilidades reales del sistema de cumplir con las premi-sas de versatilidad, crecimiento, transforma-bilidad y cero desperdicio establecidas en la plataforma de Casas Concepto.

Imagen 9: Ensayos proyectuales: crecimiento y transformación del espacio

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Energías renovables y eficiencia energética

Dos enfoques para un mismo desafío…el desarrollo

sostenibleDirección Nacional de Energía

Ministerio de Industria, Energía y Minería*

* El presente artículo fue solicitado a la Dirección Nacional de Energía por VIVIENDA POPULAR para la difusión de esta temática tan importante. Agradecemos la colaboración de los

Ings. Wilson Sierra y Martín Scarone, de la DNE, a través de los cuales se coordinó esta iniciativa, a Carolina Mena, Melina País

y al equipo de la DNE que elaboró el artículo.

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Vivienda Popular

SUSTENTABILIDAD

la energía como una oportunidad

Durante los últimos años Uruguay ha venido creciendo de manera sostenida, a un ritmo inédito en su historia. Esta situación demanda cada vez más energía, tanto para satisfacer las necesidades de la industria, como las del transporte y el sector residencial.

Nuestro país no posee energéticos “tradi-cionales”. Al momento no existen reservas probadas de petróleo, gas natural o carbón, fuentes que en conjunto representan más del 80% de la energía primaria consumida en el mundo. Al mismo tiempo, Uruguay ha colmado sus posibilidades de aprovechamiento de la energía hidroeléctrica asociada a centrales de gran porte.

Ante esta situación, en 2008, en el marco ins-titucional del Consejo de Ministros, se aprobó por primera vez en la historia de nuestro país una Política Energética con una mirada global y de largo plazo. Esta política está basada en cuatro grandes ejes estratégicos, metas de corto, mediano y largo plazo (que deberán

cumplirse en el entorno de 2015, 2020 y 2030, respectivamente), así como un conjunto de varias decenas de líneas de acción.

Los ejes estratégicos definen el rol de los diferentes actores, a la vez que puntualizan el papel del Estado para diseñar y conducir la política energética, la diversificación de la matriz energética con especial énfasis en las energías renovables, el impulso de la eficiencia energética y la consideración del acceso ade-cuado a la energía como un derecho humano para todos los sectores sociales.

De esta forma, la energía pasa a visualizarse como una gran oportunidad para contribuir al desarrollo de nuestro país y permitir la inclu-sión social de sus ciudadanos.

Energías renovables: una apuesta que da frutos

La Política Energética realiza una fuerte apuesta a la incorporación de fuentes autócto-nas en general y en particular a las energías renovables no convencionales. Uruguay tiene

en el sector energético una importante voca-ción y trayectoria sustentable. La incorporación de la energía eléctrica a partir del recurso hidráulico fue trascendente para nuestro país en el siglo XX. Ésta ha permitido abastecer la demanda con bajo impacto ambiental, expandir el área de cobertura hasta aproximadamente el 99% de la población y realizar diversas ac-tividades a costos razonables para un país sin reservas fósiles confirmadas.

A esto se suma el impulso que desde el go-bierno se viene desarrollando para la incorpo-ración de energías renovables no tradicionales, tales como los biocombustibles, la energía solar térmica y fotovoltaica, eólica, hidráulica de pequeño porte, y energía a partir de bioma-sa. Para promover la incorporación de energías renovables se ha desarrollado el marco nor-mativo, producido reglamentación y definido instrumentos de financiamiento específicos. Es posible acceder a los mismos a través del sitio: www.dne.gub.uy

Una de las iniciativas más emblemáticas es la relativa al Plan Solar.

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El Plan solar de Uruguay

El Plan Solar es una herramienta para desarro-llar la Energía Solar Térmica (EST) en Uruguay. Está dirigido al sector residencial y es com-plementario a una serie de beneficios para el sector empresarial, establecidos en el marco de la Ley de Promoción de Inversiones.

El sector residencial significa el 21% del total de consumo final de energía del país. A su vez el consumo de energía eléctrica de este sector es, aproximadamente, el 40% del total del consumo del mismo.

De la encuesta de Fuentes y Usos de Energía desarrollada por la Dirección Nacional de Ener-gía, surge que, en promedio, el 37% de la factu-ra eléctrica de una familia uruguaya está desti-nada al calentamiento de agua. El sistema solar

a instalar en el marco del Plan Solar permite ahorrar entre un 60% y un 70% del consumo de energía destinada al calentamiento de agua, de ahí su importancia.

A través de este Plan se intenta minimizar dos barreras que se han identificado para la incorporación de sistemas solares para calen-tar agua por parte de las familias: 1) inversión inicial, y 2) desconocimiento del tema y dudas sobre el real beneficio.

Las soluciones propuestas son:

-Financiación por el BHU hasta en sesenta cuo-tas (cinco años), lo cual hace que el valor de la cuota sea muy similar al ahorro que se obtiene por utilizar menos tiempo el calefón;-Adicionalmente UTE ha resuelto brindar un pre-mio a cada familia que se adhiera al Plan Solar,

descontando en la factura de UTE $U 700 (sete-cientos pesos uruguayos) por mes durante dos años, lo cual se traduce en una cifra del orden del 50% del costo del equipo para los primeros 2000 clientes que adhieran a la iniciativa;-Los fabricantes nacionales de los equipos ne-cesarios están exonerados de IVA;-Promoción del Plan Solar mediante campaña de medios, en los centros comerciales de UTE, call center 0800 1930 y sitio web;-De forma que sea una inversión sin riesgos para la familia, el sistema solar tiene un seguro (brindado por el Banco de Seguros del Estado) por un período de cinco años, contra robo, clima (granizo, vientos, etc.), vandalismo y contra terceros por U$S 50.000;-El sistema solar tiene una garantía mínima de cinco años y una vida útil que se estima mayor a los quince años;-Por lo tanto, la inversión no tiene riesgo para la familia, ya que está pagando el sistema solar en cinco años (en caso de financiar con el BHU y ante algún problema durante ese período, lo cubre la garantía o el seguro.

Eficiencia energética: beneficios para todos

El crecimiento económico sostenido experi-mentado en Uruguay en los últimos años y el desarrollo tecnológico han originado nuevos

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requerimientos de confort por parte de las familias, lo cual se traduce en un incremento en la incorporación de instalaciones y equipos, y en consecuencia en una demanda creciente de energía.

La Política Energética incorpora no sólo la modificación de la forma en que nos abastece-mos de energía, sino además la modificación de nuestras pautas de consumo energético, constituyéndose la promoción del uso eficiente de la energía en uno de los ejes estratégicos de dicha Política.

Usar eficientemente la energía implica realizar un mejor uso de los recursos energéticos, de forma de disminuir el consumo, manteniendo al mismo tiempo los niveles de producción, confort y atención de las necesidades cotidianas.

Los beneficios de la eficiencia energética aplica-dos a la vida cotidiana, son innumerables:-en los hogares, permite bajar los gastos sin perder calidad de vida;-en las empresas, además de reducir costos, permite mejorar la competitividad;-a nivel país, evita o posterga importantes inver-siones en generación de energía;-en el medioambiente, reduce las emisiones de gases contaminantes.

En un contexto en el que, cada vez más, se plantea la importancia del desarrollo sustentable y el cuidado de los recursos naturales, discipli-nas como la arquitectura y la ingeniería se han visto en la necesidad de considerar una mayor armonía con el medio ambiente y una necesaria orientación a un uso más eficiente del consumo de energía.

Así, el término “arquitectura sustentable” se aso-cia a una concepción de diseño arquitectónico

que optimiza los recursos naturales y minimiza el impacto ambiental de las edificaciones.

Una interacción adecuada entre la arquitectura y el medio ambiente debe extraer beneficios de las condiciones climáticas particulares y de los recursos naturales, para elaborar soluciones propias en función de un uso más eficiente de la energía, sin reducir la calidad de vida. La edificación debe concebirse en armonía con el clima y con las características socioculturales,

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económicas y tecnológicas del país, ya que sus efectos se reflejan en la calidad de los espacios habitables, en el uso eficiente de la energía y en el impacto ambiental.

Además, un criterio amplio de sostenibilidad también toma en cuenta los costos de operación y mantenimiento a lo largo del ciclo de vida de la edificación. Los criterios iniciales de diseño

en primer lugar, a reducir el consumo en estos usos de energía.

Nuestro país ha comenzado a transitar un ca-mino en este sentido, pero aún queda mucho por andar. Si bien las acciones de eficiencia energética redundan en beneficios directos para los actores involucrados, se ha identificado un limitado conocimiento sobre el beneficio econó-mico y financiero del uso eficiente de la energía, así como también de la oferta de bienes y ser-vicios existentes. Asimismo, se ha identificado que el acceso al financiamiento es una barrera para el desarrollo de estudios e inversiones en proyectos destinados a la mejora en el uso de los recursos energéticos.

En este sentido, tanto la Política Energética nacional como la Ley de Uso Eficiente de la Energía aprobada en 2009 establecen el mar-co institucional y jurídico, y los mecanismos financieros adecuados, a efectos de continuar promoviendo el uso eficiente de la energía en el país.

Desde el Estado se han diseñado numerosos instrumentos tendientes a derribar algunas de las barreras señaladas, a través del fomento a la incorporación de una creciente oferta de aplica-ciones energéticas eficientes y del apoyo a los

de una edificación definirán su comportamiento futuro en relación a la demanda de energía.

El mayor porcentaje de consumo energético en una edificación se produce, generalmente, a través de los sistemas de calentamiento de agua, iluminación y acondicionamiento de aire o calefacción. En consecuencia, las estrategias de eficiencia energética deben estar dirigidas,

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distintos sectores de la economía nacional en la implementación de medidas de eficiencia.

Entre estos instrumentos se encuentran aque-llos de índole financiera, como el desarrollo de líneas de financiamiento específico para asis-tencia técnica e implementación de proyectos de inversión en eficiencia energética y la reade-cuación de tasas impositivas y arancelarias, de acuerdo a su desempeño energético, de los equipos que consumen energía.

Asimismo, se ha constituido el Fideicomiso Uruguayo de Ahorro y Eficiencia Energética (FUDAEE), que tiene entre sus objetivos pro-mover la eficiencia energética a nivel nacional, financiar proyectos de inversión en eficiencia energética, promover la investigación y desa-rrollo en la materia y financiar campañas de difusión y concientización.

Con el objetivo de actuar como puente entre la oferta y la demanda, se promueve y difunde la creación de Empresas de Servicios Energéticos y de Empresas Proveedoras de equipamiento y materiales eficientes, que asesoran a los clien-tes en materia de energía y eficiencia.

Una efectiva promoción de la eficiencia energéti-ca debe, necesariamente, promover un cambio cultural en la sociedad, sensibilizando a la población sobre la importancia de recorrer este camino. Es así que desde la Dirección Nacional de Energía se impulsan diversas campañas de comunicación, sensibilización y educación, dirigidas a la población.

El uso eficiente de la energía es una respon-sabilidad de todos para con el bienestar de las generaciones futuras, al utilizar recursos agotables, cuyo aprovechamiento impacta

fuertemente sobre el ambiente. Educar y con-cientizar en eficiencia energética es educar en cómo se utilizan recursos escasos, en nuestras responsabilidades como sociedad, en el cui-dado del ambiente y en el correcto ejercicio de nuestra ciudadanía.

En conclusión

La promoción de la eficiencia energética y la fuerte incorporación de las energías re-novables apuestan, entre otras cosas, a que nuestro país posea una matriz energética sus-tentable y amigable con el medio ambiente. El acceso universal a la energía limpia y en con-diciones de seguridad es un derecho humano más, indispensable para que todos tengamos las mismas oportunidades de desarrollar una vida digna y saludable.

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Produção habitacional autogestionária e mercado imobiliário no Brasil

Entre a lógica do capital e o interesse coletivo*

Evaniza Lopes Rodrigues1

* El presente artículo recoge las conclusiones de la disertación presentada a la Facultad de Arquitetura e Urbanismo de la Universidad de São Paulo para la obtención del título de Mestre em Arquitetura e Urbanismo, en el área: Hábitat, por Evaniza Lopes Rodrigues, bajo la orientación de

la Prof. Dra. Raquel Rolnik. El título de la tesis es “A Estratégia Fundiária dos movimentos popu-lares na produção autogestionária da moradia” y fue defendida en São Paulo en el presente año

2013. El trabajo total se encuentra, entre otros lugares, en www.hic-al.org.

1 Evaniza Rodriguez é brasileira, assistente social e mestre pela Faculdade de Arquitetura e Ur-banismo da Universidade de São Paulo. Ex-coordenadora da União Nacional por Moradia Popular e membro do Fórum Nacional de Reforma Urbana, no Brasil. Atua com mutirões autogestionários desde a década de 80. Atualmente é Consultora da Presidência da Caixa Econômica Federal, na

implementação de programas habitacionais com movimentos populares.

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LATINOAMERICA

A proposta autogestionária de produção habi-tacional no Brasil nasce junto com o processo de redemocratização, com o fim da ditadura militar, incorporando os princípios de construção de poder popular, descentralização do poder e disseminação da economía solidária, por meio de um processo de produção não mercantil que valoriza a moradia como direito, e a cidade como território de realização de direitos.

Os movimentos populares de luta por moradia, que defendem a proposta autogestionária, atuam no Brasil desde a década de 80 e são protagonistas da recente construção legal e institucional da política urbana e habitacional brasileira. A autogestão, mais do que um modo de construir moradias, é um conceito que en-volve a participação e o controle da produção da habitação, uma maneira de construção de vida comunitária e de produção não mercantil

da moradia, concebida como direito e não como mercadoria.

A política habitacional brasileira tem histori-camente caminhado no sentido oposto, ao priorizar produção privada em todos os seus aspectos, inclusive aquelas financiadas ou sub-sidiadas com recursos públicos. Hoje o Progra-ma “Minha Casa Minha Vida” convoca o merca-do, para que esse ofereça propostas a serem financiadas pelo poder público, se eximindo de seu papel de planejar, projetar e implementar as políticas habitacionais.

O Programa Minha Casa Minha Vida inovou também ao estabelecer uma meta quantitativa relevante e destinar recursos subsidiados e onerosos para a produção de 3,4 milhões de unidades habitacionais em seis anos. No entan-to, adota o modelo de produção privada prati-

camente como modelo único, e a propriedade individualizada do imóvel como garantia real de financiamento, mesmo nos casos de financia-mento altamente subsidiado.

Nesse contexto, o programa Minha Casa Minha Vida Entidades, que destina recursos orçamen-tários para movimentos sociais, cooperativas e outras organizações sem fins lucrativos e possibilita a execução de empreendimentos através do regime de autogestão, não se dife-rencia, em sua essência, da sua versão dirigida às construtoras. Com regras e procedimentos bastante semelhantes, o programa busca en-quadrar entidades e cooperativas na lógica da produção privada.

As moradias produzidas em processos autoges-tionários tem, de modo geral, melhor qualidade de projeto e de construção e certamente os

Tomem posse da terra e habitem nela, pois eu lhes dei essa terra, para que vocês a habitem. Dividam a terra entre vocês. Deem como herança uma parte maior para aquele que é mais numeroso, e uma parte menor para

aquele que é menos numeroso.

Livro dos Números, 33:53-54

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processos sociais dos grupos que se organizam para produzir coletivamente são muito distintos dos conjuntos produzidos tradicionalmente e das demandas indicadas para habita-los sem um processo anterior de organização.

Algumas organizações de luta por moradia fazem um movimento de resistência, buscando adaptar o programa aos princípios da proposta autogestionária, alterando as regras e proce-dimentos sem, no entanto, conseguir mudar a concepção do programa. Hoje, as entidades são enquadradas como “produtores privados”, ignorando-se a relação intrínseca entre as entidades e seus associados, que são trada-dos como clientes de um negócio e não como agentes da ação coletiva. Esses impasses tem desafiado o movimento a discutir o marco legal que incide sobre a relação entre Estado e enti-dades sociais, especialmente na implementação de políticas, com uma melhor definição de seu papel na produção habitacional, como agentes públicos não estatais.

Verifica-se também o pouco apoio dado às propostas autogestionárias e à organização e capacitação de entidades para a viabilização de propostas. Sem política para o tema, cabe às próprias entidades buscarem em recursos cap-tados entre os seus asociados ou nas poucas entidades de cooperação para a sua estrutu-ração e qualificação de quadros para a gestão de empreendimentos habitacionais e a ação formativa junto aos participantes.

Na sua ausência, permanece um caráter volun-tarista e com dificuldade da ampliação da escala de atuação, além de restringir a participação de pequenos grupos que não contam com estrutu-ra própria e/ou apoio externo, ou ainda abrindo

caminho para práticas oportunistas e empresa-riais que destoam da proposta autogestionária.

A mesma situação ocorre com o tema das assessorias técnicas, que encontram dificul-dades para estruturar-se e/ou dedicar-se ex-clusivamente à produção autogestionária, bem como reter quadros técnicos na disputa com o mercado. Como os financiamentos públicos são focados em cada um dos empreendimentos isoladamente, eles não atendem à necessidade dos movimentos em contar com assessoria permanente para trabalhar processos de orga-nização e formulação de propostas para aper-feiçoamento das políticas e programas, busca de áreas e elaboração participativa dos projetos.

Esse quadro se é mais agudo se analisarmos a relação dos movimentos de moradia na viabili-zação de terrenos para a produção habitacional de interesse social. A questão do acesso à terra urbanizada e bem localizada, está pre-sente desde a organização dos movimentos de moradia, na década de 1980. Muitas dessas entidades iniciaram sua organização através de ocupações de terra e de imóveis ociosos e do questionamento, de forma direta, do não cum-primento da função social da propriedade. As ocupações de terras e edifícios vazios questio-nam o próprio conceito de propriedade.

De modo geral, as políticas habitacionais têm tratado a questão da terra como acessória es-tando focadas apenas no financiamento e es-tabelecidas a partir do objetivo de dinamização econômica, a partir da capacidade de geração de empregos na cadeia do setor da construção civil. O resultado é bastante conhecido: a maior parte da produção se dá através dos conjuntos habitacionais construídos pelas emprenteiras

nas periferias das cidades, com baixa qualidade urbanística e arquitetônica e com vínculo precá-rio à malha urbana.

Relevante ainda é a necessidade de se recon-hecer hegemonia do modelo liberal de aquisição da propriedade. O processo de privatização da terra está presente desde o Brasil Colônia e atingiu sua forma definitiva com sua clara identi-ficação como mercadoria com a Lei de Terras de 1850. A evolução de sua implementação acarre-ta o impasse mais substantivo no que diz res-peito a realização dos objetivos fundamentais das políticas urbanas em geral, e da garantia de acesso à terra urbanizada para todos preconiza-da no Estatuto das Cidades, em particular. Esse quadro se agrava com a recente financeirização do mercado imobiliário, que coloca a terra ur-bana em lugar de destaque na constituição de ativos das empresas.

O Programa Minha Casa Minha Vida não ofe-rece alternativa a esse modelo, pelo contrário, ao disponibilizar recursos consideráveis para a produção habitacional e sem definir, em con-junto com municípios, uma estratégia fundiária, colabora para a o incremento dos preços da te-rra e a exclusão dos mais pobres para os piores lugares, ratificando o ciclo de exclusão territorial característico de nossas cidades.

Assim, a ausência de política fundiária em nível local e nacional, aliada à abundância de recursos públicos e privados disponíveis para o setor da construção civil e a financeirização da produção da moradia e da cidade fazem com que a busca por áreas disponíveis para a produção habitacional de interesse social, par-ticularmente pelas entidades populares, seja cada vez mais difícil.

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Aos movimentos por reforma urbana, em especial aos movimentos por moradia, restou compreender que a luta pelo solo urbano deslocou-se do campo formalmente institucio-nal para a arena dos negócios internacionais, aumentando o nível de complexidade envolvido na questão. Além da atuação através das estratégias tradicionalmente hegemônicas na cultura atual da política urbana, para qual a solução dos conflitos fundiários se daria em arenas públicas dedicadas à regulação das mesmas por meio de processos participativos e garantidores de certa distributividade das políticas públicas, os movimentos lançaram-se também na disputa direta pelo território, sem, entretanto dispor das condições objetivas para tanto. Os resultados demonstram a precarieda-de dessa estratégia e seus limites.

A ação dos movimentos de moradia na busca de terras para os programas habitacionais tem consumido as energias desses atores sem conseguir alterar a lógica da produção habitacional periférica para os segmentos de mais baixa renda. Apesar de ter acesso a me-canismos de financiamento para a aquisição de terrenos no mercado, sob um cenário em que as forças de cada agente são extrema-mente desiguais, restam para as entidades as áreas que sobram no mercado. Ainda assim, os diversos expedientes necessários para que essas áreas sejam aproveitáveis no programa, como licenciamentos e regulari-zação registrária, dificultam ainda mais esse caminho. Esses requisitos são exigidos pelos programas habitacionais para que essas áreas se tornem executáveis pelos agentes financeiros, utilizando-se do instrumento da alienação fiduciária para rapidamente retomar o imóvel em caso de inadimplência.

Trata-se de mecanismos de mercado regu-lando um programa social, demonstrando sua total incoerência.

A inserção dos movimentos na lógica da disputa do mercado fundiário é, no mínimo, limitada, além de deslocar aquilo que deveria ser uma política pública abrangente sobre o território para ações pontuais e desconexas.

Por outro lado, a utilização de terras públi-cas, que poderia ser um contraponto a esse modelo fornecendo uma ação exemplar na utilização de vazios urbanos para moradia popular, não tem ocorrido na velocidade e quantidade necessárias. Mais uma vez percebe-se que o aparato burocrático e legal -inclusive aquele que rege a terra pública- não está montado para atender aos interesses coletivos e ao direto à moradia, especialmente dos mais pobres.

Nesse contexto, as promessas contidas no Es-tatuto da Cidade na democratização do acesso à terra e no cumprimento da função social da propriedade parecem não conseguir fazer fren-te à voracidade do mercado imobiliário na era da financeirização. Uma serie de instrumentos de planejamento urbano, de captura de mais-valia fundiária e de controle social, apesar de inscritos em grande parte dos planos diretores, não são colocados em funcionamento.

Concebidos em um momento de pouco investi-mento no setor, esses instrumentos são abando-nados justamente no momento em que recursos públicos e privados inundam o mercado imobi-liário, não se constituindo em qualquer forma de regulação do mercado, turbinado pela presença de vultuosos recursos e de grandes corporações.

A efetividade dos instrumentos de planeja-mento urbano dependem de um período de implantação, ao passo que a ação do capital imobiliário muitas vezes atua ao largo desse processo. A convergência de interesses públi-cos e privados, no âmbito político e econômico, reforçam o modelo de política urbana exclu-dente, submetido à lógica do capital e não do interesse coletivo.

Por fim, verifica-se que o Programa Minha Casa Minha Vida consagra um modelo de produção habitacional calcada em um modelo único de acesso, através da aquisição, ainda que com subsídios expressivos, da proprieda-de individual da casa, que se torna, imediata-mente, produto de mercado, com um aparato normativo adequado a esse objetivo.

Configura-se assim um conflito entre a pro-posta de política habitacional autogestionária formulada no âmbito dos movimentos e as condições estabelecidas pelas políticas de habitação e solo urbano. O enfrentamento deste conflito se constitui hoje em campo fundamental de atuação dos movimentos da reforma urbana.

É nesse cenário que a proposta autogestioná-ria na produção habitacional atua e constrói sua estratégia de lutas, empreendendo ações, ainda que pontuais, de resistência ao modelo dominante. É nesse cenário que os movi-mentos de luta pela reforma urbana seguem construindo sua agenda de lutas pelo direito à moradia e à cidade.

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